Desafíos de la memoria: interdisciplina y segunda generación Enrico Irrazabal Graciela Sapriza Natalia Montealegre Alondra Peirano

Revista Encuentros Uruguayos Volumen V, Número 1, Diciembre 2012.pp 278-291 Desafíos de la memoria: interdisciplina y segunda generación Enrico Irraz

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Revista Encuentros Uruguayos Volumen V, Número 1, Diciembre 2012.pp 278-291

Desafíos de la memoria: interdisciplina y segunda generación Enrico Irrazabal Graciela Sapriza Natalia Montealegre Alondra Peirano

Resumen El artículo parte de la necesidad de contextualizar y comprender las construcciones de memorias y olvidos sociales en las sociedades postdictadura, analizando las problemáticas y potencialidades de la labor interdisciplinaria a partir de las reflexiones respecto a los conceptos de memoria, conmoción, recuerdo, segunda generación y participación. Tomando como ejemplo analítico la experiencia de trabajo desarrollada por los autores junto al colectivo, de hijos e hijas de ex prisioneros y prisioneras políticas, “Memoria en Libertad”.

Palabras Claves: Memoria / Posdictadura / Segunda generación Abstract In this paper we start from the need to contextualize and understand the social construction of memory and oblivion in post-dictatorship societies, the analysis of problems and the potential of interdisciplinary work based on the reflections on topics such as memory, commotion, recall, collective actions and political participation. Taking as analytical example the work experience developed by the authors with the group formed by sons and daughters of political prisoners of Uruguayan dictatorship (1973-1985) called “Memoria en Libertad”. Key words: memory/post-dictatorship/ second generation

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Desafíos de la memoria: interdisciplina y “segunda generación” A partir de la necesidad de contextualizar y comprender las construcciones de memorias y olvidos sociales en la postdictadura, nos fue indispensable recurrir al quehacer interdisciplinario y, en ese camino, analizar las problemáticas y potencialidades que presentan los colectivos de la “segunda generación” . El ejemplo analítico al que recurrimos en tanto hilo conductor es la experiencia de trabajo desarrollada por los autores junto a “Memoria en Libertad”1, integrado por hijos e hijas de ex prisioneros y prisioneras políticas. La retórica resultante que aquí se despliega es producto de una labor colectiva que interpela las especificidades de la psicología, la antropología y la historia. Compartir las reflexiones respecto a los conceptos de memoria, conmoción, recuerdo, “segunda generación” y participación, permite contribuir en la explicitación de las “amnesias sociales” observadas en las sociedades posdictatoriales.

La memoria, hilo de sentido En la bella imagen propuesta por Oscar Terán (2003) la memoria es, “lo que sutura aquel hilo de sentido brutalmente cortado”, y lo que conforma nuestro campo de estudio y aprendizaje al diálogo entre disciplinas. La necesidad de contextualizar y comprender las construcciones de memorias y olvidos sociales en las sociedades postdictadura nos lleva necesariamente a buscar nuevas herramientas epistemológicas para entender el presente. Más que propicia resulta la Memoria como campo de estudios que rompe con ciertos paradigmas claves del positivismo clásico, en tanto traspasa los campos disciplinarios, problematiza la relación de “objetividad” entre sujetos cognoscentes y objetos de estudios y establece una lábil relación entre presente y pasado. Nace desde la conjunción de múltiples disciplinas, propias de las humanidades y las ciencias sociales (historia, literatura, sociología, antropología, psicología, derecho, etc.), por lo que ninguna puede reivindicar ese patrimonio, que es sobre todo colectivo, como nos enseñó desde largo tiempo atrás Hallwbachs (1950, 1989)2. La memoria se transforma en soporte para los 1 La labor con el grupo y sus integrantes se basó en una metodología de corte cualitativo y contó con cuatro etapas de trabajo: una primera, en que los académicos oficiaron de asesores de los colectivos y receptores de sus demandas; una segunda, de elaboración colectiva en el marco del Proyecto Circulación de la Memoria en Generaciones Nacidas en Dictadura. (CSEAM, 2009-2010); una tercera, en la que se involucró a otros pares generacionales en el llamado público “Cuál es tu Historia.” (Llamado Actividades CSEAM, 2010) y finalmente, en la cuarta etapa, se procedió a la realización de entrevistas en profundidad a una muestra teórica (Berger y Luckmann, 2003) de integrantes de la “Segunda Generación” víctimas directas del Terrorismo de Estado. El análisis de los materiales producto de estas diversas instancias articulados con la bilbiografía relevada respecto a la temática dan lugar a las reflexiones que exponemos en el presente artículo. Resulta antecedente directo del texto aquí presentado la ponencia “De los malos entendidos a la 'valija conceptual'. Una discusión en torno a los abordajes 'inter' disciplinarios/ e interfacultades/ en una línea de trabajo de Extensión/ Investigación”, de los mismos autores. 2 "Maurice Halbwachs (1877-1945) fue uno de los más brillantes representantes de la escuela francesa de sociología fundada por Emile Durkheim. Fue en sus estudios sobre la memoria colectiva donde su genio y originalidad brillaron en forma especial. Dos de esos estudios los publicó en vida: en 1925, "Les cadres sociaux de la mémoire", en el que proponía las líneas generales de una aproximación sociológica de la memoria; en 1941, La "Topographie legendaire des Evangiles en Terre Sainte (Etude de memoire collective)", una original monografía sobre la memoria colectiva cristiana. Su trágica muerte en un campo de exterminio nazi impidió que culminara el estudio definitivo en

