Rojo Sangre. La chica caminaba distraída por la calle oscura, tampoco la ayudaba todo el

Rojo Sangre La chica caminaba distraída por la calle oscura, tampoco la ayudaba todo el alcohol que había tomado en el club. Era de madrugada, pero el

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Rojo Sangre La chica caminaba distraída por la calle oscura, tampoco la ayudaba todo el alcohol que había tomado en el club. Era de madrugada, pero el sol aun se rehusaba a salir, dejando todo suspendido en una oscuridad imperturbable. La noche estaba tranquila y eterna cuando escuchó el retumbar de unas bocinas que sonaban a todo volumen en un auto que se acercaba por la calle. Al fin la chica se dio cuenta que el auto la seguía. Decidió averiguar que quería el automovilista. La figura bajó la ventanilla del auto y se dirigió a la hermosa mujer solitaria. -Hola, ¿cómo te llamas?- dijo un hombre joven y guapo de cabello oscuro y ojos claros. Era muy pálido y tenía una sonrisa macabra en los ojos. -¿Quién quiere saber?- preguntó la mujer con malicia, estas no eran horas para que se fuera con hombres desconocidos. Pero el hombre se recostó de su asiento y la chica pudo ver a una mujer igualmente pálida sonriéndole amablemente. -Es que es tarde y una chica tan hermosa como tu no debería andar sola a esta hora en una calle tan oscura. -Acaso eres mi padre, no te importa si ando o no sola, por favor sigue tu camino y déjame en paz. La chica reanudó la marcha hacia su casa. El hombre avanzó su auto hasta alcanzarla, esta vez la chica no se detuvo así que el hombre continuó siguiéndola. -Solo queríamos ofrecerte nuestra ayuda. ¿Vives cerca? Mi novia te vio caminando y me pidió que te ofreciera aventón. -Dile gracias a tu novia pero puedo sola. Ahora puedes irte.

-Vamos, estás bebida y tus zapatos son altos. En serio, no tienes que preocuparte no te vamos a hacer daño.- el chico sonrió amablemente, la chica juró que sus ojos se veían rojos por un segundo. -No es por nada, pero deja de acecharme. Te lo agradezco pero no me interesa.- pensó un poco al respecto y añadió- De todos modos mi novio me está esperando en casa así que no te preocupes. -Así que tu novio está en casa esperándote…por que no te busca entonces. Una chica tan linda como tu por aquí y tu novio te deja salir a estas horas, sola y vestida así.- el hombre la miró de arriba a abajo con una mirada tan sucia que se sintió desnuda y violada. Traía una blusa blanca muy ajustada y con una gran escote, pantalones negros que parecían pintados, botas de cuero hasta las rodillas con tacones tan altos que era obra del alcohol el que pudiera caminar tanto con ellos tras una noche de baile. Su cabello era rojo como el fuego, tenía las mejillas cubiertas de pecas y los labios gruesos pintados de un color rojo seductor. Venía lista para arrasar, pero por alguna razón ningún chico la invitó a su casa, estaba frustrada y molesta. Obviamente no había ningún novio esperándola, pero eso no tenía por que saberlo el chico raro que no la dejaba en paz. -Es cierto y se dará cuenta si no llego pronto y empezará a buscarme, así que ya pueden dejarme tranquila. -Como quieras niña, pudo haber sido agradable.- el hombre le guiñó el ojo y su novia rió de forma estridente.

