Despedida en la Isla Ocean

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Story Transcript

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Despedida en la Isla Ocean (Saying Good Bye at Ocean Isle)

Kimberly Hunter

pág. 2

Este libro fue traducido por el blog BRAD PACK C para libre lectura solo te pedimos que no cambies nada de él. Nuestro staff realizó mucho esfuerzo para que puedas leerlo. Este libro es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas de sexo explícito, si te molesta el tema no lo leas, y si eres débil de corazón no sería recomendable. Esperamos que lo disfrutes.

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Resumen ¿Qué harías si perdieras el amor de tu vida? ¿Qué hacer cuando finalmente tengas que dejarlo ir? ¿Y qué harías si te dieran una segunda oportunidad en el amor? Para Laine Abernathy y Pike Sean, perder a sus amantes en accidentes trágicos fue devastador. Pero un año después, Laine se ha dado cuenta que aferrarse al pasado es inútil. Sean no está listo todavía para decir adiós. En el fondo, sabe que debe. Por desgracia, la mente está dispuesta, pero el corazón no lo está. A través del dolor y la tristeza, los dos forman un lazo que se convierte en mucho más, en el transcurso de una estancia de un largo mes en la playa de la Isla Ocean. Entonces una noche de pasión envía a Sean corriendo. Pensando que había empujado demasiado duro, Laine regresa a su vida, decepcionado y desilusionado. Él había compartido algo con Sean que nunca pensó tener otra vez. Tres meses más tarde, Laine recibe un mensaje de texto. “Encuéntrame en la Isla Ocean. Es necesario decir adiós.” ¿Su oportunidad de ser felices se ha ido antes de comenzar? ¿O dos corazones rotos finalmente serán reparados? Sólo hay una manera de averiguarlo…

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Capítulo Uno Un año atrás —¡Ty! —Sean se apresuró a llegar hasta su cuerpo roto, sangre goteando desde su boca y nariz.— ¡Oh Dios no! Abriendo su mochila mientras se dejaba caer al lado de Ty, Sean pudo ver que él estaba en mal estado. Realmente malo. De inmediato sacó el teléfono satelital de la mochila, pidiendo ayuda. —No van a llegar a tiempo, Sean —dijo Ty en un doloroso susurro. —Por supuesto que lo harán. —Sean sacó una manta de su mochila también, colocándola sobre Ty mientras ignoraba la verdad de esas palabras.— Entonces vamos a conseguir que te curen y nos reiremos mucho por eso. —No esta vez amor. —Ty le dio una débil sonrisa. Ahora Sean podía ver la palidez de la piel de Ty empeorando. Su respiración era cada vez más dificultosa con cada inhalación. Esto no podía estar pasando. —Por favor Ty. Tienes que aguantar. —Agarró la mano de Ty, se asustó al sentirla tan helada.— Por favor. —Las lágrimas empezaron a llenar sus ojos. —De todos los lugares peligrosos y hostiles que hemos pasado, me acaban mordiendo en nuestro propio patio trasero. —Su risa baja se convirtió en fuerte tos. Sean rápidamente lo puso a su lado cuando empezó a ahogarse con su propia sangre. Cuando el episodio pasó, Sean suavemente lo puso en la espalda de nuevo. Ty lucía aún peor. —Yo... yo no tengo mucho tiempo Sean. pág. 5

—No —Sean sacudió su cabeza con fuerza y las lágrimas cayeron libremente.— No, vas a lograrlo. Ty le dio una conocedora sonrisa. —Escúchame Sean. No te revuelques en la pena después de que yo me haya ido. Ya sabes lo mucho que odio toda esa basura del luto. Y nada de esa basura ermitaño tampoco. Eres demasiado hermoso, demasiado vibrante para esconderte. Y por encima de todo. —La penetrante mirada de sus ojos verde— Si encuentras a alguien, no tengas miedo de estar con él. Sabes que nunca envidiaría tu felicidad. —Cristo Ty. Por favor. —Sollozó Sean. —Siento no poder darte más tiempo cariño. —No, por favor. Tienes que quedarte conmigo Ty. Tienes que… Pero Ty se había ido. Aquellos una vez sonrientes ojos verdes estaban sin vida mientras lo miraban sin verlo y su trabajosa respiración se detuvo. —¿Ty? —Sean apretó la fría mano.— ¿Ty? Vamos dulzura. — Suavemente sacudió el hombro de Ty.— Por favor Ty. Tú... tú tienes que regresar. Era inútil. De un momento a otro Ty había muerto, dejando a Sean solo. —¡No! Sean se despertó con un grito, sentándose derecho en la cama. Su corazón estaba latiendo fuertemente y su sangre corría alocadamente en sus oídos. Había lágrimas fluyendo hacia abajo por sus mejillas mientras trataba de conseguir respirar de nuevo. Creyó que iba a romperse por lo mucho que temblaba. —¿Sean? —Su hermana Violeta entró corriendo en la habitación, encendiendo la lámpara de la mesita mientras se apresuraba a su lado. Estaba tan molesto por el sueño que ni siquiera se inmutó cuando el brillo inundó la habitación. La cama se hundió cuando Violeta se sentó junto a él. —¿Estás bien? pág. 6

—Yo... eh... sí. —Tragó pesadamente, limpiando la humedad de su rostro.— Sólo un mal sueño. —Después de tomar unas cuantas respiraciones más profundas, se sintió ligeramente más firme. Al menos su temblor había cesado. Ella dejó escapar un profundo suspiro. —Esta es la tercera vez en esta semana Sean. ¿No están funcionando las medicinas? —Dejé de tomar esa mierda hace semanas. —Levantó la mano para detener cualquier comentario que ella fuera a darle.— Estoy enfermo de caminar como un zombi. —Sin duda era demasiado peligroso de tomar cuando estaba de servicio de todos modos. —Mejor un zombi que la forma en la que estás ahora. — le contestó con dureza.— No has tenido una noche de sueño completa desde que regresaste de la India. Y eso se nota. Saliendo de la cama, se dirigió hacia el baño. Las siguientes palabras de Violeta lo detuvieron a medio camino. —Ha sido un año Sean. —ella dijo suavemente. No contestó, el dolor y la pérdida estaban demasiado cerca de la superficie. —Sabes que él no hubiera querido que te vieras así. —¿Verme cómo Vi? —Él se volvió hacia ella con enojo.— ¿Como si mi corazón hubiera sido arrancado? ¿Como si me faltara un pedazo de mi alma? ¿Como si despertarme cada día sin él fuera una lucha? Por Dios Vi, hay algunos días en que siento como si no pudiera respirar sin él aquí. —Le molestaba que nadie le entendiera. —No, idiota —lo reprendió.— Sintiéndote miserable y trabajando hasta morir. —Bueno, es trabajar o permanecer drogado. Prefiero trabajar. En cuanto a ser miserable, ¿qué esperabas? —La miró fijamente.— Ty no era sólo mi amante, mi compañero. Era todo mi mundo Vi. El único con quien yo quería compartirlo todo. Para hacer una vida. Para envejecer. Pero eso fue arrebatado de mí el día que se cayó de esa montaña.

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—Ya lo sé cariño. Sé que ustedes dos compartían un tipo especial de amor. —Dijo con exasperación.— Pero después de vender la casa y básicamente cortar lazos con todo el mundo al mudarte lejos, todavía tienes que seguir adelante tu mismo. Y después de un año, ¿no crees que es hora?” Sintiéndose perdido apretó su boca cerrada. ¿Qué podía decir? ¿Incluso unos cien años no serían suficientes? ¿Esa sola idea de seguir adelante lo asustaba tanto que le hacía enfermarse físicamente? ¿O que seguir adelante pudiera hacerlo sentir más solo y perdido de lo que ya estaba? En cuanto a la reubicación, bueno, se cansó de la piedad. Ya era bastante malo tener que vivir sin Ty. No necesitaba la simpatía constante de los que no podía ni siquiera imaginar por lo que estaba pasando. —No eres el único que lo extraña, lo sabes. —La voz de Violeta estaba teñida con tristeza mientras se colocaba de pie frente a él.— Podría no haber sido mi amante, pero era mi hermano. Tanto como tú lo eres. Así que creo que es seguro decir que te patearía el culo si supiera que estas todavía en un luto como este. Un gruñido de reconocimiento fue su única respuesta. Porque, bueno, ella tenía razón. Ty Biggs había venido desde el profundo sur. Había venido también de una familia adinerada. Una muy antigua. Tan vieja que el pequeño pueblo de Mississippi donde creció fue fundado por sus propios antepasados propietarios de esclavos. Y como tal, su familia tenía cierta reputación que mantener. Eso se tradujo en una educación muy estricta y fría. No es que Ty fuera nada de eso. Todo lo contrario. Sin embargo, no era demasiado sentimentalista. Tampoco creía que uno debía aferrarse al pasado. La vida se hizo para vivirla. Había que avanzar y experimentar todo lo que el mundo tenía para dar. Por supuesto, eso no significaba que enamorarse detuviera el viaje de su vida. Eso solamente hacía que el viaje fuera más agradable y valiera la pena. Tocando el dorado colgante de cuatro hojas de trébol en su collar, la garganta de Sean casi fue obstruida por el recuerdo del día en que Ty se la había dado. Había sido en su primer aniversario. Y siendo del tipo práctico, Ty apenas la deslizó alrededor de su cuello, diciendo que se sentía afortunado desde el día en que Sean entró en su vida y lo dejó así. Fue el pág. 8

momento en que Sean se dio cuenta de la profundidad del amor de Ty por él. Oh, había dicho las palabras varias veces. Sin embargo, debido a la infancia de Ty, sus apegos emocionales eran pocos. Incluso expresar cualquier tipo de sentimiento profundo era difícil en el mejor de los casos. Lo cual hizo que dejar ir todo fuera más difícil para Sean. Él era opuesto a Ty en más de una forma. —Sí, estaría muy enojado. —Sean acordó con una pequeña sonrisa.— Pero… lo extraño Vi. —Sus ojos se llenaron con lágrimas.— Cada día. ¿Cómo lo dejo ir? ¿Cómo puedo seguir adelante cuando todo en lo que pienso es que no lo sostendré en mis brazos de nuevo? Violeta lo tenía en sus brazos antes de que el primer sollozo escapara. Se aferró a ella mientras su tristeza, pérdida e ira y parecían derramarse con cada ardiente lágrima. Cuando las fuentes de agua por fin se secaron, se sentía agotado, sin fuerzas colgando contra su hermana. Ella no dijo ninguna palabra mientras le ayudaba a volver a la cama. Luego se dirigió al baño, regresando con una toalla fría y húmeda, bañando su cara con ella. Lanzándola de nuevo en el baño después de terminar, le ayudó a acomodarse en la cama. —Creo que necesitas alejarte por un tiempo Sean —dijo mientras se sentaba al lado de su cadera.— Tómate un poco de tiempo libre del trabajo, de amigos y familiares. Sólo descansar por ahí, recargarte y no pensar en nada más que comer y dormir. Dejó escapar un suspiro de cansancio. Alejarse por un rato sonaba muy bien en ese momento. Y como ella era su agente y lo estaba liberando de convertirse en comida de tigre por su propia estupidez, el tiempo no era un problema. —Sí. Creo que podría tener algo de descanso y relajación ahora mismo. —Bien. —Acarició su pierna y se levantó.— Un amigo mío tiene el lugar perfecto, así que déjame hacer todos los arreglos. —¿Y dónde está ese lugar perfecto? —le preguntó mientras caminaba hacia la puerta y se volvía hacia él con una cálida sonrisa. —La playa de la isla Ocean, en Carolina del Norte. pág. 9

—Es hora mamá Joplin. —Dijo Laine. —Me preguntaba cuándo ibas a llegar. —Respondió. Se rió en voz baja. —Sí, bueno, he sido conocido por ser un poco terco. Ella carraspeó y luego tomó un sorbo de su café. —Era demasiado pronto y yo... yo no estaba listo. —Dejó escapar un profundo suspiro. —¿Y lo estás ahora? —Sí señora. —Dejó escapar otro profundo suspiro.— Derek se fue hace más de un año. Y aunque yo siempre lo amaré, siempre lo echaré de menos, estoy... —Tomó un sorbo de su café para quitar el bulto amenazando con ahogarlo. —Estás solo. —Si señora. —Suspiró mirando más allá de ese querido rostro. —No te atrevas a sentirte culpable por querer seguir adelante Laine Abernathy. —Habló con dureza.— Derek pudo haberse ido, pero eso no significa que necesites pasar el resto de tu vida de luto por él. Eso no es lo que él hubiera querido para ti. —No, no lo hubiera querido. —Sonrió tristemente mientras jugaba con las etiquetas de identificación en su mano. Ella se levantó y se dirigió al mostrador para recuperar la cafetera, llenando dos tazas. La colocó en su sitio y entonces se sentó, cogiendo su taza y tomando un sorbo tentativo de la caliente bebida.

