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"Edipo. El Amo Y La Verdad" (*) Reunión Lacanoamericana De Brasilia, Septiembre 2011.
Mónica Morales
“Cuando él la ve, el infeliz, lanzando un espantoso alarido, afloja el nudo corredizo que la sostenía. Una vez que estuvo tendida, la infortunada, en tierra, fue terrible de ver lo que siguió: arrancó los dorados broches de su vestido con los que se adornaba y, alzándolos, se golpeó con ellos las cuencas de los ojos, al tiempo que decía cosas como éstas: que no lo verían a él, ni los males que había padecido, ni los horrores que había cometido, sino que estarían en la oscuridad el resto del tiempo para no ver a los que no debía y no conocer a los que deseaba”. Sófocles: Edipo Rey. A menudo viene a mi memoria aquella frase latina «Ave, Caesar, morituri te salutant». Está citada en Las vidas de los doce Cesares de Suetonio, y es tradicionalmente atribuida a los gladiadores antes de entrar a la arena. Históricamente, esta frase se utilizó en un espectáculo acontecido en el 52dc por cautivos de naumaquias y criminales destinados a morir en combate en simulaciones de encuentros navales ante la presencia de Claudio. Significa: «Salud Cesar, los que van a morir te saludan», en latín moritur es el futuro de la voz pasiva del verbo morior. Literalmente quiere decir: “los que están muertos”. Es indispensable para la vida que algo irreductible no sepa (1). Que no sepa que estamos muertos, “yo estoy muerto, dice Lacan…estoy condenado a morir, pero en nombre de ese algo que no sabe, yo tampoco quiero saberlo”(2). El todo hombre es mortal se apoya en el no saber de la muerte, que nos hace creer que todo hombre significa algo, todo hombre nacido de un padre. Todo hombre que como está muerto no goza de lo que tiene que gozar. Que el padre muerto sea el goce, es signo de lo imposible. Es el tope lógico de lo que de lo simbólico se enuncia como imposible. Edipo adquiere notoriedad tras liberar al pueblo del enigma formulado por la Esfinge. La esfinge era un ser ambiguo hecho de dos cuerpos, como el medio decir, que ya había aniquilado a todos lo que antes que él, pretendieron resolverlo. Al encontrar la respuesta al enigma, suprime la situación de suspenso que la pregunta por la verdad introducía en el
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pueblo. De esta manera Edipo anticipaba su propio drama ya que él mismo caerá en la trampa de la verdad. Son varios los enigmas que se le proponen en su trágica vida. De hecho, acude por primera vez al Oráculo preguntándose si eran aquellos sus padres, ya que un compañero lo llevó a interrogarse ¿Quién es tu padre? Vaya pregunta. Es en esa ocasión que el Oráculo se manifiesta anunciándole terribles y desgraciadas calamidades: “estaba determinado que tendría que unirse a su madre y traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres, y que sería el asesino del padre que lo había engendrado”…“Edipo huye adonde nunca viera cumplirse las atrocidades de sus funestos oráculos”. En su caminar llega a la encrucijada donde lo esperaba su Até: el asesinato de su padre Layo, Rey de Tebas. A continuación se encuentra con la Esfinge que asolaba al pueblo, aniquilando a quienes no respondían a su pregunta. Y es por salir triunfante de la prueba, que sube al trono de Tebas, y accede a Yocasta. Pero lo importante es de qué manera accede al trono y a Yocasta. Más allá del asesinato y el goce está la dimensión de la verdad. Edipo triunfa en la prueba de la Verdad. Sin embargo Lacan subraya que para Edipo la cuestión del enigma y la verdad se renuevan. La pregunta por la verdad volverá a golpear al pueblo bajo la forma de la peste. Y en este punto comienza la tragedia de Edipo, de Edipo Rey de Sófocles. En Tebas las cosas no andaban. El pueblo azotado por la peste acude a reclamarle. Una vez más, la consulta al Oráculo. Esta vez la respuesta será que hay una “mácula”, -Edipo es miastor, dice Sófocles… aún no se han encontrado y castigado a los asesinos de Layo y su sangre derramada amenaza con destruir a la ciudad. Es entonces cuando acude a Tiresias, que algo sabía… Y verá