EL MUNDO SIMBÓLICO DE LA BIBLIA EMILIO LOSPITAO

EL MUNDO SIMBÓLICO DE LA BIBLIA EMILIO LOSPITAO ÍNDICE Introducción .......................................................... p. 3 La Creación: lo

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EL MUNDO SIMBÓLICO DE LA BIBLIA

EMILIO LOSPITAO

ÍNDICE Introducción .......................................................... p. 3 La Creación: los cielos y la tierra...........................p. 5 La Creación: hagamos al hombre .........................p. 6 La Tierra plana y los planos cosmogónicos ..........p. 7 La Biblia y la Tierra plana y estática ......................p. 8 El sistema geocéntrico ..........................................p. 9 La Biblia y el geocentrismo..................................p. 11 ¡Para Dios no hay imposibles!.............................p. 13 Las leyes de Kepler y de Newton .......................p. 14 Los movimientos de la Tierra...............................p. 15 Las constelaciones y el movimiento de traslación de la Tierra .....................................p. 16 El concepto de “arriba” y “abajo” .........................p. 17 El Universo que conocemos................................p. 18 Conclusión...........................................................p. 20

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INTRODUCCIÓN El lenguaje simbólico El “lenguaje simbólico” está presente en toda la literatura universal, especialmente a través de los cuentos, las fábulas, las parábolas, las historietas, etc. La literatura bíblica está llena de símbolos y metáforas, lo que se denomina como “teología narrativa”, la cual resulta muy accesible a la gente sencilla. Jesús usó mucho el lenguaje simbólico: el Reino de Dios era como una “semilla”, como un “banquete”, como una “boda”... Jesús dice ser una “puerta”, o el “camino”...; entender y aceptar su palabra era “comer” su cuerpo y “beber” su sangre; sus discípulos serían “pescadores de hombre”. etc. Sin embargo, el problema interpretativo surge cuando a ese lenguaje simbólico y figurado se le pretende dar una interpretación literalista o histórica. El mundo simbólico Por mundo simbólico queremos significar la compleja estructura del lenguaje que codifica la experiencia social, aquello que recoge las pautas del quehacer cotidiano, organiza el mundo de los significados en un tejido filosófico, articula las múltiples facetas de la experiencia cultural y lo expresa a través del lenguaje escrito, oral o artístico. Pues bien, junto al rico género literario bíblico referido más arriba, se halla inmerso otro lenguaje que tiene que ver con el mundo simbólico cosmológico y cosmogónico de la época de los hagiógrafos, los escritores de los libros de la Biblia.

mundo simbólico de sus coetáneos, encuentra su paralelo en los conceptos cosmológicos y cosmogónicos que ambos tenían del mundo. Todos los libros de la Biblia se escribieron en el lapso de tiempo que va desde el siglo XIII­XII a.C. (los primeros escritos­fuentes del Pentateuco) hasta finales del siglo I d.C. (los últimos libros del Nuevo Testamento). Los hagiógrafos escribieron y se expresaron desde aquel mismo mundo simbólico. Es a este mundo simbólico al que nos referiremos en este cuaderno. Nuestro propósito es contrastar los conceptos cosmológicos y cosmogónicos que tenían los hagiógrafos con los conceptos que nos ofrece la ciencia moderna sobre la estructura y la fisonomía de nuestro Universo. Para esta exposición recurriremos ineludiblemente a los conocimientos más elementales de la astronomía moderna, los cuales eran desconocidos en todo el periodo hagiográfico. Los conceptos cosmológicos más importantes del mundo simbólico de la Biblia son: a) La Tierra plana (con sus tres planos cosmogónicos); b) El sistema geocéntrico; y c) El concepto Arriba/Abajo por el efecto de la fuerza de la gravedad de la Tierra. La astronomía: un poco de historia

El imperio romano, aparte de las técnicas de construcción y de producción bélica e hidráulica, contribuyó muy poco a la ciencia de la astronomía. El saber griego anterior quedó en la sombra durante siglos, prácticamente hasta el siglo XII, cuando se nota un renacimiento de las ideas por la influencia árabe en el Occidente latino. Uno de los problemas por lo que la astronomía anterior no había calado convenientemente es porque no había conexión entre ella y la vida cotidiana. La religión, por el Los judíos no acostumbraban hacer observaciones sistemáticas de los contrario, daba respuestas a todo y estas respuestas eran más útiles. cuerpos celestes, en parte debido a que el culto a los astros había invadido Palestina, y el riesgo de ceder a sus seducciones (en aquellas circunstancias San Ambrosio (siglo IV), por ejemplo, decía: “Discutir sobre la naturaleza la astronomía era inseparable de la astrología, y ésta de la idolatría). No y la forma de la Tierra no nos ayuda en nuestra esperanza de la vida por obstante, la visión común entre el mundo simbólico de los hagiógrafos y el venir”. Y Agustín de Hipona afirmaba: “Aún más peligrosa tentación que la Mundo simbólico de la Biblia - Extra - Restauromanía

