El asociacionismo y la promoción escolar de los Emigrantes del norte peninsular A américa

El asociacionismo y la promoción escolar de los Emigrantes del norte peninsular A américa Moisés Llordén Miñambres José Manuel Prieto Fernández del

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El asociacionismo y la promoción escolar de los Emigrantes del norte peninsular A américa

Moisés Llordén Miñambres José Manuel Prieto Fernández del Viso (Coordinadores)

El asociacionismo y la promoción escolar de los Emigrantes del norte peninsular A américa

boal • 2012

Edita: Ayuntamiento de Boal © De los textos: sus autores I. S. B. N.: 978-84-8053-676-9 D. L.: As.-3.680/12 Maquetación e impresión: Imprenta Mercantil Asturias S. A.

Prólogo Moisés Llordén Miñambres Universidad de Oviedo

Reunimos en este volumen las intervenciones habidas en el Simposio: “Americanos y escuelas en el Norte Peninsular”, celebrado en Boal, en el mes de noviembre de 1911 con motivo del Centenario de la fundación de la ‘Sociedad de Instrucción de los Naturales de Boal en La Habana’. Ya en el segundo lustro del siglo XX, Rafael M.ª de Labra, advertía de que, en el Congreso de Emigración en Santiago de Compostela en 1809, se había declarado la “conveniencia moral y económica de la Emigración en el estado actual de España y se señalaron las ventajas que esta emigración ha producido y produce en Galicia, Asturias y todo el Norte español”1. Está perfectamente comprobado que fueron los propios inmigrantes los primeros en reconocer las ventajas que representaba la formación y el conocimiento para alcanzar el triunfo económico y social por todos buscado. De ahí que muchos inmigrantes, de manera individual o colectiva, comenzasen a fomentar la creación de escuelas en sus lugares de nacimiento, a fin de formar adecuadamente desde su propio terruño a futuros emigrantes que saliesen para América, alimentando las cadenas migratorias de las que ellos habían formado parte y de las que dependían en gran medida la continuidad y la salud de los negocios, de manera especial la formación se centraría en enseñanzas vitales para las labores que desempeñaban en su trabajo (conocimientos mercantiles, teneduría de 1 Rafael M.ª de Labra, La Personalidad Internacional de España, 2ª edición, Madrid, 1915, pp. 41, nota 1.

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libros y contabilidad, además del idioma inglés). Algunos, y no siempre los más ricos, deseando que los centros por ellos creados se perpetuasen tras su muerte,2 constituirían fundaciones benéfico-docentes con sus pecunias3. En estos inmigrantes “fundadores” había un sentimiento de solidaridad, de generosidad y hasta de altruismo, pero sobre todo de una practicidad y realismo inherente a las propias concepciones del emigrante, inmersas generalmente del determinismo impuesto por la estructura económica existente en su terruño y dominante en el medio rural de donde procedía la mayoría. Y fueron además estas convicciones las que, en gran medida, mantuvieron y alimentaron las cadenas migratorias tratando, además, de conseguir el imposible de perpetuar la memoria de los “fundadores”. Si bien las escuelas promovidas por emigrantes a América, antes del 1898 fueron muy escasas, en Asturias no llegan a alcanzar la cuarta parte del total de las obras benéfico docentes que aquéllos financiaron en la región, sus efectos positivos ya se comenzaron a materializar con claridad a principios del siglo XX, como pone de manifiesto el incremento de la escolaridad y de la consiguiente tasa de alfabetización regional, que pasaría del 37% al 73% de la población adulta entre 1877 y 1910, alcanzando una tasa del 89% (97% en los varones) en 19304. En la promoción de estas obras benéfico docentes en esta zona del Norte Peninsular después de 1898, y especialmente en el primer tercio del siglo XX, desarrollaron una importantísima labor unas asociaciones, surgidas en el seno de estas colectividades regionales hispano-septentrionales en América, sobre manera en La Habana, Buenos Aires y Montevideo: las asociaciones comarcales, concejiles, parroquiales… de instrucción, protección o fomento de los lugares de origen de sus asociados y, aunque tuvieran distintas denominaciones, todas se referían a una misma realidad, el promocionar y colaborar colectivamente en obras benéfico docentes y sociales en sus terruños de origen. De alguna manera tienen referencias de las fundaciones realizadas en los siglos XVII y XVIII por comprovincianos suyos residentes en América. En el caso de Asturias, las referencias más antiguas son las de Pedro de Rojas, alcalde del crimen en México, fundador de una escuela en Tineo en 1601; en 1701 se funda la escuela de Coya (Piloña) por Manuel Cadenas; en 1729, la Obra Pía de Infiesto (Piloña), fundada por Juan Blanco, Alférez Real en México, con un legado de 82.003 pesos, etc. 3 El conjunto de bienes y derechos destinados a la enseñanza, educación, instrucción, incremento de las ciencias, artes, o transmitidos con la carga de aplicar su renta o valor a los fines de la institución creada. 4 Clara Eugenia Núñez (1992), La fuente de la riqueza. Educación y desarrollo económico en la España Contemporánea, pp. 89 y ss. 2



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El simposio, delimitado territorialmente a las regiones del Norte de la Península Ibérica: Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla y León y los distritos de la mitad Norte de Portugal, se estructuró en once intervenciones, iniciándose con el tema introductorio 1) “Emigrantes del Norte de España hacia América”, a cargo del Prof. Dr. Rafael Anes y Álvarez de Castrillón (Universidad de Oviedo); 2) “Panorámica de la intervención escolar de los emigrantes gallegos en América” (siglos XVIIXXI), a cargo del Prof. Dr. Vicente Peña Saavedra (Universidad de Santiago de Compostela), y uno de los principales especialistas pionero de estos estudios, que desarrolla a través de un amplio e interesante análisis de la intervención escolar de los emigrantes gallegos en América en casi cuatro siglos de historia. Las cuatro intervenciones siguientes se refieren al caso concreto de Asturias, iniciándose con una amplia introducción al proceso desarrollado en el ámbito de las construcciones escolares promovidas o financiadas por emigrantes asturianos a América, 3) “Las escuelas de indianos en Asturias”, por el Prof. Dr. Ángel Mato Díaz, Catedrático de Enseñanza Media. 4) “La aportación de los emigrantes a América en la construcción de escuelas en el Occidente de Asturias”, por el Prof. D. Servando J. Fernández Méndez, Director del C.P.R. del Occidente de Asturias, en Luarca. 5) “Los Naturales del Concejo de Boal en La Habana (19112011). Una Sociedad de Instrucción ejemplar”, del Prof. D. José Manuel Prieto Fernández del Viso (Universidad de Oviedo), donde analiza la magnífica labor de esta centenaria ‘Sociedad de Instrucción’ a lo largo y ancho de su Concejo, donde además de promover varias decenas de escuelas unitarias para niños y para niñas en cada aldea, llegaría a promover a finales de la década de 1920 una gran Escuela Graduada en Boal, inaugurada a comienzos de la década siguiente y quizás la única graduada que se levantó en este tiempo en un ámbito plenamente rural, extendiendo su ejemplo a toda la comarca occidental del Principado de Asturias. 6) “El Asociacionismo de la inmigración española y asturiana en América”, del Prof. Dr. Moisés Llordén Miñambres (Universidad de Oviedo), donde hace un amplio recorrido territorial y temporal de la génesis de los diferentes modelos asociativos que la emigración española y, la asturiana en particular, fueron constituyendo en América, siempre para satisfacer colectivamente alguna de las perentorias necesidades que fueron padeciendo en su inmigración en el país americano de acogida, e igualmente para resolver algunas de las que tenía su terruño de origen. Con el aumento de los contingentes de emigrantes en el primer tercio del siglo

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XX, el protagonismo de las “acciones” y “obras” se hace más colectivo porque las promociones se suelen hacer con la colaboración de muchos, o al menos varios emigrantes. Para su consecución predomina ahora el mecanismo de las suscripciones a través de asociaciones de emigrantes y, aunque al mismo tiempo continúan perviviendo acciones individuales relevantes, ahora son mayoritarias las colectivas y, consecuentemente, en todas las promociones predominan ahora los objetivos sociales. Pero además de las de carácter benéfico-cívico-social, muchas de las financiadas por estos “americanos” o “indianos”, les servían también para contrarrestar el general rechazo que solían encontrar en su definitivo regreso al terruño. Son diversas las fuentes que ponen de manifiesto que, el americano al retornar, trataba de emplear los recursos que le proporcionaba la posesión del dinero para ocultar su humilde cuna, su carencia cultural y de ideales5. Para conseguirlo, vivirá muchas veces esclavo de la ostentación de su fortuna, y las casas o palacetes que construye llegan a ser consideradas por sus convecinos coetáneos como la obra del nuevo rico que “de idealidad mezquina y henchido de orgullo, quiere hacer olvidar su humilde origen, como si la humildad no fuera el mejor título de nobleza”6. El mismo Oliveros decía también que el “americano” en Asturias, es sinónimo de generosidad, de patriotismo, de abnegado amor por el terruño que lo vio nacer. Y por ello, se debía “un homenaje permanente al emigrante asturiano del período masivo, cuando el prototipo de emigrante era un hombre modesto, sin ventura, que se lanzaba a la conquista del destino sin otras armas que su inteligencia natural, asociada al esfuerzo de sus energías físicas y una virtud de sacrificio exaltada al máximo”7. La intervención siguiente, correspondiente al ámbito de Cantabria. 7) “Aportación de los indianos a la enseñanza en Cantabria: Las Fundaciones Benéfico-Docentes”, a cargo de la Prof. Dra. Carmen del Río Diestro, y estaba dedicada al análisis del modelo de “Fundaciones Bené-

Ya en tiempos de Gaspar Melchor de Jovellanos, los ‘americanos’ o ‘indianos’, a pesar del poder del dinero fueron generalmente rechazados y caricaturizados en su regreso, Cartas del viaje de Asturias (Cartas a Ponz), Ed. de José M. Caso González, Ayalga Ediciones, Salinas, 1981, Tomo 1, Carta Sexta, pp. 146-147; Las críticas se mantuvieron hasta comienzos de la tercera década del siglo XX, vid. F. García Arenal, Datos para el estudio de la cuestión social, Gijón, 1885, pp. 121-125. 6 Antonio López Oliveros, Asturias en el resurgimiento español, Imprenta Juan Bravo, Madrid, 1935, pp. 57 y ss. 7 Antón de Veiga (Antonio López Oliveros), “El Hombre del ‘haiga’”, El Progreso de Asturias, La Habana, Diciembre de 1948, p. 14. 5



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fico-Docentes”, de gran relevancia en el territorio cántabro por el número de ejemplos existentes de estas instituciones fundadas por emigrantes a tierras americanas, que representaron grandes inversiones económicas y consiguieron modernas dotaciones para la evolución y modernización de la enseñanza en la región. 8) “Emigrantes castellanos y leoneses y Educación”, por los Profs. Dr. Juan Andrés Blanco (Universidad de Salamanca y Director del Centro Asociado de la UNED de Zamora) y D. Rubén Sánchez, quienes exponen por primera vez un análisis introductorio de la promoción y fundación de centros escolares en la región de Castilla y León, donde desde la penúltima década del siglo XIX, comienzan a levantarse centros escolares promovidos por emigrantes en América que, en un largo proceso se irán incentivando según se incrementa la participación de castellanos y leoneses en los contingentes de emigrantes del llamado período masivo de las salidas al continente americano, con participación de instituciones asociativas, sobre todo en Argentina y en Cuba, en la gestación y financiación de escuelas, de manera especial en el transcurso del primer tercio del siglo XX. 9) “As escolas como narrativa do êxito de emigrante. A acção dos ‘brasileiros’ a favor da instrução pública”, por la Prof. Dra. Margarida Louro Felgueiras (Universidade do Porto), donde presenta un extenso análisis territorial, que abarca la mitad Norte de la República Portuguesa, así como los resultados de las acciones realizadas por los emigrantes portugueses a Brasil durante los siglos XIX e inicios del XX, que se dedicaron a actividades comerciales, y quienes en sus lugares de origen eran conocidos con el nombre de ‘brasileiros’, promoviendo escuelas de nivel básico e ideológicamente de carácter laico, exaltando la fe en la ciencia, en la filosofía y en el Progreso, como forma de construcción de la felicidad social y proclamando, en este sentido, la creencia en el trabajo como instrumento de regeneración moral, social y económica. La publicación finaliza con el análisis de dos acciones educativas singulares, promovidas por dos instituciones asociativas creadas y financiadas por inmigrantes gallegos en Buenos Aires, desarrolladas, una al Sur de la provincia de Pontevedra. 10) “Un programa intercultural e intergeneracional para educar valores. Escuelas Pro Valle Miñor (1909-2009)”, a cargo de la Prof. Dra. M.ª Carmen Pereira Domínguez (Universidad de Vigo), donde muestra las experiencias de un programa que desarrolla un proceso metodológico interdisciplinar, participativo e integrador para recordar la memoria histórica, cultural y pedagógica del edificio de las Escuelas Americanas Pro-Valle Miñor, sede de un centro educativo de gran transcendencia, al ser considerado una institución educativa gallega pionera en hacer realidad la filosofía y las acciones

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pedagógicas innovadoras vigentes durante el primer tercio del siglo XX. Cierra esta publicación la exposición de las acciones de una sociedad de la Mariña lucense. 11) “La Sociedad de Instrucción Vivero y su Comarca (1810-2012)”, impartida por el periodista D. Carlos Nuevo Val, Cronista Oficial de Viveiro, quien nos ofrece una visión histórica e involutiva de esa comarca llamada la Mariña Lucense, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se inician las salidas masivas de emigrantes gallegos hacia Argentina, Uruguay y Cuba. Al finalizar este breve prólogo, solo me queda por resaltar, una vez más, el exquisito comportamiento que sigue manteniendo el Ayuntamiento de Boal, y en especial su Alcalde, en el mantenimiento y actualización de la memoria de sus emigrantes a América, gracias Alcalde. Hace varias décadas que Asturias dejó de ser un país de emigración y, además, en las dos últimas décadas hasta España se ha ido convirtiendo en país de inmigración, unos cambios estos que llegan a provocar en una parte de la sociedad asturiana, sobre manera en las generaciones más jóvenes, que se desconozca o se haya olvidado la importancia que tuvo la emigración en nuestra región y la gran labor desarrollada por los llamados “americanos” o “indianos” para el resurgimiento nacional y regional. Aunque no es posible hacer un balance de lo que significó para la economía asturiana la aportación global de los asturianos de la diáspora americana, con los envíos de pequeñas remesas dinerarias, primero, y de los capitales de retorno después, sabemos que ha sido muy importante, como indicó en su día el Prof. Valentín Andrés Álvarez8, y que una parte importante fue destinada a construcciones escolares, de servicios y también suntuarias, extendidas por todo el territorio regional, desde Tina Mayor por Oriente, hasta el río Eo por Occidente y desde la costa cantábrica hasta la Cordillera. Y, como también dejó escrito9 el gran periodista Boalense, Celestino Álvarez González: “El primer boalense que regresó, cansado de años, de pesares y sufrimientos edificó una casa mejorándola en gustos y refinamientos, ese puso el primer jalón del Boal contemporáneo. A competir con él se lanzaron otros y otros. Nunca fueron obstáculo los caídos, los

Valentín Andrés Álvarez, “La obra de los americanos en Asturias”, El Comercio, Gijón, 31 de mayo de 1956, reproducida en Diario de la Marina, La Habana, 7 de junio de 1956. 9 Celestino Álvarez González, Los Boalenses, con Prólogo de Eva Canel, Imprenta “El Siglo XX” de la Sociedad editorial Cuba Contemporánea, Habana, 1919, pp. 18-20. 8



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fracasados para detener a los demás, porque nunca se toma por guía al guerrero vencido y prisionero, sino al vencedor…”. Celebro que el Ayuntamiento de Boal siga fiel a estos pensamientos del Gran lector de Tabaquería y que las memorias y referencias a la emigración de los americanos sigan estando vivas. Gijón, 13 de octubre de 2012

Emigrantes del Norte de España a América Rafael Anes y Álvarez de Castrillón Universidad de Oviedo

Introducción En este trabajo se trata de analizar la emigración a América desde regiones del Norte de España en los años finales del siglo XIX y, sobre todo, en el primer tercio del siglo XX. Tres de esas comunidades del Norte, de las que nos ocuparemos, Galicia, Asturias y Cantabria, están entre las de gran emigración en esos años10. Trataremos del tipo de emigrante, de las causas de la emigración, de la procedencia de los emigrantes, del número de emigrantes y de su destino, así como de los problemas de adaptación de los emigrantes. Todo ello, repetimos, referido a los años en que la emigración fue el fenómeno social más importante de España y, como es natural, de aquellas regiones que más emigrantes han tenido. Aunque nos ocupemos de la etapa que se ha denominado de “emigración en masa” no podemos olvidar que desde el descubrimiento y colonización de América pasan españoles a esos territorios. Pero habrá que esperar, como decimos, a las últimas décadas del siglo XIX y a las tres primeras del siglo XX para que el hecho migratorio se convierta en el más importante de la España contemporánea. La emigración de españoles a América entra, pues, en lo que se considera segunda oleada de

Germán Rueda, con la colaboración de Consuelo Soldevilla, Españoles emigrantes en América (siglos XIX-XX), Arco Libros, Madrid, 2000, pp. 50-51.

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emigración europea. En ella están emigrantes de importantes países de la periferia de Europa e Italia encabeza la lista de emigrantes en porcentaje de población. También se encuentran en esa relación Portugal y España, como países de la Europa meridional. Por lo que se refiere a la emigración de españoles, hay que recordar los sucesos que tienen lugar en el verano de 1881 en Said (Argelia), que provocan que las autoridades tomen conciencia del hecho migratorio y se preocupen por conocer su magnitud. Así, por Real Decreto de 1882 se crea una Comisión para que entienda de esa cuestión y trate de orientar el movimiento migratorio hacia las colonias que se conservaban en América, hacia Cuba y Puerto Rico. Desde antes de ese año el hecho de la emigración era considerada como un mal, como lo muestran las disposiciones que se dictan11. Así, por ejemplo, la Real Orden de 12 de enero de 1865, promulgada por las noticias que llegaban sobre el trato que recibían en Brasil los colonos españoles y de las consecuencias que se derivaban de las deudas y obligaciones contraídas al emigrar, después de afirmar que no era potestativo del Gobierno impedir la emigración de los españoles, se establece como deber de la Administración Pública vigilar para que no se defraudasen las esperanzas de los emigrados, que iban “en busca de un bienestar, por desgracia ilusorio en la mayor parte de los casos”, se dice. Se quiere garantizar que en lo posible no abusen y engañen “los especuladores contratistas de esta clase de expediciones, que sólo en circunstancias dadas y en comarcas determinadas en que abunda la población y escasea el trabajo pueden encontrar disculpa”. Por ello se manda se cumpla lo establecido por reales ordenes de 16 de septiembre de 1853, de 7 de septiembre de 1856 y de 31 de diciembre de 1857, para regular las emigraciones. Con ese fin, se faculta al Gobierno para que en determinadas circunstancias pudiese anular el derecho de los españoles, así como para negar el permiso para embarcar cuando se considerase había causas especiales. Por disposición de 24 de agosto de 1874 se establecen requisitos que han de cumplirse para el embarque de españoles para Ultramar, por, se dice, “las alarmantes proporciones que ha tomado en algunas provincias de la Península la emigración de españoles a Ultramar y deseando… disminuir los males que con ella se producen… hasta a los mismos emigrantes en

11 Rafael Anes y Álvarez de Castrillón, “Factores socioeconómicos de la diversidad. El caso de la emigración”, José-Manuel Pérez-Prendes (Dir.), La violencia y los enfrentamientos de las culturas, Iustel, Madrid, 2004, pp. 89-103.



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muchos casos”. La Real Orden de 28 de febrero de 1882 trata de evitar la emigración clandestina. En ese mismo año se crea, en el Instituto Geográfico y Estadístico, un Negociado de Emigración, con el fin de tener un conocimiento mejor del hecho migratorio, que había adquirido, se señala, importancia grande. Esas disposiciones son reiteradas, por no cumplirse, y en Real Orden de 10 de noviembre de 1883 se dice: “en diferentes épocas se han… dictado prudentes y acertadas medidas encaminadas a reglamentar la emigración española a las Repúblicas americanas y al Imperio del Brasil”, pero la inobservancia de algunas de las formalidades prevenidas y las dificultades que en la práctica ofrece tan importante servicio, son causa de que muchas expediciones se lleven a efecto en condiciones tales que únicamente responden al interés de una odiosa especulación, quedando por completo desamparados los que se dejan sorprender con exageradas promesas; otros se sustraen con la emigración a la acción de la justicia; eluden no pocos, por igual medio, la sagrada obligación de las quintas, y muchos desobedecen a la autoridad paterna a que se hallan sometidos en su menor edad. Por todo ello, se ordena la estricta observancia de lo establecido. Sin que se pueda discutir el derecho de los españoles a emigrar y conscientes de que no es posible impedir el hecho de la emigración, lo que pasan a tratar las autoridades gubernamentales es a dirigir la corriente migratoria. Así, por Ley de 25 de julio de 1884 se trata de fomentar la emigración a las posesiones españolas en las Antillas, y por Real Orden de 30 de julio de ese año, dictada para dar cumplimiento a lo mandado por la Ley, se designa una Junta para que se ocupase de fomentar esa emigración. Se reproduce la exposición de motivos de la Real Orden de 18 de julio de 1881, que creaba una Comisión para que estudiase los medios para contener la emigración. Esa Comisión, se dice en 1884, nacía después de “los tristísimos acontecimientos de la vecina costa de África, donde han perdido vida y hacienda compatriotas nuestros, víctimas de salvajes hordas mahometanas”, lo que llevó a que el Gobierno prestase atención a “los perjuicios que origina la emigración creciente de una parte de la población española, que lleva a las playas extranjeras precioso contingente de inteligencia, de esfuerzos y de brazos, capaces de abrirse más seguro porvenir cultivando el suelo de la patria”. Se añadía en la Real Orden, que el mal era complejo, resultado de fuerzas difíciles de conocer, o conocidas sólo por sus consecuencias, por lo que era preciso estudiarlo para procurar los medios de evitarlo en lo posible. Por ello, al no poder

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frenar las salidas, se trata de conducir a los emigrantes a los territorios de las Antillas españolas. Por otro lado, por Real Orden de 14 de enero de 1897 se dan normas para impedir que los españoles embarquen en puertos portugueses y éstos en puertos españoles. Se dice que los gobiernos de los dos países consideran imprescindible impedir esos embarques, para que no saliesen los que tenían responsabilidades penales u obligaciones militares. Digamos también que tratar de contener la emigración clandestina dio lugar a que se dictasen otras disposiciones. Hasta el 21 de diciembre de 1907 no hay en España Ley de emigración12. En ella se trata de alcanzar el equilibrio entre el derecho a emigrar, la tutela del Gobierno de ese derecho y los intereses de los que prestaban los servicios que demandaban los que ejercían el derecho a salir. La Ley, después de reconocer el derecho a emigrar, especifica quienes han de ser considerados emigrantes. Dice, en concreto, que “emigrantes son los españoles que se propongan abandonar el territorio patrio, con pasaje de retribuido o gratuito de tercera clase, o de otra que el Consejo Superior de Emigración declare equivalente, y con destino a cualquier punto de América, Asia u Oceanía”. También se señala quienes no podían emigrar, que eran “los sujetos al servicio militar en el período activo permanente” y “los sujetos a procedimiento o condena”. En el caso de que se tratase de emigraciones colectivas se requería autorización expresa del Consejo de Ministros. En esas fechas ya había cambiado la opinión que se tenía de la emigración. Prueba de ello es que la Ley de emigración se refiere a las remesas de los emigrantes y autoriza al Gobierno a que, por medio del Cuerpo Consular, estableciese el mecanismo y los medios para recibir en depósito los ahorros de los que estaban fuera y remitiese el metálico a donde el depositante determinase. Pero no es sólo eso, que se puede ver como una forma de obtener un beneficio, sino que son consideradas esas remesas como aportaciones importantes, por mejorar el nivel de vida de una parte de la población y contribuir al desarrollo económico. Pero donde queda claro que se ha pasado de ver a la emigración como un mal a considerar los aspectos positivos de ella es el trabajo de J. M.ª Rísquez Alfonso y M. Ordóñez, premiado por la Unión Iberoamericana y publicado en 1910 con el título Cartilla del emigrante13. En él se dice, que cuando la emiJosé Manuel Pérez-Prendes, El marco legal de la emigración española en el constitucionalismo, Fundación Archivo de Indianos, Colombres (Asturias), 1993. 13 Jesús María Rísquez Alfonso y Melchor Ordóñez, Cartilla del emigrante, Imprenta 12



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gración “supone una voluntad de moverse hacia más propicios medios y una probabilidad, el menos, de convertir en actividad provechosa la inactividad improductiva, la emigración significa cosecha de frutos nuevos recogidos en campos nuevos”. Se considera que en España había en el medio rural paro encubierto y, consiguientemente, una mano de obra que no producía lo que podía, de modo que si los que no eran necesarios salían, como enseñaba la experiencia, se dice, esos buenos emigrantes son fuente de riqueza para el país de origen y, además, se añade, “un poblador improductivo es peor que un cero” y si el que emigra “encuentra trabajo remunerativo, destina una parte de sus ganancias a la familia necesitada que no pudo llevar consigo” y, se explica, mostraba la experiencia que era “corriente que los emigrados que han logrado enriquecerse vuelvan a su patria a disfrutar de sus riquezas, y sea que, dejando sus capitales en el país donde lo formaron no traigan al suelo nativo sino las rentas, o sea que traigan el capital mismo para darle colocación, en ambos casos representa una ganancia para el país de donde en época más o menos remota salió como emigrante el rentista de ahora”. No podemos olvidar que estaba reciente la venida de emigrantes y capitales con motivo de la guerra de Cuba. Por esas fechas, el senador José M.ª de Labra, expuso en el Parlamento: “la emigración trae a grandes comarcas de España ventajas y provechos verdaderamente extraordinarios…, el trabajo y la prosperidad de los españoles de Ultramar ejerce una influencia notable en el desarrollo económico de las provincias peninsulares”. El emigrante Es normal referirse al emigrante a América como un joven, varón, soltero, que sale del medio rural y que se traslada sólo. Que eran varones y jóvenes lo muestran los padrones de vecinos, los censos de población, los datos sobre la incomparecencia de mozos al ser llamados a filas, los estudios llevados a cabo sobre algunas regiones y las referencias disponibles de los propios emigrantes. Así, por ejemplo, el emigrante natural de Caloca, de Valle del Liébana, Eloy Vejo Velarde que salió en 1918, relata que América, especialmente Cuba y Méjico, eran tema permanente de conversación, porque no había familia que no tuviese a algún miembro en América, que a “allí marchaba toda la juventud; apenas contaba uno doce años, nuestros padres ya nos inculcaban la idea”. El de los Hijos de M. G. Hernández, Madrid, 1910, pp. 12 y ss.

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padre decía, que tenía que ir a la escuela y aprender mucho para luego irse a América y la madre agregaba que quería más verle embarcar tres veces que ir una al servicio a Marruecos14. El asturiano Alfonso Camín, que llegó al puerto de La Habana el 4 de octubre de 1905, escribe: “Los barcos llegaban casi a diario al puerto de La Habana con los emigrantes en racimos, todos de catorce a quince años, huyendo de la guerra de Marruecos, que era impopular en la Península, desangraba el país y llenaba de luto los hogares, especialmente los hogares campesinos, de donde salían los mayores contingentes para la guerra y para los barcos negreros de la emigración a la aventura”. Añade, que en todas las casas de comercio había emigrantes sin sueldo y trabajo todo el día y parte de la noche, “muchachos migrantes, inexpertos unos, rebeldes otros, los más con cartas de recomendación que eran papeles mojados15. Sobre la procedencia del medio rural podemos citar lo que refiere el naviego Rafael Calzada en sus Memorias. Terminada la Licenciatura de Derecho piensa Calzada dedicarse a la judicatura, pero para ello tenía que esperar a ser mayor de edad, a cumplir los 25 años, y se plantea emprender el camino de América. Trasladada la idea a un tío suyo, éste le razona que a América van “los hijos de los pobres labradores, que no tienen más armas que sus brazos, ni más porvenir que el del trabajo material”, pero no un titulado universitario16. Se pueden añadir más referencias, pero consideramos que con las dadas es suficiente. Sobre las causas de la emigración Referirse a las razones por las cuales se emprendía el camino de la emigración es tarea compleja, pues son múltiples y se llega a decir que cada emigrante tenía las suyas propias. Así lo señaló, por ejemplo, el poeta gallego, emigrante a Cuba, Curros Enríquez: “Aquel que deixa seu natal corrucho/ e fora d’os seus eiros pon os pés/ cando troca lo seguro po-lo incerto/ ¡Motivos a de ter!”. En cualquier caso hay que tratar de lo que se llama, no se si con acierto, motivos de expulsión y de los denominados motivos de atracción.

Eloy Vejo Velarde, Memorias de un emigrante, Santander, 1976, p. 45. Alfonso Camín, Entre palmeras (Vidas emigrantes), Revista “Norte”, México, 1958, p. 281. 16 Rafael Calzada, Cincuenta años de América. Notas autobiográficas, Librería y Casa Editora de Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1926, vol. I, p. 143. 14 15



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En cuanto a las razones que impelían a salir del “natal corruncho” las hay ajenas al emigrante, como son las debidas a la “transición demográfica” o a los cambios estructurales habidos en diferentes regiones. Una respuesta que se suele dar a por qué se salía para establecerse en otro lugar, es la de la superpoblación relativa, como se decía en el trabajo premiado por la Unión Iberoamericana ya citado. Más recientemente, Jordi Nadal también los señala: “unas pocas de las cuarenta y nueve provincias (la división de Canarias fue posterior) han sostenido la mayor parte del peso migratorio. La coincidencia de dichas provincias con la zona de máxima densidad de población demuestra que el exceso demográfico ha sido la principal causa del fenómeno”17. No obstante, no se puede olvidar que el movimiento emigratorio está también condicionado, como decimos, por factores relativos al país que recibe al emigrante. Además, hay que dejar claro que aunque hubiese superpoblación relativa, no se pretende establecer que no era posible que hubiese más pobladores, porque los hubo. Por otro lado, zonas con emigración notable tenían inmigrantes. Lo que se quiere señalar es que no se pueden olvidar las dificultades que había para que la población de esas regiones pudiera desarrollar sus capacidades. La emigración, pues, sería una respuesta para que, además de reducir el crecimiento demográfico, pudiesen encontrar los que emigraban mejores condiciones de vida. En el medio rural era necesario innovar para mejorar la productividad, la posibilidad de extender el cultivo o el desarrollo de otras actividades económicas, sin duda disminuirían la acción de esa causa de la emigración. A la falta de recursos como causa de la emigración se refirió la escritora de Coaña (Asturias), Eva Canel en conferencia dictada en el Centro Asturiano de La Habana en 189318. En ella sostuvo ante sus paisanos que no habían salido de su casa por falta de recursos. En concreto sostuvo: “Dicen ciertas gentes, mal avenidas por sistema con todo lo que crece y se desarrolla y se engrandece, como la colonia asturiana en esta Isla, que habéis salido de vuestra provincia arrojados por el hambre. No es cierto: habéis salido para dar rienda a las aspiraciones vuestras de ser y de tener; habéis salido por miedo al uniforme de soldado, que en un tiempo fue terror de las madres y que hoy continúa sirviendo de coco Jordi Nadal, La población española (siglos XVI a XX), Editorial Ariel, Barcelona, 1984, p. 182. 18 Eva Canel, “Asturias y los asturianos” (Discurso leído en el Centro Asturiano y dedicado a la Junta directiva, en 1893), Magosto, Establecimiento Tipográfico de F. Noval, Madrid, 2.ª ed., 1899, pp. 75-76. 17

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por tradición y sin motivo para ello”. Repasó lo que había en las casas de los emigrantes, pan, si bien de maíz, leche, fruta, castañas, caza y pesca, y no faltaba con que “acompangar”. Añadió, que no emigraban los de otras regiones que tenían menos y se preguntó si los catalanes que salían lo hacían por hambre, respondiendo a todo ello que no. Terminó señalando a sus paisanos: “Luego vosotros emigráis por vuestro carácter, poco conforme con lo pequeño y por vuestro deseo de salir fácil y rápidamente de la esfera en que habéis nacido”. A las causas de la emigración se refiere también Eva Canel en obra publicada en 191619. En ella escribe que “en América piensan que cuantos emigran lo hacen a impulsos de la necesidad; no hay tal; quizás existe la ambición de muchos de escalar otra clase social y eso en España es más difícil que obtener dinero”. Vuelve a referirse al uniforme de soldado y repite que los emigrantes habían huido por no vestirlo. También en esos años, Adolfo Posada, que había sido catedrático de la Universidad de Oviedo y que, según José María Serrano, representaba “por la mera presencia de su persona sabia, el pasado de la que fue Atenas española”, en 1910 se trasladó a la Argentina, donde estuvo cinco meses, y escribió varios libros entre los que está La República Argentina, al que nos referimos20. Embarcó en Lisboa el 27 de mayo de ese año de 1910, en el trasatlántico alemán König Friedrich August, en el que iban “quizá 300 emigrantes tumbados sobre sacos, acostados en los botes del vapor, buscando alivio contra el sol que quema: hombres, mujeres, niños; un núcleo de fuerzas que deja a Europa para enriquecer con su labor a la Argentina”. A un asturiano le preguntó a que iba a la Argentina, y le contestó que “a lo que todos estos, a ver si salgo de pobre”. De la experiencia de ese viaje, Posada destaca como causas de la emigración las siguientes: la primera, “la tradición y la costumbre”; la segunda, “la miseria”, de la que dice, es probablemente “la causa determinante de la emigración actual en masa de la región central de España, de las regiones agrícolas”, la tercera, que considera de importancia excepcional, “la falta de una política de reconstitución y de orientación”, y la cuarta, “el ambiente de optimismo que existe, indudablemente en la República Argentina”.

Eva Canel, Lo que vi en Cuba. A través de la Isla, Imprenta y Papelería La Universal, La Habana, 1916, pp. 36-37. 20 Adolfo Posada, La República Argentina. Impresiones y comentarios, Librería general de Victoriano Suárez, Madrid, 1912, pp. 14 y ss. y 427 y ss. 19



emigrantes del norte de españa a américa

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La tradición, por un lado, que se hacía sentir, sobre todo, en los territorios que fueron de España hasta 1898, y el “ambiente de optimismo”, como decía Posada, que reinaba en otros con grandes recursos, que, además, favorecían la inmigración, actuaban como factores de atracción. En Cuba los españoles conservaron sus propiedades después del 98 y, como se ha señalado, hubo auténtica riada de emigrantes ya en los primeros años del siglo. Por otro lado estaba Argentina, que, como escribía Posada, se ofrecía “como una de las más intensas atracciones geográficas del mundo, después de ser despreciada en un principio pasa a convertirse en poderoso foco de atracción después de haberse descubierto el vapor y poder exportar sus productos”. Para favorecer y controlar la inmigración se promulgan en los países americanos las normas legales precisas. Así, la República Argentina tiene desde 1876 una Ley de inmigración. En ella se establece la libre entrada de todo aquél que pudiese acreditar buena conducta y aptitudes para el trabajo. Al que llegase se le daría alojamiento y manutención gratis durante cinco días, así como vacunas y asistencia médica y se le trasladaría por cuenta del Estado hasta el lugar donde quisiera establecerse y colocación bien en el campo o en la industria. De todo ello se hacía la propaganda debida. La Constitución de la República del Paraguay de 1870, decía en su artículo 6º: “El Gobierno fomentará la inmigración americana y europea, y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio paraguayo de los extranjeros que traigan por objeto mejorar las industrias, labrar la tierra e introducir y enseñar las ciencias y las artes”. En Cuba el Gobierno militar dictó, en mayo de 1902, disposiciones sobre la inmigración, prohibiéndose la entrada de todo aquél que pudiese constituir una carga pública o no fuese aconsejable su acogida, así como la de chinos. En 1904 se acordó destinar 800.000 pesos para facilitar la entrada de familias que se dedicasen a las tareas del campo y procediesen de la Península Ibérica, Canarias o Baleares, atendiéndose preferentemente a los propietarios que destinasen a esas familias al cultivo de la caña de azúcar o del tabaco: el que al llegar no fuese reclamado sería trasladado al campamento de Triscornia, donde permanecería hasta que fuese buscado para emplearlo o devolverlo al país de procedencia. En Brasil era libre la entrada de todo el que pudiese trabajar y no estuviese sujeto a alguna causa delictiva en su país de origen, como se establecía en el Decreto de 19 de abril de 1907. El Gobierno brasileño pagaba el pasaje, en su totalidad o en parte, a las familias de agricultores, si los mayores no

24

rafael anes y álvarez de castrillón

Malecón de La Habana repleto de personas esperando la llegada de un trasatlántico a principios del siglo XX.

pasaban de los 50 años, y a los solteros que se dedicasen a la agricultura, a oficios mecánicos, a la industria, a la actividad artesanal o fuesen para ser criados, siempre que su edad estuviese entre los 18 y los 50 años. Los inmigrantes subsidiados tendrían alojamiento y manutención, así como asistencia médica, durante diez días, transporte gratuito hasta su destino y protección oficial durante los seis primeros meses de estancia. En Chile también era libre la entrada de emigrantes, como se establecía en el Decreto de 27 de junio de 1905, siempre que los que llegasen tuviesen menos de 50 años, fuesen agricultores, mineros o capaces de ejercer algún oficio o dedicarse a la industria o al comercio, siempre que pudiesen acreditar moralidad y aptitudes, y se les concedían beneficios similares a los que se daban en otros lugares. En Méjico, por ley de diciembre de 1908, se autorizaba la entrada de extranjeros, si eran mayores de 16 años, llegaban solos, no estaban condenados, no padecían enfermedades transmisibles u otras que les incapacitasen para el trabajo, no fuesen prófugos, anarquistas, mendigos, etc.21. Creemos son referencias suficientes para mostrar la 21

Jesús María Rísquez Alfonso y Melchor Ordóñez, Cartilla del emigrante, pp. 91 y ss.



emigrantes del norte de españa a américa

25

voluntad que había de emigrar a los países americanos y lo bien recibidos que eran los emigrantes. Estadisticas del movimiento migratorio y destino de los emigrantes Si nos referimos sólo a los años de mayor emigración de españoles a América y de modo especial al primer tercio del siglo XX, a los años de “emigración en masa”, nos encontramos con diferentes estimaciones, pero todas ellas coinciden en que el número de emigrantes ha sido muy alto. Germán Rueda, en la obra ya citada, da la cifra de 5.770.000 emigrantes para los siglos XIX y XX. Para los años que nos ocupan distinguiremos dos períodos, el de 1882 a 1900 y el de 1901 a 1930, que, repetimos, son realmente los de la gran emigración a América. Que partamos de 1882 se explica porque desde ese año hay estadísticas oficiales de la emigración. Los sucesos de Said, en la meseta del Tell, en el verano de 1881 sirvieron de llamada a los poderes públicos para que se ocupasen más de la emigración y lo primero que tenían que conocer era la importancia de ese movimiento de la población española y cual era el número de los que se encontraban en países extranjeros. Fue creado un servicio especial, para recabar información a los ayuntamientos, a las direcciones de sanidad y a las capitanías de los puertos, al tiempo que se remitía un interrogatorio a los cónsules en el extranjero y a los representantes extranjeros en España. Encomendado el servicio, por Real Decreto de 6 de mayo de 1882, a la Dirección del Instituto Geográfico y Estadístico, ésta comienza a levantar la “Estadística de la emigración e inmigración de España”, con datos desde ese año de 1882. Posteriormente otros organismos, como el Ministerio de Trabajo, elaboraron estadísticas de la migración exterior. Con los datos que ofrece el Instituto Geográfico y Estadístico, Consuelo Naranjo22 y César Yánez Gallardo23 dan la cifra de 704.561 emigrantes de 1882 a 1900, lo que supone una media anual de 37.082, y la de 2.592.751 de 1901 a 1930, 86.425 de media anual, con la década de Consuelo Naranjo, “Análisis cuantitativo”, Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Historia 16, Madrid, 1992, pp. 185-186. 23 César Yánez Gallardo, La emigración española a América (siglos XIX y XX). Dimensión y características cuantitativas, Fundación Archivo de Indianos, Colombres (Asturias), 1994, pp. 36-37. 22

26

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1911 a 1920, con 1.050.279 emigrantes como la de mayores salidas. En total son 3.297.312 emigrados los que contabilizan entre 1882 y 1930. Blanca Sánchez Alonso24, estima que la emigración española a América ha sido de 3.600.154 entre esos años de 1882 y 1930, con 736.955 emigrantes de 1882 a 1900 y 2.863.199 de 1901 a 1930. Recordemos que la población española era de 18.608,1 miles de habitantes en 1900 y de 23.563,8 en 193025. En cuanto a la emigración, hay más estimaciones y cálculos, pero creemos que los referidos son suficientes. La región española que más emigrantes ha aportado, entre 1885 y 1930, es Galicia, con el 36%, a la que siguen, a gran distancia Asturias, Castilla y Cataluña, con el 9% cada una, mientras que Cantabria aportó el 3% y el País Vasco el 2%26. En el siglo XIX las provincias españolas de gran emigración, según Germán Rueda27, han sido: las gallegas, menos Orense, Asturias, Cantabria y Canarias, que, con Orense, mantienen esa condición de aportar los mayores porcentajes de emigrantes en el siglo XX. Si se acepta la cifra de 3.297.312 emigrantes entre 1882 y 1930 y que el 36% eran de Galicia, tendríamos que de esa región se trasladaron a América 1.187.032 en dicho período. Alejandro Vázquez González28 contabiliza, para los períodos 1880-1895 y 1911-1930, 892.743 pasajeros gallegos salidos por puertos españoles con destino a América. Una interpolación para los años 1896-1910 daría un total de 1.692.168. Haya sido una u otra la magnitud de dicha emigración, lo que es evidente es la gran importancia que ha tenido. En Asturias, como en otras regiones, aumentó el número de emigrantes al mediar el siglo XIX, más concretamente en la segunda mitad de la década de 1840. En ello hubo de influir que la situación económica no era la mejor, lo que llevó a José María Bernaldo de Quirós, marqués de Camposagrado, a publicar en 1854 su célebre trabajo El manifiesto del hambre. Desde esos años de crisis no creció la emigración hasta la década Blanca Sánchez Alonso, Las causas de la emigración española. 1880-1930, Alianza Editorial, Madrid, 1995, pp. 284-285. 25 Jordi Nadal, La población española en los siglos XVIII a XX, Ed. Ariel, Barcelona, 1971. 26 Consuelo Naranjo, “Análisis cuantitativo”, p. 188. 27 Germán Rueda, Españoles emigrantes a América, pp. 50-51. 28 Alejandro Vázquez González, “La emigración gallega. Migrantes, transporte y remesas”, Compilación de Nicolás Sánchez-Albornoz, Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Alianza Editorial, Madrid, 1988, p. 83. 24



emigrantes del norte de españa a américa

27

de 1880. Desde entonces se mantiene en niveles altos, especialmente en el primer tercio del siglo XX, hasta la década de 1930. Según los datos que proporciona el Instituto Geográfico y Estadístico, de 1884 a 1900 los emigrantes son 74.479, 88.386 de 1901 a 1920, 90.231 de 1911 a 1920 y 80.574 de 1921 a 1930. En total, entre 1884 y 1930 emprenden el camino de la emigración 333.670 asturianos29. A gran distancia, en cuanto al número, de la emigración gallega, y también de la asturiana, está la emigración de Cantabria. Consuelo Soldevilla30 estima que entre 1900 y 1936 emigraron de Cantabria a América 103.753. En el primer decenio del siglo 30.430, en el segundo 42.083 y 31.240 de 1921 a 1936. El destino preferente de los emigrantes españoles a América, en los años considerados, ha sido en el siglo XIX Cuba, en los primera años del siglo XX la República Argentina y a partir de 1915 Cuba vuelve a ser el destino preferido. Germán Rueda31 estima que, de 1882 a 1930, el 48% de los emigrantes españoles han tenido como destino Argentina, mientras que Cuba recibió al 34%, Brasil el 8%, Uruguay el 2,5%, Méjico el 2% y Estados Unidos también el 2%. Que Argentina recibiese a la mayor parte de los emigrantes españoles se debió, como explicó Juan A. Alsina32, al crecimiento económico de ese país, que llevó a que de los 4 millones de habitantes que tenía en 1895 pasase a 10.976.000 en 1925. Se distinguen, entre 1880 y 1910, tres fases en la evolución económica de Argentina: la primera, de 1880 a 1890, de gran crecimiento; la segunda, de 1890 a 1900, con depresión, y la tercera, de 1900 a 1910, de nuevo con expansión33. No obstante los años de depresión, el PIB creció entre 1875 y 1896 un 3,6% de media anual y un 2,3% de 1896 a 1912 y el crecimiento del PIB por habitante, a pesar del incremento habido en la

Rafael Anes y Álvarez de Castrillón, La emigración de asturianos a América, Fundación Archivo de Indianos, Colombres (Asturias), 1993. 30 Consuelo Soldevilla, “Cantabria: cien años de emigración a América, 1860-1960”, Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Historia 16, Madrid, 1992, vol. II, pp. 147-172. 31 Germán Rueda, Españoles emigrantes a América, p. 61. 32 Juan A. Alsina, La inmigración en el primer siglo de la independencia, Editado por Felipe S. Alsina, Buenos Aires, 1910, pp. 26 y ss. 29

33

Roberto Cortés Conde, “Migración, cambio agrícola y políticas de protección. El caso argentino”, Compilación de Nicolás Sánchez-Albornoz, Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pp. 235-248.

28

rafael anes y álvarez de castrillón

Emigrantes españoles durante “la danza de los millones” esperando el reparto de medios pasajes ante el consulado de La Habana.

población, ha sido, como promedio anual, del 1,9% de 1870 a 1890 y del 2% de 1890 a 191334. Hasta 1895 los emigrantes gallegos van preferentemente a Cuba, con Argentina a muy poca distancia, y en tercer lugar a Brasil. En el siglo XX Argentina recibe a más de la mitad de los gallegos que salían rumbo a América, el 56,5% entre 1912 y 1918 y el 52,9% entre 1919 y 1930, mientras que a Cuba van en esos años el 30,7% y el 32,9%, respectivamente. En cuanto a la emigración asturiana, el principal país de destino ha sido siempre Cuba, destacando que en los años 1891-1895 recibió el 81,3% de los emigrantes. Sigue a Cuba la República Argentina, a donde se dirigieron el 41,3% de los emigrantes de 1886 a 1890 y el 40,8 de 1911 a 1915, a mucha distancia está la emigración a Méjico. Los cantabros embarcaron preferentemente para Cuba, Méjico y Argentina.

Marcela A. García Sebastián y Antonio Santamaría García, “El crecimiento económico argentino en perspectiva histórica”, Nuevos enfoques en la Historia económica de España y América Latina, Revista de Historia Económica, Año XII, n.º 3, Otoño, 1994, pp. 787-802. 34

18,6 29,2

12.923

55.264

108.330

111.929

152.913

233.913

164.547

59.203

1.141.833

1891-1895

1896-1900

1901-1905

1906-1910

1911-1915

1916-1920

1921-1925

1926-1930

1882-1930

1.922.051

186.078

213.395

104.711

484.092

505.884

146.867

95.264

30.450

123.736

29.574

Argentina Emigrantes

49,2

58,7

46,6

26,4

60,8

63,3

42,4

41,4

12,0

46.2

27,1

%

491.334

29.315

42.294

27.297

108.281

80.481

38.944

58.947

90.807

27.203

7.765

Brasil Emigrantes

12,5

9,2

9,1

6,9

13,5

10,1

11,2

25,5

35,9

9,9

7,1

%

347.746

43.069

39.807

30.627

53.250

43.178

53.250

21.645

18.794

30118

23.852

Resto Países Emigrantes

9,1

13,5

8,6

7,7

6,6

5,8

15,3

9,3

7,4

11,0

21,8

%

3.912.964

317.665

460.043

396.218

798.536

741.472

347.169

231.020

252.974

272.925

109.048

Total Emigrantes

Fuentes: Estadísticas de Emigración e Inmigración de España y Anuarios Estadísticos de España, elaborado a partir de los datos de Yáñez Gallardo, C.: (1993), Cuadro 21. pp. 114-116.

37,7

59,0

18,6

15.1

31,7

23,8

44,7

32,9

89.868

1887-1890

44,0

%

47.887

Cuba Emigrantes

1882-1886

Período

Distribución de la emigración española a América, según los principales países receptores. Período 1882-1930 (%)

emigrantes del norte de españa a américa 29

30

rafael anes y álvarez de castrillón

Porcentajes regionales de la emigración española a América desde finales del siglo XVIII hasta 1930 Comunidades

Final XVIII

Galicia

1801-1850

1885-1930

11,2

22,7

38,3

0,8

18,6

6,1

16,4

15,3

9,3





0,3

24,6

5,8

5,5

7,5

15,4

9,8



2,8

2,5

16,1

11,3

2,0

Extremadura





0,4

La Mancha





-

La Rioja





0,4

16,2

1,0

9,9

Valencia





2,0

Aragón







Canarias Cataluña* Madrid Andalucía Asturias Cantabria Paía Vasco-Navarra

Castilla y León**

* Incluido todo el Levante (Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares). ** Incluidas ambas Castillas y León. Fuentes: J. M. Delgado Rivas, “La emigración española durante las décadas del comercio libre (1765-1820)”, en Siglo XIX, 7, pp. 316-339; C. Naranjo Orovio (1992), op. cit.; Vázquez González, A. (1998): “La emigración gallega a América. Aproximación histórica a la etapa masiva”, en Españoles hacia América, op. cit.; A. M. Macías, La emigración canaria, 1500-1980, Fundación Archivo de Indianos, Gijón, 1993; C. Yáñez Gallardo (1994): La emigración española a América (siglos XIX y XX), Fundación Archivo de Indianos, Colombres.

La obra de los “americanos” Los jóvenes emigrantes, que partían generalmente del ámbito rural, tenían que adaptarse a un medio muy distinto y, además, como habían ido para triunfar y retornar, no cabía la vuelta si el éxito no acompañaba, ni transmitir a los que habían dejado noticias de dificultades o de



emigrantes del norte de españa a américa

31

padecimientos. El ya referido emigrante Eloy Vejo escribió que sabían muy poco los que nunca habían salido sobre “las calamidades que habrá tenido que pasar el ‘indiano’ antes de poder volver con toda su carga de sacrificios y sinsabores”. Decía el personaje de la obra de Santiago Rusiñol35, refiriéndose a la estancia del emigrante en su lugar de destino, “en aquél país no nos quejamos nunca”, porque “como vamos para padecer, todos los padecimientos nos parecen patria”. Refiere Alfonso Camín, en su obra Entre palmeras, ya citada, que cuando fue a visitar a Chirola, ingresado en la Quinta Covadonga, del Centro Asturiano de La Habana, que estaba en los últimos momentos de su vida, éste le dijo: “Las penas de los que emigramos han de quedar entre nosotros. Nunca mandes a España malas noticias. Aquí triunfamos todos. Hasta los que estamos muertos. ¿Entiendes?”. Pero todas las dificultades que tendría que vencer el emigrante no lo arredraban. Así lo exponía el articulista de El Correo el 8 de enero de 1914: “nada detiene la constante huida de españoles a otras tierras: ni las duras condiciones del trabajo, ni los terribles desengaños de millares de desgraciados”. El emigrante, que embarcaba dispuesto a volver como “americano”, como triunfador, puso a disposición de tal objetivo todas sus fuerzas, las fuerzas de sus mejores años, y toda su capacidad y contribuyó, en la medida de sus posibilidades, a crear riqueza y engrandecer al país que lo había acogido. Sin duda, ha sido muy importante la participación de los inmigrantes en el desarrollo económico de los países americanos, como ya se señaló al referirnos a Argentina, el “país ancho y luminoso”, como le llamó José María Salaverría36. Rafael Calzada, ha escrito que Argentina poseía “riqueza, porvenir, aliento y vida” y al terminar el siglo XIX ya enviaba su riqueza y su espíritu a todas partes, por lo que toda la América tenía puestos sus ojos en esos márgenes del Plata y el viejo mundo sabía que en el seno de esa nación en desarrollo se albergaban colosales energías37. Además de cooperar al desarrollo económico en los países de América, el emigrante, que tuvo posibilidades de hacerlo, llevó a cabo una muy importante labor en su región y en su país. Se destacan los giros Santiago Rusiñol, El indiano, Renacimiento, Madrid, 1912. José María Salaverría, “El canto al emigrante”, Paisajes argentinos, Gustavo Gili (Ed.), Barcelona, 1928, p. 123. 37 Rafael Calzada, “Discurso de clausura de los juegos florales, celebrados en el Teatro Colón el 12 de octubre de 1884”, Discursos, Imprenta de El Correo Español, Buenos Aires, 1900, pp. 27-28. 35

36

32

rafael anes y álvarez de castrillón

de los emigrantes, que bien para compensar a su familia de los gastos que su embarque ocasionó, bien para otro tipo de compensaciones, por generosidad o por otros motivos, remitían dinero, si ello les era posible, y así contribuían a mejorar el nivel de vida de sus pueblos. Sobresalen las remesas habidas con motivo de la última guerra de Cuba. Como ha señalado Valentín Andrés Álvarez38: “en los archivos del Banco Herrero de Oviedo, en la Banca Rodríguez, hoy Banco de Gijón, y en el Banco Pastor de La Coruña, a través de los cuales se hicieron la mayoría de los giros de Cuba, tiene que haber testimonios de la riada de oro que inundó nuestra patria en aquellos años y que según estimación moderada pasó de los 2.000 millones de pesetas oro, de las de entonces, cifra elevada para la época como importación de capitales”. Destaca también el retorno habido de “hombres con el temple, la experiencia y el dinamismo de jefes de empresa y capitanes de industria bien dotados y probados, pues habían triunfado ya en América”, que cooperaron en la creación de sociedades en esos años, creación en número grande, con importante labor en amplios campos de la vida económica. En definitiva, los giros de los emigrantes, como diría Antonio L. Oliveros39, contribuyeron a levantar industrias, “realizando un imponderable esfuerzo de resurgimiento patrio”. Los emigrados a América también se preocuparon de dotar a sus pueblos de escuelas, hospitales, asilos, iglesias, ateneos, casinos, fuentes, caminos, parques, de todo aquello que necesitaban y no tenían, de que sus paisanos tuviesen la cultura y el bienestar que ellos no habían tenido y que los que decidiesen emigrar lo hiciesen con la mejor preparación posible. Se destaca, y no sin razón, la obra que llevaron a cabo en el campo de la enseñanza. Conscientes de lo importante que era la formación, de la desventaja cultural con la que ellos habían salido, que les tuvo que hacer muy duro entrar en contacto con sociedades más adelantadas, han tenido el propósito de luchar contra el analfabetismo y contra la enseñanza poco eficiente, alcanzando éxitos notables, tanto al levantar edificios como al establecer nuevos métodos de enseñanza. Bien individualmente o por medio de sociedades, de las que no sin razón se señala a la de Naturales del Concejo de Boal, llevaron a cabo una labor que el entonces Inspector de Primera Enseñanza, Benito Castrillo Sagrado calificó como el hecho “de

Valentín Andrés Álvarez, Recogido en Guía espiritual de Asturias, Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo, 1982, pp. 16-18. 39 Antonio L. Oliveros, Asturias en el resurgimiento español, Madrid, 1935, p. 51. 38



emigrantes del norte de españa a américa

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mayor trascendencia que registra la historia de la educación española”40. Benito Castrillo estimaba que con el dinero de los emigrantes se habían levantado unas ochocientas escuelas en Asturias, Galicia, Santander, País Vasco y Cataluña, hasta mediados de la década de 1920, que es cuando él escribe el trabajo referido. En resumen, América se llevó a una parte importante de la juventud española y de América vino dinero que sirvió para circular y para realizar obras sociales y, también, casas para los retornados. En palabras de Valentín Andrés Álvarez, “si Asturias, y aún España entera, deben mucho a América, América debe también mucho...”, pues es falso decir que el emigrante sólo va a América a ganar dinero para regresar con él, porque la riqueza no se gana, se crea, y ellos son los creadores del gran comercio de Cuba, de la gran industria de Méjico y de otras muchas y poderosas empresas ultramarinas, porque ellos regresan, pero su obra, lo que han creado con su trabajo, su inteligencia y su fe, queda allí para siempre41.

