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MES DE LA BIBLIA 2006
LECTIO DIVINA – “Jesús y su madre” EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 19, 25-27 DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2006 AMBIENTACIÓN Eleva tu pensamiento: Dios te ve. Levanta tu corazón: Dios te ama. Ponte bajo el influjo de su mirada amorosa. Disponernos a alejarnos de los ruidos del mundo…Lograr un espacio físico y espiritual de quietud espiritual. Colocar una imagen, un Cristo, puede ser muy bueno Los adornos son un medio que ayuda a la imaginación, al recogimiento, a la ambientación para orar. El arte y la creatividad son medios de alabar a Dios. Las pinturas y estatuas, los juegos de colores naturales a través de vitrales, son una evocación para la comunicación con Dios. “La creatividad puede ser cualquier cosa, desde hacer pan, poner la mesa, ordenar las flores en un florero” (R.Wilson), para indicar las huellas de la belleza de Dios, el creador de los artistas y de sus obras. Puedes colocar música suave que acompañe este momento de encuentro, ya que, en el tema del arte, la música, misterio de la combinación del silencio y del sonido, tiene un lugar prioritario de comunicación espiritual, expresión de todo lo humano y divino. Oración de Invocación al Espíritu Santo VEN, ESPÍRITU CREADOR Rezada a diario por el Papa JPII Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fíeles y llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne, Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía, y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén. ALGUIEN DEL GRUPO O PERSONALMENTE, puede hacer una invocación al Espíritu Santo pidiendo por cada uno de los que están ahí, pidiendo su luz y su inspiración, para tener apertura y docilidad a sus inspiraciones. Oración de Iniciación Compartimos la oración S.S. Juan Pablo II En Castel Gandolfo, 8 de septiembre del 2001 Padre Santo: mira nuestra humanidad, que da los primeros pasos en el camino del tercer milenio.Su vida sigue marcada fuertemente todavía por el odio, la violencia, la opresión, pero el hambre de justicia, de verdad y de gracia, encuentra espacio en el corazón de tantos, que esperan la salvación, llevada a cabo por Ti, por medio de tu Hijo Jesús.Necesitamos mensajeros animosos del Evangelio, siervos generosos de la humanidad sufriente.Envía a tu viña, santos operarios que trabajen con el ardor de la caridad y, movidos por tu Espíritu Santo, lleven la salvación de Cristo hasta los últimos confines de la tierra. Amén. Te invitamos a que hagas tu oración personal y/o comunitaria, a la luz de la presencia del Espíritu Santo. MES DE LA BIBLIA 2006 Lectio Divina domingo 24 de septiembre Jn 19,25-27
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1 paso. Lectio. (Leer) Énfasis en Comprender la Palabra… ¿Qué dice el texto? sin prisa: estamos escuchando a Dios que nos habla en su Palabra Escrita, la Biblia. Lee el texto mientras los demás lo escuchan atentamente.
TEXTO A UTILIZAR: Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada. Editorial Desclée de Brouwer Texto: Jn 19, 25-27 “Jesús y su madre” Si te encuentras en comunidad te invitamos a que leas alternadamente los versículos entre tus hermanos. Leer pausadamente: con unción Forma de leerlo (Elegir una forma de lectura, la más apropiada de acuerdo al grupo. O buscar otra forma de leer. Es fundamental que haya una lectura pausada, detenida, atenta. Dándose tiempo para conocer y profundizar los detalles y las circunstancias del relato). Cada persona debe volver a leer detenidamente e pasaje, consultando las notas de la Biblia. 1. Tres lectores intercalados 2. c/u lee un párrafo 3.Lector 1 (Jn19,25) Lector 2 (Jn19,26) Lector 3 (Jn19,27) Juan 19,25-27 25
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» 27Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. 26
SILENCIO: Lectura personal. Gustar la Palabra, saborearla, es encuentro con el Señor. NO HAY PRISA. Quedarse en la frase, palabra, o parte que el Señor inspire. No es necesario volverlo a leer todo. Lo importante es favorecer el encuentro con el Señor por medio de su Palabra. ECO (es una oración, de repetición, de goteo, de ir compenetrándonos de la Palabra, dejando que la Palabra vaya inundando en nuestro corazón). * C/u repite la frase, la palabra, la que más le llegó, la que más le tocó (repetirlo mismo que otras ya lo hayan dicho, volverlo a repetir) * OPCIÓN. Todo el grupo repite la frase o palabra que se ha dicho, creando así el eco.
