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DISCURSO DE PRESENTACION DE TESIS DOCTORAL
--LO DIAFANO EN ZUBIRI. CURSO 1931-1932--
Buenos días a todas las personas que han venido hoy a este acto de presentación y defensa de la tesis doctoral: “Lo Diáfano en Zubiri. Curso 1931-1932”. No puedo comenzar sino agradeciendo el estar hoy aquí de todos los componentes del Tribunal, los cuales han tenido a bien acercarse hasta esta Universidad de Deusto en Bilbao para ayudar a dirimir y valorar este trabajo de investigación acerca del filósofo Xavier Zubiri. Vaya pues mi agradecimiento de antemano y mi gratitud por haber venido, y por su importante aportación con su presencia. Haciendo un breve repaso sobre los momentos y circunstancias que enmarcaron la aproximación paulatina al filósofo Xavier Zubiri, así como, a la determinación final de fijar la tesis doctoral sobre este autor, se puede afirmar que resultó clave el ambiente académico presente en la Universidad de Deusto en Bilbao, donde este doctorando cursó sus estudios de carrera en filosofía. La primera toma de contacto sobre el autor fue en los cursos finales, y más concretamente con el profesor Isasi, el cual nos dedicó un trimestre para hablar sobre Zubiri; a nivel introductorio primero, para con posterioridad pasar a hablarnos de la “religación”. Un término netamente zubiriano, y que nos sacó de los autores tradicionales estudiados hasta ese momento. Realmente resultó ser algo parecido a un choque, un choque agradable por lo que suponía de novedad y frescura interpretativa. Fue además, algo comentado por los compañeros de clase, parecían entreverse como puertas nuevas de conocimiento y reflexión, factibles de poder abrirse y de poder ser estudiadas. La forma y la fluidez en la que cursaba la lectura de este autor en mí fue el detonante para que dedicara la tesina de segundo año predoctoral a este autor. Era con diferencia el autor que mejor leía, a pesar de la rigurosa exposición que acompañaba a todas sus
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lecturas, y a la densidad terminológica de las mismas. Desde el primer momento tuve una sensación de proximidad y claridad interpretativa con sus textos. Metidos de lleno en la consecución de los cursos predoctorales, fue importante la cobertura académica dada por el profesor Carlos Beorlegui durante el segundo año, donde había que realizar un estudio serio sobre un autor. Sus consejos y orientaciones para alguien no docto en la materia fueron muy estimadas. La tesina, de título “Ser y estar en Zubiri. Análisis Diacrónico de la Ontometafísica zubiriana” supuso una seria toma de contacto sobre ese gran océano que es la filosofía de este autor. Todo ello con un desgaste importante, por la cantidad de lectura realizada en relativamente poco tiempo. La sensación final de este doctorando, fue la de sentirse impregnado de manera definitiva de la filosofía de Xavier Zubiri, de su sentido de realidad y de ser. Como decía Aristóteles, cuando uno realmente aterriza, se posa en la filosofía, ésta se convierte en una auténtica realidad para el sujeto, para la persona, camina con ella como un compañero inseparable. En este sentido, Zubiri decía que la filosofía termina yéndole a uno, fiel a su llamada, a su necesidad. Fue a través del profesor Carlos Beorlegui donde tuve la oportunidad de conocer al profesor Manuel Mazón, ambos compañeros en la Universidad de UCA en El Salvador. El profesor Manuel Mazón, colaborador en la Fundación Zubiri desde antiguo, quien tuvo la oportunidad de conocer al propio Zubiri, así como a personas destacadas de la Fundación, como Ignacio Ellacuría, o el propio Diego Gracia, entre otros. Resultó clave en la definición final del proyecto investigativo de la tesis. Redireccionó las ideas sobre el estudio, y las enfocó hacia la idea de lo diáfano en el autor, cuestión ésta en la que ya había reparado, pero que no pudo concretar y culminar por falta de tiempo. A través de un Seminario de Textos realizado después de la tesina en la Fundación Zubiri de Madrid, tuve la oportunidad de conocer más de cerca a dicha institución y a las personas que la atendían. En este sentido, departir con el profesor Diego Gracia en dicho seminario enriqueció aún más, si cabe, mis conocimientos sobre Zubiri, y su contextualización en obras y autores. Del mismo modo, asistir como oyente a ponencias dentro del Seminario de Investigación aportó sin duda ese ánimo, fundamental, ante las dudas que siempre se ciernen en el comienzo de realizar un proyecto investigativo.
