DOS OBRAS FUNDAMENTALES DEL SIGLO XV

DOS OBRAS FUNDAMENTALES DEL SIGLO XV Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique (1440-1479) - A pesar de su poesía amorosa, Jorge Manrique es

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DOS OBRAS FUNDAMENTALES DEL SIGLO XV

Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique (1440-1479)

- A pesar de su poesía amorosa, Jorge Manrique es conocido sobre todo por las Coplas a la muerte de su padre, en las que el dolor por la muerte de su padre conduce al poeta a reflexionar sobre la vida y la muerte, conectando con una larga tradición de literatura funeraria, iniciada en el LBA con el llanto del Arcipreste a la muerte de Trotaconventos, y constituida por elegías, plantos – lamentaciones por la pérdida d e un ser querido, en una – y danzas de la muerte, bailes con una estructura dramática en la que la Muerte invita sucesivamente a bailar con ella a los representantes de diversos sectores sociales, desde el Papa y el Emperador, hasta el Escudero y el Labrador, mientras repasa su vida y se presenta como un poder igualador, ya que a todos les llega. - Temas: - la fugacidad de las cosas (ubi sunt?) y el paso del tiempo (tempus fugit) - el homo viator (hombre caminante): la consideración de la vida terrenal como un viaje hacia la vida eterna. - menosprecio del mundo (contemptu mundi) - la muerte como igualadora de todos los hombres (ricos y pobres, señores y vasallos), memento mori (recuerda que has de morir), - la inestabilidad de la Fortuna - Forma métrica: la copla de pie quebrado, estrofa formada por dos sextillas, estrofas de seis versos cada una, cuyo esquema métrico es el siguiente: 8a 8b 4c : 8a 8b 4c), agrupadas de dos; en total, la obra está compuesta por cuarenta coplas. - Estructura: - Estrofas 1-24 (trata los temas que comentados antes) - Estrofas 25-40 (ensalza la figura de su padre, la esperanza de la vida eterna y la fama de aquellos cuyo recuerdo queda en el mundo tras su desaparición, como el caso de su padre, en virtud de sus cualidades morales y de sus hechos memorables).

La Celestina

La Celestina (1499) es un producto de dos autores, uno desconocido, autor del primer acto, y otro conocido, Fernando de Rojas, quien en el prólogo de la obra confiesa haber encontrado ese primer acto que tanto le interesó y que le decidió a continuar (y acabar) la obra. En lo que se refiere al título de La Celestina, su adopción – frente al dado por el autor – responde, en principio, al gusto de los lectores, que así lo popularizaron. ¿Es una novela o una obra de teatro? La Celestina es una obra de teatro escrita no para ser representada, sino recitada; además adopta estrategias propias de la novela (como la división en capítulos, que el autor llama actos). ¿Cuál es el argumento? Calisto, un joven caballero, entra en el huerto de Melibea persiguiendo a un halcón y se enamora de ella. La joven le rechaza y Calisto, desesperado, recurre a una vieja de nombre Celestina, conocida por sus diversos oficios: prostituta, hechicera, alcahueta... El desenlace es trágico: Celestina, por su avaricia, muere a manos de Sempronio y Pármeno, criados de Calisto que son, a su vez, ajusticiados. Calisto, que ha logrado el amor de Melibea, se estrella contra las piedras del suelo al acudir en defensa de uno de sus criados. Melibea, horrorizada, se lanza desde lo alto de una torre. Personajes - Calisto ha sido considerado como una parodia del amante cortés: es egoísta y egocéntrico, no respeta el secreto amoroso, requisito consustancial al amante cortés; por el contrario, expone públicamente los favores que va recibiendo de Melibea. Se comporta alocada y ridículamente, y trata a su amante no como una gran dama, sino como una vulgar prostituta, no buscando (al menos al principio) otro premio que la relación sexual con ella. - En oposición a Calisto, Melibea parece mostrarse firme, activa e imperiosa con Celestina y los criados; su comportamiento no es propio de una muchacha ingenua e ignorante, sino más bien el de una doncella maliciosilla. - Celestina es, quizá, la gran protagonista, la que mueve los hilos de todos los personajes: de Calisto y Melibea, para sarcarles el dinero; de Pármeno y Sempronio, estimulando su codicia, para que le ayuden en su empresa; de Elicia y Areúsa, las dos jóvenes prostitutas que tiene a su cargo, para controlar a Pármeno y a Sempronio. ¿Qué temas trata la Celestina? - El amor se presenta como una enfermedad que afecta sobre todo a los protagonistas. - La amistad es otro de los temas de la obra. Las amistades establecidas entre los distintos personajes de la obra, concebidas a partir del egoísmo, desembocan en tragedia. - La Fortuna, arbitraria y hostil, conectada al tema de la riqueza. La Fortuna solía representarse como una casa balanceándose en la cima del pico de una montaña; un lado del tejado estaba hecho de piedras preciosas; el otro, de barro y paja. Los personajes quieren alcanzar rápidamente el lado de las piedras preciosas, pero la mayoría termina despeñándose por el lado del barro y la paja. - La muerte, como en las danzas cuatrocentistas, viene a ser, más que un tema, un personaje de la obra. - El tema de la magia se concreta en la philocaptio, la inducción por medios mágicos a la lujuria, de la que los sermones y la Inquisición hacían responsables a las alcahuetas y cuya utilización por parte de Celestina nos deja la duda de si Melibea estaba enamorada desde el principio de Calisto o, por el contrario, nada hubiera sentido por él de no haber intervenido la alcahueta. - La situación de los judíos conversos en el XV (la familia de Calisto sería de cristianos viejos, y la de Melibea, de judíos conversos o cristianos nuevos, por lo que su matrimonio sería imposible).

