Gavin. Daniel del Castillo de la Rosa

Gavin Daniel del Castillo de la Rosa Año 2100, mes de agosto, día 13. Estaba asustado, era el científico más afamado del mundo en ese momento, en su

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Gavin Daniel del Castillo de la Rosa

Año 2100, mes de agosto, día 13. Estaba asustado, era el científico más afamado del mundo en ese momento, en su laboratorio las gruesas paredes de acero y el cristal antibalas de 10 centímetros de grosor le protegía, de lo que fuera que pasara ahí dentro, y sin embargo... estaba asustado. El mundo le reconocería como el mejor científico, sin lugar a dudas, si llevaba a cabo aquel estremecedor proyecto, pero no quería ni pensar lo que pasaría si salía mal. Apretó el botón, todo empezó. Su fin era crear antimateria que no se deshiciera al momento. Tuvo que reconocer que todo iba muy bien, hasta vio la antimateria, pero de repente salió una rata de un agujero en la pared, era un rata sucia y negra, llevaba un trozo minúsculo de queso en la boca, llegó a la antimateria y la tocó, más tarde eso no se supo y el científico, que fue el único que lo vio, se preguntó si de verdad lo había visto, puesto que en paredes de acero no puede haber agujeros y si hubiera habido alguno se le hubiera notificado. Se produjo una onda expansiva de color azulado, que recorrió el mundo entero.

Al momento surgieron montañas y otras se

hundieron, hubo terremotos y la deriva de los continentes se adelantó. Los cinco continentes se fusionaron y al resultado de esa unión, la raza humana la llamó Numoria. Las especies mutaron, se volvieron más agresivas y hasta el caniche más pequeño se convirtió en una poderosa bestia y atacó a su amo, aunque, todo sea dicho, los rinocerontes y otros animales iguales o más grandes se volvieron pequeños, muy agresivos pero pequeños al fin y al cabo.

Lo que nadie sabe es que en el año 2091, 9 años antes, un científico y su aprendiz crearon la máquina del tiempo, pero cuando ya estaba lista, reventó, no se sabe la causa. El cuerpo del científico se encontró varias manzanas más abajo, pero del aprendiz, llamado Gavin, no se encontró nada.

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Año 3546, mes de febrero, día 5. Estaba en una cama, era una cama dura, no tenía almohada. Intentó levantarse, pero un par de manos lo empujaron bruscamente, obligándole a tumbarse. -No te levantes, estás muy magullado. En aquel momento se dió cuenta de que la espalda le dolía horrores. Miró a la figura que estaba de pie al lado de la cama. Iba vestida totalmente de negro. Le miró a los ojos, pero apartó la mirada enseguida, aquellos ojos, azules como el hielo, intimidarían hasta a un rey. -Deberías darme las gracias, te salvé de aquel gato-dijo el poseedor de aquellos ojos. -¿Quién eres? Y espera... ¿me has salvado... de un gato? -Sí, ya sabes: 3 metros de alto, 2 de ancho y unas garras afiladas. En cuanto a tu primera pregunta, no tengo nombre, pero me suelen llamar El Asesino-hubo una pausa-. ¿Y tú?¿Cómo te llamas? -Me llamo Gavin- y añadió rápidamente-. ¿Dónde estoy? -En Balsuria, ya sabes la capital de Balsur, uno de los dieciocho reinos de Numoria y tal, aunque para ser concretos, en mi casa, en la calle Abedul. -¿Y eso donde está? ¿En Asia? -¿Cómo?¡Asia ya no existe! Ya sabes lo que ocurrió en el año 2100- dijo atragantándose a cada palabra-¿No te acuerdas? -Esto es raro-dijo Gavin-. Espera... ¿en qué año estamos? -En el año 3546 ¡Lo sabe todo el mundo! -Vale. Oye, puede que resulte inverosímil, pero vengo del año 2091, ¿podrías explicarme lo ocurrido desde entonces? ¿Por favor? El Asesino le contó lo del experimento con antimateria, las mutaciones de las especies, también le explicó que aunque hubieran mutado las seguían llamando igual, lo cual explicó el malentendido del gato, le dijo que ya habían recuperado 2