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A pesar de que este doctorando tenía las ideas más o menos claras sobre el tipo de investigación a realizar, fue el propio profesor Manuel Mazón quien me convenció para que fuese el tema de lo diáfano el eje del estudio. En realidad no había demasiada información previa sobre el asunto. Según me comentaba, él había visto una serie de estructuras que parecían sugerir una continuidad a lo largo de su obra. Quedaba todo por hacer. El trabajo fue arduo, había que leer todas sus obras y comprobar ilaciones que permitieran verificar cierta extensión en el estudio. La labor en estos momentos iniciales era averiguar qué desarrollo adquiriría lo diáfano en las distintas obras y publicaciones del autor, en su mayoría cursillos y conferencias, realizadas por Zubiri en su dilatada carrera como filósofo. La cuestión era que no se apercibían alusiones claras y extensas del tema. En el momento álgido de crisis, parecía que lo diáfano era todo, entendido como un dinamismo extensional del propio ser, que abarcaba todos los aspectos del mismo, véase como realidad, como logos, como razón…, por resumirlo medianamente. No se encontraban
vinculaciones
claras
y concretas
que permitieran
pormenorizar
adecuadamente el estudio. Después de dedicarle varios años a la delimitación del concepto en sus obras, una dedicación exhaustiva del tiempo libre que me permitía mi trabajo y mi dedicación como profesor de Enseñanza Secundaria. Parecía que habíamos llegado a un punto muerto en la investigación. Tal y como se acaba de comentar, las dificultades se cernían a la falta clara del desarrollo de lo diáfano como producto por sí mismo diferenciado sobre el que basar y realizar la estructura de la tesis. Al no encontrarse nexos claros sobre los que apoyarse estructuralmente, unido a la problemática de que los cursos y las conferencias sobre las que estaban basadas las publicaciones, abrían el tema a estudio demasiado, entrando en el riesgo de la especulación interpretativa del término, más que en su concreción puntual y definida. En este momento en el que nos encontrábamos, se publica en el año 2007 la obra Cursos Universitarios. Volumen I, basada en los apuntes recopilados por los alumnos de clase de primero, impartido en el curso 1931-1932, en la Universidad Central de Madrid, tras la vuelta de Zubiri de su periplo académico por Alemania. Esta publicación resultó decisoria de cara a ver luz en el proyecto investigativo diáfano. Fue precisamente el profesor Manuel Mazón quien se encargó de compilar todos los apuntes de dicho año académico, y dejarlo presto para su publicación. 3
Este libro fue clave a la hora de poder ver luz dentro de la problemática diáfana. Aun así y todo, la falta de apoyos bibliográficos resultó crónica desde el primer momento. No se encontraban ayudas más allá del propio autor, y las únicas concreciones que existían provenían de dos publicaciones realizadas por la Revista de Occidente en 1933, y que la Fundación Zubiri recogió en un cuadernillo editado de nombre “Sobre el Problema de la Filosofía”; y por otra parte, un apartado dedicado a lo diáfano en la introducción a la obra “Los Problemas Fundamentales de la Metafísica Occidental”, publicación ésta que hacía referencia al curso impartido por Zubiri en la Sociedad de Estudios y Publicaciones, en el año académico 1969-1970. Con este par de premisas bibliográficas comenzó el arranque del estudio. Se partía de la existencia de un nivel básico o constitutivo, con cuatro elementos conformativos, a saber, lo positivo, el enfrentamiento, la ultimidad, y la totalidad. La pista no era mala, ya el profesor Manuel Mazón, en su libro de 1999, “Enfrentamiento y Actualidad” nombraba al enfrentamiento y la ultimidad como elementos inherentes a lo diáfano. A través de las distintas lecturas que se fueron realizando de la obra se descubrió que las primeras 100 páginas de la obra (aprox.), hasta finales de enero, se daba una repetición y dedicación clara en la exposición de los cuatro elementos arriba citados, pudiéndose hablar de un momento constitutivo de lo diáfano, al margen del capítulo y de la dedicación expositiva que conllevaba. Con posterioridad a estas páginas, el sentido de la estructuración, iba cogiendo más fuerza en el dictado, así como en la lógica argumentativa usada por el autor. Del mismo modo, se pudo