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Conferencia General Octubre 1978
LA BENDICION DE LAS ENTREVISTAS Presidente N. Eldon Tanner de la Primera Presidencia
"Recordad, vosotros, los que lleváis a cabo las entrevistas para probar la dignidad de los miembros, que sois representantes del Señor y debéis efectuarlas en la misma forma en que el Señor lo haría." Hermanos, es maravilloso ver este gran número de poseedores del Sacerdocio aquí, y es alentador saber que hay miles que escuchan estas transmisiones por circuito cerrado, en casi mil quinientos edificios en todo el mundo. Nos hemos reunido todos para ser instruidos por el Presidente de la Iglesia, un Profeta de Dios, y por otros oradores a los cuales ya hemos escuchado. Todos sabemos que el Sacerdocio es el poder de Dios delegado al hombre, para obrar en Su nombre en el oficio que posea. No hay bendición más grande para el hombre que la de obtener un testimonio del evangelio y poseer el Sacerdocio de Dios. Pienso en este gran número de poseedores del Sacerdocio, todos embarcados en la obra del Señor, tratando de promover la causa de la verdad y la rectitud, y edificando el reino de Dios; y además, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad individual de ayudar a llevar a cabo esta obra. Sabemos que esta es la Iglesia de Jesucristo, y que El dirige la obra de su Iglesia por medio del Profeta de Dios, el presidente Spencer W. Kimball. Pensad en lo que significa saber que esta Iglesia es la única que posee el Sacerdocio de Dios: el Sacerdocio Aarónico, el cual es tan importante que el mismo Juan el Bautista vino para conferirlo a José Smith y Oliverio Cowdery; y el Sacerdocio de Melquisedec, que fue conferido a José y Oliverio por Pedro. Santiago, y Juan, por la imposición de manos. Es maravilloso poder pensar y meditar sobre el poder, la autoridad y las distintas funciones de los oficios de estos dos sacerdocios. El Sacerdocio Aarónico puede bendecir el sacramento y darlo a los miembros de la Iglesia, y ejercer otras responsabilidades que le sean asignadas por el obispo. Los presbíteros pueden bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y es sumamente importante que cada uno de los que participen en tales ordenanzas, sea puro y digno de la confianza que deposita el Señor en él. Hermanos, me pregunto si no damos al Sacerdocio su debida importancia, o si realmente lo apreciamos y agradecemos al Señor por la confianza que El deposita en nosotros y el privilegio que tenemos de oficiar en las ordenanzas del evangelio. Nunca sería demasiado recalcar la importancia de ser dignos de las responsabilidades que se nos dan. Cada noche y cada mañana oro porque nuestro líder, el presidente Kimball, sea bendecido con salud y fortaleza, con sabiduría y entendimiento, inspiración y revelación necesarias para guiar a la Iglesia como el Señor lo desea. conferenciageneralsud.wordpress.com
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Oro para que todos nosotros, las Autoridades Generales, seamos guiados y dirigidos por el Señor al magnificar nuestros llamamientos; que podamos todos hablar con una sola voz y vivir correctamente, a fin de ser dignos de los llamamientos que poseemos; y que todos los poseedores del Sacerdocio y todos los miembros de la Iglesia en todo el mundo, vivan de tal manera que sean un ejemplo e influencia para el bien sobre aquellos con quienes se relacionan; para que el mundo pueda ver nuestras obras buenas y se interese en el evangelio, el cual es el plan de vida y salvación para todos aquellos que crean y vivan sus enseñanzas. Todo el propósito de nuestra misión aquí sobre la tierra es probarnos a nosotros mismos, y ayudar a otros a ser dignos y a prepararse para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Para hacer esto debemos vivir de acuerdo con las enseñanzas del evangelio; el Señor ya nos ha proporcionado los medios por lo cuales podemos obrar para cumplir con este propósito. Tenemos la noche de hogar, las organizaciones auxiliares, la reunión sacramental y los quórumes del Sacerdocio; todos estos tienen el propósito de alentarnos y ayudarnos a prepararnos. Además, recalcan la importancia de guardar estrictamente la Palabra de Sabiduría, pagar nuestro diezmo, asistir a las reuniones, ser honestos, y rectos en todos nuestros