CONFERENCIA DICTADA EL 20 DE FEBRERO EN LA FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA, CON MOTIVO DE LA SEMANA VETERINARIA EL CABALLO

48 R E V IS T A DE M E D IC IN A V E T E R IN A R IA CONFERENCIA DICTADA EL 20 DE FEBRERO EN LA FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA, CON MOTIVO DE LA S

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R E V IS T A DE M E D IC IN A V E T E R IN A R IA

CONFERENCIA DICTADA EL 20 DE FEBRERO EN LA FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA, CON MOTIVO DE LA SEMANA VETERINARIA

EL CABALLO SU ORIGEN, EVOLUCION Y RELACIONES CON EL HOMBRE Origen. A n tes de entrar al estudio de su origen, es preciso saber el lugar que le correspon de en la escala zoológica, al respecto tem enos que el caballo pertene­ ce al Phylum: Vertebrados, Rama: M a­ m íferos; clase: U ngulados o solípedos; orden: P erisodáctilos; Suborden: H ippoide, el cual a la vez tiene una sola fa­ milia: Equidae, dentro de 3a cual se pu e­ den distinguir tres subfamilias: “ H y ra coterinos, Paleoterinos, Equinos, las cuales m arcan las etapas principales y sucesivas de la ev olu ción ” (R a ille t); un solo género: Equus, que a la vez encierra siete espe­ cies: asno, H em íono, H em ipo, Cuaga, Ona_ gro, Z ebra y C aballo; de estas especies nos interesa la últim a o sea el “equus caballus”, del cual nos ocuparem os en seguida. E l caballo es el anim al cu y o origen se ha estudiado quizás más y sobre el cual h ay a la vez más desacuerdo: al re fe rir­ n os a él debem os considerar dos aspectos: la época en la cual apareció, en relación con el tiem po, y el lu gar don de surgió, en relación con el espacio. Para ser más exacto en la época en la cual apareció el caballo sobre la tierra, es preciso considerar en prim er lugar las diversas fases o períodos por los cua?es ha pasado el Universo, desde el m o­ m ento en el cual h icieron su aparición los prim eros seres vivientes en sus fo r ­ m as rudim entarias hasta nuestros días. A l respecto los G eólogos hacen una di­ v isión de cuatro períodos a saber: P ri­ m ario. Secundario, T erciario y Cuater­ n ario; parece que inclusive consideran un ú ltim o períod o que sería el Quintario. que correspon dería a nuestros días p ro­

piam ente dichos, aunque éste no está plenam ente aceptado (H no. A p o lin a r ). Los B iólogos hacen una clasificación distinta, dándole a los anteriores perío­ dos denom inaciones diferentes así: A r qu eozoico, P aleozoico, M esozoico, (d e m e­ so m edio y son an im al), C enozoico (de ceinos, n u ev o) y finalm ente el A n trop oide. E'. A rqu eozoico sería un períod o ante­ rior todavía al prim ario; y ju n to con es­ te no tendría m ayor interés para nosotros ya que en ellos las m anifestaciones de vida son m u y rudim entarias y los orga­ nism os dem asiado sim ples y prim itivos.' Tendríam os luego el M esozoico, c o ­ rrespondiente al Secundario, caraterizafido especialm ente p or un frío m u y inten­ so y en el cual hacen su aparición los prim eros anim ales. En este período p o­ dem os distinguir las siguientes edades o épocas, cada una de las cuales com o es natural encierra m iles de años: de los peces; de los pantanos carboníferos, en la cual abundan los an fibios; de los rep­ tiles y finalm ente de las prim eras aves y m am íferos. A continuación tenem os el Cenozoico, correspon dien te al T erciario y en el cual hace su aparición el prim er representan­ te del caballo o sea el “ E ohippus” . En este período podem os igualm ente dis­ tinguir varias épocas a saber, Eoceno, M iocen o y Plioceno, los cuales tienen gran interés en la evolu ción del caballo com o verem os luégo. Finalm ente el P erío­ do A n tropoide. correspondiente al Cua­ ternario en el cual hace su aparición, sobre la faz de la tierra el hom bre.