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de la carne es la enfermedad de la curiosidad, que nos lleva a desentrañar los secretos que están por encima de nosotros, que no pueden servirnos para nada, y que los hombres buscan sólo por el placer de conocerlos...”. No obstante, Agustín no trató la ciencia griega con desprecio, como hicieron algunos predecesores suyo. Aun cuando los Padres de la Iglesia, en general, no siguieron la ciencia de los griegos, tampoco desarrollaron un sistema que pudiera sustituirla. En el siglo VI, un monje de nombre Cosmas, escribió un libro llamado “Topografía cristiana”. En él afirma que la Tierra es plana, y desacredita la enseñanza “pagana” de una Tierra esférica. Se cuestiona cómo una Tierra esférica en el centro del Universo podría haber emergido de las aguas el tercer día de la Creación, o cómo se podía haber hundido a causa del diluvio en los días de Noé. La Tierra, decía, era plana y estaba rodeada de agua por todas partes. Otra aportación curiosa del siglo VII es la de un geógrafo anónimo que concebía el mundo lindando al Oeste por el océano, y al Este por un desierto ilimitado. Hacia el Norte, más allá del océano, había montañas enormes, puestas allí por Dios para formar una pantalla por detrás de la cual se pueden ocultar el Sol y la Luna. La idea de la esfericidad de la Tierra seguía siendo una abominación para muchos clérigos intelectuales de la época, y aunque algunos la admitían, no se atrevían a aceptar la posibilidad de que hubiera habitantes en el otro extremo de la esfera. Otro personaje de interés, a finales del siglo VII, fue el monje Beda el Venerable. El Universo de Beda está ordenado mediante causas y efectos identificables. Su cielo es esférico, y la Tierra, esférica y estática, está dividida en cinco zonas, de las que solo las dos zonas templadas son habitables, y sólo la del hemisferio Norte está habitada. Alrededor de la Tierra se encuentra los siete cielos: el aire, el éter, el Olimpo, el espacio ígneo, el firmamento con los cuerpos celestes, el cielo de los ángeles y el cielo de la Trinidad. El mundo material está formado por los elementos tierra, agua, aire y fuego, siguiendo la tradición de los griegos. Afirmaba que el firmamento de las estrellas giraba alrededor de la Tierra. 4

No fue hasta el siglo IX que la idea de la Tierra esférica y el sistema geocéntrico tomó arraigo para explicar los movimientos planetarios. En el siglo XII se recibió por primera vez la física de Aristóteles y la astronomía de Ptolomeo, aunque al principio la reacción de la Iglesia fue hostil, e incluso apareció en 1209 en París (Francia) un decreto de amenaza de excomunión para todos aquellos que leyeran esos escritos. En el siglo siguiente, no obstante, era aceptado en todo el Occidente latino. Un pensador de interés de esta época fue Roger Bacon (1214­1294) quien abogaba por la necesidad de la experimentación y del razonamiento matemático en las cuestiones científicas. Sus ideas sobre el Universo son las de Ptolomeo. Bacon sostenía que la Tierra era un punto insignificante en el centro de un vasto cielo, y basándose en el astrónomo árabe Al­ Fargani (siglo IX) afirma que incluso la estrella más pequeña era mayor que la Tierra. Otra novedad de este siglo fue la de Pietro d´Abano (1250­1316) quien sugiere que las estrellas no están ancladas a una esfera, sino que se mueven con libertad por el espacio. Así, por razones de índole física y filosófica, los astrónomos continuaron aceptando la hipótesis “geostática”, es decir, la de una Tierra inmóvil, sin ningún giro. A pesar de los intentos para renovar la física de Aristóteles, no hubo verdaderamente una revolución científica en el siglo XIV. Hubo que esperar al siglo XVI, a la innovadora hipótesis heliocéntrica de Nicolás Copérnico y la confirmación de dicha hipótesis por Galileo Galilei. Desde la confirmación del heliocentrismo, en el siglo XVI, hasta la fecha, los conocimientos que tenemos de la astronomía es inmensa. Los conceptos cosmológicos modernos han dejado obsoletos a los anteriores al siglo XVI. Esta obsolescencia no sólo afecta a los conceptos, sino al mundo simbólico que se basaba en ellos. Con las presentes consideraciones intentamos descubrir el mundo simbólico perteneciente a la cosmología pre­científica, que es la que encontramos en la Biblia.

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En el principio creó Dios los cielos y la tierra PERSPECTIVA GEOCÉNTRICA DE LA TIERRA (cosmocentrismo) El mundo simbólico está presente en el lenguaje bíblico desde el primer versículo, con referencia a su cosmocentrismo. La Tierra es concebida como el hábitat único y singular donde se materializa el proyecto de Dios. Desde el antiguo mundo simbólico, las esferas creativas básicas que engloban conceptualmente todo el Universo creado se simplifican en “los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). El resto de los seres y cosas creados están correlacionados bien a una u otra esfera. Pero era el planeta Tierra el centro neurálgico de todo el acontecer escénico. Todo lo demás, el Sol, la Luna, las estrellas, formaban un cortejo alrededor del planeta Madre y fueron creados para dar sentido a su centricidad y singularidad cósmica (cf. Génesis 1:16­18). Desde que el hombre ha comenzado a conocer el Cosmos y, como consecuencia de ello, dominar hasta cierto punto el espacio extraterrestre (hemos enviado naves tripuladas a la Luna y tenemos naves no tripuladas —pero controladas— en Marte), sabemos que el Universo está compuesto por millones de galaxias en las cuales existen millones de estrellas (nuestro Sol es una entre ellas) y millones de millones de planetas. Al principio, al ser considerada la Tierra como el centro del Universo, la mera idea de pensar en otros mundos habitados chocaba frontalmente con la creencia de que todo había sido diseñado a la medida del hombre y para el hombre. El dominico Giordano Bruno (1548­1600) fue quemado vivo por la Inquisición por enseñar, entre otras cosas, que había otros mundos habitados y que el Sol era una mera estrella entre muchas. Este debate sobre la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra es tan antiguo como la propia historia del pensamiento. La mayoría de los filósofos de la antigua Grecia, desde Tales de Mileto hasta Pitágoras, imaginaban que en la Luna había seres vivos, y que existían otros mundos parecidos al nuestro. Varios siglos después, en la era romana, Lucrecio (siglo I a.C.) y Plutarco (siglo I d.C.) también se pronunciaron sobre estas ideas en sus escritos. La cuestión es ésta: ¡no somos el ombligo del Universo a pesar de que teológicamente se ofrezca así según las declaraciones del Génesis! Por una simple deontología hermenéutica, debemos tener en cuenta el mundo simbólico desde el que se escribieron los textos sagrados de la Biblia, que se basan en la idea de una Tierra plana, geocéntrica, estática y ombligo del Universo. Mundo simbólico de la Biblia - Extra - Restauromanía