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procesos de construcción de relatos compartidos mostrándose escurridiza y frágil a la vez, en cuanto se inclina hacia las “afinidades electivas” (Benjamin, 1995:163). Es justamente este carácter huidizo de la resignificación de las experiencias que nos enfrenta al desafío de proponer miradas integrales sobre los procesos subjetivos y sociales de construcción de la memoria colectiva. La Memoria rompe el límite entre sujeto cognoscente y objeto de estudio, establecido por los procesos de objetivación. Sujeto y objeto se conjugan e incluso se confunden en una misma relación con los procesos históricos. Y esto se evidencia sobre todo en la compleja relación que se estableció en los años ochenta entre las demandas sociales y el campo académico intelectual. Las luchas sociales que tiñeron el escenario político de esos años en el Cono Sur fueron el elemento fundacional del campo de estudios de la Memoria en la región. Es en este contexto que el tema se fue consolidando como campo de estudios particular (Jelin, 2004). A su vez, este desarrollo estuvo muy influenciado por los estudios de memoria europeos que intentaban comprender la relación de sus sociedades con el pasado traumático de la Segunda Guerra Mundial y sus fatídicos campos de concentración y exterminio, un esfuerzo por desentramar el tejido de recuerdos, olvidos y silencios en torno a la Shoah (Nora, 1998; Rousso, 1991 y 2000)3. Una de las aristas de este nuevo campo de estudios en Europa Occidental fue el cuestionamiento de las temporalidades clásicas de la Historia: la relación entre pasado, presente y futuro se complejizó. El presente contenía en sí el pasado, éste estaba vivo en el presente y éste, a su vez, estaba ya constituido de futuro, esto no necesariamente como un continum histórico, sino como una imbricación social, epistemológica, filosófica, histórica y política contradictoria. El tiempo deja de ser exclusiva y unívocamente una línea cronológica que va hacia el futuro, donde el pasado precede al presente de manera tajante. Pasado y presente se conjugan en construcciones temporales complejas, sostenidas por redes de articulaciones múltiples entre subjetividades y procesos históricos. Se problematizan las cronologías clásicas de la historia positivista, y se ponen en tensión las estructuras mismas del lenguaje, el recuerdo y el relato de la experiencia no responden necesariamente al orden establecido por lo lineal. Al poner a trabajar la memoria para recuperar el pasado del Uruguay de la dictadura, recurrimos al concepto del historiador francés, Henri Rousso de "un pasado que no pasa" que da marco a las inquietudes, dificultades y controversias que afrontamos cuando se trata de reconstruir la historia reciente. Reciente en tanto no resuelta (más que por la distancia en 30 años que nos separa del inicio de la dictadura), por problemática y abierta a diferentes interpretaciones. El pasado se resiste a ser "olvidado", habla de heridas aún abiertas que necesitan de las palabras, pero que, paradójicamente, las sobrepasan. Las palabras muchas veces no alcanzan para expresar lo vivido. Y lo vivido no encuentra la escucha necesaria para constituirse en una voz colectiva con fuerza. Esta irrupción de la memoria en el espacio público, se expresa como una lucha llena de el que venía trabajando desde hacía años, "La mémoire collective", el manuscrito, aunque inacabado, se llegó a publicar en 1950, bajo la supervisión de su hija". Ramón Ramos. Maurice Halbwachs y la memoria colectiva. En, Revista de Occidente No. 100. Setiembre de 1989. Madrid. España. Pp. 63-64 .

3 “Shoah que significa “devastación”, “catástrofe” y en la Biblia implica a menudo la idea de un castigo divino”. (Agamben, 2000, p. 30).

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tensiones. La significación del pasado-presente no encuentra sosiego en una interpretación unívoca ni en un discurso monolítico. Cada grupo con su relato y su historia, donde se cuelan permanente e inevitablemente recuerdos, olvidos y silencios, construye su propia narración del pasado; con justificaciones, legitimaciones e intereses particulares, coherentes dentro de su lógica. Es en este contexto y dentro del enmarañado campo político social de la memoria, que irrumpen nuevos colectivos en el espacio público como un esfuerzo por romper la invisibilización en la que estuvieron inmersos durante el terrorismo de Estado en Uruguay. Voces silenciadas en la transición, ocultas en la postdictadura, pero reencontradas en la fragmentación del cuerpo social. Memoria en Libertad “Ya soy mayor, ya soy memoria, y a partir de ahí no podréis conmigo” (Juan Marsé, “Si te dicen que caí”) “Memoria en Libertad” fue el nombre elegido -por los hoy adultos jóvenes que integran un colectivo con mayoritaria participación de hijos e hijas de ex prisioneros y prisioneras políticaspara marcar la voluntad de volverse visibles, de contar entre las voces que construyen el relato del pasado reciente4. El juego de palabras es múltiple, ya que el Penal (Establecimiento Militar de Reclusión No.1), escenario, en muchos casos, de las visitas a sus padres durante la prisión prolongada que caracterizó el terrorismo de Estado en Uruguay se encuentra/ba en la ciudad de Libertad y fue bautizado con ese irónico apelativo “el Penal de Libertad”; Libertad hace referencia a ese pasado que necesitan denunciar y a un presente de extrema vulnerabilidad que se transforma en quehacer político, trascendiendo la ironía y recuperando el sentido de la palabra. En el Documento de presentación pública de “Memoria en Libertad” conformado en 2008, expresan: “Nuestra situación fue, y sigue siendo, invisible para la mayoría, pues siempre aparecen como víctimas directas quienes eran adultos en esos tiempos”. Libertad se resignifica desde el presente porque la memoria que pretenden suscitar se produce en democracia, en libertad, desbloqueando los silencios que han impedido escuchar los testimonios de toda una generación “nacida y criada en dictadura”. La presentación pública del colectivo Memoria en Libertad explicita la voluntad de incorporar a su organización a “pares generacionales” y no quedar “restringidos” en términos de hijos de expresos y expresas, asesinados, desaparecidos, ejecutados o exiliados en sus múltiples combinaciones posibles,- reconociéndose como víctimas directas del terrorismo de Estado durante su infancia y/o adolescencia por la condición de tales, pero haciendo un llamado a otros que se identifiquen con esta caracterización, independientemente de su situación familiar. Este discurso público contrasta con parte de los debates que se dan a la interna del colectivo respecto a la posible participación de hijos de represores. Pero sí, refleja claramente la idea de 4

Este colectivo se suma a otros que aglutinan a la “segunda generación” de afectados como H.I.J.O.S. o Niños nacidos en cautiverio. Se presentan en el espacio público reclamando una diferencia generacional sustantiva con las precedentes.

