Historia del arte universal del siglo II al siglo XIV

Arquitectura, pintura y escultura paleocristiana, bizantina, románica y gótica

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INDICE TEMÁTICO • ARTE PALEOCRISTIANO • ARQUITECTURA • ESCULTURA Y PINTURA • ARTE BIZANTINO • ARQUITECTURA • ESCULTURA • PINTURA • ARTE ROMANICO • ARQUITECTURA • ESCULTURA • PINTURA • ARTE GÓTICO • ESCULTURA • PINTURA 1− ARTE PALEOCRISTIANO • ARQUITECTURA Hasta el año 313, el arte arquitectónico de los cristianos se centró en la excavación de las catacumbas y el reforzamiento de sus estructuras. Éstas eran cementerios cristianos, excavados, en un principio, en los jardines de algunas casas de patricios cristianos, como las de Domitila y Priscila, en Roma. Más tarde en el siglo III, y ante el aumento de creyentes, estos cementerios se hicieron insuficientes adquiriendo terrenos en las afueras de las urbes donde surgen los cementerios públicos, en los que se excavan sucesivos pisos formando las características catacumbas que ahora conocemos. La primera vez que se aplica el término catacumba es a la de San Sebastián en Roma. El cementerio o catacumba se organiza en varias partes: estrechas galerías (ambulacrum) con nichos longitudinales (loculi) en las paredes para el enterramiento de los cadáveres. En algunos enterramientos se destacaba la notabilidad de la persona enterrada, cobijando su tumba bajo una arco semicircular (arcosolium). En el siglo IV en el cruce de las galerías o en los finales de las mismas se abrieron unos ensanchamientos (cubiculum) para la realización de algunas ceremonias litúrgicas. Las catacumbas se completaban al exterior con una edificación al aire libre, a modo de templete (cella memoriae) indicativa de un resto de reliquias que gozaban de especial veneración. Entre las catacumbas más importantes, además de las ya citadas, destacan las de San Calixto, Santa Constanza y Santa Inés, todas ellas en Roma, aunque también las hubo en Nápoles, Alejandría y Asia Menor. Después de la Paz de la Iglesia, a partir del año 313, la basílica es la construcción eclesiástica más característica del mundo cristiano. Su origen es dudoso, pues se la considera una derivación de la basílica romana, o se la relaciona con algunos modelos de casas patricias, o, incluso, con algunas salas termales. La basílica organiza su espacio, generalmente, en tres naves longitudinales, que pueden ser cinco, separadas por columnas; la nave central es algo más alta que las laterales, sobre cuyos muros se levantan ventanas para la iluminación interior. La cubierta es plana y de madera y la cabecera tiene un ábside con bóveda de cuarto de esfera bajo la que se alberga el altar.

