CONSERVADURISMO Y MODERNIDAD EN LA POESÍA RELIGIOSA DE CONCHA URQUIZA. REUTILIZACIÓN DE DOS SÍMBOLOS MÍSTICOS: LA FUENTE Y LA LLAMA DE AMOR VIVA

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CONSERVADURISMO Y MODERNIDAD EN LA POESÍA RELIGIOSA DE CONCHA URQUIZA. REUTILIZACIÓN DE DOS SÍMBOLOS MÍSTICOS: LA FUENTE Y LA LLAMA DE AMOR VIVA

Busca pues, la metáfora inviolada, abre nuevo camino al pensamiento, tremola el ritmo con divino acento, y déjame dormir. .. : a mí me agrada la serena canción que dice el viento ... Concha Urquiza

Aunque en sus inicios la poesía de la mexicana Concha Urquiza (Morelia, 1910-Ensenada, 1945), está atravesada por las notas romántica y modernista, en años posteriores, habrá de identificarse más con el camino trazado por quien es considerado el primer poeta mexicano moderno, Ramón López Velarde, a quien la Revolución Mexicana -dice Octavio Paz- " .. .le revela una «patria castellana y morisca, rayada de azteca»" 1 • Concha Urquiza llevará más lejos la introspección lopezvelardiana, pues se aparta de las estridencias del concierto nacionalista de la época y, como lo habían hecho los poetas españoles de la generación de 1927 y otros escritores mexicanos, Alfonso Reyes, por ejemplo, recurre a los clásicos griegos y, sobre todo, a los españoles del Siglo de Oro, pues como aquellos, considera que solamente asentados en la tradición es posible crear una nueva poesía2 • 1

ÜCT A VIO PAZ refiere que -a principios del siglo XX- los poetas mexicanos prolongan el romanticismo " ... en sus aspectos más superficiales y se entregan a una literatura elocuente y sen timen tal, falsa en su sinceridad, epidérmica y pobre e'n su mismo énfasis. La irracionalidad del mundo, el diálogo entre éste y el hombre, los plenos poderes que confieren el sueño y el amor, la nostalgia de una unidad perdida, el valor profético de la palabra y, en fin, el ejercicio de la poesía como aprehensión amorosa de la realidad, universo de escondidas correspondencias que el romanticismo redescubre, son preocupaciones y evidencias extranjeras a casi todos estos poetas" ("Introducción a la historia de la poesía mexicana", Las peras del olmo, Seix-Barral, México, 1984, p. 20). 2 Nos referimos a los poetas que a principios del siglo constituyeron el Ateneo de México y a quienes continuaron su labor a través del Ateneo de la Juventud.

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Influida por las ideas del humanismo cristiano que ,Profesaban los intelectuales católicos reunidos alrededor de la revista Abside, la autora mexicana escribe su obra de madurez en los años treinta y cuarenta, años en los cuales se expresa abiertamente su carácter religioso y místico. La Biblia, así como la obra de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa de Jesús y de Fray Luis de León, no sólo inspiran los temas y el lenguaje de sus poemas, sino modelan su propio proceso espiritual. La poesía de Concha Urquiza observa una constante temática, estilística y semántica, pues la mayoría de sus versos -conocidos hasta hoy-, se inclinan abiertamente hacia el tema de Dios y de la unión espiritual con Cristo, a través de expresiones donde se mezcla el discurso de los místicos españoles con el suyo propio. Sus versos resultan de la refundición de una serie de significantes y significados místicos que van más allá de una mera imitación de los modelos que la escritora admira. Los poemas religiosos de Concha Urquiza alcanzan por momentos la cima del misticismo, otras veces se convierten en la expresión del proceso ascético de la autora. La forma en que ella aborda tales cuestiones nos hace pensar en que no sólo se trata de un gesto mimético, sino de que sus palabras han surgido de una experiencia espiritual, si no directa -como lo exige el canon místico- sí de una conmoción religiosa muy profunda, que transforma su manera de mirar y de estar en el mundo, y que se proyecta intensamente al lector. En efecto, varios poemas de Urquiza admiten en diferentes sentidos la premisa de la "verdadera poesía mística", entendida como aquella que -señala Helmut Hatzfeld- " ...vierte la experiencia directa de Dios en el correspondiente lenguaje verdaderamente simbólico y poético"3 , esto es, según terminología de Carlos Bousoño, aquella donde predomina el "irracionalismo verbal o simbolismo", un rasgo que -según el teóricodistingue a grandes poetas como San Juan de la Cruz, Baudelaire, Rilke, Juan RamónJiménez, Daría o Neruda4 • El mismo Bousoño, refiriéndose a los dos últimos siglos, señala que en cuanto a la técnica expresiva "la mayor revolución que ha habido en la poesía desde los tiempos de Homero", en la poesía universal, se debe precisamente al uso del "símbolo". Tal uso -continúa diciendo- puede observarse en el cambio que se ha dado en la poesía y en el arte de