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pertenecer a un sector de la sociedad cuyas vivencias han sido sistemáticamente invisibilizadas. La pertenencia a una generación de víctimas excluida del relato oficial y oficioso. Así el concepto de generación como construcción de sentido cobra relevancia para nuestro abordaje. La amplia gama de edades que supone considerar a todos aquellos y aquellas que fueron niños y/o adolescentes entre 1968 y 1985 muestra que lo cronológico pasa a ser un dato externo a la construcción subjetiva de los individuos en la pertenencia a esa generación. ¿Qué elementos definirían entonces a esta “segunda generación”? En términos generales podríamos acordar con que una generación se constituiría por un conjunto de individuos que habiendo nacido en un mismo período estarían expuestos a experiencias sociales y culturales similares (Gallino, 1995). A pesar de lo controversial del concepto de “segunda generación”, en este artículo asumimos esa idea, entendiendo por tal “a hijos de padres detenidos desaparecidos, ejecutados, sobrevivientes de tortura y/o exiliados que compartieron estas experiencias traumáticas en el seno de las familias afectadas por dichos hechos represivos.” (CINTRAS, EATIP, GTNM/RJ, SERSOC, 2009:51). Esta apropiación de la idea de “segunda generación” hace referencia al enfoque acuñado por diferentes autores que trabajan la transmisión transgeneracional del trauma en los hijos de los sobrevivientes del holocausto5, tema que retomamos más adelante. El tiempo cultural delimitado por el período dictatorial y la clasificación del conjunto de la sociedad uruguaya en términos de A, B ó C, implicarían como particularidad específica en el impacto de las experiencias en cada una de las generaciones, la militancia política (práctica o potencial) anterior o no a las medidas prontas de seguridad. Este elemento parecería ser la clave que aporta cierta homogeneidad entre los miembros de una primera generación “de víctimas directas” (clandestinos/as, prisioneros/as, asesinados/as, desaparecidos/as, exiliados/as adultos, mayoritariamente revolucionarios muy jóvenes) y elementos de heterogeneidad con respecto a los miembros de la siguiente generación, también identificada como “segunda”, integrada por los hijos e hijas de éstos y sus potenciales compañeros de juego, indiferencia o escarnio. Desprendiéndose del planteamiento del colectivo Memoria en Libertad, existe, en este corte generacional diverso y no coincidente con una sola cohorte de edad, “una diacronía compartida, una simultaneidad en proceso que implica una cadena de acontecimientos de los que se puede dar cuenta en primera persona, como actor directo, como testigo o al menos como contemporáneo” (Margulis, 1996:26). Aspectos sobre los que se construye la memoria en sus diversas manifestaciones individuales y colectivas, que desde el punto de vista generacional difieren en cuanto a “la historia que las atraviesa”. A sabiendas que “pertenecer a una generación supone, de algún modo, poseer códigos culturales diferentes, que orientan las 5 Utilizamos el término “holocausto” sin desconocer que es “un concepto desdichado” como plantea el filósofo Giorgio Agamben quien al desglosar su significado concluye que “surge de esa exigencia inconsciente de justificar la muerte sine causa, de restituir un sentido a lo que no parece poder tener sentido alguno.” Primo Levi a su vez, criticó el concepto al decir: “Disculpe, yo utilizo este término holocausto de mala gana porque no me gusta. Pero lo utilizo para entendernos. Filológicamente es un error…Es un término que me molestó mucho cuando apareció; después he sabido que era el propio Wiesel quien lo había acuñado, aunque más tarde se arrepintió de ello y habría querido retirarlo.” (Levi, p., 1998) en, Agamben,G. 2000, p. 27. También para Mario Sznajder (2007: pp. 25-48): “la palabra holocausto, de origen griego, significa ‘ofrenda de sacrificio totalmente quemada’, en el sentido de un sacrificio o destrucción totales (de hólos, ‘completamente’ y kaustos, ‘quemado’). Su similar hebreo es Ha-Shoah o Shoah, es decir, ‘la catástrofe’.”.

