Robinson Crusoe; Daniel Defoe

Literatura universal del siglo XVIII. Narrativa de aventuras. Novela. Viajes. Supervivencia. Conocimiento personal. Civilización. Cultura occidental. Naufragio. Naturaleza. Caníbales. Indígenas. Barcos. Ingleses. Españoles. Portugueses

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Robinsón Kreutznaer (Robinson Crusoe), inglés proveniente de una familia burguesa, hijo de un padre extranjero, tenía dos hermanos, uno murió en una batalla y del otro nunca supo nada. Robinson era el menor de la familia, y como no había aprendido oficio alguno, tenía el deseo de viajar. No oyó los consejos de su padre, ni los ruegos de su madre y amigos, y seguía decidido a viajar. La clase media, le decía su padre, era la mejor, la más apropiada para le felicidad, no tenía desdichas ni necesidades como la baja, ni ambiciones ni envidia como la alta. Un año después, huyó de su casa. Se trasladó a otra ciudad, donde uno de sus amigos lo invitó a trasladarse a Londres, a bordo de un barco. Hubo fuertes tormentas, por lo cual Robinson se descompuso y se sintió arrepentido, pero luego se calmó y volvió todo a la normalidad. Al sexto día llegaron a Yarmouth Roads donde echaron anclas y permanecieron por siete u ocho días. El viento fue acrecentando, y al 8vo día la tormenta era muy fuerte. Después de intentar todos los métodos para que el barco no se hundiera . Empezaron a echar cañonazos para que otros barcos lo ayudaran, y uno, acercó un bote, en el cual descendieron todos. Llegaron a la costa, y vieron cómo su barco se hundía. El capitán le dijo a Robinson que siendo ese su primer viaje no se embarcara más, que el había traído las desgracias por tentar a la Providencia. Robinson se dirigió a Londres por tierra, y por miedo a las burlas si regresaba, se embarcó nuevamente hacia la costa de África, como pasajero. Conoció al capitán de un barco, que lo invitó a ir a Guinea sin pagar, siendo su compañero y con todas las ventajas. Se embarcó con el capitán, hizo un negocio con el cual acrecentó su capital, y aprendió con él, matemáticas y navegación. Falleció el capitán, se embarcó en el mismo barco, y dejó su fortuna en manos de la viuda del capitán. Mientras viajaba hacia las islas Canarias, un barco pirata de Sallee los tomó prisioneros. Robinson fue prisionero del capitán del barco pirata. Como Robinson era diestro para pescar, le ordenó su amo que fuera a pescar para unos amigos que cenarían en su casa. Robinson pensaba en escapar, para eso, tomó todo lo que necesitaba junto a dos hombres más, que servían al capitán. En un momento, tiró al moro por la borda, pero este le dijo que estaba dispuesto a acompañarlo, igualmente, viendo Robinson que el moro nadaba muy bien, le dijo que volviera a la costa y se callara, porque sino lo mataría. De manera que se quedó con Xury, el mozalbete, que le prometió serle fiel. Durante su viaje, de día no vieron ningún ser humano, y de noche, solamente oían fieras salvajes. En una isla, había un león, lo mataron, lo desollaron, y llevaron su piel. Se acercaron a una isla, donde había negros, y hablaron con ellos por señas, los negros les dieron comida y bebida, Robinson y Xury mataron dos bestias, les dejaron la carne a los negros y se llevaron la piel. Luego siguieron viaje y encontraron un barco portugués, subieron y fueron acogidos amablemente. Robinson le ofreció todas sus pertenencias al capitán, pero no quiso aceptarlas. Le hizo una propuesta para llevarse a Xury, al cual le daría la libertad luego de diez años si se convertía al cristianismo( era musulmán) y Xury estaba dispuesto, entonces Robinson aceptó. Llegaron a la Bahía de todos los santos, en Brasil, vendió las pieles al capitán, y así, con ese dinero desembarcó en Brasil. Robinson se alojó en la casa de un hombre propietario que cosechaba y molía caña de azúcar. Al ver cómo vivían los plantadores y cómo crecía su negocio, decidió quedarse y adquirir tanta tierra como pudiera con su dinero. Su vecino, un portugués de Lisboa, era pobre como él, pero luego de dos años comenzaron a