El arte románico comprendía toda la producción artística de los países de la

“El Románico en Borgoña” (Iglesia de Magdalena Vezelay y San Lázaro de Autun). Por: María Guadalupe Orietta Ramírez Ochoa. Introducción. Este artículo

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“El Románico en Borgoña” (Iglesia de Magdalena Vezelay y San Lázaro de Autun). Por: María Guadalupe Orietta Ramírez Ochoa. Introducción. Este artículo surge como proyecto final de la materia de Baja Edad Media, es un artículo de investigación y recopilación de información y no pretende generar un conocimiento sino compilarlo y hacer breves observaciones en torno a ello.

Antecedentes.

El arte románico comprendía toda la producción artística de los países de la Europa Occidental, en los años 1000-1100, después del periodo Carolingio que es su estilo predecesor, con técnicas en construcción especializadas y asimiladas universalmente. Surge una nostalgia por el antiguo estilo clásico romano, este a su vez funge como elemento unificador de los estilos. El nombre de arte Románico es tomado de las escuelas de Occidente que tomaron del viejo arte de Roma. El Área de extensión del arte románico es la misma que tenía el imperio de occidente: Italia, la Galia sobre todo Provenza, las regiones españolas, la Alemania del Rin, y parte de Britania (influencia Celta). Cronológicamente podemos fijar año 1000 como inicio de la época Románica ----expansión del arte ojival francés adoptado por toda Europa S. XIII.

La vida monástica se desarrolló con mayor madurez en Occidente – hubo un furor constructivo - en poco tiempo, Italia y la antigua Galia, con las provincias renanas, se cubrieron de nuevos monumentos. Los edificios romanos que cubrían el suelo de las provincias del Imperio proporcionaron a los arquitectos románicos muchos de los procedimientos de su arte. En algunas provincias en que abundaba la piedra, los romanos habían fabricado bóvedas aparejadas, y éstas fueron las que se imitaron, más bien que las habituales obras de ladrillo y hormigón revestidas de estucos, que requerían grandes cimbras. La forma de las bóvedas es, por lo común, de medio punto o de cañón seguido, pero llevan a menudo unos arcos de refuerzo, que se llaman arcos torales y forman como las costillas del gran cilindro de piedra que cubre el edificio. Estas costillas, o arcos de refuerzo, características de la construcción romana, ya las encontramos en el Ninfeo de Nimes, el anfiteatro de Arles y sobre todo en edificios romanos de Oriente, cubiertos también con bóvedas. No fue sólo la solución de cañón seguido con los arcos torales la única que emplearon los arquitectos de este período; también utilizaron la bóveda por arista y la cúpula. Cuando una iglesia tenía tres naves, a veces la central se cubría con bóveda cilíndrica de cañón y las otras dos laterales, con bóvedas por arista, o bóvedas de cuarto de círculo, que contrarrestaban su empuje, la cúpula se levantaba en el mismo crucero, o sea la intersección de la nave longitudinal con la nave transversal o transepto, que atraviesa a aquélla formando cruz.

Para estos tramos de encuentro de dos cañones seguidos, los arquitectos romanos emplearon muy a menudo la bóveda por arista, mas los constructores románicos prefirieron la cúpula; una cúpula tosca de piedra, a veces peraltada, que se manifestaba al exterior en forma de torre o cimborrio colocado en el centro de la iglesia. Sólo excepcionalmente algunas cúpulas románicas de Francia y España se presentan extradosadas, con su forma esférica u octogonal.

Claustro de la iglesia de San Pedro el Viejo, en Huesca. Construido sobre una primitiva iglesia mozárabe, es un ejemplo del arte románico provincial que da una maravillosa lección de escultura a través del excelente ciclo iconográfico de sus capiteles.

Iglesia de Magdalena Vezelay. Vezelay era uno de los centros de peregrinación más importantes de Borgoña, ya que se veneraban las reliquias de María Magdalena. Se comenzó a construir a finales del siglo XI desde los pies, pero a mediados del XII sufrió un parón y las obras tardaron en reanudarse, por lo que la cabecera ya es gótica. No dependió de Cluny, sino de Filiberto de Tournous, por lo que la nave central se cubrió con arista.