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Luego dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra... Y creo Dios los grandes monstruos marinos...

Génesis 1-2

Los relatos de la Creación tienen un objetivo esencialmente teológico y pedagógico; no son descriptivos ni historicistas; por ello no podemos interpretarlos literalmente. El libro de Génesis presenta dos relatos de la creación de los seres vivos. Según un relato, Dios creó primero a los animales y luego al ser humano (Génesis 1:20­ 26); según el otro relato, creó al varón en primer lugar, luego a los animales y, por último, a la mujer, pues el varón no halló entre los animales su correspondiente (Génesis 2:7­23). Otro problema que presenta el relato de los orígenes tiene que ver con la creación de las lumbreras (el Sol y la Luna). Según Génesis 1:3­5, Dios había creado el primer día la Luz. A esta “Luz” se le llamó “Día”, en contraposición con las “tinieblas” que se la llamó “Noche” (v. 5), lo cual parece ser una referencia a la lumbera mayor, el Sol. Pero 1:14­16 habla de la creación de estas dos lumbreras en el cuarto día. Dos incoherencias se perciben en este relato: Una, que la misma lumbrera sea creada dos veces (en el día primero y en el día cuarto); y dos, que se computen los tres primeros días de la creación sin la lumbrera mayor que sirve precisamente para distinguir la mañana de la tarde, el día de la noche, en el caso de que la “Luz” del primer día no fuera el Sol. Estas contradicciones o incoherencias de los relatos de Génesis carecen de importancia cuando se interpreta desde su sentido metafórico, religioso y pedagógico. 6

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó

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LA TIERRA PLANA Y LOS PLANOS COSMOGÓNICOS

LA TIERRA PLANA El mundo antiguo creía que la Tierra era plana. Aun cuando hacían grandes desplazamientos de un lugar a otro, no eran conscientes de la esfericidad de la Tierra. Fue en el siglo III a. C. cuando Aristóteles, filósofo y físico griego, argumentó la posible esfericidad de nuestro planeta. Lo que significa que el común de los mortales creía que la Tierra era una superficie circular y plana, aunque montañosa. El razonamiento inductivo del filósofo contrastaba con el deductivo del vulgo. Tal fue la influencia de la argumentación de Aristóteles, que en el siglo II d. C. otro “científico”, y viajero, Claudio Ptolomeo, cartografió el mundo hasta entonces conocido (Europa, Asia y África) partiendo de la teoría aristotélica de una Tierra esférica. Pero no fue hasta el año 1519 que se comprobó empíricamente la redondez de nuestro planeta, mediante el viaje marítimo que hicieron Fernando Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Anterior a este viaje, en el año 1492, Cristóbal Colón (que creía en una Tierra esférica), emprendió el viaje que concluyó con el descubrimiento del “Nuevo Mundo” (el continente americano, aunque creyó haber llegado a la India). El concepto que los hagiógrafos tenían de la forma de la Tierra era el mismo que tenían sus coetáneos. Todo el lenguaje bíblico se orienta hacia ese mismo mundo simbólico de una Tierra plana.

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LA BIBLIA Y LA TIERRA PLANA Y ESTÁTICA 1. “Él está sentado sobre el círculo de la tierra...” (Isaías 40:22). 2. “Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies...” (Is. 66:1). 3. “Pusiste la Tierra sobre sus bases para que ya nunca se mueva de su lugar” (Sal 104, 5). 4. “...Dios la afirmó para que no se mueva jamás” (Sal 93:1). 5. “Crecía el árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra” (Daniel 4:11). 6. “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo” (Mateo 4:8).

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COMENTARIO 1. En primer lugar, Isaías concibe la Tierra como un círculo. El horizonte que un observador divisa desde la cima de una montaña es equidistante del lugar de observación, y se percibe como un círculo plano, aunque ondulado por las colinas y la montañas más bajas que la del punto donde se encuentra el observador. 2. En segundo lugar, el profeta concibe la Tierra como un escabel donde Dios, que está sentado en su trono celestial, posa sus pies. La imagen es sumamente antropomórfica: se figura a Dios como un gigante sentado en un trono situado “en el cielo” que posa sus pies sobre la superficie de la Tierra “como” su estrado. 3­4. El salmista, por su lado, habla de la inmovilidad de la Tierra. “Dios la afirmó —la hizo estática en la creación— y no se “moverá” jamás. En este texto está implícito además el sistema geocéntrico: una tierra inmóvil. 5­6. Tanto en el relato del sueño que interpreta Daniel, como en el relato de Mateo (tentación de Jesús), el concepto de una Tierra plana es incuestionable: en ambos está presente el factor “altura”. Es precisamente la altura que tiene el árbol lo que “permite” que sea contemplado desde “todos” los confines de la tierra, y es la altura del monte lo que permite mostrarle todos los reinos del mundo. En una Tierra esférica, por mucho que nos elevemos, nunca podríamos ver lo que hay en las antípodas (el otro lado del globo terráqueo), ni podríamos ser visto por éstos (Imagen izquierda).

