RIESGOS ASOCIADOS CON PRODUCTOS PELIGROSOS

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RIESGOS ASOCIADOS CON PRODUCTOS PELIGROSOS Por Edson Haddad

1. Introducción Los accidentes que involucran sustancias químicas peligrosas siempre requieren cuidados y medidas específicas para controlar las diferentes situaciones posibles. Para que estas operaciones tengan éxito es fundamental que intervengan personas debidamente capacitadas y equipadas.

2. Clases de riesgo Otro factor esencial es el conocimiento de los riesgos y características específicas de las sustancias químicas involucradas. Por este motivo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) clasificó y agrupó los productos químicos en nueve diferentes clases de riesgo: Clase 1 Clase 2 Clase 3 Clase 4

= = = =

Clase 5 Clase 6 Clase 7 Clase 8 Clase 9

= = = = =

Explosivos Gases Líquidos inflamables Sólidos inflamables; sustancias sujetas a combustión espontánea; sustancias que, en contacto con el agua, emiten gases inflamables. Sustancias oxidantes y peróxidos orgánicos Sustancias tóxicas y sustancias infecciosas Materiales radioactivos Sustancias corrosivas Sustancias y materiales peligrosos diversos

A continuación se abordan los principales aspectos que se deben observar en los accidentes de acuerdo con las clases de riesgo de los productos químicos, con excepción de los materiales radioactivos y las sustancias infecciosas. 2.1 Clase 1 – Explosivos Los explosivos son sustancias que se someten a una transformación química extremadamente rápida y que producen simultáneamente grandes cantidades de gases y calor. Debido al calor, los gases liberados, tales como nitrógeno, oxígeno, monóxido de carbono, dióxido de carbono y vapor de agua, se expanden a velocidades altísimas, lo que provoca el movimiento del aire y genera sobrepresión; es decir, un aumento de presión, superior a la presión atmosférica normal. Muchas de las sustancias pertenecientes a esta clase son sensibles al calor, choque y fricción, como por ejemplo: azida de plomo y fulminato de mercurio. Otros productos de esta misma clase necesitan un intensificador para explotar. De acuerdo con la rapidez y la sensibilidad de los explosivos, pueden producirse dos tipos de explosiones:

1

-

detonación: es el tipo de explosión donde la transformación química ocurre muy rápidamente, con una velocidad de expansión de los gases muy por encima de la velocidad del sonido, en ese ambiente;

-

deflagración: es el tipo de explosión donde la transformación química es mucho más lenta y la velocidad de expansión de los gases es, como máximo, la velocidad del sonido, en ese ambiente. En este caso, puede ocurrir la combustión.

La detonación se caracteriza por presentar picos de presión elevada en un periodo extremadamente corto de tiempo, mientras que la deflagración se comporta de manera opuesta. La sobrepresión, generada a partir de una explosión, puede alcanzar valores elevados y provocar daños destructivos a las edificaciones y a las personas. Por lo general, la sobrepresión se expresa en bar. En el cuadro 1 se presentan algunos valores de sobrepresión y los respectivos daños a las estructuras. Cuadro 1 – Valores de sobrepresión, característicos de los daños a las estructuras Sobrepresión (bar) Daños a las estructuras 0,30 catastróficos 0,10 graves 0,03 100% de ruptura de vidrios 0,01 10% de ruptura de vidrios Los daños catastróficos se refieren al colapso de las estructuras que deja el lugar sin condiciones de uso. Los daños graves no comprometen la estructura como un todo. Es decir, hay ocurrencia de grietas, caída del techo, puertas dañadas o arrancadas, etc. Cabe notar que el valor de 0,30 bar representa 3 metros de columna de agua. Este valor normalmente no provoca daños a las personas. Es decir, las personas son más resistentes a la sobrepresión que las estructuras, ya que el hombre no es una estructura rígida, lo que permite que el impacto sea absorbido por el organismo. El daño más común, provocado por una explosión al hombre, es la ruptura del tímpano, la cual ocurre en valores superiores a 0,4 bar de sobrepresión. 2.1.1 Sustancias y materiales con riesgo de explosión en masa Estas sustancias generan explosiones del tipo detonación. Por ejemplo: TNT y fulminato de mercurio. 2.1.2 Sustancias y materiales con riesgo de proyección Estas sustancias generan explosiones del tipo deflagración. Por ejemplo: granadas. 2.1.3 Sustancias y materiales con riesgo predominante de incendio Estas sustancias presentan un pequeño riesgo de explosión. Por ejemplo: materiales pirotécnicos. 2.1.4 Sustancias y materiales que no presentan riesgos significativos 2

Estas sustancias presentan poquísimo riesgo de explosión. Por ejemplo: dispositivos iniciadores. 2.1.5 Sustancias poco sensibles Estas sustancias son prácticamente insensibles pero presentan riesgo de explosión de masa. Por ejemplo: explosivos de demolición. Dado que la explosión es un fenómeno extremadamente rápido e incontrolable, durante la atención de accidentes con productos de este tipo se deberán tomar medidas de carácter preventivo. Estas medidas incluyen el control de los factores que pueden generar calor, tales como el aumento de temperatura, la fricción y el choque. En casos de incendio, además del riesgo inminente de explosión, es probable que emanen gases tóxicos o venenosos. En estos casos, la protección respiratoria adecuada que se debe usar es el equipo autónomo de respiración por aire comprimido, además de ropas especiales de protección. En los incendios con sustancias explosivas, estos equipos ofrecen protección limitada debido a la naturaleza del producto. Es decir, son eficientes solo para la protección contra los gases generados por el incendio y no para los efectos resultantes de una eventual explosión. Otro aspecto importante es la atención en el momento y en el lugar donde haya ocurrido la explosión. De acuerdo con las características del producto involucrado, es probable que la explosión no haya consumido toda la carga involucrada en el accidente. Es decir, puede haber productos intactos en las inmediaciones del lugar de la ocurrencia del accidente. Por consiguiente, la operación de remoción de los explosivos siempre se debe realizar manualmente y con todos los cuidados requeridos. 2.2 Clase 2 – Gases El gas es uno de los estados de la materia. En el estado gaseoso, la materia tiene forma y volumen variables. La fuerza de repulsión entre las moléculas es mayor que la fuerza de cohesión. Los gases se caracterizan por presentar baja densidad y capacidad de moverse libremente. A diferencia de los líquidos y sólidos, los gases se expanden y se contraen fácilmente, lo que hace que se alteren la presión y la temperatura. Por ello, esta clase abarca los gases en las más diversas condiciones. 2.2.1 Gases permanentes Son aquellos que no se pueden licuar a temperatura ambiente. Es decir, son productos con temperatura de ebullición bastante baja. Por ejemplo, aire, argón y dióxido de carbono. 2.2.2 Gases comprimidos licuados

