El 90 por ciento de los jubilados y

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Diciembre 2009 / Enero 2010

Diciembre 2009 / Enero 2010

¿Y el pescado?

Enfoque

Estrellitas navideñas

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Antes de Navidad, los jubilados y pensionados nacionales percibirán conjuntamente sus haberes de diciembre, el medio aguinaldo y quienes ganan hasta 1.500 pesos, una asignación extra.

E

l 90 por ciento de los jubilados y pensionados nacionales, aquellos que ganan hasta 1.500 pesos por mes, cobrarán antes de Navidad una “retribución extra” –como la definió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner– que irá de 200 a 350 pesos. El otorgamiento de esta asignación se venía discutiendo en el gobierno desde septiembre. Se la consideraba una buena manera de inyectar una muy importante suma de dinero al consumo y que, al mismo tiempo, permitiría contrarrestar los cuestionamientos que recibe la utilización de los recursos de la Anses. Precisamente, la medida tendrá un costo fiscal de 1.793,8 millones de pesos, que se afrontará con parte del superávit acumulado este año en las arcas de la Anses, de más de 4.500 millones de pesos. “Este pago implica un gran esfuerzo, en este mes de diciembre, en el que nos juntamos con las familias para las fiestas. Es el momento para que haya un pesito más en la mesa de nuestros jubilados y jubiladas”, dijo la Presidenta. Para los que ganan la mínima, la asigna-

SEGUIMOS Córdoba, Argentina. Diciembre 2009 / Enero 2010. N° 20 Publicación del Centro de Jubilados y Pensionados de Prensa de Córdoba Distribución gratuita Redacción: Obispo Trejo 365 (Cispren). Tel. (0351) 422-9214, telefax 424-3517 Correo electrónico: [email protected] Dirección: Isaac Konig. Edición y Coordinación: Augusto Argañaraz y Juan Carlos Toledo. Relaciones institucionales: Roberto Taborda. Colaboraron en este número: Cristina Bajo y José Ademan Rodríguez (Redacción); Angonoa (Humor); Alicia Ares (Corrección); Daniel Klocker (Servicios web). Diseño e ilustraciones: Miguel De Lorenzi. Impresión: Letras de Córdoba. Mariano Moreno 1196. Córdoba. Tel.(0351) 460-5864

Escala de la asignación extra

ción especial será de 350 pesos, con lo cual, sumado al medio aguinaldo y al subsidio del Pami, percibirán en diciembre 1635,80 pesos. Las gratificaciones serán pagadas junto con los haberes de diciembre y el medio aguinaldo. A su vez, los ex afiliados de las AFJP también cobrarán los tres beneficios –haber, aguinaldo y cuota extra– antes de las fiestas. Como este pago es por “única vez”, no tendrá el descuento de la obra social, no será considerado para el cálculo de otros beneficios ni se tomará a cuenta del futuro aumento de marzo, cuando debe aplicar-

Ahora nos carga Angonoa

Haber mínimo (827,26 pesos)

$ 350.

Entre 827,26 y 1.000

$ 325.

Entre 1.001 y 1.100

$ 300.

Entre 1.101 y 1.200

$ 275.

Entre 1.201 y 1.300

$ 250.

Entre 1.301 y 1.400

$ 225.

Entre 1.401 y 1.500

$ 200.

se nuevamente la fórmula de movilidad. A fines del año pasado el gobierno también concedió una suma fija a los jubilados; en aquel caso fue de 200 pesos y no tuvo excepciones. Ahora, el beneficio es escalonado. El beneficio abarca a 4.950.312 jubilados y pensionados sobre un universo de 5,5 millones.

