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América Latina: La integración regional entre luces y sombras
Susana DELBÓ Diciembre 2009
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I.
LOS AÑOS 70
II.
LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA
III.
LA ÚLTIMA DÉCADA
IV.
LA CANDENTE ACTUALIDAD POLÍTICO-ELECTORAL EN 2009
COMENTARIOS FINALES
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INTRODUCCIÓN “La concepción de América latina como
una sola nación – La Patria Grande – echa raíces en el ori-
gen mismo de nuestras repúblicas. Los principales hombres de la independencia la proclamaron como objetivo fundamental, desde Monteagudo a Artigas, y luego Bolívar intentó hacerla realidad en el Congreso de Panamá en 1826. A mediados del siglo XIX, aquel proyecto parecía ya un sueño irrealizable pues las presiones foráneas y la acción disociadora de las burguesías compradoras de los puertos habían roto los viejos vínculos, creando países “hacia fuera”, fomentando rivalidades absurdas, insertando cuñas hasta crear un incontenible mosaico de imposibilidades históricas”…”en vez de formar una sola Nación, como lo hicieron las colonias anglosajonas que se separaron de Inglaterra, estaban divididas en veinte países diferentes y a veces hostiles entre sí” en “Manuel Ugarte (1875-1951) y la lucha por la unidad latinoamericana”, Biografía de Norberto Galazo, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 2001. Luego de la frustración del proyecto unificador de San Martín y de Bolívar, desde diversos lugares de América latina se alzaron voces reivindicando la necesidad de una sola Patria Grande, libre y unida. Entre otros, el chileno Francisco Bilbao, el cubano José Martí y el venezolano Rufino Blanco Bombona levantaron esta convocatoria. En ella se destacó un argentino, Manuel Ugarte, desarrollando una dura lucha desde 1901. Convencido socialista, amigo de Jean Jaurès, Ugarte intentó ensamblar esa bandera en la lucha contra el imperialismo anglosajón y la prédica por la unidad latinoamericana. Como muchos visionarios comprometidos con la causa de la emancipación de los pueblos de América Latina, murió exiliado, igual que el Libertador San Martín, en Francia, en 1951 y silenciado por sus compatriotas. En los años 1970 uno de los más importantes escritores y ensayistas y poetas de la región, el uruguayo Eduardo Galeano escribe “Las Venas Abiertas de América Latina” donde dice: “Es América Latina la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha transmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y sus capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo”…”el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos y que los lugares privilegiados por la naturaleza han sido malditos por la historia.” Este libro-testimonio de gran fuerza que, como dijera hace poco su autor en un reportaje radial, no es una reliquia de algún museo de arqueología sino que conserva actualidad, cobró de nuevo fama a nivel mundial cuando el Presidente Chávez se lo obsequió al Presidente Obama en la reunión de Trinidad-Tobago. Poseerlo en épocas dictatoriales era un pasaporte a la desaparición o la 3
muerte por su alegato de libertad, por lo que descifra de la historia y de la identidad, del pasado y del presente latinoamericano. Región de un enorme potencial de riquezas de todo orden, América Latina siguió siendo el escenario de dominación de potencias extranjeras y, sobre todo después de la segunda guerra mundial, el “patio trasero” de los Estados Unidos. Claro que este vasallaje no se debe únicamente a los imperios sucesivos sino también – como lo recordaba el Presidente Lula hace poco – a la responsabilidad de las propias elites locales que fueron históricamente cómplices de los sucesivos golpes de Estado que frustraron procesos democráticos populares, entre otros el de Juan Perón en Argentina en 1955, de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1953, de Salvador Allende en Chile en 1973…
I.
LOS AÑOS 70
El triunfo de la Revolución cubana en 1959 irradió en la región latinoamericana con una fuerte politización y reclamo de soberanía real en países todavía semi-coloniales (es decir, los que conservan los atributos formales de la soberanía: bandera, himno, presidencia, etc., pero que siguen dependiendo de las imposiciones internacionales) y que siguen siendo culturalmente dominados. Las formas de lucha por la liberación llevaron a muchos a optar por la lucha armada: los Tupamaros en Uruguay, los Montoneros y ERP en Argentina, en Brasil, el Che en Bolivia, etc. Mientras en la vereda de enfrente, se profundizaba la Teoría de la Seguridad Nacional, que emanaba del conjunto de las fuerzas militares de América latina, bajo el paraguas de la política del “patio trasero” estadounidense. Vienen así los golpes de Estado con mucha mayor virulencia que los ocurridos en la historia convulsionada de la región: en 1973 es derrocado el primer Presidente socialista de América latina, Salvador Allende, que muere en su despacho de La Moneda (casa de Gobierno) frente a las fuerzas del golpista General Pinochet. Cunde la represión del pueblo chileno y el principal estadio de futbol se transforma en un campo de concentración, hecho que conmueve al mundo. Ocurren luego, coordinada y sucesivamente, los golpes de Argentina, Uruguay, Brasil. En 1976, el golpe en Argentina de la mano de Videla provoca en sus siete años de vigencia la más cruenta de las represiones con la desaparición y muerte de 30.000 personas y la destrucción de todo el aparato productivo del país y la instalación (antes de Reagan y Thatcher) del más feroz neo-liberalismo, cuyas consecuencias son todavía hoy patentes y que imperó e impera todavía en toda la región. “Estos procesos combinados de dictaduras militares y modelos neoliberales actuaron conjuntamente a la hora de desencadenar una extrema regresión en el equilibrio de poder entre las clases sociales: hubiera resultado impensable acometer la venta al por mayor de los recursos industriales nacionales, desplegada de modo más conspicuo en Chile, Uruguay y Argentina, sin aplastar previamente la capacidad del pueblo de defender sus intereses. Estos tres países habían alcanzado éxitos notables en sus empeños, poseían sistemas avanzados de protección social gestionados por el Estado que ejercían
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una función reguladora y desempeñaban un papel en la expansión del mercado interno, garantizando el bienestar social de la población.” (Emir Sader, América latina ¿el eslabón más débil?, artículo del 27-12-08)
II.
LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA
Los años 80 alumbran un escenario de democratización de América latina, y aparecen lo que algunos analistas designan como procesos “de transición a la democracia” (Guillermo O´Donnell). La ambición y el reclamo de democracia se expanden. Las dictaduras, me refiero sobre todo en el Cono Sur, van cayendo desde principios de esos años. La que tuvo mayor duración fue la dictadura chilena que sólo abandonó el poder después de 17 años, en las elecciones de 1990. Paradójicamente, hay un país, Colombia, que mantiene sus instituciones democráticas sin interrupción pero con una situación de conflicto interno que dura hace casi 50 años con la guerrilla de las FARC; otro gran país, México, se ha caracterizado por su institucionalidad democrática por la hegemonía del PRI – Partido de la Revolución Institucional, que gobernó durante más de 70 años y que ahora es gobernado por la derecha, en los mandatos últimos de Vicente Fox y luego del actual Presidente Calderón. Una marca positiva del inicio de la democratización de los 80 lo constituye la creación del MERCOSUR, bloque básicamente comercial formado por las recientes democracias de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay que, como un primer intento de los países del Cono Sur de consolidar las instituciones, inscriben en su acta Constitutiva la cláusula democrática como exigencia de pertenencia. Otros bloques formados anteriormente y cuya vida ha sido azarosa no contemplaban esta exigencia, no condenan las rupturas cívico-militares. Por eso este conjunto, inspirado en gran medida en lo que por entonces se llamaba la Comunidad Europea, constituyó un paso adelante. No obstante, todos los gobiernos elegidos de América latina, constituían lo que también se llamó “democracias formales”, incluso aquellos más progresistas como por ejemplo el del social-demócrata Rodrigo Borja en Ecuador, fines de los 80, porque seguían estando atrapados en la lógica neo-liberal y en el pensamiento único impuesto por el tarden Reagan-Thatcher: la puesta en práctica de los programas de privatizaciones impuestos en los distintos países latinoamericanos durante las décadas de 1980 y 1990 fue la derrota y el desarme de los movimientos de izquierda y del movimiento obrero, previamente existentes. El comportamiento del neoliberalismo en el terreno económico en América latina, con sus nefastas secuelas en el terreno social, fue lo que acarreó en muchos casos las derrotas de los gobiernos que lo habían defendido. Entre ellos, el de Alberto Fujimori en Perú, Carlos Andrés Pérez en Venezuela y Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia; también salieron de escena el PRI de México (luego de 70 años de hegemonía política), la alternancia de los dos partidos tradicionales del Uruguay con la llegada del Frente Amplio, así como también cayeron políticos que intentaban perpetuarlo como Fernando de la Rúa en Argentina, Lucio Gutiérrez en Ecuador, Gonzalo Sánchez de Lozada en 5
Bolivia. (Queda por señalar el aislamiento de líderes que hoy intentan conservar este paradigma como Felipe Calderón en México, Alan García en Perú, Michelle Bachelet en Chile o Alfonso Uribe en Colombia). Luego de algunas otras experiencias bastante fracasadas de los gobiernos democráticamente elegidos durante este período, América latina entra en el siglo XXI.
III.