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En el C enozoico o Terciario tenem os pues que los m am íferos inclusiva el ca­ ballo, hacen una verdadera invasión del U niverso; al com ienzo de éste período, brota la hierba, p or prim era vez apare­ cen las praderas en el mundo y en con ­ secuencia está asegurada la subsistencia de los m am íferos que pueblan la tierra. El m undo se va asem ejando cada vez más al actúa'.. En Europa los glaciares se re ­ tiran y en lo que h oy corresponde a Francia y España, los renos, anim ales do_ minantes de la época, van cediendo su lugar a grandes manadas de caballos, a m edida que las hierbas aumentan sobre las estepas. Tenem os ésto en cuanto a la época en que apareció el caballo sobre la tierra, habiendo ciertas diferencias entre los fósiles equinos del N u evo y V iejo C onti­ nente com o verem os al hablar de la ev o ­ lución. En cuanto al lugar de origen, la m a­ yoría de los autores está de acuerdo en que sucedió en la parte oriental del Asia Central, o sea la m isma región en donde los libros Sagrados y la C iencia colocan la cuna del género humano. Esta teoría se basa especialm ente en el h echo de ser en el Asia (esto en cuanto al A ntiguo Continente se refiere) donde se han en­ contrado los más antiguos representantes fósiles del género Equus. Según esta teoría, de este lugar de Asia se propagaron a Europa, al resto de Asia y a través d el Istm o de Behring, que hoy encontram os convertido en canal, pasaron a A m érica. Sin em bargo debe­ mos tener en cuenta que el “ Eohippus” , fué h allado en el N uevo M undo en el Eoceno, o sea el más antiguo de los te­ rrenos del Terciario o C enozoico y m u­ chas form as más de evolución en los dis­ tintos terrenos d e l T ercia rio; en cam ­ bio en el V iejo M undo es incom pleta la serie de anim ales sem ejantes al caballo y se considera qu e éste deriv ó del A n quiterium y com o descendiente de éste últim o el H ipparion, de las capas supe­ riores del M iocen o, era posterior a la del Eoceno dentro del m ism o T erciario.

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P arece más bie n com o si el caballo hubiera tenido su origen en la A m érica del N orte y de allí hubiera pasado a Eu­ ropa, posiblem ente por el Canadá, donde subsistió, ya que en A m érica desapare­ ció en la Epoca Cuaternaria antes de la aparición del h om bre; creyéndose que los grandes fríos de com ienzo d el Cua­ ternario contribuyeron a su desapari­ ción, tam bién existe la creencia de que las enferm edades los diesm aron y ■'ún se piensa que se extinguieron p or falta de fecundidad (R ev. Hno. A p o lin a r ). En todo caso cuando los españoles descu­ brieron el N uevo M undo, no encontraron un solo caballo v iv o en nnestro hem is­ ferio; sin em bargo las form as fósiles son abundantes y se encuentran en toda la A m érica, especialm ente en B olivia; en la sabana de B ogotá entre M osquera y Bosa, se encontraron fósiles correspon ­ dientes a tres etapas o form as distintas en la evolu ción del caballo (H no. A p o ­ lin ar) . A l respecto existen prácticam ente dos escuelas; la M onogenista la cual cree que el caballo, lo m ism o que todas las espepecies, desciende de un solo centro de origen (A s ia ), en oposición a la P oligenista qu e cree que todas las especies na­ cieron cada una, aproxim adam ente en las mismas regiones en don de h oy se en­ cuentran, o sea que hubo varios centros de origen ; en el caso concreto del caba­ llo el Asia y A m érica.

Evolución El caballo tal com o lo conocem os h oy día es m uy distinto del caballo prim iti­ vo, y según R oy Chapman A n drew s, em ­ p leó sesenta m illones de años en su ev o­ lu ción “ para pasar del Eohippo de talla no m ayor que la de una zorra y de patas hendidas al del caballo que vem os h oy ” . El caballo ha sufrido pues grandes m odificaciones no sólo en lo que respec­ ta al tamaño, sino tam bién en su con ­ form ación en general y com o consecuen­ cia en su fisiología. L os principales cam ­ bios operados se refieren a la talla, con ­