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¿Cuántas veces Laine se había sentado en su mesa de cocina mientras Derek estaba fuera? ¿Cuántas desde su muerte? Demasiadas para contarlas. Pero cada vez, mamá Joplin había estado ahí para él. Más que sus propios padres. Sí, ellos lo apoyaron, incluso cuando salió. Había actuado como si entendieran su dolor. Sin embargo, a pesar de su apoyo y la comprensión de su estilo de vida, Laine había tenido siempre la sensación de que realmente no lo entendían. Que ellos solo le seguían la corriente como si estuviera pasando por una fase. Luego, cuando Derek murió y fueron testigos de primera mano de cómo estuvo devastado, un abismo se había desarrollado entre ellos. Uno que ellos parecían no tener prisa en crear un puente. Si no fuera por el hecho de que ahora pertenecía a la empresa familiar y su hermano pequeño todavía hablaba fácilmente con él, no tendría ningún contacto con su familia en absoluto. —¿Entonces, cuando y donde? —Saldré en la mañana hacia la casa de playa de mis abuelos en la isla Ocean —respondió.— Aunque supongo que ahora que el abuelo se ha ido, no puedo llamarlo su lugar ya que lo dejó para mí. —Apuesto que eso debe haber enojado mucho a tu mamá. —se rió de ella. —Se podría decir eso. —Sonrió con tristeza. Benjamin Abernathy había sido un hombre muy rico cuando murió. Su talento para la fabricación de muebles hechos a mano y de una pieza única era bien conocido. Cómo hacer montones de dinero con eso era igualmente bien conocido. Cuando su hijo aprendió el negocio, las mujeres hacían cola para ser su esposa. La que él escogió, la madre de Laine, no era la que Benjamín había aprobado. El padre de Laine y Benjamin nunca dejaron que lo olvidara. Razón por la cual ahora Laine era dueño de la empresa familiar y de varias propiedades. Oh, su padre se quedó un par de cosas, pero entre no heredar el negocio y Laine s iendo gay, bueno, no era de extrañar que nunca más le hablara. Aunque después de perder a Derek, no parecía tan importante. Durante un tiempo, había pensado en vender todo a su padre y acabar desapareciendo por un tiempo. Mamá Joplin no quería oír hablar de sobre eso. Ella lo enderezó y lo ayudó a atravesar esos oscuros primeros meses.

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—Te agradezco por todo. Ella solo sacudió su cabeza y sonrió. —No necesitas agradecerme por nada. —Levantó su mano cuando él quiso protestar.— No, escúchame. Cuando la mamá y el papá de Derek fueron asesinados, fue levantarlo como un buen hombre lo que me hizo pasar a través de los malos tiempos. —Extendiendo su mano, le palmeó la mano que sostenía las etiquetas de identificación de Derek.— Nos ayudamos unos a otros. No tienes que dar las gracias por eso. Solo sigue viviendo. Tomó su mano entre las suyas, luchando por contener las lágrimas. —Sí señora. Continuaron hablando durante un rato, poniéndose al día. Cuando llegó la hora de irse, le hizo prometer llamar una vez que llegara a la casa de campo. No tenía problemas prometiendo aliviar su mente. Ella pudo haber sido la abuela de nacimiento de Derek, pero Laine había llegado a quererla como si fuera la suya también. Y a pesar de que Derek se había ido, todavía tenía a mamá Joplin. La abuela de su corazón. Laine se fue temprano a la mañana siguiente. Con la camioneta cargada y su hermano pequeño Eliot manteniendo el fuerte, podía estar tranquilo por el resto de la semana. A pesar de que realmente no tenía ni idea de cuánto tiempo estaría fuera, Eliot lo había convencido para que tomara todo el tiempo que fuera necesario. Ya que los negocios estaban principalmente en Thomasville, en Carolina del Norte, la isla Ocean estaba a menos de cuatro horas de distancia. Lo suficientemente cerca para regresar rápidamente en caso de necesidad. No es como si debiera hacerlo. Incluso con la economía de mierda, los pedidos habían sido constantes. Y Eliot era más que capaz. Había aprendido el negocio al mismo tiempo que Laine. No dolía que también fuera un verdadero dolor en el culo. Entonces, con todo el frente de su hogar siendo cuidado, Laine se conectó a su iPod y disfrutó conduciendo. Se detuvo un par de veces para llenar el tanque y para almorzar. Incluso se detuvo en un par de puestos de fruta para conseguir productos frescos. Le gustaba poder ayudar a quienes lo necesitan, no importaba lo poco que les comprara. Eso todavía ayudaba. Demasiado rápido se encontró saliendo de la I-74, cada giro a su vez llevándolo más cerca de la casa y de la razón por la cual iba ahí: Decirle adiós a Derek. pág. 12

Derek “Dare” Joplin y Laine habían asistido a la misma escuela secundaria. Aunque eran conocidos por los otros debido a las diferencias entre ellos. Laine era un atleta y Derek era un friki de los libros. Estaban lo suficientemente familiarizados el uno con el otro, que cuando su decimoquinta reunión de preparatoria se llevó a cabo, el nombre del otro había sonado como una campana. Por supuesto, quince años podría cambiar a un hombre. Derek había cambiado esos libros por una carrera en el ejército como piloto de helicóptero. En cuanto a la parte friki, él se había transformado en un hombre muy hermoso y bien construido. Con su cabello castaño arenoso, ojos verde oscuro y piel morena, Laine había sido cautivado. Pero fue la personalidad sin sentido de Derek y su peculiar sentido del humor de lo que Laine se enamoró. Durante tres años, mantuvieron su relación en secreto para todos excepto para la familia y los amigos más leales. Entonces la DADT1 fue derogada. Laine había estado en éxtasis. Su felicidad duró poco. El día después de que la derogación fuera anunciada, el helicóptero de Derek fue derribado después de haber transportado los muy necesarios suministros médicos a un pequeño pueblo cercano. No hubo sobrevivientes. Él tenía treinta y cinco años. La noticia había sido devastadora, por decir lo menos. Si no hubiera sido por Eliot y mamá Joplin, Laine estaba seguro de que se habría unido a Derek. Hubo días, el funeral en especial, cuando habría acogido con satisfacción esa oportunidad. Pero no estaba dispuesto a deshonrar la memoria de Derek con tal acción, no importaba cuánto lo tentaba hacerlo su pérdida. Ahora, más de un año después, Laine estaba listo para decir adiós. Siempre amaría a Derek y nunca lo olvidaría. Pero era como le había dicho a mamá Joplin. Estaba solo. No que necesitara saltar en otra relación. No por ahora. Es solo que quería tener la opción si alguna vez esta se presentaba en el futuro. Sin embargo, si seguía manteniendo la pena y el dolor, la ira y sí, incluso la culpa de tener que seguir adelante, nunca lo 1

DADT “Don´t Ask; Don´t Tell. Política en el ejército de Estados Unidos, en la que la homosexualidad era pasada por alto en la medida en la que nadie pregunta ra sobre el tema y no era evidente o revelado en cualquier forma. Se trataba de otorgar a los miembros gay de las fuerzas armadas cierta libertad frente a la persecución, pero, en la práctica, forzó a las personas gay a quedarse en el armario cuando revelar su relación o la orientación sexual era motivo de castigo.

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haría. Y si era sincero consigo mismo, estaba cansado de sentirse de esa manera. Sí, extrañaba a Derek. Una parte de él siempre lo haría. Pero también extrañaba estar con otro hombre. Extrañaba el calor, el compañerismo y sí, la sexualidad. Cuando su líbido comenzó a volver un par de meses atrás, tomó el asunto en sus manos a la manera antigua. Por desgracia, el bar gay local y lo que siguió a eso había sido un desastre. Aún así, lo hizo darse cuenta de que la vida continuaba a pesar de la terrible pérdida que había sufrido. Su deseo sexual regresando fue sólo el comienzo de ese proceso. No fue fácil llegar a un acuerdo con eso. El y Derek habían compartido tres maravillosos años juntos. Hicieron planes, trazado de sus vidas como pareja a pesar de que legalmente no podían casarse en Carolina del Norte. Todo eso arrebatado era más allá de lo injusto. La vida raramente era justa. No había apreciado aprender esa lección en lo más mínimo. Cuando por fin llegó a los límites de la ciudad, Laine respiró hondo. Conducir a través de ella trajo recuerdos de su infancia. Estando a mediados de octubre, el clima se estaba enfriando así que la mayoría de los negocios estaban cerrados. A Laine no le importaba. No había habido demasiada gente por ahí durante los meses más cálidos. Lo que tenía que hacer no era para las masas. Era profundamente personal. Y el hecho de que nunca trajo aquí a Derek era agridulce. Otra parte del plan que había muerto con su amante. Doblando por la vía privada, había otras tres casas, además de la de su abuelo. Mientras conducía por delante de ellas, se dio cuenta que una estaba ocupada. Había pasado tanto tiempo desde que había estado aquí, que sus borrosos recuerdos no pudieron recordarle quien era el dueño. Encogiéndose de hombros, llegó a su casa de campo. Era la última en el extremo de la calle. También la más grande. Entró en el garaje, alegrándose de llamar con antelación para que la empresa que vigilaba la propiedad la tuviera lista para él. El fuerte olor de salmuera y algas asaltó a Laine mientras salía de la camioneta. El aire fresco le dio un escalofrío a pesar del el sol afuera y el viento fresco que venía del interior. Tomó una respiración profunda, una vez más complacido de haber hecho el viaje.

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Recuperando su bolso y mochila, cerró la camioneta y luego caminó hasta la puerta principal. La abrió con su llave, cerrándola detrás de él después de entrar. La cabaña estaba caliente y el sonido de los aparatos zumbaba en la cocina mientras se encaminaba hacia su habitación. No se molestó en comprobar el resto del lugar. Sabía que iba a ser el mismo. Nada había cambiado desde la muerte de su abuela cuando tenía diez años y tampoco lo haría. Le gustaba la decoración toscana a pesar de que estaba en una cabaña de playa. Una vez que acomodó todo, llamó a mamá Joplin para hacerle saber que había llegado sano y salvo, a continuación, fue a la cocina y se hizo una comida. Después se volvió hacia los registros de gas en la chimenea, sirvió un vaso de vino y se relajó. Dejó que su mente estuviera en blanco. Al día siguiente sería bastante difícil detenerla de pensar. Y si tuviera un par de vasos más de vino para ayudarlo a dormir, bueno no había nadie que lo interrumpiera.

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Capítulo Dos La mañana siguiente amaneció fría, con una ligera brisa que venía del Atlántico. El sol brillaba, manteniéndola más caliente de lo que debería haber sido. Sin embargo Laine estaba vestido apropiadamente con un suéter ligero. Él sabía lo impredecible que el clima podía ser en el otoño. Después de un pequeño desayuno de café y una tostada en el balcón, Laine recuperó sus claves y las etiquetas de identificación de Derek. Cada cabaña tenía su propio pequeño embarcadero, pero el destino de Laine era el largo muelle comunal entre la segunda y la tercera cabaña. Era tres veces más largo que los otros. Perfecto para lo que necesitaba hacer. Al llegar al final del muelle, se apoyó en la barandilla en sus antebrazos. Las etiquetas de identificación de Derek estaban sujetas con fuerza en su mano derecha. Se quedó mirando el agua verde-azul, oyendo a la gaviota que pasó gritando antes de que hablara. —Adivino que sabes porque estoy aquí. —Comenzó.— Los pasados trece meses han sido los más difíciles de mi vida. Especialmente el primer mes. Hubo un par de veces en las que pensé que acompañarte era más fácil que tratar con tu partida. Permanecer ebrio también parecía mejor. Pero no podía hacerlo. Mamá Joplin habría golpeado mi culo, también. —Sonrió con tristeza, la nariz ardiendo con lágrimas no derramadas.— Y bueno, yo no podía deshonrar tu memoria Derek. Mostraste a todos tu fuerza. Pero me dejaste ver el verdadero tú. Defectos, inseguridades y todo. No podía tomar el camino más fácil después de que me lo diste todo. —Un pequeño sollozo escapó cuando las lágrimas comenzaron a caer.— Siempre te amaré Dare y una parte de mí siempre te echará de menos. Pero... no puedo seguir aferrándome a lo que se ha ido. Yo... yo... —Ahora estaba llorando abiertamente, demasiado cegado por las lágrimas y el dolor para darse cuenta de nada.— Tengo que dejarte ir. Tengo que seguir adelante como sé que quieres que haga. —Levantó las placas de identificación hasta sus labios, dándole a Derek un último beso.— Nunca te olvidaré. —Entonces, antes de perder el valor, alzó su brazo hacia atrás y lanzó la última pieza de su amante en el océano.— A… ad…. Adiós.

