¿Dónde está el museo? Ideas sobre los usos y significados de los museos de la ciencia
JUAN NEPOTE MESA 5
1. Knowledge and human power are synonymous
Francis Bacon
Los cambios que supuso, en todas las esferas de la sociedad, el fin de la Segunda Guerra Mundial, repercutieron hondamente en lo que se reconoce como una revolución del concepto moderno de museo (Marcousée, 1973), que pasó de ser un espacio regido por principios estéticos y eruditos a pretender convertirse en una institución accesible, comprensible, apreciada y disfrutada por toda la población (Pastor, 2004). De tal manera que actualmente es un lugar común decir que los museos de la ciencia1 son sitios idóneos para realizar actividades de divulgación que fomenten una cultura científica en la mayoría de la población, (Martínez, 1997) por factores los siguientes: la variedad –en gustos, edades e intereses- del público que asiste a los museos, las propias dinámicas que suceden en el museo y que facilitan el contacto directo y diverso entre los generadores y receptores del conocimiento científico, el hecho de que los visitantes de los museos depositan en éstos su confianza de manera incondicional (Hernández, 2003), y el que los museos constituyen una de las vitrinas de mayor envergadura, y de más fácil acceso, por las cuales la sociedad se asoma para formarse una imagen respecto a la ciencia y la tecnología. Para no dudar que los museos de la ciencia son un asunto de interés general en la población, basta una lectura de las estadísticas publicadas por la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe, en el año 2003: cerca de 105 millones de personas asisten cada año a uno de los más de mil 500 museos de ciencia que hay en el mundo2. Tan sólo en América Latina, 18 millones de personas cruzan cada año las puertas de los casi 300 museos que existen. Por ello, en la agenda de la mayoría de los gobernantes, y en las cabezas de empresarios, funcionarios de ministerios y consejos de ciencia y tecnología, habita la firme idea de abrir, a como dé lugar, un museo, bajo el pretexto de que los museos facilitan a la mayoría de la población el acceso al aprendizaje3. Prueba de este crecimiento exponencial es que en la década de los años setenta solamente existía una institución museística de este tipo en América Latina solamente existía una de estas instituciones antes de los años ochenta; nueve durante a lo largo de esa década, pero alrededor de 125 al terminar los años noventa. En 2004 se calculaba que existían más de 300 en todo el continente.
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Para el desarrollo del presente texto, cuando se haga alusión a la frase museo de la ciencia se entiende en una connotación ampliada de aquella del International Council of Museum: institución sin fines de lucro que colecciona, resguarda, organiza y expone material de corte científico-tecnológico, pero que también se concibe como un apoyo para el sistema de educación formal. 2 Estos datos hacen referencia a los museos de la ciencia que reconocen una intención clara por buscar la participación directa de los visitantes, aquellos espacios que han sido denominados como interactivos, los cuales excluyen zoológicos y museos históricos y arqueológicos. 3 En algunos casos, ni siquiera hay argumentos semejantes, sino que se trata de inaugurar un museo porque eso se ve bien entre la ciudadanía. El museo como mausoleo, como puente a la trascendencia de los efímeros periodos de gobierno.
Los museos de la ciencia son un asunto de interés público. En promedio, casi 157 personas acuden a ellos diariamente en América Latina. En el resto del mundo, más o menos 185 personas cada día. Y sin embargo, todavía no sabemos para qué queremos los museos de la ciencia4 y no entendemos aún cómo utilizarlos5. Los análisis y las propuestas en cuanto a museos de la ciencia se refieren, han surgido mayoritariamente del campo de la museografía; texturas, formas y materiales utilizados, tendencias en cuanto a diseño gráfico e industrial, por ejemplo, pero ha quedado pendiente actualizar las relflexiones desde una perspectiva del campo de la museología: ¿para qué queremos los museos de ciencia? ¿Cómo los estamos usando6? Si los museos de la ciencia nos ayudan a pensar la ciencia, no debemos obviar un paso anterior: pensar los museos de la ciencia.Parece que la generación de museos de la ciencia actualmente sigue un comportamiento que podríamos llamar Método Anticartesiano de Gestación de Museos de la Ciencia. Es decir, existo, luego pienso. Hagamos museos y luego vemos para qué los queríamos. ¿Dónde está el museo de la ciencia? Observamos que la gente que asiste a los museos de la ciencia no sabe muy bién para qué lo hace ni qué se espera de ellos dentro del museo. Pero en muchas ocasiones tampoco la gente que trabaja en los museos parece tener muy clara la idea de qué va a hacer con sus museos. Una pregunta que con cierta frecuencia aparece en los gabinetes de información en los museos es: ¿y dónde está el museo? 7 Una primera reflexión al respecto nos hace cuestionarnos si todos los que asisten a un museo de la ciencia tienen una idea clara de lo que encontrarán ahí dentro, lo que les está permitido hacer y lo que se espera de ellos. Una segunda reflexión nos conduce a preguntarnos si las herramientas de comunciación empleadas por el museo son las adecuadas, y si el personal que labora en los museos tiene una idea definida sobre los usos y significados que espera construir en su museo. De cualquier manera, es de subrrayar que en muchas ocasiones el potencial de los museos de la ciencia se explota a un nivel muy bajo y se desperdicia la oportunidad de que éstos sean agentes de cambio social, elementos determinantes para un cambio de actitud en sus usarios, que los lleven a pasar de la indiferencia al querer conocer (Wagensberg, 2006) se consoliden como promotores de una cultura científica8.
