Dentro de la especie Olea europaea L. se incluyen además de los olivos cultivados, los acebuches u olivos silvestres

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CAPÍTULO 2.1.- CONCEPTOS BÁSICOS 2.1.1.- Características biológicas El olivo, Olea europaea L., es una planta que pertenece a la familia Oleaceae, cuyo cultivo se remonta a unos 4.000 años antes de Cristo y es la única especie de esta familia con fruto comestible tras una sencilla elaboración. Dentro de la especie Olea europaea L. se incluyen además de los olivos cultivados, los acebuches u olivos silvestres.

Figura 2.1.1.- Olivos ornamentales en jardín y maceta.

• El sistema radical del olivo está compuesto de raíces principales, raíces secundarias y raicillas finas cuyo conjunto forma la cabellera.

Figura 2.1.2.- Sistema radicular de un olivo joven desarrollado en un suelo artificial.

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Las misiones de las raíces, cuyo desarrollo depende del origen del árbol y de las condiciones del suelo, son importantes para entender muchos de los aspectos de la recolección de este cultivo: • • • • •

Alimentación. Circulación de la savia. Almacenamiento de sustancias de reserva. Respiración del árbol. Anclaje.

El origen del olivo interviene porque cuando el árbol se propaga por semilla, se forma una raíz principal dominante durante los primeros años de vida, en cambio cuando se propagan bajo nebulización estaquillas semileñosas, aparece una cabellera de raíces adventicias en la zona basal de la estaquilla que se comportan como raíces principales múltiples.

Figura 2.1.3.- Raíz de un olivo propagado bajo nebulización.

El tipo de suelo, y en particular su profundidad, su aireación y su contenido de agua, determina la extensión y la ramificación de las raíces, lo cual incide en su capacidad para soportar la vibración.

Figura 2.1.4.- Raíz de olivo en suelo muy arenoso.

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• El tronco de los olivos, cuya altura es variable y depende de los sistemas de cultivo y cuyo grosor es función de las características varietales, de las condiciones ambientales y del método de cultivo, como el de todos los árboles frutales, se ramifica, originando cierto número de ramas principales, éstas a su vez originan nuevas ramificaciones, conocidas con el nombre de ramas secundarias, de éstas surgen otras, llamadas laterales y en último nivel aparecen las ramas fructíferas. Además de constituir la estructura de soporte del olivo, y de transportar la savia bruta, que ha entrado a través de los pelos absorbentes de la raíz y la savia elaborada, es la zona del olivo en la que, normalmente, actúa el vibrador, y es por lo que su estado de lignificación es de tener en cuenta al pensar en el derribo mecánico de la aceituna.

Figura 2.1.5.- Estructura de olivo.

• Las ramas tienen una forma de crecimiento dicotómica, esto es, con tendencia a la bifurcación, y producen ramificaciones terminales, conocidas como metidas, que son las que tienen en las axilas foliares yemas de madera y de flor.

Figura 2.1.6.- Olivo de un solo pie.

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Se llaman chupones a las ramificaciones vigorosas, de crecimiento rápido y de naturaleza poco lignificada. A veces la vibración se aplica a las ramas principales, por lo que su número tiene una notable influencia, tanto en la eficacia de derribo, como en la eficiencia de la vibración.

Figura 2.1.7.- Metidas de olivo.

• Las hojas del olivo, que se mantienen en el árbol hasta tres años e incluso más, son simples, lanceoladas con bordes enteros y tienen una longitud variable que llega a unos 6 cm. y una anchura variable que llega a unos 1’5 cm. Tienen una nervadura central muy marcada, un peciolo corto y resistente, semejante al de las aceitunas, y en los ramos se sitúan opuestas en cada nudo, como se observa en la figura 1.8.

Figura 2.1.8.- Hojas de olivo (haz y envés).

La hoja del olivo, especialmente adaptada para evitar la pérdida del agua, tiene el haz de color verde obscuro, con una gruesa cutícula y el envés, de color plateado, cubierto por pelos o tricomas que forman una capa sobre los estomas que los aísla y reduce la evaporación.

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Su pedúnculo, al ser muy semejante al del fruto, condiciona la aplicación de productos favorecedores de la abscisión cuando se trata de mejorar la eficacia del derribo mediante vibración.

Figura 2.1.9.- Estomas en hojas y lenticelas en ramas.