el horror de su acto, verá la Verdad, con sus propios ojos: “…no se le cae la venda de los ojos, sino que los ojos se le caen como vendas”, dice Lacan. Evidencia del fracaso de la esquizia entre la mirada y el órgano. Como cité al comienzo: “es indispensable para la vida que algo irreductible no sepa” (3) Edipo es culpable por haber tomado el trono evitando la vía de la sucesión. Ha tomado el trono como un amo ya que la sucesión procede de la castración. Y la castración se transmite por vía del discurso. Pero también es culpable por haber borrado la pregunta por la Verdad, como un amo borra la pregunta por la verdad, dice Lacan. Lo notable es que a un amo no le importa saber, sólo le importa que la cosa ande. Pero como dije antes, en Tebas las cosas no andaban. Podríamos decir que es un amo porque se identifica al significante amo, se cree el S1, y borra la pregunta por la verdad desconociendo que en el lugar de la verdad encontrará la castración. Aún el amo está castrado. No es que el discurso del amo sea el amo sino que Edipo cree ser el significante amo. Como un amo pretende una operación sin resto, eliminar el resto (4). - Página 2 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Al final de la tragedia, ciego, dice: “He aquí Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue un hombre poderosísimo, al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino...” ¿Cómo articular la relación del discurso del analista con el discurso del amo? El saber del amo se produce como un saber autónomo del saber mítico. Es el discurso de la ciencia en el seminario que cito en esta ocasión. El saber mítico es un medio-decir, así es como lo piensa Lacan a partir de Levi Strauss, el saber mítico es disjunto respecto del saber amo. Ahora bien, si el saber amo rechaza la dinámica de la verdad. Entonces, ¿para qué sirve este saber que rechaza y excluye la dinámica de la verdad? Sirve para reprimir lo que habita en el saber mítico. Y al mismo tiempo, al excluir al saber mítico no puede conocer nada de este saber salvo en la forma de ruinas, es decir que eso que excluyó retorna bajo las especies del inconsciente. El discurso del amo funda el inconsciente. “Este discurso del inconsciente corresponde a algo que depende de la institución del propio discurso amo” (5). El discurso del amo es el inconsciente que se lee en el discurso del analista como su reverso. Por otro lado, el mito solo es un contenido manifiesto, dice Lacan. Para el analizante en el S2 está el contenido de su saber. Es lo que habla con el sentido que le ha dado, es el mito individual del neurótico. En todo caso se tratara de producir algo nuevo con ese sentido que es el mito para cada uno. La interpretación opera sobre ese saber produciendo un sentido en lo real. Del mito se extrae la formalización de la estructura. El hecho de que Edipo no sepa que ha matado a su Padre y gozado de su Madre - porque Edipo no sabe-, eso no cambia en nada dice Lacan, puesto que es un ejemplo del Inconsciente. Edipo era un inconsciente. Entonces, del mito a la estructura. La verdad es un lugar en el discurso, pero ¿de qué se trata la verdad? La verdad que por decirse a medias se nos presenta con el modelo del enigma. No toda la verdad puede ser explicada por el saber porque ella es un conjunto abierto que no permite que el saber la atrape en su integridad. Cuando las cosas no andan, aparece el síntoma. Es el discurso histérico, discurso del síntoma como también lo llama Lacan, que cuestiona al amo. Como la peste en el mito relatado. Este saber que forma parte del síntoma tiene la propiedad de mantenerse oculto, no sabido. Es un saber que el sujeto no dispone. Agregaría que en el psicoanálisis, el síntoma es aquel lugar donde en el discurso se ubican en una relación especial cierto saber y la verdad. En El reverso de psicoanálisis, Lacan nos dice que “no hay mejor manera de atrapar al significante amo que identificarlo con la muerte”. ¿Qué es entonces la entrada en juego de ese amo tal como Hegel lo articula? La verdad de lo que articula el significante amo es la relación con ese real en tanto imposible. Freud decía que la relación analítica debe fundarse en el amor a la verdad. Pero Lacan piensa - Página 3 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