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percepciones, los gustos, los valores y los modos de apreciar y desembocan en mundos simbólicos heterogéneos con diferentes estructuraciones de sentido” (Margulis, 1998, en Costa, 2002). Los integrantes de “Memoria en Libertad” encontraron múltiples dificultades para concretar sus acuerdos y poner en práctica las actividades planeadas (recopilación de testimonios y armado de un archivo de documentos). A partir de esa dificultad, solicitaron ayuda a un equipo de investigadores universitarios en busca de apoyo teórico metodológico. Partiendo de la base de que para su situación era necesario un abordaje interdisciplinario, recurrieron específicamente a dos servicios universitarios, y en ambos, a espacios de trabajo6 reconocidos por no limitarse a estudios o investigaciones ceñidas a una única perspectiva disciplinar. Aún así las características particulares del colectivo Memoria en Libertad, referidas al desconocimiento social de la afectación de la dictadura en sus vidas, junto al impacto que produjo a su interna la “pérdida” del plebiscito por el “SI”7 en octubre del 2009, potenciaron una serie de conflictos que agudizaron la necesidad de un apuntalamiento externo para visualizar y problematizar el movimiento pendular participación-abandono respecto a sus metas y logros. La interacción con sus integrantes nos introdujo en un colectivo marcado por las consecuencias de la dictadura militar y el terrorismo de Estado en la generación que ahora emerge al espacio público. “Espacio en el que el pasado invade la vida cotidiana e irrita los soportes de la identidad, problematizando sus estructuras de plausibilidad y activando mecanismos para gestionar el problema” (Gatti, G., 2010. Mímeo). Catástrofe de sentido que ha dado lugar, hoy, a formas de “identidad vulnerada” que afectan particularmente al eje generacional, caracterizadas por el quiebre de los relatos familiares, la distorsión de la transmisión transgeneracional, las dificultades de construcción de la memoria colectiva. En entrevistas personales y en el trabajo grupal con integrantes de Memoria en Libertad surge con claridad la marca interna producida por un acontecimiento “devastador” para quienes eran niños/as –incluso bebés-. La violencia del allanamiento, la desaparición momentánea o definitiva, la visita a la cárcel; resultan recuerdos tan fuertes que no pueden nombrarlos. Son “Hecho/s”, “evento/s”, “cosa/s”, “impacto/s” que marcaron sus vidas y resultan in/decibles. Esa marca muestra la particularidad vivencial de sus integrantes, un “algo” que los nuclea, y a su vez los identifica. Ese evento que en el presente resulta innombrable, deberíamos designarlo como una catástrofe social (Benjamin en Seligmann-Silva, 2003; Gatti, 2009). Situaciones o momentos que afectan las bases de acuerdo en las que se construye sentido, identidad y acción en un contexto histórico social dado y que activan, en consecuencia, mecanismos especiales de reconstrucción de esas instancias. Referido más precisamente a, “la quiebra de las relaciones convencionales entre la realidad social y el lenguaje que casa con ella para analizarla y para vivirla; aparece cuando esta quiebra se consolida y esa consolidación constituye espacios sociales que, aunque con dificultades para la representación, se representan y aunque con problemas para la 6 En Facultad de Psicología plantearon su demanda al OHUPS y en Facultad de Humanidades Humanidades al CEIU, resultando un equipo integrado por: psicólogos, historiadoras y estudiantes avanzadas de antropología. 7 Mencionamos este hecho relevante de la vida política del país, que no podremos ahondar en este texto; valga la mención que este fue el segundo intento, fracasado, para anular la ley de caducidad de la pretensión punitiva del estado, que deja impune los delitos de lesa humanidad llevados a cabo por el terrorismo de Estado en la última dictadura. El primer intento popular fue el plebiscito en noviembre de 1989 (la papeleta verde buscaba anular la ley y la papeleta amarilla el mantenimiento de ésta). 283

construcción de identidades, ésta se hace” (Gatti, 2009:29) En un pasaje de las Tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin encontramos un primer sentido del concepto de catástrofe social, en el que se entrelazan en forma articulada civilización y barbarie. En la premonitoria descripción de la pintura de Klee, el Angel (Angelus Novus) se aleja de “algo en el que fija su mirada”, ese “algo”, son las ruinas que incesantemente produce la civilización. “Existe un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo en el que fija su mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta, las alas desplegadas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Tiene la mirada vuelta al pasado. Allí donde debería aparecer una cadena de /hechos/eventos/, él ve una única catástrofe, que acumula sin tregua ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies. El ángel querría detenerse, despertar a los muertos y recomponer el quebranto. Pero una tempestad desciende del paraíso y se enreda en sus alas tan fuertemente que ya no puede plegarlas. La tempestad lo impulsa irresistiblemente hacia el futuro que está a sus espaldas, mientras el cúmulo de ruinas se eleva ante él hacia el cielo. Esta tempestad es lo que llamamos progreso.”8 La historiografía deja de ser la narración de una historia de acontecimientos y explota en fragmentos y astillas – vale decir en ruinas. “La visión –barroca- de la historia como un montón de ruinas- descrita por Benjamin tanto en el libro sobre el drama del barroco alemán, como en sus tesis sobre el concepto de la historia- indica un primer sentido del concepto de catástrofe que permea toda su reflexión histórica.”(Seligmann-Silva, 2003:394) Para W. Benjamin habría una catástrofe cualitativamente muy diversa, mucho más intensa y devastadora que afectaría en breve el curso de la Historia. Ese corte se concretó en la segunda Guerra mundial, y más específicamente en la Shoah como ese evento anunciado pero inimaginable. La toma de conciencia sobre la sucesión de crímenes masivos del siglo XX, vinculados a fenómenos de horror colectivo (terrorismo de Estado, guerra, violencia política), obligó a las ciencias sociales a revisar sus estrategias teóricas y metodológicas para pensar, situaciones que se emplazan en los bordes de lo pensable y articular categorías que las hagan inteligibles.9 En la inmediata postguerra, ante ese cisma civilizatorio, T.W. Adorno sentenció en forma lapidaria, “escribir un poema después de Auschwitz, es un acto de barbarie” (“Crítica cultural y 8 El 1 de enero de 1921 W. Benjamin compra en una galería de Mónaco (Francia) la acuarela Angelus Novus de Paul Klee que lo acompañará toda su vida. Benjamin inveterado viajante, visitaba entonces a su íntimo amigo Sholem. Veinte años después, exiliado en Francia, emprende la huida del país refugio ahora invadido por el ejército alemán. Se suicida inyectándose una dosis de morfina en la frontera de España ante la amenaza de ser entregado a las autoridades francesas por no tener las visas adecuadas. 9 En el contexto de los 80´ se desarrolla el concepto de catástrofe social “en el trabajo de George Steiner y de Alvin Rosenfeld, para los que fenómenos límite de la intensidad de Auschwitz someten al lenguaje a crisis de tal profundidad que llevan a Steiner a afirmar que “está[n] fuera del lenguaje” (1982) o a Rosenfeld a aplicarles el contundente diagnóstico de “lingüicidios”, de casos de “muerte del lenguaje” (en Grierson, 1999). De otro, en la noción de “catástrofe psíquica” de René Kaes (1991) (entendiendo por tal —como hace Jelin en 2002— “el aniquilamiento (…) de los sistemas imaginarios y simbólicos predispuestos en las instituciones sociales y transgeneracionales”) (Gatti, G.. 2010, Mimeo). 284

