LOS INICIOS HISTORICOS DE LA ENFERMEDAD ESQUIZOFRENICA

LOS INICIOS HISTORICOS DE LA ENFERMEDAD ESQUIZOFRENICA permanencia constante, diaria, entre los enfermos y con probabilidad gracias a dicha convivenc

2 downloads 160 Views 259KB Size

Recommend Stories


LOS INICIOS LA VERDADERA LEY
ABSTRACT El hablar de Rock pop en la década de los 80 significaba hablar de Los Prisioneros, el querer hacer música sin hablar de política era casi un

MÚSICA MECÁNICA. Los inicios de la fonografía
MÚSICA MECÁNICA Los inicios de la fonografía Edita: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura. Centro de Documentación Musical de Andalucía. © de la

LOS INICIOS DE LA REVOLUCION MEXICANA ENTRE LOS PUEBLOS MIXTECOS
LOS INICIOS DE LA REVOLUCION MEXICANA ENTRE LOS PUEBLOS MIXTECOS Francisco López Bárcenas El año 2010 el gobierno federal en México montó un escenario

LOS INICIOS DE LA LEGISLACIÓN LABORAL ESPAÑOLA: LA LEY BENOT
Los inicios de la legislación laboral española / Martínez Peñas LOS INICIOS DE LA LEGISLACIÓN LABORAL ESPAÑOLA: LA LEY BENOT Leandro Martínez Peñas1

Story Transcript

LOS INICIOS HISTORICOS DE LA ENFERMEDAD ESQUIZOFRENICA

permanencia constante, diaria, entre los enfermos y con probabilidad gracias a dicha convivencia, no solo se describe la locura maníaco-depresiva, sino también la sintomatología de la esquizofrenia que logró ser “vista” con nitidez recién a fines de ese siglo.

INTRODUCCION Tenemos bastantes datos en relación a la naturaleza de la enfermedad esquizofrénica. La hipótesis de Crow, muestra la existencia de dos síndromes con diferente fundamento fisiopatológico: aumento de los receptores dopaminérgicos en uno y disminución celular con cambio estructurales cerebrales en el otro. Basándonos en dicha hipótesis hemos intentado explicar los resultados obtenidos en Tomografía computarizada y los efectos del Tiopental Sódico. Aún cuando la etiología resulta incierta, se acepta que los factores genéticos pueden contribuir en alrededor del 60% en el conjunto de las causas involucradas e incluso existen estudios que buscan infecciones víricas. Es indudable que los estudios etiopatogénicos, fisiopatológicos y psicopatológicos, obtienen aportes recíprocos, pero menos parecen ayudar cuando se trata de dilucidar si la enfermedad llamada esquizofrenia existió siempre, vale decir si ha hecho padecer al Hombre desde mucho tiempo atrás. Se ha planteado un brusco aumento de la incidencia de la esquizofrenia a fines XVIII. En 1983 Hare publica un extenso artículo donde dice que los síntomas delirantes, alucinatorios y desorden del pensamiento de esta psicosis crónica no aparecerían descritos previo al Siglo XIX, tanto en la literatura médica así como en la general. Cita diversos autores del Siglo XVIII y Siglo XIX que dicen que los adultos jóvenes con poca frecuencia presentan locura y que ésta aparece en edades más avanzadas. Tellenbach y Dörr coinciden en que el concepto de delirio relacionado con lo que actualmente entendemos por psicosis endógenas recién fue esbozado por Chiarugi en 1975.

En este trabajo se pretende estudiar selectivamente obras de la literatura general de siglos anteriores con el objeto de pesquisar descripciones que nos muestran las enfermedades psicóticas y en particular la esquizofrenia. De esa manera podríamos visualizar el momento que aparece dicha enfermedad en la historia. Sin embargo, debemos reconocer que estos intentos de llevar la literatura y la historia al camino de la Psiquiatría, tiene varias dificultades, puesto que nos quedamos con análisis parciales que no deberían anular los aspectos más constitutivos y trascendentales de las obras literarias. En todo caso, este tipo de análisis puede ser una de las pocas maneras que tenemos a nuestra disposición para buscar el origen o comienzo de una actividad o conducta humana. La enfermedad mental en la Biblia y hasta el Siglo 1 A.C. En los capítulos 16,18 y 19 de Samuel se describe la locura de Saúl, quien al apartarse de Javé es atormentado por un mal espíritu. Se relacionan las envidias de Saúl por los éxitos de David, con dos episodios agresivos del Rey Saúl. En el capítulo 5 de Marcos se acerca a Jesús “un hombre con un espíritu malo.. Nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas. Varias veces lo habían amarrado con grillos y cadenas, pero él los hacía pedazos y nadie podía dominarlo. Andaba siempre, día y noche, entre los sepulcros y por los cerros, gritando y lastimándose con piedras”. Estos pasajes bíblicos relacionados con enfermedades psicóticas son sugeridos por Trautman y Pollard en una monografía publicada en 1975 y que revisa las relaciones entre la Literatura General y la Medicina.

