PROCESO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA

PROCESO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA SEPARATA DE NICARAGUA INDIGENA VOL. X , NO. 49 OCTUBRE, 1970 JORGE EDUARDO ARELLANO PROCESO DE LA CONQUISTA D

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PROCESO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA

SEPARATA DE NICARAGUA INDIGENA VOL. X , NO. 49 OCTUBRE, 1970

JORGE EDUARDO ARELLANO

PROCESO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA INTRODUCCION Este trabajo está integrado por un hilo de hechos, un estudio de los aspectos principales y una interpretación del significado general y particular de la conquista de Nicaragua. Escrito a mediados de 1969, pertenece a un librn más amplio: Proceso Histórico de Nicaragua; como éste, el presente ensayo se caracteriza por ser narrativo e interpretativo,

fundamental,

objetivo y personal.

Hoy se publica como anticipo gracias al interés de don Eudoro Sol'ts, Director de Nicaragua Indígena. él mi

A

agradecimiento. Jorge Eduardo Arellano

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1 . - L A EXPEDICION DESCUBRIDORA DE GIL GONZALEZ DAVILA UERTO COLON, el territorio descubierto en su cuarto viaje fue motivo de interés para Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa. Habiéndose presentado ambos ante el Rey Fernando el católico, Nicuesa fue nombrado gobernador de Veragua —la región comprendida desde el golfo de Urabá hasta el cabo de Gracias a Dios— el 9 de junio de 1508. Con este cargo organizó una expedición cuyo fin era colonizar toda esa zona, incluido el litoral atlántico de Nicaragua, pero fracasó en las bocas del río Wanks, llamado luego a propósito "río de los perdidos". Después del fracaso de Nicuesa, apareció Vasco Núñez de Balboa. Atravesando el istmo de Panamá, Núñez de Balboa descubrió el Océano Pacífico el 25 de septiembre de 1513. Este descubrimiento creó en la imaginación de los conquistadores la posibilidad de la existencia de un estrecho que uniera ambos océanos. Por eso Pedrarias Dávila, nombrado Gobernador de Castilla de Oro el 27 de julio de 1513, envió a sus tenientes Bartolomé Hurtado y Hernán Ponce de León a explorar la zona del estrecho y ambos, en 1519, descubrieron el golfo de Chira o de Nicoya, el mismo sitio por donde iría a penetrar la expedición de Gil González Dávila en 1522. Un piloto de fama, Andrés Niño, comprendiendo que no debía inmiscuirse con Pedrarias, que había mandado a degollar a Núñez de Balboa, solicitó al Rey permiso para descubrir en el Pacífico; asiento y capitulación que le fueron concedidos por "Doña Juana é don Carlos su hijo" en Zaragoza el 19 de octubre

de 1518. Niño, "vezino de la ciudad de Sevilla", se entendió con un "contador de la ysla española": Gil González Dávila que fue nombrado Capitán de la Armada en Barcelona el 6 de abril de 1519. ( 1 ) . Al mando de dos carabelas y un bergantín, después de preparar en Sevilla la expedición —costó más de 3 millones de maravedíes—, salieron de San Lucas de Barrameda el 13 de septiembre de 1519, llegaron a la Española donde se pro vieron de 35 yeguas, una yunta de bueyes y 2 carretas y desembarcaron en las costas del Darién, con mayor precisión en el puerto de Acia, a finales de enero de 1522. Al notar cierta hostilidad de Pedradas, Gil González le envió a Niño con las cédulas del Rey para obtener los navios construidos por Núñez de Balboa. Pedrarias, entonces, se negó varias veces a entregarlos alegando que eran obra de 300 españoles, por lo que Gil González, sin perder energía, construyó 3 buques en el río Las Balsas, "obra que el rey —según Las Casas— acometerla con mucho mayor número de gente y facultad no osara". Pese al esfuerzo inaudito demostrada por su gente, los buques quedaron maltrechos, casi destruidos, al trasladarlos al Pacífico. Sin embargo no desmayó el descubridor de Nicaragua y, frente a las islas, logró construir nuevos barcos. En ellos partió de Punta Burica el 21 de enero de 1522. Habiendo navegado 100 leguas al occidente, Gil González regresó a Panamá para obtener brea y dejó a Niño seguir por mar mientras él reanudaba el viaje por tierra con 100 hombres y 4 caballos. Reunidos en el golfo de San Vicente, no sin sufrir el jefe de la expedición y los suyos serias penalidades, volvieron a separarse. Niño descubre las isletas del Cardón, frente al actual puerto de Corinto, el 27 de febrero de 1523 y el golfo de Fonseca el 5 de marzo del mismo año. (2). Gil González, tras recorrer varios poblados indígenas, llega a Nicoya cuyo cacique le obsequia 14,000 castellanos en oro y se bautiza con sus mujeres y más de 6,000 súbditos. Allí permaneció el descubridor diez días y, al despedirse, Nicoya le regaló "seis ídolos de oro de un palmo y más de altura", le dio noticias de otro cacique más poderoso llamado Nicaragua y pidió le dejase a alguien para instruirlo en la religión católica, petición a que no accedió Gil González.

Este, pasando por otros pueblos, llegó a tierras del cacique Nicaragua donde permaneció 8 días, dialogó e intercambió regalos y tomó posesión del Gran Lago de Nicaragua, llamado entonces Cozabolca, el 12 de abril de 1523. "Allegó (Gil González) a la costa de la dicha mar dulce —relata el escribano de la expedición San Juan de Salinas— y estando asy a caballo dicho señor capitán con su espada en la mano entró en la dicha mar". (3). Testigo de esta toma de posesión, "en nombre de sus magestades e suscesores de la Corona Real de Castilla", fueron Andrés de Cereceda, tesorero de la armada, Diego de Agüero, clérigo y los capitanes Juan del Saz, Ruy Díaz, Martín de Lacalle y Diego de Castañeda. A los dos días de la llegada de los españoles, se bautizó el cacique Nicaragua con todas sus mujeres y subditos. A la semana, Gil González se trasladó a la provincia de Nochari y encontró seis pueblos y alrededor de 12,000 indios de cuyos caciques recibió 33,434 castellanos de oro, esclavos y provisiones. Como los anteriores, recibieron el bautismo de las manos del P. Agüero. Así estaba, cuando recibió la visita del cacique Diriangén precedido de 500 indios cada uno con un pavo o dos, diez con pendones, diecisiete mujeres cubiertas "de discos de oro depiez a cabeza" y cinco trompeteros. Al proponerle el capitán español dejarse bautizar, Diriangén respondió que lo resolvería al cabo de tres días. Cumplido este tiempo, regresó armado y sorprendió a los españoles quienes ganaron el combate. Al regreso deseado por la mayoría de los soldados, la expedición tuvo otro encuentro con los indios del cacique Nicaragua quien, ya derrotados sus subditos, atribuyó el ataque a los indios del cacique Coatega, enemigo de su tribu. Sin haber perdido ningún hombre en esta escaramuza, Gil González volvió al golfo de San Vicente, actualmente la bahía de Caldera en Costa Rica, donde lo esperaba Andrés Niño que tenía una semana de haber fondeado los navios, uno de los cuales se hallaba en mal estado. Su expedición descubridora había dejado un saldo de 22,813 bautizados en Nicaragua. Y todo el oro regalado por los caciques, tanto del territorio de Nicaragua como del de Costa Rica, valía 112,524 castellanos, o sea unos 600,000 dólares aproximadamente.

2 . - L A EXPEDICION CONQUISTADORA DE FRANCISCO HERNANDEZ DE CORDOBA La presencia de Gil González Dávila en Panamá despertó la codicia de Pedrarias. El descubridor, una vez apartado el quinto real, quiso volver al lugar de donde procedía y para ello solicitó a Pedrarias pertrechos de guerra. Este aceptó su propuesta con tal de que fuese como enviado suyo, por lo que Gil González reaccionó de esta forma: " . . .yo me quedé poco corrido porque me pareció que siendo yo capitán de V. M., en cuyo nombre se lo pedía, que era conocida bajeza aceptarlo". ( 4 ) . Ante esa negativa, Pedrarias organizó su expedición dirigida por el capitán Francisco Hernández de Córdoba. Para tal fin había construido una compañía con el Tesorero Alonso de la Fuente, el Contador Diego de Márquez, el Licenciado Juan Rodríguez de Alarconcillo y el mismo Hernández de Córdoba, cuyo contrato se firmó el 22 de septiembre de 1523. ( 5 ) . Pedrarias pensaba "pacificar los caciques e yndios que están en la costa del sur al poniente" de las tierras descubiertas por sus tenientes. Con la compra de los navios, jarcias, negros, etc., de la expedición de Niño, el futuro gobernador de la provincia aportaba dos de las seis partes en que se dividía aquella sociedad que promovió la conquista de Nicaragua. La expedición conquistadora de Hernández de Córdoba salió de Castilla de Oro, región que abarcaba el Darién, a fines de 1523. Con el encargo de fundar ciudades para asegurar el dominio de la tierra y así descubrir con menos dificultad el "misterio del estrecho", traía a férreos conquistadores que luego desempeñarían papeles importantes en los descubrimientos y conquistas particulares de América. Entre ellos destacábanse a Gabriel de Rojas,, descubridor y pacificador de las segundas minas de Gracias a Dios y fundador de El Realejo; Sebastián de Benalcázar, primer alcalde de León y conquistador de Quito; y Hernando de Soto, gobernador de Cuba y descubridor del Misisipí. Muy a principios de 1524, en el asiento de Orotina, cerca del puerto actual de Puntarenas, Hernández de Córdoba fundó la villa de Bruselas a fin de establecer comunicación con las tierras conquistadas. Ordenó poblarla a Ruy Díaz, dejó en ella a Andrés de Garabito con el cargo de teniente gobernador y prosiguió hacia Nicaragua. Siguiendo el itinerario de Gil Gonzá-