prosperar. Robinson le dio cartas y un poder a nombre del capitán, con órdenes para que la persona que tenía su dinero en Londres envié sus efectos a Lisboa a las personas que él indicaría y en las mercaderías apropiadas para ese país, y se lo traería todo. Al tiempo, tenía todas las mercaderías que necesitaba para su plantación, las cuales vendió por ser inglesas, con gran ganancia. Su plantación progresó y se compró un esclavo negro y un sirviente europeo que trabajarían junto con el que el capitán traería de Lisboa. Como su plantación había progresado tanto, y había aumentado tanto su riqueza, comenzó a llenar su cabeza de proyectos y posibles empresas, y otra vez, se le ocurrió viajar. Tres amigos suyos, le ofrecieron ir en barco a Guinea a comprar esclavos, y traerlos en secreto para sus plantaciones, y él aceptó siempre y cuando cuidaran su plantación y dispusieran de ella según les indicaba, si algo llegara a pasarle. Una vez a bordo, cuando cruzaron el ecuador, un huracán los llevó no saben a dónde, con tanta fuerza que no pudieron dominar la embarcación y se dejaron llevar. Un tripulante murió de calentura y otro marinero junto con el grumete fueron tragados por una gran ola. Habían decidido dirigirse hacia las islas Barbados cuando otra tempestad los sorprendió, alejándolos de las rutas conocidas. Luego, un tripulante gritó una mañana ¡TIERRA! y a penas salieron todos de sus cabinas, el barco encalló en un banco de arena, deteniendo su marcha. Un bote se había hundido, y decidieron subir al otro aunque fuera difícil arriarlo. Once tripulantes iban en el bote, que pronto fue volcado por una gran ola, y Robinson fue 1

llevado por una ola a tierra, semiahogado. No tenía mas que la ropa que llevaba puesta, un cuchillo, una pipa y un poco de tabaco. Para no ser atacado por una fiera salvaje, decidió pasar su primera noche, en un árbol espinoso. Al día siguiente, el barco se había zafado, por lo cual, subió a bordo, y fue sacado las cosas que podía comer, y que le iban a ser útiles: ron, galletas, queso, arroz, etc. ropa, armas y herramientas. Con madera que había en el bote y otro elementos construyó una balsa para llevar sus provisiones. Luego de dejar las cosas en la isla, decidió hacer otro viaje al barco, preparó una segunda balsa, encontró clavos, destornilladores y otras herramientas, armas y pólvora. Una vez en tierra, decidió construir una tienda, con palos y velas y colocó en su interior todo lo que podía llegar a arruinarse por la lluvia. Diariamente, al bajar la marea, subía al barco en busca de todo aquello que pudiera serle útil. En uno de esos viajes, encontró dinero, y se dio cuenta de que no le servía, pero igualmente decidió llevarlo. Buscó el lugar indicado donde construir su morada, a la cual sólo se podía acceder por una escalera. Instaló luego dos tiendas, una dentro de la otra para protegerse de las lluvias, donde llevó todas sus provisiones. Detrás de la tienda tenía una caverna, que le servía de sótano para su casa, rodeada por estacas y cables, a los cuales después les colocó troncos que formaban un techo, que luego cubrió con ramas de árboles. Confeccionó bolsitas para separar la pólvora. En una salida, encontró cabras. Hizo un calendario, grabado en un palo (llegó a la isla el 30 de septiembre de 1659−26 años). Tenía un perro y dos gatos que había en el barco. Poco a poco fue construyendo para su casa ciertas comodidades, sillas, mesas, estantes, y otras cosas que le permitieron ordenar todas sus provisiones. Escribe su diario. Asegura el techo de su casa con tablas de madera. Con arcilla y grasa de cabras, confeccionó una lámpara y logró tener luz. Por tirar restos de semillas que había en una bolsa y habían sido comidas por las ratas, días mas tarde comenzaron a asomar brotes de cebada y arroz. Por un huracán que hubo en la isla casi se desmorona su caverna, por eso decide que debe hacerla en otro lugar, pero abandona sus ideas ya que el barco vuelve a acercarse, por lo cual Robinson va diariamente a sacar todo lo que puede. Encuentra una tortuga, comió su