Naturalmente que el concepto de locura es muy antiguo, Lipowski nos dice que Hipócrates describió lo que ha sido traducido como melancolía, manía, epilepsia, paranoia, histeria, delirium y estupor. En el Siglo I D.C. Celso introduce el término delirium, delirio exógeno. Distinguía manía, melancolía, histeria, letargo y frenitis, éste último equivalente a delirium o locura febril. Además Burdett en su extensa obra sobre asilos y hospitales publicada en 1891 dice que en la era pre-cristiana el estudio y tratamiento de los enfermos mentales estaba bastante desarrollado, al punto de que existían lugares donde los enfermos eran reunidos para recibir tratamiento dietético, algunas terapias físicas, junto a un trato respetuoso y sin ejercer violencia.

En el capítulo 4 de Daniel se describe la locura de Nabucodonosor, quien “fue arrojado de entre los hombres, se alimentó de hierba como los bueyes, el rocío del cielo mojó su cuerpo, de modo que le crecieron los cabellos como plumas de águila y las uñas como la de las aves”. Una vez que el Rey recupera la razón se hace cargo del gobierno y con mayores capacidades. En la Segunda Carta a los Corintios, el Apóstol Pablo, en el Capítulo II, utiliza el concepto de locura como una manifestación del hombre en que es posible decir verdades que serán toleradas, así como eran aceptados y bien tratados los enfermos mentales. Recordemos que Saúl era aliviado de su locura por medio de la música de David y así es que “buscaremos un hombre que sepa tocar la cítara para que cuando te atormente el espíritu malo de Dios, toque y sientas alivio”.

En 1986 Ceow y colas. Dicen que las primeras descripciones de lo que ahora reconocemos como esquizofrenia se deben a Haslam y pinel en 1809. Ambos autores describen una enfermedad que afecta a adultos jóvenes con decaimiento intelectual y cambios de la personalidad más que síntomas positivos como delirio y alucinaciones. En 1977 Cooper y Sartorius plantean que las formas severas y crónicas de la esquizofrenia recién son notorias y reconocidas en los asilos europeos, cuando los pacientes reciben el impacto de la industrialización al variar la estructura comunitaria e incluso familiar. Torrey, en una publicación del año 1973, plantea que es discutible el concepto de la universalidad basado en estudios que muestran la ausencia de la enfermedad entre algunas tribus de aborígenes, así como la menor prevalencia en los países en desarrollo, Haslam, a comienzos del Siglo XIX, después de una

En el Tratado de Burdett del año 1891, se nos insinúa que en la Biblia se hacen diferencias entre dos tipos de enfermos mentales, los lunáticos y los endemoniados. Esto es lo que parece ser demostrado al finalizar el capítulo 4 de Mateo. Los lunáticos y los endemoniados. Esto es lo que parece ser mostrado al finalizar el capítulo 4 de Mateo: los lunáticos serían aquellos enfermos que muestran periodicidad con intervalos lúcidos, en contraste con la demencia persistente de los endemoniados. Pero cuando en el mismo evangelio, ahora en el capítulo 17, se describe la gravedad de un joven epiléptico que sana de inmediato por la intervención de Jesús, quien ordena al demonio que salga de su cuerpo, observamos que los endemoniados no son enfermos crónicos y que pueden curar como los lunáticos. Más bien parece ser que los cuadros psicóticos descritos en la Biblia son transitorios y que el carácter

1

de endemoniado se relaciona con un intento de explicación etiológica. Esto también aparece en Sófocles, en el Siglo V A.C., cuando relata la tragedia de Ayax. Este se vio postergado por el jurado que entregó a Ulises las armas de Aquiles y se siente humillado. Decide matar a Ulises y sus aliados que están rodeando Troya. La Diosa Atenea trastorna el juicio de Ayax confundido ataca bueyes y ovejas, tomándolos por sus enemigos. Cuando recobra la razón se considera cubierto de ignominia, la culpa lo desespera, aparecen ideas suicidas que lo llevan a su eliminación. En Ayax, después de una vida normal y exitosa aparece una crisis de agitación, de exaltación furiosa, seguida de un período de tristeza que lo lleva a la muerte. O sea, una psicosis aguda con dos fases bien definidas. Es decir, los griegos tienen muy claro el concepto de locura, pero como indica Tellenbach, se alude a “un estar fuera de si”, confusión, pérdida de la lucidez, con turbulencia motora. Lo que no conocían es el concepto de delirio, según como lo entendemos desde Chiarugi en el Siglo XVIII; falla en la capacidad de enjuiciar o fantasear sin fiebre ni perturbación de la conciencia. Areteo de Capadocia en el Siglo I decía que las formas de la locura son muchísimas, pero pertenecientes a un solo género, ya que todas son enajenación mental con ausencia de fiebre y distinguía melancolía y manía. Esta última correspondía a la agravación de la primera, pero a veces se presenta sin melancolía previa, además hacía notar que los jóvenes con mayor frecuencia padecían manía y los ancianos melancolía (citados de Llopis. Las Psicosis desde el siglo II hasta el siglo XVI Gregory Zilboorg plantea que la edad oscura de la medicina comienza con la muerte de Galeno, acaecida en el año 200DdeC. Durante gran parte de la Edad Media el campo de las enfermedades mentales fue arrancando a la medicina y se habían aproximado a la Astrología, magia y demonología. En el siglo XII la psicología y la psiquiatría llegaron a aislarse completamente y carecían de interés científico. En el siglo XVI quizás aparece una de las primeras descripciones psicopatológicas que Zilboorg califica como concordante con la esquizofrenia y correspondería a Johann Weyer, discípulo de Agripa. Sin embargo, aún estas descripciones parecen poco consistentes con esta enfermedad. En esta época es difícil reconocer las alteraciones mentales, pero éstas parecen haber sido frecuentes y el siglo XVII fue rico en demonopatías, teomanías y estupores, y los enfermos abundaban en las ciudades y aldeas, vagaban por las calles y caminos. Pero aún no aparecen buenos relatos acerca de lo que denominamos esquizofrenia, tanto en la medicina como en la literatura. Las descripciones sobre enfermos mentales se encuentran en los libros de los perseguidores de hechiceros. Las psicosis desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII Al comenzar el siglo XVI, en el año 1505, Ludovico Ariosto inicia los escritos de Orlando, que fue impreso en el 1516. El héroe no resiste que Angélica prefiera a Medor: “trata de dudar y agitan mil ideas tumultuosas su cerebro; quiere persuadirse de que otra Angélica y no su amada, ha trazado aquellos nombres en todos los árboles” y continúa: “Así conserva alguna esperanza procurando alimentar con grata ilusión y engañarse a sí mismo”. Ante ese dolor Orlando pierde el control y “entregase sin límites al odio, a la cólera, al furor y a la rabia”. Se inicia un episodio de gran irritabilidad, con furia homicida que nadie podrá detener. (Canto XXIII y XXIV). El frenesí de Orlando ante la decepción amorosa es la consecuencia por abandonar a sus amigos y preferir el amor de una infiel. “Para

