El amor en la literatura

El amor en la literatura El sentimiento amoroso es el más sublime para el ser humano y es tan antiguo como él mismo. El amor nos hace generosos y mejo

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Liceo Miguel de Cervantes y Saavedra/Depto. De Lengua Castellana y Comunicación/Profesora: Patricia paredes F. El Amor y el Viaje en Literatura Ambo

EL TEMA DEL AMOR EN LA LITERATURA ESPAÑOLA
ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 19 – JUNIO DE 2009 “EL TEMA DEL AMOR EN LA LITERATURA ESPAÑOLA” AUTORIA ANA MARÍA LUQUE JIMÉNEZ TEMÁTICA

El amor en tiempos de guerra: afectos y desafectos en la literatura testimonial centroamericana
Revista latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad www.relaces.com.ar Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emocio

El viaje en la Literatura
El viaje en la Literatura Los Temas del Viaje Viaje a los infiernos Viaje interior Viaje físico Viaje mítico / iniciático Viaje onírico Viaje

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El amor en la literatura El sentimiento amoroso es el más sublime para el ser humano y es tan antiguo como él mismo. El amor nos hace generosos y mejores personas, podemos amar a los familiares, a los amigos, a las mascotas…pero nada como el enamoramiento, un estado de ánimo tan difícil de describir que ha sido objeto de distintos textos literarios a lo largo del tiempo. Las más bellas explicaciones están en verso, porque a menudo se cantaban. A continuación transcribimos algunos textos famosos que pertenecen a la LÏRICA ya que este género es el mejor vehículo para transmitir los sentimientos. Edad Media El castellano no aparece como lengua diferente del latín, de la que procede, hasta el principio de la Edad Media, y aunque se sabe que se leían poemas amorosos latinos y que se cantaban canciones populares amorosas en romance, no se ponen por escrito hasta más tarde: Vayse meu corachón de mib. ya Rab, ¿si me tornarád? ¡Tan mal meu doler li-l-habib! Enfermo yed, ¿cuánd sanarád?

(traducción al castellano actual)

JARCHA, poesía amorosa cantada por una Muchacha. Está en mozárabe.

(Dialecto antiguo del latín)

Mi corazón se me va de mí. Oh Dios, ¿acaso se me tornará? ¡Tan fuerte mi dolor por el amado! Enfermo está, ¿cuándo sanará?

La descripción de la enamorada más antigua en castellano es la que hace Juan Ruiz, Arcipreste de Hita en “El Libro del Buen Amor” S. XIV (Probablemente nacido en Alcalá la Real) en él se plasma el ideal de belleza de la época: Oh, Dios, y cuán fermosa viene Doña Endrina por la plaza! ¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza! Con saetas de amor fiere cuando los sus ojos alza. El amor nace de la contemplación de la belleza tal y como mucho antes había dicho Platón, filósofo griego que influyó en la poesía amorosa de distintas épocas. El Arcipreste escribe textos muy curiosos sobre las mujeres y cómo debe elegirse a la enamorada, para él por ejemplo es preferible una mujer pequeña a una grande: ELOGIO DE LA MUJER CHIQUITA Quiero abreviar, señores, esta predicación porque siempre gusté de pequeño sermón y de mujer pequeña y de breve razón, pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.

De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco; hay en la mujer chica amor grande y no poco. Cambié grandes por chicas, mas las chicas no troco. Quien da chica por grande se arrepiente del troco. De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego; que cante sus noblezas, voy a decirlas luego. Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego, ¡Son frías como nieve y arden más que el fuego! Son heladas por fuera pero, en amor, ardientes; en la cama solaz, placenteras, rientes, en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes; veréis más cualidades tan pronto paréis mientes. En pequeño jacinto yace gran resplandor, en azucar muy poco, yace mucho dulzor, en la mujer pequeña yace muy gran amor, pocas palabras bastan al buen entendedor. Es muy pequeño el grano de la buena pimienta, pero más que la nuez reconforta y calienta; así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta, no hay placer en el mundo que en ella no se sienta. Como en la chica rosa está mucho color, como en oro muy poco, gran precio y gran valor, como en poco perfume yace muy buen olor, así, mujer pequeña guarda muy gran amor. Como rubí pequeño tiene mucha bondad, color, virtud y precio, nobleza y claridad, así, la mujer pequeña tiene mucha beldad, hermosura y donaire, amor y lealtad. Chica es la calandria y chico el ruiseñor, pero más dulce cantan que otra ave mayor; la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor, en amor es más dulce que azucar y que flor. Son aves pequeñuelas papagayo y orior, pero cualquiera de ellas es dulce cantador; gracioso pajarillo, preciado trinador, como ellos es la dama pequeña con amor. Para mujer pequeña no hay comparación: terrenal paraíso y gran consolación, recreo y alegría, placer y bendición, mejor es en la prueba que en la salutación.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor; ¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error! Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor, por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!