sociedad”, 1949). El arte después de Auschwitz solo podía existir dentro de la aporía de convivir con su imposibilidad. Por ello, “Los auténticos artistas del presente son aquellos en cuyas obras aún continua temblando el horror más extremo”10. “El retorno de Auschwitz y de los crímenes masivos del siglo XX sobre la conciencia occidental impuso una torsión y una reconfiguración de la problemática de la memoria y del recordar en común La expansión de “las culturas de la memoria” (para usar una expresión de Andreas Huyssen) coincide con la instauración, desde la década de 1980, del Holocausto como el “tropos universal del trauma histórico”. Pero en la “globalización de la memoria” se encierra una dificultad: el genocidio perpetrado por el régimen nazi “pierde su calidad de índice del acontecimiento histórico específico y comienza a funcionar como una metáfora de otras historias traumáticas” (Vezzetti, H. 2009, 22) El historiador Enzo Traverso sostiene que después de Auschwitz hay otro régimen de memoria: “centrado en crímenes (no en batallas y victorias), en testigos (no en combatientes) y en víctimas (no en héroes)” (Traverso, E. 2007: 70), Primo Levi es el autor fundamental de esta nueva posición de la memoria política centrada en las víctimas y en el lugar imposible del testigo. (Vezzetti, ibidem) ¿Posibilidad / Plausibilidad/ del testimonio? Si bien se ha dicho que Auschwitz es impensable, Hannah Arendt mostró que allí donde el pensamiento parece fallar, ahí es donde debíamos persistir en pensar (Arendt, 1999). Si Auschwitz sobrepasaba todo pensamiento jurídico existente, toda noción de justicia y de delito, era necesario repensar las bases de la ciencia política y el derecho, repensar hasta llegar al fundamento de las ciencias humanas. “Si el genocidio ha sido pensado, quiere decir que es pensable”, afirma Vidal Naqué. En ese mismo sentido se dirigen las críticas de Primo Levi a las especulaciones sobre lo “incomunicable” de los testimonios concentracionarios. La existencia misma y la posibilidad de ese tipo de testimonios – su enunciación “malgré tout” – refutan la idea de un “Auschwitz” indecible. El testimonio nos invita, nos obliga, a trabajar en el hueco mismo de la palabra, trabajo penoso porque lo que muestra es una descripción de la muerte con sus gritos inarticulados y los silencios que eso supone. Pero si no hablamos, si decimos que es indecible colocamos esa experiencia en una región que ha sido definida ajustadamente por el filósofo italiano Giorgio Agamben como repetición anclada en el propio arcanum nazi11. Cuando nos aproximamos a la narrativa de las víctimas directas del terrorismo de Estado, compartimos un acervo cultural que está compuesto por las experiencias indirectas: testimonios referidos al holocausto junto a los testimonios ya conocidos de sobrevivientes, y crónicas históricas sobre las dictaduras del cono sur, acervo al que se suman las experiencias sucedidas en el pasado reciente que emergen en el trabajo concreto con los integrantes del colectivo Memoria en Libertad. La necesidad de visibilizar las experiencias de infancia y adolescencia, y a la vez visualizarse como víctimas directas del terrorismo de Estado, estuvo permanentemente acompañada por el 10 El arte auténtico ya no debería calificarse por lo bello sino por la verdad, exigiéndole una reflexión al decir benjaminiano- sobre el “tenor de verdad” de una obra de arte que no debe traicionar su momento histórico. 11 Didi-Huberman, G. Images malgré tout. Ed. De Minuit. Paris. 2003.