• Las inflorescencias, que surgen de las yemas situadas en las axilas foliares, tienen un eje central y están formadas por flores hermafroditas, pequeñas y simétricas, constituidas por cáliz, corola, estambres y pistilo en número variable según el estado del árbol, su propia fisiología y las características del medio.

Figura 2.1.10.- Inflorescencia del olivo.

El cáliz, de color blanco verdoso, se mantiene junto a la base del ovario después de la caída de pétalos, la corola está compuesta por cuatro pétalos blanquecinos unidos a su base, los estambres constan de un filamento corto y una antera grande en la que se forma el polen y el pistilo, compuesto por ovario, estilo y estigma, tiene cuatro óvulos en el ovario de los que solamente uno será fecundado y dará lugar al fruto.

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Figura 2.1.11.- Flor del olivo.

• El fruto, la aceituna, mide unos 3 cm. de longitud, unos 1’5 cm. de diámetro y tiene un peso próximo a 3 g, si bien hay cultivares de fruto muy pequeño como arbequina y otros de fruto muy grande como gordal, lo cual lógicamente incide en la eficacia de derribo por vibración. En el olivo se forman frutos partenocárpicos, sin polinización, que se conocen con el nombre de aceitunas zofairones. Los frutos partenocárpicos suelen ser mas pequeños que los frutos normales y tienen poco valor comercial.

Figura 2.1.12.- Estambres maduros y caída de pétalos.

El color de la pulpa evoluciona hasta alcanzar la madurez, pasando de verde intenso a verde amarillento, a violeta y, por último, a negro. Cada aceituna tiene una sola semilla, con tres partes principales: endocarpo o hueso, mesocarpo o pulpa y exocarpo o piel exterior. El endocarpo crece desde la fecundación durante aproximadamente dos meses y una vez maduro alcanza gran dureza debido a la formación de una gruesa pared con alto contenido en lignina. 15

El mesocarpo crece desde la fecundación hasta la maduración y entre sus células parenquimáticas aparecen grandes vacuolas en los que se almacena el aceite. El exocarpo es una capa exterior muy fina que se cubre de pruina.

Figura 2.1.13.- Aceitunas con distintos estados de madurez en un mismo olivo.

La fructificación del olivo se produce en ramos del año anterior, y su producción está ligada al número de ramos fructíferos, al número de frutos por ramo, al tamaño de los frutos y a su rendimiento graso. El número de ramos fructíferos depende del vigor del árbol y de su estado, y el número de frutos por ramo fructífero depende de los procesos vegetativos y de reproducción del olivo. El tamaño de los frutos es una característica varietal y, en cierta medida, puede incidirse en él con las prácticas culturales. Una de las más importantes técnicas de control del tamaño de la aceituna es la poda. Gracias a ella se consigue un balance fisiológico entre crecimiento vegetativo y fructificación, necesario para conseguir una buena cosecha y asegurar la del año siguiente. El aclareo de frutos permite obtener éstos con el tamaño y la calidad adecuados. Si bien en olivar esta técnica no se practica. En otros frutales el

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aclareo se suele hacer mediante la aplicación de pulverizaciones cáusticas durante el período de floración, mediante la aplicación de reguladores del crecimiento después de la fructificación y por un derribo mecanizado, en todos los casos varias semanas después de la fructificación. Los frutos producidos en años de abundante cosecha suelen ser demasiado pequeños para su destino como aceituna de mesa y, por tanto, son sólo adecuados para fabricación de aceite. • La nutrición de los olivos es fundamental para su crecimiento. Es por lo que la implantación del olivar conlleva en no pocas ocasiones la realización de enmiendas y abonados de fondo para mejorar las condiciones del suelo y aportar reservas que pueden ser utilizadas por el olivo durante largo tiempo. Las enmiendas más aplicadas en olivar son de tipo húmico y consisten principalmente en aportar estiércol muy descompuesto, su realización exige un desfonde total del suelo y se consigue colocar la planta en condiciones muy adecuadas para su desarrollo. Cuando se agotan, lo cual es lógico, debido a la elevada longevidad del olivo, surge la necesidad de aportar elementos nutritivos necesarios para el normal mantenimiento de los árboles. La fertilización racional de una plantación es una práctica que exige la aplicación de la mínima cantidad de fertilizantes necesaria para corregir deficiencias y evitar excesos. En olivar es habitual la fertilización con nitrógeno, fósforo y potasio tendiendo a aplicar más cantidad de abono de la realmente necesaria buscando así asegurar la máxima producción, sin tener en cuenta que, desde el punto de vista agronómico, el empleo de exceso de fertilizantes además de ser caro, lo que incide negativamente en la productividad, origina desequilibrios que interfieren en la asimilación de los elementos, sin olvidar la degradación del suelo y la contaminación ambiental. Los elementos esenciales para el desarrollo de las plantas es necesario que estén disponibles cuando el olivar los requiera y no se trata ni de añadir indiscriminadamente nutrientes, pues las necesidades varían de unos suelos a otros, ni de hacer recomendaciones generales de abonado

