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UNIDAD DE TEOLOGIA
TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Teología Dogmática Sacramentaria
Asesor:
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes TEMARIO GENERAL OBJETIVO: Presentar los elementos fundamentales del Tratado tradicional de los sacramentos en general, con el fin de colocar las bases de comprensión de la teología sacramentaria; buscando de forma especial, valorar la nueva corriente que refuerza la sacramentaria desde el ámbito simbólico. TEMARIO: Introducción. Capítulo I. El lenguaje simbólico y la acción ritual. 1. La relación entre teología y liturgia. a. El momento de la presuposición. b. El momento de la remoción. c. El momento de la reintegración. 2. La experiencia religiosa. 3. La acción simbólica y el rito. a. El símbolo. b. El signo. c. La acción ritual. Capítulo II. Del “” al “Sacramentum”. Estudio bíblico-patrístico. 1. El en la cultura helenista. 2. El en el Antiguo Testamento. 3. El en el Nuevo Testamento. a. En los Evangelios sinópticos. b. En los Escritos paulinos. c. En el Apocalipsis 4. Del griego al “Sacramentum” latino. a. Mysterion en los Padres Griegos. b. Sacramentum en los Padres latinos. Capítulo III. El tratado de los sacramentos en la época escolástica. 1. El contexto histórico. 2. Las Escuelas teológicas. a. Hugo de San Víctor (1096/1100-1141). b. Pedro Abelardo (1079-1142) c. Pedro Lombardo (1095/1100-1160) d. Santo Tomás de Aquino (1224/1225-1274) 3. La causalidad sacramental. 4. El sacramentum, la res et sacramentum y la res tantum. Capítulo IV. Crisis sacramental de la Reforma y la respuesta de la Iglesia. 1. El sacramento en el pensamiento de los reformadores.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes TEMARIO GENERAL a. Martín
Lutero. La reducción del número de los sacramentos. La relación entre la fe, sacramento y su efecto. La amplitud de la noción sacramental. Sobre el ministro del sacramento. Los medios de la gracia.
2. La respuesta de la Iglesia en el Concilio de Trento: Declaración sobre los sacramentos en general. Capítulo V. La institución de los sacramentos. 1. La institución de los sacramentos a. Los Santos Padres. b. La Escolástica. c. Concilio de Trento. 2. El número de los sacramentos. Capítulo VI. La gracia sacramental. 1. La gracia sacramental. 2. El carácter sacramental. a. San Agustín. b. Santo Tomás de Aquino c. El magisterio de la Iglesia. Capítulo VII. El ministro y el sujeto de los sacramentos. 1. El ministro en la Iglesia. a. Fundamentación. b. La intención del ministro. 2. El sujeto que recibe el sacramento. Capítulo VIII. Los sacramentales. 1. Definición y significado. 2. División. 3. Ministro. 4. El sujeto que los recibe.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes INTRODUCCION
INTRODUCCION Este estudio sistemático que a continuación iniciamos, dicho ya en el objetivo, trata sobre los sacramentos en general, es decir, que no bajaremos a consideraciones específicas, sino de lo que se trata es que coloquemos las bases para poder, en adelante estudiar y comprender los sacramentos. El estudio lo planteamos no sólo desde una precisión lógica, sino también es realmente necesario presentar el desarrollo histórico, lo cual nos va a obligar a reconstruir los inicios de cada uno de ellos, ilustrándolos con su desarrollo histórico y mostrando su planteamiento contemporáneo. Esto porque, una cuestión teológica, y mucho menos si se trata de los sacramentos, no es posible tomarla en consideración si se prescinde de su desarrollo histórico. A tal cometido, Joseph Pascher afirmaba: “Si usted tiene que dedicarse al estudio de los sacramentos, no podrá hacer nada sin el recurso de la historia”. La gran razón de esta afirmación radica en que el saber sobre los sacramentos, a no ser que se quieran montar peligrosas teorías apriorísticas sin fundamento, se adquiere mediante el conocimiento del proceder que ha seguido la Iglesia desde la comprensión inicial de cada uno de los sacramentos, pasando por las diversas formas de vivirlos en las distintas etapas de la historia, hasta llegar al presente. De suerte que, vamos a intentar introducirnos en la densa temática que ofrece la consideración de los sacramentos desde las cuestiones bíblicas hasta nuestros días. En este amplio recorrido hemos prestado especial atención a la escolástica y al siglo XVI. Son dos momentos claves en la historia de los sacramentos. La escolástica, porque en ella se definió que es el sacramento y a sus autores se debe la elaboración del tratado sobre los sacramentos en general. Y el siglo XVI, porque en sus días sufrió la doctrina sacramental a manos de la reforma protestante el más duro golpe y revés que haya sufrido nunca. La negación de la causalidad y del carácter sacramental, dos postulados básicos en la sacramentología de los reformadores, constituyeron en su conjunto un atentado a la misma naturaleza del sacramento. Y a tal atentado dio respuesta la Iglesia en el Concilio de Trento, sentando las bases para una enseñanza sólida a partir de la fe. Así, llegaremos en nuestro estudio al planteamiento de la institución y número de los sacramentos; nos detendremos a tratar la gracia sacramental y la teología sobre el carácter, visto desde dos grandes: san Agustín y santo Tomás; y el aporte del magisterio; y terminar hablando someramente del ministro y el sujeto de los sacramentos. Tendremos finalmente en consideración los sacramentales, para tener en cuenta su qué y para qué, así como su estructura, ministro y sujeto capaz de recibir dicha ayuda. Demos inicio a nuestro recorrido por este Tratado general de sacramentos. Todo este estudio nos debe de entusiasmar en el saber sobre Dios; ese Dios que se hace vida para la persona mediante el servicio de la Iglesia y a través de los signos sacramentales.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL
CAPITULO I. EL LENGUAJE SIMBÓLICO Y LA ACCIÓN RITUAL 1. La relación entre teología y liturgia. Con el fin de poder comprender la importancia que actualmente tienen en la teología dogmática sacramentaria las nociones de símbolo, misterio, ritualidad, culto, entre otras, es necesario tener en cuenta la relación que se ha dado entre la liturgia y la teología a lo largo de la reflexión teológica. Sólo la correcta comprensión de la mutua interdependencia hará posible que las acciones sacramentales recuperen su sentido de celebraciones de fe de la Iglesia orante. No se trata únicamente de añoranzas del pasado, el mismo concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Liturgia, reconoce que en el transcurso de los años se han ido introduciendo en los ritos de los sacramentos y sacramentales, ciertas cosas que oscurecen de alguna manera su naturaleza y su fin. Habiéndose introducido en los ritos de los Sacramentos y Sacramentales, con el correr del tiempo, ciertas cosas que actualmente oscurecen de alguna manera su naturaleza y su fin, y siendo necesario acomodar otras a las necesidades presentes, el Sacrosanto Concilio determina….su renovación (SC 62).
Siguiendo las enseñanzas del profesor Andrea Grillo, tomemos para nuestro estudio el modelo teórico de lectura de la relación entre liturgia y teología, estructurado en tres momentos: la presuposición, la remoción y la reintegración. a). El momento de la presuposición. Esta etapa cubre una gran parte de la historia de la Iglesia. Durante mucho tiempo la teología presupone la liturgia, es decir la acción ritual sagrada, como lugar propio de su reflexión, pero sin llegar a tomarla como locus theologicus1, esto es, como lugar donde la ciencia sagrada pudiera encontrar los principios y la inspiración. 1
“En la teología moderna, los lugares teológicos son un conjunto de principios organizativos que guían la tarea teológica…Los lugares constituyen un elenco ordenado de temas o apartados que definen el ámbito de la formación teológica. Pero por otra aproximación a los lugares teológicos, configuró el primer tratado metodológico de la teología católica moderna, la obra póstuma de Melchor Cano (1509-1560) De locis theologicis. Cano sitúa a la Sagrada Escritura en primer lugar entre los lugares…El segundo lugar es el complejo de esas tradiciones apostólicas que vienen de Cristo o de la instrucción del Espíritu Santo a los apóstoles, cuya pertenencia al patrimonio doctrinal está demostrada. Estas dos fuentes fundamentales, en las que la palabra reveladora de Dios da fe inmediata por sí misma, son a su vez interpretadas, protegidas y desarrolladas por lo que el creyente y el teólogo encuentra en cinco expresiones distintas de la verdad de Dios en la vida de la Iglesia: la fe del cuerpo universal de creyentes, los sínodos y concilios, la autoridad de la Iglesia romana y su pastor, los Santos Padres y los teólogos escolásticos a los que hay que añadir los peritos pontificios. Cada lugar puede proporcionar un testimonio apropiado y autorizado del contenido de la doctrina cristiana. Tres loci ayudan sólo a reelaborarla e interpretarla ulteriormente: la razón humana, la filosófica, la historia humana. Una doctrina contemporánea de los lugares o fuentes introducirá temas que no se hallan en Cano, como el testimonio de la liturgia y de la experiencia de las Iglesias regionales o locales. Los testimonios de la verdad
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Melchor Cano, dominico (1509-1560), discípulo de Francisco de Vitoria y teólogo imperial del concilio de Trento en 1551-1552, explicaba los lugares teológicos como “campos de documentación” o “fuentes que testifican las verdades de la revelación” en los que el teólogo descubre la evidencia o los argumentos válidos en apoyo de doctrinas que debían articularse o en refutación de doctrinas rechazadas como heterodoxas.
La razón de esta presuposición, se encuentra en que el lugar en el que se reflexiona la Palabra de Dios es la celebración cultual, o bien el monasterio e incluso el mismo ambiente de cristiandad de la sociedad2. La teología monástica era como una continuación de la lectio divina. No había apenas solución de continuidad entre el canto de la salmodia en el coro de las abadías y la exposición de la Sagrada Escritura en los studia monacales. El maestro procuraba verter en el alma de los discípulos el fruto de su experiencia espiritual, construyendo la teología no como una ciencia en sentido estribito, según los usos de dialéctica aristotélica, sino como una ciencia del corazón.
Y sin embargo, la liturgia es teología en acción, que también es conocimiento de Dios pero desde la experiencia. Porque Cristo envío a los Apóstoles no sólo a “proclamar” el misterio de salvación por El realizado, sino también a realizar esa obra de salvación que proclamaban mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica de la Iglesia (cf. SC 6). Esta es su contribución propia de la comprensión de la revelación.3 En el ámbito cristiano el término teología, sobre todo en los padres griegos, adquiere de un modo cada vez más claro el sentido específico de tratado sobre Dios a nivel de reflexión acerca del dato de la revelación cristiana;
revelada hablan con voces de diferente tono y timbre, que un maestro cristiano procurará armonizar en un tono sinfónico”: WICKS, Voz Lugares teológicos: DTF, 833-834; cf. ROVIRA, Introducción a la Teología, 123-150; “cómo es sabido los teólogos posteriores reducen estos loci a cuatro: Magisterio, Escritura, Tradición y razón”:VAGAGGINI, El sentido teológico de la liturgia, 512 nota 7. 2 La relación entre obvia presuposición (del periodo clásico de la teología) y remoción (del periodo moderno) de frente a la tarea de justificar la pertenencia del rito al fundamento puede ser comprendido según una sucesión, por otra parte ocasional. Propiamente porque primero el rito cristiano constituía el horizonte religioso (espontáneo y obvio) en el cual se ejercitaba la reflexión teológica, sucesivamente esta obvia presuposición ha sido la base para negar el presupuesto. La ausencia del tema sobre el rito, primero, constituía una indirecta afirmación, mientras que la misma ausencia, después, esto es a partir del periodo moderno, ha comenzado a ser gradualmente interpretado como una directa negación…” GRILLO, L’esperienza rituale come Della teolgia fondamentale, 170 NOTA 4. 3 “La predicación eclesiástica está fuertemente influida por la concepción griega, según la cual la palabra se propone iluminar la inteligencia…Pero este aspecto no ocupa el primer lugar en la predicación cristiana. La Escritura insiste más bien en la dimensión dinámica de la palabra: ésta apunta a un acontecimiento. Lo que se anuncia acontece…Esta predicación viviente en el nombre de Dios e inspirada por el Espíritu Santo va encaminada a producir un verdadero encuentro entre Dios y el hombre.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL pero conserva el mismo tiempo el elemento cultual, en cuanto que el hablar con Dios, como acontece en el culto, también es teología4.