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En las grandes basílicas, como la de San Pedro y San Juan de Letrán, en Roma, la estructura de su cabecera se completaba con una nave transversal llamada transepto. Al edificio basilical se accede a través del atrio o patio rectangular (antecedente de los claustros), con una fuente en el centro, que conducía hasta el nártex o sala transversal, situada a los pies de las naves, desde donde seguían la liturgia los catecúmenos. Las basílicas más notables, además de las citadas, son la de Santa María la Mayor, San Pablo de Extramuros y la de Santa Inés. Otros edificios de carácter religioso fueron los baptisterios, edificaciones de planta poligonal, frecuentemente octogonal, que tenían en su interior una gran pila para realizar los bautismos por inmersión. El más conocido es el Baptisterio de San Juan de Letrán, en Roma, construido en tiempos de Constantino. También son de planta central algunos enterramientos que siguen la tradición romana; de planta circular con bóvedas es el Mausoleo de Santa Constanza y de planta de cruz griega es el Mausoleo de Gala Placidia en Rávena. En el arte paleocristiano oriental se acusa la marcada tendencia a utilizar construcciones de planta de cruz griega, con los cuatro brazos iguales, como la Iglesia de San Simeón el Estilita. • ESCULTURA Y PINTURA Tanto en la pintura como en la escultura, la valoración de los primitivos cristianos se dirige al significado de las representaciones más que a la estética de las mismas. El carácter simbólico se impone a la belleza formal. El repertorio de las representaciones pictóricas se encuentra básicamente en las catacumbas, decorando sus muros. Los temas son muy variados. Muchos representan a animales cargados de simbología cristiana, paloma, ciervo, pavo real, o signos acrósticos con un gran significado teológico. Destacan entre ellos el Crismón, monograma formado por las dos primeras letras griegas del nombre de Cristo, XR, junto a la alfa a y la omega o, primera y última letra del alfabeto griego, significando el principio y el fin. A estas letras se solía añadir la cruz y todo ello era encerrado en un círculo. En este signo existe un simbolismo cosmológico, la rueda solar, con la idea de Cristo. La combinación del círculo, con el monograma y la cruz representa a un Cristo como síntesis espiritual del universo, como la luz que alumbra las tinieblas del paganismo grecorromano sobre las que triunfa. Ya Constantino los utilizó en sus estandartes, en el Lábaro constantineano como señal de victoria. En la iconografía paleocristiana aparecen otros temas paganos como el de Orfeo, ahora transformado en Cristo, o el tema del Buen Pastor, variante del Moscoforo griego. En la escultura, su mejor muestra se encuentra en los relieves de los sarcófagos. Los temas representados en la etapa de persecución eran los geométricos, astrales y zoomorfos, con molduras sinuosas y cóncavas (estrigilos). Después del año 313 los temas figurativos son las más frecuentes, inspirados en los modelos romanos, en los frentes de los sarcófagos aparecen relieves, que si en un principio siguen la estética clásica, como en el Sarcófago de Probo, luego se estereotipan las formas en esquemas planos y figuras de igual tamaño, encajadas en los espacios que determina un estructura de arcos que unifican la escena. Los temas de los sarcófagos se refieren a la vida de Cristo y a escenas del Antiguo Testamento (Daniel entre los leones, sacrificio de Abraham, Adán y Eva, etc.). Entre los sarcófagos más importantes se encuentra el de Junio Basso, en el Vaticano o el Dogmático o de la Trinidad en el museo Laterano. 2

2− ARTE BIZANTINO 2.1− ARQUITECTURA En la Primera Edad de Oro, época de Justiniano, siglo IV, se realizan las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período. Del mundo romano y paleocristiano oriental mantuvo varios elementos tales como materiales arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc. Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmos divino. Otra aportación de gran trascendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; el de tipo teodosiano es una herencia romana empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza tronco piramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos. La primera obra bizantina, del primer tercio del siglo VI, es la iglesia de los Santos Sergio y Baco, en Constantinopla (527−536), edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro cubierto mediante cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave en su entorno. A este mismo momento de la primera mitad del siglo V, corresponde la iglesia rectangular con dos cúpulas de la Santa Paz o de Santa Irene, también en Constantinopla. Pero la obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía, iglesia de la divina sabiduría, dedicada a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, construida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, entre los años 532 y 537, siguiendo las órdenes directas del emperador Justiniano. También fue importante la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla, proyectada como mausoleo imperial e inspirada en la iglesia de San Juan de Éfeso, ofrecía un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas ampliamente imitada en todo el mundo bizantino, por ejemplo en la famosa iglesia bizantina de San Marcos de Venecia, obra del siglo XI. En la Segunda Edad de Oro predominan las iglesias de planta de cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una prominente cornisa ondulada en la base exterior. Este tipo nuevo de iglesia se plasma en la desaparecida iglesia de Nea de Constantinopla (881), construida por Basilio I. A este mismo esquema compositivo corresponde la catedral de Atenas, la iglesia del monasterio de Daphni, que usa trompas en lugar de pechinas, y los conjuntos monásticos del Monte Athos en Grecia. En Italia destaca la anteriormente citada basílica de San Marcos de Venecia, del año 1063, planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas sobre tambor, una sobre el crucero y cuatro en los brazos de la cruz, asemejándose en su estructura a la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla. En esta Segunda Edad de Oro el arte bizantino se extendió a la zona rusa de Armenia, en Kiew se construye la iglesia de Santa Sofía en el año 1017, siguiendo fielmente los influjos de la arquitectura de Constantinopla se estructuró en forma basilical de cinco naves terminadas en ábsides, en Novgorod se levantan las iglesias de San Jorge y de Santa Sofía, ambas de planta central.