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LOS PLANOS COSMOGÓNICOS EL CIELO Los hagiógrafos, como sus coetáneos (mitologías), además de creer que la Tierra era plana, concebían la cosmogonía del mundo en tres planos interpuestos (Ver ilustración): a) Un plano representado por la superficie terrestre, que era el hábitat donde residían los seres vivos con sus faunas, el reino vegetal y el ser humano como la corona de la creación; b) Un plano superior, “el Cielo”, donde “estaba” Dios y todos los seres espirituales: ángeles, arcángeles... (cf. Job 1­2), y donde se ubicaba también el Paraíso celeste; y c) Un plano inferior, en las profundidades de la tierra, donde estaba el Seol o Hades, el lugar de los muertos (cf. Sal. 49:14; 86:13) y donde se ubicaba también el Infierno. Todos los textos bíblicos que hacen alguna referencia explícita o implícita al mundo que trasciende al hábitat de la vida en la Tierra (Cielo, Infierno, Seol, Hades, Paraíso, etc.) parte de este mundo simbólico de los tres planos.

HÁBITAT DE LOS SERES VIVOS

EL SEOL / HADES

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LA BIBLIA Y LOS PLANOS COSMOGÓNICOS

COMENTARIO

1. “Como la nube se desvanece y se va, Así el que desciende al Seol no subirá” (Job 7:9). 2. “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (Eclesiastés 3:21).

3. “Y en el Hades alzó sus ojos...” (Lucas 16:23). 4. “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años... fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2 Cor. 12:2).

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1. Para el autor del libro de Job, el Seol se encuentra “abajo”. Se “desciende” para ir a aquel lugar, y se “sube” para salir de allí. 2. Para el autor del libro de Eclesiastés, igual que para el de Job, existía un plano superior, donde se pensaba que iba el espíritu de los seres humanos después de la muerte, y un plano inferior, donde se concebía que iba el espíritu de los animales. Aun cuando el texto de Eclesiastés tiene como contexto la apología del autor, su lenguaje se corresponde con el mundo simbólico de su tiempo.

3. En la parábola del rico y Lázaro, Jesús usa los términos propios del mundo simbólico de su época: Estando el rico en el Hades (plano EL CIELO inferior), “alzó” sus ojos... y vio de lejos a Abraham (plano superior). No es necesario decir que es una parábola, y que los detalles de las parábolas resultan muchas veces paradójicos; no se pueden interpretar literalmente. No obstante, el vocabulario de la parábola parte del mundo simbólico de los planos cosmogónicos de la HÁBITAT DE LOS SERES VIVOS época, el plano inferior (lugar de los muertos) contrario al superior (lugar donde se supone que está el Paraíso celeste). 4. El apóstol Pablo relata su experiencia extática desde este mismo mundo simbólico. Se refiere al plano superior, pero con subplanos de diferentes categorías: “el tercer cielo”. Cualquiera que sea la explicación que EL SEOL/HADES demos a este “tercer cielo”, la peor será aquella que intente ubicar dicho cielo en algún lugar físico concreto del Cosmos. ¡Solo se trata de un lenguaje simbólico para referirse a lo trascendente, de lo cual no sabemos absolutamente nada!

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EL SISTEMA GEOCÉNTRICO

SISTEMA GEOCÉNTRICO Sol

El mundo antiguo, además de creer en una Tierra plana, creía que la Tierra estaba inmóvil y era el centro del Universo. Todos los demás astros creados, el Sol, la Luna y las estrellas, giraban alrededor de la Tierra. La Tierra era el ombligo del mundo, un lugar físico, singular y único creado como hábitat de todas las criaturas vivientes, tanto del reino animal (con todas sus faunas) como del reino vegetal, pero sobre todo, el hábitat del ser humano. Los siglos XVI y XVII se constituyeron en un hito transcendental en la historia de la Humanidad. Entre los diferentes descubrimientos de aquella época sobresalen la confirmación de la esfericidad de la Tierra (aunque desde Ptolomeo en el siglo II ya se venía aceptando con cierta seguridad), y el sistema heliocéntrico, que despojaba a la Tierra de ser el ombligo y el centro del Universo.

Tierra

¿Qué se infiere de un sistema geocéntrico? En un sistema geocéntrico (geo=tierra) la Tierra constituye el centro del Universo; está además estática, no se mueve, y todos los demás astros (el Sol, la Luna y las estrellas), giran alrededor de la Tierra. Es desde esta perspectiva cosmológica que escribieron los hagiógrafos. ¿Qué se infiere de un sistema heliocéntrico? SISTEMA HELIOCÉNTRICO Tierra

Sol

En un sistema heliocéntrico (helio=sol), contrario al anterior, el Sol constituye el epicentro alrededor del cual giran los planetas entre los cuales se encuentra la Tierra. Éste fue el sistema anunciado por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473­1543), confirmado después por el físico y matemático italiano Galileo Galilei (1564­1642) y divulgado posteriormente por la ciencia moderna, hasta hoy. La Inquisición arrestó a Galileo por enseñar el heliocentrismo, que se opone a lo que dice Josué 10:12­13. A pesar de que la Unión Astronómica Internacional haya confirmado hasta la saciedad el sistema heliocéntrico, todavía existen algunos grupos que defienden el sistema estático­ geocéntrico, ¡Otros incluso defienden que la Tierra es plana!