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¿QUÉ DICE EL TEXTO? 25
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. María había dado testimonio de Jesús cuando dijo a los que servían en la boda de Caná de Galilea, "Haced todo lo que os dijere" (2,5); y, sobre todo, dio su testimonio de silencio cuando los judíos gritaban que "tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19,7). ¿Qué madre no hará todo lo posible para salvar la vida de su hijo? María fácilmente pudiera haber salvado a Jesús con muy pocas palabras, diciendo "Yo soy su madre y yo sé quién es su padre", pero ¿qué dijo María? Su testimonio de silencio confirmó que lo que los judíos gritaban era cierto: Jesús de Nazaret no tuvo un padre terrenal, sino que era en verdad el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. -- y la hermana de su madre, -- Al comparar esta lista con la de Mateo y Marcos, parece que la hermana de la madre de Jesús se llamaba Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo; si esto es correcto, entonces Jesús y Juan eran primos hermanos. Otro detalle que parece confirmar esta conclusión es que como Juan no da su propio nombre, tampoco da el nombre de su madre. También esto explicaría la petición de esta madre (Mt. 20,20), y en esto hay una lección valiosa. Ella había dicho, "Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda", pero Jesús le dijo, "No sabéis lo que pedís". Muchas hermanas se hubieran apartado de Jesús, diciendo, "¡Qué ingrato tú!" "Mi petición es muy razonable y lógica; tenemos este derecho". "Me has ofendido", "Me has lastimado y ya no quiero saber nada de ti". "Si no me quieres tomar en cuenta, entonces allá tú". Pero ¡aquí está ella, al pie de la cruz! ¡Qué lección tan valiosa para nosotros! Aceptemos no solamente la enseñanza, sino también la corrección de Jesús. -- María mujer de Cleofas, -- ("María la madre de Jacobo el menor y de José", Mt 27,56; Mc 15,40). -- y María Magdalena. -- Algunos han supuesto que María Magdalena era la mujer pecadora de Lc 7,39, porque su nombre aparece en seguida en Lc 8,2, pero no hay nada que confirme esta suposición. Sólo sabemos que de ella "habían salido siete demonios". Ella está al pie de la cruz porque estaba muy agradecida. La actitud de ella era jamás olvidaré lo que Jesús hizo por mí. Según Marcos (15,40), entre estas mujeres había otras que le habían seguido y servido en Galilea, y "otras muchas que habían subido con él a Jerusalén". Sin duda había entre estas otras mujeres otra María, la de Betania, la que en una ocasión "sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra" (Lc 10,39). También esta misma María "tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió" a Jesús (Mt 26,7). Jesús explicó que María "se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura", y luego dice, "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mc 14,8). 26
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.». Jesús moribundo se descubre una intención que supera la esfera estrictamente doméstica de madre-hijo, para dilatarse a toda la comunidad cristiana. Al decir a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". y al discípulo: "He ahí a tu madre", Jesús constituye a María madre de todos sus discípulos, representados en el discípulo amado allí presente. Por tanto, la Virgen es madre espiritual de todos los creyentes; es madre de la iglesia. No porque se nos haya ocurrido así a nosotros, sino por voluntad de Cristo. En medio del sufrimiento agudísimo, Jesús se preocupaba por su madre. Le encomendó al cuidado de Juan, "a quien él amaba". El discípulo que amaba Jesús" ¿Quién es este discípulo? Es sabido que la opinión tradicional, ya desde san Ireneo lo identifica con el autor mismo del cuarto evangelio que hablaría de sí mismo en forma anónima. En cualquier caso si se trata del apóstol Juan o de algún otro Juan, la cuestión es secundaria. MES DE LA BIBLIA 2006 Lectio Divina domingo 24 de septiembre Jn 19,25-27
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Lo que aquí interesa más bien es qué puede significar la expresión "el discípulo que amaba Jesús". El que la humanidad de Cristo pueda tener predilecciones legítimas es algo totalmente conforme con la doctrina de la encarnación. Sin embargo, los exegetas modernos opinan en su mayoría que esta expresión quiere significar no tanto una preferencia especial de Jesús sino más bien el estado de aquel que, observando la palabra evangélica, llega a encontrarse en la esfera de amor del Padre y del Hijo. El discípulo "que amaba Jesús" sería por tanto el "tipo" de cualquier otro discípulo que es amado por Cristo debido a su fe. En el contexto de Jn 19,25-27 el término mujer, aplicado a María, tiene una resonancia comunitaria eclesial, que podemos descubrir partiendo de la profecía de Caifás en relación con la muerte de Jesús: "Como era el pontífice de aquel año (Caifás) profetizó que Jesús debÍa morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno los hijos de Dios dispersos" (Jn 11, 51-52). 27Luego
dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
María al venir a ser madre de todos los discípulos de Jesús, María se hace madre de toda la Iglesia. Este título de “Madre de la Iglesia” -no podemos olvidarlo- fue atribuido a María por el papa Pablo VI después del Concilio. Se halla sólidamente fundado en el pasaje de Juan que estamos examinando. No hay contradicción alguna en decir que María es, al mismo tiempo, imagen de la Iglesia y madre de la Iglesia. Como personal individual, ella es la madre de Jesús, y se hace la madre de todos nosotros, la madre de la Iglesia. Pero su maternidad corporal con respecto a Jesús se prolonga en una maternidad espiritual hacia los creyentes y hacia la Iglesia. Y esta maternidad espiritual de María es la imagen y la forma de la maternidad de la Iglesia. La maternidad de María y la maternidad de la Iglesia, inseparablemente consideradas, son importantes para la vida filial de los creyentes. Para venir a ser hijos de Dios, debemos hacernos hijos de María e hijos de la Iglesia. María y el discípulo amado representan conjuntamente a la Iglesia: “Recapitulando todas estas consideraciones -escribe el exegeta protestante R. H. Lightfoot- vemos con claridad que la madre del Señor y el discípulo amado, que a partir de esta hora la toma “en su compañía” representa a la Iglesia y a sus miembros, en la "nueva creación" que ha recibido del Espíritu Santo”. Juntos personifican a la Iglesia, aunque de manera diferente. El discípulo que Jesús amaba simboliza a los “discípulos de Jesús” en cuanto tales, es decir, a todos los creyentes, y en este sentido, a toda la Iglesia. María, la madre de Jesús, simboliza a la Iglesia misma en su función materna. Ella es el “tipo”, la imagen de la Iglesia y la madre de todos los creyentes: “Después de recibir el título y la función de "madre de Dios", recibe el título y la función de "figura de la Iglesia-madre". Comprendemos la maternidad de la Iglesia meditando sobre la maternidad de María, madre del Señor y madre del discípulo amado”. La doctrina según la cual María es la figura de la Iglesia es clásica en toda la Tradición: “Maria-Ecclesia, Ecclesia-Maria; ambos nombres irán siempre unidos en la reflexión de los Padres de la Iglesia” Finalmente vemos que en este versículo -- Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. -- no quiere decir necesariamente que en ese instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la muerte de Jesús, sino que desde ese momento él se encargó del cuidado de ella.
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PREGUNTAS AL TEXTO Las preguntas y reflexiones son orientadoras. No es necesario responder cada una de ellas. Son preguntas generales para ayudar a comprender el texto. SELECCIONAR las más significativas para el grupo o elaborar otras más convenientes y apropiadas. LO IMPORTANTE es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y aplicarlo a la propia vida. Compartimos la Palabra: Hoy, la escucha de la Palabra: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
¿Preparaste con cuidado la materia; concretándola suficientemente, previendo el fruto que habías de sacar? ¿Fuiste activo y diligente en ejercitar el entendimiento: sin prisa, con sinceridad y empeño, sin contentarte con solo discurrir? ¿Estuviste alerta para despertar los afectos? Atento o distraído: ¿por que? Devoto o seco: ¿a causa de que? ¿Humilde en el fervor, animoso en la aridez? ¿Te dejaste llevar de la pereza? ¿Luchaste contra la desgana? ¿Que luces te ha dado Dios? ¿Que emociones has sentido?, ¿que efecto han obrado en ti? ¿Cual ha sido tu fidelidad en secundar la acción de la gracia en tu alma? ¿Que fruto has sacado? (Mayor luz, mas esfuerzo, convencimiento mas pleno, voluntad mas decidida, deseos mas intensos de servir a Dios, de ser mejor, de ayudar a los demás, de corregir tus defectos, de reformar tu vida, de apartarte del pecado, evitar las ocasiones, formar tu carácter, vencer tu pasión dominante? ¿Has logrado el fruto que te habías propuesto sacar?