carne y huevos. Enferma de calentura, intenta curarse con tabaco y en esa situación de desesperación, acude a Dios. Dentro de un cofre que había traído del barco, encontró Biblias, que le fueron cura para su alma. Toma la decisión de leer todos los días la Biblia. Creía que las cosas que le pasaban era porque había desobedecido los deseos de su padre, y le rogaba a Dios que le diera arrepentimiento. Robinson comienza a explorar la isla, descubre un lugar con plantas de tabaco, áloes, cañas de azúcar, frutas, etc. Estaba tan enamorado del lugar que decidió hacer una casa de campo en ese lugar. Suspende el diario a falta de tinta. Labró una porción de terreno plantando una tercera parte de los granos que tenía. Luego buscó un terreno más húmedo. Comprendió que podía sembrar dos veces y tener dos cosechas anuales. Comprendió las estaciones lluviosas y secas y se preparó para cada una de ellas. Hizo canastas con ramas de árboles, útiles para trasladar cosas. Puso estacas para cubrir su casa de campo y árboles que le daban sombra. Cazó un loro, que después de años comenzó a hablar. Siguió recorriendo la isla, encontró en la costa aves marinas desconocidas y miles de tortugas. Pájaros, cabras y ovejas amenazaban su cosecha, por eso construye una cerca, mató tres aves y las dejó allí para que asustara a las demás, y colocó espantapájaros. Poco a poco con los granos de cereal, encontró los medios para hacer harina y pan. Consiguió hacer recipientes con arcilla, que no le sirvieron. Luego descubrió que al estar en el fuego, se endurecían y soportaban el calor. De manera consiguió tener ollas y recipientes. Con el tiempo aprendió a hacer tortas de arroz y budines. En una de sus caminatas por la isla, había visto tierra, y ahora tenía en mente la manera de llegar allí. Intentó reparar un bote, pero fue inútil. Se le ocurrió hacer una canoa con el tronco de un árbol, pero no pudo llevarlo hasta el mar. Dijo Robinson LA NATURALEZA DE LAS COSAS Y LA EXPERIENCIA ME CONVENCIERON, DE QUE TODO LO BUENO DEL MUNDO DEJA DE SERLO CUANDO CESA DE TENER UTILIDAD PARA NOSOTROS Y QUE POR MUCHO QUE GUARDEMOS PARA DAR A OTROS, SÓLO GOZAMOS DE LO QUE PODEMOS UTILIZAR. EL PEOR AVARO DEL MUNDO HABRÍA CURADO SU VICIO SI HUBIERA ESTADO EN MI CASO, PUES TENÍA YO MUCHO MÁS DE LO QUE PODÍA UTILIZAR. el dinero no me beneficiaba en lo más mínimo, sino que estaba en un cajón, enmoheciéndose con la humedad de la cueva durante la estación lluviosa, y si hubiera poseído un cajón lleno de diamantes, igual habría sido el caso. Confeccionó trajes de piel para protegerse de la lluvia y del sol. Hizo una sombrilla que cubrió con pieles. 2

Construyó una canoa, y cavó un canal desde el arroyo, y pudo llevarla hasta allí. Le colocó un mástil, una vela, hizo cajones para poner las provisiones, una ranura para poner su fusil y colocó la sombrilla para protegerse del sol. Salió en el bote, echó ancla y bajó a tierra para ir a una colina y estudiar los arrecifes. Al ver las corrientes y los posibles peligros, se quedó allí hasta que amainó el viento. De repente se encontró con una gran corriente en la que casi muere, pero finalmente, logró llegar a tierra y para ese entonces ya estaba lejos de su hogar. Paralizado por el miedo de volver al bote, comprendió que podía volver a pie, y llegó a su casa de campo, dejando la embarcación en aquel lugar. Para asegurar sus provisiones cuando se le acabara la pólvora, decidió criar cabras, y buscó extensiones de terrenos con hierbas y agua para ponerlos. Al encontrar una llanura la cercó, y así tuvo su rebaño de cabras, del cual no sólo obtenía carne sino también leche. Emprendió su viaje al sitio donde había anclado su bote, y llevaba sombrero de piel, chaleco de piel, calzones abiertos en la rodilla, una especie de mocasines que aseguraban sus tobillos, un cinturón sobre el que colgaban un serrucho y un destral, un tahalí con dos bolsitas, una de balas y otra de pólvora, en la espalda su canasto, en el hombro un fusil, y en su cabeza sostenía una sombrilla. Al final, decidió tener dos embarcaciones, una