La liturgia cristiana es esencial y existencialmente teología, porque es siempre palabra de Dios reconocida en la modalidad que adquiere en el rito simbólico. Fundamento de esta legitimidad es la misma encarnación de Cristo (la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria. Jn. 1,14). La teología de los padres de la Iglesia nació y ha llegado hasta nosotros como explicación del conocimiento del misterio de Cristo en la experiencia concreta que de él deba la liturgia. La ritualidad mientras conservó su carácter dialogal entre Dios y el hombre no necesitó ser explicada. En este sentido, precisamente en la antigüedad, sobre todo en Oriente, la liturgia se consideraba como theologia prima, ya que representa el primer momento en el que la profesión de fe, transformándose en praxis vivida, llega a ser el primer lenguaje teológico concreto que se ha encontrado en la Iglesia como fundamento de toda reflexión ulterior dirigida a la comprensión de aquello que, como dictado simbólico, se presentaba a los fieles en la liturgia, y que formaba precisamente…lo que se debe considerar como theologia secunda.5
La liturgia presenta las características propias de un lugar teológico6 como expresión de la fe vivida de la Iglesia, aún antes de que la reflexión teológica se desarrollara en algunos dogmas7. La liturgia es el medio concreto por el que bajo el velo de algunos signos sensibles eficaces, se lleva a cabo y se prosigue la historia de salvación en su dinamismo temporal y sobrenatural. La función de la liturgia no es sólo ofrecer el culto a Dios que le es debido, sino también ofrecer, bajo los signos sensibles de forma presente y operante, la acción del misterio de salvación de Dios a los hombres de hoy. 4
La teología no solo habla de Dios sino al mismo tiempo es una forma de estar con Dios, de encontrarse en la presencia de la divinidad, “la celebración ritual es el modo típico de hacer teología”. 5 “La Iglesia primitiva, sobre todo en Oriente, habla de la liturgia como theologia prima y de la reflexión dogmática como theologia secunda. Y la palabra ortodoxia significa ante todo la correcta alabanza (orthodoxia) en la liturgia, y sólo en sentido derivado (la correcta doctrina). Podría, por tanto, hablarse también de orthodoxia prima y orthodoxia secunda. Las expresiones theologia prima y orthodoxia prima designan la liturgia como el lugar primario en el que se realiza la auténtica fe. Y en cuanto tal, la liturgia es también la fuente y norma primera de la doctrina…El pensamiento teológico y la formulación de la doctrina encontrarán, por tanto, su sustrato vital en la expresión total de fe de la liturgia”. 6 El concepto de lugar teológico puede precisarse según dos diversos niveles: a) aquel de la teología prima, concerniente a la relación de fe entre el hombre y el Logos de Dios, o sea la praxis instaurada de la fe; b) aquel de la teología secunda, concerniente a la reflexión sobre la praxis instaurada de la fe, o sea su teoría. En el caso b), el locus, por ejemplo, la liturgia viene a cualificarse como momento demostrativo de una precedente tesis dogmática; en el caso a), el lugar teológico es de considerarse una fuente auténtica de cualquier reflexión teológica, y en este caso la liturgia, en cuanto praxis litúrgica, viene a ser un fundamento de la reflexión teológica, entendido como teorización. 7 “En sus diversos tratados la teología apelaba a la liturgia como testigo de la Tradición para demostrar contra los adversarios (protestantes, racionalistas, modernistas) que semejante doctrina, propuesta hoy por la Iglesia, es verdaderamente de origen apostólico, o también para recorrer las etapas del progreso dogmático (por ejemplo, una doxología trinitaria podía señalar un momento determinado de este progreso)
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL En este periodo el interés de la teología por la sacramentaria va por la línea de explicar el elemento descendente del culto. En esta etapa el aspecto “ritual” del sacramento no causa problemas, y no causa problemas porque el lugar propio de la reflexión teológica en la Iglesia es la liturgia; más bien, por ello se busca explicar su contenido (elemento descendente y santificación para el hombre). Dos ejemplos de ello son san Agustín y santo Tomás, lo cual se ve reflejado de manera especial a la hora de reflexionar sobre los sacramentos. Para ambos no se puede prescindir del elemento sensible del culto y es más, presenta para ellos una importancia de primer orden. SAN AGUSTIN (La ciudad de Dios, libro X, Cáp. 4-6) El planteamiento agustiniano parte de su concepto de como signun rei sacrae (signo de una realidad sagrada). Signo es toda realidad perceptible sensiblemente, cuyo sentido no se agota en su ser aparente, sino que más allá de él apunta a otra realidad. Y cuando se refiere a una realidad espiritual se les llama propiamente sacramentos. …denominados ahora cosas las que, como…una bestia y las demás por el estilo, no se emplean también para significar algo…De aquí se comprende a qué llamo signos, es decir, a todo lo que se emplea para dar a conocer alguna cosa. Por lo tanto, todo signo es al mismo tiempo alguna cosa…pero no toda cosas es signo (Sobre la doctrina cristiana L. I, cap. II,2).
A diferencia de otros autores eclesiásticos de los primeros siglos, san Agustín no desarrollo un tratado propiamente sobre el culto, la información que nos proporciona sobre la liturgia se encuentra en sus escritos ocasionales, sermones y algunas cartas. Por ahora nos interesa , obra en la que desarrolla su pensamiento en el contexto de la polémica con los cultos paganos y la positividad del culto externo cristiano 8. …el sacrificio visible es un sacramento, esto es, una señal sagrada del sacrificio invisible (Ciudad de Dios, L. X, cap. 5)
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Como consecuencia del saqueo de Roma por las tropas de Alarico en el año 410, los paganos culparon a los cristianos por la supresión del culto a los dioses paganos, la caída de la ciudad era la consecuencia que se estaba pagando. . San Agustín dará una respuesta a las acusaciones dedicando los primeros diez capítulos de su obra a refutar las falsas doctrinas de aquellos que adoran a los dioses paganos a fin de lograr la felicidad en esta vida o el engrandecimiento del Imperio Romano (libros del 1 al 5) y en segundo lugar las de aquellos que adoran a esos mismos dioses para lograr la felicidad en la vida futura o por el bien del alma (libros 6 al 10). “¡Quién será tan estúpido e ignorante que crea que los que se ofrece en los sacrificios es necesario para algunos destinos de que Dios tenga necesidad!...Por la expresión en que dijo que no quería se significa lo que enseguida dijo que quería. Dijo, pues, que Dios no gustaba de los sacrificios ofrecidos al modo que los ignorantes creen que los quiere para que le sirvan de diversión y complacencia”: La ciudad de Dios, L. X, cap. 5.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL En el pasaje en cuestión se habla de los sacrificios que Dios no pide, pero quiso que se observaran para significación9de lo que pide. Dios, afirma Agustín, no tiene necesidad de un sacrificio, ni de la misma justicia de los hombres; pero todo correcto rito de culto hecho a Dios aprovecha más al hombre que a Él. La positividad del culto está vinculada a su funcionalidad significativa, esto es, de exteriorización de una realidad superior invisible. El corazón contrito y humillado, el amor al prójimo y a Dios mismo, que es lo que Dios quiere, están en cierta forma manifestados en el sacrificio que la Iglesia celebra. No es envío a otra cosa solamente, sino que en sí misma es la expresión de aquella realidad.
Sacrificio visible
Signo sagrado Puente Sacramento
Sacrificio invisible
San Agustín afirma: “El sacrificio verdadero es todo aquello que se práctica a fin de unirnos santamente con Dios, refiriéndolo precisamente a aquel sumo bien con que verdaderamente podemos ser bienaventurados” (Ciudad de Dios, L. X, cap. 6). El auténtico sacrificio se ha realizado en la entrega que Cristo ha hecho de sí mismo en la cruz, y lo ha entregado a la Iglesia en la celebración para que fuera el signo sacramental de su sacrificio, y así la Iglesia, como su cuerpo místico (Ciudad de Dios, L. X, cap. 20). ; sin duda que toda esta ciudad redimida, esto es, la congregación y sociedad de los santos viene a ser un sacrificio universal que a Dios ofrece aquel gran sacerdote que se ofreció en la Pasión como cruenta víctima por nuestra redención, para que fuésemos nosotros el cuerpo de tan excelsa cabeza, tomando para consumar esta ilustre obra la humilde forma de siervo… Este es el sacrificio de los cristianos, unidos a Cristo formamos un solo cuerpo. Este es el sacramento tan conocido de los fieles que también celebra asiduamente la Iglesia, y en él se le demuestra que es ofrecida ella misma en lo que ofrece (La Ciudad de Dios, L. X, cap. 6).
Como “sagrado signo” implica siempre tres realidades: un rito, una res (sacramentum) y un misterio, que en este caso es el acontecimiento de Cristo (res sacramenti). El culto es como un espejo en el que se puede contemplar la realidad sagrada, porque los signos visibles remiten a una realidad divina semejanza a ellos. Tras la noción de similitud se encuentra el esquema griego de imagen-arquetipo. Aplicando este principio a la semejanza del sacramentum con la res sacramenti, aquél contiene en sí de algún modo la cosa significada, 9
Para Agustín quiere decir una realidad superior e invisible. “Dios no exige aquellos sacrificios por sí mismos, y sí exige los sacrificios que significan”: La Ciudad de Dios, L. X, cap. 5
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL participa realmente de su mismo ser y puede con toda verdad recibir su mismo nombre sin caer en la pura metáfora. La razón de que esas cosas, hermanos y hermanas, sean llamados sacramentos es que en ellas una cosa es la que se ve, y otra cosa es la que ha de ser entendida. Lo que puede verse tiene una apariencia corporal; lo que debe entenderse, proporciona fruto espiritual (Sermón 272). Según nuestro modo frecuente de hablar, solemos decir, cuando se acerca la Pascua: “Mañana o pasado mañana será la pasión del Señor”. Pero el Señor ha padecido muchos años y la pasión no ha tenido lugar sino una vez. En el mismo día del domingo decimos: “Hoy resucitó el Señor”, aunque han pasado ya hartos años desde que resucitó. Nadie es tan necio que nos eche en cara la mentira cuando hablamos así. Nombramos tales días por su semejanza con aquellos otros en que tuvieron lugar los acontecimientos citados. Decimos que es el mismo día, aunque no es el mismo, sino otro semejante a él en el girar de las edades. Los sacramentos no serían en absoluto sacramentos si no tuviesen ciertas semejanzas con aquellas realidades de que son sacramentos. Por esa semejanza reciben, por lo regular, el nombre de las mismas realidades (Epístola 98, 9).
Para poder comprender correctamente el pensamiento de san Agustín es necesario tener en cuenta el neoplatonismo cristianizado que le sirve de trasfondo en su reflexión y de manera especial la teoría de la participación que garantiza . En la celebración litúrgica nosotros no podemos distinguir entre realismo y simbolismo, porque el rito participa ontológicamente del evento y esto lo hace idéntico a él (pero no duplicándolo); en otras palabras, el rito envía al evento no por su semejanza exterior, puramente simbólica, sino por su estructura ontológica.
La realidad divina no se manifiesta directamente, sino a través de los signos que la revelan, lo invisible de Dios se capta a través de sus obras, de lo creado, de ahí que el hombre no puede prescindir de los como signum rei sacrae (signo de una realidad sagrada). La correcta manera de participar en el culto es pasar del rito al evento pero sin salir de él, porque en la mentalidad agustiniana no significa categorías racionales sino que cae en el ámbito de la voluntad. Es esclavo de los signos el que hace o venera alguna cosa significativa, ignorando lo que signifique. El que hace o venera algún signo útil instituido por Dios, entendiendo su valor y significación, no adora lo que se ve y es transitorio, sino más bien aquello a que se han de referir todos estos signos (Sobre la doctrina cristiana, L. III, cap. IX, 13).