lez y abriéndose paso con las armas, llegó al poblado indio de Jalteva y fundó junto a él la ciudad de Granada como base de exploraciones lacustres y militares. Lo primero que construyó, una vez diseñada la plaza, fue una fortaleza y luego un pequeño templo. Fundada la ciudad, la expedición no perdió su tiempo al ponerse a trabajar inmediatamente en lo que iba: intentar descubrir el secreto del estrecho. Para tal empresa habían sido acarreadas desde Bruselas a lomo de indio las piezas del bergantín destinado a utilizarse en el "mar dulce". Ruy Díaz, uno de los principales de la expedición, aprovechando las aguas bajas del río, entró al Desaguadero llegando hasta el raudal del Castillo, el segundo yendo río abajo. "Por esta Mar Dulce —escribía Pedrarias en abril de 1525— se echó al agua un bergantín. . . Hallóse una salida de un río, por donde sangra, por el cual no pudo salir el bergantín porque es de muchas piedras y va muy recio y tiene dos muy grandes saltaderos". ( 6 ) . Enseguida Sebastián de Benalcázar, con varias canoas, llegó cerca del raudal del Machuca y Hernando de Soto hizo lo mismo hasta el pueblo de Voto, situado poco antes del raudal del Toro. Por su lado Hernán Cortés, conquistador de México, enviaba dos expediciones más para descubrir el secreto del estrecho: una por tierra al mando de Pedro de Alvarado y otra por mar encabezada por Cristóbal de Olid. Desde el 26 de junio de 1523 tenía conocimiento de que "abaxo de essa tierra (la Nueva España) ay un estrecho que passar en la mar del Norte. . . y yo os encargo y mando —le ordenaba el Rey— que luego con mucha diligencia procuréis de saber si ay el dicho estrecho y eviéis personas que lo busquen é os traigan larga é verdadera relación de lo que en ello se hallase". ( 7 ) . Y el mismo Cortés, anunciando su viaje a Honduras, escribía que el estrecho que salía a otra mar "es la cosa que yo en este mundo más deseo topar". La presencia de Gil González en Honduras impulsó las exploraciones y funciones. Para someter y convertir a los pueblos vecinos, se enviaron soldados y frailes. El mismo Hernández de Córdoba, a mediados de 1524, fundó la ciudad de León como plaza defensora del territorio conquistado. Dio aviso a Pedradas por medio de Benalcázar de la invasión de Gil González y mandó a explorar el territorio por donde se encontraba éste, es decir hasta el valle de Olancho.

Gil González Dávila había enviado a Cereceda a la Corte con el quinto real y el relato de su descubrimiento y preparaba una nueva expedición que salió de la Española. Compuesta de una pequeña escuadra, 300 hombres y 500 caballos, llegó a la costa de Honduras. El descubridor se dirigía "a la empresa de buscar estrecho y paso de la Mar del Norte a la del Sur". Tenía plan de "poblar en el Golfo de las Ybueras, por donde juzgaba, por lo que se había visto y descubierto, que había de ser la entrada para pasar al Mar del Sur", como lo dice Herrera. Por eso, recién llegado a Honduras, pasó al Golfo Dulce en Guatemala y fundó la ciudad de San Gil de Buena Vista. Lo que se producía en ese momento era el choque de tres corrientes buscadoras del estrecho: la de sur a norte dirigida por Hernández de Córdoba y enviada por Pedrarias; la de norte a sur preparada por Cortés y llevada a cabo por Cristóbal de Olid y Francisco de Las Casas; y la de Gil González, proveniente de la Española, que coincidía entre ellas y estaba a merced de ambas. Al averiguar Hernández de Córdoba la presencia de españoles en Honduras, envió a Hernando de Soto a enfrentarse a Gil González. Este desbarató las fuerzas de Soto y, temiendo no poder expulsar de Nicaragua la gente de Pedrarias, se retiró a Puerto Caballos. Al poco tiempo fue capturado por Olid que en seguida se declaró independiente de Cortés. Al saber la noticia, el conquistador de México envió una tercera fuerza por agua al mando de Francisco de Las Casas. La nueva expedición, que venía a restaurar la autoridad de Cortés y a castigar al temerrio e insurrecto Olid, naufragó frente a las costas de Honduras y fue capturada. Olid tenía en sus manos a Gil González y a Las Casas, a quienes sentaba en su mesa. Un domingo por la noche, mientras cenaban los tres capitanes, los dos prisioneros hirieron a puñaladas a Olid que logró esconderse en un matorral. Al día siguiente fue hallado "cubierto de heridas y de sangre" y, ya curado y con grillos, lo degollaron "y su cabeza la pusieron en un palo colgada por la boca". ( 8 ) . Luego Las Casas regresó a México llevando consigo preso a Gil González quien fue enviado a España para ser juzgado. Pero en Madrid logró salir bien del proceso y consiguió la nominación para Gobernador de la Provincia, cargo que no pudo desempeñar por haber muerto en Avila el 21 de abril de 1526.

A Hernández de Córdoba no le fue mejor. Como Olid, había pensado rebelarse contra Pedrarias, oportunidad que encontró en Pedro Moreno, enviado de la Audiencia de Santo Domingo que tenía instrucciones para dejar la gobernación de Nicaragua a Gil González Dávila. Con el pretexto del desaparecimiento de éste e incitado por consejo del mismo Moreno, Hernández de Córdoba reunió una junta para proponer a los principales vecinos que la gobernación de la provincia dependiera de dicha Audiencia. Levantarse contra Pedrarias para obtener para sí mismo la Gobernación era su fin inmediato. Por eso hizo contacto con Cortés al enviar a uno de sus capitanes, Pedro de Garro, que "buscase puerto para hacer sabedor a su magestad de las provincias que había pacificado y poblado, para que les hiciese merced fuese él gobernador dellas", según expresa Berna! Díaz del Castillo. (9). Capturado Garro por González de Sandoval, capitán de Cortés, envió cinco hombres "para que costa a costa fuesen a Trujillo con las cartas porque allí residía Cortés entonces... y llevaron veinte indios de Nicaragua. . . para ayudarse a pasar los ríos". (10). Cortés escribió a Hernández de Córdoba "que haría por él todo lo que pudiese" y le envió de regalo "dos acémilas cargadas de herraje", "ropas ricas para su vestir", "cuatro tazas y jarros de plata" y "otras joyas de oro". (11). Hernando de Soto, Francisco de Campañón y Andrés de Garabito, fieles a Pedrarias, se opusieron a las intenciones de Hernández de Córdoba. Este encerró a Soto en la fortaleza de Granada, de donde fue sacado por su amigo Campañón auxiliado por doce hombres. Garabito salió de León hacia Panamá a denunciarlo ante Pedrarias. Lo mismo hicieron Soto y Campañón a fines de 1525. Hernández de Córdoba, para aislarse de Pedrarias, despobla Bruselas y desmantela el puerto a principios de 1526. El 16 de marzo del mismo año Pedrarias ya estaba en la isla de Chira y había enviado por tierra a Hernando de Soto y a Benito Hurtado para reunirse con él en Nicoya, cerca de la inhabitada villa de Bruselas, a la que repobló encargando de tal empresa a su capitán Gonzalo de Badajoz. Teniendo noticias de que Hernádez de Córdoba intentaba fugarse, envió a Martín de Estete para que, adelantándose, lo capturase. Así sucedió sin el menor accidente. Apenas puso pie en Granada, el Gobernador de Castilla de Oro mandó a residenciar a Hernández de Córdoba. Cuando se le avisó que Cortés y Alvarado se hallaban en Hon-

duras, concretamente en Choluteca, se traslada con su prisionero a León, armó a los soldados de que disponía y los envió bajo las órdenes de Hernán Ponce de León, Andrés de Garabito y Francisco de Campañón. Cortés, a causa de su ausencia de México, detuvo su avance hacia Nicaragua y regresó a la Nueva España. Mientras tanto Pedrarias satisfacía su venganza degollando a Hernández de Córdoba en julio de 1526.

3 . - L A USURPACION DE LOPEZ DE SALCEDO Pedrarias quedaba dueño de la situación. Como Gobernador de Castilla de Oro que era, se hizo cargo de la de Nicaragua, la que dependía de aquélla. Así estuvo por un tiempo hasta que abandonó la provincia para ser residenciado por el nuevo gobernador de Castilla de Oro, Pedro de los Ríos, no sin dejar fundadas en el norte las minas de Santa María de la Esperanza, Villa Hermosa y Johana Mostega. En su lugar dejó a Martín Estete. Ya en Panamá, se ganó la confianza de Ríos y le aconsejó que reclamara la provincia de Nicaragua. El teniente de Pedrarias, Martín Estete, no era suficiente para contener las pretensiones de Diego López de Salcedo, recién nombrado gobernador de la provincia de Honduras. Codicioso de las riquezas de Nicaragua, especialmente de las minas, López de Salcedo anexó la provincia a su gobernación, e invadiéndola, comete terribles crueldades con los indios. López de Salcedo estaba poseído también por la idea de explorar el Desaguadero; así lo revela un documento de a principios de 1527 que lleva este título: "Instrucción y poder que dio el Gobernador del nuevo reino de León Diego López de Salcedo a Gabriel de Rojas para que fuese al descubrimiento del Desaguadero de una laguna en la provincia de Nicaragua". Mas esta expedición, debido a que Pedro de los Ríos reclamaba sus derechos, no llegó a realizarse. Alentado por Pedrarias, Ríos se trasladó a Bruselas donde fue reconocido gobernador. Pero el problema fue sometido al Ayuntamiento de León que se inclina por López de Salcedo, dueíío de las fuerzas de las armas y con algunas semanas de establecido en León. Al saber ésto, Ríos tuvo que regresar a Panamá. Consecuencia de estos sucesos fue la destrucción de Bruselas ordenada por López de Salcedo y ejecutada por Andrés de Garabito, antiguo capitán de Pedrarias, al mando de 80 infan-

tes y 70 jinetes. Tal era la situación cuando Pedrarias, no sin intrigar en la corte, consiguió que se le nombrara Gobernador de Nicaragua el 1ro. de Junio de 1527. Llega a León el 24 de marzo de 1528; encarceló y procesó a López de Salcedo y con él comenzaba, según sus propias palabras, "una era de organización".

