El amor absoluto como argumento de traicion y la ambivalencia materna

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IV Congreso Internacional de Psicopatología  Fundamental       X Congreso Brasileiro de  Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor  como argumento para (el) bien o (el) mal El amor absoluto como argumento de traicion y la ambivalencia materna. Por: Flor de María Gamboa Solís1 Las historias de amor que pueblan nuestro imaginario de encanto y desencanto, fascinación e intriga son aquellas en donde el amor sirve como argumento para intentar resolver posiciones que Freud (1915) caracterizó como ambivalentes por implicar la coexistencia de sentimientos opuestos dirigidos hacia una misma causa u objeto. La oposición amor-odio es fundamental de la vida anímica y son sus inscripciones particulares en el fondo, siempre dilemático, de una historia de amor, las que sostienen férreamente los montajes imaginarios de que el amor lo puede todo, lo entiende todo, disculpa y soporta todo. Amor desenfrenado, amor sacrificado, son compartimentos anudados de secretos pasionales que no hacen sino encubrir la violencia de nuestro odio hacia el otro. Dicho de otra manera, siempre que de amor absoluto se trate o del amor que no sabe sino de su trabazón indisoluble con la pasión, habremos de encontrar cosidos en sus orillas y en la estabilidad de su silueta misma, arrebatos vengativos, impulsos infames, atentados macabros cuyo núcleo de encendido no es otro que el odio, a pesar de que este no sea reconocido en la multiplicidad de sus manifestaciones o de que haya quedado fuera precisamente del ideal que presta sus teclas a las partituras de las historias de amor-pasión. Me refiero al amor maternal, un amor que anida en la relación madre-hijo, exaltándola, que se representa como consagrado y entregado a la causa del otro, sin condiciones y de manera absoluta y para siempre, con lo cual, la madre queda reducida a un espectro, condenada a una no-existencia independiente del hijo y privada de la posibilidad de una subjetividad particular, dado que lo que se encuentra excluido de ese amor materno - modelo de perfección amorosa-, es precisamente la ambivalencia materna misma que no es sino efecto y manifestación del odio inherente a las pulsiones de muerte. Lo que queda marginado del ideal de amor  Dra. En estudios de Género por la Universidad de Sussex, Reino Unido. Profesora-Investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 1

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IV Congreso Internacional de Psicopatología  Fundamental       X Congreso Brasileiro de  Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor  como argumento para (el) bien o (el) mal El propósito es dar cuenta, desde mi perspectiva feminista, que el amor ‘absoluto’ de una mujer por un hombre que sirve como argumento de traición y específicamente de traición de aspectos de lo propio (familia, raíces culturales, lengua materna, objetos, etc.) como lo ejemplifican las historias esbozadas anteriormente, es una poderosa construcción imaginaria vuelta ideal que se alimenta insaciablemente del no reconocimiento de la existencia independiente y la condición subjetiva singular de la madre. Y lo hace operando bajo la lógica de la exclusión de la ambivalencia materna, el costado oscuro de la maternidad el cual implica, por ende, las pulsiones de muerte que lo abastecen y que pasan a su vez a ser también negadas y marginadas, tanto como bajo la creencia (fantasía) en una relación de fusión madre-hijo, en una díada (Winnicott, 1957, 1958) o ‘relación simbiótica’ como la llama Margaret Mahler (1968) que está presente desde el comienzo de la vida y la cual requiere ser interrumpida, intervenida por un tercero – generalmente el padre - para que la mente del bebé se pueda estructurar. En consecuencia y de manera argumentativa, el amor que lo da todo y lo hace todo por el otro, hay que pensarlo desde las lianas de las construcciones culturales de género de las cuales se cuelgan supuestos y creencias sobre el amor que las mujeres son capaces de profesar. Enclavadas en el modelo de la relación madre-hijo, que para Freud es la relación “más perfecta, la más exenta de ambivalencia de todas las relaciones humanas” (Freud, 1933, t. XXII, p. 124), las creencias en el amor ‘absoluto’, en ese que sólo las mujeres pueden ofrecer, eliden la representación del componente de odio, y con ello, la penumbra de la economía psíquica femenina, la noche de ese amor que todo lo puede y todo lo renuncia, se vuelve día a través del síntoma. Es importante quebrar el corazón de esta creencia y desmantelar las astucias imaginarias de ese amor para que la mujer tenga acceso a sus propios ideales y a la instauración de su propio discurrir amoroso. Amor y pasión: relaciones simétricas y asimétricas

