Por. JAIRO PARADA CORRALES 1

LA ECONOMIA INSTITUCIONALISTA ORIGINAL Y LAS TEORIAS DEL DESARROLLO DE AMERICA  LATINA: UNA REVISIÓN CRÍTICA  Por. JAIRO PARADA CORRALES 1 RESUMEN  

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CONTROL DIGITAL Por JOHN JAIRO CESPEDES MURILLO OSCAR DONALDO RODRIGUEZ BERMUDEZ UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA UNAD ESCUELA DE CIENCIAS

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LA ECONOMIA INSTITUCIONALISTA ORIGINAL Y LAS TEORIAS DEL DESARROLLO DE AMERICA  LATINA: UNA REVISIÓN CRÍTICA 

Por. JAIRO PARADA CORRALES 1 RESUMEN   Este trabajo está dirigido a examinar críticamente la posición de los Economistas Institucionalistas Originales de la escuela americana (basados en el enfoque Veblen-AyresCommons-Mitchell) con referencia a las diversas teorías del desarrollo de América Latina. Así, se examinan las apreciaciones de estos economistas con respecto a las teorías del desarrollo equilibrado, desequilibrado, la teoría de la CEPAL, la teoría de la dependencia, el Neoestructuralismo y el Neoliberalismo, destacando sus aciertos y limitaciones. Posteriormente, se introduce la necesidad de reformular críticamente el enfoque del institucionalismo original Vebleniano sobre la relación entre desarrollo e instituciones, enfatizando la visión sistémica de Veblen, la relación estructura y agencia, y las limitaciones de las visiones culturalistas. Al final se derivan conclusiones, destacando la necesariedad de construir una visión ontológica y epistemológica basada en el la escuela Pragmatista de Dewey y Peirce, y en el enfoque evolucionarlo de Darwin, para poder interpretar los problemas del desarrollo latinoamericano, como alternativa teórica a las interpretaciones de la ortodoxia económica y sus variantes como el neoinstitucionalismo.

Palabras claves: Instituciones, Desarrollo, América Latina Clasificación JEL: B52, 010, 054

ABSTRACT This essay is aimed to assess critically the Original Institutional Economists thought representing the American tradition (based on Veblen-Ayres-Commons-Mitchell’s approach) with regard to the main development theories in Latin America. Hence, these economists´ visions with respect to theories of balanced development, unbalanced development, ECLA´s theory, dependence theory, Neostructuralism and Neoliberalism are presented underlining their achievements and limitations. Later the need to reformulate critically the Veblenian Institutionalist approach is outlined regarding the relationship between development and institutions, emphasizing the Veblenian systemic vision, the interaction between structures and agency and the limitations of cultural views. At the end, conclusions are derived, underlining the need of constructing an ontological and epistemological vision based on Dewey and Peirce pragmatist philosophy, supported by a                                                              1

 Profesor. Departamento de Economía. Instituto de Estudios Económicos del Caribe. Universidad del Norte. Barranquilla. Colombia. E-mail: [email protected]. Ensayo presentado al Primer Seminario de Economía Institucional-Nov. 17 y 18 del 2008. Universidad Autónoma Metropolitana de México. México, DF.

Darwinian evolutionary approach in order to explain the economic development problems of Latin America as an alternative to Orthodox Economics and New Institutional Economics. Keywords: Institutions. Development, Latin America JEL Classification: B52, 010, 054

Introducción Con la actual crisis financiera que vive el capitalismo mundial, parece haberse inaugurado una profunda fase de reflexión sobre la relación entre las instituciones y el desarrollo económico en la medida en que el encantamiento con las teorías que enfatizaban las soluciones basadas en la eficiencia de los mercados parece haber llegado a su fin. Pero ello nos obliga aun más a realizar una reflexión muy cuidadosa sobre los enfoques anteriores ligados a las miradas que los economistas institucionalistas americanos tuvieron sobre nuestros patrones de desarrollo latinoamericano, sobretodo cuando a la vez en América Latina aparecen corrientes fuertemente estatizantes que pudiesen implicar la repetición de viejas ideas que en el escenario global deberían ya estar superadas, las cuales por lo general no son muy cuidadosas del engranaje entre las instituciones y los logros del desarrollo. Sin duda, hoy necesitamos más intervención y regulación del estado. Pero las experiencias recogidas en los últimos treinta años no pueden ignorarse. Por ello, abrir nuevos caminos será un sendero de prueba y de error, de ninguna manera fácil, lo cual nos exige la revisión cuidadosa de nuestra herencia teórica. Este ensayo busca familiarizar al lector con una revisión critica del pensamiento de los economistas institucionalistas americanos con relación a las teorías del desarrollo latinoamericano, cuyos aportes han sido bastante desconocidos en nuestro mundo hispano parlante. El animo es mirar sus logros y limitaciones, así como el de extraer lecciones para los desarrollos actuales que nos permitan abrir nuevas avenidas teóricas sin renunciar a las líneas básicas de la Economía Institucional Vebleniana, precisamente en estos tiempos en los cuales el eclecticismo parece permear con exceso el campo de la Economía Institucional. Por lo anterior hacemos un recorrido cronológico de los principales autores, en forma paralela al decurso de las principales teorías del desarrollo latinoamericano, para

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culminar al final con reflexiones que apuntan a señalar aspectos cruciales a resolver para abrir el camino a futuras investigaciones en el campo. La Economía del desarrollo en la Post Guerra El desarrollo económico como campo especifico en la ciencia económica se inició durante los 50s, cuando los economistas se dieron cuenta que los problemas que afectaban a la mayoría de los países de Asia, África y Latino América, no podían ser entendidos con las herramientas teóricas tradicionales de la economía neoclásica tradicional. Por supuesto, nuestras

sociedades fueron muy complejas, enmarcadas

en diferentes tradiciones

culturales, con economías de mercado débiles, enromes rezagos tecnológicos e instituciones políticas y sociales muy diferentes de la tradición europea y norte americana. También, hubo un mayor interés con las situaciones de estos países como fuente de futuros conflictos militares que hacia poco salían de la Segunda Guerra Mundial 2 , sumergidos en la inmediata guerra fría. Algunos académicos en los Estados Unidos y Europa iniciaron el análisis inicial referido al curso de las naciones pobres. Ragnar Nurske (1953) destacó el “circulo vicioso del subdesarrollo” predominante en estos países, y la necesidad de romper este circulo mediante la inversión privada, gasto público y/ o el comercio internacional. Gunnar Myrdal (1957) puntualizó las limitaciones de la teoría económica tradicional en los países menos desarrollados y resaltó su teoría sobre ‘la causación circular acumulativa ’ que operaba en los círculos de pobreza. W.W Rostov (1960) describió el desarrollo como un proceso de diferentes etapas de crecimiento, donde, dadas ciertas condiciones, específicamente en el coeficiente de inversión privada, el ‘despegue’ hacia el desarrollo podía ser posible. El rol de la inversión de capital fue expuesto también desde enfoques derivados de la perspectiva                                                              2

La historia de la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del siglo presente sólo confirmó esta presunción: Corea, Vietnam, Congo, Mozambique, Etiopía, Medio oriente, Afganistán, Irak y las luchas guerrilleras en Latinoamérica.

