LA GUARDA CUIDADOSA MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

LA GUARDA CUIDADOSA de MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA [email protected] Personaggi SOLDADO: Matías Endrek Enoch SACRISTÁN: Pablo Rizzo CR

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MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA ( ) VIDA
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (1547-1616) VIDA Nació Miguel de Cervantes en 1547 en Alcalá de Henares en el seno de una familia de vida azarosa y deam

LA NUMANCIA. Miguel de Cervantes Saavedra
LA NUMANCIA Miguel de Cervantes Saavedra Texto preparado en 1996 por Vern G. Williamsen con el apoyo de la edición de José Martel y Hymen Alpern en su

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LA GUARDA CUIDADOSA de MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

[email protected]

Personaggi SOLDADO:

Matías Endrek Enoch

SACRISTÁN:

Pablo Rizzo

CRISTINA:

Náyade Gutiérrez Mateos

JEFE:

Rafael Porras Montero

JEFA:

Laura Kraus

MOZO:

Silvia Benincasa Kraus

ZAPATERA:

Carolina Gamini

ACTO I En una calle en la que hay una casa con ventana y puerta de entrada. Escena 1 SOLDADO, SACRISTÁN SOLDADO ¿Qué haces aquí, fantasma? SACRISTÁN No soy un fantasma, sino una persona. SOLDADO Dime quién eres y qué es lo que buscas en esta calle. SACRISTÁN Soy Lorenzo Pasillas, sota-sacristán de esta parroquia. Busco y encuentro. Y tú buscas y no encuentras. SOLDADO ¿Buscas a Cristina, que trabaja en esta casa? SACRISTÁN Sí. SOLDADO Ven aquí, sota-sacristán de Satanás. SACRISTÁN Voy allá, sinvergüenza. SOLDADO ¡Te digo que vengas!. ¿Y tú no sabes, Sacristán, que Cristina es mía? SACRISTÁN ¿Y tú no sabes, que Cristina está enamorada de mí? SOLDADO ¡Pido a Dios, que te clave mil cuchillos, y que la cabeza te la parta en dos! SACRISTÁN ¿Pides ayuda a Dios contra uno de sus siervos? SOLDADO ¿Hablas con Cristina? SACRISTÁN Cuando quiero.

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SOLDADO ¿Qué le has regalado? SACRISTÁN Mucho. SOLDADO ¿Cuánto y qué? SACRISTÁN Le di una caja de membrillo, y cuatro velas de cera, blancas como la nieve. SOLDADO ¿Qué más le has dado? SACRISTÁN Una carta en la que le pido matrimonio. SOLDADO Y ella ¿cómo te ha respondido? SACRISTÁN Me da esperanzas de que será mi esposa. SOLDADO Veo que no eres de escribir cartas de amor. SACRISTÁN No, y puedo casarme cuando quiera. Pronto lo veréis. SOLDADO Ven aquí, sacristán sin moral; respóndeme a esto. Si esta chica ha respondido a los pequeños regalos que le has hecho ¿cómo corresponderá a la grandeza de los míos? Que el otro día le envié una carta de amor. Y sé que de mis manos pecadoras llegó a sus manos casi santas. SACRISTÁN ¿Le has enviado alguna otra cosa más? SOLDADO Suspiros, lágrimas y sollozos. Para que vea lo enamorado que estoy de ella. SACRISTÁN ¿Con alguna canción la has intentado enamorar? SOLDADO La de mis lamentos y la de mis ansias. SACRISTÁN Yo toco mis campanas. Tantas veces que todos los vecinos están enfadados. Quiero que sepa que estoy enamorado de ella.