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL La mención del sacramento como “signo sagrado” no en utilidad de Dios sino del cristiano, anticipa el hecho de la colocación de los sacramentos y de la liturgia en el ámbito de la necesidad humana, aspecto que será desarrollado por nuestro siguiente autor. SANTO TOMAS DE AQUINO (Sth III, q. 60-61.63). Con el Aquinate tenemos una confirmación de cuánto hemos dicho en san Agustín. El aspecto ritual-cúltico tiene como finalidad la más pura transparencia de esto que es y expresa. Tomás agrega a la categoría de “signo” la de “causa”. Así que además de tratar los sacramentos como “culto” (dimensión ascendente) habla también de los sacramentos como “causa de la gracia” (dimensión descendente). En su reflexión Tomás parte de un aspecto importante y muchas veces olvidado de los sacramentos que es el de su necesidad para el hombre (Sth III, q. 61 a. 1)10. Muchas veces se ha culpado a Tomás de haber perdido el aspecto simbólico de los sacramentos, reduciéndolos a un esquema técnico de causas y efectos. Sin embargo, el pensamiento de Tomás no puede ser reducido a una concepción metafísica de la sacramentaria, desde el momento que comienza su discurso sobre los sacramentos desde la necesidad del hombre mismo, resaltando así el aspecto antropológico que ellos encierran. A la pregunta ¿por qué son necesarios los sacramentos?, no se cierra sobre horizontes conceptuales, sino que parte de las consideraciones antropológicas de la pregunta, y nos ofrece tres razones: Por la condición de la naturaleza humana, Por el estado del hombre, Por la consideración de la acción humana. Por la condición de la naturaleza humana. El hombre –dice- debido a la condición de su naturaleza humana, tiene como propiedad el dirigirse a las cosas espirituales e inteligibles mediante las corporales y sensibles. De ahí que la sabiduría divina de al hombre los auxilios divinos para su salvación de una manera apropiada, bajo signos corporales y sensibles, que se llaman sacramentos. La primera se desprende de la condición de la naturaleza humana que tiene como propiedad dirigirse a las cosas espirituales e inteligibles mediante las corporales y sensibles. Y como la divina providencia atiende a cada cosa según su condición, de ahí que la sabiduría divina de al hombre los auxilios divinos para la salvación de una manera apropiada, bajo signos corporales y sensibles, que se llaman sacramentos (Sth III, q. 61 a.1).
Por el estado del hombre. El hombre pecador tiene necesidad de las cosas corporales a las que se inclina por su misma naturaleza. El estado del hombre es el de pecador y como
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“La motivación antropológica de la necesidad de los sacramentos no tiene que ser vista únicamente en su concepción unilateral, es decir, solamente desde Cristo sino del hombre mismo”
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL tal inclinado a las cosas corporales, por lo mismo el remedio debe ser corporal como la enfermedad. La segunda razón se toma del estado del hombre, que al pecar se sometió por el efecto a las cosas corporales. Y como la medicina se ha de aplicar allí donde se encuentra la enfermedad, fue conveniente que Dios, mediante signos corporales, diera al hombre la medicina espiritual, pues, si se le presentase cosas espirituales en su esencia, serían inaccesibles a su espíritu, entregado a las cosas corporales (Sth III, q. 61 a.1)
Por la consideración de la acción humana. Por la misma condición del ser humano, éste tiene necesidad de ejercicios corporales, realizados en los sacramentos, para compensar con sus acciones positivas (ascesis) las acciones negativas del pecado en el alma. Es decir, la acción no es sólo la consecuencia del pensamiento sino determinante del pensamiento. Actuando bien podemos pensar bien. Las acciones saludables de los sacramentos le preservan de las acciones corporales malas. El tercer argumento parte de la propensión observada en los actos humanos, que versan principalmente sobre cosas corporales. Como había de ser muy penoso al hombre prescindir totalmente de los actos corporales, le fueron propuestas en los sacramentos actividades corporales, para que en ella se ejercite saludablemente, evitando los actos supersticiosos, como el culto a los demonios y, en general, todo lo nocivo, es decir, los actos pecaminosos (Sth III, q.61 a.1).
En Tomás se pueden encontrar ambos aspectos del sacramento, el ascendente (culto) y el descendente (santificación). Si en la Suma Teológica ciertamente el aspecto que toma más relieve no es el del culto, sino el de la santificación, se debe a la misma razón de Agustín, en una sociedad cristianizada como la de la edad media el aspecto celebrativo es del todo obvio para él y por lo mismo no causa problemas que deban ser reflexionados. Con estos dos ejemplos hemos podido constatar que el elemento sensible de los sacramentos (ritual simbólico), no es una realidad accesoria de la cual se pueda prescindir. La teología oriental supo siempre en su comprensión, conjugar ambos elementos; sin embargo, la teología occidental buscó más comprender el contenido de los sacramentos, olvidándose de la importancia que tiene en su comprensión los elementos rituales. La celebración litúrgica en la eucología de las liturgias orientales adopta la forma de una gran representación comunitaria, empleando todos los medios que, por el camino de la imaginación y de la sensibilidad, pueden introducir a una experiencia de la presencia activa del Espíritu, que viene a realizar en la Iglesia el misterio de la salvación.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL b). El momento de la remoción. Para esta etapa Andrea Grillo marca el inicio de la época moderna en la que se forja una nueva concepción del mundo y del hombre, y por lo tanto el nacimiento de las ciencias que cuestionan a la teología su saber de Dios. En este periodo, la teología para garantizar que el objeto que ella trata escapa a las ciencias humanas, en el sentido de que se encuentra más allá de toda simple reflexión humana, poniéndose a la altura de una auténtica , toma algunas alternativas en relación con la liturgia a la que se le denomina como >ceremonia>. Cargar el aspecto ritual-celebrativo de normas jurídicas que controlan los aspectos exteriores de la santificación. Asume sin mayor reflexión los elementos cultuales relegándolos a un segundo plano de poca importancia.
Cuando el rito perdió gran parte de su transparencia debido al peso ceremonial que había asumido, se presentaba en la práctica como una realidad en sí misma sagrada y sacralizante, con un valor salvífico objetivamente activo: un contenedor de gracia, que sólo esperaba ser administrada, distribuida y aplicada . La liturgia perdió su carácter celebrativo, esto es, como revelación actual y experiencial de fe para convertirse en lugar de transmisión (rúbrica) operativa de salvación. El hecho se verificó de manera ejemplar en el judaísmo, a medida que se afirmaba en él la ordenación levítica del culto, la atención se concentró progresivamente en la ritualidad de la acción cultual, y menos sobre el acontecimiento salvífico divino, que era su contenido. La consecuencia fue que la celebración acabó por ser un puro ritualismo y dejó de ser teología en dimensión ritual; al mismo tiempo se creó una situación nueva, por lo que el hebraísmo quedaba minado desde la base.
La liturgia deja de ser theologia prima para convertirse únicamente en rito. La teología que nace ahora es simplemente conocimientos o ciencia de Dios, que asume la Palabra de Dios y las profesiones de fe como primeros principios de la ciencia que quiere construir de un modo científico. Las realidades divinas se conocerán a través del filtro de la racionalidad, y no se percibirán como fruto de una experiencia interior directa. La separación de la teología con respecto a la liturgia se hizo inmediatamente tan profunda que incluso cuando los escolásticos buscaron algunos posibles lugares de referencia a los que acudir para la demostración o la confirmación de una tesis teológica, la liturgia no fue jamás incluida entre ellos.
La realidad cultual se relegó a un segundo plano de importancia, buscando el contenido que la forma externa. El culto dejó de ser teología como lugar de encuentro y
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL diálogo con Dios. Por eso la importancia que en el pueblo de Israel tuvieron los profetas y la misma predicación de Jesús será recuperar el culto que agrada a Dios, ese culto que en la escucha de la palabra y en la fidelidad a la alianza provoca un encuentro vivo, personal y comunitario con Dios. No podemos, por otra parte, perder de vista que ahora no es el contexto litúrgico en el que se comprende la fe, sino la cátedra del maestro. …a la exégesis espiritual de la Sagrada Escritura, al sermón o tratado del obispo a los neófitos y al pueblo durante o con ocasión de alguna celebración litúrgica, se sustituye por la exégesis o el comentario científico de la Biblia de parte del lector universitario y, más adelante, la posición y discusión de la “cuestión” hecha por el maestro en la cátedra universitaria.
c). El momento de la reintegración. La revaloración de los elementos exteriores del rito y de la experiencia cultual en la liturgia, y por tanto, también en la reflexión teológica tiene sus inicios en el Movimiento litúrgico que tuvo como grandes impulsores a los benedictinos, en Francia con don Próspero Gueranger (1805-1897) abad de Solesmes y en Alemania en la abadía de María Laach, y posteriormente en varios monasterios que continuaron y ampliaron este experiencia. Los estudios litúrgicos de finales del siglo XIX y principios del XX, lograron dar un fuerte impulso a la revaloración de la liturgia que culminará en el Concilio Vaticano II. No cabe duda que su objeto también es Dios y su misterio de salvación, sólo que en la modalidad del símbolo que la contiene, y desde el cual la fe se confiesa, se entiende y vive. Romano Guardini (1885-1968) aún sin ser monje fue un gran colaborador de la comunidad benedictina de María Laach; su pensamiento estuvo continuamente formulado por la búsqueda de la “realización de la persona desde la vivencia de Dios en el seno de la comunidad litúrgica y eclesial”, así lo expuso en uno de sus primeros escritos, El espíritu de la liturgia (1918). En la vida litúrgica el individuo no se sitúa ante Dios como un ser aislado, independiente, sino como un elemento, un factor constitutivo de esa gran unidad (que es la Iglesia como Corpus Christi Mysticum). Quien se dirige a Dios es la unidad, la colectividad: el creyente no hace más que prestar su cooperación y por eso se le exige que se dé perfecta cuenta de su calidad de miembro integrado, y por lo tanto, de su responsabilidad. En la zona litúrgica es donde más intensa y eficazmente se experimenta y vive la comunión con la Iglesia. Si el creyente vive de hecho y con plena actividad esa vida litúrgica, entonces es cuando tiene conciencia de que ruega y obra en nombre y por virtud de la Iglesia como miembro suyo que es, y a su vez, de que éste actúa y ora en él, de ahí esa solidaridad íntima con todos los hermanos en la fe.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Para Guardini la liturgia es teología; pero según si propia modalidad, que es la de ver y conocer el contenido de la fe en su manifestación en la vida cultual de la Iglesia. Las acciones sacramentales no son solamente res sacra (cosas sagradas) sino acciones eclesiales, en las que el misterio salvífico de Cristo se sigue actuando en la Iglesia a través de la liturgia, que es una constante y renovada epifanía del Señor. La liturgia es teología como ciencia, y por lo mismo, debe especular sobre sus contenidos, sin embargo, no debe olvidar que es especulación sobre el misterio de Dios que se ha comunicado al hombre para llevarlo a un encuentro vital con El. …hacer teología a la luz de la liturgia quiere decir acercarse a la totalidad del misterio de Cristo y verlo no en la abstracción de unas formulaciones conceptuales, sino en la concretización de un acontecimiento presente y operante.
Odol Casel (1886-1948) en su obra El misterio del culto cristiano, propone una renovación de la vida monástica-contemplativa a partir de la liturgia misma. La liturgia, afirma, no es solo rúbrica sino experiencia de Dios. Para Casel la liturgia es verdadera y propiamente teología cuando “…se busca el conocimiento de esta obra salvífica en y a través del símbolo ritual que la contiene y la revela como realidad efectiva”.
La obra salvífica de Cristo para Casel que se hace presente en la liturgia, no es sólo un artículo de fe que se cree, sino también y sobre todo una realización de la fe según una determinada forma simbólico-sacramental. Tanto para Guardini como para Casel no se trata de una teología de la liturgia11 que consistiría en descubrir en la liturgia aquellas verdades de fe de las que, a nivel de ciencia se ocupa la teología y que se unirían a ésta para su enriquecimiento. Más bien para ellos se trata de una auténtica teología litúrgica12, es decir, un modo nuevo de hacer teología basado en la misma liturgia; el contenido de fe de la cual es portadora, se convierte en objeto de investigación no con vistas a un conocimiento abstracto ni puramente especulativo, sino precisamente como una realidad experiencial, en la que la Iglesia se siente inserta.