J. Ruiz, Arcipreste de Hita . (Versión modernizada de María Brey) Además de la poesía culta amorosa de finales de la Edad Media, existía una poesía oral , anónima y muy conocida por el pueblo, que en muchas ocasiones hablaba del amor. Se trata de los romances, el que leemos a continuación trata del amor trágico. Yo me estaba reposando anoche como solía, soñaba con mis amores, que en mis brazos se dormían. Vi entrar señora tan blanca muy más que la nieve fría. - ¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. - No soy el amor, amante: La muerte que Dios te envía. - ¡Hay muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! - Un día no puedo darte, - una hora tienes de vida. Muy deprisa se levanta, más deprisa se vestía. Ya se va para la calle, en donde su amor vivía. - ¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta niña! - ¿La puerta cómo he de abrirte si la ocasión no es venida? Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida. - Si no me abres esta noche, ya nunca más me abrirías; la muerte me anda buscando, junto a ti vida sería.

- Vete bajo la ventana donde bordaba y cosía, te echaré cordel de seda para que subas arriba, si la seda no alcanzare, mis trenzas añadiría. Ya trepa por el cordel, ya toca la barandilla, la fina seda se rompe, él como plomo caía. La Muerte le está esperando abajo en la tierra fría: Vamos, el enamorado, la hora ya está cumplida. Anónimo Versión de Amancio Prada

El amor a finales del siglo XV se mira con la influencia del amor cortés, el amor de los caballeros difundido por los trovadores, que consiste en ver a la dama como inalcanzable a la que el caballero sirve como si fuese su vasallo. Veamos en la poesía de Jorge Manrique (a finales del siglo XV), cómo el autor define el amor DICIENDO QUE COSA ES AMOR Es amor fuerça tan fuerte que fuerça toda razón; una fuerça de tal suerte, que todo seso convierte en su fuerça y afición; una porfía forçosa que no se puede vencer, cuya fuerça porfiosa hacemos más poderosa queriéndonos defender. Es un modo de locura con las mudanças que hace: una vez pone tristura, otra vez causa holgura, como lo quiere y le place; un deseo que al ausente trabaja, pena y fatiga; un recelo que al presente

hace callar lo que siente, temiendo pena que diga. Todas estas propiedades tiene el verdadero amor; el falso, mil falsedades, mil mentiras, mil maldades como fengido traidor; el toque para tocar cuál amor es bien forjado, es sofrir el desamar, que no puede comportar el falso sobredorado.

Renacimiento S.XVI El poeta más conocido de este período es Gacilaso de la Vega, poeta y soldado del emperador Carlos V, que a pesar de morir joven dejó bellísimas composiciones amorosas en las que aparece la dama idealizada y el amor es platónico, o sea, inalcanzable, tal como aparece en estos fragmentos:

… Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero. En el siguiente soneto , Garcilaso nos explica con una bonita metáfora cómo está prisionero del amor.

SONETO XXVII- AMOR, AMOR, UN HÁBITO VESTÍ... Amor, amor, un hábito vestí el cual de vuestro paño fue cortado; al vestir ancho fue, más apretado y estrecho cuando estuvo sobre mí. Después acá de lo que consentí, tal arrepentimiento me ha tomado,

que pruebo alguna vez, de congojado, a romper esto en que yo me metí. Mas ¿quién podrá de este hábito librarse, teniendo tan contraria su natura, que con él ha venido a conformarse? Si alguna parte queda por ventura de mi razón, por mí no osa mostrarse; que en tal contradicción no está segura.

Una de las más bonitas poesías del Renacimiento es un madrigal de Gutierre de Cetina, que para mostrar la admiración de su amada ensalza sus ojos. Podemos comprobar en el poema, el modelo de dama angelical, la dama angelicata de la que hablaban los poetas italianos que fueron precursores del Renacimiento, Dante y Petrarca.

