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Rogelio Arenas Monreal Universidad Autónoma de Baja California LA MIRADA DEL OTRO COMO OJO DE LA CONCIENCIA: EROTISMO Y LITERATURA EN
SOMBRA ENTRE SOMBRAS DE INÉS ARREDONDO
Cuando en 1966 Jacques Lacan publicó su ensayo sobre "La carta robada," de Edgar Alian Poe, para ilustrar a través de una historia "que es el orden simbólico el que es constituyente para el sujeto," rescataba de su maestro una verdad fructuosamente retomada por la crítica literaria contemporánea, pues como él mismo sostiene: "...es esta verdad... la que hace posible la existencia misma de la ficción." Una vez que ha salvado la prueba de la coherencia distingue en el cuento un doble drama: "de la narración que de él se hace y de las condiciones de esa narración."1 Pero como dos escenas constituyen la historia: la escena primitiva y la que puede considerarse como su repetición, esto ha llevado a postular que "...la narrativa —en este caso— es el intento de alcanzar retrospectivamente la separación traumática que deja la experiencia del 'cuerpo fragmentado', único para cada sujeto, de contar una y otra vez, de hacer un recuento: la narrativa del sujeto atrapado en la red de los significantes, la historia de "La carta robada, la historia de la compulsión a la repetición."2 Un poco antes, en 1957, otro imprescindible intelectual francés en el pensamiento crítico contemporáneo, Georges Bataille, abría horizontes nuevos que han contribuido a un mejor entendimiento del hombre en situaciones límites cuando se enfrenta y se decide al disfrute de su cuerpo, y su obra también ha permito un acercamiento al estudio de la obra literaria desde una perspectiva innovadora. Su espíritu de búsqueda lo llevó a afirmar que "el hombre puede superar lo que le horroriza, que puede mirarlo cara a cara."3 Mucho antes, en 1929, en la atmósfera creada por las imágenes de la famosa película El perro andaluz, de Luis Buñuel y Salvador Dalí, había afirmado sobre este mismo propósito: "El ojo ocupa un lugar extremadamente importante en el horror, pues entre otras cosas es el ojo de la conciencia."4 Lacan por su parte sostendrá que la función de los ojos consiste no sólo en que es uno de los medios para que la libido explore el mundo, sino en que se convierte en instrumento de este impulso. Expresando AIH. Actas XI (1992). La mirada del otro como ojo de la conciencia: erotismo y ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
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esta idea con sus propias palabras "El ojo no es sólo un órgano de percepción sino también un órgano de placer /...pues/ un impulso no sólo busca placer, sino que está atrapado en el sistema de significación caracterizado por el primer ingreso del sujeto en ese sistema (...) Este proceso de significación —añade— termina por afectar todo mirar: cada reconocimiento es a la vez un hallazgo y una imposibilidad de hallar."5 El tránsito que se da por las avenidas del pensamiento ha permitido el contacto más íntimo de temas y obsesiones entre los escritores de distintas generaciones y de diversas latitudes. En la literatura escrita en México, de los cimientos que firmemente levantaron los miembros del Ateneo de la Juventud, empresa que se fortalece con el trabajo de la llamada Generación de Contemporáneos, se llega a un momento de lucidez y reconocimiento con los escritores mexicanos que durante la segunda mitad de este siglo han dado ya un sólido estatuto a la literatura mexicana contemporánea. La diversidad de escritura imposibilita al estudioso a hacer generalizaciones, sin embargo, es evidente que ha habido una rica evolución o para decirlo con palabras ajenas "Las generaciones se suceden y hoy los jóvenes de los años cincuenta se han vuelto los nuevos maestros y modelos... siguen nutriéndose de cosmopolitismo ... y sus libros -como en el caso de Carlos Fuentes- se publican en los más diversos idiomas. Los más, siguen cumpliendo en México una tarea coherente y tradicional: la continuidad de sus propias obras y la colaboración en la difusión y promoción de la cultura."6 Entre estos escritores más directamente ligados al grupo de la Revista Mexicana de Literatura se encuentran Juan García Ponce, Juan Vicente Meló e Inés Arredondo. La hermandad cómplice y temática que los une en un iónico proyecto narrativo perverso, arriesgado y provocativo comienza apenas a ser estudiado a la luz de esas ideas y obsesiones que de una forma magistral han alimentado su quehacer literario. Witold Gombrowicz, en La pornographie como continuación de su excelente novela Ferdydurke, plantea las posibilidades de una escritura del cuerpo y con el cuerpo y en la que la carnalidad florece como el capullo de un azahar cuyo perfume lo inunda todo. Todo ello como resultado de un sentido de imperfección, de abandono, de vacío que acompaña al hombre. La respuesta que este autor proporciona a la pregunta que se le formula sobre el sentido filosófico de la pornografía es la siguiente: "No creo en una filosofía no erótica. No confío en un pensamiento