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SOLDADO En eso me ganas, porque no tengo con qué tocar. SACRISTÁN ¿Cómo te da Cristina las gracias por todos tus regalos? SOLDADO Con no verme. Con no hablarme. Con insultarme cuando me encuentra por la calle. Ella tira sobre mí el agua de fregar cuando friega; y esto es cada día, porque todos los días estoy en esta calle y a su puerta; porque soy su guarda cuidadosa. SACRISTÁN Parece que ella no te quiere. SOLDADO Ella no me quiere. Mientras yo viva que no quiera a nadie. Por eso, márchese de aquí el señor sota-sacristán, o le romperé la cabeza. SACRISTÁN ¿Me romperás la cabeza como está roto tu vestido? SOLDADO El hábito no hace al monje. Si muy roto está mi vestido, es porque muchos años he pasado en la guerra. SACRISTÁN ¿Por qué no tengo armas encima? Pues espere, señor guarda cuidadosa, y verá quién es el fantasma. SOLDADO ¿Qué puedes hacerme tú? SACRISTÁN Ahora lo veréis. (se va el sacristán) Escena 2 SOLDADO, MOZO, CRISTINA SOLDADO ¡Oh, mujeres. Cristina, ¿te vas a ir con este sacristán cuando puedes estar con otro de más alto rango? Intentaré que ningún pretendiente parezca bueno y vigilaré esta calle y ganaré reputación de ser la guarda cuidadosa. (aparece un mozo con su caja y ropa verde, como estos que piden limosna para alguna imagen.)

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MOZO ¡Den por Dios, para la lámpara de aceite de señora Santa Lucía, que les protege la vista de los ojos. ¡Hay alguien en la casa! ¿Dan limosna? SOLDADO ¡Hola, amigo Santa Lucía! Venid aquí. ¿Qué es lo qué queréis en esa casa? MOZO ¿No lo ve usted? Limosna para la lámpara de aceite de señora Santa Lucía. SOLDADO ¿Pedís para la lámpara o para el aceite de la lámpara? MOZO Todos entienden que pido para el aceite y no para la lámpara. SOLDADO ¿Os dan limosna en esta casa? MOZO Cada día, un maravedí. SOLDADO ¿Y quién te los da? MOZO Quién está más cerca; pero casi siempre sale una chica que se llama Cristina, bonita como el oro. SOLDADO ¿Así que Cristina es bonita como el oro? MOZO ¡Y como unas perlas! SOLDADO ¿Así que os parece guapa la chica? MOZO Por supuesto. SOLDADO ¿Cómo os llamáis? Que no quiero llamaros Santa Lucía. MOZO Yo, señor, Andrés me llamo. SOLDADO Tome estos cuatro maravedís, que son cuatro días de limosna que le da Cristina. Vaya con Dios. Por cuatro días no vuelva a esta puerta o le romperé las costillas.

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MOZO No volveré en todo el mes. Y ya me voy. (se va) CRISTINA (Por dentro)¡Hola, Andrés! ¿No entras? SOLDADO Andrés ya se fue. CRISTINA (Asomandose a la ventana)¿Y tú, qué buscas en esta calle? (se mete dentro) SOLDADO Se cubrió y puso mi sol detrás de las nubes. Escena 3 SOLDADO, ZAPATERA (Aparece una zapatera con unas sandalias nuevas en la mano y, cuando va a entrar en casa de Cristina, le detiene el soldado) SOLDADO Señora, ¿busca usted algo en esta casa? ZAPATERA Sí, busco. SOLDADO ¿Y a quién, si se puede saber? ZAPATERA Busco a Cristina, para darle estas sandalias que mandó hacer a mi marido. SOLDADO ¿Su marido es el zapatero? ZAPATERA Sí, así es. SOLDADO ¿Y estas sandalias están pagadas? ZAPATERA No, no están pagadas. SOLDADO ¿Me hace usted un favor?, me da estas sandalias y yo le doy cosas que valen más. En dos días tendré dinero para pagar las sandalias.

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ZAPATERA ¿Qué objetos son? SOLDADO Yo le daré a usted un mondadientes.¿Dónde tiene usted la tienda, para que pueda ir a pagarle? ZAPATERA En la calle Mayor. SOLDADO El mondadientes es éste. ZAPATERA ¿Pero si esto no vale más que dos maravedís? SOLDADO ¿No está contenta con esto? Añadiré esta banda y esta lupa. ZAPATERA No soy tan mala como para llevarme sus joyas. Usted se queda con sus cosas y yo con las sandalias. SOLDADO ¿Cuánto valen? ZAPATERA Solo seis maravedís. SOLDADO ¿Solo? Que es mucho. Pues no tengo seis maravedís para pagaros, ¡sandalias que me dais vida! Escuche usted, señora zapatera, que quiero recitar este poema: sandalias de mi vida. ZAPATERA ¿Es poeta usted? SOLDADO Famoso, y ahora lo verá. Esté atenta. POEMA: Sandalias que dais vida. Es amor tan gran tirano, que, olvidado de la fe que le guardo siempre en vano, hoy con la funda de un pie da a mi esperanza de mano. Estas son vuestras hazañas, fundas pequeñas y hurañas; (CONTINUA)