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“…hay teología de la liturgia cuando se hace investigación sobre la naturaleza y las propiedades de la liturgia a la luz de los principios generales y del método científico de la teología dogmática”. 12 “…por el contrario, la teología litúrgica consiste simplemente en poner de manifestó el material de valor teológico contenido en los ritos sagrados, teniendo en cuenta siempre le método particular y limitado en que los mismos ritos presentan el aludido valor teológico. La teología litúrgica no es simplemente la historia de los ritos y de las rúbricas, es auténtica inteligencia del objeto de fe, en cuanto que la liturgia es el misterio mismo de la salvación en acto de cumplimiento a través de los siglos. La teología de los sacramentos, por consiguiente, es el lugar privilegiado de esta teología litúrgica.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL La formula ritual, por tanto, no hace solamente la función de contenedor de la realidad de fe, ni tampoco de arranque para su conocimiento; constituye, por el contrario, el modo peculiar según el cual la realidad de fe se presente y es percibida, y esto en cuanto realidad litúrgica… (esto es) como salvación en dimensión simbólico-ritual; el dato (verdad) de fe se va haciendo, por así decir, bajo nuestros ojos realidad de fe (salvación en concreto).
En este periodo los teólogos dan inicio a una serie de reformas, por lo menos en su etapa de reflexión, sobre la importancia para la vida sacramental de la Iglesia de nociones como: experiencia religiosa, lenguaje simbólico, acción ritual, entre las más relevantes. Nociones que han articulado la fe cristiana en su nacimiento y en su desarrollo. El Concilio vaticano II no aborda directamente el tema de la existencia de una teología litúrgica, sin embargo, establece el principio de que la liturgia debe ser explicada “bajo el aspecto teológico e histórico” (SC 16) y en la formación de los futuros pastores establece que se les enseñe a reconocer los misterios de la salvación presentes y operantes en las acciones litúrgicas (cf. OT 16). El documento aplicativo de este último decreto, es decir, la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis (6 de enero de 1970), apunta explícitamente que los alumnos aprendan a conocer en qué modo los misterios de la salvación están presentes en las acciones litúrgicas. Hoy debe situarse a la Sagrada Liturgia entre las primeras disciplinas, que debe enseñarse en conexión con las restantes asignaturas, y no solamente bajo el aspecto jurídico, sino principalmente bajo los aspectos teológicos e históricos, así como en el pastoral y espiritual, para que los alumnos conozcan, en primer lugar, de qué forma están presente y operan los misterios de la salvación en las acciones litúrgicas. Además una vez explicados los ritos tanto orientales como accidentales, hágase ver en la Liturgia el principal lugar teológico en que se manifiesta la fe y vida espiritual de la Iglesia (79).
Después de los años del Concilio Vaticano II, en el Pontificio Ateneo San Anselmo, el tema es retomado por el abad Salvatore Marsili en una pequeña obra, La Liturgia nella strutturazione Della teologia (1971), para él: Teología litúrgica es la que hace su discurso sobre Dios a partir de la revelación vista en su naturaleza de fenómeno sacramental, en el que coinciden el acontecimiento de salvación y el rito litúrgico que lo representa. Acontecimiento de salvación, como revelación de Dios y acontecimiento humano, como realidad antropológica, se interrelacionan en la teología litúrgica como experiencia religiosa. Ciertamente la mayor dificultad que el “rito” ha encontrado para poder recuperar el lugar originario que tenía en la vida cúltica de la iglesia de los primeros años, y por lo tanto que sea reconocido como “fuente de revelación teológica en sí mismo” es el hecho de la carga pesada que tiene sobre sí de ver la vida litúrgico-sacramental únicamente desde el
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL aspecto descendente (santificación) y no ascendente (culto). Así como el filtro de la racionalidad desde el que se quiere establecer la relación con Dios. No se trata de hacer una opción a favor de una dimensión en detrimento de otra, la solución está en reconocer la íntima relación que existe entre ambas realidades otorgándoles a cada una el lugar que le corresponde en la reflexión teológica y no dejando a las ciencias humanas (antropología, filosofía de la religión, sociología) el aspecto ritual. En la actual teología dogmática sacramentaria este es el camino que se sigue, la búsqueda de diversas maneras de encontrar la fórmula más adecuada de esta reintegración. Entre teología como reflexión y teología como ritualidad su reincorporación exige diversas premisas, algunas de las cuales pueden ser las siguientes:
La liturgia no es sólo un contenedor de fórmulas, sino un modo particular de ser de la revelación en acto. Es lícito llamar teología litúrgica a la reflexión que deduce el contenido teológico de la liturgia, de la praxis celebrativa y que lo ilustra con esa misma praxis. La encarnación como máximo acontecimiento de comunicación de Dios con el hombre, determina la comunicación hoy sacramental del hombre con Dios. La liturgia como su ritualidad más que comprenderla, es decir, hacerla reflexión abstracta, debe ser vivida y experimentada. El fin de la liturgia es la gloria de Dios que se revela actuando la salvación del hombre, por lo que se debe sentir involucrado totalmente en ella. La teología litúrgica ciertamente exige una theologia secunda, que tendrá en primer lugar la función de investigar ante todo, cómo en el plano históricocultual se va realizando el misterio de Cristo en el mundo, y traducir en un lenguaje adecuado lo que la liturgia dice en un lenguaje simbólico.
2. La experiencia religiosa. Cuando escuchamos las palabras , inmediatamente nuestra mente se dirige a realidades que se encuentran más allá de nuestro mundo cotidiano, como algo distante y siempre trascendente. El mundo religioso tiene como característica primaria el de la trascendencia, decir, de estar más allá del ámbito de nuestra experiencia humana que se ubica en lo ordinario, palpable, perceptible y mundano. Sin embargo, no obstante ser una realidad fuera de nuestro mundo, se puede llegar a tener alguna experiencia de ella, tal como lo podemos recoger en los diversos testimonios de los místicos que nos transmiten sus experiencias de Dios. Nos referimos de algún modo a una experiencia religiosa (sagrada).
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Toda experiencia religiosa resulta ser una situación bastante curiosa en cuanto mezcla, por lo mismo que acabamos de decir, el polo de las trascendencia y el polo de la experiencia . Lo Sagrado
Experiencia Religiosa
Lo Cotidiano
La compresencia entre la trascendencia y lo cotidiano, entre lo humano y lo divino, está expresado de una manera ejemplar en el relato bíblico de la zarza ardiendo (Ex. 3, 15). El relato comienza descubriendo una escena común y ordinaria de la vida del pastor (v. 1), la cual de improviso es interrumpida, en lo que puede tener de ordinario que el pastor lleve sus ovejas en busca de alimento, y se da una nueva situación; la nueva escena está caracterizada de un fenómeno poco normal, extraordinario, que rompe la forma de entender la realidad: (v.2). La reacción ante este fenómeno es la sorpresa: (v. 3). La última escena manifiesta la separación que existe entre la vida cotidiana y el prodigio extraordinario: “no te acerques aquí, quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada” (v. 5). El relato bíblico presenta los elementos fundamentales de la relación de Dios y el hombre. Dios irrumpe la vida cotidiana del ser humano, la cual provoca una situación particular y se da una separación. La separación provoca que las personas, cosas o lugares sean considerados por la religión como sagrados. ¿Qué debemos entender por sagrado? Una realidad se denomina sagrada en la medida que incorpora en sí misma (esto es revela) una realidad diversa de sí.
Podemos hablar de experiencia religiosa en el sentido de que lo sagrado, entendido como la intervención de la trascendencia, no tiene un espacio propio “junto a lo profundo”. Como muestra claramente el texto bíblico que vimos anteriormente, lo que llamamos la “presencia de Dios” se da improvisadamente en un lugar ordinario, trastornando su lógica interna , y haciendo que la situación se cargue de un nuevo significado . La persona puede llegar a tener experiencia de la trascendencia porque ésta se da en el ámbito del hombre, en sus categorías, sin que por ello se reduzca a ellas. Es lo que se llama la tensión entre inmanente y trascendente. La experiencia religiosa en la cual se conjuga esta tensión resulta ser una experiencia única y original en el mundo de las “experiencias ordinarias”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Sus principales características son: No puede condicionarse por parte del ser humano. Su contenido es la automanifestación de Dios. Es una realidad gratuita para el hombre. Es incondicional porque no es el ser humano quien determina el modo y el momento de la irrupción de Dios en la vida de éste. Al hombre le corresponde la actitud de la “recepción”. Es ante todo una automanifestación de Dios, el contenido mismo de las realidad sagrada es Dios que saliendo de su trascendencia se hace accesible al hombre para entablar una relación personal con él. Y es una acción gratuita en la que el único beneficiario es el hombre. La divinidad cuando quiere manifestarse al hombre hace uso de las categorías propias en las que el ser humano puede descubrirla. El lenguaje y las acciones en las cuales Dios se revela al hombre, pueden ser concentradas en las acciones y lenguajes que llamamos simbólico-ritual, que encierran en sí la posibilidad de ser mediadoras de dicha realidad para el hombre. Así, tenemos que concluir que la verdad del sujeto creyente es su relación con Dios sólo puede efectuarse en el seno de la mediación y de la expresión que llamamos . La forma de cómo el hombre expresa su relación con la divinidad se lleva a cabo a través de una acción que determinamos de tipo simbólica ritual. 3. La acción simbólica y el rito. No existe una noción uniforme del símbolo. Su explicación es pluriforme y diversa desde cada una de las ciencias que lo trata (la lingüística, la historia de las religiones, la psicología, la pedagogía, la sacramentaria…) y según cada uno de los autores (Eliade M; Rahner K; Chauvet L. M.). Y es que, a pesar de lo que se opina vulgarmente, la palabra no tiene en general un sentido inequívocamente claro siempre y para todos los que lo emplean13.
Reconocemos que se nos presenta por delante una empresa no fácil, es problemático querer establecer una tajante división entre el signo y el símbolo. Por eso en el presente apartado no pretendemos delimitar de modo absoluto la realidad del símbolo, nuestro interés se dirige más bien a descubrir algunos elementos que los pueden caracterizar de modo peculiar diferenciándolo así del signo.
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Para Ramón Arnau los términos son sinónimos en su contenido: “por ser su contenido sinónimo utilizaremos indistintamente signo o símbolo, según lo exija la redacción del texto…”
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL a). El símbolo. Palabra de origen griego. El verbo sym-bállein (συν: con y βαλλειν: lanzar) significa: lanzar, golpear, abrazar, reunir, poner en común, poner en relación algo, intercambiar, unir dos mitades; el sustantivo symbole designa la articulación del codo o de la rodilla y más ampliamente toda idea de conjunción, de reunión, de contacto o pacto. Simbolizar quiere decir, “poner juntos” varios elementos de un mismo conjunto. Los elementos son diferentes entre sí, pero pertenecen a un todo del que son parte. Mientras el signo remite a una realidad distinta de él mismo, el símbolo forma parte de la realidad a la que hace referencia.
Vamos ahora a tratar de describir algunos de los elementos fundamentales de que se compone el . El símbolo antiguo es precisamente un objeto dividido en dos partes, cada una de las cuales es recibida por cada uno de los firmantes de un contrato. Significa y testifica un pacto establecido. Cada una de las dos mitades no tiene evidentemente valor aisladamente y puede significar imaginariamente cualquier cosa. Su valor simbólico sólo se mantiene en relación a la otra mitad. Y precisamente cuando años o generaciones más tarde los dos portadores o sus descendientes, las “simbolizan” esto es, las juntan, reconocen en ellas la prenda de un mismo contrato, de una misma alianza. Por lo que la comunicación y relación establecida entre los dos pactantes es lo que hace el símbolo, al ser mediador de identidad. Este sentido de llegar a establecer una comunicación y por su medio un conocimiento entre dos realidades previamente desconocidas, aunque vinculadas, es desde su origen la nota diferencial del símbolo, que aparece siempre colocado entre dos elementos a los que sirve, ejerciendo entre ellos una función de puente.