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Keynesiana como es el caso del modelo de Harrod-Domar 3 (Domar 1957). Desde la perspectiva neoclásica, como respuesta al modelo de Harrod Domar, R. Solow (1956) presentó su modelo de crecimiento que tuvo y continua teniendo mucha influencia en el análisis de la corriente dominante en la ciencia económica. El interés por un débil coeficiente de inversión fue anticipado por los hallazgos de Paul Rosenstein-Rodan (1943), quien sugirió la necesidad de un “Big Push” de la inversión de varios sectores al mismo tiempo, en una ‘estrategia de equilibrio’, seguida por las ideas creativas de Albert Hirschman sobre ‘las estrategias de desequilibrio’ basado en la idea de los sectores lideres, sustentado por los eslabonamientos y complementariedades hacia delante y hacia atrás. W. A. Lewis (1954) claramente introdujo el problema de las instituciones en su modelo cuando resaltó su modelo ‘dualístico’ de tal manera que se ilustrara cómo el desarrollo del sector moderno (industrial) estuvo basado en la oferta disponible de trabajo en el sector pre-moderno. Su enfoque fue desarrollado posteriormente formalmente por Fei – Ranis (1964). Adicionalmente, H. Myint (1965) mostró el rol del sector exportador en un proceso en desarrollo y F. Perroux (1964) vinculó el análisis sobre el desarrollo con los polos de crecimiento ‘regional’. Los enfoques teóricos generados durante los 50s y los 60s fueron capaces de construir una teoría que en palabras de Paul Krugman “…contuvo, mas o menos explícita y auto concientemente, una teoría en la cual las estrategias complementarias jugaron un rol en el desarrollo, en la cual las economías externas surgieron de una relación circular por lo cual la decisión para invertir en la producción en gran escala dependió del tamaño del                                                              3

Debe notarse que Harrod y Domar presentaron diferentes modelos los cuales pese a estar integrados, sus interese teóricos fueron diferentes en cada modelo.

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mercado, y en la cual el tamaño del mercado dependió de la decisión a invertir…algo que tiene perfectamente sentido lógico” (Krugman 1992, 25). La teoría no fue formalizada matemáticamente, no debido a la falta de habilidades matemáticas de los autores sino por el tema problemático de “reconciliar economías de escala con estructura de mercado competitivas” (Krugman 1992, 27) 4 . Aunque estos autores estaban conscientes de que las “instituciones importan” en sus análisis de desarrollo económico, su principal interés estuvo básicamente relacionado con los factores económicos 5 . Las instituciones fueron vistas como factores entorpecedores, pero no fueron incorporadas como una variable crucial en la dinámica básica de los modelos. Se suponía que un proceso de modernización podría resolver esas limitaciones mediante adecuadas reformas. Los factores económicos siempre estuvieron jugando un rol básico. Durante los 60s algunos economistas de la Economía Institucional Original (EIO) empezaron a elaborar sus intuiciones sobre el desarrollo económico siguiendo los aportes teóricos de Ayres. Uno de estos pioneros fue Wendell Gordon 6 . El decisivamente rechazó cualquier noción basada en la falta de recursos como una causa del subdesarrollo. Sostuvo                                                              4

Ciertamente Paul Krugman (1992) hace un buen trabajo formalizando muchas de esta teorías. Claramente mostró que la falta de formalidad matemática no era el problema esencial.

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Gunnar Myrdal parece ser una excepción quien claramente definió el desarrollo “como el movimiento hacia arriba del sistema social entero, donde existe causacion entre las condiciones y los cambios con efectos acumulativos” (Myrdal, 1974). Claramente, tuvo un enfoque institucional sobre el desarrollo como punto de inicio.

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Debo subrayar la extensión y profundidad de trabajos teóricos, históricos y empíricos de estos primeros economistas institucionalistas hacia el desarrollo de América Latina. Desafortunadamente, sus trabajos no fueron traducido al español y su legado ha sido ignorado en esta área del mundo.

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que “… capital, trabajo calificado y poder de compra no están presentes donde sea, antes del evento de la industrialización. Estos se generan tanto el desarrollo económico vaya en marcha” (Gordon 1965, 155). Además, el argumentó que la posibilidad de desarrollo debía ser explorada en la investigación sobre “la presencia o falta de motivación necesaria para generar el proceso evolucionarlo” (Gordon 156). Rechazó la idea neoclásica que la aparición de los beneficios era suficiente atracción para impulsar al desarrollo. También consideró que el progreso económico estuvo condicionado por la resistencia estática al cambio, especialmente cuando las sociedad fue evidenciando la asimilación de nuevas tecnologías. El proceso de acumulación de nuevas tecnologías va a definir el rol de las fuerzas en movimientos y la apropiada disponibilidad de los recursos idóneos al nivel de la tecnología (Gordon 159). Siguiendo la perspectiva de Ayres, Gordon sostuvo que “la acumulación de conocimiento tecnológico es el mayor fuerza dinámica en el progreso económico” (Gordon 159). Esta fuerza va a ser estar restringida por la flexibilidad del orden institucional. Algunos ordenamientos institucionales serán más resistentes que otros frente a las oleadas de cambio tecnológico. En su extenso trabajo, Gordon prestó atención a aquellas estructuras en Latinoamérica, tales como el rol de los propietarios de la tierra, regimenes políticos, grados de descentralización, ejército, religión, gobierno, burocracia gubernamental y la falta de empresarios (Gordon, 172). Gordon también destaco la importancia de los movimientos internacionales de tecnología, estando plenamente consciente de que tan importante fue para una nación ser capaz de asimilar conocimiento y tecnología extranjeros y aplicarlos domésticamente de

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una manera ingeniosa. También critico la inversión extranjera mediante los esquemas de “enclaves”. Un tema importante que no escapó la atención de Gordon fue el rol de las ideas y la cultura en el desarrollo económico. Fue muy critico de la iglesia católica la cual consideró como una fortaleza de las instituciones conservadoras en América Latina. También Gordon hizo énfasis en la influencia de las filosofías idealistas (tales como las de Rodó en Argentina) contra la difusión de ideas capitalistas (Gordon 22). William Glade (1969) también dedicó mucho esfuerzo al estudio del desarrollo, centrando su atención a la relación entre las tradiciones culturales y los recursos económicos. Definió “recursos” como una función de tres elementos, 1) los no humanos, 2) factores culturales, y 3) la continuidad del tiempo detrás de estos (Glade 1969, 14). Para él, los factores culturales, identificados como un complejo de condiciones tecnológicas e institucionales determinan el uso de los recursos (tecnología) y la utilidad de estos (institucional). Para el autor, “la acción económica toma lugar en un gran ambiente cultural el cual condiciona la motivación de los actores económicos, su percepción de las oportunidades económicas, la distribución y fortaleza de los incentivos y el acceso a la estructura de oportunidades” (Glade 1969). Glade dedica extensos capítulos de su libro The Latin American Economies (Glade 1969)  al estudio del origen de las instituciones

neo-

ibéricas y la organización y gerencia del sector publico durante la América española. No rechaza el uso del análisis microeconómico y macroeconómico, destacando que

“el

institucionalismo trasciende los limites de estas ramas del análisis económico” (Glade 1969, 26).

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Durante los 70s y los 80s, una mayos cuerpo sólido y consistente de teoría elaborado por James Street (1988), James Dietz (1987) y John Adams (1993) 7 siguió los trabajos previos de Gordon y Glade 8 . Street considera la teoría institucionalista del desarrollo como una extensión del cuerpo general de la teoría institucional (Street 1988, 443). El desarrollo es visto por él como un complejo proceso cultural “… en vez de un sistema estable de fuerzas contra balanceadas reguladas por un mecanismo de mercado fluido y de auto ajuste” (Street 1988, 443). La fuerza dinámica detrás del crecimiento económico es la utilización de conocimiento técnico e instrumentos; las fuerzas inhibidoras del progreso social están circundadas en instituciones ceremoniales. En los países en desarrollo, la existencia de los patrones de comportamiento, basado sobre la dominancia de estructuras arcaicas, obstaculiza la utilización de habilidades tecnológicas (Street 1988, 443). De acuerdo con Street, la universalidad

de la tecnología debe enfrentar

la

especificidad de la cultura de las instituciones. Street es consciente de las similitudes entre la estructura teórica de los economistas institucionalistas y marxistas, basado en la comparación entre Veblen y Marx. Pero Street claramente describe la visión no-teleológica de los economistas institucionalistas en su enfoque de la naturaleza de la organización económica como un constante flujo sin un

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Phillip Klein ofrece un inventario detallado de muchos ensayos escritos por los pensadores institucionalistas en diferentes áreas, sosteniendo que incluso la economía convencional del desarrollo económico tiene que ser institucionalista. También sostiene que “en el centro del corazón del desarrollo económico, reside el proceso de cambio tecnológico. La rueda y el misil están basados sobre la misma continuidad tecnológica” (Klein, 1977). 8

Debo decir que W. Gordon y W. Glade no fueron los únicos economistas institucionalistas que escribieron sobre desarrollo durante este periodo previo. Uno es capaz de encontrar otros artículos escritos por los economistas institucionalitas sobre el tópico durante los 60s, pero uno tiene que reconocer que estos dos autores hacen el mayor esfuerzo sistemático, profundo y extenso.