de cada lado de la isla. Un día, mientras caminaba hacia su bote, vio en la playa una huella de un hombre, que no era la suya. Regresó a su caverna aterrorizado, y aseguró más aún su morada, de manera que en dos años, ofrecía un bosque tan espeso que era impenetrable. Por miedo a que los salvajes atacaran su rebaño decidió separarlo, y llevar una parte a un terreno húmedo rodeado de bosques, que parecía un corral natural, en menos de un mes lo cercó y llevó algunas cabras. Luego siguió recorriendo la isla para buscar otro lugar donde alojar cabras, y vio una embarcación, pero no estaba seguro porque no tenía su largavista. Al llegar al extremo de la isla donde nunca había estado, vio que estaba cubierta de calaveras y huesos humanos, había una hoguera y un círculo en la tierra, donde los salvajes seguramente hacían su bárbaro festín. Volvió a su castillo, y los años siguientes, tomó todas las precauciones necesarias para no ser visto por los salvajes. Comenzó a pensar la forma de matarlos y salvar a las víctimas si era posible. Pensando luego en que esa era la forma de vida que tenía, que el canibalismo no era para ellos un crimen, abandonó su proyecto. Encontró una gruta, donde había un macho cabrío agonizante, y decidió llevar allí algunas de sus armas y pólvora. Una mañana, había salido y vio el resplandor de una hoguera, volvió a su castillo y se preparó para la defensa. Fue testigo del canibalismo, las danzas alrededor de las víctimas, y finalmente descubrió que había otros más del otro lado, y se marchaban todos juntos en sus canoas. Luego de muchos meses, después de un huracán, Robinson encontró un barco, pero no había restos de la tripulación. Sacó todo lo que le fuera útil, y encontró un perro arriba del barco. Un año después, vio otros caníbales, que venían con dos víctimas. Uno de ellos cayó al suelo por un golpe de garrote mientras que el otro se lanzó a correr en dirección de la vivienda de Robinson. Los perseguidores eran 3, uno temió cruzar el arroyo porque no sabía nadar, y los otros dos eran demasiado lentos. Robinson se interpuso , derribó al que estaba más delante de un culatazo, y mató al otro de un tiro. La víctima de los caníbales se acercó a Robinson, se arrodilló en señal de agradecimiento, uno de los perseguidores estaba vivo, así que su víctima fue y lo mató con un machete. Robinson lo atendió, le dio de comer y beber. Lo llamó Viernes, por ser ese el día en que la salvó la vida, le fue enseñando su idioma, le enseñó que el canibalismo no era algo bueno, le hizo ropa, y buscó lugar para alojarlo. Viernes era fiel, cariñoso y sincero. Robinson comenzó a impartirle los fundamentos de su religión. Viernes le cuenta que en su país salvaron a hombres blancos, y que vivían con su pueblo y entonces Robinson comprendió que se trataba de los tripulantes del barco que él había encontrado. Viernes anhelaba ir a su pueblo, pero no solo, sino con su amo. Cuando Robinson le dice que se fuera, Viernes le contesta que lo mate, que no lo mande lejos, pensando que su amo estaba enojado con él, pero finalmente su amo le hizo entender que se quedaría con él. Tardaron dos meses en equipar la embarcación de Robinson con el mástil y la vela, y le enseñó a Viernes todo sobre la navegación. Un día, Viernes vio tres canoas de salvajes. Una vez en el bosque, listos para atacar, vieron que estaban alrededor de la hoguera, comiendo la carne de un hombre, mientras otro estaba esperando ser sacrificado, y otro estaba tendido en la playa, atado de pies y manos, que era blanco y estaba vestido. Entonces se dispusieron a atacar, mataron a casi todos los caníbales, rescataron a las dos víctimas, y tres huyeron. El prisionero indígena resulto ser el padre de Viernes, y el blanco, un español. Un huracán se desató a las dos horas, por lo cual supusieron que esos tres caníbales no habían logrado sobrevivir o que estarían horrorizados por el ruido de las armas, creyendo que eran espíritus o que la isla estaría encantada. Atendieron a los dos hombres, les dieron comida y bebida, y les prepararon una especie 3

