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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal El amor absoluto como argumento de traicion y la ambivalencia materna. Por: Flor de María Gamboa Solís1 Las historias de amor que pueblan nuestro imaginario de encanto y desencanto, fascinación e intriga son aquellas en donde el amor sirve como argumento para intentar resolver posiciones que Freud (1915) caracterizó como ambivalentes por implicar la coexistencia de sentimientos opuestos dirigidos hacia una misma causa u objeto. La oposición amor-odio es fundamental de la vida anímica y son sus inscripciones particulares en el fondo, siempre dilemático, de una historia de amor, las que sostienen férreamente los montajes imaginarios de que el amor lo puede todo, lo entiende todo, disculpa y soporta todo. Amor desenfrenado, amor sacrificado, son compartimentos anudados de secretos pasionales que no hacen sino encubrir la violencia de nuestro odio hacia el otro. Dicho de otra manera, siempre que de amor absoluto se trate o del amor que no sabe sino de su trabazón indisoluble con la pasión, habremos de encontrar cosidos en sus orillas y en la estabilidad de su silueta misma, arrebatos vengativos, impulsos infames, atentados macabros cuyo núcleo de encendido no es otro que el odio, a pesar de que este no sea reconocido en la multiplicidad de sus manifestaciones o de que haya quedado fuera precisamente del ideal que presta sus teclas a las partituras de las historias de amor-pasión. Me refiero al amor maternal, un amor que anida en la relación madre-hijo, exaltándola, que se representa como consagrado y entregado a la causa del otro, sin condiciones y de manera absoluta y para siempre, con lo cual, la madre queda reducida a un espectro, condenada a una no-existencia independiente del hijo y privada de la posibilidad de una subjetividad particular, dado que lo que se encuentra excluido de ese amor materno - modelo de perfección amorosa-, es precisamente la ambivalencia materna misma que no es sino efecto y manifestación del odio inherente a las pulsiones de muerte. Lo que queda marginado del ideal de amor Dra. En estudios de Género por la Universidad de Sussex, Reino Unido. Profesora-Investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 1
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal absoluto inspirado en la relación madre-hijo, pues, dicho de otra manera, sin reconocimiento, son las pulsiones de muerte de la madre y también, el hecho de que la relación madre-hijo está inserta en un entramado social y es estructurada por la cultura (Burman, 2008). La traición de la hasta, antes de la aparición de Hernán Cortés, desconocida Malinali hacia su pueblo, su raza y sus costumbres por amor al conquistador de la gran Tenochtitlán, o la traición de la agraciada Ariadna2 hacia su familia por amor a Teseo, el héroe ateniense, pareciera haber quedado histórica y míticamente suspendida de un gesto comprensivo, casi virtuoso que ha sido impulsado por la creencia en que lo que se hace por amor, en este caso, una traición, es válido y merece perdón. Todavía más, la traición en estas historias no sólo es disculpada y ‘comprendida’ sino que eleva el amor de ambas mujeres hacia el otro, a la condición de absoluto, de ideal, de argumento incuestionable, letra casi muerta y fosilizada; como si la traición, en tanto instancia de odio, robusteciera en términos de intensidad, la fuerza del amor. “Pero si hizo lo que hizo tuvo que ser por amor” (Montero, 2003, p. 132). Y respecto a la traición de Ariadna, la clasicista Rebecca Armstrong, aclara: “No quiero negar que el abandono cometido por Ariadna hacia su familia, no pueda ser visto como una traición, pero la dolorosa realización de que ahora no tiene hacia dónde ir parecer ser en sí misma castigo suficiente, y sus razones para dejar Creta, a pesar de estar desorientadas, fueron al menos generosas y apasionadas….”3 (Armstrong, 2006, p. 202). En este breve ensayo presentaré algunas ideas en torno al amor-pasión como argumento de traición femenina, partiendo de las consideraciones teóricas de Piera Aulagnier (1994), pasando por las reflexiones de Julia Kristeva (1987/2004) en torno al amor y sus instancias de idealización fundadas en la relación madre-hijo, para finalizar con la propuesta clínicofeminista de Rozsika Parker (1995) que se comprende como ‘ambivalencia materna’. Todas las referencias a Ariadna y su historia empleadas en lo sucesivo, corresponden a la versión del mito de Ariadna recogida en Graves, Robert (1955/1960) The Greek Myths, vol. I London: Penguin, especialmente pp. 337-344. 3 Traducción de la autora. 2