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desexualizado." Y añade: "Es difícil creer, evidentemente, que la Lógica de Hegel o la Crítica de la razón pura hayan podido ser concebidas sin que sus autores tomaran alguna distancia con el cuerpo. Pero la conciencia pura, apenas realizada, debe ser de nuevo sumergida en el cuerpo, en el sexo, en Eros; el artista debe clavar al filósofo en el encantamiento, en la seducción, en la gracia."7 Ese es precisamente el sentido que se encuentra en La obediencia nocturna, de Juan Vicente Meló, novela de 1969, o en la que Juan García Ponce publica veinte años después, Inmaculada o los placeres de la inocencia y por supuesto, tomado
sólo a manera de ejemplo, en el cuento "Sombra entre sombras," de Inés Arredondo.8 El recuento temático que abarca la totalidad de la obra de Inés Arredondo se reduce apenas a una media docena: la pasión, el amor, el mal, la pureza, la locura y la muerte. El sentido que ella explora a través de la mirada del otro es el sentido que en sí mismos encarnan los personajes de sus tres libros de cuentos: La señal (1965), Río subterráneo (1978) y Los espejos (1988). La dialéctica del ojo y la mirada postulada por Lacan encuentra en los personajes de Inés Arredondo su cabal cumplimiento.9 Son miradas evitadas o transgredidas, pero que iluminan la conciencia y conducen al hombre a una mejor forma de conocimiento de sí mismo. Las manifestaciones más diversas que van tomando las miradas como signo de alteridad se suceden de un cuento a otro. No sorprende, por tanto, encontrar el constante cruce de miradas que encuentran en los ojos del otro su recipiente adecuado. Factor de alteridad constitutiva del sujeto, los ojos son depositarios de la angustia y una invitación al mal en el que el ser puro se contamina como sucede "En la sombra" donde el personaje protagonista desea con todas sus fuerzas "vivir en una mirada ajena." En este cuento es la mirada la que vuelve a la protagonista a la conciencia y al reconocimiento de ser impura, de haber sido contaminada por los otros para merecer la mirada del ser amado. Es el conocimiento que proporcionan los otros: "ante la mirada despiadada y sabia de los pepenadores -expone este personaje- caminé lentamente, segura de que esta experiencia del mal, este acomodarme a él como a algo propio y necesario, había cambiado algo en mí, en mi actitud hacia él." (146) Entre mirar y no mirar oscila el principio generador de significación que estructuralmente conduce a la unidad de los personajes, amados o rechazados, pero siempre marcados por el signo de la pasión. La mirada AIH. Actas XI (1992). La mirada del otro como ojo de la conciencia: erotismo y ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
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existe como una necesidad imperiosa. Se diría que existe en una inversión del principio cartesiano: la existencia responde no a un principio de la razón, sino a un principio rector que engendra la mirada a través del amor-pasión. El erotismo y la perversión, la ruptura del orden establecido, comenzando con la del sujeto actuante mismo, en su más personal interioridad alcanza manifestaciones insospechadas. En "Estío," por ejemplo, la mirada del deseo puede tener múltiples manifestaciones. Se trata de una mirada del instante, pero que está fija en el tiempo. Hay la eternidad que la capta. Es asimismo una mirada indagadora que pasará a ser luego la mirada de la pasión. Su peculiaridad consiste en colocarse entre el sueño y la vigilia, esa rica zona en la que el hombre encuentra la otra parte de su conciencia. Y todo esto ¿para qué? para fraguar las sutilezas y convertirse en la mirada de reproche. Este reproche es indefinible, pero la mirada en sí misma se puede definir: acecha, sorprende y marca la diferencia. Es mirada que aun en la obscuridad se proyecta con la luz del espíritu hasta alcanzar la carnalidad del cuerpo amado. Es la mirada plena que funde el deseo al entrelazar los cuerpos, justo antes de que ella pronuncie el nombre sagrado al poseer al hijo en el espíritu, en la carnalidad del otro, que es simplemente un instrumento. Entre paréntesis se puede afirmar que el incesto en la mente de ella es una verdadera delicia. Otro caso más se encuentra en "El membrillo" donde la mirada de la pasión establece el tránsito de la docilidad a la más violenta furia cuando se trata de disputarse al mismo ser amado. El campo