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Algunas Conceptulizaciones sobre La Angustia “Nadie puede sentirse seguro si no tuvo una mirada de niño que lo aseguro”
Introducción La angustia se traduce en sensaciones físicas, que van de la simple contracción epigástrica a la parálisis total y frecuentemente está acompañada de un intenso dolor psíquico. Este motivo es el más frecuente de consulta, ya que la angustia es el paradigma del displacer y la moneda común entre los afectos displacenteros. En medicina, el síntoma es un trastorno que remite a un estado mórbido; en cuanto a la inhibición, se la define en general como una limitación de la actividad emocional o fisiológica. La idea de este trabajo es un intento de recorrer el concepto de angustia a través de la obra de Freud, relacionando la angustia con las dos teorías, con el concepto de trauma y de síntoma. Dejare para otra oportunidad su relacion a la represión, a los afectos, a lo ominoso y a la angustia de muerte.
Desarrollo La angustia constituye una reacción a un peligro experimentado por el sujeto, sin embargo no puede aprehenderlo con precisión, y menos aún explicárselo. Hay que diferenciarla del miedo y del terror. El miedo, remite a un objeto bien definido, y el terror, deriva del afecto de la sorpresa en un sujeto no preparado para la irrupción de un acontecimiento particular Ambas son nociones claramente definidas por Freud en Más allá del principio del placer (1920), “…La angustia sería característica de un estado de espera relativo a un peligro no identificado con claridad…”.
Al referirse a la angustia en las 25º Conferencias de introducción al psicoanálisis “La angustia” (1916), Freud relacionaba la angustia con un estado y hacía abstracción del objeto, para diferenciarla del miedo. Asimismo, el terror parecía provenir de la materialización de un peligro, para el cual el sujeto no había podido prepararse, precisamente por faltar una angustia previa. “…Se puede decir, concluye, que el hombre se defiende del terror con la angustia…”
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Angustia y Trauma Subsiste el hecho de que en la experiencia clínica se observan estados de angustia insoportables, los cuales, más bien que incitar al individuo a movilizarse contra el peligro inminente, lo hacen caer en una inhibición total, marcada casi siempre por un sentimiento de pánico intenso. Al tratar de la angustia real ante el mundo exterior, Freud asimila una reacción invalidante de ese tipo a la reactivación de un trauma con la actualización total de su carga afectiva; dicho de otro modo, con todo el impacto del terror. Sin posibilidad de fuga o elaboración psíquica, el sujeto se encuentra frente al surgimiento de una angustia excesiva, la misma que le faltó en la situación traumática caracterizada por el efecto de sorpresa y estupefacción La angustia inagural estaría en relación con el trauma de nacimiento. Se remonta de la reacción de angustia a la situación de peligro, cuyo prototipo seguirá siendo el nacimiento. Freud da cuenta de dos niveles de angustia. El primero, es un afecto entre sensación y sentimiento, una reacción a una pérdida, a una separación. Esta parte de la angustia, que Freud califica de originaria, es la que sería producida por el estado de desamparo psíquico del lactante separado de la madre, “…que satisface todas sus necesidades sin demoras…”.