4 La mayoría de las evaluaciones que se realizan en estos museos tienen parámetros meramente cuantitativos. 5 Una de las quejas más frecuentes del personal operativo de los museos es que la gente no lee los textos ni atiende las indicaciones. 6 Tan sólo el empleo del verbo usar y usuarios en vez de visitar y visitantes puede representar un avance hacia la mejor comprensión de los museos de la ciencia. 7 La formulación de esa pregunta, o de una semejante, ha sido comprobado en 3 museos de México, 2 de Estados Unidos y 2 de Europa, de manera directa. 8 En el sentido que señala Carlos López Beltrán: Una cultura científica no es una donde todos saben mucho de ciencia; es una en la que todos saben ubicarse racionalmente frente a la ciencia y conocen los caminos, las rutas específicas que deben recorrer para hacer suya una porción de la ciencia o de la tecnología que les resulta atractiva, necesaria, útil.
¿Dónde está la ciencia en el museo? 2. Las buenas ideas son como las pulgas: brincan de un lado a otro, pero no a todos les pican. Bernard Shaw Los museos de la ciencia son herramientas susceptibles de ser utilizadas para pensar la ciencia, para motivar el reconocimiento, conocimiento y la apreciación de la ciencia, y la formación de una opinión que sea compatible con la visión científica del mundo, lo que significa fortalecer al menos 4 aspectos fundamentales en sus usarios: a) la gobernancia: al formar ciudadanos activos e informados que participen en la toma de decisiones en materia de políticas públicas; b) la educación: al satisfacer diferentes tipos de aprendizaje y estimular el gusto por el aprendizaje constante, a lo largo de la vida, la creatividad, el trabajo en equipo y la tolerancia; c) la popularización de la ciencia y la tecnología: al presentar de manera cercana, inteligible y significativa los desarrollos en investigación científica y producción de tecnología d) la identidad: al revalidar el pasado, redimensionándolo para construir el futuro desde el conocimiento. De acuerdo con Eduardo Martínez (Martínez, 1997), al poner de una forma accesible –en todos los sentidos- experiencias de descubrimiento y experimentación directas, en un ambiente multisensorial y multidimensional que alimenta la curiosidad, el usuario de los museos de la ciencia puede llevar a cabo una renovación epistemológica de los procesos de aprendizaje, Para cumplir con esto, resulta fundamental que el programa muselógico contemple una apuesta amplia y múltiple, un significado de interactividad rico y variado, que vaya mucho más lejos de la simple puesta en escena de dispositivos eléctricos, electrónicos y mecánicos que ejemplifiquen fenómenos naturales, sino que además contemple el empleo de lenguajes como exposiciones temporales, dispositivos experimentales, ferias de ciencia y tecnología, talleres demostrativos, ciclos de conferencias y actividades de vinculación, para generar una imagen de la ciencia que no se limite a sus contenidos formales, sino que aborde las dimensiones históricas, filosóficas, metodológicas y éticas de la ciencia, de tal manera que el usuario sea orillado a tratar ideas (Wagensberg, 2006) propias del conocimiento científico: objetividad, causalidad, búsqueda de regularidades y experimentación, y aproveche su potencial para erigirse como un punto de encuentro entre quienes hacen la ciencia, quienes la consumen, quienes la gestionan y quienes la producen.