El símbolo es el operador de reconociendo y de identificación de los sujetos en el mundo al que los remite, es decir, en el cual puede ser identificado ese símbolo. Un ejemplo claro de ello es cuando encontrándonos en un lugar distinto de nuestra patria, por ejemplo Inglaterra, y la pasar por una calle, escucho a una persona pronunciar alguna palabra en español, mi primera reacción no es identificar el contenido de la palabra pronunciada, sino que se produce en uno, una identidad (identificación) con aquella persona y se identifica uno por el lenguaje, eso provoca una relación mucho más fuerte que la que puede producir el simple conocimiento del contenido de la palabra pronunciada. La nota peculiar de este ejemplo es que el hecho se origina en el momento de la producción del lenguaje no antes, sino en el hacer mismo. Por eso se puede afirmar que: La experiencia simbólica no se sitúa al nivel de la abstracción y del concepto, ni puede confundirse con la percepción inmediata de la realidad concreta, es
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL por el contrario una forma intermedia de expresión, en la que confluyen todos los recursos más personales como la sensibilidad, la imaginación, la memoria, la voluntad, etc. En una palabra, en la acción simbólica se da un compromiso existencial.
El símbolo es en su constitución más elemental la expresión de una experiencia, sin ella el símbolo carece de contenido que comunicar. No puede ser tematizado a nivel conceptual ya que se enraíza en las profundas experiencias del ser humano; por lo mismo los símbolos deben mantener su carácter de relación con aquello que expresan. No se mira directamente al símbolo, sino hacia aquello con lo cual busca ponerme en contacto; pero sin perder de vista que ha sido gracias a él que se ha podido contemplar aquella realidad; un buen símbolo no se explica sino que se realiza. Elementos esenciales del acto de simbolización. Para poder comprender los elementos de que se compone el auténtico acto de simbolización, tomamos como ejemplo el hecho de dos personas que poseen cada una por su parte un trozo de un papel que corresponde a un mapa de un tesoro. Los elementos de que se compone la acción simbólica son:
La unión de dos elementos. Estos elementos son necesariamente distintos. Su valor está en relación con el otro. Su valor no depende del elemento material que se emplea. Es simultáneamente revelador y operador.
Es la “unión” de los dos trozos de papel, el símbolo solo puede existir en el acto, no pertenece al mundo de las “ideas” sino al del “hacer”, no se explica sino que se realiza. Los dos trozos de papel son necesariamente distintos, por lo que se complementan mutuamente. “cada uno de los elementos sólo tiene valor en su relación con el otro, aisladamente cada una de las partes del mapa pueden representar una infinidad de cosas imaginarias (es decir puedo imaginar la otra parte de muchas formas) y significar cualquier cosa. No importa el valor del papel en sí mismo, la eficacia del acto de simbolización no depende del valor mercantil o del valor del uso del objeto empleado. El símbolo es por esencia sin valor. Lo importante no es la utilidad del objeto, sino el intercambio que permite entre sujetos. De ahí, por otra parte, el sesgo que ha tomado el término “símbolo” en nuestra cultura occidental, muchas veces hemos escuchado que algo entre más simbólico es menos importante o lo que es mucho peor menos real. Un ejemplo lo tenemos en las expresiones . Esta expresión es bastante comprensible, ya que se funda en que la eficacia del símbolo no está ligada a su valore o utilidad mercantil o económica. Pero es verdad que la cooperación que doy en el grupo al que pertenezco es simbólica y ciertamente no porque se trate de una cantidad mínima a
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL aportar, sino porque se constituye para mí en una mediación eficaz para renovar, crear o consolidar mis vínculos con el grupo al que pertenezco, la eficacia no está ciertamente ligada al valor de lo que doy sino al hecho de darla y crear con ello la recíproca responsabilidad entre unos y otros. El acto de simbolización es simultáneamente revelador y operador, es revelador de identidad y relación, en cuanto que los implicados en el acto se reconocen, están ligados en un “nosotros” común. El símbolo es operador de alianza al ser revelador de identidad. b). El signo. Palabra de origen latino. Del verbo signare: marcar, señalar, sellar, indicar, designar. Significare: ficare (de facio, facere: hacer), dar a conocer algo. El sustantivo signum, signi: marca, señal, síntoma, presagio, estandarte o bandera que indica algo, de ahí se deriva insignia. El signo tiene una función indicativa e informativa. Tratemos ahora de vislumbrar algunos rasgos propios del signo, con lo cual estaremos en línea correcta de poder distinguir entre y porque habremos de preferir el primero, aunque sin olvidar desde luego el segundo. Un signo está compuesto principalmente de dos elementos14: Un aspecto material o elemento sensible que comúnmente llamados significante, es el sonido o fonema que pronuncio o una imagen. Un contenido que es el concepto en sí mismo evocado y que llamamos significado. Significante --------------------------------------Significado P-E-R-R-O
Concepto del contenido
En este sentido el signo es la unión de ambas realidades, no es sólo el significante (la palabra, el gesto o el cartel) sino también el significado (concepto al que envía). Sólo así puede desarrollar su función de enviarme a un referente, es decir, de mandar a una realidad concreta. En ese sentido el signo opera como tal solo si me envía a la realidad a la cual hace referencia (si yo a la palabra no se a que concepto me remite, el signo no puede operarse). Esto es así, como lo veremos más adelante, desde el momento que la relación entre el significante y el referente es indirecta, puesto que está mediatizada por el significado o concepto. Significante
Significante
Significante
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De acuerdo con las categorías introducidas por De Saussure (sosur) Fernando (1857-1913), filósofo suizo, autor del curso de lingüística general.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Ya desde tiempos de san Agustín, el signo es definido como tolo lo que se emplea para dar a conocer alguna cosa (Sobre la doctrina cristiana L. I, cap. 2,2). Pueden ser naturales o convencionales, éstos últimos pueden ser también sobrenaturales. Los naturales son aquellos, que, sin elección ni deseo alguno, hacen que se conozca mediante ellos otra cosa fuera de lo que en sí son. El humo es señal de fuego, sin que él quiera significarlo…Los signos convencionales son los que mutuamente se dan todos los vivientes para manifestar, en cuanto le es posible, los movimientos del alma, como son las sensaciones y los pensamientos (Sobre la doctrina cristiana L. II, cap. I,2; II,2).
El signo puede tener dos niveles de comprensión: denotativo y connotativo. El nivel denotativo del signo nos remite a la cosa significada, sin ninguna otra referencia. Así al pronunciar la palabra “perro” se evoca inmediatamente el animal. El nivel connotativo del signo se refiere, no a la cosa en sí, sin más, sino a otro concepto que también puede evocarse. Por ejemplo, “perro” puede evocar la idea de agresividad. Lo que lleva a un símbolo. Así, tenemos el siguiente esquema: Nivel denotativo Nivel connotativo
significante significante
Significado significado
El significante y el significado del nivel denotativo se unen formando un nuevo significante que en este caso el mismo fonema evoca un nuevo significado. 15 Para comprender el signo es necesario que exista una que establezca la relación entre estos términos y los haga inteligibles, porque un signo fuera de su estructura no es signo de nada. En este sentido, encontramos ya una primera diferencia con el símbolo, pues el símbolo no remite a una realidad diversa de sí mismo, sino que tiene por función introducirnos en un orden del que él mismo forma parte. El signo es arbitrario, porque no hay nexo necesario entre significado y significante como se puede notar por las diversas lenguas, donde se ha dado un consenso comunitario que posibilita la comunicación de una idea. El signo me lleva a una relación de contenido cognoscitivo. Su función primera es la de llevarme a conocer otra realidad.
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“…la cuestión está en que todo implica inevitablemente un posible equívoco, porque nos puede remitir al de una cosa o a la . Por esta razón, se suscitó entre los gramáticos y los filósofos medievales un considerable desacuerdo acerca del tipo de relación que se establece entre los y las . Tal fue en su grado más alto, el desacuerdo entre los y los . Por eso, en la lingüística moderna se suele distinguir entre el significado y el referente”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL Por otra parte, descubrimos una segunda diferencia, pues mientras que el signo me remite a un concepto preciso, el símbolo es capaz de expresar el complejo de las experiencias interpersonales y emocionales de los seres humanos, cuando las palabras no son capaces de ello; es entonces cuando el símbolo juega su principal papel de comunicarnos una realidad que no puede ser tematizada teórica o doctrinalmente. Un ejemplo claro de ello es el realizar un discurso sobre el amor o expresarlo con una mirada cálida. “evidentemente esto quiere decir que la mirada no se sitúa al nivel del signo o del conjunto de los signos que componen el discurso; la mirada es un símbolo, que se sitúa a un doble nivel: el nivel de lo lingüístico, puesto que puede ser analizada mediante el instrumental que nos ofrece el lenguaje; y al nivel de lo no lingüístico, puesto que se trata de una experiencia que adentra sus raíces en los pre-conceptual y atemático, es decir, en aquello que escapa a las posibilidades del discurso lingüístico y que solo puede ser asumido y expresado mediante el símbolo que asume la experiencia”.
El símbolo es la expresión en imágenes de una experiencia vivida, donde el signo no puede llegar, puesto que se queda en la conceptualización, viene en su auxilio el símbolo, que nos acerca mediante una imagen, no solo a entender, sino a vivir o experimentar una realidad. Por eso un símbolo es siempre un signo, pero no todo signo es símbolo. Con su riqueza, el símbolo puede ser capaz de traducir las experiencias más fundamentales de la vida, hacerlas emerger a la conciencia y llevarnos a comunicar, aquello que de por sí es incomunicable. Por eso en algunas ocasiones verbalmente comunicamos una cosa y gestualmente algo contrario. c). La acción ritual. El lugar en el que el símbolo alcanza su máxima expresión, como creador de experiencia religiosa, es indudablemente la acción ritual, o mejor dicho la celebración litúrgica. Los sacramentos de la fe son fundamentalmente la fe celebrada. La estrecha unión entre liturgia y sacramentaria pertenece a la conciencia eclesial como se encuentra expresada en el Concilio Vaticano II. Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo, finalmente a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas, por eso se llaman sacramentos de la fe (SC 59).
La acción litúrgica pone de manifiesto la salvación que Dios ofrece al hombre (dimensión soteriológica), la comunidad que la recibe (dimensión eclesial) y el culto que Dios merece (dimensión doxológica). Las tres dimensiones aquí evidenciadas interactúan unitariamente al interno del sacramento, a condición de que éste sea colocado en su natural
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL contexto: la celebración. En la acción litúrgica es posible reconocer a la comunidad cristiana en el acto de recibir la salvación y de rendir culto a Dios (cf. SC 7). La celebración es el encuentro entre la experiencia religiosa (presencia de la divinidad que se hace accesible al hombre) y el lenguaje simbólico (que revela y ofrece la experiencia que de ella podemos tener). Experiencia religiosa
Celebración
Lenguaje simbólico
Con razón, por tanto, se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realiza la santificación del hombre y así, el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y los miembros, ejercen el culto público íntegro (SC 7).
La acción ritual manifiesta el horizonte de las realidades que entran en juego en el. Quien dice rito dice siempre ruptura simbólica con lo ordinario, lo efímero y lo cotidiano. El lugar ocupado queda como consagrado, el tiempo se vive de forma diversa, los objetos adquieren una nueva significación, las personas no son vistas de la misma manera que todas las demás, el lenguaje aunque tomado de la vida cotidiana se abre a nueva dimensiones. Todas estas realidades manifiestan una particularidad original, están en el umbral de lo y de lo . Dos son los peligros que debemos de evitar en la acción ritual, para que ella cumpla con su verdadero cometido, estos son el hieratismo y la banalización. El peligro del hieratismo. Se da cuando en las acciones litúrgicas se llevan al máximo resaltar lo sagrado, lo cual las hace rígidas, no permiten ninguna espontaneidad de expresión y se vuelven extrañas para quienes participan en ellas. Casi siempre lleva a un cumplimiento mecánico de las acciones, so pena de ser castigado por la divinidad. Muchos de estos ritos son justificados en un alegorismo que lleva a respetarlos, pero que permanecen incomprensibles para quienes los presencian (sabemos que accesorios de uso esencialmente práctico en su origen, como el manípulo, se convierte en “ornamentos sacerdotales” que fueron legitimados alegóricamente relacionándolos con las virtudes o actitudes espirituales de que debía revestirse el sacerdote, al prepararse para celebrar la eucaristía). El peligro de la banalización. El polo opuesto es el llevar los ritos a tal grado que puestos al lado de lo cotidiano tampoco son dejados para que expresen su cometido trascendente. Banalizados los ritos y con ello todo lo que los conforma (objetos, lugares, vestiduras) son sólo el pretexto para hacer otra cosa. Es decir, no permiten el paso de lo ordinario a la trascendencia, sino que permanecen en el primer nivel. En este sentido “no basta para poder cumplir con la rúbrica que dice una hoja de papel para leer la Palabra de Dios en la misa: la encuadernación, el ornato y el volumen del leccionario, así como el estilo del
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL ambón o del atril desde donde se hacen las lecturas, o la actitud del lector y el tono de voz que adopta, son los soportes simbólicos prioritarios del reconocimiento de las Escrituras como , los cuales son mucho más eficaces que nuestros discursos que la tratarían de explicar. Esto precisamente me pone delante de por sí misma se que no se trata de la lectura del periódico sino de la palabra de Dios.