n año más sin que los jubilados logren acceder al derecho a una jubilación digna. Un año más y el hambre se sigue enseñoreando entre nuestros niños y viejos. Al paso de los transeúntes, la madre de los pibes que están pidiendo frente a la iglesia de Santo Domingo los reta a los gritos sólo como una forma de mantener la autoridad, sólo como un ensayo que le permita creer que todavía le pertenecen. Que puede darles algo. Aunque sea un reto. Es remedo de su educación. Un reflejo que surge desde lo más profundo de sus entrañas, donde alguna vez estuvieron sus niños al abrigo y con la esperanza que nunca se pierde. La angustia de saber que desde el poder nadie está pensando en ellos me lleva directo al balance de este año. Las organizaciones sociales seguimos luchando y cada vez mejor organizados. Lo demostró la jornada vivida en Neuquén el pasado 20 de noviembre en la convocatoria a la “Constituyente social”. Más de 800 organizaciones representadas por 5.000 compañeros debatimos una estrategia integral de construcción de poder popular que nos permita disputar en todos los ámbitos institucionales. Democratizar las instituciones debe ser la consigna para evitar lo que les pasó a los pescadores de Mar del Plata: intentaron impedir que los japoneses depredaran en nuestras aguas. Realizaron vigilias en alta mar con sus precarias barcazas de pesca artesanal esperando que el gobierno realizara un plan estratégico para la utilización integral del recurso marino. Y el gobierno les dio la concesión de la pesca a los japoneses. Sí, aunque les parezca mentira. Por suerte. estamos dispuestos a seguir. Porque SEGUIMOS. Guido Dreizik Secretario General Cispren

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Editorial

Un dato inquietante

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o habremos de insistir hoy aquí en cuestionar el equivocado criterio de aplicar ajustes selectivos como los que condujeron al actual aplastamiento de la pirámide de los haberes. Tanto ha sido así que progresivamente se fue incrementando el número de quienes cobran la mínima de 827 pesos hasta llegar en este momento al 75 por ciento de los jubilados. Precisamente, esa inequidad fue la que intentó reparar la Justicia con la doctrina Badaro. Tampoco vamos a reiterarnos en el concepto de que todas las exhibiciones de “generosidad” gubernamental hacia los jubilados se realizan con su misma plata. Ni siquiera abundaremos en lo que tantas veces se ha dicho: su dinero se usa para financiar al Estado en vaya a saberse qué gastos, a subsidiar a empresas en crisis y a alimentar planes de incentivo al consumo que favorecen a los sectores medios y altos más que a quienes lo aportaron. Si bien todo tiene que ver con todo, es otro el enfoque que buscamos para este comentario. Al formular el anuncio de un “reconocimiento extra”, como ella misma denominó al regalito que recibirán este fin de año los jubilados que perciben hasta 1.500 pesos (información en página 2, la Presidenta aportó paralelamente un dato relevante. Con orgullo precisó que la medida beneficiará “a más del 90 por ciento de todos los jubilados y pensionados”, 4.950.312 exactamente. Sin embargo, esas cifras, más que para jactarse, son para preocuparse y deben llamar seriamente a la reflexión a quienes están en condiciones de corregirlas. Significan, lisa y llanamente, que unos cinco millones de hombres y mujeres ganan menos de 1.500 pesos por mes. Apenas igual (desde enero de 2010) al también humillante sueldo mínimo, vital y móvil de los activos. Y con ese haber tienen que subsistir hasta marzo, cuando recibirán el próximo aumento. Obvio: cuanta moneda se les arrime será bienvenida por todos los jubilados. Sin embargo, la salida no pasa por una simple “yapa”. Sencillamente, en lugar de gratificaciones ocasionales debe reconocérseles la indigna calidad de vida a la que están sometidos y hacer lo imposible para darle una solución definitiva. Es cierto que durante 2009 los dos aumentos otorgados totalizaron un 20 por ciento. Pero cualquier porcentaje aplicado sobre casi nada da como resultado eso, casi nada. No puede el gobierno seguir escudándose en la ley de supuesta movilidad. Hasta que cumpla verdaderamente su hasta ahora sólo imaginaria misión, es bueno recordar que así como permite efectuar pagos adicionales, no prohíbe conceder aumentos por decreto. De todos modos y esto sí lo vamos a repetir una y otra vez, lo verdaderamente trascendente se habrá hecho cuando se recompongan los haberes y el 82 por ciento deje de ser una utopía y la movilidad una fantasía.

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or corresponder esta edición a diciembre y enero, publicamos los cuentos octavo y noveno (página 10), de los doce premiados en el concurso literario "Brevísimo" organizado por el Centro de Jubilados y Pensionados de Prensa de Córdoba. Los restantes serán publicados en sucesivas ediciones.