4 . - L A GOBERNACION DE PEDRARIAS DAVILA Nicaragua con Pedrarias, en realidad, comenzó a organizarse, pero a costa de mucha sangre y opresión. Introdujo el ganado vacuno, bovino, porcino y mular, los animales domésticos, los implementos agrícolas, los granos y frutas y explotó las minas. Continuó las expediciones descubridoras del Desaguadero, no del supuesto estrecho que desde López de Salcedo se había disipado. "Los primeros exploradores de Nicaragua —confirma el historiador costarricense Manuel M. Peralta — creyeron que entre el mar del Sur, el golfo de Nicoya y el lago de Nicaragua se hallaba un estrecho que llamaron el estrecho dudoso, denominación que desapareció tan pronto como los oficiales de Pedrarias Dávila se convencieron de que entre el lago y el Océano Pacífico no había tal pasaje y que la mar dulce de Gil González Dávila no era sino mediterránea, aunque se vaciaba en el Atlántico por el desaguadero o río San Juan de Nicaragua". (12). En carta fechada el 15 de enero de 1529, Pedrarias informaba al Rey haber mandado "a descubrir y poblar el Desaguadero de estas lagunas en la Mar del Norte". (13). Acompañado de Gabriel de Rojas, "muy diestro en las cosas de la tierra" y "con mucha noticia e información de lo de aquella parte". Estete llevaba 90 infantes, 50 jinetes, 30 armados con ballestas y los demás de espada y róbela. Navegó hasta el río Voto donde dejó su embarcación para continuar por tierra internándose en la provincia de Suerre, perteneciente más tarde a Costa Rica. Allí peleó duramente contra los indios y, para evitar un desastre, regresó a Granada sin encontrar "las bocas del deseado Desaguadero". En cambio Gabriel de Rojas, su compañero, dirigiéndose al cabo Gracias a Dios y con el fin de reconocer la boca del Desaguadero donde suponía unirse con Estete, encontró "las minas de que hablaban los indios" atravesando casi toda la región atlántica.

5 . - L A GOBERNACION DE FRANCISCO DE CASTAÑEDA Pedrarias había llegado a Nicaragua de 84 años padeciendo de serias dolencias en los órganos uro-genitales. Cada año se hacía enterrar simbólicamente en un ataúd hasta que el 6 de marzo de 1531 murió. El Alcalde Mayor y Contador, Francisco de Castañeda, convenció al Ayuntamiento de León que se le nombrara Gobernador interino. Intrigante y codicioso, Castañeda gobernó despóticamente, aumentó la obra esclavizadora y opresora de Pedrarias contra los indios, envió a los capitanes Ruy Díaz y Sebastián de Benalcázar a descubrir el Desaguadero sin poderlo hacer, se adjudicó ocho repartimientos y encarceló a los que se le oponían. El Ayuntamiento dependió, en consecuencia, de su voluntad. Esta situación produjo la inmigración de muchos españoles al Perú. Pero pronto, secretamente, los vecinos de León y Granada denunciaron al Rey los abusos que padecían y solicitaron "un Gobernador de buenos antecedentes". La respuesta a esta solicitud fue el nombramiento para Gobernador de don Rodrigo de Contreras y una orden en la que se prohibía la venta del indio como esclavo y se pedía hacer "un registro nominal" de todos ellos para tratar de conservarlos. La cédula que nombraba Gobernador y Capitán General de la Provincia de Nicaragua a Contreras estaba fechada el 4 de mayo de 1534. Castañeda, informado que venía un Juez de Residencia, reunió todos los bienes que pudo y se marchó al Perú. La Gobernación quedó en manos de Fray Diego Alvarez Osorio, primer Protector de los Indios y primer Obispo de Nicaragua que había tomado posesión de la Mitra Episcopal en 1532, siendo confirmada la erección de la diócesis el 3 de noviembre de 1534 por el Papa Paulo I I I en la bula "Aeqqun Reputamus" (14).

6 . - L A GOBERNACION DE RODRIGO DE CONTRERAS En noviembre de 1535 vino a hacerse cargo de la Gobernación don Rodrigo de Contreras. Acompañado de su esposa doña María de la Peñalosa, hija de Pedrarias, se trasladó a Granada con su familia. Lo primero que hizo fue instruir inicio de residencia a Castañeda, pero éste ya había huido al Perú. Desde

allí el antiguo Alcalde Mayor fue enviado preso a España donde, gracias a su fortuna, no se le castigó; más bien fue nombrado Oidor de la Audiencia de Santo Domingo el 31 de mayo de 1537. Enfriada la fiebre del oro peruano, otra de las causas de la inmigración de los conquistadores de Nicaragua hacia el Perú, la necesidad de descubrir el Desaguadero volvió a cobrar importancia. En agosto de 1535, gobernando aún Castañeda, el escribano del número y consejo de la ciudad de Granada Francisco Sánchez se había dirigido al Rey informándole que nuestra tierra era "la mejor y más noble y harta y abundosa de todo y más sana de todas cuantas en las Indias se han descubierto y poblado, según lo que todos cuanto a ella vienen de todas esas otras partes dicen" y que, junto a la ciudad, "está una laguna de agua dulce", por la que "sale de ella un desaguadero que va a la mar del n o r t e . . . de mucha gente y muy rica de oro, que de ella se llevó lo de Moctezuma a Yucatán; tierra muy poblada y, según los indios dicen, de aquí no muy lejos". (15). Esta carta, que pedía poblar "un puerto y pueblo en la mar para puerto y camino de esta gobernación y de todo el Perú y mar del Sur", creó en la Corte una leyenda alrededor del Desaguadero. La Reina, en efecto, el 9 de septiembre del año siguiente, contestó el informe del escribano Sánchez y, dirigiéndose al Gobernador Rodrigo de Contreras, ordenó se formara una flota de bergantines para recorrer el Desaguadero, "que es un río muy grande, como el Guadalquivir que pasa por Sevilla". (16). A fines de 1535 Contreras comenzó a preparar la expedición. Pero se encontró con un grave obstáculo: Fray Bartolomé de las Casas. Acompañado en León de varios frailes, la presencia del apasionado defensor de los indios hizo fracasar la primera expedición al Desaguadero terminada de preparar en marzo de 1536. Desde el púlpito de la iglesia de San Francisco, en Granada, la combatió enérgicamente alegando el mal trato que se les daba a los indios. Las Casas amenazó con excomulgar a los que se alistaran en ella y se negó a confesar la tripulación antes de partir. Los conquistadores protestaron. Contreras le invitó ir de Capellán para evitar las crueldades que condenaba. El dominico no aceptó. El organizador, Diego Machuca de Suazo, ya en la zona del Desaguadero, estuvo a punto de perder la vida a manos de los soldados rebeldes. El fracaso de la empresa fue completo.

Con la cédula de la Reina en septiembre de 1536, se volvió a insistir en el descubrimiento de la tierra y de los secretos del Desaguadero. Mas Contreras la acataba sin cumplirla. Otra cédula del 20 de abril de 1537, en la que se presiona efectuar de inmediato el descubrimiento, lo comprometió más a esa jornada peligrosa. Por fin una nueva cédula con fecha 6 de abril de 1539 capituló a Diego Machuca —primo hermano del Gobernador— y Alonso Calero para recorrer el Desaguadero autorizados por Contreras, pero a su "propia costa é minción". (17). Ambos partieron de las isletas de Granada el 7 de abril del mismo año con una fusta, un bergantín, una barca grande y cuatro canoas, en las que iban 40 caballos, 50 cerdos, gran cantidad de aves, carne salada, 500 fanegas de maíz y otras provisiones. La expedición sumaba de 100 a 150 hombres. (18). El primer día navegaron entre las isletas y anclaron en la última isla. Al día siguiente cruzaron y llegaron a la isla de la Ceiba. Luego, costeando, se dirigieron al Desaguadero. Después de dormir en una punta, se convino en que Machuca seguiría por tierra con los caballos y Calero por agua. Este último llegó a las islas Mayali y luego a las Balsillas, situadas a la izquierda de las Solentiname. Entró a la boca del Desaguadero, vio cinco islas y un río grande (el Medio Queso) y cruzó los raudales. Machuca exploró la margen izquierda del río, se internó por los bosques del norte y, desviándose, llegó al río Yarí para partir, desesperado, a Granada. Calero, ya en la desembocadura del Desaguadero, fue hasta el río Yarí en busca de Machuca: subió durante tres días por el río, halló sus huellas y las perdió. Advirtiendo que Machuca se había ido, volvió a internarse al Mar del Norte y consideró que "para volver por el río de Nicaragua, no hay brazos que remen, para ir por tierra, no hay pies que anden". (19); por fin se dirigió a Nombre de Dios, donde llegó con 8 españoles y 25 indios. (20). En Panamá Calero cayó en un peligro mayor: el Doctor Robles. Nombrado Oidor de la Audiencia de Panamá, creada el 23 de mayo de 1539, el Doctor Robles lo encarcela y lo obliga a celebrar capitulación a favor de Hernán Sánchez de Badajoz que planeaba explorar los territorios que había recorrido. No tardó en aparecer Sánchez de Badajoz por el norte de Costa Rica, donde funda una ciudad y el fuerte Marbela. Contreras, alegando derechos sobre esa región, sitia el fuerte y obliga rendirse a

Sánchez de Badajoz a quien envió preso a España. Al regresar a Granada, el Gobernador se informó de la condena del Rey a las pretensiones del Doctor Robles. Contreras continuó su gobernación por un lado cumpliendo su deber y, por otro, cometiendo abusos. Con las Leyes Nuevas de 1542 ya no pudo conservar sus encomiendas y, con el objeto de eludir dicha prohibición real, las traspasó a su esposa e hijos, lo mismo que el resto de sus bienes y derechos. Denunciado ante la Audiencia de los Confines, fundada el 30 de abril de 1543, fue mandado a residenciar por el Oidor Diego de Herrera quien constató el traspaso falso de los indios. Los granadinos, en seguida, enviaron al Rey una exposición desfavorable de su administración el 24 de noviembre de 1544. Para esa fecha, el Gobernador se hallaba en España tratando de anular los procedimientos llevados en su contra por el Oidor Herrera y la misma Audiencia y de impugnar la capitulación del 29 de noviembre de 1540 trasladada a Diego Gutiérrez para la conquista y colonización de Veragua a partir de Cabo Gracias a Dios. Ninguna de las dos cosas consiguió.

