Dependiendo del protozoo del que hablemos, se verán afectadas unas células u otras

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La piroplasmosis es una enfermedad parasitaria producida por protozoos hemáticos. Hablamos de piroplasmosis equina cuando en la patogenia están implicadas las especies Babesia caballi y Theileria equi. Si la patogenia estuviese causada únicamente por B.caballi o T.equi, hablaríamos de Babesiosis o Theileriosis, respectivamente. Su transmisión se debe a la picadura de garrapatas duras, así como al emplear jeringas y agujas infectadas y/o al realizar transfusiones de sangre de animales que poseen la enfermedad. Tiene una gran importancia social, sobre todo cuando hablamos de campeonatos y traslados, ya que, tan solo el 10% de la población mundial equina está libre de ella. El nombre de Piroplasmosis proviene de la forma piriforme que poseen los merozoítos de Babesia caballi y Theilleria equi, al invadir el interior de los eritrocitos. ETIOLOGÍA Y TRANSMISIÓN Dependiendo del protozoo del que hablemos, se verán afectadas unas células u otras.

Babesia caballi parasita sólo los eritrocitos del caballo. Su apariencia es la de un trofozoíto de 3 a 4 micrómetros o la de dos merozoítos de 3 a 5 micrómetros en forma de pera o de lágrima. Los trofozoítos son estructuras circulares, mientras que los merozoítos se suelen localizar en el centro del eritrocito formando un ángulo variable (Anexo I). Theilleria equi parasita los glóbulos rojos y los glóbulos blancos. Inmediatamente después de la infección del caballo, se multiplica inicialmente

en linfocitos y más tarde en los eritrocitos. Los esquizontes de T.equi se pueden encontrar en los ganglios linfáticos a los 12-14 días de la picadura de la garrapata. Las formas intraeritrocíticas de T.equi se caracterizan por ser pequeñas (1-2 micrómetros) o en forma de coma, esférica o ameboide (2-3 micrómetros). En los eritrocitos el parásito se divide, primero en dos y después en cuatro, que se disponen en una forma característica denominada “Cruz de Malta” (Anexo II) La transmisión de los piroplasmas, en condiciones naturales, se produce únicamente por la picadura de garrapatas afectadas, las cuales son los hospedadores definitivos. En estos ácaros tiene lugar la reproducción sexual (gamogonia) y asexual (esporogonia) de los piroplasmas. Se trata de ixódidos o garrapatas duras de las que sólo algunas son adecuadas para dicha reproducción. Entre las garrapatas transmisoras para ambas especies, destacan las especies de los géneros Dermacentor, Hyalomma y Rhipicephalus. La enfermedad mixta y la theileriosis se presenta en cualquier época del año y la babesiosis se encuentra en invierno y verano. Erróneamente muchos creen que únicamente hay garrapatas en épocas de calor. Esto no es así, ya que también hay garrapata de invierno. En España, la prevalencia de B.caballi es del 2%, de T.equi del 41% (nos da positivo más tiempo) y de infección mixta del 15%. Una vez el parásito es ingerido por la garrapata tiene lugar la fase sexual de su ciclo biológico. La mayoría de los parásitos presentes en los glóbulos rojos mueren inmediatamente después de la ingestión de sangre por parte de la garrapata, otros abandonan los hematíes y se diferencian dando lugar a las denominados cuerpos radiados. A los 2-4 días de la ingestión de la sangre, los gametos se fusionan formando un cigoto esférico que se alarga, presenta un solo núcleo y es móvil; éste nuevo cigoto se denomina quineto. Estos quinetos invaden la mucosa del epitelio intestinal de la garrapata donde se reproducen de forma asexual, dando origen a más quinetos; en este caso reciben el nombre de esporoquinetos que invaden otras células del organismo de la garrapata: tubos de Malpigio, fibras musculares, células del ovario…En estas localizaciones tiene lugar nuevas reproducciones asexuales que al parecer pueden repetirse hasta la muerte de la garrapata. Cuando se infectan los oocitos, los parásitos permanecen latentes hasta que se desarrolla el huevo y eclosiona la larva. Una vez que está desarrollada, continúa la multiplicación de los esporoquinetos en los tejidos de la larva y, tras la ingestión de sangre, los esporoquinetos invaden las glándulas salivales para continuar su ciclo. En las glándulas salivales se producen los esporozoítos 2" "