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que ya mi alma imagina que sois, por ser de Cristina. ZAPATERA Poco entiedo de poemas. Pero este suena tan bien que parece hecho por Lope de Vega. SOLDADO Señora, ya que no me quiere dar estas sandalias, espere dos días que iré a buscarlas. ZAPATERA Haré lo que usted dice. Creo que sé porque me pide esto. Por necesidad y celos. SOLDADO Veo que lo ha entendido. ZAPATERA ¡Oh, celos, celos, que acaban en duelos! (se va la zapatera) Escena 4 SOLDADO, JEFE, SACRISTÁN, JEFA, CRISTINA SOLDADO Hay que ser guarda cuidadosa y proteger lo que uno quiere. Pero ¿qué voz es esta? Es la voz de mi Cristina, que se alegra cuando canta. CRISTINA (cantando) Sacristán de mi vida, hazme tuya, y, guía mi fe, canta aleluya. SOLDADO ¿Cómo? El sacristán debe de ser su candidato favorito. Como ahora limpias, limpia también tu pensamiento de malas ideas. (aparece en la calle el jefe de Cristina) JEFE Caballero, ¿busca algo en esta casa? SOLDADO ¿Que busco? Lo más importante de mi vida. Pero ¿quién es usted?

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8.

JEFE Soy el dueño de esta casa. SOLDADO ¿El jefe de Cristina? JEFE El mismo. SOLDADO Tenga todos estos papeles. Aquí está la información de mis servicios, con veinte y dos recomendaciones de veinte y dos generales bajo cuyas órdenes he luchado. JEFE ¡Pues no ha habido tantos generales! SOLDADO Usted es hombre pacífico, normal que no entienda la guerra. Mire los papeles y verá a todos los generales que he dicho. JEFE Sí, aquí están los generales, pero, ¿de qué me sirve esto? SOLDADO Mis recomendaciones. Me permitirán ir a uno de los tres castillos y plazas que están vacías en el reino de Nápoles. Que son: Gaeta, Barleta y Rijobes. JEFE Hasta ahora, no tengo interés por estas recomendaciones. SOLDADO Creo que sí, qie va a tener interés. JEFE ¿De qué forma? SOLDADO En que seguro que voy a uno de estos sitios. Y quiero casarme ahora con Cristina. JEFE Usted está loco. SOLDADO Después me tendrá que dar a Cristina o no entrará en casa. JEFE ¿Qué locura? ¿Y quién es usted para que no pueda entrar en mi casa?

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(Vuelve el sota-sacristán: en una mano tiene una espada muy vieja y en la otra mano tiene una tapa grande de una vasija para usarla como escudo.) SACRISTÁN ¡Eh, amigo, que éste es el que me quiere robar mi ángel! No he podido traer las mejores armas. Sino ya estaría el soldado en el otro mundo. JEFE ¡Caballeros! ¿Qué están haciendo? SOLDADO ¡Ladrón! ¡Sacristán falso como sus votos!¡Para! ¡No me enfades que si no te mataré! JEFE ¡Paren, digo! Por respeto a la vida. SOLDADO Por mí, paro; que tengo respeto, por la chica que está en tu casa. SACRISTÁN Pues, aunque esa chica te anime a luchar, no te ha de valer esta vez. SOLDADO ¿Tú crees que me vas a hacer daño con ese palo? Con eso no me asustas. (Se asoman a la ventana Cristina y la jefa) JEFA ¡Ay, marido mío! ¿Estáis herido? CRISTINA ¡Ay! ¡Que los de la pelea son mi sacristán y mi soldado! SOLDADO ¿Escuchaste? Que dijo:"mi soldado". JEFE No estoy herido, señora, pero todo esto es por Cristina. JEFA ¿Por Cristina? JEFE Por lo que veo, estos caballeros tienen celos por ella.

