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Don Alberto Fernández Díaz, Candidato por el PP a la Alcaldía de Barcelona Buenos días. Muchas gracias Presidente, gracias al Foro Nueva Economía por darme la oportunidad de dirigirme desde esta prestigiada Tribuna en Madrid a todos ustedes. A los patrocinadores por el apoyo que prestan, Alcalde, Presidenta del Partido Popular de Cataluña, portavoces en el Congreso y en el Senado, Vicepresidentes en el Congreso de Diputados, amigas y amigos. Muchas gracias Presidente por tu apoyo. Muchas gracias por la deferencia en la presentación de este acto, en el que aportaré distintas reflexiones y propuestas barcelonesas, y algunas de éstas ya te avanzo te las reiteraré dentro de apenas unos meses. Ya no sólo como Presidente del Partido Popular, sino también como Presidente de la nación, que serás. Para algunos, Alcalde, Barcelona y Madrid son dos ciudades antagónicas, aunque se parecen más de lo que algunos piensan. Ambas tienen aspiraciones similares, incluso se complementan desde su singularidad. La controversia entre Madrid y Barcelona desde los tópicos, siempre lo he dicho, es absolutamente estéril. Y las relaciones entre Barcelona y Madrid deben basarse, deben fundamentarse en el realismo. Y también desde la convicción de que juntos podemos hacer más cosas que separados. Y además, podemos hacerlo mejor. Por ello sostengo que el progreso de España, el progreso de todos se basa entre otras consideraciones, en una amplia red de ciudades, verdaderos motores económicos y ejes de prosperidad. Y en esta perspectiva en mi ciudad, Barcelona, es una ciudad que ha sido capaz de iniciar y sostener, por ejemplo, a caballo de tres siglos la Sagrada Familia, una iniciativa surgida en la sociedad sin ningún apoyo público, de una sociedad, la barcelonesa, que hunde sus raíces en el cristianismo y que ha sido capaz de realizar una maravillosa joya arquitectónica que sólo un genio como Gaudí podía proyectar. La Sagrada Familia es ya el icono de Barcelona ante el mundo, y por ello una ciudad que es capaz de hacer algo así es una sociedad de creadores y emprendedores, de las que no podemos sentir orgullosos y que precisa de más oportunidades y de más apoyo. Es esa Barcelona, la Barcelona patria de los valientes que refería Miguel de Cervantes, es aquella Barcelona de las mejores generaciones de catalanes que hicieron posible los hospitales, las universidades, y las escuelas de negocio, el mutualismo, el Liceo y el Palau, los juegos olímpicos y antes las exposiciones universales que al reciente Premio Eduardo Mendoza evocaba en la ciudad de los prodigios. Quiero, por tanto, que Barcelona vuelva a ser la ciudad valiente por emprendedora. El propio Vargas Llosa, reciente Premio Nobel de Literatura, siempre destacó de nuestra ciudad su capacidad para abrirse, porque nunca ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor el aperturismo en el campo de las ideas y de la creación.
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Es esta Barcelona, la Barcelona en la que yo creo, la Barcelona capital mundial de la edición en castellano, capital de Cataluña y una gran capital de España. Es la Barcelona epicentro de una gran región del sur de Europa y del Mediterráneo. Es una Barcelona capital, y a su vez metrópoli por cosmopolita, abierta y plural, y por tanto una ciudad de libertad en catalán y en castellano. Quiero que Barcelona sea un referente de lo mejor en el ámbito social, cultural, emprendedor, tecnológico, deportivo, investigador, referente de respeto y de excelencia, referente del mejor archivo de cortesía, y no del peor archivo de incivismo. Entre nuestras prioridades es obvio que es en estos momentos el empleo. Y quiero recordar que hace tres años se aprobó el plan de actuación municipal, la hoja de ruta del Gobierno de la ciudad. En ella Jordi Hereu, igual que Zapatero para España, señalaba que Barcelona alcanzaría para este año, el año 2011, el pleno empleo. Hoy son ya más de 110.000 los parados en nuestra ciudad. Por ello reitero que nuestra prioridad debe ser crear empleo. Y para crear empleo deben asentarse las condiciones para que nuestros emprendedores puedan generar trabajo y riqueza, puedan ejercer su función social. Para ello nuestros emprendedores necesitan de un Ayuntamiento ágil, transparente, sin