3

HELMUT HATZFELD, Estudios literarios sobre mística española,

Gredos, Madrid,

CARLOS BOUSOÑO, El irracionalismo poético. (El símbolo),

Gredos, Madrid,

1955, p. 16. 4

1977, p. 21.

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nuestro tiempo, en cuanto a la emoción que nos causa una obra artística, pues si antes primero la entendíamos y luego nos emocionábamos, "ahora primero nos emocionamos y luego, si acaso entendemos" 5 • Tales afirmaciones encuentran su base en el hecho de que la palabra simbólica, señala María Jesús Mancho Duque, surge de una intuición profunda cuyos orígenes hay que buscarlos en los fundamentos emotivos e inconscientes del hombre, por lo cual se vuelve un medio eficaz para expresar una experiencia tan inefable como la mística6 • Y es que el símbolo, dice Corbi, en tanto "cifra de un misterio", no puede ser explicado en su totalidad y de una vez por todas, de ahí que debe ser cada vez descifrado de nuevo, " .. .lo mismo que una partitura musical ... reclama una ejecución siempre nueva" 7 • En este mismo sentido, Mancho Duque apunta que el símbolo no sólo es una abreviatura simbólica de lo ya conocido, sino que es útil porque descubre " ... determinadas conexiones lógicas en una perspectiva abierta" 8 • Estas características del "símbolo" aplicadas a la poesía de Concha Urquiza, nos conducen al ámbito interno del poema, en cuanto a la posibilidad que éste nos ofrece de experimentar una emoción mística, así como de acercarnos a cierta comprensión de cómo sucede ésta, pues " ... si 'entendemos', entendemos por qué nos hemos emocionado" 9 • En los poemas religiosos de Urquiza, aparecen algunos de los símbolos centrales de la mística cristiana, fundamentalmente de San Juan de la Cruz. A un tiempo que dichos símbolos conservan en el poema el núcleo de su significado originario, es decir, el sentido dado por la tradición mística, éste será reactualizado, resimbolizado por la autora mexicana, durante el proceso creativo, atendiendo a necesidades afectivas y espirituales específicas, pues además de que dichos símbolos le ayudan a revelar su propia experiencia personal, habrán de servirle -como sucede con otros poetas místicos- para " ... advertir su carácter de necesidad ontológica dentro de unas coordenadas específicamente cristianas" 10 • 5

6

!bid., p. 23.

M.JESÚS MANCHO DUQUE, Palabras y símbolos en San juan de la Cruz, F.U .E.Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid, 1993, p. 153. 7 Véase para más información los diversos enfoques tratados por JEAN CHEV ALIER, en su "Introducción" al Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona, 1988, pp. 13-18. 8 MANCHO DUQUE, op. cit., p. 151. 9 BOUSOÑO, op. cit., p. 23. lO MANCHO DUQUE, op. cit., p. 49.