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Son aquellos que pueden volverse líquidos, bajo presión y a temperatura ambiente. Por ejemplo, amonio, cloro y gas licuado de petróleo (GLP). 2.2.3 Gases disueltos bajo presión Son aquellos que se encuentran disueltos, bajo presión, en un solvente. Por ejemplo, acetileno. 2.2.4 Gases altamente refrigerados Son aquellos gases que se encuentran almacenados en su temperatura de ebullición. Por ejemplo, oxigeno, cuya temperatura de almacenamiento es de –183 °C, y nitrógeno, cuya temperatura de almacenamiento es de –196 °C . Independientemente del riesgo que presente la sustancia química, su estado físico constituye per se una gran preocupación, ya que los gases se expanden indefinidamente hasta ocupar todo el recipiente en el que están contenidos. En caso de fuga, los gases tienden a ocupar todo el ambiente, incluso cuando poseen densidades diferentes de la densidad del aire. Además del riesgo inherente al estado físico, los gases pueden presentar otros riesgos. Por ejemplo, inflamabilidad, toxicidad, poder de oxidación y corrosividad. Algunos gases, como el cloro, presentan olor y color característicos, mientras que otros, como el monóxido de carbono, no presentan olor ni color, lo que puede dificultar su identificación en la atmósfera, así como las acciones de control en caso de una eventual fuga. Como se vio al inicio de este texto, los gases sufren una gran influencia cuando se exponen a variaciones de presión o de temperatura. Los gases, en su mayoría, se pueden licuar con el aumento de la presión o la disminución de la temperatura. El amonio, por ejemplo, se puede licuar cuando se somete a una presión de aproximadamente 8 kgf/cm2 o a una temperatura de aproximadamente –33,4 °C. Cuando son liberados, los gases que se mantienen licuados por acción de la presión o de la temperatura tienden a volver a su estado natural en las condiciones ambientales, es decir, el estado gaseoso. Durante el cambio del estado líquido al gaseoso, ocurre una alta expansión del producto, lo que genera volúmenes gaseosos mucho mayores que el volumen ocupado por el líquido. Este fenómeno se denomina tasa de expansión. El cloro, por ejemplo, tiene una tasa de expansión de 457 veces. Es decir, 1 volumen de cloro líquido genera 457 volúmenes de cloro gaseoso. A fin de reducir la tasa de evaporación del producto, se puede aplicar una capa de espuma sobre el charco formado, siempre que el material sea compatible con el producto derramado. En función de lo expuesto, en los derrames de productos licuados se deberá dar preferencia al derrame en la fase gaseosa y no el derrame en la fase líquida. Una propiedad físico-química relevante que se debe considerar en la atención de las fugas de los gases es la densidad del producto en relación con la densidad del aire. Los gases más densos que el aire tienden a acumularse en el nivel del suelo y, por consiguiente, su dispersión será difícil en comparación con la dispersión de los gases con densidad similar o inferior a la densidad del aire. 4

Otro factor que también dificulta la dispersión de los gases es la presencia de obstáculos grandes, como las edificaciones en las áreas urbanas. Algunos gases se consideran biológicamente inertes. Es decir, el organismo humano no los metaboliza. Sin embargo, bajo ciertas condiciones pueden representar riesgos al hombre. Todos los gases, excepto el oxígeno, son asfixiantes. Los derrames grandes, incluso de gases inertes, reducen el nivel de oxígeno en los ambientes cerrados. Esto causa daños que pueden llevar a la muerte a las personas expuestas. Así, en ambientes confinados se debe monitorear constantemente la concentración de oxígeno. En las situaciones donde el volumen de la concentración de oxígeno está por debajo de 19,5 %, se deberán adoptar medidas para reestablecer el nivel normal de oxígeno, es decir, alrededor de 21 % en volumen. Estas medidas consisten, básicamente, en la ventilación natural o en la ventilación forzada del ambiente en cuestión. De acuerdo con las características del ambiente en donde ocurra el accidente, se deberá usar, obligatoriamente, protección respiratoria autónoma. En estas situaciones, es fundamental monitorear frecuentemente los niveles de oxígeno y de otros gases que puedan estar presentes en la atmósfera. Se debe prestar especial atención cuando el gas involucrado es inflamable, principalmente si está confinado. Las mediciones constantes de los Índices de Inflamabilidad (% del LII) en el ambiente mediante el uso de equipos intrínsecamente seguros y la eliminación de las posibles fuentes de ignición en el lugar son acciones prioritarias que se deben adoptar. De acuerdo con las características del producto involucrado y en función del escenario de la ocurrencia, es probable que sea necesario aplicar neblina de agua para reducir los gases o vapores emanados por el producto. La operación de reducción de gases o vapores será más eficiente mientras mayor sea la solubilidad del producto en el agua, como en el caso del amonio y del ácido clorhídrico. Cabe recordar que el agua usada para reducir los gases o vapores se deberá contener y luego retirar para evitar la contaminación de los recursos hídricos de la región de la ocurrencia. En el caso de los productos con baja solubilidad en agua, también se puede reducir los gases o vapores con neblina de agua. En este caso, la neblina de agua actuará como un bloqueo físico para el desplazamiento de la nube de gas o vapor. Cabe resaltar que la neblina de agua solamente se deberá aplicar sobre la nube y no sobre los eventuales charcos formados por el gas licuado derramado, ya que el agua que se agregue sobre estos provocará una intensa evaporación del producto y aumentará los vapores en la atmósfera. Cuando un gas licuado se derrama, la fase líquida del producto estará a una temperatura cercana a su temperatura de ebullición, es decir, cercana a una temperatura muy baja y suficiente para que, en caso de ocurrir contacto con la piel, provoque quemaduras.

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Otro aspecto relevante en los accidentes con productos gaseosos es la posibilidad de incendios o explosiones. Incluso los recipientes que contienen gases no inflamables pueden explotar, en casos de incendio. La radiación térmica proveniente de las llamas muchas veces es lo suficientemente alta para provocar un aumento de la presión interna del recipiente, lo que puede causar su ruptura de manera catastrófica y, por consiguiente, su lanzamiento a distancias largas, ocasionando daños a las personas, estructuras y equipos cercanos. En muchos casos, de acuerdo con el análisis de la situación, es probable que la alternativa más segura sea controlar el fuego en lugar de extinguirlo, principalmente si no se puede eliminar la fuente de la fuga. Algunas ocurrencias, que involucran productos gaseosos de toxicidad o inflamabilidad elevada, exigen la evacuación de la población cercana al lugar del accidente. La necesidad de hacerlo dependerá de algunas variables, como: -

el riesgo presentado por la sustancia involucrada; la cantidad de la sustancia derramada; las características físicas y químicas de la sustancia, como la densidad y la tasa de expansión; las condiciones meteorológicas en la región; la topografía del lugar, y la proximidad de áreas habitadas.