I Recuerde1 el alma dormida, avive el seso2 y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado3, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor. II Y pues vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir, allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí, los ríos caudales, allí, los otros medianos y más chicos; allegados4, son iguales los que biven por sus manos y los ricos. Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre

1

Despierte. Sentido. 3 Recordado. 4 Llegados. 2

ANTOLOGÍA DE TEXTOS DE LA CELESTINA

FRAGMENTO DE UNO DE LOS SUPUESTOS PRÓLOGOS DE FERNANDO DE ROJAS S i bien queréis ver mi limpio motivo, (…) b uscad bien el fin de esto que escribo, o del principio leed su argumento: leedlo, veréis que, aunque dulce cuento, amantes, (…) os muestra salir de cativo5 (…) como el doliente que píldora amarga o la recela, o no puede tragar, métela dentro del dulce manjar; engáñase el gusto, la salud se alarga: desta manera mi pluma (…) poniendo dichos lascivos, rientes, A trae los oídos de penadas gentes6 [que] d e grado escarmientan e arrojan su carga.

1)

¿Cuál es el “limpio motivo” de Rojas para escribir La Celestina?

2)

¿Cómo justifica la lascivia de la obra y su inmoralidad?

3)

¿A qué otro prólogo de una obra ya estudiada, te recuerda? ¿Por qué?

ACTO I 5 6

De cativo , del mal. (N. del E.)

Penadas por el amor

En una edición falsificada de 1502, el argumento del “primer aucto” situaba el encuentro de los jóvenes en el jardín de Melibea, donde Calisto habría entrado persiguiendo su halcón. Pero parece seguro que los argumentos no son de Rojas y se sospecha que éste imaginó tal encuentro en el interior de una iglesia, como ocurre en otras muchas obras medievales: ello explica las referencias semiblasfemas de Calisto y sus exageraciones o hipérboles sacras (tan corrientes, por otra parte, en la retórica amorosa del siglo XV). La escena era necesaria para zanjar la razón de no haber pedido Calisto a los padres de Melibea su hija en casamiento, puesto que ella le desechó, y, por consiguiente, el acudir a Celestina para que con sus artes la trajese a su amor.

CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. MELIBEA.- ¿En qué, Calisto? CALISTO.- En dar poder a natura7 [para] que de tan perfecta hermosura te dotase y facer a mí, inmérito 8, tanta merced que verte alcanzase y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Sin duda incomparablemente es mayor tal galardón que el servicio, sacrificio, devoción y obras pías que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofrecido, ni otro poder mi voluntad humana puede cumplir. ¿Quién vio en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre, como agora el mío? Por cierto los gloriosos santos, que se deleitan en la visión divina, no gozan más que yo agora en el acatamiento 9 tuyo. Más ¡oh triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza y yo misto me alegro con recelo del esquivo tormento, que tu ausencia me ha de causar. MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes esto, Calisto? CALISTO.- Téngolo por tanto en verdad que, si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad. MELIBEA.- Pues aún más igual galardón te daré yo, si perseveras. CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído! MELIBEA.- Más desventuradas de que me acabes de oír. Porque la paga será tan fiera, [como] merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras, Calisto, ha sido de ingenio de tal hombre como tú, haber de salir para se perder en la virtud de tal mujer como yo. ¡Vete!, ¡vete de ay, torpe! Que no puede mi paciencia tolerar que haya subido 10 en corazón humano comigo el ilícito amor comunicar su deleite. CALISTO.- Iré como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su estudio 11 con odio cruel. Calisto, así rechazado, comunica sus cuitas con el criado Sempronio CALISTO.- Dame acá el laúd. SEMPRONIO.- Señor, vesle aquí. CALISTO.- ¿Cuál dolor puede ser tal que se iguale con mi mal? SEMPRONIO.- Destemplado está ese laúd. CALISTO.- ¿Cómo templará el destemplado? ¿Cómo sentirá la armonía aquel, que consigo está tan discorde? ¿Aquel en quien la voluntad a la razón no obedece? ¿Quien tiene dentro del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad, injurias, pecados, sospechas, todo a una causa 12? Pero tañe e canta la más triste canción, que sepas. SEMPRONIO Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía: gritos dan niños e viejos e el de nada se dolía CALISTO.- Mayor es mi fuego e menor la piedad de quien agora digo. SEMPRONIO.- No me engaño yo, que loco está este mi amo. CALISTO.- ¿Qué estás murmurando, Sempronio? SEMPRONIO.- No digo nada. 7

Natura, la naturaleza. Inmérito, no merecedor 9 En el acatamiento tuyo, en tu contemplación. 10 Que haya subido, que haya surgido. 11 Estudio, cuidado, aplicación. 12 A una causa: por el amor. 8

CALISTO.- Di lo que dices, no temas. SEMPRONIO.- Digo que ¿cómo puede ser mayor el fuego que atormenta [a] un vivo, que el que quemó tal ciudad e tanta multitud de gente? CALISTO.- ¿Cómo? Yo te lo diré. Mayor es la llama que dura ochenta años, que la que en vn día passa, y mayor la que mata vn ánima, que la que quema cien mil cuerpos. Como de la aparencia a la existencia, como de lo vivo a lo pintado, como de la sombra a lo real, tanta diferencia hay del fuego que dices, al que me quema. Por cierto, si el del purgatorio es tal, mas querría que mi espíritu fuese con los de los brutos animales, que por medio de aquel ir a la gloria de los santos. SEMPRONIO.- ¡Algo es lo que digo! ¡A más ha de ir este hecho! No basta loco, sino hereje. CALISTO.- ¿No te digo que hables alto, cuando hablares? ¿Qué dices? SEMPRONIO.- Digo que nunca Dios quiera tal; que es especie de herejía lo que [has dicho]. CALISTO.- ¿Por qué? SEMPRONIO.- Porque lo que dices contradice la cristiana religión. CALISTO.- ¿Qué a mí? SEMPRONIO.- ¿Tú no eres cristiano? CALISTO.- ¿Yo? Melibeo soy e a Melibea adoro e en Melibea creo e a Melibea amo. SEMPRONIO.- Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el corazón de mi amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más menester. Bien sé de qué pie cojeas. Yo te sanaré.

1) Señala las figuras literarias que encuentres en la conversación entre Calisto y Sempronio.

2) ¿Qué relación existe entre este texto y el anterior? ¿Tiene que ver con la actitud de Calisto a la hora de hablar de Melibea?

El remedio para sanar a Calisto es Celestina… CALISTO.- ¿Cómo has pensado de hacer esta piedad? SEMPRONIO.- Yo te lo diré. Días ha grandes que conozco en fin desta vecindad una vieja barbuda, que se dice Celestina, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades ay. Entiendo que pasan de cinco mil virgos los que se han hecho e deshecho por su autoridad en esta ciudad. A las duras peñas promoverá e provocará a lujuria, si quiere.