La fe antes de ser un “credo”, entendido como un conjunto de conocimientos delimitados a saber, es la confesión de Dios que se ha manifestado en acto y ha tomado cuerpo a través de las diversas mediaciones que lo hacen presente. Es aquí donde adquiere toda su significación el lema “lex orandi, lex credendi”. Algunas características fundamentales de la acción ritual que la lleva a superar los peligros antes mencionados son: la metonimia y la programación. Es característico de todo ritual el ser recibido y repetido según ha llegado de la tradición de acuerdo con un programa o esquema de acción, eso provoca que se trasmitan los valores del grupo a los individuos, quienes se reconocen cada uno y en forma comunitaria como parte de él. El rito se ve libre de toda apropiación en el tiempo de quienes en turno lo realizan. La creatividad dentro de la acción ritual, no puede perder de vista la programación de la comunidad en determinadas acciones a las cuales no se puede agredir sin provocar una ruptura irreconciliable con el rito. Así cuando repetimos el banquete del Señor como él lo hizo, según lo que nos dicen las tradiciones evangélicas, y porque él así lo hizo, esto es, cuando tomamos en nuestras manos lo que él mismo tomó, pan y vino, y cuando repetimos unas palabras que no vienen de nosotros sino de él (más aún, porque son de él y no de nosotros), hacemos algo absolutamente primordial para la fe, confesamos en acto el carácter inexpugnable de un rito sobre el que no tenemos poder, porque lo ejecutamos, lo vivimos como originado en Jesús, el Señor. Confesamos en acto que nuestra identidad sólo se basa en nuestra dependencia de él, que la Iglesia sólo existe para recibirse de él, su Señor, confesamos en acto lo que decimos a manera de discurso en el credo: Jesús, el crucificado es nuestro Señor. Aquí no se trata de hacer un discurso teórico de Jesús como Señor, sino de vivirlo simbólicamente. Al hacer la celebración litúrgica-ritual nos “hacemos” como comunidad cristiana a la vez, no porque no lo seamos individualmente (como el trozo de mapa) sino porque es en el conjunto celebrativo (donde todas las partes encajan) todo adquiere un verdadero sentido y razón (es inteligible el mapa completo). Para la sacramentaria actual lo importante no sólo es el contenido del sacramento, sino también la puerta de acceso que me abre a tal realidad y que en este caso es la ritualidad exterior. Tiene su importancia en cuanto que es portadora también de contenido teológico, en sí misma me habla de Dios y me relaciona con Él, no con un discurso sino por medio de una relación existencial. No se trata en el fondo de tomar una parte y dejar otra, se trata más bien de guardar un equilibrio sano entre ambas realidades, a eso se debe de llegar para poder hacer que el símbolo habla por sí mismo y la celebración cumpla el cometido que es poner en relación a la comunidad con su Señor resucitado siempre presente en ella.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO I: EL LENGUAJE SIMBOLICO Y LA ACCION RITUAL
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO
CAPÍTULO II. DEL “” AL “SACRAMENTUM”. ESTUDIO BÍBLICOPATRÍSTICO. 1. El en la cultura helenista. Antes de estudiar el término en las Sagradas Escrituras, porque de hecho es ahí donde tenemos que encontrar la principal fuente de su contenido, así como lo conocemos aplicado actualmente a las acciones sagradas de la Iglesia que llamamos sacramentos; no obstante el poco uso que ella misma hace del concepto en sus libros, debemos partir de nociones básicas sobre el término misterio en su origen en el mundo helenista. No pretendemos hacer una exhaustiva exposición filosófica de la palabra, sino únicamente tomar aquellos elementos que nos puedan permitir comprender las principales diferencias que existe entre el uso del término en las llamadas religiones mistéricas y su contenido bíblico, asó como el empleo que los padres de la Iglesia hicieron de él. Etimológicamente la palabra deriva probablemente de la raíz verbal , infinitivo de que significa cerrar: los labios, la boca, los ojos, por lo que su significado es el de “secreto –alguna realidad guardada- aquello que oído o visto no puede o no debe decirse”, y el sufijo (terion), que indica lugar. Por lo que la palabra debía aludir originalmente a un LUGAR OCULTO y accesible tan sólo con determinadas condiciones, como el haberse sometido a los rituales de iniciación. significa fundamentalmente un secreto a cuyo conocimiento pueden acceder sólo los iniciados. Fue usada en la antigüedad para designar ritos ocultos. Tenemos las llamadas religiones mistéricas como los cultos de Mitra16 y Eleusis17, en los 16
El culto de Mitra es una religión reservada a los hombres, difusa en el imperio romano y de manera especial en los lugares donde se encontraban las legiones romanas. Los adeptos se reunían en lugares en forma de gruta o bien en santuarios construidos en forma de grutas, con frecuencia bajo la tierra. El mitreo era una sala rectangular, el techo representaba el cielo, las paredes debían tener adaptadas bancas para poder reclinarse para las comidas rituales. En una parte de la gruta, se encontraba la imagen de Mitra, que era representado matando un toro con una espada en el corazón. De la cola del animal brotaban una o varias espigas de trigo que simbolizaban la virtud fertilizante del sacrificio cumplido. A sus lados dos imágenes con antorchas que simbolizan la salida y la puesta del sol. Uno de los principales ritos era una comida ritual con el dios a base de pan y de vino. Poco realmente sabemos de este culto debido al secreto que juraban los adeptos, sin embargo, en el primo milenio se distinguían por su austeridad, las exigencias de la vida y la esperanza en la eternidad. Por medio de sus celebraciones participaban de la vida y de la muerte de la divinidad. 17 Eleusis, pequeña localidad situada no lejos de Atenas, dio a Grecia uno de los movimientos religiosos más importantes: el culto a la diosa Deméter y a su hija Coré. El éxito de tal culto se encuentra en la especial calidad de la experiencia religiosa que proponían y colmaba aspiraciones no satisfechas por otros
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO cuales la palabra se utiliza sobretodo en plural para referirse al conjunto de sus ritos cultuales o celebraciones. El término comprendía en su contexto tres realidades: la sacra que evidenciaba el aspecto sagrado del misterio: los conjuros. La otra realidad era la arcana, que recogía el contenido del misterio y sobre el que se imponía un riguroso secreto: la doctrina. Y la initia que se refería a las acciones con las cuales se introducía en el misterio a los neófitos: los ritos. …mysteron no simplemente (se aplica) a lo inaccesible e inexperimentable, sino a la misteriosa relación entre imagen y arquetipo que es revelada al iniciado.
El lugar propio de la revelación del misterio es la ritualidad de la iniciación y precisamente sólo al pequeño grupo que en ella participa (mystes). Una religión mistérica18 es aquella que prometía una existencia bienaventurada después de la muerte, dado que la persona no se convertirá en sombra triste y exánime, desprovista de memoria y vigor, a través de la participación en sus rituales de iniciación, y que consistían en una representación dramático-cultual de los sufrimientos de la divinidad y de la superación de la muerte19. cultos. Los misterios hacían de la persona, por el contacto con la divinidad, profundizar sobre el ser humano y su destino final. Por medio de ellos se conocían los principios de la vida y como ser felices y, así mismo, como morir con una mejor esperanza. Estos misterios no estaban reservados a un grupo especial, podían entrar hombres y mujeres, esclavos o extranjeros, la única condición era el que hablaran griego. Por los pocos datos que poseemos de los rituales de iniciación, sabemos que no se trataba tanto de una teoría (enseñanza) como de una experiencia por medio del contemplar los objetos sagrados, el drama, gestos rituales, fórmulas, etc., estos rituales daban una felicidad que era a su vez principio de la eternidad. El grado supremo de la iniciación es la visión o contemplación de la divinidad. En virtud de las cosas vistas en Eleusis, el alma del iniciado gozará después de su muerte de una existencia bienaventurada. No se convertirá en fondo de todo este mito es un telón agrario –el renacer cada año de la vida, en la naturaleza, después de la muerte de invierno-. 18 En el ambiente religioso del paganismo, el misterio tomó una doble dirección: por una parte se dieron las llamadas religiones iniciáticas de índole mistérica que acentuaban el aspecto cultual del misterio; y por otra parte surgieron las religiones conceptuales de carácter filosófico que destacaban los motivos especulativos del misterio. 19 “También hay que procurar, a propósito de los numerosos rituales de iniciación, no hablar con demasiada rapidez de muerte y resurrección del neófito, cosa que no tiene sentido cuando no existe una verdadera creencia en una vida pos morten. Conviene hablar sola mente de pasaje simbólico, de puesta a un lado del mundo natural en el momento del nacimiento, para pasar a un mundo gobernado por otras normas, ya se trate del mundo socializado, ya de los creyentes. En fin, los presupuestos míticos de dioses que mueren y renacen siguiente el ritmo de la vegetación y de la vida, no pueden implicar que los iniciados a su culto hayan creído verdaderamente que esos dioses resucitaran”, “…hay que notar, en primer lugar, que ninguna religión de misterios se habla de verdadera resurrección de un dios muerto. Osiris, que muere a manos de su hermano Set, no resucita a su propia vida, sino a la vida en el reino de los muertos o en su hijo Horus…”
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO Del ámbito religioso pasó a la filosofía como esta atestiguado de manera especial por Platón20, también a la magia y por último al ámbito profano para designar el secreto personal o familiar y por una ampliación, aunque de poco uso, al . Es importante tener en cuenta que “es la participación del hombre en el ritual de iniciación lo que desvela a sus ojos la realidad oculta, la cual sin embargo, en el fondo permanece de modo distante e inaccesible en su plenitud para él. Es el hombre quien busca llegar al secreto de los dioses, como movimiento ascendente. Es la posesión del hombre por si mismo del divino de los dioses a través de los ritos cultuales o filosóficos. La celebración de los misterios en su formulación pagana, en el mundo clásico, son verdaderos y propias dramatizaciones rituales de los eventos que quieren representar, y que tienen su eficacia a través de las fuertes emociones que el drama sagrado logra suscitar en los iniciados.
2. El en el Antiguo Testamento. En la Biblia de los LXX el término aparece referido en los libros procedentes del periodo helenístico aunque no de forma abundante, si acaso unas 20 veces en total. En un primer momento notamos que es utilizado con un sentido profano de “secreto”: Si. 22,22: recomendación de no revelar los (misterios) secretos del amigo. Tob. 12,7: mantener oculto el secreto del rey que le ha sido confiado. Jdt. 2,2: secretos son los planes del rey. En un segundo sentido, el término aparece en plural y se refiere a los cultos condenados en la Sagrada Escritura, es decir, a los cultos de los gentiles y por extensión a los cultos idolátricos: Sb. 12,5: ritos paganos condenados por Dios. Sb. 14,15.23: ritos de divinización del hombre. Los textos que nos interesan para la comprensión bíblica del término forman un tercer grupo: Sb. 6,22: La instrucción sobre el origen y esencia de la sabiduría se redacta como una revelación mistérica 21. Sin embargo notamos ya las diferencias en relación con su uso en las religiones mistéricas.
20
“Platón aplicó la terminología mistérica a la iniciación que tiene por objeto las verdades más profundas de la filosofía”. 21 “La doble pregunta se hace comúnmente ante realidades misteriosas; es el caso de los discursos o tratados sobre dioses y cosas divinas en el ámbito helenístico de los cultos mistéricos”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO En primer lugar la revelación de los misterios se hace de forma pública y no solo para un pequeño grupo de iniciados. En segundo lugar, la posesión de (los misterios de) la sabiduría no es en última instancia fruto del esfuerzo humano, más bien es comunicada por el mismo Dios como don a quienes la invocan y se abren a ella.