LA ÚLTIMA DÉCADA El nuevo siglo arranca en América latina con un sorprendente comienzo. El continente,
que había sido, como hemos visto, territorio privilegiado para el neo-liberalismo y donde primero fue aplicado – Argentina, Chile, Bolivia – se ha convertido rápidamente en el área privilegiada no sólo de resistencia sino de construcción de nuevas alternativas al mismo. Se trata de dos caras de la misma moneda: precisamente por haber sido el laboratorio de los experimentos neo-liberales, América latina se está enfrentando ahora a sus consecuencias. Las décadas de 1990 y 2000 se muestran como dos décadas radicalmente opuestas. Durante la primera, como ya lo dijéramos, el paradigma neoliberal se impuso en diversos grados en prácticamente todos los países del continente, si exceptuamos Cuba. Clinton, que ni siquiera cruzó el Río Grande para firmar el primer Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se vio obligado, poco después, a aprobar un super-préstamo de Washington cuando estalló en México la primera crisis derivada de este paradigma. Estados Unidos continuó presionando en pro de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Esta iniciativa norteamericana fue muerta y enterrada en 2005 en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, Argentina, por la voluntad política de los gobiernos de la región, en presencia de George Bush. Antes, en 2001, en la Cumbre de las Américas de Canadá, Hugo Chávez había sido el único líder que votó contra la propuesta, mientras que Menem, Fujimori, Cardoso (Brasil) aceptaban dócilmente la propuesta de Clinton. Pero los tiempos estaban cambiando. Los protagonistas de esta década: Hugo Chávez había sido elegido en 1998 y a partir de allí asistió con alivio a las investiduras de Lula en Brasilia y de Néstor Kirchner en Buenos Aires en 2003, antes de asistir a la de Tabaré Vazquez en Montevideo en 2004, de Evo Morales en La Paz en 2005, a la de Daniel Ortega en Managua y de Rafael Correa en Quito en 2007 y por último la de Fernando Lugo en Asunción en 2008. Con grandes diferencias entre ellos, se denominen socialistas, nacional-populares o generalmente progresistas, estos líderes y estos proyectos tienen algo en común que es muy compartido: la voluntad de dejar atrás el paradigma neoliberal, que tanta injusticia ha provocado en los pueblos de este continente de la mayor desigualdad, a través de una fuerte apuesta por la integración, cada uno de ellos con mayor o menor radicalidad y con grandes dificultades, si se tiene en cuenta que las administraciones estatales están todavía teñidas con el viejo paradigma y que las burocracias son lentas y a veces renuentes a aceptar los cambios.
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No obstante, en este período, Chávez ha sido reelegido, al igual que Lula en 2006, Néstor Kirchner fue sucedido por su mujer, Cristina Fernández en 2007 como continuidad de su proyecto, completando el cuadro con Michelle Bachelet, dos mujeres presidentas en la región, como símbolo también de los nuevos tiempos. Evo Morales, primer presidente indígena, que rompió con más de 500 años de injusticia y por fin el pueblo boliviano tiene un mandatario que representa a la mayoría de su población, acaba de ser reelegido. También es de destacar que la elección de Fernando Lugo en Paraguay significó la ruptura de la hegemonía de más de 60 años que detentaba el Partido Colorado – del dictador Stroessner- en Paraguay. Por último, la reciente elección de José Mujica en Uruguay el 29 de noviembre, que sucede a Tabaré Vazquez, significa una nueva victoria del Frente Amplio y marca, como la reelección de Evo Morales este último 6 de diciembre, una continuidad en este novedoso proceso latinoamericano. Debemos recordar que esta confluencia latinoamericana de recuperación de la autonomía se ha visto asimismo reflejada en políticas económicas y fiscales responsables, que han hecho que los sacudones de la crisis planetaria se pudieron capear con menos consecuencias negativas para sus pueblos, aunque indudablemente se han sentido sus efectos en una disminución del crecimiento de los años anteriores. Este comportamiento regional explica que Brasil (cuya potencia internacional ya nadie discute) y Argentina, de mucha menos importancia estratégica, integren hoy el G20. Las instancias regionales y la integración Este es el gran desafío, la integración, viejo sueño trunco fundacional, Esta voluntad política de búsqueda de emancipación económica, política y social, se ve reflejada en las instancias regionales: el MERCOSUR se amplió para incorporar a Venezuela, Bolivia y Ecuador; se creó el eje andinocaribeño ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) como una nueva agrupación de los países que llevan a cabo procesos más profundos de cambios y que nació como iniciativa conjunta de Cuba y Venezuela en 2004, luego del fracaso del ALCA en Mar del Plata. Hoy está integrada además por Ecuador, Bolivia, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente de Granadinas y… Honduras. Uno de sus postulados más importantes es el de la necesidad de construir un nuevo sistema financiero acorde a los nuevos vientos de cambios y a la voluntad de emancipación, para lo cual sostienen, entre otras políticas, la necesidad de reemplazar al “patrón dólar” para las transacciones intra-regionales. Pero ciertamente el conjunto regional más vasto y de mayor implicancia de integración política en la región es UNASUR – Unión de Naciones del Sur, que agrupa a las naciones del sur, como su nombre lo indica, pobre todavía en términos institucionales pero que ha mostrado su vigor político en momentos cruciales: la urgente reunión de sus líderes en Santo Domingo para desactivar el conflicto entre Ecuador y Colombia, cuando este último país invadió a Ecuador en marzo de 2008 para desmantelar una base de la guerrilla de las FARC. Aunque las tensiones continúan entre ambos países y gobiernos a raíz, fundamentalmente, de ese hecho se logró en esa cumbre evitar una guerra entre países vecinos; también UNASUR se reunió de urgencia por iniciativa de las Presidentas de Argentina