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destino predeterminado (Street 1988, 446). También rechaza la noción de la lucha de clases como la principal fuerza de la historia. James Dietz está de acuerdo con Street en que “todo el pensamiento institucional es sobre el desarrollo” (Dietz & Street 1987, 11). Reconocieron que existen tensiones que impulsan, y al mismo tiempo, obstaculizan el crecimiento económico y el desarrollo. La relación entre las fuerzas del progreso técnico y el “retraso de las estructuras de ‘instituciones pasadas y socioeconómicas, y su comportamiento asociado y el pensamiento de los patrones ceremonialistas’, generan el retraso de la adaptación tecnológica, bloqueando el desarrollo económico” (Dietz & Street, 11). Además, Dietz y Street nos recuerdan

que

“…el

análisis

institucional

por

eso

es

fundamentalmente

cualitativo 9 …esencialmente Darviniano y evolucionario (histórico)…” (Dietz & Street, 11). Finalmente, se puede notar el surgimiento de la idea de que “las tensiones” entre tecnología y las instituciones ceremonialistas también determinan la posibilidad de desarrollo. En los 90s, John Adams enriqueció el enfoque institucional sobre el desarrollo cuando nos invito a mirar el rol de las instituciones en tres diferentes dimensiones: como estructuras, como procesos y como incentivos (Adams 1993, 245). Las instituciones son vistas como estructuras y están “organizadas y forman una unidad de espacio social regulado en que las personas operan dentro de estos, y existen vínculos y recubrimientos dentro del dominio de otras instituciones” (Adams, 252). Las tensiones provinieron desde y dentro de la instituciones, pero ahí están también los comportamientos de los seres                                                              9

Esta afirmación necesita ser calificada. W. Mitchell, P. Klein y otros son un buen ejemplo de cómo el análisis cuantitativo fueron hechos por economistas de la EIO.

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humanos en un proceso consciente sobre la perspectiva solución-problema, mostrando condiciones sociales y materiales cambiantes. El cambio es inevitable pero también es difícil. Las instituciones definen los incentivos y la agencia humana juega un importante rol, no únicamente por los beneficios sino también por el cambio social en si mismo 10 . En resumen, el centro del análisis institucional del desarrollo económico quedó cerca a las herramientas teóricas básicas definidas por la tradición Veblen-Ayres donde estos académicos introdujeron más elementos dinámicos y enfatizaron el rol importante de la agencia humana. Sin embargo, desde los 60s hasta los 90s diferentes teorías económicas sobre el desarrollo tomaron la vanguardia. Por lo tanto, enseguida examino la respuesta de la EIO a estos nuevos desarrollos. Institucionalistas y Estructuralistas Latino Americanos Durante los 50s, un grupo de economistas latino americanos, liderado por Raúl Prebisch, Aníbal Pinto y Osvaldo Sunkel, empezaron a construir un enfoque sobre el desarrollo económico llamado la teoría de la CEPAL, un nombre que viene de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, entidad creada después de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de los partidarios de este enfoque también fueron reconocidos los “estructuralistas” latino americanos y su influencia fue importante en la

                                                             10

Se debe resaltar que el enfoque institucionalista esta lejos de cualquier enfoque fatalista con respecto a las posibilidades de desarrollo. Como Dietz y Street afirman (1987, 11), el enfoque institucionalista “ofrece terreno para la esperanza con la aplicación de la inteligencia colectiva y esfuerzo cooperativo, el proceso de crecimiento pudo haber sido menos costoso en términos humanos y mas firmemente dirigido hacia al progreso social”.

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esfera académica y en algunos gobiernos latino americanos 11 . La teoría cepalina fue un intento de los economistas de la región de elaborar una interpretación autóctona del proceso de industrialización del hemisferio. Estos académicos estaban profundamente insatisfechos con las conclusiones de la economía neoclásica con respecto al problema de la región. Debido a la gran depresión de 1930 y la Segunda Guerra Mundial, muchos países en desarrollo fueron forzados por las circunstancias para seguir una industrialización basada en la sustitución de importaciones (ISI) como estrategia para cubrir la demanda domestica de bienes manufacturados que, antes de este periodo, eran importados de los principales países desarrollados. La estrategia fue espontánea y no basada en un modelo económico; esto permitió un proceso dinámico de industrialización por casi 25 años. Sin embargo, cerca de los 1950s, las contradicciones de la estrategia del ISI fueron evidentes. Estas se reflejaron en el desequilibrio en el balance comercial externo, inflación domestica, urbanización acelerada y los cuellos de botella en la economía. Raúl Prebisch en su famoso reporte The Economic Development of Latin America and its Principal Problems (1950) sostuvo que el deterioro de los términos de intercambio contra los países en desarrollo, no fue únicamente causado por la naturaleza de los productos de exportación (productos primarios) sino además, por el hecho que los frutos del progreso tecnológico generados por los “centros” no era transferido a la “periferia”. Este resultado iba evidentemente contra la teoría tradicional

neoclásica del comercio

internacional, afirmando Prebisch que el comercio internacional no era necesariamente benéfico para los países pobres, y que los mecanismos del mercado internacional muchas                                                              11

La mejor síntesis de la teoría Cepalina fue escrita por Rodríguez (1981).

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veces operaban contra los países menos desarrollado (PMD). Los economistas de la teoría cepalina concentraron mucha atención a los factores institucionales, tales como la estructura de la tenencia de la tierra, la falta de democratización, la estructura industrial distorsionada y el profundo desequilibrio dentro de cada una de las economías domesticas. También se opusieron a la explicación “monetarista” de la inflación en estos países, proponiendo un enfoque estructuralista basado en las rigideces internas y los cuellos de botellas como principales factores generadores de procesos inflacionarios. Los economistas institucionales simpatizaron con la teoría cepalina, enfatizando las similitudes entre ambas actuales corrientes de pensamiento económico. Sin duda, la convergencia entre tanto los análisis de desarrollo económico y su criticas sobre la teoría neoclásica fue evidente. Empero, la EIO también postuló algunas críticas a las economistas estructuralistas, concentradas básicamente en su enfoque sobre el progreso tecnológico 12 . Ciertamente, Street (1988) sostuvo que “entre los estructuralistas latino americanos fue mas difícil reconocer la importancia critica del comportamiento tecnológico como fuerza dinámica en el crecimiento” (Street 1988, 459). En otras palabras, los estructuralistas tendieron a “tratar la innovación tecnológica como algo disponible exclusivamente para países o “centros” industrialmente avanzados” (459). En otro articulo, Street sostuvo que esta visión del proceso tecnológico por los economistas estructuralistas “puede reflejar una ruptura cultural con respecto a sus propios antecedentes” (Street 1987b, 108). El rezago en el progreso tecnológico en Latinoamérica                                                              12

James Street fue un admirador de Raúl Prebisch y su trabajo teórico. Ver (1987a).