Ojos claros, serenos Ojos claros, serenos, Si de un dulce mirar sois alabados, ¿Por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuando mas piadosos, Mas bellos parecéis a aquel que os mira, No miréis con ira, Porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, Ya que así me miráis, miradme al menos. Gutiérrez de Cetina. Barroco S.XVII A este movimiento pertenecen autores tan importantes como Góngora, Quevedo o Lope de Vega. El amor sigue siendo en este período, un amor inalcanzable e idealizado, pero ahora los poemas se recargan con figuras retóricas, que dan lugar al culteranismo y al conceptismo. La idea de la muerte y el pesimismo, diferencian estos poemas de los anteriores. Para Quevedo, el amor es tan fuerte que ni la muerte podrá conseguir separarlo de su amada:

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido:

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su cuerpo dejará no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

Otro soneto famoso de Quevedo que define el amor aparece junto al de Lope de Vega :

Definiendo el amor Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, en un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo, enfermedad que crece si es curada. Este es el niño Amor, éste es tu abismo: mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo. Quevedo

Desmayarse

Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso: no hallar fuera del bien centro y reposo, 5 mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso: huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, 10 olvidar el provecho, amar el daño: creer que el cielo en un infierno cabe; dar la vida y el alma a un desengaño, ¡esto es amor! quien lo probó lo sabe. Lope deVega De Góngora reproducimos un poema culterano, lleno de figuras literarias que hacen difícil su interpretación. La poesía de Góngora es para una minoría de lectores cultos, pero esto no le quita valor porque su obra está llena de belleza. Lo más significativo del poema son las abundantes alusiones mitológicas que hace el autor y que estuvieron de moda en los siglos XVI, XVII y XVIII

La dulce boca

La dulce boca que a gustar convida un humor entre perlas destilado, y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida, ¡amantes! no toquéis si queréis vida: porque entre un labio y otro colorado Amor está de su veneno armado, cual entre flor y flor sierpe escondida.

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No os engañen las rosas que al Aurora diréis que aljofaradas y olorosas 10 se le cayeron del purpúreo seno. Manzanas son de Tántalo y no rosas,

que después huyen dél que incitan ahora y sólo del Amor queda el veneno.

Neoclasicismo S.XVIII En el siglo XVIII, hay una vuelta al clasicismo del Renacimiento. Hay un intento por difundir la cultura entre el pueblo. Lógicamente, si lo que intentan es difundir la cultura, el ensayo es el género literario más importante, Las poesías que se llevan son las fábulas, que encierran una enseñanza, o poesías para difundir valores. En el amor, se lucha por conseguir que los matrimonios no sean concertados por los padres y sobre todo esto se expresa mediante obras teatrales. No obstante hay poesías amorosas como la que leeremos a continuación y que está escrita por Meléndez Valdés.

EL AMOR MARIPOSA Viendo el Amor un día que mil lindas zagalas huían de él medrosas por mirarle con armas, dicen que de picado les juró la venganza y una burla les hizo, como suya, extremada. Tornóse en mariposa, los bracitos en alas y los pies ternezuelos en patitas doradas. ¡Oh! ¡qué bien que parece! ¡Oh! ¡qué suelto que vaga, y ante el sol hace alarde de su púrpura y nácar! Ya en el valle se pierde, ya en una flor se para ya otra besa festivo, y otra ronda y halaga. Las zagalas, al verle, por sus vuelos y gracia mariposa le juzgan y en seguirle no tardan. Una a cogerle llega, y él la burla y se escapa; otra en pos va corriendo, y otra simple le llama, despertando el bullicio de tan loca algazara en sus pechos incautos la ternura más grata.

Ya que juntas las mira, dando alegres risadas súbito Amor se muestra, y a todas las abrasa. Mas las alas ligeras en los hombros por gala se guardó el fementido, y así a todos alcanza.

También de mariposa le quedó la inconstancia: llega, hiere, y de un pecho a herir otro se pasa. Romanticismo S. XIX El adjetivo “romántico” tal como hoy lo utilizamos proviene de este movimiento que agrupa a jóvenes a los que les interesa exaltar los sentimientos frente a la razón. El amor es para ellos una razón para vivir, pero a menudo es un amor inalcanzable e irrealizable. De nuevo aparece la dama como un sueño difícil de conseguir. El poeta más reconocido del momento, Gustavo Adolfo Bécquer, renueva la poesía, escribiendo composiciones más breves y sentidas, con un lenguaje sencillo y lírico:

—Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión, de ansia de goces mi alma está llena. ¿A mí me buscas? —No es a ti, no. —Mi frente es pálida, mis trenzas de oro, puedo brindarte dichas sin fin. Yo de ternura guardo un tesoro. ¿A mí me llamas? —No, no es a ti. —Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpórea, soy intangible, no puedo amarte. —¡Oh ven, ven tú! &&&

Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios! &&& Asomaba a sus ojos una lágrima y a mis labios una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?" Y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?" &&& Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso! &&&

Ya en el siglo XX se suceden los movimientos literarios. Los poemas amorosos nos resultan más cercanos, las distancias se acortan , los autores hispanoamericanos influyen en los españoles y viceversa. Por orden cronológico El Modernismo, de principios de siglo escribe una poesía refinada, de evasión en el tiempo y en el espacio, se ponen moda los lugares exóticos y épocas pasadas. Lo más característico de esta poesía son sus adjetivos sensoriales y las sinestesias. (metáforas en las que se mezclan los sentidos, música dulce…)

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste, la princesa está pálida) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, —la princesa está pálida, la princesa está triste—, más brillante que el alba, más hermoso que abril! —«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—; en caballo, con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío Poeta nicaragüense difusor del Modernismo en España

Otro poeta hispano cuyas poesías amorosas son muy bien acogidas por los jóvenes, es Pablo Neruda, autor chileno (1904-1973). Se trata de una expresión sencillísima y muy profunda de los sentimientos:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. (Veinte poemas de amor y una canción desesperada) &&&

Tu risa Quítame el pan, si quieres, quítame el aire, pero no me quites tu risa.