Sentires Por Alfredo Rafael Mors

Buenas intenciones: los Derechos de la Ancianidad de la ONU Para ayudar a las personas de edad a vivir mejor los años que se han agregado a la vida, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, el 16 de diciembre de 1991, los principios siguientes. Independencia Las personas de edad deberán: 1. Tener acceso a alimentación, agua, vivienda, vestuario y atención de salud adecuados, mediante la provisión de ingresos, el apoyo de sus familias y de la comunidad y su propia autosuficiencia. 2. Tener la oportunidad de trabajar o de tener acceso a otras oportunidades de obtener ingresos. 3. Poder participar en la determinación de cuándo y en qué medida dejarán de desempeñar actividades laborales 4. Tener acceso a programas educativos y de capacitación adecuados. 5. Tener la posibilidad de vivir en entornos seguros y adaptables a sus preferencias personales y a los cambios de sus capacidades.

6. Poder residir en su propio domicilio por tanto tiempo como sea posible. Participación 7. Permanecer integradas en la sociedad, participar activamente en la formulación y la aplicación de las políticas que afectan directamente su bienestar y poder compartir sus conocimientos y pericias con las generaciones más jóvenes. 8. Poder buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicio a la comunidad y de trabajar como voluntarios en puestos apropiados a sus intereses y capacidades. 9. Poder formar grupos o asociaciones de personas de edad avanzada.

Cuidados 10. Poder disfrutar de los cuidados y la protección de la familia y la comunidad de

conformidad con el sistema de valores culturales de cada sociedad. 11. Tener acceso a servidos de atención de salud que les ayuden a mantener o recuperar un nivel óptimo de bienestar físico, mental y emocional, así como a prevenir o retrasar la aparición de enfermedades. 12. Tener acceso a servicios sociales y jurídicos que les aseguren mayores niveles de autonomía, protección y cuidado. 13. Tener acceso a medios apropiados de atención institucional que les proporcionen protección, rehabilitación y estímulo social y mental en un entorno humanitario y seguro. 14. Poder disfrutar de sus derechos humanos y libertades fundamentales cuando residan en hogares o instituciones donde se les brinden cuidados o tratamiento, con pleno respeto de su dignidad, creencias, necesidades e intimidad, así como de su derecho a adoptar decisiones sobre su cuidado y sobre la calidad de su vida.

Autorrealización 15. Poder aprovechar las oportunidades para desarrollar plenamente su potencial. 16. Tener acceso a los recursos educativos, culturales, espirituales y recreativos de la sociedad.

Dignidad 17. Poder vivir con dignidad y seguridad y verse libres de explotaciones y de maltrato físico o mental. 18. Recibir un trato digno, independientemente de su edad, sexo, raza o procedencia étnica, discapacidad u otras condiciones y han de ser valoradas independientemente de su contribución económica.

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asaste de nuevo frente a mí. No sé si registraste mi presencia allí como tantas tardes en que sé te diriges a la Facultad de Artes. Yo estaba, como siempre, a la entrada de la galería. Te conozco sobradamente, aun cuando quizás no lo creas posible. Es más, al rumor de tus pasos aproximándose, largos, seguros, lo percibo y distingo de otros de inmediato. Entonces, espero, hago una pausa en la canción que intento ejecutar en la vieja armónica y te espero. Sé que sólo un instante nos separa del encuentro que imagino próximo y, a la vez, tan distante. Es que éste durará lo que permita tu prisa del día. Una nota más quiero extraer de la armónica porque así, segura y armoniosa en cada paso que das, te aproximas y es quizás con algo de ironía que quiero acompasar mi canción al ritmo de tu caminar. Enseguida el signo que distingue tu presencia se hace paten-

te en mí. Es una percepción profunda, sutil, que todo lo inunda y que persiste, como una esencia que, al menos por un momento más, prolonga tu cercanía. Un perfume de las más exquisitas fragancias. Aroma que te delata y que te muestra única, separada, elegida e inigualable. En el movimiento del aire que desplazas al caminar y que percibo como suave brisa o caricia de niña enamorada adivino la esbeltez de tu figura. Pasas a mi lado y, aunque no lo creas, siento en mi rostro la dulce sombra de tus cabellos movidos por suave brisa de otoño. Otras veces te siento acompañada y adivino una amiga que va contigo. Es allí cuando registré, más de una vez, tu cantarina voz, tu risa sonora… Te siento de mil formas distintas. Adivino a lo lejos y compruebo, cuando pasas frente a mí, cómo estás vestida. Como hoy, cuando pasaste con botas de fino cuero, pantalones, una blusa y fina campera tejida, echada sobre tus hombros. Te conozco y a la vez te imagino