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal El propósito es dar cuenta, desde mi perspectiva feminista, que el amor ‘absoluto’ de una mujer por un hombre que sirve como argumento de traición y específicamente de traición de aspectos de lo propio (familia, raíces culturales, lengua materna, objetos, etc.) como lo ejemplifican las historias esbozadas anteriormente, es una poderosa construcción imaginaria vuelta ideal que se alimenta insaciablemente del no reconocimiento de la existencia independiente y la condición subjetiva singular de la madre. Y lo hace operando bajo la lógica de la exclusión de la ambivalencia materna, el costado oscuro de la maternidad el cual implica, por ende, las pulsiones de muerte que lo abastecen y que pasan a su vez a ser también negadas y marginadas, tanto como bajo la creencia (fantasía) en una relación de fusión madre-hijo, en una díada (Winnicott, 1957, 1958) o ‘relación simbiótica’ como la llama Margaret Mahler (1968) que está presente desde el comienzo de la vida y la cual requiere ser interrumpida, intervenida por un tercero – generalmente el padre - para que la mente del bebé se pueda estructurar. En consecuencia y de manera argumentativa, el amor que lo da todo y lo hace todo por el otro, hay que pensarlo desde las lianas de las construcciones culturales de género de las cuales se cuelgan supuestos y creencias sobre el amor que las mujeres son capaces de profesar. Enclavadas en el modelo de la relación madre-hijo, que para Freud es la relación “más perfecta, la más exenta de ambivalencia de todas las relaciones humanas” (Freud, 1933, t. XXII, p. 124), las creencias en el amor ‘absoluto’, en ese que sólo las mujeres pueden ofrecer, eliden la representación del componente de odio, y con ello, la penumbra de la economía psíquica femenina, la noche de ese amor que todo lo puede y todo lo renuncia, se vuelve día a través del síntoma. Es importante quebrar el corazón de esta creencia y desmantelar las astucias imaginarias de ese amor para que la mujer tenga acceso a sus propios ideales y a la instauración de su propio discurrir amoroso. Amor y pasión: relaciones simétricas y asimétricas
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal La psicoanalista francesa Piera Aulagnier (1994) establece una distinción entre las relaciones de asimetría y las relaciones de simetría, siendo el prototipo de las primeras, la pasión y, el amor, prototipo de las segundas (pp. 193-222). Y una de las características centrales de esta distinción es que en las relaciones de simetría cada uno de los yoes involucrados “se revela ante el otro, y es reconocido por el otro, como fuente de un placer privilegiado y también como detentador de un poder de sufrimiento igualmente privilegiado” (p.197), el amor estaría entonces definido como una amalgama de diferentes elementos todos ellos marcados por un deseo de placer: de cuerpo, de pensamiento e identificatorio que confluyen en un solo objeto (amado) a la vez, junto a quien o con el cual, se abriga la ilusión de que algo se comparte. Mientras tanto, en las relaciones de asimetría dicha amalgama se fractura, dando pie a la fuga del deseo de placer y apertura a una necesidad de placer. En estas relaciones, el yo considera al yo del otro como objeto de necesidad, necesario, indispensable y, por consiguiente, a su propio yo como privado. Instancias de odio en este orden de la necesidad de placer definen la pasión que se incuba como dependencia por parte de uno de los amantes, el que se vive como privado, respecto al otro que se vive como omnipotente, sin necesidad alguna. “Si el yo se piensa desposeído del poder de hacer sufrir al otro, inversamente se demuestra el exceso de su propia capacidad de sufrimiento. Ya no es un sino un ” (p. 209). Este es el reducto significante por donde se cuela el amor como argumento de traición debido a que, tal como lo muestran las historias de nuestras ‘traidoras’, ambas sufren la dolorosa realización de una pasión que las deja privadas y sufrientes pero confirmadas, simultáneamente, en la beatitud de su amor absoluto por el otro. Malinali se queda privada, desposeída de sus raíces y de su lengua materna pues como narra Robles (1996/2003) en su recreación literaria de esta figura femenina clave en la historia de la conquista de México, Malinali, es ‘lengua’ para Cortés, sin que por ello sea su propia voz (la de Malinali) la que hable para mediatizarse así, la construcción para sí misma de una identidad liberadora. 4