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Girando rápidamente sobre sus talones se alejó antes de tirarse por la borda para recuperar la única parte de Derek que había mantenido con él. Pero antes de que pudiera llegar a la escalera, el conocimiento de lo que acababa de hacer lo golpeó. Se dejó caer de rodillas con un sollozo roto, el peso de su derrota finalmente liberándose mientras gritaba a los cielos.

El sonido de tan angustiado grito sacó a Sean del ligero sueño. Se sentó en el sofá buscando alrededor, confundido. Cuando lo escuchó de nuevo, se levantó y salió corriendo a la cubierta. Al principio, no vio a nadie. Entonces un gemido quejumbroso desde el muelle mostró a un hombre de rodillas. Parecía estar sufriendo mientras lloraba, meciéndose y abrazándose. Sean no supo que lo poseyó para que se moviera, pero antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, estaba al lado del hombre. —Hey —dijo suavemente, arrodillándose junto a él. El hermoso rostro que miró a Sean estaba arrasado por las lágrimas. Sus hermosos ojos color avellana lucían angustiados y con bordes rojos. Pero fue la total expresión de pérdida y dolor los que cautivaron a Sean. Dios, sabía que había visto esa misma imagen mirando hacia él en el espejo en más de una ocasión durante el último año. —Finalmente dije adiós. —le dijo a Sean.— Finalmente lo dejé ir. Las lágrimas del hombre llegaron con más fuerza luego de que Sean asintiera aturdido —Él se ha... ido. No... no podía... —Tomó una respiración entrecortada.— Retenerlo. Te… tenía que decir... adiós. Con esa última palabra, el pobre hombre se descompuso totalmente. Sean lo acercó más, la angustia de la pérdida del hombre le hacía temblar en los brazos de Sean. Sean solo lo sostenía, sabiendo que nada de lo que pág. 17

dijera lo ayudaría o lo haría sentir mejor. Tenía que sacarlo. Porque teniendo en cuenta los sonidos que hacía, el hombre había estado conteniendo el dolor durante un buen rato. Cuando el hombre finalmente paró un poco de estremece, Sean se echó hacia atrás. —Déjame llevarte adentro. Un buen baño caliente y un poco de relajante té caliente van a hacerte mucho bien. El hombre simplemente asintió, viéndose demasiado traumatizado para decir nada. Sean lo ayudó a ponerse de pie, asegurándose de poner un brazo alrededor de su cintura mientras cuidadosamente caminaban lentamente de regreso a su casa de campo. Una vez dentro, Sean condujo a su huésped al baño y abrió el grifo. Satisfecho de que era lo suficientemente caliente, conectó la bañera, cerrando la corriente cuando ésta se llenó. Entonces miró a su invitado. No lo había notado en el muelle, pero el tipo era realmente muy grande. Unos buenos 10 ó 12 centímetros más alto que Sean quien media 1.79 de altura con un montón de músculo. Añadiendo el cabello de ébano, los ojos color avellana y fuego dorado y bueno, el tipo era simplemente hermoso. El hecho de que Sean viera a otro hombre tan atractivo lo hizo sentir incómodo. Por no hablar de que era extremadamente inapropiado bajo las circunstancias. —Si necesitas algo, sólo grita —dijo.— Las toallas están en el pequeño armario de ahí —Señalando una pequeña puerta por la bañera.— Y una túnica de repuesto cuelga en la parte posterior de la puerta. —Gracias... —Hizo una pausa, mirando a Sean. —Sean. Sean Pike. —Laine Abernathy. —Su voz estaba ronca. —Eres más que bienvenido Laine. —Le dio Laine una cálida sonrisa.— Sigue adelante y salta: El té deberá estar listo cuando hayas terminado. Laine sonrió débilmente en respuesta entonces Sean se fue, cerrando la puerta del baño detrás de él. pág. 18

Corrió a la cocina a preparar el té, con un dolor hueco en el estómago por encontrar al otro hombre atractivo. Él no quería encontrar a otro hombre atractivo. Él aún amaba a Ty. Siempre amaría a Ty. El... Dejando escapar un profundo suspiro, se puso a sí mismo bajo control y entonces comenzó a preparar el té. Mientras pasaba a través de las familiares emociones, su mente racionalizaba lo que estaba sintiendo. Un chico guapo que aparentemente tenía una terrible pérdida que estaba superando. Sean, sabiendo lo que está pasando, tenía más que simpatía. Quería ayudar a Laine porque tenían algo en común. Era natural ayudar a una alma gemela en tal necesidad. Querer ofrecer comodidad y un oído comprensivo. ¿Quién mejor que alguien como Sean? Cuanto más pensaba Sean en eso llenando la tetera, más plausible sonaba la teoría. Sí, Laine era precioso, pero era su dolor compartido por lo que Sean se sintió atraído. No tenía nada que ver con lo físico. Asintiendo para sí mismo, Sean reunió todo lo necesario para el servicio de té y llevó la bandeja a la sala de estar. Colocándolo sobre la mesa de café, se acercó a la chimenea y añadió otro tronco grande. Muy mal que no era una bomba de calor o registro de gas. Hubiera sido mejor y más limpio sin duda. Pero con el viento golpeando y haciendo un poco de frío en la casa, él no iba a objetar demasiado de donde venía el calor. Y teniendo en cuenta que Laine había acaba de pasar por una ruptura muy emocional, el calor adicional sin duda podría ayudar. Satisfecho con el aumento de la temperatura, Sean se había sentado solo en el sofá cuando Laine vacilante entró en la habitación llevando la túnica azul grande. Sus ojos no se veían tan atormentados, pero tenía las mejillas rosadas, con una expresión de desconcierto. —Lo siento por molestarte. —Aliviado se acercó y se sentó cautelosamente junto a Sean.— Y por lo de antes. Sean le sirvió una taza de té y se la entregó. —Por favor, no te disculpes Laine. Realmente no hay nada que lamentar. Me alegro de haber estado aquí para ayudar —Luego vertió su té. —Gracias. —Laine asintió y dejó escapar un profundo suspiro.— Aún así, no era mi intención, uh, volcar todo sobre ti. pág. 19

—El dolor y la pérdida no son exactamente las emociones racionales. —Sean le dirigió una triste sonrisa después de tomar un sorbo de su té.— Todos lo manejamos de forma diferente. Tomando un sorbo de su propio te, la mirada de Laine se volvió penetrante. —Te oyes como si hablaras por experiencia. El asintió. —Mi compañero desde hacía cinco años murió en un accidente de montañismo el año pasado. —Maldición. Lamento escuchar eso. Asintió con una inclinación de cabeza. —¿Y tú? —Derek murió en Afganistán hace un año —respondió con voz ronca.— Habíamos estado juntos por tres años. —Mis condolencias. —Eso le valió una mueca triste, sin duda porque había oído esa frase incontables veces. Dios sabe que Sean había llegado a odiarlo.— ¿Estuvieron los dos aquí en algún verano? Laine sacudió la cabeza. —No. Siendo un piloto de helicóptero, sus descansos eran pocos y distantes entre sí. Y cuando estaba en casa, no era lo suficientemente largo para cualquier vacación extendida. —A ustedes dos probablemente no les importaba mucho de todas formas, —Sean sonrió con complicidad. —Sí. —la sonrisa de Laine era suave y matizada con profunda tristeza.— Hubo días en los que nunca logramos salir de la cama. —dijo mientras una lágrima solitaria resbalaba por su mejilla. Rápidamente la apartó.— Lo siento, esto es… —No lo sientas. —Sean lo cortó mientras le daba a Laine un pañuelo desde el final de la mesa.— Es difícil recordar aquellos tiempos sin querer gritar como un bebé. —Podía sentir la necesidad de dejar que sus propias lágrimas cayeran ante tal admisión. Laine le dio una sonrisa acuosa mientras se secaba los ojos. —O gritar como un loco sobre la injusticia de la misma.

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—O intentar todo lo posible para hacer que el dolor desaparezca. — Se tragó el nudo en la garganta con un sorbo del té tibio.— He estado ahí, haciendo eso. —Y tenía la resaca del infierno para probarlo. —se quejó Laine. Sean soltó un bufido buen humor. —Juré dejar esa mierda después de la última. Creo que me pasé todo el día abrazando el inodoro y deseando que mi cabeza fuera a explotar o bien arrancarla de mis hombros. No es un recuerdo al que le tenga mucho cariño. Sacudiendo la cabeza con simpatía y comprensión, la sonrisa de complicidad Laine se transformó en un gran bostezo. Puso su taza vacía en la bandeja y luego se levantó. —Creo que voy a regresar a mi casa. De repente estoy muy agotado. De pie a su vez, una parte de Sean no querían que su conversación terminara. Pero podía ver que tan agotado estaba Laine. —No lo dudo. Sigue adelante y cámbiate mientras consigo despejar todo esto. Haciendo como que negociaba, Laine fue al cuarto de baño mientras Sean limpiaba. En muy poco tiempo, Laine estaba de vuelta y completamente vestido. Sean lo sacó a la cubierta. A pesar de que el sol había salido, había nubes que moviéndose, por lo que el aire estaba húmedo y frío. —Gracias Sean. —La mirada Laine se volvió hacia el largo muelle.— Sabía que decir adiós iba a ser duro, pero... —No fue un problema Laine. En verdad. Tomó un par de respiraciones profundas y luego miró a Sean. —Si alguna vez necesitas hablar o simplemente compartir una taza de café, no dudes en visitarme. Mi cabaña está en el extremo de la línea. Voy a estar aquí por un tiempo, así que no es un problema. —Me gustaría eso. —Y lo haría. Además del hecho que tenían en común de haber perdido a sus amantes, Laine sinceramente se veía como un gran chico. —Bien.

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Con una inclinación de cabeza y una pequeña ola, estaba afuera deambulando hacia su cabaña. Sean vigilaba, asegurándose de que estuviera bien y luego volvió a entrar. Retomando su posición anterior en el sofá, Sean se estiró y dejó vagar su pensamiento. Se sentía extrañamente alegre mientras lentamente se deslizaba en el sueño. Pero los ojos con los que soñaba no eran el verde brillante de su amor perdido. Eran unos sensuales color avellana.