7 . - L A REBELION DE LOS CONTRERAS Las Leyes Nuevas, firmadas el 20 de noviembre de 1542 y debidas en buena parte a Fray Bartolomé de las Casas, establecieron definitivamente la política de la Corona en favor de los indios. "Ordenamos y mandamos —se leía en ellas— que de aquí en adelante por ninguna causa. . . no se pueda hacer esclavo indio alguno; y queremos que sean tratados como vasallos vuestros de la Corona de Castilla, pues lo son". (21). En Nicaragua la Audiencia de los Confines puso en vigor las ordenanzas de Barcelona, nombre con que también se conoce a dichas Leyes. Así se declaró libres a la mayor parte de los esclavos naturales, se redujo las encomiendas y se rebajó su tributo al igual que los impuestos. Fiel servidor de la Corona, el Obispo Fray Antonio de Valdivieso hizo lo posible para aplicar estrictamente las Leyes Nuevas. Por eso tuvo que enfrentarse con los hijos del Gobernador que permanecían descontentos a causa de haber perdido las encomiendas traspasadas a ellos por su padre. He-

redero del papel de Las Casas, Valdivieso pronunciaba sermones invectivos contra los Contreras. Por tradición se sabe que un domingo doña María de la Peñalosa, esposa de don Rodrigo e hija de Pedrarias, se salió de misa y que sus hijos Hernando y Pedro amenazaron al Obispo. Este, para restarle poder a sus enemigos, creó dos alguaciles y les otorgó el emblema de los alcaldes. Pero éstos prohibieron a los alguaciles el uso de insignias. En represalia, el obispo los excomulgó. El ánimo que existía era muy tenso: al tener noticias los hijos del Gobernador de su fracaso en España, aumentó considerablemente. Sólo faltaba que algunos soldados secundaran la rebelión. Entonces aparecieron en El Realejo algunos de los conquistadores expulsados por Gonzalo Pizarro del Perú. Encabezaba esta tropa desbandada Juan Bermejo, ambicioso y audaz. Inmediatamente se conectó con Hernando y lo convenció de la necesidad de coronarse rey del Perú y Príncipe del Nuevo Mundo. A medio día del miércoles 26 de Febrero de 1549, Hernando invitó a sus amigos en su casa para oir a un cantor. El fin, sin embargo, era otro: preparar la conspiración. Sin perder tiempo se fue donde el Obispo que conversaba con dos eclesiásticos. Valdivieso, al verlo, trató de esconderse inútilmente: Hernando, que había entrado a la cabeza del grupo, le enterró su daga varias veces. "Acaba ya carnicero", le dijo el Obispo bañado en sangre. Luego, en medio de los gritos de su madre Catalina Alvarez, pidió un crucifijo, oró y murió. Los rebeldes abrieron dos cofres: uno de oro y plata; el otro de manuscritos y escrituras. Hernando envió un mensaje de lo ocurrido y la daga asesina a su hermano Pedro y a su madre, residentes en Granada. Juan Bermejo se puso al cuello la cruz pontifical. Robado el oro y la plata, incluso un huacal de oro del Obispo, no sin saquear la caja real del Tesoro de Su Majestad, se juntaron en la plaza de León. A su jefe, mientras tanto, le llamaban "General del Campo de la Verdad", "Capitán General de la Libertad" y, ya en el camino del Realejo, "Príncipe del Cuzco". En número de cuarenta, se apoderaron de los navios del puerto. Todos estaban listos para quemar las naves de su Majestad en las costas de Nicaragua, Guatemala, Nueva España y Panamá, asaltar esta ciudad, apoderarse del Perú y declarar Rey a Hernando.

La madre de los Contreras se hallaba rezando el via-crucis de San Francisco cuando le contaron que su hijo "había matado al obispo y se había alzado contra el Rey", noticia que no le produjo "ninguna alteración ni mudanza" y siguió rezando las estaciones. Días más tarde, en la Iglesia, dijo a su haya: "ya estará Hernando Contreras en Panamá" y, en su casa, los hermanos pequeños decían "agora iremos al Perú" y gritaban: "Biba Hernando Contreras". La complicidad de doña María, según el proceso que se hizo después, era evidente. Juan Bermejo, por su parte, se dirigió a Granada con veintisiete soldados, la tomó, quemó las fragatas para que no fueran a dar aviso a Panamá y se fue con Pedro al Realejo. Allí los rebeldes saquearon las mercancías del "Galeón Chile", a la que hicieron capitana de la armada; tomaron otro navio y una fragata; los demás fueron quemados. De esta forma partieron hacia Panamá. En Nicoya se les juntó Salguero, teniente de la rebelión, con setenta hombres. En alta mar encontraron una escuadrilla de veleros; la atacaron y vencieron. Ya en Panamá, sin resistencia alguna, capturaron cinco naves ancladas en la bahía; una era de doña María de la Peñalosa y en ella se embarcó Pedro para dirigir las operaciones marítimas. Sabedores de que el Presidente don Pedro de la Gasea había salido hacia Nombre de Dios cargado de oro y plata, Hernando envió a Salguera para hacerle frente y él con Bermejo entraron en Panamá y la tomaron. Saqueadas las tiendas de la ciudad y libertados los presos de las cárceles, inquerían a los vecinos y les decían: "No venimos a tomar la hacienda de los particulares sino tan sólo queremos tomar la hacienda del Rey". A continuación marchó Hernando con sesenta hombres a Nombre de Dios dejando a Bermejo en Panamá. Al depositar el antiguo soldado de Pizarro en algunas personas la orden de remitir el dinero robado apenas fuera pedido, abandonó la ciudad llevándose preso al tesorero Añaya. Los vecinos, reunidos en casa del Obispo, juntaron 300 hombres para rechazar a los rebeldes. Inmediatamente un señor Arias envió a un criado para avisar a La Gasga la llegada de Contreras. Pertrechados de armas que habían mantenido ocultas, encabezaban a los panameños Martín Luis de Marchena, Juan de Lares, el doctor Meneses y el Alguacil Mayor Villalba. Informado Bermejo de lo ocurrido, regresó y atacó. Como la resis-

tencia era tenaz, tuvo que retirarse a una finca a legua y media de Panamá. Luego le salieron al encuentro, lo acorralaron y fue derrotado. En la falda de un cerro murió de un arcabuzazo. Los muertos fueron ochenta. Y se ahorcó a la mayoría de los prisioneros. Pedro, al ser perseguido, escapó con cinco de sus compañeros y no se supo más de ellos. Internados en los manglares, se supone que murieron a manos de los indios. La tropa de Hernando, tras pasar algunas peripecias y tener noticia del fracaso de Bermejo, huyó hacia Natá. El "príncipe del Nuevo Mundo" pereció en una ciénaga. Los historiadores afirman que se le reconoció por el sombrero y por un Agnus Dei de oro que colgaba del cuello. Hicieron cuartos su cuerpo, le cortaron la cabeza y la pusieron en un picota dentro de una jaula de hierro, en la plaza de Panamá.

II Las dificultades impuestas por las Leyes Nuevas impidieron la realización de nuevas conquistas. En 1545 el Obispo Valdivieso aseguraba que debido a "las nuevas ordenanzas ya no ven (los conquistadores) tanto interese" en conquistar la Taguzgalpa y que por eso no estaba poblada. García Pelaez, por su parte, informa que una cédula del 3 de Octubre de 1547 no permitía a un capitán la salida de Nueva Segovia para conquistar y poblar esa misma región, "según lo ordenado en las nuevas leyes". "Con el fin de contener los abusos que se cometían en los descubrimientos de nuevos territorios —confirma don Tomás Ayón—, se ordenaba que nadie pudiera emprender esa clase de conquistas, fuese por mar o por tierra, sin licencia; y que no se tomasen indios contra su voluntad, sino tres o cuatro para intérpretes, debiendo éstos ir también voluntariamente".