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siendo preciso determinar las necesidades nutritivas para cada caso y para cada lugar. Para determinar las necesidades nutritivas del olivar se recomienda como método más adecuado el análisis foliar, ya que es en la hoja donde mejor se reflejan las necesidades nutricionales de las plantas. Como en la composición mineral de las hojas intervienen factores como su estado de desarrollo, condiciones climáticas, disponibilidad de nutrientes en el suelo y la cantidad de cosecha el método del análisis foliar requiere un muestreo metódico y en fechas determinadas, por lo que se aconseja que las hojas para el análisis no presenten deformaciones y se tomen de entre la parte central y basal de brotes del año. Comparando los resultados de los análisis con los niveles críticos establecidos para cada elemento, se determinan las necesidades de abonado. El nitrógeno es la base de la fertilización en un olivar y aplicaciones de 0,5 a 1 Kg por árbol y año permiten mantener el nivel adecuado. El abono nitrogenado suele aplicarse en el olivar incorporándolo al suelo en forma de urea, sulfato amónico y nitrato amónico, o bien como aplicación foliar mediante pulverización de urea al 4%. Es importante considerar que el exceso de nitrógeno hace los olivos más sensibles a las heladas y a las plagas y enfermedades. Es una idea muy extendida considerar que el único elemento que hay que aportar al olivo es el nitrógeno, pues la mayoría de los suelos son deficientes en este elemento y los ensayos muestran la falta de rentabilidad de la aplicación de abonos complejos. Es conveniente considerar éste como un principio general pero con excepciones, ya que las aplicaciones de sulfato potásico ofrecen buenas respuestas e inducen mayor tolerancia a la sequía y las de antes de la floración pueden ser convenientes. • Como los tipos de fertilizantes a aplicar ofrecen características tan variadas, ya que se presentan como estiércol, granulados, líquidos, ..., los constructores de máquinas y los técnicos se han visto obligados a tener en cuenta este factor.

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Una máquina de aplicación de fertilizante debe ser capaz de satisfacer un amplio campo de aplicación en cuanto a dosis se refiere, aplicar diversos tipos de fertilizantes, estar construida con mecanismos simples, fiables y resistentes, distribuir el abono uniformemente, situarlo en el emplazamiento adecuado y permitir una regulación fácil y rápida de la dosis de abonado. La forma de aplicación es característica del tipo de abono y es el agricultor quién debe, según sus condiciones, decidirse por uno u otro método. En la aplicación de abonos minerales es preciso tener en cuenta la situación de las raíces, ya que la distribución de abonos exige su colocación en la zona de suelo explorado por ellas, pues así se consigue una acción rápida y una mayor rentabilidad de la aplicación. Para ello hay investigadores que aconsejan aplicar los abonos minerales en una corona circular de radio exterior variables entre 1’5 y 2 veces el de la zona de goteo del árbol y de radio interior la mitad de dicho radio. También es posible crear una zona localizada con exceso de abono que puede distribuirse en surcos o en volúmenes reducidos de suelo como hoyos o bulbos de goteo. En todo caso hay que tener en cuenta que el enterrado profundo, es muy peligroso debido a la importante cantidad de raíces que en su aplicación se rompen. La técnica más usual es la de aplicar los abonos minerales esparciéndolos regularmente sobre la superficie del suelo. Este método tiene como ventaja fundamental que el reparto y el enterrado se realizan de forma rápida y económica. Cuando se aplican con este método los abonos nitrogenados sus resultados pueden ser muy buenos, en cambio, los abonos fosfatados y potásicos, al quedar inmovilizados, no llegan bien a las raíces. En la aplicación de abonos orgánicos es preciso tener en cuenta su considerable volumen y que deben ser enterrados rápidamente mediante una labor muy ligera, para no romper las raíces superficiales de los olivos y para evitar pérdidas.