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form ación del pie, volum en del cráneo, estructura y evolu ción de los dientes, color, etc. Talla. Según L ydekker y A ndrew s, el caballito original no pasaba del tam año de una zorra (E oh ippu s) y. era incapaz de soportar el peso d el h om bre; luego adquiere el tamaño com o de una oveja (M ioh ip p u s), en seguida adquiere el ta­ m año de casi un asno (P lioh ip p u s), h as­ ta llegar al Equus fossilis de tam año m uy sem ejante al actual, m u y difu n dido en la A m érica del N orte y del Sur y luego extin gu ido en ambas. Posiblem ente d e­ bido a la lucha p or la vida, a las gran­ des jornadas, a las m od ificacion es op e­ radas en sus m iem bros, a una alim en ­ tación m ejor y finalm ente, gracias a los cuidados especiales y sistem as de re p ro ­ ducción em pleados p or el hom bre, etc., se fu e aum entando progresivam en te el tam año del caballo, hasta llegar a la ta ­ lla actual, que en térm ino m edio es de 1.50 mts. encontrándose alzadas de 1.80 mts. y m ás. Pie. Una de las m od ificacion es más im portantes, es sin duda la relacionada con el pie; el caballo pasó del estado de polidáctilo original al estado de m on o­ dáctilo actual. Para el estudio de la ev olu ción del pie tom am os com o punto de partida el E o­ hippus, p ropio del N u evo Continente y toda la serie de form as fósiles que le siguieron hasta llegar al Equus Fossilis. El caballo original adem ás de p olidáctilo era plantígrado y según la opinión g en e­ ral tenía cin co dedos dispuestos más o m enos com o los dedos de la m ano del hom bre. D urante esta época de su vida llevaba una existencia apacible, no era perseguido y por tanto no tenía qu e ca­ m inar dem asiado; pero luego h icieron su aparición otros anim ales m ayores y so­ bre todo feroces, que obligaron a huir al caballo para protegerse y subsistir, para esto tu vo que correr desarrollando com o es natural cierta v elocidad; ésto lo obligaba a tocar el suelo lo m enos p o ­ sible y si en un p rin cip io tocaba el sue­ lo con los cinco dedos, luégo tu vo que hacerlo m enos con el dedo interno (c o ­

rrespondiente al grueso de la m ano del h om b re), y p or falta de uso se fu e atro­ fia n do hasta desaparecer. In clusive pa­ rece que en el Eohippo el quinto dedo era rudim entario. Según los Anatom istas Veterinarios los espeju elos o castañas que observam os actualm ente, son los últim os vestigios del dedo interno de la mano de los équ i­ dos prim itivos. N orm alm ente existen en los cuatro m iem bros del caballo; los an­ teriores en la cara interna y tercio in ­ fe rio r del antebrazo (o sea m u y cerca de la articulación de la r o d illa ); los p os­ teriores en la cara interna y tercio su­ perior de la caña (m u y próxim os a la articulación del c o r v e jó n ). Se fu nda­ mentan para esta teoría en la naturaleza córnea de los m ism os y porqu e a la d i­ sección aparecen irrigados e inervados por sistemas recurrentes em anados de la región carpiana y tarsiana. P arece pues com o un órgano desplazado que ha con ­ servado sus conecciones vasculares y ner_ viosas con la región digital. Estos espe­ ju elos son apenas m anifiestos en los ca­ ballos distinguidos, a veces pueden fa l­ tar en los m iem bros posteriores (Sansón, G ou b ax y B a rrier), y com o no tienen prácticam ente ninguna fu nción fis io ló ­ gica aparente, es posible que continuan­ do en su evolución term inen por desa­ parecer. Tam bién p or falta de apoyo, el dedo correspondiente al m eñique del h om bre se fu e atrofiando hasta desaparecer, no dejan do huella ninguna recon ocible en el caballo actual. Tenem os pues que del Eohippus, pasam os luego al O rohippo y M esohippo, caracterizados p or la pérd i­ da de sus dedos interno y externo, para qu edar tan solo con tres dedos, rep re­ sentado por el M iohippus. N aturalm ente que cada transform a­ ción de estas im plicó m iles de años, y si­ guiendo este proceso evolutivo, el dedo central que era el más largo fu e el ú ni­ co en persistir y los correspondientes al anular e ín dice de la m ano del h om bre term inaron p or desaparecer, siendo los representantes de este tipo el Protoh ippo (d el P liocen o in ferior), el P lioh ip po (d el