hechos, y refrenarnos del uso de drogas, de la blasfemia, de hacer cuentos sucios, de la homosexualidad, y de otras prácticas perversas e inmorales que son desagradables a la vista del Señor, y nos privan de bendiciones tan importantes como las de avanzar en el Sacerdocio, cumplir una misión, e ir al templo. Estoy seguro de que ningún miembro del Sacerdocio querría hacer cosa alguna que menoscabara y atrasara la obra del Señor. Cuando nos encontramos con otros, ya sea que posean el Sacerdocio o que no sean aun miembros de la Iglesia, nuestras acciones, pensamientos e influencia, deben siempre ser los mejores para que puedan vernos como a alguien que esta ayudando a edificar el reino de Dios y salvar almas. La responsabilidad de un obispo o presidente de estaca es ayudar a enseñar, capacitar, alentar, y fortalecer a aquellos sobre los cuales preside, a que vivan y hagan estas cosas a las que me he referido. Un joven tiene la responsabilidad de vivir de tal manera que pueda estar preparado para todo esto. Al trabajar unidos, el obispo debe ser el mejor amigo que nosotros los hombres tengamos fuera de nuestro hogar, y ser naturalmente un ejemplo para nosotros en todos los aspectos; pero el obispo y el presidente de estaca tienen la responsabilidad de determinar por medio de una entrevista si un hombre es digno de ser avanzado en el Sacerdocio, digno de salir a cumplir una misión, o de ir al templo. Ellos determinaran esto observando la manera en que vivimos y guardamos los mandamientos, y por medio de entrevistas indagatorias, dándose cuenta de que es mejor o ir al templo o a una misión si no somos dignos.
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Hemos conocido jóvenes y señoritas que van al templo indignamente, quienes después de sufrir con un sentimiento de culpabilidad por algún tiempo, han llegado hasta el Presiente de la Iglesia para confesar sus faltas y averiguar cual es su situación como miembros de la misma. Hemos tenido también jóvenes que han ido al campo misional indignamente, que han mentido al obispo y al presidente de estaca para poder ir; ciertamente, esto no es correcto y es muy desagradable para el Señor. Es mejor esperar o no ir, que hacerlo indignamente. Sabemos que hay gran maldad y mucha tentación en el mundo, y que es importante que las resistamos en lugar de jugar con ellas, con el fin de ser aceptados por los demás. Con toda esta maldad existente en el mundo de hoy, es extremadamente importante que tengamos entrevistas apropiadas. Recordemos siempre que nuestro propósito, asignación, y responsabilidad principal es salvar almas. Es importante que todos aquellos a quienes entrevistemos comprendan que son hijos espirituales de Dios, que los amamos y que deseamos que lo sepan, que estamos interesados en su bienestar y en ayudarles a que tengan éxito en la vida. Es una gran responsabilidad para un obispo o presidente de estaca, llevar a cabo entrevistas para determinar la dignidad de las personas. Sobre el miembro que es entrevistado, también existe una responsabilidad similar. Las entrevistas siempre deben llevarse a cabo cuidadosa y minuciosamente, en forma individual y privada. Cuando entrevistéis a un joven para salir en una misión, determinad por medio de una discusión con el interesado, lo que el Señor desea de él como un embajador que va en Su nombre y representa su Iglesia. Por ejemplo, haced que el mismo joven os explique su idea de lo que el Señor desea de un misionero con respecto a la Palabra de Sabiduría, a la moralidad, la honradez, el sentido de responsabilidad, el diezmo, la obediencia, la devoción, etc. Hacedle saber que lo estáis entrevistando en nombre del Señor. Las declaraciones que el haga, serán sus compromisos con el Señor mismo. Haced que el mismo se entreviste conjuntamente con vosotros. ¿Desearía el Señor que el fuera su representante? ¿Es el digno en todos los aspectos? Recordadle que el Señor Todo lo sabe, y que jamás será burlado. Hacedle saber que si hay algo impropio en su vida, siempre hay maneras y tiempo de corregirlo. Existe un gran poder purificador que es el arrepentimiento. El joven debe saber que es mucho mejor posponer una misión por un periodo de tiempo, que salir indignamente. En casi todos los casos puede capacitarse y prepararse para ser digno de cumplir una misión.