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miedo al desborde y la locura, a “lo que puede detonar” en ellos el recordar. Recordar que permite la evocación, es decir la resignificación desde el presente. Las múltiples advertencias nos invitaron a buscar formas de enunciación desde una dinámica productiva grupal, por tanto contenedora. Los recuerdos materiales ofrecen la posibilidad de un abordaje plural, promoviendo la producción de memorias sin obligar a una posible sobre exposición. El recuerdo material, además de oficiar en tanto documento evocador (Berger y Luckmann. 2003), situaba las miradas en un soporte concreto. Como lo expresa Jorge Montealegre: “Recuerdos materiales. Objetos que tienen un destino evocador, afectivo o político, y que se intenta conservar. Son recuerdos materiales para sacar de la prisión y conservar (un turista le llamaría souvenir), que se deja o se lleva (...) En este orden están aquellos objetos que se comparten como puede ser un dibujo, una tarjeta, un amuleto, una artesanía” (Montealegre, 2009). Los objetos fueron los elementos utilizados durante los talleres de trabajo colectivo, como forma de aproximación a sus testimonios. Convocamos a que los participantes concurrieran a las instancias de trabajo con algún objeto personal que consideraran importante y significativo para ellos. Se propuso una dinámica de trabajo en parejas (presentación cruzada) para presentar la historia del objeto y el por qué de esa elección; finalizando en una ronda (plenaria) en la que cada uno resumió el significado del objeto de su compañera/o de trabajo. La tercera persona hizo posible identificar los puntos de contacto y sirvió para la escucha y objetivación del objeto/sujeto presentado; por otra parte resituó al presentador obligándolo a no detenerse en los aspectos que le eran más llamativos para seleccionar los particularmente significativos del objeto que estaba presentando. Es decir, la práctica compartida les permite reflejarse. Verse, hacerse visibles. Los “recuerdos” que fueron puestos en escena tuvieron como protagonistas: juguetes, casas de muñecas, colgantes, porta lápices, ponchos, zuecos, un pequeño baúl del tesoro repleto de cartas, documentos, diarios, algunas fotos, carteras, “objetos robados” y vueltos a hacer, juguetes en serie para juegos colectivos, teclas de piano que parieron perritos. De a poco emergieron sus voces, las quejas, los juegos, las fantasías, el deber ser, las sanciones. El objeto era un plegamiento apretado que se abría ante nuestros ojos sorprendidos. De objeto (técnica) para habilitar la palabra, a objeto (llave) para transportarlos a una nueva dimensión. La asociación es inmediata, ¿cómo no recordar el episodio de la magdalena de Marcel Proust, cuyo sabor transporta al protagonista al pasado? La textura, el aroma, la tibieza en la boca lo sumergen en un tiempo que se desdobla y se pliega en un transcurrir laberíntico. Ha puesto a trabajar la “memoria involuntaria”, la única capaz de devolver el pasado en su presencia física, sensible en la plenitud de sentido del recuerdo. El tiempo al que alude Proust es el tiempo vivido, con todas las digresiones y saltos del recuerdo. El tiempo se desdobla a cada instante en presente y pasado, presente que pasa y pasado que se conserva en los intersticios de la subjetividad. La sola subjetividad es el tiempo. De acuerdo con la teoría proustiana (bergsoniana), el pasado no muere en nosotros, ni permanece fielmente archivado como una copia de la experiencia, sino que se aferra en impresiones sensoriales. El novelista se alimentó de la moderna teoría de la memoria de Bergson (Matière et memoire. Paris, 1898) que afirma que ésta es una acción que ocurre en el presente más que un elemento material que se archiva en un nicho del cerebro. Teoría que traslada el énfasis a la experiencia 286

vivida, al sostener que se recupera y recuerda el pasado desde el presente activo y vívido12. Maurice Halbwachs toma la teoría de Bergson y le agrega un nuevo sesgo al proponer que esa memoria, que proporciona fijeza y estabilidad a la experiencia, hay que concebirla como una operación colectiva. Siguiendo las orientaciones de la sociología del conocimiento de Durkheim sostuvo que el recuerdo es una forma de representación colectiva o, dicho de otra manera, que el pasado que la memoria reactualiza es una construcción social. Esa conceptualización de la memoria como participación en múltiples memorias colectivas, se puso en evidencia en el trabajo conjunto con los objetos, donde el relato individual disparó otros relatos de Memoria en Libertad. Hilos invisibles, a veces comunes, también como hebras que por instantes se autonomizaban para volverse a reunir en un haz generacional. De la conmoción del recuerdo. La propuesta de trabajar con objetos como plataforma para los relatos derivó en un abandono del objeto hacia el subjeto. En el pensamiento moderno el ob del objectum pregunta por la causa, por el culpable, el causante (De Brasi, 1990) Esta indagación instala UN sentido imperante en el pensamiento, el del origen, la causa que determina el efecto. El objeto sin sujeto, el objeto antes, preexistente al sujeto, e incluso prescindente de éste. El sujeto queda sujetado al objeto que lo define como ser y lo hace por sus posiciones con respecto a él (objetos de uso, de valor, de cambio, de propiedad). El objeto es garantía de “estimación correcta” de la “realidad”. Se considera que el sujeto es subjetivo, lleno de emociones y sentimientos que empañan la justa medida de las cosas. La desconfianza en el sujeto es sostenida por la confianza en el otro polo, el objeto. Este cobra su valor mediante un complejo mecanismo de objetivación que corona a la objetividad como estatus de cientificidad. El ob traza los sentidos para que reinen los objetos. “La división fundamental queda instaurada como la forma extrema del pensamiento correcto y de cualquier inferencia formalmente válida(...) también quedan delimitados vastos y ambiguos territorios de poder” (De Brasi, ibidem) Sin embargo en los talleres, el apresamiento de los cuerpos (acciones y pasiones) y de las ideas (enunciados) se rompe. El subjectum emerge, como en otras formaciones sociales históricas anteriores, donde los objetos no se enfrentan al sujeto. Los objetos de los integrantes de Memoria en Libertad, no son ob-jetos. No caen (jecta) bajo sus sentidos (ob). No están frente a ellos, están juntos en los flujos y reflujos de sus vidas cotidianas en común. Surgen los primeros despliegues más o menos intensos del deseo de testimoniar. No eran testimonios aún, sino una antesala tumultuosa, donde afloraban con fluidez los recuerdos. El objeto funge como cristalización, “zipeo”13 de memoria, que trasciende la materialidad concreta del objeto. De objeto afectuoso a la afectación de sus portadores. El discurso de cualquier integrante de Memoria en Libertad golpea suavemente disparando en otros, nuevos relatos. Algunos recuerdos eran redundancias: resonar repetido en otros similares; otros eran 12 Es interesante acotar cuanto aportó esta teoría a la concepción de la historia, como una permanente revisión del pasado desde las preguntas que el historiador se plantea desde el presente. 13 Zipear. Acción de comprimir en un solo archivo a un grupo de archivos para que ocupen el menor espacio posible en la computadora y aminore el tiempo en que se transmiten por Internet. Archivo único con extensión ".zip" que para poder leerlo se debe descomprimir.

