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LA TESIS DEL MÓDULO MORAL Y EL ORIGEN DEL VALOR
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Eduardo Llosa
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LA TESIS DEL MODULO MORAL Y EL ORIGEN DEL VALOR ¿Cómo surge en el hombre esta misteriosa y a la vez vital capacidad para hacer juicios morales?¿por qué hacemos juicios morales y en que se fundamentan dichos juicios?¿los juicios morales se refieren a hechos del mundo o su sentido se agota en el mero enunciado?¿cómo la moral puede justificar comportamientos solidarios hacia personas que no son solo de nuestro propio grupo, sino también hacia personas que nos son esencialmente desconocidas?¿cómo es posible que en el marco de la evolución, una especie como la nuestra, haya desarrollado un sentido de la moralidad que abarque a todos los seres humanos y hasta a los demás animales? ¿Cómo y porqué surge una especie como la humana, capaz de lo que Dawkins llama superbondad, hecho que asombra al propio Dawkins, pero que no le impide alabarla y propiciar su desarrollo y expansión? La corriente filosófica del naturalismo ético busca responder a todos estos interrogantes. Esta postura afirma que el hombre tiene la capacidad de actuar moralmente porque ha evolucionado de tal forma que la acción moral sea parte de su propia naturaleza. Que la evolución de la vida, y la selección natural, ha seleccionado seres inteligentes y autoconscientes como nosotros, que hemos heredado de nuestros antepasados primates y mamíferos ciertas habilidades sociales como son la compasión, la equidad y solidaridad, y que estas habilidades sociales han surgido con ocasión de la lucha por la existencia. Siguiendo lo dicho,estas habilidades sociales son presupuesto de nuestra propia existencia. Sin estas habilidades, no seriamos lo que somos. Dentro de esta postura se encuentran filósofos como Fodor que defienden la modularidad de la moral, para quienes las acciones morales están condicionadas de forma innata por módulos morales que el homo sapiens ha adquirido como producto de la evolución y que le permite responder, de manera automática, a dilemas y problemas morales . La modularidad moral hace eco de la postura de Chomsky, para quien el hombre presenta un módulo lingüístico que tiene 2
como contenido una gramática universal que permite la existencia de las diferentes lenguas e idiomas. Al igual que hay un módulo lingüístico, en el cerebro humano hay también un módulo moral. Al igual que la lingüística busca deducir a través del estudio de los diferentes idiomas una gramática universal que es común a todas las lenguas, el filósofo moral buscará deducir reglas morales universales que subyacen a las diversas expresiones morales de las diversas culturas. Este paralelismo entre lenguaje y moral es bastante fructífero para esta vía de investigación y sería interesante profundizar en ella. Por ejemplo, se sabe que existe una edad crítica después del cual el niño, si no ha recibido una estimulación lingüística y social suficiente puede perder la facultad de hablar y adquirir un lenguaje, o en su defecto ya le es muy difícil adquirirlo. Se ha visto esto en casos de niños perdidos en bosques y que luego han sido “reinsertados” a la sociedad sin éxito. En el caso del módulo moral, una pregunta válida sería hasta que edad crítica una persona puede adquirir una determinada moral que responda a lo ya estructurado por el módulo. Al mismo tiempo, sería interesante preguntarse si hay un desarrollo paralelo en la adquisición de un lenguaje y un sistema moral, ya que todo lenguaje e idioma está cargado moralmente. Se sabe que, según la teoría del módulo moral, los módulos son sistemas cerrados; pero podría preguntarse si el desarrollo de un módulo no implica el desarrollo de otro.