de tienda muy cómoda para los dos. Viernes era protestante, su padre pagano y caníbal y el español era católico. Al hablar con el español, se enteró que había dieciséis blancos, 5 de los cuales eran portugueses, que iban desde el Río de La plata hasta La Habana, para dejar cueros y plata y volver con otras mercaderías europeas. Planearon que el español y el padre de Viernes fueran a su isla a hacer una propuesta al resto, para irse todos juntos, sin que lo traicionaran o lo llevaran prisionero a España. Antes de que se fueran, labraron y cultivaron más tierra de manera que alcanzaran las provisiones para todos. Luego, el padre de Viernes y el español partieron rumbo a la isla, con todo lo necesario. Una mañana, vieron un barco inglés, cerca de la costa, del cual se bajaron 11 personas, tres estaban atados, eran prisioneros. Dos hombres permanecieron de guardia mientras el resto salió a recorrer la isla. Robinson se acercó a los tres tripulantes, dispuesto a ayudarlos, eran el capitán, el segundo y un pasajero. Para ese entonces, los demás dormían en unos árboles. Robinson les dijo a estos tres que le jurara fidelidad y aceptara todo lo que el dijera y ordenaba y los llevaran a el y su sirviente a Inglaterra sin cobrarle pasaje. Unos se despertaron, y los dejaron escapar, entonces hicieron fuego y mataron a dos cabecillas, y cuando el resto se vio perdido, jugaron ser fieles y pidieron que se les perdonara la vida. Tiempo después aparecieron tres tripulantes y al ver la situación se dejaron atar de pies y manos. Arriba del barco había 26 marineros, y debían pensar cómo atacarlos siendo tan pocos. En un momento, los marineros comenzaron a disparar cañonazos para llamar a sus compañeros, como no recibieron respuesta, bajaron un bote que se dirigía a tierra. A dos prisioneros, de los cuales desconfiaba el capitán, los encerraron en la caverna de campo, los encerraron en la gruta dejándoles provisiones, y bujías para que tuvieran luz. Los otros prisioneros recibieron mejor trato, dos fueron maniatados, y otros dos entraron en servicio de Robinson. A penas llegó el bote, empezaron a lanzar gritos para hacerse oír por sus compañeros, no recibieron respuesta, dispararon con armas y tampoco, comprendieron que los demás habían sido asesinados. volvieron al bote, pero no fueron al barco, sino que volvieron a la costa con otra técnica, dejaron a tres en la embarcación, y los otros salieron a buscar a sus compañeros. Viernes y el segundo del capitán, se fueron al otro lado de la isla, y comenzaron a gritar para que los marineros oyeran, de esta manera los fueron alejando y los marineros llamaron a los compañeros del bote para que llevaran la embarcación hacia otro lado. Al llegar a un arroyo, lo ataron ahí, y sólo dos marineros permanecieron en él. De esta manera, tomaron por sorpresa a los dos marineros, derribando a uno con un culatazo y pidiéndole al otro que se rindiera. Luego se quedaron esperando al resto de los marineros, los cuales al volver y no ver a sus compañeros, empezaron a decir que estaban en una isla encantada, que serían asesinados por sus habitantes, y que estaba poblada por diablos y espíritus malvados. Se acercaron a los hombres, dispararon, mataron al otro cabecilla que quedaba, uno de sus secuaces cayó herido de muerte y el otro huyó para salvar su vida. Robinson, al oír esos disparos, se acercó con todo su ejército, y los atacó en la oscuridad. Robinson le pidió al hombre que se había rendido en el bote, que pactara con los demás, diciéndole que se tenían que rendir, que el gobernador de la isla tenía un ejército de 50 hombres, y que los perdonaría a todos menos a Will Atkins. Repararon el bote y prepararon la conquista del barco. Nuevamente dividieron a los prisioneros, y mandaron a Atkins y a dos de los peores a la gruta, y los demás fueron conducidos a la casa de campo, de donde no podrían escapar. Ellos aceptaron ayudar a recuperar la nave si se les perdonaba la vida. Le pidió al capitán que eligiera los 5 mejores para que fueran ayudantes, y se dirigieron en dos