2.2.5 Líquidos criogénicos Para ser licuados, algunos gases se deben refrigerar a temperaturas inferiores a –150 °C y se conocen como criogénicos. El cuadro 2 muestra algunos ejemplos de líquidos criogénicos. Cuadro 2 – Algunos líquidos criogénicos y sus respectivas temperaturas de ebullición Sustancia Hidrogeno Oxígeno Metano

Temperatura de ebullición (°C) - 253,0 - 183,0 - 161,5

Debido a su naturaleza fría, los líquidos criogénicos presentan cuatro riesgos principales: 2.2.5.1 Riesgos para la salud Debido a su baja temperatura, los líquidos criogénicos pueden provocar quemaduras severas en el tejido, conocidas como congelamiento, al entrar en contacto con el líquido o incluso con el vapor. La formación de una nube, a partir de un líquido criogénico, siempre representará una situación de riesgo, dado que la densidad del vapor será mayor que la densidad del aire y que la temperatura es muy baja, lo que provocará el desplazamiento del aire atmosférico y, por consiguiente, la reducción de la concentración de oxígeno en el ambiente. 6

2.2.5.2 Efectos sobre otros materiales La baja temperatura de estos gases ocasionará situaciones de riesgo, ya que el simple contacto del producto con otros materiales podrá dañarlos. Por ejemplo, si un líquido criogénico entra en contacto con tanques de almacenamiento de sustancias químicas, estos se volverán quebradizos, lo que llevará al derrame del producto almacenado. Otro efecto significativo de los líquidos criogénicos es su capacidad de solidificar o condensar otros gases. Cabe recordar que la temperatura de solidificación del agua es de 0 °C, a la presión atmosférica. Esto quiere decir que el agua presente en la humedad atmosférica se podrá congelar. Por ejemplo, si eso ocurre cerca de una válvula –que puede ser la del mismo tanque que presente el derrame– esta presentará dificultad para realizar maniobras. Por consiguiente, jamás se debe arrojar agua directamente sobre un sistema de alivio o sobre las válvulas de un tanque que esté almacenando un líquido criogénico. También se debe evitar arrojar agua al interior de un tanque que almacene un líquido criogénico porque en este caso el agua actuará como un elemento sobrecalentado, ya que su temperatura podrá oscilar entre 15 °C y 20 °C y, por lo tanto, por encima de la temperatura interna del tanque, llevando a la formación de vapores y, por consiguiente, al aumento de la presión interna del tanque. 2.2.5.3 Intensificación de los riesgos del estado gaseoso Además de los riesgos inherentes al mismo estado gaseoso, abordados anteriormente, el derrame de un líquido criogénico puede intensificar tales riesgos. Por ejemplo, el derrame de oxígeno licuado aumentará la concentración de este producto en el ambiente, lo que podrá causar la ignición espontánea de ciertos materiales orgánicos. Por ello, no se deben usar ropas de material sintético, como ropas de nailon, y sí ropas de algodón. El aumento de 3% en la concentración de oxígeno provocará el aumento de 100% en la tasa de combustión de una determinada sustancia. El hidrógeno, a su vez, se puede impregnar en varios materiales porosos, haciéndolos más inflamables que en las condiciones normales. 2.2.5.4 Alta tasa de expansión en la evaporación Cuando los líquidos criogénicos están expuestos a una temperatura ambiente, tienden a expandirse y generar volúmenes gaseosos muy superiores al volumen de líquido inicial. En relación con el nitrógeno, 1 litro de esta sustancia en la fase líquida genera 697 litros de gas, mientras que para el oxígeno esta proporción es de 863 veces. Así, queda claro que los recipientes que contienen líquidos criogénicos nunca se podrán calentar y sus sistemas de refrigeración no se podrán alterar ni dañar porque esto podría originar la sobrepresurización del tanque, ya que es probable que los sistemas de alivio no soporten la demanda de vapores y causen la ruptura del tanque. La nube generada por el derrame de un líquido criogénico será fría e invisible –la parte visible de la nube no indica su extensión total. Dificultará la visibilidad y tenderá a 7

acumularse sobre el suelo, ya que la densidad del producto será mayor que la densidad del aire debido a la baja temperatura. Así, cuando se atienda un accidente que involucre un líquido criogénico, se deberán seguir rigurosamente algunas reglas básicas, principalmente: -

acérquese con cuidado y trabaje en áreas libres del derrame; evite entrar en la nube del gas y en caso de hacerlo use ropas herméticas no porosas, máscara autónoma de respiración, guantes de amianto o de cuero y botas de gaucho; use neblina de agua para contener la nube y fuertes chorros de agua para enfriar los tanques que estén expuestos al fuego y al calor; no dirija el agua hacia los sistemas de alivio de presión ni hacia los charcos de producto; evacue grandes áreas, en hasta 600 metros, alrededor de un tanque que contenga un líquido criogénico en llamas; no apague el fuego, a no ser que se pueda estancar el flujo del gas; en caso de quemaduras, lave el cuerpo con agua tibia, afloje las ropas y lleve a la víctima al hospital; procure detener el derrame y en caso de tener dudas trate de controlar la situación hasta que un técnico de la empresa fabricante del producto, con conocimiento más especializado, llegue al lugar.

Los temas abordados en este capítulo solo consideraron los riesgos inherentes al estado físico de las sustancias, es decir, no se consideraron de manera detallada los riesgos intrínsecos de los mismos, como la inflamabilidad, la toxicidad y la corrosividad. En los siguientes capítulos se describen las acciones específicas que se deben realizar de acuerdo con el riesgo que presenten las sustancias químicas. 2.3 Clase 3 – Líquidos inflamables Los líquidos inflamables son líquidos, mezcla de líquidos, o líquidos que contienen sólidos en solución o en suspensión, que producen vapores inflamables a temperaturas de hasta 60,5 °C, en pruebas de crisol cerrado. En general, las sustancias pertenecientes a esta clase son de origen orgánico, como por ejemplo: alcoholes, aldehídos, acetonas e hidrocarburos, entre otros. Para dar una respuesta más segura a las ocurrencias que involucran líquidos inflamables, es necesario tener pleno conocimiento de algunas propiedades físicas y químicas de esas sustancias antes de adoptar cualquier acción. A continuación se describen esas propiedades físicas y químicas y sus respectivas aplicaciones. 2.3.1 Punto de inflamación (Flash Point) El punto de inflamación es la menor temperatura en la que una sustancia libera vapores en cantidades suficientes para que la mezcla de vapor y aire propague una llama sobre su superficie a partir del contacto con una fuente de ignición.