Benito Castrillo Sagrado, El aporte de los indianos a la instrucción pública en España: otras formas de la protección a la beneficencia y al progreso, Impreso en La Prensa de Buenos Aires, Oviedo, 1926. 41 Valentín Andrés Álvarez, “La obra de los americanos de Asturias. La primera ‘ayuda americana’ a la economía española”, Asturamérica, 2.ª época, año III, n.º 27 (Mayo, 1956). 40

Panorámica de la intervención escolar de los emigrantes gallegos a América (Siglos XVII-XXI)42 Vicente Peña Saavedra Universidad de Santiago de Compostela

1. Apertura Pocos fenómenos sociales o, por mejor decirlo, procesos –en el supuesto de que haya alguno– dejaron una huella tan profunda y persistente en el imaginario colectivo y en la vida entera del pueblo gallego como lo ha hecho la emigración, cuando menos en la contemporaneidad. Y su incidencia no ha cesado, ni es probable que lo haga a corto y aun medio plazo, si nos dejamos guiar por las instantáneas y los pronósticos demográficos, nada halagüeños, que vienen haciendo públicos los observatorios especializados en la materia, al constatar una revitalización sostenida de la corriente, de cuyos vaivenes y proyecciones nos informa, con dosis de creciente alarmismo, la prensa diaria a lo largo de los últimos meses. Pero presente y porvenir escapan, en esta ocasión al menos, de nuestras consideraciones que no de nuestras inquietudes ni de nuestras líneas de indagación en activo. Y, por consiguiente, nos abstendremos de hurgar en ellos. Este trabajo se inscribe dentro del bloque de fundamentación histórica del proyecto de investigación Galicia Mundi: actualidade e prospectiva do asociacionismo galego no exterior. Os retos en materia educativa, social e cultural (10PXIB214223PR), subvencionado por la Xunta de Galicia, según Resolución de 11 de noviembre de 2010 (DOG n.º 222, de 18 de noviembre). 42

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Retrotrayéndonos a tiempos ya vencidos y con el afán de corroborar, desde criterios de autoridad intelectual, la impronta antes referida, resulta oportuno glosar las palabras del prestigioso y carismático americanista, de ascendencia asturiana, Rafael María de Labra (La Habana, 1841-Madrid, 1918), cuando a la altura del verano de 1916, al ocuparse en una de sus incontables comparecencias públicas de la crucial influencia ejercida por los emigrantes transoceánicos del noroeste peninsular en sus localidades de procedencia, aseguraba de forma categórica: “En Galicia no es necesario demostrar esto: se palpa”43, aunque a su entender, “sí es preciso divulgar esto en el resto de España”44. No andaba desacertado en la primera parte de su apreciación y quizás tampoco en la segunda. Además, el término que utilizaba para dar cuenta de su pensamiento, al margen de cualquier connotación metafórica, poseía una carga gráfica, emocional e intuitiva que lo convertía en palmaria evidencia. Toda vez que en buena parte de la geografía gallega era palpable, admirable y tangible, como aún lo sigue siendo, la estela de los americanos. Para acreditarlo atestiguaba que de las 357.000 cartas certificadas recibidas en España en 1910, procedentes de América y, supuestamente, conteniendo remesas económicas, 136.982 (38%) llegaron a Galicia. A lo que agregaba, recurriendo a otras fuentes, que de los 120 millones de pesetas anuales que surcaban el Atlántico de América hacia tierra española, 75 millones se dirigían al Norte, de los cuales el 65% (unos 49 millones) tenían sus destinatarios en la región gallega45. Manuel Murguía, por su parte, acrecentaba el cómputo sensiblemente hasta los 70 millones46. Cualquiera que fuese la cuantía exacta, le confería verosimilitud y credibilidad a la sentencia tan pregonada del propio Labra, quien a comienzos

“Santiago de Galicia. Certamen de la Liga de Amigos de Santiago. Sesión solemne celebrada el 30 de julio de 1916 en el Teatro Principal de Santiago de Galicia (sic)”. Crónica reproducida del periódico vespertino El Eco de Santiago, en su edición correspondiente al 31 de julio de 1916. Se incluye en el opúsculo La campaña hispano-americana en el noroeste de España. La acción de D. Rafael M. de Labra en Galicia, 1916. Madrid, Establecimiento tipográfico de Jaime Ratés, 1916, p. 17. La cursiva es nuestra. 44 Ibidem. 45 “La Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Galicia. Sesión de 1º de agosto de 1916. Visita del señor Labra”. En Op. Cit., pp. 22-23. Reitera y matiza el importe de los envíos en p. 39. 46 Murguía, M.: “Preocupaciones que deben combatirse”. Vida Gallega, n.º 14, 1 de febrero de 1910. 43



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del cuarto lustro del pasado siglo aseveraba sin titubeos: “Bien puede aventurarse la especie de que Galicia no se comprende sin América, y que en España no hay región más competente que aquélla para entender e ilustrar sobre el trato hispano-americano”47. En buena lógica, los datos y ponderaciones anteriores guardan estrecha armonía con el volumen de los flujos migratorios gallegos, principalmente en la centuria que cubre desde los años centrales del segundo tercio del siglo XIX hasta el meridiano de la década de los 30 del siglo XX. A modo de síntesis ilustrativa cabe indicar que según los recuentos efectuados por el investigador, prematuramente desaparecido, Alejandro Vázquez González, de 1835 a 1938 se registraron 1.621.000 partidas de Galicia en dirección a tierras transoceánicas, lo que viene a representar en torno al 36 por cien de las salidas totalizadas en el conjunto del territorio español con el mismo rumbo. A su vez, siguiendo también a este autor, podemos cifrar en 872.000 individuos el contingente neto de emigrantes gallegos que entre 1830 y 1936 se ausentaron con carácter definitivo de sus pagos de origen48. El profesor Eiras Roel eleva incluso el primero de los indicadores al fijar en 1.750.467 los trasvases brutos de capital humano de Galicia hacia el exterior en el intervalo secular de 1836 a 1936. Lo que viene a significar el 38 por cien de la movilidad migratoria que experimentó España en ese período, cuando el peso demográfico de las cuatro provincias gallegas, a la altura de 1900, apenas rondaba el 10 por ciento de los recursos poblacionales españoles. Por esta vía, Galicia se coloca no sólo en la avanzadilla de las demás regiones del Estado debido a su enorme sangría humana, sino también en el pelotón de cabecera de las áreas más torrenciales de Europa en razón de la fuerza expulsiva de sus habitantes, en el tránsito de las postrimerías del siglo XIX y el ocaso del tercio auroral del XX49. “En la tribuna del Circo”. Reseña de la conferencia pronunciada por Labra en el salón de actos de la Unión de Artesanos de A Coruña, publicada en La Voz de Galicia, el 4 de agosto de 1916. Compilada en La campaña hispano-americana en el noroeste de España. Op. Cit., pp. 39-40. 48 Vázquez González, A.: La emigración gallega a América, 1830-1930. Tesis doctoral. En Teses de Doutoramento 2000. Humanidades e Ciencias Sociais. Santiago de Compostela, Servicio de Publicacións e Intercambio Científico da Universidade de Santiago de Compostela, 2000. Edición en CD-ROM, p. 200. 49 Véase Eiras Roel, A.: “La emigración gallega a las Américas en los siglos XIX y XX. Nueva panorámica revisada”. En Ídem (ed.): Aportaciones al estudio de la emigración gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela, Secretaría de Relacións coas Comunidades Galegas, Xunta de Galicia, 1993, pp. 185-215. 47

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Con la esquemática cobertura contextual que nos ofrecen los datos anteriores, adquieren pleno sentido los juicios de Labra y de otros muchos coetáneos de fuera o de casa que cabría aducir, pero que aquí no vamos a citar siquiera porque su simple enunciación agotaría el cupo razonable de espacio de que disponemos. Para no alterar el hilo discursivo, tan solo consignaremos que en el elenco coral de voces concurrentes en el análisis de esta temática hubo, principalmente en su etapa de mayor efervescencia, formulaciones dispares, planteamientos antagónicos y recalcitrantes disputas entre quienes se pronunciaron acerca de los beneficios y los perjuicios que la emigración –sobre todo en su variante de éxodo– causaba para cuantos en ella se hallaban involucrados, que eran a la postre, teniendo en cuenta la envergadura del problema, la generalidad de Galicia y de los gallegos. La perspectiva de la distancia que modula o atempera la fogosidad de las impetuosas valoraciones inmediatas y, más aún, el estudio riguroso y sosegado que ha ido madurando en el devenir de las décadas, posibilitan desde la atalaya del presente aproximaciones nuevas con apoyaturas consistentes en torno a las múltiples facetas que la materia plantea. Una de ellas, la tocante a la esfera educativa, que brota y se decanta en numerosas ramificaciones. Pero, sin duda, la más recurrente y visible (palpable, como expresaba Labra) atañe a las actuaciones de los emigrados en el ámbito escolar, cuestión que a partir de los 80 de la centuria precedente ha experimentado un considerable e intensivo tratamiento, tanto en clave científica como divulgativa. De este asunto nos ocuparemos de ahora en adelante de un modo monográfico. 2. Cronología, variantes y tipología de la intervención escolar Como punto de partida se hace indispensable precisar que, de acuerdo con los resultados de las investigaciones que se han venido desarrollando desde los umbrales de la penúltima década del pasado siglo, la intervención escolar de los gallegos ausentes debe ser catalogada como una realidad estructural o de larga duración, todavía inconclusa, que comprende un periplo multisecular con más de cuatrocientos años de serpenteante recorrido50. Así lo hemos tratado de documentar y sostener en Peña Saavedra, V.: Éxodo, organización comunitaria e intervención escolar. La impronta educativa de la emigración transoceánica en Galicia. Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1991, 2 vols. A esta obra 50



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A lo largo de ellos genera producciones tanto en los lugares de partida como en los enclaves de destino, sin quedar acotada en exclusiva tal intervención a las coordenadas de la emigración transoceánica51. En el transcurso de este dilatado itinerario –inferior al de otras regiones españolas– las actuaciones emprendidas se amoldan por lo regular a dos patrones de floración sucesiva, que ulteriormente acabarán teniendo coexistencia simultánea. El primero y más remoto de titularidad individual, si bien no siempre unipersonal. Y el segundo y más tardío de titularidad colectiva. Aquel polarizado con prevalencia y hasta casi de manera única hacia la Galicia metropolitana, aunque también con incursiones externas fuera de su contexto étnico. Y éste, por su parte, bifurcado hacia los dos espacios donde permanecía radicada la comunidad humana que la diáspora había disociado: las grandes urbes del mundo, en particular de tierras ultramarinas, y las parroquias y villas del país de procedencia. 3. Modalidad precursora: fundaciones docentes y remesas escolares de los filántropos indianos Los artífices promotores de la variante individual fueron los conocidos con el apelativo genérico de indianos, gentilicio –de ordinario– demasiado equívoco no solo en la literatura y el periodismo coetáneos, sino también en los usos estipulativos y coloquiales del epíteto ayer y hoy. En cualquier caso y a fuerza de no poco tesón y perseverancia la locución fundaciones docentes y remesas escolares de los indianos ha ido adquiriendo relativa consistencia y desigual predicamento en los círculos académicos para designar una producción heterogénea que engloba las aportaciones de todo tipo hacia el campo de la enseñanza, sufragadas a título particular siguieron, a lo largo de diez años, diversos trabajos cuya referencia aquí omitiremos, pero de los cuales el lector interesado podrá encontrar noticia en uno de los últimos textos de conjunto que ha salido a la luz: “A dimensión escolarizadora da emigración transoceánica no Noroeste da Península Ibérica. Do Antigo Réxime ao solpor da contemporaneidade”. En Louro Felgueiras, M. e Vieira, C. E. (eds.): Cultura escolar, migrações e cidadania. Porto, Sociedade Portuguesa de Ciências da Educação, 2010, pp. 93-141. A una y otra contribución y a sus intermedias remitimos también para fundamentar buena parte de las afirmaciones que aquí se formulan sin apoyatura crítica y sustentar la narrativa de esta entrega. 51 Solo como muestra, se ofrecen varios ejemplos acotados al territorio intrapeninsular en Peña Saavedra, V.: “As escolas que viñeron de alén mar (Galicia, ss. XVII-XXI). Algunhas réplicas dende terras lusas”. História. Revista da Faculdade de Letras. III Série, vol. 3, 2002, pp. 245-262.

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(comúnmente por un único sujeto, pero en ocasiones por pares o ternas, a cuyos integrantes casi siempre unían vínculos de parentesco) con los bienes de los desplazados a Indias –que más tarde engrosan la muchedumbre de los emigrantes transoceánicos–, a quienes acompañó la fortuna en su peripecia ultramarina. Esta práctica comportamental se inscribe en una dinámica de mayor calado como es la que concierne a la munificencia auspiciada en la esfera docente, entre otros ámbitos, por donantes privados desde épocas inveteradas y que recibe un vigoroso ímpetu a partir del siglo XVI. Como ya hemos dicho anteriormente, el mecenazgo de los indianos gallegos en el sector educativo se orientó con preferencia –no tal vez con exclusividad, conforme revelan nuevos datos que van apareciendo– en dirección a sus parajes de origen, teniendo como principales beneficiarios a los convecinos en ellos residentes. En consecuencia, solo uno de los dos segmentos del pueblo segregado se vio favorecido de modo apreciable por sus donaciones en el orden académico. Con todo, conviene matizar que desde fechas tempranas hubo asimismo indianos que dedicaron parte de sus ahorros o de su hacienda a la implantación, dotación y sostenimiento de establecimientos escolares allende el Atlántico, contribuyendo a fomentar la expansión y optimización de la enseñanza en los lugares a donde se trasladaron. Pero este tipo de manifestaciones filantrópicas superan el universo simbólico de lo que rotulamos como los espacios de la galleguidad (nuestros contornos étnicos). Por consiguiente, no han de amalgamarse formando un todo unitario con las primeras, puesto que encierran propiedades genuinas que les confieren singularidad. Aun así, con propósitos de mera ejemplificación, citaremos los nombres y las obras de algunos de estos beneméritos que en señal de gratitud a las tierras que los acogieron y donde labraron el patrimonio reunido, quisieron hacerlas partícipes de su generosidad. En la amplia nómina de donantes identificados figuran el obispo de Santiago de Cuba Diego Evelino de Compostela (1635-1704), fundador del Seminario Conciliar de San Ambrosio de La Habana (1692) y del Colegio femenino de San Francisco de Sales; el lego dominico lucense Fray Juan Antonio Grande Fernández (1778-1857), quien en 1812 abrió en Santiago del Estero (República Argentina) una escuela de primeras letras; el coruñés de Bergondo Salvador José Zapata (1781-1854), que legó todas sus pertenencias a la Sección de Educación de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, encargándole su administración y encomendándole que



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Biblioteca-Museo América de la Universidad de Santiago de Compostela (1926), el legado cultural de un indiano atípico: Gumersindo Busto.

las destinara a la apertura y mantenimiento de colegios en el barrio de Monserrate, donde él había residido; el padronés (A Coruña) Francisco Borrego, fallecido en Uruguay en 1931, que reservó un cuantioso legado para fines educativos, desagregándolo en varias partidas, entre las que destacan las destinadas a la creación de una escuela pública en Paso de los Toros y a las dotaciones del Hospital de sordomudos, del Instituto nacional de ciegos y del Reformatorio de menores; o el oriundo de Ribadeo (Lugo) Antonio Rodríguez del Busto (1846-1926) que donó su biblioteca particular de más de 8.000 volúmenes a la Universidad de Córdoba (Argentina), donde en 1928 se inauguró una sala que llevaba su nombre, en muestra de reconocimiento. Junto a estos y algunos más que se podrían invocar, resulta oportuno dejar testimonio de otros indianos que ejercieron la filantropía escolar sucesiva o simultáneamente en sus respectivas localidades de origen y destino, como ocurre con Felix Soage, Manuel María Pose o el devesano (Ribadeo) Pedro Murias. Pero su vertiente bienhechora en ultramar, también en esta ocasión, traspasa los confines de la galleguidad y, por lo tanto, los sitúa en un escenario distinto al elegido para este relato.

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En lo que compete a la labor verificada en la parcela educativa por los indianos reseñados en primer lugar (aquellos que vehicularon su protectorado hacia los rincones de procedencia), el estado actual de la investigación aún no nos permite disponer de un inventario completo de los mismos y de sus aportes, en analogía quizá con lo que ocurre en Asturias o también en el Norte de Portugal –aquí con los brasileiros–, y a diferencia de lo que acontece en Cantabria, en donde los estudios se hallan ya mucho más avanzados y rigurosamente documentados, sirviendo de espejo para otras zonas. En cualquier caso, por lo que se refiere a Galicia, a la espera de informes totalizadores o de conjunto que permitan una imagen más nítida y pormenorizada, hay que subrayar que en el transcurso de los últimos años se han realizado avances de relieve en esta materia que aguardan su completitud. Así pues, con la cautela que reclama todo tema inconcluso y abierto, podemos adelantar que esta fórmula interventora de tipo individual comienza a tomar carta de naturaleza allá por el año 1607 (65 años más tarde que en el País Vasco y entre 50 y 40 años antes que en Asturias o en Porto), y lo hace a instancias de Domingo de Araújo Ferraz, originario de Celanova (Ourense) y afincado en Potosí (Bolivia), donde dejó unas pertenencias tasadas en 130.000 ducados para levantar el convento de Santo Domingo de Ourense y otros 7.000 para sufragar becas de estudios universitarios en Compostela. Se posee noticia de que a lo largo de ese mismo siglo (XVII), al menos 11 próceres más de estirpe gallega canalizaron sus donaciones hacia el entorno educativo52, en un tramo todavía de muy débil participación de las gentes de Galicia en la travesía transatlántica. Desde entonces, la filantropía docente de los indianos del finisterrae ibérico permaneció activa hasta la actualidad, aunque transitando en su prolongada singladura por secuencias carentes de nuevas contribuciones y aun regresivas respecto a las provenientes de centurias previas. Una prueba fidedigna de su mantenimiento plurisecular y continuidad hasta el presente nos la brindan algunos protectores de la enseñanza de hoy mismo –probablemente esto resulte más difícil y arriesgado documentarlo en su literalidad con lo que ahora está ocurriendo– o de las vísperas de nuestros días. Entre ellos se encuentra el pontevedrés José Novas Regueira (1921-2002), radicado en Florida, quien en la última década del pasado

A esta fase auroral nos hemos acercado en Peña Saavedra, V.: “Indianos precursores de la filantropía docente en Galicia (1607-1699)”. Revista de Indias. LIX:216, 1999, pp. 375-389.

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Escuelas Jesús García Naveira (Betanzos-A Coruña).

siglo vendió los bienes que poseía en Galicia con la pretensión de destinar su importe a ayudas de estudios para los más necesitados de su antigua parroquia (Beluso) y la financiación de equipamientos de centros públicos de su municipio de origen (Bueu)53. Junto a él figura otro coterráneo provincial, en su día establecido en Buenos Aires, Manuel Jamardo Casal (1929-2008) –popularmente conocido como el “rey de la pizza”– quien hizo entrega en el año 2000 de un millón de pesetas para contribuir a costear la permanencia en la universidad de cuatro alumnos de su parroquia, pertenecientes a familias con escasos recursos54. Y para no alargar la nómina, mencionaremos como colofón de la serie al lucense Belar-

Para un conocimiento más detallado de este benefactor y su obra sugerimos la consulta del sito Web de la fundación que lleva su nombre: http://www.fundacionnovas.org. 54 De su autobiografía, publicada tras su fallecimiento y en la que omite los aportes efectuados en favor de la enseñanza, nos hizo partícipes José Manuel Castelao Bragaña, a quien desde estas páginas le testimoniamos nuestra gratitud. Véase Jamardo Casal, J.: Historia de un emigrante. Buenos Aires, Ediciones del León Marciano, 2009. 53

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mino Fernández Iglesias, titular de la fundación homónima, empresario de éxito en el sector de la gastronomía y propietario de una cadena de restaurantes de lujo con presencia en Sao Paulo, Buenos Aires y Madrid; en 1997 puso en marcha en su feligresía materna una escuela concertada de Formación Profesional, donde se imparten las ramas de Hostelería y Turismo, habiendo provisto ya antes a la misma parroquia de diversas instalaciones sociales y deportivo-recreativas, e impulsando en ella varias iniciativas académico-culturales55. Estos tres ejemplos que acabamos de exponer, desiguales en sus contenidos específicos y en su materialización, pero coincidentes en su esencia y raíz, acreditan la permanencia latente de una tradición multicentenaria que de vez en cuando se manifiesta y lo hace de manera pródiga y solidaria. Desde una óptica más generalista y con el escrutinio completo aún en fase de ejecución, estamos en condiciones de adelantar que el recuento de filántropos indianos que ejercieron la munificencia docente en Galicia supera con creces a esta altura el centenar. Pero estimamos, con un grado de confianza apreciable, que su volumen real presumiblemente alcance superiores magnitudes, aunque con toda probabilidad la resolución de esta incógnita tarde varios años en dilucidarse. En parcial afinidad con lo ocurrido en otras regiones españolas, el ciclo de mayor eclosión fundacional se inscribe en el tramo comprendido entre el declinar del siglo XIX y el ocaso del primer tercio del XX. Y el trecho más decadente y recesivo se ubica en los tres cuartos iniciales de la penúltima centuria y, principalmente, en los dos centrales. Un período de crisis y retroceso en este dominio, caracterizado, de una parte, por la desaparición transitoria o permanente de algunas fundaciones, por la parálisis o el estancamiento de aquellas que subsistían en medio de ingentes escollos y por el descalabro de la productividad de determinados depósitos o la descapitalización de ciertas inversiones; y de otra, por la contumaz vigencia de un comportamiento inhibitorio y renuente en potenciales donantes que anclaba el relevo de las fundaciones ya extinguidas o en quiebra. Esta prolongada coyuntura depresiva obedece a la concurrencia o concatenación de un cúmulo de circunstancias y episodios que se precipitaron en los espacios donde manaba y prendía la intervención de los indianos, provocando el marasmo institucional aludido y avivando una mudanza actitudinal en los agentes involucrados. Se ofrece una somera semblanza de él en Gallegos en el mundo. Santiago de Compostela, S. A. de Xestión do Plan Xacobeo 93, 1994, pp. 70-71. 55



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En beneficio de la brevedad, omitiremos aquí la enumeración concreta y el análisis de los factores que favorecieron o dificultaron la obra benéfico-docente de los indianos, cuestiones a las que ya dedicamos nuestra atención en otros momentos y que ahora no harían más que derivarnos por vericuetos poco pertinentes en relación con el nódulo del tema que primordialmente nos interesa. Para obviar el asomo de falsas inferencias que se podrían colegir de lo hasta ahora expuesto, conviene subrayar, antes de proseguir, que las contribuciones de los indianos gallegos al campo educativo en manera alguna configuran un tapiz homogéneo. Antes al contrario, se asemejan más un mosaico policromático si reparamos en la extraordinaria heterogeneidad interna que poseen. Ésta afecta a su importe económico, a su desagregación sectorial y a su destino concreto. En cuanto a su montante dinerario, el repertorio de donaciones abarca desde pequeñas partidas para la compra de útiles escolares o la concesión de premios, hasta cuantiosos legados para la implantación, dotación y sostenimiento de varios centros docentes. Por lo que atañe a su reparto sectorial y destino específico, el grueso de los aportes se canalizó hacia la instrucción primaria, con certeza debido a la convicción que albergaban los donantes respecto a la escuela elemental como institución académica que requería con más premura un enérgico impulso de expansión y modernización, ante la penuria y precariedad que evidenciaba en la Galicia rural y costera de donde ellos provenían. A esto cabe añadir, además, la funcionalidad percibida en las habilidades y destrezas que la escuela podía proporcionarles a quienes la frecuentasen con regularidad. Las preferencias de estos bienhechores se decantaron también, pero en mucha menor medida, por los estudios técnico-artísticos, entre los más modernos, y por la provisión de cátedras, entre los más antiguos. Antes de cerrar el informe conciso de esta variante de intervención, parece oportuno preguntarse por las motivaciones que pudieron alentar a los indianos a encauzar sus contribuciones con destino al área escolar. En nuestra opinión, que en lo substancial concuerda con la de otros analistas de distintos territorios, cabe aducir dos grupos de factores de estímulo que previsiblemente operaron como desencadenantes de su proceder. El primer grupo incorpora aquellos que serían comunes para todos e invariantes en el tiempo, aunque actualizados de acuerdo con las particularidades y convenciones de cada momento. Y el segundo integra otros más específicos y cambiantes según los sujetos y las épocas en que vivieron.

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Casa Consistorial de Corcubión (A Coruña), erigida para Escuela de Artes y Oficios con los bienes testamentarios de José Carrera Fábregas (1924).

Entre los primeros se encuentran: una estimación valorativa de signo positivo acerca de la enseñanza y de las múltiples virtualidades benéficas en ella percibidas, a la que se sumaría una tendencia filantrópica, altruista y caritativa en el conjunto de los próceres que aspiraban a ofrecerles a sus convecinos, y ante todo a los más jóvenes, las oportunidades y los medios de preparación académica de los cuales muchos de ellos habían carecido cuando emprendieron la travesía emigratoria. Y entre los segundos se imponen: en primer termino, la devoción religiosa que se intensifica en relación inversa con el paso del tiempo y responde a la doble intencionalidad de, por un lado, difundir la fe entre los receptores de las remesas y los favorecidos por las fundaciones, y por otro, reunir los méritos indispensables e imaginariamente requeridos a fin de alcanzar los protectores la vida eterna; en segundo término, las expectativas de conseguir una rentabilidad social, institucional y/o económica de los recursos invertidos, esta última más en términos de rendimiento diferido y de utilidad colectiva que de lucro individual, en aparente contraste



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–quizás– con lo acaecido en otros enclaves; en tercer término, el anhelo de permanecer tras la muerte en la memoria colectiva de las gentes de su entorno originario, junto con la esperanza de retorno simbólico al lugar de partida cuando ya era inviable el regreso físico en vida; y, cerrando la serie, pero probablemente no por lo regular como ingrediente accesorio o terminal, el afán de alarde y ostentación ante los más allegados, exhibiéndoles las credenciales del triunfo personal en tierras lejanas, el rédito imponderable de la vanidad humana. De todos modos, cualesquiera que fuesen los móviles y las razones que en cada indiano concurriesen, incitándolo a practicar la filantropía docente, lo que patentiza la generalidad de las donaciones es la permanencia de los vínculos de engarce afectivo con la Tierra de procedencia. Un apego sentimental tan sólido y duradero que ni el transcurso de las décadas, ni la separación física, ni la riqueza son capaces de romper o siquiera debilitar. Ocurre más bien que estos componentes advenidos y algunos otros que a ellos se adhieren ayudan a afianzarlo y a robustecerlo día a día. El examen pausado de esta modalidad de mecenazgo educativo, que aquí presentamos de manera muy sucinta, a nuestro entender, permite formular dos conclusiones de relieve. La primera se refiere a que los aportes monetarios de estos valedores contribuyeron a propagar y acelerar la ramificación y diversificación de la oferta escolar por la geografía gallega y a optimizarla cualitativamente; pero ante todo sirvieron para dotar de soporte infraestructural apropiado y noble a la enseñanza pública y privada en varias localidades, principalmente en su escalón primario, que se convirtió en el foco de mayor atracción de las remesas. De esta suerte, la Administración educativa periférica y central se vieron auxiliadas por el óbolo académico de los ausentes opulentos, que a corto, medio e incluso largo plazo derivó en un ahorro inversor para el erario y en una oportunidad de promoción académica y, de ordinario también, sociolaboral para sus beneficiarios. Y la segunda concierne a que la intervención de los indianos en el área académico-educacional configura un precedente inequívoco de la obra promovida en el mismo sector por los emigrantes transoceánicos, organizados colectivamente bajo el esquema de las Sociedades de Instrucción. Ambos prototipos de actuación –individual y corporativo– coexistieron y hasta se entreveraron en curiosas hibridaciones desde las postrimerías del siglo XIX, aunque el último modelo no recaló en la Galicia metropolitana hasta los albores del siglo siguiente, prosiguiendo su andadura durante

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todo el primer tercio del mismo y de manera episódica, excepcional y discontinua aun con posterioridad a la Guerra Civil, por extraño y absurdo que se nos antojase hace pocos años.

4. Modalidad continuadora: reintegración comunitaria, asociacionismo étnico y labor escolar La cristalización de la segunda variante interventora de los emigrantes gallegos en el área educativa requirió, precedentemente, la génesis y consolidación de otro proceso de extraordinaria importancia, tanto para las gentes del exterior como para las del interior, por las consecuencias que de él se derivarán en el futuro. Se trata de la organización comunitaria de los emigrados en los correspondientes lugares de destino, que acabó por consumarse en la constitución de las asociaciones étnicas. Este proceso aparece secuenciado en dos etapas. La primera o protohistórica arranca del ecuador del siglo XVIII y toma carta de naturaleza inicialmente en el seno de la emigración intrapeninsular, a través de la Real Congregación de Naturales y Originarios del Reyno de Galicia, la cual pronto dispondrá de filiales allende el Atlántico. Esta entidad de marcado perfil “patronal-religioso” contemplaba ya en sus Constituciones la posibilidad de intervenir en el área educativa. Pretendía hacerlo, implantando con las cuotas de sus cofrades hospicios para acoger, instruir y más tarde facilitar la inserción laboral de los niños y jóvenes desamparados. Se mantendría en activo hasta las postrimerías de la centuria siguiente, pero desconocemos si acabó por dar cumplimiento a sus propuestas en relación con la infancia y la mocedad desvalidas. La segunda etapa comienza ya en Ultramar en los albores de la década de los 70 del siglo XIX. Desde entonces, la dinámica vertebradora prende con firmeza y se propaga a muchos de los espacios en donde hay una presencia estimable de nativos de Galicia. A partir de aquel momento y hasta nuestros días los gallegos del mundo se articulan de manera estable y con afán de persistencia sostenida en agrupaciones de tres niveles diferenciados que emergen de un modo gradual y progresivo en el transcurso de unos 40 años para acabar coexistiendo luego conjuntamente. Los modelos organizativos concuerdan con las unidades de asentamiento y sociabilidad que rigen en la tierra de partida, las cuales se recrean a pequeña escala en los lugares de acogida. El primer estrato, de superior cobertura, incumbe a las Sociedades de alcance macroterritorial o pangalaico. El segundo de menor perímetro a las de dominio microterritorial o local. Y el tercero,



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Palacio del antiguo Centro Gallego de La Habana. Esta institución marcó la pauta de las prestaciones educativas en la Galicia exterior desde 1880.

pasarela entre los anteriores, es el característico de las agrupaciones de tipo mesoterritorial o provincial. Entre las asociaciones de rango macroterritorial, los Centros Gallegos se erigieron, por lo regular, en las más afamadas, representativas e influyentes. Los tres pioneros quedaron instaurados, y no casualmente, durante el año 1879 en Buenos Aires, Montevideo y La Habana. Con la fundación de esta terna ingresan en la historia del asociacionismo étnico de raíz gallega en el exterior las Sociedades de Instrucción y Recreo, pues ambos eran los cometidos esenciales, al comienzo, de estas agrupaciones, si bien algunas de ellas, más adelante, se harán cargo de otras prestaciones y de otros servicios, como la atención sanitaria, que acabarán por conferirles extraordinario prestigio y relumbrante predicamento en el universo de la galleguidad, hasta llegar incluso a frisar el más alto umbral de mitificación en el imaginario colectivo como auténticos emblemas identitarios. La actuación de los Centros Gallegos en la esfera educativa, que es la que aquí nos interesa resaltar, se orientó fundamentalmente a la apertura

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de aulas y a la impartición de clases para alfabetizar y abastecer de unos mínimos rudimentos culturales y, si acaso, de algunas destrezas y habilidades preprofesionales a los jóvenes y adultos emigrados que carecían de la indispensable preparación académica. De los tres precursores, el Centro habanero fue, con toda certeza, el que registró las realizaciones más diversificadas y de mayor brillantez en el campo de la enseñanza. Su colegio, rotulado desde 1906 como Plantel de enseñanza Concepción Arenal –en memoria y perpetuo homenaje a la ilustre pensadora gallega, tan venerada por los ausentes– inauguró las tareas docentes en 1880 con una matrícula de 109 alumnos. Y cuando se cumplía el trigésimo aniversario de su entrada en funcionamiento (1909), se calculaba que habían frecuentado sus aulas en torno a 29.000 personas, entre adultos y niños de uno y otro sexo. Seguramente que ningún colegio de la Galicia interior dispuso de tal caudal de afluencia estudiantil. La intervención comunitaria de los emigrantes gallegos en el área educativa, en los enclaves de destino, prosiguió desde entonces hasta el presente. La última experiencia de considerable resonancia en este dominio, aunque de gestación para muchos demasiado tardía, está siendo el Instituto Santiago Apóstol de Buenos Aires. Comenzó su itinerario en 1998 a instancias del Centro Galicia de la capital porteña, bajo la tutela pedagógica y protectora del gobierno de la Comunidad Autónoma gallega56. En suma, de lo dicho hasta aquí se desprende que la acción colectiva de gallegos de América en el dominio escolar se desplegó primero en los lugares de destino, dirigiéndose hacia el segmento de población emigrada, que era el que requería con inmediatez y celeridad una atención formativa para procurar abrirse camino en el competitivo mercado laboral de las urbes americanas, donde recalaban las torrenciales riadas humanas del éxodo transoceánico procedentes de Europa y de otras latitudes. Pero como ya adelantamos en su momento, la acción mancomunada de los gallegos ausentes en el ámbito escolar no concluyó aquí ni quedó circunscrita en exclusiva a los escenarios de llegada y asentamiento de la emigración. Desde el alborear del pasado siglo, aunque con antecedentes organizativos ya en el anterior, comenzaron a tomar cuerpo y a movilizarse Una síntesis de su trayectoria se condensa en Peleteiro Pérez, M.: “Instituto Santiago Apóstol de Bós Aires. Alicerce dunha cultura, progreso dun pobo”. EDUGA. Revista Galega do Ensino. N.º 61, xaneiro-abril de 2011. Accesible desde: http://www.edu. xunta.es/eduga/contido/hemeroteca-61. 56



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en los países de Ultramar, medianas, pequeñas y hasta diminutas agrupaciones con finalidades instructivas, de cobertura comarcal, municipal, parroquial y aun aldeana o lugareña que proclamaban compartir el anhelo común de aspirar a difundir y optimizar la enseñanza en las localidades a las que simbólicamente representaban allí donde fijaban sus sedes sociales y de las que, por lo regular, tomaban los distintos topónimos como referente onomástico identificador y de filiación. Algunos años después, hacia el remate de la década inicial del propio siglo XX, afloraron las entidades mesoterritoriales o provinciales que dejaron Diploma de Taquigrafía del Plantel de un vestigio mucho más tenue que Enseñanza Concepción Arenal del Centro las microterritoriales en la Galicia Gallego de La Habana (1933). metropolitana. Estas últimas, por su parte, abren una tercera vía en la cual confluyen dos variantes de intervención que hasta aquí se presentaban diferenciadas e incluso opuestas. Con la fundación de las Sociedades de Instrucción de alcance local, los dos prototipos germinales se funden en uno nuevo de carácter sincrético, sin disolverse ninguno de ellos, que precipitará de inmediato la intervención escolar colectiva de los emigrados en sus pueblos y demarcaciones de procedencia. Desde el año 1904, en que surgen casi al unísono las primeras agrupaciones en La Habana y Buenos Aires, hasta 1936 en que de manera genérica, pero con matices, se puede considerar consumada la dinámica fundacional, alrededor de 525 Sociedades Gallegas de Instrucción –o tal vez algunas más que los escrutinios en constante actualización nos permitan inventariar– se instituyeron en América. El 90 por ciento de ellas en Cuba y en Argentina. Esta desorbitada frondosidad societaria representa uno de los hitos más rutilantes en los anales de la Galicia emigrada. Y por lo que vamos cotejando, configura además un hecho que no encuentra parangón entre los efectivos humanos de otras regiones peninsulares o continentales de dilatada y, por veces, impetuosa tradición emigratoria trasatlántica. Algo similar a lo que ocurrió con la prensa

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étnica, de la que llegamos a censar 550 cabeceras, sin conseguir agotar el copioso granero periodístico acumulado57. Este desmesurado minifundismo societario –para algunas plumas tan deleznable– indujo a los ausentes ya desde fechas tempranas a buscar estrategias de integración o contención, superadoras del mismo. Entre ellas la más común se concretó en la vía federativa, la cual logró plasmarse a tres escalas: comarcal, provincial y regional. En su conjunto, el movimiento asociacionista de los ausentes consiguió un notable índice de disemiInstituto Argentino-Gallego Santiago nación por el mapa gallego, pues Apóstol (Buenos Aires), la empresa educano menos del 75 por ciento de los tiva más reciente de la Galicia emigrante. ayuntamientos del país dispusieron de alguna de estas instituciones en América, aunque su acción programática luego no cuajó en muchos de ellos. Precisamente, la atomización societaria mencionada y la moderada fuerza del corpus federativo hicieron inviable el diseño de un plan de acción unificado para todas o la mayoría de las agrupaciones, a fin de intervenir de modo convergente o al menos armónico y coordinado en la parcela escolar. Antes al contrario, con frecuencia cada corporación operó de una manera autónoma, sin amoldarse a las pautas de unas directrices consensuadas. Pero esto no comporta que el grueso de las microcolectividades disintiese en sus orientaciones y propuestas nucleares en materia de enseñanza, ni que difiriesen con palmaria rotundidad sus proyectos de actuación respecto al modelo de escuela y al tipo de enseñanza que convendría ofertarle al alumnado. Habitualmente ocurre a la inversa, ya que numerosas asociaciones compartía abundantes ideas, principios, criterios, directrices y formulaciones, susceptibles de confluencia para Véase Peña Saavedra, V. (dir.): Repertorio da prensa galega da emigración. Santiago de Compostela, Arquivo da Emigración Galega-Consello da Cultura Galega, 1998. Existe edición impresa y electrónica. 57



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conformar un sistema propositivo coherente, de cariz reformista, con perfiles alternativos, pero en pocas ocasiones de índole rupturista. En sintonía con esta línea argumental, todas las Sociedades hacen suyo el cometido supremo y prioritario de promover la enseñanza en las zonas a las que representan, por medio de la implantación, el sostenimiento o la subvención de centros gratuitos de instrucción primaria que condujesen a generalizar la escolarización de la infancia, allí donde la iniciativa pública no satisfacía adecuadamente las demandas y necesidades educativas del vecindario, particularmente de quienes disponían de menos oportunidades de asistir con asiduidad a la escuela. Sin embargo, en la órbita de las intenciones no todas las entidades convenían en restringir su protectorado académico a la enseñanza elemental o tradicionalmente denominada popular. Algunas de ellas, en sentido ascendente o descendente, propugnaban ensanchar las prestaciones académicas a adultos y párvulos. Y también a favorecer la capacitación técnico-profesional de la juventud, recurriendo para ello a la fundación de escuelas prácticas de agricultura, artes y oficios, industria, comercio, higiene, etc. Tampoco faltaron asociaciones que abogaran por sufragar los estudios superiores al alumnado que obtuviese mejores resultados en sus colegios. En cualquier caso, si nos atenemos a la contundencia de los datos extraídos del cofre y argumentario programático, comprobaremos que el nivel básico de enseñanza se erige en el eje más común sobre el que gravitan las preferencias interventoras. Quizás porque, siendo sensatos y realistas, sin su adecuada y plena cobertura a nada de más altos vuelos cabía aspirar. O tal vez porque las disponibilidades crematísticas de muchas corporaciones no aconsejaban otros dispendios sin evidentes riesgos de quiebra temeraria. Ahora bien, dentro de sus márgenes de maniobra, las microcolectividades que nos ocupan no se conformarán con abrir establecimientos de instrucción primaria que, en definitiva, resulten réplicas equiparables a los centros públicos y a infinidad de los privados ya en activo, saturados de penurias, precariedades y carencias, que de lejos y de cerca se hacían notar. A la inversa, el tipo de escuela que preconizarán para la Galicia no urbana diferirá del modelo hegemónico en aquel contexto, frente al cual los colegios auspiciados por los gallegos de América, sobre el papel al menos, descuellan como opción mejorada y con ingredientes novedosos. A esta altura del relato y a tenor de lo expuesto nos preguntaremos ¿qué notas podemos espigar como definitorias o caracterizadoras de estos establecimientos docentes de raíz popular, gestados en el exterior?

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Partiendo siempre de la idea de que las propuestas societarias bosquejaban el croquis de una escuela que se ubicaría en un hábitat rural, donde convivían principalmente campesinos, marineros, algunos artesanos y sobre todo potenciales candidatos a la emigración en incremento continuo, estos serían algunos de sus rasgos distintivos más sobresalientes58: Orientadas hacia el futuro, en radical contraste con los establecimientos de enseñanza tradicionales que se mostraban refractarios a la renovación y al progreso. Dispuestas para formar a la nueva ciudadanía (los hombres y las mujeres del porvenir), con una mentalidad moderna, consciente del ejercicio de sus derechos y de la observancia de sus deberes, solidaria con los semejantes, libre de falsos prejuicios o de arcaicas supersticiones, y cualificada intelectual y moralmente para desempeñar con garantías de éxito sus cometidos en la vida. Estos “ciudadanos nuevos” serían además los catalizadores de la Galicia venidera, a la que encumbrarían allí donde estuviesen. Como fácilmente se percibe, este ideario enhebrado por los ausentes destila un exultante optimismo educativo, que como remesa intangible llega al paisanaje que permanece en el terruño. Realistas, utilitarias, pragmáticas y funcionales en cuanto a sus enseñanzas, que prepararían a los educandos para abrirse camino en una sociedad determinada a la cual se incorporarían tras haber concluido su ciclo escolarizador. Las agrupaciones instructivas entendían que a la mocedad gallega del campo –a corto plazo, siquiera– tan solo se le pespunteaban en el horizonte dos opciones laborales meridianamente diáfanas: emigrar con rumbo a América para integrarse en el sector terciario o continuar en las localidades de origen para dedicarse en ellas a la agricultura, a la ganadería y, en menor medida, a la pesca. Ante este dilema, la escuela –al menos de inmediato– debería encauzar a cuantos a ella concurrían, atendiendo a esa dual expectativa futurible. Una decantación tan nítida como contundente no podía pasar inadvertida para nadie. Y así ocurrió, desencadenándose un estruendoso debate entre quienes juzgaban acertado y quienes errático el diagnóstico y las consiguientes propuestas de actuación de estas organizaciones. Algunos de sus más furibundos oponentes no se refrenaron al tildar sus escuelas de “perjudiciales”, “desgalleguizadoras”, “desarraigantes”, “antipatrióticas” e “inductoras del éxodo” Cada una de las notas que se enuncian a continuación de un modo conciso reciben un tratamiento más extenso con la indispensable apoyatura documental en Peña Saavedra, V.: Éxodo, organización comunitaria e intervención escolar. Op. cit., vol. I, pp. 538-548. 58



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Recreación de un aula en el Museo Pedagóxico de Galicia (MUPEGA) evocando las escuelas llegadas de ultramar.

en cuanto “factorías de emigrantes”. Estos acerados reproches enseguida recibieron respuesta de sus destinatarios y de ciertos publicistas simpatizantes de su obra. Todos ellos concordaban en que habilitar a quienes previsiblemente se hallaban convocados a buscar la vida por el mundo, de ninguna manera conllevaba fomentar ni avivar la emigración, sino más bien anticipar paliativos a un problema crónico y proporcionar un remedio institucional transitorio, sustentado en pautas de eficacia, posibilismo y funcionalidad. A nadie se le ocultaba el deplorable drama que entrañaba formar operarios para contribuir al desenvolvimiento de otros pueblos, pero mucho más detestable sería que –como venía ocurriendo– la escuela, soslayando las expectativas de sus discentes, les negase las herramientas útiles para allanar, suavizar o rentabilizar la experiencia emigratoria. Comoquiera que fuese, la capacitación de potenciales emigrantes no constituía el único objetivo que se fijaban las Sociedades de Instrucción. Y para muchas, a la luz de sus declaraciones programáticas, tampoco el más relevante, sino el que venía impuesto como tarea perentoria e ineludible. Paralelo a él se hallaba otro que ya mencionamos: habilitar a quienes se inclinasen por las labores agropecuarias o marineras en sus

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parroquias nativas. Esta segunda variante confirma el enfoque utilitario y realista que los emigrados se proponían otorgarles a sus centros académicos. Regeneradoras y abiertas a la sociedad, con la cual los colegios se mantendrían en comunicación permanente y sobre la que influirían tanto de forma directa como indirecta a través de su alumnado. Éste, tras ultimar su proceso formativo actuaría de agente impulsor del cambio, favoreciendo el despegue y la transformación de una región arcaizada, postergada y oprimida, que debía abrirse paso hacia la Pro-Galicia, órgano de prensa de la modernidad. Desde el sentir de “Federación Galaica” (La Habana, 1912los emigrantes, el impulso regene1913). rador de la escuela se haría notar ya a corto y medio plazo sobre su entorno, pues ayudaría a mejorar las condiciones de vida de los residentes y mitigaría las contrariedades con las que se enfrentaban aquellos que buscaban mejor suerte en el exterior. De manera complementaria, disminuiría el éxodo, ya que su caudaloso flujo obedecía en gran medida a la deficiente instrucción de cuantos en él participaban. A más largo plazo, a juicio de algunos, incluso llegaría a contraerse por completo el aluvión migratorio, puesto que la nueva ciudadanía gallega, competente y preparada, non tendría necesidad de ir por el mundo a la búsqueda de oportunidades de trabajo que le brindaría el propio país, cuando se explotasen convenientemente sus fuentes naturales de riqueza. Tras estos razonamientos palpita una confianza sin límites en la educación como impronta del movimiento regeneracionista español, cuyo ideario los emigrados compartían en su plenitud, llegando a entablar relaciones epistolares y personales con algunos de sus miembros más señeros, como Rafael Altamira. Con él coincidían, asimismo, en la convicción de que el proceso regenerador de la Tierra tendría que afrontarse “desde abajo”, recayendo el principal protagonismo en el pueblo. Es decir, en ellos mismos y en los convecinos residentes en la Galicia territorial.



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Inspiradas en las modernas corrientes pedagógicas, faceta ya explícita en la urdimbre regeneracionista que impregna los testimonios de las Sociedades. Y más patente aún en las propuestas programáticas concretas para el funcionamiento de sus centros docentes, donde se muestran partidarias de seguir las orientaciones y directrices postuladas por las nuevas tendencias emergentes en la teoría pedagógica y la práctica educativa (Escuela Nueva, Institución Libre de Enseñanza [ILE], Anarco-Racionalismo, etc.). La modernidad que defienden implicará reformar interna y externamente la institución escolar, lo Sello de la “Federación de Sociedades Gallegas Agrarias y Culturales de la Repúque habrá de traducirse en: blica Argentina” (Buenos Aires). – Reubicar el centro nodal del proceso educativo en los estudiantes (paidocentrismo), quienes adquirirían el rol de sujetos activos, en oposición a lo que acontecía en las escuelas de corte tradicional, con las consecuencias que este cambio reportaba en cuanto a generación de los aprendizajes y acceso a los saberes. – Desarrollar de manera integral todas las facultades del educando, sin relegar ninguna dimensión formativa. – Convertir los establecimientos académicos en instituciones educativas y no meramente instructivas. – Remodelar los centros escolares en sus vertientes didáctica y organizativa, favoreciendo la implantación de una enseñanza graduada, simultánea y cíclica, de carácter objetivo, racional y práctico, en la que prevaleciese una metodología activa, sustentada en procedimientos de tipo intuitivo. – Dotar de infraestructuras propias y adecuadas los espacios en los que se albergaba la función educativa, fabricando a tal efecto edificios de nueva planta que se ajustasen a las reglamentaciones técnicas, higiénicas y pedagógicas formuladas por los expertos en la materia, sin que ello derivase por lo común en inmuebles suntuosos y reves-

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tidos de monumentalidad. Resulta oportuno agregar que numerosos prototipos arquitectónicos surcaron el Océano en ambas direcciones, materializándose finalmente en construcciones provenientes de un crisol de estilos y tendencias donde, sin esfuerzo, se adivina la firma de sus patrocinadores. Esta escuela profundamente renovada, en armonía con las matrices de la pedagogía moderna, tendría como cometido cardinal fraguar y capacitar a la futura ciudadanía. Aquélla a la cual se le atribuiría la responsabilidad de operar como agente de cambio en el proceso de regeneración social antes señalado. Provistas de un profesorado competente y cualificado, que estuviese dispuesto a llevar a término las propuestas innovadoras planteadas por las Sociedades. El docente se convertiría, en definitiva, en el artífice directo del cambio dentro y fuera de la institución escolar. Sin su resuelta y tenaz cooperación, todo el proyecto se desmoronaría. De ahí el desvelo de ciertas agrupaciones por trazar el perfil académico, profesional y personal de los maestros que se encargarían de oficiar en sus colegios. A estos, de ordinario, les exigían haber cursado los estudios de magisterio en la Escuela Normal y estar en posesión del título acreditativo oficial que los facultase para impartir la enseñanza primaria, título que en ocasiones se estipulaba que fuese superior. Esta cláusula suponía un avance muy notorio en relación con el clima de permisividad amparado o transigido por la legislación y la Administración educativas de entonces. A este requisito supremo, algunas entidades añadían otros como la juventud de los aspirantes, la predilección por los de cuna gallega, su reconocida probidad, la no militancia política, dotes certeras de cultura e inteligencia, apego a la niñez y a la escuela, talante renovador y moderna orientación pedagógica, predisposición para desterrar costumbres anacrónicas, supersticiosas y rutinarias entre el vecindario, y la firme voluntad de cooperar a la sólida formación de la futura ciudadanía (los gallegos del porvenir), de manera que con su mediación se lograse la regeneración social del país a la que los ausentes continuamente apelaban como meta sublime. Tolerantes, adogmáticas y contrarias a toda clase de sectarismo, para de este modo impedir la instrumentalización de la enseñanza y el adoctrinamiento del alumnado con fraudulentas artimañas proselitistas. Las Sociedades de Instrucción adoptan una postura opuesta a que la escuela se convierta en un espacio de inculcación ideológica en las áreas política y religiosa, como contrapunto a prácticas con las cuales sus integrantes ya habían cohabitado. Abogan, asimismo, por unos establecimientos acadé-



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micos exentos de fundamentalismos y respetuosos con todas las doctrinas, cultos y creencias, donde los educandos no se sientan discriminados por las ideas que los suyos compartan o la fe que profesen. Al proceder según estos criterios, se limitaban a trasladar a sus colegios el pluralismo que imperaba en sus círculos de sociabilidad y que, con frecuencia, constituía un aprendizaje adquirido en América. Estos planteamientos conducirán a una parte de ellas –que no a todas, ni mucho menos, como tantas veces desde la mitificación se pregona– a adherirse a la neutralidad escolar y, en menor medida, a un laicismo sin concesiones. En sintonía con esta postura, algunas procuran omitir de los planes de estudios aquellas asignaturas relacionadas con la educación política o religiosa, reemplazándolas por otras concernientes a la educación cívica y moral. Las respuestas ante estas líneas programáticas no tardaron en llegar de parte del clero integrista y de sus adláteres, quienes haciendo uso de los distintos medios a su alcance se apresuraron en desacreditar el proyecto educativo de los emigrantes, recriminándolo por “incompleto”, “deficiente” y “mutilado”, al excluir las enseñanzas doctrinarias, lo que a juicio de los interpelantes equivalía a un ataque directo contra la religión y contra Dios. Las Sociedades de Instrucción reaccionaron al principio con moderación y templanza ante estas imputaciones. Pero las dos actitudes divergentes acabaron siendo irreconciliables, persistiendo un clima de confrontación, circunstancialmente radicalizado hasta sus extremos. Lo que derivó en comportamientos anticlericales de cariz también anticaciquil, en pugna abierta con quienes arremetían contra todo cuanto se hallase vinculado al mundo de la emigración. Las consecuencias del litigio casi siempre fueron horrendas, recayendo la peor parte sobre los emigrantes y sus colegios. Algunos de estos transitaron por una accidentada senda ondulante e intermitente en la que se alternaron fugaces aperturas y prolongadas clausuras por prescripción oficial. Los hubo incluso más hostigados, pues no consiguieron abrir sus puertas ni un solo día. Sin embargo, la mayor tragedia llegaría con la escisión de determinadas aldeas en dos sectores rivales que quizá nunca lograron remontar las desavenencias surgidas, pagando un alto precio por el virus de la discordia que alguien les inoculó. Como cierre de este módulo, se hace recomendable una breve recapitulación conclusiva en la cual quede patente que aun partiendo del reconocimiento de la inexistencia de un proyecto de acción educativa unificado y conjuntamente asumido por la totalidad de las Sociedades Gallegas de Instrucción, debemos admitir que una voluntad renovadora compartida

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aflora como resorte motriz y cohesivo de su dinámica de intervención en el campo de la enseñanza. Y es precisamente ese anhelo de modernización tan extendido el que les confiere homogeneidad e identidad externas a los idearios e iniciativas que despliegan, pues mana de ellos como un atributo integrador fundamental. 5. Contribuciones societarias a la enseñanza en los pagos de origen: las escuelas de americanos El desenlace de este relato, que va haciéndose un tanto prolijo, ha de reparar ahora, para que no quede cercenado, aunque sea con la inevitable cautela de la mesura, en la obra promovida y ejecutada por las Sociedades de Instrucción de cobertura micro y mesoterritorial en sus localidades de referencia. Una obra de componentes heterogéneos y que zonal e institucionalmente exhibe ribetes muy dispares. Con todo, en el panel de las realizaciones de estas entidades sobresalen las popularmente denominadas Escuelas de Americanos. Un nombre que, con independencia del uso convencional que de él se haga, encierra en su significado, de manera inequívoca, la producción concreta a la que atañe, su procedencia geográfica y, de forma algo más difusa, la época en la cual se enmarca. Los escrutinios disponibles hasta la fecha, que se encuentran en proceso de revisión y actualización59, nos permiten dar cuenta en el conjunto de la Comunidad gallega de un total de 235 colegios, con 336 aulas, que se instalaron en 186 edificios de nueva construcción o reformados y acondicionados para hospedar con decoro actividades de carácter docente. Esta labor fundacional de las agrupaciones del éxodo se diseminó muy desigualmente por las cuatro provincias. Como máximas beneficiarias aparecen Lugo (94 escuelas y 129 aulas) y A Coruña (89 escuelas y 135 aulas), seguidas de Pontevedra (43 escuelas y 60 aulas), mientras Ourense a gran distancia ocupa la última posición (9 escuelas y 12 aulas). Y a escala comarcal despuntan la franja costera que desde las lindes con el Principado de Asturias llega hasta las cercanías de la Torre de Hércules; el tercio norte

Desde hace ya algún tiempo venimos dirigiendo un proyecto de investigación, en el Arquivo da Emigración del Consello da Cultura Galega, encaminado a inventariar, documentar, geolocalizar y poner a disposición pública el catálogo de estos centros docentes, junto a los atribuidos a los indianos. Una primera entrega de los resultados obtenidos hasta el momento, acotados a las provincias de Lugo y Ourense, puede consultarse en: http://mapas.consellodacultura.org/escolas. 59



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Escuelas de la Alianza Aresana (Ares-A Coruña), primera Sociedad de Instrucción microterritorial constituida por los gallegos en América (1904).

de la circunscripción lucense; las áreas del contorno de Santiago de Compostela, en el corazón de Galicia, con prolongaciones hacia los municipios fronterizos de la demarcación pontevedresa y algunos de los concejos que engarzan la cenefa suroccidental a las puertas del país vecino, Portugal. Respecto a la tipología de los centros académicos se constata una preferente polarización societaria a favor de la enseñanza primaria, conforme preconizaban ya las entidades en sus declaraciones programáticas. Pero hubo también agrupaciones que optaron por atender al alumnado tras concluir el ciclo de escolarización en los establecimientos públicos; otras prestaron sus servicios a aquellos que jamás habían tenido oportunidad de concurrir a una escuela con regularidad, y un tercer grupo conjugó la enseñanza elemental con la formación preprofesional, especializada primordialmente en las ramas mercantil y agraria, en previsión del inmediato destino laboral de los estudiantes. El exponente más completo y luminoso de esta modalidad mixta se encuentra en el colegio de la “Unión Hispano-Americana Pro Valle Miñor”, al que le dedicó su tesis doctoral la profesora M.ª del Carmen Pereira Domínguez, colaboradora también de la presente obra.

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Escuelas Curros Enríquez de Maniños (Fene-A Coruña).