castigarle ha permitido Dios que, privado de razón, ande vagando completamente desnudo sin conocer a nadie y olvidándose de sí mismo. Nabucodonosor sufrió en otro tiempo un castigo semejante; durante siete años vivió aquel rey en medio de los rebaños, alimentándose como ellos con hierbas. Siendo menos el crimen de Orlando que el de Nabucodonosor, fija Dios la duración de su castigo solo por tres meses”. (Canto XXXIV). Au amigo Astolfo lo cura forzándolo a aspirar el contenido de un frasco que encierra el sentido común y que obtuvo de su viaje a la luna (Canto XXXIX). Esta mejoría es completa, igual que la de Nabucodonosor. En Orlando el concepto de enfermedad mental se mantiene invariable; es transitoria, provocada por las pasiones y cuya manifestación sobresaliente es la exaltación del ánimo. En el análisis de Edipo Rey realizado por Tellenbach se observaría tal vez el primer indicio del concepto de delirio, cuando Edipo acusa a Creonte de ambicioso y al vidente Teresías de codicioso y a ambos de querer despojarlo del trono; se produciría el paso de la ilusión al delirio, puesto que habría una interpretación irrefutable, existe una convicción absoluta y autorreferente. Pero estas ideas deliroides han surgido de emociones, temor, tristeza y rabia. En su locura Edipo se pone fuera de sí y destruye sus ojos. Sin embargo Sófocles, en el Siglo V A.C. no muestra una modificación definitiva de la personalidad en Edipo Rey, puesto que desterrado de Tebas, llega a las cercanías de Atenas, a un lugar llamado Colona. A través del dolor, transfigurado por todas las pruebas que debe atravesar,, se logra reconstruir su capacidad de juicio y es así como Sófocles, a través de su Edipo en Colona, desmiente una evolución crónica de las ideas deliroides. En el Siglo XVII Shakespeare avanza un paso en la descripción de lo delirante. Es así que Tellenbach, al estudiar Otelo, es capaz de demostrar el desarrollo paranoide no solo en su génesis, sino también en su conformación. El delirio de Otelo nos hace ver por primera vez en la Historia de la Humanidad la existencia nítida del exceso de pensamiento y no solo de las pasiones como en los griegos: recordemos el Ayax de Sófocles y la historia de Nabucodonosor. Tal vez Edipo Rey está en una etapa intermedia, entre el desborde pasional, caótico y el exceso de racionalidad (en el sentido de Dörr). Si bien Otelo inicia su delirio por la pasión hacia Desdémona, tal vez por la fragilidad de los sentimientos termina percibiendo, observando y buscando detalle tras detalle, asociándolos indebidamente por un exceso de razón. En el año 1508, Erasmo se refiere a las causas de la locura, cuando se pregunta a qué se debe la eterna Juventud de Cupido. Nos dice que es por su simpleza, no piensa y por eso no hace sino locuras. La sabiduría no sería otra cosa que seguir los consejos de la razón y la locura por el contrario, consistiría en dejarse arrastrar por las pasiones. Pero también realiza advertencias en contra de los filósofos y literatos, representantes de la razón. El exceso de razón llevaría a la falta de alegría, a la dificultad en las relaciones personales, que dejan de ser libres, escribe:”… llevad a un filósofo a un banquete y es seguro que aguará la fiesta con su silencio, su tristeza o sus impertinentes preguntas, hacedle bailar y desplegará la gracia de un camello”. También se refiere a la incapacidad de los pensadores para las artes, la política y las tareas cotidianas. Dice: “La sabiduría inoportuna es una locura, del mismo modo que es imprudente la prudencia mal entendida. El que pretende que la farsa deje de ser farsa, se equivoca de medio a medio, y es prudencia mal entendida no saber acomodarse a su época y a las circunstancias”. Nos dice que los conocimientos excesivos