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Por ejemplo, si se considera que en un determinado lugar la temperatura ambiente es de 25 °C y que se está produciendo el derrame de una sustancia cuyo punto de inflamación es de 15 °C, esto quiere decir que, en esas condiciones, esa sustancia estará liberando vapores inflamables y que bastará solo una fuente de ignición para que ocurra un incendio o una explosión. Por otro lado, si el punto de inflamación de otra sustancia que también se esté derramando es de 30 °C, esto quiere decir que esta sustancia no estará liberando vapores inflamables. Entonces, según se ha descrito, el concepto de punto de inflamación está directamente relacionado con la temperatura del ambiente. 2.3.2 Límites de inflamabilidad Para que un gas o un vapor se inflamable, es necesario que además de la fuente de ignición haya una mezcla, denominada ideal, formada por el oxígeno del aire atmosférico y por el gas combustible. La cantidad de oxígeno en el aire es prácticamente constante, alrededor de 21% en volumen. La cantidad de gas combustible necesaria para la quema varía para cada producto y se mide a través de las siguientes constantes: -

LII - Límite inferior de inflamabilidad: este límite es la mínima concentración de gas que, mezclada con el aire atmosférico, es capaz de provocar la combustión del producto a partir del contacto con una fuente de ignición. Las concentraciones de gas inferiores al LII no son combustibles porque en esta condición hay exceso de oxígeno y una pequeña cantidad del producto para la quema. Esta condición se denomina mezcla pobre.

-

LSI – Límite superior de inflamabilidad: este límite es la máxima concentración de gas que, mezclada con el aire atmosférico, es capaz de provocar la combustión del producto a partir de una fuente de ignición. Las concentraciones de gas superiores al LSI no son combustibles, ya que en esta condición hay exceso de producto y una pequeña cantidad de oxígeno para que ocurra la combustión. Esta condición se denomina mezcla rica.

Los valores del LII y del LSI generalmente se expresan en porcentajes en volumen tomados aproximadamente a 20 °C y a 1 atmósfera de presión. Para cualquier gas 1% en volumen representa 10.000 ppm (partes por millón). Entonces, se puede concluir que los gases y los vapores combustibles solamente queman cuando su porcentaje en volumen está entre el LII – Límite Inferior de Inflamabilidad y el LSI – Límite Superior de Inflamabilidad. Esta condición se denomina mezcla ideal para que ocurra la combustión. Esta condición está esquematizada en el siguiente cuadro 3:

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Cuadro 3 – Límites de inflamabilidad de gases o vapores combustibles 0% LII LSI . 100% CONCENTRACIÓN (% EN VOLUMEN) “MEZCLA POBRE” “MEZCLA IDEAL” “MEZCLA RICA” no ocurre combustión

puede ocurrir combustión

no ocurre combustión

Según se ha mencionado, los valores de LII y LSI varían según cada producto. El cuadro 4 presenta algunos ejemplos: Cuadro 4 – Límite inferior y límite superior de inflamabilidad de algunos productos PRODUCTO acetileno benceno etanol

LII (% en volumen) 2,5 % 1,3 % 3,3 %

LSI (% en volumen) 80 % 79 % 19 %

Actualmente, existen equipos capaces de medir el porcentaje en volumen de un gas o de un vapor combustible en el aire. Estos equipos se conocen como explosímetros. Estos equipos son blindados y, por lo tanto, a prueba de explosiones. Es decir, tanto la combustión que ocurre en su interior, como un eventual corto circuito que ocurra en sus partes electrónicas, no provocan explosiones, incluso cuando se haya superado el LII del gas. En las operaciones de emergencia que involucran gases o vapores combustibles que exijan el uso de un explosímetro, es importante que el operador del equipo tome algunas precauciones básicas en cuanto a su uso adecuado, como:  



calibrar el aparato, siempre en un área que no esté contaminada por el gas derramado; realizar mediciones frecuentes, en diversos puntos de la región afectada, considerando las propiedades del gas y factores como la ubicación y la dirección del viento, entre otros; en lugares donde existan grandes cantidades de gas combustible, es conveniente calibrar el equipo después de cada medición a fin de evitar su saturación, la cual no siempre es evidente para el operador del equipo.

Además del punto de inflamación y del límite de inflamabilidad, otro factor relevante que se debe considerar es la presencia de posibles fuentes de ignición. En las situaciones de emergencia, muchas veces están presentes diversos tipos de fuentes que pueden ocasionar la ignición de sustancias inflamables, principalmente:   

llamas-vivas; superficies calientes; automóviles, camiones y otros vehículos automotores; 10

      

cigarros encendidos; interruptores de fuerza y luz; lámparas; reactores; motores eléctricos; chispas producidas por fricción, y electricidad estática.

Se debe prestar especial atención a la electricidad estática, ya que esta es una fuente de ignición difícil de percibir. Se trata en realidad de una acumulación de cargas electrostáticas que, por ejemplo un camión cisterna, adquiere durante su desplazamiento. Si por algún motivo la sustancia inflamable que se está transportando –ya sea un líquido o un gas– tiene que ser transferida a otro vehículo o recipiente, será necesario enterrar los dos vehículos y conectarlos entre sí a fin de evitar que ocurra una diferencia de potencial que pudiera generar una chispa eléctrica, es decir, una situación de alto potencial de riesgo. Cabe recordar que al igual que los equipos de medición, todos los demás instrumentos, como linternas y bombas eléctricas, también deberán ser intrínsecamente seguros. Por motivos de seguridad, muchas veces es recomendable evitar la contención de un producto inflamable cerca del lugar del derrame a fin de impedir la formación de altas concentraciones de vapores, principalmente en lugares con alto tránsito de personas o equipos. 2.4 Clase 4 – Sólidos inflamables; sustancias sujetas a la combustión espontánea; sustancias que, en contacto con el agua, emiten gases inflamables Esta clase cubre todas las sustancias sólidas que pueden inflamarse en la presencia de una fuente de ignición o en contacto con el aire o con el agua y que no están clasificadas como explosivos. De acuerdo con el estado físico de las sustancias de esta clase, el área afectada por un accidente normalmente es bastante reducida debido a que estas sustancias tienen poca movilidad en el ambiente, en comparación con la movilidad de los gases y de los líquidos, lo que facilita las operaciones para controlar la emergencia. En función de la variedad de las características de las sustancias de esta clase, estas se agrupan en tres subclases diferentes:   

sólidos inflamables; sustancias sujetas a la combustión espontánea; sustancias que, en contacto con el agua, emiten gases inflamables.