Conviene puntualizar que en parcial analogía con lo que reseñábamos al ocuparnos de los indianos, la implantación de las Escuelas de Americanos no se acomodó a un patrón unitario, sino que adoptó tres variantes alternativas. La primera consistía en que la Sociedad involucrada asumía íntegramente la edificación, el equipamiento, la provisión y remuneración del profesorado, el sostenimiento y la supervisión de los centros escolares que, por consiguiente, adquirían la condición de colegios privados. La segunda se substanciaba en donar la entidad promotora el capital necesario para costear las infraestructuras de los inmuebles, delegando en la Administración pública el nombramiento y el abono de los salarios de los maestros, por lo que la escuela pasaba a ser también de titularidad pública. Y la tercera, que era la menos gravosa para los emigrantes, se limitaba a cooperar con una partida económica de diferente cuantía a la fundación de un plantel de enseñanza que, igualmente, dependía de instancias oficiales. Las agrupaciones instructivas le concedieron una marcada prioridad a los edificios destinados a alojar los colegios, ya fuesen de gestión directa o ajena. Esta decantación mayoritariamente compartida, obedecía a las innumerables carencias infraestructurales que registraba la institución docente de nivel básico en la Galicia rural de aquel tiempo. En realidad,



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Escuelas de San Claudio (Ortigueira-A Coruña).

no resulta hiperbólico afirmar que la escuela, en el sentido material y físico del término, como obra genuina, tenía una existencia en los hábitats campesinos sólo atípica y residual. De ahí la canalización de los ahorros y cuestaciones hacia ese sector. Con ello lograron erigir de nueva fábrica o reformar y acondicionar construcciones al efecto hasta frisar la cifra de casi dos centenares de inmuebles. Un recorrido por todos ellos revela la pluralidad de patrones arquitectónicos que escogen, dando lugar a un rico mosaico estilístico. En él se percibe de inmediato el sello de la emigración transoceánica, con la finalidad específica atribuida a cada obra y la carga alegórica inherente. En su día llegamos a catalogar cinco prototipos de edificaciones, pero quizás no agoten el repertorio en su integridad. El abanico comprende desde el modelo estándar más sencillo de pabellón de planta baja, hasta el más complejo y monumental de varios módulos contiguos a distintas alturas, cuya traza la había delineado un reputado especialista, siguiendo cánones historicistas, modernistas, vernáculos o academicistas, cuando no hormas eclécticas de ida y vuelta. Entre ambos

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Centro Instructivo y Recreativo de Benquerencia (Barreiros-Lugo).

paradigmas extremos se alza fulgurante por su elegancia, belleza y vistosidad el plantel cuya fisonomía guarda semejanza con las viviendas de descanso estival o de retiro de los indianos. No se ha de olvidar, además, que con frecuencia a estos iconos de la modernidad escolar se les asignaba una funcionalidad polivalente, actuando de auténticos núcleos cohesivos, dinamizadores, recreativos y divulgativos al servizo de la comunidad de vecinos. Por todo lo cual se enarbolaron en centros precursores de la actividad sociocultural en los asentamientos rurales de la Galicia que se adentraba en el siglo XX. Dentro de la propia esfera material, en lo que atañe al ajuar de los colegios, se verifica en las Sociedades una firme y genérica resolución por dotarlos de mobiliario y útiles didácticos abundantes y de factura reciente, propios de otros contextos de mayor desarrollo en la época. En cuanto al moblaje basta citar los pupitres bipersonales que sustituyen a las antiguas mesas-banco corridas. Y entre el utillaje, las máquinas de escribir y de coser que se recibían desde la otra orilla del Atlántico para avezar a los niños y a las niñas, respectivamente, en las técnicas instrumentales y en los códigos gremiales de quienes practicaban la mecanografía, el bordado y la costura en sus quehaceres diarios, y a los que acompañaba un mensaje



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Escuelas de la “Unión Hispano-Americana Valle Miñor” (Nigrán-Pontevedra).

tácito y oculto, fácil de desvelar. Pero a su vez hay que mencionar los aparatos de proyecciones para el fomento de la enseñanza intuitiva; los museos escolares con piezas y gabinetes para el aprendizaje de las disciplinas experimentales; los aperos de labranza para afianzar la querencia al terrazgo y, por supuesto, los fondos bibliográficos, periódicos y revistas que habitualmente se ponían a disposición de todos los parroquianos como una prestación comunitaria más. La programación académica de los colegios incorporaba, asimismo, novedades dignas de mención. Junto a las asignaturas ordinarias que figuraban invariablemente en los planes de estudios de las escuelas primarias coetáneas, se añadían, con sensibles variaciones intercentros: Contabilidad y Teneduría de Libros, Nociones de Agricultura, Instrucción Cívica, Mecanografía, Idioma extranjero; y aun en determinados establecimientos: Redacción de Cartas Comerciales y Familiares, Geografía e Historia de Argentina y Uruguay, Conocimientos Reales, Legislación Mercantil, Economía Doméstica, Nociones y Ejercicios de Técnica Industrial, Gimnasia Sueca, etc. Y nos consta a mayores el propósito programático –probablemente jamás materializado– de impartir en más de un centro Geografía e Historia de Galicia, Gramática y Lengua gallegas.

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Escuela de la “Aurora del Porvenir” de Tomiño (Pontevedra).

Para la enseñanza de este haz disciplinar, las Sociedades abogaban por la utilización de una metodología cíclica, con procedimientos prácticos y sensitivos que estimulasen la actividad del alumnado. En contraste, detestaban el memorismo, el aprendizaje de base libresca, repetitivo y verbalista, y la ausencia de incentivos motivacionales en el proceso formativo. La labor académica de las Escuelas de Americanos se enriqueció con un variado elenco de actividades e instituciones complementarias, de dispar representatividad en la cadena de establecimientos. Entre ellas se encontraban: los paseos y excursiones, las fiestas del arbolado, las prácticas deportivas, los ensayos de agricultura y jardinería, los talleres preparatorios de oficios, las conferencias, las veladas, los certámenes, las representaciones teatrales, entre otras. Por su vanguardismo merece una especial mención el hecho de que fuese en un colegio sostenido por los emigrantes donde se consolidó la primera prensa escolar de Galicia, como experiencia de renovación educativa estable, durante más de cinco años (El Faro de Veiga, 1907-1913). También reclama nuestra atención la puesta en funcionamiento en otra de estas instituciones del transporte escolar a comienzos de la tercera década del pasado siglo. En la misma



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Escuela de Reádegos (Vilamarín-Ourense). Tras cumplir funciones académicas, fue Casa del Concejo y más tarde se acondicionó para servicios socio-culturales.

que dispusieron de imprenta escolar para trabajos internos casi a idéntica altura. Y tampoco faltaron las cajas de ahorros y las mutualidades escolares, las cooperativas infantiles, los batallones y cuerpos de exploradores, las cantinas y los roperos, por mencionar un manojo de adelantos que venían recomendando los tratadistas y pedagogos modernos. En cuanto al personal docente, solo apostillar a lo ya referenciado que de los maestros contratados se esperaba que además de cumplir celosamente las obligaciones que le competían al cargo, ejerciesen como asesores pedagógicos de las entidades patronales, promotores de nuevos proyectos en el orden educativo y dinamizadores sociales y culturales de los pueblos de destino. Esta superior dedicación, con frecuencia, llevaba aparejados unos sueldos más elevados que el promedio salarial adjudicado a los maestros de escuelas públicas, tanto en Galicia como en el resto de España. Respecto al contingente estudiantil, en la esfera de la cotidianeidad se detecta en las asociaciones una acusada propensión por la escolarización de los varones. Esto sucede así debido a que son los hombres los convocados en primera instancia al éxodo. Pero en el transcurso de los años se incrementa la preocupación por la educación femenina y por el tipo de enseñanza que requerían las niñas. Ocurre este cambio en concomitancia

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Memorial que el MUPEGA dedica a la introducción de la imprenta escolar en Galicia, con una fotografía al fondo de los talleres tipográficos de la “U.H.A. Valle Miñor” (1921).

con la incorporación gradual de la mujer a la corriente emigratoria. De los avances que este alumnado iba realizando en los colegios, recibían puntual información las Directivas societarias de América. Su tutelaje no terminaba con el ciclo de escolarización, sino que éstas se comprometían a facilitar la colocación de quienes hubiesen completado una trayectoria académica brillante, en donde los dirigentes de las agrupaciones se hallaban radicados. 6. Punto y seguido Ponemos remate aquí a nuestra visión panorámica de la intervención escolar de los emigrantes gallegos a América, con algunos ajustes y recortes de desigual relieve, acordes, en cualquier caso, con las circunstancias del momento. Nos alegra especialmente haber tenido la oportunidad de coincidir en el simposio en donde se presentó la versión inicial de este texto con colegas de territorios vecinos que se ocupan de la misma materia o de asuntos afines y cuyas contribuciones engrosan ahora este volumen. Es el



panorámica de la intervención escolar...

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primer paso para acometer estudios interterritoriales en clave comparativa que no conviene demorar y que estamos plenamente convencidos de que a todos nos enriquecerán en una triple perspectiva: cultural, científica e intelectual. Con el pensamiento puesto en las tierras del concejo de Boal, que tanta significación encierran en relación con la labor en beneficio de la enseñanza promovida por cuantos fueron en busca de horizontes nuevos para sus vidas y las de sus descendientes, queremos manifestar que la deuda de gratitud contraída con quienes nos precedieron y se volcaron generosa y solidariamente en favor de la modernización y la Portada del Compendio de Historia de prosperidad de su pueblo será Galicia de Ramón Marcote (La Habana, correspondida en tanto nos sin- 1924 y 1925), realizado para servir de texto tamos capaces de mantener viva en las escuelas del país. su memoria y sus realizaciones. De todas cuantas nos dejaron, las escuelas siempre ostentarán un lugar cimero. Lo sabían bien aquellos que apostaron sin vacilaciones por ellas. Se hallaban persuadidos, como hoy convendría estarlo, de que la educación constituye el legado más valioso, fecundo y duradero que cada generación entrega a su continuadora. ¿Habremos aprendido la lección? Brandía-Compostela, invierno secano de 2011-2012

Las escuelas de indianos en Asturias Ángel Mato Díaz Doctor en Historia

Numerosos trabajos han abordado la influencia de la emigración en la educación en distintos momentos históricos y en diversos espacios geográficos por lo que en este artículo nos vamos a limitar a definir, valorar y describir las repercusiones que el fenómeno migratorio tuvo en la escuela primaria asturiana durante los años que discurren entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, período en el que el viaje ultramarino de salida y retorno entre Asturias y América repercutió de forma determinante en la evolución socioeconómica de nuestra región. Evidentemente, se parte del hecho real de una subescolarización generalizada en Asturias durante la segunda mitad del siglo XIX, resultado tanto de un aumento demográfico desmedido como de los cambios en el modelo escolar del Antiguo Régimen, que propiciaron el paso de una escolarización restringida (masculina, temporal, limitada) y sostenida por las juntas vecinales a un programa alfabetizador generalizado y masivo, impulsado por el nuevo sistema político liberal deseoso de formar ideológica y técnicamente a toda la población pero carente de los medios económicos necesarios, ya que de hecho se atribuyó el mantenimiento del sistema escolar a unos empobrecidos ayuntamientos. En estas condiciones la situación escolar en Asturias, al igual que en el resto de España, se caracterizaba por el estado de necesidad en los ámbitos materiales (carencia de escuelas, mal estado de los locales, miseria de la infancia, absentismo escolar, penuria de útiles) y por la escasa profesionalidad y preparación de los profesionales dedicados a la instrucción que, a la largo de todo el siglo XIX, presentaban un perfil personal de insuficiencia formativa, escasez de ingresos y sometimiento a

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un poder político municipal dominado por el caciquismo. A consecuencia de todo ello, la preparación de las primeras generaciones de emigrantes asturianos a América se había caracterizado por sus manifiestas deficiencias, evidentes en un frecuente analfabetismo o en un bagaje intelectual muy limitado, basado en los mínimos conocimientos de “leer, escribir y contar”, sin ninguna preparación específica para poder adentrarse en profesiones (comercio, servicios) en las que se demandara algo más que el mero esfuerzo físico. La propia experiencia de los emigrantes en su lugar de destino va a ser la razón de fondo que incita a la intervención en la mejora de las infraestructuras escolares, manteniendo la vinculación con la localidad de origen del donante, con la intención de propiciar la igualdad de oportunidades ofertada desde la escuela. La sabiduría popular establecía dos grandes correlaciones empíricas en relación con la escuela: el binomio “estudio infantil-futuro”, que implicaba el coste-oportunidad de la asistencia a la escuela y la aceptación de la selección que se daba en la misma, o el binomio “trabajo infantil-permanencia” manteniendo la dinámica vigente hasta entonces en las zonas rurales, en ese momento afectada por el aumento de la natalidad y la urgencia de la salida migratoria. Buena prueba de la correlación entre estudios y emigración es que, a principios del siglo XX, Asturias presentaba el mayor número de alumnos asistentes a las escuelas por encima de la edad obligatoria, más de 12 años, un colectivo que acudía a reforzar sus escasos conocimientos incitados por unos padres que conocían la urgencia de su preparación antes de iniciar el viaje ultramarino. Concienciados del problema, los emigrantes colaboraron de forma asidua en la mejora de la red escolar regional, alentados por los profesionales de la educación de vocación regeneracionista, muy importantes por su número y capacidad en la Universidad de Oviedo, y espoleados por unos medios de comunicación que hacían de puente entre el lugar de origen y el de destino, donde frecuentes artículos descriptivos de la dura realidad incitaban a la formación de colectivos vecinales dedicados a mejorar la deficiente situación de la enseñanza. Estas aportaciones revistieron variadas y diversas formas que los estudios existentes ya han descrito y analizado, y que podríamos analizar según el número de donantes (individual, familiar o colectiva mediante una Sociedad de Instrucción), según el compromiso de los mismos (desde la simple donación al municipio hasta la formalización de un diseño del modelo escolar, como la fundación benéfico-docente), según los niveles educativos (desde la primaria elemental, la más común, hasta las escuelas de estudios agrícolas o de comercio)



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o según la vinculación que se establecía con otras instituciones como la Universidad de Oviedo o como las ordenes religiosas, colaboración algo más excepcional entre los donantes emigrantes. Las escuelas de americanos: una valoración actual Una vez descrita la dinámica educativa generada por los americanos, es necesario valorarla cien años después desde distintas perspectivas, por un lado como factor dinamizador de la red educativa y modernizador de las metodologías existentes, pero también como agente de alfabetización y, finalmente, como ejemplo de filantropía social, un terreno en el que la acción de los emigrantes se muestra predecesora de las actuales políticas de codesarrollo, vinculadas a rasgos de solidaridad colectiva, hoy mitificadas como novedosas por las llamadas Organizaciones No Gubernamentales y de las que nuestra Sociedades de Instrucción formadas por emigrantes fueron precursoras. La incidencia de las aportaciones de los emigrantes en la red escolar asturiana fue muy significativa, tal como refirió en su época Castrillo Sagredo, el inspector de primera enseñanza que analizó y siguió el fenómeno, y lo han vuelto a confirmar estudios posteriores en los que se calcula que los emigrantes fueron ejecutores directos, total o parcialmente de entre 350-400 escuelas primarias, casi una cuarta parte de la totalidad de las existentes en la década de 1920. A pesar de la cuantía de estas cifras, su reparto geográfico no fue proporcional en todo el territorio sino que habría que precisar una distribución errática y desigual que tiene sus máximos en las zonas rurales del interior y de la costa, tanto en el occidente como en el oriente de la región, y sus mínimos en las ciudades del centro y en los concejos mineros. La explicación radica en que las zonas rurales fueron las grandes suministradoras de los contingentes migratorios y, siguiendo el principio de intervención en el lugar de origen, recibieron importantes aportaciones de sus hijos en el exterior, tal como se puede apreciar en las villas y pueblos costeros (concejos de Llanes, Ribadesella, Villaviciosa, Luarca, Navia) y del interior (concejos de Boal, Piloña, Ponga, Cabrales). La excepción de las cuencas hulleras se explica porque la población rural de ese territorio encontró trabajo en las actividades mineras o industriales de los valles del Nalón, Caudal y Aller, por lo que el fenómeno migratorio fue muy inferior al existente en el resto de la región. Hubo de incidir, además, la existencia de una amplia red escolar en las villas (Mieres, Turón, La Felguera, Sama, El Entrego, Sotrondio) establecida por las

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empresas minerosiderúrgicas como una forma de intervenir activamente en la educación de los hijos de sus trabajadores tanto desde el punto de vista profesional como ideológico. En segundo lugar, constituye un rasgo específico de la intervención escolar ultramarina, asesorada en muchos casos como ya se ha indicado por personalidades regeneracionistas de procedencia universitaria como el rector Fermín Canella, el inicio de metodologías avanzadas y de programas prácticos, adaptados a un flujo de modernidad y concebidos como alternativos frente a los criterios memorísticos basados en la inercia de las prácticas escolares tradicionales. Así, por ejemplo, en el terreno metodológico las fundaciones escolares de americanos inciden en la importancia de un conocimiento intuitivo apoyado en el espíritu de observación y de reflexión, y en el diseño de actividades se desarrollan programas orientados hacia la modernización de las labores agrarias (plantas, cultivos, técnicas, maquinaria, horticultura) o hacia las nuevas profesiones (estudios mercantiles y comerciales, idiomas), susceptibles de ser practicadas en lugares distintos a los de la aldea natal. En ese sentido se denota un interés concreto por la orientación profesional de la escuela, al mismo tiempo que se revaloriza la necesidad de una moral social basada en lo individual (trabajo, esfuerzo, responsabilidad, desarrollo de las propias capacidades, reconocimiento del saber, afán de progreso) y en el respeto por la propiedad, la naturaleza y las instituciones democráticas. Un tercer factor de valoración positiva de la acción de los americanos en la educación ha de relacionarse con el impulso que lograron dar a la alfabetización de la población que permanecía en Asturias ya que la consideración de la instrucción como un valor positivo en el exterior incidió significativamente en la apreciación social de la misma, con escaso valor en el mundo rural pero de gran utilidad en otros espacios y lugares. En este sentido, la forma de comunicación tradicional dominante, la comunicación oral, empezó a ser sustituida por la escrita, implícita en la alfabetización, ante la necesidad generalizada de leer las cartas familiares procedentes de América, de reconocer el valor del dinero enviado (pagarés, giros) y de estar al día de las noticias procedentes de La Habana o de Buenos Aires, impresas en los periódicos editados en Asturias o en América (El Progreso de Asturias, El Oriente de Asturias, La Maniega, El Auseva, El Eco de Navia, Castropol, etc.). La vida rural se dinamizó con las novedades procedentes de los vecinos emigrantes y todas las informaciones referidas a los mismos propiciaban la utilidad práctica de la lecto-escritura y la asistencia cotidiana a la escuela, revalorizando el papel de la educación en



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un entorno donde hasta entonces carecía de aplicaciones imprescindibles directas ya que en el ámbito rural bastaba con el conocimiento del medio, la habilidad manual y el esfuerzo físico. Finalmente, es necesario destacar que la formación de las Sociedades de Instrucción en América y su intervención colectiva y desinteresada en la mejora de la actividad escolar constituyó un fenómeno novedoso, hasta entonces desconocido, por la espontaneidad y afán de solidaridad de sus miembros que, con escasos ingresos propios, actuaban colectivamente para colaborar al desarrollo de su lugar natal sin obtener contrapartida alguna a cambio. Como, además, el campo de actuación era la educación, entendida como acción de mejora del capital humano de toda la población, ambas premisas se insertan en las actualmente denominadas “políticas de codesarrollo”, impulsadas por la ONU como formas de actuación colectivas, desinteresadas y no gubernamentales que se financian inicialmente con aportaciones individuales y se engrosan con fuertes subvenciones institucionales. Los emigrantes asturianos que formaron parte de las más de cincuenta Sociedades de Instrucción que funcionaron en nuestra región fueron pioneros en las políticas de solidaridad que están hoy en plena vigencia, políticas que ya entonces reconocieron los gobiernos de Alfonso XIII con una legislación que impulsaba las aportaciones desinteresadas y que comprometía al Ministerio de Instrucción Público (R.O. de 17 de diciembre de 1922, Gaceta de Madrid de 22 de diciembre de 1922) a financiar prioritariamente aquellas escuelas que habían sido objeto de donaciones previas por parte de los vecinos, presente o ausentes, como era el caso de los emigrantes americanos. Estamos, pues, ante un caso histórico de filantropía social por parte de nuestros emigrantes, idea que habría que reseñar frente a las interpretaciones, con frecuencia desmedidas, de considerar las donaciones escolares individuales en forma de fundaciones escolares como una actuación interesada, dirigida a mejorar la preparación de los muchachos de una determinada zona para después emplearlos en los negocios del donante. En el caso de las Sociedades de Instrucción hay que destacar que, además del factor solidario y desinteresado, pesa la utilidad derivada de la “agrupación de ayudas” y del “capital-semilla”, dos consideraciones que afirman que la concentración de pequeñas ayudas en una sociedad asegura y da continuidad al objetivo y rentabiliza el esfuerzo, mientras que el concepto de “capital-semilla” incide en la importancia de que surja un capital inicial con el fin de incitar la aparición posterior de donaciones complementarias y necesarias para conseguir el fin propuesto.

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Las escuelas de americanos: tipologías de aportaciones Entre las distintas formas de contribuir a la puesta en marcha de la actividad escolar distinguimos “las iniciativas mixtas” de mutua colaboración entre vecinos y emigrantes para erigir una escuela o dotarla de medios materiales (mobiliario, útiles pedagógicos) de las iniciativas promovidas sólo por los emigrantes que, formando una Sociedad de Instrucción, deciden actuar en la red educativa construyendo edificios que posteriormente se ceden a los ayuntamientos y que funcionan como escuelas nacionales. En ambos casos la aportación material de los emigrantes es imprescindible y relevante pero su huella específica no se manifiesta más que parcialmente ya que las escuelas resultantes funcionan como centros públicos con todas las ventajas e inconvenientes de los mismos. En cambio, las intervenciones individuales de los americanos reflejan con más nitidez la mentalidad específica de sus donantes, sobre todo cuando no se limitan a la simple donación de un edificio o de fondos a la comunidad sino que tiene afanes de permanencia y se establecen mediante el modelo de la fundación benéficodocente. Esta modalidad, que refleja con claridad las premisas básicas del modelo educativo propugnado por los emigrantes, es la que requiere más atención ya que contó con numerosas experiencias en Asturias que, a grandes rasgos, no difieren de las registradas en otras regiones limítrofes y con características sociales similares, como Galicia, León o Cantabria. Las “iniciativas mixtas” de colaboración económica conjunta entre americanos y vecinos solían limitarse a la construcción del edificio que se destinaba a escuela pública municipal o nacional. Esta modalidad, muy común en aldeas pequeñas, solía ser comanditaria ya que el solar lo cedía un particular donante, los americanos aportaban el dinero para los materiales de la obra de fábrica, los vecinos el trabajo y el ayuntamiento los fondos para el material escolar. Esta modalidad se difundía en la prensa regional, en los periódicos locales y en las revistas extendidas por América, como El Progreso de Asturias, lo que motivaba una sana competencia entre pueblos y aldeas para movilizar a sus convecinos, presentes y lejanos, en la construcción de un edificio escolar adecuado, higiénico, suficiente y moderno. Hay numerosos ejemplos de estas colaboraciones en toda Asturias, por ejemplo en Infiesto, Ponga, Parres, Navia y el resultado solía ser el de edificios sencillos de una escuela mixta o de dos unitarias con casa/s de maestro o maestro/a, una modalidad que a partir de la década de 1920 contó con ayudas estatales a la construcción por parte del Ministerio de Instrucción Pública, deseoso de primar los esfuerzos económicos realizados por los vecinos a favor de la enseñanza.



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El segundo tipo de intervención es el de las Sociedades de Instrucción, un modelo de acción muy difundido que motivó la construcción de cientos de edificios escolares y en el que la iniciativa y el dinero procedían solamente de los emigrantes que protagonizaban una intervención colectiva al margen de sus vecinos. Este modelo fue muy común tanto en Asturias como en Galicia y en nuestra región se han localizado más de cincuenta sociedades de instrucción que con distintas denominaciones (Sociedad de Naturales de… era la más común) tomaron iniciativas posteriormente recogidas y ensalzadas por la prensa especializada. En esta modalidad de intervención destacó la Sociedad de Naturales de Boal, constituida en 1911 con el objeto de dotar de escuela a todos los pueblos del concejo y que erigió dieciocho edificios-escuela en la zona. Su actuación se caracterizó por la concreción de un objetivo previo, un programa ordenado de construcciones escolares en toda la zona, por una participación comunitaria de los emigrantes del concejo (no de un solo benefactor o de una familia) con pequeñas aportaciones económicas (a modo de cuotas fijas) y por un compromiso de seguimiento que se tradujo en destinar cantidades fijas a la dotación de menaje escolar y a premiar a los alumnos más destacados. Tampoco en este caso hay un programa escolar propio, ya que la escuela ha de ser nacional y el maestro “pago por el estado”, sin variaciones específicas establecidas de la mano de los americanos, aunque la sombra de su donación siempre estaba presente como un acicate para los alumnos y para el maestro en la conquista de los objetivos académicos. Un segundo ejemplo de intervención societaria con aportaciones que reflejan colateralmente la mentalidad colectiva de los donantes se da en la escuela Hispano Argentina de Bres (Taramundi), erigida por la Sociedad “El Porvenir Asturiano”, constituída en 1911 por los naturales de este pueblo en Buenos Aires para impartir estudios primarios y de ampliación comercial. El inmueble incluía dos aulas, dos viviendas para maestros y un habitáculo muy original –“pragmatismo americano”– consistente en un pequeño apartamento para alojar a los emigrantes benefactores que quisieran retornar temporalmente a la aldea a visitar a sus vecinos, sin tener que alojarse obligatoriamente en la casa familiar. Con una inversión de 160.000 pts., los donantes adquirieron una dotación pedagógica valiosa que incluía libros, útiles de aula, mesas bipersonales y vitrinas de cristal, además de una numerosa colección de máximas morales con mensajes educativos y cívicos registrados en planchas de hierro revestidas de porcelana. Estas “cartelas”, que ocupan espacios de paso en el interior del edificio, reflejan la importancia que daban los emigrantes a su intervención, entendida como inversión en el futuro de sus convecinos a

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Mensaje cívico en la escuela de Bres.

los que demandan su aprovechamiento y conservación, al mismo tiempo que expresan todo un código de valores establecidos relacionados con la ética, la naturaleza, el lenguaje y el rendimiento, conformando todo un programa de educación cívico-moral con frases como éstas: “En beneficio de la enseñanza y para comodidad de niños y maestros, fue construida esta casa-escuela. Unos y otros deben velar por su conservación y prestigio”; “Nada tan hermoso como la verdad ni tan repugnante como la mentira”; “Que vuestro lenguaje sea siempre culto y limpio, como nobles y honradas vuestras acciones”; “No destruyáis, que el destructor demuestra incultura y malos instintos y su insano afán es causa de su propia ruina”. El modelo fundacional como reflejo de la mentalidad indiana La constitución de una fundación benéfico-docente implicaba la construcción de un edificio escolar y la entrega de unas cantidades anuales de dinero para su mantenimiento, obtenidas de los títulos de Deuda Pública legados por el donante y controladas por un Patronato encargado de la gestión del centro. La fundación implicaba establecer unos estatutos y un reglamento en los que se precisaban las características de la enseñanza, el modelo escolar a seguir, los niveles educativos, las materias y la metodología del proyecto, en suma, todos los aspectos que regulan la actividad escolar. Con todo, las fundaciones promovidas por americanos, presentan variables muy distintas en Asturias: desde la Escuela Laica (la Fundación Villamil de Figueras), a las escuelas confesionales (Escuelas Cristianas de Cué en Llanes, Fundación Caride Toyos en Colunga) o las promovidas por Fermín Canella desde la Universidad con una orientación de reformismo



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Escuela Hispano Argentina de Bres.

pedagógico (Fundación Rionda Alonso de Noreña, Escuela de Comercio de Salinas o de Colunga y otras varias). La amplia nómina de fundaciones nos permite diferenciarlas según la orientación confesional (laicas o religiosas), el tipo de estudios seleccionados ya fuera sólo primarios o con la inclusión además de otros de orientación profesional (añadiendo a la primaria los estudios agrícolas y/o comerciales) y los centros de segundo nivel, dedicados solamente a la formación profesional, ya fuera agrícola o comercial. El primer caso, el de escuela laica, fue excepcional y aparece en la Fundación Villamil, establecida en 1917 en Castropol por Florencio López, comerciante en Argentina, para dotar dos clases de niños y niñas a partir de un legado de 350.000 pts., una cantidad verdaderamente importante para la época. El principal rasgo era su carácter laico, tal como se precisa en los Estatutos y en el Reglamento de Régimen Interior en estos términos: “Suministrar las enseñanzas concernientes para una refinada educación integral moderna, tanto intelectual como física, moral y estética, pero

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Escuela Laica de Figueras, Castropol.

ajena a toda influencia religiosa o política”. A tal fin, establecía normas estrictas destinadas a impedir referencias no sólo de tipo religioso, sino también político que afectaban sobre todo al comportamiento del profesorado –“La actuación del personal y la enseñanza de la fundación serán completamente ajenas a toda influencia política y a toda confesión religiosa”– con el fin de preservar todo tipo de sectarismo en las prácticas escolares: “Los profesores manteniéndose en la neutralidad propia del carácter de sus cargos, guardarán toda suerte de respetos a las creencias y sentimientos religiosos de sus convecinos”. Interés añadido tiene observar la precisión con la que se hace referencia a determinados aspectos metodológicos de corte renovador que se establecen para impedir la inercia de una enseñanza memorística y repetitiva: “En la enseñanza de la Historia cuidarán los profesores de señalar e insistir particularmente en lo referente a la Historia de la civilización, haciendo mas que una relación de Monarcas y que una narración de hechos, una verdadera historia social...”. Un perfil más común, aunque no muy frecuente entre los donantes americanos, es el de la fundación escolar encargada a una orden religiosa, normalmente seleccionada por su tradición educativa, a la que se le marcaban los modelos de intervención educativa pretendidos. Así sucede en el caso de las Escuelas Cristianas de Cué (Llanes), establecidas en 1900



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Escuelas Cristianas de Cué, Llanes.

bajo el patrocinio de Manuel Fernández Cué, emigrante a Cuba con 13 años, empleado de comercio hasta que fundó la sociedad mercantil “Cué, Gutiérrez y Cía.” con la que hizo una considerable fortuna, tras lo que retornó a Santander, estableciendo la fundación en su pueblo natal. La fundación estaba regida por los Hermanos de la Doctrina Cristiana o de La Salle y se organizaba en una graduada de tres cursos para niños de 10 a 14 años, estableciendo en el curso final la instrucción comercial, centrada en la Contabilidad y la Lengua Francesa, lo que no dejaba dudas sobre la orientación deseada de preparar a los niños para su probable destino en el exterior, tal como se establecía en los objetivos fundacionales: “Impartir la instrucción necesaria par el comercio y los trabajos a que se consagren en Europa y América los jóvenes que abandonen su país natal en busca de medios de fortuna”. Un caso similar, de orientación confesional aunque con matices, es el de la Fundación Caride Toyos, establecida en La Riera (Colunga) por José Caride y Eufrasio Toyos en 1909, siguiendo los criterios pedagógicos del Padre Manjón, difusor de las Escuelas del Ave María, una de las experiencias de renovación pedagógica iniciadas desde el entorno confesional. En esta fundación destaca el edificio de corte racionalista y decoración ecléctica con su torre campanario, patio con palmeras, dos aulas, torre-

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Fundación Caride Toyos, Colunga.

campanario, servicios higiénicos, comedor y casa para los maestros. Tenía singular importancia la dotación pedagógica pues, además de material, mobiliario y menaje, se habían construido en el patio jardín sendos mapas en relieve de piedra del mundo (los continentes en cemento y los mares inundados de agua, con conducción propia) y de Asturias (mapa de 4 por 2 metros que muestra lo abrupto del relieve regional). Las dos piezas muestran un interés especial por el conocimiento de la geografía asturiana y mundial, símbolo de un enfoque educativo abierto, cosmopolita y ultramarino. Alejadas de cualquier motivación religiosa y dirigidas a la preparación primaria de los vecinos se registran numerosas fundaciones como la Fundación Eduardo Llanos y Álvarez de las Asturias de Corao, Cangas de Onís, establecida en 1900 por el fundador, primero emigrante en Chile y posteriormente residente en Londres, que estableció clases de primaria y estudios especiales de agricultura “…acondicionándolos para la emigración a América”. Destacaban los útiles pedagógicos por su modernidad y calidad editorial, que habían sido editados en Londres, y las Clases Prácticas Agrícolas que incluían plantaciones de árboles maderables y



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frutales, campos de ensayo agrario con o sin abono, apicultura, cría de gusanos de seda, observaciones climatológicas y estudios de suelos. También con una clara orientación agrícola se estableció en 1919 la Fundación Cortina Miyar en Priesca (Villaviciosa) por donación de Manuel Cortina Miyar, que detentaba una fortuna repartida por Cuba, Méjico y Argentina, y que tenía el objetivo de sostener una Escuela Elemental, otra Práctica de Agricultura y otra Mercantil. Para el ingreso se exigía formación primaria, dominio práctico de las operaciones fundamentales de aritmética y escritura en letra clara y corriente. La propia organización interna establecía los contenidos de los Rudimentos Teórico Prácticos de Agricultura que eran los siguientes: instrucción agrícola sobre la vida de las plantas (climas, tierras, mejoras y abonos), cultivos especiales (labranza de prados, cereales y legumbres), arboricultura (árboles principales de la comarca), horticultura (trabajos y fomento de la huerta), ganadería (cuidado y crianza de animales domésticos de la región) y, como complemento, estudios de maquinaria, contabilidad y comercio agrario. Tal como se planteaba la institución: “El objetivo es que los hijos de labradores o artesanos que terminen sus estudios se encontraran en condiciones de analizar por sí mismos tierras y abonos, de manejar y arreglar algunas máquinas agrícolas, que cada día son más corrientes, de levantar ellos mismos los planos de las diferentes fincas, dibujar y dirigir las edificaciones de casas, establos, estercoleros, zanjas y riegos y otras sencillas edificaciones de la casería y por último de introducir mejoras en el cultivo y en las modestas explotaciones de la industrias agrícolas”. La inclusión en el patronato de Fermín Canella, rector de la Universidad de Oviedo, debió de influir en que se precisaran en los reglamentos varios aspectos de tipo metodológico que reflejan un interés por la renovación educativa, como los que hacen referencia al tipo de enseñanza: “Los estudios y el carácter de la enseñanza serán eminentemente prácticos, basándose en la intuición y procurando despertar en los alumnos espíritu de observación, de reflexión e invención” y “Toda esta labor y parecidas haciéndola mas que teorizándola”. También se observa un interés concreto por la educación de las mujeres en labores prácticas a imitación de lo que sucedía en otros países europeos: “En consideración al cambio actual de costumbres, profesiones y trabajos en labores con que remplazan a los varones, por su ausencia, emigración, servicio militar, etc. Muy especialmente, como se hace en Bélgica, Holanda, debe prepararse a las jóvenes en las industrias derivadas de la leche de vacas y en la alimentación racional del ganado”.

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Más numerosas son las fundaciones híbridas que funden estudios muy variados, primarios, comerciales, de orientación mercantil o de pilotaje marino, sectores educativos que ya estaban presentes en Asturias desde la fundación por parte de Gaspar Melchor de Jovellanos de Instituto de Náutica y Mineralogía de Gijón, toda una institución docente en la región. A imitación de este centro surgió a mediados del siglo XIX el Instituto del Santísimo Cristo del Socorro en Luanco (Gozón), establecido por legado testamentario de Mariano Suárez Pola, comerciante en Cuba y empresario posteriormente en Gijón, donde organizó también otra fundación para niños párvulos, bajo el nombre de Fundación Pola. El centro de Luanco no adquirió carácter de fundación docente hasta 1897, de la mano de Fermín Canella, que reguló el establecimiento de clases de Instrucción Primaria, Estudios Comerciales y Náuticos, destacando éstos con las clases de Matemáticas, Física, Geografía, Cosmografía, Pilotaje, Lengua Francesa y los Dibujos Lineal, Geográfico e Hidrológico. También con una orientación profesional comercial se anota la existencia del Colegio de San Pedro y Santa María de Cardoso (Llanes) fundado en 1888 por Francisco del Hoyo Junco, natural de Junco (Ribadesella) en la casa y finca de sus padres en Cardoso para enseñanza primaria y mercantil. La enseñanza primaria se destinaba a todos los niños y niñas del valle de San Jorge, mientras que la de Comercio era para alumnos masculinos que desearan formarse como futuros emigrantes. El conjunto contaba con dos construcciones, una para escuela primaria y otra para los estudios comerciales, atendidos por un maestro en un local de dos plantas, hoy totalmente derruído. Similar objetivo se reguló en la Fundación Rionda Alonso de Noreña, establecida en 1915 por Manuel Rionda y Pedro Alonso, emigrantes en Cuba y después financieros en Nueva York, que establecieron una escuela superior para niños entre 8 y 16 años dividida en tres grados, en la que se ingresaba previo examen de lectura y escritura. Como útiles de apoyo los niños recibía gratuitamente los libros y el material de trabajo necesario y utilizaban una moderna dotación con máquinas de escribir, cinematógrafo y biblioteca especializada. Además de las clases de música, el centro disponía de rondalla propia, la fundación establecía clases complementarias de Enseñanza Comercial, impartidas por profesores especializados en Teneduría de Libros, Mecanografía, Lengua Francesa y Lengua Inglesa. Con un programa diverso y completo funcionó también la Fundación “Pepín Rodríguez”, constituida en Colloto (Oviedo) desde 1910 por el fundador, dueño de negocios tabaqueros en La Habana y Estados Unidos,



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en colaboración con el Club Collotense de La Habana. Su proyecto fue avalado también por Fermín Canella, que ejerció la dirección e inspección de la escuela y que promovió unos estatuto y reglamentos en los que figuran las materias de la enseñanza primaria superior más otras consideradas de ampliación de estudios, como Nociones de Agricultura, Industria y Comercio, Nociones de Física, Química e Historia Natural (acomodadas a las necesidades más comunes de la vida), Nociones de Higiene y Fisiología, Nociones de Derecho usual, Educación Física y Urbanidad y, finalmente, Ejercicios Corporales. En este programa quedaba claro el interés por la formación profesional de los niños y muchachos, la incorporación de la gimnasia como práctica escolar y la consideración de una metodología de nuevo cuño que en los Estatutos se definía así: “El carácter de la enseñanza será eminentemente práctico, basándose en la intuición y procurando despertar en los discípulos el espíritu de observación, de reflexión e invención. Además ha de ser higiénica, infantil o juvenil, práctica, humana, libre, española, cristiana, popular, paternal, común, ordinaria, social y coeducadora”. Otra novedad del programa de esta fundación es el sentido social y familiar que se otorga a la práctica educativa, demandando a los padres de los alumnos un compromiso expreso de interés por la asistencia al centro y por la formación integral de la familia: “Los padres deben acudir y secundar constantemente el pensamiento de la escuela… procurando la asiduidad en la asistencia, robusteciendo en todas las ocasiones la fuerza moral del educador, avivando el ánimo del educando en el seno de la familia, corrigiéndolo con sus advertencias y, sobre todo, dándoles ejemplo y haciéndoles obedientes y respetuosos”. Como centros específicamente de segundo nivel, dedicados a la formación profesional de los alumnos mayores que hubieran superado la instrucción primaria se puede citar, en primer lugar, la Escuela de Agricultura de Candamo, una fundación docente establecida en 1905 por Juan Antonio Bances y Alvarez y destinada, inicialmente, a impartir estudios de agricultura y de comercio (contabilidad mercantil, geografía económica e industrial, mecanografía, ampliaciones de aritmética y geometría) estableciendo como requisito para el ingreso tener doce años, saber leer y escribir y dominar las cuatro reglas aritméticas. En 1913 se modificó la finalidad del centro y se decidió convertirlo en Escuela de Agricultura para estudiar las producciones agrícolas del concejo de Candamo, a lo largo de tres cursos, de 20 días de duración cada uno de ellos, repartidos en las tres estaciones (invierno, primavera y otoño) para aplicar las operaciones propias de cada época en clases teóricas y en una parcela destinada a

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terreno de prácticas: plantación y poda de frutales, siembra, laboreo de cereales, plantas, tubérculos y raíces y creación de praderas artificiales. Posterior, pero con una clara orientación agrícola, fue la Escuela Práctica de Agricultura de Peón (Villaviciosa), fundada por Ramón Álvarez de Arriba, emigrante fallecido en La Habana que legó 600.000 pts. para el establecimiento de dos centros fundacionales la Escuela Agrícola en Peón y un Instituto para Obreros en Gijón, aunque solo se llegó a poner en marcha la primera de ambas iniciativas. La escuela agrícola se estableció en un edificio de dos plantas, con remate clasicista en frontón con óculo, más un amplio campo anexo para enseñar “cuanto se refiera la cría de ganado, cultivo de prados, maíz, trigo, árboles frutales, fabricación de sidra y cuanto más sea propio de aquella comarca para la enseñanza gratuita de los vecinos de Candanal y Peón (Villaviciosa)”. De nivel superior aún son varias fundaciones dedicadas a la enseñanza específicamente comercial, instaladas en villas costeras de tipo medio con altos contingentes de población emigrante imposibilitada de acceder a los centros formativos de comercio instalados en las ciudades centrales (Gijón, Oviedo y Avilés), como fue el caso de las Escuelas de Comercio de Colunga, de Colombres y de Salinas. Las dos primeras estaban directamente bajo el patronazgo del Rectorado de la Universidad de Oviedo mientras que en la instalada en Salinas la presencia del claustro universitario era personal, directa y compartida, pues figuraban como patronos Aniceto Sela y A. Álvarez Buylla junto a personalidades institucionistas como Manuel Bartolomé Cossío y Gumersindo de Azcárate, junto a otros políticos reformistas regionales (J. Manuel Pedregal y Emiliano Pagazaurtundua). La Escuela de Comercio de Salinas, Castrillón, radicaba en la fundación instituida por Bernardo Álvarez Galán en 1915 como complemento de las escuelas primarias de niños establecidas por el mismo donante en el vecino lugar de Raíces. El centro fue espléndidamente dotado de material pedagógico y de mobiliario, y recibía la denominación de Escuela Libre de Comercio. Los estudios se orientaban hacia la realización de ejercicios prácticos de todas las materias, a los que se añadían conferencias de divulgación científica y la posibilidad de realizar excursiones. Además, el Club Avilesino de La Habana enviaba premios en metálico a los alumnos más destacados. Durante dos años lectivos se impartía un amplio programa que incluía las siguientes enseñanzas: Lenguas Castellana, Francesa e Inglesa, Caligrafía, Mecanografía y Taquigrafía, Aritmética y Nociones de Álgebra, Cálculo Mercantil, Teneduría de Libro, Legislación Mercantil, Geografía General y Económica, Economía Política y Dibujo. Similar orientación tuvo la Escuela



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Escuela Práctica de Agricultura de Peón, Villaviciosa.

de Comercio de Colombres, fundada por Íñigo Noriega Lasso, dueño de la Quinta Guadalupe y empresario de la industria textil y tabaquera en Méjico. El centro fue sostenido con sus propios fondos hasta que la revolución mejicana le confiscó su patrimonio, momento en el que intervino un segundo donante, Ulpiano Cuervo con 250.000 pts. Contaba con los medios más modernos de enseñanza, en especial libros de texto actuales, máquinas de escribir, cuadros descriptivos en Inglés y Francés y el Pathegragh, el invento más novedoso de la época para aprender idiomas de viva voz. El grupo de

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profesores recibió la denominación popular de “El Plantel” y su labor se extendió desde 1900 hasta la segunda mitad del siglo XX. Finalmente, el centro de mayor complejidad organizativa de los establecidos en Asturias fue la Escuela de Comercio de Colunga, resultado de una donación colectiva americana, gestionada de forma empresarial desde América y España y que pretendía reforzar la red escolar del mismo municipio, estableciendo unos estudios especializados para dar salida a los alumnos varones procedentes de escuelas primarias, también en este caso propiciadas por la iniciativa particular mediante otras fundaciones docentes. Los promotores de la idea fueron tres enriquecidos emigrantes colungueses instalados en Buenos Aires –Polledo, Caride y Ribero– que conectaron en 1909 con el ilustrado comerciante local Braulio Vigón, amigo personal del rector Fermín Canella. La institución se materializó en forma de fundación benéfico-docente regida por un Patronato constituido por dos Presidentes Honorarios (el alcalde de Colunga y el rector de la Universidad), un Presidente efectivo (el impulsor de la idea, Braulio Vigón) recayendo el resto de los miembros patronales en algunos de sus colaboradores económicos. La gestión del centro se extendía también a las Juntas de Fomento establecidas en la República Argentina y a los Delegados del Patronato radicados en Cuba y en Méjico, todos ellos colaboradores económicos de relevancia de la escuela. El objetivo inicial era escalonar todos los niveles educativos, insertando los estudios mercantiles en la red educativa local para rentabilizar el coste de los centros escolares del concejo. El programa educativo no se estableció rígidamente ya que fue objeto de varias reformas pues, inicialmente, se estableció en torno a ocho materias repartidas en dos cursos, pero, a partir de 1913 se alteró el criterio con el fin de “(...) redimir al alumno del arduo aprendizaje del comercio para insistir en la cultura general”, según acuerdo del Patronato. Se produce, pues, un cambio de orientación en el curricula a fin de diversificar las materias, obviando la reiteración de los balances contables, la teneduría de libros y otras prácticas mercantiles, e insistiendo en los fundamentos de la economía, la geografía económica y otras materias que mostraran las expectativas económicas americanas y motivaran la iniciativa individual empresarial. Mayor interés aún tiene el sistema de control y de funcionamiento de este centro pues el ingreso se lograba tras aprobar los estudios primarios ya fuera superando una prueba de acceso ya mediante “el derecho de presentación” o sea el derecho a matricular a un alumno por cada 1.000 pts. anuales que los contribuyentes aportaran, un sistema que forzaba al rendimiento del alumno y al seguimiento de su progreso por parte del



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Escuela de Comercio de Colunga.

donante que, en algunos casos, ofertaba posteriormente la colocación del alumno en sus negocios ultramarinos. Con este sistema, se reflejan con claridad los criterios inversores de los benefactores americanos que planteaban la enseñanza comercial como una inversión, manifiesta por el carácter práctico y aplicado inherente a los estudios mercantiles, por el control riguroso de la asistencia y por la importancia otorgada a los exámenes y a las notas: los exámenes eran enviados a las Juntas Ultramarinas para su aprobación y comprobación y las notas se registraban con centésimas, se exponían públicamente para exteriorizar el rendimiento y la valía de los alumnos y se certificaban con precisión en papeletas y en documentos de aptitud. En la práctica el determinismo del fenómeno migratorio acabó siendo un serio inconveniente para la consecución de los objetivos de la Escuela de Comercio de Colunga. La prematura emigración de los muchachos sin finalizar los dos años de estudios mercantiles –incitados por parientes o conocidos instalados en América– fue un serio impedimento de la labor instructiva y obligó a los responsables de la Escuela a realizar frecuentes llamamientos a los padres de los alumnos a fin de retrasar el viaje a América hasta la conclusión de los estudios, ya que se resentían la preparación individual y la labor del centro con un vacío parcial de las plazas disponibles.

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Escuela de Artes y Oficios de Caunedo, Somiedo.

Como colofón se debe de hacer referencia a dos iniciativas tardías, de la segunda mitad del siglo XX, y de formación profesional surgidas en zonas rurales de montaña y destinadas a la capacitación de oficiales para la actividad artesanal y fabril, lo que indica el interés de los patronos americanos en ofertar a sus vecinos alternativas laborales distintas a las que ofrecía el medio rural. Fue el caso de la Escuela de Artes y Oficios de Caunedo (Somiedo), una fundación establecida en 1950 y construida en 1953 para la formación profesional de los muchachos de la zona, entendiendo por tal la instrucción artesanal y el aprendizaje de un oficio. El promotor y donante fue José Fernández Feito, natural de Caunedo y emigrante en Cuba, que financió la construcción de une edificio de dos plantas con aulas de niños y niñas, patio de recreo amplio y casa del maestro. El inmueble fue diseñado por el aparejador Rodríguez Balbín y se caracteriza por el uso de la piedra vista y un tejado de pizarra a cuatro aguas, adaptado a la zona de montaña en que se ubica. El segundo ejemplo fue el de la Escuela de Artes y Oficios de Viegu (Ponga) construida a costa del emigrante a Cuba Pedro Monasterio que erigió un edificio de dos plantas destinadas a aulas y talleres para impartir formación profesional especializada, aunque la fundación no llegó a establecerse y el local sólo fue utilizado temporalmente como aula de escuela primaria.

La aportación de los emigrantes a América en la construcción de escuelas en el Occidente de Asturias Servando J. Fernández Méndez Cronista Oficial de Navia

Introducción La emigración a América ha sido un proceso socioeconómico complejo que afectó a buena parte de las provincias españolas y, de manera muy singular, al solar asturiano durante los últimos siglos, si bien el momento más determinante abarcó el último tercio del siglo XIX y el primero del siglo XX, por lo que se puede considerar como un fenómeno netamente contemporáneo. Además de las consecuencias demográficas y económicas asociadas al evento, hay otra, de índole sociocultural, que no siempre ha merecido la atención de la historiografía y que guarda relación con la ingente labor filantrópica de aquellos que se marcharon al otro lado del océano, interesados en favorecer la mejora del nivel de vida de los que permanecieron aquí mediante aportes continuos y generosos de capitales que permitieron la compra de los bienes que disfrutaban como aforados sus progenitores y deudos, la planificación y financiación de obras para la mejora de las comunicaciones con los principales núcleos de población del entorno, y la dotación o, en su caso, restauración en sus pueblos y villas de origen de determinados elementos funcionales y muy necesarios para la mejoría del nivel de vida de sus congéneres y vecinos, tales como lavaderos, fuentes, hospitales, capillas, cementerios,… y escuelas.

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Es, pues, en este contexto donde se ubica este singular fenómeno de promoción de la educación infantil y juvenil –que algunos tildan, exageradamente, de propensión genética– mediante la fundación, construcción y dotación de escuelas: unas, por iniciativa de colectivos organizados, como el temprano ejemplo de la pionera Sociedad “Progreso de Libardón”, fundada en Chile en 1899, que dotó de escuela a su pueblo de origen en el año de 1903 y gestionó muchas iniciativas de progreso; otras, por iniciativa particular, heredera de la tradición secular, concebidas por emigrantes enriquecidos que tenían la pretensión de elevar el nivel cultural en los pueblos donde habían nacido y de los que habían partido tan llenos de ilusión como escasos de recursos, ejerciendo de facto un efecto compensatorio ante las múltiples deficiencias de las prestaciones educativas estatales en el mundo rural, tal como reconocía el Real Decreto de 28/04/2005 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (creado tardíamente, en el año 1900) sobre construcción y subvención de edificios escolares, evocadas asimismo en el preámbulo del Real Decreto de fecha 1/01/ 1911, que disponía la creación de la Dirección General de Primera Enseñanza60. Esta encomiable labor filantrópica, iniciada casi cinco siglos antes con las pioneras fundaciones de obras pías costeadas por clérigos y otros personajes de la conquista, fueron ampliamente secundadas en los siglos posteriores –bien que entonces lo eran en condiciones precarias, a la intemperie, en pórticos de las iglesias o en insalubres cabañas– y permitirán alcanzar, a caballo entre los siglos XIX y XX, una encomiable mejora y universalización de la instrucción pública, permitiendo su benéfica acción en comarcas que sin esta iniciativa nunca se hubieran visto favorecidas por la actuación compensatoria del Estado, porque hasta los años veinte del siglo pasado la dotación de las escuelas estaba en manos de los consistorios municipales, que se mostraban incapaces de hacer frente a la necesidad de construir o reformar los edificios escolares, así como de atender a las mínimas necesidades de los maestros y maestras, que sufrían una tan desesperante como motejada pobreza; por esa razón, el nivel de analfabetismo era escandaloso y los recursos eran asimismo insuficientes para atender otras necesidades tanto o más perentorias que las meramente educativas, a juicio de los munícipes de entonces. De ahí que el inspector Benito Castrillo instase a que las sociedades de instruc-

Para más información, vid. Morales Saro, M. C. y Llordén Miñambres; M.: Arquitectura de indianos en Asturias. Oviedo, 1987; página 21. 60



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ción establecidas en suelo americano disfrutasen del derecho a percibir subvenciones para construir escuelas, como ocurría hasta entonces con los municipios, entendiendo que eran estas sociedades civiles organizadas las únicas que podían llevar a buen puerto tan compleja misión61. Resulta aventurado el intento de calibrar siquiera con cierta aproximación la cantidad total de edificaciones escolares debidas a la iniciativa y a las aportaciones de capital americano, ya que en muchas de ellas su actuación se vio complementada con la acción municipal y gubernamental. En cualquier caso, y a falta de estudios parciales más detallados, la mayoría de los autores se inclinan por una cifra referencial que podría oscilar entre las trescientas y las trescientas cincuenta escuelas creadas o recuperadas por la iniciativa o, en su caso, la necesaria contribución de nuestros emigrantes en América62. Las causas En cuanto a la motivación que subyace tras esta “epidemia” de culturización, aún no está cerrado el debate sobre el complejo entramado de posibles determinantes. Algunos estudiosos del fenómeno migratorio intentan justificar la labor promotora de escuelas en razones de interés afectivo- social, que ponen en relación con el amor a la tierra que les había visto nacer, a la que tanto habían añorado y en la querían perpetuar su huella, sin menospreciar otro factor complementario, que podríamos definir como la necesidad psicológica de saldar la deuda contraída con sus parientes y paisanos, a los que habían privado de su presencia y de su ayuda en los mejores años de su juventud63. En cambio, otros autores consideran que la creación de escuelas era un pretexto para formar a los jóvenes de la localidad natal o de la comarca circundante de cara a asegurarse un vivero de posibles candidatos a ocupar puestos de responsabilidad en sus empresas americanas, ya que serían portadores de una preparación significativamente superior a la que ellos habían llevado, y les podría asegurar, en contrapartida, la lealtad, el afecto y el alto rendimiento Castrillo Sagredo, B.: El aporte de los indianos a la instrucción pública. Otras formas de la protección a la beneficencia y al progreso. Buenos Aires, 1926; página 6. 62 Para una ampliación de la información, vid. Mato Díaz, A.: La escuela primaria en Asturias, 1923-1937. Los procesos de alfabetización y escolarización. Oviedo, 1992; página 105. 63 Prieto Fernández del Viso, J. M.: Americanos y escuelas. Una aproximación al patrocinio indiano en las construcciones escolares de Asturias. Oviedo, 2010; página 37. 61

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laboral, factores de importancia inestimable que les permitiría asociar a los más despiertos como socios comanditarios de sus negocios y regresar antes de lo previsto a España, tras dejar los negocios y sus otros intereses americanos en las discretas y fieles manos de aquellos a los que habían promocionado; podríamos hablar, por tanto, de una inversión basada en la rentabilidad económica diferida, si bien es cierto que en ocasiones las donaciones llegaban a través de disposiciones testamentarias, luego la rentabilidad personal sería nula64. No se puede obviar, empero, que muchos de los emigrados habían partido sin saber leer ni escribir y sin conocer las cuatro reglas fundamentales de la aritmética, conocimientos vitales para triunfar en los negocios, lo cual determinaría una suerte más bien esquiva, aunque también pudo ser el motor necesario para el nacimiento de una conciencia cívico-cultural, fundamentada en la necesidad de abrazar nuevos estudios a fin de completar el exiguo bagaje con que habían atravesado el océano. Buena demostración de lo dicho se halla en los planes de formación nocturna que muchos de ellos siguieron con esfuerzo y dedicación en aras de superar sus deficiencias formativas de partida. Otra posible causa que se baraja está en relación con la tendencia o interés de los emigrantes por su aburguesamiento o, aún mejor, su ennoblecimiento, siendo la beneficencia, desde una perspectiva paternalista, una buena piedra de toque para adquirir el reconocimiento social y afianzar el estatus al que la recién adquirida riqueza les daba derecho65. En esa misma línea tampoco es desdeñable cierto paralelismo con el fenómeno conocido como “pietismo burgués”, una estrategia para afianzar su posición dominante, porque “ejercer la filantropía era una forma de relacionarse con su patria chica y afirmarse en el territorio de origen”66. Y así, sin restar un ápice al interés social de su labor, no es baladí la importancia que los americanos daban al reconocimiento de sus propios convecinos, que se traducía en una cierta dosis de rentabilidad socio-política (preeminencia Álvarez Quintana, C.: Indianos y arquitectura en Asturias, 1870-1939. Oviedo, 1991; página 295. 65 Para un análisis más pormenorizado, vid. Terrón Bañuelos, A. y Mato Díaz, A.: Los patronos de la escuela pública. Historia de la escuela primaria en la Asturias contemporánea. Oviedo, 2002. También en Álvarez Quintana, C.: opus cit., 1991, página 121. 66 Una de las mejores obras de conjunto para el estudio de las fundaciones y escuelas con capital americano es la de Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: Escuelas de indianos y emigrantes en Asturias. Rehabilitación de las escuelas de Vidiago. Oviedo, 2003; páginas 12 y 29. 64



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social, acceso a cargos municipales, inclusión en la nomenclatura urbana, etc.), que algunos analistas enfatizan de manera significativa67. Nosotros entendemos que sería muy injusto y parcial eludir que al lado de esta voluntad de progreso que les guiaba, casi siempre encontraron la comprensión y el apoyo de los vecinos que se habían quedado a este lado del Atlántico, pues la mayoría de ellos se volcaron en complementar la primigenia aportación indiana aportando gratuitamente el esfuerzo de su trabajo personal, el acarreo de los materiales hasta pie de obra y, en muchos caos, la cesión del terreno o del inmueble destinado a escuela. Y tampoco se debe menospreciar la labor promotora del Estado, especialmente tras la promulgación del Real Decreto de 17 de diciembre de 1922, publicado en La Gaceta de Madrid el 22 de diciembre del mismo año, que establecía la posibilidad de la cooperación entre Estado, ayuntamientos y sociedades, asociaciones y particulares en la construcción de edificios escolares, y la Real Orden de 26 de enero de 1923, que procuraba ventajas de orden legal y económico a estas iniciativas, lo que iba a devenir en que la propiedad de los inmuebles quedase en la esfera de lo estatal, y el mantenimiento de los edificios y otros gastos cotidianos en la municipal, lo que permitirá concentrar los esfuerzos en el proceso creador. En este punto conviene precisar que este estudio sólo abarca los diecisiete municipios del espacio geográfico denominado “noroccidente asturiano”, dejando voluntariamente fuera del mismo a otros municipios centro-occidentales y sudoccidentales de la región, ya que abordar su análisis haría aún más compleja, casi inabordable, la tarea emprendida. Las características La primera característica identitaria de las escuelas fundadas por los emigrantes americanos del occidente asturiano –en algún caso, apoyados o suplantados por emigrantes en la capital enriquecidos en los más diversos ramos– es la modestia conceptual de los proyectos de construcción, ya que si exceptuamos las Escuelas Graduadas de Boal no hay en todo el noroccidente asturiano ningún otro edificio que pueda rivalizar con ellas en cuanto a virtuosismo estético o funcional, y sólo las de Ortiguera y Serantes se aproximan al modelo óptimo, pero no sostienen la comparación con algunas tipologías estéticamente brillantes que pueblan otros Uría, J.: Los indianos y la instrucción pública en Asturias. Oviedo, 1984; página 113. 67

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lugares de la geografía asturiana. Y esto es así porque nuestros filántropos astur-americanos, imbuidos de un lógico pragmatismo asimilado en los duros comienzos en países extraños, lejos de la sombra protectora de la familia, pretendían que la enseñanza se pudiese hacer en unas condiciones dignas y pulcras, pero evitando en lo posible los excesos decorativos; antes bien, en contrapartida gustaban de resaltar el carácter sobrio, funcional de los edificios, frente al interiorismo aparente de otras construcciones de la época, amén de postular valores tan deseables como la higiene y el trabajo, que impregnaban las teorías pedagógicas que inspiraban la acción educativa de las escuelas de allende los mares. Por esa razón, la mayoría de las construcciones no son de gran originalidad ni representativas de un estilo de autor, sino que responden a una tendencia plenamente utilitaria, tanto en los inmuebles construidos “ad hoc” para la labor educativa como en aquellos otros preexistentes, que fueron objeto de renovación y adecuación para el uso escolar en lo que se refiere al espacio útil, ventilación, luz natural, mobiliario, etc. En segundo lugar se constata la heterogeneidad de las iniciativas fundacionales, que empezaron siendo individuales y reducidas a sufragar una única construcción en algunos lugares concretos de la geografía asturiana, sobre todo en la larga etapa previa (siglos XVI-XIX), para dar paso a una nueva propuesta, obra de colectivos aún no reglados, en los albores del siglo XX, hasta que hagan su aparición en escena a partir de 1915 las denominadas sociedades de instrucción, cuyo antecedente se hallaba en las sociedades de beneficencia, que complementaban su labor con funciones asistenciales y recreativas, siendo la de los Naturales de Boal la más importante en el tiempo y el prototipo en que las demás, unas veinticinco, hubieron de mirarse para poder constituirse o, en su caso, transformarse68. En buena medida todos estos modelos de iniciativa promotora coexistieron y se complementaron a lo largo del primer tercio del siglo XX, etapa de máximo esplendor constructivo de edificios escolares. La heterogeneidad está presente asimismo en las formas de donación de los edificios escolares, que en unos casos abarcaba tanto el diseño como la construcción y la dotación total de los nuevos centros, mientras en otros casos se constituían fundaciones que atendiesen todas las necesidades, regidas por un reglamento que establecía programas educativos innovadores; también se constatan situaciones intermedias, como las aportaciones simbólicas de cantidades en metálico para premios que estimulasen el 68

Prieto Fernández del Viso, J. M.: opus cit., 2010; página 52.