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A veces se aplican los abonos orgánicos en la zona de goteo de los árboles, lo que no es aconsejable pues su efecto como enmienda se ve disminuido y porque, a veces, las raíces de los árboles llegan incluso a entrecruzarse, saliendo de la zona de goteo. • Las abonadoras para aplicación de abonos minerales, debido al gran volumen y elevado peso que estos tienen, son en su mayoría del tipo arrastrado o semisuspendido. Según sus órganos de distribución, que constituye la parte esencial y más característica de estas máquinas, se pueden clasificar en abonadoras de cilindro dentado, de fondo móvil, de tornillo sin fin, de rulos, de cribas con movimiento alternativo, de platos, centrífugo, pendular, de cinta transportadora y neumáticos.

Figura 2.1.14.- Abonadora con distribuidor centrífugo.

• Los repartidores de abonos orgánicos, son remolques dotados de un dispositivo mecánico de reparto.

Figura 2.1.15.- Sistema de reparto de tornillo sin fin.

• Los distribuidores de abonos líquidos realizan mecánicamente la carga, el transporte y el reparto sobre el terreno de los purines.

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Figura 2.1.16.- Distribuidor de abonos líquidos.

• Los distribuidores de abonos gaseosos sirven para enterrar a más de 15 cm de profundidad el amoniaco anhidro líquido, contenido en el interior de una cuba hermética.

Figura 2.1.17.- Distribuidor de abonos gaseosos.

• La correcta aplicación del agua, esencial para la nutrición y para que la planta pueda desarrollar normalmente sus funciones fisiológicas, aplicada adecuadamente en el olivar, incluso en cantidades muy reducidas, produce resultados espectaculares en cuanto al desarrollo del árbol, a la cosecha y al tamaño del fruto. Hoy la técnica de riego por goteo es sin duda el sistema de aplicación más extendido. Es importante considerar que las instalaciones de riego en olivar condicionan el desplazamiento de hombres y máquinas durante la recolección.

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Figura 2.1.18.- Fructificación en olivo.

• El contenido graso de los frutos aumenta a medida que avanza la maduración, alcanzando su máximo en el momento en el que desaparecen los frutos verdes del árbol, quedando en él sólo aceitunas de color violeta y negro. Hojiblanca

Picual

90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 24-X

12-XI

26-XI

10-XII 26-XII

7-I

21-I

4-II

13-II

4-III

Figura 2.1.19.- Evolución de la lipogénesis.

El rendimiento graso está fundamentalmente determinado por la variedad y por las características de desarrollo de los frutos, y su evolución permite determinar el momento óptimo de realizar la recolección.

2.1.2.- Fotosíntesis del olivo La producción del olivo está ligada a la función clorofílica o fotosíntesis, la cual consiste en la formación de glúcidos o hidratos de carbono a partir del dióxido de carbono tomado por las hojas y del agua

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absorbida por la raíz. Para realizar la fotosíntesis la planta usa energía solar que capta la clorofila de las hojas (Barceló M et al, 1992). La descomposición durante la respiración de los hidratos de carbono, que es el proceso inverso a la fotosíntesis, libera energía que utiliza la planta para su mantenimiento y crecimiento. Los principales factores que afectan a la fotosíntesis son: • • • •

Radiación. Temperatura. Agua. Superficie foliar.

• La radiación necesaria para alcanzar la máxima actividad fotosintética se tiene cuando la luminosidad llega aproximadamente al 30% de la intensidad correspondiente a pleno sol. Este valor es conocido como punto de saturación y por debajo de él la fijación de CO2 disminuye. Sólo las hojas más externas del olivo llegan a recibir toda la radiación solar, en cambio en el interior de la copa la intensidad de radiación solar es mucho menor. Maximizar la eficacia fotosintética de las hojas de un árbol y de una plantación constituye un objetivo deseable, al cual las técnicas de cultivo del olivar, fundamentalmente la poda, deben ir encaminadas. • La temperatura óptima para la fotosíntesis en el olivo se sitúa entre 15º y 30 ºC, por encima de 35 ºC disminuye, lo cual explica que durante elevadas temperaturas estivales la fotosíntesis esté limitada. Las bajas temperaturas invernales también reducen la fotosíntesis en el olivo, la cual se manifiesta claramente con la denominada parada invernal. • El agua incide en la fotosíntesis del olivo de forma que su falta provoca el cierre de estomas, lo que reduce la cantidad de CO2 disponible y por tanto la formación de hidratos de carbonos. • Los nutrientes, cuya absorción está condicionada por su disponibilidad en la solución del suelo, cuando hay deficiencia de ellos se limita la fotosíntesis.