trabas, sin criterios dispares en la aplicación de las normas entre los distintos distritos. Sin normativas ni superfluas, ni excesivas, ni menos duplicadas. Sin retrasos. Una ciudad, Barcelona, en la que sea fácil ser emprendedor. Con una fiscalidad justa y en la que burocracia no se convierta en un impuesto añadido para nuestros emprendedores. Señoras y señores, quiero esta Barcelona, la ciudad sociedad, implantando un nuevo modelo de colaboración pública y privada, con la finalidad de avanzar, incentivar, coparticipar, avanzando hacia la cogestión y la coinversión, en ámbitos como el tercer sector o las infraestructuras. Quiero esa ciudad sociedad, con una mejor Administración. Y una mejor Administración significa simplificarla, ponerla a dieta. Simplificar la Administración con una máxima nítida también. Zapatero a tus zapatos. Que el Ayuntamiento gestione lo público, y no haga de privado. Que gestione el ámbito público con intensidad y con eficacia, como así le corresponde. Por eso no tiene ningún sentido que el Ayuntamiento de Barcelona sea, por ejemplo, propietario de viñedos, parques de atracciones, hoteles y restaurantes de lujo, funerarias, ambulancias, o galerías comerciales, o incluso pretenda zoos en el mar, o simplemente que en nuestra ciudad haya hasta ocho sociedades municipales competentes en un urbanismo, o cinco en aparcamientos. No tiene sentido alguno que se aprueben institutos como el de servicios sociales, meses después de que se había constituido un consorcio de esta misma naturaleza de servicios sociales. Por ello y precisamente, ahora que podemos evocar cómo hace 150 años la Barcelona ahogada por las murallas no dudó en derribarlas para crecer, ahora debemos derrumbar
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en Barcelona otras murallas, las del intervencionismo y la ineficacia, para que la libertad y la eficiencia nos permitan progresar. Porque Barcelona tiene potencial económico y logístico que la sitúan como región de referencia del sur de Europa y del Mediterráneo. Con ello podemos convertirlo, y así lo vamos a hacer, en un área de excelencia para facilitar la implantación de nuevas empresas, y además de ser referente de turismo y de servicios. Líder en la investigación e innovación tecnológica, como la biosanitaria, que avalen nuestra competitividad y nuestra capacidad de atraer nuevas actividades económicas. Tenemos también el aval de ser centro universitario de primer orden, nacional e internacional. Queremos ser el Boston de Europa, y para ello debemos seguir fortaleciendo la colaboración entre universidad y empresa, entre emprendedores y escuelas de negocio. Y si hablamos de progreso, si hablamos de desarrollo, son fundamentales las infraestructuras. Y si hablamos de infraestructuras, la sintonía con el Gobierno de España y con su Presidente, apreciado Mariano, es y será imprescindible. Infraestructuras viarias para articular la Barcelona de las rondas, en una Cataluña de los ejes, en una España poliédrica. Todas ellas conectadas en red. En cuanto a las infraestructuras ferroviarias, es imprescindible acometer sin más retrasos la llegada de la alta velocidad a la Sagrera, y la construcción de su estación. También encarar el AVE de mercancías, el corredor Mediterráneo, las conexiones del ampliado puerto por el nudo de Cornellá, tanto viario como ferroviario. Un nuevo plan de cercanías RENFE, y un nuevo modelo de gestión aeroportuaria con participación pública y privada. Es asimismo imprescindible para el futuro de Barcelona una mejor financiación de nuestra ciudad. Una mejor financiación desde el Gobierno de la Generalitat y también desde la Administración general del Estado. Una mejor financiación para poder prestar más y mejor servicio a las personas, que son siempre nuestra prioridad. Y como son precisamente las personas nuestra prioridad, otro ámbito de actuación en el que yo quiero establecer nuestras líneas de Gobierno, es conseguir hacer de nuestra ciudad una Barcelona más humana y con oportunidades. Con una sanidad sin recortes, con una educación de calidad y en valores, una educación para formar a los mejores profesionales, pero también para formar a las mejores personas. Y hay una premisa que para mí es esencial en las políticas sociales: cuidar a quien lo necesita, y cuidar a los que cuidan.