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estudio del alumnado o la innovación docente, las dotaciones mobiliarias y de material pedagógico, el abono de los salarios profesionales de los educadores, los simples arreglos mobiliarios o, en su caso, las reformas profundas de los edificios, etc., atendiendo tanto al aspecto físico del inmueble y de sus instalaciones como a la consecución de las más elementales medidas de higiene escolar y ,en el caso de las casas-vivienda de los maestros, de condiciones de habitabilidad que estimulasen una larga permanencia en la localidad, lo que redundaría en su mayor implicación en el mantenimiento de las buenas costumbres familiares, religiosas, etc., del entorno69. La orientación pedagógica de las enseñazas impartidas en bastantes de estas escuelas se fundamentaba en los postulados pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza y de las propaladas desde el denominado Círculo de Oviedo de Extensión Universitaria, cuya cabeza visible era el alicantino Rafael Altamira70. Esta posibilidad se veía netamente acrecentada en las escuelas nacidas a la luz de una fundación benéfico-docente, ya que disponían de un patronato, asociado en algunos casos a la propia universidad ovetense, que les facilitaba el acceso a unas determinadas prácticas pedagógicas renovadoras. El modelo se basaba fundamentalmente en la eficacia, en el aprovechamiento adecuado del tiempo (no es baladí la airosa presencia del reloj en muchos de los centros, que ponía de actualidad el añejo lema “tempus fugit”), el desarrollo de una programación de orientación cívicomoral, y el control de todo el acto educativo por el patronato71. En cuanto a las enseñanzas impartidas en estas escuelas fundadas al calor del patrocinio de las gentes de la emigración, en las más amplias y mejor dotadas se impartían cuatro grados: silabario, preparatorio, elemental y medio; en el resto, que eran la gran mayoría, sólo los dos intermedios. Y, excepcionalmente, en algunas se incluían en el programa educativo determinados temas iniciáticos de índole mercantil.

Se pueden ampliar conocimientos en Terrón Bañuelos, A. y Mato Díaz, A., opus cit., 1996, páginas 113-120. Y, sobre premios escolares, vid. Llordén Miñambres, M.: Las asociaciones de los inmigrantes asturianos en América. Salamanca, 2008; página 113. También en Mato Díaz, A., opus cit., 1992, página 450. Menciona Mato los premios “Eliseo Álvarez”, en las escuelas de Barcia, creados por Juan Lobo González, para un niño y una niña de tercer grado, con mejor rendimiento académico, con 25 pesetas para cada uno; el “Fernánez Cortina”, en Cadavedo, y el “Manuel Arango” en Canero, dotado con 100 pesetas, con idénticas directrices que el de Barcia. 70 Uría, J.: opus cit., Oviedo, 1984; páginas 102-120. 71 Mato Díaz, A.: opus cit., Oviedo, 1992; páginas 112-115. 69

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Las etapas En nuestro intento de facilitar el tratamiento ordenado de los datos, distinguiremos varias etapas en el proceso de creación de escuelas en nuestros pueblos y villas del occidente, precisando que en determinados momentos del discurso expositivo agruparemos las construcciones de un mismo concejo sin atender estrictamente a la cronología, para facilitar la mejor comprensión global del proceso. a) Las primeras Fundaciones Benéfico-Docentes. Estas instituciones, de iniciativa individual, fueron las primeras en el tiempo (era el modelo habitual de las obras pías, ya desde la conquista americana), y adquirieron gran vigor en las últimas décadas del siglo XIX y en las dos iniciales del siglo XX, experimentando entonces un notable incremento numérico y una amplia expansión geográfica, para ir decayendo lentamente en las siguientes décadas. Las fundaciones estaban regidas por un patronato, designado habitualmente por el propio fundador, que atendía no sólo a las directrices que habían de regir el proceso educacional, sino también a diversas cuestiones de orden moral y cívico, recogidas en un reglamento preciso, inspirado en la rigidez normativa. El patronato gestionaba el legado del /de los fundadores, quienes solían establecer una renta vitalicia que asegurase la pervivencia de su proyecto. La primera experiencia de nuestra comarca fue la creación de la Fundación Pérez García, titular del Colegio de San José, ubicado en Castanedo, parroquia de Santiago de Villapedre (Navia), patrocinada por el emigrante a Cuba –y, años más tarde, a Puerto Rico–, Juan Pérez García, apodado “El Trinquete de Tox”, aunque era natural de Frejulfe, en el mismo concejo de Navia. Juan había sido estibador en el puerto de La Habana, pero se había trasladado a la isla borinqueña, instalándose allí como comerciante en sociedad comanditaria con sus hermanos José y Manuel Pérez García. El hacendado retornó a España, avecindándose en El Espín, desde donde auspició la construcción de un edificio escolar, patrocinado por la Fundación antedicha, que se vio concluido en 1889: se trataba de una escuela mixta de niños y niñas destinada especialmente a los más desfavorecidos, cuyo edificio se halla actualmente muy enmascarado por múltiples reformas que le han transformado en una anodina casa de vivienda. La escuela se adelantó al reconocimiento de la entidad jurídica de la propia Fundación –que no se produjo hasta 1921– y estaba dotada con un capital fundacional de 15.000 pesos para fines benéficos y una renta anual de 4.200 pesetas en lámina intransferible de la deuda nacional



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para dotación de maestros, menaje, premios al alumnado, misas por el fundador y gastos imprevistos72. Además del aulario, el edificio disponía de una capilla aneja y de vivienda digna para el maestro; a la entrada del recinto, una placa loaba la generosidad del promotor, cuyos albaceas habían designado para el patronato al Obispo de Oviedo, al deán catedralicio y al alcalde capitalino y, como vocales, al alcalde de Navia, al arcipreste comarcal, al párroco de Villapedre y al mayor contribuyente, si bien en la realidad el patronato estaba regido por el párroco, quien contrataba directamente al maestro, que debía presentar una certificación de buena conducta en lo civil y en lo moral. La escuela, siempre bastante concurrida, cerró durante unos meses al inicio de la IIª. República, acusando los republicanos naviegos desde su órgano de expresión, el “Eco de Navia”, supuestas maniobras del párroco para lograr el absoluto control ideológico del centro73. El centro salió indemne de la refriega y no cerraría definitivamente sus puertas hasta la conclusión del proceso de concentración escolar en la capital municipal durante el curso 1975-1976, incorporándose su maestro al claustro del C. P. “Ramón de Campoamor”. Contemporáneo de este primer centro educativo comarcal vinculado a la emigración americana, el Colegio de San Antonio y La Caridad, fundado en el año 1875 en Valdedo (Villayón), nació asociado a la creación de una escuela de práctica agrícola –con un perito agrícola al frente de una explotación de sesenta áreas–, y a una cátedra de latín destinada a suscitar vocaciones para la carrera sacerdotal. Su fundador no fue un emigrante a América, de ahí que no la podamos considerar la primera de sus fundaciones, que por estricta cronología le correspondería, y confirma la situación real del proceso creador, ya que sólo una de cada cuatro fundaciones de finales del siglo XIX lo eran de iniciativa americana74. El promotor fue un enriquecido comerciante asentado en Madrid, Manuel García Jonceda (1800-1877), cuyo busto se yergue frente a las edificaciones que postuló, actualmente reconvertidas en sede permanente del “Aula de interpretación del paisaje de montaña”. Fue erigido por

Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 194. 73 Mato Díaz, A.: opus cit., Oviedo, 1992; páginas 452-453. 74 Para un acercamiento al análisis del proceso de creación de fundaciones, vid. Llordén Miñambres, M.: opus cit., Salamanca, 2008; página 110. 72

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la Sociedad de Instrucción “Naturales del concejo de Villayón” en La Habana, que aprobó la idea en 1922 y encargó la obra –valorada en mil pesos– en el año 1924 al artista cubano Manuel Pascual, razón por la que la incluimos en nuestro estudio, siendo el más activo en este propósito el secretario de la Sociedad, José María Rodríguez. La fundación fue dotada con varias tierras de labor, cuyas rentas engrosaban el capital fundacional, así como de una renta fija anual de 20.000 reales, estando dichos fondos depositados en el Banco de España. En un amplio solar, se construyó un edificio de una sola planta con dos espaciosas aulas para niños y niñas, y también tres viviendas: dos de ellas estaban destinadas al alojamiento de los maestros de niños y niñas, y la tercera era para el sacerdote que velase por la salud moral del alumnado y la futura vocación sacra de los varones75. b) En los albores del siglo XX En este período a caballo entre dos siglos se asiste a la generalización de la educación en nuestra comarca, con iniciativa mayoritaria de los emigrantes. Buen testimonio de ello es la obra de los hermanos Manuel y Carlos Magdalena Murias, emigrantes en la República Argentina y oriundos del palacio de Campos o de los Magdalenas, sito en Campos de Salave, quienes financiaron la construcción y la completa dotación mobiliaria de las Escuelas de Salave (Tapia) en el año 1903. El edificio, en cuya construcción se implicaron de manera desinteresada los vecinos, disponía de dos aulas para niños y niñas, además de las viviendas del maestro y de la maestra, destacando la espectacularidad contenida que aún ofrecen las dos cartelas situadas en la cumbrera de los edificios escolares así como la airosa peineta que remata el cuerpo central, única concesión decorativa, quizás también identitaria, personalizada, de esta equilibrada construcción. Actualmente las aulas se destinan a usos sociales y las viviendas siguen estando habitadas. Con esta singular construcción se inicia una nueva etapa estilística donde se manifiestan algunas licencias en los aspectos menos funcionales de los edificios, atendiendo a su porte y decoración, bien que de manera contenida y sobria, como también ocurre en las Escuelas de Téifaros (Navia), creadas como fundación benéfico-docente por iniciativa de Joaquín Rodríguez García-Loredo, apodado “El Monso”, nacido en el seno de una familia Para conocer más datos sobre la fundación, vid. Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 24. 75



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Fundación Joaquín Rodríguez Teifaros, Navia.

campesina en 1840, emigrante a Cuba y a Méjico, donde llegó a ser propietario del gigantesco rancho “Los Chopos” desde el que abastecía de leche a la capital y a los pueblos circundantes, y también era administrador de un servicio de diligencias que unía la ciudad de Veracruz con la capital76. En el año 1903, Joaquín dejó un legado testamentario de 43.000 pesos para la creación de una “escuela católica”, cuya construcción se inició un año después del óbito, aunque no comenzó a funcionar hasta 1907, mientras que la Fundación, regida por un reglamento muy pormenorizado, no obtendría el reconocimiento oficial hasta el año 1922, siendo Valeriano Celaya, albacea del testador e investido de poderes ilimitados, quien hizo todas las gestiones para llevar a buen término la postrer voluntad del finado. El terreno, de unas sesenta hectáreas, fue donado por otro vecino, Joaquín Méndez y, según se destacaba en la prensa de la época, la construcción de la escuela se hacía necesaria porque el pueblo se encontraba “en completo abandono, en cuestión de enseñanza, por parte de los poderes públicos”. En las escuelas se impartía el grado elemental y superior de la enseñanza primaria, atendiendo a lo más práctico y útil para la vida cotidiana: Doctrina Cristiana e Historia Sagrada, Lectura, Escritura, Gramática Española, Ciencias Físicas y Naturales, Agricultura e Industria y Comercio, Derecho 76

Martínez Suárez, V.: Manuel Suárez. Oviedo, 2006; página 271.

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usual, Educación Cívica y Mecanografía para los niños, mientras que las asignaturas de Agricultura e Industria y Comercio y de Mecanografía eran sustituidas por Labores e Higiene y Economía Doméstica para las niñas. El Reglamento recogía la creación de una Junta encargada de dirigir, controlar y velar por los intereses de la Fundación, que estuvo vigente hasta 1932, año en que pasó a depender del Estado por la carencia de fondos para sostenerla77. El edificio escolar disponía de amplios dormitorios para el alumnado interno, servicios higiénicos y patio interior de juegos. Al exterior, la sobria fachada principal se remataba con un elegante frontispicio meramente decorativo y, en los anexos laterales, los frontones se remataban en delicados escaleriformes. Clausuradas en el año 1975, las viejas escuelas han sido rehabilitadas en el año 1992, destinándose en la actualidad al desarrollo de actividades no regladas de formación profesional y para su utilización por cooperativas promovidas por el Ayuntamiento de Navia. Merece ser mencionada, asimismo, la labor de la Fundación BenéficoDocente Escuelas Laicas de Figueras (Castropol), constituida en 1904 como réplica de inspiración laica a las precedentes fundaciones de ideología y moral cristiana. La construcción y puesta en funcionamiento de las escuelas es bastante posterior a la disposición testamentaria del emigrante a Argentina, Florencio López-Villamil Méndez, quien dotó a su fundación con un capital cercano a las 355.000 pesetas custodiadas en bancos españoles y argentinos, remitiéndose a España un giro bancario por valor de 302.000 pesetas y las escrituras de propiedad de una finca y de otro inmueble. En la obra participaron también Laureano Acevedo y Juan Suárez Cartavio: el primero costeó buena parte del mobiliario, y el segundo erigió el local que se conserva, actual sede del CRA Tapia-Castropol, que comenzó a funcionar como escuela laica en 1919, vinculado a la mencionada fundación, gestionada entonces por el médico E. Braña78. La obra arquitectónica, firmada por el arquitecto Corujedo, consiste en un edificio conceptualmente interesante por el recurso al entablamento liso y remate en frontón escaleriforme. Desde el punto de vista académico, nos encontramos una mixtificación de una escuela de artes y oficios con una escuela de instrucción primaria79. Mato Díaz, A.: opus cit., Oviedo, 1992; páginas 434-435. Para más datos, vid., Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 171. 79 Álvarez Quintana, C.: opus cit., 1991; páginas 229-230. 77

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c) Las obras de promoción colectiva. Poco a poco, la iniciativa y el mecenazgo individual iría dando paso a un nuevo modelo de iniciativa y promoción colectiva, donde varios emigrantes se unen para la construcción de una escuela en su pueblo natal, participando incluso aquellos que no gozaban de una situación boyante, que veían recompensado su esfuerzo con el éxito de la pretensión. A este modelo responde la construcción de la primera institución educativa coañesa nacida de la iniciativa y del capital aportado por los americanos, las Escuelas de Cartavio, para cuya edificación se giraron 382 pesos desde La Habana en el año 1908, obtenidos en una cuestación de la que aún se conservan los asientos, siendo los principales contribuyentes Domingo Pérez Santamarina y Bernardo González, ambos con cien pesetas, y en la que cada emigrante participaba en función de sus posibilidades, “para ayudar a nuestro pueblo a fabricar una casa-escuela moderna de dos aulas, cuya imperiosa necesidad todos conocemos”. Los vecinos contribuyeron al acarreo de los materiales y aportaron la mano de obra gratuita80. El edificio era de planta rectangular, con el aulario en el piso inferior y un pequeño vestíbulo a cada lado, estando el piso superior destinado a casa- vivienda de los maestros, estructurado en tres habitaciones: comedor, cocina y aseo. Una placa con dedicatoria certifica el agradecimiento de los vecinos por la feliz iniciativa, mientras que una segunda, muy reciente, recuerda el centenario de las mismas, que fue festejado con un amplio despliegue de actos culturales. También de promoción colectiva y coetáneas de las anteriores eran las Escuelas de Trelles. El Ayuntamiento coañés destinó quinientas pesetas para iniciar la obra en 1907 mientras solicitaba a los emigrantes cubanos la realización de una colecta, que aportó mil quinientas pesetas más, mientras que de Madrid llegaban otras setenta y cinco pesetas, y Juan Carvajal, de Vivedro adelantaba el dinero que faltaba. Los vecinos aportaron el material y la mano de obra, si bien la construcción total de la escuela no se concluyó hasta veinte años después, siendo muy destacada la labor de Justo Álvarez, Alejandro Anes, José Pérez, Severiano Fernández y Cecilio Morán, a cuyos desvelos se debe la construcción y puesta

Para una ampliación notoria de la noticia de esta fundación, vid. Bermejo Lorenzo, C.: Las escuelas de Coaña. Estudio histórico y análisis artístico de los equipamientos docentes. Oviedo, 2003; página 236. 80

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en funcionamiento de la escuela de niñas81. El mítico reloj, ubicado en el elevado cuerpo central de la edificación, se data en 1927; fue adquirido en la afamada empresa palentina Moisés Díaz, habiendo sido mecanizado hace algunos años. Una placa festeja su reciente centenario, celebrado con un importante elenco de actos culturales y lúdico-festivos. Boal conoce ahora la primera etapa en la tarea promocional de escuelas por alguno de sus emigrantes, en sincronía con otras iniciativas comarcales ya mencionadas, y lo hace con la Casa-escuela de Doiras, una fundación benéfico-docente constituida por iniciativa de Antonio Alonso Trelles, emigrante en Cuba, en junio del año 1906, que hubo de superar algunos inconvenientes, pues una denuncia retrasó su puesta en marcha. Con el inexorable paso del tiempo, esta primera escuela se fue arruinando; años después, la Sociedad de Naturales edificaría unas nuevas escuelas graduadas, quedando las viejas para residencia de los maestros. En Valdés se abre una etapa de iniciativas importantes para el concejo, pues las Escuelas de Busto fueron construidas en 1901 con la aportación de capitales americanos para la compra del solar y la propia construcción del edificio escolar, en total unas 120.000 pesetas giradas desde Cuba por E. Pérez de la Fanosa82. En realidad, se trataba de una escuela unitaria de niños y niñas regentada en un principio por un seminarista de la órbita pedagógica del padre Manjón, aunque pronto pasó al circuito oficial. Las de Busto preceden en unos años a las Escuelas de Rellón de Merás, auspiciadas en 1913 por el emigrante a Cuba, Manuel García-Merás Sánchez, quien constituyó una fundación benéfico-docente dotada con 140.000 pesetas, más el coste del edificio, estimado en unas 40.000 pesetas. La casa-vivienda era independiente del edificio escolar, cuya única singularidad se centra en una cartela ubicada en el hastial del cuerpo central que recuerda la meritoria labor del fundador. Poco antes del año 1911, la dama argentina Ernestina Mendy y su marido, el acaudalado emigrante valdesano José García Fernández, uno de los dos hermanos apodados “Los Pachorros”, dueños de inmensos ingenios azucareros en Tucumán (Argentina), financiaron la construcción en El Villar de Luarca del Colegio-Asilo “José García” bajo la tutela de las Hijas de La Caridad de San Vicente de Paúl, destinado a la enseñanza gratuita de doscientos niños y niñas pobres, administrándoles por cada día Bermejo Lorenzo, C.: opus cit., Oviedo, 2003; página 241. Llordén Miñambres, M.: Las asociaciones de los inmigrantes asturianos en América. Salamanca, 2008; página 113. 81 82



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de asistencia a las clases cincuenta céntimos a cada uno o su equivalente en alimentos, consistente en cinco trozos de pan. Además, “los alumnos debían estar aseados para entrar en clase”. Puesto en funcionamiento el día 2 de enero de 1911 bajo el patronazgo de la Fundación creada al efecto, las rentas de 46.000 pesetas anuales aseguraban su mantenimiento. El colegio se mantiene actualmente en funcionamiento, bien que ampliado desde 1956, y con una permanente actualización de sus instalaciones de cara a una doble función: educación cristiana e instrucción primaria –como deseaban sus fundadores–, a la que se añadió en los últimos tiempos la educación secundaria obligatoria. La moral y la urbanidad eran y aún son sus referentes morales y cívicos. En el año 1912 se construyeron en el concejo de El Franco las Escuelas de Arancedo por iniciativa de los emigrantes franquinos en las Repúblicas de Uruguay y Argentina, siendo el principal benefactor Miguel Noriega, emigrante a Uruguay, quien las dotó de un rico mobiliario, en homenaje a su recién fallecida madre, tal como enfatiza la placa laudatoria. Se trataba de una escuela unitaria de niños y niñas con vivienda en la parte superior, que se rehabilitó hace pocos años, añadiéndosele un porche columnado poco acorde con el resto de la construcción. Esta iniciativa restauradora estuvo encabezada por el economista y diplomático hispano-uruguayo Enrique Valentín Iglesias, nacido en el pueblo, a cuya gestión se debe igualmente el polideportivo “Uruguay”, anejo al actual centro docente de Lóngara. El edificio se ha rehabilitado de nuevo en el año 2000 para acoger diversas actividades juveniles y culturales. La segunda experiencia boalesa fue la construcción de las Escuelas de Serandinas, donde preexistía una escuela elemental de niños, decimonónica, al igual que en la capital, mencionadas en la obra “Asturias” de Bellmunt y Canella. Fueron construidas y amuebladas en el año 1913 por los vecinos del pequeño pueblo boalés con el capital de una colecta encabezada por el emigrante en Argentina, Rosendo Martínez, gerente de la prestigiosa galería de arte Witcomb de Buenos Aires, quien donó los terrenos y consiguió aunar al vecindario para la consecución del proyecto, tras haber sido requerido por el Ayuntamiento para encabezar tan necesaria acción. Los emigrados a Cuba aportaron asimismo una parte del capital. El edificio disponía solamente de aulario dotado de todo el mobiliario necesario para la acción educativa, ya que no se dotó de vivienda para los maestros. Muchos años después y por las mismas circunstancias que en el caso de la anterior, la Sociedad de Naturales dio una réplica

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tardía a esta primera escuela, financiando la construcción de una escuela mixta83. De la misma etapa son las escuelas unitarias de Illaso, La Braña y Lebredo, la primera en el concejo de Villayón y las otras dos, en el de El Franco. La Escuela de Illaso (Villayón) era un amplio edificio de planta rectangular dotado de vivienda en el piso superior, promovida entre los años 1905-1915 por emigrantes del concejo asentados en Cuba, antes de constituirse la fecunda Sociedad de Hijos del Concejo de Villayón (1919). Estuvo en funcionamiento hasta su absorción por el centro de concentración escolar de la capital del concejo. Las Escuelas de La Braña habrían sido donadas por la Asociación de Naturales de El Franco en La Habana (fundada en febrero de 1915) antes del año 1920, aunque con la habitual aportación del trabajo de los vecinos. Disponían de aulas diferenciadas de niños y niñas, equipadas con ventanales recercados de escasa amplitud que no debían proporcionar la óptima luz natural en el interior. Su principal promotor fue Salvador García, emigrante a Cuba, si bien Moisés Llordén la atribuye a la Unión Franquina y retrasa la fecha al año 192684. El edificio ha sido rehabilitado en el año 2007 para albergar una exposición museística de carácter permanente en el contexto del Parque Histórico, la denominada Casa de África. Uno de los contribuyentes más activos fue el patriarca castropolense Vicente Lorente Acevedo, como enfatiza en sus páginas el decenario “Castropol”. Por fin, las Escuelas de Lebredo, datadas hacia 1920, fueron construidas con la colaboración vecinal y el apoyo económico y material del consistorio franquino. Ubicadas en A Fontarica, sustituyeron a las del Cuarto de Colás y del Vidureiral, sufragadas por los ayuntamientos de Boal, Coaña y El Franco, merced al generoso impulso de José García, emigrante en Uruguay desde 1915, aunque los recursos y mano de obra fueron proporcionados por los vecinos. Poco queda de aquella escuela, en la que el cabanón adosado era lo más llamativo, ya que en 1958 se construyó una nueva, y la antigua fue remodelada para su uso como vivienda de particulares.

Para un mayor conocimiento de la ingente obra de la Sociedad de Naturales del concejo de Boal, vid. Prieto Fernández del Viso, J. M.: La Sociedad de los Naturales del concejo de Boal en La Habana. Ayuntamiento de Boal. Boal, 2006. 84 Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 180. También en Llordén Miñambres, M.: opus cit., Salamanca, 2008; página 193. 83



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Planos de las Escuelas de Ortiguera elaborados por el arquitecto Luis Sáinz de los Terreros.

La parroquia coañesa de Mohías fue la gran favorecida de la munificencia de la saga de los Jardón, pues las Escuelas de Ortiguera, ubicadas en un abertal municipal denominado El Rabeirón y finalizadas en 1920, fueron una donación de los hijos del patriarca José María Jardón Trelles, antiguo capitán de la marina mercante que terminó estableciéndose en la República Argentina, donde se casó con Manuela Perissé Funes, destacando como empresario mercantil y financiero, siendo el fundador del Banco Español de Río de la Plata. Para afrontar la creación de las escuelas, sus hijos constituyeron una fundación benéfico-docente, y el 1 de enero de 1914 remitieron un escrito al Ayuntamiento, firmado por Fernando y sus hermanos Eduardo, José María, Lucía y Rosa Jardón Perissé, manifestando su deseo de construir unas escuelas que llevasen el nombre de sus progenitores y sirviesen para perpetuar su memoria. La obra, ejecutada entre los años 1918-1920 por Miguel Mampel siguiendo los planos de Luis Sáinz de los Terreros, arquitecto madrileño de gran renombre que estaba trabajando en el Palacio Jardón de Viavélez, superó las cien mil pesetas de coste total. Estilísticamente, se encuadran en el clasicismo arquitectónico, y en su interior se conservan los óleos de los dos finados a quienes iba dedicada la Fundación85.

Rehabilitadas en el año 1996, actualmente es la sede de la Casa de Cultura “Gonzalo Anes”. Para ampliar la información, vid. Bermejo Lorenzo, C.: opus cit., Oviedo, 2003, páginas 242-244. 85

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Planos de las Escuelas de Ortiguera, hoy Casa de Cultura “Gonzalo Anes”.

El edificio escolar, rehabilitado en el año 1996 para Casa de Cultura, dispone de una aparente portada de gusto historicista con frontón y acroteras a la par funcionales y decorativas que conduce al doble aulario. En su puesta en funcionamiento se recurrió a la importación y aplicación de un proyecto global de desarrollo de origen americano, pues estaba dotada de un de campo de experimentación agrícola –como luego tendría la fundación naviega “Manuel Suárez”–, además de aplicarse en ella las más modernas experiencias pedagógicas e higiénicas, dado que era obligatorio el baño y lavado diario en sus modernos servicios higiénicos. Las casasvivienda disponían de dos habitaciones, cocina, comedor y retrete. Coetánea de éstas en el tiempo, aunque no en la orientación de sus enseñanzas, encontramos la primera de las dos escuelas especiales creadas para la preparación específica de los jóvenes de la comarca de cara al salto americano, siendo el inspector Benito Castrillo uno de sus más firmes adalides. La primera de ellas fue la denominada Centro de Instrucción Comercial, ubicada en El Llano, capital del concejo de San Tirso de Abres, que había sido promovida por la Sociedad de Instrucción en Cuba muy tempranamente, pues funcionaba desde el año 1915, año en que se inició la obra por valor de 30.000 pesetas, más 2.000 pesetas adicionales para material escolar. La donación prohibía expresamente su enajenación para otros usos. El autor del proyecto fue el arquitecto modernista Ángel Arbex,



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Colocación de la primera piedra del Centro de Instrucción Comercial de El Llano, San Tirso de Abres.

diseñador del Palacete Peñalba, en Figueras (Castropol). Actualmente el Centro se halla rehabilitado y acoge la sede del “Centro de Interpretación de la pesca del Eo”. c) Años veinte: el cenit de las construcciones escolares por las Sociedades de Naturales. Pocos años después, el proceso de dotación de edificios escolares dio paso a una oleada constructiva que afectó a la mayoría de los concejos asturianos y, por ende, también al occidente, siendo la etapa más fértil la del período dictatorial del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1923-28), tras la cual se inicia un periodo de decadencia y de simple goteo de iniciativas, tras el famoso Viernes Negro de Wall Street, día del crack bursátil de 1929, que generó un cambio emocional sustantivo que tuvo repercusiones inmediatas en el proceso. En esta tarea jugaron un papel muy activo las denominadas Sociedades de Naturales, que se habían instaurado en buena parte de la geografía americana y se correspondían nominalmente con la mayoría de los concejos asturianos y, en algunos casos, con varios lugares de un mismo concejo. En este periodo, muchas de ellas se vieron reconvertidas en sociedades de instrucción, como las de El Franco, Coaña, Illano, Villayón y la más activa de todas, la de Boal.

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La “Sociedad de Naturales del concejo de Villayón”, con sede en La Habana, adquirió especial protagonismo en la construcción de un buen número de escuelas mixtas dotadas de vivienda para el maestro, siempre con la ayuda de los vecinos de los pueblos beneficiados, siguiendo un patrón predeterminado - aula en la planta baja y vivienda en el piso superior, con un pórtico lateral donde se abría la puerta de acceso-, de ahí su uniformidad arquitectónica. Desde 1924, esta Sociedad se había fusionado con la denominada “Juventud Progresista” para formar la Sociedad “Hijos de Villayón en Cuba”, mientras en Argentina pervivía otra Sociedad, disociada de ésta, denominada “Residentes de Villayón en Argentina”86. Las nuevas escuelas se ubicaron en varias localidades del concejo: las de Villayón se construyeron en 1923 y fueron demolidas para construir las unitarias, hoy destinadas a centro de Interpretación; le siguieron las de Lendequintana, El Couz, Arbón y Parlero, todas del año 1923, la de Ponticiella en 1925, y la de Carrio en 1924. Esta última disponía de una escalera de acceso al piso habitado y de un porche sostenido por columnas con murete que actuaba de cortavientos; era algo excepcional, pues la mayoría respondían al patrón de casa-escuela habitual en toda la comarca. Del último periodo constructivo en este concejo son las Escuelas de Granas, datadas entre 1927-1931, y las de Lendelforno, entre los años 1928-1931. Casi todas ellas han sido rehabilitadas en los últimos años y destinadas a labores sociales. En el concejo de Illano, se construyeron en este periodo álgido, y con el patrocinio de la Sociedad de Naturales del Concejo de Illano, fundada en 1917 por los emigrantes del concejo en Cuba, la Escuela de San Esteban de los Buitres, que data del año 1921, con aporte de mano de obra vecinal; también la de la capital, Illano, y la de Bullaso, fechada en 1928. Algo más tardía fue la Escuela de Pastur, que sustituyó a la arruinada escuela cuya existencia menciona Sebastián de Miñano en el año 1928. Construida en los inicios de la década de los años treinta, ha estado en servicio hasta hace muy pocos años, cerrándose definitivamente tras la creación del CRA de Illano-Sarceda, desaparecido el año 2011. Todas eran escuelas mixtas, dotadas de vivienda para el maestro en el piso superior. En las Escuelas de Pesoz, construidas en 1926, el capital americano fue también decisivo, a través de la denominada Junta Pro-Escuelas, ya que Prieto Fernández del Viso, J. M.: Americanos y escuelas. Una aproximación al patrocinio indiano en las construcciones escolares de Asturias. Oviedo, 2010, página 52. 86



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el Estado no reaccionó a la oferta municipal de suelo y al compromiso de costear el 25% de los gastos que se generasen87. En esos mismos años se construyó la Escuela de San Martín de Oscos tras la donación de un millón de pesetas por el emigrante en Argentina, José Fernández Quintana, con el compromiso de ayuda del vecindario. Desde 1960 se venía aprovechando para diversas actuaciones del Consistorio hasta que fue rehabilitada para el turismo rural en el año 2000. Del año 1928 son las Escuelas Graduadas de Navia, nacidas de la colaboración de Estado, Ayuntamiento, emigración americana y vecindario. Las escuelas costaron 43.232,45 pesetas, y actualmente se hallan en lamentable e injustificado estado de ruina. Se trataba de dos amplios edificios con sendos patios interiores de distribución, a los que se accedía por una puerta que culminaba en un atrevido frontón, duplicado en ambos edificios. Otro edificio contemporáneo de aquel, aún en funcionamiento dentro de la estructura educativa del CRA “Pintor Álvaro Delgado”, albergaba las Escuelas unitarias de Anleo, ubicadas al lado del palacio medieval, en cuya construcción confluyeron asimismo capitales americanos, estatales y municipales, ya que se había realizado una suscripción para esta obra, la de Navia y el hospital de la capital del concejo, reuniéndose 33.856 pesetas de capital, con una renta de 1.105 pesetas para el sostenimiento de las tres iniciativas. La de Anleo es una escuela unitaria para niños y niñas, con dos aulas dotadas de amplios ventanales rematados en arcos escarzanos, y un pabellón central donde se ubicaba la biblioteca, ligeramente destacado en altura y rematado en una especie de frontispicio en escalera. En la trasera dispone de un patio abierto de juegos, en cuyos extremos se ubican los servicios higiénicos. Responde a un modelo constructivo que podemos denominar pragmático, con mínimos guiños a la decoración, aunque con algún ribete ecléctico, como el habitual escudo encima del ventanal tripartito del cuerpo central. Este modelo se repite hasta la saciedad en otros lugares cercanos, especialmente en el concejo de Valdés: las Escuelas de Carcedo, de 1921, donde los emigrantes a Cuba aportaron 13.000 pesetas, que han sido rehabilitadas en 1999; las Escuelas de Otur, de 1924, con aportación vecinal del solar, acarreo de materiales y trabajo en obra, aunque contaron con el apoyo de Ángel García, vicecónsul en Rosario (República Argentina)

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Mato Díaz, A.: opus cit., Oviedo, 1992; páginas 436.

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y su hermano Ramón, que aportaron 12.000 pesetas; las de Casiellas, construidas hacia el año 1925 mediante una donación de 50.000 pesetas de los hermanos Balsa Pérez del Río, emigrantes en Méjico, quienes constituyeron una Fundación en los primeros años del siglo XX; y las escuelas de Belén, de 1925, construidas con la aportación de 3.500 pesetas, mientras un vecino donaba el solar; se cerraron tras el proceso de concentraciones escolares, aunque fueron adquiridas para vivienda particular. También Navia sigue este modelo tan genuino y universalizado por toda la comarca en los años veinte y treinta, con las Escuelas de Talarén, construidas en el año 1921, donadas como fundación benéfico-docente para su pueblo por el emigrante de Cabanella, Gumersindo Suárez. Su amplio aulario dual cobija en la actualidad las instalaciones de la emisora de radio “Ser Occidente” y de la televisión comarcal. Como edificio anejo y muy diferenciado estaba la casa de los maestros, de planta cuadrada y amplios ventanales. Miméticamente le imitan las de Piñera, construidas hacia 1928, actual albergue de peregrinos, las nuevas de Andés, de 1931, con dudosa aportación americana, que costaron 65.902 pesetas, y las de Santa Marina de Veiga, de 1929, pues si todas ellas son de promoción estatal, detrás de la fundación se hallaba el impulso y la iniciativa de los americanos. Así, en el caso de la última mencionada jugaron un papel fundamental varios prohombres de la emigración, como los diputados José Ochoa y Benigno Blanco y el banquero Vicente Trelles, quienes adelantaron el dinero para la obra, que les habría de ser devuelto antes de cuatro años, sin percepción de intereses. Estos mismos prohombres propiciaron la ampliación del camino de acceso a las mismas desde Santa Marina y Puerto de Vega. La obra fue resuelta por el maestro de obras local Ramón Méndez. Del año 1925, pero sensiblemente diferenciada de las anteriores, es la Escuela mixta de Polavieja (Navia), que costó 35.400 pesetas. Su diseño sirvió de prototipo para otras muchas de la comarca en el periodo inmediatamente posterior, pues el singular edificio estaba dotado de unas arquerías de gran tamaño que daban entrada al patio de juegos, en uno de cuyos ángulos se ubicaba la puerta de entrada al aulario. En la escuela se invirtieron fondos estatales, municipales y particulares, entre los que destacaron los de los emigrantes. Al patio se accedía por unas escaleras nobles de hormigón. De este singular estilo son también las escuelas unitarias de Vigo y Puerto de Vega, ligeramente posteriores y de iniciativa estatal. Es destacable en este contexto la labor del maestro lucense asentado en Navia



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desde el año 1915, Clarencio Maceda, quien diez años más tarde pretendió crear una Escuela Técnica Popular y de Capacitación de Emigrantes, en colaboración con el jurista hispano-argentino Luis Méndez Calzada, quien aportó 5.000 pesetas, con la aquiescencia y apoyo económico de la “Sociedad de Naturales de Navia”, fundada en 1918 en La Habana, la cual aportó 1.500 pesetas. La idea no se logró culminar con éxito, aunque en 1925 se inició la campaña de suscripción en La Habana y Buenos Aires, obteniéndose 33.277 pesetas, que el jurista estaba dispuesto a aumentar con una entrega de 10.000 pesetas más para la adquisición del material una vez que se hubiese concluido la obra, para la que el Ayuntamiento que presidía Carlos Peláez, antiguo emigrante natural de Villanueva (Boal), cedería el solar y la piedra necesaria para su edificación. El advenimiento de la IIª. República y el apasionado debate que se produjo a continuación entre las fuerzas políticas naviegas, azuzadas por los periódicos afines, que eran “Río Navia”, manifiestamente pro-republicano, y “El Noroeste” de Gijón, dirigido por Antonio López Oliveros, natural de Puerto de Vega y antiguo emigrante a Cuba, de orientación pro-reformista, culminaron en tensiones extremas, no exentas de conflictos violentos, siendo Carlos Peláez la víctima propiciatoria de todas las acusaciones, incluida la de malversación de fondos, y dieron lugar a la apertura de hasta nueve sumarios, todos ellos sobreseídos. La irrefrenable rivalidad política dio al traste con la idea, y el maestro lucense Clarencio Maceda, que había fundado la Biblioteca Campoamor y co-fundado el Ateneo Popular, decidió marcharse a Madrid en el año 1934, aunque parte de la estructura creada fue la base del posterior Instituto Laboral88. El edificio escolar más singular del concejo de El Franco, verdadera joya del arte funcional, es la Escuela de Viavélez, construida en 1917-1919 por Luis Sáinz de los Terreros, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid y también constructor del espectacular Palacio Jardón, que cobró 75.000 pesetas por esta obra arquitectónica. Por su porte y singularidad, la obra bien merece una descripción más pormenorizada: se trata de un edificio de definido estilo culto, neoclásico, que se concilia con elementos criollos, pues los planos fueron importados de América, como en el caso de la homónima de Ortiguera, a la que también imitó en la dotación con los

Martínez Fernández, J.: Navia remota y actual. Datos y referencias para su historia. Siglo XX, primera parte. Calendario de sucesos: Oviedo, 1967; página 24. La biografía del maestro Clarencio Maceda en: Navia remota y actual. Datos y referencias para su historia. Siglo XX, primera parte. Actividades y hombres. Oviedo, 1967, página 47. 88

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Escuelas de Viavélez, El Franco.

más modernos adelantos técnicos. De esta singular construcción destaca su frontis, una especie de pequeño templete con dos columnas que sostienen un entablamento clásico, rematando la cornisa con acroteras de hojas de acanto y un medallón central. Lleva adosado un cuerpo similar, más alto, que da origen a una nave rectangular, mientras que otra nave, muy sobria, se destina a vivienda del maestro. Ángel Mato la considera inspirada en la vieja idea de considerar la escuela como templo de la cultura89. La obra nació de la iniciativa solidaria de los hermanos Fernando y Eduardo Jardón y de su íntimo amigo Máximo Santamaría, todos ellos emigrantes en la República Argentina, quienes optaron por crear una fundación para la gestión de la escuela, a la que en el año 1929 se le asoció una escuela unitaria de niñas. El apoyo vecinal fue constante y decisivo. Para el remate de la fachada se recurrió al emblema de la República Argentina. Hay otras construcciones más o menos coetáneas a ésta, aunque de muy distinta factura: son los centros promocionadas por la Sociedad Unión de Naturales de El Franco, tales como las escuelas unitarias de La Caridad, datadas entre 1922 y 1925; las de Villalmarzo, anteriores a 1926, así como las de Miudes, aunque éstas fueron gestionadas por la Sociedad

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Mato Díaz, A.: opus cit., 1992; página 434.



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de instrucción de Castropol y terminarían siendo reconstruidas por un indiano; y, por fin, las Escuelas de Valdepares (El Franco), aún en pleno uso educativo, costeada por las Sociedades de Naturales de El Franco en el año 1924, aprovechando los terrenos donados por los Menéndez de Luarca, del palacio de Fonfría, ejecutadas con mano de obra vecinal. Disponen de aulas diferenciadas por sexos, con un cuerpo central más destacado en altura, local para reuniones y tejado a dos aguas, si bien nunca tuvieron viviendas para los maestros. En 1974, estas singulares escuelas fueron destinadas a usos vecinales, pero fueron recuperadas para la función educativa en 1984, acogiendo un colegio público de educación infantil y primaria. También modélicas resultan las denominadas Escuelas Lolita Pérez, un conjunto de originales edificaciones escolares sitas en Vilavedelle (Castropol), costeadas en 1924 por el emigrante en Argentina Eduardo Pérez, en cariñoso homenaje a la memoria de su hija Lolita. Destaca el entablamento, que culmina en una cornisa monumental de forma triangular, aunque truncada y protegida de dos cuerpos prismáticos que sobresalen del conjunto; también dispone de dos pequeños pabellones anexados, que fortalecen su imagen asimétrica. Algo posteriores, pues se datan en el año 1928, las escuelas de San Juan de Moldes (Castropol) son fruto de la acción compartida entre las generosas aportaciones indianas y el esforzado trabajo vecinal90. Y como reacción frente a la labor de las Escuelas Laicas, fundadas en la segunda década del siglo XX, se construyen unas nuevas escuelas unitarias de niños y niñas conocidas popularmente como Escuelas Católicas de Figueras, de la mano de Domingo Gayol Martínez-Magadán, que financió la llamada Torre del Reloj, momento que aprovecho el Consistorio para añadirle a los flancos las dos aulas, hacia el año 1927. En el concejo coañés se construyeron las Escuelas de Coaña entre los años 1927 y 1929, con un diseño autóctono; disponían de un edificio central que daba el acceso a las aulas de niños y niñas, ubicadas en los dos cuerpos laterales, como las casas- vivienda de los maestros, ubicadas en el piso superior. Rehabilitadas en el año 1999 y destinadas a albergue, habían sido promocionadas por la Sociedad de Naturales del concejo de Coaña en La Habana, cuya figura más carismática era la escritora local Eva Canel, con el apoyo incondicional del castropolés Vicente Loriente. El edificio responde a una estética clasicista que coincide con la de los Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 172. 90

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Escuelas de Serantes, Tapia.

boaleses del momento, fundamentalmente en la concepción espacial y en las medidas higiénicas, aunque haya desaparecido el pórtico clasicista. La Sociedad proporcionó asimismo la dotación de mobiliario escolar. De promoción individual y muy singular eran las Escuelas de Serantes (Tapia), fruto de un legado de ciento cincuenta mil pesetas de Ramiro Rodríguez, que había emigrado a la Argentina, construyéndose entre 1924-28, año en que consta que su titularidad pasó a depender del consistorio tapiego, aunque la escuela de niñas tardó algo más en llegar, pues no empezó a funcionar hasta el año 1929. Bonifacia Rodríguez, hermana, albacea y heredera del prócer ejecutó su disposición testamentaria tras adquirir el terreno en el mencionado año de 1924. Nunca fueron dotadas de viviendas para los maestros. El edificio consta de un amplio y elegante cuerpo central, que dispone de un patio porticado con tres arcos y se halla ornado con elegantes azulejos multicolores; este cuerpo culmina en un frontón triangular bien rematado y con bastante ornamentación. A ambos lados se levantaban dos pabellones destinados a aulario de ambos sexos, dotados con amplios ventanales de arcos de medio punto, habiendo desaparecido desgracia-



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Escuela Lolita Pérez de Viladevelle, Castropol.

damente uno de ellos al pasar a su lado la carretera general. Como la edificación anterior, responde en su concepción al estilo ecléctico de corte historicista, tan en boga en aquella época y con tantos ejemplos visibles en toda nuestra comarca. Alberga, en la actualidad, una cooperativa de industria textil. Entra también en funcionamiento ahora el segundo centro específico para la capacitación de los futuros emigrantes, ya que la experiencia naviega fue abortada antes de nacer. Se trata de la Escuela HispanoArgentina de Comercio, ubicada en el pueblo de Bres (Taramundi) desde el año 1930, actualmente sede del Museo del Agua, construida a expensas de la Sociedad de Hijos de Taramundi “El Porvenir Asturiano”, o Centro Taramundense de Instrucción y Progreso, fundada por la emigración taramundesa asentada en la República Argentina cuando discurría el año 1911, representada ahora por Secundino Martínez. La donación, consistente en unas 160.000 pesetas, dio para construir el vistoso edificio, que costó alrededor de 40.000 pesetas, y también para la dotación mobiliaria y escolar, de gran calidad, que aún se conserva, y aún sobró una importante cantidad para su mantenimiento.

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Las aulas estaban en la planta baja y las viviendas, de tres habitaciones cada una, en el piso superior; disponía además de una habitación exenta, destinada a la estancia de cualquier miembro de la Sociedad que tuviese que pasar una temporada en el pueblo. Destaca en tan singular construcción la cornisa mixta, combinando balaustrada y pared ciega, también la espectacular torre del reloj, adquirido a una prestigiosa firma de Vitoria, y las placas de hierro esmaltado que se hallaban ubicadas fuera del aulario y que contienen varios rótulos y consejas que aún se conservan. Por fin, en la plaza del Maestro Manuel Lombardero Arruñada, se levantó un busto de bronce en 1951, fundido en La Habana, con pedestal de piedra, en recuerdo del maestro que formó a generaciones de taramundeses, muchos de ellos futuros emigrantes. Hemos dejado voluntariamente para cerrar este capítulo la labor de la Sociedad “Naturales del concejo de Boal”, constituida en La Habana el 22 de noviembre del año 1911 y que, tras la redacción de una significativa proclama, inició su inconmensurable labor en el año 1919, promocionando y financiando la construcción de casa-escuelas en todos los distritos escolares del concejo, garantizando que tuvieran derecho a un maestro pagado por el Estado, a la par que proporcionaban dotaciones para menaje de los centros, premios de estímulo al estudio, etc. La Sociedad encargó en aquellos años la construcción, dotación y mantenimiento de trece escuelas mixtas de planta rectangular y con un único piso, dotadas de vivienda para el maestro en un lateral, pequeño patio columnado donde se halla la puerta del aulario, y tejado a cuatro aguas, siendo muy decisiva en muchas de ellas el trabajo de los vecinos. De este tipo son las de Sarceda, del año 1917; Rozadas y Castrillón, de 1918; Villanueva y Villar de San Pedro, de 1921; Vega de Ouria, de 1924; etc. En el periodo de la dictadura primorriverista llegaron seis más, aunque sin ayuda alguna del Estado. Pero su obra maestra serán las Escuelas Graduadas de la villa de Boal, financiadas solidariamente por la Sociedad de Naturales, el Ayuntamiento y el Ministerio de Instrucción Pública, lo que alargó el proceso, iniciado en 1921 y que no concluyó hasta su entrega en el año 1936. Distribuidas en una compleja planta de tres secciones para los niños y otras tres para las niñas, fueron construidas a caballo de los años 1933 y 1934, siendo inauguradas el 25 de septiembre de ese año. Los boaleses asentados en las repúblicas de Cuba y Argentina habían aportado noventa y tres mil pesetas sobre un total de trescientas cincuenta y tres mil presupuestadas.



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Como se advierte, sólo nos hemos referido a la ingente labor de la prestigiosa Sociedad de Naturales de manera tangencial e incompleta, por ser objeto de un estudio pormenorizado en este mismo volumen a cargo del profesor José Manuel Prieto. d) La escuela durante la IIª. República. El mayor esfuerzo constructivo durante la segunda experiencia republicana supuso un gran crecimiento y significativa mejora de la red escolar pública, acompañada de una mayor preocupación por la formación del profesorado, la modernización pedagógica, etc. Este nuevo espíritu coincidió con la proclamación de la IIª. República, que redactó un plan de construcciones escolares donde al ideario social se unía el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, que consideraba la educación como un elemento compensatorio, decididamente superador de las desigualdades sociales. Se procuraba en dicho Plan favorecer la colaboración interinstitucional en beneficio de la enseñanza popular, básica para la regeneración nacional. En Boal, se construyen las nuevas escuelas de Doiras, datadas en 1935 y rehabilitadas en el año 1998. Disponían, de acuerdo con el modelo habitual de la época, de un aulario dual a ambos lados y de un pabellón central, donde se abría la puerta de acceso. También se inicia la construcción de la escuela nueva de Serandinas en 1930, antes de la proclamación de la IIª. República, pero los sucesos bélicos posteriores y los avatares asociados impidieron su inauguración hasta 1957. Era una escuela mixta, dotada de vivienda para los maestros en el piso superior, donde la contribución vecinal fue decisiva para que la obra llegase a buen término. Desprovistas desde hace años de función docente, actualmente están destinadas a albergue. En el concejo de Valdés, las Escuelas de Muñás de Arriba fueron edificadas con aportación de capital americano; también se edifica otro grupo escolar en el mismo concejo, las escuelas unitarias de San Pedro de Paredes, con dos aulas construidas en un solar donado por Germana González, del Palacio de Paredes, cuya tumba en el cementerio de Luarca hace honor a su reconocida fortuna. Los emigrantes en Cuba y Argentina aportaron 10.000 pesetas para la construcción. Fueron rehabilitadas recientemente, hacia el año 2002. Las Escuelas de La Roda, en el concejo de Tapia, suponen el retorno a un modelo significativo de la denominada arquitectura ecléctica que responde a los gustos del clasicismo arquitectónico. Guarda una innega-

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ble similitud con la de Serantes, aunque es de apariencia más sobria, y fue construida hacia el año 1930, siendo su principal promotor el emigrante Servando Villamil, secundado por el esfuerzo de todos los vecinos y vecinas91. El edificio escolar consta de un cuerpo central donde se abre la puerta de acceso, en arco, y culmina en altura en un ático rematado con frontón curvo; a los lados, dos cuerpos rectangulares acogían las aulas diferenciadas por sexos, dotadas de amplios ventanales curvos, rematadas al frente en sendos frontones triangulares sin decoración. Disponía asimismo de un patio de juegos, delimitado por un muro de mediana altura, de biblioteca, ubicada en el cuerpo central, y de servicios higiénicos, pero no fue dotada de casa- vivienda de maestros. En su interior, aún se custodia el cuadro donde aparecen mencionados los benefactores y sus aportaciones. De la misma época, aunque de iniciativa pública, son escuelas como la de Andés (Navia), construida en el año 1931, de planta rectangular, con una sola altura y desarrollada asimétricamente a partir de un cuerpo central, disponiendo de patios cubiertos para los juegos y aseos; también las de Polavieja, Tox, Vigo y Puerto de Vega, todas ellas en el concejo de Navia; las de Oneta, en el de Villayón, etc. e) El epílogo de las construcciones escolares con capital americano. En la segunda mitad del siglo XX hubo algunas experiencias constructivas tardías, incluidas las últimas aportaciones al mapa escolar de Boal propiciados por la Sociedad de Naturales, que desarrolla entre 1956 y 1959 sus últimos proyectos: Trevé, Mezana, Cova, Piñera, La Ronda y Serandinas. De 1956 es también la Escuela de Santa María, en Grandas de Salime, tras recibir el último impulso al descomunal esfuerzo de los vecinos desde el Club Granadalés de La Habana, existente desde el año 1913. En cualquier caso, quizá la última gran aportación al mundo escolar del occidente de Asturias haya sido la Fundación Benéfico-Docente “Manuel Suárez”, de Navia, creada en 1950 en el barrio naviego de San Roque por este prócer, sobrino de Joaquín Rodríguez Loredo y asimismo natural de Téifaros, donde vio la luz el día 23 de marzo de 1896. Emigrado a Méjico, donde llegó a amistar con Pancho Villa, que le había apresado, adquirió los hoteles Casino de la Selva y Mocambo, dando origen a un imperio Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 27. 91



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mercantil cuya joya sería el Gran Hotel de Ciudad de Méjico, sobre una superficie de 81.368 metros cuadrados, con el Polyforum Sequeiros, de 8.422 metros cuadrados, inaugurado en 1971 como homenaje al artista David Álvarez Siqueiros. En un viaje a Navia en el año 1947, se ofrece a destinar el importe de mil toneladas de azúcar, que pretendía vender en Bilbao a 30 pts./kg. –en la realidad sólo se pudo vender a 10 pts./kg.–, para la creación de una Fundación para Obras benéficas del concejo de Navia92. La Fundación pretendía el fomento de la agricultura, ganadería, etc., creando para ello una Escuela de Capacitación Agraria, asociada a una granja de experimentación agrícola, con vaquería incluida, sita en El Pardo, donde se investigaban cultivos experimentales de patatas, maíz, tabaco, etc. además de un centro de formación profesional. En el año 1956 se fundó el Instituto de Puericultura y, por fin, el 30 de agosto de 1958 se inauguró el Centro de Enseñanza Media y Profesional, una necesidad urgente para la formación del alumnado de la comarca fluvial, que acogía a noventa y seis alumnos, de los cuales setenta y cuatro eran del concejo de Navia. En el año 1966 se amplió, pasando a disponer de doce aulas, salón de cine, laboratorio de Física y Química y sala de fotografía, aula de dibujo, biblioteca, comedor y talleres de carpintería, mecánica, forja y electricidad. También había habitaciones para unos veinte alumnos internos y autobuses para el alumnado93. En 1967, se habían invertido más de 40 millones de pesetas a costa del fundador, del Estado y del municipio. Aunque el edificio está actualmente cerrado y semiabandonado, la Fundación pervive, costeando todos los años una dotación de libros para el alumnado naviego. También son de este período final y decadente en cuanto al ritmo de edificaciones escolares de nuevo cuño las Escuelas de Cabanella (Navia), donada el día 27 de enero de 1945 por el emigrante a Cuba, Rafael Alonso Alonso. Recientemente rehabilitadas, constaban de un cuerpo central elevado donde se ubicaba la biblioteca, y dos aulas a los lados, bien iluminadas por amplios ventanales, y las viviendas, a las que se accedía desde un porche realzado con el recurso a la piedra ornamental.

Martínez Fernández, J.: La emigración a las Américas 1870-1970. Oviedo, 1982, página 525. Y en el monográfico de Martínez Suárez, V.: opus cit., Oviedo, 2006; página 280. 93 Martínez Fernández, J.: opus cit., 1967; página 51. Y en Martínez Suárez, V.: opus cit., Oviedo, 2006; páginas 280-283. 92

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Fundación “Manuel Suárez”, de Navia.