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• La superficie foliar, expresada a través del concepto índice de área foliar, el cual se define como la relación entre la superficie foliar total de un árbol y la superficie del suelo ocupada por el mismo, es un parámetro que permite medir la eficiencia productiva del suelo ocupado por un cultivo. El índice de área foliar en olivar tiene un valor próximo a 2’5, que es bajo comparado con otros frutales, y para alcanzarlo, debido al gran tamaño de los árboles adultos y a su lentitud de desarrollo, es necesario un tiempo muy largo. En olivar con riego el desarrollo total de los árboles se alcanza aproximadamente al octavo año y en secano son necesarios incluso más de veinte años. Se puede conseguir reducir el tiempo usando densidades de plantación de más de 300 árboles/ha, pero pasado cierto tiempo se puede producir tal competencia entre los árboles que obliga a eliminar árboles en la plantación o actuar con podas muy severas. Por ser el olivo un árbol de hoja perenne tiene capacidad de fotosíntesis a lo largo de todo el año y es por ello que se puede explicar su gran capacidad para producir cosechas incluso mayores que las de otras especies. El cálculo de la superficie foliar de un olivo se puede realizar de forma aproximada aplicando la siguiente relación empírica encontrada por el investigador J. Humanes:

S f = 3'6•D 2 + 3'39 m 2 Siendo: Sf = superficie foliar (haz o envés). D = diámetro medio del olivo medido en dos direcciones perpendiculares. Los productos de la fotosíntesis los emplea el olivo para su vegetación, para su crecimiento, para su almacenamiento y para la formación de frutos. Es precisamente en la fructificación en la que se consume la mayor parte, lo que justifica que los años de gran cosecha se

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limite el crecimiento de brotes, y que en la siguiente temporada la cosecha sea baja, explicándose la vecería o alternancia de producción del olivo. 2.1.3.- Fructificación El olivo, que como se sabe fructifica en las metidas del año anterior, las cuales cuando se trata de olivos adultos, su crecimiento se da fundamentalmente en primavera, si bien, en años de climatología benigna, llega incluso hasta primeros de Julio, y cuando se riegan también se da un cierto crecimiento en los meses de Septiembre y Octubre, y cuando se trata de olivos jóvenes, si no se presentan factores limitantes, puede haber crecimiento a lo largo de todo el año, producen hojas en cuyas axilas llevan yemas que pueden evolucionar a flor o a madera. El proceso por el que las yemas evolucionan a flor se denomina inducción floral y es poco conocido. Se conoce que la larga permanencia del fruto en el árbol produce su inhibición, según se muestra en la figura siguiente:

100 90 80 70 60 % 50 40 30 20 10 0 25-X

27-XI

Porcentaje de yemas a flor 15-I

Fecha de recolección

26-II

Porcentaje de yemas ciegas Porcentaje de yemas a madera

Figura 2.1.20.- Influencia de la época de recolección sobre la evolución de las yemas.

Una vez que se produce la evolución de las yemas a flor se inicia el desarrollo de las inflorescencias, siendo las temperaturas el factor determinante de su comienzo, de forma que si son altas la floración se adelanta y se acorta y si son bajas se retrasa y alarga. El estrés hídrico, antes de la floración, se sabe que reduce la formación de inflorescencias, reduce el número de flores e incrementa el aborto ovárico. El riego y abonado mejoran la capacidad de fructificación de los olivos (Uceda M.et al, 1981).

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En el olivo, que es una planta alógama, lo que significa que el polen procedente de una variedad puede fecundar a otras, después de la fecundación se inicia el crecimiento del ovario, el cual al ir acompañado de un fuerte consumo de nutrientes origina, durante 6-8 semanas, una gran caída de flores y frutos jóvenes, y que a veces llega a ser de hasta el 99% de las flores del olivo (Rallo L., 1995). Los frutos que quedan en el árbol se desarrollan hasta su madurez, la cual se alcanza cuando llegan al tamaño necesario para su elaboración. Es preciso distinguir entre madurez comercial y madurez fisiológica. La primera se da cuando el fruto está a punto para su comercialización, aunque su textura y contenido no tengan las características adecuadas.