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Capítulo Tres Después de regresar a su casa de campo, Laine pasó el resto del día alternativamente llorando y bebiendo. La bebida había sido un accidente. Casi. Había estado tan nublado que no se había dado cuenta que había consumido una botella entera de vino. En ese punto sin embargo, en realidad no le importaba. La mañana siguiente era un asunto diferente. Sus ojos estaban hinchados e inyectados en sangre, en su cabeza sentía como una bola de boliche que se revolcaba en ella y su boca sabía como si hubiera aspirado un calcetín sucio. No era un sentimiento del que tenía buenos recuerdos. De hecho, era la sensación que había tratado desesperadamente de no repetir a pesar de las razones sobre eso. Tampoco se estaba volviendo más joven. Era demasiado viejo para soportar una resaca. Su cuerpo no se recuperaba de tales indulgencias de la forma en la que solía hacerlo. Así pasó la mayor parte del día sintiéndome como mierda y tomándolo con calma. También estaba contento de que Sean no se hubiera decidido a pasar. Ya era bastante malo que hubiera sido testigo de la crisis emocional de Laine. No es necesario añadir sal a la herida haciendo que el hombre viera una prueba más de la crisis, es decir, de su estupidez. Por supuesto, había una parte pequeña, muy pequeña, que estaba un poco decepcionada de que Sean no hubiera ido. Dejando sus tragedias a un lado, Laine había disfrutado de su breve tiempo con Sean. No dolía que se estuviera volviendo loco por el sexo tampoco. Con esa piel tonificada y esbelta construcción, cabello soleado, hermosos bucles de bebé y cremosa piel de durazno, Sean Pike probablemente hacía girar cabezas por dondequiera que iba. Ciertamente hizo girar la de Laine, a pesar de las circunstancias de su reunión. Todavía extrañaba a Derek, pero eso no significaba que él fuera ciego. O inmune a los encantos de un hombre hermoso. Durante los próximos días, Laine se quedó cerca de la cabaña. Como el tiempo se ponía peor, Laine no quería salir demasiado al frío. No es que él realmente quisiera ir a alguna parte de todos modos. Todavía estaba un poco escurrido emocionalmente, pero estaba mejorando. Tanto así que su corazón estaba más ligero por haber dicho adiós a Derek. También estaba más en paz. Antes, la sola idea de su pérdida era suficiente para enviarlo a pág. 23

una depresión durante días. Ahora, sabía que dejar ir a Derek era lo correcto. Por sí mismo y por la memoria de Derek. Por supuesto que trajo a la mente algo que mamá Joplin le había contado de nuevo al final del verano. —Sostenerse y aferrarse con fuerza a aquellos que se han ido no sólo es malo para ti, sino también para el que se ha ido. —explicó.— Hay que seguir adelante y dejar sanar. Pero el que se ha ido, bueno, tienen que seguir adelante también. Ya sea para reunirse con sus seres queridos que han fallecido o para volver a nacer. Se merecen esa elección no importa lo doloroso que es para los que quedamos atrás. Fueron esas palabras y sus propios pensamientos los que finalmente hicieron caer en cuenta a Laine que no estaría de luto por Derek nunca más. Él estaba tratando de mantener su amor vivo por alguien que ya no estaba entre los vivos. Y él estaba haciéndose a sí mismo miserable. Sin embargo, darse cuenta de eso y realmente seguir adelante a través de dejarlo ir eran dos cosas totalmente distintas. Pero una vez que tomó la decisión, Laine sabía que era el camino correcto. Su crisis emocional no obstante, ya no se sentía como si fuera el fin del mundo. Al final de la semana, Laine se sorprendió. Estaba tumbado delante de los troncos con una taza de su café favorito de crema de avellana. Suave Jazz estaba sonando como un acompañamiento añadido a los sonidos de las olas del mar. Estaba a punto de levantarse y volver a llenar su taza cuando alguien llamó a la puerta principal. No estando seguro de quién podría ser, Laine puso su taza en la mesa de café y luego abrió la puerta. Sean estaba de pie con una leve sonrisa y luciendo como la muerte. Pálido, con los ojos inyectados en sangre e hinchados con moretones de colores, nariz roja e hinchada. Cabello rubio despeinado y descuidado. Incluso sus ropas habían visto mejores días. Él era un desastre. Sin decir una palabra, Laine lo escoltó hasta la sala. Asegurándose de que estaba cómodo en el sofá con una cálida manta de lana, Laine fue a la cocina y sirvió una taza grande de café humeante. Se la llevó a Sean, tomando asiento en la silla cercana y esperó a que Sean tomara un par de tragos antes de que pudiera hablar. —Gracias —murmuró entre dientes, su voz rasposa.— Espero no estar molestando. pág. 24

—Por supuesto que no. —Laine agitó la mano.— Además me has ayudado, a un completo desconocido cuando más lo necesitaba. Tengo derecho a devolver el favor. Sean asintió, sus nudillos blancos por el agarre con el que estaba sosteniendo la taza de café como si fuera un salvavidas. —¿Estás bien Sean? —¿Bien? —Levantó la taza y bebió un trago.— No, no lo estoy. — Entonces comenzó a temblar. Laine rápidamente alcanzó otra manta de la silla y la colocó sobre los hombros de Sean. Luego se acercó al aparador y sacó una botella de cristal antiguo lleno de un líquido de color ámbar dorado oscuro. Sacando el tapón, puso un par de gotas en el café de Sean. —Este escocés tenía ochenta y siete años cuando mi abuelo lo abrió hace quince años. Los ojos azules se ensancharon cuando Sean lo miró boquiabierto. — ¿Ese es whisky de más de cien años? —Sí. —Rió Laine.— Es por eso que sólo estoy poniendo dos gotas en el café. —Volvió a colocar el tapón y la botella en la mesa de café.— El abuelo lo compró en Escocia, así que esto puede golpearte con fuerza. Confía en mí. —Estoy seguro —dijo Sean con tristeza y luego tomó un sorbo tentativo de la nueva mezcla. Parpadeó rápidamente después de tragar.— Sí, dos gotas son más que suficientes. ¡Uff! —él estuvo de acuerdo cuando el color comenzó a filtrarse lentamente en sus mejillas. Dándole unos minutos más, Laine se sentó de nuevo, esperando pacientemente mientras bebía su café. El silencio era cómodo a pesar de que el peso de las preguntas abrumaban a Sean. —Yo... he estado teniendo malos sueños. Pesadillas en realidad. — Se apresuró a modificar.— Acerca del día en que Ty murió. Laine simplemente asintió, no tenía prisa por apresurarlo. Este tipo de purga tomaba tiempo, como bien sabía Laine.

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—Sólo que lo que sucedió realmente no es lo que he estado soñando. —Tomó un sorbo rápido de su café.— Verás, cuando Ty se cayó de la montaña, nunca recobró el conocimiento. Él murió camino al hospital. —¿Y en tu sueño es diferente? —Sí. —Hizo una pausa como si él mismo se preparara para una prueba terrible antes de continuar.— En el sueño, cuando finalmente llego hasta él, él... él está despierto y me dice que la ayuda no va a llegar a tiempo. Que después de que se haya ido, él n... no quiere que me revuelque en la pena o que esté solo, porque yo soy muy hermoso y v... vibrante para esconderme. Y si encuentro a alguien, que no tenga miedo de estar conmigo. Él quiere que yo sea feliz. No hubo lágrimas, pero Laine podía oírlas de todos modos. —Cuando trato de decirle que no, él... él ya se ha ido. —Tomó otro trago, sin duda para despejar el nudo en la garganta. Dios sabía que si se tratara de Laine, estaría haciendo lo mismo. —¿Cuánto tiempo has estado teniendo este sueño? Su ceño fruncido. —Uh, tres veces por semana desde el aniversario de la muerte de Ty y cuatro veces desde que llegué aquí. Bueno, no era de extrañar que el hombre se viera como una mierda. Ya era bastante malo que hubiera presenciado cómo su amante murió. Pero soñar con esa versión sesgada de que tenía que enloquecerlo en numerosos niveles. —Yo... —Tomó una respiración profunda.— No entiendo por qué. O lo que significa. Colocando su taza en la mesa de café, Laine se inclinó hacia adelante, con los antebrazos apoyados en las rodillas mientras miraba directamente a Sean. —Creo que sé por qué. Cualquier color que Sean hubiese recuperado rápidamente se evaporó. —No. No, no. —Su cabeza rubia se estaba sacudiendo con furia en forma negativa mientras una expresión de miedo y pánico puro cruzó su rostro.

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Laine saltó a su lado, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros temblorosos y deteniendo la botella con la otra mano. Sirvió un par de gotas en el café de Sean y le obligó a beber después de poner la jarra de nuevo. Una vez que pareció tranquilizarse, Laine dijo —Mira, sé lo difícil que es esto. Cristo, yo lo hice —Su risa era dura y sin humor.— Pero aferrarte de esa manera, negándote a dejarlo ir. Te va a destruir Sean. El chico melancólico miró inquisitivamente hacia él. —Es por eso que le dijiste adiós, ¿no? —Hay otras razones también. —Asintió mientras le contó a Sean acerca de la sabiduría de mamá Joplin con respecto a los que han seguido adelante y los que quedaron atrás. Sean se quedó callado por un rato, sorbiendo lentamente su café en pequeños sorbos con un ceño pensativo. Eso era mejor que verlo asustado. Aunque Laine no podía culparlo. Si se enfrentara con tal elección hace meses, Laine probablemente estaría también perdido. —¿Tú... tú lo crees? ¿El no querer dejarlos ir les impedirá seguir adelante o ir a donde sea? No se oía ningún sarcasmo o burla en la pregunta. Sólo curiosidad normal. —¿Honestamente? —Resopló Laine dejando escapar un suspiro.— No tengo ni idea. Pero si fuera cierto, no sería lo suficientemente egoísta como para mantener a Derek aquí cuando él se merece estar en un lugar mejor. —Debes pensar que soy muy egoísta, ¿eh? —Susurró Sean mientras miraba a su taza de café. —Por supuesto que no. —Apretó suavemente el hombro de Sean.— Todos tratamos con la pérdida de diferentes maneras. A algunos simplemente les toma un poco más tiempo que a otros para llegar a un acuerdo con esa pérdida. No te hace egoísta. Simplemente humano. Esos hermosos ojos azules miraron cuidadosamente a Laine. La tristeza seguía ahí, pero no parecía tan pesada. —Casi he olvidado lo que es sentirse humano. He estado entumecido durante tanto tiempo. Demasiado tiempo. pág. 27

Laine quería mucho confortar a este hombre. Sostenerlo y decirle que todo estaría bien. Pero no podía. El, de todas las personas, sabía que no debía dar falsas esperanzas. Solo no sería justo. —Vas a estar mejor Sean. —Laine abrazó tan esbelto cuerpo, envolviendo sus brazos alrededor de él.— Poco a poco, dolorosamente, pero lo harás. Sólo tienes que seguir respirando y tomando un día a la vez. Suspirando profundamente Sean apoyó su cabeza en el pecho de Laine. —Un día a la vez y seguir respirando. —Eso es correcto. —Apoyó su mejilla contra esa cabeza rubia, el olor del champú de Sean y el calor masculino reconfortándolo de manera extraña. —Gracias Laine. Yo... Me alegro de que estés aquí. Sonriendo entre los dorados rizos dijo —Yo también Sean. Se quedaron así durante un tiempo. No era sexual, sólo dos almas magulladas necesitadas del consuelo que viene de otro que los entiende. Probablemente era la primera vez desde de la muerte de Derek que Laine había estado tan relajado y a gusto en su propia piel. Una clara indicación de que había hecho lo correcto. Sólo esperaba que Sean se diera cuenta también. Por su propio bien.

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Capítulo Cuatro Esa noche de dolor mutuo, la comprensión y consuelo acercaron a Laine y a Sean más de los dos se dieron cuenta. Durante las siguientes dos semanas, pasaron todos los días juntos. Con el clima empeorando drásticamente, la mayor parte del tiempo la pasaron en la casa de Laine o en la de Sean. Aunque mayormente en la casa de Laine, porque Sean odiaba la limpieza de la chimenea y Laine sabía cocinar. Si no estaba en una caja o salían a comer, Sean no podía hacer nada. No es que a Laine pareciera importarle cocinar, para gran alivio de Sean. Por un acuerdo tácito y recíproco, no sacaron a colación a sus amantes fallecidos a menos que fuera una parte del tema que estuvieran discutiendo. Y los temas eran demasiado numerosos para contar. Los dos hablaban como si fueran viejos amigos que habían estado separados durante años, poniéndose al día en sus vidas. Sean descubrió que a pesar de las apariencias, Laine era un artesano muy talentoso. Su abuelo le dejó el negocio familiar que fabricaba muebles a la medida y unas muy singulares piezas únicas de una variedad de madera. La casa estaba llena de ellas, incluyendo algunas de las piezas iniciales de Laine. El aparador era una de ellos. Era una hermosa madera de teca con volutas magníficamente talladas en ella. Sean había estado impresionado considerando que Laine le dijo que había estado en la escuela secundaria cuando terminó la pieza. También aprendió acerca de la familia de Laine. De lo que pudo reunir, su hermano menor Eliot y abuela de Derek eran los únicos que eran cercanos. Había unos pocos amigos y la gente que trabajaba, pero el año pasado no había sido fácil. —Me mudé de mi apartamento. No pude permanecer ahí. —Sonrió tímidamente.— La nueva casa que mi abuelo construyó para mi abuela era mía, así como todo el territorio en la que estaba construida. Por desgracia ella no vivió para verla terminada y pensé que había estado vacía el tiempo suficiente. Enfurecí a mis padres a lo grande. —Se rió entre dientes.