una parte de la tecnología perdida, y que más o menos iban por la Edad Media y por ultimo le narró como lo había encontrado tirado en el suelo, mientras un gato le rompía la espalda. -Te lo he contado todo, pero si vienes del pasado, sal de mi casa. No quiero meterme en líos con el espacio-tiempo ese. -Bueno, gracias por creerme y ayudarme, pero... ¿me podrías prestar algo de dinero? Yo no tengo. ¿Y por cierto, qué moneda se utiliza aquí? -Los chelines, solo te doy uno, porque estoy escaso de fondos. La vocación de asesino ahora se cotiza muy mal, y encima tengo mucha competencia. ¡Adiós! -¡Adiós! Fue a la primera frutería que encontró y con el chelín, compró tres plátanos, que sabía que daban mucha energía, si iba vivir en la pobreza quería, al menos, estar sano. Observó que nada más se marchó el dueño cerró el puesto y se fue a su casa y también se dio cuenta de que no había a nadie en las calles. «Qué raro» pensó «si solo son las ocho». Más tarde se encontró a una persona, iba vestida con un uniforme y una cota de malla, era flaco y tenía unos ojos verdes, como el agua de un estanque tiempo atrás olvidado. Le enseñó una placa y anunció: -Sargento Rines, de la guardia de la ciudad. Me temo que voy a tener que detenerle por estar en la calle después del toque de queda. Eso lo explica todo, un toque de queda, por eso la gente se iba a su casa con tantas prisas. -Oiga, tiene que escucharme, yo no sabía lo del toque de queda– dijo Gavin esperanzado. -¡Que no lo sabías! Jajaja. No me hagas reír, El Tirano Oscuro lo anunció bien claro hace dos meses, todo el mundo se enteró, y si piensas que te voy a dejar escapar la llevas clara.

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El guardia registró a Gavin y, para malestar de Gavin, le quitó los tres plátanos. Gavin, resignado, siguió al guardia hasta una comisaría, allí el guardia lo encerró en una celda sucia y polvorienta y le dijo: -No eres como los demás criminales, eres más... no sé, más... honrado. -Será porque no soy un criminal- dijo Gavin y como el guardia no dijo nada más empezó a contarle sus aventuras hasta aquel momento. Durante la narración el guardia se dio cuenta, comparándola con otros datos que él ya sabía, de que la ciudad se hallaba en un estado de hambruna permanente y que las desgracias acechaban a la vuelta de la esquina a los pobres, pero que a los ricos y a la mayoría de las personas de la clase media, como él, solo acechaban una vez, que era cuando morías, normalmente de una forma horrible. Cuando Gavin terminó su relato, le dijo: -Ahora me toca a mí contarte que El Tirano Oscuro es una persona que, desde las sombras, controla la ciudad, él es el que ha ordenado el toque de queda, él es el que tiene todo el dinero en su cámara del tesoro, él es el que se come los platos más suculentos, hechos con la fruta más exótica y preparados por los mejores chefs, que él tiene esclavizados, en resumen él es la personificación de todos nuestros males.-contó atropelladamente Rines. -Tenemos que derrocarle- aseguró decidido Gavin. -No podemos, tiene muchos soldados a su disposición. Lo que tendríamos que hacer es organizar una revuelta, por muchos soldados que tenga, no podrán contener a todas las personas de la ciudad. -Sí, pero ¿cómo hacemos para levantar a la muchedumbre contra él?- dijo un, ahora desanimado, Gavin. -Yo he oído historias acerca de una espada legendaria que ya derrocó una vez a un tirano hace algo así como 500 años, me parece que estaba en lo más profundo de las catacumbas de esta ciudad- dijo Rines con ganas de ayudar. -Pues vamos a buscarla, pero casi seguro que en esas catacumbas habrá algún bicho pequeño pero agresivo, como por ejemplo un rinoceronte o unos hipopótamos, 4