Figura 2.1.21.- Frutos en desarrollo.

El factor que más influye en el tamaño es la cantidad de frutos por árbol, de forma que si se reduce la población de frutos jóvenes, hasta 25-30 días después de floración, es posible aumentar el tamaño de las aceitunas.

2.1.4.- Factores de control de la producción Como un árbol frutal de invierno que es, en el olivo, cuando se trata de controlar la producción, es preciso actuar sobre la fotosíntesis, sobre el índice de área foliar, sobre la cantidad y calidad de la cosecha y sobre la producción y sobre las enfermedades y plagas (Kepner et al, 1980).

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• Sobre la fotosíntesis se puede actuar mediante el riego, ya que el déficit hídrico afecta negativamente al crecimiento vegetativo y con éste se reduce la formación de superficie foliar necesaria para interceptar la radiación solar. Esto explica que, como en la mayoría de los olivares es difícil y a veces imposible regar, el aprovechamiento del agua de lluvia es absolutamente necesario y que cuando el olivar se riega, incluso sin llegarle a aportar todas sus necesidades hídricas, el crecimiento es espectacular. • Sobre la superficie foliar se puede actuar mediante la poda, la cual aunque a corto plazo provoca una drástica eliminación de superficie foliar y por consiguiente una reducción inmediata del potencial fotosintético y su consecuencia inmediata es la reducción de la producción, a más largo plazo, facilita el acceso a la copa de los árboles, mejora la iluminación, disminuye el riesgo de plagas y enfermedades, reduce la evaporación y puede conseguir una relación hoja-madera con la que el olivo ofrezca frutos con la calidad y la cantidad adecuadas. Esto explica que, en las nuevas plantaciones, la poda de formación retrase la entrada en producción, por lo que es conveniente reducir la poda a mínimos compatibles con los objetivos buscados.

Figura 2.1.22.- Nueva plantación de olivar y detalle de olivo joven.

• Sobre la cantidad de cosecha controlando el estado sanitario y la producción de frutos por unidad de superficie externa de copa, la cual se puede conseguir mediante el aclareo de frutos, el cual no se practica en olivar, o por una técnica, poco usada en olivar, que es el anillado. Esta técnica consiste en hacer un corte que elimina un pequeño cilindro en la

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corteza, con lo que se impide la circulación descendente de la savia, acumulándose por encima de él, lo que aumenta la floración y el tamaño de los frutos. Este sistema tampoco es utilizado en olivar. • Sobre la calidad de la cosecha, la cual se determina por el tamaño del fruto en la aceituna de mesa y por el rendimiento graso en la aceituna para aceite, se puede actuar también mediante el aclareo de frutos, o mediante la aplicación de técnicas de poda. • Sobre la producción es necesario actuar ya que el olivo es vecero y su cosecha no es uniforme. Esta característica, que no es deseable,no ha podido ser controlada totalmente por ninguna técnica. Las técnicas tales como el aclareo de frutos, el riego, el abonado nitrogenado y la recogida precoz de la cosecha, se consideran aconsejables. • Sobre las enfermedades y plagas, de las cuales las que más afectan al olivar son las que, en el siguiente cuadro, se ofrecen por orden alfabético, junto al organismo causal y al método de lucha más utilizado (Soriano et al, 1999). ENFERMEDADES Nombre común Antracnosis Cercosporiosis Chancros y caries Escudete Momificado

Organismo causal Phlyctema vagabunda Mycocentrospora cladosporioides Hongos diversos Camarosporium dalmaticum Colletotrichum gloeosporisides

Negrilla

Capnodium spp.