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Una larga discusión de por qué Laine no era tan cercano a sus padres siguió. Y Sean no podía culparlo. Parecía que sólo estaban complaciéndolo para obtener su lado bueno. Un poco triste que sus padres fueran así de codiciosos. —¿Entonces, qué hace Sean Pike para ganarse la vida? —preguntó Laine. Sean le dijo.— ¿Fotógrafo de vida silvestre? —¿En serio? —Palabra de honor. —dijo Sean con una sonrisa mientras levantaba una mano. La fotografía había sido una pasión y una obsesión desde que recibió su primera Nikon a la tierna edad de doce años. Esa cámara había ido a todas partes con él, le ganó numerosos premios y concursos con su buen ojo para la luz y el objetivo, los animales que son su favorito. Incluso había ganado una beca a través de una prestigiosa organización para la universidad. Cuando se graduó, varias conocidas revistas lo contrataron, enviándolo a varios lugares en todo el mundo. Sin embargo ahora era independiente. La paga era mejor y podría fijar su propio horario. Todavía tenía esa vieja Nikon, también. —¿Así fue como tú y Ty se conocieron? —No. —Sean sonrió suavemente.— Fue en la universidad. Era un periodista importante. Quería poner el mundo en llamas. —¿Lo hizo? —Oh sí. —Rió.— Mientras yo estaba en las junglas tratando de tomar fotografías de raros leopardos, Ty estaba sacando la suciedad de los matones del gobierno local. —Suena peligroso. Para ambos. —Lo era. —Sean sonrió con tristeza.— Hubo un par de veces que me sorprendió que escapáramos con vida. Pero no siempre tuvimos asignaciones juntos. Más a menudo era sólo yo, mi cámara y los animales.

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—¿Cómo se siente tu familia acerca de ti al acecho tomando una foto de algún depredador feroz? —No todos son depredadores. —amonestó. Laine se limitó a levantar una ceja, esos ojos color avellana completamente demasiado perceptivos. —Bien —resopló.— Tengo una cosa con los grandes felinos. Pero mi familia es muy solidaria. Mi hermana mayor es aún mi agente. Aunque tengo que admitir que me empujó muy duro el año pasado. Luego pasó a explicarle como trató de ahogarse en el trabajo, alejándose de todo y de todos después de la muerte de Ty y como casi había quedado mutilado por una extremadamente rara y muy enojada mamá tigre de Bengala negro, que estaba protegiendo a sus dos cachorros. Había sido capaz de recibir las vacunas antes de que los conservadores tomaran a la mama y a los jóvenes en custodia. Pero había sido el colmo para Violeta. No hubo más tareas hasta que él sacó la cabeza de su culo. Y después su cepillazo casi fatal con una pata con garras más grandes que su cabeza, entonces, accedió a ir un poco más abajo. Pasando de ahí, descubrieron que tenían mucho en común. Ambos amaban el fútbol, aunque Laine era un gran aficionado al baloncesto y Sean lo era del béisbol. Su música estaba más de acuerdo, pero Sean odiaba el country y el rap y Laine no podía soportar el metal o el hip hop. Por supuesto, una vez que esos temas estaban agotados, discusiones más profundas sobre política y religión llegaron. Eran más bien climatizadas y a largo plazo, pero ambos disfrutaban defender sus puntos de vista, incluso si el otro no necesariamente estaba de acuerdo. Sean encontró todo muy estimulante y refrescante. A causa de su carrera, sus pocos amigos nunca se habían preocupado por esos temas. Sólo querían saber acerca de los lugares en donde él había estado y los sitios que había visto. Con Ty, también sus opiniones sobre lo que él consideraba como correcto e incorrecto los llevaron a algunos argumentos importantes y alguna pelea explosiva. Laine era más relajado. El no sostenía sus valores contra ti, independientemente de lo que eran. Sean respetaba eso. En ese día y a esa edad, era difícil para ganar ese tipo de respeto. Pero Laine lo hacía fácil mientras compartía su filosofía. Sean estaba aprendiendo pág. 31

muchas facetas de este hombre. Y cuanto más conocía de Laine Abernathy, más le gustaba. No dolía que el hombre estuviera bueno como el infierno tampoco. Hubo un par de veces cuando Sean se detuvo a preguntarse qué tan suave era el cabello ondulado de Laine. O cómo esos gruesos labios se sentirían. A qué sabría el hombre. Entonces Sean se sintió culpable por pensar tales cosas debido a Ty. Él amaba a Ty y no debería estar pensando en otro hombre de esa manera. Era un error. Todo llegó a su punto culminante hacia el final de la tercera semana. Estaban en casa de Laine para tener una cena temprana cuando se hizo oscuro y el viento empezó a golpear. La radio anunció una advertencia de tormenta tropical para la zona. Ambos corrieron a casa de Sean bajando todos los listones y luego regresaron a la de Laine para hacer lo mismo. Antes de que pudieran terminar, la tormenta se abrió vertiendo cubos de lluvia y azotando todo con vientos huracanados. Cuando la energía finalmente se fue, Laine puso en marcha el generador. —El generador es nuevo y tiene un tanque lleno, así que debe durar hasta la mañana si sólo utilizamos lo necesario. Ellos estaban sentados en la sala después de tomar rápidas duchas de agua caliente. Su ropa había sido empapada bajo la lluvia fría, ambos se estaban congelando para el momento en el que tuvieron asegurados ambos lugares. Ahora estaban agradablemente cálidos, vestidos con gruesas batas de toalla y tomando café con pinchos delante del registro de gas. —Gracias a Dios tu abuelo fue lo suficientemente sensato para colocar gas. —Sean sonrió.— De otra manera estaríamos un poco fríos acá adentro. —Sí, es cierto. —Laine rio abiertamente.— Sin embargo, todavía tendremos que mantener todas las luces apagadas. Incluso si los registros sólo tienen que ponerse en marcha una vez con la electricidad, los aparatos tendrán que esperar. —No te preocupes Laine. —Dijo haciendo un ademán con la mano.— Es acogedor y cálido con los registros de aquí y da más que suficiente luz por si necesito una recarga de café o ir al baño. Laine le saludó con su taza de café y luego tomó un trago.

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Se quedaron en un silencio sociable, la mirada fija en las llamas mientras la tormenta rugía a su alrededor. Sean dejó que su mente se quedara en blanco, sin querer pensar en nada. Simplemente disfrutando del bienestar. Funcionó hasta que oyeron un gran estruendo y el sonido de cristales rotos. Sean se sacudió con sobresalto, su corazón latía rápidamente. —¡Mierda! Saltando sobre sus pies, Laine miró a Sean. —Quédate aquí —le ordenó.— Voy a revisar el lugar a pesar de que se oyó como si viniera de al lado. Tomando su café, Sean asintió. —Ten cuidado. —Siempre. —Con una sonrisa arrogante, salió. Colocando las dos tazas sobre la mesa de café, Sean se inclinó hacia adelante, abrazando su cintura y tratando de calmarse. Nunca había tenido miedo de las tormentas antes. Pero esto era diferente. El potencial de destrucción y daño era mucho mayor durante una tormenta tropical que una tormenta normal. —Estamos bien. Es la casa de al lado. —dijo Laine cuando Sean saltó al oír lo inesperado.— Arrancó un trozo de madera de las puertas del patio. Estoy seguro que el dueño del lugar estará por la mañana más o menos. —Dijo recuperando su asiento al lado de Sean.— ¿Estás bien? —Sí. —Sonrió nerviosamente.— Solo me tomó fuera de guardia, eso es todo. Cuando otro estruendo se oyó, Sean casi se sale de su piel. —Hey, cálmate, tranquilo. —Laine lo tranquilizaba mientras pasaba un brazo alrededor de los hombros de Sean y lo atraía hacia sí.— Este lugar ha sobrevivido a un buen número de huracanes y tormentas. Todas las ventanas están cubiertas y ayuda a que estemos en el final de la calle cerca de una pared de roca natural. Estamos a salvo y no voy a dejar que nada te pase.

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Dejando escapar un profundo suspiro, Sean asintió y luego miró a los ojos de Laine. Fue capturado de inmediato en esas profundidades verdemarrón y se mantuvo, la tormenta lentamente desapareciendo. Sin ser consciente de eso, Sean se inclinó hacia delante y Laine le encontró a medio camino. En el momento en que sintió sus labios suaves y cálidos, Sean supo que tenía que tener más. Abrió su boca, invitando a Laine a entrar. El sabor del café, el whisky y Laine hicieron a Sean gemir, deseando que el maravilloso sabor se imprimiera en sus papilas gustativas. La atracción entre ellos había estado cociéndose a fuego lento, sin estar dispuesta a hacer cualquier tipo de movimiento. Pero ahora, se trataba de un incendio quemando entre los dos. Sean quería tocar, probar, sentir. Arder. Y quería que Laine ardiera junto con él. —Eres tan hermoso bebé. —Esas palabras estaban llenas de excitación, el calor de los dedos de Laine mientras los deslizaba por la mejilla de Sean y abajo de su cuello le hizo temblar de emoción. —Laine. No consiguió decir nada mientras su boca era tomada en un beso abrasador. Sean lloriqueó ante el poder y la habilidad mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello de Laine. Sin saber y sin importarles realmente cómo llegaron ahí, se tumbaron en el suelo delante del fuego. Laine estaba encima de él, con la boca y las manos ocupadas creando una estela hirviente mientras abría su bata. Cuando estuvo completamente abierta y Sean estuvo desnudo delante de él, Laine sonrió, sus ojos color avellana ardiendo con lujuria. —Tan jodidamente sexy, bebé. Todo lo que Sean podía hacer era retorcerse bajo esa caliente mirada, con ganas de las manos ásperas de Laine y los labios suaves de nuevo en su cuerpo. —Shh... —Laine se dejó caer hacia abajo después de retirar su propia ropa, la luz del fuego jugando sobre los firmes músculos y la carne lisa y dorada.

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—Sí —gimió Sean cuando finalmente hicieron contacto piel contra piel. —Se siente tan bien. —murmuró Laine mientras seguía besando, lamiendo, pellizcando y acariciando cada centímetro que podía alcanzar del cuerpo de Sean.— Tan bueno. De ninguna manera siendo un amante pasivo, Sean estaba haciendo un poco de exploración con los suyos. Sentía todos y cada uno de los músculos en la parte posterior de Laine y los anchos hombros que se extendían con sus movimientos. El sabor salado de su piel con un matiz almizclado. Y él estaba conduciendo a Sean fuera de su mente entre más cerca los labios y las manos llegaban a su llorosa polla. Cuando Laine por fin llegó, se detuvo. —Humm… perfecto. —Luego tomó un lánguido lamer, lamiendo el líquido transparente de la punta.— Muy agradable —ronroneó. —Laine... No pudo decir nada más cuando Laine se lo tragó hasta la raíz. Sean arqueó la espalda mientras el calor placentero y dulce rodeó y succionó su dolorida polla. Y tener en cuenta que Sean era de un tamaño bastante decente, hizo que el placer fuera aún más intenso saber que Laine fue capaz de succionar su entera longitud. Por supuesto, no pasó mucho tiempo con Laine tomando profundamente su polla antes de que Sean estuviera a punto de estallar. —Dios... Laine... me voy a correr —jadeó. Un golpe en la cadera, llamó la atención de Sean. Miró hacia abajo a los ojos de Laine. Las pupilas estaban dilatadas, las mejillas sonrojadas, los labios rojos, cuando sacó la polla de Sean. Entonces Laine bajó de nuevo, tragó saliva alrededor de la cabeza y eso fue todo lo que necesitó Con un grito ronco, Sean se vació en la garganta de Laine. Liberar su polla limpia y agotada, Laine volvió a subir y besó con avidez a Sean. El sabor de sí mismo y propio sabor único de Laine se arremolinaban sobre su lengua, haciéndole gemir.

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—Cristo, bebé —dijo Laine con voz ronca mientras mordisqueaba el labio inferior de Sean.— Eso fue muy caliente, casi me corro contigo. — Sus caderas estaban moliendo la dura y caliente caña contra el muslo de Sean. Teniendo un fuerte sentimiento de que Laine no iba a durar el tiempo suficiente para que Sean le devolviera el favor, él se agachó y tomó el asunto en sus propias manos. —Mierda —susurró Laine. Ah, sí, no tardaría mucho tiempo en absoluto. Estaba duro como una roca, pre-semen goteando como un grifo oxidado. Y el hombre era grande. Él era más que proporcional en tamaño y grosor. El canal de Sean se agitó imaginando la longitud de acero golpeando dentro de él —No... no mucho. —Puso su cabeza despeinada en el cuello de Sean, moviendo su miembro duro dentro y fuera del puño de Sean. Entonces, con un movimiento de su muñeca y un roce de las uñas sobre la ranura, Laine se enterró en su cuello. Líquido caliente y espeso estalló sobre la mano de Sean mientras continuaba jalando y apretando, con ganas de prolongar el orgasmo de Laine. Finalmente pasó, ambos limpios, entrelazados uno junto al otro en frente de la chimenea. La tormenta seguía furiosa en el exterior, pero Laine y Sean estaban calientes y a salvo mientras fácilmente sucumbían al sueño.

