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FAMILIA MARISTA AMAOS COMO YO OS HE AMADO, CON EL CORAZÓN ABIERTO, CONSTRUYENDO ENTRE TODOS LA FAMILIA DE MARÍA. No podemos renunciar a lo que otros nos dejaron, Marcelino vive hoy a través de nuestros brazos. Debemos continuar lo que ellos comenzaron. Donde haya un hermano allí tengo yo mi casa, con el pan y con el vino celebramos el encuentro, es un signo de familia acoger al que ha llamado.
Son testigos de esperanza los tres puestos que anhelamos, una cruz en el camino, el sufrir de cada hermano, el Belén de cada día y el altar de nuestras manos.
La historia de nuestra espiritualidad está hecha de pasión y compasión: pasión por Dios y compasión por los demás (AR1) Al vivir nuestra espiritualidad, nuestra sed se sacia en los ríos de “agua viva”. A cambio, nosotros mismos nos convertimos también en “agua viva” para los demás. (AR14)
MI CAMINO DE FE A LA LUZ DE LOS RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD MARISTA
Presencia y amor de Dios Gradualmente, día a día, vamos profundizando en nuestra experiencia de la presencia amorosa de Dios en nosotros y en los demás. Esta presencia de Dios es una profunda experiencia de sentirnos amados por Él personalmente y la convicción de que Él está junto a nosotros en las experiencias humanas de cada día. (AR16b)
Desde tu experiencia ¿cómo sientes y qué imagen tienes de Dios? ¿Quién es Dios para ti?
Confianza en Dios La relación que Marcelino tenía con Dios, junto con la conciencia de sus limitaciones, explica su ilimitada confianza en Él. La profundidad de esta confianza sorprendía a los que trabajaban con él y escandalizaba a algunos que juzgaban temerarias sus acciones. Con humildad, él veía que Dios actuaba, y por eso obraba con valentía y compromiso. (AR17) ¿Cómo percibes tu confianza en Dios y cómo la manifiestas?
Amor a Jesús y su evangelio Marcelino enseñó a los primeros hermanos: Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, ése es el fin de vuestra vocación y el fin del Instituto (Vida, 2ª parte. Capítulo VI). Jesús es para nosotros el rostro humano de Dios. Para nosotros, maristas, tres lugares son en los que Jesús nos revela a Dios de un modo privilegiado: En Belén descubrimos a un Dios que ha plantado su tienda en medio de nosotros, y al que llamamos “hermano”. Al pie de la Cruz nos quedamos sobrecogidos ante un Dios que nos ama sin reservas, que comparte el sufrimiento físico y psicológico, la traición, el abandono y la violencia de los hombres y transformando esas experiencias. Humilde fidelidad en el amor. En el Altar, en la Eucaristía, encontramos un lugar privilegiado para entrar en comunión con el Cuerpo de Cristo, unirnos a todos los miembros que lo componen y profundizar en nuestra relación con Jesús y su presencia en nuestras vidas. Estos lugares preferidos, donde hallamos el amor de Jesús, son también espacios de encuentro con los pobres: nos sensibilizamos con las situaciones de pobreza y fragilidad de los niños y jóvenes, especialmente los menos favorecidos; nos asociamos con aquellos que se ven afectados por el fracaso y el sufrimiento, y con los que luchan por el pan, la justicia y la paz; entramos en comunión con el amor de Jesús, que nos conduce a una relación profunda con los pobres. (cf. AR19-24)
¿En qué medida te sientes identificado con la frase: Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar? ¿Cómo lo reflejas en tu relación con las demás personas?