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BIBLIA Y GEOCENTRISMO TEXTOS BÍBLICOS

COMENTARIO

1. “Nace el sol por un lado del cielo, y avanza por su circuito hasta llegar al otro, sin que nada escape de su calor” (Sal 19:6).

1­2. Tanto el salmista como el autor del libro de Eclesiastés exponen sus razonamientos desde una perspectiva geocéntrica. Es decir, la Biblia enseña el geocentrismo por la sencilla razón de que este sistema era el que percibían sus escritores, como asimismo lo percibían sus coetáneos, y como así lo percibimos nosotros también. Es decir, no es una cuestión meramente “semántica”, una forma de hablar (“sale el sol”), sino una cuestión de “percepción”: nos parece que el sol “sale”. Es el sistema que el observador terrestre percibe, por eso pareció inaudita la declaración copernicana de un sistema heliocéntrico.

2. “Sale el sol, y se oculta, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir” (Eclesiastés 1:5). 3. “He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás...” (Is 38:7­8). 4. “Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró...” (Josué 10:12­ 13).

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La complicación mayor radica en los textos de Isaías y de Josué: 3. En el texto de Isaías, desde el punto de vista del sistema geocéntrico, el retroceso de diez grados en la sombra en un reloj de sol significaría, primero, que el Sol se habría detenido; segundo, habría recorrido hacia atrás lo que corresponde a diez grados y, tercero, continuar de nuevo su curso. Desde un punto de vista heliocéntrico significaría, primero, que la Tierra detuvo su giro sobre sí misma; segundo, giró luego en sentido contrario lo que corresponde a diez grados; y, tercero, inició de nuevo su giro normal. 4. En el texto de Josué, desde el punto de vista geocéntrico, significaría que el Sol se detuvo durante el tiempo que el texto indica (“casi un día entero”). Desde el punto de vista heliocéntrico, habría sido la Tierra la que detuvo su rotación sobre sí misma durante ese tiempo. En ambos casos implica la detención, el retroceso y la reanudación del movimiento en el primero y la rotación en el segundo. ¿Se puede imaginar el lector las consecuencias físicas y cósmicas que hubieran tenido lugar con la detención, el retroceso e iniciar de nuevo el movimiento de rotación de la Tierra, tanto en el caso del texto de Isaías como en el texto de Josué, teniendo en cuenta las leyes de Newton y de Kepler? Mundo simbólico de la Biblia - Extra - Restauromanía

¡PARA DIOS NO HAY IMPOSIBLES!

Esta suele ser la respuesta que todos hemos escuchado alguna vez ante las observaciones que hemos apuntado anteriormente. Algunos cristianos se sienten obligados a salir en defensa de lo que literalmente dice la Biblia porque ésta —entienden ellos— es “inerrante” e “inspirada” palabra por palabra. Si el texto bíblico afirma que “el Sol se paró”, es que se paró, dicen estos defensores. Obviamente, para Dios, que se supone que es TODOPODEROSO, nada debe haber IMPOSIBLE para él. La cuestión es si este axioma teológico del PODER de Dios podemos usarlo como comodín (un Dios tapa agujeros) para justificar todas las afirmaciones bíblicas independientemente de su naturaleza, en este caso científica. Desde un punto de vista científico, primero, el Sol no pudo haberse “parado” porque el Sol no es el que se mueve respecto a la Tierra, sino ésta respecto al Sol (a pesar de lo que diga la Biblia). Segundo, a la luz de las leyes de la gravitación (Kepler, Newton) que rigen el movimiento de los planetas, la Tierra no se puede parar. Tercero, desde un punto de vista moral, resulta muy extraño que Dios anulara estas leyes —por las que se sustentan los sistemas planetarios y el Universo mismo— para seguir guerreando unas horas más, “casi un día entero”, cuando había otros métodos más sencillos y prácticos para vencer al enemigo. ¿Tan mal estratega es Dios que opta por originar un caos cósmico para dar la victoria a su pueblo en una batalla cuyo precio fue la exterminación de cientos de personas (Josué 10:12­13)? Por otro lado, ¿había que volver a repetir el mismo desajuste cósmico como señal de que sanaba y daba quince años más de vida al rey Ezequías? ¿No bastaba Su palabra a través del profeta (Is. 38:7­8)? El desajuste cósmico que implican los relatos bíblicos aludidos resulta abismalmente desproporcionado para los propósitos que tenían. Dios, en efecto, es TODOPODEROSO, pero no es un EXHIBICIONISTA. Estos textos deben tener otra lectura que no sea la literal.

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LAS LEYES DE KEPLER

LAS LEYES DE NEWTON

El astrónomo alemán Johannes Kepler es conocido, sobre todo, por sus tres leyes que describen el movimiento de los planetas en sus órbitas alrededor del Sol. Las leyes de Kepler fueron el fruto de la colaboración con el gran astrónomo observador Tycho Brahe, quien había confeccionado las tablas astronómicas más precisas de la época. * Primera Ley: Los planetas se desplazan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas, estando el Sol situado en uno de los focos.