Se accede a la iglesia a través de un gran atrio porticado con tres tramos y tres naves, a continuación del cual se desarrollan las tres naves con diferencia de altura, todas ellas cubiertas con bóveda de aristas, la central con los tramos separados por arcos fajones con alternancia de dovelas, que se debió dar por la influencia de algún edificio del Bajo Imperio romano que hubiese en la zona. Articulación del muro en dos pisos, arcadas y ventanas, separados por una cornisa horizontal ornamentada. Queda un amplio espacio desarticulado que hace que tenga un aspecto demasiado macizo. La bóveda de arista permitió abrir una gran ventana en cada tramo, lo que hace que sea una iglesia muy luminosa. Las naves están separadas por pilares cruciformes con pilastras semicirculares adosadas. El crucero está marcado en planta, pero sólo la parte inferior es románica. En el exterior, a los pies, hay dos torres, una de ellas desmochada. Los arbotantes son posteriores. La portada occidental (que da al pórtico)

es

neorrománica,

fue

realizada por Violet le Duc en el siglo XIX. Sin embargo, la portada que da a la iglesia fue realizada por el maestro de Cluny en los años 20 del siglo XII y en el tímpano está representada la Venida del Espíritu Santo.

Una tendencia de la arquitectura de Borgoña se caracteriza sobre todo por la cubierta uniforme de la nave con bóvedas de arista. El monumento más representativo es la Magdalena de Vézelay y, en segundo lugar, la iglesia del priorato de Anzy-le-Duc. La nave de la primera se reconstruyó a partir de 1120, mide 10,20 m de anchura por 18,50 de altura, y recibe una bóveda de arista entre arcos fajones de medio punto. Está precedida por un nártex de tres naves que presenta la misma anchura. Este elemento ocupó un lugar importante en la arquitectura románica borgoñona. La cabecera, elevada sobre una cripta, incluye cinco capillas semicirculares y cuatro cuadradas. Aunque la iglesia posee una planta menos, la iluminación directa no quedó alterada. A diferencia del tipo cluniacense, la Magdalena de Vézelay presenta una gran horizontalidad Planta de la Magdalena, Vézalay,

1140-1150.

El

edificio está precedido por un

nártex

(1140-hacia

1150), con una longitud de tres tramos y la misma anchura que las tres naves. La cabecera, elevada sobre una cripta, consta de capillas circulares y otras cuatro cuadradas que se abren al deambulatorio. El coro se reconstruyó por completo en estilo gótico hacia 1185-1215.

Fachada

occidental

de

la

Magdalena, Vézalay, 1140-1150. Un atrio

especialmente

amplio,

con

planta baja y tribunas (hacia 1150), antecede a la iglesia. La cara oeste se cierra con una fachada con tres portadas y flanqueada por dos torres. El conjunto constituye una verdadera iglesia antepuesta a la iglesia y es uno de los últimos nártex borgoñones que se construyeron. Tímpano de la portada sur de la

Magdalena

de

Vézalay,

hacia 1125. Sobre el dintel aparecen

representadas

la

Anunciación, la Visitación y la Natividad y, en el registro superior, la Adoración de los Magos. Con ella se completan las composiciones esculpidas de las portadas norte y central. La extensión del proyecto iconográfico por un conjunto de portadas no es frecuente en el

románico de los años 1120-1130; por eso la obra de Vézalay es un monumento excepcional. Portada central interior de la Magdalena de Vézalay, posterior a 1120. La Misión de los Apóstoles, representada en el tímpano, revestía un significado muy particular en esta época de cruzadas, pues proclamaba el deber de todo cristiano de propagar el Evangelio. Sobre el dintel aparecen los representantes del mundo pagano y, en las arquivoltas, los signos del Zodíaco y las labores del campo. Esta decoración esculpida emana una gran expresividad manifestada en el movimiento de los cuerpos y el tratamiento de los pliegues de la ropa, rasgo que demuestra la influencia del maestro de Cluny. Detalle de un capitel de la Magdalena, Vézelay, posterior a 1120. Entre un astrágalo desnudo y un ábaco adornado con un entramado con un entramado de follaje, la campana del capitel representa los vientos. Esta decoración, junto con las escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, ayudaban a los fieles a comprender la fe.