Sean despertó a la mañana siguiente, bien descansado y tostado. No era un hecho habitual teniendo en cuenta la suerte de conseguir más que unas pocas horas de sueño el año pasado. El calor en la espalda fue aún más inusual. Es decir, hasta que los acontecimientos de la noche anterior se estrellaron contra su cerebro.

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Los ojos se abrieron de repente, Sean recordó la primera, la segunda y la tercera vez que tuvieron placer entre sí. No hubo penetración, pero eso no hizo que cada vez se sacudiera la tierra. De hecho, Sean se corrió tan fuerte la última vez que vio las estrellas. Lentamente liberándose del abrazo de Laine, Sean se puso en pie. ¿Qué había hecho? ¿En qué demonios estaba pensando? Había traicionado a Ty. Traicionado su amor. Colocando una mano sobre su boca para contener un sollozo, se apresuró a la sala de lavandería. El secador fue uno de los pocos aparatos que dejaron encendidos porque Laine sabía que Sean tendría que secar la ropa. Las lágrimas comenzaron a caer cuando sus sentimientos por Laine y su amor por Ty se enfrentaron en el interior de su cabeza. No podía permanecer ahí. Tenía que irse. Tenía que alejarse antes de que la situación se convirtiera en algo peor. Tras vestirse con sus ropas y colocarse sus zapatos. Sean miró por un largo momento hacia Laine antes de alcanzar la puerta de en frente. Su cabello de ébano estaba despeinado por el sueño, sus brazos alrededor de la almohada donde Sean había dormido. Había una pequeña sonrisa en su rostro. Era hermosa y brillante y Sean no podía hacer esto. —Lo siento tanto. —Susurró mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Con una última mirada persistente, huyó.

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Capítulo Cinco —Laine Abernathy, si no sacas tu cabeza de tu culo, juro por Dios y todos los ángeles que voy a golpearte hasta sacarte la mierda. Soñando despierto otra vez, Laine miró hacia arriba para ver de pie a Eliot en el umbral de su oficina. Su cara roja, los ojos color avellana tan parecidos a los suyos mirándolo con intermitente ira. —¿Eh? Eliot entró, cerrando la puerta tras de sí lo suficiente para sacudir el marco y llegó justo a la mesa de Laine. —Mira, sé que decir adiós a Derek era duro, pero han pasado tres meses desde que volviste de la isla Ocean — Resopló Eliot.— No estabas tan mal antes de irte. Sentado en su silla, Laine dejó escapar un profundo suspiro. —Lo siento hermanito. Lanzándose en una de las sillas frente al escritorio, Eliot gruñó. —Si no te conociera mejor, pensaría que estabas bebiendo los vientos por alguien nuevo. Laine le dirigió una aguda mirada. —Mierda. —Se sentó a Eliot.— Conociste a alguien, ¿no es cierto? Asintiendo, Laine le contó todo. Desde el momento en que él y Sean se reunieron, las conversaciones que tuvieron, la noche de pasión que compartieron y luego encontrar que Sean no sólo se había mudado de la casa sino de la Isla Ocean sin decir palabra. —¿No sabes por qué se fue?” Cansado frotándose la cara dijo —Tengo una idea, pero como no ha respondido a ninguno de mis mensajes, no lo sé a ciencia cierta. Yo como que me di por vencido después del primer mes. —Dijo haciendo una mueca.

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Su pensamiento era que si Sean deseaba hablar, se lo dejaría saber a Laine. Después de tres meses y ninguna respuesta, Laine no estaba seguro de si se había dejado caer como una piedra caliente o si Sean estaba demasiado ocupado con sus problemas. Todo era una gran pregunta sin respuestas reales en este momento. —Maldición Laine. —Eliot sacudió la cabeza.— Yo diría que lo siento, pero ¿estás seguro de que esto no era una cosa pasajera? Quiero decir contigo y él en el mismo barco y todo... —No —respondió Laine rápidamente.— He tenido mi parte suficiente de asuntos pasajeros como para saber lo que se siente. Todos esos fueron salidas rápidas sin sustancia. Esto... no he conocido a nadie así desde Derek. Ni siquiera creía que fuera posible. Eliot asintió. —Bueno, tal vez tiene miedo o piensa demasiado sobre las cosas. Eso hizo reír a Laine sin ningún tipo de humor en su risa. —Lo dudo mucho. No. —suspiró.— Creo que presioné demasiado. Yo sabía que él no estaba preparado para cualquier cosa física, pero Cristo, yo no podía ayudarme a mí mismo. —¿Estás enamorado, huh? Él sonrió. —Es casi de tu estatura. Rubio, ojos azules, construido como un nadador y tiene un culo en donde podría rebotar una moneda. Si. —Se rió entre dientes.— Enamorado es una palabra que podría utilizar. —Bueno, maldición. ¿Tiene un hermano? —Lo siento. Una hermana mayor. —dijo sonriendo. —Mierda. Atascado de nuevo. —Se sintió bien reír y compartir todo con Eliot. Y más aún desde que por fin salió. Eso simplemente los hizo aún más cercanos. Para disgusto de sus padres. Después de regresar de la isla Ocean, Laine estaba herido por el abandono de Sean y el posterior silencio. Además, también estaba tratando de ordenar sus propias emociones. A pesar de que había estado a punto de seguir adelante, conocer a alguien nuevo no había realmente estado sobre la mesa. Pero después de conocer a Sean, bueno, pensó que tal vez podría ser pág. 39

una posibilidad. Luego ellos compartieron una noche juntos y Laine supo que quería explorar su conexión. Sean ni siquiera le dio la oportunidad de hablar de eso. Y ahora, tres meses después, el aguijón todavía estaba ahí, pero no era tan malo. También ayudó que compartiera todo con Eliot. Su mente y su corazón habían estado demasiado confundidos haciendo un lío, antes de poder hablar sobre eso. —Siento estar comportándome como un zombi —Laine sonrió con tristeza —No hay problema, hermano mayor. —Eliot lo despidió con la mano.— Estaba preocupado es todo. Además, este lugar trabaja por si solo prácticamente la mayoría del tiempo. —Gracias a Dios por las pequeñas misericordias. Eliot se carcajeó. —Lo sé. Después de ese día, Laine se sintió un poco mejor. Estaba decepcionado todavía, pero no había ningún provecho en lo que no podía ser. Y aunque la empresa casi se manejaba sola, él seguía siendo el propietario. Tenía que hacer algo más que esconderse en su oficina todos los días haciendo trámites y soñando despierto. Nada demasiado pronto tampoco. Con el Día de San Valentín a la vuelta, ellos estaban un tanto ocupados. La gente que lo rodeaba nunca se dio cuenta de la cantidad de negocios que hicieron en San Valentín. —Eliot —Laine llamó a su hermano, el portapapeles en la mano mientras revisaba de órdenes.— Asegúrate de que la vajilla china de Edward tenga un gran lazo rojo. Lo mismo para el juego de comedor de Shoaf y el centro de entretenimiento de Malloy. Y llama Sr. Peterson. Su orden especial del librero está lista. —Los dragones tallados en los lados salieron excepcionalmente bien, él se lo dijo a sí mismo. —Lo haré. —Ah y dile a Ralph y a Leo que si me entero de que ellos están coqueteando con otra clienta, voy a encadenarles por las pelotas. Todo el mundo en la planta de trabajo se rió de eso. Ralph y Leo daban todo y eran trabajadores excepcionales. Pero déjenlos cerca de una mujer bonita y su coeficiente intelectual se reducía a un solo dígito. pág. 40

—Estoy seguro de que van a oír hablar de esto muy pronto. —Rió Eliot. —Hmph. —Laine giró para regresar a su oficina cuando su móvil vibró. Tomando el teléfono de su bolsillo, mostró que tenía un texto. No estando seguro de quién podría ser, lo abrió. “Encuéntrame en la isla Ocean. Es necesario decir adiós.” Con el corazón palpitando en sus oídos y su boca seca como un desierto, volvió a leer el texto. No había duda de que era de Sean. —Hey hermano. ¿Estás bien? —Eliot llegó a su lado.— Te ves un poco pálido. —Me tengo que ir Eliot. —¿Qué? Le mostró el texto a Eliot. —Mierda. —Dijo, sus ojos muy abiertos.— ¿Estás seguro? —Sí. Yo... tengo que saber. —Está bien. —Asintió.— Yo me encargaré de todo aquí. Laine le dio un gran abrazo. —Te quiero. —Yo también te quiero. —Eliot le dio una palmadita en la espalda.— Buena suerte. Con otra palmadita y otro abrazo, Laine se fue. Ni siquiera fue a su casa por un cambio de ropa. Simplemente saltó a su camioneta, tomo el volante y condujo. La única vez que se detuvo fue por gasolina y algo de beber. Luego de presionar a su suerte con el límite de velocidad, Laine finalmente lo consiguió. Siguió hasta la casa de campo que Sean había alquilado antes, encontrando un Jeep Wrangler aparcado en el garaje. Él no perdió el tiempo y mientras se apagaba el motor bajó del auto. Sean ya estaba esperando en la puerta. Laine nunca llegó a mitad de camino antes de que Sean estuviera en sus brazos.

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—Lo siento, Laine. Lo siento tanto. —Estaba temblando, el cuerpo esbelto de antes se sentía más delgado. —Shh... Estoy aquí. —Laine acarició esa cabeza rubia.— No podía dejar de venir. Sean asintió mientras se acurrucaba más profundamente en el abrazo de Laine. Y así, Laine se sintió mejor de lo que se había sentido en meses. Se quedaron abrazados juntos hasta que el viento frío del océano comenzó a penetrar la ropa de Laine. —Vamos bebé —Él se retiró, mirando hacia abajo dentro de unos hermosos ojos azules.— Vamos a entrar en calor. Tomando su mano, Sean le condujo al interior donde se quitó el abrigo y se sentó en el sofá. —Voy a hacer un poco de café. —Me parece bien. Él no se fue por mucho tiempo antes de volver de la cocina con dos humeantes tazas. Entregó una a Laine, entonces se sentó a su lado, ambos bebiendo la bebida hirviendo con cuidado y tratando de entrar en calor. Pasó poco tiempo antes de que Sean hablara. Y Laine ahora podía ver que los tres últimos meses no habían sido amables. Estaba pálido con manchas oscuras debajo de sus luminosos ojos. Estaba sin duda también más delgado. Sus ropas parecían estar colgando de su delgado cuerpo. —Siento haber huido esa mañana. Yo... bueno, si quieres saberlo, esto me asustó. —Sí, me lo imaginaba. —Suspiró Laine.— Sabía que no debía haber presionado. —No, está bien. —dijo rápidamente.— Estabas en lo correcto al presionar. Más de lo que imaginas. Laine alcanzó y sujetó su mano libre, entrelazando sus dedos. — Cuéntame.