De acuerdo con Jorge Wagensberg (Wagensberg, 2006), podemos detallar las características deseadas de los museos de la ciencia de la siguiente manera: 1.- Los usuarios de las exposiciones de un museo de ciencia es universal sin distinción de edad a partir de los 7 años, ni de formación, ni de nivel cultural, ni de ninguna otra característica. No existen visitantes de “diferente clase” en un museo de la ciencia. Ello es posible porque las exposiciones se basan en emociones y no en conocimientos previos. 2.- Los elementos de una exposición se emplean, prioritariamente, para estimular alguna de las siguientes tres clases de interactividad: Interactividad manual (que el usuario del museo toque o manipule algo.) Interactividad mental (que el usuario del museo reflexione o analice algo.) Interactividad cultural (que el usuario se involucre emotivamente con algo.) 3.- El museo de la ciencia es un espacio colectivo (aunque se pueda disfrutar individualmente). Así como el trabajo científico requiere de más de una persona, la trascendencia de una visita a un museo de ciencia depende en gran medida de la conversación que se genere dentro de él. 4.- Un museo se basa en la realidad, por lo que debe mantener un rigor científico y no emplear metáforas falsas ni presentar datos que ya no están vigentes. 5.- En un museo de la ciencia se trata al visitante como un adulto, en todos los sentidos. De la misma manera como se trata a un científico o a un futuro científico. Un ciudadano es museológicamente adulto en cuanto sabe leer y escribir. 6.- Cada persona, y por lo tanto, cada uno de los usuarios del museo tienen diferentes formas de aprendizaje. 7.- Dado que la ciencia es una representación de la realidad, y la realidad la aprehendemos por los cinco sentidos, las exposiciones de los museos de ciencia deben considerar que sus usarios huelen, escuchan, miran y siente por la piel y el gusto.
3 ¿Para qué queremos museos de la ciencia? Ningún otro período de la historia ha estado más impregnado de las ciencias naturales, ni ha dependido tanto de ellas como el siglo XX. Sin embargo, ningún otro período, desde la retractación de Galileo, se ha sentido menos a gusto con ellas. Eric Hobsbawm Una concepción amplia de los museos de la ciencia nos lleva a pensarlos como un conjunto de servicios culturales que rebasan los límites espaciales del edificio, para establecer alianzas con las comunidades a las cuales pertenece. En la siguiente tabla podemos encontrar podemos encontrar algunas relaciones claras entre la apreciación de la ciencia y el bienestar de una nación: % P.I.B. invertido en ciencia museos de la ciencia 1 2 3 4 5 6 7 8
Estados Unidos Inglaterra Alemania Japón Francia Canadá Italia Suiza
2,7 1,9 2,5 3 2,2 1,8 1 2,4
340 66 54 42 51 43 46 s/d
Fuentes: Nature, 2003, OCDE, 2003 y Red POP 2003
Los ocho países enlistados corresponden a los productores del 89 por ciento de la ciencia mundial. Es notoria la correspondencia entre inversión en investigación y producción científicas y creación de museos de la ciencia. Es decir, a mayor apreciación de la ciencia, mayor inversión en ésta. Se trata, entonces, de hacer hacer museología científica por decisión y no por omisión. Crear museos de la ciencia, sí, pero pensados, planeados con inteligencia y belleza. Firmes, constantes, nítidos. Congruentes con su responsabilidad social, celosos de su misión y visión, sin ceder a la comercialización engañosa, promotores de una cultura científica de base en la población, formadores de ciudadanos comprometidos, participativos e informados, que interpele y provoque a sus usarios para que se sientan inteligentes. Museos de la ciencia que asuman el reto de jugar un papel vital en la percepción social de la ciencia, en forjar una imagen de ésta como una empresa humana, inteligible, perfectible, hecha por hombres, producto de una mezcla entre lógica e imaginación: una actividad social compleja en la que todos podemos participar.
Bibliografía de referencia CEREIJIDO, Marcelino y Reinking, Laura. La ignorancia debida. Libros del Zorzal. Argentina, 2003. DE LA HERRÁN, José. Texto de recepción del Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica, El muégano divulgador, Mayo – Julio 2003. FARMELO, Graham y Carding, Janet. Here and now. Contemporary science and technology in museums and science centers. Science Museum of London. Inglaterra, 1997. HERNÁNDEZ, Francisca. El museo como espacio de comunicación. Ediciones Trea. España, 2003. LEMKE L., Jay. Aprender a hablar de ciencia. Editorial Paidós, España 1997. MARTÍNEZ, Eduardo y Flores, Jorge (compiladores). La popularización de la ciencia y la tecnología, reflexiones básicas. Fondo de Cultura Económica. México, 1997 MILES, Roger et al. El museo del futuro. Algunas perspectivas europeas. CNCA-UNAM. México, 1995. MARCOUSÉE, R. Changing , museums in a changing world en UNESCO: Museums, imagination and Education. Francia, 1973. PASTOR Homs, María Inmaculada. Pedagogía museística. Nuevas perspectivas y tendencias actuales. Editorial Ariel, España, 2004. WAGENSBERG, Jorge. Apuntes del curso Hacia una museología total, Barcelona, abril 2006. WAGENSBERG, Jorge. Ideas sobre la complejidad del mundo. Tusquets Editores, España 1985.
JUAN NEPOTE Coordinador de Divulgación Científica Trompo Mágico Museo Interactivo
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