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IV Congreso Internacional de Psicopatología  Fundamental       X Congreso Brasileiro de  Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor  como argumento para (el) bien o (el) mal La psicoanalista francesa Piera Aulagnier (1994) establece una distinción entre las relaciones de asimetría y las relaciones de simetría, siendo el prototipo de las primeras, la pasión y, el amor, prototipo de las segundas (pp. 193-222). Y una de las características centrales de esta distinción es que en las relaciones de simetría cada uno de los yoes involucrados “se revela ante el otro, y es reconocido por el otro, como fuente de un placer privilegiado y también como detentador de un poder de sufrimiento igualmente privilegiado” (p.197), el amor estaría entonces definido como una amalgama de diferentes elementos todos ellos marcados por un deseo de placer: de cuerpo, de pensamiento e identificatorio que confluyen en un solo objeto (amado) a la vez, junto a quien o con el cual, se abriga la ilusión de que algo se comparte. Mientras tanto, en las relaciones de asimetría dicha amalgama se fractura, dando pie a la fuga del deseo de placer y apertura a una necesidad de placer. En estas relaciones, el yo considera al yo del otro como objeto de necesidad, necesario, indispensable y, por consiguiente, a su propio yo como privado. Instancias de odio en este orden de la necesidad de placer definen la pasión que se incuba como dependencia por parte de uno de los amantes, el que se vive como privado, respecto al otro que se vive como omnipotente, sin necesidad alguna. “Si el yo se piensa desposeído del poder de hacer sufrir al otro, inversamente se demuestra el exceso de su propia capacidad de sufrimiento. Ya no es un sino un ” (p. 209). Este es el reducto significante por donde se cuela el amor como argumento de traición debido a que, tal como lo muestran las historias de nuestras ‘traidoras’, ambas sufren la dolorosa realización de una pasión que las deja privadas y sufrientes pero confirmadas, simultáneamente, en la beatitud de su amor absoluto por el otro. Malinali se queda privada, desposeída de sus raíces y de su lengua materna pues como narra Robles (1996/2003) en su recreación literaria de esta figura femenina clave en la historia de la conquista de México, Malinali, es ‘lengua’ para Cortés, sin que por ello sea su propia voz (la de Malinali) la que hable para mediatizarse así, la construcción para sí misma de una identidad liberadora. 4

IV Congreso Internacional de Psicopatología  Fundamental       X Congreso Brasileiro de  Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor  como argumento para (el) bien o (el) mal “Doña Marina fue mero puente verbal, corredor de palabras ajenas a su pasado, distantes en todo a los nombres de su experiencia y sin vínculo alguno con el significado de las ideas que expresaba, porque estas correspondían al dominio europeo” (p. 222). Por su lado, Ariadna, pierde a su familia, a su medio hermano (el Minotauro a quien Teseo asesina dentro del laberinto) aunque lo más valioso que Ariadna pierde, es eso que le pertenece por derecho propio que es además, rasgo distintivo de su identidad mítica: su bola de hilo mágico por la cual, paradójicamente, esperaba ganar a Teseo como esposo. Al entregarle Ariadna a Teseo el hilo mágico, ella se queda desposeída y él se arropa simbólicamente de falo para pasar así a ser el que tiene (el omnipotente que no necesita de nada ni de nadie), el que no carece de nada quedando evidenciada la capacidad de sufrimiento de Ariadna una vez que ha perdido la capacidad de hacer sufrir a Teseo habiéndole dado ‘todo’. La relación idealizada madre-hijo y narcisismo primario; una ruta del amor para siempre perdida La postura de Kristeva (1987/2204) respecto al amor que es capaz de darlo todo y de hacer cualquier cosa, como traicionar, implica la ubicación de este amor entre las fronteras de la idealización y el narcisismo (p. 5), que son las fronteras donde los dominios del yo y del otro se desdibujan y que toman como material para su construcción la relación madre-hijo. El amor abnegado, intachable, incondicionalmente remozado de beatitud de la madre hacia el hijo, mismo que alcanza las techumbres de la religiosidad dogmática 4 que a su vez lo protegen y resguardan, es el modelo de perfección del amor absoluto, del que todo lo puede y todo lo da.

 Me refiero al cristianismo en tanto sistema refinado de creencias  cuya  esencia   radica   en   absorber   la   feminidad   a   la   esfera   de   lo   maternal,  haciendo   de   su   figura   femenina   central,   la   virgen   María,   la   “divisa  absoluta de gracia y pureza perfectas…la glorificación de una maternidad  prodigiosa, modelo de humildad universal y obediencia”, ver: Robles, M.  Mujeres, Mitos y Diosas (1996/2003), pp. 225­227. 4

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de elogios, exonerada de su locura que al ser por amor, pierde rastros de

abyección normalizándose así, la capacidad de las mujeres para amar hasta la traición. Ambivalencia materna y la fusión que nunca ha existido El último tramo de nuestro recorrido nos ubica en las ligas de un saber psicoanalítico sobre la mujer y particularmente sobre la madre, que no se supo, ante el cual se fingió demencia o del que no se quiso saber hasta mucho después y siempre por la vía de las psicoanalistas y de la crítica feminista psicoanalítica. Me refiero al saber sobre la ambivalencia materna que se relaciona con el reconocimiento de la existencia separada de la madre respecto al hijo y con la representación de las pulsiones de muerte en las explicaciones sobre la economía psíquica femenina. Todo empezó con Freud en cuyo modelo de subjetividad, que es el complejo de Edipo, únicamente las pulsiones de los niños (as) contaban ya que siempre se ocupó más de las reacciones psíquicas y afectivas de los infantes hacia sus padres que de las de los padres hacia los hijos. Esto fue señalado en tiempo y forma y cuestionado por sus sucesores 8

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 Traducción de la autora.

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 Traducción de la autora.

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Declara?ão, Eu Flor de Maria Gamboa Solís autor do trabalho intitulado El amor absoluto como argumento de traicion y la ambivalencia materna, o qual submeto á aprecia?ão da Comissão Organizadora do IV Congresso Internacional de Psicopatología Fundamental e X Congresso Brasileiro de Psicopatología 12

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22 do julho do 2010

Flor de María Gamboa Solís

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