Primera ley: La rana se mantendrá en reposo mientras no actúe sobre ella una fuerza no compensada.

Segunda ley: Los músculos ejercen una fuerza que impulsa a la rana hacia arriba

* Segunda Ley: El radio vector que une el planeta y el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales. * Tercera Ley: Para cualquier planeta, el cuadrado de su período orbital (tiempo que tarda en dar una vuelta alrededor del Sol) es directamente proporcional al cubo de la distancia media con el Sol. Tercera ley: A la fuerza que eleva a la rana en el aire, la acompaña una reacción igual y opuesta que empuja hacia atrás la hoja de nenúfar.

Planeta

P

A Sol

Perihelio (distancia mínima del planeta al Sol) 14

Afelio (distancia máxima del planeta al Sol) Mundo simbólico de la Biblia - Extra - Restauromanía

Pero, aunque ciertamente resultó muy satisfactorio encontrar tales reglas, relativamente simples, como rectoras universales del movimiento planetario, Kepler nunca consiguió comprender el sentido último de tales leyes. Isaac Newton (1643­1727) enunciaría su teoría de la Gravedad y la ley de la Gravitación Universal en 1685 ofreciendo así una explicación natural de las leyes de Kepler como consecuencia de la interacción (atracción) gravitacional que sufren los cuerpos. * Primera ley: Todo cuerpo permanece en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme a menos que otros cuerpos actúen sobre él (Ilustrac, 1). * Segunda ley: La fuerza que actua sobre un cuerpo es directamente proporcional a su aceleración (Ilustrac, 2). * Tercera ley: Cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre el primero una fuerza igual y de sentido opuesto (Ilustrac, 3).

LOS MOVIMIENTOS DE LA TIERRA Los movimientos de la Tierra se definen con referencia al Sol y son los siguientes: rotación, traslación, precesión y nutación.

MOVIMIENTO DE ROTACIÓN

El movimiento de rotación es el que efectúa la Tierra girando sobre sí misma a lo largo de un eje imaginario denominado Eje terrestre que pasa por sus polos. Una vuelta completa, tomando como referencia a las estrellas, dura 23 horas, 56 minutos y 4 segundos. El movimiento de traslación es aquel por el cual la Tierra gira en una órbita alrededor del Sol. Tarda en hacer este recorrido 365 días y 6 horas. Esas 6 horas se acumulan cada año, transcurridos 4 años, se convierte en 24 horas, por lo que cada cuatro años hay un año que tiene 366 días, al que se denomina año bisiesto. Este movimiento de traslación describe una trayectoria elíptica de 930 millones de kilómetros, a una distancia media del Sol de prácticamente 150 millones de kilómetros.

MOVIMIENTO DE TRASLACIÓN

MOVIMIENTOS DE PRECESIÓN Y NUTACIÓN

El movimiento de precesión de los equinoccios (el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra) se debe al movimiento de precesión de la Tierra causado por el momento de fuerza ejercido por el sistema Tierra­Sol en función de la inclinación del eje de rotación terrestre con respecto al Sol (alrededor de 23,43°). El movimiento de nutación es la oscilación periódica del polo de la Tierra alrededor de su posición media en la esfera celeste, debido a las fuerzas externas de atracción gravitatoria entre la Luna y el Sol con la Tierra. Esta oscilación es similar al movimiento de una peonza (trompo) cuando pierde fuerza y está a punto de caerse.

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LAS CONSTELACIONES Y EL MOVIMIENTO DE TRASLACIÓN

Los datos astronómicos más antiguos que poseemos datan del año 1.800 a.C., de la región de Mesopotamia. Para aquellos antiguos observadores, las constelaciones eran grupos de estrellas unidas esquemáticamente de manera que formaran un dibujo. El popular Zodíaco, dividido en doce constelaciones, surgió en Babilonia durante el reinado de Nabucodonosor II (siglo VI a. C.), vinculado a las doce lunaciones anuales. Posteriormente, lo adoptó la cultura griega, dándole a las constelaciones los nombres actuales: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Además de estas doce constelaciones del Zodíaco, Ptolomeo recogió en su inventario otras 35 figuras. Hoy, partiendo de esas agrupaciones, la Unión Astronómica Internacional ha dividido la esfera celeste en 88 sectores y todas las estrellas que se encuentran en un área concreta forman parte de ese sector, llamado constelación. En cualquier caso, desde la Tierra solo podemos observar las costelaciones —durante la noche— que están en un sector del cielo. Vamos observando, consecutivamente, las demás constelaciones a la vez que pasan los meses, es decir, a la vez que la Tierra se “mueve” alrededor del Sol. Si la Tierra no girara alrededor del Sol, estaríamos viendo siempre las mismas constelaciones celestes. Para ver todas las constelaciones, con la Tierra inmóvil como centro del Universo, tendría que moverse todo el cosmos visible solidariamente alrededor de la Tierra. Pero esta teoría crearía muchos y serios problemas. Hasta ahora, y desde Galileo Galilei, el heliocentrismo es el sistema que explica los fenómenos del sistema solar en el que vivimos y la observación de las constelaciones durante el curso de un año.