Podredumbres de raíz Repilo Tuberculosis Verticilosis

Armillaria, Rosellinia, Omphalotus Spilocaea oleagina Pseudomonas syringae pv. savastanoi Verticillium dahliae

Método de lucha Pulverización de fungicidas Pulverización de fungicidas Medidas preventivas Eliminación de Mosca y Repilo Pulverización de fungicidas Eliminación de cochinilla, poda y pulverización con fungicidas Drenaje Pulverización de fungicidas Poda Medidas preventivas

PLAGAS Nombre común

Organismo causal

Abichado

Euzophera pingüis

Acariosis Algodoncillo

Aceria oleae Euphyllura olivina

Método de lucha Pulverización localizada de insecticidas Pulverización de acaricidas Pulverización de insecticidas organofosforados

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Arañuelo

Liothrips oleae

Barrenillo

Phloeotribus scarabaeoides

Cochinilla

Saissetia oleae

Glifodes

Margaronia unionalis

Gusanos blancos

Melolontha papposa, Ceramida cobosi

Mosca

Bactrocera oleae

Mosquito de la corteza

Clinodiplosis oleisuga

Otiorrinco

Othiorrhynchus cribricollis

Prays

Prays oleae

Vertebrados

Oryctolagus, Lepus, Pitymys

Poda y aplicación localizada de insecticidas organofosforados y piretroides Quemado o enterrado de los restos de poda y pulverización de insecticidas organofosforados Pulverización de insecticidas Pulverización de insecticidas organofosforados y piretroides Aplicación de insecticidas mediante riego Pulverización de insecticidas, Opius concolor y esterilización Poda y aplicación localizada de insecticidas organofosforados y piretroides Poda y aplicación localizada de insecticidas organofosforados y piretroides Pulverización de insecticidas, Bacillus thuringiensis Venenos, laboreo y protección

Cuadro 2.1.1.- Enfermedades y plagas que más afectan al olivar.

Como se desprende del cuadro anterior el principal método de lucha contra las enfermedades y plagas del olivo es la pulverización de productos fitosanitarios sobre la superficie vegetal. Para ello se han desarrollado máquinas que de forma rápida y eficaz aportan sobre la planta o terreno una dosis adecuada de producto fitosanitario, que permite evitar o al menos reducir las causas que afectan a la cantidad y calidad de la cosecha. La nueva olivicultura no se concibe sin la aplicación de unas técnicas depuradas de protección fitosanitaria que asegure las producciones, así como la calidad del aceite de oliva, es por lo que para resolver el problema que representan las enfermedades y plagas, es necesario que los olivareros tengan que incluir entre las máquinas que trabajan en su explotación las necesarias para la protección de sus olivos, debiendo prestar una elevada atención en la elección de la maquinaria que mejor se adapte a sus necesidades. Conocer, además de la biología de los enemigos naturales del cultivo, los principios agronómicos y técnicos de la aplicación de productos fitosanitarios y las características de las máquinas de aplicación, tiene gran importancia para poder conseguir la mayor rentabilidad en la recolección, por la influencia que tienen tanto en la producción de cosecha, como en la caída de aceituna.

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Las características que definen un tratamiento por pulverización son la superficie de planta recubierta de producto, la penetración en la masa foliar y la persistencia de la aplicación. Las pulverizaciones que requieren más calidad en cuanto a superficie vegetal cubierta por las gotas de pulverización son los tratamientos anticriptogámicos, especialmente cuando se utilizan fungicidas de contacto, ya que requieren la formación de una fina película continua de producto, pues los hongos disponen de mecanismos que les permiten penetrar en la planta de formas muy diversas. Antes, esta cubierta contínua, se conseguía con volúmenes de líquido fitosanitario/ha. muy elevados, tanto mayores cuanto mayor es el tamaño de las gotas pulverizadas y menor el poder mojante del líquido. Hoy, por criterios tanto económicos como ecológicos, el objetivo de la pulverización es reducir la dosis de producto y conseguir la distribución uniforme de la cantidad de materia activa requerida por el tratamiento sobre la superficie vegetal tratando de formar a modo de una película contínua, para lo cual se sabe que es esencial usar gotas de tamaño reducido, lo cual puede ser matemáticamente demostrado y presentado en la figura siguiente la mayor cubrición que se consigue con un mismo volumen de líquido fitosanitario dividido en gotas de diferentes tamaños. 400 µ m

100 µ m

200 µ m

50 µ m

Figura 2.1.23.- Influencia del tamaño de gota en el recubrimiento foliar.