Pero Pármeno tiene su propia opinión de Celestina… PÁRMENO.- (…) Si entre cien mujeres va e alguno dice: ¡puta vieja!, sin ningún empacho luego [ella] vuelve la cabeza e responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías en los mortuorios13, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella passan tiempo. Si passa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca de las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡puta vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros e armeros, herradores, caldereros, arcadores14, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores. Labradores en las huertas, (…) en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán 15 cotidiano. (…) ¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena ¡puta vieja!? CALISTO.- E tú ¿cómo lo sabes y la conoces? PÁRMENO.- Saberlo has. Días grandes son pasados que mi madre, mujer pobre, moraba en su vecindad, la cual rogada por esta Celestina, me dio a ella por sirviente; aunque ella no me conoce, por lo poco que la serví e por la mudanza, que la edad ha hecho. CALISTO.- ¿De qué la servías? PÁRMENO.- Señor, iba a la plaza e traíale de comer e acompañábala; suplía en aquellos menesteres, que mi tierna fuerza bastaba. Pero de aquel poco tiempo que la serví, recogía la nueva memoria lo que la vejez no ha podido quitar. Tiene esta buena dueña al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías16, en la cuesta del río, una casa apartada, medio caída, poco compuesta e menos abastada. Ella tenía seis oficios, conviene saber: labrandera17, perfumera, maestra de hacer afeites e de hacer virgos, alcahueta e un poquito hechicera. Era el primer oficio cobertura de los otros, so color del cuál muchas mozas destas sirvientes entraban en su casa a labrarse e a labrar camisas e gorgueras e otras muchas cosas. Ninguna venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino e de las otras provisiones, que podían a sus amas hurtar. (…) Asaz era amiga de estudiantes e despenseros e mozos de abades 18. A estos vendía ella aquella sangre inocente de las cuitadillas, la cual ligeramente aventuraban en esfuerzo de la restitución, que ella les prometía. Subió su fecho a más: que por medio de aquellas comunicaba con las más encerradas, hasta traer a ejecución su propósito. E aquestas en tiempo honesto, como estaciones, procesiones de noche, misas del gallo, misas del alba e otras secretas devociones. Muchas encubiertas vi entrar en su casa. Tras ellas hombres descalzos, contritos (…), que entraban allí a llorar sus pecados. (…) Hacía física 19 de niños, tomaba estambre de unas casas, dábalo a filar en otras, por achaque de entrar en todas. Las unas: ¡madre acá!; las otras: ¡madre acullá!; ¡cata la vieja!; ¡ya viene el ama!: de todos muy conocida. Con todos esos afanes, nunca pasaba sin misa ni vísperas ni dejaba monasterios de frailes ni de monjas. Esto porque allí hacía ella sus aleluyas 20 e conciertos. E en su casa hacía perfumes21, (…) tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de alambre, de estaño (…). Hacía con esto maravillas: que, cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada, que tenía. (…) ¿Quién te podrá dezir lo que esta vieja fazía? E todo era burla e mentira22.

… aunque no tarda en ser seducido por ella…

13

Mortuorios: entierros. El que limpia, sacude y esponja la lana. 15 El trabajo. 16 Tenerías , fábricas de curtidos. 17 Costurera. 18 Abades , clérigos, cura. 19 Física: medicina. 20 Aleluyas , cosas de contento. 21 Otra hechicera, con sus aparejos, puede verse en El asno de oro de Apuleyo: « Tenia yerbas aromáticas, planchas de bronce con letras grabadas de letras desconocidas, pedazos de hierro de barcos naufragados, miembros de náufragos, huesos y pedazos de cadáveres desenterrados, narices y dedos, clavos todavía con pedazos de carne de ahorcado, vasijas llenas de sangre de degollados, calaveras de hombres medio devorados por las fieras y arrebatados de entre sus dientes... ’ ». Bueno será aquí recordar que Demócrito dice servir la calavera de ahorcado para medicina; que Anteo confeccionaba brebajes, que daba a beber en ella contra las mordeduras de perro rabioso; que Apolonio aseguraba que contra el dolor de muelas era bueno frotarlas y las encías con el diente de un ahorcado. 22 Burla e mentira , superstición. 14