infectantes para el hospedador vertebrado. Se forman varios miles de esporozoítos en cada célula de los acini de las glándulas salivales, completándose su maduración en unos 5 dias. De esta foirma, los esporozoítos pueden ser inoculados a un nuevo hospedador mientras la larva continúa alimentándose (21-28dias). Una vez infectado los ovarios de una garrapata parece que al menos dos o tres generaciones de la garrapata son infectantes. Este tipo de transmisión se denomina transovárica y es típica de Babesia spp. donde las larvas de la garrapata son las principales responsables de la transmisión al nacer ya infectadas, aunque es más frecuente que sean las ninfas infectadas o incluso los adultos infectados al ser ninfas. Podemos decir que hay más infección en la garrapata que en el propio caballo, cada garrapata hembra parasitada puede infectar muchos caballos. En cambio, al hablar de Theilleria spp. ésta posee transmisión transestádica. Las garrapatas durante su desarrollo sufren dos metamorfosis por las que evolucionan de larva a ninfa y de ninfa a adulto. Los piroplasmas ingeridos en una fase del ciclo pueden continuar su desarrollo en la siguiente y mantener la infección en el hospedador invertebrado. La reproducción del parásito se realizaría directamente al infectar las glándulas salivales en una fase; al desarrollar la siguiente fase y comenzar a alimentarse, se estimula la producción de esporozoítos que son transmitidos al nuevo hospedador vertebrado durante su periodo de alimentación. Sólo intervienen ninfas y adultos e intervienen hembras y machos. Estos últimos hacen varias tomas de sangre y cambian de hospedador con frecuencia. Habrá más infección en el caballo. También se ha descrito en T.equi transmisión intrauterina. INMUNIDAD Cuando un animal es infectado por protozoos, crea una inmunidad adquirida llamada premunición, que no es completa y solo protege de reinfecciones. En el caso de B.caballi el animal puede adquirir una inmunidad de hasta 6 meses.; cosa que no ocurre en T.equi quien se queda como portador asintomático, acantonado en el organismo. Los potros están protegidos por los anticuerpos adquiridos de la madre con el calostro, por ello, las infecciones neonatales suelen ser inaparentes. Las piroplasmosis presentan un especial interés en zonas enzoóticas en las que los équidos conviven con el vector y el parásito, existiendo en ellos una adaptación a la convivencia con los mismos y desarrollando una inmunidad muy duradera del tipo de premunición o inmunidad no estéril. Los animales permanecen como portadores asintomáticos. 3" "

En zonas enzoóticas, la forma aguda es muy poco frecuente, presentándose sólo en aquellos casos en los que se rompe el equilibrio parásito-hospedador. Se instaura una fuerte inmunidad cuando superan la infección; incluso si el contacto con el parásito es continuo, puede haber una inmunidad casi permanente. Esta protección es sólo intraespecífica, no protege de la entrada y reproducción parcial de los parásitos inoculados posteriormente. Una infección se superpone a otra sin aparición de cuadros clínicos, pero si el animal es infectado por una cepa diferente puede presentar fiebre pasajera y baja parasitemia. Pero si este contacto finaliza (cambio de explotación, tratamiento continuo…), los animales perderían su inmunidad y en unos 6 meses serían tan receptivos como si no hubieran tenido ningún contacto previo. Tan importante como el contacto continuo con el antígeno es la capacidad de respuesta del hospedador. En zonas enzoóticas, la brusca aparición de casos clínicos está directamente relacionada con situaciones de estrés como el parto, la inanición u otras patologías. Otro factor muy importante es la especie y la densidad de población de los hospedadores intermediarios. PATOGENIA Y SÍNTOMAS CLÍNICOS Existen 2 mecanismos principales por los que los piroplasmas ocasionan lesiones a nivel celular y tisular. El mecanismo primario es la destrucción de los eritrocitos, como consecuencia de la multiplicación parasitaria. Dándose una anemia hemolítica que determina la aparición de anoxia y lesiones inflamatorias en varios órganos, especialmente hígado y riñones. Además en Babesia caballi ocurren cambios electrolíticos, alteraciones en la coagulación, activación del complemento y liberación de compuestos activos que dan alteraciones vasculares y shock por hipotensión. Sólo en B.caballi hay alteraciones circulatorias. Hay liberación de enzimas proteolíticas parasitarias con activación del sistema calicreina-quinina. La hemólisis intravascular es proporcional a la parasitemia, en T.equi puede superar el 40%, hay mayor hemólisis. Las causas son, por una parte, la salida de los protozoos de las células parasitadas y, por otra, un aumento de la fragilidad de los hematíes no parasitados a consecuencia del depósito de complejos inmunes en su superficie. Las consecuencias son anemia y anoxia tisular, hemoglobinemia, hemoglobinuria (sólo T.equi), bilirrubinemia e ictericia, liberación de pirógenos endógenos y fiebre.