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal “Doña Marina fue mero puente verbal, corredor de palabras ajenas a su pasado, distantes en todo a los nombres de su experiencia y sin vínculo alguno con el significado de las ideas que expresaba, porque estas correspondían al dominio europeo” (p. 222). Por su lado, Ariadna, pierde a su familia, a su medio hermano (el Minotauro a quien Teseo asesina dentro del laberinto) aunque lo más valioso que Ariadna pierde, es eso que le pertenece por derecho propio que es además, rasgo distintivo de su identidad mítica: su bola de hilo mágico por la cual, paradójicamente, esperaba ganar a Teseo como esposo. Al entregarle Ariadna a Teseo el hilo mágico, ella se queda desposeída y él se arropa simbólicamente de falo para pasar así a ser el que tiene (el omnipotente que no necesita de nada ni de nadie), el que no carece de nada quedando evidenciada la capacidad de sufrimiento de Ariadna una vez que ha perdido la capacidad de hacer sufrir a Teseo habiéndole dado ‘todo’. La relación idealizada madre-hijo y narcisismo primario; una ruta del amor para siempre perdida La postura de Kristeva (1987/2204) respecto al amor que es capaz de darlo todo y de hacer cualquier cosa, como traicionar, implica la ubicación de este amor entre las fronteras de la idealización y el narcisismo (p. 5), que son las fronteras donde los dominios del yo y del otro se desdibujan y que toman como material para su construcción la relación madre-hijo. El amor abnegado, intachable, incondicionalmente remozado de beatitud de la madre hacia el hijo, mismo que alcanza las techumbres de la religiosidad dogmática 4 que a su vez lo protegen y resguardan, es el modelo de perfección del amor absoluto, del que todo lo puede y todo lo da.
Me refiero al cristianismo en tanto sistema refinado de creencias cuya esencia radica en absorber la feminidad a la esfera de lo maternal, haciendo de su figura femenina central, la virgen María, la “divisa absoluta de gracia y pureza perfectas…la glorificación de una maternidad prodigiosa, modelo de humildad universal y obediencia”, ver: Robles, M. Mujeres, Mitos y Diosas (1996/2003), pp. 225227. 4
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal Cuando las parejas de amantes, como las de nuestras historias, se conectan a través de este modelo, se podría decir siguiendo a Kristeva que su relación amorosa comulga a través de un ideal, de una configuración ideal sobre el amor, es decir, es un ideal el que hace las veces de enlace entre los amantes, el que puede servir para disolver la condena que de otro modo mantiene a los amores indivisibles, inconmensurables para y en sí mismos (p. 3) pero al mismo tiempo, por la mediación de este ideal al que se le significa como amor, la relación con el otro se mantiene en la dimensión de la fantasía y en la plenitud aciaga de un derecho narcisista que no ha podido ser renunciado y que busca insistentemente ser ejercido. El amor a primera vista, que es como se describe la atracción de Ariadna por Teseo: “Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista” (Graves, 1955/1960, p. 334), y al que podríamos pensar como una instancia capturada por las coordenadas imaginarias del amor maternal, no fue recíproco ni tampoco simétrico; lo que Ariadna miró en Teseo, no fue lo que Teseo miró en Ariadna. Mientras ella miraba una boda y con ella la fusión narcisista del uno, el cumplimiento de ese ideal de ser uno solo con el amado, como se fue en un principio con la madre, Teseo miraba gloria, fama, lo cual se podría traducir como representaciones simbólicas, entramados significantes por los cuales el sujeto desea ser Uno, es decir, no estar en falta y vivir la ilusión de la omnipotencia, del ser que todo lo sabe y todo lo puede, como se creyó era el padre de la infancia. El instante en el que Ariadna se descubre poderosamente subjetiva, es decir, deseante, es cuando se muestra dispuesta a dar todo por Teseo, al punto de fraguar la traición a su familia y el asesinato de su hermano. Solo que a esa poderosa realización que podría traducirse como una señal de que el amor individual (narcisista) se ha trascendido, le sigue la realización de dicha imposibilidad pues al riesgo corrido por Ariadna, a su aceptación de perderse para el otro, le es asestado como golpe ensordecedor un abandono. Teseo abandona a Ariadna, no cumple su promesa de matrimonio sin conocerse las razones de 6