Quizás, al no
desarrollarse un módulo, es bastante improbable que se desarrolle uno que, de cierta forma, este relacionado con él. Siguiendo esta lógica, cabría preguntarse si el modulo moral puede desarrollarse y desplegarse sin que el modulo lingüístico se halla desarrollado. Es claro que la moral humana necesita del lenguaje para ser tal, y eso demanda que nuestras acciones morales no sean instintivas, como presupone la teoría del módulo moral, sino que sean hasta cierto punto producto de reflexión, análisis, autoanálisis, creencias, creencias de creencias, etc. En ese sentido, cabe la pregunta de si es necesario un juicio moral y un lenguaje para que la moralidad se abra paso en el mundo, o solo es importante mirar la inteligencia social del acto, a partir del cual achacaríamos moralidad también a los chimpancés y a los babuinos. Al parecer, para juzgar moralmente los actos humanos es necesario un juicio moral, que presupone un lenguaje para determinar la moralidad o no de un acto, ya que de lo contrario lo que entendemos por moral podrían reducirse a actos instintivos sociales que los hombres tenemos naturalmente, que pueden no ser racionalizados y que podríamos llevar a cabo a igual que las aves migratorias, 3
que migran a un lugar lejano sin saber por qué, sólo por seguir su instinto. Entonces: ¿es necesario el lenguaje para que el módulo moral se active o puede activarse sin la necesidad del lenguaje y por ello de un proceso de socialización? O en todo caso ¿qué papel juega la razón y el pensamiento a la hora de actuar y juzgar moralmente? Para dar una respuesta parcial a estas preguntas, he pensado realizar mentalmente un experimento: Un grupo de científicos quiere determinar la existencia o no del módulo moral y si existe, determinar si para activarse necesita del lenguaje. Así mismo quieren saber si el ser humano puede aprender un idioma moralmente neutro. Ello para discernir si el proceso de socialización que presupone el lenguaje puede realizarse sin una connotación moral: los científicos quieren ver si puede haber un tipo de socialización utilizando el lenguaje como medio sin una moral. Para ello diseñan el siguiente experimento:
Pondrán a un niño recién nacido al cuidado de una familia de robots, compuesto de dos padres robots y tres “hermanos” robots, que estarán programados para cuidar al niño y darle una educación. El niño tendrá contacto solo con la familia de robots y su mundo “social” se reducirá a ellos. Estos robots tienen apariencia humana y manifiestan tener sentimientos y emociones, sin embargo, no están programados para expresar sentimientos ni juicios morales. Están diseñados para enseñar al niño a hablar, educarlo intelectualmente y satisfacer sus necesidades básicas más primarias. Para ello harán uso de toda la tecnología y objetos materiales necesarios para que el niño tenga un conocimiento claro del mundo. Tendrá acceso a todo; lugares, juegos para desarrollar su psicomotricidad, todo lo imaginable; menos a personas reales. De hecho podrá ver rostros humanos reales por televisión y sabrá de su existencia por medio de películas y libros. Está más decir que estas películas y libros serán editados y realizados por los robots, por lo que se espera que sean neutros moralmente. Los científicos pensaron que era necesaria una familia de robots, y no una robot nodriza que se encargue de él, debido a que siguiendo la teoría del lenguaje de Wittgestein, el lenguaje se adquiere usando el lenguaje. Sabiendo el uso de las palabras y conceptos es como sabemos su significado y eso se logra en un entorno social más o menos complejo. Entonces, el experimento está diseñado para el que niño no aprenda a usar de ningún concepto o palabra que connote un juicio moral, de tal forma que cuando crezca, al presentarse un concepto o una palabra que tenga un contenido moral no sepa su significado ni su uso. Desarrollándose así las cosas, según lo previsto, pasan los años y 4
el niño crece. Una vez crecido, pasados 10 o 11 años, el niño, un adolescente ya, sabe hablar y referirse a las cosas con sus respectivos nombres y tiene un conocimiento amplio del mundo. Sabe muchas cosas, menos lo que es la moral ni lo que es un juicio moral. Tenemos aquí un caso en que una persona ha aprendido a hablar y ha desarrollado su módulo lingüístico, pero es difícil de creer que haya desarrollado su módulo moral, si existiese. En este ejemplo vemos que teóricamente es posible el desarrollo del módulo lingüístico sin el desarrollo del módulo moral. El lenguaje puede ser utilizado para múltiples propósitos, una de ellas realizar juicios morales, si este propósito no se cumple no anula las otras posibilidades que presenta el lenguaje. Se sobre entiende, por lo que venimos diciendo, con ocasión de la neutralidad moral que requiere el experimento, que el niño en lo posible no ha aprendido a usar palabras cargadas de valor moral: como bueno y malo, referente a las cosas y a las personas, incluido el mismo. Se le hará conocer los diferentes hechos y acciones de los hombres, pero sin ninguna carga valorativa. El niño experimentará el dolor y el sufrimiento, y lo vera padecer en su entorno familiar (aun cuando estrictamente la familia robots no tenga propiamente emociones ni sentimientos pero simularan tenerlo). Así mismo, el niño, conocerá la alegría, la tristeza, la salud, la enfermedad y también la muerte. Sin embargo, su entorno familiar no hará ningún juicio moral sobre esta y otras cosas. Después de muchos años, al adolescente, un joven ya, se le abre las puertas del mundo y se le incentiva a interactuar con otras personas reales de su edad. El joven del experimento pasara de un mundo donde el valor es inexistente a un mundo cargado de valor. En términos de Macdowell, al joven se lo han educado para que sea un daltónico moral, y de un momento a otro, se encuentra en un mundo lleno de colorido moral. Es de esperarse que aquel colorido que ve en su entorno sea no solo nuevo para él, si no ciertamente, inexplicable. Este experimento ayudaría a preguntarnos si existe un módulo moral y si existe una edad crítica para su desarrollo. ¿El joven estará en las condiciones de aprender a distinguir los “colores” morales de la realidad ya siendo un joven? ¿Cómo actuaría con sus semejantes? ¿Llegará a actuar en algún momento moralmente? Lo cierto es que suponiendo que el módulo moral exista y haga que el ser humano presente una natural propensión a sentir compasión, a ser equitativo, y a ser solidario, y que esta tendencia se halla desarrollado inclusive al interior de su familia de robots, lo cierto es que estos nunca le enseñaron a valorarlo y eso es precisamente que lo hace a una persona ser moral, ya que la moral, y esta es una tesis fuerte de este trabajo, está íntimamente relacionado a nuestra capacidad de 5
