LAS MUJERES EN LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Ma. Alejandra Reyes García Asesora Equidad y Género

La historia de México y el mundo no es, ni podrá ser completa e integral cuando se mantiene la desvalorización y la invisibilización de un importante sector de la población; las mujeres. De las que resalta la ausencia de información y de datos de su presencia y participación política en un evento que marca una enorme trascendencia en la vida de nuestro país, la construcción de la nación mexicana.

A doscientos años, nuestro país, al igual que el mundo entero mantienen su deuda con las mujeres, aun cuando ellas son la mayor parte de la población de México y el planeta, siguen cotidianamente, viviendo y enfrentando recurrentes actos de desigualdad, discriminación y violencia, y muchas otras problemáticas que las mantiene en desventaja social en relación con los hombres.

En la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México, reconocemos que sí, se han logrado importantes avances en las condiciones de vida de las mujeres; no obstante, muchos de ellos están cimentados en los aportes de aquellas que ni en su momento, ni ahora han sido valoradas en su justa medida como contribuyentes de la construcción de nuestra nación.

Cuando revisamos la historia, nos asalta la pregunta, ¿dónde se encontraban las mujeres? Ya que salvo honrosas excepciones, están borradas en esta gesta histórica y parece entonces que el movimiento y triunfo independentista fue exclusivamente tarea y logro de los hombres. En un acto de justeza, queremos reconocer aun cuando sea mínimamente, a la parte olvidada en esta historia: las mujeres insurgentes.

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En la sociedad novohispana, la educación para las mujeres se reducía exclusivamente a la lectura, evadiendo la escritura ya que de esta forma, se mantenía el control sobre ellas evitando que se pudiera establecer alguna comunicación epistolar privada con otras personas principalmente del sexo opuesto a espaldas de sus padres o tutores. Mientras que la lectura se consideraba necesaria sobre todo para conocer los misales y libros de oraciones autorizados por sus confesores.1

A pesar de este tipo de limitaciones, el activismo político de las mujeres se reflejó principalmente en la famosa organización de Los Guadalupes, una sociedad de carácter secreto que tenía su centro de operaciones en la Ciudad de México, y ramificaciones en distintas partes del Virreinato. La agrupación la conformaban mujeres y hombres de las más diversas clases sociales y estaban unidos por un proyecto común: lograr un mayor margen de autonomía en los asuntos internos del Reino y apoyar al movimiento insurgente para obtener en el menor tiempo posible el triunfo de la Independencia.2

Las aportaciones de las mujeres al movimiento independentista no se limitaron a apoyar o esperar el regreso de sus hijos, esposos, hermanos o parientes, sus contribuciones fueron más contundentes y comprometidas, participaron en combates, sumaron bienes materiales, organizaron grupos, curaron heridas, cuidaron enfermos, consolaron a los hombres, sirvieron de correo, alimentaron a las tropas, las abastecieron con agua, ropa y armamento, fueron vigilantes del enemigo, elaboraron explosivos y cartuchos. Con estas y otras acciones mostraron fehacientemente su compromiso con el movimiento independentista.

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Rodríguez Guerrero, María de J; México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate, en Revista Alegatos, # 73, México, sep-dic. 2009 2

De la Torre Villar, Los Guadalupes y la Independencia…, op. cit., pp. 56-59. Citado por Guzmán Pérez Moisés, Mujeres de Amor y de Guerra, Senado de la Rep, Siglo XXI ed., México, 2010.

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Las mujeres insurgentes, desobedecieron y quebrantaron las reglas vigentes de su época, en los ámbitos social, político y económico; se comprometieron de manera resuelta y determinante con el movimiento independentista, por lo que estos actos las llevaron a enfrentar diversas represalias exclusión, represión, castigos, humillaciones, cárcel y en algunos casos la muerte. Todo ello por la defensa de sus convicciones que consideraban justas e indispensables para la sociedad novohispana, que luchaba sin tregua por conseguir su autonomía y proclamarse finalmente, como una nación libre y soberana.