que si algo debe inspirar la verdad, no es precisamente el amor, ya que la verdad hace surgir aquél significante, la muerte. Se refiere (en este seminario) a la pulsión de muerte. Pulsión de muerte como el carácter radical de la repetición, la repetición que insiste y que caracteriza a la realidad psíquica del ser inscripto en el lenguaje (6). Aquel significante, la muerte evoca aquí esa desavenencia radical del sujeto al saber, al sexo y la muerte. Entonces, puede que la verdad no tenga rostro, o tenga más de uno. Pero lo que sugiere Lacan a los analistas es no volverse locos por el asomo de una verdad al doblar la esquina. La verdad es algo que se experimenta, lo que no quiere decir que ella conozca algo más de lo real. Sobre todo si hablamos de conocer, ya que lo real se define como lo imposible. Lo real desnudo es imposible de cernir, lo real desnudo. Pero no la verdad. Alguna verdad se puede cernir. Entonces, entre nosotros y lo real, la verdad. Justamente, “si el análisis tiene su importancia, es porque la verdad del discurso del amo está enmascarada”(7). Dice Lacan. A lo largo de la cura, de tanto en tanto alguna verdad es alcanzada por el saber y algo del síntoma se reduce. Lacan habla de la verdad incurable en el seminario de El acto(8)…- frase que Clara Cruglak (9) ha recortado en varios textos- llama “verdad incurable” a la verdad que “es alcanzada en el análisis por medio del saber…” y agrega: “se es esta verdad”. Esta verdad envía a la remisión de la significación. Se refiere a la falta radical en el origen, a la falta de origen mismo. Esta falta es causa, razón de la cura . Lacan plantea en L'etourdit que la relación entre la verdad y lo real se puede metaforizar con el incesto. Frase enigmática por cierto. ¿Se referirá a que el incesto es imposible? Para concluir. Heidegger se refiere a la palabra griega Aletheia, verdad, como des-ocultamiento. En este sentido la palabra evoca el pasaje de lo manifiesto a lo oculto respecto de la realidad. Si bien el des-ocultamiento no es la idea de verdad que pensamos en psicoanálisis, ya que la verdad está siempre velada, puesto que no hay decir directo. Hay un muro: la castración. Pero encontré esto interesante. Karl Reinhardt (10) es un filólogo contemporáneo de Heidegger a quien este toma. Se refiere a Edipo Rey como la tragedia de la apariencia. Edipo rompe la apariencia, sufre el pasaje de la apariencia a lo real, y “lo real no es dulce a los hombres”. Edipo quiere sacar a la luz: salir de la ignorancia y llegar al conocimiento, a pesar que todos los demás, especialmente Tiresias y Yocasta desean disuadirlo. Ella misma le dice: “Desventurado que nunca llegues a saber quien eres.” Aún así, accede al brutal “reconocimiento”, reconocimiento como paso de la ignorancia al conocimiento. Y a continuación, la mutilación que afecta a la vista. La visión es para los griegos, el simbolismo del conocimiento. La luz del conocimiento está asociada a Apolo, el dios Sol, que es el dios que “ve todas las cosas”. En las tragedias griegas, además de los personajes humanos, aparece una deidad. Es Apolo con su simbólica cognoscitiva, y el saber oracular de Delfos, junto con la mántica de Tiresias, el ciego, el dios de esta tragedia. Apolo de Delfos es el dios del “conócete a ti mismo”. - Página 4 de 5 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Entonces, la desmesura, la hybris de Edipo, fue “saber más”, saber todo.
NOTAS: (1) Lacan, J.: Seminario XVII, El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, (2) Ídem. (3) Ídem 1. (4) Salafia, A.: Esquizia y necesidad de discurso. Kliné ediciones. Buenos Aires, 1990. (5) Ídem 1. (6) Lacan, J.: Seminario El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1990. (7) Ídem. (8) Lacan, J.: Seminario El acto psicoanalítico. Inédito. (9) Cruglak, C.: Lo incurable en la ética del psicoanálisis. (10) Pinkler, L.: La tragedia griega. Editorial Plus Ultra, 1989.
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