aislar una tercera fase más compleja, después del tramo estructural, y que guardaba relación con una visión más constructa que estructurante. Una vez llegados a este punto, el tema final yoico se mostraba nítido y coherente con el esquema del estudio diáfano; en otras palabras, desde esta obra surgió un esquema de fondo suficientemente complejo e ilacionado como para embocar ya su estudio y concreción. Fue una tarea muy selectiva, intentando determinar desde el discurso sobre el Horizonte de la Movilidad aquellos elementos directamente relacionados con la evolución diáfana. La riqueza de Zubiri en su exposición hace que trabaje en varios frentes a la vez, había que identificar qué elementos eran éstos, y dejar a un lado otro tipo de términos inmersos en el Horizonte de la Movilidad, pero que pudieran sugerir cierta retentiva
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dentro de la radicalidad de movimiento. Esto pudo comprobarse con los términos logos y legein, así como koriston y akoriston, por citar algunos. Ha sido un estudio complejo en el que ha habido que ir diseccionando cuidadosamente los elementos que guardasen una línea diáfana menos epicéntrica. Pudiera dar la sensación de cierta parcialidad u omisión en ese gran bosque terminológico que es esta obra. Lo cierto es que sólo han sido dados como válidos aquellos elementos o tramos enfocados desde el cambio constante, desde la equivocidad como partida hacia el ser. Poco a poco iban surgiendo términos bien claros en este enfoque, lo arreal, lo ahistórico, lo apersonal…; conceptos todos que además tenían cierta vinculación con el autor con posterioridad a la obra, al año en cuestión, logrando así cierta visión de profundidad al estudio, y dándole peso, si cabe, a la propia tesis. Ha sido un andar largo, por la falta de apoyos bibliográficos y de autores, pero intenso y rico, por el descubrimiento de un Zubiri inédito, cargado de muchas variables posibles de investigación. Este es el caso del sinexés, o del alogon, cuestiones que seguramente incorporaría como dinámicas en sus estudios posteriores, pero que como tales elementos quedaron ahí, sin desarrollar, sin ser trabajados filosóficamente. Ante la pregunta sobre ¿qué es lo diáfano en Zubiri?, podemos responder que, al menos en esta obra, en este estudio, lo diáfano es un dinamismo presente e indispensable en la paulatina conformación del ser a través de sus etapas ontológicas. No se trata de un elemento visto como algo definido o distinguible. Más bien habría que hablar de una anterioridad óntica en la que el sujeto está inmerso, ya que forma parte de un entorno que de algún modo codirije su mismo crecer, y condiciona su propio crear. Este alogon, en sus respectivas acepciones surgidas a lo largo de esta investigación, va a ir apareciendo especificado de distintas maneras, dependiendo del momento formativo en el que se encuentre. Así, tal y como acabamos de comentar, desde lo arreal, a lo ahistórico, o lo apersonal, lo arracional, lo ayoico… Van a ir apareciendo toda una serie de alógicas equívocas y estructurantes, acompañadas en muchos casos con una terminológica bien definida, a modo de apoyo. Términos como asomata, en tanto que especulación indeterminada, o arithmos, como duración, aletheia, en tanto que situacionalidad (del acto), anamnesis, como familiaridad, agoreio, como grupo de sentido, o akoriston, como la capacidad pluriaccional del sujeto. Van a ser de manera 5
clara y rotunda apoyos terminológicos de Zubiri a la hora de definir estructuralmente esta vía diáfana del “hacia” en el Horizonte de la Movilidad. En lo que respecta a la fase constructa, se dan del mismo modo términos que acompañaron a la especificación alógica ahora citada. Aplos, en tanto que simpleza del acto en la acción, aletheia, como simpleza de la acción en acto, atomon, visto como distancia sensible o sentible, parousia, en tanto que multimovimiento posible accional, agathon, como pro, o la misma anima, entendida como psique sin logificar. Así, podríamos hablar también de más terminología que se aviene en sentido a esta interpretación diáfana, que se expande a lo largo de todo el estudio, y no sólo dentro de la vía del “hacia”. Sería posible desarrollar del mismo modo toda una terminología diáfana del Horizonte de la Movilidad en la vía “de” o “desde” el sujeto. En síntesis, podríamos comentar que Zubiri