embarcaciones hacia el barco. El capitán y el segundo, derribaron al piloto y al carpintero y tomaron prisioneros a los que se hallaban sobre el puente principal y el de popa, la otra embarcación se apoderó de los que se encontraban en el castillo de proa y la cocina. Luego fueron al camarote principal donde estaba el capitán rebelde, al cual mataron de un tiro en la cabeza, por lo cual los restantes se rindieron al ver al cabecilla muerto. De esta manera, lograron apoderarse del barco. Al ver Robinson que la oportunidad de dejar la isla después de tantos años estaba a su alcance, casi se desmaya de la emoción. El capitán le da regalos, entre los cuales había carne, tabaco, licores, vino, ropa, etc. Luego debían pensar qué hacer con los prisioneros, sobre todo con dos de ellos, que eran incorregibles y en caso de llevarlos, deberían entregarlos a la justicia, donde morirían en la horca. Entonces Robinson les propuso que se quedasen en la isla, y atendieran su subsistencia, y él les perdonaba la vida. Los prisioneros agradecieron la propuesta y Robinson les dejó armas, municiones y todas las instrucciones necesarias para que pudieran vivir bien en la isla y supieran como manejar las plantaciones, hacer pan, secar las uvas, cuidar las 4

cabras y todo lo demás. Finalmente Robinson subió al barco, con el resto de los prisioneros, quienes juraron ser fieles, y con el capitán y su gente. Se llevó de la isla la gorra de cuero de cabra, el parasol y el loro y también el dinero enmohecido y el otro que había hallado en el barco español. Abandonó la isla en 1686, después de 28 años y dos meses en ella. En 1687 llegó a Inglaterra, después de una ausencia de 35 años. La viuda del capitán vivía todavía pero se hallaba en muy mala situación y Robinson prometió ayudarla en lo que pudiera. Luego se dirigió a York, pero sus padres y casi todos los miembros de su familia habían muerto, a excepción de dos hermanas y los dos hijos de uno de sus hermanos. El capitán y el resto, reconociendo a Robinson por haberlo salvado le dieron 200 libras esterlinas. Luego fue a Lisboa a ver si conseguía información sobre sus plantaciones en Brasil. Al llegar, encontró al capitán que lo había rescatado cerca de África, quien le dijo que su socio de Brasil estaba vivo. Al creerlo muerto, los apoderados habían declarado ante el procurador fiscal la cifra exacta que le correspondía en la plantación y el funcionario se hizo cargo de sus bienes, por si el no me presentaba a reclamarlos, destinando una tercera parte a la Corona y otras dos terceras partes al monasterio de San Agustín para beneficio de los pobres y la conversión de indios en la fe católica. Si el se presentaba, le sería devuelto todo, excepto el producto anual de la plantación, que se había destinado a obras de caridad. Los socios de la plantación, creyendo que Robinson había muerto y ya que su testamento indicaba que todo debía ser dado al Capitán, le rindieron cuenta por seis o siete años, y el Capitán utilizó ese dinero para recobrar pérdidas y comprar una participación en un barco. Quiso darle dinero, pero Robinson sólo aceptó una parte, diciéndole que si encontraba su plantación, se lo devolvería. El capitán le dijo que fuera al registro público a declarar que estaba vivo, y que enviara esa declaración junto con una carta escrita por él a un amigo del capitán en Brasil para alojarse en su casa hasta recibir la respuesta acerca de sus plantaciones. Finalmente recibió un paquete con la información de las ganancias de su plantación a lo largo de los años, una carta de su socio felicitándolo porque estaba con vida, detalles sobre los esclavos y métodos que utilizaban para la plantación, pieles de leopardo de regalo, una invitación para ir a Brasil a ver sus plantaciones, cajones de dulces y monedas de oro. En un instante, Robinson se había encontrado muy rico, y casi muere de emoción. Lo primero que hizo fue recompensar al capitán, devolverle el dinero que le había prestado, firmó un documento en el cual le daba una pensión de cien moidoros anuales y 50 moidoros