Subió la ventanilla y el auto salió disparado por la calle. La muchacha sintió un gran alivio, pensó por un momento que no la dejarían en paz y la seguirían hasta su casa. De haber tenido un novio no importaría pero no lo tenía y se sentía desprotegida. Apresuró su marcha sin darse cuenta que el auto se había detenido bajo un faro roto, de modo que todo estaba completamente oscuro. Tampoco sabía que habían apagado las luces del auto y la música, para que no supiera que aun estaban allí. Ella camino bajo el faro roto y se dio cuenta del auto estacionado. Era el mismo que el del chico que la seguía. Su corazón empezó a latir rápido y se lleno de pavor. Quizás se les acabo la gasolina, pensó para tranquilizarse, pero sabia bien que ese no era el caso. Comenzó a correr cuando una figura apareció frente a ella bloqueando su camino, la agarró con fuerza y la abrazó a su cuerpo. Sintió que alguien se acercaba por detrás, intentó gritar pero el sonido se ahogó tras un golpe en la cabeza que la dejó inconciente. El hombre la sostuvo cuando se desmayó y la chica le puso una capucha sobre la cabeza. La llevaron hasta el auto donde la ataron en el asiento trasero. Encendieron las luces y se fueron de allí como si lo hubieran hecho cientos de veces y supieran exactamente que hacer, quizás era así. La muchacha tardó en despertar, lo primero que notó fue el frió, un frió terrible que le helaba los huesos. Intentó cubrirse pero al moverse sintió un dolor tan inmenso que soltó un alarido espantoso. Abrió los ojos pero estaba oscuro, solo veía la luna que brillaba tímidamente entre las sombras de los árboles. Intentó moverse de nuevo, esta vez despacio pero sus manos y pies estaban atados. Estaba acostada sobre el suelo terroso y húmedo de un bosque, era invierno. Ya casi no sentía las extremidades por el

frió. Sentía hojas contra su espalda y algunas rocas que herían sus muslos, se dio cuenta que estaba completamente desnuda y entonces empezó a sentir un terror tan inmenso que comenzó a sollozar. Entonces apareció ante ella una sombra. - Al fin despiertas, comencé a pensar que Filippa te había golpeado fatalmente fuerte.reconoció la voz de inmediato y su miedo se convirtió en odio mortal. ¿Qué querían con ella? ¿Por qué no la dejaban en paz? La sombra de la mujer se le acercó y rió nuevamente. Su risa le mando escalofríos, no sabía si por lo terrible de la risa en sí o por el frió que no la dejaba tranquila. - ¿Qué quieren? ¡Déjenme ir! No tengo dinero, quédense con mis prendas no me interesan, ¡solo déjenme en paz! No se preocupen por mi, tengo mala memoria para las caras, si me dejan no los denuncio y pretendo que esto nunca pasó. ¡Por favor! ¿Qué les pasa? ¡Por favor! -No crees que no estas en posición de decirnos que hacer. Te dijimos que vinieras por las buenas, no hiciste caso. No te preocupes, cuando terminemos contigo no nos vas a recordar nunca. Pero no llores a va a ser divertido, al menos para nosotros. La chica empezó a llorar desconsoladamente, no podía creer lo que le sucedía. Esto no le podía estar pasando a ella. Estos dementes le podían hacer cualquier cosa y nadie la oiría. Conocía esta área, era un bosque montañoso cerca de su casa, nadie vivía por aquí. Una vez un chico se extravió por el área y nunca lo encontraron. Algo le decía que si no hacía algo pronto se reuniría con ese chico esta misma noche, donde sea que estuviese. Lo siguiente que paso fue borroso. Estuvo llena de miedo y sentía un dolor tal que perdía la conciencia entre lapsos. Pero esto no impidió que sintiera lo que le