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Las gotas producidas en la pulverización deben tener un diámetro medio suficientemente pequeño y deben ser homogéneas, evitando las gotas excesivamente grandes, porque representan un elevado porcentaje del volumen de caldo, y las gotas excesivamente pequeñas pues, si bien no representan un porcentaje elevado del volumen de caldo utilizado, pueden ser arrastradas por el viento y no alcanzar el objetivo previsto. Sin que existan acuerdos establecidos, se entiende por gotas pequeñas las de diámetro menor de 100 µm, gotas medias entre 200-300 µm y gotas grandes las de 400 µm en adelante. Para la reducción del volumen de líquido fitosanitario por hectárea de cultivo, se observa la aparición de novedades y mejoras, tanto sobre la calidad de los pulverizadores como de los productos fitosanitarios. Cuando se hace la aplicación de un producto fitosanitario se debe tender a: • • • • •

Evitar el goteo y la deriva del producto. Conseguir la mayor eficacia del producto. Buscar una rápida ejecución del trabajo. Utilizar maquinaria ligera y económica. Disminuir riesgos de toxicidad.

La eficacia de los tratamientos fitosanitarios depende de: • • • •

Características intrínsecas del producto. Momento de realizar el tratamiento. Adecuación a la biología del parásito. Calidad de aplicación del producto.

Según su principio de trabajo, las máquinas de aplicación mediante pulverización de productos fitosanitarios más usadas se pueden clasificar en: • • • •

Pulverizadores. Atomizadores. Nebulizadores. Aéreas.

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• Los pulverizadores son las máquinas más utilizadas en olivar, y se comercializan como manuales o del tipo mochila, semisuspendidos al tractor, suspendidos al tractor y autopropulsados. Se define un pulverizador como un aparato que realiza la pulverización a presión del líquido por una o varias boquillas y efectúa el transporte de las gotas sin fluido auxiliar.

Figura 2.1.24 .- Pulverizadores manual y suspendido al trazctor.

• Los atomizadores son las máquinas más extendidas en la protección fitosanitaria de la mayoría de las plantaciones de frutales y en olivar son cada vez más frecuentes. Se les define como pulverizadores a presión de chorro transportado, pues son máquinas que realizan la pulverización por presión del líquido de tratamiento mediante varias boquillas y realizan el transporte de las gotas por medio de una corriente de aire auxiliar, generada por un potente ventilador. En estas máquinas las boquillas, que normalmente son de tipo de hélice, pueden producir gotas de tamaño más reducido que en los pulverizadores pues gracias al arrastre generado por el ventilador penetran más eficazmente en todo el volumen foliar y alcanzan mejor su objetivo.

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Figura 2.1.25.- Esquema de atomizador semisuspendido.

Las salidas de aire van a veces provistas de deflectores regulables que permiten dirigir convenientemente el aire cargado de gotas de caldo fitosanitario, para una mejor adaptación del tratamiento a las características del olivar. • Los nebulizadores son máquinas que realizan la pulverización del líquido aprovechando el efecto Venturi producido por una corriente de aire generada por un potente ventilador, la cual sirve a la vez para transportar a gran distancia el producto fitosanitario. El caudal de aire producido es enviado, por una o varias tuberías de pulverización, hacia zonas en las que se produce una fuerte reducción de la sección de paso, en las que se coloca un tubo surtidor conectado al depósito de caldo, en el que, el efecto Venturi crea una depresión que hace salir el caldo a la corriente de aire chocando con ella y resultando finalmente pulverizado. El tamaño de las gotas producidas con el principio utilizado por estas máquinas es del orden de unas 100 µm, con lo que el volumen de caldo por hectárea necesario para realizar una buena cubrición de las plantas es muy reducido (< 200 l/ha.). Además las gotas alcanzan los objetivos con reducidas pérdidas de producto.

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Figura 2.1.26 .- Nebulizador de tipo mochila.

Son las máquinas de tecnología más avanzada pero aún, quizás por falta de información, no han sido plenamente adoptadas por los olivareros. • Las avionetas y helicópteros constituyen un método rápido de aplicación de productos fitosanitarios.

Figura 2.1.27.- Pulverización con avioneta.

Figura 2.1.28.- Pulverización con helicóptero.

En las avionetas la barra de pulverización con poca longitud es suficiente como para cubrir gran anchura de trabajo y se monta debajo de las alas en su borde trasero. En los helicópteros, las barras de pulverización son de mayor longitud, llegan incluso a medir hasta 15 m y se colocan en la parte delantera del aparato, debajo del puesto del piloto.

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