CELESTINA.- Pláceme, Pármeno, que [hayamos tenido] oportunidad para que conozcas el amor mío contigo (…) Has de saber, Pármeno, que Calisto anda de amor quejoso. E no lo juzgues por eso por flaco (…). E sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdaderas. La primera, que es forzoso el hombre amar a la mujer e la mujer al hombre. La segunda, que el que verdaderamente ama es necesario que se turbe con la dulzura del soberano deleite, que por el hacedor de las cosas fue puesto, porque el linaje de los hombres perpetuase, sin lo cual perecería. E no solo en la humana especie; mas en los peces, en las bestias, en las aves, en los reptiles y en lo vegetativo (…). ¿Qué dirás a esto, Pármeno? ¡Neciuelo 23, loquito, angelico, perlica, simplezico! ¿Lobitos en tal gestico24? Llegate acá, putico25, que no sabes nada del mundo ni de sus deleytes. ¡Mas rabia mala me mate, si te llego a mí, aunque vieja! Que la voz tienes ronca, las barbas te apuntan. Mal sosegadilla debes tener la punta de la barriga. PÁRMENO.- ¡Como cola de alacrán! CELESTINA.- E aún peor: que la otra muerde sin hinchar e la tuya hincha por nueve meses. PÁRMENO.- ¡Hy!, ¡hy!, ¡hy! CELESTINA.- ¿Ríeste, landrezilla26 fijo? PÁRMENO.- Calla, madre, no me culpes ni me tengas, aunque mozo, por insipiente. Amo a Calisto, porque le debo fidelidad (…). Véole perdido e no hay cosa peor que ir tras deseo sin esperanza de buen fin y en especial, pensando remediar[lo] (…) con vanos consejos e necias razones de aquel bruto Sempronio (…). No lo puedo sufrir. ¡Dígolo e lloro! CELESTINA.- ¿Pármeno, tú no ves que es necedad o simpleza llorar por lo que con llorar no se puede remediar? PÁRMENO.- Por eso lloro. Que, si con llorar fuese posible traer a mi amo el remedio, tan grande sería el placer de la tal esperanza, que de gozo no podría llorar; pero así, perdida ya toda la esperança, pierdo el alegría e lloro. (…) CELESTINA.- (…) El poder ser sano [está] en mano desta flaca vieja. PÁRMENO.- ¡Mas, desta flaca puta vieja! CELESTINA.- ¡Putos días vivas, bellaquillo!, e ¡cómo te atreves...! PÁRMENO.- ¡Como te conozco...! CELESTINA.- ¿Quién eres tú? PÁRMENO.- ¿Quién? Pármeno, hijo de Alberto tu compadre, que estuve contigo un mes, que te me dio mi madre, cuando morabas a la cuesta del río, cerca de las tenerías. CELESTINA.- ¡Jesú, Jesú, Jesú! ¿E tú eres Pármeno, hijo de la Claudina? (…) ¡Pues fuego malo te queme, que tan puta vieja era tu madre como yo! ¿Por qué me persigues, Pármeno? ¡Él es, él es, por los santos de Dios! Allégate a mí, ven acá, que mil azotes e puñadas te di en este mundo e otros tantos besos. ¿[Te acuerdas] cuando dormías a mis pies, loquito? PÁRMENO.- Sí, en buena fe. E algunas veces, aunque era niño, me subías a la cabecera e me apretabas contigo e, porque olías a vieja, [huía] de ti. CELESTINA.- ¡Mala landre te mate! ¡E cómo lo dice el desvergonzado! Dejadas burlas e pasatiempos, oye agora, mi hijo, e escucha. (…). Hijo, bien sabes cómo tu madre, que Dios haya, te me dio viviendo tu padre. El cual como de mí te fuiste, con otra ansia no murió, sino con la incertidumbre de tu vida e persona. Por la cual ausencia algunos años de su vejez sufrió angustiosa (…) vida. E al tiempo que della pasó, envió por mí e en su secreto te me encargó e me dijo sin otro testigo que te buscase e (…) abrigase e, cuando de cumplida edad fueses, (…) te descubriese dónde dejó encerrada tal copia 27 de oro e plata, que basta más que la renta de tu amo Calisto. E porque se lo prometí (…) en pesquisa e seguimiento tuyo yo he gastado asaz tiempo e cuantías, hasta agora (…).que te hallase aquí, donde solos ha tres días que sé que moras. Sin duda dolor he sentido, porque has por tantas partes vagado, e peregrinado, que ni has habido provecho ni ganado deudo ni amistad (…) Por tanto, mi hijo, deja los ímpetus de la juventud e tórnate con la doctrina de tus mayores a la razón. Reposa en alguna parte. ¿E dónde mejor, que en mi voluntad, en mi ánimo, en mi consejo, a quien tus padres te remetieron? (…) Deja los vanos 23

Diminutivo mimoso Lobitos, enemiguito. 25 Putico, sinónimo, para Celestina, de flor. 26 Landrezilla, landre, voz usada en las maldiciones. ¡Mala landre te dé! 27 Copia, cantidad. 24

prometimientos de los señores, los cuales desechan la substancia de sus sirvientes con huecos e vanos prometimientos. Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón (…) E mucho te aprovecharas siendo amigo de Sempronio. PÁRMENO.- Celestina (…), no sé qué hacer, perplejo estoy. Por una parte téngote por madre; por otra a Calisto por amo. Riqueza deseo; pero quien torpemente sube a lo alto, más cae que subió. No quería bienes malganados. CELESTINA.- Yo sí. A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo (…) ¡O si quisieses, Pármeno, qué vida gozaríamos! Sempronio ama a Elicia, prima de Areusa. PÁRMENO.- ¿De Areusa? (…) Maravillosa cosa es. CELESTINA.- ¿Pero bien te paresce? PÁRMENO.- No cosa mejor. CELESTINA.- Pues tu buena dicha quiere, aquí está quién te la dará.