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no pudo ser únicamente culpa de los colonizadores españoles, sino también a “la larga ausencia de un interés nativo en la tecnología” (109). Esta región necesitó domesticar” e “interiorizar el progreso tecnológico de tal manera que podría llegar a ser – de acuerdo a Street- una parte de la cultura indígena, como la experiencia de Japón a finales del siglo XIX lo demostró. Este atraso de integración de la tecnología moderna fue responsable de la escasez de la industria y la inadecuación de los sistemas educativos latino americanos (Street 1987b 110). Durante los 70s Prebisch (1981) mejoró sus teorías sobre el capitalismo periférico y prestó algunos conceptos de la teoría de Veblen sobre el consumo, aunque se dio cuenta que no había leído mucho sobre Veblen y Ayres (Street 1987a, 657). La teoría cepalina fue atacada por la corriente ortodoxa de la Economía pero también desde la izquierda. Para finales de los 1960s y los 1970s, una crítica mas fuerte provino de la teoría de la dependencia. También, las elites latino americanas empezaron a abandonar tanto la ISI y el estructuralismo debido, básicamente, a su falta de voluntad de emprender las reformas sociales y políticas que la teoría recomendaba. Además, empezaron a abandonar este enfoque debido a las presiones externas provenientes de los países desarrollados y su estructura institucional caracterizada por el FMI y el Banco Mundial. Los Institucionalistas y la Teoría de la Dependencia La teoría de la dependencia ganó cierta popularidad entre los académicos y estudiantes para finales de los 60s y los 70s, aunque nunca fue aceptada al nivel de las elites. La primera versión de esta escuela fue vista como una teoría mas moderada, reformistas, inspirada por la teoría cepalina, la hizo un llamado por el desarrollo

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“autónomo” y “nacional” de los países sin estar sujetos excesivamente a la deuda externa y a la inversión extranjera. Esta rama del pensamiento sobre el desarrollo económico fue liderado por Celso Furtado (1970), Osvaldo Sunkel y Pedro Paz (1973). La principal idea de esta versión de la dependencia fue el análisis del capitalismo en un marco de “centro” y “periferia”. El subdesarrollo en la periferia fue el otro lado de la moneda del desarrollo de los países del “centro”. La dependencia fue vista como un factor “externo” que se manifestó mediante diversos mecanismos trasladados en el comercio, las finanzas, la economía, la política y dependencia cultural. La segunda versión de la teoría de la dependencia fue mucho más radical al estar inspirado por los analistas marxistas. El teórico inicial fue Andre Gunder Frank (1969), quien descartó la reconocida tesis de los partidos comunistas pro-soviéticos en Latinoamérica quienes sostenían que esta región no había superado cierta clase de “feudalismo” durante la colonia española. Para Frank, el capitalismo era como un sistema planetario con un centro en el sol, y los planetas en la periferia. Desde la era colonial, Latinoamérica estuvo vinculada a la acumulación primitiva de capitalismo en Europa. Por lo tanto, las relaciones de producción en esta región estuvieron caracterizadas por la extracción del plusproducto desde el inicio de las relaciones comerciales. El periodo mercantilista (capitalismo comercial) estuvo caracterizado como “dependencia colonial” y fue reemplazada en el siglo XIX por la dependencia “semi-colonial” (capitalismo industrial) ahora con Inglaterra como nuevo “centro”. Después de 1930 y la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos fueron el nuevo centro, instalando la dependencia “neocolonial” (imperialismo o capitalismo financiero).

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Basado en esta perspectiva, el subdesarrollo fue la manifestación de la explotación de los países pobres por parte de los países desarrollados. La prueba de la tesis fue dada por la afirmación que cuando estas relaciones entraron en crisis debido a las guerras mundiales o a las dificultades económicas, la periferia tomó ventaja por recuperar un sendero de desarrollo (por ejemplo en la década de los 30s y la Segunda Guerra Mundial). Si el capitalismo fue la causa del subdesarrollo, la solución era clara: únicamente una revolución socialista que pudiera romper las cadenas del sistema capitalista podía ser capaz de generar el desarrollo. La tesis de Frank fue criticada y re-elaborado por H. Cardoso y E. Faletto (1979) y Theotonio Dos Santos (1970) 13 . Estos autores criticaron a Frank debido a su confusión entre las relaciones de mercado y capitalismo. Estos autores rechazan la posición radical extrema de la imposibilidad de desarrollo bajo la dominación caracterizada por la dependencia. Intentaron explorar los conceptos en una forma dialéctica, admitiendo alguna posibilidad para el desarrollo, pero de un tipo distorsionado y limitado. Los autores llamaron a esta clase de desarrollo “desarrollo dependiente”. También exploraron las relaciones dentro de las estructuras de clases entre la periferia y los países “central”, dando algún rol a los actores locales, aunque sus posibilidades estuvieron muy restringidas debido a las relaciones estructurales. La dependencia, por esto, no fue algo “externo” sino que intrínsicamente estaba vinculada a la existencia de capitalismo. También, los autores de la dependencia consideraron que el “feudalismo” en América Latina no fue la principal causa del subdesarrollo. No hubo en rigor tal feudalismo.                                                              13

Debe ser notado que el rigor de Dos Santos (1970) y su inmensa popularidad le permitió publicar su principal tesis en la American Economic Review.

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Los economistas institucionalistas simpatizaron con la teoría de la dependencia reconociendo su visión holística de las relaciones dentro del sistema capitalista, su indiferencia por la teoría neoclásica y su enfoque interdisciplinario. Pero si uno recuerda los principios de la visión institucionalista del progreso económico expresados por Ayres, los economistas de la EIO rechazaron muchos aspectos importantes del enfoque de la dependencia. De hecho, Street (1988) destacó que su “visión mas radical y pesimista (donde), la dependencia es una condición histórica persistente de la cual no hay escape sino mediante una súbita revolución social” (Street, 462) 14 . Además, los dependentistas no eran capaces de dar una explicación teórica de los factores “internos” que impidieron el desarrollo. En palabras de Street, “la escuela de la dependencia ha dado escasa importancia a los factores domésticos y frecuentemente, profundamente culturales” que también han contribuido al retraso económico… (éstos) han ignorado el papel de la de la escasez relativa de los científicos latinoamericanos y de la actividad tecnológica dentro del mundo en desarrollo” (Street, 462). Además, los economistas institucionalistas rechazaron cualquier compromiso con la necesidad de cualquier revolución social para alcanzar el desarrollo, criticando su noción de un análisis simple de dos clases y la idea de la lucha de clases como la fuerza principal en el movimiento de la historia. Los economistas institucionalistas postularon que los comportamientos coercitivos y de explotación se observaban también dentro de las clases más bajas, y que era posible                                                              14

Wendell Gordon también critico la teoría de la dependencia sobre el mismo tema, diciendo, “la característica mas lamentable de esta teoría de la dependencia es la implicación de impotencia, la idea que de alguna manera los países subdesarrollados están encerrados dentro de una relación desventajosa en la cual estos no puede hacer nada al respecto” [Gordon, 1982].

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descubrir los esfuerzos sociales para desarrollar y reformar las instituciones que le permitiesen a estas sociedades alcanzar el desarrollo (Street 1988, 466). Street estaba seguro que los países latinoamericanos podían ser capaces de introducir y adaptar las nuevas tecnologías en una “nueva” frontera que excluía cualquier visión pesimista de las posibilidades de progreso tecnológico en estas economías 15 . En otras palabras, los economistas institucionalistas no fueron fatalistas y tuvieron la esperanza que con “la aplicación de la inteligencia colectiva y los esfuerzos colectivos, el proceso de crecimiento puede hacerse menos costoso en términos humanos y mas dirigido hacia el progreso social” (Dietz & Street 1987, 11). Las respuestas a la escuela de la dependencia provinieron también de los sectores conservadores con la difusión y el ascenso de la economía Neoclásica en América Latina para finales de los 70s y durante los 80s. El Resurgimiento de la Nueva Ortodoxia en el Desarrollo Económico Para mediados de los

años 70s, apoyado por los golpes militares, el modelo

ortodoxo recomendado por la economía neoclásica fue impuesto en el Cono Sur de América latina (Chile, Argentina y Uruguay) 16 . El enfoque esencial para el desarrollo de esta teoría fue precisamente la oposición a las previas corrientes de pensamiento. El subdesarrollo no era causado precisamente por la falta de un verdadero capitalismo y la

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Un intento muy rico en su análisis fue hecho en varios artículos publicados en Street y James (1979).

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Esto fue una ironía para un modelo político y económico que teóricamente estuvo basado en la libertad del individuo, siendo dicha libertad nada mas permitida en la esfera económica. Los sindicatos fueron prohibidos. La libertad política fue, sin ninguna vergüenza, pospuesta.

