EL SEGUNDO DE LOS DERECHOS HUMANOS

From the SelectedWorks of Ramiro De Valdivia Cano Fall April 13, 2006 EL SEGUNDO DE LOS DERECHOS HUMANOS Ramiro De Valdivia Cano Available at: http
Author:  Jaime Ortega Vera

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From the SelectedWorks of Ramiro De Valdivia Cano

Fall April 13, 2006

EL SEGUNDO DE LOS DERECHOS HUMANOS Ramiro De Valdivia Cano

Available at: http://works.bepress.com/devaldiviacano/57/

EL SEGUNDO DE LOS DERECHOS HUMANOS Por: Ramiro Valdivia Cano © Cuando se habla de Lima es imposible soslayar que sigue engordando gracias al cáncer del centralismo y el caos. Lo cual ha de apurar el colapso al que llegará más temprano que tarde. Y no es noticia para alegrarse porque el colapso significará la pérdida para siempre de ese 70% que cada año invierte el Perú en mantener su fétida capital. Según se ve, el desencadenante será la falta de agua. El agua es la necesidad humana fundamental. No es solamente la variable electoral que los políticos manipulan a su antojo. El abastecimiento de agua es un derecho humano. Su importancia sólo es superada por el Derecho a la Vida. ¿O es que ya nadie lee AGUA, de Ciro Alegría? -No obstante, alrededor del mundo hay más de mil millones de personas que no tienen acceso al agua potable. Pero no hay que atribuir el problema, única ni necesariamente a la escasez de recursos hídricos. También son responsables -y superlativamente- diversos factores sociopolíticos entre los que destacan el manejo institucional y la demagogia.

Cuando el Concejo Provincial presidido por el Dr. Alfredo Corso Masías propuso que el suministro de agua potable dejase de ser gratuito (gratuito para los privilegiados que gozaban de instalaciones domiciliarias; y carísimo para el resto) tuvo que enfrentarse a los políticos que pretendían que el servicio domiciliario siguiese siendo “gratuito” (pagado por el Concejo); aunque tal demagogia pusiese en trance de agonía la dotación de agua a Arequipa, por falta de recursos financieros y planificación.

Hasta la década de 1980, el suministro de agua en la mayoría de los países sub desarrollados se delegaba a las empresas estatales. Como es lógico, éstas no hicieron las inversiones estructurales indispensables para prestar el servicio. Siempre quedaban desatendidos los grupos humanos más pobres. En tanto, en las zonas conectadas a los servicios públicos de suministro campeaban la ineficiencia, los “cortes” y los jugosos salarios de la “burocracia dorada”

Desde la década de 1990 se discute sobre la organización del abastecimiento de agua. A despecho de la demagogia, se propone la aplicación de los principios de la recuperación de costos, de maximización de los beneficios y de los derechos de los más pobres a gozar de agua. Se propone la participación del sector privado, como un modo de potenciar la inversión en redes de suministro y alcantarillado, de hacerlos accesibles y de reducir la dependencia de las fanfarronerías centralistas.

En el sector hídrico, una de las formas habituales de alentar la participación del sector privado son los acuerdos de concesión, por los que el Estado (¿se acuerdan de El Ogro Filantrópico?), al tiempo que mantiene la propiedad y el control final, transfiere el derecho de explotación del suministro de agua al sector privado. Pero, la demagogia de los políticos induce a la oposición popular y a atacar de plano cualquier modelo basado en la privatización; sin ofrecer otra alternativa que depender de los caprichos del Ogro Filantrópico, ¡y de su ignorancia e ineptitud ante los problemas del servicio!

Este servicio básico ya no debe ser el botín político por excelencia. Recuérdese cuántos presupuestos nacionales han sido invertidos en dotar, por la vía de la empresa pública, de agua y desagüe a Lima y cuán ineficiente e insuficiente es el servicio; y los “racionamientos” ¡a pesar de la inversión astronómica! Antes que pensar en el dividendo electoral, se requiere el análisis desde la perspectiva de las economías institucionales, la economía y la ecología políticas, las relaciones estructurales y de poder más amplias dentro de las cuales surgen y evolucionan las instituciones que influyen en el acceso al agua.

No se puede eludir el esclarecimiento de la relación entre eficiencia y equidad y las limitaciones institucionales para lograr el acceso universal al agua y al desagüe. De lo contrario, se corre el riesgo de seguir el ejemplo de Lima: Convertirse en el monstruoso caos en el que los más pobres pagan los precios de agua más elevados, los envarados (coimeros, piratas, informales) reciben el servicio sin pagarlo; y el desperdicio de agua supera el 30% de la producción total. Su servicio de desagüe y alcantarillado (que desemboca en sus playas) han convertido a Lima en la ciudad más fétida del orbe. © 2006.

República

independiente

Por: Ramiro Valdivia Cano

¡AGUA! ¡AGUA! El Club Internacional acaba de dar otra lección de civismo al prohibir el “juego” (¿juego?) con agua de los días del carnaval. Es una forma de evitar desgracias, accidentes y vandalismo. Pero sobre todo, es una muestra de respeto al maravilloso líquido elemental. Recuérdese que, alrededor del mundo hay más de mil millones de personas que no tienen acceso al agua potable; y el número sigue creciendo. Pero no hay que atribuir el problema, única ni necesariamente a la escasez de recursos hídricos. También son responsables -y superlativamente- diversos factores sociopolíticos entre los que destacan la demagogia y el mal manejo institucional.

En muchos países sub desarrollados se entrega el manejo del servicio de agua a empresas estatales. Como es lógico, éstas no hacen las inversiones estructurales indispensables para prestar el servicio. Siempre quedan desatendidos los grupos humanos más pobres. En tanto, en las zonas conectadas a los servicios públicos de suministro campean la ineficiencia, los “cortes” y los jugosos salarios de la “burocracia dorada”

Desde el s. XX se discute sobre la organización del abastecimiento de agua. A despecho de la demagogia, se propone la aplicación de los principios de la recuperación de costos, de maximización de los beneficios y de los derechos de los más pobres a gozar de agua. Se propone la participación del sector privado, como un modo de potenciar la inversión en redes de suministro y alcantarillado, de hacerlos accesibles y de reducir la dependencia de las fanfarronerías centralistas.

En el sector hídrico, una de las formas habituales de alentar la participación del sector privado son los acuerdos de concesión, por los que el Estado al tiempo que mantiene la propiedad y el control final, transfiere el derecho de explotación del suministro de agua al sector privado. Pero, la demagogia y los detentadores del poder político han inducido a las

ciudadanías a la oposición popular y a atacar de plano cualquier modelo basado en la privatización; sin ofrecer más alternativas que eternizar la dependencia de los políticos de turno ¡generalmente ignorantes y ciegos ante los problemas del servicio!

Aunque el servicio es mirado como botín político, se tiene que esclarecer la relación entre eficiencia y equidad; e identificar las limitaciones institucionales para lograr el acceso universal al agua y al desagüe. Este servicio básico ya no puede seguir siendo dominado por la improvisación y el egoísmo electorero. Antes que pensar en el dividendo electoral, se requiere el análisis desde la perspectiva de las economías institucionales, la economía y la ecología políticas, las relaciones estructurales y de poder dentro de las cuales surgen y evolucionan las instituciones que influyen en el acceso al agua. No hay carnaval ni pretexto que justifique el desperdicio del recurso indispensable para la vida.

© 2006.

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