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redundancias siempre distintas. En todo caso el objeto mantenía siempre su “valor”, al ser abandonado rápidamente porque el objeto de los relatos perseguía nuevas intensidades, algunos olvidos olvidados sorprendían la lengua del que hablaba. Tan olvidados, que sólo funcionaban en sus cuerpos, tristeza o alegría, acciones, pasiones, ahora otra cosa pasaba. Nuevas capas de memoria rescataban lo que estaba en capas de menor determinabilidad (inconsciente). Una suerte de testimonio individual terciado por los gestos, por una palabra, un respaldo del otro. Se ingresaba brevemente en el relato del otro y se retiraba presuroso. El testimonio de su compañero de visitas, de su compinche de la resistencia infantil al terrorismo, era mirado bajo la lupa de las “resonancias colectivas”14. Se producía un diálogo, un testimonio sin identidad, un solapamiento donde alguien habla por sí y por el otro a la vez. Se encuentran en las diferencias, iguales y distintos: individuación. El relato habla de muchos, cada cual se reconoce en las palabras del otro, producción colectiva, de nadie y de todos. De este presente que es el futuro del pasado, se “proyectan” hacia la niñez-adolescencia, van y vuelven instantáneamente. Un instante, que es todos los tiempos presentificados donde se abre el diálogo de ellos como padres, de las relaciones con sus hijos, con la política, con el sentido de la vida, con el gobierno actual. Los objetos muestran su eficacia imprescindible y vigencia relativa. Apoyatura necesaria para hablar, desbordada por la velocidad de las imágenes que reclaman otros senderos sin pauta. El objeto es importante, porque lo conforma lo que creemos que es su “con-texto”. El proceso son las múltiples dimensiones, son sus padres, sus madres, sus familiares, sus historias infantiles, el terrorismo de Estado. Las memorias son sus procesos identificatorios, son lo que eran, lo que son y lo que serán. Son sus formas de identificarse, individuándose, haciéndose con otros, en la diferencia, con el otro, como diferente. Los objetos transportan en sus pliegues memorias que estallan. Se ponen en escena con las historias, se crean en escena, ante ellos y nosotros, agenciando colectivamente15. Una “memoria herida” La fuerte imagen de la memoria como “una niña herida”, proporcionada por una de las integrantes del colectivo y retomada extensamente en la evaluación del trabajo grupal, trasmite la complejidad a la que nos enfrenta bucear en recuerdos dolorosos. “Quiero poder decirte que mi niña no te tuvo, y que hay toda una construcción que yo me perdí, que tiene que ver con un millón de cosas” “la niña está ahí, sufrió, y le va a seguir doliendo hasta el día que se muera. Pero el adulto está en otro lugar, tiene que pararse desde otro lugar, entender las cosas desde otro lugar, sino te hacés pedazo. Pero acá hubo gente que no podía salir de ese lugar. Y pasa entonces que está hablando una niña con cuerpo de grande”. […] 14 Resonacia...de la misma manera que resuena una cuerda de tambores en barrio Sur en nuestro cuerpo: Una vibración y un sonido. Algo de lo que el otro dice “me suena, me identifica, me pasa”. 15 Entendemos agenciamientos como conformaciones de elementos existentes puestos en una nueva relación que establecen una nueva semiótica, un nuevo régimen de signos y de cuerpos. Se componen según un eje horizontal por formaciones de expresión y formaciones de contenidos, y según un eje vertical por procesos de desterritorialización y reterritorialización (Deleuze-Parnet, 1980). Los agenciamientos son las relaciones en co-funcionalidad de elementos heterogéneos que producen efectos de subjetividad. Éstos se realizan en los encuentros, intersecciones de prácticas de saberes y de poderes.

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Como si esa herida siguiera abierta e impidiera encarar ciertos pasos necesarios para esa reconstrucción colectiva. Existe una voluntad muy fuerte por recuperar la memoria, y de esa forma hacerse visibles en el espacio público, pero subyace también una corriente subterránea que los frena, que no les permite encarar ciertos niveles concretos de la acción. Uno de los ejes del discurso de Memoria en Libertad, y uno de los objetivos de la acción de este grupo, era recopilar sus testimonios como forma de reconstruir parte de la memoria colectiva desde su visión y sus experiencias para romper la invisibilidad en la que ellos/as sentían que los había dejado la dictadura y en la que los/as mantenían los regímenes democráticos16. Pero, en nuestros intercambios con Memoria en Libertad observamos ciertas dinámicas colectivas contradictorias que expresaban lógicas de autoinvisiblización. La asistencia fluctuante fue una de las más notorias. No pudimos contar con un número estable de participantes a lo largo de los talleres planificados. Esta fluctuación ponía en evidencia los grados de afección que provocaban los talleres en ellos/as, y, a su vez, los grados de afectación de sus historias, la de sus padres y madres, en sus vidas actuales. Así, una paradoja fundamental del funcionamiento de este grupo es justamente la contradicción entre su reivindicación de visiblización social e histórica, y sus prácticas de autoinvisibilización, en la que subyacen lógicas contradictorias de acción e inacción. Y en particular, cuando comenzamos a concretar la recopilación de los testimonios, se evidenció de manera clara la imposibilidad de afrontar ese trabajo concreto. Sin olvidar nunca lo duro que puede llegar a ser escuchar o dar un testimonio, ejercicio que vuelve nuestros relatos e historias espejos de nosotros mismos, nos costó mucho encontrar una estrategia que los convocara para testimoniar. En un principio la propuesta fue construir en conjunto una pauta de entrevista que les permitiera hacerse cargo de la recopilación de testimonios entre sus compañeros/as, y nosotras/os ser un apoyo. Pero cuando comenzaron a encarar este desafío, la asistencia comenzó a ser muy dispar entre un taller y otro hasta que finalmente decidieron delegar en el equipo la tarea de recopilación. Estas dificultades que aparecen a la hora de abordar el trabajo concreto, nos siguen recordando lo sinuoso y enmarañado que resulta el trabajo de la memoria. La reconstrucción y resignificación de las experiencias vividas por la segunda generación no escapan a esta complejidad. Es una generación que lleva marcados en su piel los efectos sociales, psicosociales, culturales, etc, del terrorismo de Estado, de la coacción social y de las situaciones particulares de represión vividas por sus padres y madres. Es por lo tanto una tarea de la sociedad toda escuchar y reconocer las distintas voces colectivas y reconstruir esta memoria, para entender, situar y resignificar las experiencias, y poder así ir suturando las heridas profundas que dejaron las dictaduras y los silencios y olvidos posteriores que perpetuaron, y perpetúan, estas marcas sociales y políticas. Memoria no sólo entendida aquí como recuerdo y relato de lo sucedido. Memoria como un cuerpo que lleva en sí las huellas de lo vivido. Los cuerpos no se definen por el género o la especie, no se definen órganos y funciones, sino por lo que pueden, por los afectos de los que son capaces de conformar, tanto pasiones, como acciones. Tenemos los órganos y las funciones 16 Coincide, no casualmente, que este colectivo se haya formado en el año 2008, durante el primer gobierno del Frente Amplio, cuando la izquierda se sintió auto-convocada a la reconstrucción de su memoria.. 289