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plioceno m ed io) y fin alm ente el Equus fossilis (d el P liocen o superior, o sea de la última era del T erciario o C en ozoico). D e esta m anera quedó .reducida la base d e sustentación en el caballo tan solo a un dedo. En el V iejo Continente el representante del Equus fossilis sería el Equus caballus, que es el que actualm ente con oce­ m os y del cual deribarían todas las razas existentes. De vez en cuando se presentan dedos suplem entarios en los caballos actuales, especialm ente en los m iem bros an terio­ res, lo cual podría considerarse com o un retorno atávico m uy lejan o hacia las form as fósiles polidactilas prim itivas. D echam bre en su tratado de Z ootecnia cita cuatro casos com probados. Dicha evolución quizá no se ha ope­ rado del todo y si en los caballos actua­ les tan solo vem os un dedo, no es menos cierto que encontram os todavía los ves­ tigios de los dedos centrales restantes representados por los m etacarpianos y metatarsianos rudim entarios, que se suel­ dan a los principales entre los 7 y 8 años, form an do en realidad com o un solo hueso; en ellos se opera además constrntem ente una atrofia,, observada en algunos caballos de la Argentina, de tal m odo que tal vez no está lejan o el día en que desaparezcan por com pleto, por falta de fu n ción fisiológ ica alguna, ya que órgano que no funciona se atrofia y desaparece. Algunos autores, Sisson en su A n a to­ mía, consideran ue el espolón es el ves­ tigio del segundo y cuarto dedos del ca­ bello, no parece sin em bargo m uy p ro­ bable. Como consecuencia de la reducción del núm ero de dedos, el caballo puede de­ sarrollar al m áxim um su velocidad; los huesos correspondientes al dedo apa­ rente — tercero— se desarrollaron de manera acentuada y la rodilla (carp o) y corv ejón (ta rso), correspondientes a la muñeca y tobillo del h om bre, tan cer­ ca del suelo en el caballo prim itivo, se

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elevaron considerablem ente en el actual, dando asi una m ayor am plitud a los m o­ vim ientos de flex ión y extensión y con ­ tribuyendo de manera especial al au­ m ento de la alzada. La teoría que acabo de exponer res­ pecto a la polidactilia es generalm ente la más aceptada, hay sin em bargo dife­ rente criterio entre los autores; el R ev . H n o. A polinar, p or ejem plo me decía que el Eohippo tenía cuatro dedos en los m iem bros anteriores y cinco en los pos­ teriores; el profesor A ngel Cabrera de la Argentina, al respecto dice: “Juzgan­ do p or los fósiles hasta ahora encontra­ dos que constituyen el único elem ento de ju icio disponible, en este asunto, ja ­ más hubo equinos con cinco dedos Los más antiguos que se conocen tenían cua­ tro dedos en las patas anteriores y tres en las posteriores, lo m ism o que la dan­ ta o tapir actual. Si estos equinos descen­ dían a su vez de otros anim ales más an­ tiguos con cinco dedos, es una cuestión abierta a la hipótesis pero el hecho es que el prim er antecesor con ocido de nuestro cabal!o no tuvo ese núm ero” . Hasta aquí las palabras del profesor A n ­ gel Cabrera; de tal suerte que la base verdadera de esta discusión la dará el fósil que se tom e com o el realm ente p ri­ m itivo del caballo. Lo que sí podem os tener en cuenta es que en el caballo actual tan solo encontram os, adem ás del dedo apra'ente, vestigios de tres dedos más, representados por los m etacarpianos o m etatarsianos y los espejuelos; sería par­ ticular que el correspondiente al dedo m eñique de la m ano del h om bre no hu­ biera dejado ninguna huella. Otra cosa que no se ve bien clara es la diferencia que pudiera existir entre el núm ero de dedos de las m anos y las patas, p or los m ism os vestigios que aca­ bam os de v er y que son en núm ero igual tanto para los m iem bros anteriores c o ­ m o los posteriores, y si tenemos en cuen­ ta la con form ación anatóm ica del pie del caballo que a partir del tarso y carpo ha­ cia abajo es sensiblem ente igual, salvo pequeñas diferencias sobre todo en cuan­ to al casco propiam ente dicho. P or lo

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tanto es m u y posible creer en el m ism o núm ero de dedos tanto para las m anos com o para las patas, en el caballo estric­ tam ente prim itivo.