2

resultan poco útiles para conseguir la felicidad y que llegan a perjudicar al que los posee. “Por todo lo cual puede deducirse que la ciencia es una de tantas calamidades de la vida, y por esto a los autores de estos males, se les llama demonios, cuyo vocablo griego significa los que saben, es decir, sabios”. Erasmo de Rotterdam, junto con advertir los peligros de la razón exagerada, dice: “No perdáis de vista que todas las ventajas de la vida se las debéis a la locura de los demás”. Podemos ver que a comienzos del siglo XVI, si bien se reconoce a las pasiones como origen de la locura, la razón no es un contrapeso, y más aún, también se puede ser loco por la razón, la sabiduría y la ciencia, tanto por su exceso, como por olvidar la pasión o emoción. La psicosis en el siglo XVII En 1985 Bark se pregunta si Shakespeare conoció la esquizofrenia, puesto que en el Rey Lear aparece descrita la psicosis simulada de Edgar, hijo de Gloucester. Howells en 1975 (citado por Bark) dice que Shakespeare conocía muy bien esta psicosis, pero que no la había descrito detalladamente excepto en un soliloquio de Constanza, personaje del Rey Juan. En el Rey Lear, Edgard explica cómo se habrá de convertir en Tom de Bedlam, el mendigo loco (Acto II, Escena III): “… y he pensado adoptar el aspecto más pobre y el más vil de cuantos tiene la penuria para, menospreciando al hombre, acercarlo a las bestias. Recubriré mi cara de inmundicias, de harapos mi cintura, con nudos mis cabellos enmarañaré, con ostensible desnudez ha de afrontar los vientos y las persecuciones de los cielos. Esta tierra ofrece pruebas y el ejemplo de los mendigos de Bedlam que, con voz estruendosa, clavan en sus pobres brazos entumecidos y mortificados, puntas, astillas, alfileres, brotes de romero y con este espectáculo en granjas miserables, en pobres e insignificantes corrales y molinos, fuerzan a caridad a veces con imprecaciones de lunático, otras veces con ruegos…”. Al parecer Tom describe un severo deterioro social y económico cuando responde a la pregunta de quién es él (Acto III, escena IV): “Tom pobre, que come ranas, sapos, renacuajos, lagartos, salamandras; que con rabia, en el corazón, cuando el demonio se enfurece, come estiércol de vaca por ensalada, se traga viejas ratas y carroña de perro, bebe agua verde del estanque y es fustigado de parroquia en parroquia, puesto en cepos, encarcelado y castigado; el que tuvo tres capas para su espalda y seis camisas para el cuerpo…” También aparecen ideas delirantes y desórdenes del lenguaje (Acto III, escena IV): “Atrás. El demonio maldito me persigue. A través del espino sopla el gélido viento. Uuhhh, gana la cama y entrarás en calor”. Y: “Quién le da una limosna a este pobre de Tom?.. A quien ha asediado el demonio maligno con el fuego y la llama, con el vado y el remolino, sobre pantano y ciénaga; y le han tentado con el cuchillo en la almohada y con la saga en el reclinatorio; que le ha puesto veneno en la mesa…” y más adelante: “…Al sentarse en sus colinas empinose Pillicock Aúu, Aúu, Aúu..” y continúa: “…Todavía sopla el gélido viento a través del espino. Uuh, Uuh, Uuh, Delfín, pequeño mío, detente, déjalo trotar”. Posiblemente se describen alucinaciones (Acto III, Escena VI): “El diablo maligno me muerde la espalda” y “El diablo maligno acecha a Tom pobre con voz de Ruiseñor”. Según Bark las alteraciones psicopatológicas descritas y actuadas por Edgar corresponden a una esquizofrenia y por lo