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal ello pero dejando claro con su partida, que el amor es “de todas maneras solitario” (Kristeva, 1987/2004, p. 2) y adicto a borrar la alteridad. La razón por la cual el narcisismo primario que forja la madre no se puede renunciar fácilmente y que se busca afanosamente en otros espejos, en otras miradas a las que se les colgarán gajos de amor en cuanto dicho reflejo de perfección se instaura en la experiencia del futuro anterior del sujeto, estriba en su condición de continente perdido, ilocalizable. Es decir, si el amor maternal se vuelve ideal es porque está para siempre perdido, al menos así es como Freud entendía los ideales de los que el ideal del yo es epitome. En su ensayo “Introducción al narcisismo” Freud (1914) define el ideal de yo, como una instancia intrapsíquica encargada de la censura del yo y la auto-observación y cuyo origen es principalmente narcisista: “Lo que [el hombre] proyecta ante sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia; en aquel entonces él mismo era su propio ideal (Laplanche y Pontalis, 1981, p. 180). Sin embargo, Kristeva, refiriéndose a las particularidades imaginarias que gobiernan la absorción de la feminidad por la maternidad, como es típico en nuestra cultura femenina del amor, hace una precisión importante que nos servirá para enlazar las ideas finales con las cuales concluiremos este ensayo, ideas que como se anticipó, suponen un recorte de la crítica feminista a la marginación de la ambivalencia materna y las pulsiones de muerte de la madre por parte del psicoanálisis clásico. Esta precisión de Kristeva a la que me refiero, ubica la fuerza del ideal de maternidad no tanto en la necesidad por una madre arcaica, todopoderosa, primordial, fundadora del matriarcado como la que queda grabada en las efigies femeninas que datan del Paleolítico Superior y la llamada Edad del Rin (de Martino, y Bruzzese, 1994), sino en la necesidad de mantener la relación que nos unía con ella, con la madre, que no es otra sino aquella por la cual, nos sentíamos completos, únicos, majestades sin reino, pero en control del mundo. “Sin embargo si se mira con atención, esta maternidad es la fantasía que alimenta el 7
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal adulto, hombre o mujer, de un continente perdido: además, se trata menos de una madre arcaica idealizada, que de una idealización de la relación que nos une a ella, ilocalizable, de una idealización del narcisismo primario” (Kristeva, 1987/2004, p. 209). En las relaciones de asimetría donde lo que se pone en juego son las trampas a veces mortíferas del narcisismo primario, se evidencia que no es al otro en su condición de radical alteridad, de otro, diferente y singular, a quien la mujer ama y en nombre de cuyo amor, está dispuesta a traicionar a otros (objetos, situaciones) sino la relación misma, la mujer ama la relación por la cual se fantasmatiza la realización del narcisismo primario. Y, en ese sentido, es un amor que consume, que se sufre, para el que ningún sacrificio es suficiente pero que se encuentra sumido entre las clausulas de la más ‘violenta ética’ (Kristeva, p. 3) que deja a la mujer presa de este amor, estragada, como dice Lacan (1972-73) pero también exaltada
de elogios, exonerada de su locura que al ser por amor, pierde rastros de
abyección normalizándose así, la capacidad de las mujeres para amar hasta la traición. Ambivalencia materna y la fusión que nunca ha existido El último tramo de nuestro recorrido nos ubica en las ligas de un saber psicoanalítico sobre la mujer y particularmente sobre la madre, que no se supo, ante el cual se fingió demencia o del que no se quiso saber hasta mucho después y siempre por la vía de las psicoanalistas y de la crítica feminista psicoanalítica. Me refiero al saber sobre la ambivalencia materna que se relaciona con el reconocimiento de la existencia separada de la madre respecto al hijo y con la representación de las pulsiones de muerte en las explicaciones sobre la economía psíquica femenina. Todo empezó con Freud en cuyo modelo de subjetividad, que es el complejo de Edipo, únicamente las pulsiones de los niños (as) contaban ya que siempre se ocupó más de las reacciones psíquicas y afectivas de los infantes hacia sus padres que de las de los padres hacia los hijos. Esto fue señalado en tiempo y forma y cuestionado por sus sucesores 8