dar valor a las cosas y eso lo aprendemos dentro de un entorno social y un lenguaje social moralmente construido y constituido. Aun cuando tengamos un módulo moral y aun cuando actuemos en base a él, no actuaremos moralmente si previamente no hemos adquirido un lenguaje que esté cargado previamente de valor. La tesis del módulo moral sostiene que nosotros, necesariamente, deberíamos valorar lo que hay dentro de nuestro módulo moral. Sin embargo, habría primero que definir qué es lo que consideramos por moral, para luego saber qué buscar. El pensar que la compasión, la equidad y la solidaridad al interior de nuestro propio grupo es natural y que el progreso moral consistiría en ampliar nuestro circulo para hacer de nuestro grupo, un grupo cada vez más grande, hasta incluir en el a toda la humanidad es una aspiración en sí misma moral que tiene como origen una determinada forma moral de ver el mundo de aspiración fuertemente cristiana que no tiene una base biológica que la justifique sino estrictamente cultural y por ello socialmente dotado de valor. Y es que ha igual que somos compasivos con los miembros de nuestro propio grupo, la evolución también ha hecho de nosotros fuertemente competitivos, por lo que si existe un módulo moral que sirva para afianzar los lazos sociales, existe también un módulo “amoral”, tan necesaria para el desarrollo y supervivencia de la especie como la otra, en el que están incluidos todos los instintos competitivos de nuestra especie, causante en sus expresiones extremas de todas las atrocidades y genocidios que podemos apreciar en las diferentes guerras de la historia, desde la guerra de las Galias de Julio Cesar, hasta las guerras napoleónicas del siglo XIX, pasando por la primera y segunda guerra mundial del siglo pasado. Siguiendo esta línea, es paradigmático que Julio Cesar haya sido divinizado por sus conciudadanos, ya que representaba todo lo que ese módulo amoral representaba: conquista, dominación, riqueza y poder, mientras los valores cristianos que vinieron después sonaron a los oídos romanos no sólo subversivos, sino también bastante irracionales desde su perspectiva moral. En ese sentido, la tesis de que hay un módulo moral es difícil de demostrar, porque que no nos es claro que lo que llamamos moral sea ciertamente universal en relación al origen del valor. Tenemos esta natural propensión a ser compasivos, equitativos y solidarios con los miembros de nuestro propio grupo y valoramos todas estas cualidades, pero también valoramos nuestras tendencias competitivas y podemos darle un valor igual o incluso superior a nuestras tendencias más sociales, como hicieron los romanos al divinizar a Julio Cesar. Por ello, en vez de llamar a la causa de nuestra natural propensión hacia la sociabilidad “módulo moral”, deberíamos llamarlo 6
“módulo de la sociabilidad humana”, y al módulo que explica nuestra natural propensión hacia la competitividad deberíamos llamarla “módulo de la competitividad”, sin ninguna carga moral, ya que desde el punto de vista de la naturaleza, sólo hay hechos, no interpretaciones.
En ese sentido, para que la moral se abra paso en el mundo, tenemos que plantear la existencia de un tercer módulo, que podríamos llamar “módulo de dotación de valor”, que es el encargado de dar valor a todo lo que se le presenta al hombre, y que en el caso de la moral, interactúa con el módulo de la sociabilidad y el módulo de la competitividad y que según la cultura, a través del lenguaje, utiliza este para cargar moralmente determinados usos del lenguaje que sirven para dar valor a un tipo de comportamiento, que podría ser social o competitivo, dependiendo de la cultura a la que se pertenezca. Volviendo al caso del joven de nuestro experimento, él se enfrentará a nuestro mundo, un entorno social que valora las tendencias más sociables de nuestra naturaleza y condena sus aspectos más competitivos pero al no haber desarrollado un lenguaje moral para describirlas o valorarlas, vería estas con extrañeza ya que comprendería y vería estas dos tendencias humanas como comportamientos y hechos naturales, desprovisto de todo valor. El contacto con la sociedad imperante le enseñaría a usar el lenguaje para que aprenda a encontrar valor al interior de los comportamientos humanos que llamamos sociables y a encontrar el lenguaje para describir de manera negativa los comportamientos más insociables. En este caso, se activaría en el joven un módulo que había estado dormido durante todos esos años que paso a al cuidado de la familia de robots: Un módulo encargado de encontrar valor a las cosas, los comportamientos humanos, al universo entero. Este módulo que podríamos llamar, “modulo del valor” podría haber interaccionado naturalmente con el módulo de la sociabilidad y con el módulo de la competitividad haciendo que nuestro amigo aprenda a ver el mundo lleno del colorido moral que presentamos hoy en esta particular época de nuestra historia. La moral entonces, seria resultado de la interacción de estos tres módulos naturales, que necesitan de un espacio social y por tanto de un lenguaje para activarse y desarrollarse.
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