semántico que señala la acción de "mirar a los ojos," "quedarse mirando," "mirar fijamente," es fundamental en la medida en que rompe el hechizo cuando a través de la triangulación de las miradas una de las dos rescata al ser amado. Un caso diferente se da en "Olga," pues en este cuento la mirada todopoderosa, trágicamente compartida, se liga al principio de destrucción y muerte cuando entre los personajes se interpone una mirada arrebatadora que conscientemente se posa en los ojos del otro que no es el siempre amado. Es la mirada evitada como forma de rescate, nuevamente el camino tortuoso del espíritu acierta a través del juego dialéctico que proyecta en las miradas de Olga, Manuel y Flavio, los personajes, una única mirada espejo de reconocimiento. Todos necesitan reconocerse en una misma marca: "la misma quemadura" que provoca la mirada femenina. Es "horror" al vacío, pero enfrentado, ese AIH. Actas XI (1992). La mirada del otro como ojo de la conciencia: erotismo y ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
239 "ojo de la conciencia" que descubre Manuel en Flavio: "No, sus ojos no estaban vacíos, en el fondo había la misma quemadura que él llevaba" (34). En el cuento "El árbol," comprendiendo toda su significación en un profundo simbolismo, la inirada no es solamente la presencia todopoderosa que se mueve rítmicamente con el lenguaje y que lo invade todo, sino que se manifiesta como el gran signo cuya verdadera dimensión contribuye a lograr esa hipérbole de la mirada en ese acto erótico que busca y acerca a los cuerpos de los amantes más allá de la muerte. Una plena conciencia de la acción de mirar produce la transformación: desde el sueño y la vigilia, ellos "se miraron como si la sola mirada pudiera fundirlos." (34) Ese mismo proceso de transformación y refracción fragmentada hasta el infinito como buscando la eternidad se encuentra también en "La casa de los espejos" donde la mirada es grave escrutinio de la memoria y fiel imagen de recuerdos recuperados. El espejo refracta los cuerpos fuera de sí y la mirada descubre y enfrenta consigo mismos a estos seres atormentados: "mirándome en el mismo espejo en que yo miraba mi historia. Me dejó contemplarla un rato en silencio y después se volvió lentamente, como para decir algo, pero prefirió callar y quedarse pegada al arco como si acabara de salir del espejo, mirándome con una fuerza que en ese momento no comprendí." (86) Sin embargo, donde verdaderamente se funde y confunde el principio del placer con el principio de destrucción y muerte es en "Mariana," último de los cuentos de La señal. En él este personaje de tragedia en una mirada sagrada en búsqueda del absoluto como necesidad humana es capaz de trascender los caminos del espíritu, cumpliendo el destino de los cuerpos, Fernando sólo en la última mirada logra descifrar el mensaje, que en ella será el cumplimiento de un destino elevado y en él apenas una invitación al viaje. "Cuerpo es espíritu, y todo es boda" es el verso de Jorge Guillen que en la escritura de Inés Arredondo encuentra cabal receptáculo o dicho con las palabras de Gombrowicz "Ensayamos expresarnos de la manera más simple. El hombre, se dice, tiende hacia lo absoluto. Hacia la plenitud. Hacia la verdad, hacia Dios, hacia la madurez total... Atraparlo todo, realizarse enteramente, tal es su imperativo."10 En ese principio de destrucción y muerte, real o simbólica, en el que la mirada se liga íntimamente a una dimensión erótica y en cuyo eje se encuentra el principio de continuidad, los personajes transitan por los límites de lo sagrado. En términos de Bataille: "La AIH. Actas XI (1992). La mirada del otro como ojo de la conciencia: erotismo y ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
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acción erótica disuelve a los seres que se comprometen en ella y revela su continuidad, recordando las aguas tumultuosas. En el sacrificio, no solamente se desnuda, se mata a la víctima (...) La víctima muere, y entonces los asistentes participan de un elemento que su muerte revela. Ese elemento es lo que es posible denominar, con los historiadores de la religión, lo sagrado."11 En el caso de "Sombra entre sombras," al contrario de lo que sucede en "Mariana," lo que domina es el principio del placer. Desaparece la mirada como vehículo de conocimiento, pero continúa la incertidumbre racional sobre el sentido de la pureza. La pureza como generadora de pasión y la pasión y el disfrute del cuerpo como posibilidades de purificación y redención. También de manera diferente a "Mariposas nocturnas" donde la desgarradura del espíritu se da por la imposibilidad de unión de los cuerpos y en donde la inversión de los papeles conduce a la separación