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Cuando haya habido transgresión seria, se debe enviar al joven a una Autoridad General para que le dé el visto bueno; pero no hasta que tanto el obispo como el presidente de estaca, por medio de entrevistas indagatorias, se encuentren completamente seguros de que él se ha arrepentido verdaderamente y es completamente digno. Recordad también que no debéis pedir esa entrevista, hasta que el presidente de estaca haya discutido el caso con la Autoridad General correspondiente, para determinar si es o no el momento de llevarla a cabo. Si un joven ha cometido una falta, debe ir a ver a su amigo, el obispo, por iniciativa propia, sin esperar a ser entrevistado. Es un motivo de regocijo el que un joven que ha cometido algún error aclare su vida y pueda empezar de nuevo, en forma limpia y digna, para ser un embajador del Señor. Recordad que las entrevistas deben tener como base la consideración, la comprensión y el amor. Es sumamente importante hacer saber a las personas que las amamos y que sólo estamos tratando de ayudarlas. Los obispos y los presidentes de estaca pueden iniciar una entrevista para extender una recomendación para el templo, en la manera siguiente: "Usted ha venido a verme para obtener una recomendación para entrar al templo. Yo tengo la responsabilidad de representar al Señor al entrevistarlo. Al terminar la entrevista, debo poner mi firma en la recomendación; pero la mía no es la única firma importante en su recomendación, sino que para que la recomendación sea válida, usted también debe firmarla. Al firmar su recomendación, usted hace un compromiso con el Señor de que será digno de los privilegios que se otorgan a aquellos que la poseen. Hay varias preguntas que tengo la obligación de hacerle y debe contestar a cada una de ellas con honradez.'' Un compañero me contó hace algunos años, que cuando tenía un puesto en su barrio fue a ver al obispo para obtener una recomendación para el templo. Este se hallaba muy ocupado y le dijo: "Hermano, yo lo conozco a usted muy bien, y no tengo que hacerle las preguntas para poder firmar su recomendación''. Este miembro le contestó: "Obispo, ¿no tiene usted la responsabilidad de hacer esas preguntas? Para mi será un privilegio contestarlas. Necesito contestarle esas preguntas, tanto a usted como al Señor, y le agradecería mucho si me las hiciera". Así es. El Señor da a los miembros de la Iglesia el privilegio de responder esas preguntas en tales entrevistas. Entonces, si hay algo impropio en su vida, el miembro puede ponerla en orden a fin de demostrar que es digno de ser avanzado en el Sacerdocio, de salir a una misión, o de recibir la recomendación para el templo. Después de hacer a vuestro entrevistado las preguntas requeridas, podéis agregar unas palabras similares a estas: ''Una persona que entra en la Casa del Señor, debe encontrarse libre de todo acto sucio, impío, impuro o anormal".
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Hermanos, nosotros, los líderes de la Iglesia, somos responsables de que a vosotros se os enseñen los principios con claridad. Por consiguiente, debo hacer referencia a un asunto que de otra manera no podría presentar en una reunión como esta. Existen prácticas malignas y degradantes en el mundo, que no solamente son aceptadas, sino que se alienta a las personas a que las apliquen. Algunas veces los matrimonios, en sus íntimas expresiones de cariño se ven tentados a poner en práctica costumbres indignas, sucias y anormales. De vez en cuando recibimos cartas pidiéndonos una definición de lo que es "indigno" o "anormal". Hermanos, vosotros sabéis la respuesta. Si existe alguna duda, no lo hagáis. Posiblemente, un poseedor del Sacerdocio no se sentiría digno de aceptar su avance en el Sacerdocio, o de firmar su recomendación para el templo, si alguna de estas costumbres formara parte de su vida. Si alguno de vosotros hubiera caído en alguna conducta degradante, rechazadla y abandonadla, para que cuando se presente la oportunidad de tener una entrevista sobre vuestra dignidad, podáis contestar tanto a vosotros mismos, como al Señor y al miembro del Sacerdocio que os entreviste, que sois dignos. Recordad, vosotros, los que lleváis a cabo las entrevistas para probar la