Al estilo de María La relación de Marcelino con María estaba profundamente marcada por una afectiva y total confianza en Ella, a quien veía como “Buena Madre”, porque suya era la obra que había emprendido. Él nos dejó escrito: Sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque María tiene siempre a su adorable Hijo en sus brazos o en su corazón (Carta a obispo Pompallier,1830). Compartimos la maternidad espiritual de María cuando asumimos nuestra tarea de llevar la vida de Cristo al mundo de aquellos cuyas vidas compartimos. Ella inspira nuestra actitud con los jóvenes. (cf. AR25-27)
Para Champagnat, María era su “Recurso ordinario”, para nosotros maristas es “Nuestra Buena Madre” y “Hermana en la fe”, para los cristianos en general es “Primera discípula”. ¿Qué nombre le darías tú para resumir tu relación con ella? ¿Cómo te ayuda María a seguir a Jesús?
Espíritu de familia Marcelino y los primeros hermanos estaban unidos en mente y corazón. Sus relaciones estaban marcadas por el calor y la ternura, llamados a desarrollar las actitudes que hacen realidad un espíritu de familia: amor y perdón, ayuda y apoyo, olvido de sí, apertura a los demás, y alegría. Entre los maristas de hoy, con una amplia presencia de mujeres, la imagen de hermana ha enriquecido los modos en que nos relacionamos y definimos nuestro apostolado. Esencialmente nuestra relación con los demás consiste en ser hermano y hermana para cada uno. (cf. AR30-32)
¿Qué actitudes consideras básicas para que se de una relación familiar? De las actitudes propuestas por ti y las propuestas por Champagnat ¿Cuáles vives en lo cotidiano (familia, trabajo, otras relaciones…)? ¿Cuáles tendrías que potenciar más?
Espiritualidad de sencillez La humildad está en el centro de la espiritualidad marista que nos viene de Marcelino y los primeros hermanos. Esta virtud se manifiesta en una actitud de sencillez, especialmente en el modo de relacionarnos con Dios y con los demás. Nos empeñamos en ser personas íntegras, sinceras, abiertas y transparentes en nuestras relaciones. Marcelino aprende esta actitud de sus relaciones familiares: de su madre (María Teresa Chirat) aprendió a confiar en Dios; de su tía (Luisa Champagnat) aprendió el abandono filial en los brazos de este Dios; de su padre (Juan Bautista Champagnat) aprendió la sinceridad y la honradez. A través de los gozos y luchas de la vida aprendió a ser humilde y confiado. (cf. AR33-34)
¿Qué personas han sido significativas en tu vida, ayudándote a forjar tu personalidad, tus valores, tu relación con Dios y con los demás? Escribe el nombre de algunos de ellos y da gracias a Dios por ellos
TRABAJO PERSONAL Relee lo que has escrito en los espacios durante el tema. Elabora tu itinerario de fe personal, por medio de un dibujo, un esquema, un mapa, resaltando: ¿Cómo ha sido mi relación con Dios en diversos momentos de mi vida? Personas y experiencias significativas que han influido en mi relación con Dios. Manifestaciones concretas en mi vida cotidiana (familiar, laboral, otras relaciones…) Uno o dos aspectos en los que me siento llamado a poner más énfasis y qué medios me pueden ayudar.
MOMENTO FINAL:
Nos convertimos en ríos de agua viva (Basado en AR 42 y 43)
Aquí estamos Señor, reconociendo nuestra sed de espiritualidad y la sed de muchas otras personas con las que nos encontramos. La historia de nuestra espiritualidad es ciertamente sencilla. Es una historia de hombres y mujeres, que experimentan una sed que sólo Dios puede saciar. Una vez que han bebido, se sienten llenos del propio deseo de Jesús: encarnar la Buena Noticia de Dios. Nosotros, discípulos de Marcelino, creemos que nuestra espiritualidad es un regalo de Dios para compartirlo con la Iglesia y con el mundo. Movidos por el Espíritu, urgidos por el anhelo de Dios de traer la vida al mundo, nos convertimos en ríos de agua viva que fluyen en los ámbitos personales, comunitarios y apostólicos de nuestras vidas. Por eso, queremos ser capaces de testimoniar en nuestras vidas cotidianas el dinamismo de esta espiritualidad; contagiando a los demás, sobre todo a los jóvenes y los niños, para que se sientan atraídos e invitados a adoptarla como su propia manera de llegar a ser “agua viva”