1) ¿Qué argumentos utiliza Celestina para seducir a Pármeno? ¿Qué le ofrece?

Una vez recibido el encargo y parte de la paga, Celestina decide ir a casa de Melibea para interceder por Calisto. Pero antes conjura a Plutón, dios de los infiernos, a fin de que le ayude a doblegar la voluntad de Melibea…

CELESTINA.- Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la Corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos, que los hervientes étnicos montes manan, gobernador e veedor de los tormentos e atormentadores de las pecadoras ánimas, regidor de las tres furias, Tesífone, Megera e Aleto28, administrador de todas -las cosas negras del reino de Stigie e Dite29, con todas sus lagunas e sombras infernales, e litigioso caos, mantenedor de las volantes harpías30, con toda la otra compañía de espantables e pavorosas ydras31; yo, Celestina, tu más conocida cliéntula32, te conjuro por la virtud e fuerza destas bermejas letras33; por la sangre de aquella nocturna ave34 con que están escritas; por la gravedad de estos nombres e signos, que en este papel se contienen; por la áspera ponzoña de las víboras, de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado: vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad e en ello te envuelvas e con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya, lo compre e con ello de tal manera quede enredada que, cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición, e se le abras e lastimes de crudo e fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí e me galardone mis pasos e mensaje. Y esto hecho, pide e demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento35, [me tendrás] por capital enemiga; heriré con luz 36 tus cárceles tristes e escuras; acusaré 28

Tres eran las Furias, al servicio de Plutón, porque como sean cosa tan mala como la furia, la rabia y enajenamiento de la razón, al dios infernal habían de servir. Son vírgenes incorruptibles por dones para poder castigar a los pecadores. Según Servio, llámanse Diras en el cielo, esto es, crueles; en la tierra, Furias, y en el infierno, Euménides o benévolas por ironía. Tienen por compañeras, según Ovidio, al miedo, al espanto y a la locura. 29 Stigie e Dite. Estigia es laguna que atraviesan las almas para llegar al infierno. Dite es, en latín, lo que Plou/twn [ploúton] en griego, esto es, rico, por ser dios de las minas, siéndolo de la tierra. 30 Arpías, monstruos de olor infecto que corrompían cuanto tocaban; anunciaban la peste. 31 Las ydras son serpientes de agua, y según Plinio son las de más hermoso parecer y más ponzoñosas, como la hidra lernea que mató Hércules en la laguna llamada Lerna, cerca de Argos, con nueve cabezas, según Higinio y Apolodoro, o ciento, según Diodoro. 32 Seguidora, adoradora. 33 Es decir, escritas con sangre. 34 Se refiere al murciélago. 35 Le amenaza, lo cual es propio de la magia y hechicería, en la cual se supone tener poder sobre los dioses, quedando encadenados al hechizo.

cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre. E otra e otra vez te conjuro. E así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto. Realizado el conjuro, Celestina se presenta en casa de Melibea y consigue hablar con ella… CELESTINA.- Señora (…) Dios la deje gozar su noble juventud e florida mocedad, que es el tiempo en que más placeres e mayores deleites se alcanzarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla37 de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de lo por venir, vecina de la muerte, choza sin rama, que se llueve por cada parte, cayado de mimbre, que con poca carga se doblega. MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal de lo que todo el mundo con tanta eficacia gozar e ver desean? CELESTINA.- Desean harto mal para sí, desean harto trabajo. Desean llegar allá, porque llegando viven e el vivir es dulce e viviendo envejecen. Así que el niño desea ser mozo e el mozo viejo e el viejo, más; aunque con dolor. Todo por vivir. Porque como dicen, viva la gallina con su pepita38. Pero ¿quién te podría contar señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre, aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera e fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, aquel espacioso comer? Pues ¡ay, ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos, cuando sobra la gana e falta la provisión; ¡que jamás sentí peor ahíto, que de hambre! 1) ¿Qué semejanzas ves entre esta conversación y la que tuvo en su momento Celestina con Pármeno? ¿Y qué diferencias encuentras?

2) ¿Qué procedimiento utiliza Celestina para definir la vejez y los daños que produce?