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y de Chile cuando en septiembre de 2008 se produjo una escalada reaccionaria en Bolivia, en la llamada Media Luna (los departamentos más ricos del país) que intentó derrocar al Gobierno de Evo Morales y en el que fueron asesinados numerosos campesinos. Esta cumbre tuvo lugar en Santiago de Chile, bajo la Presidencia pro-témpore de Michelle Bachelet, en apoyo a la democracia boliviana y dio sus frutos por su impacto regional e internacional desactivando así las tendencias golpistas; un tercer momento a señalar de la acción de UNASUR fue el de la reunión en Bariloche, Argentina, motivada por la firma del acuerdo entre Colombia y Estados Unidos para la instalación de siete bases norteamericanas en territorio colombiano. Cumbre convocada por la Presidenta argentina, Cristina Fernández, a la que asistieron todos los presidentes, incluido Alvaro Uribe de Colombia y donde durante siete horas de discusión, que fueron televisadas en directo para toda Latinoamérica, se expusieron los peligros que entraña la instalación de estas bases, para todos, pero sobre todo los países fronterizos de Colombia, lo mismo que el inquietante reinicio de las actividades de la IV Flota estadounidense que, de nuevo, recorre las costas de la región. Como resultado de esta cumbre se puso en marcha el Consejo de Defensa de UNASUR, una novedad y uno de cuyos objetivos – quizás difícil de poder cumplir – es el de vigilar que esas bases en Colombia – hecho consumado, lamentablemente - no invadan la soberanía del resto de los países. También UNASUR se mostró activa en ocasión del golpe de Estado en Honduras, donde inicialmente el bloque reaccionó al unísono (como también lo hicieron el MERCOSUR y el ALBA) para condenar la ruptura democrática en un país que sólo pertenece al ALBA, (aunque Colombia y Perú dentro de UNASUR ya manifestaban menos entusiasmo por esta condena). Posteriormente, con los vaivenes de la errática posición de los Estados Unidos, las diferencias se hicieron más manifiestas en su seno. Simplificando, se podría decir que en UNASUR hay un grupo de países (Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Paraguay) que buscan superar o por lo menos atenuar el paradigma neoliberal, por lo que se oponen a la firma de tratados de Libre comercio con los Estados Unidos; y otros, minoritarios (Chile, Perú, Colombia) que sí los han firmado. Esto implica una diferencia esencial. La característica de todas estas principales instancias regionales es la ausencia en ellas de los Estados Unidos, a diferencia de la OEA (Organización de Estados Americanos) donde el rol de la primera potencia mundial es fundamental y cuya actuación frente al golpe en Honduras ha sido tan ambigua.
IV.
LA CANDENTE ACTUALIDAD POLÍTICO-ELECTORAL EN 2009
28 de junio: Las elecciones legislativas en la Argentina Las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009 provocaron una sacudida en las fuerzas gubernamentales que sólo alcanzaron un 32% de los votos y colocaron al gobierno de Cristina Fernández en una posición menos favorable, aunque con la primera minoría en ambas Cámaras. Las otras fuerzas políticas, un auténtico archipiélago de dirigentes – imposible hablar de partidos - que van desde la 8
más rancia derecha a agrupaciones llamadas de centro izquierda, con intereses variados y sin la capacidad hasta el momento de presentar una alternativa, se reparten el resto. Recordemos que Néstor Kirchner, de origen peronista, asume el 25 de mayo de 2003 con un discurso en el Parlamento que significa un viraje a la centro-izquierda respecto de las políticas hasta ese momento aplicadas. La crisis sufrida en el país en 2001, – auténtico anticipo de lo que sobrevendría en el mundo con la crisis del 2008 – llamaba a un auténtico cambio de rumbo del que el nuevo Presidente se hizo cargo mediante decisiones políticas, algunas de alto contenido simbólico: hizo descolgar del salón de los Presidentes el retrato del dictador Videla reformó la Corte Suprema de Justicia, apelando a la consulta popular para la designación de los jueces impulsó una política activa en pro de los derechos humanos y mandó al Parlamento el proyecto de anulación de las leyes de punto final y obediencia debida que, una vez aprobado, permitió reabrir los juicios y que hoy se estén juzgando a todos los genocidas en juicios ejemplares como el que involucra a los represores de la ESMA y la desaparición de las monjas francesas recuperó para el Estado algunas empresas privatizadas cuyo funcionamiento era pésimo (como el Correo argentino, o la Empresa de Aguas)} fomentó con políticas activas las actividades agropecuarias, con préstamos blandos del Banco de la Nación para levantar las hipotecas de casi 30 mil productores pequeños y medianos endeudados fomentó la renovación del parque industrial, desvastado obtuvo, con políticas económicas activas, un crecimiento de entre el 8 y 9% de la economía del país durante su mandato, el más importante en años canceló la deuda del país con el Fondo Monetario Internacional buscó desde el inicio la cercanía con los otros líderes de la región en su búsqueda de integración dentro de la Patria grande latinoamericana. Se puede decir que los años del mandato de Néstor Kirchner fueron de armonía, que construía poder en una especie de “concertación” con otras fuerzas o dirigentes