dignidad de los miembros, que sois representantes del Señor y debéis efectuarlas en la misma forma en que el Señor lo haría. No debe haber nada inmodesto ni degradante en vuestras entrevistas, estas no deben ser indecorosas, ofensivas ni pornográficas en ninguna forma. Ocasionalmente recibimos informes de que un obispo o un presidente de estaca ha sido muy indiscreto y hasta grosero en una entrevista, especialmente con miembros casados. No es correcto que un líder del Sacerdocio enumere detalladamente costumbres desagradables, descarriadas o bestiales, y luego examine al entrevistado tratando de averiguar si las practica o no. Una de las Autoridades Generales una vez entrevistó a un joven que estaba en la casa de la misión, quien había confesado una transgresión que lo descalificaba para el servicio misional. El hermano que efectuó la entrevista se encontraba sorprendido por la sórdida transgresión que el joven había cometido y le preguntó: "¿De dónde sacó la idea de hacer semejante cosa?". Se quedó boquiabierto cuando el joven le contestó: "De mi obispo". Durante una entrevista previa a su misión, el obispo le había preguntado: "¿Ha hecho usted alguna vez esto, o aquello?" pasando a describir detalladamente cada acto inmoral y depravado en el que había podido pensar. Tales cosas jamás habían cruzado por la mente de aquel joven, ¡pero después de la entrevista permanecieron en su mente! El adversario puso en su camino la oportunidad y el cayó. Hermanos, nuestras entrevistas deben llevarse a cabo con amor, con modestia. Algunas veces los errores pueden corregirse si preguntáis:
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''¿Hay alguna razón por la que usted se sentiría incómodo o quizás deshonesto con el Señor si tuviera que firmar su propia recomendación para el templo?" ''¿Le gustaría disponer de un tiempo para poner en orden algunos asuntos muy personales, antes de poder firmarla? Recuerde que el Señor lo sabe todo y no podrá ser burlado. Nunca mienta para tratar de obtener un llamamiento, una recomendación. o una bendición del Señor '' Si enfrentáis la situación en la forma antes mencionada, el miembro tendrá la responsabilidad de entrevistarse a si mismo. El obispo o el presidente de estaca tienen el derecho al poder de discernimiento, y se darán cuenta de si hay o no algo impropio que deba corregirse, antes de extender la recomendación. ¡Cuán bendecidos somos como oficiales en el Sacerdocio, al tener el don de discernimiento a nuestra disposición! En alguna ocasión un obispo o presidente de estaca, puede recibir una confesión de un miembro de la Iglesia con respecto a una transgresión que ocurrió muchos años antes. Esa persona debió haber confesado su falta tiempo atrás, pero no lo hizo; y por lo tanto, ha sufrido innecesariamente. No siempre es preciso llevar a la corte tales casos; vosotros tenéis el derecho a la inspiración y guía particularmente si la persona ha demostrado por su conducta a través de los años que ese error no es algo corriente en su vida. ¡Cuán maravillosas son esta inspiración y revelación, que pueden guiarnos en nuestros deberes! Hermanos, manteneos dignos de recibirlas. Frecuentemente escuchamos relatos sobre obispos y presidentes de estaca que, llevados por la consideración y el amor, han sido inspirados al efectuar las entrevistas, y al presentárseles los problemas, han podido ayudar a los miembros de la Iglesia a corregir su derrotero en la vida, a fin de que pudieran llegar a ser completamente dignos de cumplir misiones, ser avanzados en el Sacerdocio o entrar en la Casa del Señor. Repito que es una bendición tener el poder de discernimiento, de revelación e inspiración para guiamos en nuestro propósito principal, que es el de salvar almas, aun la nuestra, y ayudar a preparar a nuestros miembros para que comprendan el propósito de su misión aquí en la tierra, y preparamos nosotros mismos para volver a la presencia de nuestro Padre Celestial. Ahora, hermanos, estamos a punto de oír las palabras de nuestro amado Presidente, Spencer W. Kimball, un Profeta de Dios por medio del cual el Señor mismo dirige su Iglesia. Que podamos escuchar, creer, y seguirlo en todo, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amen.
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