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Es el caso de dos símbolos muy conocidos y reconocibles dentro de dicha tradición mística, fundamentalmente dentro de la obra de San Juan de la Cruz y luego por la poeta mexicana: el símbolo de la fuente y de la llama de amor viva, los cuales, enunciados juntos muestran ya su carácter complementario: La fuente, es el "agua viva" o el Espíritu del Padre-dice el Evangelio según SanJuan, en el Nuevo Testamento Qn.,4, 10; y Jn. 7, 37-38)-, y del Padre se derrama "el agua viva", que se comunica por la humanidad de Cristo 11 • Por su parte, la llama de amor viva simboliza a Dios mismo, comprendido y sentido por el alma, un alma convertida, transformada, "deificada" 12 • La fuente, símbolo bíblico utilizado por San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual, es retomado, a siglos de distancia, por Concha Urquiza. El agua aparece en la poesía de la autora mexicana en sus significaciones simbólicas más frecuentes, como fuente de vida, como medio de purificación y como centro de regeneración. Estas significaciones, están presentes en el soneto "Como la cierva... ", escrito en 1937 y que dice: Yo soy como la cierva que en las corrientes brama. Sed y polvo de fuego su lengua paraliza, Y en salvaje carrera, con las astas en llama, Sobre la piedra el casco golpea y se desliza. Corriente abajo, al borde de las aguas tranquilas, Donde perennemente fluye tu Rostro manso, Los que te aman beben con labios y pupilas, Saciando sed eterna sobre el hondo remanso. Ciega de sol y angustia, preñada de agonía, La bestia enloquecida galopa todavía A par del espumoso rugido del torrente; sólo a veces el viento, que de tan lejos vuela, le dice la frescura de aquella fontezuela donde tu Rostro manso fluye perennemente ... 13

11 "Llama de amor viva", San]uan de la Cruz, pról. Gabriel de la Mora, Porrúa, México, 1977, pp. 375-378. 12 HATZFELD, op. cit., pp. 361-362. 13 Todas las referencias de la autora están tomadas de CONCHA URQUIZA, Poesías y prosas, El Estudiante, Guadal ajara, 1971, p. 77.

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Como puede observarse, el agua es primero un río tumultuoso, un torrente que corre a la par de la cierva que brama 14 , con las astas en llamas, buscando calmar su sed. El agua procelosa que en parte simboliza "el mundo" habrá de convertirse en el transcurso del poema y gracias al proceso de purificación (ascética) en las "aguas tranquilas" y en el "hondo remanso" de la contemplación mística, en aquella "fontezuela", donde el Rostro de Dios "fluye perennemente". En el poema subyace un misterio a develar que es un problema a resolver: cómo contemplar a Dios, cómo tocarlo y beber de él luego de haber sido heridos por Su amor, pues bien dice el Salmo XLI, versículo 2, que le sirve de epígrafe al soneto: "Como la cierva que brama/ en las corrientes de las aguas,/ mi alma tiene sed de Ti, Dios mío". El símbolo de la fuente -sin perder su valor arquetípico- tiene, en el poema mencionado y en otros textos de la autora, un significado específicamente místico. Es el caso de otro poema -sin título- que forma parte de la serie La canción de Sulamita, escrito el 15 de junio de 1937. Para iniciar su soneto, Concha Urquiza utiliza como epígrafe la célebre "Canción 12" del Cántico Espiritual que reza: "Oh cristalina fuente,/ si en esos tus semblantes plateados/ copiases de repente/ los ojos deseados/ que tengo en las entrañas dibujados" 15 • Los versos del santo español habrán de modelar el texto de la autora mexicana respecto del tema, del lenguaje y del sentido místico. La canción de Sulamita, dice: Ya corre el corazón por este suelo como antes del remanso el agua impura; aún lleva tierras en la entraña obscura y pretende copiar la faz del cielo.

14

En las diferentes Biblias católicas consultadas es un "ciervo" y no una "cierva" y corresponde al Libro 11, Salmo 42 que reza: "Como el ciervo brama por las/ corrientes de las aguas,/ Así clama por ti, oh Dios, el alma/ mía/ Mi alma tiene sed de Dios, del Dios/ vivo", como por ejemplo en La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento, Sociedades Bíblicas en América Latina, México, 1960. Además, en la Biblia de jerusalén, por ejemplo, además de que también es un "ciervo", el verbo "bramar" significa "suspirar", "languidecer", "desear" (Koren, Jerusalén, 1978). 15 Todas las referencias están tomadas de SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico Espiritual, Porrúa, México, 1977, p. 288.