tanto Shakespeare así como sus contemporáneos deben haber estado informados acerca de tal ripo de enfermedad, lo que implicaría que era relativamente frecuente. Es necesario recordar que Tom de Bedlam era el nombre dado a los enfermos mentales, que pedían limosna, por cuanto Bethlehem era el nombre del manicomio de Londres. Este tipo de mendigos eran probablemente numerosos y la observación de ellos debe haber permitido al dramaturgo inglés describir el cuadro clínico de Tom y por esta razón Bark supone que la esquizofrenia existía al comenzar el siglo XVII. Tal vez más que afirmar o rechazar que Tom de Bedlam en el Rey Lear pueda presentar una psicosis esquizofrénica, importa reconocer que por primera vez en la literatura se puede pesquisar una enfermedad en un hombre joven, que sufre un decaimiento de su rango social y en quien se insinúan elementos sugerentes de alteraciones delirantes y alucinatorios, con probable desorden del lenguaje. A comienzos del siglo XVII, en la misma época de Shakespeare, en España se editaba Don Quijote. Cervantes sigue avanzando en el sentido de lo imaginario, lo pensante y racional en la descripción de la enfermedad mental. Está lejos la pasión, la tragedia y la tristeza, tanto en el origen así como en el desarrollo de lo psicótico. Ya no son los efectos sino la razón la que se ve alterada. La locura del Quijote no es consecuencia de ningún desengaño amoroso, ni comienza en ningún lance de armas ni de amor, ni tampoco envidias, rabias o celos. Lo esencial de su enfermedad es que nace en los libros, una psicosis provocada por la lectura. El título de la novela alude a entendimiento, es el ingenioso hidalgo. Así, por exceso de estudiar, leer y pensar Don Quijote razona excesivamente (en el sentido de Dörr)y llega a conclusiones erróneas: que todo lo que decían los libros de caballería era verdad histórica y narración fiel de los hechos ocurridos y que en su época era posible resucitar la vida caballeresca en defensa de los ideales de justicia. A partir de esto será engañado por sus sentidos y acomodará todas sus ideas en torno a lo central de su existencia: vivir como un justo y buen caballero. Todo se transforma y solo percibe ilusiones. Estos errores perceptivos son demasiado severos y evidentes, no cabe otra posibilidad: que Don Quijote sea considerado un enfermo. En el capítulo V de la parte I, se aprecian los llamados fenómenos del doble: Don Quijote cree ser otro y no él mismo y el labrador también pasa a ser otra persona. En trabajos previos hemos comentado extensamente los fenómenos del Doble, haciendo notar su escasa frecuencia así como la íntima relación con lo paranoide, en especial lo esquizofrénico. Don Quijote está muy lejos del Ayax de Sófocles. El héroe griego también confunde a los rebaños de sus enemigos con las tropas de Ulises, pero este furor psicótico es corregido al día siguiente y la vergüenza lo desespera. En cambio el héroe español en el capítulo XVIII (I Parte) ataca a las ovejas, a quienes confunde con un ejército a pesar de las advertencias de Sancho Al ser derribado por los pastores logra ver las cosas tal como son, son ovejas y no soldados. Pero su delirio continúa y atribuye dicha realidad al poder mágico de ciertos encantadores enemigos, que le han transformado los soldados en ovejas. Ayax sale del delirio una vez que se agota su pasión, Don Quijote persiste en el delirio, su enfermedad no es una crisis, ni una fase, es un estar enfermo desde su primer viaje después de tantas lecturas. Don Quijote vive en el delirio y también vive al lado del delirio, en lo que se puede denominar “la doble

3

contabilidad de la psicosis”. Incluso desde el delirio logra convencer a Sancho de la cordura de sus ideas. En el capítulo 25 (I Parte), cuando decide enviar a Sancho con una carta para Dulcinea, se observa que la puesta en marcha de su delirio lo realiza desde la razón. Con el fin de orientar al escudero le da a entender que su dama es hija de Lorenzo y Aldonza, lo que llena de sorpresa a Sancho, quien conoce la simple condición de Aldonza Lorenzo. Don Quijote le explica con mucha racionalidad a Sancho que del mismo modo que los poetas subliman damas de carne y hueso, él también ha idealizado a Aldonza Lorenzo: “Yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad”. Este es un paréntesis de cordura, que nos confirma que la enfermedad del Hidalgo es producto de la literatura, ya que confiesa que su Dulcinea es equivalente a las idealizaciones de los poetas. Al comenzar la II parte (Capítulo I) Don Quijote daba muestras de estar en su sano juicio y para asegurarse de ello el cura y el barbero lo visitan. El diálogo transcurre dentro de la mayor racionalidad, hasta que se toca el tema caballeresco. Nuevamente se desencadenan las ideas delirantes, que siempre conservan un lenguaje bien organizado y hasta convincente. Fuera del delirio el Hidalgo muestra una elegancia y sabiduría envidiables. Cervantes nos ha llevado al polo opuesto de los griegos. Nos muestra una psicosis delirante, no una psicosis agitada. Pero como hemos visto, es un delirio que tiende a ser parcial, invade sectores de la vida del personaje principal, respeta momentos y períodos: aparte de las ideas sobre la caballería, no hay errores en los juicios. Sancho termina contagiado a la manera de una Folie à Deux, porque es un delirio bien configurado, sistematizado. Tal vez no sea relevante realizar un diagnóstico de lo paranoide. Lo que importa de Cervantes para la psiquiatría quizás reside en que ha verificado el cambio en la etiología en las psicosis: éstas no se desencadenan por las emociones, ni se conectan con los espíritus superiores, los Dioses de los griegos, sino con el exceso de ejercicios del intelecto. Foucault nos describe algunas de las concepciones imperantes en el siglo XVII y XVIII. El teatro y la novela serían causantes de enfermedades nerviosas. En el teatro se facilitaría el desarrollo de los sentidos, se cultivan en exceso las ilusiones, el alma sería tan fuertemente sacudida que provoca en los nervios una conmoción pasajera, pero con efectos graves. Las novelas forman un medio nocivo para una sensibilidad susceptible: “… posiblemente, de entre todas las causas que han perjudicado la salud de las mujeres, la principal haya sido la multiplicación de las novelas desde hace más de cien años.. Una muchacha que lee a los diez años, en lugar de correr, será a los veinte una mujer con vahídos y no una buena nodriza”. Las psicosis desde el siglo XVIII