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2.2− ESCULTURA La plástica escultórica bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su estética de progresivo alejamiento de las cualidades clásicas: la mayor rigidez, la repetición de modelos estereotipados, la preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto redondo y el uso de materiales ricos (marfil) que proporcionan pequeñas piezas, son los caracteres más destacados de la estatuaria bizantina de la primera etapa. Tras la sistemática destrucción del período iconoclasta hay una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en la idolatría y por influjo de las nuevas corrientes islámicas desaparece la figura humana en la estatuaria exenta. Las obras más destacadas son las labores ornamentales de los capiteles con motivos vegetales y animales afrontados como son los de San Vital de Rávena o los sarcófagos de la misma ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor. Pero las obras capitales de la escultura bizantina son las pequeñas obras, dípticos y cajas, talladas en marfil, destacando el díptico Barberini, Museo del Louvre, del siglo V, o la célebre Cátedra del obispo Maximiano, en Rávena, tallada hacia el año 533 sobre placas de marfil con minuciosa trabajo. 2.3− PINTURA El gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte bizantino, eminentemente áulico, exigía el revestimiento de los muros de sus templos con mosaicos, no sólo para ocultar la pobreza de los materiales usados, sino también como un medio para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial (cesaropapismo). De la Primera Edad de Oro destacan el conjunto más importante es el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos del siglo V: en las iglesias de San Apolinar Nuevo y San Apolinar in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos que representan, en la primera un cortejo procesional, encabezado por los Reyes Magos, hacia la Theotokos o Madre de Dios, en la segunda, en el ábside, se muestra una visión celeste en la que San Apolinar conduce un rebaño. La obra maestra de del arte musivario, es sin duda alguna, el conjunto de mosaicos de San Vital de Rávena, compuestos hacia el año 547, y en los que se representan varios temas bíblicos y en los laterales del ábside los grupos de Justiniano y de su esposa Teodora con sus respectivo séquito. Terminada la lucha iconoclasta, a mediados del siglo IX es cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su iconografía. Surgirá una nueva Edad de Oro, la segunda, que supondrá el apogeo de las artes figurativas, irradiando sus influjos al arte islámico, por entonces en formación, y al naciente arte románico europeo. Las figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero muy expresivas en su simbolismo, con evidente desprecio del natural y las leyes espaciales; son alargadas y con un aspecto de cierta deshumanización. Los nuevos tipos iconográficos se adaptan simbólicamente, según un programa prefijado (Hermeneia), a las diferentes partes del templo: el Pantocrator (Cristo en Majestad bendiciendo) en la cúpula, el Tetramorfos (cuatro evangelistas) en las pechinas, la Virgen en el ábside, los santos y temas evangélicos en los muros de las naves. Los modelos más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y edad madura (modelo siríaco) y de la 4

Virgen que se presenta bajo diversas advocaciones (Kyriotissa o trono del Señor en la que sostiene sobre sus piernas la Niño, como si fuera un trono; Hodighitria, de pie con el Niño sobre el brazo izquierdo mientras que con el derecho señala a Jesús como el camino de salvación − es el modelo desarrollado en el gótico −; la Theotokos, o Madre de Dios, ofrece al Niño una fruta o una flor; la Blachernitissa o Platytera con una aureola en el vientre en el que parece el Niño indicando la maternidad de la Virgen). Otros temas muy repetidos son la Déesis o grupo formado por Cristo con la Virgen y San Juan Bautista, como intercesores, y los dedicados a los doce fiestas litúrgicas del año entre las que destaca la Anastasis o Bajada de Cristo al Limbo, el Tránsito de la Virgen, la Visón de Manré, es decir, la aparición de los tres ángeles a Abrahám, simbolizando la Trinidad. 3− ARTE ROMÁNICO 3.1− ARQUITECTURA Los progresos del arte románico se van a desarrollar fundamentalmente en el terreno de la arquitectura religiosa. Las iglesias y los monasterios eran los lugares de experimentación donde se irán aportando las soluciones más significativas. La arquitectura románica se caracteriza por ser el resultado de un proceso de creación continuada donde no se van a poder establecer unos principios estrictos generales, sino que irá salvando progresivamente todas las dificultades que se van planteando, habiendo esbozado o resuelto prácticamente la totalidad de las soluciones arquitectónicas, funcionales y constructivas que se planteaban en la erección de una iglesia. Su amplio desarrollo traerá como consecuencia la repetición, casi estereotipada, de modelos tanto constructivos como decorativos, fundamentalmente en las zonas rurales. La iglesia románica, como edificio, no presenta unas tipologías uniformes, sino una continua adaptación a las necesidades sociales y religiosas, introduciendo peculiaridades en cada una de las regiones donde se desarrolla. La planta basilical, la iglesia de salón con naves a igual altura, las naves únicas o las plantas radiales, son igualmente utilizadas. En este sentido, es la concepción del espacio recogido, aislado del exterior mediante gruesos muros de gran plasticidad, e iluminado por luz natural mediante focos muy concretos, lo que puede caracterizar estos edificios. El cubrimiento con bóvedas será uno de los grandes problemas que la arquitectura románica tiene que resolver. La solución más extendida será la bóveda de arista, marcando el paso al románico maduro la consecución de una iglesia totalmente abovedada. Los paramentos, al tener que soportar los empujes de las bóvedas, son de gran grosor, por lo que se tienen que construir muros de sostén en las naves laterales, aprovechándose este espacio para la colocación de tribunas. Pero las paredes entendidas como masa plástica resaltarán su volumen con la inclusión de galerías o mediante los numerosos escalonamientos de puertas y ventanas. Los cruceros se realizarán en forma de capillas laterales o entendidos como una nave que atraviesa el cuerpo de la iglesia. Las fachadas y las torres tendrán asimismo un rico desarrollo. Pero la iglesia románica no será solo un edificio, sino que para el hombre románico representa todo un símbolo. La fusión entre lo religioso, lo social y lo simbólico hará difícil distinguir en un edificio románico cuáles son las exigencias técnicas y funcionales de las propiamente simbólicas. 3.2− ESCULTURA 5