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ARRIBA - ABAJO Cuando salimos de la fuerza gravitatoria de la Tierra, nada nos atrae y simplemente “flotamos” en el espacio. Este es el caso de la Estación Espacial Internacional (460 km sobre el nivel del mar) y de los satélites artificiales que orbitan alrededor de la Tierra (entre 2.000 y 35.000 km sobre el nivel del mar). Cuando salimos de la fuerza de la gravedad de la Tierra, la noción de “arriba” y “abajo” desaparece, se pierde la percepción sensorial de estos conceptos. En el espacio profundo, fuera de la fuerza de la gravedad de cualquier planeta, se pierden todos los datos relativos a la dirección Norte, Sur, Este, Oeste, porque no existen referencias hacia nada. Además, el concepto de “arriba” y “abajo” es relativo. Lo que para un habitante en un lugar concreto de la Tierra es hacia “arriba”, desde un punto de observación extraterrestre será hacia “abajo” para su antípodas (observar imagen de la izquierda). Por ejemplo, si se lanzan dos cohetes desde lugares opuestos de la geografía terrestre (uno desde el polo Norte y otro desde el polo Sur), seguirán una dirección con sentidos opuestos en el espacio exterior, aunque los astronautas de los dos cohetes, durante el despegue, percibirán que “suben” hacia “arriba”. Pero cuando entran en la exosfera, carente de la fuerza de gravedad de la Tierra, pierden esa percepción de los sentidos: ya no existe el “arriba” y el “abajo”. Cuando leemos el texto de Pablo que dice: “Porque el Señor mismo... descenderá del cielo...”(1 Tes. 4:16), la pregunta inmediata es: ¿desde qué dirección del cielo vendrá Jesús, hacia qué lugar de la Tierra se dirigirá, y quiénes serán los privilegiados que le verán llegar? Las direcciones hacia donde puede ser dirigido un objeto espacial desde el centro teórico de la Tierra son infinitas, como infinitos son los puntos desde donde puede venir un objeto cósmico que tenga como destino la Tierra.

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EL UNIVERSO QUE CONOCEMOS

Telescopio Hubble

El Telescopio espacial Hubble (denominado así en honor del astrónomo Edwin Hubble) orbita en el exterior de la atmósfera alrededor de la Tierra a 593 km sobre el nivel del mar, con un período orbital entre 96 y 97 minutos. Fue puesto en órbita el 24 de abril de 1990 en la misión STS­31 como un proyecto conjunto de la NASA y de la Agencia Espacial Europea inaugurando el programa de Grandes Observatorios. La ventaja de disponer de un telescopio más allá de la atmósfera radica, principalmente, en que además de no verse afectado por los factores meteorológicos, elimina los efectos de la turbulencia atmosférica, consiguiendo así imágenes de gran calidad. Desde un punto de observación estático, el Hubble, como cualquier telescopio, solo puede observar una zona limitada del Cosmos (es como si intentáramos ver una amplia pradera a través de un tubo de pequeñísimo diámetro: solo veríamos una minúscula porción de dicha pradera). No obstante, desde ese pequeñísimo campo de visión, el Hubble puede observar e identificar cúmulos de galaxias. En la foto del medio se puede ver uno de esos cúmulos compuesto por infinidades de galaxias (los puntos luminosos no son estrellas).

Cúmulo de galaxias

La fotografía de abajo presenta la imagen tal como fue captada por el Hubble de la Galaxia Espiral NGC 6217 (con crédito de la NASA, ESA, y el Hubble SM4 ERO Team).

El salmista, al comtemplar el cielo desde la observación a simple vista, exclamó: Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Salmo 8:3­4 Galaxia Espiral NGC 6217. Crédito: NASA, ESA, and the Hubble SM4 ERO Team 18

¡Nosotros también nos maravillamos!

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LA VÍA LÁCTEA, NUESTRA GALAXIA EL SISTEMA SOLAR La fotogragía superior es una recreación de la Vía Láctea, la galaxia espiral en la que se encuentra nuestro Sistema Solar. El Sistema Solar aparecería dentro de la Galaxia como uno de los millones de puntos luminosos. Para fotografiar realmente la Vía Láctea deberíamos poder observarla desde otra galaxia distinta y dirigir un telescopio como el Hubble hacia ella. Según las observaciones, la Vía Láctea posee una masa de 1012 masas solares y es una espiral barrada; con un diámetro medio de unos 100.000 años luz. Se calcula que contiene entre 200 mil millones y 400 mil millones de estrellas. La distancia desde el Sol hasta el centro de la galaxia es de alrededor de 27.700 años luz. La Vía Láctea forma parte de un conjunto de unas cuarenta galaxias llamado Grupo Local, y es la segunda más grande y brillante tras la Galaxia de Andrómeda, aunque puede ser la más masiva, al mostrar un estudio reciente que nuestra galaxia es un 50% más masiva de lo que se creía anteriormente.(Wikipedia).