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2 paso. Meditatio (Meditar) Énfasis en Actualizar la Palabra… ¿Qué nos dice el Señor por su palabra? Nos dejamos interpelar por el texto Cada uno ora personalmente expresando a Dios aquello que el pasaje bíblico le sugiere, y buscando cómo poner en práctica el mensaje. En este segundo momento la atención se centra en descubrir el mensaje del texto en nuestra situación personal y comunitaria. La palabra de Dios se vuelve nuestro espejo. Es una actualidad permanente, podríamos decir: “Esta escritura que acabamos de oír, se ha cumplido hoy en nuestras vidas”, pero cuestionémonos ¿Qué Escritura conocemos tan bien, como para reconocerla en nuestro hoy? 1.- Lectura: de nuevo se lee el texto en voz alta, mientras los demás escuchan atentamente 2.- Silencio: cada uno lee el texto en silencio con la preocupación de descubrir los que el Señor quiere decirle, de comprender su voluntad. Para esto conviene fijarse en palabras o frases que han sido significativas. Para releer el Evangelio: ¿Qué aprendemos de este texto del ayer para nuestro hoy? Releyendo el texto, podemos pasar ahora a la meditación del texto, confrontando la Palabra con la vida. 2. Meditatio Recordemos, que la Palabra de Dios debe ser siempre un saber llevar el texto a nuestro hoy, es decir, al hoy de nuestras vidas y nuestra historia. Por eso, la invitación para esta Meditatio, es ver como puedes hacer una relectura de tu vida en este texto. ¿Qué es lo que Dios me quiere comunicar con esta Palabra? Estar junto a Jesús y dejarse contemplar por Él. Dejar que Él penetre hasta lo más íntimo de nosotros. Él descubre nuestras alegrías y tristezas; Él conocerá de nuestra soledad y de nuestras esperanzas; ante Él nada puede ocultarse, pues penetra hasta la división entre alma y espíritu. María, entregada por Jesús al discípulo amado; y el discípulo amado que acoge en su casa a María, se convierten para nosotros en la encomienda que el Señor quiere hacernos a quienes hemos de convertirnos en sus discípulos amados: Acoger a su Iglesia en nuestra casa, en nuestra familia, para que se convierta en una comunidad de fe, en un signo creíble del amor de Dios, en una comunidad que camine con una esperanza renovada. Ciertamente la cruz, consecuencia de nuestro servicio a favor del Evangelio, a veces nos llena de dolor, angustia, persecución y muerte. Mientras no perdamos nuestra comunión con la Iglesia, podremos caminar con firmeza y permanecer fieles al Señor. María, acogida en nuestro corazón, impulsará con su maternal intercesión nuestro testimonio de fe; pero nos quiere no en una relación personalista con ella y con Cristo, sino en una relación vivida en la comunión fraterna, capaz de ser luz puesta sobre el candelero para iluminar a todos, y no luz oculta cobardemente debajo de una olla opaca, viviendo en oración pero sin transcendencia hacia la vida. Así la fe no tiene sentido vivirse. Si Cristo, si María, si la Iglesia están en nosotros, vivamos como testigos que dan su vida para que todos disfruten de la Vida, de la salvación que Dios nos ha dado en Cristo Jesús, su Hijo. Jesús nos ha reunido en torno a Él para que, juntos, celebremos su Misterio Pascual. Nosotros, como el siervo dispuesto a hacer la voluntad de su amor, estamos de pié ante Él para escuchar su Palabra y ponerla en práctica. Nuestra actitud no es la de quedarnos sentados, como discípulos inútiles. Su Palabra, pronunciada sobre nosotros, nos invita a saber acoger a nuestro prójimo no sólo para hablarle del Reino de Dios, sino para hacérselo entender, para hacérselo cercano desde un corazón que se convierte en acompañamiento del Dios-con-nosotros, que camina con el hombre desde la Comunidad de creyentes en Cristo.
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3 paso Oratio. (Oración) Énfasis en Orar la Palabra… ¿Qué le decimos al Señor motivados por su Palabra? Alabar, bendecir, glorificar al Señor por la vida en abundancia, porque nos muestra el camino de realización y la felicidad. Volvemos a leer de nuevo el pasaje Bíblico. Permanecemos unos instantes en oración ante el Señor. Pasamos por el corazón los sentimientos que se han despertado en nosotros y nosotras al ponernos en contacto con la Palabra de Dios y al escuchar a los compañeros del grupo. Cada uno expresa en voz alta su oración al Señor. Para terminar cantamos: Espíritu de Dios llena mi vida llena mi alma llena mi ser. Lléname, lléname; con tu presencia, lléname, lléname con tu poder. Deja que afloren del fondo del corazón sentimientos expresados en palabras silenciosas: para dar gracias de la elección, para ofrecerte con disponibilidad a la misión, haz silencio reverente en tu interior para recibir la fuerza del Espíritu Santo. Disfruta de la paz y la presencia del Señor que ahora te embarga. Pide al Señor por tus "enfermos"...