3) ¿Produce la impresión Celestina de hablar con vehemencia y desorden, o se advierte que bajo esta impresión late un orden perfectamente calculado? Razona tu respuesta.

4) Ya has leído lo suficiente para hacerte una idea de cómo es Celestina… descríbela.

36

El demonio se goza en las tinieblas, como los murciélagos; la luz le hiere y la aborrece. Mancilla, vergüenza. 38 Viva la gallina aunque esté enferma; la pepita es una enfermedad de la lengua de las gallinas, que les impide cacarear. 37

Las maquinaciones de Celestina finalmente dan sus frutos. Algún tiempo después de su primera entrevista, Melibea solicita de nuevo la presencia de la vieja alcahueta, para que le dé una solución al dolor que le empieza a causar Calisto…

MELIBEA.- ¿Cómo dices que llaman a este mi dolor, que así se ha enseñoreado en lo mejor de mi cuerpo? CELESTINA.- Amor dulce. MELIBEA.- Eso me declara qué es, que en solo oírlo me alegro. CELESTINA.- Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una dulce e fiera herida, una blanda muerte. MELIBEA.- ¡Ay mezquina de mí! Que si verdad es tu relación, dudosa será mi salud. Porque, según la contrariedad que esos nombres entre sí muestran, lo que al uno fuere provechoso acarreará al otro más pasión. CELESTINA.- No desconfíe, señora, tu noble juventud de salud. Que, cuando el alto Dios da la llaga, tras ella envía el remedio. Mayormente que sé yo al mundo nacida una flor, que de todo esto te dé libre. MELIBEA.- ¿Cómo se llama? CELESTINA.- No te lo oso decir. MELIBEA.- Di, no temas. CELESTINA.- ¡Calisto! ¡O por Dios, señora Melibea!, ¿qué poco esfuerzo es este? ¿Qué descaescimiento? ¡O mezquina yo! ¡Alza la cabeza! ¡O malaventurada vieja! ¡En esto han de parar mis pasos! Si muere, matarme han; aunque viva, seré sentida, que ya no podrá sufrirse de no publicar su mal e mi cura. Señora mía Melibea, ángel mío, ¿qué has sentido? ¿Qué es de tu habla graciosa? ¿Qué es de tu color alegre? Abre tus claros ojos. ¡Lucrecia! ¡Lucrecia!, ¡entra presto acá!, verás amortecida a tu señora entre mis manos. Baja presto por un jarro de agua. MELIBEA.- Paso, paso, que yo me esforzaré. No escandalices la casa. CELESTINA.- ¡O cuytada de mí! No te descaezcas, señora, háblame como sueles. MELIBEA.- E muy mejor. Calla, no me fatigues. CELESTINA.- ¿Pues qué me mandas que haga, perla graciosa? ¿Qué ha sido este tu sentimiento? Creo que se van quebrando mis puntos. MELIBEA.- Quebróse mi honestidad, quebróse mi empacho, aflojó mi mucha vergüenza, e como muy naturales, como muy domésticos, no pudieron tan livianamente despedirse de mi cara, que no llevasen consigo su color por algún poco de espacio, mi fuerza, mi lengua e gran parte de mi sentido. ¡O!, pues ya, mi buena maestra, mi fiel secretaria, lo que tú tan abiertamente conoces, en vano trabajo por te lo encubrir. Muchos e muchos días son pasados que ese noble caballero me habló en amor. Tanto me fue entonces su habla enojosa, cuanto, después que tú me le tornaste a nombrar, alegre. Cerrado han tus puntos mi llaga, venida soy en tu querer. En mi cordón le llevaste envuelta la posesión de mi libertad. Su dolor de muelas era mi mayor tormento, su pena era la mayor mía. Alabo e loo tu buen sufrimiento, tu cuerda osadía, tu liberal trabajo, tus solícitos e fieles pasos, tu agradable habla, tu buen saber, tu demasiada solicitud, tu provechosa importunidad. Mucho te debe ese señor e más yo, que jamás pudieron mis reproches aflacar tu esfuerzo e perseverar, confiando en tu mucha astucia (…). Pospuesto todo temor, has sacado de mi pecho lo que jamás a ti ni a otro pensé descubrir. CELESTINA.- Amiga e señora mía (…) Yo daré forma cómo tu deseo e el de Calisto sean en breve cumplidos. MELIBEA.- ¡O mi Calisto e mi señor! ¡Mi dulce e suave alegría! Si tu corazón siente lo que agora el mío, maravillada estoy cómo la ausencia te consiente vivir. ¡O mi madre e mi señora!, haz de manera cómo luego le pueda ver, si mi vida quieres. 1) ¿Cuál es la reacción de Melibea al reconocer, gracias a Celestina, que Calisto es la causa de su dolor? Ten en cuenta que ésta no es una obra de teatro con acotaciones. Tienes que deducirlo del diálogo.