Evolución de los dientes D ejan do lo relacionado con el pie, p a ­ sem os a estudiar los dientes, otro de los factores dignos de considerar en la e v o ­ lu ción del caballo. Tenem os que la fó r ­ m ula unilateral del caballo actual es de: 3 I — 3

1 C — 1

3 Pr — 3

3 Mp — = 4 0 3'

dientes

En tanto que la fórm u la dentaria u ni­ lateral del caballo prim itivo era de: 3 I — 3

1 C — 1

4 Pr — 4

3 Mp — = 4 4 3

dientes

V em os pues que los descendientes del Eohippo solo tienen tres prem olares, aun­ que en el em brión d el Equus caballus, el prim er prem olar está siem pre presen ­ te; ocasionalm ente se encuentra en la m andíbula superior del anim al adulto, por rareza en la in ferior y ex cep cion a l­ m ente en las dos m andíbulas. G eneral­ m ente recibe la denom inación de “ dien­ te de lo b o ” , aparece entre los cinco y seis meses, cae con el segundo prem olar de lech e (a los dos años y m ed io) y no es reem plazado más, P ero la diferencia no es solo en cuan ­ to s i núm ero de dientes, sino tam bién en cuanto a form a y estructura, así de los fósiles hallados en la sabanaa de B o­ gotá p or el Rev. Hno. A polin ar, uno te ­ nía los dientes sem ejantes a los de los actuales, otro en form a curva y otro con dientes m uy pequeños, .todos sin em bar­ go caracterizados por esa especie de T o B propia de los equinos, en la m esa de trituración de sus m olares. O w en adm ite que los restos más anti­ guos encontrados en Europa pertenecen a dos form as de caballos el Equus ca­

ballus y el Equus Plicidens, caracteriza­ do este últim o por la form a com plicada del esm alte de los m olares. Cráneo. Sostienen los trasform istas que a la vez que desaparecieron los dedos, hasta convertirse en m onodáctilos y au­ m entaba la talla, crecía igualm ente la capacidad del cráneo, lo cual está m uy de acuerdo con lo que dice R oy C hapman A ndrew s, refiriéndose a com o será el h om bre dentro de 50.000 años “ cabe­ zas grandes,, redondas, casi esféricas y com pletam ente calvas, aún las de las m u­ je r e s” y en otro lugar “ Lo que sí puede vaticinarse sin tem or a errar, es que nuestro h ipotético hom bre tendrá un crá­ neo m ayor. E l cerebro hum ano ha ido aum entando sin cesar en volum en y com ­ plejida d desde los días rem otísim os del h om bre de Java y está pidiendo una m o­ rada m ayor donde alojarse” . D e tal suerte que si el h om bre futuro está su jeto a sufrir un aum ento d el ta­ m año de su cráneo, en el caballo se ha ido operando desde los tiem pos prim i­ tivos e indudablem ente estará por e fe c ­ tuarse un aum ento aún m ayor si tene­ m os en cuenta el desarrollo progresivo de sus sentidos y facultades intelectua­ les en general. Color. El c o lo r de la capa, o sea el del conjun to de pelos y crines que cubre el cuerpo del anim al, en estado natural (sa lv a je ), es el m ism o sensiblem ente p a ­ ra todos los m iem bros de una m ism a es­ pecie. En el caballo donde todas las ra­ zas proceden sin lugar a duda de una m ism a cepa, el color tuvo que ser igual, ya que sus individuos tenían una capa característica propia de su especie. Se­ gún lo anota Lesbre en su E xterior, el color prim itivo fundam ental debió ser com o rojizo y de aquí vin o una m arcada diferen ciación en el sentido del albin is­ m o, para pasar del rojizo al am arillo, etc. y term inar en el blan co; y en el sentido opuesto o sea del melanism o, para pasar al rojizo oscuro, carm elita y fin alm ente negro. N orm alm ente pues el caballo prim itivo parece tuvo una coloración rojiza, luego b a jo la influencia del m edio am biente.