que están a la altura de los afectos de los que somos capaces. De la capacidad de afección y de afectación que producimos, que permitimos (Deleuze, 1980), para conformar nuestro cuerpo17. A partir de esta vuelta al sujeto, y de la relación ya no de Memoria en Libertad con los grados de afección, sino del equipo con el complejo proceso de deshilvanar y volver a tejer olvidos y memorias, es que nos planteamos, ¿cómo es el régimen de afección que permite o impide la interdisciplinariedad? ¿Cómo nos componemos como equipo en la trastienda? Porque, nuestra propia afección después de los talleres con Memoria en Libertad fue la puerta de entrada para poner en discusión nuestros distintos bagajes disciplinarios. Afección y herramientas teóricometodológicas de cada una/o de las/os integrantes del equipo eran voces que sólo encontraban cierta caja de resonancia plegándose a otras. La puesta en común de nuestras herramientas epistemológicas nos fue permitiendo desentrañar ciertas dimensiones de lo que sucedía en Memoria en Libertad y en la trastienda con nosotros mismos. El proceso que significó y significa esta puesta en común, que implicó ponerse de acuerdo en ciertas nociones básicas claves para nuestro proyecto, es quizás lo que más se acerca a un trabajo interdisciplinario: una comprensión desde distintas disciplinas de las dinámicas colectivas de Memoria en Libertad y, de ahí, una construcción común tanto de la pauta para la recopilación de los testimonios como del archivo documental. Aunque esta “valija común” no sea un trabajo interdisciplinario propiamente tal, sí es la conjunción de distintas herramientas disciplinarias que fisura la objetivación moderna y posibilita la intelección del proceso desde el cruce de distintas hebras que componen su complejidad. Bibliografía citada Agamben, G. (1998): Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo sacer III. PreTextos. Valencia. Arendt, H. (1999): Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Editorial Lumen S. A. Barcelona. Benjamin, W. (1995): Angelus Novus. Ed. Einaudi. Torino. (La versión que se ofrece de la Tesis sobre la historia No. 9 es una traducción libre de los autores). Berger, L. Luckmann, T. (2003) La construcción social de la realidad. Amorrortu Ed. Bs. As. Bergson, P. (1898, Matiere et Memoire) En, Ramos, R. (1989): “Maurice Hallbwachs y la memoria colectiva”. En, Revista de Occidente, No. 100. Setiembre. Madrid. España. Busch, S. et al. (2002): “Acerca de los efectos psicosociales en la segunda generación”. En: EATIP, GTNM/RJ, CINTRAS, SERSOC. Paisajes del Dolor, Senderos de Esperanza. Salud Mental y Derechos Humanos en el Cono Sur. Edit. Polemos. Bs.As. CINTRAS, EATIP, GTNM/RJ, SERSOC. (2009): Daño transgeneracional: consecuencias de la represión política en el Cono Sur. LOM. Santiago. De Brasi, J.C. (1990): Subjetividad, grupalidad, identificaciones. Apuntes metagrupales. Edit. Búsqueda. Bs.As. Deleuze, G. (1980): Diálogos; Parnet, Claire. Edit Pre-textos. Valencia. Didi-Huberman, G. (2003): Images malgré tout. Ed. De Minuit. Paris. 17 Cuerpo es un término que proviene del latín corpus, que se puede entender como el conjunto extenso de textos de diversas clases, ordenados y clasificados que sirven como base de una investigación. También puede ser entendido como una recopilación de enunciados para investigar la gramática y el significado de las palabras de una lengua. Aquí se lo entiende como producción de colectivo, que no debe ser comprendido solo en el sentido de un agrupamiento social. Colectivo implica la inclusión de diferentes colecciones de objetos técnicos, de flujos materiales y energéticos, entidades in- corporales y de idealidades matemáticas, estéticas, etc. Por lo tanto más allá de las instancias individuales de la enunciación, el cuerpo interdisciplinar se aproxima a los "agenciamientos colectivos de enunciación". 290

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