El medio a través del cual se recibe la sabiduría es la oración, por lo que todos pueden tener acceso a ella, (7,7), (8,21, cap. 9). Y consiste en la presencia de Dios mismo en el mundo, como una presencia interior en el corazón de todo el que la acoge (/,25-28). Dn. 2,18-19.27-30.47: aquí adquiere un nuevo contenido: el sentido escatológico. El es un anuncio velado de los acontecimientos futuros determinados por Dios. …este vocablo (que otras veces reemplaza al hebreo sod, coloquio íntimo, secreto) traduce el arameo raz y adquiere con ello un sentido teológico bien preciso: es el secreto escatológico, la visión de lo que ha de acontecer en el futuro por designio de Dios22. Más concretamente, es importante señalar que el futuro del que se trata no es un porvenir episódico y transitorio cualquiera, sino que es el ésfaton, el porvenir último, “el final de los días” (cuando “el Dios del cielo hará surgir un imperio que jamás será destruido”:Dn. 2,44).
A partir de entonces el término hace su aparición en la literatura apocalíptica para expresar un tema fundamental: la reflexión de la historia y su desarrollo. Una historia que se dirige a un fin preciso, el cumplimiento de las promesas de Dios; una historia ciertamente inescrutable en su devenir, marcada por diversos acontecimientos que pueden desconcertar, pero cierta a la vez 23. Y como visión en sueños necesita ser interpretada por un vidente inspirado por el Espíritu (Dn. 4,6), pues la revelación de su significado está reservada a Dios (Dn. 2,28). El primer empleo cristiano de la palabra procede del judaísmo apocalíptico en el que la palabra designa las realidades celestiales que se
22
La palabra sod significa concretamente “reunión o círculo”, pero más importante es su significado abstracto; aquí es decisiva no la reunión o el círculo en sí, sino la deliberación que tiene lugar en ella y, especialmente la resolución/el designio como resultado de la liberación. Esta idea fue aplicada a la acción de Dios. 23 “Así, pues, aquí nos encontramos esencialmente ante el , que no es tanto el misterio del futuro (o sea, el futuro como misterio), sino la perspectiva de un plan salvífico que habrá de realizarse en el futuro (aunque con cierto aspecto de catástrofe), el cual es misterioso en cuanto que está oculto en el preconocimiento de Dios”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO han de manifestar al final de los tiempos, pero que son mostradas en visión a un elegido.
3. El en el Nuevo Testamento. Se cuentan en el Nuevo Testamento unos 28 pasajes que contiene la palabra la mayoría de las veces en singular. Su distribución es muy desigual y se encuentra ausente en algunos escritos de importancia primordial, como en Juan en su Evangelio y en sus Cartas; los Hechos de los Apóstoles y el escrito a los Hebreos.
En San Pablo
Distribución del término en el Nuevo Testamento:
En los Evangelios Sinópticos
En el Apocalipsis
1Cor: 6 veces Ef: 6 veces Col: 4 veces 2Ts: una vez 1Tm: 2 veces Rm: 2 veces
3 veces, una en cada uno.
4 veces
Se entiende la gran cantidad de ocasiones que Pablo utiliza el término debido al ambiente helenístico en el que desarrolla su ministerio y en el cual tiene conocimiento de los cultos mistéricos de las religiones paganas. Vamos ahora a tratar de conocer el contenido que le dan cada uno de los diversos autores al término, sin embargo, nos detendremos de manera especial en san Pablo que fue quien le dio mayor desarrollo. a. En los Evangelios sinópticos. En los evangelios sinópticos, en el contexto del por qué Jesús habla a la gente en parábolas (Mt. 13,10), el término aparece solamente una vez para referirse al “misterio del Reino de Dios”: Mc. 4,11; Mt. 13,11; Lc. 8,10.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO El les dijo: “a vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas…” (Mc. 4,11).
En Mt. y Lc. encontramos dos retoques, por una parte el singular de Mc “el misterio” se convierte en plural “los misterios y en segundo lugar a los discípulos se les dice que . En los tres casos se da una contraposición con , esto es, con los que no forman parte de la comunidad de los discípulos, de forma especial los judíos (en el contexto se refiere a los fariseos) y por ampliación los incrédulos. El misterio consiste en que Jesús es el Mesías, el salvador destinado y enviado por Dios, y que con su actuación da inicio al Reino de Dios. Pero esta realidad, solo puede ser conocida por aquellos que caen en la cuenta de que las parábolas tienen que ver con la misión que Jesús está realizando en el pueblo de Israel25. El conocimiento es un don gratuito y libre de Dios que fue otorgado a los discípulos pero negado a los que se cerraron a él por su incredulidad, como los fariseos. Del contexto se deduce que “estas cosas” son el comportamiento y la predicación de Jesús, que sólo los pobres y los discípulos comprenden como epifanía del plan salvífico de Dios.
Por lo tanto, su conocimiento nunca será el resultado del esfuerzo. Jesús habla de este misterio en parábolas, algunos estudiosos traducen “de forma enigmática” 26 y no precisamente a causa de su oscuridad o complejidad, sino por el contrario a causa de su simplicidad.
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“los de fuera” es una expresión común con la que se designa a los que no forman parte de la comunidad, cf. 1Co. 5,12; Col. 4,5; 1Ts. 4,12; y proceden del judaísmo. Cf. Eclesiástico, Pról., v. 5 25 “Esta oscuridad del reino va a ser creída en un mundo que todavía no ha reconocido nada de él. A aquellos a quienes se les concede el comprender los misterios del reino (Mc. 4,11) ven ya en los comienzos oscuros e insignificantes la gloria venidera de Dios”. 26 “La llamada teoría de los parábolas de Mc. tiene que ser tratada en conexión con el secreto mesiánico…la teoría afirma que, para Marcos, las parábolas son discursos enigmáticos. Como tales sirven a la finalidad de encubrir la verdad para lanzar el juicio del endurecimiento sobre el pueblo obstinado. La parábola fue al principio una manera de hablar esclarecedora. Se indican diversos factores que contribuyeron a que las parábolas llegaran a entenderse como enigmas. 1. se perdió la situación original de muchas parábolas. Dado que las parábolas se refieren muchas veces a situaciones concretas, el desconocimiento de éstas tenía que hacer problemática su comprensión. 2. En la tradición de las parábolas penetran alegorías. Ellas elevan la parábola a un nuevo nivel de comprensión, sirven a su actualización, pero terminan por oscurecer su sentido original. 3. Muchas parábolas son utilizadas como instrumentos para la parénesis y sufren la reinterpretación correspondiente. 4. En el contorno judío, especialmente en la literatura apocalíptica, existía el maschal, una forma de lenguaje simbólico que requería siempre una explicación. De lo contrario era inteligible”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO El loghion de Mc. 4,11, que probablemente tiene su origen en el ámbito de la Iglesia pospascual…quiere decir por consiguiente, que a quien dispone del fértil terreno de la fe, Dios le concede comprender y vivir su señorío salvífico como misterio escatológico revelado por Jesús.
El dicho en su contexto está ordenado a explicar teológicamente la incredulidad de los judíos, puesto que con él se une la cita de Is. 6,9-10, que servía muy bien a la comunidad primitiva para dar razón de los fracasos de la predicación misionera (cf. Jn. 12,40; Hch. 28, 26-27). Con lo que se manifiesta la preocupación del evangelista sobre el problema de la incredulidad de Israel. El que a los discípulos faltos de inteligencia se les conceda un nuevo comienzo después de pascua, mientras que al pueblo de los judíos se le priva de su papel del pueblo de Dios, se fundamenta en la voluntad de Dios, pero también está motivado por la culpa humana.
El Reino de Dios es calificado como por varios motivos, ya sea porque su naturaleza íntima escapa a una comprensión exhaustiva, o bien porque los tiempos y las circunstancias de su establecimiento (cf. Hch. 1,7) dependen del beneplácito incontrolable de Dios. Su realidad última nos será revelada hasta el fin de los tiempos. El privilegio de los discípulos de Jesús es el de percibir precisamente que ese reino irrumpe ahora en las palabras y en la acción de su maestro27. Notamos las características que brotan de esta comprensión del en los evangelios: Es ante todo una realidad concreta y determinada en la persona de Jesús, como acontecimiento histórico. Quien con su actuación manifiesta el plan de salvación divino. Jesús es en sí mismo la a partir de su encarnación de esa voluntad salvífica de Dios Padre que se hace accesible al hombre. Se otorga a todos sin excepción (el anuncio fue hecho a todos, aunque no todos lo aceptaron). Parte de la libre y gratuita generosidad de Dios (no es algo que el hombre descubra por sí mismo). El hombre debe tener la actitud de recepción (de recibirlo como don).
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Cf. Nota de la BJ. a Mt. 13,13
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO b. En los Escritos paulinos. En las cartas de san Pablo encontramos el término (21 veces) aplicado a diversas realidades, algunas como por ejemplo: 1Cor. 14,2: con el don de lenguas, se pueden decir en espíritu cosas misteriosas. 1Cor. 15, 51: se aplica a la transformación de nuestro cuerpo corruptible en incorruptible para participar del Reino de Dios. Rm. 11,25ss: se refiere al endurecimiento del pueblo de Israel al evangelio y su salvación. Ef. 5,32: se aplica a la unión de Cristo y la Iglesia, semejante al matrimonio. 1Tm. 3,9.16: los diáconos deben conservar el misterio de la fe en una conciencia pura (aquí la fe es el misterio concedido por Dios).
Para nuestro estudio nos interesa de manera especial el tema del misterio de Dios entendido como el plan salvífico28, mantenido oculto por los siglos hasta su manifestación en Cristo, predicado luego por los apóstoles, que consiste en hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, hasta su plena revelación en la parusía del Señor. Dos cartas asumen de manera especial el tema del como el plan salvífico de Dios realizado en Cristo y continuado en su Iglesia. En Colosenses y Efesio lo encontramos hasta 10 veces caracterizando de manera especial su pensamiento. En colosenses: 1,26-28; 2,2; 4,3. En Efesios: 1,9; 3,3-5,9; 5,32; 6,19. El denominador de todos estos pasajes es el esquema de revelación: escondidomanifestado. …al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria, al cual nosotros anunciamos… (Col. 1,26-28).
Vamos a tratar ahora de describir las características más importantes del concepto en los escritos paulinos.
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“El misterio contra lo que cabría pensar, no es propiamente Dios en sí mismo, sino la decisión tomada por Dios para salvar de manera definitiva al hombre, quizá la locución de Ef. 1,9: sea la más apta para expresar, desde el punto de vista semántico, el contenido conceptual que San Pablo otorga al término misterio”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO El es el plan preparado por Dios, como decisión tomada por Él, mantenido inicialmente oculto (Ef. 3,9; Col. 1,26; Rm. 16,25) y llevado a su cumplimiento en Cristo Jesús al llegar la plenitud de los tiempos. Los verbos empleados frecuentemente son , y (Ef. 1,9; 3,3-5). Contiene tres etapas: creación (escondido), redención (revelado) y consumación escatológica (consumado). Este periodo de ocultamiento caracteriza su origen divino y trascendente. Así pues, en este nivel, el misterio no se refiere a la identidad de Dios o su vida íntima, sino a su proyecto o a su propósito, a su sabiduría de decisión, a lo que él destino para nuestro gloria antes de crear el mundo (1Cor. 2,7).
Se efectúa en el mundo mediante la participación de lo creado. Es una realidad que se ha historizado para el hombre a diferencia de los mitos sagrados. Es ante todo un acto de la gracia y del poder de Dios que lo ha dispuesto con una libertad incomprensible. Para poder llegar a “comprenderlo” es necesario tener la actitud de la recepción en la fe que nos abre a dicha realidad. Sólo en la fe es posible llegar a “conocer” a lo que Dios nos ha destinado y comunicado como regalo de gracia. El de Dios es una realidad realizada en su Hijo Jesús, pero que debe actuar todavía (Ef. 3,10). En este sentido también se revelación y realización no equivale a una supresión, eliminando o acabamiento. En efecto, nunca se afirma que el misterio lo fue en otro tiempo y que ahora revelado y realizado ya no lo es (lo cual le otorga la característica de actualidad y dinamicidad en la historia). Hay en él una dimensión de inagotabilidad. En efecto, los textos que hablan de él utilizan con frecuencia un vocabulario de sobreabundancia, bien sea con sustantivos como “riqueza” (Col. 1,27), “plenitud” (Col. 2,2), “todos los tesoros” (Col. 2,3), bien con adjetivos como “supereminente” (Ef. 1,19) o “incalculable” (Ef. 3,8).