de mil formas diferentes. Es que aun cuando te sentí tan cerca tantas veces, hay detalles en ti que no puedo o no encuentro palabras para describir cabalmente mi percepción. Entre ellas el indescriptible, al menos para mí, color de tus ojos o el brillo de tu cabello, semejante a las alas de un mirlo cuyo canto alegra mis horas. Cómo y con qué comparar el color de tus labios o el brillo con que adornas las uñas de tus manos. Esas mismas manos que mueves como alas de mariposas en vuelo. Te preguntarás en dónde reside mi dificultad para describir esta particular percepción de tus colores, aun cuando los intuyo como ricamente armoniosos. Es que no sé si coincidiríamos en nuestro modo de describirlos, ya sea por tu sensibilidad a sus múltiples modos de expresión o sus variados tonos, que combinas hábilmente en tus creaciones visuales o quizás simplemente sea que desde siempre me conocen aquí como “El Ciego”.

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Por Cristina Bajo Especial para SEGUIMOS

s posible imaginar hoy una Navidad sin pan dulce, sin Santa Claus, sin arbolito con globos y luces parpadeantes? Solo los mayores recordamos la Noche Vieja con pesebre, animalitos, pastores y Reyes Magos; la historia de un niño que nace en una noche helada, sobre el pienso de los animales, mientras un cometa guía a varios hombres simples que llevan el simple tributo de algún animalito en brazos. Las Navidades de antaño eran un gran acontecimiento, no de gastos y regalos caros, sino más bien de fe y de amor que se expresaba, como el presente de los pastores, en cosas sencillas, muchas de ellas fabricadas por los padres de los niños. Sólo los niños recibían regalos. No faltaba en la mesa ambrosía, huevos quimbos, alfeñique y mazapán, traído por los colonizadores; el arroz con leche, que se comía pocas veces al año (Sábado de Gloria, día de Corpus, del Santo Patrono, de la Virgen del Rosario) reinaba entre las fuentes. Al anochecer del día 24, se recibía a amigos y parientes, y después de algún tentempié, llevaban a las criaturas a visitar los pesebres. No eran pesebres comunes: algunos se guardaban desde el siglo anterior, cuando los artilugios mecánicos hacían furor en Europa, de donde fueron traídos, y que pronto nuestros criollos imitaron. Azor Grimaut nos cuenta en “Duendes en Córdoba”, sobre uno de bonitas figuras, accionadas con hilos, que atraía a muchísima gente. “Allí, había muñecos criollos que hachaban leña –se escuchaba el ruido de la hachita–; que extraían agua de un aljibe, que

arreaban ovejitas, en fin, todo un conjunto de ilusiones.“Donde se exponía un Nacimiento, la casa se convertía en tertulia para los vecinos, y no importaba si ésta era casona que daba a la plaza o ranchito cercano al río”. También había pesebres “vivos”, donde se buscaba un niño de pecho para que hiciera de Jesús, y el Abrojal prestaba un negro para vestirlo de Baltasar. Vecinos no siempre pudientes se encargaban de engalanarlos, y las mujeres bordaban durante meses en pedrería, oropel y espejuelos el atavío de la Virgen y mantos y turbantes de los Reyes, que llegaban, como Dios manda en estas tierras, a caballo, anunciados por un tropel de chicos haciendo flamear banderines. No había globitos de colores metalizados ni chirimbolos llamativos: los niños juntaban huevos de pájaros, a los que pintaban y ensartaban como cuentas, armaban flores de palma, de telas, de papel, grutas de caracoles, artesanía en que destacaban los morenos. El 24 de diciembre era un día de alegría religiosa y de generosidad: se abrían las ventanas, se arrojaban monedas o golosinas que los niños pagaban con villancicos, se llevaba comida a las parroquias, a las cofradías de menores recursos. El tufo a empanadas fritas revoloteaba por El Abrojal y El Pueblito, mientras en las casas del centro se tendía el mantel largo. En los monasterios, las monjas vendían exquisiteces como las rodajas de “flor de pan regalado, recién por las teresas horneado” del que nos habla Ataliva Herrera. Cuando acababa la misa del gallo,