bastante ambigua, pero sin tener enfrente una real oposición ya que la crisis del 2001 se había llevado puesto también a los partidos políticos tradicionales y que las minoritarias fuerzas de la derecha estaban bastante anestesiadas por el descalabro neoliberal que habían apoyado. Terminó su mandato con casi el 70% de opiniones favorables. Pese a que podría haberse presentado a reelección, Néstor Kirchner decidió dar un paso al costado y apoyó la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner que, en 2007, ganó limpiamente las elecciones presidenciales con un 46% en el primer turno, con una diferencia de más de 23% sobre la segunda candidata. En su discurso de asunción del mando Cristina anunció que su gestión iba a estar signada por la “redistribución de la riqueza” y la atención a los más necesitados; allí empezaron los problemas con una derecha que había empezado a organizarse y que utilizó el aumento de unos puntos de aumento en los derechos de exportación vigentes – sobre todo de la soja transgénica - para volcarse a las calles en apoyo de las organizaciones agrarias del “campo privilegiado” de la pampa
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húmeda. Las clases medias urbanas adhirieron a los intereses de la oligarquía y la popularidad de la Presidenta se vio seriamente afectada. Pero la voluntad política de Cristina Fernández no disminuyó y pese a ese revés, logró sacar leyes progresistas en el Parlamento, como el rescate de los Fondos de Pensión – una de las herencias más crueles del neoliberalismo, la re-nacionalización de Aerolíneas Argentinas, empresa privatizada en épocas de Menem y que fuera completamente desguazada por los capitales españoles, entre otras. En alguna medida los resultados poco favorables en las legislativas del 28 de junio de 2009 se explican por ese conflicto con las entidades agrarias. Tampoco este segundo e importante revés hizo retroceder Cristina: desde julio a diciembre se tomaron diversas iniciativas: giró al Parlamento un proyecto de ley, debatido previamente en numerosos foros en todo el país, sobre Servicios de comunicación audiovisual, cuyo principal objetivo es que tiende a disminuir ostensiblemente la escandalosa concentración mediática en el país, en manos de solo cuatro grandes grupos. Este proyecto, inspirado en gran parte en los servicios audiovisuales europeos, fue aprobado con amplias mayorías en las dos Cámaras. Y a partir del 1° de diciembre reformó la Ley de asignaciones familiares, extendiendo a todos los niños de 0 a 18 años hijos de desempleados la misma asignación que reciben los hijos de los asalariados. Esta es, sin dudas, una de las medidas más esperadas y progresistas de los últimos años y que beneficia a unos 3,5 millones de niños y jóvenes. Ahora, a partir de este 10 de diciembre han asumido los nuevos legisladores elegidos en junio. Viene entonces el tiempo de las negociaciones permanentes, caso por caso, ya que ha disminuido la representación parlamentaria oficial. Se abren grandes interrogantes para el futuro: qué pasará en las presidenciales de 2011? Pese a los catastróficos artículos de la prensa, la Argentina ha atravesado la crisis manteniendo sus políticas pro-crecimiento, su sistema económico y financiero sigue sólido, en los últimos meses el consumo se ha reactivado lo mismo que el empleo, se prevé un crecimiento para 2010 de cerca del 4% y el año 2009 se termina con un fuerte superávit comercial. 28 de junio: ¿Otra vez la pesadilla de los golpes de Estado en América latina? Gran repercusión y honda preocupación se produjeron en todo el continente a raíz de la ruptura institucional en Honduras el 28 de junio de 2009. Este pequeño país de América central, es sabido, es una de las repúblicas donde históricamente han predominado hegemónicamente cuatro o cinco familias oligárquicas que cuentan con el apoyo de los militares, asistidos por sus pares norteamericanos con su tristemente célebre Base de Palomeros. Manuel Zelaya accede al poder por uno de los dos partidos que se han repartido el poder de manera consecutiva, en este caso el Liberal. Zelaya es un hombre del “sistema”, como se dice corrientemente para simplificar. En el curso de su gestión, y como el mismo lo confesara, “advierte la enorme injusticia que reina en su país” y decide otorgar un aumento salarial a las clases más desfavorecidas y propone que en ocasión de las próximas elecciones presidenciales previstas el 29 de noviembre de 2009, se agregue una consulta no vinculante a la
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población de reforma de la Constitución. Y lo que es más grave para las fuerzas de derecha hondureñas, se asocia al ALBA, de neto corte izquierdista. Pasando por los detalles por todos conocidos, digamos en resumen que la política interna norteamericana se cristalizó en Honduras: los militares hondureños contaron con el apoyo de los republicanos estadounidenses en su puja contra Obama, y así el nuevo Presidente de los Estados Unidos pasó de un tímido rechazo al golpe (que nunca calificó como tal) declarando al principio que sólo reconocía al Presidente legítimo Zelaya –como lo hizo toda la comunidad internacional, menos Israel –, a propósitos más ambiguos sobre las elecciones – ilegítimas para muchos - del 29 de noviembre, realizadas mientras el presidente constitucional estaba alojado/asilado en la Embajada del Brasil y cuyo destino es incierto. Este mismo camino sinuoso y de ambigüedad siguió la OEA: pasó de la contundente condena a un discurso de compromiso con los golpistas y hoy hay una especie de resignada aceptación del nuevo Presidente Lobo, que asumirá próximamente la Presidencia, sin que nadie sepa todavía quién le va a entregar los atributos del mando.