2) ¿Qué le dice Melibea a Celestina una vez ha reconocido que se siente atraída por Calisto? ¿Qué diferencias ves entre la actitud de Melibea en su primera conversación con Calisto y entre ésta otra con Celestina?

Finalmente, Calisto y Melibea se encuentran, a escondidas, en el jardín de la joven…

CALISTO.- Pues, señora e gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga. MELIBEA.- ¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu deseo era el que regía mi son e hacía sonar mi canto? Pues conseguida tu venida, desapareció el deseo, destemplose el tono de mi voz. Y pues tú, señor, eres el dechado de cortesía e buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar e no a tus manos que estén quedas? ¿Por qué no olvidas estas mañas? Mándalas estar sosegadas e dejar su enojoso uso e conversación incomportable. Cata, ángel mío, que así como me es agradable tu vista sosegada, me es enojoso tu riguroso trato; tus honestas burlas me dan placer, tus deshonestas manos me fatigan, cuando pasan de la razón. Deja estar mis ropas en su lugar e, si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué me tocas en la camisa? Pues cierto es de lienzo. Holguemos e burlemos de otros mil modos, que yo te mostraré, no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras? CALISTO.- Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas.

1) ¿Qué quiere decir Melibea cuando le reprocha a Calisto que a ella le mande cantar y que no mande a sus propias manos que se estén quietas?

2) ¿Qué quiere decir Calisto con su última frase? ¿De qué figura literaria se vale para decirlo?

3) Teniendo en cuenta la conversación anterior entre Melibea y Celestina, y cómo se comporta Melibea en esta primera cita con Calisto y lo que le dice… ¿te parece una doncella engañada?

El encuentro entre Calisto y Melibea no termina nada bien… la muerte se pasea por el jardín, dejando a Pleberio, el padre de Melibea, lamentándose por la muerte de su hija…

PLEBERIO.- (…) ¡O duro corazón de padre! ¿Cómo no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu amada heredera? ¿Para quien edifiqué torres? ¿Para quien adquirí honras? ¿Para quien planté árboles? ¿Para quien fabriqué navíos? ¡O tierra dura!, ¿cómo me sostienes? ¿Adonde hallará abrigo mi desconsolada vejez? ¡O fortuna variable, ministra e mayordoma de los temporales bienes!, ¿por qué no ejecutaste tu cruel ira, tus mudables ondas, en aquello que a ti es sujeto? ¿Por qué no destruiste mi patrimonio? ¿Por qué no quemaste mi morada? ¿Por qué no asolaste mis grandes heredamientos? Dejárasme aquella florida planta, en quien tú poder no tenías. (…) ¡O mundo, mundo! Muchos mucho de ti dijeron (…); yo por triste experiencia lo contaré, (…) como aquel, que mucho ha fasta agora callado tus falsas propiedades, por no encender con odio tu ira, porque no me secases sin tiempo esta flor (…). Pues agora sin temor (…): yo pensaba en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos regidos por alguna orden; agora visto el pro e la contra de tus bienandanzas, me pareces un laberinto de errores, un desierto espantable, una morada de fieras, juego de hombres que andan en corro, laguna llena de cieno, región llena de espinas, monte alto, campo pedregoso, prado lleno de serpientes, huerto florido e sin fruto, fuente de cuidados, río de lágrimas, mar de miserias, trabajo sin provecho, dulce ponzoña, vana esperanza, falsa alegría, verdadero dolor. (…) Prometes mucho, nada cumples; (…) Haces mal a todos, porque ningún triste se halle solo en ninguna adversidad, diciendo que es alivio a los míseros, como yo, tener compañeros en la pena. Pues desconsolado viejo, ¡qué solo estoy! 1) ¿Qué tópico literario encontramos en las primera líneas del planto de Pleberio?

2) ¿Qué dos partes bien diferenciadas tiene el texto? ¿Cuál es el tema de cada uno?

3) Señala las figuras literarias que encuentres en el texto y para qué crees que se utilizan.

4) Recuerda la visión que de la vida y la muerte se daba en las Coplas de Manrique. ¿Qué diferencia fundamental encuentras entre la visión de Manrique y la del padre de Melibea?

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