En El Franco, la Escuela de El Mazo, de planta angular y dotada de vivienda, fue una donación del emigrante en la República de Chile, Pepe Madrid, y ejecutada entre los años 1948-1950. La también franquina de Godella procede de la reestructuración de una arruinada obra pía, fundada en 1820 por el presbítero Fernando Díaz Ron, advocada a San Fernando y ya desaparecida, por iniciativa del emigrante en Cuba, Domingo Méndez, en el año 1955, con un gran apoyo vecinal. Se trataba de una escuela mixta con aulario precedido de galería arqueada, y vivienda contigua, de amplios ventanales y actualmente bastante modificada, a cuyo lado se ubicaba la capilla94. Las Escuelas de Argolellas (Villayón) eran mixtas, con vivienda para los maestros, donadas en 1952 por José María Fernández García, emigrante en Méjico, donde se dedicó al comercio; disponían de un patio porticado con arquerías integrado en el edificio, además de un frontispicio clásico con una lápida laudatoria. José María también construyó la nueva ermita Cuenca Busto, C.; Fernández Gutiérrez, M.ª F. y Hevia Blanco, J.: opus cit., Oviedo, 2003; página 28-29. 94



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y el tramo de carretera a Valdedo que pasa por el pueblo. Se procedió recientemente a su necesaria rehabilitación para sede de la Asociación Virgen de las Virtudes. El proceso de dotación de escuelas concluyó en el año 1958, cuando José María Jardón Torroba, empresario taurino, y su esposa Asunción Castet, financiaron las Escuelas nuevas de Ortiguera para niños y niñas, muy cercanas a las construidas por la familia en la década de los veinte. Dedicadas a sus progenitores Fernando Jardón Perissé y Martina Torroba Juncosa, estaban dotadas de aulas espaciosas y de unas dignas viviendas para los maestros, con una inversión de medio millón de pesetas. El matrimonio asumió asimismo la dotación de material pedagógico, el mobiliario de las aulas y el material escolar de un año. Las escuelas constan de un cuerpo central alargado donde se ubican las aulas, a las que se accede por un patio porticado con puertas en arco de medio punto, y dos viviendas anejas. Actualmente el edificio acoge la Biblioteca Municipal. Por fin, en 1961, Ovidio Fernández Núñez, casado con Carmen Jardón Torroba, donó 45.818,86 pesetas para una nueva Escuela unitaria de Ortiguera, con casa para el maestro, unida a otra que iba a ejecutar la Diputación con el Ayuntamiento, con la pretensión de que tuviese una clara orientación hacia las enseñanzas marítimas y, aunque fueron inauguradas en 1964, esa finalidad nunca se contempló en la práctica95. Esta fallida experiencia fue el último coletazo de la iniciativa americana, ya que el Plan Nacional de Construcciones Escolares, que también afectó a esta postrer construcción, se estaba universalizando. A partir de entonces, la encomiable labor del Estado, las inmediatas concentraciones escolares, la recuperación de algunas escuelas rurales para aulario de los nuevos CRA, etc., hicieron innecesaria esta labor filantrópica que tan decisiva fue para mejorar el nivel cultural de las generaciones que nos precedieron.

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Bermejo Lorenzo, C.: opus cit., Oviedo, 2003, páginas 242-245.

Los Naturales de Boal en La Habana (1911-2011). Una sociedad de instrucción ejemplar José Manuel Prieto Fernández del Viso Universidad de Oviedo

La emigración en Boal Al igual que en otros concejos de Asturias gran cantidad de jóvenes boaleses emprendieron la aventura americana. Los datos disponibles nos muestran una situación que no difería de la del resto de la región y por lo tanto las pautas de los flujos migratorios y las causas de los mismos serían similares. El erudito boalés Acevedo y Huelves en su libro Boal y su Concejo menciona alguna de las razones que inducían a los boaleses a abandonar su tierra: la mala situación del campo, las ganas de mejorar, el deseo paterno y la influencia ejercida por parientes o conocidos que habían alcanzado el éxito en la aventura americana96. A las citadas por Acevedo y Huelves es necesario añadir la evasión del servicio militar, que como indica Rafael Anes ocupa un lugar relevante en la resolución de partir97. En este sentido, las listas de quintos declarados prófugos por el Ayuntamiento de Boal recogidas en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo no dejan lugar a muchas dudas. Así, por ejemplo, el 21 de mayo de 1909 se publicaba una relación de 60 prófugos sobre un total de 75

Acevedo y Huelves, B., Boal y su concejo, Gijón, 1984, p. 55. Anes Álvarez, R., “Ritmo, causas y consecuencias de la emigración de asturianos a América, 1850-1930” en Eiras Roel, A., La emigración Española a Ultramar, Madrid, Ediciones Tabapress, 1991, p. 60.

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jóvenes sorteados. Algo más de un año después la situación no había mejorado mucho y en el Boletín del 12 de julio de 1910 de los 82 quintos 58 se consignaban como prófugos98. Estos datos confirman la importancia de este factor como elemento impulsor de la emigración en Boal y evidentemente en los demás municipios asturianos99. Por lo que sabemos, la única particularidad la podríamos encontrar en la ruina de la industria clavera que desde mediados del siglo XIX influiría en el incremento de las corrientes ultramarinas100. El propio Acevedo y Huelves menciona de forma ciertamente melodramática la crisis del sector clavero como causa de la emigración: “Hoy los martinetes son montones de ruinas: Vulcano emigró y la fragua va desapareciendo, y el pobre herrero, sin trabajo, pálido y casi desnudo, desaparece de las romerías y llora en la soledad su pobreza, o emigra, con el corazón cargado de pesadumbres, y busca en otras regiones el pan que ya no puede darle aquel pequeño mundo en el que siempre ha vivido...”101. Los factores expuestos hacen compresible la alta tasa de emigración que afectó al concejo en los años finales del XIX y en los primeros del XX. Realizar una cuantificación del volumen de la emigración en Boal resulta complejo. Los únicos datos oficiales conservados se refieren al periodo 1881-1906, en el que han contabilizado un total de 935 salidas. Obviamente, en este recuento no se incluyen los embarques clandestinos, como los de los mozos en edad militar, resultando lógico suponer que en realidad se superase con creces ese número102. Así, Gilberto Sánchez Jardón en un estudio realizado en 1997 estimaba que la cifra de boaleses emigrados entre 1881 y 1931 rondaría los 2.500. Esta cantidad creemos

Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo (B.O.P.O.) n.º 116, Oviedo, 21 de mayo de 1909, p. 3 y (B.O.P.O.) n.º 159, Oviedo, 12 de julio de 1910, p. 3. En general, las diferentes listas de prófugos publicadas año tras año, nos dan una idea de la incidencia que tiene el servicio militar en la emigración, no sólo en Boal, sino también en el resto de Asturias. 99 En enero de 1917 la revista Asturias señalaba que “la emigración por miedo a la guerra alcanza proporciones alarmantes…”. Revista Asturias, n.º 23, La Habana, 3 de enero de 1917. También es interesante señalar la continua presencia del tema de los prófugos en El Progreso de Asturias, que como sabemos fue la publicación de referencia de los asturianos en Cuba. 100 Factor señalado por Sánchez Braña cuando dice que “se alude a ella justificándola en la miseria extrema extendida por el concejo, a la que debió de contribuir el hundimiento de la industria clavera...”, Sánchez Braña, E., Estudio de la geografía agraria y la población del concejo de Boal, Oviedo, Imprenta la Cruz, 1976, p. 105. 101 Acevedo y Huelves, B., Boal... opus cit., Gijón, 1984, p. 24. 102 Sánchez Braña, E., Estudio de la geografía… opus cit., p. 107. 98



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que puede acercarse bastante a la verdadera dimensión del fenómeno en el concejo103. En cuanto a su destino la gran mayoría, según señala Enrique Sánchez Braña aproximadamente un 75%, se dirigieron a Cuba104. En Boal, como en otras zonas de Asturias, las repercusiones de la emigración fueron numerosas. Las remesas monetarias tuvieron una gran importancia, suponiendo los giros enviados de forma periódica por los emigrantes una gran ayuda para sus familiares. Por otra parte, a su regreso muchos de ellos abrieron pequeños negocios o compraron tierras que dedicaron a la agricultura o la ganadería, dinamizando la actividad económica Cartel publicitario de la agencia de inforlocal. Otra consecuencia espe- mación y despacho de pasajes para emigrantes cialmente reseñable fue la trans- Valentín Santa Eulalia de Boal. Col. Muséu del formación espacial de la villa Pueblu d’Asturies. boalesa producto del retorno de los americanos. De esta forma, desde principios del siglo XX, asistimos a un importante desarrollo urbanístico, que tuvo como resultado la creación en su parte baja de un nuevo barrio, donde aquellos que habían tenido mayor fortuna levantaron sus viviendas en las que mostraban el nuevo status social alcanzado tras su estancia en América. A estas élites de nuevo cuño, se les unieron emigrantes más modestos que también eligieron esa zona de Boal para construir sus casas. Además, la huella de los emigrantes es perceptible por su labor en beneficio de la colectividad. A modo de Sánchez Jardón, G., Los boaleses en Cuba y su obra, conferencia pronunciada en el Centro Asturiano de Oviedo el 12 de abril de 1997, inédita. 104 A partir de el estudio de los registros oficiales Sánchez Braña establece que un 72% de los boaleses emigrarían a Cuba, a continuación se situaría Argentina con un 24%, mientras que el escaso 4% restante se repartió por otros países iberoamericanos como Méjico, Santo Domingo o Brasil. Sánchez Braña, E., Estudio de la geografía… opus cit., pp. 105-106. 103

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Campesinos boaleses a principios del siglo XX.

ejemplo se puede reseñar la financiación de equipamientos públicos como el lavadero de Boal, la fuente de Vega de Ouria, la carretera de Villanueva a Boal o el camino entre Serandinas y Boal. Pero, sobre todo, los boaleses transterrados construyeron escuelas. La educación en el concejo en los inicios del siglo XX. A principios del siglo XX, la situación de la educación en Boal no parece que fuese muy diferente a la de la gran mayoría de los concejos rurales asturianos, es decir presentaba numerosas carencias. Hasta nuestros días han llegado diversos testimonios de la época, que nos permiten trazar una imagen bastante fidedigna del estado de la enseñanza en ese tiempo. Así, en un informe elaborado por el Ayuntamiento en los inicios de 1914 se señala que en el concejo existían nueve escuelas. Además, el Estado había aprobado la creación de otra en el pueblo de los Mazos y se encontraban en fase de tramitación las de Sarceda, Ronda y Castrillón. En general, las condiciones de los locales distaban mucho de ser las idóneas y con la excepción de Serandinas y Doiras, se encontraban instaladas en edificios alquilados y acondicionados de forma bastante precaria para la actividad educativa. En la descripción de estas escuelas se habla de una situación de hacinamiento, escasez de luz, poca ventilación, frío y humedad, definiéndolas como un auténtico foco de enfermedades105. El panorama descrito es corroborado por otros documentos. Por ejemplo, Archivo Municipal de Boal (A.M.B.) Informe de la comisión de 1 de marzo de 1914, Caja 304, Carpeta Expediente de subvención y construcción de escuelas en el concejo.

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Inauguración de la carretera de Boal a Villanueva, 1929.

en julio de 1909 la Junta Local de Primera Enseñanza opinaba que los edificios escolares no reunían condiciones adecuadas ni de capacidad ni de higiene, como única excepción se citaban los de la villa de Boal, Doiras y Prelo106. En la misma línea se inscribe el juicio emitido por Agustín Nogués, inspector de Primera Enseñanza de la zona de Luarca, que tras visitar las escuelas boalesas en octubre de ese mismo año comenta: “los locales de las escuelas de este concejo no reúnen las condiciones higiénicas y pedagógicas que la legislación del ramo señala…”107. El mismo inspector Nogués en el informe de su visita remitido en 1909 al entonces Rector de la Universidad de Oviedo, Fermín Canella, se refiere en los siguientes términos a varios de los edificios objeto de su inspección: “Boal escuela de niños escasa capacidad y mediana luz (…) Boal escuela de niñas. Matrícula 119 niñas concurren ordinariamente 70. Superficie (entiéndese por alumno de los que ordinariamente concurre) 0,43 m2 (…) Castrillón. Pésimo local por la escasa capacidad, mala luz y estar situado en las proximidades del cementerio viejo y del nuevo que construyen. (…)

106 A.M.B. Acta de la reunión de junio de 1909 de la Junta Local de Primera Enseñanza, Caja 304, Carpeta Actas de la Junta Local de Primera Enseñanza (1908-1929). 107 A.M.B. Acta de la reunión de octubre de 1909 de la Junta Local de Primera Enseñanza, Caja 304, Carpeta Actas de la Junta Local de Primera Enseñanza (1908-1929).

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Ouria. Pésimo local sin más luz ni ventilación que la de una ventana de 0,51 x 0,31 metros. Material casi nada…”108.

En definitiva, la información que nos facilitan todos estos documentos no deja mucho margen de maniobra a la hora de expresar conclusiones, pudiendo afirmarse que el estado de la mayoría de los recintos escolares del concejo de Boal era realmente penoso. Consciente de esta situación y carente de recursos, el Ayuntamiento había decidido ya en 1909 solicitar la colaboración de los emigrantes del concejo en América. Como parece que en un principio la petición de ayuda, salvo en el caso de Serandinas, tuvo escasa repercusión, se intentó por parte del Consistorio subsanar en la medida de lo posible las numerosas deficiencias detectadas, realizando una serie de reformas, en las que se dedicó especial atención a la mejora de la iluminación y la higiene, aunque con pocos resultados y escasos cambios109. Así que para esa fecha solamente los locales escolares de Doiras y Serandinas reunían unas condiciones mínimamente aceptables, ambos producto de la acción de los boaleses emigrados a América. La escuela del pueblo de Doiras fue financiada gracias a una donación del emigrante Antonio Alonso Trelles. Para su construcción, según aparece dispuesto en la cláusula dos de su testamento otorgado el 19 de marzo de 1898 cedía 5.000 pesetas y el solar110. En el año 1905 su viuda Concepción Pacheco daba cumplimiento a su voluntad, dando comienzo a las obras que estarían concluidas en junio de 1906. El mobiliario y el material escolar serían costeados por otro emigrante Ceferino Rodríguez111. En el caso de Serandinas nos encontramos ante una intervención de tipo colectivo, ya que la construcción del nuevo edificio fue posible gracias a una suscripción abierta entre los emigrados de esa parroquia en Buenos Aires, a los que se unieron también los residentes en Cuba. La persona que se encargaría de organizarla sería el destacado miembro de la comunidad boalesa en Argentina, Rosendo Martínez112. Los vecinos 108 Archivo Histórico de la Universidad de Oviedo, Notas sobre las escuelas públicas de Boal, Grandas de Salime, Illano, Pesoz, San Martín de Oscos, San Tirso de Abres, Santa Eulalia de Oscos, Taramundi, Vega de Ribadeo y Villanueva de Oscos visitadas durante los meses de septiembre y octubre de 1909, Fondo Fermín Canella, Carpeta Escuelas. 109 A.M.B. Acta de la Junta local de Primera enseñanza del 31 de julio de 1909, caja 305, Carpeta Actas de la Junta de Primera Enseñanza (1909-1959). 110 A.M.B. Acta de la Junta local de Primera enseñanza del 31 de julio de 1909, caja 305, Carpeta Actas de la Junta de Primera Enseñanza (1909-1959). 111 Castropol n.º 45, Castropol, 10 de octubre de 1906, p. 7. 112 Rosendo Martínez emigró a los quince años hacia Argentina. Establecido en Buenos



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Aspecto actual de la antigua escuela de niños de la villa de Boal.

del pueblo colaboraron aportando materiales y con la cesión del terreno. El edificio escolar estaría terminado el 9 mayo de 1913, fecha en el que es entregado al Ayuntamiento113. Nacimiento y primeros años de la Sociedad de Naturales de Boal en La Habana Este es el contexto educativo del concejo cuando el 22 noviembre de 1911 se crea en la ciudad de La Habana la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal. Como es lógico resulta interesante acercarse a las causas de su fundación. Así pues, dejando de lado los factores de tipo general relacionados con la labor de los emigrantes a favor de la instrucción, ya Aires, en 1887 ya se encontraba trabajando con el conocido fotógrafo Alejandro Witcomb, que abre en el año 1896 la Galería de arte Witcomb, tal vez la más prestigiosa de Argentina. El gran éxito de esta galería, de la que Rosendo Martínez fue gerente y desde 1905 socio, se debió en gran medida a este boalés, que falleció en Buenos Aires en 1954. 113 A.M.B. Acta de Recepción de la escuela de Serandinas, 9 de mayo de 1913, caja 4, Carpeta Actas 1913.

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muy comentados e indudablemente presentes en el ánimo de los fundadores, vamos a tratar algunas cuestiones que también deben de ser tenidas en cuenta a la hora de explicar el nacimiento de la sociedad boalesa. Como se sabe, los boaleses no fueron los primeros emigrantes asturianos en asociarse para construir escuelas en su concejo, honor que recae en la Sociedad El Fomento de Llibardón, creada en 1899 en Chile. Es cierto que el objetivo con el que nace no era propiamente el desarrollo de la instrucción, ya que sus promotores buscaban el progreso en general de esta parroquia de Colunga. Sin embargo, su primera realización y la causa real de su fundación sería la construcción de la escuela de niñas, para en los años siguientes pagar un médico y construir su casa, gestionar la instalación de teléfono y telégrafo, financiar fuentes y lavaderos y ampliar la escuela de niños, a lo que habría que añadir el proyecto fallido de crear una escuela de comercio por medio de una fundación114. Tampoco fueron el primer grupo de boaleses que intentaron mejorar la educación en el concejo. Se pueden señalar dos claros precedentes que sin duda influyeron en su nacimiento. El primero, ya mencionado, sería la construcción del local escolar de Serandinas a través de una colecta entre los residentes de ese pueblo en Buenos Aires. Si bien, como ya se ha indicado, la mayor parte del dinero procedía de Argentina, también se recaudó una cantidad considerable en Cuba. Por lo tanto, es bastante probable que los fundadores tuviesen conocimiento de la iniciativa de la comunidad boalesa en Argentina. Además, hay una coincidencia en el tiempo entre las obras del edificio de Serandinas, en el que ya se trabajaba en octubre de 1911, con las primeras conversaciones para la creación de la asociación. En definitiva, se puede decir que la actuación colectiva que permitió la financiación de la escuela en Serandinas influyó indudablemente en los boaleses emigrados en Cuba, al mostrarles lo que se podía lograr si trabajaban unidos. Según el testimonio de José de la Presa, uno de sus fundadores, el origen de esta asociación se remonta a un viaje que realizó a Llibardón en el año 1898. Durante el mismo visita la escuela de niñas, donde ejercía como maestra una pariente suya, y la encuentra en unas condiciones deplorables. Al regresar a Chile decide construir una nueva y se pone en contacto con otros emigrantes de la parroquia, con los que en el año 1899 crea la sociedad, con la idea de que está pasaría a ser filial de la que más adelante se fundase en el pueblo. Se inicia la suscripción para la construcción del edificio y luego se ponen en contacto con Llibardón para que se forme la asociación matriz con el nombre Sociedad Vecinal Fomento de Llibardón, posteriormente aparecen las delegaciones de Cuba y Argentina. En el año 1903 se inauguraría la escuela de niñas. El Progreso de Asturias n.º 226, La Habana, 28 de febrero de 1926. 114



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El segundo de los precedentes mencionados hace referencia al intento de los habitantes de Vega de Ouria de construir un local escolar por medio de una suscripción. El periodista boalés Celestino Álvarez en su libro Los Boalenses, al hablar sobre los orígenes de la sociedad cuenta que los vecinos de Vega de Ouria buscaban acabar con el problema generado por la existencia de una escuela compartida con Rozadas, que cambiaba de un pueblo a otro en función de los vaivenes políticos y de los enfrentamientos entre los caciques115. El proyecto no llegaría a cuajar, pero Celestino Álvarez afirma que, ante la aparición de las primeras sociedades de instrucción impulsadas por los emigrantes gallegos, algunos boaleses decidieron retomarlo. De este modo, empezaron las conversaciones y poco a poco fue consolidándose la idea de extender la construcción de edificios escolares a todo el municipio. Sin embargo, a nuestro juicio, si bien es probable que ejerciese alguna influencia, no creemos que fuese determinante. Además, el mismo Celestino se desdice en cierta medida en páginas posteriores y da una versión distinta sobre el origen. Afirma que, cuando los asturianos residentes en La Habana empiezan a constituir asociaciones con distintos objetivos, los boaleses resuelven crear una consagrada al fomento de la educación debido a las grandes deficiencias que presentaba en el concejo, imitando a los emigrantes gallegos, no citando para nada el asunto de Vega de Ouria116. En este repaso no debemos olvidar el llamamiento realizado desde el Ayuntamiento en 1909 solicitando la colaboración de los emigrantes en la construcción de edificios escolares, y al que ya se ha hecho referencia. En un principio parece que la idea no tuvo mucha repercusión, puesto que sólo se consiguió dinero para la escuela de Serandinas y una pequeña cantidad para la de Boal. Pero, es indudable que no debe de separarse la petición de ayuda de la corporación municipal y la aparición de la sociedad, dada su cercanía en el tiempo. Para concluir este breve análisis de los factores que pueden explicarnos la aparición de la sociedad boalesa debemos mencionar la visita del profesor de la Universidad de Oviedo Rafael Altamira a Cuba entre los meses de febrero y marzo de 1910, como última escala de su viaje por “Que subía al poder el partido del cacique de Vega de Ouria, pues recogía la escuela sus bártulos, si estaba en Rozadas, se domiciliaba allá, hasta que en las elecciones subsiguientes caía el señor de aquel lugar. Cuando esto sucedía, el compadre de Rozadas la tomaba a su albedrío y volvía al solar de Rozadas...”, Álvarez, C., Los boalenses, La Habana, Imprenta el siglo XX, 1919, p. 39. 116 Álvarez, C., Los boalenses..., opus cit., p. 33. 115

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Iberoamérica. Durante su estancia en La Habana impartió conferencias en diferentes instituciones de la capital cubana sobre temas muy variados, como los jurídicos, históricos o pedagógicos. Se puede dar por seguro que entre los asistentes se encontrasen miembros de la comunidad boalesa o bien que tuviesen conocimiento del contenido de sus intervenciones a través de la prensa. En nuestra opinión, la presencia en La Habana del profesor Altamira ejerció una influencia decisiva en el ánimo de los fundadores. En este sentido, es interesante señalar que la Sociedad Vivero y su Comarca se crea como respuesta a la propuesta realizada por Francisco Alvarado, secretario de Altamira durante el viaje, a los viveirenses residentes en La Habana117. El nacimiento propiamente dicho de la sociedad lo encontramos en diferentes conversaciones mantenidas por los emigrantes boaleses en el café El Nacional de La Habana, situado en la esquina de las calles Belascoín y San Rafael, donde se plantea la posibilidad de organizarse en una asociación, para lo que se decide convocar una asamblea. La reunión se celebra el 22 de noviembre de 1911 en los salones del antiguo Centro Asturiano de La Habana y a ella acuden veintinueve emigrantes del concejo, siendo esta asamblea considerada como el momento de su constitución. Con el fin de dar a conocer su proyecto, se redactó una proclama destinada a toda comunidad boalesa en Cuba. Este documento resume en poco más de dos hojas los valores y motivaciones que presidieron su actuación. Sus palabras iniciales sintetizan el ideario de la sociedad “A los hijos del concejo de Boal: Entre los bienes que se pueden dejar a la juventud el más preciado es el de la educación, el hombre instruido se halla capacitado para resolver los más difíciles problemas que en el curso de la vida se le pueden presentar…”118. Tras esta primera reunión se celebraron otras el 21 y el 26 de diciembre. En esta última se dio por constituida la sociedad, designándose una junta directiva encabezada por José Siñeriz y García. Ese día también se aprobó el reglamento que en su artículo segundo indicaba de forma clara su fin: “tiene por objeto esta sociedad dotar de casa de escuela, a los pueblos del Concejo, que carezcan de local apropiado y tengan maestro pago por el estado…”119.

117 Taladrid Catá, J., Verdades como puños y consideraciones. Mis servicios al distrito de Viveiro, A Coruña, Litografía e imprenta Roel, 1934, pp. 1-2. 118 Álvarez, C., Los boalenses…, opus cit., p. 34. 119 Reglamento de la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal. La Habana, Imprenta La Propagandística, 1912, p. 9.



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Una de las primeras decisiones tomadas por la junta directiva fue la creación de delegaciones en diferentes poblaciones de la isla de Cuba y en el concejo de Boal. En el reglamento se preveía el nombramiento de todos aquellos delegados que se considerasen precisos. Se daba especial relevancia a la delegación de la villa de Boal, que debía encargarse de gestionar la construcción de las escuelas en el concejo. En un principio actuó como representante el alcalde de Boal, Eduardo Blanco, antiguo emigrante y uno de los socios de la empresa Blanco, Sánchez y Cia. dedicada al comercio de clavos, al que pronto se unieron Juan M. Villamil, Maximino Sanjulián y Alberto Rodríguez, que formaron una delegación provisional. Su actuación se prolongó hasta la reunión de la directiva el 17 de diciembre de 1913 en la que se procedió a la constitución definitiva de la delegación, formada por un presidente, que sería Eduardo Blanco, y 16 vocales, 4 por la villa de Boal y uno por cada uno de los distritos escolares en los que estaba dividido el concejo120. En este periodo inicial la sociedad creció con gran rapidez y en poco más de dos años el número de socios había alcanzado los cuatrocientos. Cifra realmente importante si tenemos en cuenta que por esas mismas fechas los Naturales del Concejo de Villayón contaban con unos 200 o que la Asociación Naturales del Franco había tenido en sus comienzos 145. Además, muchos de los nuevos socios y algunos de los antiguos, que en principio habían cotizado como socios de número, se inscribieron como protectores, lo que suponía un incremento de su cuota, que pasaba de cuarenta centavos a un peso. La certeza de que la asociación avanzaba con paso firme y la disponibilidad de fondos llevó a que se decidiese iniciar la construcción de las escuelas. La idea inicial de los boaleses era financiar el cincuenta por ciento del coste de los locales escolares y que el Estado se encargase del resto. Con este fin se solicitó una subvención al Ministerio de Instrucción Pública, que fue concedida, aunque finalmente la directiva descartó esta opción y resolvió hacerse cargo de todos los gastos. La explicación a esta renuncia parece vincularse con la pretensión de la asociación boalesa de construir un edificio que albergase la vivienda del maestro, cuestión prohibida de forma expresa por la legislación del momento, siempre que se quisiera contar con la ayuda estatal121. Tras tomar esta decisión se acordó que en Memoria del año 1913 de la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal. La Habana Imprenta el Siglo XX, 1914, p. 11. 121 “Nunca se autorizará en los edificios escolares la construcción de casa escuela para el 120

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Miembros de la Sociedad de los Naturales del Concejo de Boal con su estandarte social durante una jira, 1917.

un principio se construirían cuatro escuelas y por lo tanto era necesario seleccionar los lugares en los que se edificarían. Para solucionar esta cuestión se pidió a la delegación en Boal que elaborase una relación de los pueblos con una mayor necesidad de local escolar. Una vez confeccionada, esta lista sería enviada a La Habana donde se realizaría un sorteo. Además, también se solicitó la colaboración de los habitantes del concejo para la construcción. Como era presumible la respuesta de los vecinos fue positiva y los ofrecimientos fueron variados, consistiendo sobre todo en jornadas de trabajo, dinero en metálico, alisamiento de terrenos, maderas e incluso la donación del terreno. Esta contribución debe ser resaltada, ya que a veces se olvida, y sin embargo hay que tenerla muy en cuenta, porque al final la construcción de un edificio escolar solía ser el resultado de una conjunción de esfuerzos entre los emigrantes y el vecindario.

maestro…” artículo 18 Real Decreto de 28 de abril de 1905 recogido en Subvenciones para la construcción de edificios escolares. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Madrid, Imprenta de la Dirección General del Instituto Geográfico Estadístico, 1908, p. 11.



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El siguiente paso fue la adopción de una tipología concreta de escuela. En un principio, los representantes en Boal habían sugerido que los planos fuesen diseñados por el arquitecto regional que se considerase más capacitado para este trabajo. Por su parte, el Ayuntamiento planteó la posibilidad de encargar esta tarea al arquitecto municipal. Sin embargo, ambas propuestas no fueron tenidas en cuenta por los dirigentes de La Habana, ya que finalmente el proyecto fue elaborado por Francisco Bousoño, a la sazón presidente de la asociación y que se dedicaba profesionalmente a la construcción. El rechazo de la intervención de un arquitecto se puede vincular por el encarecimiento que supone la participación de estos profesionales en las obras. Su ausencia era bastante habitual en la construcción de los edificios escolares financiados por emigrantes. Son pocos los casos en los que se detecta su participación y por lo general se vinculan con actuaciones de donantes individuales que buscaban con su intervención sobre todo un elemento de prestigio122. Lo más común era que los trabajos fuesen dirigidos por maestros de obras, cuyos honorarios no eran tan altos como los de los arquitectos y que se utilizasen, especialmente, si se pretendía lograr una subvención estatal, los diseños establecidos por el Ministerio de Instrucción Pública. Los planos realizados por Francisco Bousoño y la memoria en la que se describía el proyecto se aprobaron en una junta general celebrada el 9 de octubre de 1914123. Este diseño, que sería repetido con pequeñas modificaciones hasta en once ocasiones, consistía en un edificio de planta rectangular con una sola altura en la que se incluían el aula y la vivienda del maestro. Francisco Bousoño cuidó con mucho esmero detalles como las dimensiones del aula y del patio de recreo, la orientación, la ventilación y la iluminación, siguiendo las directrices recogidas en la normativa vigente sobre construcciones escolares. En su aspecto exterior, destaca especialmente el pórtico columnado de su fachada principal. El resultado es un edificio escolar sencillo y funcional, no exento de una cierta belleza formal, que gracias a su reducido coste permitiría la consecución del objetivo societario de levantar escuelas en todos los pueblos del concejo. Esta situación cambia con la creación en 1920 de la Oficina Técnica de Construcciones Escolares dedicada a diseñar edificios escolares. De la Oficina Técnica fueron miembros destacados arquitectos como Antonio Flores, Bernardo Giner de los Ríos o Leopoldo Torres Balbas. A partir de ese momento los arquitectos de la Oficina Técnica participaron en numerosos proyectos en los que se detecta la intervención del colectivo emigrante. 123 Memoria Descriptiva de los planos para la construcción de casa escuela. Sociedad de Naturales del Concejo de Boal, La Habana, diciembre de 1914. 122

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El sorteo para determinar los lugares donde se iban a construir las escuelas se realizó el 22 de noviembre de 1914 en los salones del Centro Asturiano de La Habana y los pueblos favorecidos fueron Prelo, Lendiglesia, Castrillón y Rozadas. Unos meses después se unió Sarceda, tras el ofrecimiento de los emigrantes originarios de ese pueblo Francisco Rodríguez, Manuel y José Pérez de hacerse cargo por adelantado de los gastos124. El resultado del sorteo fue recibido en Boal a principios de 1915, procediéndose por parte de la delegación a convocar concurso público para la concesión de las obras. Tras celebrar en febrero una primera subasta, que quedó desierta, las obras de los locales escolares fueron adjudicadas en diciembre de 1915 con la excepción de Lendiglesia, por el que no se recibieron propuestas debido a las dificultades que planteaba su emplazamiento. La construcción comenzó en Sarceda y Prelo el 1 de julio de 1916 y en Rozadas el 1 de agosto. Sin embargo, en Castrillón no se inició debido a la renuncia en el último momento del contratista, teniendo que encargarse de ella el adjudicatario de la escuela de Prelo, Francisco Lastra. El ritmo de trabajo de todos los edificios fue bueno, hasta que la muerte de Francisco Lastra detuvo las obras en Prelo y Castrillón. La primera escuela estaría concluida el 18 de septiembre de 1917, fecha en la que se recibe en la delegación en Boal una carta de Francisco Rodríguez, encargado de la construcción en Sarceda, dando cuenta de su finalización125. Las obras de la de Rozadas finalizaron unos meses después, siendo entregadas por su constructor el 22 de marzo de 1918. En lo que respecta a los otros edificios escolares, el de Prelo continuaba paralizado tras la muerte de Francisco Lastra y la negativa de los herederos a continuar los trabajos. En cuanto a Castrillón, como hemos dicho también se había visto afectada por el fallecimiento de Francisco Lastra, sin embargo el adjudicatario inicial Ricardo Suárez se hizo cargo de los trabajos y estaba terminado en mayo de 1918. Mientras tanto en Lendiglesia, la problemática del solar seguía provocando que nadie mostrase interés en hacerse cargo de la obra por el precio estipulado en el proyecto original. Así pues, a mediados de 1918, menos de siete años después de su constitución, la sociedad boalesa había construido tres escuelas, lo que supuso su definitiva consolidación como entidad. No solo desde la perspectiva A.M.B. Acta de la Junta local de Primera Enseñanza del 16 de julio de 1913, Caja 305, Carpeta Actas de la Junta de Primera Enseñanza (1909-1959). 125 A.M.B. Carta del 18 de septiembre de 1917, Caja 4, Carpeta de actas de 1917. 124



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del número de socios, en 1919 contaban con la muy respetable cifra de 560, y del comienzo de la materialización de su proyecto, sino porque a partir de ese momento empiezan a ejercer una gran influencia dentro del asociacionismo asturiano en Cuba, convirtiéndose en el referente de otros colectivos que siguiendo sus pasos deciden considerar como objetivo societario la mejora de la educación. Así, en la prensa editada por los asturianos en Cuba, especialmente en la revista Asturias, se publican artículos y cartas enviadas desde la región animando a los emigrantes de otros municipios a seguir el camino marcado por la agrupación boalesa. A modo de ejemplo podemos citar una misiva del Inspector de Primera Enseñanza Ángel Rodríguez Mata a los allandeses de La Habana, en la que les exhortaba a participar en la construcción de escuelas “constituid al modo de los naturales de Boal residentes en América, una sociedad para atender a la construcción de escuelas. Si esta obra os parece excesiva abrir una suscripción…”126 o la carta enviada por el maestro de Villacondide pidiendo a los emigrantes de Coaña “que construyan escuelas como los de Boal”127. Un hecho que resultó de gran trascendencia para que la influencia de los Naturales de Boal se extendiese y que su obra se divulgase, fue la aparición el 15 de julio de 1919 de la revista El Progreso de Asturias, creada por Celestino Álvarez, miembro distinguido de la asociación boalesa, que sería su director y auténtico alma mater hasta su muerte acaecida en 1956128. Esta publicación, inicialmente concebida como boletín de la sociedad, aunque en seguida amplió sus intereses, mantuvo a lo largo de sus 42 años Revista Asturias n.° 260, La Habana, 20 de julio de 1919. Revista Asturias n.° 104, La Habana, 23 de julio de 1916. 128 Celestino Álvarez, nacido en Villanueva en 1881, tal vez sea el más conocido de los emigrantes boaleses en Cuba. Tras su llegada a la isla en noviembre de 1894 ejerció como dependiente en una tienda de comestibles, listero de un ingenio azucarero, repartidor de leche y criado. En 1897 se traslada a La Habana donde tras a desempeñar diversos oficios empieza a trabajar como torcedor y luego como lector en la fábrica de tabacos Romeo y Julieta. Su empleo en la industria tabaquera lo compaginaría con su actividad periodística, que iniciaría en el semanario Renovación a principios del siglo XX. A finales 1913 comienza a ejercer como reportero en el Diario de La Marina y en el año 1919 funda la revista El Progreso de Asturias. Desde la dirección de esta publicación Celestino Álvarez se convirtió en uno de los mayores impulsores de la promoción educativa en Asturias por parte del colectivo emigrante. Además, fue secretario y presidente de la Sociedad Naturales del Concejo de Boal y publicó los libros Los Boalenses y Reflector sobre España. Al final de su vida recibió el Título de Hijo Predilecto de Asturias, en reconocimiento a la labor que desarrolló en beneficio de la educación en nuestra región, único emigrante asturiano al que se le ha otorgado esta distinción. 126 127

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de existencia una estrecha vinculación con los boaleses, dedicando muchas de sus páginas a publicitar su labor y en general la de aquellos emigrantes que consagraron sus esfuerzos a promover la instrucción en sus concejos, con especial atención a la acción asociativa tal y como se señala en su primera editorial “las sociedades dedicadas a la instrucción y el progreso de la provincia, tendrán en nosotros un vocero, y en nuestras columnas reflejaremos cuanto pueda enaltecerlas y favorecer su propaganda…”129. Con el paso del tiempo El Progreso de Asturias se convirtió en la revista de referencia de los asturianos en Cuba y desde luego en la más longeva, ya que su último número saldría a la calle en mayo de 1961. La evolución de la sociedad boalesa hasta la Guerra Civil La década de los veinte no podía iniciarse de mejor manera para la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal, ya que su labor era objeto de un reconocimiento por parte del Estado español. Así, el 13 de enero de 1920 se publicaba una Real Orden por la que Alfonso XIII daba las gracias a los miembros de la asociación boalesa en los siguientes términos: “Teniendo en cuenta la hermosa iniciativa de la mencionada sociedad, plausible prueba de celo y entusiasmo por el fomento de la cultura popular, y de amor por el país que les vio nacer, S.M. el Rey, (Q.D.G.) ha tenido a bien disponer que por tan laudable desprendimiento e interés por la cultura patria se den las más expresivas gracias a Don Francisco Bousoño, Don Celestino Álvarez González y demás señores de la Junta Directiva de la sociedad “Naturales del Concejo de Boal” y socios que contribuyen a suscripción beneficiosa para la enseñanza, haciéndose pública esta Real Orden para general conocimiento y demás efectos…”130. Durante esos años, la sociedad continuó con la ejecución de su proyecto. En esta nueva fase se tomó la decisión de eliminar el sorteo para designar las escuelas que iban a ser construidas. Esta medida fue posible gracias al crecimiento de los fondos sociales, producto a su vez del incremento de socios, a mediados de la década tenía más de 800 repartidos entre Cuba y Argentina. A partir de ese momento los dos únicos requisitos para el inicio de las obras serían la petición del distrito escolar y la entrega del terreno. Las siguientes poblaciones en disponer El Progreso de Asturias n.° 1, La Habana, 15 de julio de 1919, p. 1. Real Orden de 13 de enero de 1920, Gaceta de Madrid, n.º 30, Madrid, 30 de enero de 1920, p. 332. 129 130



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Las escuelas de Villar de San Pedro, Castrillón, Rozadas y Vega de Ouria construidas por la Sociedad de los Naturales del Concejo de Boal.

de un edificio escolar fueron: Villanueva, Villar de San Pedro y Vega de Ouria a las que rapidamente se unirían Lendiglesia, San Luis, La Bajada, Los Mazos y Miñagón. La principal dificultad se encontró en la falta de contratistas en la zona, que llevó a la junta directiva a publicar anuncios en la prensa asturiana y gallega, para que de esta forma empresas y maestros de obras de ambas regiones pudiesen participar en el concurso público. Es también en esta década, ante la disponibilidad de capital, cuando se acuerda dotar de material didáctico y mobiliario escolar a los locales. A los gastos de material y mobiliario se unirían los derivados de la obras de reparación y conservación de las escuelas, ya que la sociedad se hizo cargo de su mantenimiento hasta que fueron entregadas al Ayuntamiento en el año 1953. En los años veinte la asociación no solo avanza hacia la culminación de su objetivo, sino que poco a poco se van a ir produciendo cambios en su vida interna, en la que empieza a cobrar cada vez más importancia la beneficencia. Como sabemos, la finalidad con la que se crea la sociedad es la promoción de la enseñanza en el concejo y en su reglamento, al menos en un primer momento, no se encuentra referencia alguna a la beneficencia. Sin embargo, esta circunstancia no supuso que dejase de lado esta cuestión, sino más bien todo lo contrario, y desde un principio

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se desarrolló una tarea de asistencia y ayuda, paralela a la construcción de escuelas. De su importancia ha quedado constancia en los diferentes documentos societarios, pudiendo apreciarse que durante el periodo de consolidación de la asociación boalesa se produce un incremento de la misma. En un principio se concretaba sobre todo en la visita a los socios enfermos, realizada por medio de una comisión, que era designada cada año a tal efecto, y en la colaboración con la Sociedad de Beneficencia Asturiana. Con el discurrir del tiempo las actividades asistenciales se irían diversificando y ampliando, hasta que en 1935 una nueva reforma del reglamento regularía la creación de una sección de beneficencia. Además, dada la importancia adquirida se consideró oportuno el cambio de nombre, pasando a denominarse Sociedad de Instrucción y Beneficencia, Naturales del Concejo de Boal131. El dinero empleado en estas obras de ayuda y auxilio, al igual que sucedía con las actividades festivas, no procedía del capital social, ya que el reglamento prohibía expresamente que se utilizase con una finalidad que no fuese la construcción de escuelas. Por lo tanto, para la ejecución de acciones benéficas concretas se optaba por la realización de cuestaciones y en algunas ocasiones también se usaron los fondos que sobraban de la celebración de las jiras. Como ejemplos podemos citar: la colecta efectuada con el fin adquirir un aparato ortopédico para Jesús Martínez, joven boalés con una dislocación en su columna vertebral; el envío en julio de 1925 de 400 pesetas a los nacidos en Boal que se encontraban sirviendo en el ejército de África; o la colecta iniciada para ayudar a la madre de José Pérez García, destacado en Melilla. Además, a principios de los años treinta, y vinculada directamente con la crisis económica, se tomó la decisión de auxiliar a los boaleses indigentes que se encontraban en la Isla, gestionando su alimentación en la Quinta Covadonga y proporcionándoles un pasaje de regreso a España. Aunque en un sentido estricto no se puedan considerar como actividades de beneficencia, sí encontramos apropiado incluir dentro de este apartado otras actuaciones que beneficiaron a todo el colectivo boalés: la primera sería la construcción del panteón social en el cementerio de Colón en La Habana, concluido en 1939 y costeado por medio de una colecta entre los miembros de la agrupación boalesa. De la segunda se

“Artículo 1°.- Esta Sociedad se denominará Sociedad de Instrucción y Beneficencia, Naturales del Concejo de Boal…”, Reglamento de La Sociedad de Naturales del Concejo de Boal, La Habana, Tipografía El Águila, 1935, p. 3. 131



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favoreció la villa de Boal, al iniciarse en el año 1919 una suscripción entre los socios para arreglar el pavimento de su Iglesia. Si bien las acciones aludidas podrían ser las más resaltables, no serían las únicas de este tipo. También habría que señalar que en esos años, si bien es cierto que la iniciativa no partió de la sociedad, los emigrantes de Boal colaboraron en la construcción de caminos vecinales y carreteras como el de Serandinas o el de Villanueva. El crecimiento experimentado por la asociación boalesa durante la década tiene su principal exponente en la apertura de una importante delegación en Argentina. Como hemos visto una de las primeras decisiones de la directiva de los Naturales de Boal fue crear una delegación en el concejo, que posteriormente fue reemplazada por un representante, primero Eduardo Blanco y luego desde 1925 por Constantino Peláez, antiguo emigrante y en aquellos momentos alcalde de Boal. Además, tenía otras en diferentes localidades de la isla de Cuba, concretamente en Camaguey, Ciego de Ávila, San Nicolás y en la Provincia Oriental. A esta relación se sumaría en abril de 1923 la de Argentina. Es interesante resaltar que nos encontramos ante un hecho poco habitual dentro del asociacionismo español en América, ya que lo normal era la creación de dos sociedades diferentes, una en cada país. Así hicieron por ejemplo los emigrantes de Villayón o los de Taramundi o por hablar de otras regiones los de Viveiro, circunstancia que indudablemente provocaba una dispersión de esfuerzos132. El origen lo encontramos en un viaje realizado a Boal en 1922 por el que fuera vicepresidente del Centro Asturiano de Buenos Aires, Francisco E. Rodríguez, donde coincidió con uno de los socios de la asociación de La Habana, que le insinuó la posibilidad de crear una delegación en Buenos Aires133. A su regreso se puso manos a la obra, contando, entre otros, con la colaboración de dos distinguidos miembros de la comunidad boalesa en Argentina: Elías Quintana y Rosendo Martínez, el que fuera promotor de la colecta para la escuela de Serandinas134. Los

Antes de la creación de la delegación de los Naturales de Boal en Buenos Aires funcionó durante un breve periodo de tiempo en la capital de Argentina una sociedad que se llamaba Boalenses Reunidos, pero como decimos su existencia fue efímera. 133 Francisco E. Rodríguez había ocupado otros cargos relevantes en la directiva del Centro Asturiano de Buenos Aires. Por otra parte, era dueño de una gran zapatería llamada la Exposición. Como curiosidad señalar que una de las marcas que comercializaba se llamaba Boal. 134 Elías Quintana había emigrado en el año 1893 y era propietario del almacén La Cantábrica en Buenos Aires. 132

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boaleses en Argentina mostrarían desde un principio un gran dinamismo, participando muy activamente en la construcción de los edificios escolares a través de valiosas aportaciones a los fondos sociales135. A todas estas delegaciones se uniría desde 1928 Francisco J. Fernández Vila, que actuaría como representante de la sociedad en Madrid. Fernández Vila era en aquel momento presidente de la Bolsa de Trabajo Internacional, institución dedicada a la preparación del viaje de los emigrantes con el objetivo de evitarles los engaños y fraudes tan habituales en la época136. Además, había sido Vocal Obrero del Consejo Superior de Emigración y ejercía como delegado general en España de un gran número de sociedades españolas en América. Entre los asuntos de los que se ocupó destacan especialmente las gestiones encaminadas a la construcción de las Graduadas de Boal. Además, también se pueden reseñar: la tramitación de nuevos distritos escolares; la aprobación de proyectos de escuelas; y los diferentes informes emitidos sobre la posibilidad de una subvención estatal para los locales escolares de Prelo y Serandinas, reduciendo de forma ostensible el gasto que supondría a las arcas de la asociación137. De forma paralela a todos estos hechos que estamos relatando, la sociedad intentaba llevar a cabo su máxima aspiración: la construcción de un gran edificio escolar en la capital del concejo. Desde 1919 se hacían gestiones para que este sueño se materializase. De hecho, en ese año ya se contaba con un solar adquirido por medio de una colecta realizada entre los vecinos de Boal. Tras varias negativas, el Gobierno de la nación accedió por fin a colaborar en el año 1925. El proyecto definitivo, que establecía un presupuesto máximo de 299.947 pesetas, fue aprobado por la Oficina Técnica de Construcciones Escolares en mayo de 1925138. Tradicionalmente se había atribuido la redacción del La Emigración Española n.º 2, Madrid, 20 de enero de 1926, pp. 9-10. Como se ha dicho la Bolsa de Trabajo Internacional se ocupaba de preparar el viaje a los emigrantes, con el objetivo de darles cierta seguridad ante la posibilidad de una estafa. La Bolsa de Trabajo tenía oficinas por toda la geografía española al frente de las cuales se hallaba un delegado. La principal del noroeste de la península se encontraba en Asturias, concretamente en Vegadeo, y era dirigida por Lino Logares. 137 Es necesario señalar que además de Fernández Vila otras personas se destacaron en la realización de gestiones para la construcción de escuelas como el reputado maestro, que ocupó diferentes cargos en la administración educativa regional, Francisco J. Jardón o el magistrado boalés Perfecto Infanzón. 138 Real Orden de 18 de mayo de 1925, Gaceta de Madrid n.° 139, Madrid, 19 de mayo de 1925, pp, 941-942. 135 136



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mismo a Julio Galán, pero hoy tenemos constancia que en realidad el autor fue otro arquitecto de la Oficina Técnica, Pedro Sánchez Sepulveda, que sería director de la misma años después, y que Julio Galán se encargaría de la ejecución material139. El 20 de junio de 1925 la obra fue concedida al contratista Francisco Gómez González que comenzaría la construcción de inmediato. Pero, con la misma rapidez se detuvo debido a la pendiente del solar que hacía necesarias unas obras de alisamiento que no figuraban en el proyecto y que Francisco Gómez se negó a realizar. Durante años la construcción estuvo paralizada, hasta que en que en junio de 1928 se aprobaría un nuevo proyecto en el que se solucionaba la cuestión de la pendiente y en el que ya participa Julio Galán140. La adjudicación se realizaría en mayo de 1930, en este caso al constructor gallego Luciano González Salgado, reanudándose las obras en septiembre de 1930. El coste total fue de 314.364 pesetas, de las que 90.000 fueron aportadas por la sociedad141. A esta cantidad habría que sumar otras 3.143 pesetas con las que se compró una faja de terreno para ampliar el patio y las aceras. Por fin, el 23 de septiembre de 1934, con una gran fiesta fueron inauguradas las Escuelas Graduadas. Consideradas como uno de los edificios señeros de la arquitectura escolar asturiana, desde entonces se han convertido en el símbolo de la villa boalesa y motivo de orgullo para sus habitantes, algo por otra parte lógico, si tenemos en cuenta que se hace difícil encontrar dentro del mundo rural asturiano otra población del tamaño de Boal que cuente con un edificio escolar de esa entidad. Unos meses después de la inauguración de las Escuelas Graduadas, en enero de 1935, abría sus puertas el local de Doiras, si bien las obras estaban concluidas desde junio de 1934. En esta escuela, al tratarse de una unitaria, encontramos modificaciones sustanciales respecto a las otras construidas por la asociación en esa época. El diseño había sido elaborado por Francisco Bousoño en 1922, cuando se plantea la posibilidad de que la escuela de Prelo fuese de niños y niñas con dos aulas, aunque no llegó a utilizarse en ese distrito escolar. Este sería el Archivo General de la Administración (A.G.A.). Proyecto de escuelas graduadas para niños y niñas con tres secciones en Boal (Asturias), 23 de abril de 1924, Sección Educación, Caja 32/134. 140 A.G.A. Modificación del Proyecto de escuelas graduadas para niños y niñas con tres secciones en Boal (Asturias) 55 de de junio de 1925, Sección Educación, Caja 32/134. 141 Real Orden de 8 de junio de 1930, Gaceta de Madrid n.º 169, Madrid, 18 de junio de 1930, p. 1.708. 139

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Planos de las escuelas Graduadas de Boal elaborados por Pedro Sánchez Sepulveda, abril de 1925.

último edificio escolar que la sociedad concluyese antes de la Guerra Civil. En vísperas de la contienda se había iniciado la construcción de las escuelas de Serandinas y se estaba gestionando la reanudación de la de Prelo, que llevaba paralizada desde 1916. En ambas, siguiendo las indicaciones de Francisco Fernández Vila se optó por cooperar con el Estado que aportaba el 75% del presupuesto total. En el caso de Serandinas las obras, adjudicadas en febrero de 1936 e iniciadas poco después, se vieron afectadas por la guerra, no reanudándose hasta los años cincuenta142. En esa década el Ayuntamiento gestionó su reactivación, para lo que se hacía necesaria la aprobación de un nuevo proyecto, que sería preparado por Julio Galán, arquitecto muy conocido en Boal por su trabajo en las Graduadas, y que también había realizado él de los años treinta. El proyecto sería aprobado el 31 de diciembre de 1956 y la aportación final de la Sociedad sería de 59.542 pesetas143. Tras su encauzamiento definitivo el edificio estaría concluido y liquidado en diciembre de 1958. En lo que respecta a la escuela de Prelo, el Ayuntamiento había iniciado la tramitación de su expediente en el verano de 1933, pero no logró la aprobación ministerial antes de la Guerra Civil. Tras la contienda se intentó en repetidas ocasiones impulsar los trabajos en Prelo. Finalmente, a mediados de los cincuenta, la imperiosa necesidad de un nuevo local escolar ocasionada por las deficiencias que presentaba Gaceta de Madrid n.º 59, Madrid, 28 de febrero de 1936, p. 1.674. A.M.B. Circular del Ministerio de Educación Nacional del 31 de diciembre de 1956, Caja 302, Carpeta Expediente de construcción de la escuela de Serandinas. 142 143



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Vista de las Escuelas Graduadas de Boal en los años 40.

el utilizado desde hacía mas de treinta años, llevó de nuevo al Ayuntamiento a solicitar al Estado la construcción de una escuela en Prelo. El proyecto definitivo, redactado por el arquitecto Rodrigo Poggio, tendría el visto bueno del gobierno en diciembre de 1958144. El montante final de las obras fue de 334.901 pesetas, contribuyendo los Naturales de Boal con 66.965145. El edificio estaría concluido a finales de 1960, siendo como veremos el último construido por la asociación boalesa. La finalización del proyecto societario. Entre 1911 y 1936 la asociación boalesa había construido trece escuelas en el concejo. Además, había iniciado las de Serandinas y estaba tramitando la de Prelo, que como hemos visto no se finalizarían hasta la década de los cincuenta. La intención era continuar hasta ver cumplido su objetivo, pero la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial provocarían que su actividad se detuviese y no se retomaría hasta 1948 con la construcción de la escuela de Merou. Sin embargo, tras finalizar esta escuela todavía pasarían siete años hasta que la junta directiva tomase B.O.E. n.º 59, Madrid, 28 de julio de 1956, p. 4.960. A.M.B. Presupuestos para la construcción de una escuela en Prelo, Caja 303, Carpeta Expediente para la construcción de una escuela vivienda en Prelo. 144 145

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la resolución de concluir de una vez por todas su proyecto. Sería en septiembre de 1954 cuando se decidió afrontar por fin la edificación de los cinco últimos locales ecolares: Trevé, Piñera, La Ronda, Cova y Mezana146. En esta ocasión se acordó nombrar una comisión en Boal presidida por José López Fernández que se encargaría, entre otras cosas, de gestionar la contratación de las obras y de coordinar la actuación de los delegados de los distritos escolares, en especial en lo referente a las aportaciones de los pueblos. En abril de 1956 se habían firmado los contratos para la construcción de las escuelas de Trevé, Piñera, La Ronda y Cova, solo faltaba la de Mezana que se demoró todavía hasta el verano de 1956. La obras se realizaron durante los años 1957 y 1958 y en ellas se utilizó el diseño elaborado en 1914 por Francisco Bousoño, aunque reduciendo el tamaño del aula para adaptarlo a unas poblaciones escolares mas reducidas. Las primeras escuelas en ser entregadas fueron las de Coba y Trevé en marzo de 1957 y la última la de Mezana. Una vez acabada solo quedaba la de Prelo, que no se terminaría, como hemos visto, hasta 1960. Solo entonces los boaleses dieron por cumplido su proyecto societario. En los años cincuenta la evolución de la vida societaria iniciada en los años veinte, y que tuvo su culminación en el aumento del papel de la beneficencia en el reglamento de 1934, continuaba, volviendo a producirse una reforma de los estatutos que se concretará en la aprobación de unos nuevos en 1954. Lo más significativo es la atención prestada a los actos festivos y recreativos, a los que se dedica el artículo tercero. El cambio producido en la consideración de las actividades lúdicas lleva a que se introduzca en la denominación de la asociación el término recreo, pasando a llamarse Naturales del Concejo de Boal. Sociedad de Instrucción Beneficencia y Recreo147. La explicación de estos cambios, al margen de otras consideraciones puede vincularse con la cercanía con la que se veía el cumplimiento de su objetivo fundacional, que provocaba que en el ánimo de los socios empezase a valorarse la posibilidad de dedicar una mayor atención a otros fines. La obra llevada a cabo por la sociedad bolaesa la convierte sin duda en la asociación más importante de Asturias. Desde el punto de vista numérico, las 21 escuelas construidas no tienen comparación posible. A

El Progreso de Asturias n.° 722, La Habana, octubre de 1954, p. 31. “Art. 1 Esta sociedad se denominará Naturales del Concejo de Boal. Sociedad de Instrucción Beneficencia y Recreo…”, Reglamento de la Sociedad de Instrucción Beneficencia y Recreo. Naturales del Concejo de Boal, La Habana, Imprenta La Revoltosa, 1954. p. 3. 146 147



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Primer proyecto de las escuelas de Serandinas realizado por Julio Galán, año 1931.

mucha distancia de ellas se encuentran los nueve locales en los que participa la Unión de Naturales de El Franco o los once que financian las dos sociedades que crean los emigrantes de Villayon, Naturales del Concejo de Villayón en Cuba y Residentes de Villayón en Argentina. Además, como sabemos al dinero aportado para la construcción de los edificios hay que añadir, el coste de su mantenimiento, los gastos de reparaciones y la dotación de material escolar y mobiliario escolar. En otras regiones de España no se encuentran tampoco muchas sociedades con la que se pueda establecer una comparación, tal vez la única sea la lucense Vivero y su Comarca constituida en 1911, que además de los emigrantes viveirenses, englobaba a los procedentes de los ayuntamientos de Muras, Jove, Cervo, Orol y Riobarba, que formaban parte del Partido Judicial de Viveiro, con lo cual tenía un ámbito de actuación más amplio. Según queda recogido en las actas del Primer Congreso de la Emigración Gallega celebrado en 1956 Vivero y su Comarca “abrió 44 escuelas y 57 aulas en menos de 15 años de las cuales 23 estaban en edificios construidos expresamente para ese fin”148. Además, al igual que la boalesa, realizó aportaciones para la compra de material y mobiliario escolar. Pero la trascendencia de la actuación emprendida por la sociedad boalesa superó la mera cuantificación numérica, constituyéndose, como se ha señalado líneas arriba, en el referente del resto de asociaciones 148

Citado en El Progreso n.º 32.710, Lugo, 1 de marzo de 2009, p. 20.