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Van creciendo el dolor y el anhelo, la corriente se turba y apresura y es fuerte el sedimento de amargura, más que las alas con que intenta el vuelo. Si tendieras la mano solamente y el agua temblorosa se aquietara, ya, contemplando el cielo largamente, ¡Oh Deseado!, el corazón dejara flotar sobre su seno transparente la divina belleza de su cara (p. 26). Destacan en este poema la alternancia del lenguaje erótico-místico. La palabra "entraña obscura" usada por Urquiza para aludir a su propio corazón atribulado por las cosas mundanas, contrasta con el adjetivo "cristalina", que San Juan atribuye al agua de la fuente y que significa la pureza de las verdades de Cristo; Urquiza lo sustituye por el de "transparente" que remite a los sentimientos no fingidos y expuestos abiertamente; en contraste, la expresión "semblantes plateados" que en el poema del español aluden a la fe, la cual -en su glosa al Cántico- era comparada por San Juan con la plata en cuanto a "las proposiciones que nos enseña", habrá de derivarse en el poema de la mexicana en las palabras "faz" y "cara", que además de conservar su sentido místico originario de "verdades de Cristo", al mismo tiempo tienen un segundo contenido simbólico, pues dichos sustantivos remiten a las manifestaciones apenas perceptibles de la presencia de Dios; la idea sanjuanista de que "los ojos deseados" están "en mis entrañas dibujados", será sustituida por la idea de que el rostro del Amado "flota", sobre el "seno transparente" del corazón, como si este órgano, convertido ya en agua limpia, fuera una especie de espejo sobre el que se reflejara una imagen. Las aguas vienen a ser el corazón de la poetisa, centro de los sentimientos y pasiones humanas, siempre contradictorios y contrastantes (obscuridad y transparencia; agitación y calma). Las aguas involucran a su vez dos formas de movimiento: una horizontal, arrastrarse por el suelo como agua sucia, y otra vertical o ascensional, fluir o brotar como claro manantial. La "cristalina fuente", sinónimo de la "cristalina fe", según San Juan, seguirá apareciendo en otros poemas de Concha Urquiza, tanto en su valor simbólico general de medio de purificación y regeneración, como en el sentido místico, pero dándole la vuelta al significado: el amor que se siente por Dios restituye la fe y no como reza

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la ortodoxia teológica, en el sentido de que la fe es el cimiento del amor; esto es, el corazón de la poetisa ("la fuente") deberá ser purificado por el amor, pues así y sólo así puede conservarse la fe. Igual que sucede en el poema de la cierva que corre despavorida a la par del río pero sin tocar sus aguas, "el corazón" es ahora el que convertido en torrente de agua lodosa "se turba y se apresura", corazón que a través del dolor puede acceder a una etapa superior. La escena descrita en el poema viene a ser, en realidad, la alegoría sintetizada del proceso ascético, específicamente, de la etapa de "iluminación" de la que tanto hablan los místicos; pero también y en su doble valor simbólico, la alegoría del periplo amoroso. En el poema de Urquiza el amor tiene el poder de transformarlo todo, de elevarlo todo. Pero, como señala el propio San Juan de la Cruz, el amor místico está regido por el principio de reciprocidad. En este sentido, el poema de la escritora mexicana remite, de una manera a un tiempo sintética y enigmática, a otros significados con los que el símbolo de la fuente tiene relación y que son materias de la ciencia mística. Por ejemplo, la idea de la unión de amor con Dios. San Juan señala en la glosa o declaración a la "Canción 12" que sobre el dibujo de las verdades divinas infundidas por la fe al que aluden los versos "los ojos deseados/ que tengo en mis entrañas dibujados", hay otro dibujo, el retrato del Amado en el alma del amante, que se retrata vivamente cuando hay unión de amor, esto es, cuando " ... tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados, que se puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son unos" (p. 289). La unión mística o matrimonio espiritual implica un proceso de transformación absoluto, pues el amante se funde con el amado en una simbiosis total. Así que, si se logra una purificación completa, ese torrente proceloso del corazón en el poema de Urquiza, se confundirá -vía la purificación- con las aguas transparentes y tranquilas del gran río que es Dios. Sabemos, sin embargo, que dicha unión es sólo producto del deseo de Urquiza y que finalmente no habrá de realizarse. Hay demasiado impulso pasional para poder serenarse totalmente, hay demasiado dolor. Y sin embargo, las palabras en el poema -no obstante expresan lo ríspido, ruidoso y sucio- también aluden a lo armonioso y sereno, aunque de manera imaginaria, utópica, pues ese nivel puede alcanzarse si y sólo si "la mano" de Dios entra en acción. El proceso místico-amoroso en otros poemas de Concha Urquiza aparece representado por el símbolo de la "llama de amor viva". En su valor simbólico general, la "llama" coincide con el agua en cuanto a que