hicieron. Después que la chica rubia le dijera esas cosas le pudieron una tela en la boca, aunque nadie la iba a escuchar de todos modos. La pareja empezó a besarse frenéticamente y comenzaron a tener sexo cerca de ella. Ella gritaba e intentaba soltarse de sus amarras pero eran demasiado fuertes, les cortaban las muñecas y los pies. Parecía que la pareja la había olvidado, hasta que el chico se levantó del suelo completamente desnudo y se acercó a ella. Su corazón quería estallarle en el pecho, no quería que la notaran. Pensaba que si la olvidaban por un tiempo podría desatarse y correr. Pero el hombre caminaba hacia ella decidido, deliberadamente pausado, disfrutando el terror que inundaba los ojos y cerraba la garganta de la muchacha. Llegó a su lado mientras Filippa observaba recostada de lado, disfrutando la escena de su novio acechando a la pobre chica en el suelo. El chico se puso de rodillas junto a la chica y le sonrió cariñosamente, de nuevo pudo ver ese destello rojo es sus ojos. De seguro es el mismo diablo, pensaba para sí desesperadamente. El hombre se le acercó hasta que estuvieron frente a frente y ella sentía su aliento en sus labios. Ese calor hizo que le diera otro escalofrió, el hombre la beso suavemente y ella sintió nauseas. Se acercó a su cuello y con su mano detuvo las contracciones involuntarias de la chica. Parecía que le daba un ataque epiléptico, la aguantó con fuerza y la mordió hasta que comenzó a sangrar de la herida. Ella intentó gritar pero la mordaza extinguía el sonido antes de que se formase con propiedad. Entonces Filippa se levantó emocionada y mordió a la chica en el ceno. El dolor era tal y perdía tanta sangre que se desmayó. Regresó en si para ver que ya la pareja se había apartado de las heridas. Sus bocas estaban decoradas con su sangre. Entonces, cuando la chica pensó que los

demonios la matarían y terminarían su tormento el hombre deslizó su mano entre sus muslos y se acercó a sus labios nuevamente. Esta vez el beso no fue suave, la besó con tanta fuerza que la chica se partió el labio contra sus dientes y abrió la boca forzosamente. Esta vez si se escuchó su grito pues le habían quitado la mordaza. El hombre metió su lengua en la boca de la chica y ella sintió el sabor de su propia sangre. La violaron en el suelo, le habían desatado los pies para sus propósitos. La chica ya no sentía nada. Cuando terminaron con ella la pareja continúo retozando a su lado. Ya no le interesaba, el frió y el constante terror la habían drenado, solo quería morir calladamente, dejarse llevar por ese silencioso amigo. Solo quería no tener que volver a despertar. Parecía que habían pasado horas desde que salió del club aquella madrugada de invierno. Eran las tres de la mañana cuando caminaba por la calle. Cuando finalmente abrió los ojos de nuevo sintió un gran pesar. Aunque estaba oscuro no amanecería hasta las seis y media. No sabía que hora era y su pesadilla aun no había terminado. Sus brazos seguían atados detrás de ella, pero casi no los sentía. Los comenzó a mover para intentar desatarse, entonces sintió que su mano derecha tocaba algo suave y liso. Parecía un cristal de botella. Su corazón empezó a latir rápidamente, pero esta vez de emoción, quizás podría escapar de este infierno. Llevó el vidrio a las amarras en sus muñecas. Comenzó a cortar, era un trabajo lento y doloroso. Después de varios minutos sintió que la soga se partió y la retiró lo más silenciosa que pudo de sus muñecas. ¡Al fin era libre! El hombre se movió donde estaba acostado. La chica escuchó el sonido y se horrorizó. Justo ahora se tiene que levantar ese maldito, pensó. Intentó quedarse inmóvil. Desde hacía tiempo que no sentía el frió cortando su

piel desnuda. El hombre llegó hasta ella y el desespero la llevo a abrir sus ojos. Él la miro y le dijo suavemente. - ¿Todavía viva? Si que aguantas niña, eres la que más a durado, quizás y hasta te haga un favor. - Solo déjame ir, ya hicieron todo lo que quisieron conmigo.- Su voz se resquebrajo al hablar después de haber gritado tanto. - Creo que te voy a hacer un favor, ¿quieres vivir?- Se acercó a ella, sólo un poco más, pensaba. - ¡Quiero vivir!- dijo en apenas un susurro audible, él se acercó más. - Entonces te voy a ayudar.- Él sonrió nuevamente y se acercó lo suficiente para que ella lo tocara. Entonces agarró el vidrio con fuerza y le cortó el cuello, fue tan repentino que el chico no tuvo tiempo de gritar, solo se oía el sonido de la sangre que burbujeaba en su garganta expuesta. Filippa lo escuchó y se levantó. Al ver lo que le pasaba al chico dio un grito espeluznante. - ¡Marcus! ¡Maldita te voy a descuartizar!- Se abalanzó contra la chica pero ella estaba preparada. La esquivó y se levantó de prisa del suelo. Había perdido mucha sangre así que se mareó de inmediato. Filippa arremetió contra ella con todas sus fuerzas y ambas cayeron al suelo. Filippa comenzó a ahorcarla con sus propias manos y la chica le arañaba la cara con una mana mientras que con la otra buscaba desesperadamente con que defenderse. Su mano halló un pedazo de madera, lo tomó y se lo clavó en el pecho con todas las fuerzas que pudo conjurar. Filippa gritó y soltó el cuello de la chica. Esta empezó a toser y buscar aliento. Filippa cayó al suelo y murió a su lado. La chica se