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La escuela de Trevé construida en 1957.

asturianas. Así, en el momento de su creación muchas de ellas se inspiraron en su reglamento; otras lo reformaron para realizar acciones en el campo de la educación; e incluso algunas llegaron a adoptar el mismo diseño de construcción escolar. En este sentido el ejemplo más claro lo encontramos en la Sociedad de Naturales de Salcedo, que no solo va seguir el reglamento boalés, sino que también va a utilizar sus planos para construir la escuelas de Tolinas y Restiello. La influencia ejercida queda también patente al comprobar que siguiendo el modelo de los boaleses prácticamente todos los municipios limítrofes con Boal tuvieron su sociedad de instrucción. De esta forma, a lo largo de los años se fueron creando colectivos dedicados a la promoción educativa en los concejos de El Franco, Coaña, Illano, Castropol y Villayón. La ya citada aparición de numerosos artículos y cartas enviadas desde Asturias que son publicadas en la prensa de La Habana, animando a los emigrantes de otros municipios a seguir el ejemplo de la asociación boalesa, no hace más que confirmar nuestra aseveración. Además, según el inspector de Primera Enseñanza Castrillo Sagredo su importante labor fue una de las causas que motivaron la aprobación de sendas disposiciones legales que



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supusieron el reconocimiento de las sociedades de instrucción por parte del Gobierno de España. Así en el Real Decreto de 17 de diciembre de 1922, se concedía a estos colectivos el derecho a recibir subvenciones del Estado para construir escuelas, que hasta ese momento solo podían solicitar los municipios149. Con posterioridad una Real Orden de 26 de enero de 1923 establecía, en su artículo 11, las bases para la cooperación de las asociaciones de emigrantes con los ayuntamientos y con el Ministerio de Instrucción Pública150. Finalmente, para concluir, creemos necesario recalcar un hecho que diferencia a la sociedad de los Naturales de Boal de otras de su tipo y es que finalmente cumple el ambicioso objetivo con el que se crea: levantar casa-escuela en todos los pueblos del concejo que tengan derecho a maestro pagado por el estado. Es cierto que esta idea, ya recogida en la proclama emitida tras la reunión fundacional de noviembre de 1911, puede parecer, al menos en un principio, la expresión de un deseo producto de la euforia vivida en el periodo de gestación, más que la constatación de una realidad programática conscientemente enunciada. Pero, el estudio de la evolución de la sociedad nos permite afirmar que los boaleses siempre tuvieron muy claro este objetivo y pusieron todo su empeño en su ejecución material. De hecho, en el momento fundacional se establecía un plazo para cumplir esa aspiración de unos cincuenta años, como vemos no anduvieron muy desencaminados. Esta circunstancia unida a la magnitud del proyecto, sin parangón en Asturias, pone de manifiesto la singularidad y la dimensión de lo hecho por los boaleses. Es evidente que en los años cincuenta las motivaciones iniciales que habían llevado a los emigrantes de Boal a iniciar su programa de construcción de edificios escolares se habrían diluido o al menos ya no estarían muy presentes en unos hombres, que lógicamente no mantenían los mismos lazos afectivos con el concejo que los primeros miembros de la sociedad, ya que muchos de ellos eran hijos o nietos de boaleses. Para explicar la perseverancia en la ejecución de su proyecto es preciso mencionar otro factor que se relaciona con el status adquirido por la agrupación boalesa desde su nacimiento. El hecho de convertirse en el referente de las sociedades de instrucción asturianas, en la más

Real Decreto del 17 de diciembre de 1922, Gaceta de Madrid n.º 354, Madrid, 20 de diciembre de 1922, pp. 1.182-1.183. 150 Real Orden del 26 de enero de 1923, Gaceta de Madrid n.º 27, Madrid, 27 de enero de 1923, pp. 351-352. 149

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destacada de todas, lleva a sus miembros a sentirse en la obligación de terminar lo iniciado en noviembre de 1911. Para ellos la construcción de las escuelas se convierte en una cuestión de prestigio, de orgullo, en algo que su poderoso colectivo debe concluir para mantener la posición alcanzada dentro de la comunidad asturiana en Cuba, para seguir siendo la referencia. Lo dicho no significa, desde luego, que las motivaciones iniciales desaparezcan, en nuestra opinión siguen siendo fundamentales para comprender la actuación de la asociación boalesa, pero es indudable que se complementan y reciben un renovado impulso con este nuevo factor surgido de la propia evolución societaria. No se puede finalizar este repaso a la historia de este colectivo ejemplar sin referirnos a la actualidad. En la Habana, los sucesores de los protagonistas de los hechos relatados todavía mantienen viva la sociedad, si bien es cierto que los objetivos y los fines han cambiado, como su propio nombre nos indica, Sociedad de Recreo, Beneficencia y Ayuda Mutua Naturales de Boal. En Asturias, a pesar del paso de los años, la mayoría de los edificios escolares se mantiene en pie, eso sí, con funciones distintas a la educativa con la excepción de las Escuelas Graduadas. Hoy, se puede decir, que se han convertido en un monumento a la memoria de unos hombres que lejos de su tierra, pero llenos de entusiasmo, creyeron que llevar la educación a sus vecinos sería la mejor manera de garantizarles una vida mejor, de ofrecerles la posibilidad de crecer como personas y profesionalmente. Esta idea, en estos tiempos procelosos de crisis y recortes que nos ha tocado vivir, parece que se empieza a olvidar. Pero hoy, al igual que hace 100 años aquellos 29 emigrantes boaleses, debemos tener muy claro que “Entre los bienes que se pueden dejar a la juventud el más preciado es el de la educación…”.

Asociacionismo de la emigración española y asturiana en América Moisés Llordén Miñambres Universidad de Oviedo

Introducción Aunque el hecho emigratorio para España se ha desarrollado de manera continua desde comienzos del siglo XVI y, según las estimaciones de M. Mörner151, sólo en el período 1500-1650, 450.000 peninsulares se trasladaron al nuevo mundo. Sin embargo, a pesar de esto, la emigración española ultramarina no alcanzaría la dimensión de auténtico fenómeno social hasta la edad contemporánea, especialmente en el período que se extiende entre comienzos del último tercio del siglo XIX y 1930, período éste integrado en la llamada segunda oleada de emigración europea. Las expectativas del emigrante, desde el mismo momento que toma la decisión de convertirse en inmigrante, están fuertemente ligadas al ascenso social, ya sea en la sociedad de inserción o como estrategia familiar adoptada respecto a su sociedad de origen. La construcción de una identidad pasa por la realización de logros que se inscriben en estrategias individuales o familiares, básicamente el ahorro y la acumulación, ya fueren estas en función del progreso social en el país de acogida, o del envío de remesas con el objetivo de un posterior regreso. Esta circunstancia

151 M. Mörner, “La emigración española al Nuevo Mundo antes de 1810. Un enfoque del estado de la cuestión”, en Anuario de Estudios Americanos, Vol. XXXII (1975), pp. 43-131.

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era conocida y aprovechada por la dirigencia étnica que, con frecuencia trataba de imponer un modelo al buen inmigrante que por medio de su entrega al trabajo y a la austeridad en el consumo lograba asegurar su posición social, manteniéndose en muchas ocasiones fiel a su terruño de procedencia y a la idea de volver a la madre patria, lo que generalmente era una imagen idealizada de sus propias trayectorias que le distorsionaban su propia realidad antes del regreso. Las “colectividades regionales” en Cuba se cimentaban sobre criterios de diferenciación social y jerárquica. El primer campo del conjunto de vínculos estaba representado por nexos laborales entre los comerciantes o industriales y los empleados (dependientes de comercio u obreros tabaqueros). Relaciones entre unos y otros que configuran un modelo paternalista. En general, todas las asociaciones e inmigrantes eran instituciones jerarquizadas, que reconstruyen el medio social que los inmigrantes tenían en sus lugares de origen, mediante el trasvase de instituciones nacionales, regionales, comarcales y locales. La existencia en muchas de ellas, como en los centros regionales, de elecciones, de candidaturas políticas para las juntas directivas, que en ocasiones terminaban llamándose “partidos”, o la división de las directivas en secciones, son algunos de los factores que marcan el carácter de estas asociaciones, como centros jerarquizados, y también muchas veces como centros de poder, pues organizaban la vida social, económica y cultural de los inmigrantes y, también en algunos casos, hasta su vida política. El inmigrante recién llegado pasaba a formar parte del sistema que, tanto en Cuba con en la Argentina, habían constituido sus predecesores, y las periódicas oleadas de nuevos inmigrantes robustecían y a la vez perpetuaban su organización. El propio sistema así establecido era el que marcaba al inmigrante las pautas a seguir para alcanzar el sueño con que llegaban todos los trasterrados: el ascenso económico y social y, para ello debía aceptar las normas establecidas. La jerarquía existente dentro del campo laboral que ocupaban los inmigrantes permitía la explotación entre ellos mismos. Se conocía y aceptaba el hecho de que a través de su sometimiento, poco a poco se ascendía en el escalafón laboral. Así, de chico de los recados y de los servicios más bajos, se pasaba a ser dependiente de tercera, de segunda y de primera y, con el paso de los años y a fuerza de ahorrar conseguiría ser socio del negocio, para posteriormente poder establecerse por su cuenta, generalmente asociado a otro u otros coterráneos, en ocasiones mediante la obtención de préstamos de algún exitoso “paisano”.



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Siguiendo las pautas de este sistema, también el inmigrante llegaba a convertirse en dirigente de la colectividad nacional, regional, comarcal o municipal, según el modelo de organización asociativa a que perteneciese, pues generalmente pertenecía a varias, pues éstas aumentaban según el éxito económico y social del inmigrante. Sin embargo, para que el inmigrante alcanzase la condición de “notable” no existía igual regla que en el caso anterior, pues para éste, el individuo necesitaba adquirir previamente una formación, dificultada por el trabajo y/o la necesidad o el deseo de ahorrar. Entre los distintos aspectos que destacan en este proceso migratorio español, vamos a fijarnos especialmente en uno que transciende los marcos nacionales, por lo que podemos considerarlo como una de las características de la emigración masiva a Ultramar. Me estoy refiriendo a la temprana tendencia de los emigrantes a organizarse colectivamente en agrupaciones de carácter étnico, hecho que se observa de forma creciente a lo largo del período masivo del proceso migratorio, y ello al margen de las diferentes peculiaridades de los distintos países de procedencia y destino. El asociacionismo, una necesidad del inmigrante transmitida por sus predecesores. El asociacionismo entre los inmigrantes es un hecho constatado en la mayoría de los países de inmigración, tanto en los Estados Unidos de Norteamérica152, primer país receptor de emigrantes, como en las distintas Repúblicas Iberoamericanas que recibieron contingentes europeos, entre ellos un elevado número de españoles. Por ello, se trata de un fenómeno no ligado directamente a factores etnolingüísticos. El caso particular español, en este aspecto, da al fenómeno una gran complejidad, por multiplicarse las finalidades asociativas, y originar gran diversidad de entidades, según las necesidades que pretendían resolver pero, generalmente, cada modelo manteniendo un período temporal determinado: beneficencia, socorros mutuos, culturales, instrucción y recreo, protección a los lugares de origen, promoción educativa, etc. Parece lógico que los objetivos iniciales y concretos de los inmigrantes para agruparse y crear estas organizaciones, no fueron otros que favorecer las relaciones personales entre individuos de un mismo grupo étnico de

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A. Dashefsky (Ed.), Ethnic indentity in Society, University of Connecticut, 1977.

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idéntica procedencia, observándose además, que la tendencia al agrupamiento tiene más tempranas manifestaciones cuando los emigrantes procedían de países o regiones con mayor tradición migratoria y, especialmente, cuando sus actividades laborales en los países receptores estaban relacionadas con el comercio y otros servicios desarrollados en ciudades o en lugares de mayor aglomeración humana. Son pues, los inmigrantes urbanos, los que manifiestan más pronto y con mayor intensidad la tendencia al asociacionismo, lo cual tiene su lógica, al ser en los ámbitos indicados donde se localizan en mayor medida los establecimientos y demás lugares de relación social: cafés, tabernas, restaurantes, billares, salones recreativos, iglesias, etc. que, en este sentido, son algunas de las manifestaciones formales de esta inclinación al agrupamiento. En el desarrollo del asociacionismo también influyeron las propias características de las emigraciones, como aquellas que fueron generadas, alimentadas o simplemente encarriladas por emigrantes anteriores, familiares o coterráneos, quienes por medio del mecanismo de “la llamada”, promovieron, facilitaron o financiaron de manera encadenada emigraciones de relevo desde su región de origen hacia su nuevo país de residencia. En estos casos, de gran relevancia entre los españoles de las orlas marítimas septentrional y levantina peninsulares, junto con el tutelaje y protección, los “llamadores” fueron transmitiendo a los recien llegados sus propios comportamientos, conductas y costumbres en su nuevo destino, generándose en las diferentes oleadas de éstos, intensas relaciones endogámicas que favorecían su agrupamiento y participación en las asociaciones que con anterioridad habían creado estos protectores. Por otra parte, como ha sido comprobado claramente en el caso de la Argentina, otro factor que fomenta el asociacionismo de los inmigrantes, surge como consecuencia de la imposibilidad jurídica o fáctica que estos tenían de acceder a servicios perentorios, participar en actividades y partidos políticos, carencias que podían suplir con su pertenencia a las sociedades voluntarias de fines sociales y comportamientos muy diversos (beneficencia, socorros mutuos, instrucción y recreo, centros regionales, asociaciones deportivas, cooperativas de consumo, logias, etc.) creadas por los propios inmigrantes y caracterizadas por un rasgo étnico nacional, regional y, hasta comarcal o municipal. Y, si bien el proceso de proliferación y diversificación de las asociaciones se desarrolla a lo largo de todo el período migratorio, sus mayores cotas las alcanza en su fase final, en especial en los finales de la década de 1920. A partir de entonces se produce una notable inflexión a consecuencia de la reducción/eliminación de los flujos emigratorios y de la tendencia a la unificación/fusión o desaparición de muchas de las primitivas entidades. Son muy diversas, y



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hasta abundantes, las fuentes existentes para el estudio del asociacionismo español en América153, especialmente en Argentina154 y Cuba, que fueron los principales destinos de los emigrantes españoles. Durante la mayor parte del siglo XIX, la situación de los inmigrantes españoles en Ultramar era realmente difícil y penosa, sobre todo en los primeros años de estancia en tierras americanas y cuando no disponían del apoyo o protección de familiares o coterráneos llegados anteriormente y contaban con recursos económicos. Este panorama se agravaba aún más en aquellos países, como Cuba, en donde a las dificultades habituales que representaban el cambio de territorio, de hábitat y trabajo, se unían con gran virulencia las provocadas por una climatología tropical generadora de frecuentes y graves enfermedades. Son abundantes las fuentes literarias que relatan, a veces con amplitud de detalles, las trágicas situaciones que hubieron de soportar muchos inmigrantes llegados a la Isla, tanto a los que lo hicieron de forma individual y sobre todo a los que vinieron colectivamente a través de embaucadoras y engañosas contratas familiares. En la mayoría 153 En especial los Boletines de Emigración que comienza a editar el Consejo Nacional de Emigración en 1908 y continúan editado los organismos oficiales que se suceden en el control de la emigración española. Moisés Llordén Miñambres, vid. “El asociacionismo de los inmigrantes españoles en América, proceso formativo y manifestaciones más notables, en El asociacionismo de la emigración española a América, Juan Andrés Blanco (Ed.), UNED-Zamora, Junta de Castilla y León y Universidad de Salamanca, Salamanca, 2008, pp. 51-90; Moisés Llordén, “Las asociaciones de inmigrantes españoles en América. Algunas respuestas a los desequilibrios y carencias de la emigración a ultramar”, en Exils et migrations ibériques vers l’Amérique latine, Centre d’Etudes et de Recherches interculturelles européennes (CERIC), n.º 5, 1998 Publications Université Paris 7-Denis Diderot, Paris, pp. 79-130. 154 Existen diversos trabajos sobre el asociacionismo español en la República Argentina, entre los que destacan los realizados por Alejandro Enrique Fernández. En especial “Los españoles de Buenos Aires y sus asociaciones en la época de la inmigración masiva”, en Inmigración en la Argentina (Seminario 1990), Buenos Aires, 1991, pp. 59-79, y “El mutualismo en un barrio de Buenos Aires: San José de Flores”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, núm. 15 (1989), pp. 609-641; igualmente mis trabajos: y M. Llordén, “La acción mutuo-social de las sociedades españolas de emigrantes: una explicación histórica del hecho”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, núm. 28, 1994, pp. 597-615. El Tercer Censo Nacional de la República Argentina, es el documento que ofrece una mayor y más diversificada información referente a las asociaciones étnicas de inmigrantes e igualmente de los sociedades cosmopolitas o argentinas. Para el caso español, una fuente muy interesante y completa para cuantificar las diferentes asociaciones españolas en este país es, el “Censo de Sociedades Españolas en la Argentina”, realizado en 1926 por el inspector de Emigración, J. Cabronero Uribe, que reúne un total de 767 sociedades españoles de diversos fines, el 63,5% de las mismas radicadas en Buenos Aires, Capital Federal y Provincia.

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de estas ocasiones, la enfermedad, falta de trabajo o la estacionalidad del mismo y carencia de recursos para repatriarse, arrastraron a millares de inmigrantes a la indigencia y desamparo que finalizaba en muertes en auténtica soledad y abandono. Como fenómeno social, el hecho que un amplio segmento de la colectividad de inmigrantes viviesen situaciones penosas, en absoluto resultaban relevantes para el resto de la misma, como tampoco en general lo era en sus propios lugares de origen, pues hechos similares habitualmente sucedían en la mayoría de los países europeos en ese tiempo. Sin embargo, la persistencia de aquellas desagradables situaciones, movieron a las minorías de los inmigrantes triunfadores, aquellos que habían logrado una posición económica desahogada, a sentir preocupación por la reiteración de esos sucesos, sobre todo al percibir en sus paisanos fracasados un potencial peligro de alteración social que, si llegaba a desbordarse, podría afectar muy negativamente a su medio de vida y su propia posición social. Iba a ser, por tanto, esa reducida elite de triunfadores, que a su vez también era, la más interesada en evitar “los delitos a que suele conducir la miseria”, la primera en tomar medidas para contener el latente peligro y, una posible solución a tan incómodo latente problema, vieron que se la ofrecían las tradicionales instituciones caritativas de beneficencia, modelos heredados del Antiguo régimen, bien conocidos desde antiguo, y que podía ser desarrollado ahora nuevamente desde la sociedad civil. Bajo esta dinámica surgieron en América, a partir de 1840 en Tampico (México)155.

En este puerto mexicano que entonces concentraba la mayor parte de las relaciones comerciales con la antigua metrópoli y también era la entrada de la nunca abundante corriente emigratoria española al país azteca, donde surgen las primeras sociedades españolas de beneficencia, y lo hicieron promovidas por el cónsul Francisco Preto Neto, primer representante diplomático de España en México, tras el reconocimiento oficial de la independencia de la República. Socorrer a los verdaderamente necesitados, cuidar de sepultar los cadáveres de los que murieran pobres y proporcionar a los inmigrantes españoles instrucciones y recomendaciones para facilitarse su colocación, eran los objetivos principales de esta primera asociación surgida en Tampico entre los inmigrantes españoles acomodados. Podían acceder a estos beneficios los socios y los españoles en general, que vivieran en México o en sus inmediaciones, con la única condición de poder probar su “honradez y laboriosidad”; más tarde se constituyeron sociedades españolas de beneficencia en México (D.F.) en 1842, Puebla, 1860, Veracruz, 1869, San Luis de Potosí, 1888, Vitoria, 1891, Jalapa, 1906, Guadalajara, 1916,… Vid., A. M. Carreño, Los españoles en México (Un siglo de beneficencia), México, 1942; P. Lorenzo Laguarta, Historia de la Beneficencia Española en México, México, 1951; M. Llordén Miñambres, “Las asociaciones españolas de emigrantes”, en M. C. Morales y M. Llordén (Eds.), Arte, Cultura y Sociedad en la emigración española a América, Universidad de Oviedo, Gijón, 1992, pp. 9-55. 155



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

159

En Cuba, al igual que sucedería en otros países del continente americano, también las primeras asociaciones de inmigrantes españoles fueron las sociedades de beneficencia. La primera de constituirse fue la “Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña en La Habana”, cuyo ideario programático muy similar al de su antecesora mexicana, sería recogido con gran similitud por la práctica totalidad de las sociedades de beneficencia constituidas posteriormente en la Gran Antilla por otras colectividades españolas156. Aunque en Cuba fue prolífico el modelo de organizaciones de beneficencia, la creación de estas asociaciones tuvo un proceso lento, debido a las dificultades legales existentes para fundarlas, como consecuencia, la segunda de estas sociedades no se constituyó hasta treinta años después de la primera, sin embargo, finalizada la Guerra de los Diez años y una vez promulgada la Constitución española de 1876, la situación variaría radicalmente al poder aplicarse la Ley de Asociaciones y Reuniones Públicas. El hecho éste que provocó en toda la Isla un auténtico espíritu de asociación. Aunque las sociedades de beneficencia en Cuba tuvieron una existencia muy precaria, todavía en el siglo XX se constituyeron cuatro nuevas asociaciones, fueron muy escasas las que mantuvieron estrictamente sus objetivos fundacionales, pues, para poder subsistir, la mayoría se vieron obligadas a ampliar en alguna medida su campo de actuación, comenzando a desarrollar entre sus asociados acciones mutuales y pasando a ser mínimas las prestaciones propiamente benéficas. Las radicadas en La Habana propiciaron nuevas prestaciones, como la construcción de panteones propios para acoger prioritariamente a los asociados fallecidos, estableciendo igualmente algunas pequeñas prestaciones pecuniarias a sus asociados jubilados y con escasos recursos.

156 Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Galicia (1871), Sociedad Vasco-Navarra de Beneficencia (1877), Sociedad Asturiana de Beneficencia (1877), Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Andalucía (1881), Sociedad Montañesa de Beneficencia (1882), Sociedad Castellana de Beneficencia (1885), Sociedad Burgalesa de Beneficencia (1893), Sociedad Balear de Beneficencia (1894), Sociedad Murciano-Valenciana de Beneficencia (1902). Sociedad Canaria de Beneficencia (1917), Sociedad Aragonesa de Beneficencia (1923). Los catalanes también establecieron sociedades de beneficencia en Cienfuegos (1875), Matanzas (1876) y Santiago de Cuba (1876); los gallegos en Matanzas (1877), Cienfuegos (1876) y Cárdenas (1877), los asturianos en Cárdenas (1880), Cienfuegos (1881) y Camajuani (1885), vid. M. Llordén “El asociacionismo de los inmigrantes españoles en América, proceso formativo y manifestaciones más notables”, en El asociacionismo en la emigración española a América, J. A. Blanco Rodríguez (Edt.) UNEDZamora/Junta de Castilla y León, Salamanca, 2008, pp. 55-59.

160

moisés llordén miñambres

Excepto en Cuba, cuya realidad fue diferente debido a la persistencia de la dominación española, y donde la asistencia sanitaria al inmigrante se resolvió tempranamente a través de los Centros Regionales constituidos en La Habana, en los demás países americanos de ambos hemisferios la respuesta más generalizada de los inmigrantes europeos (trabajadores agrícolas y urbanos, artesanos y hasta pequeños comerciantes), basada en principios de solidaridad y ayuda mutua, se concretó en la constitución de asociaciones de socorros mutuos. Un modelo conocido ya por muchos inmigrantes pues era el más utilizado por los obreros europeos en sus asociaciones postgremiales157 y antecedente directo de las posteriores organizaciones obreras158. El mutualismo aparece en Hispanoamérica, a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX, como “una forma de organización artesanal según los oficios, barrios y castas”159, y en sus inicios se vio favorecido por los ciclos de epidemias que de manera nociva afectaron durante el tercer cuarto del siglo, a una serie de puertos y ciudades de los principales países de inmigración160. La auténtica expansión del asociacionismo de los inmigrantes españoles se realizaría a través de la figura de las asociaciones de socorros mutuos y se demorará, no obstante, hasta la llegada de los grandes contingentes de inmigrantes. Entre 1853, año de la creación de la primera Asociación Española de Socorros Mutuos en el Río de La Plata (Argentina y Uruguay) y 1875, se habían consti-

Especialmente en Inglaterra, con las Friendly societies o en Francia, las Sociétes de Secours Mutuels, donde a finales de 1853 existían 2.773 de estas sociedades, 335 más que en año anterior, agrupando conjuntamente a 318.256 individuos de ambos sexos, vid. P. F. Monlau (1856), “Higiene Industrial. ¿Qué medidas higiénicas debe dictar el Gobierno a favor de las clases obreras?”, en Condiciones de vida y trabajo obrero en España a mediados del siglo XIX, Anthropos, Barcelona, 1984, pp. 111 y ss. 158 Al abolirse definitivamente los Gremios en España, los trabajadores quedaron sin cohesión ni ayuda, hasta que se les permitió la libre asociación (R.O. de 28 de Febrero de 1839), aunque solo para “auxiliarse mutuamente en sus desgracias” o fomentar el ahorro común para afrontar las necesidades futuras. Así surgieron en Barcelona en 1840, la Sociedad de Tejedores y la Asociación Mutua de Tejedores, vid. A. Rumeu de Armas, Historia de la Previsión social en España: Cofradías, Gremios, Hermandades, Madrid, 1944; S. Castillo (Ed.), Solidaridad desde abajo. Trabajadores y Socorros Mutuos en la España Contemporánea, Centro de Estudios Históricos de UGT, Madrid, 1994. 159 R. Melgar Bao, El Movimiento obrero latino-americano, Alianza América, Madrid, 1988, p. 36. 160 Epidemia de cólera en Cuba (1855), fiebre amarilla en Río de Janeiro (1856), Montevideo (1857), Buenos Aires (1871), Valparaíso (1873) y Santiago de Chile (1873), vid. N. Sánchez-Albornoz, La población de América Latina, Alianza, Madrid, 1977, pp. 187-188. 157



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

161

tuido 21 de estas instituciones. Entre 1870 y 1880 se registra un notable incremento de la corriente emigratoria española a la Argentina, con un saldo neto superior a 225.000 inmigrantes y, a pesar de que a partir de 1890 se reducen los flujos migratorios, el número de estas Asociaciones Españolas era de 79 en julio de 1891161. Escaso número y desproporcionado comparado con la presencia real de españoles en este gran país del Plata, de manera especial en Buenos Aires donde, según el Censo de 1869, residían más de 14.000 inmigrantes españoles, “habiéndose estos duplicado en los tres o cuatro últimos años”162 y únicamente existían tres sociedades españolas de socorros mutuos, dos de ámbito nacional y una catalana regional, teniendo la más importante de ellas en 1870 una masa social de solo 1.578 personas. Sociedades Españolas de Inmigrantes en la Argentina en 1927 Territorio

B. Aires (Capital Federal)

a

b

c

d

e

f

Total

%

10

189

26

7

4

1

237 30,0

203

16

33

-

1

2

255 33.5

Pr. Córdoba

39

6

6

-

-

-

51

6,6

Pr. Santa Fe

55

14

7

-

-

-

76

9,9

Pr. Entre Ríos

17

1

4

-

-

-

22

2,8

Pr. Corrientes

13

-

4

-

-

-

17

2,2

Pr. Mendoza

12

6

5

-

-

-

23

3,0

Pr. Santiago del Estero

5

-

1

-

-

-

7

0.9

Pr. Tucumán

4

-

1

-

-

-

5

0,6

Pr. San Luis

4

-

1

-

-

-

5

0,6

Pr. San Juan

5

-

1

-

-

-

6

0,7

Pr. Salta

2

-

1

-

-

-

3

0,4

Pr. Catamarca

1

-

1

-

-

-

2

0,2

Pr. Buenos Aires

“Contestación a la Circular del Ministerio de Estado, de 11 de julio de 1891, pidiendo datos de la emigración española”, Archivo General de la Administración. Sección de Asuntos Exteriores, caja 9.125. 162 Asociación Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires, Memoria de la Junta Directiva de la Sociedad, Imprenta del Mercurio, Buenos Aires, 1871. 161

162

moisés llordén miñambres Territorio

a

b

c

d

e

f

Total

%

Pr. Jujuy

3

-

1

-

-

-

3

0,4

Pr. La Rioja

1

-

-

-

-

-

1

0,1

Terr. de Chaco

3

-

-

-

-

-

3

0,4

Terr. de Chubut

8

-

-

-

-

-

8

1,0

Terr. de La Pampa

27

-

-

-

-

-

27

3,5

Terr. de Neuquén

5

-

-

-

-

-

5

0,7

Terr. de Río Negro

4

-

-

-

-

-

4

0,5

Terr. de Santa Cruz

3

-

-

-

-

-

4

0,5

Terr. de Misiones

1

-

-

-

-

-

1

0,1

Totales

437

232

93

7

5

3

767

100

%

55,8 30,5 12,1

0,9

0,6

0,3

100

a) Socorros Mutuos y Beneficencia. b) Centros Regionales, comarcales, etc. c) Recreativas y culturales. d) Políticas y económicas. e) Religiosas y confesionales. f) Deportivas. Fuentes: Censo de Sociedades Españolas de J. Cabronero Uribe, Boletín de Emigración, Tomo I (1927) Tercera época, núm. 1, pp. 235-303.

Las asociaciones de inmigrantes surgieron en América para solucionar algunos de los graves problemas con que se encontraron los inmigrantes trasterrados en los países de acogida y, las distintas formas que aquellas fueron adoptando estaban siempre en relación con las alternativas dadas por los propios colectivos de inmigrantes para afrontar las carencias que tenían en un medio diferente al de procedencia y las consecuencias derivadas de ello. La necesidad de favorecer las relaciones personales y profesionales entre individuos de una misma colectividad fue otro de los objetivos iniciales y concretos de los inmigrantes para asociarse. En el desarrollo del asociacionismo influyeron también las modalidades propias de las migraciones, en especial las que estaban generadas por inmigrantes anteriores (familiares o paisanos), quienes a través del mecanismo de la “llamada”, promovían, facilitaban o financiaban de manera encadenada una emigración de relevo, procedente de su propios solar. En estos casos, de gran relevancia entre los emigrantes asturianos, junto con el tutelaje y protección, los “llamadores” transmitían a los recien llegados sus propios comportamientos y conductas, generando entre las sucesivas



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

163

oleadas de inmigrantes, una relación endogámica que les abocaba a su agrupamiento y participación en las asociaciones creadas anteriormente por sus protectores o sus antecesores.

Sociedades Españolas de Beneficencia en América en el siglo XIX Denominación de la asociación

Sociedad de Beneficencia Española de Tampico

Año

Localización

1840

México

Sociedad de Beneficencia Española de México, D. F. 1842

México

Unión Española de Beneficencia Mutua de Nueva Orleans

1845

Estados Unidos

Sociedad Española de Beneficencia de Buenos Aires

1853

Argentina

Sociedad Española de Beneficencia de Santiago

1856

Chile

Asociación Española de Beneficencia de San José

1856

Costa Rica

Sociedad Española de Beneficencia de Río de Janeiro

1858

Brasil

Sociedad de Beneficencia Española de Puebla

1860

México

Sociedad Española de Beneficencia de Valparaíso

1861

Chile

Sociedad Española de Beneficencia de Guatemala

1866

Guatemala

Sociedad Española de Beneficencia de Veracruz

1869

México

Sociedad Española de Beneficencia Mutua de California

1877

Estados Unidos

Sociedad Española de Beneficencia de Iquique

1877

Chile

Sociedad Española de Benefic. República Oriental Uruguay

1881

Uruguay

Centro Español Asociac. de Beneficencia de San Salvador

1881

El Salvador

Sociedad Española de Beneficencia de Talca

1882

Chile

Sociedad Española de Auxi. Mutuo y Beneficencia de S. Juan

1883

Puerto Rico

Sociedad Española de Beneficencia de El Callao

1883

Perú

164

moisés llordén miñambres Denominación de la asociación

Año

Localización

Sociedad Española de Beneficencia de Lima

1884

Perú

Real Sociedad Española de Beneficencia de Bahía

1885

Brasil

Sociedad Española de Beneficencia de Concepción

1886

Chile

Sociedad Española de Beneficencia de Curicó

1887

Chile

Sociedad Española de Beneficencia de San Luis de Potosí

1888

México

Sociedad de Beneficencia Española de Victoria

1891

México

Sociedad Benéfica Española de La Guayra

1900

Venezuela

Fuente: Boletines de Emigración, varios años.

Sociedades Regionales de Beneficencia fundadas en Cuba

Nombre de la Sociedad

Fundada Año

Panteón en el Cementerio Colón de La Habana

Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña de La Habana

1841

1882

Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia en La Habana

1872

1933

Sociedad Vasco-Navarra de Beneficencia de La Habana

1877

1887

Sociedad Asturiana de Beneficencia de La Habana

1877

1923

Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña de Matanzas

*

-

Sociedad de Beneficencia Naturales de Cataluña en Santiago de Cuba

*

-

Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia de Matanzas

*

-

Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia de Cárdenas

*

-



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

Nombre de la Sociedad

Fundada Año

165

Panteón en el Cementerio Colón de La Habana

Sociedad de Beneficencia Naturales de Galicia de Cienfuegos

1877

-

Sociedad Asturiana de Beneficencia de Cárdenas

1880

-

Sociedad de Beneficencia Naturales de Andalucía de La Habana

1881

1944

Sociedad Asturiana de Beneficencia de Cienfuegos

1881

-

Sociedad Asturiana de Beneficencia de Matanzas

1882

-

Sociedad Montañesa de Beneficencia de La Habana

1882

1905

Sociedad Asturiana de Beneficencia de Camajuani

1885

-

Sociedad Castellana de Beneficencia de La Habana

1885

1938

Sociedad Asturiana de Beneficencia de Sancti Spiritus

1886

-

Sociedad Burgalesa de Beneficencia de La Habana

1893

1920

Sociedad Balear de Beneficencia de La Habana

1894

-

Sociedad Murciano-Valenciana de Beneficencia de La Habana

1902

-

Sociedad Canaria de Beneficencia de La Habana

1917

-

Sociedad Aragonesa de Beneficencia de La Habana

1923

1938

- No poseen panteón en el Cementerio Colón Fuentes: M. Llordén, “Las Asociaciones Españolas de Emigrantes”, en Arte, Cultura y Sociedad en la Emigración Española a América, M.ª C. Morales y M. Llordén (Eds.), Universidad de Oviedo, Servicio de Publicaciones, Gijón, 1992, pp. 9-56.

166

moisés llordén miñambres

Ya hemos visto que las primeras asociaciones de inmigrantes españoles creadas en Cuba fueron las Sociedades de Beneficencia y, a diferencia de todos los demás países, en Cuba, el asociacionismo tuvo desde el principio una configuración regional y fueron, después de México, las primeras asociaciones de la emigración española. Las acciones de estas sociedades se reducían casi exclusivamente a ejercer obras de caridad con los más desfavorecidos de su propia colectividad, pues cuando se crearon, había muchos pobres enfermos que abatidos por el duro e incesante trabajo, tenían que implorar el auxilio de sus paisanos, ya para ganar fuerzas y reponerse y trabajar de nuevo, ya para marchar en busca del alivio de sus agudos males a las brisas de la madre patria163. En esta monofunción inicial se basaría prácticamente toda la obra de beneficencia de estas sociedades regionales, con gran similitud de acción en todas ellas, al margen de la colectividad de las mismas, pues sus promotores tenían claro que su misión ni era la de proporcionar pan al hambriento, pues los que estaban sanos y fuertes, que trabajen y busquen su sustento en el sudor de su frente, puesto que el fin de las asociaciones de beneficencia era el socorro de aquellos desvalidos que, sin vigor para el trabajo y minada su existencia por la salud perdida, perecerían quizás a la intemperie, en las calles o en un hospital, a no ser el oportuno socorro que los pone en inmediata situación de curarse o dejar la Isla164. La fidelidad a estas ideas fue una constante y uno de los mayores inconvenientes que tuvieron estas asociaciones para desarrollarse y, por ello, la principal causa del absentismo dominante entre los propios inmigrantes, poco sensibles a la “humanitaria y eminentemente patriótica misión” de estas caritativas instituciones, pues si todos los inmigrantes residentes en La Habana de desahogada posición” se hubiesen identificado con ellas, el número de asociados no sería tan reducido165. Por esta escasa participación de los inmigrantes, la obra desarrollada en Cuba por estas Sociedades Regionales Españolas de Beneficencia, no tuvo proporcionalidad con el número real de nuestros inmigrantes.

Sociedad Asturiana de Beneficencia, Centenario, 1877-1977, (La Habana), s.a. (1877), “Acta de 1883”, p. 11. 164 Ibídem, p. 12. 165 Así, por ejemplo, la sociedad asturiana de beneficencia tuvo un máximo de 600 socios en 1877, 885 en 1883, 318 en 1899, 210 en 1916, etc. y similares cantidades a las sociedades de las demás colectividades. 163



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

167

Obra desarrollada por la Sociedad Asturiana de Beneficencia de La Habana, período 1877-1927 Período

Petición

Recursos totales

Media/ acción $

Presidentes de Sociedad Asturiana de Beneficencia

1877-1880

383

12.269,42

37,04

Julián Álvarez

1881-1909

9.317

255.984,44

30,88

Leopoldo Glez. Carbajal Zaldúa

1910-1916

4.248

57.948,84

15,33

Francisco Palacio

1917-1918

1.962

18.948,65

10,86

Celestino Fernández Gómez

1919-1921

3.820

48.986,92

14,41

Eustaquio Alonso

1922-1923

1.807

23.505,93

14,62

Maximino Fernández San Feliz

2924-1927

4.682

66.223,61

15,90

Genaro Acevedo González

1977-1927

26.419

484.227,81

17,37

Período temporal considerado

Fuente: Sociedad Asturiana de Beneficencia: Centenario, 1877-1977, (La Habana), s.f. (197).

Las Sociedades de Instrucción y Recreo, Casinos, Círculos y Clubs. Entre las primeras organizaciones de inmigrantes europeos que surgen en América en el siglo XIX se encuentran, en lugar preferente para el caso español, las de carácter lúdico-recreativo y cultural. Se trataba de sociedades con fines diferentes a los asistenciales, aunque en ocasiones desde el principio pero sobre todo a lo largo de su evolución posterior muchas de ellas también realizaron funciones benéfico mutuales. Estas organizaciones eran llamadas en Cuba “sociedades de instrucción y recreo” y en Argentina “asociaciones recreativas y culturales”. Aunque en apariencia todas son homogéneas, debemos diferenciar en ellas las exclusivamente recreativas o donde lo lúdico y lo festivo, junto a la relación social, priman sobre cualquier otro fin. Nada tienen que ver, por tanto, con los desequilibrios de la emigración, pues sobre todo en los ejemplos más antiguos siempre su masa social era reclutada de manera selectiva entre los notables de la colectividad española. Su creación responde a la necesidad que tiene el inmigrante de relacionarse con individuos de su mismo grupo étnico o nacionalidad, de

168

moisés llordén miñambres

hablar un mismo idioma con sus compatriotas y de encontrar u ofrecer solidaridad en un país que no es el propio. Necesidades éstas comunes a todos los inmigrantes, pero sobre todo para las minorías formadas por los más cultos y los que adquirieron mejor posición económica y precisaban integrarse en las sociedades locales de los países de acogida. En general sus fundadores solían ser inmigrantes “con poder económico o intelectual” que no participaban “en igual grado del poder social o político” en el ámbito territorial donde residían. Los Casinos, Clubs, Centros o Círculos Españoles que se fundan desde comienzos de la segunda mitad del siglo XIX en las capitales y principales ciudades de Argentina, México, Cuba, Chile, Perú, Brasil, Costa Rica y otros países iberoamericanos, en general fueron consecuencia de aquellas motivaciones y grupos de inmigrantes. Estas sociedades se limitaban a la tenencia de un local adecuado donde se organizaban reuniones, tertulias y juegos diversos, así como los tradicionales bailes, banquetes, conmemoraciones, etc. Cronológicamente esta figura surge en Argentina en 1852, cuando “los españoles del Río de La Plata” pudieron ser tenidos como tales, ellos fueron los primeros extranjeros que en estos países instituyeron un centro social donde poder departir tranquilamente sobre las cosas de la Patria”. Se estableció entonces la ‘Sala Española de Comercio’, instituida el 5 de septiembre por impulso del escritor Vicente Rosa y un grupo de las personas más influyentes de la naciente Colonia. De la ‘Sala Española de Comercio’, disuelta en 1857, surgió, aunque sin configuración oficial, la ‘Tertulia Casino Español’ que, sostenida económicamente por José Moar, mantuvo sus actividades hasta la constitución formal del ‘Casino Español’, el 8 de septiembre de 1866, con domicilio en Victoria 139 y siendo presidente Pedro Solera Mauri –ministro de España–. En septiembre de 1872, bajo la presidencia del comerciante gallego Juan López, esta señera institución de la colectividad española en Buenos Aires pasó a denominarse ‘Club Español’. La más emblemática institución entre todas las creadas por españoles en Cuba durante el período colonial fue el ‘Casino Español de La Habana’, constituido en 1869 a poco de iniciarse la primera guerra independentista, según fuentes cubanas, por los “elementos más intransigentes” de la colonia española en la Isla, o según las españolas por “personas dignas y conocidamente afectas a la nacionalidad española” con el objetivo de “servir de centro de reunión a todas esas personas, tratar privadamente de las cuestiones que importen a los intereses morales y materiales del



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

169

País, promover y auxiliar obras que favorezcan y proporcionar medios de instrucción y recreo a los socios; todo ello dentro de los límites de la más estricta legalidad, y coadyuvando siempre a la acción de las Autoridades”. Desde su fundación, la presencia de asturianos en las juntas directivas de la institución habanera fue siempre muy notable, ocupando asturianos la presidencia durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX166. Este modelo se extendió y a comienzos de la década de 1880, había casinos españoles en más de treinta poblaciones de la Gran Antilla, incrementándose aún más este número después que Cuba fue independiente. La continua diversificación de las procedencias y el incremento de los flujos peninsulares, fueron creando las condiciones objetivas para la creación de nuevas formas de asociación, en Cuba siempre manteniendo el modelo regional para las agrupaciones. La constitución por los vascos en Buenos Aires, en 1877 de la sociedad Laurak Bat, puede considerarse entre el colectivo de inmigrantes españoles con el inicio de una etapa de insatisfacción de los modelos asociativos utilizados hasta entonces, bien por qué, con ellos, algunas colectividades no consiguen reafirmar su propia identidad de grupo étnico, o bien por qué no colman las necesidades de algunos inmigrantes, especialmente las de aquellos que trabajan en actividades comerciales o artesanales. A finales de la década de 1870, se vuelve a manifestar con gran intensidad, ahora en el colectivo gallego, el más numeroso e ideologizado de todos los españoles167, a través de aireadas campañas de prensa alentadas por una minoría culta que abogaba porque se asumiese plenamente la condición de regionalidad como garante de la dignificación social e identificadora del grupo. Para que los gallegos adoptasen el modelo asociativo de los “centros regionales”, fue necesario y decisivo el impulso de las campañas de prensa El tabaquero y banquero Julián Álvarez (1878-1879), el tabaquero y diputado Leopoldo González Carbajal, marqués de Pinar del Río (1881-1887), y el también tabaquero Segundo García Tuñón, marqués de Las Regueras (1882-1892), vid. F. Erice, “Los asturianos en Cuba y sus vínculos con Asturias: rasgos y desarrollo de una colectividad regional en la etapa final del colonialismo español”, en De Asturias a América, Cuba (1850-1930), Gijón, 1996, p. 120. 167 Vid. M. Murguía (1889), El Regionalismo Gallego, La Habana; X.R. Barreiros (1984), “Los gallegos de América y la recuperación política de Galicia”, en Indianos. Cuadernos del Norte, Oviedo, pp. 50-54; X. M. Núñez Xaixas (1990), “Emigración y nacionalismo gallego en Argentina, 1879-1936”, Estudios Migratorios Latinoamericanos, Años 5, agosto-diciembre 1990, pp. 379-406; y (1991), “Actitudes del nacionalismo gallego frente al problema de la emigración gallega en América (1856-1938), en Studi Emigrazione, núm. 102, Roma. 166

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emprendidas por intelectuales y periodistas como César Cisneros Luces o Manuel Castro Vázquez en Argentina, y Waldo Álvarez Insua en Cuba. Como consecuencia de ellas surgieron, entre mayo y noviembre de 1879, los pioneros Centros Gallegos de Buenos Aires, Corrientes, Montevideo y La Habana. Y, aunque la mayoría de los mismos no lograron superar el cambio de siglo, en las primeras décadas del siglo XX fueron reconstituidos o refundados, en general con profundas remodelaciones con respecto a sus primitivos programas y objetivos. La adopción por los gallegos de la forma regionalista fue contestada por un amplio grupo de la colectividad española Rioplatense, a través del diario El Correo Español, pues consideraban la creación del Centro Gallego como un hecho secesionista. Sin embargo, pocos años después este modelo regionalista se convirtió en la forma asociativa más extendida entre las colectividades españolas de inmigrantes. Similar proceso se experimentó en Cuba, donde el motor principal para la expansión de la nueva figura asociativa fue la prestación de la asistencia médico-hospitalaria de sus asociados. Hasta la penúltima década del siglo XIX, la asistencia sanitaria en Cuba había sido uno de los mayores problemas para los inmigrantes de escasos recursos económicos (obreros tabaqueros y dependientes del comercio), pues en caso de enfermedad tenían que acudir a una Casa de Salud o Sanatorio privado168, pero ello siempre que estuviesen abonados, pues en caso contrario únicamente les quedaba acudir al poco recomendable y no siempre accesible Hospital de Caridad. Por ello, desde 1880, cuando se constituye el Centro de Dependientes del Comercio, que agrupaba a los dependientes del comercio de La Habana, en casi su totalidad inmigrantes españoles y entre estos la mayoría asturiana. Esta asociación introduce la prestación médicohospitalaria entre sus asociados, y un lustro después harán lo mismo los Centros Gallego (1885) y Asturiano (1886), a partir de entonces, las alternativas ante las situaciones de enfermedad de los inmigrantes españoles cambiaron radicalmente.

Durante el siglo XIX existieron en La Habana los siguientes sanatorios privados, también llamados en Cuba “Quintas de Salud”: Quinta “San Leopoldo” (1848-1870), Quinta de “Larrazábal” (1848-1855), Quinta “del Rey” (1857), Quinta de “Garcini” (1855-1897), Quinta “San Rafael” (1868-1874), Quinta “La Integridad Nacional” (18731897), Quinta “La Benéfica” (1875-1885), Quinta “La Misericordia” (1876-1878), Quinta de la “Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana” (1884), Quinta “Covadonga” del Centro Asturiano (1897) y Sanatorio “HABANA” (1898), VID. J. González Aguirre (1911). 168



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

171

Centros Regionales Españoles en La Habana Año

Denominación

Observaciones

Socios 1957

1879

Centro Gallego de La Habana

Prestación sanitaria desde 1885

55.000

1880

Centro de Dependientes del Comercio

Prestación sanitarias desde el principio

74.979

1885

Centro Catalá de La Habana

Sin prestación sanitaria

Desapareció

1885

Centro Canario de La Habana

Sin prestación sanitaria

Desapareció

1886

Centro Asturiano de La Habana

Prestación sanitaria desde el principio

80.577

1905

Centro Balear de La Habana

Prestación sanitaria desde el principio

Desapareció

1906

Asociación Canaria de La Habana

Prestación sanitaria desde el principio

22.863

1908

Centro Aragonés de La Habana

Sin prestación sanitaria

Desapareció

1909

Centro Vasco de La Habana

Sin prestación sanitaria

Desapareció

1909

Centro Castellano de La Habana

Prestación sanitaria desde 1923

s.d.

1909

Gran Foment Catalá

Sin prestación sanitaria

Desapareció

1911

Centro Montañés

Sin prestación sanitaria

s.d.

1917

Asociación Hijas de Galicia

Prestación sanitaria desde el principio

35.996

1919

Centro Andaluz de La Habana

Sin prestación sanitaria

s.d.

Fuentes: M. Llordén Miñambres, El Centro Asturiano de La Habana (Setenta y cinco años de historia), Fundación Archivo de Indianos, Colombres (Principado de Asturias), 2008.

172

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Así, por ejemplo, el Centro Gallego de La Habana, constituido a finales de noviembre de 1879 como sociedad de Instrucción y Recreo e inaugurado oficialmente en enero de 1880, al finalizar su primer año social solo contaba con 711 asociados, comenzaría su expansión cuando en 1885, incluyó en sus estatutos la prestación de asistencia médico-hospitalaria. Proporcionar este servicio asistencial será desde entonces uno de los fines principales de los centros regionales más pujantes y, también, la mejor propaganda para captar nuevos asociados. Los centros que, como el Catalán o el Canario, fundados ambos en 1885 con funciones exclusivas de instrucción y recreo, solo pervivieron entre cuatro y cinco años, desapareciendo cuando cesó la protección directa de sus promotores benefactores de posición económica desahogada, como el marqués de Rabel en el caso catalán. La virtualidad de los centros regionales en Cuba solo estuvo asegurada cuando sus prestaciones alcanzaron “al elemento trabajador que tenía por espíritu de conservación buscar en las Asociaciones algo que le pusiese a cubierto de ciertas necesidades de la vida169. Debido a las leyes de inmigración implantadas por la administración norteamericana durante su ocupación y protectorado de Cuba, para desembarcar en La Habana y salir libremente del campamento de Tiscornia170, los inmigrantes estaban obligados a presentar una carta-aval otorgada por persona o institución de reconocidos medios económicos, justificando que su estancia en la Isla no representaría caga para el Estado cubano. Los efectos de esta nueva función se manifestaron de inmediato, pues el número de altas de asociados a los centros con prestación médicohospitalaria se incrementó considerablemente. Así, el Centro Asturiano de La Habana, entre el 30 de junio de 1905 y el 31 de diciembre de 1906, se incrementó en 19.603 asociados. No obstante el paralelismo que tienen y lo coetáneo de su creación, las funciones que desarrollan y la propia evolución de los centros regionales en la Argentina, se diferencian notablemente del modelo cubano. Debido a la gran pluralidad de nacionalidades europeas existentes en la república Ibídem, p. XI. El campamento de Tiscornia (o Triscornia) fue establecido en 1900 por el General Leonard Wood, bajo el nombre de Estación de Inmigración de Tiscornia, en un extremo de la bahía de La Habana, sobre una pequeña colina llamada Casa Blanca, donde el inmigrante vasco José Tiscornia había construido un mulle para carena. Inicialmente fue creado para acoger a los inmigrantes no inmunes a la fiebre amarilla y a los que no tuvieran trabajo, ni persona o institución que respondiera por ellos. Funcionó hasta 1959, vid. C. Naranjo Orovio (1988), op. cit., pp. 83-93. 169

170



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

173

platense, en ésta, se produce un mayor arraigo de las asociaciones que identifican mejor a cada colectividad de inmigrantes en relación con las demás, que son las constituidas con carácter nacional. Este hecho, ya constatado en las asociaciones de socorros mutuos, donde participaban sin discriminación alguna inmigrantes de distintas regiones españolas, también se manifiesta en las asociaciones recreativas y culturales. Por ello, y salvo para aquellas minorías de las colectividades donde el carácter de regionalidad (o nacionalidad propia) tuvo una expresión temprana y con relativa fuerza, la gran mayoría de los inmigrantes españoles pudieron satisfacer las deseables, aunque no siempre posibles, actividades recreativas y de relación inter-étnica, a través de las asociaciones de nacionalidad (clubs, casinos, círculos, etc. españoles), sin sentir necesidad de agruparse regionalmente. Esto se mantuvo hasta que el incremento del flujo y la diversidad de sus procedencias en las dos primeras décadas del siglo XX, multiplicó y fortaleció los colectivos regionales españoles. Aunque en Argentina la función asistencial sanitaria estuvo tempranamente satisfecha por las sociedades étnicas y gremiales de socorros mutuos, algunas entidades regionales, en especial las refundadas en las primeras décadas del siglo XX, como el Centro Gallego y el Centro Asturiano, incluyeron la sanitaria entre sus prestaciones sociales, mientras que las más tardías se constituyeron ya con carácter mutual171. Otro factor diferencial del modelo argentino de centros regionales o provinciales fue la atomización asociativa de los colectivos, lo que impidió incrementar sus cuerpos sociales, frente a la concentración regional cubana (política de delegaciones en el interior) que propiciaba un elevado volumen de asociados. Salvo el Gallego de Buenos Aires, y en menor medida el Asturiano de Buenos Aires, la masa social de la mayoría de los centros regionales españoles en la Argentina siempre osciló entre el centenar y el millar de asociados. En otras repúblicas iberoamericanas, en especial en el período de emigración masiva, se desarrolló igualmente el modelo de centro regional, así,

A mediados del decenio de 1930, los Centros Gallego y Asturiano de Buenos Aires alcanzaron los 55.000 y 19.000 asociados, respectivamente. En Argentina existían además Centros Gallegos en Avellaneda, Campana, Córdoba y Rosario de Santa Fe, y Casas de Galicia en Buenos Aires, Bahía Blanca, La Plata, Tres Arroyos y Laboulalle, además de la Sociedad Gallega de Beneficencia creada en 1932 para sostener el Hospital gallego de Caridad. Había Centros Asturianos en Rosario de Santa Fe (1904), Santa Fe (1908), Junín (1913), Mar del Plata (1914), Mendoza (1914), Bahía Blanca, San Juan, Resistencia (Chaco) (1924), Tucumán (1924), Lanús (1925), General Villegas (1927), La Plata (1932), Comodoro-Ribadavia (1933), además de la Casa de Asturias de Buenos Aires (1920). 171

174

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en Uruguay donde tempranamente se constituyeron el Centro Gallego de Montevideo y más tarde el Centro Asturiano, y también se fundaron en Brasil, Venezuela, México y Estados Unidos de Norteamérica. Sociedades Comarcales y Protección a los lugares de origen A comienzos del siglo XX, generalmente en el marco jurídico de las asociaciones culturales de recreo, instrucción y/o beneficencia, y en especial entre las colectividades del septentrional y del noroeste de la Península Ibérica (Galicia, Asturias, Cantabria, Burgos, Soria, La Rioja, León, Zamora, Salamanca y Norte de Portugal), surgen inicialmente en Cuba y Argentina, las asociaciones comarcales, municipales y parroquiales de protección, fomento, instrucción y protección de los lugares de origen de los inmigrantes. Aunque sus denominaciones fueron diversas: Asociación/ Sociedad/Círculo/Club/Centro/etc. de los Hijos/Naturales/Residentes/etc. del Partido/Distrito/Comarca/Ayuntamiento/Concejo/Parroquia/Aldea... de origen. “Hay otras pequeñas sociedades, en su mayor parte gallegas, formadas por elementos de pequeñas villas, de municipios rurales y aún de aldeas, que en medio de su modestia merecen el aplauso general, porque se preocupan constantemente del adelanto del lugar donde sus asociados nacieron. Gente de trabajo en su mayoría a contribuido a base de esfuerzo y constancia, a un visible mejoramiento de su terruño, sin mezclarse con otras sociedades en que impera la política de campanario, trasplantada a este país con el solo propósito de una ridícula figuración”172. La primera de la que tenemos noticias fue la Sociedad Progreso de Libardón173, constituida en Chile en 1899, por José de la Presa y otros asturianos naturales de la parroquia de Libardón (Colunga), con el objetivo de establecer una escuela en el pueblo de origen. De 1903 data la creación del Club Gradense, de los Naturales del concejo de Grado, que nace con

Juan del Soto, Heraldo de Asturias, núm. 795, extraordinario, Buenos Aires, sábado 8 de septiembre de 1928. 173 Se inauguró en 1903. En septiembre de 1931 se fundó en Buenos Aires la Sociedad Asturiana ‘Hijos de Libardón’ de Protección y Recreo, por colungueses de Libardón, pero sin ninguna relación directa con la primigenia chilena. En 1910 existían en La Habana una docena de asociaciones asturianas, como el Club Gradense (1903), Club Piloñés (1908), Juventud Piloñesa (1908), Sociedad Casina (1908), Club Luarqués (1909), Club Covadonga (1909), Unión Llanisca. 172



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

175

fines recreativos, culturales y de protección. La colectividad gallega fue a la cabeza en la creación de este tipo de sociedades, especialmente en La Habana y Buenos Aires, aunque también en Nueva York, Montevideo, Río de Janeiro, São Paulo y otras poblaciones brasileñas. La primera sociedad de instrucción en Cuba fue la ‘Alianza Aresana de Instrucción’, fundada en La Habana en 1904 por un grupo de inmigrantes gallegos de la villa de Ares. En Buenos Aires, también ese mismo año se creó la Asociación ‘La Concordia’ de los Naturales de la Parroquia de Fornelos de la Ribeira, en Salvatierra de Miño, (Pontevedra). En 1912 ya existían en La Habana 48 entidades pertenecientes a la regionalidad gallega y en número similar se habían creado en Buenos Aires. Aunque los gallegos fueron los que más asociaciones crearon y en más lugares, muy pronto los asturianos en La Habana y en Buenos Aires también las fundaron, siendo esta regionalidad174 la segunda por el número de instituciones creadas. El tercer lugar lo ocupan las sociedades castellano-leonesas, especialmente en Buenos Aires. Hacia 1927, al menos había 152 de estas sociedades en Buenos Aires, 135 en La Habana, 15 en Río de Janeiro y otras poblaciones brasileñas y un menor número en Montevideo, Nueva York, etc., en su mayoría gallegas y asturianas pues, salvo el ejemplo leonés-castellano, apenas hubo una o dos fundaciones de otras colectividades. Cuando se creaba una de estas entidades, se la dotaba de estatutos, reglamento y cargos, después los promotores contactaban con sus lugares de origen para establecer una delegación autorizada de la nueva sociedad. Ésta era la encargada de hacer operativas “las intenciones y proyectos de la sociedad”. Al incidir sus fines en un país extranjero (España), en Argentina, pocas alcanzaron reconocimiento oficial y lograron personalidad jurídica, o lo consiguieron tras años de espera y después de introducir en sus estatutos acciones específicas para desarrollar donde habían constituido, como la Unión Hispano-Americana Valle del Miñor175. 174 “Hay otras pequeñas sociedades, en su mayor parte gallegas, formadas por elementos de pequeñas villas, de municipios rurales y aún de aldeas, que en medio de su modestia merecen el aplauso general, porque se preocupan constantemente del adelanto del lugar donde sus asociados nacieron; gente de trabajo en su mayoría, ha contribuido a base de esfuerzo y constancia, a un visible mejoramiento en su terruño, sin mezclarse con otras sociedades en que impera la política de campanario, trasplantada a este país con el sólo propósito de una ridícula figuración”, Juan del Soto, Heraldo de Asturias, núm. 795, extraordinario, Buenos Aires, sábado 8 de Septiembre de 1928. 175 Creada en 1905, no obtiene la “Personería Jurídica” hasta el 20 de enero de 1919: “Vistas las gestiones promovidas por la Asociación... para obtener su personería jurídica que le fue denegada bajo el título de Unión Hispano-Americana Pro-Valle Miñor,

176

moisés llordén miñambres

La rápida extensión de este modelo asociativo con idénticas o similares denominaciones, provoca su aparición en varios países del continente americano, siempre referidas a los contornos del origen de sus promotores. Todas mantenían contactos entre sí, planificaban conjuntamente las acciones culturales, educativas o sociales que pretendían desarrollar y se coordinaban para la recogida de los fondos de financiación de sus obras a través de suscripciones. Aunque en general su cuerpo social era de 50 a 200 socios, se crearon más de una sociedad con inmigrantes de un mismo contorno, actuando de forma independiente y sin ninguna coordinación entre ellas, pero con proyectos parejos o comunes a realizar en el lugar de origen. Estas sociedades solían estar ubicadas en la sede de otra asociación (centro regional o provincial), o formando entre varias grupos, en locales comunes para instalar las secretarías. Las carencias formativas que tenían muchos inmigrantes, fueron reconocidas por ellos mismos cuando inmersos en el nuevo medio comprobaban las ventajas que tenía la formación para alcanzar el triunfo económico y social por todos deseado. Aunque algunos lo intentaron individualmente, fueron estas asociaciones las que más coadyuvaron a subsanar o eliminar las tradicionales deficiencias formativas para que las generaciones futuras no pasasen por sus propias experiencias. De ahí que una parte de las sociedades comarcales se constituyeron para fomentar la creación, construcción y sostenimiento de escuelas de primera enseñanza y de estudios comerciales básicos que posibilitasen la formación de los futuros emigrantes en conocimientos mercantiles y del idioma inglés. También para organizar bibliotecas, costear becas a alumnos y maestros; dotar a su comarca de equipamientos cívico-sociales (fuentes, lavaderos, caminos, cementerios, hospitales, asilos, casinos, sindicatos agrarios, etc.); sociedades y federaciones agrícolas para desarrollar la agricultura y a los agricultores de sus concejos. Algunas de estas pequeñas sociedades radicadas en La Habana construyeron panteones propios de la soicedad en el Cementerio Cristóbal Colón, facilitando a sus asociados el último reposo en suelo propio, función ésta que propició su sobrevivencia, cuando iban desapareciendo las posibilidades objetivas objetivas de cumplir los fines fundacionales. Aunque por las características expresadas y por el reducido capital que por decreto de 4 de noviembre de 1907 y 15 de junio de 1908, y Considerando: Que la recurrente ha modificado fundamentalmente sus estatutos para concretar la realización de sus objetos a la República Argentina en la forma indicada por la Inspección General de Justicia, de fojas 62 a 65, vid. Boletín Oficial de la Unión Hispano-Americana Valle Miñor, Año XIV, Núm. 117 (junio 1919), pp. 1-5.