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excesiva intervención estatal en la economía. Si los obstáculos eran removidos, las fuerzas del mercado podrían sacar a estas economías del atraso17 . Las recetas fueron simples y basadas en los textos de la corriente ortodoxa. Con tal de que se impulsaran las exportaciones era necesario liberar el sector externo. Con respecto a todas las tarifas arancelarias de importación había que reducirlas al nivel óptimo desde la perspectiva de las necesidades fiscales; todos los impuestos sobre las exportaciones debían ser removidos también. Los mercados financieros debe ser liberados y debía permitirse el libre movimiento de la inversión extrajera directa y de portafolio. Los tipos de cambio deben basarse en la libertad del mercado, por tanto, todos los controles de cambios deben removerse. La única cosa en la cual la política fiscal debe concentrarse es en el equilibrio presupuestal, y la política monetaria debe seguir exclusivamente reglas fijas. La mejor política industrial es no tener ninguna en especial, había que dejar al mercado hacer todos lo ajustes necesarios que hicieran algunos sectores competitivos, apuntando hacia una estrategia exportadora hacia fuera. Al mismo tiempo, el tamaño del gobierno debía ser reducido a un nivel mínimo; las políticas sociales debían ser revisadazas y basarse sobre las necesidades de la demanda y no sobre el subsidio al lado de la oferta. Estas políticas sociales debían ser fijadas únicamente para beneficiar a los sectores más pobres, excluyendo a otros sectores de la población. En resumen, el propósito fue una revolución conservadora en todos los mecanismos protectores que la sociedad en desarrollo tuvo. Ese fue, otro intento, usando los términos de Polanyi, para reducir la integración intrínseca o arraigo de la economía en la sociedad.                                                              17

Ver Bauer (1984) y Lal (1985) como una muy buena muestra de este enfoque.

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Los resultados de las políticas fueron pobres en Argentina y Uruguay y combinados en Chile 18 . Los países en desarrollo gastaron los años 80s lidiando con el problema de la deuda externa que caracterizo a esta época como la década perdida del desarrollo. En mi opinión, la crítica de los economistas de la EIO al enfoque ortodoxo fue escasa e ineficaz. Estos, evidentemente, no se dieron cuenta que la contrarrevolución de la economía neoclásica en el desarrollo económico iba a tener tales implicaciones de largo plazo. Estos destacaron correctamente las dificultades de tales políticas ortodoxas pero no parecían estar concientes al mismo tiempo de la dimensión del proceso. Sin duda, la implementación de estas políticas no iba a ser temporal – serian impuestas por las organizaciones y los principales poderes económicos del mundo mediante un conjunto de políticas las cuales fueron llamadas posteriormente el Consenso de Washington. Street criticó la aplicación de políticas del FMI durante los 1980s sobre la base que estos estuvieron apoyadas por los valores de la economía ortodoxa en maximizar la satisfacción del consumidor sin tener en cuenta los “valores sociales vinculados en el concepto que las personas soberanas tienen el derecho y la responsabilidad para seleccionar su propio camino hacia el desarrollo, especialmente cuando muchas de las presiones que recaen sobre ellos son exógenas” (Street 1984, 635). Street también denunció el colapso industrial de muchos países en desarrollo debido a la decisión de abrirlos a “los vientos desencadenados del libre comercio” (639). También cuestionó la estrategia del FMI para superar la crisis de liquidez en los países en desarrollo en el sentido que “no provee una estrategia para el crecimiento”, rechazando la imposición de condicionalidad como un                                                              18

Un buen y balanceado análisis de las políticas puede ser visto en Foxley (1987).

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instrumento que ha retrasado el crecimiento (640). Sin embargo, Street no es capaz de organizar y establecer una critica sistemática de las recetas neoclásicas de tal manera que genere un conjunto de estrategias alternativas, acordes a las nuevas condiciones. Strassman (1976) hizo un análisis cuidadoso de la principal características de la perspectiva sobre el desarrollo de la escuela de Chicago, enfatizando en como estos estuvieron concientes de los factores institucionales que estuvieron inhabilitando el desarrollo en los países menos desarrollados. También, critico su “fantástico” intento para explicar los cambios del comportamiento en las sociedades en desarrollo en términos de maximización de la utilidad de los hogares, y argumentó que la teoría de Chicago era un sistema cerrado conceptualmente. Strassman concluyó, “una inadecuada visión de la racionalidad y el proceso de aprendizaje es tal vez la limitación principal del enfoque de Chicago por el desarrollo. La mayoría de estos autores no miran al pasado, comparando periodos y culturas, ni al futuro, proyectando el crecimiento poblacional y amplias disparidades en el ingreso” (76). Sostiene que “el establecimiento y preservación de las instituciones de mercado es culturalmente complejo, lleno de conflictos, y psicológicamente frágil”. Strassman finaliza rechazando “los dualismos de todo lo racional versus irracional, optimo versus demencia en la teoría del desarrollo”. Afirma que existen “gradaciones en la racionalidad de la creencia y en algo diferente importa la racionalidad en la acción” (Strassman, 76). Bolin (1984) reconoce que una de las ventajas de la economía neoclásica es que tiene un conjunto definido de políticas para cualquier problema que las naciones en desarrollo muestran. Bolin se esfuerza por ofrecer un enfoque alternativo sobre diferentes

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políticas lo cual es importante. Basado en la idea que “el desarrollo es un proceso de solución a los problemas” denuncia la inutilidad de las transferencias a las naciones en desarrollo mientras estos países no hayan adquirido un complejo de actitudes y valores orientados a la “solución de problemas” (644). Propone que el centro del desarrollo de un programa de ayuda debe concentrarse sobre un “método de infundir los valores necesarios” (645). Con tal de ser capaz de focalizarse en países y programas, Bolin propone idear un Índice de Desarrollo Potencial (IDP) que podía permitir a los países desarrollados dirigir sus esfuerzos eficientemente. Usando diversos indicadores, como por ejemplo el grado secular de la sociedad, el índice de libertad académica, el índice de movilidad social, el índice de libertad de prensa, un índice psicológico y un índice de fatalismo, Bolin construye estas ideas sobre los trabajos previos de M. Weber, E.E. Hagen y David McClelland, quines han sido importantes fuentes de investigación sobre los tópicos como el empresarismo en una sociedad, sin importar que tan debatibles hayan sido sus teorías. Bolin (1984) concluye que la ayuda externa podía ayudar solo si es reorientada bajo un enfoque institucionalista (649). Pese a estos interesantes intentos por criticar el modelo ortodoxo hacia el desarrollo y la intención de ofrecer políticas alternativas, uno no encuentra en la literatura institucional esfuerzos teóricos profundos y suficientes en la crítica institucional a la economía neoclásica referente al desarrollo. Además, las recomendaciones de política fueron muy limitadas. Estas tareas iban a ser asumidas por diferentes ramas teóricas de los economistas. La Respuesta Neoestructuralista

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El viejo estructuralismo latinoamericano no fue completamente acabado en los 1980s. Un grupo de los más prominentes estructuralistas evaluó algunas críticas hechas por la perspectiva neo-ortodoxa e intento mejorar sus propósitos. Basado en algunos aspectos de la “vieja” tradición estructuralista de la teoría cepalina, el paradigma del neoestructuralismo se concentró mas en la eficiencia macroeconómica que en la eficiencia microeconómica, teniendo en cuenta los efectos de la tasa de utilización de los recursos productivos y en la formación capital humano y físico (French-Davis, R., 1988). En vez de la liberalización económica, la regulación económica selectiva es ofrecida con el fin de evitar la concentración entre los grupos. La principal unidad de análisis no es la empresa, o el consumidor, sino el estado-nación. De acuerdo con la teoría, los gobiernos deben ser activos y usar políticas económicas selectivas. El estado no debe ser un empresario como en la época de la ISI, sino debe incentivar la producción para satisfacer las necesidades básicas y los servicios que equiparen las oportunidades, prestando especial atención para las actividades intensivas en trabajo. Alegan que no todas las empresas públicas deben ser privatizadas. Las empresas públicas y privadas son complementarias. Las empresas publicas eficientes y rentables pueden ser mantenidas basadas en el interés publico. Con respecto al comercio internacional el enfoque neoestructuralista reclama un proceso de inserción selectiva en la economía global y el uso de tarifas diferenciadas. Al mismo tiempo, las barreras no tarifarias pueden ser usadas para influenciar sectores industriales estratégicos, evitando el proteccionismo excesivo del “viejo” enfoque. Por lo tanto, la liberalización comercial debe ser gradual y combinada con la regulación de los