1 . - L A EXPLOTACION DEL ORO En 1527 el alcalde de León, Hernán Ponce, partió a los "aluviones auríferos" del río San Andrés abandonados más tarde, pues el pueblo que había cerca de ellos fue atacado e incendiado por los indios; se llamaba Santa María de la Esperanza y acaba-

ba de despoblarse a la llegada de Castañeda, según su carta al Rey del 30 de Marzo de 1529. (22). Meses después fue enviado Andrés de Garabito junto con el cacique Tipitapa: "se dio orden por el gobernador e oficiales de vuestra magestad é por mí —informa Castañeda—, que un capitán que se dize Garavito fuese con cincuenta hombres aderezados de aimas, bateas é herramientas a una tierra que se dice Boaco, do ay nueva por los indios que hay oro". (23). Pedrarias no se quedó atrás en esta empresa: además de establecer la explotación minera en el norte, insistía en descubrir otras fuentes. Así el 2 de Septiembre de 1529 firmó unas diligencias para determinar sobre la conveniencia de enviar a Martín Estete poblar y descubrir minas en Chorotega Malaca y seguidamente envió a Hernando de Soto a buscar minas a la provincia de Juana Mostega, a 15 leguas de León, sin éxito alguno, por lo que luego envió al capitán Francisco Pacheco a buscarlas (de nuevo) en Chorotega. Esto sucedía en diciembre de ese mismo año de 1529. A principios de 1531 Gabriel de Rojas con 16 hombres descubría "7 ríos en espacio de dos leguas" y, por la relación que dió y la muestra de oro que traía, "se tiene por cierto que hay oro en los ríos para coger 50 años". (24). Se trataba de "las nuevas minas de Gracias a Dios", las cuales hicieron se fundase de nuevo la villa de Santa María de la Buena Esperanza. Y en su "Exposición al Consejo de Justicia y Regidores de León", escribía Castañeda: "Al presente está poblada en las minas de esta gobernación, que se llama las minas de Gracias a Dios, la villa de Santa María de la Buena Esperanza, en la cual hay hasta 70 vecinos. . . y cada día se descubren más minas a ellas comarcanas". (25).

2 . - L A CONQUISTA DEL PERU Durante la gobernación de Pedrarias, algunos conquistadores de Nicaragua deseaban marchar al Perú. En 1529 escribía Castañeda: "Quieren hacer navios diziendo que quieren yr a descobrir por la mar a esa costa del Perú" y opinaba, con mucha razón, que no era correcto porque esta "tierra... no está bien calada ni bisto todo lo que hay en ella.. . é es menester que la gente pueble en esta tierra é la anden é se busquen

minas". (26). Preveía, en otras palabras, que la conquista quedaría inconclusa. Movidos por los abusos que cometía con ellos Castañeda o simplemente por realizar su anhelo conquistador, muchos "vecinos de León, de Nicaragua" fueron a reforzar la conquista del Perú. En 1532 partió de León en varios navios Sebastián de Benalcázar. Su propósito era, como lo dice su hijo en carta enviada al Rey para reinvindicar la memoria de su padre, "servir a la Magestad del Emperador" y "acrecentar la Coronal Real". Con 70 hombres "de a caballo y peones", cargado de bastimentos y armas, después de gastar "grandes sumas de pesos de oro", llegó al Perú, halló a Pizarro "con la gente muy enferma, falta de armas y comida", descubrió una trama de los indios a quienes "castigó y sujetó y dejó pacíficos" y, asociado con Diego de Almagro, emprendió la conquista del Reino de Quito. Luego proveyó a más de 300 hombres de caballos, yeguas y hatos de cerdos que "había hecho traer de la costa de Nicaragua". (27). En 1533 Francisco Godoy, procedente también de nuestro territorio, al mando de una nave llena de soldados, se agregó a la expedición de Francisco Pizarro. Ese mismo año Pedro de Alvarado se apoderó de los navios organizados por Gabriel de Rojas para conducir 200 hombres del "puerto de Su Magestad" (La Posesión, en cuyo sitio Rojas fundó la villa de El Realejo) al Perú. "De ahí (Nicaragua) se esperaba el primer socorro — escribía Benalcázar el 11 de noviembre de 1533— porque es lo más cercano a estos reinos". (28). Los compañeros del futuro conquistador de Quito, y tal vez los de Godoy, habían facilitado sus bienes para la empresa. No pocos de ellos eran funcionarios, encomenderos, mineros y comerciantes o, al menos, "disponían de cierta holgura". Según el Acta del Cabildo de León fechado el 8 de Enero de 1532, algunos de ellos habían contribuido con regulares cantidades de dinero para sostener una guarnición en la villa de Santa María de la Esperanza, aún poblada. Lo cierto es que en el Perú, a raíz de la guerra contra los indios Puna, entristecíanse al "comparar los trabajos que ahí padecían y la devastación que miraban con las delicias de su paraíso, que este nombre daban a aquella bella Provincia" (Nicaragua), según narra el propio Pizarro. (29). La experiencia

administrativa que habían obtenido aquí les sirvió seguramente para desempeñar cargos importantes en el Perú. Juan de Ampudia, uno de los regidores del Ayuntamiento de León, fue primer Alcalde de Quito. Diego de Tapia, otro de los Alcaldes de la misma ciudad, había sido uno de los escribanos públicos de nuestra primera capital. Años más tarde soldados vecinos de Nicaragua contribuyeron a destruir la sublevación del Manco-Inca y a sofocar el alzamiento de Gonzalo Pizarro y la sublevación de Francisco Hernández Girón en 1553. En ésta participó el férreo conquistador nicaragüense Juan Dávila.

3 . - L A CONQUISTA DE COSTA RICA Cuando el gobernador don Rodrigo de Contreras cortó las pretensiones de Hernán Sánchez de Badajoz en 1540, todas las expediciones que conquistaron y poblaron Costa Rica salieron de Nicaragua y,, en su mayoría, de Granada. Nuestra costa atlántica, con esta corriente conquistadora, quedó inexplorada a pesar de algunos intentos infructuosos. En 1562, según un informe del Cabildo de Garcí-Muñoz, el licenciado Juan de Caballón salió de Granada hacia Costa Rica con 90 hombres entre españoles y negros provistos de armas, caballos, ropas y llevando "muchos ganados, puercos, cabras é maíz é otras cosas necesarias para la dicha población". (30). De tal forma partían de Granada los conquistadores de Costa Rica: Juan Estrada de Rávago, Juan Vázquez de Coronado, Perafán de Rivera y otros. Alonso Anguciana de Gamboa, vecino de Granada, después de su viaje a España con Vázquez de Coronado en 1564, había vuelto a Nicaragua de donde llevó a Costa Rica esclavos, indios y herramientas para explotar las minas descubiertas en el valle de Goyoche. "Partiré a buscar gente a Nicaragua este veranillo", decía en una de sus cartas Vázquez de Coronado. (31). Las expediciones conquistadoras de Costa Rica, sostenidas con los recursos de Nicaragua, terminaron con el viaje de Diego de Artieda y Cherinos, nombrado gobernador en 1573. Pero todavía en 1576 se hallaba en Granada. Fue en 1577, cuando ya había comenzado a sentirse la presencia de los piratas en la costa atlántica de Nicaragua, que llegó a Costa Rica.

4.—CRUELDAD Y ESCLAVITUD Los casos de crueldad abundaron entre 1527 y 1536. Diego López de Salcedo, usurpador de la gobernación de Nicaragua, ordenó herrar a los indios, vendió a muchos de ellos como esclavos y mató a otros a latigazos. (32). Pedro de Garro, enviado de Hernández de Córdoba a Honduras, cometió algunos atropellos contra los indios de esa región, según cuenta Bernal Díaz del Castillo en su capítulo titulado: "Cómo el capitán Gonzalo de Sandoval. . . prendió a cuarenta soldados españoles y a su capitán, que venían de la provincia de Nicaragua y hacían mucho daño a los indios de los pueblos por donde pasaban". "Muchos españoles —decía textualmente—... con armas y caballos les tomaban sus haciendas e hijas y mujeres, y que las echaban en cadena de hierro". (33) El 5 de Octubre de 1529 el Licenciado Castañeda, en carta enviada al Rey, cuenta el conocido episodio de Martín de Estete quien prefirió cortar la cabeza a un indio antes de desatar la cadena a que se hallaba sujeto; y añade: "se hacían otras crueldades que el dicho capitán las consentía y holgaba de ellas". (34). El mismo Castañeda informa asimismo del ataque y matanza de indios que se hizo al "desamparado pueblo de Olancho" en ese mismo año. El carácter militar de la conquista, de realización inmediata, justificaba para sus autores la crueldad. El conquistador, proveniente del pueblo español, salía en busca de fortuna, despreciaba su propia vida y la de los demás y era consciente de su empresa, a la que entregaba toda su energía física. Sabía que su misión era guerrear y aún no se han dado guerras sin crueldades. Los indios, por su lado, no eran tontos. Una regular cantidad de ellos, practicaba el canibalismo. Oviedo narra un hecho curioso: una de las tantas veces que Pedrarias echó sus perros a varios indios en la plaza de León, llegaron otros a llevarse los cadáveres para comérselos. Las dos ocasiones que los indios intentaron quemar uno de los pueblos fundados en las minas de Gracias a Dios, "fueron desbaratados". Por más que la resistencia indígena haya sido esporádica e insignificante, originada por los abusos cometidos por encomenderos, funcionarios y explotadores de minas, no dejó de mantener a los españoles más de una vez en un estado defensivo.