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177

obtenían de sus cuotas mensuales, su labor desarrollada pudiera parecer insignificante, en realidad debemos considerarla asombrosa176. Otras asociaciones de inmigrantes españoles Además de las citadas existieron otras instituciones creadas por inmigrantes españoles en América, de las que cabe citar, 1) las sociedades deportivas, 2) las asociaciones profesionales, 3) las sociedades culturales y, 4) las asociaciones confesionales y políticas. Las primeras formaron parte inicialmente de las sociedades recreativas, pero en el transcurso de la segunda y tercera décadas del siglo XX muchas de ellas se instituyeron exclusivamente con fines deportivos y, entre otras, se pueden mencionar, la Sociedad Deportiva Covadonga de La Habana, el Club de Regatas Hispano-Argentino de Buenos Aires, Club de Tenis de Balcarce, Club de Pelota Vizcaína de Paraná, Galicia Sporting Club de Nueva York, Club de Fútbol ‘Asturias’ de México, etc. Entre las asociaciones profesionales y al margen de las gremiales con la forma asociativa de socorros mutuos177, las más relevantes fueron las Cámaras Oficiales Españolas de Comercio, Industria, Navegación y Bellas Artes, constituidas de conformidad con los RR. DD. promulgados por el Gobierno de España en 2 y 14 de octubre de 1886, el R. D. de 12 de julio de 1923 y disposiciones posteriores sobre Instituciones en el Extranjero. Eran instituciones reconocidas por España, creadas por iniciativa de inmigrantes con negocios de importación-exportación y con la colaboración de la representación diplomática. Los socios de las Cámaras se clasificaban en los gremios de Comerciantes, Industriales, Banca y Bolsa, Representantes y Comisionistas, Empleados de comercio, Profesiones liberales, Bellas Artes y Oficios. Las Cámaras Españolas en América se constituyen a partir de En lo referente a la promoción educativa, vid. B. Castrillo Sagredo, El aporte de los Indianos a la Instrucción Pública, a la beneficencia y al progreso general de España, Oviedo, 1926; A. Costa, “La emigración gallega y su acción cultural-educativa en sus lugares de origen”, en Indianos. Cuadernos del Norte, Oviedo, 1984, pp. 35-44; Juan Uría, “Los Indianos y la instrucción pública en Asturias”, en Indianos. Cuadernos del Norte, Oviedo, 1984, pp. 102-119; Vicente Peña, “As Sociedades galegas de instrucción: proyecto educativo e realización escolares”, en Estudios Migratorios, núm. 1 (1995), pp. 8-83. 177 A. E. de SS. MM. de Mozos y Cocineros de Buenos Aires, Unión de Mozos de Socorros Mutuos de Bahía Blanca, S. E. de SS. MM. De Empleados de Comercio del Dpto. 2º de La Pampa y S. E. de SS. MM. de Comerciantes y Artesanos del Dpto. 3º de La Pampa. 176

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1887: en Buenos Aires, La Habana, México D. F., Rosario de Santa Fe, Caracas, Río de Janeiro, Uruguay, Valparaíso, Guayaquil, La Paz, Panamá, Puebla, República Dominicana, etc. A comienzos del decenio de 1930 existían 23 Cámaras Españolas de Comercio en América. Aunque gran parte de las asociaciones españolas desarrollaron actividades culturales, las hubo creadas exclusivamente con el objetivo de incrementar la cultura musical, la artística, teatral o literaria de sus asociados, mediante cátedras, conferencias, bibliotecas, orfeones, cuadros artísticos de teatro, etc. Las primeras en crearse, tanto en Cuba como en Argentina, fueron los orfeones como el Orfeó Catalá, Cataluña Eutertense, Orfeón Español (1881), Orfeón Nuevo Submarino Peral, Sociedad Dramática y de Recreo “La Iberia” (1878), Orfeón Gallego (1890), Orfeón Gallego Primitivo (1890), Asociación Coral y Musical ‘Submarino Peral’ (1889); Orfeón Asturiano, Salamanca Primitiva; los cuadros artísticos Centro Jacinto Benavente, Centro Gayarre, Centro Méndez Núñez, Círculo Cervantes, Cuadro Pérez Galdós, Sociedad Hermanos Quintero, Cuadro Enrique Borrás, etc. en Buenos Aires, Montevideo, La Habana, Puerto Rico, México, Valparaíso y Brasil: Grupo Dramático Cervantes de Río de Janeiro y de Sorocoba, Casa Cervantes de São Paulo, Grupo Dramático Isaac Peral de São Paulo, y Estados Unidos: Club Cervantes de Philadelphia, Centro D. Miguel de Cervantes de Nueva York, etc. Entre las sociedades culturales más relevantes estaba la Institución Cultural Española de Buenos Aires, fundada en 1914. Entre las asociaciones confesionales se podían distinguir, unas de carácter religioso (instituidas para sostener el catolicismo u otra creencia, en España o en el país donde se crean, y otras de carácter político, como proyección de los partidos e ideologías existentes en España. De las primeras fue en Argentina donde mayor número se crearon, como la “Asociación Española de la Virgen del Pilar”, la “Asociación del Clero Español”, la “Asociación Española de Santiago Apóstol”, la “Asociación Española de Misioneros de la Emigración”, y varias Logias masónicas). De intereses políticos se fundaron en Argentina, México, Cuba, Chile, Perú y Uruguay, como el “Centro Republicano Español de Buenos Aires”, “Liga Republicana Española”, “Centro Nacionalista Vasco”, la “Sociedad Galicia Nueva”, todas ellas en Buenos Aires; la “Asociación Cultural Republicana de Lima”, el “Ateneo Pablo Iglesias” (luego “Centro Republicano Español de Santiago”) y “Acción Española en Santiago de Chile”.



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

179

Asociaciones, sociedades y clubs asturianos constituidos en La Habana (Cuba) después de 1898 Año

Denominación de la Asociación

Ámbito territorial: Concejo

1903

Club Gradense de La Habana (Recreo y Beneficencia) ◊ ©

Grado

1908

Sociedad Casina de La Habana ◊ ©

Caso

1908

Club Piloñés de La Habana (FSA) ◊ ©

Piloña

1908

Juventud Piloñesa de La Habana

Piloña

1909

Club Unión Llanisca de La Habana ©

Llanes

1909

Club Luarqués de La Habana (Beneficencia, Instrucción y Recreo) ◊ ©

Valdés

1909

Asociación de Naturales de Vegadeo y sus Contornos (Beneficencia) ◊ ©

Vegadeo

1909

Club Deportivo Covadonga (Recreo y Deportes) ◊

Empleados de la Quinta Covadonga

1910

Club Gijonés de La Habana (Recreo y Beneficencia) ◊ ©

Gijón

1910

Asociación de Langreanos (Beneficencia) ◊ ©

Langreo

1910

Sociedad Collotense de La Habana ◊ ©

Oviedo (Colloto)

1910

Sociedad Hijos de San Juan de Beleño ©

Ponga (Beleño)

1911

Círculo Avilesino de La Habana

Avilés

1911

Club Candamo (Instrucción, Protección y Recreo) ◊ © (FSA)

Candamo

1911

Sociedad de Instrucción Naturales de Concejo de Boal (Recreo y Beneficencia) ◊ ©

Boal

1911

Club Cabranense de La Habana (Instruc, Beneficencia y Recreo) ◊ © (FSA)

Cabranes

1912

Club Tinetense de La Habana (Recreo, Instrucción y Beneficencia) © (FSA)

Tineo

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..

180 Año

moisés llordén miñambres Denominación de la Asociación

Ámbito territorial: Concejo

1912

Club del Partido Judicial de Laviana en La Habana

Laviana (Partido Judicial)

1912

Unión Club de Occidente Allande y Cangas de Tineo

Allande y Cangas de Tineo

1912

Club Deportivo Juventud Asturiana (Recreo y Deporte) ◊ © (FSA)

Asturias

1913

Asociación Villalegrina

Avilés

1913

Club Grandalés de La Habana (Beneficencia, Instrucción, Recreo) ◊ © (FSA)

Grandas de Salime

1913

Club Concejo de Nava (Instrucción, Recreo y Beneficencia) ◊ ©

Nava

1914

Club Allandés de La Habana (Recreo, Beneficencia y Protección) ◊ ©

Allande

1914

Club Allerano de La Habana ◊ © (FSA)

Aller

1914

Unión de Belmonte y Somiedo ©

Belmonte de M. y Somiedo

1914

Club Cangas de Tineo

Cangas del Narcea

1914

Sociedad de Castrillón (Beneficencia y Recreo) ◊ ©

Castrillón

1914

Sociedad Benéfica Hijos del Concejo de Ponga ◊ ©

Ponga

1914

Círculo Praviano de la Habana (Recreo, Instrucción, Beneficencia) ◊ © (FSA)

Pravia

1914

Sociedad Casino de Sietes

Sietes (Villaviciosa)

1914

Unión de Villaviciosa, Colunga, Caravia (Beneficencia y recreo) ◊ © (FSA)

Villaviciosa, Colunga, Caravia

1914

Club Carreño de La Habana ◊ © (FSA)

Carreño

1915

Unión Caraviense de La Habana ◊

Caravia

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..



asociacionismo de la emigración española y asturiana... Año

Denominación de la Asociación

181

Ámbito territorial: Concejo

1915

Sociedad benéfica de Naturales del Concejo de Las Regueras ◊ ©

Las Regueras

1915

Asociación Langreana de La Habana

Langreo

1915

Círculo Salense de La Habana (Recreo, Instrucción, Beneficencia) ◊ © (FSA)

Salas

1915

Club Belmontino de La Habana (Beneficencia, Instrucción, Recreo) ◊ © (FSA)

Belmonte de Miranda

1915

Juventud de Cudillero

Cudillero

1915

Asociación de Naturales de El Franco

El Franco

1916

Unión de Teverga, Proaza y Quirós (Beneficencia y Recreo) ◊ © (FSA)

Teverga, Proaza y Quirós

1916

Club Llanera de La Habana (Recreo y Beneficencia) © (FSA)

Llanera

1916

Club Ranón

Ranón (Muros del Nalón)

1916

Círculo Ovetense y su Concejo ◊ ©

Oviedo

1916

Unión Piloñesa de La Habana (Beneficencia e Instrucción) ◊

Piloña

1916

Sociedad de Siero, Sariego y Noreña

Siero, Noreña y Sariego

1916

Club Llanera de La Habana ◊ ©

Llanera

1917

Club Naturales del Concejo de Ibias (Recreo, Beneficen. y Protección) ◊

Ibias

1917

Bloque Ovetense

Oviedo

1917

Sociedad Taramundi Progresista (Instrucción y Protección)

Taramundi

1917

Asociación de Naturales del Concejo de Illano (Instrucción y Beneficencia) ◊ ©

Illano

1917

Club Acebo de Cangas del Narcea (Beneficencia, Instrucción y Recreo) ◊ © (FSA)

Cangas del Narcea

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..

182 Año

moisés llordén miñambres Denominación de la Asociación

Ámbito territorial: Concejo

1917

Club Juventud de Llanera

Llanera

1917

Sociedad “Jovellanos” de ExAlumnos del Plantel Jovellanos

Asturias

1917

Unión Progresista Tinetense de La Habana

Tineo

1917

Unión Allandesa de La Habana ◊ ©

Allande

1917

Club de El Franco ©

El Franco

1919

Sociedad de Instrucción de San Tirso de Abres

San Tirso de Abres

1919

Asociación de Naturales de Vegadeo y sus Contornos ◊ ©

Vegadeo

1919

Sociedad de Hijos del Concejo de Villayón (Instruc. Benefic. y Recreo) ◊ © (FSA)

Villayón

1919

Círculo de Llanera (sustituye al Club de Llanera)

Llanera

1919

Unión de Miranda y Salcedo de La Habana

Belmonte de M. y Grado

1919

Unión de Siero, Sariego y Noreña

Siero, Sariego y Noreña

1919

Naturales del Concejo de Coaña (Instrucción y Recreo)

Coaña

1920

Sociedad de Instrucción y Beneficencia Hijos de Cabranes ◊ ©

Cabranes

1920

Asturias Juvenil de La Habana ©

Asturias

1920

Unión Gozoniega de La Habana (Unión, Protección y Cultura)

Gozón

1921

Unión Hijos de Oviñana Sociedad Benéfica

Cudillero

1921

Hijos de la Parroquia de Labio ◊ ©

Salas

1922

Asociación de Naturales del Concejo de Illas (Beneficen. Instruc. y Recreo) ◊ ©

Illas

1922

Sociedad Protectora de la Instrucción de los Naturales de Salcedo

Salcedo (Grado)

1924

Sociedad de Coyanos en La Habana

Sobrescobio

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..



asociacionismo de la emigración española y asturiana... Año

Denominación de la Asociación

183

Ámbito territorial: Concejo

1924

Sociedad de Hijos de Santo Tomás de Collía

Collía (Parres)

1925

Sociedad de los Naturales del Concejo de Navia (I, B y R) ◊ ©

Navia

1925

Club Ribadesella de La Habana (B, I y R) ◊ ©

Ribadesella

1926

Unión de Naturales de El Franco (Instruc. Recreo y Beneficen.) (FSA)

El Franco

1926

Sociedad de Villaviciosa y Colunga ◊

Villaviciosa y Colunga

1927

Club Yernes y Tameza (Recreo y Protección)

Yernes y Tameza

1927

Naturales del Partido Judicial de Siero (Recreo y Beneficencia) ◊

Siero (Partido Judicial)

1927

Círculo de Oviedo y su Concejo ◊ ©

Oviedo

1927

Club Deportivo Asturias de La Habana (Recreo y Deporte) ◊

Asturias

1928

Naturales del Partido Judicial de Siero ◊

Siero (Partido Judicial)

1928

Federación de Sociedades y Clubs del Occidente de Asturias

Occidente de Asturias

1928

Asociación de Naturales del Concejo de Villaviciosa (Benefic., Instruc. y Recreo)

Villaviciosa

1928

Club de Soto del Barco (Recreo y Cultura) ◊

Soto del Barco

1928

Sociedad Hijos del Concejo de Grandas de Salime (FSA)

Grandas de Salime

1929

Agrupación Benéfica y Cultural de Castropol ◊ (FSA)

Castropol

1930

Hijos del Partido Judicial de Llanes ◊ (FSA)

Llanes (Partido Judicial)

1940

Club de Cangas de Onís, Parres y Amieva (FSA)

C. Onís, Parres y Amieva

1947

Unión Club Allandés (Club Allandés + Unión Allandesa) (FSA)

Allande

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..

184 Año

moisés llordén miñambres Denominación de la Asociación

Ámbito territorial: Concejo

1955

Unión Club Piloñés (Club Piloñés + Unión Piloñesa) © (FSA)

Piloña

1957

Círculo Gijonés (reconstitución del anterior Club Gijonés)

Gijón

1960

Federación Nacional de Sociedades Asturianas radicadas en Cuba

Asturias

1965

Unión Cabranense (Club Cabranes + Sdad. de Cabranes Instruc. y Benefic. Hijos del Concejo de Cabranes)

© Figuraban en el Censo de Sociedades Asturianas de 1926, realizado por el Inspector de Emigración J. Cabronero Uribe. (FSA) Sociedades existentes en 2006 e integradas en la Federación de Sociedades Asturianas en Cuba. ◊ Existentes en mayo de 1936, al celebrarse el cincuentenario del Centro Asturiano de La Habana..

Fuentes: Revista Asturias, La Habana, 1914-1925; Revista El Progreso de Asturias, La Habana, 1919-961.

La mayoría de las sociedades comarcales se constituyeron para fomentar la creación de escuelas de primera enseñanza y de estudios comerciales básicos que posibilitasen la formación de los futuros emigrantes en enseñanzas pragmáticas (conocimientos mercantiles y del idioma inglés), así como su sostenimiento y financiación. Un segundo objetivo de estas asociaciones era la dotación a los lugares de su comarca de mínimos equipamientos cívico-sociales (fuentes, lavaderos, mercados, caminos, cementerios, asilos, hospitales, etc.). Un tercer objetivo, se centraba en la promoción de edificios sociales (casino, sindicatos agrarios), promoción y sostenimiento de sociedades y federaciones agrícolas, a fin de fomentar el desarrollo agrícola en sus comarcas y de sus agricultores. En Buenos Aires, los asociados de estas instituciones se reunían periódicamente, generalmente compartiendo local con otras asociaciones hermanas asturianas, gallegas o castellanas, para compartir entre ellas el alquiler del local y canalizar la mayoría de sus recursos para los fines sociales. Así, la Sociedad Asturiana “Hijos de Libardón” de Protección y Recreo, el Círculo Belmontino, la Unión Allandesa y la Asociación Concejo de Ibias se reunían conjuntamente en la Casa de Asturias en la calle Solís, 1.282, mientras que la Peña Luarquesa y la Sociedad Hijos de Cabranes en Buenos Aires lo hacían en otro local de la misma calle, pero en el núm. 475. La asociación de los Residentes del Concejo de Villayón,



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

185

constituida en 1919, contaba con 130 socios en 1928, y había empleado 19.300 pesos para realizar las obras siguientes: construcción de escuela en Granas (5.000 pesos); construcción del Cementerio de Oneta (4.800 pesos); Lavadero y abrevadero de Baldedo (1.000 pesos); y construcción de las escuelas de Trabada y Busmayor (8.500 pesos). Aunque algunas de estas sociedades no contemplaban en sus estatutos iniciales la celebración de fiestas y banquetes, con el paso del tiempo, la presión de muchos de sus asociados hicieron que se cambiasen los estatutos y se organizasen, al menos el día de la fiesta patronal de su terruño, un banquete para los asociados, con bailes o romería. También, una parte de estas sociedades comarcales radicadas en La Habana, construyeron igualmente Panteones propios en el Cementerio Cristóbal Colón de La Habana, para así, poderles facilitar el último reposo en suelo propio, lo que explica la supervivencia de muchas de estas entidades, cuando hace mucho tiempo que desaparecieron las posibilidades objetivas de cumplir la mayoría de sus fines fundacionales178. Todas estas sociedades premiaban la constancia y dedicación de sus asociados, concediéndoles periódicamente diplomas y distinciones que se entregaban en una fiesta especial de gran asistencia pública. Igualmente se premiaba a aquellos coterráneos de prestigio entre la colectividad española, concediéndoles el título de “Socio de Honor” y/o “Presidente de Honor”, distinciones que en La Habana también era normal concederlas a periodistas que difundían a través de sus medios la labor social de estas sociedades. Era habitual que los asturianos más relevantes de la colectividad pertenecieran a más de una asociación, y los había que eran socios de todas las asociaciones creadas en el ámbito territorial de su concejo o partido judicial. Estos títulos honoríficos también se concedían a españoles notables y prestigiosos, así como a cubanos distinguidos por el comercio, la industria, las ciencias y las letras, además de la política179. A finales de 1904, se estableció la distinción honorífica

I. González-Varas Ibáñez, “Arquitectura funeraria y organización institucional de la emigración: capillas y panteones de las Sociedades Españolas de Beneficencia en la Ciudad de La Habana”, en Actas del Congreso Internacional sobre arquitectura funeraria, Sevilla, 1991. 179 Esto ocurría en sociedades pequeñas y también en las grandes y prestigiosas, como el Centro Asturiano de La Habana, donde entre los Socios de Honor nombrados figuraban relevantes personajes, como los periodistas Nicolás Rivero Muñiz (1905) y Lucio Suárez Solís (1907); profesores universitarios, como Rafael Altamira Crevea (1910) y Rafael Montoro Valdés (1924); emigrantes e inmigrantes exitosos, como Prudencio Rabell y Bill, Claudio 178

186

moisés llordén miñambres

de “Socio de Mérito”180. La que fue otorgada a cuarenta personas, todas de gran relieve en Cuba “y haber honrado la tribuna de nuestro Centro pronunciando desde allá, magistrales oraciones en las diversas Veladas a que se les había invitado”181. Cabe señalar también, que los cargos directivos de las pequeñas asociaciones, especialmente la presidencia, y vicepresidencia, fueron en muchas ocasiones plataformas válidas para la promoción personal de quienes los ostentaban, existiendo bastantes ejemplos de antiguos presidentes de estas entidades que algunos años después, ocuparon la vicepresidencia o presidencia del Centro Asturiano de La Habana, como Domingo Méndez Martínez182, Antonio Méndez y Méndez183, Benjamín Menéndez García184 y José Fernández Gutiérrez185, Luis Fuente Corripio186, etc. López Bru (1923) y Donato Argüelles del Busto (1925); militares, como: general Gerardo Machado Morales (1930), Fulgencio Batista Zaldívar (1936), coronel Carlos Mendieta Montefur (1936) y coronel Federico Laredo Bru (1937), o diplomáticos y políticos españoles, como Juan Pablo de Lojendio (1953) y Francisco Labadie Otermín (1956). 180 Los primeros distinguidos, en la junta general del 31 de julio de 1904 fueron: Rafael Gaytán de Ayala, primer embajador de España en la República Cubana, y Rafael Montoro Valdés, Juan A. del Cueto, Miguel Espinosa, José Antonio Lanuza, Arístides Agüero y Eliseo Giberga. Años más tarde también recibieron esta distinción: Rafael María de Labra (1908), Fermín Canella Secades (1909), Nicanor de las Alas Pumariño (1909), Juan A. Bances Menéndez-Conde (1909), etc. 181 M. Llordén Miñambres, El Centro Asturiano de La Habana (Setenta y cinco años de historia), Fundación Archivo de Indianos, Colombres, 2008, Apéndice núm. 2, pp. 441-442. 182 Nacido en Miudes (El Franco) en 1872 y emigrado a La Habana a los 14 años, trabajó en el ramo del tabaco, llegando a alcanzar una gran fortuna como propietario de la fábrica “El Cuño”. Fue presidente de distintos consejos de administración y de la Sociedad de Naturales de El Franco y Presidente General del Centro Asturiano de La Habana (1933-1934). 183 Nacido en Boal, fue presidente de la Sociedad de Instrucción Naturales del Concejo de Boal y luego Presidente General del Centro Asturiano de La Habana (1942). 184 Natural de San Román de Candamo, emigró a Cuba y se instaló en La Habana, perteneciendo a la firma “Hermanos Menéndez”, propietarios de tabacos Hupman. Fue presidente del Club Candamo y Presidente General del Centro Asturiano (1944-1949). 185 Emigró a Cuba en 1906, siendo su vida en la Isla muy dura hasta que consigue entrar como portero en el Royal Bank of Canadá, fundando en 1911 el Club Candamo, y empieza a estudiar por su cuenta ascendiendo en puestos. En 1915 se nacionaliza Cubano y, después de 23 años, es nombrado director de una sucursal en La Habana. En 1951 se jubila de su puesto en el banco y crea negocios de agricultura y de tabacos en Pinar del Río. Fue presidente del Club Candamo y, primero, Vicepresidente y después Presidente General del Centro Asturiano de La Habana (1956-1958). 186 Nació en Niao (Cabranes), en 1888 y emigra a Cuba en 1900, trabajando inicialmente en una Bodega existente en “Monte y Pila”, a la cual permaneció vinculado toda su



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

187

En 1960 se crea en La Habana la Federación de Sociedades Asturianas radicadas en Cuba que, debido a la incautación del Centro Asturiano de La Habana por el Gobierno revolucionario en 1961, se convertiría en el organismo coordinador de estas sociedades comarcales, concejiles y parroquiales, de las que en 1970 solo continuaban existiendo poco más de una treintena. También en el Río de La Plata se intentó formalizar una Federación de Sociedades Asturianas, celebrándose con tal objetivo sendos congresos, el primero en Buenos Aires en 1950, y el segundo en Rosario de Santa Fe, dos años después, quedando todo pendiente de un tercer congreso que nunca se celebró. Asociaciones asturianas: comarcales, concegiles y de parroquia constituidas en Buenos Aires (Argentina) en el siglo XX Denominación de la Asociación

Finalidades y objetivos

Año

Localidad y Concejo en Asturias

Sdad. Promotora de la Instrucción “Fomento de Libardón”

Protección e Instrucción

1909* Libardón (Colunga)

Centro Asturiano Villamil

Protección, Beneficencia e Instrucc.

1911

Piantón (Vegadeo)

Centro “El Porvenir Asturiano”

Instrucción, Cultura y Ayuda Mutua

1911

Taramundi

+ Centro Juventud Asturiana Siero y Noreña

Recreo, Protección e Instrucción

1918

Siero y Noreña

+ Club Tinetense de Buenos Aires

Cultura Recreativa

1919

Tineo

Sdad. Pro-Escuelas de Santiago de Abres

Instrucción

1921

Santiago de Abres

* Probablemente ** Primero se denominó “Sociedad Concejo de Tineo” + Existían en 1959.

vida, ocupó diferentes cargos empresariales, como presidente del Centro de Detallistas y Presidente de la Federación Nacional de Detallistas desde 1927 a 1954, también fue presidente de Honor de Club Juventud Asturiana y Vicepresidente y Presidente por sustitución reglamentaria del Centro Asturiano de La Habana en 1956.

188

moisés llordén miñambres

Denominación de la Asociación

Finalidades y objetivos

Año

Localidad y Concejo en Asturias

Sociedad Naturales del Concejo de Boal

Instrucción

1923

Boal

Comisión Pro-Escuelas de Emigrante Navia

Instrucción

1923

Navia

+ Sdad. Residentes del Concejo de Villayón

Beneficen. Instruc. 1923 e Protección

Villayón

Centro Cangas del Narcea**

Cultural y Recreativa

1925

Cangas del Narcea

Sociedad Protectora Boalenses Unidos

Cultural y Recreativa

1925

Boal

Centro Taramundés Pro-Escuelas Instrucción

1925

Taramundi

Sdad. Pro-Escuelas “Lolita Pérez”

Instrucción

1926

ViladevelleCastropol

+Sdad. Asturiana “Hijos de Libardón”

Protección y Recreo

1931

LibardónColunga

+Sdad. Residentes Asturianos del Concejo de Ibias

Cultura y Recreativa

1931

Ibias

+ Círculo Belmontino de Buenos Aires

Recreo, Protección e Instrucción

1931

Belmonte de Miranda

Asociación Unión y Progreso del Ayuntamiento de Degaña en Buenos Aires

Protección y Cultura

1932

Degaña

Centro de los Concejos de Oviedo y Gijón

Recreativa y Cultural

1933

Oviedo y Gijón

Centro Riberas del Eo y sus Contornos

Recreativa y Cultural

1933

Vegadeo y Castropol

+ Sdad. Unión Allandesa en Buenos Aires

Cultural y Recreativa

1937

Allande

+ Peña Luarquesa

Cultural y Recreativa

1954

Luarca-Valdés

* Probablemente ** Primero se denominó “Sociedad Concejo de Tineo” + Existían en 1959.



asociacionismo de la emigración española y asturiana... Finalidades y objetivos

Denominación de la Asociación

Año

189

Localidad y Concejo en Asturias

+ Sociedad Hijos de Cabranes

Cultural y Recreativa

1955

Cabranes

+ Círculo de Nava

Cultural y Recreativa

1958

Nava

Club Piloñés de Buenos Aires

Cultural y Recreativa

1960

Piloña

Sdad. “Villaviciosa y su Concejo”

Cultural y Recreativa

1961

Villaviciosa

* Probablemente ** Primero se denominó “Sociedad Concejo de Tineo” + Existían en 1959.

Fuentes: “Censo de Sociedades Españolas en Argentina realizado por el Inspector de Emigración Sr. Fernández Flórez, en Boletín de Emigración, núm. 1, 1927, pp. 285-303; Asociación Patriótica Española, “Sociedades Españolas en Buenos Aires” (1927), mecanografiado; El Heraldo de Asturias, Buenos Aires, 1912-1934; F.V. Sevillano y Carbajal, “Acción social de los españoles en América”, Boletín de la Inspección General de Emigración, 4.ª época, n.º 2, pp. 305-319 (1933). Dirigentes de algunas Asociaciones del Occidente de Asturias NATURALES DEL CONCEJO DE NAVIA

años de directivo

Ignacio García

1930

Julio Méndez López

1936-195455-56-57

Domingo Pérez

1946

José Ramallo García

1947

Manuel Isidro Méndez Alfonso Suárez García

Vicepresidente

1954 1959

José Manuel García González

-

Felipe Alonso García

-

Ángel del Río

-

Alfonso Martínez Fernández

-

José Rodríguez Méndez

-

190

moisés llordén miñambres

NATURALES DEL CONCEJO DE COAÑA

años de directivo

Constantino García Méndez Agustín Pérez Méndez

1930 Vicepresidente

1930

Alejandro Rodríguez

1936

José M. Pérez Gayol

1946

Agapito García y García

1952-1953

José Suárez Pérez

1954-19551956

Manuel García y García

1957-19581959

NATURALES DE EL FRANCO

años de directivo

Antonio San Julián

Presidente

1922

Zoilo López

Vicepresidente

1922

Ramón Díaz

Presidente

1926

HIJOS DEL CONCEJO DE VILLAYÓN

años de directivo

Carlos Fernández Méndez

Presidente

1930-1946

Fermín Suárez

Presidente

1931

H. Fernández

Vicepresidente

1931

Juan Fernández

Presidente

1946

Benigno López Álvarez

Presidente

1952

Avelino Suárez Rodríguez

Presidente

1953

Benjamín Feito

Presidente

1959

UNIÓN DE NATURALES DE EL FRANCO

años de directivo

Aquilino Rocha Bedia

Presidente

1928

Francisco Villamil

Presidente

1929

Zoilo López

Presidente

1930

Manuel Sánchez

Vicepresidente

1930

José Acevedo

Presidente

1933

Jesús Iglesias

Vicepresidente

1933



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

191

Jesús Iglesias Fernández

Presidente

1936 y 1956

Ramón Díaz Anes

Presidente

1946

Antonio Méndez

Presidente

1954

José M.ª Martínez Rguez.

Presidente

1957

Jesús Sánchez Álvarez

Vicepresidente

1957

UNIÓN FRANQUINA

Ramón Díaz

años de directivo

Presidente

CLUB GRANDALÉS

1926 años de directivo

Manuel Mojardín Couso

Presidente

Manuel Arias

Vicepresidente

1931

Eustaquio Rodríguez

Presidente

1936

HIJOS DEL CONCEJO DE GRANDAS DE SALIME

Mariano Soto

Presidente

Nicolás Palmeiro Díaz

Vicepresidente

NATURALES DEL CONCEJO DE IBIAS

1931-1932

años de directivo

1952-1957 1957 años de directivo

Antonio Méndez y Méndez

Presidente

1936

José Fernández

Presidente

1946

NATURALES DEL CONCEJO DE BOAL

Bernardo Álvarez

años de directivo

Presidente

José G. Siñeriz Francisco Bousoño José Martínez Álvarez

Presidente

Celestino Martínez

Presidente

Eduardo Blanco Sánchez Celestino Álvarez

Presidente

Salvador Díaz Rodríguez Jesús García Pérez Fuentes: El Progreso de Asturias, La Habana, 1919-1961.

1912

192

moisés llordén miñambres

Acercamiento al perfil del joven emigrante asturiano a América187 En su mayor parte nacidos en aldeas bien de la marina y también de la montaña, en el seno de una familia humilde pero en absoluto indigente. Desde muy temprana edad los futuros emigrantes tienen referencias claras, aunque no siempre positivas de la emigración a América. En la segunda mitad del siglo XVIII, ya Gaspar Melchor de Jovellanos consideraba que “las transmigraciones a América” eran entonces muy frecuentes y, el espectáculo deslumbrante que causaban a las gentes los retornos “de tiempo en tiempo” de algunos emigrantes “cargados de oro”, cuya ostentación y opulencia eran aumentadas y difundidas “por la opinión hasta los últimos rincones” de esta región188, generaba el deseo de emulación entre los jóvenes asturianos. Y esto sucedía, nos dice el prócer ilustrado asturiano, cuando de un centenar de emigrantes retornaban “dos o tres indianos a perpetuar el mal con el funesto ejemplo de sus fortunas”. Este mito se perpetúa y desde la niñez el futuro emigrante presiente o conoce su próxima partida. Esta se produce en edad infantil, entre 10 y 14 años y, después de disponer de los preceptivos “papeles”, embarcará como pasajero de tercera clase en el puerto más cercano con salidas a ultramar. Por lo general, su salida se produce siempre que haya sido reclamado, auspiciado o por encargo de un pariente cercano o un compoblano ya instalado en el país americano a donde se dirige. El periplo que ha de realizar hasta su llegada a América, en la mayoría de las ocasiones, resultará una auténtica pesadilla, no siempre posible de superar o atenuar con las pretéritas ilusiones depositadas en esa tierra de promisión que para algunos es la llegada que, además, no es alcanzada por todos lo que partieron. Después de superar los envites de la travesía y la llegada a tierra, deberá el recién llegado alcanzar el lugar de destino, en ocasiones una pequeña población del interior de la Isla, para lo cual habrá de salvar las últimas y generalmente no previstas dificultades de la definitiva llegada y, es ahora, cuando el joven inmigrante comienza a sentir añoranza de su tierra y de los suyos, una morriña que se agudiza con los duros, y muchas veces inhumanos, trabajos que en su inicio laborar en Cuba tendrá asignados. Entre otras fuentes que narran las experiencias de muchos emigrantes cuasi niños, seguimos en particular las del periodista y escritor gijonés Alfonso Camín, en Mis Memorias: I. Entre manzanos, México, 1952; II. Entre Palmeras. Vidas emigrantes, México, 1958. 188 G. M. de Jovellanos, Cartas del Viaje a Asturias (Cartas a Ponz), Edición de José Miguel Caso, Ayalga Ediciones, Salinas, 1981, Tomo I, Carta Sexta, pp. 146-147. 187



asociacionismo de la emigración española y asturiana...

193

Pero también por el temor a las peligrosas y habituales enfermedades tropicales que le acechan al llegar, por cuyas consecuencias muchos de los inmigrantes no conseguirían salir de los Hospitales de Caridad, Casa de Beneficencia o Quintas de Salud. A estos contratiempos iniciales, no superados por una parte importante de los inmigrantes, le seguía un largo y solitario camino jalonado de éxitos y de fracasos. Normalmente, para los jóvenes asturianos, aquél se iniciaba al empezar a curtirse con el largo aprendizaje de la “carrera comercial”, generalmente en una “bodega” o en almacén de tejidos. Cuando al cabo del tiempo se produce el retorno del emigrante, si éste regresa en el infortunio, lo que sucede a las más de las veces, la sociedad natal suele repudiarlo, pues no admiten a los americanos “del pote” o “Chupete”, a los indianos “del filu negro” o “de la maleta al agua”, ya que en el regreso únicamente son admitidos y venerados a los triunfadores de la experiencia inmigratoria. A pesar de que en gran parte de los españoles emigrados dominó el individualismo, en las distintas asociaciones que fundaron en la inmigración y, sobre todo entre los auténticos promotores de los distintos modelos societarios, se manifiesta claramente un sentimiento de solidaridad, de generosidad y, en ocasiones, hasta de altruismo. Pero además, de sus acciones se infiere igualmente, un fuerte pragmatismo y realismo, creemos que en parte debido a que las concepciones de nuestros inmigrantes estaban, en gran medida, inmersas del determinismo impuesto por la propia estructura económica existente en su país de origen, en especial la dominante en el medio rural de donde procedían en su mayoría. Finalmente, creemos que estas concepciones fueron también las responsables de que se mantuviera y alimentara la cadena migratoria de la que formaron parte la mayoría de los promotores del asociacionismo y, en consecuencia, el verdadero motor del asociacionismo de los inmigrantes españoles en Ultramar.

La aportación de los indianos a la enseñanza en Cantabria: Las Fundaciones benéfico-docentes (1800-1935) Carmen del Río Diestro Doctora en Historia

En esta exposición intentaré mostrar la incidencia que las Fundaciones Benéfico-Docentes tuvieron en la educación de Cantabria, durante el siglo XIX y en las primeras décadas del XX. La acotación temporal se debe a que es en estas fechas cuando se universaliza la alfabetización en Cantabria, nivel educativo al que tenia acceso la mayoría de la población. A partir de esos años, la colaboración fundacional permanece pero es menos decisiva para la creación de escuelas primarias, no así para los estudios de Secundaria o para los universitarios de carácter eclesiástico. Estas reflexiones son una síntesis de las hipótesis y conclusiones expuestas en mi tesis doctoral, defendida en enero de 2011 en la Universidad de Cantabria, y que fue dirigida por los profesores Germán Rueda Herranz y Manuel Suárez Cortina. 1- La educación en cantabria (1800-1930) La Enseñanza Primaria El proceso de implantación y generalización de la enseñanza pública en España, y también en Cantabria, se produjo en el siglo

196

carmen del río diestro

XIX189. La inquietud por difundir la alfabetización y la educación en este siglo, no fue patrimonio de ninguna posición ideológica en exclusiva. Todos los partidos e ideologías suscribían la idea, de que el progreso del país surgiría de una generalización de la instrucción y de la educación. Esta necesidad se hizo más patente en algunas provincias, y así en el Norte peninsular el saber leer y escribir fue una aspiración consolidada en gran parte de la población, circunstancia que generó una demanda notable de alfabetización, pues estos saberes tenían una utilidad inmediata en la actividad comercial y en la emigración. La escolarización de Cantabria fue un proceso de crecimiento sostenido, en el que se consiguió con notable rapidez la mayoritaria escolarización masculina y una más lenta escolarización femenina, aunque anticipada en varios años sobre el ritmo seguido en el resto del país190.

Sobre analfabetismo y alfabetización se recomienda consultar: Cipolla, C.: Educación y desarrollo en Occidente. Barcelona, 1983. Gil de Zárate, A.: De la instrucción pública en España, Madrid, 1885. Luzuriaga, L.: El analfabetismo en España, Madrid, 1926. Viñao Frago, A.: “Del analfabetismo a la alfabetización. Análisis de una mutación antropológica e historiográfica”, I y II, Historia de la Educación n.º 3 y 4, Salamanca, 1984-1985. Núñez, C.E.: La fuente de la riqueza. Educación y desarrollo económico en la España contemporánea. Madrid, 1992. Sanz Díaz F.: “El proceso de institucionalización e implantación de la primera enseñanza en España (1838-1870)” en Cuadernos de Investigación Histórica, 4 (1980). Turín, I.: La educación y la escuela en España de 1874 a 1902, Madrid, 1967. Escolano, A. Dir.: Leer y escribir en España: doscientos años de alfabetización. Madrid, 1992. Guereña, J. L., Ruiz Berrio, J., Tiana Ferrer, A. Eds.: Historia de la Educación en la España Contemporánea. Diez años de Investigación, Madrid, 1994. Harvey, J. G.: “El legado de la alfabetización: contrastes y contradicciones en la sociedad y la cultura occidentales”, Revista de Educación n.º 288 (1989). Botrel, J. F., Infantes, V., López, F. Dirs.: Historia de la Edición y de la Lectura en España 14721914. F. Germán Sánchez Ruipérez, 2003. 190 Para la historiografía sobre educación y alfabetización en Cantabria se recomienda consultar: Río Diestro, C. y Gómez Ochoa, F., “Cualquier tiempo pasado fue mejor”: La educación en Cantabria en la época contemporánea. Historia de un atraso, en Suárez Cortina, Manuel (Editor): El perfil de “La Montaña”. Santander, 1993. Río Diestro, C. y Gómez Ochoa, F., “La educación en el Santander de entresiglos” en Ajenjo Bulló, X. y Suárez Cortina, M. (Eds.): Santander fin de siglo. Santander, 1998. Río Diestro, C., “El proceso alfabetizador en Cantabria en el s. XIX. Aportación de las Fundaciones en dicho proceso” en Actas I Encuentro de Historia de Cantabria. Santander, 1999. Río Diestro, C., Ángel F. de los Ríos. Un proyecto de Escuela Laica. Universidad de Cantabria, 1999. Río Diestro, C. y Gómez Ochoa, F., “Iglesia y Enseñanza en Cantabria”. La época del Liberalismo (1812-1923), en Maruri Villanueva, R. (Ed.), La Iglesia en Cantabria. Santander, 2000. Río Diestro, C. y Gómez Ochoa, F., “Educación y Enseñanza” en Cantabria siglo XX. Fundación Santillana, 2002. Barrio, A. y Suárez, M., “La historio189



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Cualitativamente la escolarización infantil se efectuó en unas condiciones óptimas, si nos atenemos a la realidad económica de la época. El comercio y la frecuente emigración existente en nuestra provincia dieron inmediata funcionalidad a la alfabetización, y fue un estímulo para que la demanda educativa no quedase limitada a un sector minoritario de la sociedad, sino que afectó a la mayoría de la población cántabra. “El saber leer y escribir” fue una necesidad a satisfacer entre los jóvenes cántabros, probables candidatos a una futura emigración. Además, los recursos educativos se utilizaron racionalmente, adecuándose a la geografía y a la realidad sociocultural y económica de la provincia. La alfabetización cántabra siguió las pautas tradicionales en cuanto al modo de producirse la generalización: la alfabetización masculina precedió a la femenina en varias décadas. Hasta 1860 no contamos con estadísticas fiables, pero si con documentos que nos pueden ofrecer información sobre la primera mitad del siglo: la Memoria de Arce Bodega191 y el Diccionario de Madoz192. La Memoria de Arce Bodega confirma que hacia 1840, en los cinco partidos judiciales visitados, sabían leer el 38% de los niños, escribir el 29% y estaban escolarizados el 76%. En cuanto a las niñas, estaban alfabetizadas el 25% y el 75% estaban sin escolarizar. En los 389 concejos visitados existían 151 escuelas (149 públicas y 2 particulares), de las que 96, el 63,5%, estaban sufragadas total o parcialmente por fundaciones benéficas. La financiación de la enseñanza estaba sufragada del siguiente modo: el 24,3% por los padres y el 75,7% aproximadamente, por rentas fundacionales y fondos de los Ayuntamientos. Pascual Madoz confirma los anteriores datos, pero referidos al conjunto de la provincia. Hacia 1860, el 80% de la población masculina de Cantabria estaba alfabetizada frente a un 22% que presentaba la femenina. La diferencia alfabetizadora entre los dos sexos era llamativa, sobrepasó los cincuenta puntos porcentuales de diferencial, pero las mujeres se beneficiaron de la grafía reciente en Cantabria, perspectivas y problemas” en Suárez Cortina, M., (Ed.): El perfil de “La Montaña”. Santander, 1993. 191 Arce Bodega, José, Memoria sobre la visita general de las escuelas comprendidas en los partidos de Reinosa, Potes, San Vicente de la Barquera, Torrelavega y Cabuérniga. Imp. Martínez, 1849. Fue el primer inspector de Educación en Cantabria (1844) y fundó y fue el primer director de la Escuela de Maestros de Santander. 192 Madoz, Pascual, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1845-50. Ediciones Estudio, 1984.

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rápida escolarización masculina que les precedió, y en el último cuarto de siglo su alfabetización tuvo un gran incremento, llegando en 1910 a universalizarse en la provincia. Santander era la provincia más alfabetizada de España (en 1910 iba a la cabeza con 10 puntos porcentuales sobre la capital de España, y en 1920 superaba en 25% la media nacional), con una alta tasa de alfabetizados: el 103% en la masculina y 12 puntos porcentuales, por debajo, en la femenina. En la segunda parte del siglo, las mujeres habían protagonizado el proceso alfabetizador, casi en exclusiva. El número de escuelas había aumentado correlativamente: 562 (públicas y privadas) según la estadística de 1880, y 719 según la de 1908. Los maestros crecieron en proporción al número de escuelas –315 aproximadamente en el mismo período–, aunque el número real de enseñantes –maestros o no– debía ser muy superior193. En Cantabria el maestro temporero era una figura familiar en determinados municipios, y el inspector Arce Bodega, en su citada Memoria, dejó constancia de ello. En Asturias y en Galicia existía también una figura similar. 193



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El cambio experimentado en estos años fue cualitativo: se extendieron las escuelas de párvulos, aparecieron las escuelas graduadas, se incorporó la mujer de forma notable al proceso de escolarización, y entraron numerosas órdenes religiosas en la provincia, que permitieron extender la Segunda Enseñanza y las de Aplicación en los diferentes pueblos. La diferencia entre una España norteña muy escolarizada y una del sur mayoritariamente analfabeta, seguía vigente. Los partidos judiciales que manifestaron un menor índice de alfabetización fueron: Castro Urdiales, Laredo, San Vicente de la Barquera y Potes. La diferencia oscilaba en 3 ó 4 puntos con relación al resto. Se puede explicar esta diferencia en los tres primeros por la tenencia de puerto de mar, girando su actividad económica en torno a la pesca y a las industrias derivadas de ella, circunstancia económica que exigía largas jornadas de trabajo femenino, retrayendo a los niños de la escuela y generando un mayor absentismo escolar. En el caso de Potes, lo abrupto del relieve y la dificultad de las comunicaciones durante las jornadas invernales dificultaba la escolarización, a no ser que fuera ejercida por el cura, por algún vecino o por un maestro temporero. La implantación de la escuela graduada en la provincia fue tardía. Estos centros educativos se localizaban en núcleos urbanos con una mayor población escolar, y exigían inversiones económicas muy fuertes. En nuestra ciudad fueron pioneras las escuelas del Oeste (que funcionaron como Escuela de Prácticas, Aneja a la Escuela de Magisterio). Las condiciones geográficas de la provincia tampoco favorecían su implantación, por ello la escuela rural fue casi siempre unitaria, de niños, de niñas o mixta. Se consolidó la tendencia del predominio de la enseñanza privada sobre la pública, y como consecuencia, el protagonismo desempeñado por las órdenes religiosas en la educación de las capas más privilegiadas de la sociedad. La presencia de la escuela laica fue tímida, y obedeció más a un deseo de minorías ilustradas liberales que a una demanda social significativa. Su importancia debe ser valorada por la influencia ideológica que ejerció en el entorno educativo, al anticipar los principios de la escuela moderna, y por el prestigio y la relevancia social y profesional de sus representantes. Los rasgos institucionistas, eje modernizador de la pedagogía finisecular, tuvieron escasa presencia en la escolarización cántabra –como en el resto del país– lo que confirma su carácter minoritario y un tanto elitista. La

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Fundación Manuela del Piélago. Comillas.

primera escuela laica en la provincia fue anticipada por la fundación Fernández de los Ríos de Pesquera, en 1880, y en su ideario se plasmaron las nuevas orientaciones pedagógicas: las lecciones experimentales, las visitas a la Naturaleza, la coeducación, la escuela laica y la autonomía de la ciencia, conceptos defendidos desde el ideario de la Institución .Libre de Enseñanza. Con la creación de la Escuela Normal de Maestros (1844), la de Maestras (1915), y la Inspección de Enseñanza Primaria se abordó una profesionalización de la actividad docente. Varios resortes aceleraron la alfabetización en Cantabria: la demanda educativa de la población, la implicación de las elites, el comercio, la emigración y la eficaz utilización de los recursos económicos y humanos disponibles. Esta confluencia de circunstancias permitió a la provincia, en el cambio de siglo, situarse de modo preeminente en el ranking de la escolarización en España. Ello implicó la incorporación masiva de la mujer al proceso de escolarización, en el último cuarto de siglo, propiciándose un cambio social en su papel, tanto en el ámbito rural como en



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Instituto de Santa Clara.

el urbano, pudiendo asumir un mayor protagonismo en las actividades comerciales y sociales194. La Enseñanza Secundaria Las Enseñanzas Secundarias se implantaron con celeridad pues existían varios precedentes en las Escuelas de Náutica y Dibujo, en el Real Seminario Cántabro, en el Colegio Pestalozziano y en el Colegio de los Escolapios de Villacarriedo195. El Instituto de Santander

Clara E. Núñez ha realizado un original planteamiento sobre la educación como generadora de crecimiento económico, en La fuente de la riqueza. Educación y desarrollo económico en la España Contemporánea. Madrid, 1992. 195 Fue fundado por D. Antonio Gutiérrez de la Huerta, hidalgo emigrado a Andalucía que hizo carrera militar, llegando a ser Contable Mayor en Cádiz. El colegio estuvo regido por las Escuelas Pías y fue una institución con gran proyección educativa en la provincia. Su profesorado religioso puso en marcha el Instituto Cantábrico, impartiendo en él enseñanza durante dos cursos. 194

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fue el primero en crearse en el país (1839), según manifiesta Gil de Zárate196. Estas enseñanzas tuvieron amplia difusión en la provincia (dentro de los límites que este nivel implicaba), gracias a la venida, por financiación fundacional, de numerosas órdenes religiosas que atendieron este nivel en diversas localidades de Cantabria: los Escolapios, los Salesianos, los Hermanos de la Salle, los Agustinos, los Paules, los Trapenses, las Hijas de la Caridad, las Carmelitas, fueron algunas de las órdenes venidas para este fin. También numerosos maestros rurales preparaban a los alumnos mejor dotados intelectualmente para estos estudios, examinándose luego, en calidad de libres, en el Instituto de Santander. Su implantación, con todo, fue lenta aunque progresiva, pues la expansión minoritaria de este nivel educativo en las zonas rurales, obedecía fundamentalmente a causas socioeconómicas y no a una minusvaloración de la cultura. La dedicación continuada al estudio privaba al campo de una mano de obra necesaria, por la escasa mecanización de la agricultura, el coste oportunidad que explica Cipolla197, y además, el ejercicio de la vida laboral en la región –ganadera, agraria y esporádicamente comercial– podía afrontarse satisfactoriamente dominando los niveles primarios de enseñanza, de modo, que la funcionalidad de los estudios secundarios no era inmediata. Las mismas circunstancias se repitieron, o mejor, se incrementaron respecto a las enseñanzas universitarias. Existió, pues, una ruptura entre la implantación de las enseñanzas primaria y secundaria –en las que fuimos pioneros– con la universitaria, en la que fuimos muy tardíos. Este último nivel educativo era muy selectivo por su propia naturaleza, y alcanzaba a un sector minoritario de la población. Su política expansiva venía determinada por las autoridades nacionales y no por las municipales o locales, caso de los demás niveles de enseñanza, y en este nivel educativo las fundaciones benéfico-docentes no tuvieron una actuación significativa en la provincia, salvo en la Universidad Pontificia de Comillas, para estudios eclesiásticos.

Gil de Zárate, Antonio, De la Instrucción Pública en España. T. II. Madrid, 1855. Cipolla, Carlo, Educación y desarrollo en Occidente. Ed. Ariel. Barcelona, 1970. El autor explica que la derivación hacia los estudios secundarios de los hijos de las familias rurales, además del coste que suponía el desplazamiento, tenía otro coste añadido que era la privación de mano de obra en el campo, colaboración que había que suplir de algún modo. 196 197



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La no implicación de los notables locales en la financiación de una enseñanza universitaria de carácter civil, privó a esta provincia de dichos estudios, lo que se tradujo en el carácter minoritario de universitarios en nuestra provincia, por tener que trasladarse a Oviedo, a Valladolid, a Salamanca, o a otros destinos para realizarlos, limitando su acceso por motivos económicos. 2- Las fundaciones benéfico-docentes La filantropía cántabra ocupó un singular protagonismo en el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la escolarización regional, ya fuera con donaciones esporádicas –construcción de escuelas, premios, becas, fiestas escolares– o con compromisos permanentes más vinculantes como las fundaciones benéfico-docentes. Las Fundaciones no se limitaban a construir y a dotar escuelas, sino que debían procurar medios económicos a la Fundación erigida (un capital impuesto a una renta fija, fincas, inmuebles, censos, acciones), para que con sus rentas se asegurase permanentemente su funcionamiento, aunque el donante hubiera fallecido. Quizá sea conveniente explicar las características que definen a una fundación, para su mejor comprensión. La Fundación es una institución creada por la voluntad de una o varias personas, con fines no lucrativos, altruistas, con un objetivo o fin clara-

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mente definido, para el cuál se le dota de un patrimonio suficiente, en consonancia con la actividad a desarrollar, con la organización y con la presencia indefinida en el tiempo. Constituida la fundación, ésta adquiere entidad propia e independiente del fundador y puede actuar con autonomía. El donante pierde el dominio y el control sobre los bienes cedidos, produciéndose, de este modo, un trasvase de propiedad individual y determinada a una colectividad. Los bienes quedan afectados a la fundación de forma estable y permanente, al objeto de garantizar su funcionamiento198. Suponen un Portada de escritura fundacional. compromiso superior al que exige una simple donación. La Fundación es una forma de acción social, entendiendo el concepto como el conjunto de esfuerzos de una sociedad, para hacer frente a las necesidades y al aumento de bienestar de los individuos y grupos que la componen, en nuestro caso, las educativas. En ellas intervienen varios sujetos: Los donantes o dadores, los receptores (pobres en algún sentido) y los intermediarios (los patronos, los empleados, la Administración). Es una figura jurídica de gran prestigio en el mundo del Derecho, que fue muy utilizada por los donantes indianos, porque garantizaba el funcionamiento de las instituciones en su ausencia. Se las denomina el “tercer sector”, porque agrupa instituciones promovidas por particulares para atender fines colectivos que afectan al bien común, por lo que están situadas entre el sector público y el sector privado. Son expresión de la capacidad que tiene la sociedad civil para buscar soluciones satisfactorias, a los diversos problemas de interés Entre los especialistas en el tema fundacional se pueden citar a: A. Garrido Falla, L. Cárdenas Hernández, Ignacio Nart, Eduardo García de Enterría, José Luis Piñar Mañas, Ramón Badenes Gasset, A. Sáez de Miera, José L. Yuste Grijalbo, José A. del Campo Arbulo, Jim Joseph, Frits W. Hondius, H. V. Hodson, Shepard Stone, y tantos otros autores cualificados en este campo. 198



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general. Donde exista una sociedad civil fuerte y participativa, crece y se desarrolla el mundo fundacional. La institución de fundaciones parece responder a una necesidad existencial, y refleja la naturaleza social e interdependiente del ser humano. Puede considerarse una institución de carácter universal, porque responde a una aspiración del hombre de cualquier tiempo y de cualquier país: sobrevivir en el tiempo a través de una obra. Las tendencias filantrópicas varían con los tiempos y en la actualidad la actividad fundacional, que ha crecido sorpresivamente199, ha pasado de ser una actividad caritativa y benéfica –inspirada por motivaciones religiosas o por un sentido de redención de culpas– a ser una actuación social y filantrópica, basada más en el interés por la Humanidad. En España y en Cantabria también han evolucionado los fines fundacionales, y así los avances científicos, la modernización sanitaria, la marginalidad, las drogodependencias, los minusválidos o la superior esperanza de vida han encontrado respuesta en el mundo fundacional200. En España, en 1995, estaban reconocidas 1.150 Fundaciones201, y el mayor crecimiento fundacional se había producido en Cataluña con 400 fundaciones (el registro catalán contabilizaba 794), y en la Comunidad Valenciana con 195. En lo que se refiere a Cantabria, según la relación de fundaciones del gobierno regional, existen actualmente 204 fundaciones, de las cuales 112 son docentes (una de ellas, La Fundación Particular Benéfico-Docente de la provincia de Santander agrupa a 110 fundaciones refundidas), 80 asistenciales, 8 culturales y 4 destinadas a fines laborales. Las fundaciones docentes han tenido como objetivo impartir la enseñanza en cualquiera de sus niveles. En Cantabria, las más comunes fueron las destinadas a la Enseñanza Primaria (era el nivel más necesario y El desmesurado crecimiento de las Fundaciones en los últimos tiempos induce a pensar, que esta institución jurídica de tanto prestigio, puede estar siendo utilizada de modo inconveniente por algunos desaprensivos, en cuyo caso, deberán ser sancionados con rigor. 200 El Centro de Fundaciones destaca que los objetivos más perseguidos entre el período 1975-1991 pertenecen a los siguientes campos: Cultura, Investigación, Asistencia Social, Educación, Relaciones Internacionales y Desarrollo Comunitario. Citado por Antonio Saenz de Miera en “Panorámica de las Fundaciones en España” en Hacia una nueva ley de fundaciones. F. Marcelino Botín, Santander, 1992, pág. 33. 201 Fundaciones Culturales Privadas. Registro y Protectorado del Ministerio de Cultura. Registro y Protectorado de las Comunidades Autónomas. Ministerio de Cultura, 1995. 199

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al que tenía acceso la mayoría de los españoles), y las que impartían los Estudios Secundarios y de Aplicación, que fueron atendidas mayoritariamente por órdenes religiosas. Los colegios fundacionales se regían por unas cláusulas que emitía el fundador y que eran de obligado cumplimiento para los docentes que participaban en ella. Cada fundador aportaba un estilo diferente a su institución, y daba preferencia a los estudios comerciales, a los ganaderos y agrícolas, a los náuticos y pesqueros, a los sanitarios, a los mecánicos o a los idiomas, de acuerdo con sus preferencias o su experiencia vital. Eran muy exigentes con el calendario escolar, las horas lectivas, los métodos pedagógicos, la calidad del profesorado y la formación religiosa católica. La enseñanza que proponían estas instituciones, salvo excepciones, respondía a una mentalidad conservadora en el aspecto ideológico, confesionalmente católica, pero eran modernas e innovadoras en el pedagógico y cultural. Eran escuelas muy acreditadas profesionalmente y fueron un factor de modernización en las áreas rurales. Los centros más relevantes y modernos de Cantabria tuvieron su origen en las donaciones



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Agapito Cagiga.