muchos corrían hacia Santo Domingo, donde los monjes solían encender fuegos artificiales que pasmaban la mirada. No se gastaba en exceso: los juguetes eran hechos por artesanos modestos, no había colas en las tiendas, porque era una fiesta de goce familiar, popular, de dulces creencias, de amistad, de alegría y asombro para los niños. Y en vez del “Jingle Bells”, rodaba por la calle un verso dulce, ingenuo, con esa belleza de la copla anónima, salida del corazón del pueblo. Ha nacido en un portal, / Llenito de telarañas, / Entre la mula y el buey, / El Redentor de las almas. /…/ En el portal de Belén / Hay estrellas, sol y luna, / La Virgen con San José / Y el Niño que está en la cuna /…/ Esta noche nace el Niño / Entre la paja y el hielo. / ¡Quién pudiera, Niño hermoso, / Vestirte de terciopelo! Me resulta imposible no sentir la añoranza de aquella época, más inocente, donde los juguetes no se compraban en los grandes centros comerciales, sino que salían de las manos de artesanos o imagineros, con un toque distinto en cada caso; épocas en que los vecinos se reunían como una sola familia, y donde la diferencia de clases se olvidaba en aquellas idas y venidas desde el centro a los barrios pobres, de los barrios humildes a las grandes casonas. Donde niños y ancianos participaban confeccionando los arreglos y donde la fe sencilla y el sentido vecinal llenaban el lugar que ahora ha quedado librado a la duda, a la marginalidad, al temor de abrir las puertas y al tener o no tener.

Grabado de Alberto Durero (1471-1528)



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Rumbo a las islas “Choripán del Sur” Por José Ademan Rodríguez

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na de las cosas más importantes de las tradiciones de Córdoba está representada por el choripán, aspiración cimera enseñoreada en lo alto de la mente, en el jardín de nuestros caprichos, en el último mito que nos queda. Colofón futbolero y armisticio de guerras entre Talleres y Belgrano, es religión con incienso de chimichurri y liturgia con ají; es sello de distinción de Córdoba, como el salame de la Colonia; es soberanamente popular o, mejor, una súper estructura populachera imantada, genialmente mersa como Gardel para los porteños; es lo ordinario llevado a lo artístico: es la conjugación de un psiquismo superior; es nuestro perfume que se desparrama inconfundible en los barrios de Córdoba. Porque cada pueblo tiene su olor: el olor a tabaco dulce y fuerte de Carolina del Norte (EE.UU.), el de jazmín de las calles

de Túnez, el de marihuana y sexo del puerto de Ámsterdam, el de cordero de El Cairo, el de chucrut en los hoteles de Munich, el de cerveza Pilsen en Praga y el de los asados que se mandan los albañiles en las obras en construcción durante el mediodía en Córdoba. Además, el choripán es una alternativa cultural (la única, creo) frente a la penetración foránea en la gastronomía. El choripán ¡es el choripán! y nadie le va a pedir un choripán desgrasado, y su pan es pan… no va con el de soja ni con el de centeno; su personalidad no es ambigua, no sabe de extrañas alianzas, como los lomitos que llevan queso, huevo, tomate, cebolla… Es elitista: uno disfruta tanto que se siente como el centro de gravedad, palpando el pan que exuda el verde rubí del

"chimi" con jugo marrón oxidado del chorizo. Es coherente: forma un dúo de fierro con el vino, como los dúos de antes, Tolosa y Tanquía, Rivero-Romero y Peanno-Arraigada. ¡Y qué aires democráticos posee! Ahí sí el ciudadano se hace pueblo, a la salida de los bailes, de los partidos de fútbol; ahí, junto a una mesita, todos tenemos el mismo cubicaje cerebral, la misma sangre roja y los modales son hermosamente asquerosos, como los de cualquier descendiente de los primates, tanto el de traje con chaleco o el negro con los zapatos puntudos y sucios del baile del sábado. En torno a esa mesita se vierte sudor y baile de cuarteto, hay fulgor de criollas pupilas que delatan hepatitis, pancreatitis, conjuntivitis, etcétera. ¡Qué galería! ¡Qué material para sociólogos y humoristas! Hasta es más genuino el choripán que la música de cuartetos, porque a éstos ya les han sofisticado el ambiente con humo y luces de colores; el humo de choripán es siempre el mismo por la sencilla razón de que el hambre es