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y especialm ente p or la acción del h om ­ bre, esta coloración su frió grandísimas variaciones, hasta el punto ue en el ca­ ballo actual podem os encontrar toda una gama de colores ue va del blanco al n e­ gro, pasanco p or todos los m atices in­ termedios. En cuanto a la crinera y piel del ca­ ballo, también parece haber sufrido su evolución; prim itivam ente las crines eran cortas,, burdas y erectas, en oposición a las de los anim ales actuales, sobre todo de razas distinguidas, que son largas sebosas y onduladas. En cuanto a la piel esta era de pelos m uy largos y ordin a­ rios, siendo h oy cortos y finos en rn im aies sanos. No ya relacionado con la evolución p ro . píamente cich a sino más bien con la domesticidad, podríam os considerar fin a l­ mente la duración de la vida. Es indu­ dable que el caballo reducido a la domesticidad ha sufrido una considerable dism inución en el térm ino de su vida, ya que en estado salvaje v ive m ucho más, luégo los prim itivos debieron ser de v i­ da m ucho más larga en oposición a 'os actuales que v iven en prom edio hasta los 25 años, la dom esticidad y el p erfec­ cionam iento han in fluido pues d -s fa vorablem ente en la longevidad del ca­ ballo. Resum iendo un poco en cuanto a l i evolución del caballo tenem os pues que ha pasado por tres etapas principales y sucesivas a saber: 1°.— La del tipo original: del tamaño de una zorra, que cam inaba sobre la planta del pie, com puesto c e cin co de­ dos; de cráneo reducido y que vivía a la orilla de los lagos y pantanos; c o ­ rrespondería el Eohippus y Orohippus del N uevo Continente y al palaeothrrium c'el Antiguo Continente. 2°.— El tipo interm edio: se sostenía so­ bre tres dedos, de los cuales el central el más desarrollado; de m ayor tamaño, bastante sem ejante al actual y que prefe­ ría para v ivir los lugares secos y los bos­ ques Correspondería al mesohippus y

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miohippus c'el N uevo Continente y al anchitherium e hipparion del A ntiguo Continente. 3?.— El tipo actual: alto, m onodáctilo, desarrollado para la velocidad, de dis­ tintos colores, inteligente y apto para vivir en cualquier terreno; corresponde­ ría al pliohippus y equus fossilis del N uevo Continente y al equus fossilis de R utim eyer del cual deribarían los Otros tres representantes fósiles del caballo en el A n tigu o Continente,, com o son: el equus caballus robustus o tipo de las es­ tepas, el E . C . pumpeihi o tipo del de­ sierto y el E. C. Nehringi o tipo de los bosques. D e estas especies los de los bosques y estepas ya no existen en estado salvaje — de ellos provienen nuestras razas ac­ tuales de caballos— en cam bio el tipo del desierto o mesetas sí existe en estaco salvaje, representado por el caballo de Prepvo'.sky (1884).

Relaciones del hombre con el caballo El caballo ju n to con el perro son tal vez los prim eros anim ales que el hom bre dom esticó El caballo siem pre ha acom ­ pañado al hom bre en sus peregrin acio­ nes, de tal suerte que su historia está íntim am ente ligada con la de la hum a­ nidad. El caballo apareció con an terio­ ridad al h om bre luégo alcanzó a gozar de cierta era de libertad. Los hom bres más antiguos eran caza­ dores, su principal pieza de caza era el caballo salvaje, o sea las “ pequeñas ja ­ cas barbudas’’ de aquel tiem po; seguían a estos anim ales donde quiera que iban y constituían su alim ento. Se valían de m étodos m uy prácticos para matarlos, así en So utré, región de Francia donde la con form ación del terreno deja un p ro­ fu ndo precipicio, los acorralaban para hacerlos luego botar por el despeñadero y m atarlos en esta form a; los P eleon tólogos encontraron en la sima h^sta 10 000 cráneos, según lo cual los m ataban en cantidades apreciables. Esta form a la