definitiva, en la historia de amor pasión de "Sombra entre sombras" efectivamente "asistimos a una suerte de sacralización del mal porque también puede otorgar el ser o regenerarlo. La pureza se encuentra extrañamente presente en el seno mismo de la perversión."12 No de otra manera podría entenderse esa apoteótica entrada del cuento: "Antes de conocer a Samuel era una mujer inocente, pero ¿pura? No lo sé. (...) Quizás de haberlo sido nunca hubiera brotado en mí esa pasión insensata por Samuel, que sólo ha de morir cuando yo muera. También podría ser que por esa pasión, precisamente, me haya purificado." (250) Es probable que este sea el cuento más sensual en el que Inés Arredondo rinde un pleno homenaje al placer carnal y a los sentidos y es quizás el cuento que está más a la altura de las narraciones de Georges Bataille. Porque "Dios puede ser una prostituta," enunciado en el que García Ponce resume el contenido de Madame Edwarda, Laura, la narradorapersonaje de esta historia lleva hasta sus últimas consecuencias, el imperativo de la perversión más absoluta en una acción erótica que, sin embargo, la redime. Al final se ha dado la transformación del personaje. Como en la escena de los azahares de su primera noche nupcial en que el perfume y los pétalos se interpusieron para evitar que se rompiera el capullo de su pureza de mujer, a los quince años, así a los setenta y dos años esta mujer al lado de Samuel que ha desatado en ella las fibras más sensibles de la pasión sigue el modelo redentor y libertario, que en muy pocas narraciones ha aparecido en lo que se ha escrito en México. Las líneas finales de este relato al estilo del Marqués de Sade, de Bataille y AIH. Actas XI (1992). La mirada del otro como ojo de la conciencia: erotismo y ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
241 de Gombrowicz así lo dejan ver: "Después de una bacanal en la que me descuartizan, me hieren, cumplen conmigo sus más abyectas fantasías, Samuel me mete a la cama y me mima con una ternura sin límites, me baña y me cuida como una cosa preciosa. En cuanto mejoro, disfrutando mi convalecencia, hacemos el amor a solas, él besa mi boca desdentada, sin labios, con la misma pasión de la primera vez, y yo vuelvo a ser feliz. Mi alma florece como debió haber florecido cuando era joven. Todo lo doy por estas primaveras cálidas, colmadas de amor, y creo que Dios me entiende, por eso no tengo ningún miedo a la muerte" (269). Se ha vencido el horror al vacío, la mirada del otro ha permitido un pleno conocimiento. Esta comunión del espíritu ha sido posible porque Laura, como el personaje de Bataille, ha pasado del erotismo de los cuerpos al erotismo de los corazones y finalmente al erotismo sagrado. 13 Notas 1 2
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Jacques Lacan, "Seminario sobre 'La carta robada'," Tr. Tomás Segovia, Escritos I (México: Siglo XXI, 1989) 5-55. Elizabeth Wright, "El psicoanálisis estructural: la psique como texto," Tr. Carlos Gardini, Psicoanálisis y crítica cultural, (Buenos Aires: Per Abbat Editora, 1985) 118. Georges Bataille, El erotismo, Tr. Antoni Vicens, (Barcelona: Tusquets, 1985) 15. Id. "Ojo," Apéndide a Historia del ojo, Tr. y Pról. de Margo Glantz (México: Premia Editora, 1981) 118. Elizabeth Wright, 116-117. Jorge Ruffinelli, "Prólogo a Juan Vicente Meló, El agua cae en otra fuente, (Xalapa: Universidad Veracruzana, 1985) 9. Witold Gombrowicz, La pornographie (Paris: Christian Bouigois Editeur, 1962) 11. Respondo por la traducción al español. Este cuento fue publicado por primera vez en Diálogos, 115 (enero-febrero de 1989), 14-25. Posteriormente fue incluido en Los espejos (México: Joaquín Mortiz, 1988) y en Obras completas (México: S. XXI, 1988). En adelante se citará de esta última fuente. Lacan, cit. por Elizabeth Wright. He tomado la información de esta fuente porque me parece una traducción más clara. El párrafo de la fuente original dice: "Desde un principio, en la dialéctica del ojo y de la mirada, vemos que no hay coincidencia alguna, sino un verdadero efecto de señuelo. Cuando, en el amor, pido una mirada, es algo intrínsecamente insatisfactorio y que siempre falla porque -Nunca me miras desde donde yo te veo." Vid. Lacan, El
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seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales
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del psicoanálisis, texto
establecido por Jacques-Alain Miller, Tr. de Juan Luis Delmont-Mauri y Julieta Sucre (Buenos Aires: Paidos, 1987) 109. W. Gombeowicz 7. Georges Bataille 36. Rose Corral, "La dialéctica de lo sagrado" en Inés Arredondo, Obras completas xiv. Georges Bataille, El erotismo, Op. cit., 28.
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