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JEFA ¿Esto es verdad? CRISTINA Sí, señora. JEFA ¡Qué poca vergüenza tienes! Y ¿te ha deshonrado alguno de ellos? CRISTINA Sí, señora. JEFA ¿Cuál? CRISTINA El sacristán me humilló el otro día, cuando fui al mercado. Aunque seas religioso te tengo que maldecir. ¡Cobarde!¿Qué va hacer ese otro con un pequeño palo? ¡Señora, señora, que matan a mi jefe! Está muy cerca de la pelea. JEFA Dices verdad, hija mía. Ven, Cristina, bajemos a ayudarle. JEFE ¡Por amor a la vida, terminen esta pelea! JEFA ¿Cuántas veces os he dicho que no saliera esta chica fuera de casa. Que ya es grande. ¿Qué dirá ahora su padre, que nos la dio pura? ¿Y dónde te humillió el sacristán? CRISTINA A ninguna parte. Fue en mitad de la calle. JEFA ¿Cómo que en mitad de la calle? CRISTINA En mitad de la calle Toledo, a vista de Dios y de todo el mundo, me llamó sucia y deshonesta, y todo por estar celoso de ese soldado. JEFE ¿Pero no ha habido nada más? CRISTINA No, después se le pasó el enfado. JEFA ¡Menos mal!Pensaba que ya no era pura.

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CRISTINA Y hay más. Su verdadero deseo está en esta carta. Que la guardo como oro en paño. Y dice que quiere ser mi esposo. JEFE Muestra. JEFA Léela alto, marido. JEFE Así dice:"Digo yo, Lorenzo Pasillas, que quiero mucho a la señora Cristina de Perra, en Madrid. Fecha, a seis de mayo del año de mil seiscientos y once. Testigos: mi corazón, mi entendimiento, mi voluntad y mi memoria. Firmada, Lorenzo Pasillas." ¡Amable carta de matrimonio! SACRISTÁN Digo que la quiero mucho, y por supuesto haré todo lo que ella quiera. JEFE ¿Si ella quiere, os casaríais con ella? SACRISTÁN De muy buena gana. SOLDADO Treinta y nueve días hace hoy que la vi. Si ella quisiera ser mi esposa, yo la haré muy feliz. JEFE ¿Quieres casarte, Cristina? CRISTINA Sí, quiero. JEFE Elije entre estos dos, el que más te guste. CRISTINA Tengo vergüenza. JEFA No la tengas: porque el comer y el casar ha de ser al gusto de uno, y no de otros. CRISTINA Ustedes, que me han cuidado, me darán marido. Pero quiero escojer. SOLDADO Niña, échame el ojo; mira mi brazo; soldado soy, como castellano pienso.

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SACRISTÁN Cristina, yo soy músico, de campanas. Este trabajo lo puedo hacer estando casado. Y gano un buen salario. JEFE Ahora bien, chica: escoge el que más te guste. SOLDADO Estoy de acuerdo. SACRISTÁN Y yo también. CRISTINA Elijo al sacristán. JEFE Llamen a los músicos. Para que con sus guitarras y voces celebremos el compromiso entre Cristina y el sacristán. El señor soldado será mi invitado. SOLDADO Acepto: que donde hay fuerza de hecho, se pierde cualquier derecho. Siempre escojen las mujeres aquello que vale menos, porque excede su mal gusto a cualquier merecimiento. Ya no se estima el valor porque se estima el dinero, pues un sacristán prefieren a un roto soldado lego. Mas no es mucho: que ¿quién vio que fue su voto tan necio que a sagrado se acogiese, que es delincuentes puerto? SACRISTÁN Como es propio de un soldado que es solo en los años viejo, (CONTINUA) (CONTINUA)

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SACRISTÁN (SEGUE) y se halla sin dinero porque ha dejado su tercio, imaginar que ser puede pretendiente de Gaiferos, conquistando por lo bravo lo que yo por manso adquiero, no me afrentan tus razones pues has perdido en el juego; que siempre un picado tiene licencia para hacer fieros. (entran en la casa cantando y bailando) FIN

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