Desde las primeras historias bíblicas hasta la tragedia de Ayax la enfermedad mental se desarrolla en el ámbito de las pasiones y es transitoria o episódica. Lo mismo ocurre en Orlando Furioso. Con Edipo Rey se inicia un gradual tránsito hacia el error, la ilusión y el delirio que cristaliza en Otelo. En éste aún se combinan las envidias, celos y rabias con el exceso de razones. Pero es Don Quijote cuando lo racional, el ejercicio del pensamiento por la lectura excesiva, alcanza predominio. Sin embargo el delirio es sistematizado, bastante comprensible y esto porque el pensamiento está organizado y bien conservado. Los primeros indicios del desorden del desorden lógico ocurrirían en la simulación que Edgar realiza para escapar de su

padre. Edgar es el pobre Tom, mendigo psicótico, que si nos olvidamos de su propósito inicial, nos muestra lo completamente incomprensible, extraño y no solo por su conducta extravagante, sino por las ideas desarticuladas. Lo que muestra la evolución de la literatura revisada es el fracaso del pensamiento por exceso de razón en Don Quijote y por el desorden de ella en Edgar. Estos pueden ser los anticipos del delirio persecutorio de Goliadkin en el Doble y del desorden de la conducta, distancia y monotonía afectiva, además de las alucinaciones de Stravoguin, en los Endemoniados de Dostoyevski en pleno siglo XIX. En esta misma obra hemos puesto atención en María Timofeyevna, esposa secreta de Stavroguin. Ella es una mujer joven, sumida en la miseria, que vive solitaria, es muy reticente y vive atemorizada de los peligros del mundo externo. No es capaz de valerse por sí misma, se adivina en ella un cuerpo delgado, además de frágil por su cojera. Tiene delirios de influencia y de poderío. Padece de un síndrome de Capgras después de ser rechazada por su marido, lo desconoce y cree que ha sido suplantado por un doble exacto, el cual sería reconocido por sus gestos. Se esbozan las alteraciones del pensamiento, saltos lógicos y vaguedad. Esta descripción de Dostoyevski la muestra en el siglo pasado, esta obra fue publicada en el año 1873; con razón Fusswerk Fursay lo considera precursor de la obra de Kraepelin y de Bleuler. Vale decir, desde el siglo XVII se inicia la descripción literaria de una nueva enfermedad mental , aquella que compromete los pensamientos. Pero también hemos visto que ha sido un proceso gradual. Recién a comienzos del siglo XIX se pueden pesquisar en la medicina los primeros bocetos de lo que en este siglo hemos llamado enfermedad esquizofrénica. De acuerdo con Hare, esta psicosis habría sufrido un aumento importante a fines del siglo XVIII, lo que continuó durante muchos decenios del siglo pasado. La relativa ausencia de esquizofrenia explicaría que durante muchos siglos no se pudiese describir esta enfermedad, a pesar de que existían los conceptos en relación a la enfermedad mental, incluidas aquellas con presencia de errores perceptivos e ideas deliriosas. El delirio de lo calificado como endógeno tiene menos de dos siglos (Chiarugi en 1975); el concepto de delirio febril tiene más de dos milenios (Hipócrates, Celso. ¿El aumento de esta psicosis ocurre porque se elevó el número de casos nuevos o porque se hicieron evidentes los síntomas en enfermos preexistentes? Otra manera de aproximarse a la respuesta son los estudios patográficos de Vallejo Nájera. Creo que el caso de psicosis que mejor describe es el correspondiente a Carlos VI, llamado el Insensato y que fallece en el siglo XV . Este monarca bruscamente inicia un cuadro psicótico que lo lleva a asesinar a cuatro nobles. Habría presentado varios períodos de reagudización, que termina en una demencia que obligó a su cuidado hasta el fin de su vida. Su hijo, Carlos VIII, habría muerto a causa de su negativa a comer, temeroso que le envenenasen; en ambos casos se plantea que sufrieron de una enfermedad esquizofrénica. De acuerdo con lo anterior, en el siglo XV aparecía una de las primeras descripciones de una enfermedad psicótica similar a una esquizofrenia. Quizás en el Siglo XVI, Johan Weyer describe el mismo tipo de enfermos. A diferencia de Hare, quien en 1983 nos dice que no habrían casos descritos en la Medicina ni en la literatura, previos al siglo XVIII. En 1985 Brark logra pesquisar un caso en el siglo XVII y que corresponde a la ficción literaria, el