El segundo, la angustia es un afecto señal, como reacción al peligro de la castración en un tiempo “…en que el yo del sujeto intenta sustraerse de la hostilidad de su superyó…”. Se trata aquí, para Freud, de la angustia que sobreviene en un sujeto en el momento de la fase fálica. La irrupción de la angustia en un sujeto, para Freud, es siempre articulable a la pérdida de un objeto fuertemente investido, ya se trate de la madre o del falo. La teoría de la angustia formulada por Freud responde sobre todo a las tesis del trauma del nacimiento, donde el nacimiento es un verdadero trauma. El nacimiento es el prototipo del afecto angustia. De la intensidad del trauma, y por lo tanto de la cantidad de angustia emergente en esa situación primordial, derivaría según él la evolución del sujeto hacia la normalidad o la patología. La teoría del trauma y de la seducción, son parte y dan cause a la teoría de la realidad psíquica. La discusión en torno al tema del trauma real reactivó el debate sobre la teoría de la seducción. 2
La angustia, para Freud, en relación al trauma y a la realidad psíquica, se podría deber a: 1) La angustia ante un peligro real; donde la angustia del sujeto se caracteriza por lo que la motiva, es decir, un peligro exterior cuya causa es la inmadurez biológica del hombre 2) La angustia automática; donde la angustia es una reacción a una situación traumática de origen social, reacción mediante la cual el organismo se defiende espontáneamente 3) La señal de angustia; donde es la reproducción en forma atenuada de una situación traumática experimentada primitivamente La señal de angustia es entonces un mecanismo puramente psíquico que funciona como símbolo mnémico que le permite al yo reaccionar mediante una defensa. Dos teorías frente a la Angustia Las dos primeras formas se encuentran elucidadas desde 1895 en los Estudios sobre la histeria y en el estudio comparativo de la neurastenia y la neurosis de angustia En lo que se denomina su primera teoría de la angustia (1896-1907), Freud asocia la génesis de la angustia con un coito insatisfactorio donde la angustia sería entonces Ia manifestación del hecho de que una cantidad de energía no es dominada. En el artículo “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia”, Freud da cuenta que: “…los síntomas de la neurosis de angustia son como subrogados de la acción específica que falta a continuación de la excitación sexual…” . “…... lo que lleva a la neurosis de angustia son todos los factores que impiden la elaboración psíquica de la excitación sexual somática. Las manifestaciones de la neurosis de angustia aparecen cuando la excitación sexual somática, desviada hacia afuera del psiquismo, se invierte de manera subcortical en reacciones totalmente inadecuadas…”
De este análisis resulta entonces que la neurosis de angustia subyacente a los estados de ansiedad comúnmente observados provendría de una transformación directa de la libido en angustia; este planteo va a dar lugar a la elaboración de la primera teoría de la angustia A la pregunta de ¿Cómo se generaría la angustia?, Freud afirmaría que “…la angustia surge de una trasformación de tensión acumulada…”, y esta tensión puede ser de naturaleza física o
psíquica. Para él, en este momento, es una conversión de la angustia la que produce la histeria y la neurosis de angustia
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Para ese entonces Clasifica a las neurosis “actuales” (1895) según cuatro items: * Su etiología es sexual y actual. * Tiene un punto de vista económico (es un problema de cantidad). * Hay una inadecuada descarga somática. * Hay un aumento de tensión que no es tramitada psiquicamente. La separación se podría encontrar a partir del momento en que la neurosis se convierte en la representante del conflicto entre el yo y el ello. El yo es siempre el lugar elegido de la angustia, en el que confluyen las manifestaciones de la libido del yo (pulsión sexual) y del instinto de conservación (pulsión del yo). En la conferencia 26º “La teoría de la líbido y el narcisismo” de las Conferencias de introducción al psicoanálisis, Freud, a propósito de la distinción entre las pulsiones sexuales y las pulsiones del yo, escribe: “…De modo que atribuir la parte afectiva de la angustia real a la líbido del yo, y la acción que se manifiesta en esa oportunidad al instinto de conservación del yo, nos posibilita hacer a un lado todas las dificultades teóricas…”.