2.4.1 Subclase 4.1 – Sólidos inflamables Los productos peligrosos de esta subclase se pueden inflamar si se exponen al calor, al choque, a la fricción o a llamas vivas. Su facilidad de combustión será mayor mientras más finamente dividida esté la sustancia.

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Los conceptos de punto de inflamación y de límites de inflamabilidad presentados en el capítulo anterior también son aplicables a los productos de esta clase de riesgo. Como ejemplos de estas sustancias podemos citar el azufre y el nitrato de urea. 2.4.2 Subclase 4.2 – Sustancias sujetas a la combustión espontánea En esta subclase se encuentran las sustancias que pueden inflamarse en contacto con el aire, incluso sin la presencia de una fuente de ignición. Debido a esta característica, la mayoría de estas sustancias se transportan en recipientes con atmósferas inertes o totalmente sumergidos en queroseno o en agua. Cuando ocurre un accidente que involucra estas sustancias, la pérdida de la fase líquida podrá propiciar el contacto de estas con el aire, motivo por el cual se deberá adoptar inmediatamente la estanqueidad del derrame. Otra acción que se debe tomar en caso de accidente es arrojar agua sobre la sustancia a fin de mantenerla constantemente húmeda, siempre que esta sea compatible con el agua para evitar su ignición espontánea. El fósforo blanco, el fósforo amarillo y el sulfuro de sodio son ejemplos de sustancias químicas que arden espontáneamente cuando entran en contacto con el aire. 2.4.3 Subclase 4.3 – Sustancias que, en contacto con el agua, emiten gases inflamables Las sustancias que pertenecen a esta clase, por su interacción con el agua, se pueden volver inflamables espontáneamente o producir y emitir gases inflamables en cantidades peligrosas. Por ejemplo, al entrar en contacto con el agua, el sodio metálico reacciona de manera violenta y libera hidrógeno que es un gas altamente inflamable. Otro ejemplo es el carburo de calcio que, por su interacción con el agua, genera y libera acetileno. En general, las sustancias de esta subclase, principalmente las de las subclases 4.1 y 4.2, liberan gases tóxicos o irritantes cuando entran en combustión. Por lo expuesto, y debido a la naturaleza de los eventos, las acciones preventivas son muy importantes, ya que cuando las reacciones resultantes de estas sustancias empiezan, ocurren de manera rápida y prácticamente incontrolable. 2.5 Clase 5 – Sustancias oxidantes y peróxidos orgánicos Esta clase está dividida en dos subclases distintas:  

sustancias oxidantes; peróxidos orgánicos.

2.5.1 Subclase 5.1 – Sustancias oxidantes Los oxidantes son sustancias químicas que liberan oxígeno rápidamente y favorecen la combustión de los materiales orgánicos. Otra definición semejante afirma que los oxidantes son sustancias químicas que generan oxígeno, a temperatura ambiente, o cuando se calientan ligeramente. Así, se puede verificar que ambas definiciones afirman que el oxígeno siempre es liberado por una sustancia oxidante. 12

Debido a la facilidad de liberación del oxígeno, las sustancias oxidantes son relativamente inestables y reaccionan, químicamente, con una gran variedad de productos. Si bien la gran mayoría de las sustancias oxidantes no son inflamables, el simple contacto de las mismas con otras sustancias o materiales combustibles puede generar un incendio, incluso sin la presencia de fuentes de ignición en el ambiente. Otro aspecto importante que se debe considerar es la gran reactividad de los oxidantes con compuestos orgánicos. Por lo general, estas reacciones son violentas y dan lugar a grandes liberaciones de calor, lo que puede generar incendios o explosión. Incluso pequeños restos de un oxidante pueden causar la ignición de algunos materiales, como azufre, carbón vegetal y terebentina, entre otros. Con el aumento de la concentración de oxígeno, además del aumento de la tasa de combustión de una sustancia, la cantidad necesaria para la quema de la misma será menor. Es decir, el LII - Límite Inferior de Inflamabilidad es reducido, lo que puede causar la ignición espontánea de la sustancia. Cuando algunas de las sustancias de esta subclase se calientan, como los nitratos y los percloratos, entre otros, liberan gases tóxicos que se disuelven en la mucosa del tracto respiratorio de los individuos y producen líquidos corrosivos. Como ejemplo de la sustancia oxidante, podemos citar el peróxido de hidrógeno, comercialmente denominado agua oxigenada. Esta sustancia es un agente oxidante poderoso que, en altas concentraciones, reacciona con la mayoría de los metales, tales como el plomo, el cobre, el cobalto, el hierro y el magnesio, entre otros, lo que llevará rápidamente a su descomposición, con riesgo de incendio o explosión. Incluso sin la presencia de una fuente de ignición, las soluciones de peróxido de hidrógeno con concentraciones superiores a 50 % en peso, equivalente a 200 volúmenes, que entran en contacto con sustancias o materiales combustibles, pueden causar la ignición de los mismos. 2.5.2 Subclase 5.2 – Peróxidos orgánicos Los peróxidos orgánicos son agentes químicos de alto poder oxidante, por lo que la mayoría de ellos pueden irritar los ojos, la piel, las mucosas y la garganta. Las sustancias de esta subclase presentan la estructura “ – O – O – ” y se pueden considerar derivadas del peróxido de hidrógeno (H2 O2), donde, uno o los dos átomos de hidrógeno (H2) fueron sustituidos por radicales orgánicos. Al igual que los oxidantes, los peróxidos orgánicos son térmicamente inestables y pueden sufrir descomposición exotérmica auto-acelerable, creando el riesgo de explosión. Estos productos también son sensibles al choque y a la fricción. En los Estados Unidos, antes de que un peróxido orgánico sea aceptado para carga, ya sea en camión o en tren, el DOT – Departamento de Transporte de ese país exige que se haga una serie de pruebas de sensibilidad, como las determinaciones del punto de inflamación, de la tasa de quema y de la descomposición térmica e incluso pruebas de 13