4

Tom de Bedlam, mendigo psicótico que Shakespeare muestra en el Rey Lear. ¿Si nos abocamos con mayor acuciosidad a la búsqueda de la esquizofrenia en los siglos anteriores aparecerían más enfermos?. Consideraciones finales Hasta el momento hemos visto dos alternativas: o bien la esquizofrenia no aquejaba a la humanidad y por lo tanto no existía antes del siglo XVIII o bien no fue diagnosticada porque sus síntomas eran poco llamativos, pero sería una psicosis común para todos los tiempos y culturas. En cualquiera de las dos hipótesis es claro que a fines del siglo XVIII hubo un incremento de las enfermedades mentales a expensas de la esquizofrenia. En este aumento de prevalencia se han esgrimido varias posibilidades: cambios económicos, sociales y familiares de la era industrial, la modernización y variaciones culturales de la sociedad, estudiadas en algunas sociedades primitivas contemporáneas y también se ha planteado la posibilidad de una lenta epidemia viral. Según Hare la carencia de descripciones de cuadros psicóticos similares a la esquizofrenia concuerda con su hipótesis de que esta enfermedad hace su aparición recién en el siglo XVIII. Sin embargo, parece que a lo menos existirían dos casos previamente descritos, uno de la ficción literaria, Tom de Bedlam en el Rey Lear al comenzar el siglo XVII y otro rescatado de la historia, el cao de Carlos VI, el Insensato, que fallece en el siglo XV, cuya enfermedad fue estudiada por Vallejo Nájera. Estos ejemplos ponen en duda la opinión de Hare y hacen pensar que la esquizofrenia era padecida por la humanidad desde por lo menos cuatro siglos atrás. Aunque menos sólidas, recordemos las descripciones de Weyer en el siglo XVIU (citado por Zilborg) Sin embargo, otra posibilidad aún no considerada es que las enfermedades esquizofrénicas no pudieron ser descritas por la visión que se tenía de la enfermedad mental y en especial porque era difícil pensar que claudicarán los pensamientos. La idea de un error del pensamiento para percibir la realidad, sin mediar enfermedades físicas, febriles, tóxicas o infecciosas, así como por sentimientos y emociones, cristaliza en el siglo XVI con Shakespeare y con mayor claridad en Cervantes. Con seguridad era más simple encontrar causas físicas o emocionales para la psicosis. Su determinación por causas internas, desconocidas, habría sido esbozada recién en el siglo XVIII. Al respecto Dorner nos dice que en el Tratado sobre la locura de Battie editado en el año 1758, se distingue entre locura secundaria a causas externas (mecánicas, tóxica, febriles, emociones como alegría o ira) y la locura original condicionada solo por desordenes internos de la sustancia nerviosa. A esta locura original se le conocen pocas causas aparentes. Por ello la medicina no podía curarla y con frecuencia remitía espontáneamente. Chiarugi es aún posterior, el concepto de delirio de las enfermedades endógenas lo expresa en el año 1795. El cambio de lo externo a lo interno en lo etiológico debe haberse posibilitado por el progreso general de la visión científica que se tenía del mundo. Antes de esta revolución no se diferenciaba mucho entre el observador y el mundo, aquel participaba y el mundo en cierta medida estaba vivo. Antes de los siglos XVI y XVII en Occidente predominaba la visión de un mundo encantado. Según Berman los objetos de la naturaleza

eran contemplados como algo maravilloso y con vitalidad, los hombres participaban activamente y no eran observadores distantes. Parte de la historia de los últimos cuatrocientos años sería la historia de un desencantamiento continuo y desde el siglo XVI la mente ha sido retirada o alejada del mundo de los fenómenos externos. Se posibilita la distinción rígida entre los observadores y observado. En la Edad Media disponíamos de un universo geocéntrico, cerrado, rodeado por Dios, el Movedor Inamovible; las explicaciones son finalistas, teleológicas. El movimiento forzado o espontáneo requiere de un movedor. La naturaleza es viva, orgánica. En el siglo XVII, el universo es heliocéntrico e infinito. Las explicaciones tienen que ver con la materia y el movimiento, los cuales no tienen propósito. El movimiento debe ser descrito y no explicado. La naturaleza está muerta, es mecánica. La revolución científica nos muestra un tiempo lineal, progresivo, que tiende al infinito, igual que el espacio. Está ausente todo significado inmanente, las cosas no poseen objetivos, sino que solamente conducta. Pero también aparece casi algo paradójico: aquello que “realmente” es real para el siglo XVII es lo abstracto. Los átomos son reales pero invisibles; la gravedad es real, pero solo puede ser medida, Bastaría la cuantificación abstracta para las explicaciones, ya se había perdido lo tangible y lo significativo. Galileo muere el mismo año que nació Newton, 1642. Con aquel se había cambiado el sentido de la investigación de la naturaleza, la pregunta pertinente no es el por qué cae un objeto, sino cómo cae, vale decir, no hay un porqué; la caída es descrita en términos de qué distancia, en cuánto tiempo. Más importante era describir cómo se comportan los objetos y no por qué. Quizás sea el momento de buscar alguna relación entre esta concepción del mundo, el modelo científico, con la representación que se tenía de las enfermedades mentales. No olvidemos que hasta Orlando Furioso de Ludovico Ariosto en los comienzos del siglo XVI, en el año 1505, las psicosis eran cuadros transitorios, que no se modificaban al sujeto después de su mejoría; comprometían el ánimo, eran provocadas por las emociones violentas que correspondían a castigo divino. Un siglo más tarde, en Septiembre de 1604, Cervantes obtiene el permiso real para publicar el Quijote. Al miso tiempo se iniciaba la composición de Otelo, en el año 1604 y del rey Lear en el año 1605. Justamente en Shakespeare y Cervantes hemos creído ver que por primera vez son descritas las psicosis que comprometen los pensamientos, es decir, se iniciaba una modificación en la concepción de la enfermedad mental en los comienzos de la Revolución Científica. En 1662 Descartes, en su tratado sobre el hombre, plantea la identificación de la existencia humana con el raciocinio puro y la idea de que el hombre puede saber todo lo que le es dado por vía de la razón. Esto habría de determinar la suposición de que la mente y el cuerpo, sujeto y objeto, eran identidades dispares, el pensar separa al hombre del mundo que tiene por delante y daría la posibilidad de convertir al hombre en objeto de la percepción. Tal vez aquí ya tenemos la herramienta para pensar en los pensamientos anormales. En la Edad Media la distinción entre lo interno y externo, lo psíquico y lo orgánico (físico), no existen, Berman dice que el colapso del universo mental medieval se produce a fines del siglo XVI. Las aventuras del Quijote son un intento de descifrar el mundo con la ideología medieval, el pensamiento que utiliza corresponde al de un universo finito, cerrado, explicado teleológicamente, se