Cabe señalar que estas acciones no fueron exclusivas de mujeres pertenecientes a una particular clase o estrato social, por lo que este movimiento vinculó a diversos grupos pertenecientes a la sociedad de la época, desde la élite criolla hasta las prestadoras de servicios domésticos, aunque difícilmente se encuentra en los documentos históricos menciones de mujeres rurales, indígenas, negras o mestizas, otros estudios, no les regatean el reconocimiento de su participación. 3

Pocos son los nombres de mujeres que la historia menciona y que todas y todos reconocemos, muchos nombres más se han omitido y se han recuperado otros. Aquí, no queremos dejar pasar la oportunidad de mínimamente hacer la mención de algunas mujeres a quienes les debemos sus aportaciones o hasta sus vidas: Antonia Peña, Gertrudis del Castillo, Teresa Lara, María Teresa Medina de la Sota Riva, Rita Pérez, Gertrudis la ojos,

Felipa Castillo, Alejandra Gutiérrez Vargas, Ana Victoria Lara,

Mariana Anaya, Juana Barrera, La Guanajuateña,

Carmen Camacho, Mariana

Rodríguez del Toro, La Chepita, Guadalupe González, Brígida Álvarez, Josefa Huerta Escalante, La Gabina, Josefa Navarrete, Bárbara Rosas, Guadalupe Bernal, Francisca Altamirano, Tomasa Estévez de Salas, Manuela Medina, La Capitana, Manuela Herrera, Luisa Martínez, Ana Villegas, Guadalupe Rangel, Ana María Ortega, Trinidad Ortega, Josefa Martínez, La Barragana, Juana María Jiménez. 3

Valadez, Aguilar Ma. Elena, Pocos nombres conocidos, muchos ignorados. La participación de la mujer en el movimiento de independencia, en Mujeres insurgentes, Senado de la República, Siglo XXI editores, México, 2010.

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Ellas son, entre muchas, algunas de las heroínas olvidadas, pero sin duda son mujeres que decidieron participar abiertamente y decididamente en el movimiento de Independencia y para ello infringieron definitivamente los prejuicios y la imagen de sumisión, docilidad, obediencia y fidelidad a la

corona.

Ello

nunca significó un

obstáculo para realizar tareas o actividades que intervinieran directamente con el logro fundamental del movimiento libertario, el surgimiento de una nueva nación.

También, debemos reconocer que la

mayoría de mujeres participantes en el

movimiento no aprendieron a ser patriotas y nacionalistas a través de la educación; su conciencia patriótica fue forjada por los actos de injusticia e inestabilidad social, así como por los vínculos de parentesco que las unían a los rebeldes insurgentes y sus sentimientos patrióticos; todo ello, hizo que vieran su colaboración en la lucha como la forma de manifestar su rebeldía contra la sociedad y la exclusión existente.

En el marco del Bicentenario de la Independencia de México, invocamos a mujeres poco conocidas, que ofrendaron su vida por la patria y sin las cuales, probablemente la independencia no se hubiera consumado o su desenlace habría sido diferente. Paradójicamente, a pesar de su participación en favor de la libertad e igualdad, el logro de la independencia no ayudó a que se ubicara a las mujeres en una concepción distinta, pues

se continuó aplicando el modelo patriarcal y jerárquico, similar a los

empleados desde antes del movimiento.

A la postre, y después de haber sido figuras indispensables en la lucha,

su

participación no generó espacios de poder o autoridad para ellas, tampoco en una conciencia cívica permanente que les permitiera contemplarse como ciudadanas con derechos y obligaciones.

Esta situación motivó que las mujeres continuaran excluidas de los asuntos políticos y públicos por mucho tiempo más. En nuestro país tardó siglo y medio, ya que hasta 4

octubre de 1953 se alcanzaron nuestros derechos políticos otorgando a las mujeres el derecho a votar y ser votadas.

A doscientos años, las mujeres en México han ido incluyéndose cotidianamente en la vida pública y en la participación política, han hecho que su voz se escuche, caminan, han resistido y continúan resistiendo y superando las principales causas de discriminación por cuestiones de clase social, raza, religión, preferencia sexual, género y edad. Continúan presentes y comprometidas en la construcción de la nación.

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