29 de noviembre: Las elecciones presidenciales en Uruguay Uruguay es junto con Chile el país de América latina con un sistema de partidos políticos más estable. Históricamente existían dos grandes partidos tradicionales de centro-derecha, el Partido Nacional y el Partido Colorado, que se repartían el poder. Hasta que en los años 1970 irrumpe en la escena política el Frente Amplio, que reúne en su seno a distintas versiones de la izquierda uruguaya como el PC, el PS, el MPP – en la que militan ex - tupamaros – el Nuevo Espacio y otros. El Frente se va consolidando como opción de gobierno y gana a mediados de 1990 la Alcaldía de Montevideo, ciudad en la que habita casi la mitad de la población del país, de la mano de Tabaré Vazquez. Este es el trampolín que hace que en 2004 (luego de una elección fracasada) el dirigente socialista, Tabaré Vazquez, llegue a la Presidencia de la República. A principios del 2009 el FA elige en elecciones internas las candidaturas presidenciales para la próxima contienda electoral, en las que sale favorecido José Mujica, líder del MPP (Movimiento de participación popular) a pesar que el Presidente Vazquez había manifestado su predilección por su ex Ministro de Economía, Danilo Astori. No obstante, el Frente Amplio elige la fórmula encabezada por José Mujica, acompañado por Danilo Astori. José Mujica, de 74 años, es un militante histórico de la guerrilla Tupamaros de los años 70. Pasó 14 años en prisión en condiciones infra-humanas y luego, en democracia, optó por seguir luchando por sus convicciones a través de la política. (“la vida me enseño”, según sus palabras). Hombre sencillo y humano, poco afecto a los protocolos y al discurso tradicional de la vieja política, cautivó sobre todo a los jóvenes dentro del FA y luego a la sociedad uruguaya con su lenguaje sabio y sincero.
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En el primer turno logró un porcentaje que le permitió tener mayoría en ambas Cámaras y el 29 de noviembre ratificó la tendencia, ganando la elección presidencial con casi el 52% de sufragios, más de lo obtenido por Tabaré Vazquez en 2004. Fue una jornada dichosa para el progresismo en la región: puede discutirse si el FA fue, en la primera gestión, tan de izquierda como lo prometió desde el llano. Pero el gobierno de Tabaré termina con buenos indicadores en materia de políticas económicas y sociales, sobre todo de mejoras en la educación y la salud, baja de la pobreza. Así, José Mujica declara que él no será rupturista sino que continuará en la senda trazada por su antecesor, profundizando los cambios. “Seré un social-demócrata moderado”, dijo la noche de su elección. En cuanto a su adversario del Partido Nacional, Luis Lacalle, que obtuvo el 44% de los votos, fue muy expresivo en su ideología de derechas, macartista, brutal, rústico en sus acusaciones y en sus promesas. Pero esto no es una originalidad uruguaya sino una tendencia de las derechas en la región que suplen la oferta de programas por la descalificación y las injurias.
6 de diciembre: Las elecciones presidenciales en Bolivia Evo Morales y su Vice-presidente Álvaro García Linera, con su formación política MAS (Movimiento al socialismo) ganaron las elecciones presidenciales, con más del 64% de los votos, mientras sus adversarios quedaban a más de 40 puntos de distancia. Con este porcentaje también lograron la mayoría en la Asamblea legislativa plurinacional y en el Senado. Así, una semana después del triunfo de José Mujica en Uruguay, estos resultados fueron también motivo de celebración en el campo progresista del continente. Porque ya nadie duda que en Bolivia, por el voto popular, se ha refundado una nación que ahora, por fin, integra a todos sus ciudadanos. Este rotundo veredicto de las urnas marca al menos tres hitos importantísimos en la historia de Bolivia: Evo es el primer presidente democrático reelegido en dos términos sucesivos; es el primero además en mejorar el porcentaje de votos con el que fue electo la primera vez (54%); es el primero en obtener una abrumadora mayoría en la Asamblea legislativa plurinacional y en el Senado. Este veredicto es el broche de oro del desempeño electoral del líder boliviano. Recordemos: triunfo arrollador en la convocatoria de la Asamblea Constituyente en julio de 2006, que sentaría las bases institucionales del futuro Estado plurinacional; aplastante victoria en agosto de 2008 (67%) en el Referendo revocatorio forzado por el Senado, controlado por la oposición, con el propósito de derrocarlo; en enero de 2009, el 62% de la ciudadanía aprobó la Nueva Constitución Política del Estado. ¿Qué hay detrás de esta máquina de ganar elecciones, indestructible pese al desgaste de los 4 años gestión, los obstáculos interpuestos por la Corte Nacional electoral, la hostilidad de los Estados Unidos, las feroces campañas mediáticas en su contra, las campañas de desabastecimiento, los intentos de golpes de Estado y los planes de magnicidio?