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Cuidar a quien lo necesita, nuestras personas mayores, las personas discapacitadas, los más pequeños con más guarderías. Y cuidar a quienes cuidan, cuidar a quienes se comprometen de cuidar a los demás, desde el voluntariado a la propia familia, que es una institución básica en nuestra sociedad, es el mejor agente de solidaridad intergeneracional de abuelos, padres, hijos y nietos. Y que en ningún caso podemos olvidar que además de estas connotaciones, la familia es además de transmisora de valores, es cuidadora. Y cuidar a las personas es también cuidar de su seguridad. Y Barcelona ha de ser una ciudad segura. Para ello precisa de más policías, de nuevas leyes, y de una mejor justicia. Precisamente para garantizar la libertad de los que cumplen las normas y pagan sus impuestos. Y para que en ningún caso pueda haber impunidad de aquellos que no respetan nuestras normas de convivencia. Por ello promoveré una actitud de Gobierno desde la firmeza, y no desde la permisividad. Quiero una ciudad con seguridad, y no una Barcelona en la que el delito y el incivismo sea capital, y nuestra ciudad jauja, para aquellos que infringen las normas, sean delincuentes, incívicos, ocupas, o antisistemas, por culpa de esta permisividad que genera un efecto llamada. Señoras y señores, las elecciones municipales son unas elecciones administrativas, sí; pero además de gestionar mejor, debemos promover principios ideológicos sólidos aplicados a esta gestión eficaz. Y mis convicciones son conocidas: libertad y legalidad, responsabilidad individual y fortaleza social, mérito y esfuerzo, solidaridad y valores. Y el Partido Popular y así nos lo transmite permanentemente nuestro Presidente nacional, aportamos confianza, rigor, experiencia y eficacia en la gestión. Valores y características particularmente apreciadas en mi ciudad, una Barcelona que rebosa oportunidades y potencial, pero que le falta un mejor Gobierno, el del Partido Popular. Y por ello Barcelona precisa del cambio, un cambio que es imprescindible y que ya es imparable. Un cambio que ha de ser nítido, de prioridades, de políticas, de formas de gobernar. Un cambio sí, pero un cambio en la buena dirección, con más empleo, más bienestar, más seguridad, y políticas rigurosas en inmigración. Un cambio que precisa de decisiones estratégicas que marcarán nuestro futuro, y en las que el Partido Popular, no tengan ustedes la menor duda, tendrán un liderazgo y un protagonismo capital. Y les quiero avanzar que ese cambio que necesita Barcelona no es pasar de los trigobiernos socialistas de Hereu, Montilla y Zapatero, a una triple sociovergencia de gobierno de hecho en Barcelona, Cataluña, o España. El cambio tampoco es sustituir los tripartitos por el nacionalismo. El cambio no es pasar 32 años de un mismo gobierno socialista y de tripartitos municipales, a un primer año de gobierno nacionalista, con el entendimiento de Xavier Trías con la Ezquerra Republica de Joan Laporta, que ya han colaborado y han votado juntos en favor de la
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independencia el pasado domingo en la consulta soberanista celebrada en nuestra ciudad. Una consulta en la que, por cierto, y tras ella, el Partido Popular es, ahora más que nunca, garantía de estabilidad, de responsabilidad, de sensatez, de sentido común y también de sentido de Estado. Y frente a aquellos que pretenden que Cataluña salga de España, mi propuesta es que Barcelona y Cataluña salgan de la crisis. Una Barcelona y una Cataluña que siguen siendo con España, formando y configurando una misma realidad y unos sentimientos compartidos. Quiero asimismo una Generalitat también barcelonesa, y para que en Barcelona sea capital, sin confrontaciones institucionales de décadas entre Convergencia i Unió y el Partido Socialista, cuando gobernaban unos la Generalitat de Cataluña y otros el Ayuntamiento de Barcelona, pero también sin la confusión de los tripartitos cuando gobernaba ambos los dos lados de la plaza San Jaume. En 30 años de autogobierno en Cataluña las relaciones entre la Generalitat y el Ayuntamiento han venido marcadas por una confusión o una confrontación institucional, igualmente estériles para nuestra ciudad. Y por ello yo garantizaré un pleno entendimiento y una plena colaboración entre ambas Administraciones, en beneficio de todos los barceloneses. Yo quiero hacer de Barcelona una ciudad mejor y más humana, segura de ella misma y confiada en su futuro, y evocando a Francesc Cambó, que dijo que cuánto más grande sea Barcelona, más grande será Cataluña. Y cuánto más grande sea Cataluña, más grande será España. Quisiera finalizar esta intervención agradeciendo a todos ustedes su atención, y expresándole mi convicción y mi compromiso que el cambio, que encarar la ciudad de Barcelona permitirá que Barcelona pueda ejercer con su intensidad ese compromiso propio de su condición de capital de Cataluña, pero también ese compromiso de ser esa gran capital de España, que es. Muchas gracias.
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