impacto, entre otros. Así, el DOT - Departamento de Transporte permite su carga y transporte únicamente después de esas pruebas y de la dilución del producto. Algunas sustancias químicas pueden formar peróxidos orgánicos durante su almacenamiento, cuando están expuestas al hidrógeno o a sustancias oxidantes, ya que esa formación ocurrirá con mayor facilidad si es que tales sustancias se encuentran en estado líquido. Debido al riesgo de formación de peróxidos orgánicos, se sugiere un período máximo de almacenamiento de tres meses, para algunos compuestos, como por ejemplo amida de sodio, cloruro de vinilideno, divinil acetileno, éter isopropílico y potasio metálico, entre otros. En el caso de otras sustancias se recomienda un periodo máximo de almacenamiento de doce meses, como por ejemplo acetal, ciclohexeno, cumeno, diciclopentadieno, dioxano, éter etílico, éter dimetílico de etilenoglicol, éteres vinílicos, metilacetileno, metildiclopentano, metilisobutilcetona, tetrahidrofurano y tetrahidronaftaleno. Otras sustancias químicas también presentan riesgo de formación de peróxidos orgánicos, en caso de haber polimerización. Para estas sustancias, el período de almacenamiento máximo sugerido es de doce meses, como por ejemplo: acetato de vinila, butadieno, cloruro de vinila, clorobutadieno, estireno, tetrafluoretileno, vinilo acetileno, vinilpiridina, entre otros. Sin embargo, cuando se almacenan en estado líquido, el potencial para formar peróxidos aumenta para algunos productos, principalmente el butadieno, clorobutadieno y tetrafluoretileno, por lo que para estos casos se puede considerar un periodo máximo de almacenamiento de tres meses. Si existe la sospecha de formación de peróxido al interior de los recipientes, se deben adoptar algunos procedimientos básicos, tales como:          

aísle el área en todas las direcciones e inspeccione los recipientes visualmente; evite mover los recipientes; verifique si hay corrosión, óxido u ondulaciones en los recipientes, inclusive en sus tapas; si hay corrosión, óxido u ondulaciones en los recipientes y en las tapas, es probable que haya peróxidos al interior de los embalajes; verifique si hay formación de cristales blancos o de polvo; verifique si los sellos y los lacres de las tapas están rotos; si los sellos y lacres están rotos quiere decir que el material es potencialmente explosivo; si hay sospecha de formación de peróxidos, no abra los recipientes y llame al fabricante del producto; si es necesario abrir los recipientes, gire las tapas en el sentido contrario a las agujas del reloj, lentamente y evite que haya fricción; si las tapas presentan resistencia para girar y abrir, interrumpa inmediatamente la operación y considere que el producto es explosivo.

Las explosiones de peróxidos causan daños significativos a las edificaciones y daños letales al hombre, inclusive a grandes distancias. En el cuadro 5 se muestran las distancias y los respectivos daños provocados por explosiones de peróxidos, de acuerdo con los volúmenes involucrados.

14

Cuadro 5 – Daños provocados por explosiones de peróxidos

DISTANCIA PARA DAÑOS (metros) VOLUMEN DE Algunas PERÓXIDO ventanas (litros) rotas 0,5 75 1 96 3,6 150 18 250 200 1.800 9.900 Fuente: Blasters Manual

La mayoría de las ventanas rotas 11 14 21 37 82 175 300

Estructuras seriamente dañadas 5 6 9 15 33 71 120

Daños letales al hombre 3 4 6 10 21 45 76

2.5.3 Contención y absorción Cuando sea necesario contener o absorber sustancias oxidantes y peróxidos orgánicos, se deberá considerar que la mayoría de ellos podrá reaccionar con materia orgánica. Por lo tanto, en las acciones de contención y en las acciones de absorción, no se podrá usar tierra, serrín ni otro material incompatible con esas sustancias. En estos casos, se recomienda usar materiales inertes y humedecidos, como por ejemplo: arena. Muchas de las sustancias clasificadas en este documento necesitan equipos confiables para las operaciones de transbordo. Esto se debe a la alta inestabilidad química de ciertas sustancias de esta clase. 2.5.4 Reducción de los riesgos Uno de los métodos más usados y eficientes para reducir los riesgos que presentan las sustancias oxidantes y los peróxidos orgánicos, es su dilución en agua, siempre que la sustancia sea compatible con la misma. El objetivo de la dilución de sustancias oxidantes y de peróxidos orgánicos es reducir el poder oxidante y su inestabilidad. Sin embargo, debido a la solubilidad de algunas de esas sustancias, las aguas de dilución se deberán almacenar adecuadamente para evitar la contaminación ambiental. 2.5.5 Casos de incendio En los casos de incendio, con oxidantes y peróxidos orgánicos, el agua es el agente de extinción más eficiente, ya que la misma retira el calor del material en cuestión. La espuma y el dióxido de carbono (CO2) serán ineficaces, pues actúan con base en el principio de la exclusión del oxígeno atmosférico, lo que no es necesario en un incendio con sustancias oxidantes. 2.6 Clase 6 – Sustancias tóxicas y sustancias infecciosas Esta clase está dividida en dos subclases distintas:  

sustancias tóxicas; sustancias infecciosas, que no serán abordadas. 15

2.6.1 Subclase 6.1 – Sustancias tóxicas Las sustancias tóxicas son aquellas capaces de provocar la muerte o daños a la salud humana, cuando se ingieren, inhalan o entran en contacto con la piel, incluso en cantidades pequeñas. Las sustancias químicas pueden entrar en contacto con nuestro organismo de tres maneras: -

inhalación; absorción cutánea; ingestión.

2.6.1.1 Inhalación La inhalación es la forma más rápida y común en la que las sustancias ingresan a nuestro cuerpo. La superficie de los alvéolos pulmonares que, en un hombre adulto, representan de 80 m2 a 90 m2, facilita a absorción de gases y de vapores, que pueden pasar a la corriente sanguínea y ser distribuidos a otras áreas del organismo. 2.6.1.2 Absorción cutánea En relación con la absorción cutánea, podemos decir que las sustancias tóxicas actúan de dos maneras: 

como tóxico localizado: la sustancia tóxica, en contacto con la piel, actúa en la superficie de la misma y provoca una irritación primaria y localizada;



como tóxico generalizado: la sustancia tóxica reacciona con las proteínas de la piel, o incluso, penetra en el organismo a través de ella, llega a la sangre y se distribuye en todo nuestro organismo donde puede afectar varios órganos.