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Lo que hay es un gobierno que ha cumplido con sus promesas electorales y que, por eso mismo, ha desarrollado una activa política social (planes para niños, para mayores de 60 años, para las mujeres embarazadas, contra el analfabetismo – Bolivia es ahora territorio libre de analfabetismo reconocido por la UNESCO – de construcción de hospitales). También ha registrado avances en materia de recuperación de las riquezas básicas (hidrocarburos) y un eficiente manejo de la economía que le permiten por primera vez en la historia de Bolivia contar con importantes reservas y una situación de bonanza fiscal. En cooperación con otros países de la región, Bolivia ha logrado asimismo desarrollar importantes obras de infraestructura. A todo esto se agrega la preocupación de Evo por concienciar, movilizar y organizar su base social, junto a su vice-presidente Álvaro García Linera, uno de los más lúcidos intelectuales latinoamericanos.
13 de diciembre: El primer turno de las elecciones en Chile Desde que se reinstaló la democracia en 1990 y durante estos 20 años, Chile estuvo gobernado por la Concertación de partidos políticos (Democracia Cristiana, Partido socialista, Partido por la democracia y Partido Radical Social Demócrata), una coalición única en el mundo por su conformación y por su vigencia, que se fue gestando durante la dictadura y donde los exilados chilenos en numerosos países del mundo tuvieron una notable participación. Estas fuerzas democráticas se expresaron por primera vez en el “no” al plesbicito a Pinochet. Gracias a su gran capacidad política de negociación democrática, la Concertación ganó las primeras elecciones presidenciales en 1990 con un candidato de la Democracia Cristiana, Patricio Aydwyn; en 1993 la Concertación elige otro demócrata cristiano, Eduardo Frei (vale recordar que la Democracia Cristiana estaba entonces posicionada como el principal partido de la Concertación); para la tercera elección presidencial el candidato es un socialista, Ricardo Lagos, de gran trascendencia y prestigio y que nombra como Ministra de la Defensa a Michelle Bachelet (hecho inédito hasta momento en Latinoamérica: una mujer a cargo de ese ministerio). Hasta la elección de Ricardo Lagos, la Concertación había procedido a realizar “primarias” abiertas en todo el territorio nacional para la designación del candidato. Pero cuando llegó el momento de elegir al sucesor/a de Ricardo Lagos, pese a que se intentó realizar las primarias abiertas, la presión de la opinión pública fue tal a favor de Michelle Bachelet que la candidata de la Democracia Cristiana, Soledad Alvear, decidió no presentarse y así Michelle quedó como única aspirante, con poco entusiasmo en ese momento de parte de las instancias partidarias de la Concertación, incluso el PS al que pertenece Michelle, que tuvieron que “aceptar” esta presión de la calle. Michelle Bachelet se impuso, otra vez la Concertación triunfante frente a una derecha que todavía estaba impregnada de “pinochetismo”. Sus primeros meses de gestión no fueron fáciles, pero luego
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logró con su delicado carisma vencer prejuicios y afianzarse en su gobierno, cuyo mayor logro se sitúa en el terreno social. Pero algo había cambiado en la Concertación. Quizás el desgaste de 20 años de gestión, quizás la falta de renovación de cuadros políticos… es llamativo en Chile la cantidad de diputados y senadores que, reelegidos una y otra vez, están en el Parlamento desde el reinicio de la democracia. Quizás la falta de debate interno en los partidos y el anquilosamiento de sus dirigentes que son siempre los mismos… A principios del año, el Partido Socialista decide que el candidato de la Concertación para las presidenciales de noviembre sería otra vez Eduardo Frei, de la DC y en acuerdo con esta formación. Allí se produce un mar de fondo en el interior del PS ya que muchos de sus dirigentes exigen que se continúe con el sistema de primarias abiertas que permitan que otros candidatos puedan presentarse. El Presidente del PS se obstina en su posición y allí se produce el quiebre: Marco Enríquez Ominami, diputado PS, con el apoyo de su padre, el histórico dirigente socialista Carlos Ominami, dejan el partido y Marco – de acuerdo con lo que prevén las normas chilenas – decide salir a juntar firmas para presentar su candidatura como “independiente”. Otra candidatura independiente es la de Jorge Arrate, que fuera un joven ministro de Salvador Allende, dirigente del PS durante décadas, que decide presentarse a las presidenciales con un arco de fuerzas independientes que incluye hasta el PC chileno. Mientras tanto la derecha, con la muerte de Pinochet, logra ir despegándose de esta pesada herencia en el imaginario popular: las disputas entre sus líderes, Lavín y Piñera se resuelven y finalmente Sebastián Piñera es el único candidato de ese espacio que, por primera vez van, entonces, llega unido a la contienda. Con este panorama es más fácil comprender los resultados de este domingo 13 de diciembre: Sebastián Piñera, de la Alianza de derecha, logra el 44% (lo mismo que tuvo la derecha chilena cuando votó “si” a Pinochet…), el poco carismático Eduardo Frei, de la Concertación, alcanza el 29% y pasa a la segunda vuelta, Marco Enriquez Ominami, independiente, llega al 20% y finalmente Jorge Arrate suma 7%. Si se es optimista, se podría decir que el arco de centro izquierda sumó el 55%, no obstante el segundo turno el 17 de enero de 2010 se presenta muy difícil para el candidato Frei ya que Marco Enriquez Ominami ha dejado a sus votantes la libertad de voto, mientras Jorge Arrate ya ha llamado a votar por Frei. Pero no alcanza. Habrá que ir observando cómo se desarrolla la movilización y hacia dónde van los votos de Marco en el segundo turno. Desde la óptica sudamericana, la posibilidad de victoria de Sebastián Piñera genera preocupación, aunque no sorpresa. Con Piñera en la Presidencia de Chile se generaría una “alianza del Pacífico” junto a Perú, Colombia y México, más volcada al acercamiento y acuerdos con los Estados Unidos que a la integración de la región. Recordemos que estos cuatro países, incluido Chile, no firmaron el acuerdo de creación del Banco del Sur.