5

requieren causas sobrenaturales y la naturaleza es muy cambiante, como si viviera. En su enfermedad percibe semejanzas que no existen. Donde él ve el Yelmo de Manbrino, Sancho únicamente puede ver la jofaina del Barbero; donde él percibe gigantes, Sancho solo ve molinos de viento. El ingenioso Hidalgo está al lado del conocimiento, vale decir, en un mundo paranoide. Antes la psicosis modificaba el afecto, las emociones. Creo que ya está preparado el terreno para la locura original de Battie, descrita en el año 1758y el delirio sin fiebre ni perturbación de la conciencia de Chiarugi, en el año 1795: ¿Por qué no aceptar enfermedades, sin causa aparente, sin haber rabia, ni celos, sin daño cerebral, vale decir, enfermedades intangibles, abstractas, como la fuerza de gravedad y la inercia de de Newton?. ¿Es posible que las enfermedades sean duraderas y eternas, así como el tiempo fásico, repetido, pero estático. ¿Si el sistema planetario se mueve en virtud de una ley de gravitación universal, sin requerir un objetivo divino,, es necesario explicar la enfermedad por mediación o castigo celestial como ocurrió con Nabucodonosor, Edipo, Ayax y Ariosto?. ¿No será un padecimiento directamente relacionado con la actividad del hombre?. Y así resulta que Don Quijote"… se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches de claro en claro y en los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio”. En palabras de Edmund, hijo natural de Gloucester y entonces hermano de Edgar, quien simuló padecer una psicosis en el Rey Lear de Shakespeare, podemos inferir el pensamiento del escritor inglés: “ Es la suprema estupidez del mundo que cuando enfermos de fortuna, muy a menudo por los excesos de nuestra conducta, culpemos de nuestras desgracias al sol, la luna y las estrellas; como si fuéramos malvados por necesidad, necios por exigencia de los cielos; truhanes, ladrones y traidores por el influjo de las esferas; borrachos, embusteros y adúlteros por obediencia forzada a la influencia planetaria y cuanto hay de mal en nosotros fuese una imposición divina”. Es decir, las enfermedades no cumplen un propósito, no tienen un porqué. Cuando comienza la revolución científica interesaba más conocer el cómo. En este caso, cómo se presentaba la enfermedad, describir el proceso desligado de las divinidades y también de los deseos del hombre. Así como para entender el movimiento no es necesario conocer el porqué se mueve el objeto, o lo que es lo mismo, quien le dio el impulso inicial, también en la psicosis ya no interesa quien la provocó o por qué. Y así como el movimiento de un objeto tiende al infinito a no ser por el roce, vale decir, tiene algo así como una causa interna que lo moverá eternamente por el espacio, así también una psicosis puede tener una causa interna, original, endógena. Desde este momento la humanidad estaba en condiciones de iniciar el estudio de las enfermedades esquizofrénicas. Pero no olvidemos que ha sido un largo recorrido y que la enfermedad mental se inicia con la descripción de una psicosis prolongada con restitución completa, la enfermedad de Nabucodonosor en el año 430 A.C. Es así que la historia debió dejar transcurrir aproximadamente dos milenios, hasta Cervantes y Shakespeare, para poder mostrar una enfermedad en que la alteración básica reside en el pensamiento, por exceso, como en Don Quijote, o por desorden, como en Tom de Bediam. Pero aún continúa la medicina en la búsqueda del cómo se produce la esquizofrenia. En 1987 Weinberger sintetiza el cúmulo de investigaciones y creo que podemos deducir de su artículo que lo llamado endógeno se aleja cada vez más. Este

autor nos dice: “varios factores del desarrollo posiblemente relacionados con la patogénesis de la esquizofrenia convergen en la adolescencia. Es un período de maduración anatómica y funcional para complejas regiones cerebrales que son importantes para la adaptación de la vida humana independiente. Es el tiempo de considerables vicisitudes ambientales y psicológicas, algunas muy estresantes para la mayoría de los individuos. Es el momento en el cual los sistemas dopaminérgicos cerebrales alcanzan su plena actividad. Si un individuo inicia esta etapa de la vida con una lesión que compromete estos sistemas neuronales en maduración, especialmente aquellos de la corteza pre-frontal, el individuo puede estar incapacitado para realizar las necesarias adaptaciones fisiológicas y conductuales. Si la lesión impide que la actividad dopaminérgica pre-frontal responda adecuadamente a las exigencias psicológicas y experienciales y no se logre mantener un desarrollo a la apr con la actividad dopaminérgica mesolímbica, se producirá una cadena de reacciones que puede llevar a una conducta desadaptativa similar a la esquizofrenia”. ¿Si estamos más lejos de lo desconocido, interno, primario o endógeno, estaremos más cerca de lo que se denomina esquizofrenia? Parece pertinente aceptar que esta psicosis puede haber afectado al Hombre desde hace casi cuatrocientos años y que su conceptualización se relaciona con las ideas de la revolución científica y que su descripción la inician los escritores, para ser vislumbrado como una entidad morbosa a mediados del siglo XVIII por la Medicina y a fines del siglo XIX por la psiquiatría.

Dr. Pedro Retamal, psiquiatra y docente de la U. de Chile

6

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.