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también significa purificación, iluminación y amor espirituales. La llama es la imagen del espíritu y de la trascendencia, "el alma del fuego". En otro poema publicado dentro de la misma serie de la Sulamita, del 24 de junio de 1939, Concha Urquiza dice: Cuando el herido cuerpo desfallece Y la angustia en las venas se derrama, El alma enciende su divina llama, Y a tu sagrada voluntad se ofrece. El dolor la despierta y la enardece, Prende la sed. La voluntad inflama, Y más parece entonces que te ama Cuando más su miseria se parece. Mas, ¡oh dulce dolor!, ¡oh llama amable!, Oh congoja de carne miserable Por donde rompe el alma hacia la altura! Ya voy sabiendo amaros como míos, Ya quiero que embistáis con nuevos bríos, Ya tenéis el color de Su hermosura (p. 58). El símbolo de la "llama viva de amor" conserva parte de su valor místico. Según declara San Juan, la "llama de amor viva" es el espíritu de Dios, esto es, el Espíritu Santo, " ... al cual siente ya el alma en sí, no sólo como fuego que la tiene consumida y transformada en suave amor, sino como fuego que es, demás de eso, arde en ella y echa llama" 16 • El cambio que ofrece Urquiza a la interpretación del santo radica en que basándose en el principio de reciprocidad, el alma no es un ser abstracto sino una entidad que mora en un lugar específico, "la carne miserable", el cuerpo; es sólo con referencia a él que se puede tener certeza del alma. Cuerpo y alma mantienen entre sí una relación inversamente proporcional pues a mayor dolor corporal, más amor espiritual. En Urquiza, el Espíritu Santo es sustituido por una figura en la que se concentra lo humano -pero lo humano sublimado- y lo divino, Cristo. La poeta está consciente de la imposibilidad de lograr un estado místico superior donde pueda sentir la presencia amorosa, suave y tranquila de Cristo, donde, como declara el poema de San Juan, " ... dentro del horno inflamado del alma 16

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SAN JUAN DE LA CRUZ,

op. cit., p. 376.

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ha surgido una llama blanca que ya no hiere ni duele, sino que suaviza y acaricia" 17 . Y es que en Urquiza, lo único que es real y tiene cierto grado de certeza es el dolor, esa "congoja de carne miserable" por donde irrumpe el alma en su intento de elevarse hasta Dios. A lo largo de los poemas religiosos y de corte místico escritos por Concha Urquiza, la acendrada autoconciencia de su propia naturaleza y circunstancia no remueven el obstáculo para el vuelo místico, pero le otorgan una lucidez que le permite emprender de una manera original -conservadora al mismo tiempo que renovadora-, la búsqueda de una espiritualidad y de una religiosidad que parecieran haberse perdido gracias al materialismo exacerbado de un mundo sin sentido. Los símbolos místicos serán un instrumento apropiado para dar cuenta de su peculiar experiencia religiosa.

MARGARITA LEÓN VEGA

Universidad Nacional Autónoma de México

17

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HELMUT HATZFELD,

op. cit., pp. 360-361.

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