Sea o no por esta causa, el hecho es que se practicó la esclavitud. Esta no fue herencia de la conquista; ya estaba establecida entre los indios. Pero la desarrolló en su primeros años; luego, al iniciarse la colonia, fue abandonada casi en su totalidad. El 19 de Julio de 1529 Pedrarias declaraba sobre siete personas esclavas enviadas en el navio del factor Miguel Juan Rivas. (35). El 1ro. de Octubre del mismo año se dió un acuerdo por el que se mandaba a entregar a Martín Estete "el hierro con que pueda marcar esclavos de Chorotega Malaca". (36). Esta situación llegó al máximo cuando los indios, según Gomara, decidieron no dormir con sus mujeres "porque no pariesen esclavos". Y Pedrarias, al notar que en dos años no nacían niños, "les prometió buen tratamiento". Otros abusos contra los indios fueron la exportación que se hizo de ellos a Panamá, Cuba, Santo Domingo y el Perú; la falta de alimentación y la dureza del trabajo en las minas y encomiendas. El 8 de Abril de 1529 se efectuó un juicio contra Juan de Casballo y Miguel Juan Rivas por sacar de Nicaragua "muchos indios libres y sin herrar"; debían sacarse esclavos y herrados. "Llevaron. . . muchos yndios e yndias libres por esclavos siendo libres —revela el documento— y los embarcaron sin ser visto examinados herrados y despachados por los oficiales de vuestra alteza ya muchos de ellos llevaban encadenas presos para los transportar". (37). El 3 de Julio, también del mismo año, se inició otro juicio, esta vez contra Bartolomé Ruiz y otros, "para averiguar la sacada de españoles e indios hacia Panamá". (38). El envío había salido de El Realejo: "embarcaron y sacaron españoles e yndios por el puerto de La Posesión que es en la provincia de Nicaragua sin licencia e registro ni hazer las otras diligencias que devían". Por lo fatigoso de sus labores, los indios se acostaban sin cenar y cantidades de ellos morían. En noviembre de 1529, hacían falta indios "a causa de haberse muerto muchos dellos por la necesidad de comida". El Padre las Casas dice que iban encadenados, mirando los caminos y cantando con lágrimas una canción que resumida decía: "Por aquellos caminos íbamos a servir a León y volvíamos. Ahora vamos sin esperanza de volver". (39). En su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, no sin exagerar, el famoso defensor de los indios cuenta que habían sacado de Nicaragua "indios

hechos esclavos, siendo tan libres como yo, más de quinientas mil ánimas" y finalmente agregaba: "Habrá hoy en toda la dicha provincia de Nicaragua obra de cuatro a cinco mil personas, las cuales matan cada día con los servicios y opresiones cotidianas y personales". (40).

5 . - L A CONVERSION DE LOS INDIGENAS Los españoles no sólo conquistaron territorios para la Corona, sino también para Dios. El "desorbitado instinto de codicia" que los poseía estaba vinculado a un ardiente fervor religioso. Aunque parezca incompatible, al mismo tiempo se consideraban con sinceridad "servidores y acrecentadores de Cristo y del Emperador". Para iniciar la transformación cultural de los indígenas, tenían antes que convertirlos al cristianismo. La orden de los Reyes católicos a Colón seguía siendo válida para los conquistadores: "que procurase la conversión de los indios a la fé". Culturización e hispanización eran, en esta época, sinónimos de cristianización. Gil González Dávila cuenta que en un solo día se bautizaron "1.017 ánimas chicas y grandes" con tanta voluntad y atención que vi llorar algunos compañeros". (41). Fray Julián Garcés, primer arzobispo de Tlascala, en carta al Sumo Pontífice, narra que el P. Bernardino Minaya en su visita a Nicaragua encontró a los indios dóciles y entusiasmados y que, coronados de rosas, le pedían el bautismo. Oviedo, por su parte, señala que el "capitán Francisco Fernández de Córdoba avia assimesmo hecho baptizar otra grand cantidad, e quel gobernador Diego López de Salcedo, assimesmo avia aprovechado mucho de la conversión de aquella gente". (42). Y entre las instrucciones de López de Salcedo a Gabriel de Rojas estaba como "la primera cosa que se construya con los indios sea la iglesia, con hermosas proporciones, buen tamaño y coro". (43). Pero los indios, nutridos en sus tradiciones, no iban inmediatamente a convertirse al cristianismo con recibir agua y oír unas palabras ininteligibles. Pedrarias se dió cuenta de este hecho Los resultados tenían que ser muy escasos. Por eso era necesaria una información detallada de las creencias y costumbres de los indígenas recién conquistados y así encomendó "para esta comisión" a un amigo suyo, Fray Francisco de Bobadilla, pro-

vincial de la orden de la Merced, aunque su finalidad personal era probarles a sus "enemigos notorios" que la conversión era burla "e que aquellos (los indios) no eran chripstianos". (44). Tal como se esperaba, los indios permanecían dentro de sus creencias. El cacique Misesboy, uno de los entrevistados, se creía cristiano sólo porque le habían echado agua sobre la cabeza y ni siquiera se acordaba de su nombre. Tacoteyda, padre de los orchílovos o templos, al decirle el padre Bobadilla si deseaba ser cristiano respondió: "No: que ya soy viejo. Para qué he de ser chripstiano" y, por mucha prédica y amonestación que recibió, "nunca quiso ser chripstiano". Coyevet, de ochenta años o más, hizo el mismo razonamiento de Misesboy: "aque agua le avian echado en la cabeza; pero que no le pusieron nombre ni se acordaba dél" y Quiavit, señor de la plaza de Xoxoyta y mancebo de treinta años, dijo que no era cristiano. Oviedo recogió el informe de Bobadilla y opinaba que los indios eran incapaces de ser cristianos. "Yo pienso —decía— que por culpa de los chripstianos, o por incapacidad de los indios... muy raros e poquísimos son los indios que se pueden decir chripstianos de los que toman el baptismo en la edad adolescente o desde arriba". (45). Pese a esta opinión, compartida probablemente con otros españoles, se promovió la evangelización de los indígenas. Tanto los funcionarios como los obispos cumplieron las órdenes de atender "con sumo cuidado a su conversión y a la reforma de sus costumbres". El Obispo Alvarez Osorio, fundador del primer monasterio en León, fue uno de los primeros empeñados "con eficacia a la conversión de los naturales". El 26 de Agosto de 1529, para poner un solo ejemplo, visitó a los indios de Mistega. (46). Bobadilla, por su lado, quemó "infinito número de ydolos... todo junto en una grande hoguera de la plaza... é les dottrinó... acordándoles lo que debían de hacer e les convenía para salud de sus ánimas". (47). Los templos indígenas se transformaban en cristianos y la cruz y las imágenes sustituían a los ídolos. "Aqueste reverendo padre —continúa Oviedo— quebró muchos ydolos é quemó mexquitas e oratorios é templo de indios é puso cruces en todos los caminos é plazas é lugares altos, donde se pudiessen ver muy bien, é hizo iglesias é puso imágenes de Nuestra Señora é cruces é agua bendita". Bobadilla bautizó sólo en Rivas durante unos nueve días a 29.063 indios y, en total, a 52.558.

Basta fijar la tarea evangelizadora de este misionero para comprender los frutos de las otras muchas realizadas desde los primeros años de la conquista hasta muy avanzado el siglo XVIII. La conversión al cristianismo de los naturales fue más o menos sincera, pero no colectiva. El proceso del mestizaje en la colonia hizo necesario el florecimiento de la doctrina cristiana. La conquista, sin embargo, produjo por lo menos una parcial participación indígena de la fé, desarrollada por los misioneros por medio de la enseñanza de la doctrina, la predicación, la administración de los sacramentos, las ceremonias litúrgicas y la influencia personal. Así los indígenas, o muchos de ellos, "prestáronse con facilidad a oir las ilustraciones que se Ies hacían; conocieron pronto la superioridad de la religión que se les enseñaba... y la abrazaron de buena gracia". Esto explica que al poco tiempo haya habido indios que no querían que se les llamase indios, sino cristianos, "e otros ponen cruces sobre sus sepulturas de los que mueren é en naciéndoles sus hijos los llevan a la Iglesia".

6 . - L A S ENCOMIENDAS Una vez sometidos y pacificados los indios, se les repartía en las encomiendas cedidas a los conquistadores. Esta institución consistía en colocar a un determinado número de indios bajo la autoridad de un español con el fin de recibir, a cambio de su trabajo y tributo, protección, alimentación, instrucción cristiana e iniciarse en las costumbres de la civilización europea. El encomendado difería mucho del esclavo: no era vasallo del encomendero, sino del Rey. Aquél no podía venderlo ni prestarlo, mucho menos alquilarlo y darlo en prenda; y, por su parte, podía tener bienes propios. Determinada ideológicamente por el señorío feudal, su más inmediato antecedente, la encomienda no era como éste un feudo territorial. El encomendero sólo recibía indios, no territorios y su jurisdicción era indefinida, de ahí la dificultad de regular las relaciones con los indios. De esa manera quedaba sometido el comportamiento del encomendero a la acción fiscal de los visitadores. (48). La encomienda, además, tenía un carácter provisional, transitorio: la necesidad de acostumbrar a los indios al trabajo y la forma más inmediata para satisfacer a los conquistadores en correspondencia de su esfuerzo, fueron sus determi-

nantes económicas. Por muy abusiva que haya sido en la práctica, fue "la solución positiva adoptada por la Corona para encauzar la obra de civilización de los aborígenes" y aseguró, en definitiva, la supervivencia de los mismos. (49). En Nicaragua, por desgracia, las encomiendas dejaron mucho que desear. Los abusos cometidos por los encomenderos fueron innumerables. El trabajo realizado en ellas era duro y forzado. Por eso no pocas veces hubo ligeras sublevaciones —reprimidas fácil y brevemente— y los indios huyeron a las montañas. Gobernadores, conquistadores, funcionarios y obispos se hacían cargo de ellas. El 26 de Agosto de 1529 Pedrarias cedió varios repartimientos a Castañeda: "por la presente hos encomiendo y doy en repartimiento en la plaza principal de mistega y en nueve galpones de ella. . . seycientos indios con la persona principal del cacique. . . y con el que después del sucedieron... que asy. . . los he sacado y saco. . . como hos los doy y encomiendo de mi mismo é de mi repartimiento y encomienda que poseo". (50). El Obispo Diego Alvarez Osorio tenía en encomienda a los indios de Lenderí. (51). Juan Dávila había recibido las encomiendas de Jalteva y Masaya concedidas a su padre por Rodrigo de Contreras; éste sostenía el lujo de su casa en León —donde se hospedaban viajeros a veces con un séquito de 30 a 40 personas— con los tributos de sus encomiendas. El mismo Contreras, en carta al Rey del 25 de Junio de 1537, daba cuenta de cómo quitó "algunos Repartymientos de los que el licenciado Castañeda avia dado excesivamente a personas de poca calidad" y del estado de ellas: "demás de muchas personas tener demasyados Repartimyentos y otros tenellos muy pequeños ay algunas personas que eso poco que tienen lo tienen dos o tres partes y sy los indios que tienen dos o tres partes los toviesen en una los indios no serían tan trabajados y los que los tienen se podrían sostener mejor". (52). Pero Contreras más de una vez se comportó de acuerdo con su nobleza, como todo un caballero segoviano. En 1537 informaba al Rey que se les debían quitar los indios a los españoles que no los adoctrinasen y agregaba que muchos de ellos no se preocupaban por catequizarlos. Asimismo el yerno de Pedrarias alivió la condición de ios indios al implantar el uso de la carreta evitando que se les siguiese empleando como cargadores. También prohibió que se