No me quites la rosa, la lanza que desgranas, el agua que de pronto estalla en tu alegría, la repentina ola de plata que te nace. Mi lucha es dura y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia, pero al entrar tu risa sube al cielo buscándome y abre para mí todas las puertas de la vida. Amor mío, en la hora más oscura desgrana tu risa, y si de pronto ves que mi sangre mancha las piedras de la calle, ríe, por que tu risa será para mis manos como una espada fresca. Junto al mar en otoño, tu risa debe alzar su cascada de espuma, y en primavera, amor, quiero tu risa como la flor que yo esperaba, la flor azul, la rosa de mi patria sonora. Ríete de la noche, del día, de la luna, ríete de las calles torcidas de la isla, ríete de este torpe muchacho que te quiere, pero cuando yo abro los ojos y los cierro, cuando mis pasos van, cuando vuelven mis pasos, niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca por que me moriría. (Los versos del capitán)

La generación del 27 recoge la influencia de Juan Ramón Jiménez y constituyen un grupo de poetas universalmente conocidos. Forman parte de esta generación, entre otros Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Pedro Salinas.

(Pedro Salinas) Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo». &&&

ROMANCE DE LA LUNA, LUNA Federico García Lorca

La luna vino a la fragua con su polisón de nardos.

El niño la mira, mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado. El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados. Cómo canta la zumaya, ¡ay, cómo canta en el árbol! Por el cielo va la luna con un niño de la mano. Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. El aire la está velando. &&&

(Luis Cernuda)

Te quiero. Te lo he dicho con el viento jugueteando tal un animalillo en la arena o iracundo como órgano tempestuoso; te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes; te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas; te lo he dicho con las plantas, leves caricias transparentes que se cubren de rubor repentino; te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta; más allá de la vida quiero decírtelo con la muerte, más allá del amor quiero decírtelo con el olvido.

Si el hombre pudiera decir lo que ama Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición,

sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido

Como podemos comprobar la máxima novedad de esta poesía es el uso del verso libre. Contemporáneo del 27 es Miguel Hernández (1910-1942) del que tomamos una versión sobre el beso:

No me conformo, no: me desespero como si fuera un huracán de lava en el presidio de una almendra esclava o en el penal colgante de un jilguero. Besarte fue besar un avispero que me clava al tormento y me desclava y cava un hoyo fúnebre y lo cava dentro del corazón donde me muero. No me conformo, no: ya es tanto y tanto idolatrar la imagen de tu beso y perseguir el curso de tu aroma. Un enterrado vivo por el llanto, una revolución dentro de un hueso,

VICEVERSA Tengo miedo de verte necesidad de verte esperanza de verte desazones de verte tengo ganas de hallarte preocupación de hallarte certidumbre de hallarte pobres dudas de hallarte tengo urgencia de oírte alegría de oírte buena suerte de oírte y temores de oírte o sea resumiendo estoy jodido y radiante quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa.

Mario Benedetti Uruguay 1920 Para acabar el repertorio un poema de vuestro compañero José Rico que a ritmo de rap da su versión amorosa: LA LUNA DE LA POESÍA NUNCA ESCRITA …Anoche me senté a rimar pensando en ella y todo mi rap era poesía. Por eso cuando vea mis rimas aquí sabrá que no mentía. Ahora no dormía y pensé en ella hasta bien entrado el día, pensaba en el día siguiente

¿qué es lo que diría? la vi venir de lejos, vi que me veía vi como se acercaba, y me sonreía. Mi corazón estalló al oírle decir buenos días. En ese momento sentí que me moría quise correr, pero mis piernas no se movían. Quise hablar pero el pánico me lo impedía, quise decirle Cuantísimo la quería. Fue entonces cuando Pensé “este es mi día” una oportunidad que muchos soñarían, entonces me dejé de tonterías, miré sus ojos y los dirigí hacia mi mirada fría cogí su boca y la besé con energía sentí su cálida piel rodeando la mía

cómo sus ojos sorprendidos me lo agradecían. María Dolores Martínez Ocaña

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