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal inmediatos como Harry Guntrip (1964) para quien investigar las actitudes de la madre hacia los hijos era indispensable en pro del desarrollo de la teoría psicoanalítica. Por otro lado, está el asunto de la creencia en una diada o simbiosis madre-hijo supuestamente presente desde el comienzo de la vida, e incluso desde antes, en la vida intrauterina y por la cual se justifica que sea el padre, generalmente, quien dotado de racionalidad y habilitado por el mundo de la cultura, interrumpa esa fusión para el bien de todos: del hijo, de la madre y de él mismo. La spaltung freudiana, escisión radical para la estructuración de la subjetividad y el advenimiento del lenguaje motor de la socialidad, está teorizada bajo el no reconocimiento de una separación, de una distancia entre la madre y el hijo. Así, lo que la critica feminista establece sobre estos puntos ciegos del psicoanálisis clásico, es lo siguiente: Primero, que la ambivalencia materna lejos de ser uno de los jinetes del apocalipsis, es un recurso de creatividad constructiva, que construye, en tanto el lado negativo y siniestro que la integra, la cara del odio inherente a toda dinámica ambivalente, como por ejemplo cuando se vuelca sobre la culpa y la ansiedad pueda ser integrado al capital materno, reconocido en sus diversidades, como disposiciones afectivas propias, inherentes a la subjetividad de la madre, que pueden ser transformadas, sublimadas, en beneficio comprensivo de la siempre intrincada relación madre-hijo. Dice Parker (1995/2005): “La ambivalencia materna no es un estado estático sino una experiencia dinámica de conflicto con fluctuaciones que la madre siente en diferentes momentos del desarrollo del niño y cambiantes entre los diferentes hijos… la ambivalencia no es en sí misma el problema, sino la manera en que la madre maneja el sentimiento de culpa y la ansiedad que esta provoca.” (p. 8).5
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Traducción de la autora.
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal En segundo término, la fantasía de fusión, de ser Uno con la madre, ha sido desestimada desde la perspectiva biológica que recupera los estudios sobre las relaciones entre la madre y el bebé dentro del útero realizados por Helene Rouch (en Irigaray, 1993). En una entrevista que entablara con Luce Irigaray (1993), Rouch explica el papel mediatizador que juega la placenta durante la vida intrauterina, a partir de acentuar su condición de tejido formado por el embrión. Lo describe de la siguiente manera: “A pesar de que la placenta es una formación del embrión, esta se comporta como un órgano que es prácticamente independiente de este. La placenta juega un papel de mediadora a dos niveles. Por un lado, es el espacio mediador entre la madre y el feto, lo que significa que no hay nunca una fusión de tejidos maternales y embrionicos. Y, por otro lado, la placenta constituye un sistema que regula los intercambios (de nutrientes y de desperdicios) pero también modifica el metabolismo materno… permite el establecimiento de una relación entre madre y feto” (Rouch en Irigarary, 1993, p. 39).6 Finalmente, integrando estas dos criticas, restaría puntualizar que tanto el reconocimiento de la ambivalencia materna como el de una separación entre la madre y el hijo existente desde el comienzo de la vida, son necesarias para impedir que la mujer en tanto madre, siga privada de su propia subjetividad, abandonada de mediaciones, de separaciones, de espacios por los cuales pueden emerger símbolos y representaciones para su propia experiencia de madre y para la relación que sostiene con su hijo. Y, además, para impedir que sus pulsiones de muerte, aniden sus arrebatos sin ningún tipo de atenuante simbólico, sin ninguno de esos que se necesitan para protegerse contra la psicosis. En función de nuestro tema central, el reconocimiento del odio como componente del amor que marca las pautas de la relación madre-hijo y que forma parte del repertorio afectivo de la madre al estar gobernado su aparato psíquico tanto por pulsiones de vida como por pulsiones de muerte, y, por otra parte, el reconocimiento de la relación en el sentido más amplio de este término entre madre e hijo desde la vida intrauterina, implica emprender un 6
Traducción de la autora.