Si bien la piel y la grasa actúan como una barrera protectora del cuerpo, algunas sustancias químicas, como el ácido cianhídrico, mercurio y algunos defensivos agrícolas, tienen la capacidad de penetrar en el organismo a través de la piel. 2.6.1.3 Ingestión La ingestión se considera una vía de ingreso secundaria, ya que el hecho solamente ocurrirá de manera accidental. Los efectos generados por el contacto con sustancias tóxicas están relacionados con su grado de toxicidad, con las dosis y con el tiempo de exposición. 2.6.2 Uso de equipos de protección respiratoria Debido al alto riesgo que presentan las sustancias de esta clase de riesgo, durante las operaciones de atención de emergencias es necesario usar equipos de protección respiratoria. Entre estos equipos, se pueden citar las máscaras con filtros químicos y los conjuntos autónomos de respiración y aire comprimido. Siempre se debe considerar que los filtros químicos solo retienen los contaminantes atmosféricos y no proveen oxígeno y 16

que, de acuerdo con las concentraciones de las sustancias, estos se pueden saturar rápidamente. Para elegir el filtro más adecuado para el trabajo, es indispensable identificar previamente la sustancia química presente en la atmósfera. Los conjuntos autónomos de respiración con aire comprimido se deberán usar en ambientes confinados, en situaciones donde no se haya identificado el producto involucrado y en atmósferas con altas concentraciones de contaminantes. Por lo general, la existencia de una sustancia química en un ambiente se asocia con la ocurrencia de un olor. Sin embargo, como se ha mencionado, no siempre ocurre eso. Algunas sustancias son inodoras, mientras que otras tienen la capacidad de inhibir el sentido olfativo y pueden llevar al individuo a situaciones de riesgo. Por ejemplo, el gas sulfhídrico presenta un olor característico en bajas concentraciones, pero en concentraciones altas puede incluso inhibir la capacidad olfativa. 2.6.3 Monitoreos Por ello, es fundamental monitorear constantemente la concentración de las sustancias en la atmósfera durante las operaciones de emergencia donde están presentes sustancias de esta naturaleza. Los resultados obtenidos en estos monitoreos se pueden comparar con valores de referencia conocidos, como: 

LT – Límite de Tolerancia: es la concentración de la sustancia a la que una persona puede estar expuesta durante ocho horas diarias o cuarenta y ocho horas semanales, sin sufrir efectos adversos para su salud;



IDLH: es la concentración de la sustancia, inmediatamente peligrosa para la vida o para la salud, a la cual una persona puede estar expuesta durante treinta minutos sin sufrir daños irreversibles para su salud.

2.6.4 Contención de derrames Debido al alto grado de toxicidad de las sustancias de la Clase 6, es necesario recordar que la operación de contención de tales sustancias es fundamental ya que normalmente estas también son muy tóxicas para la vida acuática y, por lo tanto, representan un alto potencial de riesgo para la contaminación de los cuerpos de agua. Por ello, es importante prestar la debida atención a las aguas usadas para recreación, riego, alimentación de animales y abastecimiento público. 2.7 Clase 8 – Sustancias corrosivas Las sustancias corrosivas son aquellas que presentan una alta tasa de corrosión para los materiales, incluido el acero, y evidentemente también son capaces de provocar daños a los tejidos humanos. Básicamente, existen dos grupos principales de sustancias químicas que presentan estas propiedades: las sustancias ácidas, también denominadas ácidos y las sustancias alcalinas, también denominadas bases: 

ácidos: son sustancias químicas que, en contacto con el agua, liberan iones H+ y provocan alteraciones de pH en el rango de 0 (cero) a 7 (siete); 17



bases: son sustancias químicas que, en contacto con el agua, liberan iones OH- y provocan alteraciones de pH en el rango de 7 (siete) a 14 (catorce).

Como ejemplo de sustancias de esta clase de riesgo, se puede citar el ácido clorhídrico, el ácido nítrico, el ácido sulfúrico, el hidróxido de sodio y el hidróxido de potasio, entre otros. Muchas de las sustancias pertenecientes a esta clase de riesgo reaccionan con la mayoría de los metales y generan hidrógeno, que es un gas inflamable que ocasiona un riesgo adicional. Algunas sustancias también presentan, como riesgo secundario, un alto poder oxidante, mientras que otras pueden reaccionar violentamente con el agua o con otros materiales, como por ejemplo, los compuestos orgánicos. El contacto de estas sustancias con la piel y con los ojos puede causar quemaduras severas, por lo que siempre se deberán usar equipos de protección individual compatibles con el producto involucrado. Durante las operaciones con sustancias corrosivas, el monitoreo ambiental se puede realizar, de acuerdo con las sustancias implicadas, mediante diversos parámetros, entre los cuales cabe resaltar las mediciones de pH y de la conductividad. En las ocurrencias con sustancias ácidas o alcalinas que lleguen a cuerpos de agua, podrá ocurrir una mayor o menor variación del pH natural del agua. Esto va a depender de diversos factores, como la concentración y la cantidad de la sustancia derramada y las características del cuerpo de agua impactado, entre otras. Uno de los métodos que se puede aplicar en el campo para reducir los riesgos es la neutralización de la sustancia química derramada. Esta técnica consiste en agregar otra sustancia química para llevar el pH del agua cerca de su pH natural. En el caso de los ácidos, las sustancias comúnmente usadas para neutralizar son barrilla y cal hidratada, ambas con características alcalinas. No se recomienda el uso de la cal virgen, a pesar de ser alcalina, ya que su reacción con ácidos es extremadamente violenta. Antes de realizar la neutralización, se deberá recolectar la mayor cantidad posible del producto químico derramado a fin de evitar el consumo excesivo de la sustancia neutralizante y, por consiguiente, la generación de gran cantidad de residuos. Se deberán recolectar totalmente, remover y disponer los residuos provenientes de la operación de neutralización en la forma y lugar adecuados. Al final de este capítulo se presenta el Cuadro 6, donde se relacionan factores matemáticos que permiten calcular las cantidades de algunas sustancias neutralizantes necesarias para neutralizar las sustancias más comunes de esta clase. Como se dijo anteriormente, la neutralización es solo una de las técnicas que se pueden usar para reducir los riesgos en las ocurrencias con sustancias corrosivas. También se deberán considerar otras técnicas, como la absorción, la remoción y la dilución, de acuerdo con el escenario presentado. De esta forma, para elegir el método más adecuado para la operación siempre se deben considerar los aspectos de seguridad y de protección ambiental. En el caso de optar por la neutralización de la sustancia, se debe considerar que la operación básicamente consiste en lanzar otra sustancia química al ambiente ya contaminado y que, por lo tanto, también podrán ocurrir otras reacciones químicas paralelas a la necesaria para la neutralización. 18