El arte románico hace posible el renacimiento de la escultura en piedra formando parte de los edificios y quedando supeditada a ellos. La escultura romana había quedado empobrecida en los últimos tiempos del Imperio y termina por desaparecer con las invasiones bárbaras. La actividad escultórica a partir de este momento se va a ver limitada a la orfebrería y pequeños trabajos en marfil. La importancia de la escultura románica en el edificio se hace posible gracias a la incorporación de escultores en las cuadrillas ambulantes de canteros que irán incorporando la decoración esculpida a la propia arquitectura en capiteles, frisos, cimacios, molduras, arcos, tímpanos, etc. Esta estrecha colaboración entre escultores y arquitectos hace posible que en el siglo XII se desarrolle la escultura monumental, que no puede concebirse fuera de su soporte vital,la arquitectura y más específicamente en las iglesias, donde se desarrollan la mayor parte de los programas decorativos. La particularidad de estar supeditada al soporte arquitectónico hace que esta escultura adquiera dentro de él sus formas precisas, ajustándose las figuras a la estructura del capitel, alargándose en las jambas o empequeñeciéndose en las dovelas de un arco. Esta supeditación y el carácter instructivo de la decoración hace que exista una despreocupación por la belleza formal, la simetría y la proporción, primando el principio de claridad expositiva frente a la ilusión espacial o la acción dramática. Era necesario entender con un golpe de vista que era lo representado que a su vez tenía que adaptarse perfectamente al marco arquitectónico elegido. La simplificación en los métodos de representación, apartándose del mundo de las cosas visibles, permitió expresar el mundo sobrenatural mediante un simbolismo muy sutil. En la iconografía la escultura al igual que la pintura se inspira en fuentes muy diversas, tanto religiosas como profanas, recogiendo motivos tanto de la antigüedad clásica como de los modelos prerrománicos. Los temas y motivos más representados fueron los que narraban historias del Antiguo Testamento, los Evangelios, el Apocalipsis, o las luchas simbólicas entre hombres y animales, asimismo representaciones del bestiario heredado de la antigüedad clásica y el mundo oriental y simplemente motivos vegetales y geométricos. Esta iconografía tenía como una de sus más importantes finalidades la de instruir a los fieles, uniendo las funciones narrativas con las pedagógicas y de transmisión de la cultura. 3.3− PINTURA Las formas de pintura románica serán la mural, sobre tabla y las miniaturas, siendo la primera la de más amplio desarrollo. Esta técnica contaba con importantes precedentes en el mundo prerrománico e incluso en el paleocristiano, a lo que se suma la fuerte influencia bizantina que se plasmará tanto en las técnicas como en los temas. En este sentido, es fundamental el ejemplo del Monasterio de Montecasinos que difunde su influencia por toda Europa. Los templos románicos se van a decorar, prácticamente en su totalidad con pinturas murales, adoptando los principios de disposición que ya se habían definido en el arte bizantino. Los temas tratados así como los motivos utilizados serán los mismos que en la escultura, puesto que esta decoración seregirá igualmente por la intencionalidad de instruir y por tanto por los principios de claridad y adaptación al soporte arquitectónico. En la organización de los temas iconográficos, el ábside es el punto culminante de la representación, lugar donde se sitúa la representación del Pantocrator, Dios entronizado, rodeado por una mandorla o almendra mística, sentado sobre el arco iris y rodeado por el Tetramorfos, símbolo de los cuatro evangelistas. En Francia, en relación directa con los talleres de Cluny y recibiendo la influencia bizantina de Montecasino, se encuentran los ejemplos de la Cripta de Auxerre y las pinturas de Berzé la Ville. Mientras que más populares y recogiendo influencias locales se encuentran las de Saint Savins sur Gartempe, Montmorillón y Vich.