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IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal viaje por los despeñaderos del odio que queda oscurecido y amagado al interior del argumento amoroso, ablandado en su fuerza brutal pero nunca eliminado ni desmantelados sus propósitos. Implica como efecto colateral, incidir seriamente en el desmontaje y la posterior transformación de las representaciones y codificaciones culturales de un amor que se funda en los orígenes de una relación que nunca ha sido de fusión. Para la clínica psicoanalítica contemporánea, indiscutiblemente una clínica del amor, y para el feminismo hoy más que antes, es importante resituar el amor como argumento de traición en el descontento actual de las mujeres respecto a la concepción y a la maternidad porque como sugiere Kristeva (1987/2004) implica la vehiculización de un malestar no solamente cultural, sino de la especie (p. 210). Las mujeres se niegan a seguir siendo los soportes del amor perfecto porque quieren tener derecho a soportar las imperfecciones del amor tejidas con los hilos no avergonzados de sus propias historias. En un momento histórico en donde precisamente lo que menos existe ya son códigos amorosos, referentes estables para el amor de una época, una clase social o un grupo, es tiempo también de que el amor absoluto corporeizado por la madre, descanse en paz, que sea roto en su culto para que en sus fragmentos se instale la posibilidad de un renacimiento, de un amor en permanente renovación que siempre esté de moda y al tanto de los asaltos instrumentados por la muerte. Referencias: Armstrong, Rebecca (2006). Cretan Women: Pasiphae, Ariadne, and Phaedra in Latin Poetry. Oxford: Oxford University Press. Aulagnier, Piera (1994). Los destinos del placer: Alienación, amor, pasión. Buenos Aires: Paidós. Burman, Erica (2008). Deconstructing developmental psychology. London: Routledge. De Martino, Giulio y Bruzzese, Marina (1994). Las Filósofas. Madrid: Cátedra. Freud, Sigmund (1933/1976)) “La Feminidad”, conferencia 33 de las Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, vol. XXII, en Obras Completas de Sigmund Freud. Buenos Aires: Amorrortu _____. (1915/1976) “Pulsiones y destinos de pulsión”, vol. XIV. _____. (1914) “Introducción del narcisismo”, vol. XIV. Graves, Robert (1955/1960). The Greek Myths, vol. 1 London: Penguin. 11
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal Irigaray, Luce. (1993). Je, Tu, Nous: Towards a culture of difference. London: Routledge. Kristeva, Julia (1987/2004). Historias de Amor. México, D.F.: Siglo XXI. Lacan, Jacques (1972-1973). Seminario 20 Aun. Buenos Aires: Paidós. Mahler, Margaret (1968). On human symbiosis and the vicissitudes of individuation. New York: International University Press. Montero, Rosa (2003). Pasiones: Amores y desamores que han cambiado la historia. Madrid: Suma de Letras, S.L. Parker, Rozsika (1995/2005). The experience of maternal ambivalence. Torn in two. London: Virago. Robles, Martha (1996/2003). Mujeres, Mitos y Diosas. México, D.F.: Fondo de Cultura Ecónomica.
Declara?ão, Eu Flor de Maria Gamboa Solís autor do trabalho intitulado El amor absoluto como argumento de traicion y la ambivalencia materna, o qual submeto á aprecia?ão da Comissão Organizadora do IV Congresso Internacional de Psicopatología Fundamental e X Congresso Brasileiro de Psicopatología 12
IV Congreso Internacional de Psicopatología Fundamental X Congreso Brasileiro de Psicopatología Fundamental. Simposio: El amor como argumento para (el) bien o (el) mal Fundamental, concordo que os direitos autorais a eles referentes se tornem propiedade exclusiva da Associa?ão Universitária de Pesquisa em Psicopatología Fundamental –AUPPF, sendo vedada qualquer reprodu?ão total ou parcail, em qualquer outra parte ou meio de divulga?ão impressa ou virtual sem que a prévia e necessária autoriza?ão seja solicitada por escrito e obtida junto á AUPPF.
22 do julho do 2010
Flor de María Gamboa Solís
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