apetito impostergable, no necesita de restaurantes de cinco tenedores; ahí se engulle al aire libre en invierno y en verano, en un antro bendito. En los bailes de pueblo el kiosquito estaba generalmente afuera de la pista de básquet, entre el baño de hombres y las canchas de bochas, porque en los bailes de pueblo las gringas no comen choripán (allá ellas con su finura). El chori puede estar crudo o chamuscado como un soretito; no es importa, es rico igual. La gente no es pretenciosa con él. ¿Y los que venden choripán? ¡Qué admirables titánicos los gordos que los venden! Parecen transformar sus brazos en pinzas de acero para hurgar en las brazas y cuando cortan el pan con destreza de cirujano dejan entrever una grieta prodigiosa, excitante, y se presagia el bocado, se intuye, se viene, se viene, se viene, se viene la parte gruesa, la comba del chorizo, mientras se paladea el primer cuerito, ese de la punta… Se va soñando con el gran mordisco del medio. Ni tu mujer ni tu suegra te controlan la medida del vino pues lo sirven en vaso de plástico. Y ocurre, en algunos casos, que el

vino chorrea en cascada por dos vertientes: el esófago y la comisura de los labios hasta el obligo que resalta debajo de la camisa justo en el lugar donde un botón ha saltado por preñez alcohólica. Y se habla sin cuidado de mancharse: nadie te mira. Con otra ventaja: el "chori" no se comparte -es engorroso partirlo- lo cual no sucede, por ejemplo, con una picada de milanesa, y eso que uno advierte "¿seguro que nadie quiere?" para traer otro plato… Al tercer bocado te limpian el tuyo. Ese rito de parrilla prolonga la tardenoche del domingo, evita que la mujer haga la cena en casa y al demorarse un poco en la calle uno no se encuentra al vol-

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ver con la visita inesperada del cuñado, que tal vez viene a mostrarte el collar que le regaló a su señora. Mientras, por la radio del auto se van escuchando los goles… Es la hora final de los gordos vendedores: tienen que recoger los bártulos. Se pianta con el humo de las brasas parte de la utilería y el star system de la calle. Va quedando el paisaje final de pared con ladrillo desnudo; ya se fue el caballo de policía, ése que siempre se caga justo 13 minutos antes de que empiece el partido (quizás por los nervios de ver tanta gente apiñada en la boletería); ya invade la calle ese olor agrio de huelga de basureros; un vientito helado juega a hacer círculos con los restos de papel de diario. ¡Hay que darle mucho choripán a la gente! A la salida de los colegios nocturnos y también cerca de los quilombos (así se tapará la esencia de Chanel de ella con perfume de choripán y la mujer no sospechará). Sería conveniente para preservar nuestra lengua: ya que a las Malvinas los ingleses las llaman Falkland, nosotros a las Sandwich las llamemos "Choripán del Sur".



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El escalofrío Por Carlos Antonio Hernández

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Me llamo Juan. Antonio y yo aprovechamos el domingo para caminar desde temprano hasta el cementerio, en las afueras de la ciudad. El niño lleva puesto un saco de lanilla azul, luce erguida la cabeza morena y bajo la visera de su gorra relampaguean un par de profundos ojos negros. Se mueve ágil, ¡está increíblemente vivo! Lo sigo con dificultad porque las piernas no me ayudan demasiado. Una campera de gabardina que fuera de mi padre me protege del aire fresco de la mañana. Trato de recordar su rostro difuminado en el ayer lejano, pero me resulta imposible… se ha borrado… La luz que se cuela por la fronda del camino recorta nuestras figuras como si estuviésemos en el centro de un caleidoscopio gigante. Caminamos, a veces cantando, a veces riendo de esas pequeñas tonterías que se dicen entre amigos en medio de silencios cómplices, apenas turbados por el suave crujir de las hojas del otoño a nuestro paso. A pesar del feriado, San Vicente nos espera con sus puertas abiertas de par en par. Lejos, hacia el norte, se escuchan débiles los sonidos de la ciudad. En el interior del predio parece que nada se moviera. Una senda nos guía entre los árboles hasta pequeñas tumbas de lápidas engalanadas con flores mustias, sostenidas apenas por descoloridos floreritos de loza pintados a mano. No hay trinos, nada se agita, todo está muy quieto. Más allá, la llamarada naranja de una excavadora descansa recostada sobre la tapia trasera.