Asimismo, en El yo y el ello, se lee que la líbido del yo o líbido narcisista se constituye secundariamente con relación a las investiduras de objetos exteriores, de tal modo que la calidad de éstas determinaría la problemática narcisista del sujeto. Tanto la angustia real como la angustia neurótica, tanto aquella que anuncia un peligro exterior como la que anuncia un peligro interior, se remitirían a un mismo origen, a saber: Un trauma del que el organismo no pudo liberarse siguiendo la norma del principio de placer; ahora bien, mientras que la angustia real reside totalmente en su manifestación, sea ella del orden de la señal o del pánico, la angustia neurótica se manifiesta mediante ciertas formas de organización psíquica destinadas a contenerla, de las cuales el proceso de inhibición y el compromiso sintomático constituyen los principales ejemplos. Freud define la inhibición como una limitación normal de la función del yo, y el síntoma como una manifestación (o un signo) de la modificación patológica de esas mismas funciones. El síntoma puede estar o no vinculado a una inhibición, y en general es el sustituto de una satisfacción pulsional que no se ha producido: lo mismo que el sueño y el acto fallido, constituye una formación de compromiso entre las representaciones reprimidas y las instancias represoras. Éste adopta formas particulares según el tipo de patología: conversión en la histeria, desplazamiento sobre un objeto externo en la fobia. 4
En inhibición síntoma y angustia, Freud distingue cinco funciones sujetas a inhibiciones: La función sexual, la alimentación, la locomoción, el trabajo social y las inhibiciones especializadas. La inhibición sexual masculina toma cuatro formas: Impotencia psíquica, falta de erección, eyaculación precoz, falta de eyaculación. La inhibición sexual femenina se da esencialmente en la histeria (como la inhibición de la marcha). La inhibición en el trabajo remite tanto a la histeria como a la neurosis obsesiva. Freud examina a continuación la perturbación de la función alimentaria; la caracterizan la inapetencia (anorexia) y, por otro lado, la intensificación del apetito (bulimia): “…La compulsión a comer es motivada por la angustia de inanición; no obstante, esta cuestión ha sido poco estudiada. Conocemos el síntoma del vómito como defensa histérica contra la alimentación. El rechazo a la comida que se desprende de la angustia pertenece a los estados psicóticos (delirios de envenenaniento)…”
Angustia y Síntoma La fobia, es la que sin duda, en este contexto, explica mejor las relaciones entre la angustia y el síntoma. En cuanto este último, si realiza la transacción satisfactoria entre la reivindicación pulsional y la organización yoica, contribuye a ligar toda la energía libidinal, con lo cual vuelve innecesaria la manifestación de angustia. Además, en el caso privilegiado de la fobia, el síntoma incluye aún la inhibición: donde bajo el efecto de la censura, se realizaría un desplazamiento del afecto ligado a la representación reprimida sobre otra representación más anodina que, a su vez, ve vedado su acceso a la conciencia por la acción de un proceso inhibidor. La problemática neurótica consistiría, en el temor a perder el objeto materno o el objeto de amor, y esto en un sujeto expuesto en momentos cruciales de la vida serían equivalente al temor de la castración o a la idea de muerte. “…Con la experiencia de que un objeto exterior, perceptible, es capaz de poner fin a la situación peligrosa que evoca la del nacimiento…”.
Freud da cuenta en Inhibición, síntoma y angustia, “…el contenido del peligro se desplaza de la situación económica a lo que es su condición determinante: la pérdida del objeto…”.
Los síntomas en los obsesivos, impiden directamente la aparición de angustia, en cuanto hacen posible ligar toda la energía libidinal en lo que comúnmente se denomina rituales obsesivos, conductas de anulación.