Otro aspecto que se debe evaluar es la característica del cuerpo de agua, que a veces dirige los trabajos de campo para el monitoreo del mismo a fin de esperar una dilución natural del producto. Normalmente estos casos ocurren en aguas corrientes donde es más difícil controlar la situación debido a la movilidad de la sustancia en el medio. Si durante la neutralización ocurre un descontrol, se podrá tener una inversión brusca en la escala del pH, lo que producirá efectos mucho más dañinos en los ecosistemas que se resistieron a la primera variación del pH. De manera general, en los cuerpos de agua donde exista la presencia de vida, no es aconsejable lanzar sustancias químicas sin la supervisión de especialistas. Durante las reacciones de neutralización, mientras más concentrada esté la sustancia derramada, mayor será la liberación de energía en forma de calor, además de la posibilidad de que ocurran salpicaduras. Por ello, se debe enfatizar la necesidad de que los técnicos involucrados en las acciones usen ropas de protección química adecuadas durante la ejecución de estas actividades. La técnica de la dilución solo se deberá usar cuando no sea posible contener la sustancia derramada y si su volumen es reducido. Esto se debe al hecho de que, para obtener concentraciones seguras, mediante este método, el volumen de agua necesario siempre será muy grande, es decir, en el orden de 1.000 a 10.000 veces el volumen de la sustancia derramada. Cabe resaltar que si el volumen de agua agregado a la sustancia no es suficiente para diluirla en niveles seguros, la situación se agravará debido al aumento del volumen de la mezcla. Como se puede observar en los comentarios anteriores, la absorción y la recolección son las técnicas más recomendadas, en comparación con la neutralización y la dilución. Esta clase de sustancias probablemente sea el segundo mayor volumen en el transporte terrestre, con pérdidas en cantidades manipuladas solo de líquidos inflamables. Este dato es muy importante, ya que debido a las características de estos productos, el potencial de riesgo presentado para el ambiente, y por consiguiente para el hombre, obliga que se adopten acciones de control inmediatamente cuando ocurren accidentes. En el cuadro 6 se muestran datos y factores que ayudan a determinar el volumen de la sustancia neutralizante que se haya elegido para neutralizar el volumen conocido de algunas sustancias corrosivas. Cuadro 6 – Neutralización de sustancias químicas Sustancia Neutralizante (Factor K)

HCl HCl HCl H2SO4H2SO4 Cal Carbonato NaOH NaOH Sulfito 30% 33% 36% 70 % 98 % hidratada de sodio 50 % 98% de sodio 100% 100% Ca(OH)2 (soda Na2 SO3 ASH)

Sustancia que se va a neutralizar ácido clorhídrico N 30%

N

N

N

N

0,31

0,44

0,66 0,33

N 19

Sustancia Neutralizante (Factor K)

HCl HCl HCl H2SO4H2SO4 Cal Carbonato NaOH NaOH Sulfito 30% 33% 36% 70 % 98 % hidratada de sodio 50 % 98% de sodio 100% 100% Ca(OH)2 (soda Na2 SO3 ASH) N N N N N 0,36 0,50 0,73 0,36 N

ácido clorhídrico 33% ácido clorhídrico N N N N N 36% ácido nítrico 98% N N N N N ácido sulfúrico N N N N N 70% ácido sulfúrico N N N N N 98% cloro 100% N N N N N hipoclorito de N N N N N sodio 12% soda cáustica 50% 1,51 1,39 1,27 0,89 0,63 soda cáustica 98% 3,03 2,77 2,50 1,75 1,25 Fuente: CARBOCLORO S/A Industrias Químicas

0,40

0,55

0,80 0,40

N

0,60 0,42

0,80 0,76

1,25 0,65 1,44 0,57

N N

0,80

1,10

1,60 0,80

N

1,10 N

1,50 N

1,80 0,90 N N

N 0,28

N N

N N

N N

N N

N N

El volumen de la sustancia neutralizante que se haya elegido para neutralizar el volumen conocido de una sustancia se puede determinar mediante la siguiente fórmula: V1 = V2 x K donde:   

(V1) = volumen, en kilos, de la sustancia neutralizante elegida; (V2) = volumen, en kilos, de la sustancia que se va neutralizar; (K) = factor de corrección mostrado en la confluencia de las columnas del cuadro.

En la página siguiente se muestran dos ejemplos de estos cálculos. Ejemplos de cálculos, mediante el cuadro de neutralización de sustancias químicas: 

Ejemplo 1: Determinación del volumen (V1) de solución de hidróxido de sodio a 50%, necesario para neutralizar 1.000 kilos (V2) de ácido sulfúrico 98%. V1 = V2 x K V1 = 1.000 x 1,60 V1 = 1.600 kilos

Por lo tanto, para neutralizar 1.000 kilos de ácido sulfúrico 98%, se requieren 1.600 kilos de solución de hidróxido de sodio a 50%. 

Ejemplo 2: Determinación del volumen (V1) de cal hidratada 100%, necesario para neutralizar 3.000 kilos (V2) de cloro líquido 100%. 20

V1 = V2 x K V1 = 3.000 x 1,10 V1 = 3.300 kilos Por lo tanto, para neutralizar 3.000 kilos de cloro liquido 100%, se requieren 3.300 kilos de cal hidratada 100%. 2.8 Clase 9 – Sustancias y materiales peligrosos diversos Esta clase engloba las sustancias que presentan riesgos pero que no están cubiertas por los demás clases presentadas. Para las sustancias de esta clase se aplican todos los procedimientos básicos descritos en este trabajo, además de otros procedimientos específicos para cada caso, de acuerdo con el tipo de la sustancia involucrada y el lugar de la ocurrencia.

3. Bibliografía -

Schieler, L & Pauze, D.: Hazardous Materials. Van Nostrand Reinhold Company, Nueva York, 1976. Meyer, E.: Chemistry of Hazardous Materials. Prentice - Hall Inc., New Jersey, 1977. National Fire Academy: The Chemistry Hazardous Materials. National Emergency Training Center. Student Manual, Estados Unidos, 1983. U. S. Environmental Protection Agency: Hazardous Materials Incident Response Operations. Emergency Response Division: Student Manual, 1990. Stutz, D. R.; Ricks, R. C.; Olsen, M. F.: Hazardous Materials Injuries: a Handbook for Pre-Hospital Care. Bradford Communications Corporation, Maryland, 1982.

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