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—Como sin duda habrás notado, los últimos meses no han sido fáciles. —Le sonrió tímidamente.— Es culpa de mi propia terquedad. Ya vez, me sentí como si hubiera traicionado a Ty. Como si lo hubiera engañado de alguna manera. Necio, lo sé, pero nadie dijo que el dolor era racional. —Amén. —Sí —se rió entre dientes.— De todos modos, hice todo el viaje de la culpa. Tratando de encubrirlo con trabajo y tratando de no pensar en ti. No funcionó. Lo cual me molestó porque yo no iba a estar pensando en ti. Era... bueno, hice algo monumentalmente estúpido. Se sentó, poniendo su taza en la mesa de café. Quitándose su camiseta, él se giró hacia Laine. —Jesús —jadeó Laine. A través de su parte superior e inferior de la caja torácica estaban marcas de garras que ya habían sanado. Había varios conjuntos. Algunos parecían haber sido superficiales, otros profundos y dolorosos junto con la evidencia de las suturas y las grapas que habían sostenido los cortes en la piel. Laine tocó suavemente el peor de ellos, incluyendo lo que parecía un agujero en la parte inferior de la última costilla. —Maldita sea, cariño. —No estaba prestando la atención que debería tener y no sabía que había otro jaguar alrededor hasta que estuvo encima de mí. Al parecer, no le gustaba que tomara fotografías de la hembra con la que estaba tratando de aparearse. —Se puso la camiseta de nuevo cuando Laine sacó sus dedos.— Pasé casi un mes en el hospital. El bastardo me rompió una costilla cuando me atacó y perforó un pulmón. La neumonía no ayudó tampoco. Incapaz de detenerse, Laine dejó la taza sobre la mesa, entonces arrastró a Sean en su regazo y lo abrazó. —Todo está bien Laine. —Sean se enterró más en el abrazó.— estoy bien ahora. Incluso mi apetito está regresando. —¿Estás seguro? pág. 43

—Positivamente. —Asintió. No se movieron, el corazón de Laine finalmente desaceleró mientras Sean estaba en sus brazos. No quería pensar en lo que haría si perdía también a Sean. Es posible que hayan compartido juntos apenas un mes, pero este hombre estaba bajo su piel. —Tuve un montón de ideas mientras estaba en el hospital. Bueno, después de que Violeta tomara su libra de carne una vez que estuve en vías de recuperación. —soltó un bufido. —Puedo imaginar. —Laine sonrió. —Me quedé pensando en lo que te dijo mamá Joplin. Y finalmente, entendí que al no permitir que Ty se fuera, ninguno de nosotros estaría en paz. —Entonces se retiró mirando hacia abajo a Laine. — Él era una parte muy importante de mi vida. Pero me di cuenta hasta que te conocí, que yo no creía que fuera posible pasar de una pérdida. Tú me mostraste no sólo que era posible, sino también que no estaba tan muerto por dentro como yo pensaba. —Sí. El shock de eso nunca es agradable. —Dijo Laine con tristeza. — Me tomó un tiempo llegar a buenos términos conmigo mismo cuando sucedió. —Yo no quería aceptar nada de eso al principio. Sentí como si estuviera perdiendo a Ty de nuevo. —Nunca lo perderás bebé —dijo en voz baja.— Es una parte de ti. Al igual que Derek siempre será una parte de mí. —Lo sé. No es racional, ¿recuerdas? —resopló con una sonrisa.— Pero el tiempo de inactividad y Violeta ayudaron. Bueno, una vez que ella me perdonó por ser un idiota por casi convertirme el juguete de masticar de un jaguar. Laine no quería pensar en lo cerca que había estado. Las cicatrices iban a ser un recuerdo bastante desagradable. —Ella te ama. —Sí, lo hace. —Asintió. — A pesar de mis defectos. —Dijo riendo entre dientes. — Después hablamos y le hablé de ti, los dos sabíamos que era el momento. Yo... yo no podía seguir aferrándose a él cuando había pág. 44

empezado a pensar más en ti. Es... no era justo. Para cualquiera de nosotros. Escuchar eso aceleró el corazón de Laine con la felicidad. Aún así... —¿Estás seguro bebé? Sean se volvió hacia él con ojos brillantes, sacando algo de su cuello. Era un collar de oro con una medalla de oro de un trébol de cuatro hojas. —Ty me dio esto en nuestro primer aniversario. Después de que su familia homofóbica vino y se llevó todo, esta es la única posesión, además de mis recuerdos, que me quedaba de él. Pero me di cuenta que aferrarse a esto era sólo una excusa más para no seguir adelante. Y para finalmente dejar descansar a Ty. Laine se limitó a asentir. Esta era la elección de Sean después de todo. Y por el sonido de la misma, había sido tan difícil como cuando Laine la hizo —Yo... yo quiero que estés ahí. Cuando diga adiós. ¿Lo harás? Laine ahuecó la mejilla de Sean. —Cualquier cosa que necesites bebé. Inhalando profundamente, Sean cuadró los hombros y se levantó seguido de Laine. Ambos se colocaron sus abrigos para resguardarse del frío de febrero. Entonces salieron de la casa de campo, paseando tomados de la mano hasta el largo muelle. Cuando llegaron al final, Laine lo soltó, sabiendo que Sean tenía que hacer las paces por su cuenta, quedándose a un lado tras su espalda. —Pensaste que nunca llegaría hasta aquí, ¿verdad? —Le habló a las agitadas olas.— Bueno, yo tampoco, pero pasó y yo... no puedo seguir aferrándome a lo que no estará ahí nunca más, Ty. No es que lo que querrías para mí —dijo con tristeza mientras las lágrimas comenzaban a caer.— Yo nun... yo nunca te olvidaré, Ty. Me has enseñado mucho. Pero tuve que aprender a dejarte ir por mi cuenta. —Tomó el collar y le dio un rápido beso.— Estás en paz amor. —Luego, con una respiración entrecortada, lanzó lo último de su amante fallecido en el océano.— Adiós, Ty.

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Cuando el primer sollozo escapó, Laine estaba ahí, recogiendo a Sean en sus brazos. Ninguno habló mientras llevaba a Sean de vuelta a la cabaña. No había ninguna palabra. Laine sabía exactamente cómo se sentía. Escurrido, exhausto y aliviado de manera extraña. Pero también había conmoción y aturdimiento. Era de esperar después de llevar dolor por tanto tiempo. Así como Sean había hecho por él, Laine preparó un baño caliente e hizo una olla de café fresco. Cuando entró en la sala de estar en su túnica, Laine estaba esperando. Empujó a Sean entre sus brazos mientras yacían juntos en el sofá. —¿Te quedarás conmigo esta noche? —No desearía estar en ningún otro lugar bebé. Sean se quedó dormido acurrucado contra el pecho de Laine antes de que el café estuviera hecho. Después de una siesta corta, se pasó el resto de la noche, casi de la misma manera que Laine había pasado tras su ruptura, sólo que sin el alcohol. A pesar de que Sean dijo que estaba mejor y recuperando su fuerza, Laine no quería correr ningún riesgo. Había té caliente y sopa en el menú. También había un montón de pañuelos y abrazos. Pero todo era por las circunstancias. Para cuándo fue la medianoche, Sean estaba escurrido. —Vamos bebé. Vamos a llevarte a la cama. —Se inclinó para recogerlo, pero Sean se lo impidió. —No, yo... ¿podemos hacer una plataforma en el suelo delante del fuego? Laine no pudo evitar una sonrisa al recordar la forma en que pasaron su primera y última noche juntos. —Por supuesto. Colocando un beso en la frente, Laine hizo lo ofrecido. Se detuvo en el armario de la ropa primero, tomando todas las mantas. A continuación despojó todas las mantas gruesas de camas de la cabaña, así como los edredones de plumas. Incluso tomó la mayor parte de las almohadas. Para el momento en que tenía todo arreglado y todas las luces apagadas, había creado un buen nido cómodo y cálido. Sean estaba sentado y esperando cuando Laine se agachó a su lado.

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—¿Necesitas algo? —le preguntó mientras ayudaba a Sean con su túnica. —Sólo tú y dormir. —Sonrió suavemente. —Yo y dormir eso será. Guiándolo fácilmente por su delgada forma, Laine llevó a Sean a su nido y gentilmente lo acostó. —Mmm. Perfecto. Laine se rió mientras se quitaba la ropa y se acostaba al lado de Sean. —Ven aquí bebé —Se acostó encima, la cabeza de Sean descansando sobre el pecho de Laine de forma natural. Una vez que los dos estuvieron cómodamente debajo de las sábanas, Sean habló en voz baja. —Gracias. Te agradezco por venir y no darte por vencido conmigo. Acariciando los rizos rubios, Laine lo abrazó. —Como te dije antes, yo no podía dejar de venir. Y no se trataba de darme por vencido. Se trataba de darte tiempo. Para mí también. —Dejó escapar un pequeño suspiro.— Pasar casi un mes conociéndonos uno al otro no es un montón de tiempo para nada más que la amistad basada en el gran esquema de las cosas. Y con el equipaje que ambos tenemos, cualquier tipo de conexión fuerte que vaya más allá de la amistad va a tomar tiempo para ser aceptada y explorada. Si así lo queremos —Parece que estuviste pensando tanto como yo lo hice. —Mi hermano no lo llamaría exactamente así. —Laine resopló con humor.— Me dijo que tenía que sacar mi cabeza fuera de mi culo y dejar de estar de luto. Aliento caliente recorrió el pecho de Laine con la suave risa de Sean. —Recuerdo a Violeta diciendo algo similar después de que me dieron de alta del hospital. —La palabra pasajera fue incluso lanzada por ahí. Sean se quedó inmóvil. —¿Cual fue tu respuesta?

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Este no fue exactamente el tiempo para estar teniendo semejante conversación. Sean estaba agotado emocionalmente y muy susceptible. Cualquier tipo de conversación sobre un posible futuro había que hacerlo después de que Sean estuviera lo suficientemente estable como para tomar decisiones válidas y racionales. No es que Laine tuviera mejor estado de ánimo. Se sentía un poco emocional considerando lo que había pasado desde que recibió el mensaje de texto de Sean. Pero la comunicación no parecía ser un problema entre ellos. Desde el principio Laine sentía como si pudiera hablar con Sean sobre cualquier cosa. Desde luego, ellos habían probado y comprobado la teoría de la última vez que estuvieron aquí. Sin embargo, independientemente del estado emocional de Sean, él abrió la puerta. Y Laine trajo un tema válido a pesar de querer que Sean solo descansara. Sólo era justo dejar en claro su opinión sobre el tema. —Los dos sabemos que esto no es una relación pasajera Sean —dijo con firmeza.— Como le dije a Eliot, he tenido la desgracia de ser un pasajera. La conexión rápida, la química, todo era puramente físico y todo terminó en un instante. Una cosa pasajera no es más que un fin de semana. —No. Esto no es pasajero. —concordó mientras se relajaba una vez más en los brazos de Laine.— Lo lamento. Es solo que… —Shhh… Tenemos mucho tiempo para descubrir lo que es esto entre los dos. No hay afán. —Laine dijo en voz baja.— Por ahora tú necesitas dormir. Estás exhausto bebé. No es saludable que te presiones así. —Sí. Ok. —Él asintió cuando un soplo de aire golpeó contra el pezón derecho de Laine. —Relájate y duerme un poco. —Dijo y empezó a correr los dedos por el cabello sedoso de oro de Sean.— No quiero que tengas una recaída. Asintiendo de nuevo, Sean se acurrucó más profundamente en el abrazo de Laine. Momentos después, su respiración regular le dejó saber a Laine que Sean estaba profundamente dormido. Cerrando los ojos, Laine escuchó los sonidos del viento y las olas rompiendo, dejando que su suave serenata y la calidez de Sean lo llevaran a un pacífico sueño.

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La conciencia vino lentamente a Laine cuando abrió los ojos. Se sentía más descansado de lo que había estado en meses. Entonces la presión de un cuerpo esbelto y cálido le recordaba por qué se sentía así. Sean estaba pegado a él. Estaba de espaldas en frente de Laine. Una de las manos de Laine estaba entrelazada con la suya y la dureza mañanera de Laine estaba cómodamente situada en la grieta de ese perfecto culo. En circunstancias normales, Laine habría sido más que feliz de despertar en tal posición. Pero teniendo en cuenta por lo que acaba de pasar Sean, Laine no creía que él estuviera listo para algo más que unos cuantos besos dulces y un poco abrazos. Tratando de alejarse sin despertarlo, Laine se quedó momentáneamente sorprendido al ver que Sean ya estaba despierto. —No tienes que moverte. Esa voz soñolienta lo sobresaltó, pero no lo suficiente para hacer que se quedara quieto. —Lo sé. Yo sólo quería estar mejor situado. —Trató moverse de nuevo, pero Sean sujetaba su mano y no la soltaba. —Estás bien dónde estás Laine. Dejó escapar un suspiro de frustración. —Bebé no puedes estar a gusto con mi dura polla en la grieta de tu culo. —La crudeza no fue intencional, pero no quería que la situación degenerara en más de lo que Sean era capaz de hacer frente. Cuando esa cabeza rubia giró, Laine contuvo el aliento al ver la fuerte excitación ardiendo en esos profundos cielos azules. —¿Sean? Llegó a él de nuevo, tirando de la cabeza de Laine hacia abajo y procedió a fundir su cerebro con un caliente beso.