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flujos de capital y la inversión privada extranjera. Las ventajas comparativas no están dadas solo por el libre mercado sino que estas pueden ser adquiridas mediante un propósito nacional siguiendo el ejemplo de algunos países del este asiático (French-Davis, R., 1988). La estrategia “desarrollo desde dentro” no depende únicamente de los mercados externos. Esta intenta “generar un proceso de acumulación endógeno que absorba y genere avances técnicos – incluyendo el uso de inversión extranjera privada… como un concepto de estrategia que no esta sesgado a priori en favor de la sustitución de importaciones la cual podría resultar ser un callejón sin salida. Por el contrario, esta propuesta abre las opciones para orientar la industrialización desde dentro a la prioridad de los mercados externos y domésticos la cual son mas prometedoras para la estrategia de crecimiento de largo plazo…” (Sunkel & Zuleta, 1990). Esta estrategia industrial se supone que esta basada en actividades en las cuales los países latinoamericanos poseen o pueden adquirir ventajas, dándoles una sólida inserción dentro de la economía global. En este caso, los reconocidos eslabonamientos de Hirschman “… no van a venir de la demanda final eslabonada hacia atrás hacia los insumos y bienes de capital, sino mas bien de los últimos elementos hacia intervenciones selectivas de la demanda domestica y externa considerados como esenciales para una estrategia de largo plazo” (Sunkel 1993, 47). La estrategia industrial debe adoptar un enfoque Schumpeteriano antes que

Keynesiano, donde los incentivos de producción estimulan el aprendizaje

tecnológico y las innovaciones de tal manera que se capaz de movilizar un número creciente de empresarios. Para alcanzar este objetivo, un ambiente apropiado entre el sector publico y privado tiene que ser construido basado en el consenso y la credibilidad (Sunkel, O & Zuleta, G., 1990).

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Los propósitos del enfoque neoestructuralista quedaron en la esfera del mundo académico. Las condiciones de la economía externa e institucionales durante los 80s y los 90s no permitieron cualquier intento para emprender políticas de alternativas para aquellos propuestos en el consenso de Washington. Además, uno de los problemas del enfoque neoestructuralista es que no son muy claros para propósitos prácticos con respecto a qué industrias deben escogerse para los incentivos tecnológicos, y como se puede evitar generar nuevos comportamientos que buscan extraer rentas de los grupos económicos buscando por “nuevas” políticas. La amplia literatura actual sobre learning by doing y los spillovers en el aprendizaje, parece encontrar una relación muy compleja entre estas variables y el crecimiento de la productividad, donde las empresas en si misma se adaptan y transfieren tecnologías confiando en la intensidad del uso de ingenieros, técnicos y científicos, combinados con un acceso importante y crucial al conocimiento internacional (Tybout, 2000, 37-38). Por lo tanto, no es muy claro como generar estos resultados desde una política industrial intervencionista. Aunque la experiencia de los países del este asiático parece muy clara, como Rodrick afirmó “sabemos menos sobre como llegar a allí” (Rodrick 1995, 2972). Los economistas de la EIO ignoraron el debate que los economistas neoestructuralistas generaron. No fueron conscientes de los propósitos de la escuela neoestructuralista en tanto que los intereses de los economistas de la EIO durante los 1990s estuvieron apuntados a los temas domésticos relacionados con la economía de los Estados Unidos y los problemas de las economías en transición del Este Europeo después de la desaparición del socialismo en 1989.

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Las Nuevas Teorías en Desarrollo Económico (Algo de Heterodoxia dentro de la corriente principal de la economía y la nueva economía institucional) Durante la primera parte de los 90s una ola de reformas económicas basadas en el mercado fue promovida en los países en desarrollo fundamentadas en el Consenso de Washington. Después de algún éxito inicial, para mediados de los 90s el entusiasmo con estas políticas empezaron a desvanecerse. Por eso, existió un creciente interés en que había un eslabón perdido en el proceso de reforma de tal manera que se obtuvieran resultados. Por lo tanto, la atención del Banco Mundial y varios académicos empezaron a desviarse hacia el tema de las instituciones. El éxito de las economías asiáticas del Este fue un golpe fatal para la teoría de la dependencia. Al mismo tiempo, atrajo la atención de algunos economistas de la corriente neoclásica quienes empezaron a desarrollar modelos alternos que dieron margen a políticas más proactivas en la promoción del desarrollo. Murphy et al (1989) y Paul Krugman (1995), mostraron que debido a los fallos de coordinación y externalidades, el camino al desarrollo puede ser completamente diferente para los países en desarrollo, siendo necesaria la intervención del gobierno en la oferta de bienes públicos como la educaron básica y los recursos en investigación y desarrollo (R & D). Similarmente, el rol del estado en la promoción de las industrias con altos vínculos en sectores claves sugirió la posibilidad de explorar los nuevos enfoques sobre el desarrollo. Por la misma razón, Michael Kremer (1993) con su teoría de O’Ring del desarrollo modeló intuiciones importantes sobre como los países en desarrollo pueden caer dentro trampas de bajo nivel de equilibrio debido a las características de la producción moderna que requiere muchas tareas para hacerse bien la producción de tal manera que para

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cualquiera de las fases productivas

equivalga a un valor agregado alto. Este factor

tecnológico genera especialización y economías de escala que muchas veces disuadió la expansión de las nuevas tecnologías en los países menos desarrollados, sumergiendo estas economías dentro de trampas de pobreza. También, Stiglitz y Hoff (2001) concuerdan en que el desarrollo no requiere más capital o la eliminación de las distorsiones impuestas por el gobierno. El desarrollo es básicamente “un proceso de cambio organizacional” sujetada a “a la economía de la información, la teoría de la coordinación de problemas y la economía institucional” (389). Por el otro lado, la Nueva economía Institucional (NEI) basada en el enfoque de Coase-Williamson-North sobre las instituciones ha estado ganando notoriedad y popularidad en el campo de del desarrollo económico. La perspectiva de la NEI sobre las instituciones (tales como las empresas, mercados y derechos de propiedad) ha sido desarrollada sobre la base de la teoría de los costos de transacción 19 . Estos suponen la racionalidad limitada y el comportamiento oportunista detrás del proceso evolucionario de instituciones concentrándose en la reducción de los costos de transacción. En un primer intento, buscando el rol de las instituciones y del desarrollo, North define las instituciones como “… un conjunto de reglas, procedimientos de acuerdo con la ley, y las normas de comportamiento moral y ética, diseñadas para restringir el comportamiento de los individuos en el interés de maximizar la riqueza o la utilidad de los principios” (North 1981, 202). Esta definición destaca las relaciones contractuales o los                                                              19

La noción de los costos de transacción fue desarrollada por Ronald Coase (1988) antes de los 1960s. Los costos de transacción son básicamente los costos de usar el mecanismo de los precios, es decir, el costo de descubrir los patrones de comercio, negociación de los contratos y monitoreando el desempeño. Por lo tanto, los costos de transacción explicarían el origen de la firma.  