les diera trabajo mientras estuviesen ocupados en sus sementeras durante cuatro meses y que, por añadidura, debía obligárseles a trabajar en ellas. De esta manera, al abolirse las encomiendas y los repartimientos, se conservaron los ejidos, las huertas y las comunidades indígenas. El marqués de Lozoya ha definido muy bien a Contreras: "Fue autoritario y ambicioso de riquezas, pero no cruel". Otros conquistadores de la provincia tenían encomiendas en Panamá, Costa Rica y El Salvador. "Me ha sido requerido el golfo de San Lucar —escribía Pedrarias— donde los vecinos de Granada tienen sus repartimientos de indios". "Los capitanes que tienen cargo de aquella villa —informa Contreras el 6 de Julio de 1536 refiriéndose a la villa de San Miguel— han enbiado gente y entrado en los Repartymientos que muchos vecinos de esta ciudad (León) poseen pacíficamente de muchos años acá". Después de la destrucción de la villa de Bruselas, perteneciente a la gobernación de Nicaragua según real cédula de 1529, los indios chorotegas fueron repartidos de nuevo entre los habitantes de Granada y León. En esa ocasión Pedrarias se reservó las mejores encomiendas de Nicoya. (53).

7 . - L A S LEYES NUEVAS Con las Leyes Nuevas cesó en buena parte la explotación inhumana de las encomiendas y muchas de ellas fueron suprimidas. La prohibición incluía a gobernadores, oficiales, prelados, monasterios, etc... porque "se an seguido desórdenes en el tratamiento de dichos indios". Los conventos de mercedarios y dominicos de León perdieron las suyas en 1543, pero los últimos se hicieron de otra que fue suprimida por una orden nominal en 1546. El 10 de Octubre de ese mismo año el Licenciado Pineda, Juez de Comisión, llegó a León con la orden de declarar vacos los indios encomendados a las autoridades. Desde 1542, hay que señalarlo, encomienda que vacaba pasaba a la Corona. La aplicación de dichas Leyes produjo, sin exagerar, la ruina de los conquistadores. El estado de éstos posterior a 1542 dejó de ser holgado. Muchos de ellos fueron empobreciéndose poco a poco. Interesante y patético es al mismo tiempo el caso de uno de ellos, entre otros muchos, llamado Juan de

Mayorga, vecino de la ciudad de Nueva Segovia, que el 18 de Septiembre de 1551 tuvo que hacer una "probanza" de sus méritos ante la justicia ordinaria para "solicitar con ella ante su majestad en la real audiencia de los confines que está. . . en la ciudad de Santiago de Guatemala". (54). Mayorga tenía ocho años de haber venido "a poblar esta tierra" con Diego de Castañeda —fundador de Nueva Segovia en 1543—y se llamaba a sí mismo: "uno de los primeros conquistadores y pobladores de esta dicha ciudad", a la que llevó sus "armas e caballos e aderezo para la guerra e dicha conquista e mi servicio a mi costa e minción". Después de pasar "mucho trabajo e necesidad en servicio de su majestad" pacificando a los indios, se encontraba "muy pobre" y adeudado "en muchos pesos de oro", los cuales no podía pagar con las dos encomiendas que aún le quedaban: una en el pueblo de Teguangalpa de cuarenta indios y "otro poblezuelo" de veinticinco a treinta que originalmente había pertenecido al conquistador Juan Martin Cermeño, primer marido de su mujer Magdalena de Figueroa, muerto "por los naturales de esta tierra yendo él y otros vecinos... en el descubrimiento de este río Maribichicoa". Las dos encomiendas "no dan otro provecho sino una milpa de maíz el cual no se vende ni vale dinero", por lo que Juan de Mayorga confesaba atribuladamente que no podía sustentarse con ellas y que pasaba con su mujer "mucho trabajo y miserias".

III El final de la conquista, promovido por la misma Corona Española con las Leyes Nuevas, se encarnó en un hecho singular: la rebelión de los Contreras en 1549. Hacia ese año, gran parte de nuestro territorio ya estaba pacificado, los conquistadores habían sido despojados de sus pretensiones feudales, la evangelización comenzaba a dar frutos y, en una palabra, estaban establecidas las bases de la formación de nuestro pueblo. Ya no había aguerridos conquistadores, sino colonos; y, si prescindimos de algunos "frailes conquistadores" de los siglos XVII y XVIII, tampoco existía evangelizadores, sino clérigos. Al igual que la conquista de América, la de Nicaragua fue una empresa rápida, violenta y cruel, pródiga en esfuerzo y obra

de la iniciativa privada. No se llevó a cabo por ejércitos oficiales, sino por particulares a los que se les concedía capitulaciones. Una de éstas fue fundamental para nuestro "real y efectivo descubrimiento": la que se le concedió a Andrés Niño. Los conquistadores, al establecerse en estas tierras, venían primordialmente a ocuparlas, explotarlas y ser dueños y señores de ellas. La búsqueda del estrecho dudoso era una circunstancia particular, un medio para lograr el incentivo de riqueza que les dominaba y una manifestación de su espíritu aventurero. Si el móvil inmediato de los descubrimientos, exploraciones y fundaciones era la búsqueda de ese estrecho y luego, desaparecido su mito, la del Desaguadero, el motor se reducía al incentivo de lucro. La conquista, por tales razones, era una empresa militar. Su otro aspecto, el misionero, corría parejo al lado de los intereses económicos y políticos. Consistente en una cruzada religiosa, tuvo una influencia decisiva en la transformación del alma indígena y contribuyó enormemente a que los indios asimilaran con cierta facilidad las diversas costumbres y usos del medioevo español impuesto por los conquistadores. Pero quede claro que la fe cristiana no fue aceptada por los indios solamente por convicción o por la llamada actitud de "sumisión fatalista a las fuerzas naturales", sino también por presentarse unida a la conquista material y por el mestizaje de la colonia que facilitó su desarrollo. Si se estudia a fondo el proceso de la conquista de Nicaragua, puede constatarse que constituye un ejemplo vivo de la conquista de América. Aquí, como en pocas provincias, el llamado siglo de la conquista se manifestó en todos sus sentidos y caracteres. Uno de ellos fue el espíritu faústico que, alentado por la sed del oro, produjo en la mentalidad de los conquistadores la ilusión de varias quimeras: la fuente rejuvenecedora de la Florida, las siete ciudades de Cíbola, la región de El Dorado, etcétera. Ese carácter no estuvo ausente: Fray Blas del Castillo, durante la gobernación de don Rodrigo de Contreras, exploró varias veces el cráter del volcán Masaya cuya lava, según él, era oro derretido. La infructuosa búsqueda de esa quimera llamó la atención a la gente de su tiempo y despertó la curiosidad de los cronistas.

La conquista de Nicaragua, como la de México,, fue incompleta. Toda la zona del Atlántico quedó sin conquistar y la del centro de la provincia permanecía, hasta muy avanzado el siglo XVIII, sin recibir los mejores resultados de la conquista material y espiritual. Varias fueron las causas de este fenómeno: la explotación del oro, las conquistas del Perú y Costa Rica y la política de los reyes a favor de los indios; esta causa, con las Leyes Nuevas, paralizó el espíritu conquistador hacia la mitad del siglo XVI. Otro carácter de la conquista de América fue el haber producido hombres de verdadera grandeza y audacia. La de Nicaragua, aunque en menor grado, también los produjo. Aquí hubo conquistadores de hazañas incomparables, por no decir heroicas, en aquellas circunstancias. Plasta se dió el caso de un conquistador nacido en la provincia: el granadino Juan Dávila, cuya vida es una lástima que haya sido ignorada por la mayoría de los historiadores. Señalar las crueldades, esclavitud y demás abusos cometidos por los conquistadores, no impide que reconozcamos el saldo positivo de esta época, ya apuntado: las bases sobre las que se apoyaría la formación de nuestro pueblo. El estado cultural de nuestros aborígenes, caracterizado por su primitivismo, heterogeneidad y dispersión, fue transformado y así nació una cultura superior, homogénea y uniforme. Durante estos años,, pues, se inició la conversión de los indígenas y la organización social de la provincia; con el mestizaje racial y la unificación lingüística, estas labores integraron a Nicaragua dentro del vasto Imperio Español y la cultura greco-romana y católica. Hay que partir de la conquista para establecer los orígenes de nuestra nacionalidad. Son los conquistadores los que comenzaron a construir Nicaragua. Gil González Dávila,, de conducta limpia, franca y generosa, no fue un conquistador, sino un descubridor. Nuestro primer conquistador fue Francisco Hernández de Córdoba, fundador de Granada y León. Con él también llegaron los primeros misioneros. Diego de Agüero, el primer sacerdote que llegó a Nicaragua con la expedición de González Dávila, no pasó de ser un capellán; por muy positiva que haya sido su obra evangelizadora, no se le puede tener por un misionero, pues su estadía fue efímera. La actuación de López de Salcedo, no obstante su usurpación, fue la de un verdadero con-