trajo desarrollados de su estancia académica en Alemania, dos frentes bien definidos terminológicamente, dos frentes en los que se basaba conformativamente este Horizonte de la Movilidad; dos momentos diáfanos, hacia o desde los cuales se dirigía la aprehensión del sujeto en la realidad que estaba construyendo o pendiente de construir, en su radicalidad. Sea lo que fuere, nos encontramos en un momento profundamente fértil de Zubiri. El análisis de esta obra ha dejado al descubierto, a juicio de este doctorando, que el autor sigue dos líneas distintas de enfoque o interpretación del Horizonte de la Movilidad. Una primera, que es en la que se ha basado este trabajo, a saber, un enfoque diáfano, pero entendido “hacia” el ser, o “a” el ser, diríase su realidad más externa de la equivocidad. Por otra parte, se ha mantenido la impresión durante todo el estudio, de la existencia de una segunda vía de lo diáfano en el Horizonte de la Movilidad, pero dirigida ya a una visión “desde” el ser, o “de” ser. La relevancia de la investigación ha quedado también reflejada en sus anexos, elementos todos pendientes a desarrollar, y a vincular con el Zubiri posterior. Se puede hablar, en consecuencia, de una validez historiográfica del estudio, por lo que supone de incipiente en la valoración global de su obra filosófica. El estudio se abre hacia cotas interpretativas que se complementan bien con el Zubiri maduro. La sinergia y el sinexés, el logon y el alogon, forman un compendio dialéctico desde y hacia el ser que ayudan a ver el profundo carácter de dimensión de la realidad dentro y fuera de él. El 6
trasfondo dimensional del estudio permite entender la anterioridad en la que se mueve, anterior a su concreción, a su atomización, véase como idea, como pensamiento, como referente equívoco de la propia Aprehensión Primordial de Realidad. Aquí, en forma artística, elaborará innumerables protoestructuras dispuestas a dimensionar su necesidad, y su fe, dinamismo gracias al cual se adentra prospectivamente en la realidad de las cosas que él mismo va creando. Pensemos cómo Zubiri en su madurez enfocó este tipo de realidad, la llamó el “ex del in”. Una reflexión magistral que muestra la inevitable linealidad del camino andado, del camino creado, del camino vivido, una visión sinérgica radical e indiscutible. Todos formamos parte de una anterioridad existencial a la que nos debemos. Sus esfuerzos aclaratorios tuvieron una inclinación hacia la superación de la tendencia epicéntrica de filosofías anteriores. Es una lucha agónica por desnudar al ser de todo disfraz temporal, y verlo desde su dinamismo existencial más puro, más real, desde su “ex”, como fuerza y necesidad que le impulsa a más ser, incluso por encima de su propia caducidad consciente. Un dinamismo que le permite transponer en largo su brevis existentiae. Sin embargo, este “ex” tan zubiriano al que hacemos referencia, aparece en este trabajo de otra manera al enfoque que acabamos citar. La vía del “hacia” da a entender una dimensión que condiciona al ser, en anterioridad al propio momento aprehensor. Más acá de sus cenizas, de su ser en realización, existe todo un espectro de realidad bioalógica, bioahistórica, bioarreal…, que hacen que su fuego de ser, y de vida, no se agoten nunca. Su ser sinéxico es quien otorga realmente su posibilidad equívoca más allende, un momento éste que podríamos definir como el “in del ex”, una anterioridad a su atomización, a su “in”, diríase que a su mismo anthropos. Consiguientemente, es un estudio que intenta conciliar la inextensionalidad inevitable del ser, partícipe de un universo atómico que lo conforma y lo lanza en pos de su historia, enfrontado con la exintensionalidad desbordadamente equívoca y abierta hacia nuevas cotas de sí, nuevas cotas de ser. Un tipo de enfrentamiento cuya existencia puntual otorga al sujeto de una posibilidad infinita de sí mismo, cambiante y siempre nueva. Mientras que desde la sinergia podríamos decir que estamos en el ser estrenando realidad continuamente, desde el sinexés se podría decir que estamos en la realidad estrenando ser de manera constante. 7