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“términos de intercambio” entre el principal y el agente, y estos reglas pueden o no ser escritas. La definición de instituciones incorpora los supuestos tradicionales del análisis de la maximización de la utilidad de los individuos pero estos están sujetos a ciertas restricciones que hacen posible que la organización humana esté limitada a cierto tipo de comportamiento. De otra forma, como North lo sostiene, “en ausencia de restricciones existiríamos en una jungla Hobbesiana y la civilización resulta imposible…” (1981, 203). La dinámica de la teoría proviene de las tensiones continuas entre las ganancias de la especialización en las actividades económicas, y los costos crecientes que surgen del mismo proceso de especialización. Estos crecientes costos de transacción, tales como los costos de la información, los costos de elusión y oportunismo, costos que surgen de la incertidumbre, costos de medir la calidad de los bienes y la calidad del producto, costos de hacer cumplir los derechos de propiedad, costos de los procedimientos de acuerdo a la ley y los costos de detección de violaciones, van a redefinir constantemente las reglas de juego y van a generar cambios de la estructura a través del proceso político. Por esta razón, North afirma que “la historia económica concebida como la teoría de la evolución de las restricciones no deben únicamente explicar el desempeño sino que también proveer a la ciencia social moderna con la evolución del marco dentro de la cual se explica el actual desempeño del sistema político-económico” (North 1981, 209). North analizó el desempeño exitoso de la economía de Gran Bretaña y los Estados Unidos, y comparó estos resultados básicos con el caso de España. De acuerdo a North, los resultados están determinados por dos fuerzas básicas: 1) rendimientos crecientes, donde

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las organizaciones adquieren retroalimentación sobre los cambios continuos entre estos y las instituciones, learning by doing, e incrementando la rentabilidad de sus acciones; 2) los mercados imperfectos caracterizados por la información incompleta, donde los costos de transacción son importantes y el comportamiento de los agentes es afectado por la ideología y las limitaciones de la información. Esta dos fuerzas determinan los que North llama “path dependence” de tal manera que defina las limitaciones del conjunto de las elecciones que los agentes mediante un proceso de decisiones vinculadas a lo largo del tiempo. Como North afirmo “el path dependence significa que la historia importa” (North 1990, 100). Un ultimo trabajo por D. North, W. Summerhill y B. Weingast (2000) intenta explicar la diferencia con respecto a los resultados del desarrollo entre la América del norte británica y la latino América española concentrándose sobre los mecanismo que “traslada condiciones ex ante- tales como creencias, instituciones y legados- dentro de los resultados políticos, incluyendo orden y desorden” (North, Summerhill y Weingast 2000, 4). Definiendo el orden político desde una perspectiva individualista, sostienen que “el orden sostiene una sociedad cuando este se sostiene para la mayoría o todos los individuos” (4). Cuando el desorden político ocurre, estos derechos y privilegios de los individuos y las organizaciones son interrumpidas y la conformidad desaparece (North, Summerhill y Weingast 2000, 5). Haciendo las comparación entre la evolución histórica de estas dos áreas coloniales antes y después de la independencia, estos sostenían que el orden político puede surgir en una sociedad autoritaria o una sociedad consensual. Las condiciones de las colonias españolas y su evolución política después de la independencia (basado mas en un modelo autoritario) siguiendo un proceso de path dependence, determinó los resultados

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inferiores en términos de desarrollo económico comparado con las colonias británicas (basada mas en un proceso consensual) (North, Summerhill y Weingast 2000, 43-44). Un economista institucionalista D. Dilliard (1974) criticó la tesis de North mucho antes, postulando que “el institucionalismo de Veblen difiere ampliamente en un enfoque, contenido, y alcance comparado con el de Davis y North”. La teoría de Veblen es una teoría de cambio económico acumulativo basado en principalmente en la dinámica de la tecnología. Veblen intentó generalizar desde los hechos de la experiencia sobre el funcionamiento del sistema económico como un todo. Davis y North no generalizan de los hechos de la experiencia, sino mas bien, intentan construir un modelo basado en los supuestos sobre como los agentes económicos se podía comportar si estos actuaran racionalmente en su propio interés. A su vez, los hechos de la experiencia son utilizados por estos para probar el modelo (teoría). Si se esta interesado primariamente en como el mundo real se comporta, el enfoque Davis-North se aprovechara fructíferamente si únicamente se creyera que el comportamiento es racional y predecible. El comportamiento individual depende de una considerable extensión sobre la naturaleza del ambiente económico dentro de las cuales las decisiones son hechas” (Dillard, 918). Los economistas de la EIO han estado desarrollando, desde los 1980s, una critica a los principales pilares de la NIE, pese a muchos llamados para integrar ambos análisis (Rutheford 1994). Por ejemplo, los principios básicos detrás de la explicación del crecimiento de la corporación en una economía moderna capitalista han sido cuestionados por Dugger (1983, 1990). Su principal critica de este enfoque, sin negar sus meritos diferentes de su categórico neoclasicismo, es que Williamson carece de una conceptualizacion de poder. Además, Williamson no tiene en cuenta el rol jugado por la

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tecnología y finaliza como un apologista por el statu quo corporativo (Dugger 1983, 109111). Dugger también argumenta que la visión de Williamson (1985) sobre la economía institucional esta en desacuerdo con la idea principales características unificadoras de la economía Institucional Original, como la necesidad de enfatizar el rol del poder en la economía, el estudio de las instituciones de sus propia economías con el escepticismo tradicional de una perspectiva pragmática, el enfoque evolucionario de frente al aprovisionamiento social, la utilización de la dicotomía Vebleniana y el enfoque del instrumentalista en ver una sociedad como un interés evolucionario (Dugger 1990, 424429). La EIO no ignora los costos de transacción en su análisis como diferentes autores han enfatizado citando el famoso trabajo de Veblen The Theory of Business Enterprise (Knoedler 1995, 385). Sin embargo, la lógica en el uso de esta herramienta ha sido diferente de la NEI. En el enfoque de la NEI, la racionalidad que guía el uso del enfoque de los costos de transacción ha sido básicamente el principio economizador. Esto puedo ser visto en el trabajo de Williamson sobre la teoría de la empresa, en Eggerston (1990) cuando analiza la evolución de los derechos de propiedad tanto como en sus trabajos previos de North. En la EIO, es reconocido que pueden haber problemas en definir exactamente lo que estos son, y la lógica de reducir los costos de transacción entre las empresas esta mas que todo basada sobre las pecuniarias vinculadas al control de los mercados y afianzando el poder de mercado de las corporaciones (Knoedler 1995, 393).

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Pero en la teoría del cambio institucional de North, pese a sus avances con respecto a la teoría neoclásica, se mantiene fiel a la noción que la principal fuerza detrás del cambio en instituciones es un cambio en los precios relativos donde incluyo “cualquier cosa desde los cambios en los precios relativos de los factores, cambios en los costos de la información, cambios en las tecnologías civiles y militares” (Dugger 1995, 456). Hay que destacar que la posición de North ha evolucionado hacia enfoques mas generales y en algo diferentes a los enfoques originales pero la visión característica de los Neoinstitucionalistas se mantiene en el resto de los seguidores de esta escuela. En resumen, los economistas institucionalistas originales han ignorado los nuevos desarrollos en la corriente principal de la ciencia económica con respecto a la teoría del desarrollo económico durante los 1990s. Sus esfuerzos han estado concentrados sobre la critica del enfoque teórico sugerida por la NEI con respecto a algunos aspectos importantes sin ser capaces de construir un programa alterno de investigación con respecto a las instituciones y al desarrollo. En resumen, la NEI desarrolla su estructura teórica en la periferia de la economía neoclásica. Ha hecho una cantidad de trabajos importantes sobre instituciones pero su ontología y epistemología están arraigadas en las bases de la teoría neoclásica en el sentido de que ésta considera que las instituciones surgen básicamente del individualismo económico y de alguna manera en motivos racionales aunque afectados por la ideología y el Estado. Usualmente, sus recomendaciones de política apuntan a alcanzar una alineación del conjunto de instituciones de los países en desarrollo con los requerimientos de una economía de mercado capitalista similar a aquellas observadas en el mundo anglosajón.