La tierra por ella removida rodea aún fresca la fosa recién abierta. El entorno es apacible; parece que estuviéramos solos en esta brillante mañana de abril. Sin embargo, al acercarnos podemos escuchar claramente un suave deslizar-raspar-gemir-soplar proveniente de la profundidad del pozo y al llegar al borde nos asomamos curiosos tratando de ver de dónde proviene. …Un vaho fétido, pringoso y oscuro, nos golpea brutal desde la misma boca del infierno; la magia del camino se desvanece, el horror nos ahoga con su sudor helado, nuestros corazones parecen detenerse… Es que, tres metros más abajo, cuatro o cinco chicas y chicos con pequeñas puntas de madera blanda, delicados cinceles y pinceles de pelo muy suave entre sus manos, se mueven afanosos, suspirando de tanto en tanto, mientras trabajan agachados en medio de más de cien esqueletos que yacen impúdicos, descubiertos, escarbados, perfectamente limpios y ordenados entre cintas de colores; cada uno de ellos lleva un número verde pegado sobre el cráneo blanco, para iden-

tificarlos, nos dirán luego: son números que usamos los antropólogos en pos de identidades perdidas en el tiempo. Los huesos muestran muescas de las balas que acabaron con la vida de sus dueños; alambres oxidados que aún aprietan las muñecas descarnadas, las bocas han quedado abiertas en un último grito de protesta y ahora, sin apuro, descansan abrazados en el lodo de su fondo… Hay decenas de fosas tan llenas como ésta, agregan… Un escalofrío final nos estremece. ¡El abuelo de Antonio, mi padre, está con ellos!

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lentado por el notable éxito del primero, tanto en la cantidad de participantes como en la calidad de los trabajos, y su altamente favorable repercusión entre los lectores de SEGUIMOS, donde son publicadas mes a mes las obras seleccionadas, el Centro de Jubilados y Pensionados de Prensa de Córdoba ha organizado Brevísimo Bicentenario, su Segundo Concurso Literario. El certamen es abierto a todos los jubilados y pensionados, sean o no afiliados de esta entidad. Cada participante podrá presentar un único trabajo de hasta 500 palabas, en castellano, pudiendo adoptar la forma de cuento o relato. Los textos deberán ser inéditos, no premiados anteriormente ni sujetos a compromiso alguno de edición. El tema es de libre elección. El Jurado estará integrado por Alicia Ares, Juan Antonio Castro Torres y Víctor Stasyszyn y estimará, además de la calidad literaria, el ejercicio de la síntesis efectuado en el cuento o relato. Los trabajos deberán presentarse escritos a máquina y a doble espacio, por una sola cara y por duplicado, con un seudónimo, en sobre cerrado, indicando en el sobre: Brevísimo Bicentenario Segundo Concurso Literario del Centro de Jubilados y Pensionados de Prensa de Córdoba. Dentro del sobre se incluirá otro, también cerrado, con el seudónimo en el exterior y en su interior nombre, apellido, dirección y teléfono del autor o autores, así como la acreditación del requisito establecido en la base primera (fotocopia del DNI o cualquier otro documento que acredite la edad y la condición con recibo de jubilación). El plazo de presentación de las obras vencerá el 31 de marzo de

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Brevísimo Bicentenario Segundo Concurso Literario para jubilados y pensionados 2010. El jurado se expedirá un mes después y los cuentos o relatos seleccionados –12 trabajos sin orden de mérito– serán publicados en los números de 2010/11 de la revista SEGUIMOS, que edita este Centro. No habrá ningún otro tipo de premio. Los interesados en efectuar consultas pueden dirigirse a [email protected] y recibirán toda la información requerida.

Hasta febrero El Centro de Jubilados y Pensionados de Prensa de Córdoba efectuará un receso desde el 22 de diciembre hasta el 16 de febrero. A su vez, esta edición de SEGUIMOS corresponde a diciembre y enero; con el número de febrero retomará su periodicidad mensual. Al despedirnos, agradecemos y deseamos lo mejor a directivos y empleados del Cispren, la Obra Social de Prensa y la Farmacia Sindical; a los medios de comunicación y a sus conductores y periodistas; a los centros colegas; a los lectores, anunciantes y colaboradores de nuestra publicación y a especialmente a todos los jubilados. Muchas felicidades.

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Jubilados felices que deben estar cobrando el 82% móvil No existen. Son sólo los de imágenes de anuncios publicitarios compradas generalmente en bancos de fotos extranjeros o realizadas con actores que hacen lo suyo.

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