Según se ha comentado ya, desde esta aportación es posible complementar a lo ya conocido del autor, y ayudar a triangular mejor conceptos y pensamientos del mismo. El trabajo recopilatorio y divulgativo realizado por la Fundación Zubiri, y sus colaboradores es realmente encomiable y digno de mención. Hemos podido conocer el pensamiento de Zubiri a través de las distintas etapas en las que se ha visto inmerso. Tal y como comentaba el presidente de la Fundación Zubiri el profesor Diego Gracia, pasó por varias épocas, evolucionando y retocando pensamientos desde ese océano conceptual que él mismo iba creando; y cuyo culmen fue la “Trilogía Sentiente”, y su obra póstuma “El hombre y Dios”. Zubiri solía comentar en sus discursos que uno en filosofía siempre está evolucionando, como si ése fuera realmente el verdadero síntoma de salud intelectiva, comprobar que las cosas se mueven, que están vivas. Es por ello todo un anhelo de este doctorando aportar, aunque mínimamente fuera, cuestiones o dudas que permitan mover aún más esa marcha imparable que la filosofía zubiriana ha ido creando en sus seguidores, así como en el ámbito filosófico en general. Que la filosofía se abra hacia materias distintas de las estrictamente filosóficas: física, matemáticas, teología… Fue Zubiri alguien con capacidades para exportar su pensamiento hacia otras disciplinas, tal y como sucedía tiempos atrás, donde la estimación filosófica era un sine qua non a la hora de hacer ciencia. Finalmente, es posible que desde esta investigación realizada puedan abrirse nuevas vías de investigación futuras, que permitan sondear más los entresijos del ser y de la realidad que lo acoge. El tema del estudio ha dejado al descubierto elementos para seguir profundizando en el ser. Hay un trasfondo dimensional, ya comentado, pendiente de investigar. Ver como se aviene esta dimensión a la física, y al universo atómico en el que estamos. Ver la implicación ontológica derivada de esta física y comprobar de qué manera el ser también emula constructivamente el entorno en que se mueve, en el que crea. En consecuencia, poder hablar de la profundidad espacio-atemporal que se le anterioriza ónticamente, a modo de “verticalidad” existencial, a lo que luego vaya a ser su afección tal, su extensión más horizontal si se quiere. Como se ha comentado en la obra, apoyándonos en Zubiri, cada momento de aprehensión primordial posee el poder de difraccionar la propia realidad en el sujeto, lo 8
verticaliza radicalmente. Nuestra capacidad de arrealidad nos está desbordando de manera constante, uno puede ser un agricultor por las mañanas, y un estudiante de ingeniería por las tardes. El hombre sigue inmerso en un proceso de descubrimiento de sí mismo, un proceso que quizá no termine nunca, por su capacidad, por su poder de realidad. Una realidad inagotable, en continuo movimiento, que le permite hasta fondear en sus sueños, haciéndolos partícipes reales de su ahora más sentido y más actual. La aportación de Zubiri al panorama filosófico en general ha sido decisoria por la novedad y la superación de corrientes anteriores, Ortega, Husserl, Heidegger…, herederos así mismo de líneas anteriores que se encargaron de superar y de mejorar. Desde el trampolín que otorga la continua actualidad del hombre en una sociedad marcadamente cambiante y evolutiva, Zubiri aportó una nueva beta filosófica en la que poder seguir trabajando, en la que poder seguir en prospección con la realidad dentro y fuera del ser. Abriendo caminos y fronteras ante esa inevitable necesidad del ser humano de estar siempre en un escenario por descubrir. Mi agradecimiento, y un saludo muy cordial, a todos los que con su presencia hoy aquí han contribuido a sacar adelante este trabajo sobre el filósofo Xavier Zubiri. Agradezco a la Universidad de Deusto en Bilbao, así como a la Fundación Zubiri de Madrid, por su apoyo y colaboración en este proyecto investigativo. Como rezaba el refrán en latín: “Sine pennis volare haud facile est” , no es fácil volar sin alas, no es fácil acometer una acción, o una empresa, sin los medios adecuados. El apoyo recibido por estas instituciones ha permitido llevar a buen puerto este trabajo, vaya pues mi admiración y mi buen recuerdo por ello 1.
17 de diciembre 2013
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El tribunal estaba compuesto por las siguientes personas: Diego Gracia (presidente), Jesús Conill y Juan Antonio Nicolás, por parte del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Vicente Vide y Manuel Mazón , por parte de la Universidad de Deusto.
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