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En Italia la pintura se ve dominada por la influencia que ejerce en ella las fórmulas bizantinas, siendo más pura la denominada maniera italo−bizantina, que la denominada maniera greca donde las formas se estilizan y dan lugar al naturalismo florentino propio del siglo XIII. Sus ejemplos más característicos son San Urbano alla Caffarella, San Vicente de Galliano o San Pedro de Civitate. 4− ARTE GÓTICO 4.1− ESCULTURA El estilo gótico supone la liberación de las artes figurativas respecto a la arquitectura. La escultura aunque sigue ligada a ella, muestra en el tratamiento del relieve una libertad, respecto al marco arquitectónico, que no hubiera sido posible en el románico. Tanto pintura como escultura rompen la llamada ley del marco, con lo que los relieves son trabajados más con un aspecto de esculturas de bulto redondo adosadas, que de estatuas columnas como habían sido las románicas. La evolución es producto de la nueva forma de entender la realidad del hombre gótico, su preocupación por el Dios Hombre y su naturaleza mortal, hacen que cobren gran importancia escenas de su vida como La Crucifixión o la Pasión, mientras que el ascetismo románico es sustituido por sentimientos de ternura, de felicidad o de compasión. La figura de la Virgen juega un papel fundamental, en ella se destaca el tratamiento de sentimientos humanos como dolor, ternura o protección. La Virgen se convierte en el eslabón que media entre los hombres y Dios. Los Santos adquieren también un gran protagonismo, representándose con frecuencia historias de sus vidas. La naturaleza sigue siendo ampliamente tratada, así como se mantiene el gusto por los monstruos y los animales fantásticos, aunque mucho menos frecuente que en la iconografía románica. El volumen, el movimiento y la expresividad constituyen las características de la escultura, que camina hacía un marcado naturalismo. Se centra esta escultura principalmente en las portadas que adquieren un gran desarrollo, reproduciendo temas como el Juicio Final, la Coronación de la Virgen o la Vida de los Santos. Los capiteles apenas se utilizan como soporte decorativo a no ser de motivos vegetales. Los retablos adquieren gran monumentalidad y desarrollo así como los coros y el nuevo sentido de la muerte hace que surja una importante escultura funeraria, gran parte de ella alojada en el interior de las catedrales. 4.2− PINTURA La invasión que hacen las ventanas en las paredes de los edificios góticos, hace que la pintura mural pierda importancia, tomándola cada vez mayor la pintura en las vidrieras, en tabla y las miniaturas. Al mismo tiempo que se desarrolla el arte del retablo, donde se mezclaran la pintura y la escultura y se desarrollaran programas iconográficos coherentes. La pintura gótica va a presentar una temática preferentemente religiosa, donde las figuras se representan como símbolos de la realidad natural, y donde el mundo sobrenatural se simboliza mediante fondos dorados que la luz hace brillar. Las figuras son planas e ingrávidas sin referencias a la realidad, tratando de crear un espacio simbólico desvinculado del entorno. La crisis del siglo XIV da lugar a la llamada pintura del "gótico internacional" que en muchos lugares llegará hasta mediados del siglo XV. En esta época las cortes y los nobles van a desarrollar un gusto por el lujo y por las obras de arte, propiciando un desarrollo de la orfebrería y las artes suntuarias. En unión con ello se 7

desarrollará en gran medida la miniatura, uno de los mejores ejemplos son las realizadas para Alfonso X el Sabio. El interés por la narración y por el naturalismo en la representación influirá en gran medida en esta miniatura, que irá caminando hacía un detallismo y minuciosidad en las representaciones. Uno de los ejemplos más destacados es Las ricas horas de Jean de Berry, Libro de las Horas realizado por los hermanos Limbourgpara para el duque de Berry.

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