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—Durante casi tres meses, me he negado esto. Puse obstáculos mentales, trabajaba hasta el estupor de algunos días e incluso traté de mentirme a mí mismo. Cualquier cosa y todo para poner fin a lo que sentía por ti. Infiernos. —Él sonrió con tristeza.— Conseguí ser mutilado y casi comido por un jaguar porque mis sueños estaban plagados de ti o de Ty y yo era demasiado terco para escucharlos a ambos. —Bebé. —susurró entrecortadamente Laine. —Yo estaba tan perdido Laine. —recostó su cabeza en el hombro de Laine.— Tan perdido con el dolor, la pena y la ira. Entonces me encuentro contigo y ésta comienza a desaparecer. Yo no quería que se fuera. Si así fuera, entonces verdaderamente significaba que estaba listo para seguir adelante. Me negaba a hacerlo. —Frunció el ceño.— Pero me sacaste de todo eso. Con tu sonrisa, tus ojos color avellana, tu sexy y encantador ingenio del sur. —Tocando los labios de Laine, los ojos y la sien. — Principalmente era esto. —Puso una mano sobre el corazón de Laine. — Tu compasión y la comprensión que finalmente comenzó a filtrarse a través de ti. Envolviendo sus dedos alrededor de la mano de Sean, Laine la acercó a los labios y le besó los nudillos. —Nos ayudamos mutuamente Sean. A pesar de que había tomado la decisión de seguir adelante, yo nunca pensé que tendría una segunda oportunidad de conocer a alguien con quien pudiera conectarme. Daba miedo y me dolió cuando te fuiste, pero yo sabía que si alguna vez decidías que estabas listo, yo no iba a dejar pasar la oportunidad. Yo sería un tonto si lo hiciera. —Más tonto fui yo por esperar tanto tiempo —Negó con la cabeza y luego una sonrisa muy carnal curvó esos carnosos labios rojos.— Por supuesto que la noche que pasamos juntos me venía a la cabeza en los momentos más inapropiados. Laine gimió, su erección regresando como retribución después de ir con la suave conversación.—No sabes cuántas noches me despierto, pensando en eso. —Yo no quiero pensar más en eso. —Retiró el duro eje de Laine, haciéndolo gemir de nuevo.— Te quiero Laine. Yo quiero esto.

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—Maldición bebé. —Laine tocó la frente de Sean, tratando de mantener el control.— Yo te quiero y esto también. Pero no quiero que sientas que tiene que suceder ahora. Podemos esperar si necesitas más tiempo. —A pesar de las necesidades que su cuerpo le gritaba, Laine no estaba dispuesto a presionar. Sean era muy importante para él. —Hay que nobleza del sur. —Sonrió suavemente.— Me tomó un tiempo aceptar lo que quiero y lo que necesito. Y sobre todo a quien necesito. ¿Lo entiendes Laine? Ver la verdad brillando desde esas brillantes gemas fue como un puñetazo en el estómago mientras asentía. Aún así... —¿Estás seguro bebé? —Cállate y hazme el amor Laine. Con un gruñido tomó la boca de Sean, asediando y saqueando cada centímetro de sus recovecos húmedos. Sean tomó todo lo que Laine tuvo para darle y aceptó más con avidez. En el momento en que necesitaron aire estaban sobre sus costados. Pecho a pecho, frotando la polla dura contra polla dura y respirando como si hubieran corrido una maratón. —He soñado con tu sabor. —Laine acarició debajo de la mandíbula de Sean, saboreando el gusto salado y masculino.— La sensación de ti en mis brazos. La... —Se irguió cuando un pensamiento repentino lo golpeó.— Mierda. Yo no tengo ningún suministro. ¡Maldita sea! —La comprensión fue suficiente para hacer un berrinche como un niño de dos años mientras agachaba la cabeza sobre el hombro de Sean. Un par de labios suaves mordisquearon el lóbulo de su oreja. —Por qué no miras en el bolsillo de la bata —susurró Sean mientras un escalofrío corría por la espalda de Laine. Le tomó un momento para que su cerebro registrara de lo que Sean había hablado. La cabeza de Laine apareció como un muñeco saltando de la caja mientras miraba hacia abajo para espiar un rubor tiñendo cada vez las cremosas mejillas de Sean. —¿Eh?

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Se rió. Sean realmente se rió. Era el más hermoso maldito sonido que Laine había oído nunca, ya que esas mejillas rosadas se volvieron aún más coloradas. Ciertamente hizo que su polla se contrajera con ganas de escucharlo de nuevo. —Comprobar el bolsillo de mi bata —repitió mientras la alegría bailaba en esos orbes cerúleos. —Oh. —Laine vio la toalla azul en una pila cercana luego rebuscó en ella hasta que encontró el bolsillo que tenía algo en ella. Cuando sacó algo, era una botella de lubricante y una pequeña caja de condones. No podía dejar de reír mientras llevaba los elementos.— ¿Tenías un plan, verdad? —Más bien como una ilusión. —Le guiñó un ojo, sus mejillas aún rosadas. Laine se limitó a sacudir la cabeza con una gran sonrisa, con los elementos a mano. Luego volvió a ocupar su lugar. —Ahora, ¿dónde estábamos? —Murmuró mientras se inclinaba hacia abajo para colocar suaves besos en el cuello de Sean, empujándolo de espaldas. —Oh, sí. —Él movió su cabeza hacia atrás para dar un mejor acceso Laine.— Justo ahí. —jadeó cuando Laine encontró un punto caliente bajo su oreja. No se quedó ahí mucho tiempo. Había tantas cosas más que quería explorar. Como esas clavículas sabrosas que se sumergían en el hueco de la garganta de Sean. Laine podía imaginar lamiendo bastantes cosas ahí. Luego los pequeños pezones erguidos. Al igual que las bayas maduras cuando rodó su lengua contra uno. Cuando lo mordió suavemente, Sean agarró sus hombros mientras empujaba el bocado endurecido en la profunda boca de Laine. Laine lo tomó y chupó con fuerza. Sean se arqueó bajo él mientras gritaba. —No puedo esperar, —jadeó Sean.— Por favor Laine. Ahora. Si no fuera por el hecho de Laine estaba bastante frenético y muy cerca del mismo borde, se habría preguntado si Sean estaba seguro. Una mirada a ese cuerpo apretado y su polla goteando como un colador fue toda la respuesta que necesitó. pág. 52

—Está bien cariño —admitió mientras agarraba el lubricante y luego tomaba un condón de la caja.— Pero la próxima vez, voy a tomar la ruta panorámica. —Sean simplemente asintió con la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Una vez enguantado, Laine sirvió una generosa cantidad de lubricante en sus dedos. Sean tiró de sus piernas hacia atrás y Laine casi se tragó la lengua al ver a esa estrella bastante rosada guiñándole un ojo. —Hermoso —gimió mientras frotaba un dedo lubricado alrededor de ella hasta que dio lo suficiente para empujar su dedo dentro. — Tan apretado. Tan caliente y apretado. Había sido sin duda un tiempo para Sean. Y ya que Laine era un hombre grande, tendría que asegurarse de preparar bien a Sean. Con la adición de otro dedo, Laine torció tanto para presionar contra la glándula de Sean. Su espalda se encorvaba mientras gritaba, pre-semen rezumando abajo de su duro eje. Laine no pudo resistirse a probar mientras seguía bombeando y haciendo tijera con sus dos dígitos en el caliente canal de Sean. —Laine. P... por favor. Necesito. —Sus manos estaban apretando las mantas. —Un dedo más bebé. No quiero hacerte daño. —Me gusta. —Tragó audiblemente.— Me gusta la quemadura. Por favor, Laine. Un tercer dedo entró al lado de los otros, haciendo gemir a Sean. —Cristo —Laine no podía ignorar el gemido sexy aún si lo intentaba. Se fue directo a sus bolas. Vertiendo una buena cantidad de lubricante en el condón que cubría su polla, Laine se posicionó en el orificio de Sean. Fue lento, facilitando la cabeza más allá del músculo de entrada. Cuando entró ambos gimieron. Pero no podía quedarse. Estaba tan cerca de la orilla, ni siquiera era gracioso. Y por la manera en que Sean estaba temblando, él estaba muy cerca. Con cuidado, lentamente, tanto que Laine estaba apretando los dientes, empujó hacia adelante. Cuando finalmente estuvo totalmente dentro, se detuvo. Tenía que hacerlo. El apretado calor de Sean era pág. 53

increíble. Iba a hacerlo correrse como un adolescente caliente si no se tomaba un respiro. —Dios... Laine. —Jaló a Laine hacia abajo para un beso abrasador y luego envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Laine. Era todo el ánimo que necesitaba. Comenzando con suavidad, Laine mantuvo el ritmo fácil. Muy pronto, su cuerpo y el cuerpo retorciéndose bajo él querían más. Se lo dio hasta estuvo golpeando dentro del cuerpo deseoso de Sean. —¡Oh, Dios! ¡Sí! —Sean se aferraba a él, sus sonidos de placer eran música para los oídos de Laine. —Tan... hermoso, bebé. —Laine... por favor... por favor. Laine respondió su plegaria agarrando su eje lloroso y apretándolo. Sean gritó, echando la cabeza hacia atrás mientras la caliente crema brotaba sobre la mano de Laine y el estómago y el pecho de Sean. Las caderas de Laine seguían bombeando, queriendo prolongar el orgasmo de Sean. Pero cuando las paredes anales de Sean se apretaron contra la dolorosa erección de Laine, siguió a Sean en la dicha con un grito, llenando el condón. Exhausto y saciado por el momento, los dos se quedaron como estaban, tratando de recuperar el aliento. Cuando Laine trató de levantarse, Sean se lo impidió. —¿Me abrazas un poco más? El hizo algo mejor. Volviendo sobre su espalda, colocó a Sean encima de él. —¿Mejor? —Ellos eran una masa pegajosa, pero a Laine no le importaba en ese momento. —Mucho —Sean suspiró mientras se acurrucaba contra el pecho de Laine. Sudor y semen secos hicieron que finalmente se movieran hacia la ducha un poco más tarde y se limpiaran el uno al otro. Después de que ellos estuvieron secos, retomaron sus lugares en el nido de mantas. La cabeza de pág. 54

Sean descansaba de forma natural sobre el pecho de Laine, los dedos de Laine jugando con el sedoso cabello dorado. —Me alegro de que mi hermana me hiciera venir aquí hace unos meses. Y estoy realmente feliz de haberte conocido. —Sean dio un beso suave cerca del pezón derecho a Laine. —Yo también bebé —dijo besando la frente de Sean.— Yo también. Laine no sabía lo que el futuro guardaba para ellos. Pero si esto era como una segunda oportunidad que se sentía, entonces iba a aferrarse a ella con tanta fuerza como podía y con las dos manos. —¿Te quedarás conmigo? Sonrió ante esa dorada vista. —No me iré a ninguna parte bebé.

FIN

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Sobre la autora Hmmm… No hay mucho que decir realmente. He estado leyendo por lo que parece una eternidad. Escribir era una extensión natural de eso. Por supuesto, tener una imaginación muy activa ayuda. ¡LOL! Yo vivo en un pequeño pueblo de Carolina del Norte y ha estado con un hombre maravilloso por 17 años, casados hace casi 10 años. Nuestro hijo tiene 20 años y vive por su cuenta. Tenemos un muy mimado shepard alemán que nos mantiene alerta. Mi escritura es un tanto ecléctica. Tengo varios géneros que escribo. Por desgracia, el trabajo diario me impide conseguir un tiempo de escritura completa. Pero estoy trabajando en ello. Un día. * suspiro * Tengo dos casas de publicación para las que escribo en este momento, Cobblestone Prensa y Prensa Breathless. Dos grandes publicaciones para las que he tenido la suerte de escribir. Como la mayoría de los escritores, siempre estoy escribiendo nuevos libros y tengo un montón de obras. En este momento, hay dos en las que estoy trabajando y una bajo contrato. Espero tener al menos una terminada y presentada a finales de año. ¡Crucemos los dedos! Comprueba para ver en lo que estoy trabajando y lo que está a estrenar. ¡Feliz lectura y a disfrutar de la fantasía! Kimberly Blog: http://www.kimberlyhunterauthor.blogspot.com.ar/

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Coordinación del proyecto Cinty

Traducción Kaiel

Corrección/Revisión Cinty/Visionepica

Edición, Diseño y formato Visionepica

Limpieza de Portada Clau ¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos disfrutar de todas estas historias! pág. 57

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