No se trata de un enigma que se desvanece cuando se resuelve y cuyo carácter de misterio cesaría con la revelación y la realización. El misterio de Dios se revela como tal (1Cor. 2,7: traduce “una sabiduría en misterio”) y permanece como tal. Esto nos indica que no pertenece solamente al orden cognoscitivo. Más bien tenemos que decir que lo que en otro tiempo fue misterio oculto es ahora misterio revelado, y que por su misma naturaleza debe ser continuamente revelado y realizado. Este misterio, afirma Pablo, se ha comunicado a los apóstoles y por su medio se continúa proclamando a los hombres. Abundan los verbos que describen esta tarea: notificar, manifestar, hablar, evangelizar, iluminar, enseñar, etc. He aquí la participación e importancia de la Iglesia en este plan salvífico de Dios. La Iglesia tiene
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO que proclamar y realizar el misterio de Dios (cf. Ef. 3,1-12) como cuerpo que es de Cristo tiene el deber de llevar a todos los pueblos a la unidad bajo un solo pastor. Conservando la soberanía de Dios, Dios ha querido que la Iglesia sea instrumento ahora de su gracia. Si ahora es posible la proclamación y conocimiento de la salvación eso es debido gracias a la revelación que Dios ha hecho de ella en Jesús y que la iglesia ha aceptado. En resumen, podemos concluir diciendo que: “El misterio es la voluntad de Dios (Ef. 1,9) que consiste en el propósito de recapitular todas la cosas en Cristo (Ef. 1,10). Por lo que los paganos al igual que los judíos son coherederos de la Promesa de salvación por medio de Jesucristo, quien hizo de los dos pueblos (Ef. 2,11-3,13; Col. 1,24). Pero que aún no se ha consumado, como las divisiones lo demuestran y que se realizará plenamente en la consumación escatológica, lo cual queda aún oculto para nosotros. Para comprender el desarrollo seguido en la teología y en la Iglesia desde el misterio al sacramento, se ha te tener en cuenta que la Iglesia ha tenido siempre presente, y lo continúa teniendo, que en el misterio se concreta operativamente la voluntad salvífica del Padre, de ahí que llame misterio o sacramento a la acción ordenada por la voluntad divina a la santificación, aunque en el Nuevo Testamento no reciba todavía un nombre propio.
c. En el Apocalipsis En un contexto apocalíptico el vidente proclama que lo ha llegado en la a su cumplimiento. No sólo la realización de una profecía sino el fin del tiempo histórico. es traducido como (10,6-7). Es el plan divino relativo al cosmos y a la historia el que alcanza finalmente la etapa última de su trayectoria. “El imperio del mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Mesías, él reinará por los siglos de los siglos” (11,15b; cf. 11,17; 12,10).
Es la consumación final de cuanto hoy proclamamos y somos testigos en la medida que vivimos la unidad con Cristo en la Iglesia. Pero otro significado de la palabra en el mismo libro se refiere a o , significa el sentido oculto de las imágenes y figuras vistas en las visiones (1,20; 17,5.7), sentido que es revelado por el Cristo celeste (1,17s) o por el ángel revelador (17,7).
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO Mediante la revelación de los misterios o la interpretación de los acontecimientos temporales debe fortalecerse en los creyentes la confianza en Cristo, único Señor y conservar en ellos o acrecentar la disposición a dar testimonio a pesar de la persecución y la muerte. 4. Del griego al “Sacramentum” latino. El pensamiento patrístico está determinado por un triple movimiento: de Dios Padre a Cristo y de él a la Iglesia. El plan de salvación de Dios determinado desde toda la eternidad se ha realizado en Cristo historizando su presencia entre los hombres (cf. Ap. 21,3) y continuado ahora en la Iglesia en aquellas acciones que lo hacen presente. Dios, realidad primera, absoluta, a la que todo se refiere, lleva a cabo todas las cosas en Cristo, Sabiduría y Poder de Dios, Imagen del Padre, principio de la creación y causa de la salvación, y operante, en el Espíritu, en toda criatura. Dios suscita, a imagen del Hijo, la Iglesia, que, nacida de la acción de la Palabra, constituyéndose en los sacramentos, se manifiesta como comunión con la Sabiduría en el Espíritu, esperando la plena manifestación de la gloria.
Los padres de la Iglesia se valen de una gama de términos para referirse a las “acciones litúrgico-sagradas” que hacen presente el misterio pascual de Cristo: imagen, semejanza, tipo, símbolo, misterio, sacramento; por consiguiente éstas acciones sagradas “producen una presencia de la que son su imagen”. Pero no en el sentido de que la cosa está presente como imagen (simplemente) porque esto equivaldría a quitar toda realidad a la presencia…Se trata más bien de la presencia de una cosa (acontecimiento) en la imagen, en la semejanza, etc., y es lo mismo que decir que una cosa (acontecimiento), además de existir realmente en sí misma, tiene una realidad de presencia diversa de la originaria, pero igualmente real, existente en la imagen y en la semejanza con la cosa en el tipo, en el símbolo, en el misterio y en el sacramento de la cosa29 29
“…la realidad de la presencia de la cosa en la imagen…depende de la realidad que la cosa (acontecimiento) tiene en sí misma. En el caso del simbolismo litúrgico cristiano, éste se refiere siempre, en sus diversas formas, a un acontecimiento de la historia de la salvación…justamente en virtud de su simbolismo, mientras introducen el acontecimiento-misterio de Cristo en nuestra historia, nos unen a la historia de Cristo. En efecto, el simbolismo no rehace ni renueva el acontecimiento de Cristo, porque entonces sería un acontecimiento nuevo, distinto del de Cristo, sino que hace presente entre nosotros el mismo acontecimiento salvífico realizado por Cristo en la historia, porque es un acontecimiento salvífico realizado una sola vez para todos los tiempos…Naturalmente todo esto es posible y acontece no en virtud del simbolismo en cuanto tal…no sería suficiente para crear un sacramento en el sentido cristiano. Esta presencia deriva de una causa bien determinada, esto es, el hecho de que el sacramento depende de Cristo”.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO Los términos misterion y sacramentum aunque se refieren a la misma realidad no se identifican plenamente. El misterio evoca ante todo un rito que hace presente un acontecimiento de salvación, realizado en tiempos lejanos y sólo secundariamente implica una consagración. En cambio, el sacramento hace referencia directa a una consagración mediante un rito lo cual implica un compromiso para quien lo realiza. Por otra parte, podemos notar que la Iglesia de Oriente se mostró más interesada en la contemplación, vivencia y participación en los acontecimientos de salvación que evocan las celebraciones sagradas, mientras que la Iglesia de Occidente se perfiló por un interés en comprender la fe, explicarla, definirla, precisar conceptos, se asumieron las categorías aristotélicas de materia y forma, de causalidad, buscando elaborar una teología sistemática de los sacramentos30. Veremos ahora brevemente el desarrollo de cuanto acabamos de afirmar. a. Mysterion en los Padres Griegos. San Ignacio de Antioquia. Encontramos en primer lugar la idea de la de Dios Padre en su Hijo. En efecto, los profetas divinísimos vivieron según Jesucristo. Por eso justamente fueron perseguidos, inspirados que fueron por su gracia, para convencer plenamente a los incrédulos de que hay un solo Dios, el cual se manifestó así mismo por medio de Jesucristo, su Hijo, que es Palabra suya, que procedió del silencio, y todo en todo agradó a Aquel que le había enviado (Magnesios 8,2).
La presencia y la acción de Dios en y a través de la humanidad de Cristo es uno de los temas fundamentales de ésta época. Gracias a la encarnación del Verbo el eterno se ha hecho visible y en su humanidad el hombre ha recibido el germen de la vida eterna. Un médico hay, sin embargo, que es carnal a la par que espiritual, engendrado y no engendrado…hijo de María e hijo de Dios (Ef. 7,2). Aguarda al que está por encima del tiempo, al Intemporal, al Invisible, que por nosotros se hizo visible; al Impasible, que por nosotros se hizo pasible: al que por todos los modos sufrió por nosotros (A Policarpo 3,2).
De esta forma Cristo es en su persona y en su obra la revelación y la realización del de Dios. Nos referimos de manera especial a los sucesos particulares de la vida y actividad de Jesús en cuanto que en ellos se ve efectivamente un significado salvífico especial. 30
“Desde este trasfondo platónico, los padres griegos llamaban mysterion… (a la) imagen del arquetipo divino que se encuentra en el ámbito de la experiencia humana, y que participa del ser y de la eficacia del arquetipo”: 41-42; cf. JANERAS, El sentido del misterio en la liturgia oriental; Phase, 19-46.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO Y quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María y el parto de ella, del mismo modo que la muerte del Señor: tres misterios sonoros que se cumplieron en el silencio de Dios…desde el momento en que se mostró Dios hecho hombre para llevarnos a la novedad de la vida perdurable, y empezó a cumplirse lo que en Dios era obra consumada. Todo se conmovió desde el instante en que se meditaba el aniquilamiento de la muerte (Ef. 19, 1-2).
En la carta a los Magnesios, se refiere al acontecimiento de la muerte del Señor por la que hemos sido salvados y de la cual participamos en el domingo, día en que la comunidad cristiana se congrega para celebrar los misterios. Ahora bien, si los que se habían criado en el antiguo orden de cosas vinieron a la novedad de esperanza, no guardamos ya el sábado, sino viviendo según el domingo, día en que también amaneció nuestra vida por gracia del Señor y mérito de su muerte-misterio que algunos niegan, siendo así que por él recibimos la gracia de creer y por el sufrimos, a fin de ser hallados discípulos de Jesucristo, nuestro solo maestro (9,1).
El misterio de Dios no es una realidad pasada, sino operante en la Iglesia por medio de sus salvíficos. Poned, pues, todo ahínco en usar una sola Eucaristía; porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y un solo cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, así como no hay más que un solo obispo, juntamente con el colegio de ancianos y con los diáconos…(Filadelfios 6).
Precisamente sobre los administradores de los misterios.
diáconos
se
nos
habla
explícitamente
como
Es también preciso que los diáconos, ministros que son de los misterios de Jesucristo, traten por todos los modos de hacerse gratos a todos; porque no son servidores de comidas y bebidas, sino servidores de la Iglesia (Tralianos 2,3).
Los cristianos al participar de la celebración dominical en la que se hace presente el misterio de Dios, pueden por la fe levantarse hasta la contemplación de estas realidades sobrenaturales: (Efesios 9,1) dice san Ignacio. San Justino. Nos interesa dos de sus escritos: La Apología I y el Diálogo con el judío Trifón, escritos en los cuales el término tiene varios significados.
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TRATADO GENERAL DE LOS SACRAMENTOS Seminario Mayor Diocesano “San Andrés Apóstol” Asesor: Pbro. Francisco Javier Román Fuentes CAPÍTULO II: DEL AL SACRAMENTUM. ESTUDIO BIBLICO-PATRISTICO Un primer significado se refiere a los cultos de las religiones paganas, y en los cuales Justino descubre que se ha querido hacer una imitación diabólica de la fe y de los sacramentos de los cristianos. …porque hombres de toda raza, que antes dábamos culto a Dionisio, hijo de Sémeles, y a Apolo, el de Leto, dioses que por sus perversos amorios hicieron cosas que no pueden por decoro nombrarse; los que adorábamos a Perséfore y Afrodita, que fueron aguijoneadas de amor por Adonis y cuyos misterios aún celebráis vosotros (Apología I, 25,1).
La con la fe cristiana pretende hacer que los hombres tuvieran la historia de Cristo por un cuento de hadas, semejante a los fantaseados por los poetas (Apol. I, 54,2). Pero no pueden conseguir su objetivo desde el momento