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COMENTARIOS FINALES Interrogantes Pese a los buenos resultados en Bolivia y Uruguay, el proyecto de autonomía sudamericana que se ha ido gestando estos años se ve, en su futuro, afectado por varios interrogantes: ¿qué pasará con la sucesión de Lula, en las elecciones presidenciales de fin de 2010? ¿qué pasará en la Argentina en las presidenciales de 2011? Más cercanamente, existe también preocupación por la situación interna en Paraguay donde Fernando Lugo llegó a la Presidencia con una coalición de movimientos sociales que, poco a poco, se va debilitando y los apoyos políticos – por ejemplo el de su vice-presidente Franco – van desapareciendo, mientras la derecha tradicional se rearma visiblemente. El endurecimiento de la posición estadounidense con respecto a la región, ejemplificada en las últimas declaraciones amenazantes de H.Clinton para aquellos países que osan tener acercamientos con Iran y, en general, el cambio de actitud con respecto al golpe de Honduras y las bases estadounidenses en Colombia. La primavera de Obama, saludada por todos los líderes de la región en ocasión de su elección, duró bastante poco.
Los medios de comunicación En pocas palabras, los medios de comunicación concentrados resultan el mayor obstáculo para la consolidación de estos procesos democráticos. Red continental de expresión del pensamiento neoliberal, su gran influencia sobre todo en las grandes ciudades de la región, explica en alguna medida que en los últimos tiempos la derecha haya triunfado en los grandes centros urbanos (Argentina, Brasil, etc). Por eso es indispensable tratar reformas a las leyes que los rigen. Argentina ya lo hizo, y se están comenzando a tratar en Brasil, en Ecuador y otros. Este es un camino absolutamente necesario si se quiere romper con el cerco que imponen a través de la desinformación y del ocultamiento sistemático de la información sobre la acción de los gobiernos. Los partidos políticos Tema complejo que merecería un artículo especial. Pero no deseo cerrar esta nota sin referirme puntualmente al comportamiento de partidos políticos afiliados a la IS en el proceso de integración. Comienzo por la Argentina porque me parece el más paradigmático: el conflicto que asoló y asola a este país es, en el fondo, un conflicto por el modelo de país. Simplificando podemos decir que las fuerzas de derecha apoyan el modelo de concentración económica del modelo agro-exportador de corte neoliberal. A este conglomerado paradójicamente se sumaron en las últimas legislativas los dos partidos que revistan en la IS: la Unión Cívica Radical y la dirección Partido socialista (con el desprendimiento de algunos de sus dirigentes que votan con el gobierno). En Brasil, el principal partido progre-
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sista del Presidente Lula, el PT, aunque participa como observador, nunca adhirió a la IS. En el Frente Amplio uruguayo forman parte de la IS solo dos formaciones pequeñas, el PS y el Nuevo Espacio. En Perú gobierna Alan García con su histórico partido, el APRA, fundado por Haya de la Torre y que fuera columna vertebral de la IS en América latina. Hoy este partido y el gobierno de García revistan en el ala derecha del continente. En Ecuador el Partido de la izquierda democrática (PID) ha perdido su influencia en manos del proyecto progresista del Presidente Correa, lo mismo pasa en Bolivia, en Venezuela y así podríamos seguir con la lista… Se podría decir que la única manera de acercarse a la comprensión de los movimientos políticos latinoamericanos actuales es no aplicar categorías venidas de afuera. Este tema de las fuerzas políticas que acompañan a los actuales gobiernos, junto con el del movimiento de pensamiento crítico latinoamericano, podría ser objeto de un próximo artículo.
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