quistador: administró el territorio marcado por Pedrarias para Nicaragua —desde el río Lempa, la villa y puerto de Trujillo y el Cabo de Honduras en el norte hasta Nicoya en el sur— y promovió las misiones evangelizadoras. Sintiendo gran predilección por Nicaragua, Pedrarias Dávila fue hasta cierto punto "el verdadero fundador del país". Por lo menos separó a la provincia de la región de Castilla de Oro —conectadas real y simbólicamente por la villa de Bruselas—, trazó aproximadamente sus límites y "casi puede afirmarse —según Coronel Urtecho— que le imprimió su propia fisonomía". Pedrarias, como Cortés en México, tuvo su vida en el Nuevo Mundo; durante sus últimos años la entregó totalmente a Nicaragua. Perteneció más a esta provincia que a la España peninsular. Sus antecedentes en la patria de su nacimiento no tienen ningún interés para nosotros, ni para comprender el significado de su figura histórica. Pedrarias fue Pedrarias sólo en América. Aquí estableció la autoridad formal circunscrita al territorio; inició, pues, "una era de organización" en la provincia que fue su patrimonio familiar y personal. No sólo a lo anterior se limita la figura de Pedrarias. Falta su aspecto negativo: el carácter intolerable e inhumano de su gobernación —más despótica que la de López de Salcedo— y su propia psicología dictatorial. Para el ecuánime historiador costarricense Ricardo Fernández Guardia, fue un "maestro en el arte de asesinar, robar y esclavizar indios, cometer usurpaciones y cortar cabezas". Por muy exagerada que parezca esta definición, contiene mucho de verdad. Pedrarias además era vengativo —así lo demostró al ejecutar a Núñez de Balboa y a Hernández de Córdoba— y pretensioso: no dejaba que nadie se entrometiera en sus asuntos. El 2 de abril de 1529, en efecto, logró que una cédula real prohibiera a Pedro de los Ríos, Gobernador de Castilla de Oro, dejar la villa de Bruselas a su cuidado. La gente sólo podía salir de la provincia con su autorización. Por eso el 9 de junio de 1530 se le mandaba dejar salir libremente al que quisiera. Hacía lo que le daba la gana e injuriaba a los subalternos. Por todo se le tiene, según un historiador, "por un precursor o antecedente del dictador hispanoamericano". La rebelión de los Contreras fue movida por "un confuso y oscuro instinto". Al igual que la de Gonzalo Pizarro, alentaba "una trágica ambición y una desesperada nostalgia". Con ella ter-

mina la conquista y comienza la colonización. La significación de las Leyes Nuevas estuvo en haber fundamentado la libertad del indio y destruido las ambiciones feudales de los encomenderos; y también quizá, como lo apunta Coronel Urtecho, "sus posibilidades de desarrollo económico y aún exponía a muchos, como sucede siempre en estos casos, a la miseria". La rebelión de los Contreras fue la consecuencia principal de esas Leyes, la reacción de los conquistadores ante ellas. Sin el menor sentido idealista de liberar a la provincia y con un móvil exclusivamente personal, no puede ser incluida entre los movimientos precursores de la independencia. A lo dicho se limita el significado del "primer grito de libertad en América", como bautiza a dicha rebelión don Antonio Batres Jáuregui.

NOTAS (1)

Meléndez Ch., Carlos. "Seis documentos Fundamentales para la historia centroamericana del siglo XVI". (Revista Conservadora del

(2)

Ibíd, p. 24.

(3)

"Toma de posesión que hace el Cap. Gil González Dávila en la mar dulce o lago de Nicaragua. En Nicaragua a 12 de abril de 1523" en Meléndez Ch., Carlos. Ibíd, p. 24.

(4)

Fernández Guardia, Ricardo. Historia de Costa Rica. El Descubrimiento y la Conquista. Tomo I. San José, Librería Alsina, 1933, p. 58.

(5)

"Contrato de Compañía para la conquista de Nicaragua a 22 de septiembre de 1523" en Meléndez Ch., Carlos. Ibíd, pp. 25-26. Se encuentra en el Archivo General de Indias, Justicia 1042, No. 2, ramo 1 y aparece en Los Grupos de Conquistadores en Tierra Firme (1509-1530). Universidad de Chile, Centro de Historia Colonial, 1962, pp. 128-131 del historiador chileno Mario Góngora.

(6)

Pérez-Valle, Eduardo. El Desaguadero de la Mar Dulce; historia de su descubrimiento. León, Editorial Hospicio, 1960, p. 22.

(7)

Coronel Urtecho, José. "Historia de Nicaragua" (Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Año 1, Tomo 1, No. 2, Managua, diciembre de 1960, p. 165).

(8)

Cardenal, Ernesto. El Estrecho Dudoso. Hispánica, 1966, p. 90.

Madrid, Ediciones Cultura

(9)

Díaz del Castillo, Bernal. Historia de la Conquista España. México, Editorial Porrúa, 1967, p. 452.

de la Nueva

(10)

Díaz del Castillo, Bernal.

(11)

Díaz del Castillo, Bernal. Ibíd, p. 457.

Ibíd.

(12)

Coronel Urtecho, José. Op. Cit., p. 164.

(13)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit., p. 27.

(14)

Blanco Segura, Ricardo. Historia Eclesiástica de Costa Rica. José, Editorial Costa Rica, 1967, p. 53.

(15)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit., p. 61.

(16)

Pérez-Valle, Eduardo. Ibíd., p. 62.

(17)

Peralta, Manuel M. Costa Rica, Nicaragua y Panamá. p. 94.

(18)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit. Un resumen muy documentado del descubrimiento del Desaguadero lo trae don Jorge A. Lines en su " Integración de la Provincia de Costa Rica durante el Reinado de Carlos V" publicado en Caballón en Costa Rica, San José, Imprenta Nacional, pp. 20-23.

(19)

Fernández, León. Historia de Costa Rica 1502-1821. Madrid, 1889, p. 69.

(20)

Fernández Guardia, Ricardo. Op. Cit., p. 81.

(21)

Hoffner, Joseph. La Etica Colonial Española del Siglo de Oro. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1957, p. 254.

(22)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit., p. 35.

San

París, 1883,

(23)

Coronel Urtecho, José. Op. Cit., p. 167.

(24)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit., p. 42.

(25)

Ibíd., p. 43.

(26)

Coronel Urtecho, José. Op. Cit., p. 168.

(27)

Terán, Francisco. "Andanzas del fundador de Quito en tierras de Nicaragua". (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, vol. 16, No. 71, Febrero, 1967, p. 59).

(28)

Ibíd.,

(29)

Cuadra, Pablo Antonio. pañola, 1940, p. 120.

(30)

Coronel Urtecho, José. Op. Cit., p. 176.

(31)

Vázquez de Coronado, Juan. Cartas de Relación sobre la Conquista de Costa Rica. San José, Universidad de Costa Rica, 1964, p. 40. Reproducción en offset de la edición de 1908 preparada por Ricardo Fernández Guardia.

p. 60. Breviario

Imperial.

Madrid, Cultura Es-

(32)

Solórzano, Aníbal. "Nuestro cacique heroico nacional Nicaroguán". (La Semana, Año 1, Núm. 6, Granada, 13 de septiembre de 1925. p. 6).

(33)

Valle, Alfonso. Interpretación de nombres geográficos e indígenas de Nicaragua. (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, vol. 10, No. 56, junio, 1864, Libro del Mes).

(34)

Berríos Mayorga, María. Espigando. Managua, Editorial Recalde, 1953. (Contiene 13 "adaptaciones teatrales para representarse en las escuelas, una de ellas sobre "Nicaroguán").

(35)

Dávila Bolaños, Alejandro. "Semántica Nahuatl de las montañas, cerros y volcanes de Nicaragua". (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, vol. 17, No. 81, junio, 1961, p.).

(36)

Gámez, María A. Compendio de la Historia de Nicaragua. Octava Edición. Managua, 1936, p. 52.

(37)

Díaz del Castillo, Bernal. Op. Cit. p. 451.

(38)

Vega Bolaños, Andrés. Documentos para la historia de Nicaragua. Tomo primero. Madrid, 1954, p. 212.

(39)

Vega Bolaños, Andrés. Ibíd, pp. 78-79.

(40)

Ibíd, p. 189-192.

(41)

Ibíd, p. 16-25.

(42)

Ibíd, p. 28-71.

(43)

Cardenal, Ernesto. Op. Cit., p.

(44)

Las Casas, Fray Bartolomé. Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias. México, Secretaría de Educación Pública, 1945, p. 31.

(45)

"Carta del Capitán Gil González Dávila a Su Magestad sobre el descubrimiento de Nicaragua", dirigida desde Santo Domingo, Isla Española, a 6 de marzo de 1424". (Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Año 1, Tomo 1, Núm. 2, Managua, Diciembre de 1936, p. 214).

(46)

Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo. Historia General y Natural de las Indias. .. Tercera Parte. Tomo IV. (Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Tomo IV, Núm. I I I , Managua, abril-diciembre de 1952, p. 211).

(47)

Pérez-Valle, Eduardo. Op. Cit., p. 25.

(48)

Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo. Op. Cit., p. 211.

(49)

Ibíd, pp. 211-212.

(50)

Vega Bolaños, Andrés. Op. Cit., pp. 93-94.

(51)

Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo. Op. Cit., p. 236.

(52)

Ramos Pérez, Demetrio. Historia de la Colonización América. Madrid, Ediciones Pegaso, 1947, p. 298.

Española

en

(53)

Hoffner, Joseph. Op. Cit., p. 222.

(54)

Vega Bolaños, Andrés, Op. Cit., pp. 91-93.

(55)

Láscaris Comneno, Constantino. "La Encomienda en Centroamérica". (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, vol. X V I I I , No. 87, Diciembre, 1967, p. 17).

(56)

Revista de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua. Año I I , Tomo II, No. 1, Managua, septiembre de 1937, p. 29.

(57)

Fernández Guardia, Ricardo. Op. Cit., p. 65.

(58)

"Probanza de méritos y servicios de Juan de Mayorga, vecino de Segovia". (Boletín del Archivo General del Gobierno, Guatemala, Año VII, Núm. 4, julio de 1942, pp. 193-203).

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