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Los productos del metabolismo anaerobio del parásito, como el ácido láctico, dan lugar a una acidosis metabólica que determina la dilatación de capilares y éstasis vascular que, a su vez, incrementan la anoxia tisular. En algunos cuadros graves de babesiosis, predominan sobre la anemia fenómenos vasculares que conllevan la muerte del animal por shock hipovolémico. Están implicados diversos mecanismos patógenos. Se ha observado un mecanismo de adherencia de los hematíes al endotelio en los capilares de ciertos órganos, sobre todo del encéfalo. La explicación se debe, en parte, a la aparición de ciertas protuberancias en forma de botón sobre la superficie de los hematíes, cuyo número está directamente relacionado con la virulencia de la cepa del parásito. Estas protuberancias pueden estar constituidas directamente por antígenos parasitarios o por auto-antígenos producidos tras la acción de diversas proteasas parasitarias. La consecuencia directa es la obstrucción de la circulación local, especialmente en cerebro y esto explicaría gran parte de la sintomatología nerviosa asociada a cuadros de babesiosis. En algunos cuadros aparecen trombos o microtrombos múltiples en distintos órganos: pulmones, glomérulos renales, sinusoides hepáticos… que alteran su riego y funcionamiento. La liberación de enzimas proteolíticas parasitarias, que ya anteriormente comentamos, se observa varios días antes de que el parásito alcance niveles detectables en sangre, lo que explica la aparición de cuadros clínicos en algunas babesiosis sin parasitemia elevada. Estas enzimas favorecen el paso de precalicreína presente de forma natural en la sangre a calicreína. Además de sus propiedades hipotensoras y elevadoras de la permeabilidad capilar, la calicreína plasmática actúa de forma indirecta sobre la hemostasia al liberar bradiquinina (parasimpaticomimético) y activar el factor XII de la coagulación que accione la coagulación intravascular. Las consecuencias son una vasodilatación periférica con aumento de la permeabilidad vascular, éstasis hemático y shock por hipotensión y complicado por la presencia de microtrombos en varios órganos, en especial pulmón y cerebro. La enfermedad en su forma aguda cursa con postración, taquipnea, debilidad, aceleración del pulso, anorexia absoluta y polidipsia. La temperatura se eleva en picos y puede apreciarse ictericia en la conjuntiva ocular y en mucosas palpebral, bucal y labial. En casos agudos por T.equi puede haber hemoglobinuria durante 1-2dias. El animal suele morir antes de poder recibir ningún tratamiento.

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Se han descrito numerosos signos clínicos menos específicos como pérdida bilateral de la visión, lagrimeo, hemorragias y edemas palpebrales, insuficiencia renal, trastornos gastrointestinales como cólicos, diarreas, constipación, problemas de locomoción sobre todo parálisis del tercio posterior o edemas en zonas ventrales; todo ello relacionado con la patogenia de la enfermedad. En un país como España, el curso de la enfermedad suele ser crónico y se característica por manifestaciones muy poco específicas: adelgazamiento, debilidad, predisposición de sufrir otros procesos concomitantes y pérdida de rendimiento del animal. La theileriosis cursa de forma más grave, siendo más frecuente la fiebre de evolución cíclica, mayor anemia porque se parasitan más glóbulos rojos y hemoglobinuria. LESIONES Depende de la forma de evolución de la enfermedad. Macroscópicamente se observa ictericia generalizada, hemorragias en miocardio, congestión hepática y médula renal oscurecida. Esplenomegalia, ya que el bazo produce sangre y mueren glóbulos rojos. Las alteraciones histopatológicas más llamativas se observan en el hígado, riñones, corazón y pulmón; donde hay congestión, hemorragias, degeneración tisular y necrosis. La hipoxia hepática puede provocar degeneración de los hepatocitos en la forma de infiltración grasa con vacuolización de las células hepáticas. En los riñones se observa necrosis de las células epiteliales en los túbulos proximales y congestión venosa cerca de la unión córtico medular. Con cierta frecuencia se producen edemas pulmonares que preceden a procesos neumónicos. Histológicamente, los capilares aparecen distendidos y repletos de sangre, y según algunos autores, los glóbulos rojos del pulmón están más parasitados que los de la sangre periférica.