anuales a su hijo después de que falleciera su amigo y lo libró de la deuda que tenía con él. No sabía qué hacer con su dinero, de manera que decidió ir el mismo a Inglaterra con su fortuna. Para recompensar a la viuda, le mandó cien libras por un representante en Londres, y le mandó a decir que nunca sufriría necesidades mientras el viviese. También le mando cien libras a cada una de sus hermanas. Escribió al monasterio agradecido y para que distribuyera su fortuna como él decía, escribió a sus dos apoderados en agradecimiento y a su socio para felicitarlo por su trabajo en la plantación, indicarle cómo mandarle el dinero al capitán, diciéndole que iría a terminar sus días allí y enviarle regalos para todas su familia. Vendió su carga, y una vez listo para viajar, decidió hacerlo por tierra. Iban con él algunos viajeros con sus sirvientes, y Robinson tomó como criado a un marinero inglés, además de Viernes, que no estaba en condiciones de servirlo en un país civilizado. Se dirigía de Lisboa a Inglaterra. Al llegar a España, la nieve era muy violenta, y un guía que encontraron, les propuso llevarlos por caminos donde no había mucha nieve, pero debían ser cuidadosos por los lobos. Un día encontraron tres enormes lobos perseguidos por un oso. Dos de ellos hirieron al guía, pero el resto lo rescató. Al morir uno de los lobos, el otro huyó. Viernes prometió hacer reír al grupo encargándose del oso, como estaban acostumbrados a hacerlo en su país. Incitando al oso a que lo siguiera, viernes trepó a un árbol, y el oso hizo lo mismo. Cuando el oso llegó a la rama más débil, viernes comenzó a moverla, haciéndolo tambalear. Cuando el oso se alejó, Viernes lo volvió a provocar, y finalmente cuando el oso se había acercado, Viernes sacudió de nuevo el árbol, obligándolo a detenerse. Viernes se bajó del árbol, tomó el fusil, el oso se bajó, mirando torpemente hacia atrás, y cuando estaba por apoyar sus patas en el suelo, apoyando el fusil en su oreja, Viernes lo mató. Al pasar un bosquecillo, se encontraron rodeados de centenares de lobos, por lo cual, formaron una fila apretada, dispararon, algunos murieron, otros estaban heridos, y como se asustan por la voz del hombre, todos gritaron y finalmente huyeron. Luego otro grupo de lobos los rodeaba, pero continuaron la marcha, hasta que oyeron un disparo del otro lado del bosque, encontraron un hombre muerto, que estaba siendo devorado por los lobos y en un segundo se encontraban rodeados. Decidieron desmontarse y colocarse detrás de un tronco para defenderse, y formar un triángulo en cuyo centro quedarían los caballos. Mataron a muchos, pero no se detenían, entonces derramaron pólvora, que 5

luego encendieron sobre un tronco donde se hallaban algunos lobos, que murieron quemados. El resto, atemorizado por la llamarada, se retiró un poco. Luego volvieron a disparar y gritaron, y agarraron a los heridos con espadas, por lo cual sus gritos de dolor alejaron al resto. Llegaron finalmente a la aldea donde pensaban alojarse, y como su guía estaba mal, contrataron a otro para que los siguiera guiando. Pasaron Francia sin problemas, y finalmente Robinson llegó a su patria, con toda su fortuna completa. Decidió vender su plantación de Brasil y ocho meses mas tarde tenía todo el dinero de la plantación. Estableció su casa en Inglaterra, se casó con una mujer, tuvo dos hijos y una hija. Cuando falleció su esposa y su sobrino volvía de un viaje, lo convenció de ir a las Indias orientales. Visitó su isla y a los españoles, les dejó provisiones, ropa, herramientas, dos artesanos: un carpintero y un herrero, dividió la isla en partes iguales reservándose para él la totalidad del territorio. Luego se dirigió a Brasil donde envió un navío con más gente para brasil, mujeres para trabajar y como esposas y les prometió mujeres inglesas para los ingleses de la isla, y algunos artículos para la agricultura. También les mandó vacas, ovejas y cerdos. Los salvajes seguían yendo a la isla y los habitantes debían defenderla.

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