El nombre Vía Láctea proviene de la mitología griega y en latín significa camino de leche. Durante la noche podemos ver una parte de la Vía Láctea como una borrosa banda de luz blanca alrededor de toda la esfera celeste. El fenómeno visual de la Vía Láctea se debe a estrellas y otros materiales que se hallan sobre el plano de la galaxia, como el gas interestelar. La Vía Láctea aparece más brillante en la dirección de la constelación de Sagitario, hacia el centro de la galaxia. La fotografía del centro es una recreación de nuestro Sistema Solar (fotografíar todo el Sistema Solar en su conjunto sería imposible, pues salvo el Sol, que se vería como un punto luminoso inapreciable en el espacio, los planetas apenas serían perceptibles). Sin embargo la recreación mantiene una escala aproximada del tamaño de los planetas. El señalado con la flecha (fotografía inferior) es nuestro planeta Tierra con la Luna detrás (también recreación). Mundo simbólico de la Biblia - Extra - Restauromanía

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CONCLUSIÓN

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os conocimientos científicos que hoy tenemos sobre la astronomía y el Universo son irrevocables, es matemática pura. El Sol no se mueve dentro del sistema que le da nombre. Los planetas que forman este sistema giran elípticamente alrededor del Sol. Los científicos Johannes Kepler e Isaac Newton no crearon ni implantaron las leyes que rigen los astros y el Universo, simplemente las descubrieron y las desarrollaron. Estas leyes, que son exactas, nos siven para diseñar, calcular y controlar los proyectos espaciales dentro del sistema solar (naves enviadas a la Luna, a Marte y otras). Desde el punto de vista de estas leyes, podemos decir que el Universo funciona como un reloj, si una pieza se para, se para toda la maquinaria del reloj. Es decir, según las leyes que rigen el Universo, todo está interactuando sobre todo. Por eso, aceptar literalmente los relatos bíblicos donde dicen que el Sol “se paró”, para el propósito que dicen, es de una desproporción abismal, teniendo en cuenta las consecuencias físicas y cósmicas que ello conllevaría. Existe otra manera de interpretar dichos textos. Dios es Todopoderoso, pero no un exhibicionista. Los conceptos mediante los cuales los hagiógrafos hablaron de los elementos del Cosmos: los astros, el Sol, la Luna, las estrellas, etc. se corresponden con el mundo simbólico que hemos descrito en este cuaderno: la Tierra plana, el sistema Geocéntrico y los planos Cosmogónicos. Este era el mundo simbólico desde el cual sus coetáneos también se expresaron. No se conocía otro. Pero estaban equivocados. Los hagiógrafos también estaban equivocados. Que esto sea así, significa que no podemos leer e interpretar literalmente los textos que hacen referencia a estos tópicos, dándoles un valor historicista y científico. Los hagiógrafos escribieron desde sus conceptos personales, como las demás personas de su época. Dios no les reveló datos con validez científica como hoy entendemos las disciplinas de la Ciencia moderna. No obstante, esto no significa que la Escritura esté en un error, porque el concepto “error” es un valor específico de la Ciencia moderna. Los conceptos que tenían los hagiógrafos, y sus coetáneos, de lo “histórico”, “verdadero”... en el siglo VIII a.C., por ejemplo, no eran los mismos que para los escritores del siglo XXI, cuya fidelidad en las noticias y los datos necesitan ser contrastados cientificamente. Los relatos de la Escritura, en general, como los relatos profanos de su misma época, siguen un género literario rico y variado donde lo realmente importante

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no es la veracidad histórica del relato en sí, y mucho menos con algún valor científico tal como entendemos la Ciencia desde el siglo XVI, sino el aspecto pedagógico y, sobre todo, religioso del enunciado. Las historias, unas más legendarias y míticas que otras, están contadas — y luego escritas y reescritas—, para dar sentido y cohesión a la identidad y el devenir histórico de un pueblo. Esto no significa que la Escritura no tenga nada “histórico” —se fundamenta en sucesos de la Historia—, sino que esa “historia” es transmitida a través del género mítico, legendario y simbólico. No aplicar este aspecto hermenéutico en la exégesis de la Escritura, cuando corresponda, es perder la perspectiva global geopolítica­ histórica­religiosa desde la cual está escrita. El objetivo ulterior de toda la literatura bíblica, que sirve de hilo conductor a todos sus enunciados —cualquiera que sea su estilo y género—, apunta siempre a lo Trascendente, a Dios. Un Dios, ciertamente, antropomorfizado: razona, siente, se enfada, reprende, perdona, castiga... como nosotros los humanos. A veces incluso se manifiesta a través de personas humanoides (teofanías). Desde la fe, creemos que Dios se ha manifestado a la Humanidad a través de sucesos en la Historia. El papel de los hagiógrafos fue interpretar esos sucesos y remitirlos al Inefable, al Trascendente, a Dios. Es decir, el antroporformismo no sólo era inevitable, sino necesario. El material del presente cuaderno, a pesar de su simplicidad elemental, quiere aportar su granito de arena en dicha hermenéutica bíblica. Está dirigido a los maestros (catequistas) encargados de enseñar especialmente a los adolescentes en las iglesias. Y de paso a los líderes de cuyas enseñanzas desde el púlpito depende el crecimiento intelectual, exegético y teológico de la congregación. De esta madurez teológica­intelectual dependerá, y mucho, la madurez espiritual. Pero sobre todo, la credibilidad de las “buenas nuevas” que predican. En algunos casos, los receptores pueden ser personas ignorantes e ingenuas; pero el líder debe estar ahí para ilustrarles, para hacerles autónomos, no para perpetuar su ignorancia y su dependencia.

Primavera de 2013 El autor

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Bibliografía: – “Historias del Universo”, Telmo Fdez. Castro, (Espasa). –“Astronomía fundamental” Vicent J. Martínez Pérez,Ed. UNIVERSITAT DE VALENCIA –ECEWIKI ­ Enciclopedia Católica Online. –Biografías y Vidas: http://www.biografiasyvidas.com/ –La Biblia RVR 1960 –Wikipedia. –Fotos: Internet

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