Iglesia de San Lázaro de Autun (Saint-Lazare d'Autun). Según una tradición cristiana, San Lázaro fue el primer obispo de Marsella, martirizado en época romana y enterrado en la ciudad de

Autun,

en

la

Borgoña

francesa. Ello explica que a este santo esté dedicada la catedral de

la

ciudad,

comenzada

a

construir sobre el año 1120. San Lázaro de Autun se comenzó por impulso del obispo Etienne de Bâgé para que se guardaran allí las reliquias de San Lázaro, que ya se llevaron en el 1146, por lo que la construcción ya debía estar muy avanzada. En el 1195 se convirtió en catedral saliéndose un poco de la órbita de Cluny. Se accede a través de un pórtico de tres naves, que se corresponden con las tres naves de la iglesia que se extienden a lo largo de siete tramos hacia el este. Tiene un crucero destacado en planta y una cabecera de testero plano con dos tramos y tres naves, terminada en tres ábsides ligeramente escalonados. La articulación del muro se realiza en tres pisos:

arcadas de arcos apuntados, triforio (a un ritmo de tres triforios por cada arcada, de los que sólo el central está horadado, disponiéndose un andito) y piso de ventanas, una por tramo. Los pilares son compuestos y escalonados

y

presentan

pilastras estriadas adosadas en los cuatro lados, de las que las que dan a la nave central llegan hasta debajo de los arcos fajones. Esto le da un aire mucho más clásico que Cluny y que Paray-le-Monial. La nave central está cubierta por una bóveda de cañón apuntada, con tramos separados por fajones. San Lázaro de Autum tiene una portada con un tímpano decorado por el maestro Gislebertus, que se cree que se puedo haber formado en Cluny, y tras ello haber trabajado en Magdalena de Vezelay y finalmente en San Lázaro. En este tímpano está representado el Juicio Final y en él se puede apreciar una mayor estilización. En la arquivolta están representados los signos del zodiaco. En el centro nos encontramos a un Cristo Juez,

muy

estilizado,

entronizado

y

enmarcado por una mandorla. Él lleva a cabo el Juicio que ha de producirse al final de los tiempos. Mirad a sus pies. Los

muertos desnudos están resucitando y podemos ver incluso como salen de sus ataúdes. Los de nuestra izquierda alzan sus brazos hacia el cielo, donde encontrarán la felicidad; los de la derecha parecen aterrorizados; saben que el infierno les espera. En medio de unos y otros, el arcángel San Miguel sirve de separación entre salvados y condenados. Toda esta escena está separada de la superior por una banda que atraviesa el tímpano, en la cual el escultor dejó escrito su propio nombre: GislebertuS Hocfecit. La misma separación se produce a ambos lados de Cristo. A su izquierda

se

encuentran

los

bienaventurados, entre los que podemos ver a apóstoles, niños, obispos

e

incluso

peregrinos.

Sobre ellos, unos ángeles con trompetas anuncian su salvación y los encaminan al cielo, que aquí se representa como un edificio con amplios ventanales. En el otro lado se hallan los condenados. Observad como un arcángel pesa sus almas, mientras un demonio

"tramposo"

intenta

descompensar la balanza para que las malas obras supongan mayor peso e impliquen la condenación. El mismo infierno, lleno de diablos, está representado en esta escena.

Todo el Juicio es contemplado, desde los ángulos superiores (a un lado y otro de Jesús) por la Virgen con un ángel anunciador (en un lado) y por los profetas Enoch y Elías (en el otro). Incluso en el parteluz de la portada aparece representado el propio San Lázaro, ataviado de obispo con báculo y mitra. Y el conjunto se completa con otra obra de enorme atractivo: en la arquivolta superior de la portada el artista talló todo un zodiaco, con sus correspondientes signos y una representación de los meses con los trabajos del año. Allí podemos ver la vendimia o la siembra, junto a una escena de pastoreo u otra de cocción de pan. Así la Iglesia quería enseñarles a los fieles que sus tareas cotidianas no debían hacerles olvidar la gran verdad; el misterio del cristianismo: que habría una segunda venida de Cristo al mundo y que entonces un juicio definitivo resolvería el lugar que cada uno habría de ocupar eternamente. Y que la opción del infierno no era, precisamente, nada atractiva. Para que tomasen nota.

Bibliografía. http://www.almendron.com/arte/arquitectura/romanico/rom_05/rom_051/romanico_051.htm http://www.historiadelarte.us/romanico/introduccion-romanico.html http://aprendersociales.blogspot.com/2007/12/san-lazaro-de-autun.html http://web.educastur.princast.es/proyectos/jimena/pj_leontinaai/arte/webimarte2/WEBIMAG/ROMANIC O/autesc.htm

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