Oración Amado Señor, nos unimos en oración con un corazón abierto a vivirte, y no en la pura intención de que nos concedas algún favor, sino que nos haga partícipes de su Vida y de su Espíritu para vivir de un modo mejor la fe que profesamos en ti. Unidos a tu presencia nos envías para que proclamemos ante los demás lo misericordioso que eres para con nosotros. Queremos anunciar tu Nombre Jesucristo; y queremos hacerlo desde nuestra experiencia personal en ti y en la vivencia fiel de tus enseñanzas. Por lo mismo no queremos quedarnos sólo en el anuncio con los labios, sino que también nuestras obras se conviertan en la proclamación de la Buena Nueva de salvación. Sólo así podremos ser testigos verdaderos, que se preocupan de remediar los males tanto personales, como los que hay en el mundo. Hay muchas enfermedades interiores que queremos curar en aquellos que nos rodean, como la soledad, la tristeza, la angustia, la inseguridad, el desbordamiento de las pasiones, la codicia, la preocupación compulsiva por los bienes temporales y por el poder; en fin, hay tantas esclavitudes que nos han atado a las personas y que requieren de nuestra atención de hermanos para ayudarles a darle un nuevo rumbo a su vida, y, desde su vida, a toda la historia, por eso Señor, no queremos hundirnos en el abismo con los demás, sino que ayudarlos a salir de él. Por eso, Señor concédenos, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir confiados en tu amor, pero al mismo tiempo vivir fieles a todo aquello que nos ha encomendado, especialmente proclamar su Evangelio con las obras y con las palabras, de tal forma que, en verdad, seamos constructores de su Reino entre nosotros. Amén.
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4 paso Contemplatio (Actuar) Énfasis en Practicar la Palabra… ¿A qué conversión y acciones nos invita el Señor? Respondemos a la Palabra escuchada y meditada y nos comprometemos al descubrirla en nuestra vida. Motivarse a la conversión personal, concretizar alguna acción personal o grupal en favor de los demás. En este momento respondemos a la Palabra de Dios, Cada uno puede compartir una oración que ya ha meditado en el momento de silencio, o compartir con los demás el compromiso personal o comunitario a que ha llegado. Lo podemos hacer a través de una oración de alabanza, de petición, de bendición, etc. También expresamos nuestros propósitos y compromisos personales y como grupo, que nos ha inspirado el texto. Y durante la semana rumiar la palabra, recordarla, aplicarla a nuestra propia vida, y que nos ayude a la oración personal. Usar la IMAGINACIÓN, visualizar la escena (detenerse, mirar a Jesús, centrarse en él, en sus actitudes, su comportamiento, sus palabras, sus gestos y en el Espíritu Santo, dialogar con ellos, interrogarles, cuestionarles, abrirles el corazón, que sea una conversación de corazón a corazón, entre amigos. Hablarle como se le habla a un gran amigo, a un confidente). Alrededor de la cruz, gritos de odio, a los pies de la cruz, presencias de amor. Está allí, firme, la madre de Jesús. Con ella otras mujeres, undas en el amor alrededor del moribundo. Cerca, el discípulo amado, no otros. Sólo el amor ha sabido superar todos los obstáculos, sólo el amor ha perseverado hasta al final, sólo el amor engendra otro amor. Y allí, a los pies de la cruz, nace una nueva comunidad, allí, en el lugar de la muerte, surge un nuevo espacio de vida: María acoge al discípulo como hijo, el discípulo amado acoge a María como madre. "La tomó consigo entre sus cosas más queridas" (Jn 19, 27) tesoro inalienable del cual se hizo custodio. Sólo el amor puede custodiar el amor, sólo el amor es más fuerte que la muerte (Ct 8, 6).
ACTUAR (Actio)
¿...y...qué voy a hacer...? ¿..Cómo llevarlo a la vida...?
En silencio Buscar una actitud para vivir Qué voy a hacer para vivir este texto Qué voy a hacer en concreto A qué me voy a empeñar para hacer realidad este texto ⊗ ¿A qué me compromete este pasaje, cómo debo vivir mi vida? ⊗ ¿Cuál debe ser mi actitud para decir siempre sí al Señor? ⊗ ¿Qué debo hacer, cómo debo actuar para seguir al Señor? ⊗ ¿Por qué cosas le debemos agradecer en este texto? ⊗ ¿A qué me compromete este pasaje, cómo debe ser nuestra fe?
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