o algo más grande como una rata- después de decir esto miró a Rines, pero al parecer sus palabras le parecieron totalmente coherentes. -Sí, bien pensado, podemos coger unas espadas y unos escudos del almacénY así lo hicieron, entraron a las catacumbas por medio del sótano de la comisaría. Caminaron por entre las sombras durante una hora o dos. El tiempo allí no pasaba, las sombras eran igual de oscuras a todas horas. El camino estaba iluminado solamente por unas antorchas desperdigadas. A las tres o cuatro horas de estar caminando, algo se movió entre las sombras, la pequeña comitiva se acercó corriendo y vieron a una persona vestida totalmente de negro luchando contra unos rinocerontes, bueno eran como rinocerontes en miniatura, pero su cuerpo estaba lleno de cuernos por todas partes. El pobre hombre se defendía como podía de aquellas diminutas bestias, armado con un hacha, que aunque era efectiva, no bastaba para despachar a todos los bichos. Gracias a la ayuda de Rines y la de Gavin, acabaron en unos minutos con aquellas diminutas bestias infernales. Gavin se dio cuenta entonces de que el hombre al que habían estado ayudando era El Asesino. Él, que se dio cuenta de que él se había dado cuenta, se encogió de hombros. -Quería ver si aquí había algo que valiese la pena robar-se defendió El Asesino. Después de hacer las presentaciones necesarias continuaron el camino. Al cabo de dos horas, encontraron una puerta de madera firmemente cerrada. Y oyeron: -Para la puerta abrir este enigma deberéis resol... !aaaaah¡ !PUM¡ -¿Qué has hecho?- preguntó Gavin. -Es que odio los enigmas.- se defendió El Asesino. -Bueno, la puerta está abierta... a hachazos, pero está abierta- razonó Rines Cuando entraron, se encontraron en una sala circular, las paredes estaban llenas de vitrinas, que a su vez estaban llenas de joyas y alhajas y en el centro hallaron un cofre, que, al abrirlo, descubrieron que contenía la espada legendaria. 5

La espada tenía una inscripción "Un mágico poder esta espada imbuye, cuando su portador un acto heroico realice con tan extraordinaria espada, nadie hambre tendrá". De repente aparecieron dulces y fruta y Gavin preguntó: -¿Quién era el que tenía hambre, y le gustan las frutas y los dulces?- pero su pregunta pronto se vio respondida al ver a Rines comiendo y atragantándose a la vez. Estuvieron descansando y comiendo una hora entera y después, ya listos para partir se dirigieron a la puerta que no habían abierto, que estaba enfrente de la puerta por la que habían entrado. Al abrirla lo que vieron fue un destello de luz que los cegó y para cuando pudieron dejar de pestañear se dieron cuenta de que estaban en la calle América, qué vergüenza, primero eras un continente grande e importante y luego por culpa de un científico que se puso a toquetear lo que no debía te conviertes en el mero e inútil nombre de una calle. Era la calle más frecuentado por los ciudadanos, por su mercado, y, curiosamente y pese a estar cerca del castillo, era una de las pocas calles que no estaban vigiladas por guardias. Gracias a lo cual Gavin pudo subirse a una caja, alzar la espada y gritar: - !TENGO LA ESPADA LEGENDARIA Y YA ES HORA DE QUE NOS ENFRENTEMOS AL TIRANO OSCURO¡ !PORQUE NOS ROBA LA COMIDA Y NOS EXPRIME EL DINERO MEDIANTE IMPUESTOS MUY ELEVADOS¡ Tras esto y para asombro de Gavin la gente sacó horcas y antorchas de la ropa, las antorchas estaban apagadas y las encendieron después, llevaban esperando ese momento desde mucho tiempo atrás. En unos minutos muy confusos los ciudadanos lo levantaron y entraron al castillo, por la fuerza. Llegaron a la sala del trono e hicieron un corro alrededor de él y de su enemigo El Tirano Oscuro. Era un hombre de facciones angulosas, flaco y con aspecto de ser muy viejo, pero empuñaba una espada de acero con adornos de jade y rubí. Empezó la lucha, a pesar de ser tan viejo, dominaba la espada como si fuera parte de su mano, pero la vejez desgasta a cualquiera, por muy fuerte que sea, lo que le dio a Gavin una oportunidad de vencerle, él nuca había manejado una espada, pero aquella era 6

especial, le decía a Gavin lo que tenía que hacer, pero no hablando, sino, simplemente, movía su cuerpo a su antojo. Con lo cual Gavin ganó la pelea. En el momento en que le clavaba la espada en el corazón a su contrincante, empezó a aparecer comida, de todos los gustos y sabores y los ciudadanos quisieron hacerlo rey, pero el rehusó y les recomendó a Rines, al que nombraron rey inmediatamente. Él y Gavin vivieron felices el resto de sus vidas, en palacio. En cuanto a El Asesino, no se sabe exactamente adonde se fue, pero dicen que fletó un barco y se hizo a la mar, con el dinero que le reportó vender todas las joyas que había puesto en su faltriquera y que había cogido de la sala de la espada legendaria.

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