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em pleaban donde la región se lo p er­ mitía, sino em pleaban las flechas y m a­ canas. “ En las cavernas que sirvieron de re­ fu gio a los hom bres de la edad de p ie­ dra, se encuentran grandes cantidades de huesos e caballos, lo que dem uestra que estos anim ales además de ser em pleados en el trabajo, representaban un papel m uy im portante en la alim entación de los prim eros hom bres” . M uchos miles de años después, p or allá entre los 6.000 y 3.000 antes de J . C ., su ced e una trnsición n otable en estas r e ­ lacion es; el h om bre pasa de la vida de caza a la de pastoreo de m anera gra­ dual, tiene la idea de apropiarse los ca­ ballos sin m atarlos, aprende a en cerrar­ los en los valles y a defenderlos y pelear por ellos contra los lobos, perros salva­ jes y otros anim ales voraces que son sus enem igos. V em os pues que se ha dado con esto el prim er paso hacia su dom es­ ticación. D e aquellos antiquísim os tiem pos se h alló una escultura que representa la cabeza de un caba llo em bridado con una piel retorcida, o más bien com o un ten­ dón alrededor del pescuezo, lo cual p o­ dría sugerir su em pleo com o anim al de transporte — es conveniente sin em bar­ go recordar que los caballitos de aquellos tiem pos no podían transportar a un h om ­ bre sobre sus lom os, y que si se le d o­ m esticó se le debió utilizar originalm en ­ te com o caballo de tiro o de cargas li ­ geras— . En todo caso el caballo fu e el m edio de transporte más prim itivo para el h om bre, y con él em igraba de un lugar a otro durante su vida nóm ada, con re­ lativa rapidez Pero es sobre todo para el arte de la guerra que el h om bre, siem pre belicoso, ha em pleado el caballo, así vem os a tra­ vés de la historia com o en los tiem pos c’ el Faraón existía la caballería y los carros arrastrados p or caballos. El historiador Jen ofon te 400' años antes de J .C . h abla­ ba ya del caballo y dictaba reglas para el uso de la caballería.

El caballo de com bate fue el prim ero en utilizarse, lu ego se le em pleó en cua­ drigas, después se dejaron estos artefa c­ tos y se em plearon los caballos para lle ­ var a los guerreros a los cam pos de om bate; fu e m ucho más tarde cuando el caballo entró a form ar parte integrante de los ejércitos y a usarse en ellos com o sus verdaderos elem entos. A causa de las guerras y para obtener en ellas el m ayor rendim iento del caba­ llo, el h om bre lo ha sujetado a n u m ero­ sas transform aciones; así tenem os que durante las Cruzadas se exigía al caba­ llo un gran tam año y resistencia, ya que tenía que soportar hom bres fornidos, re­ cubiertos de pesadas armaduras, propias de los guerreros de la época. L u ego con el descubrim iento de la pólvora, no había necesidad de que nuestro animal sop or­ tara tan pesada carga y se tendió a crea r­ lo más refinado. En la actualidad con fines de guerra el caballo ha sufrido grandes m od ifica cio­ nes, y de él se ha hecho, si así pu diéra­ m os decir, gran núm ero de tipos d ife ­ rentes, según las armas o el em pleo que se le vaya a dar en los com bates; se ha especializado en tal form a que en con tra­ m os el caballo de silla, de tiro ligero, tiro pesado, carga etc., siem pre teniendo en cuenta que el caballo de guerra es el “ equino que ju n to a características m o r­ fológicas adecuadas a las armas y m e­ dios de com bate en uso, reúne con d icio­ nes de salud, resistencia, rusticidad, fu er­ za y velocidad, que le hacen apto para soportar trabajos penosos y continuados” . Si tenem os en cuenta la defin ición an­ terior, verem os que el caballo que reúne estas condiciones no solo es apto para la guerra, sino para cualquier clase de tra­ b a jo a que se dedique. Cada nación ha procurado crearse su tipo de caballo de guerra propio y así tenemos el O rlof en Rusia, el A n g lo -A ra be en Francia, el Trakhenen en A lem a ­ nia, el Inglés Hunter en Inglaterra, el A n g lo-A rgen tin o en la Argentina, etc. P ero el h om bre no solo ha utilizado el caballo com o alim ento, anim al de tra­

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bajo y elem ento de guerra, sino tam ­ bién, y en gran escala, sobre todo en los últimos tiempos, com o m edio de espar­ cimiento, de deporte y recreo. A ctu a l­ mente son especialm ente los depores los encargados de fom entar, cuidar y m e­ jorar la industria del caballo. Y a desde 1377 se le dedicaba a las carreras, y en la actualidad, además de éstas, que han ad­ quirido un gran auge, al p o 'o , raids h í­ picos, la caza, el salto, etc. C ontribuye además a salvar muchas vidas hum anes y anim ales ya que es el animal de elección para la producción en gran escala de sueros curativos y pre­

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ventivos en m últiples enferm edades in ­ fecciosas. El caballo es quizá el anim al que más ha in flu ido en la historia de la hum a­ nidad y en m ayor grado ha contribuido al progreso de m uchos pueblos; con toda razón decía B u ffón al referirse a él “ el caballo es la m ejor conquista del h om ­ bre” . José Joaquín Bohórquez C. M éd. V eterinario

Bogotá, Febrero de 1946.

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