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Los síntomas en la histeria, si logran convertir toda la energía libidinal en síntomas corporales, también impiden la aparición de angustia, procurándole además al sujeto la ilusión de que conoce el origen de su mal. Por su función de ligadura de la excitación libidinal, el síntoma vuelve entonces innecesaria la manifestación de la angustia, tanto frente al verdadero peligro pulsional que el síntoma se encarga de recubrir, como frente al simple quantum de energía que contribuye a ligar más o menos completamente. En los síntomas histéricos hay un resurgimiento de un incidente traumático pasado, al cual el individuo ya no tiene acceso (en otras palabras, no dispone del recuerdo consciente), y que sólo se manifiesta por esas crisis de angustia imposibles de prever y dominar. En el modelo de la histeria, la angustia compartiría la definición general de los afectos atestiguadores de la reviviscencia de ciertos acontecimientos significativos vividos por el sujeto y depositados como sedimentos geológicos más o menos reconocibles y accesibles
Conclusión Considerada por Freud como una reacción afectiva ante el peligro, la angustia tiene por lo tanto la función de preparar los sistemas psíquicos para la organización defensiva. Su objeto, aunque no es identificable, remitiría a la proximidad de un factor traumático que no se puede eliminar siguiendo la norma del principio de placer y según la definición del trauma. Sin duda, Freud conserva siempre, paralelamente a esta concepción, la idea de la transformación en angustia del exceso libidinal cuando ésta no puede invertirse en la formación de un síntoma; el ejemplo de las neurosis actuales confirma esta eventualidad. Sin embargo, la importancia de la nueva concepción metapsicológica, que eleva la producción de la angustia a la categoría de una señal, y que hace del yo el lugar de esta operación, reside en una especie de inversión de la dinámica defensiva propuesta hasta ese momento para caracterizar las neurosis; en efecto, ya no es la represión lo que produce la angustia, sino la angustia lo que produce la represión, en el sentido de que, en tanto señal de displacer percibida por el yo, ella le permitirá utilizar diversos modos de defensa, entre ellos, en particular, la represión. La angustia aparece entonces como totalmente funcional en la economía del sujeto.
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Constitutiva de la organización psíquica, deja además entrever en términos más generales la fuente de los afectos en los sedimentos de acontecimientos traumáticos muy antiguos que, como lo da a entender Freud en Inhibición, síntoma y angustia, de acuerdo con el modelo de los accesos histéricos, serían entonces reactualizados como símbolos mnémicos en el curso de situaciones similares. No podría dejar de nombrar a la angustia no sentida, encontrada en las patologías actuales donde en el funcionamiento mental se establece una claudicación del trabajo psíquico, trabajo de representación (acto de combinar las percepciones, sus inscripciones y los afectos que despiertan) y de evocación, quedando el sujeto, inmerso en el universo perceptual, donde la manera de resolver esta sobrecarga es a través del acto, donde el hecho angustiante es actuado para eludir la angustia. Donde las palabras faltan. La palabra es la mejor herramienta que tenemos frente a la angustia tal como cita Freud: “…Las palabras fueron originariamente ensalmos, y la palabra conserva todavía hoy mucho de su antiguo poder ensalmador. Mediante palabras puede un hombre hacer dichoso a otro o empujarlo a la desesperación, mediante palabras el maestro trasmite su saber a los discípulos, mediante palabras el orador arrebata a la asamblea y determina sus juicios y sus resoluciones. Palabras despiertan sentimientos y son el medio universal con que los hombres se influyen unos a otros. Por eso, no despreciemos el empleo de las palabras en la psicoterapia y démonos por satisfechos sí podemos ser oyentes de las palabras que se intercambian entre el analista y su paciente…” Sigmund Freud Conferencias de introducción la psicoanalisis 1916 – 1917 Los Actos Fallidos Parte I Introducción
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Bibliografía ⇒ Diccionario de Psicoanálisis; J. Laplanche, J-B Pontalis ⇒ Freud, S. “Sobre la justicación de separa de la neurastenia un determinado sindrome en calidad de neurosis de angustia”. (1895 [1894] AE III. ⇒ Freud, S. “Tres esnsayos de teoría sexual”. AE VII. 1905. ⇒ Freud, S. “La represión”. AE XIV. 1915. ⇒ Freud, S. “25º Conferencias de introducción al psicoanálisis. AE XVI (1916 - 1917). “La Angustia” ⇒ Freud, S. “26 º Conferencias de introducción al psicoanálisis AE XVI (1916 - 1917). “Teoría de la libido y Narcisismo” ⇒ Freud, S. “Lo Ominoso”. AE XVII (1919). ⇒ Freud, S. “Más allá del principio del placer” AE XVIII (1920), ⇒ Freud, S. “El yo y el ello”. AE XIX (1923) ⇒ Freud, S. “Inhibición, síntoma y angustia”. AE XX (1925) ⇒ Freud, S. “32º Nuevas Conferencia de introducción al psicoanálisis AE XXII (1932). “Angustia y Vida Pulsional”.
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