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DIAGNÓSTICO o Epidemiológico: comprobar si la zona es endémica, presencia de garrapatas duras, signos clínicos del caballo… o Clínico: fiebre, anemia, ictericia, cólico… o Etiológico- laboratorial: se requiere un conocimiento correcto de las técnicas utilizadas para confirmar el diagnóstico y, finalmente poder interpretar los resultados de forma adecuada. Siempre hay que combinar varios parámetros cuando se va a utilizar una técnica determinada: sensibilidad, especificidad, rapidez y precio. o Pruebas directas: identificación del agente etiológico.  Reacción en cadena de la polimerasa (PCR): puede detectar la infección poco después de haberse producido. En animales portadores se ha verificado que la fiebre es un requisito fundamental para confirmar la enfermedad, pudiéndose emplear la PCR y el frotis de sangre para que los resultados sean más “fiables”.  Frotis sanguíneo: este método de laboratorio tradicional, es además de sencillo, rápido y muy específico. El problema es que únicamente se puede realizar en el periodo de patencia del animal, cuando hay picos de fiebre. Se observan las formas parasitarias intraeritrocitarias típicas. No obstante, el examen microscópico de sangre de animales sospechosos no siempre sirve para la confirmación del diagnóstico porque, si el grado de parasitemia es bajo, suele ser difícil encontrar piroplasmas en sangre. o Pruebas indirectas: realizamos pruebas serológicas.  Fijación del complemento (FC): durante mucho tiempo ha sido la prueba oficial. Es una técnica muy específica pero poco sensible, sobre todo si se realiza después de haber dado tratamiento.  Inmunofluorescencia indirecta (IFI): detecta infecciones en fases más tardías, cuando los niveles de anticuerpos son suficientemente elevados tras la reacción a la multiplicación dinámica de los parásitos.  Enzimoinmunoanálisis de adsorción (ELISA): técnica muy sensible, permite una buena cuantificación de anticuerpos y detección de portadores. Inconveniente, da reacciones cruzadas. 7" "

o Diferencial: tenemos que diferenciar la piroplasmosis de otras enfermedades que cursen con sintomatología similar, como la Anemia Infecciosa Equina, Erlichia, enfermedades autoinmunes que cursen con anemia hemolítica… Tener siempre presente que si hay un bajo rendimiento en el caballo, un posible diagnóstico es la piroplasmosis. TRATAMIENTO Si el animal es positivo, puede ser tratado con un producto de eficacia probada frente a la infección para intentar reducir el título de anticuerpos. En España como fármaco para tratar la piroplasmosis tenemos el Dipropionato de Imidocarb. Éste cura etiológicamente frente a Babesia caballi, mata al parásito y acaba con la inmunidad del caballo. Administraríamos 2mg/kg cada 24 horas en dos veces, por vía intramuscular. En el caso de Theileria equi, el Imidocarb sólo realiza una cura merogónica. Aquí la pauta sería 4mg/kg cada 72 horas en 4 veces, por vía intramuscular. El Imidocarb presenta una alta toxicidad hepática y renal y, en algunos casos, muerte súbita. Existe un fármaco denominado Buparvaquinona, el cual tiene una magnífica respuesta frente a T.equi. El problema es que en España no se comercializa, aunque algunas comerciales lo traen sin problemas y se puede pedir permiso para su uso. La pauta sería 2 aplicaciones con un intervalo de 24 horas. Además, para paliar la anemia y ayudar a la médula ósea a recuperar los niveles normales, se recomienda administrar un suplemento vitamínico a fase de ácido fólico, hierro y vitaminas del grupo B. CONTROL Y PREVENCIÓN o Zonas libres: controlar las fronteras, periodo de cuarentena en infectados. Antes de la exportación de un animal clínicamente “sano” a un país libre, se recomienda evaluar mediante IFI o ELISA el nivel de anticuerpos en la sangre, aproximadamente 3 meses antes del viaje. Si salen positivos se tratan y si son negativos se les administra acaricidas para prevenir el contagio con la garrapata. Al mes antes de la exportación se vuelven a evaluar a los caballos, si salen negativos se realizará otra prueba en la frontera y si son positivos no viajan. 8" "

o Zonas endémicas: solo tratamos farmacológicamente si presenta sintomatología clínica. Si el animal es negativo, hay que mantener el animal en zonas y/o instalaciones seguras y evitar todo contacto con las garrapatas que le puedan transmitir los parásitos durante ese tiempo. La única recomendación realista es el traslado y cría de los animales a zonas con baja prevalencia de las piroplasmosis como el Norte de España. La opción de erradicar de una explotación las garrapatas transmisoras no tiene sentido ya que, en un país endémico, es prácticamente imposible evitar la introducción de animales parasitados de otras regiones o el movimiento de animales silvestres también hospedadores de las garrapatas. Otra alternativa es potenciar el comercio de animales con otros países donde estas enfermedades sean también endémicas. No existen vacunas contra piroplasmas. Es conveniente favorecer el contacto parásito-hospedador para crear la premunición.

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BIBLIOGRAFÍA

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ANEXOS ANEXO I: merozoítos y trofozoítos de Babesia spp.

Rhipicephalus

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ANEXO II: “Cruz de malta” de Theileria spp.

Autor: Estrella Pereyra Moreno EQUISAN Veterinaria Equina Integral

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