levantó, estaba llena de adrenalina. Para su horror Marcus comenzó a levantarse del suelo. Su cuello había sanado. La chica tomó el pedazo de madera y se lo arrancó del pecho a Filippa, entonces con un grito de ira arremetió contra Marcus y le hizo un hueco en el pecho. Siguió clavándolo con la madera hasta que ya no tuvo mas fuerzas. Entonces s4 ojos se llenaron de lágrimas, ya no volverían a hacerle daño. Se levantó y llegó al cuerpo inmóvil de Filippa, le sacó los zapatos y recogió su ropa del suelo. Se la puso, hacía demasiado frió y tenia que salir de allí. Comenzó a amanecer cuando finalmente salió del bosque. Caminó hasta la parada de autobús más cercana ya que el carro de Marcus no apareció por ningún lado y la chaqueta de Filippa tenía algo de dinero. En la parada esperaba el primer autobús del día y el conductor estaba dormitando en el asiento. Ella golpeó la puerta con su mano izquierda hasta despertar al conductor. Este, sobresaltado, pegó un grito al verla. Tenía la cara llena se sangre y moretones violetas que sobresalían de forma grotesca en su piel pálida. Su despeinado cabello estaba lleno de tierra y hojas, parecía salida de una película de terror. Contra su propio buen juicio el conductor abrió la puerta y la chica entró, depositó el dinero y se sentó en el lugar mas apartado del autobús. Se dirigió a la estación de policía. Estaba en piloto automático. Se sentía como si su cuerpo se moviera solo ya que su horror había sido tanto que estaba en un estado de shock. En la estación de policía le relató al joven oficial que atendió su querella todo lo que sucedió como si estuviera ausente en si misma. Le dijo todo, incluso donde estaban los cuerpos, sus nombres y lo que le habían hecho. El hombre escuchó horrorizado, pero la chica nunca supo si era por su historia o por el hecho de que los había matado y se lo contaba con tanta tranquilidad.

Ya no le quedaban lágrimas ni miedo. Estaba en un estado de ausencia total, no sentía nada. El oficial le preguntó su nombre, Mura Traun Badillo. Se excusó y salió de la habitación un momento. Quizás esta no fue la mejor idea, pensó para sí. Se levantó y abrió la puerta, quizás no notarían su ausencia cuando se marchase. Entonces escuchó al oficial joven hablando con uno de voz grave. - ¿Estas seguro que lo vio todo?- preguntaba la voz grave. - Si, estoy seguro. Eran Filippa y Marcus. Ella los mató, los atravesó con una estaca. Lo sabe, no podemos dejarla salir, si su historia se sabe nos delatara a todos. - No creo que nos cause problemas pero, deshazte de ella, de todos modos sabe demasiado. No quiero que nos comprometa a todos con la información que posee. Hay que mandar a un equipo al bosque a quemar los cuerpos. Por lo menos no ha contado nada a nadie más. En ese respecto estamos bien pero no puede permanecer viva para contar el cuento. ¿Entendiste? - ¡Si sargento! La voy a llevar a la sala de interrogación y me deshago de ella. Mura no escuchó nada mas, salió de la comisaría silenciosamente por la parte de atrás. El oficial regreso a la oficina con un café en las manos pero lo dejó caer al darse cuenta que Mura Traun ya no estaba allí.

Jazmín Quiñones Santos Redacción Creativa Prof. M. Gisela Rosado

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