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Algunas Conclusiones: el Camino a Seguir En este ensayo hemos revisado en forma minuciosa la posición de los economistas de la EIO con respecto a las teorías del desarrollo que más han influido en América Latina. Hemos notado que a pesar de sus esfuerzos, las limitaciones mismas de los enfoques imperantes no les permitió desarrollar más sistemáticamente una teoría mas completa de la conducta humana, las instituciones y su relación con el desarrollo. Sin embargo, sus esfuerzos son valiosos y pueden ser más fructíferos en la medida en que el foco de su análisis se dirija más a los países en desarrollo, abandonando cierta visión demasiado centrada en los problemas de la economía norteamericana. De todas maneras, la EIO deslindó campos desde un comienzo con los enfoques ortodoxos y con las visiones radicales dependistas. Sus análisis sin embargo, exigen un mayor grado de elaboración. Por esa razón, es necesaria una revaloración del enfoque de la EIO sobre las instituciones y el desarrollo. Un intento por desarrollar el enfoque de la EIO sobre las instituciones y el desarrollo económico tendrá en cuenta

nuevos elementos teóricos

propuestos por los economistas realistas y/ o darwinianos. El enfoque intentará incorporar desarrollos recientes sobre biología y psicología para mejorar el análisis sobre el individuo y la agencia colectiva. Debe prestarse atención especial a los enfoques que intentan algunas visiones provenientes de la teoría del control (Powers 1973) en la explicación del comportamiento humano y otros resultados recientes en la investigación biologica y la psicología. Es cierto que existe evidencia creciente de que el viejo debate entre la naturaleza y los factores del entorno económico social y cultural que influencia el comportamiento humano, debe ser retomado. La biología moderna parece estar generando nueva evidencia científica que nosotros no nacemos con nuestras mentes en blanco y el rol de los genes y 32

los rasgos hereditarios parecen ser muy importantes en la determinación de los patrones de comportamiento de los seres humanos sujetos a las mismas condiciones sociales y económicas (Pinker 2002). Uno puede no estar de acuerdo con el exagerado entusiasmo que Pinker tiene con su enfoque pero él demuestra que el comportamiento humano esta claramente afectado por los genes, sin descartar por supuesto el rol del ambiente 20 . Ridley (2003, 3) también puntualiza fuertemente que “el comportamiento humano tiene que ser explicado tanto por la naturaleza y los factores del ambiente que determinan el comportamiento humano”. Una advertencia debe ser hecha inmediatamente: las implicaciones de estos nuevos enfoques son tremendas para las políticas sociales, y las terribles experiencias humanas con el nazismo y racismo del pasado reciente no deberían prevenirnos de estar abiertos a nuevos descubrimientos

científicos. Como G. Hodgson sostuvo “el Darwinismo no apoya

cualquier forma de racismo, nacionalismo, sexismo, nacionalismo o imperialismo ni provee cualquier justificación moral para ‘la supervivencia del mas fuerte’” (Hodgson 2003, 85). Los elementos teóricos previos no son gratuitos. Estos tienen que ser definidos dado que urge una visión diferente con respecto a las instituciones y el desarrollo vis a vis con la perspectiva neoclásica y la propuesta de la NEI sobre las economías en desarrollo. También es necesaria una discusión sobre las instituciones bajo una concepción que también está en desacuerdo con algunas tradiciones hermenéuticas dentro de la EIO. . La principal característica de esta tradición hace énfasis en el rol de la cultura sobre el comportamiento económico, hábitos y el diseño de las instituciones sociales, y descuida o reduce a lo                                                              20

El libro de Pinker ha provocado un sin numero de reacciones. Ver Robert Richards. “The Evolutionary War”. New York Times (13 de octubre de 2002), Hull (2002), and Bateson (2002).

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mínimo cualquier intento de explicar el colectivo humano o la agencia individual desde una tradición enriquecida y perspectiva diferente que encuentra con el hombre social sino también biológico de Veblen., haciendo elecciones y desafiando la excesiva determinación de “cultura” en todos los niveles. Veblen nos dejó un rico arsenal teórico para entender mejor la conducta humana con su análisis sobre los instintos y las propensiones mentales humanas, dentro de una visión sistémica con la cultura, la sociedad, la geografía y le economía. Esa visión sistémica debe ser el punto de partida para elaborar mejores teorías de la agencia humana y colectiva, las cuales hoy son incapaces de explicar la debacle financiera que hoy vivimos. Por otro lado, John F. Foster introdujo una nueva visión con respecto a las instituciones y el desarrollo. Foster ve a la sociedad en un continuo proceso evolutivo de fines y medios donde el desarrollo de la tecnología permanentemente genera constantes ajustes en las instituciones. Fue capaz de identificar correctamente dos clases de roles para las instituciones: 1) “por un lado, cualquier institución sirve para realizar las actividades de los individuos para llevar en una vía contradictoria sobre la función instrumental, la cual es la actividad colaboradora del grupo”; 2) “cualquier institución sirve o cumple un diferente tipo de función: sirve para diferenciar entre las personas y los términos de los grupos de individuos” (Foster 1981c, 908).

En la concepción de Foster, las instituciones

desempeñan funciones tecnológicas o “instrumentales” y también ceremoniales. La teoría social orientada para resolver problemas sociales tiene necesariamente que encajar con la tecnología y las instituciones al mismo tiempo, mientras que las instituciones pueden ser “tecnológicas” o “ceremoniales”. Por esta razón, el cambio o ajuste institucional tiene que

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ser la manera por la cual el hombre es capaz de “incrementar la eficiencia de las instituciones en cuestión” (Foster 1981c, 912). Esto es un claro “regreso a la tierra” de las instituciones, no solo determinado ahora desde afuera del mundo exterior de la “cultura” all the way down 21 , sino incrustada con la tecnología en si misma en la pura tradición de Dewey y Peirce de no separar el pensar del hacer. Además, este proceso de ajuste institucional es continuo porque “no hay manera de detener el desarrollo tecnológico”. Por lo tanto, la humanidad siempre será capaz de resolver los problemas sociales (Foster 1981c, 913). Foster ve al hombre como un agente activo que no puede detenerse de inventar y crear, y por esta razón siempre va a generar nuevos problemas sociales. Por eso, el sostiene “los patrones de las relaciones humanas que podemos llamar instituciones están “hechas de” acciones habituales y actitudes, pero estas no están determinadas por el habito. Su determinación es un problema de la acción guiada y deliberada. La habituación sigue; no precede y la constitución no es la misma como la determinación” (Foster 1981d, 933). En efecto, Foster construye su visión de la agencia humana basado en su teoría del valor instrumental derivado de Veblen (1898, 1899) y J. Dewey (1916). Reconoce el rol de los hábitos en la conducta humana y los ve como conservadores. Sin embargo, considera los hábitos como precondiciones para la toma de elecciones. Por esto, Foster ve el agente económico tomando sus propias elecciones aunque afectados por esos hábitos (Tool 2000, 83).

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Esta posición hermenéutica esta explicita en Waller (2003, 35).

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Los economistas institucionales de hoy pertenecientes a la EIO han desarrollado nuevos elementos teóricos que pueden ser utilizados dentro del arsenal teórico para reelaborar una nueva teoría explicativa de las interrelaciones entre las instituciones y el desarrollo. Ello deberá ser acompañado de un esfuerzo teórico y empírico importante de examen de las diversas experiencias del desarrollo bajo la lupa de esta nueva visión. Sólo así podrá brindar mejores resultados en comparación con los economistas pioneros de la EIO quienes de todas maneras hicieron un esfuerzo valioso para analizar los procesos de desarrollo del pasado inmediato. Delimitar las diferencias e identificar las semejanzas fueron pasos importantes. Pero sin duda, el esfuerzo por realizar es inmenso con el propósito de contribuir a los procesos de desarrollo de nuestros países con una perspectiva alterna a la neoclásica pero que también deslinde con los enfoques dependentistas y radicales que parecen reactivarse. Referencias Adams, John. “Institutions and economic development: structure, process, and incentive”. In Institutional Economics: Theory, Method, Policy, edited by Tool, Marc. Boston: Kluwer Academic Publishers, 1993. Ayres, Clarence A. The Theory of Economic Progress. New York: Shocken Books, 1962 [1944]. Bauer, Peter T. Reality and Rhetoric: Studies in the Economics of Development. London: Weidenfield & Nicholson, 1984. Bolin, Meb. “An Institutional Perspective on Economic Development”. Journal of Economic Issues. Vol. 18, no.2 (June 1984): 643-651. Coase, Ronald H. The Firm, the Market and the Law. Chicago : Chicago University Press, 1988. DeWaal, Cornelis. On Pierce. Belmont, CA: Wadsworth, 2001.

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