Ángel Fernández de los Ríos.

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Luis M.ª de la Torre.

fundacionales indianas, y de otros notables locales. Tuvieron un carácter eminentemente localista. Se erigían invariablemente en el pueblo de procedencia del donante y ello explica su ruralismo, y también, la desproporción que existía, en ocasiones, entre determinados edificios escolares y el núcleo rural donde se inscribían. La magnificencia del local fundacional mostraba, al igual que la propia vivienda, el estatus del donante y su poderío económico. La institución de una fundación colaboraba a consolidar el reconocimiento social, y favorecía la integración del indiano en los selectos ambientes a los que podía acceder, por su nueva situación económica. Los patronos de la fundación eran comúnmente el fundador o algún pariente que lo representaba, el alcalde del pueblo, el párroco, y en ocasiones, el Obispo. El Protectorado era ejercido por la Junta Provincial de Beneficencia, que cada año exigía la rendición de cuentas a la Fundación, y con su aprobación, acreditaba que la Fundación cumplía adecuadamente los fines fundacionales. 3- Los fundadores Los artífices de esta realidad educativa fueron los fundadores202. Su frecuencia en esta región me hizo sospechar que el acto de fundar quizá fuera una característica de la mentalidad de nuestras elites locales, aun-

He publicado una biografía bastante exhaustiva sobre Ángel Fernández de los Ríos (Universidad de Cantabria, 1999), y además obran en mi poder datos sobre varios donantes (Leopoldo del Valle, Luis M.ª de la Hoz, Joaquín Gómez Hano), que, en el futuro, quizá generen un nuevo trabajo. 202

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que es un fenómeno compartido, en el caso de los indianos, con Asturias, el País Vasco, la Rioja y Galicia. Los donantes que coincidieron en esta práctica filantrópica tenían personalidades y trayectorias humanas diversas y entre ellos podemos encontrar financieros, indianos, periodistas, sacerdotes, empresarios, rentistas, intelectuales, políticos y otros varios profesionales, en definitiva, notables masculinos o femeninos, mayoritariamente con creencias religiosas católicas. Fueron muy numerosas las fundaciones erigidas por los indianos203. El protagonismo asumido por los indianos y notables cántabros en la financiación de la escolarización provincial fue determinante, para lograr la difusión y generalización de la alfabetización en la provincia. Además, las Fundaciones se beneficiaron del espíritu y de la experiencia empresarial de sus fundadores y de sus gestores, y en sus objetivos y en el modo de conseguirlos ha quedado la impronta y la modernidad de muchos empresarios. Responden a la mentalidad pragmática e innovadora de los benefactores que las hicieron posibles, y son el reflejo de su modo de entender la sociedad de su tiempo. Podemos citar entre ellos a Juan Manuel de Manzanedo, a Agapito Cagiga, a Francisco Venero, a Pedro Igareda Balbás, a los hermanos Bernaldo de Quirós, a Antonio López, a Ramón Pelayo y a tantos otros, que con sus fundaciones docentes y asistenciales permitieron crear centros modélicos avanzados, modernizando la sociedad cántabra en los distintos aspectos. Haré un breve perfil biográfico de tres muy representativos. Antonio López

Antonio López..

Antonio López (1817-1883) nació en Comillas (Santander), de familia humilde, y partió como emigrante, primero a Andalucía y más tarde a la Habana. Entre 1831 y 1841 trabajó como dependiente de comercio. En 1847 se asoció con Joaquín Satrústegui y adquirió un navío con el que realizaba el servicio postal del litoral cubano. En 1853 se instaló en Barcelona y estableció una línea de vapores entre Alicante

Tomás Pérez Vejo: “Indianos en Cantabria” en Indianos. Cuadernos del Norte, Caja de Ahorros de Asturias, 1983. Págs. 17-24.

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Seminario de Comillas.

y Marsella. Desde 1861 su naviera cubrió el servicio marítimo entre Cuba y España, y se convierte en un acreditado empresario acumulando una gran fortuna. En 1876, primera guerra cubana, puso sus servicios a disposición del gobierno español y sus barcos transportaron millares de soldados. Creó el Banco Hispano Colonial, que suministró al gobierno grandes créditos para pacificar la isla. En 1878 le fue concedido el título de Marqués de Comillas por su dinamismo empresarial y su patriotismo. En 1881 fundó la Compañía Trasatlántica y la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Fue nombrado Grande de España204.

204 Sobre la trayectoria vital de Antonio López se pueden consultar las siguientes obras: Bahamonde, A. y Cayuela, J. Hacer las Américas. Las elites coloniales españolas en el siglo XIX. 1992. Rodrigo y Alharilla, M.: Antonio López y López (1817-1883), primer Marqués de Comillas: un empresario y sus empresas. 1996; Los marqueses de Comillas 1817-1925: Antonio y Claudio López. 2000. Revuelta González, Manuel, La Compañía de Jesús en la España Contemporánea. Supresión e instalación (1868-1883). Sal Terrae. Universidad Pontificia de Comillas, 1989. Pág. 934. Hernández Sandoica, Elena, “Transporte marítimo y horizonte ultramarino en la España del siglo XIX: La naviera “Antonio López” y el servicio de Correos a las Antillas. Cuadernos de Historia Contemporánea n.º 10. 1998. Págs. 45-70. Universidad Complutense. Madrid.

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Como filántropo educativo dejó en la región la escuela de Trasvía, su barrio natal, el Seminario de Comillas, hoy sede de la Fundación Comillas, además de un importante donativo para construir escuelas en la ciudad de Santander. El Seminario de Comillas fue una fundación universitaria pontificia, de carácter eclesiástico, que formó al clero español con un alto nivel de excelencia, y sus alumnos ocuparon las más altas responsabilidades de la Iglesia española y latinoamericana. En origen, la pretensión del donante era establecer un colegio comercial, al estilo de la Comercial de Deusto, pero los jesuitas le convencieron de la importancia de crear esta institución eclesiástica. Juan Manuel de Manzanedo Nació en Santoña (Santander) el 8 de marzo de 1803, de familia hidalga, aunque con escasos recursos económicos. Pasó su infancia en la villa marinera y tras la prematura muerte de su padre emigró a Cuba, donde un primo, José Jerónimo de Regules, tenía abierta una casa de comercio. Era trabajador, con gran genio comercial y buena figura; su lema preferido era “quien no se embarca no pasa la mar”. Juan Manuel de ManAños más tarde abrió su propia casa de zanedo. comercio y supo aprovechar la coyuntura colonial que le ofreció la metrópoli, esclavitud incluida. Se movía con soltura en los mercados americanos, (Filadelfia, Boston, Nueva York) y logró tan importante patrimonio en los apenas veinte años que permaneció en la isla, que se convirtió en uno de los personajes más influyentes de la sociedad antillana. Su actividad comercial en Cuba se centró en préstamos bancarios, de utillaje y maquinaria para los ingenios y negocios portuarios; en monopolios en la exportación de productos: azúcar y tabaco de las Antillas y harinas y vinos de Castilla. Hacia 1844 inició el trasvase de capital, primero a Londres y luego a París, y regresó, todavía joven, a España donde continuó su actividad empresarial. Invirtió su patrimonio en bienes inmuebles y rústicos, en movimiento portuario, en ferrocarriles y en bienes suntuarios, llegando a ser el mayor contribuyente del País. Ejerció la actividad política: ferviente monárquico y antiabolicionista convencido, participó activamente en la restauración de Alfonso XII. Fue ennoblecido con el marquesado de Manzanedo en 1864 y con el ducado



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Colegio Manzanedo.

de Santoña en 1875; fue Grande de España y Senador vitalicio205. Su actividad filantrópica fue notable: financió el Colegio y Asilo de niñas huérfanas de Pinto (Madrid), el hospital del Niño Jesús, también en Madrid, gestionado por su esposa, y la Fundación del Hospital y del Instituto de Enseñanzas Medias y Escuela de Pilotaje de Santoña. Esta institución tan querida y cuidada por Manzanedo, que todavía está activa, disfrutaba de un monumental edificio y de una excelente dotación de material y de recursos humanos. Fue diseñado por Antonio Ruiz de Salces –que obtuvo con el proyecto el premio nacional de Arquitectura– y posee una preciosa capilla donde reposan los restos del fundador y de parte de la familia.

El perfil biográfico y comercial de Manzanedo ha sido bien estudiado por Ángel Bahamonde y José Cayuela en Hacer las Américas: las elites coloniales del siglo XIX. 1992; sus bienes suntuarios y su lujosa casa ha sido exhaustivamente descrita y fotografiada por Miguel Capella en La Casa palacio de la Cámara de Comercio e Industria, sus antecedentes históricos, su valor artístico actual. Madrid, 1983. También Andrés M. Segovia en Figuras y figurones (Ateneo de Madrid, 1881) nos relata la opulencia y ostentación de Manzanedo. 205

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Ramón Pelayo Ramón Pelayo de la Torriente nació en Valdecilla-Solares (Santander), el 24 de octubre de 1850. Sus padres de origen hidalgo, aunque con una economía media, buscaron el futuro de su hijo en la emigración. A los catorce años emigró a Cuba donde estaba afincada una rama familiar, trabajando como dependiente de comercio en la casa Vea Vellido y Cía, en la que destacó por su capacidad de trabajo y su visión comercial. Compró el ingenio Rosario en Aguacate y lo convirtió en una de las centrales azucareras más potentes del país, con un alto grado de mecanización. Viajó a Estados Unidos para conocer las técnicas más modernas y adquirir la maquinaria Ramón Pelayo. más avanzada. Amigo personal de Henry Ford, cada verano visitaba su fábrica para conocer los últimos avances técnicos. Participaba personalmente en el cultivo del ingenio y mandó construir más de ochenta kilómetros de vías férreas, para comunicar la explotación con los puntos de distribución. Su lema preferido era “que el sol no te coja en la cama”. Era exigente en el trabajo, pero practicó simultaneamente un paternalismo social empresarial, que le llevó a crear barriadas saneadas e higiénicas para sus empleados, y la primera escuela en Aguacate. Formó parte de la sacarocracia y prestó grandes servicios a la Corona cuando estalló la revolución cubana, -su casa y hacienda sirvieron de cuartel a las tropas españolas-, aunque permaneció en el país cuando se proclamó la República y fue consejero económico del primer presidente, debido a su prestigio empresarial. Finalizada su vida como empresario, hacia 1919, se instaló en Valdecilla de forma estable y emprendió una labor filantrópica de tanta repercusión en la región, que le convierte en el mayor mecenas educativo de Cantabria206. Financió numerosos centros educativos: – Las escuelas de Valdecilla, junto con seis casas para los maestros. – Las escuelas y casas de los maestros en Heras, en Orejo, en Elechas, Luis García Ballester y Fernando Salmón han realizado un estupendo trabajo sobre La Casa de Salud Valdecilla. En la Casa Blanca de Valdecilla, residencia última de Ramón Pelayo, se ha instalado un acertado montaje audiovisual que recrea su vida, pero una biografía rigurosa y crítica de este benefactor esta todavía por escribir. 206



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Fundación Comedor de Valdecilla.

en Setién, en Pontejos, en San Salvador, en Riaño, en Mirones, en Bezana, colaborando además con generosos donativos para construir las escuelas de Puente Viesgo, de Ramales, de Asón, de Carriazo, de Cabárceno, de Miera, de Barreda, de Hazas de Cesto y de varias localidades más. – Instituyó una fundación-comedor donde alimentaba, gratuitamente, a más de 60 alumnos durante el curso escolar, y les facilitaba anulmente un lote de ropa para que acudieran vestidos correctamente al colegio. La Casa de Salud Valdecilla es quizá su obra más conocida y valorada, pero colaboró también con la Universidad Central y financió numerosas obras públicas en la provincia. Sojo y Lomba207 calcula que el patrimonio invertido por Ramón Pelayo en actos filantrópicos se aproximó a veintinueve millones quinientas sesenta y ocho mil pesetas. Alfonso XIII le concedió, en 1916, el título de Marqués de Valdecilla, siendo reconocido como Grande de España. Murió en Valdecilla en

Sojo y Lomba, F., Ilustraciones a la Historia de la muy noble y siempre leal Merindad de Trasmiera. I. M. de Ingenieros del Ejército. Madrid, 1931. 207

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1932. 4- Aportación de las fundaciones a la educación en Cantabria Las fundaciones benéfico-docentes –como se puede observar en el mapa– tuvieron gran repercusión en la educación de Cantabria por su número y calidad, y su aportación fue esencial para el desarrollo de la educación en la región: no es exagerado afirmar que más del 60% de la educación cántabra fue financiada por las Fundaciones. Prácticamente en todos los municipios de Cantabria existía alguna fundación de mayor o menor entidad. Los medios humanos y pedagógicos que aportaron fueron del máximo nivel, anticipando servicios a las familias que hoy consideramos socialmente avanzados: • Colegios excelentemente dotados. • Bibliotecas escolares y populares. • Comedores escolares con menús elaborados de modo científico.



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Fundación Gómez Quintana. Suances.

• Roperos, laboratorios, mutualidades, enfermería, huertos escolares. • Formación profesional adecuada al entorno, utilizando instrumentos modernos y avanzados: (Láminas, proyectores, diapositivas, vaca desmontable, compresor para fabricar leche condensada, barco para actividades náutico-pesqueras, bancos de carpintería, máquinas de coser, etc.). Pero además, permitieron la presencia permanente de maestros en los distintos pueblos, que intervenían positivamente en el mundo rural durante sucesivas generaciones. Sabida es la influencia que ejercían los maestros en la sociedad rural del XIX y en los inicios del XX. Para muchas generaciones de campesinos, el maestro y el sacerdote eran la conexión más próxima y permanente con la cultura208. Estas instituciones docentes difundieron las ideas pedagógicas más 208 Sobre la función desempeñada por el maestro en el mundo rural es muy ilustrativo el relato de Manuel Llano, La tía Esperanza.

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Fundación Quirós. Cobreces.

novedosas del momento: Pestalozzi, Froebel, la escuela activa y la Institución Libre de Enseñanza fueron conocidos a través de ellas209 y, aunque no produjo un cambio generalizado de los métodos pedagógicos, puso las bases de un renacimiento pedagógico a nivel provincial, que propició un movimiento asociativo pujante en el Magisterio hacia los años 20, y promovió iniciativas modernizadoras y renovadoras en la educación, a nivel provincial y nacional. En torno a las Escuelas de Valdecilla se proyectaron visitas a diversos centros europeos, se celebraron congresos de maestros para difundir los avances pedagógicos, se editaron periódicos profesionales, se planificaron encuentros locales para difundir los temas educativos y varias actividades más, encaminadas a la mejora profesional docente210. Algunos ejemplos de las dotaciones materiales que varios colegios fundacionales ofrecían, pueden ser muy ilustrativos:

A. Fernández de los Ríos promovió una fundación en Pesquera similar en sus métodos a la Institución Libre de Enseñanza. 210 En Valdecilla se organizaron unas jornadas educativas de carácter nacional, destinadas a la actualización de los maestros, en las que se divulgaron los métodos pedagógicos más novedosos observados en diferentes centros educativos europeos. 209



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Inventario del Colegio Manzanedo Clase de Primeras Letras, Objetos e instrumentos * Una imagen de Nuestro Señor Jesucristo crucificado. * Una mesa escritorio, y otra. * Tres bancos de tres metros y cuarenta centímetros de longitud. * Nueve mesas de escritura de tres metros y treinta y cinco centímetros de longitud, con sus respectivos bancos. * Un tablero grande de madera pintado de negro. * Cuatro tableros de tela pizarra. * Una mesa pequeña. * Dos sillas. * Dos tableros de tela pizarra. * Un mapa mural de España y Portugal en papel barnizado pegado en tela y con medias cañas. * Un mapa pequeño de España y Portugal en papel pegado en tela, barnizado y con medias cañas. * Un tablero contador de números enteros. * Un tablero contador de números quebrados. * Veintisiete metros de escritura con sus respectivos marcos y cristales. * Veintiún tinteros pequeños de plomo. * Una colección de carteles de lectura pegados en tela y barnizados. * Once prontuarios de Ortografía de la Real Academia. * Cuatro Geografías de Vallin. * Diez cartillas agrarias. * Siete libros titulados “Nociones de Higiene Domestica”.

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carmen del río diestro Gabinete Náutico del Colegio Manzanedo

* Un cronómetro de Parkinson número cuatro mil siete. * Uno ídem ídem número cuatro mil diez. * Un Sextante de bronce, en su caja de caoba. * Uno ídem para montar sobre pedestal. * Un pedestal de bronce en su caja de caoba. * Una aguja náutica para marcar el sol en su caja de caoba. * Un horizonte artificial, en su caja de caoba, de mercurio. * Una Bitácora con su armario de caoba y cubilete de metal. * Un barómetro aneroide metálico. * Un estuche matemático blanco. * Un globo celeste. * Otro terrestre. * Una corredera de bronce de patente en su caja de pino. * Una ídem de cordel con su carretel y barquilla. * Dos ampolletas, una de treinta segundos y otra de quince. * Una sondalena de bronce de patente en su caja de pino. * Una ídem de cordel. * Un escandallo de hierro para grandes profundidades. * Una ídem de plomo para profundidades cortas.

– Libros en pasta * Tres tomos tablas de navegación por Mendoza. * Dos ídem ídem, por Calvet. * Un almanaque náutico, del año mil ochocientos setenta y uno. * Tres tomos “Estudios elementales de marina por Ciscar”. * Dos ídem ídem por Mendoza.



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* Un tomo “Tablas de Vázquez Queipo”. Código de señales Telégrafo Marino por Prida. * Un tomo Geografía Física del Mar por Mauri. * Un planisferio celeste. * Un tomo en pasta de Aritmética Mercantil por Castaño. * Otro Teneduría de libros por el mismo autor.

- Libros en rústica * Dos tomos, “Estudios de Navegación” por Mendoza. * Cuatro ídem “Estudios Elementales de Marina” por Ciscar. * Uno ídem, “Tratado de la Ley de las tormentas” por Vircamondo. * Uno ídem “Telégrafo Marino” por Tacon. * Un cuaderno “Tablas para reducción de alturas” por Tomson. * Otro ídem “Ley de Almirantazgo” de mil ochocientos sesenta y nueve. * Uno ídem “Instrucciones para colocar las luces a bordo de los buques”. * Dos ídem “Tratado de navegación” y “Astronomía” de Fontecha. * Uno ídem de “Maniobras” por el mismo autor. * Almanaques náuticos correspondientes a los años de mil ochocientos sesenta y siete, setenta y uno, setenta y dos, setenta y tres, setenta y cuatro, setenta y cinco, setenta y seis, ochenta y uno y ochenta y dos y ochenta y tres.

- Planos generales * Un plano de una parte de la Isla de Cuba, desde “Punta Maisí” hasta “Cayo Fragoro”. * Uno ídem de “Cayo Fragoro” hasta Cabo de San Antonio. * Una ídem del Golfo de Méjico. * Uno ídem de las Islas Lucayas. * Uno ídem del Mar Caribe con las Islas de Santo Domingo y Puerto Rico. * Uno ídem de la Costa Firme y seno Mexicano.

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* Uno ídem del Océano Pacífico. * Uno ídem de la parte norte de Australia. * Uno ídem de la parte Sur de Australia e Isla de Tasmanía. * Uno ídem de una parte de África. * Uno ídem de las Islas Bahamas y una parte de las Islas de Cuba. * Uno ídem del Golfo de Vizcaya que comprende desde el Cabo Machichaco hasta el Plantío de Hamand en Francia. * Uno ídem de la costa de España desde el cabo Ortegal al Río Adour. * Un plano de la costa de Asturias, desde la Punta de Barroca, hasta la Atalaya de Santa Justa. * Uno ídem de la costa de Galicia, desde el Río Miño al cabo Touriñana. * Uno ídem de las costas de Portugal y Galicia, desde el Cabo San Vicente al de Ortegal. * Uno ídem de las Islas Azores o Terceras. * Uno ídem que comprende el Saco de Cádiz y Estrecho de Gibraltar, desde la punta de Europa al cabo de San Vicente con el plano de la bahía de Lagos. * Uno ídem del Río Nervión, hasta Bilbao. * Uno ídem del puerto de Castro y Ensenada de Urdiales. Nota: La relación completa comprende 68 cartas náuticas.

Otra aportación significativa fueron las edificaciones escolares fundacionales, que gozaron de gran calidad arquitectónica, incorporando normalmente viviendas para los maestros. Estos documentos históricos físicos fueron diseñados por arquitectos de reconocido prestigio como Antonio Ruiz de Salces, Joaquín Rucova, Javier González de Riancho, Lavín Casalis, que provocaron una modernización en la arquitectura escolar de la época211. 211 Álvarez Quintana, Covadonga: Indianos y arquitectura en Asturias, (1870-1930). T. I y II. Oviedo, 1989. M. Á. Aramburu Zabala y C. Soldevilla Oria: Arquitectura de los indianos en Cantabria: (siglos XVI-XX): el patrimonio de la emigración trasatlántica. Estudio, 2007. González Ruiz, Juan: Viaje apasionado por las Escuelas de Cantabria. Estudio. Santander, 2011.



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Fundación Velasco. Laredo.

Fundación Barquín. Castro Urdiales.

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Fundación Agapito Cagiga. Revilla de Camargo.

Edificaciones que en la actualidad siguen prestando servicios muy útiles a los respectivos municipios como colegios, o se han transformado en ayuntamientos, casas de cultura, ambulatorios o bibliotecas. Es deseable que sean conservados con la dignidad que merecen, recordando con alguna inscripción a quienes las hicieron posibles, pues es bastante común encontrar en los edificios fundacionales una placa con el nombre del alcalde que lo mando restaurar, ignorando el del donante que lo financió. Podemos pues afirmar, por ello, que: Las escuelas fundacionales de indianos y de otros benefactores, ofrecieron los maestros más formados en el aspecto pedagógico; generalizaron los medios didácticos más modernos; pusieron al alcance de los maestros de la región las tecnologías más avanzadas de la época e impulsaron la profesionalización de los docentes, facilitando su asociacionismo y su revalorización social. Proporcionaron los mejores edificios escolares, modernizando paralelamente la arquitectura escolar nacional. Fueron un revulsivo en los adormecidos espacios rurales de Cantabria, favoreciendo la formación de un capital humano escolarizado y más culto, de suma utilidad para la emigración.

Emigrantes castellanos y leoneses y educación Juan Andrés Blanco Universidad de Salamanca y Director del Centro Asociado de la UNED en Zamora

Rubén Sánchez Centro Asociado de la UNED en Zamora

Amor al terruño, ansias de mejoramiento y amor al saber. Memoria Pro-edificio Escuela de Corporales (1936) (…) los emigrantes han regalado hermosos nidos de piedra para los niños de la escuela. Benito Castrillo Sagredo, ABC, 19 de septiembre de 1927

Introducción Hasta finales de los ochenta del siglo pasado se había prestado poca atención a la emigración castellana y leonesa hacia América en la época contemporánea. Algunas referencias a la emigración soriana asentada en Argentina y poco más. Sin embargo, las cifras de esta emigración son significativas. Las características de las fuentes españolas no nos permiten precisar los datos, en parte por la importancia que la emigración clandestina tiene hasta finales de los años veinte y también por la imposibilidad de determinar qué emigrantes lo hacen más de una vez, pero seguramente que más de 400.000 emigrantes procedentes de las provincias que cons-

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tituyen la actual Castilla y León emprendieron la aventura de “hacer las Américas” en el período que va de 1880 a 1960. Al final de esa década de los ochenta tampoco el mundo académico había prestado atención al intenso proceso asociacionista que los castellanos y leoneses, como el conjunto de los españoles y los de otras nacionalidades, habían llevado a acabo en los lugares donde se habían insertado laboralmente, especialmente en Argentina y Cuba. Sin embargo, hoy sabemos que existen esos espacios de sociabilidad formal desde 1878, cuando se crea en Cuba la Sociedad de Beneficencia de Ambas Castillas y Extremadura, continuada por la Castellana de Beneficencia desde 1885, asociación que sigue existiendo, como también lo hace la Beneficencia Burgalesa que fue fundada en 1893, presidida por el General Santocildes. Desde 1909 existe el Centro Castellano de La Habana, que a finales de los cincuenta contaba con un padrón social de casi 10.000 socios y es continuado hoy por la Agrupación de Sociedades Castellanas y Leonesas. En el caso de la emigración a Argentina, desde principios del siglo pasado se crearon algunas asociaciones provinciales como el Centro Soriano y al iniciarse la tercera década del siglo diversas regionales como el Centro Castilla de Rosario o el Centro Castellano de Santa Fe. Tampoco teníamos apenas conocimiento de un tipo de asociaciones de amplia presencia entre la emigración gallega y asturiana, las sociedades Filantrópicas de atención al lugar de origen, cuando hubo más de 30 (32), ubicadas fundamentalmente en La Habana y Buenos Aires212. Mucho menos sabíamos de la labor de estas asociaciones, entre ellas la educativa, cuando hicieron una cincuentena de iniciativas, especialmente en los lugares de salida, en sus pueblos. Por ello, el estudio que sigue es en realidad introductorio sobre las líneas de la investigación que tenemos en marcha en el Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa respecto a la acción educativa de la emigración de estas tierras, pero entendíamos que era importante dar cuenta de esa actividad hasta el momento bastante desconocida. Educación y emigración En una conocida obra, Blanca Sánchez, al analizar las causas de la emigración, incidía en el hecho del menor nivel de analfabetismo entre los Una referencia a las mismas puede verse en J. A. Blanco Rodríguez: “Castilla y León en América: las asociaciones de los emigrantes”, en Memorias de un sueño. La emigración castellana y leonesa a América. Salamanca, Junta de Castilla y León, 2010, Alianza, pp. 363-389. 212



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emigrantes. Es un aspecto cuestionable en parte, aunque no faltan datos que lo avalan. Por ejemplo, en Soria, en la etapa de emigración en masa, los niveles de analfabetismo son bajos (siendo Soria la décima provincia de mayor alfabetización). Para las provincias de Castilla y León, para 1910, los datos que aporta Blanca Sánchez no son muy definitorios, pues las provincias castellano-leonesas con más emigración son, tras Ávila, las que menor índice de alfabetización tienen (Zamora, 69,55%; Salamanca, 73,52% y León 74,96%)213. Preocupación del emigrante por su educación y la de sus hijos Iniciada la emigración en masa desde estas tierras, tan ligadas al regeneracionismo, precisamente en la etapa de mayor vigencia de esta corriente no es extraño que se preste atención a la educación que los regeneracionistas como Ricardo Macías Picavea o Pedro Dorado Montero demandaban. Así va a ser: Las grandes asociaciones regionales en Cuba reflejan el interés por la educación de sus asociados. A destacar el plantel Jovellanos, del Centro Asturiano, y el Concepción Arenal, del Centro Gallego. Este puede ser un ejemplo que imitan los demás, contando con una amplia oferta educativa: “además de la enseñanza primaria, funciona la Academia del Hogar, Academia de Bellas Artes, Academia de Comercio y Técnica, Preparación profesional, cultura general, y las clases de contabilidad, inglés, taquigrafía, mecanografía, secretariado comercial, algebra, solfeo, piano, instrumentos de cuerda y viento, canto declamación, dibujo, escultura, pintura y la preparación del ingreso al Bachillerato”. Esta oferta educativa sin duda tiene éxito como refleja el dato que nos aporta Álvarez de Azevedo, según el cual, los Centros Gallego, Asturiano y Centro de Dependientes, reunían en 1927 “la impresionante cifra de 8.900 alumnos”214. El Centro Castellano, fundado en abril de 1909, pretende imitar a estos planteles. En 1923 crea el Plantel Cervantes, colegio con docencia diurna y nocturna, abierto fundamentalmente a los socios y sus hijos. Consta de varias escuelas, destacando los estudios de comercio, y se presta especial atención a las clases nocturnas a las que pueden asistir mayor número de socios por su actividad laboral. En 1925, ante las dificultades del Centro Véase B. Sánchez Alonso: Las causas de la emigración española, 1880-1930. Madrid, Alianza, 1994, pp. 298-299. 214 Álvarez de Azevedo, J. M. : La colonia española en la economía cubana. La Habana Ucar García y cía, 1936, p. 132.

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Castellano, y también con las derivadas del traslado de su sede social de Dragones y Prado a Neptuno, que suponen la casi desaparición del Plantel, para evitarlo se funda la sociedad Estudiantil Cervantes, integrada por profesores y alumnos. Pretende englobar a todo el alumnado, y se constituye también en organismo cultural y de recreo, abierto a familiares y amigos de socios. Organizará certámenes culturales, excursiones, encuentro juveniles. A este plantel Cervantes también le afectarán las dificultades de los años 30 y finalmente desaparecerá a finales de 1949. Aunque en su creación se ha incidido en la importancia de la educación, ahora se argumentará desde la Junta Directiva que la finalidad educativa no es la primordial ni primigenia del Centro, sino que lo era “la asistencia de sus enfermedades, beneficencia y recreo”. Considera que hay poca demanda y se pide la supresión por “fracasado, innecesario, antieconómico e insostenible”. No ha atraído nuevos socios y contribuye a empeorar la situación económica del Centro. En realidad su desaparición tiene que ver con el corte de la llegada de nuevos inmigrantes y la tendencia de los instalados desde antes de los años 30 a insertar a sus hijos en el sistema educativo cubano, habiendo los propios socios adquirido la formación imprescindible que buscaban. Una sociedad microterritorial reducida, como es el Club Villarino, que se ha fundado en La Habana en diciembre de 1919, refleja bien ese interés por la educación. No sólo ayudará a la construcción de un módulo de las escuelas en Villarino de los Aires (Salamanca), para lo que realizará una suscripción entre sus asociados, remitiendo una cantidad al afecto, sino que se preocupará especialmente por la educación de sus afiliados. Por iniciativa de D. Francisco Hernández Cruz, Presidente de la sección de enseñanza del Club, siguiendo el ejemplo del Plantel Cervantes del Centro Castellano, el 5 de abril de 1936 (momento por otro lado difícil en la vida de la asociación, recién salida del “Machadato”) se crea un plantel de enseñanza denominado “Gabriel y Galán”. La enseñanza se centra en un principio en los estudios preparatorios para acceso a los Institutos de Segunda enseñanza y a la carrera de Comercio, incorporándose posteriormente los de música y corte y costura para las niñas. El régimen de clases era diurno y nocturno y la enseñanza estaba a cargo de distintos profesores, algunos titulares de Institutos de Enseñanza Secundaria. Mediante una reducida cuota todo asociado e hijo de asociado podía matricularse en el plantel que contribuye a formar un significativo número de futuros alumnos universitarios y de la carrera de Comercio. En 1936 llega a tener 100 alumnos y contribuyó a incrementar la nomina social del Centro



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que alcanza los 120. La puesta en marcha del plantel es posible por los préstamos aportados por algunos de los socios más destacados. Las reducidas cuotas y la insuficiencia de los ingresos derivados de actos de recreo (teatro, festivales, etc.) y propaganda para allegar fondos, junto a la renovación del profesorado, determinan la pronta decadencia del plantel. En 1937 tiene solo 50 alumnos (80 el Club, cuya situación económica se ve comprometida por la existencia del plantel). El esfuerzo del Presidente de la comisión de Instrucción, Jesús Sánchez Viana, determina que en 1938 el plantel recupere, en parte, su pujanza inicial, pero a pesar del incremento de los socios al construirse el panteón, el plantel desaparece definitivamente en 1942. Las razones son similares a las del Plantel Cervantes. Tenemos noticias del intento de otras asociaciones castellanas de crear establecimientos similares. Es el caso de la Sociedad Benéfica Burgalesa, fundada en 1893 en La Habana y dirigida en sus primeros años por relevantes personalidades eclesiásticas y militares. Sin embargo, no tenemos constancia del desarrollo de este proyecto215. Preocupación por sus lugares de origen y confianza regeneracionista en la educación Siempre está presente la preocupación por sus pueblos, y eso es una constante tanto en las asociaciones como en muchos de los emigrantes, en especial los que han alcanzado algún éxito. Y de esa preocupación y contribución se era consciente en la España de la época. En 1916 escribía el soriano Segundo García Romero216, respecto a los muchos emigrantes de su comarca: “los primeros lograron cuantiosas fortunas, que hoy les permiten vivir con desahogo, e impulsar el embellecimiento de su patria chica: a ellos se debe el que estos pueblos hayan prosperado cual ningún otro, en los últimos quince años”217. En la preocupación por explicar la emigración se pone de manifiesto ese interés por sus lugares y su situación. Es el caso del Centro Zamorano Regional Sanabrés de Buenos Aires, continuador de la primitiva “Sociedad Sanabresa de Ayuda Mutua y Recreativa”. Se constituye “no solo para defensa de los que vivimos en esta tierra, sino para la honra de Véase el periódico El Papa-Moscas, 23/2/1913. Que había sido alumno de una escuela financiada desde América y llegaría a ser Director de la Escuela Normal de Soria. 217 Monografía geográfica de E. Royo y Derroñadas. Soria, Impr. de Las Heras Hermanos, p. 9. 215 216

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aquella región comarcal que nos arrojó sin más armas que las que fluyen de nuestro espíritu de lucha, en todos los órdenes de la vida”218. Si bien esta sociedad se declara apolítica y al margen de las cuestiones religiosas, en su revista se incide en las causas del atraso de sus lugares de origen, que se vinculan con la mala política y la mala educación. Caciquismo repugnante que sembraba egoísmos odiosos. Situación que obligaba a los más conscientes a emigrar “ansiosos de perder de vista una situación que no nos es grata, y a la vez para ver si satisfacíamos algunas necesidades de tipo orgánicas unas, y culturales otras”219. En dicha revista se refleja una visión regeneracionista, que está muy presente en las primeras décadas del XX. Se fustiga la “mala política”, la falta de una cultura y una educación, siendo obsoleta la poca que hay, condicionada por una mentalidad y orientación religiosas que se entienden anacrónicas, superadas, que “desconoce por completo la Historia de España y sus grandes hombres, la Geografía, la Aritmética, Gramática” , en línea con las nuevas tendencias educativas vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza y otras propuestas como la del P. Manjón que inspirarán algunas iniciativas, como veremos; pero que en cambio “conocen muy bien el Catecismo, los días de cada santo de todo el año y todo cuanto con la religión romana se relaciona”, provocando un estado espiritual de inconsciencia que solamente, al correr del tiempo, los que se hallan dotados de cierta capacidad, se dan cuenta del estado erróneo en que viven”. Son conscientes de que sin educación no hay futuro para sus pueblos, pueblos para cuyos niños y jóvenes no existe otra carrera “que no sea la tan despreciada por múltiples razones de cura”. Las consecuencias: que de ahí “hayan salido infinidad de curas, pero que no ha salido un solo ingeniero, un solo arquitecto, un solo médico, un solo abogado, un solo profesor, ni siquiera un solo maestro; solamente chacales y más chacales”. Pueblos donde la “escuelita” armoniza con el paisaje, con el caserío de la gente común, pero que al lado se “yergue con toda su majestuosidad la iglesia, símbolo de la desigualdad entre un pueblo que lucha y sufre por elevarse y patriarcas de la humanidad católica que holguean y disfrutan de la riqueza que otros labran”.

218 “Motivos y creación de una institución”, en Revista de la Sociedad Sanabresa, n.º 1, 1946. 219 Escrito de J. M.ª Alonso: “Algo de la vida de Sanabria”, Revista de la Sociedad Sanabresa, 1, 1946.



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Las críticas a la religión se amplían a la Monarquía y al Gobierno, no interesados en crear “ciudadanos libres y útiles a la humanidad, sino súbditos sumisos y obedientes que trabajen sin saber por qué y para qué, porque de su trabajo se encarga el cuerpo de caciques organizado con los hombres más viles de cada pueblo”. Aquí incluso se ensalza la labor pedagógica de la República, que se refleja en el caso de Sanabria en al obra de Alejandro Casona, Una misión pedagógica social en Sanabria, labor que sería cercenada por el fascismo220. Está muy presente en la emigración la idea de que la falta de educación adecuada estaba en la raíz del subdesarrollo. Matías Alonso Criado, emigrante maragato en América, lo exponía rotundamente en una conferencia dada en Astorga en 1888. Para él la educación era el objeto de “los pueblos cultos y piedra angular de su progreso”. Refiriéndose a su comarca natal de la Somoza entendía que era “necesario y urgente: mejorar las escuelas dotándolas de un gimnasio para el desarrollo físico, impidiendo la creciente degeneración; de un terreno para enseñanza elemental agrícola, desarrollando el amor al árbol, fomentando la lectura con una Biblioteca Escolar y dando lecciones dominicales de higiene, completamente desconocidas en la mayoría de los pueblos”221. Para el caso sanabrés, como ponía de manifiesto la revista de su asociación en Buenos Aires, la educación escasa y mal orientada había imposibilitado en el campesinado sanabrés y zamorano lo que se había desarrollado en otras zonas: “el sentido productivo, por carecer de conocimientos técnicos y escuela donde el campesino pudiera alcanzar, aunque más no fuera, principios rudimentarios que más tarde la práctica iría perfeccionando”. Además, la falta de educación fomenta la emigración: “el pueblo está obligado a emigrar porque siente ansias de saber desenvolverse y poder hacer frente a las necesidades de la vida, lo que no puede conseguir porque tanto la instrucción como la educación está circunscrita totalmente a un orden teísta, y en lugar de levantar escuelas de todo orden y en particular para el estudio de los problemas agrarios, se levantan iglesias y conventos”222. De ahí se explica el interés de emigrantes y asociaciones por el desarrollo de la educación en sus lugares de origen. Para el emigrante, pues, emigración y educación son dos aspectos muy unidos. La preocupación educativa de los emigrantes se dividía en dos

Ibidem. Archivo Municipal de Luyego de Somoza: Actas, septiembre de 1888. 222 “Problemas agrarios de España. Motivos de emigración”, en Revista de la Sociedad Sanabresa, n.º 1, 1946. 220 221

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corrientes: aquéllos que pensaban que una educación de calidad supondría un freno para la sangría migratoria que estaba expulsando del país a la mejor mano de obra y aquéllos que planteaban que ya que la emigración era una circunstancia casi inevitable, era preferible que los que salieran lo hicieran en las mejores condiciones de formación. Por este motivo era frecuente que se promovieran estudios de comercio y técnicas agrícolas, ya que el trabajo en el campo y el sector comercial fueron dos de las principales ocupaciones de los emigrantes castellanos y leoneses en América, sin olvidar que la actividad agrícola era la fundamental en sus lugares de origen. Fue una realidad que aquellos emigrantes que salieron mejor preparados son los que más fácilmente triunfaron. Quizás por este motivo, en 1916, un grupo de emigrantes del concejo leonés de Lugueros promovió la realización de un homenaje y un pequeño monumento al que había sido su maestro, Pedro García de Robles, que ejerció su magisterio a principios del siglo XX en el citado concejo. Y por ello también, un aspecto fundamental de la actuación de los emigrantes, tanto en los lugares de acogida como en especial en relación con sus pueblos, serán las iniciativas educativas Iniciativas de impulso individual y colectivo La educación es uno de los motores fundamentales en la constitución de ese tipo de sociedades filantrópicas de apoyo al pueblo, aldea, parroquia, concejo, ayuntamiento, comarca de origen. Muchas veces se las denomina a todas “Sociedad de Instrucción”, aunque este nombre estaría reservado a las que pretenden fomentar la educación en sus lugares de origen. Dentro de los estudios sobre asociacionismo y también desde el ámbito de la Historia de la Educación se ha prestado bastante atención a este tipo de sociedades. Baste recordar los conocidos trabajos de especialistas como Núñez Seixas, Vicente Peña Saavedra, Castrillo Sagredo, Costa Rico, Uría, entre otros, y por tanto no haremos más referencias al desarrollo de estas asociaciones tan frecuentes entre la emigración gallega y asturiana. Nos centraremos en las características que presentan las establecidas por los emigrantes castellanos y leoneses en América, especialmente en Cuba y Argentina. Una parte significativa de las acciones a favor de la educación de los pueblos de origen de los emigrantes, en este caso los castellanos y leoneses, procede de la iniciativa de las mencionadas asociaciones, pero existen otras acciones individuales o colectivas con el mismo fin.



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Fundaciones colectivas. El papel de las “sociedades microterritoriales” La mayoría de las fundaciones o promociones de construcción de obras y escuelas no estatales en Castilla y León fueron iniciativas individuales o familiares, sin embargo también se dieron casos en los que la colectividad de emigrados de una localidad concreta, bien agrupándose de forma puntual para este fin concreto, bien aprovechando estructuras asociativas existentes, promovieron la construcción de escuelas y la realización de mejoras en la instrucción pública de sus respectivos lugares de origen. La mayoría de las asociaciones de emigrantes procedentes de una localidad –las que hemos denominado sociedades microterritoriales–, incluirían la educación y la instrucción entre sus prioridades que en muchas ocasiones se consignaba incluso en sus reglamentos o estatutos. La Sociedad Filantrópica Hijos de Cidones, fundada en Buenos Aires en 1906 por emigrantes naturales de este pueblo soriano, ya consigna en sus estatutos la preocupación por la educación, refiriendo en el punto III del art. 15: “se prestará especial atención preferente, en lo que permita los recursos de nuestra asociación, al fomento de la instrucción primaria”. Casi con idéntica redacción se refiere el art. 19 de los estatutos de la Sociedad Filantrópica Hijos del Royo y Derroñadas, fundada en Buenos Aires en 1899, cuando afirma: “se prestará atención preferente, en lo que permita la índole y recursos de nuestra asociación, al perfeccionamiento y fomento de la instrucción primaria”223. La comparación de estos dos fragmentos estatutarios prácticamente idénticos, nos lleva a pensar que estas sociedades que surgen casi a la vez, utilizan para sus estatutos un modelo común que van adaptando a cada una de sus realidades locales; por otro lado, aunque no conservamos los reglamentos del resto de asociaciones sorianas (que imitan o son imitadas en su modelo de sociedad filantrópica por sus vecinas riojanas de la cercana sierra de Cameros), podemos afirmar que todas ellas incluían en su código estatutario la preocupación por la educación de sus coterráneos. En diciembre de 1923 la revista Burgos, órgano del Centro Burgalés de Buenos Aires, publicaba en su número 17 un artículo titulado “La escuela del porvenir” en el que se defendía el carácter público de la escuela:

Véase estatutos de ambas sociedades. Archivo del Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa. UNED, Zamora. 223

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“Más para que la escuela pública pueda establecer sin vejamen de nadie la igualdad educativa, es necesario darle la forma adecuada a su debido funcionamiento, instalándola en edificios donde toda comodidad tenga su asiento, y dignificar al maestro de modo que no esté subordinado a caciques cuya única cultura es el garabato”. Aún en 1946, la Sociedad Sanabresa de Ayuda Mutua y recreativa de Buenos Aires se quejaba en su revista de la escasa importancia que se le concedía en España a la educación, y por ello “así la emigración ha alcanzado cifras enormes, y mientras otros pueblos cuidan y aumentan el presupuesto de agricultura e instrucción, nuestros gobernantes aumentan en armamento y otros conceptos para hacer una patria –según ellos– de eunucos para poder dominarlos mejor (…) el pueblo está obligado a emigrar porque siente ansias de saber desenvolverse y poder hacer frente a las necesidades de la vida, lo que no puede conseguir porque tanto la instrucción como la educación está circunscrita a un orden teísta, y en lugar de levantar escuelas de todo orden y en particular para el estudio de los problemas agrarios, se levantan iglesias y conventos donde se petrifica la inteligencia del pueblo”. Muchas de estas sociedades fundaron, construyeron o rehabilitaron escuelas y casas escuela, así como enviaron fondos de forma periódica que en muchas ocasiones serían utilizados con fines educativos. Hagamos referencia a las más significativas. La Sociedad Filantrópica de El Royo y Derroñadas se constituye en 1900 con socios en Buenos Aires y también algunos en Soria, contando con dos delgados en esos pueblos. En sus estatutos se resalta: “También se prestará atención preferente, en lo que lo permita la índole y recursos de nuestra asociación, al perfeccionamiento y fomento de la instrucción primaria”224. La escuela de El Royo funciona desde el primer tercio del XIX. En la etapa que va de 1900 a 1930 destaca el apoyo del cura párroco y el ayuntamiento, pero especialmente de los “americanos”, bien sea a título individual o a través de la sociedad Filantrópica “El Royo y Derroñadas”, enviando diversas remesas para la construcción de parte del edificio, material y dotación de premios para los alumnos225. Con aportaciones individuales se construye un nuevo cuerpo del edificio de las escuelas, que se inaugura en 1932. Estas acciones en El Royo y Derroñadas son una Reglamento. Art. 19. Archivo del Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa, UNED Zamora. 225 Se dota un premio de 1.000 pesetas para el alumno más destacado. 224



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muestra de la actuación solidaria de los emigrantes, acción bien visible en las comarcas sorianas de Pinares o El Valle226. También constituida por emigrantes sorianos en Argentina, la Sociedad Filantrópica Hijos de Molinos de Duero patrocina la construcción de sus escuelas, si bien con el apoyo fundamental del emigrante Gregorio de Miguel, que giró al efecto desde Argentina 35.000 pesetas. Por su parte, la Sociedad de Socorros Mutuos “La Visontina”, que reunía a los hijos de Vinuesa radicados en Veracruz (México), mandaba en 1909 un giro para reparar las escuelas de niños y para adquirir material escolar para la escuela de niñas. La Sociedad Filantrópica Hijos de Salduero en Buenos Aires, remitió 23.000 pesos para la escuela de la localidad, mientras que la sociedad Filantrópica Hijos de Oteruelos, radicada también en Buenos Aires, se encargó de la reparación de las viejas, así como de la construcción de un frontón cubierto en 1925. El Club Villarino de La Habana realizó entre sus asociados una suscripción encabezada por una “Comisión Pro Escuelas de Villarino” cuyo monto, complementado por la propia asociación, se elevó a 8.527 pesetas que se remitieron al Ayuntamiento para apoyar la construcción de un nuevo módulo de sus escuelas227. Aunque no fue iniciativa de una sociedad, las escuelas de Corporales, en León, también se edificaron como resultado de una promoción colectiva de los emigrantes. En 1929 los hijos de Corporales emigrados a Tres Arroyos, Coronel Dorrego y González Chaves (Argentina), canalizaron a través del Centro Español de Tres Arroyos 45 donaciones por valor de 24.865 pesetas (en aportaciones de 5 a 2.000) con destino a la construcción de unas escuelas para que los niños del pueblo tuvieran acceso a una buena educación. Las obras se dieron por concluidas en 1936 y con el dinero sobrante se adquirió material escolar y se construyó una central eléctrica para dar servicio al pueblo. La emigración había sido tan densa en esta localidad de la Cabrera leonesa que en 1932 la revista Estampa afirmaba que había más vecinos del pueblo en Argentina que en León. Se trató de un ejemplo de cooperación particular por cuanto la iniciativa es colectiva, pero no parte de ninguna asociación específica de naturales del Corporales –que no la había al menos de forma explícita–, sino que son varios vecinos del pueblo los que ponen 226 Véase la obra El Royo y Derroñadas en la época de la sociedad Filantrópica, 19001936. Soria, Asociación Cultural Comunidad Cintora, El Royo, 2002. 227 Véase J. A. Blanco: ”Emigración y asociaciones salmantinas en Cuba. El Club Villarino”, en Salamanca. Revista de Estudios. n.º 38 (1996) pp. 166-167.

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en marcha una suscripción, canalizada a través del Centro Español de Tres Arroyos, que se extiende a los naturales del pueblo emigrados en esa zona de la Pampa argentina. Tanto los vecinos que se habían quedado en Corporales como aquellos que habían emigrado eran conscientes de que la emigración era casi la única salida para solucionar sus problemas, pero todos estaban de acuerdo en que una buena educación era la llave para culminar la aventura migratoria con cierto éxito: “Los de allá quieren que todos nuestros pibes reciban una buena instrucción. Si nosotros la hubiéramos tenido… ¡América era nuestra!” contestaban al periodista de Estampa en 1932; mientras que los que ya habían emigrado afirman en la memoria enviada tras la culminación de las obras de la escuela: “queremos que todos los hijos de nuestro pueblo estén preparados para luchar en mejores condiciones que nosotros”. En esta misma memoria afirmaban: “el sentimiento de amor al terruño vive latente y quienes luchan en la vida sin otras luces que las que adquirieran por su propio esfuerzo, por su condición de hombres de acción y de trabajo, han querido llevar a sus compatriotas del querido solar de sus mayores la luz brillante de una escuela que forme hombres preparados que triunfen y adelanten al amparo de una mayor cultura e ilustración. Por eso se gestó la idea y la realidad del presente, dice del noble afán de quienes por su contribución y por su esfuerzo vieron coronadas sus aspiraciones al ofrecer a su pueblo natal el edificio donde funciona la escuela, ofrenda simbólica que debe interpretarse a través de este lema: amor al terruño, ansias de mejoramiento y amor al saber”228. Las escuelas de Salientes, localidad del Bierzo leonés, también fueron promovidas y costeadas por la colonia de naturales del pueblo emigrados en Argentina, aunque ignoramos si conformaron una asociación o se trató de una acción puntual. Otras acciones quedaron en proyecto, como el intento que hace la Colonia Berciana de Buenos Aires de fundar en Ponferrada una Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. Fundaciones de iniciativa individual La labor de determinados emigrantes enriquecidos es muy significativa. Aquí juega también el papel de emulación por obras de otros conocidos Estampa de Castilla y León (1932). Selección de artículos etnográficos y costumbristas publicados entre 1928 y 1936. Edición de José Manuel Fraile Gil. Diputación de Salamanca, 1986. 228



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y la intención de dotarse de capital relacional entre sus paisanos a uno y otro lado del Atlántico. La preocupación de los emigrantes por la educación es una constante desde las primeras fases del proceso migratorio. Del mismo modo que muchas asociaciones, muchos emigrantes no canalizaron su preocupación por la instrucción sólo hacia sus lugares de origen, sino que también promovieron diversos proyectos en sus lugares de residencia en América. La promoción y fundación de escuelas por los emigrantes en sus lugares de origen entronca con una larga tradición de fundaciones realizadas por aquellos emigrantes primitivos que se decantaron por hacer “la carrera de Indias” durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y que salpicaron los territorios que hoy constituyen Castilla y León de preceptorías y cátedras de gramática. Existen iniciativas bien conocidas ya desde mediados del siglo XIX. En 1857, el concejo de Vinuesa agradece a Juan Brieba y Muriel, residente en México, el envío de 6.000 reales de vellón con destino a las escuelas de la villa que unos años después se trasladarían al palacio de Don Pedro de Neila, comprado y acondicionado para ese fin por el benefactor Matías Ramos Calonge. Las rentas de este montante serán suficientes para pagar el sueldo de los maestros hasta que el Estado se hizo cargo del mismo. En 1866 Matías Ramos crea una fundación para dar impulso a este proyecto educativo. En dicha fundación se integraban varios familiares de Ramos Calonge, además del párroco y el maestro de Vinuesa229. Años más tarde, el también visontino Silvestre Torroba, primer emigrante de esta localidad a Argentina230, fundará otra institución escolar en Vinuesa, la “Fundación Silvestre Torroba”231, institución benéfica particular y a perpetuidad, y a través de la “Fundación Torroba” costeará en Quintanar, barrio de Vinuesa, el sueldo del maestro. La Fundación Silvestre Torroba fue clausurada en 1920 y la Fundación Torroba pervivió con dificultades algo

AGA: Educación, caja 21/20.303, leg. 8.475/31, exp. 1/1915. Silvestre Torroba Hortal había nacido en Vinuesa en 1834. Con veinte años emigró a Argentina y en los años sesenta se estableció en Chivilcoy con sus hermanos y otros españoles con un negocio de ramos generales que logró extender por la zona central de la provincia de Buenos Aires. Véase A. Berenguer Carisomo: España en la Argentina (ensayo sobre una contribución a la cultura nacional). Buenos aires, (s.n.), 1953, pp. 112-113. 231 Liborio Torroba y Juan Manuel Torroba, entre otros, serán también patronos fundadores, además de la presencia del cura párroco, el alcalde y el juez municipal de Vinuesa. El capital fundacional ascendía a 53.000 pts. de las que 18.000 se dedicarían a la construcción del edificio escolar. AGA: Educación, caja 21/20.303, leg. 8.475/31, exp. 1/1915. 229 230

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más. Finalmente ambas se unieron creando una nueva fundación benéfica particular docente que seguía existiendo en los años cincuenta22. Por su importancia y permanencia en la actualidad –con idénticos fines–, tenemos que destacar la Fundación Mier y Pesado de México D.F. instituida en 1917 por Isabel Pesado, duquesa de Mier, en memoria de su difunto esposo, Antonio de Mier y Celis, afamado banquero y descendiente de una larga saga de financieros con orígenes en el condado palentino de La Pernía. La nómina de estas promociones escolares vinculadas a la emigración es larga y desigual en cuanto a los proyectos, ejecución y resultados. La mayoría se concentran en el primer tercio del siglo XX, coincidiendo con los años en los que el fenómeno migratorio adquiere una mayor densidad. Es un fenómeno eminentemente rural, pues era el medio rural el más castigado por la emigración y las carencias educativas, si bien podemos encontrar alguna promoción que se llevó a cabo en capitales de provincia. Por su envergadura, calidad y trascendencia para su entorno, vamos a destacar las fundaciones de Soto de Sajambre (León) y El Royo y Derroñadas (Soria). Escuela de Soto de Sajambre. León (1906) “He querido hacer la escuela sin subvención ni ayuda de nadie –escribe Félix de Martino en 1906– porque mi propósito es que esa escuela esté dotada de buen material y elementos, lo que unido a un maestro superior que pagaré yo bien, espero que los muchachos llegarán a obtener una instrucción completa que los coloque en condiciones de luchar por la vida como gentes y no como trabajadores o jornaleros. Este es mi fin, y espero que al cabo de 10 ó 15 años habrán salido jóvenes que puedan ser capaces de hacer otros bienes a ese remoto y pobre pueblo”232. Quizás sea ésta la actuación más relevante, por su carácter de acción integral y persistente durante la vida del benefactor, Felix de Martino, que conocía la actuación de otros españoles también emigrantes en México233.

Carta dirigida a Francisco Díaz Caneja el 18/7/1906. En L. Sevilla Gallego: 100 años de una intención. Escuela de Soto de Sajambre. León, Diputación de León/Ayuntamiento de Oseja de Sajambre, 2007. 233 Martino es un personaje vinculado a Asturias. Emigrante en México, asentado primero en Puebla y luego en la capital, será yerno de Íñigo Noriega, al estar casado con su hija Guadalupe, que residirá en el palacio de Colombres alguna temporada. 232



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Como otros, la construcción y puesta en funcionamiento de la escuela se une a otras ayudas, como serán la construcción de la casa consistorial, la fábrica de luz, hidroeléctrica, o el lavadero. Martino, tal como expone él mismo, pretende hacer una obra educativa excelente en todos los aspectos: ubicación, tipo de construcción (“que sea espléndida”), dotación en materiales educativos (“quiero la mejor escuela de la provincia”), implicación social234 y, lo que es más importante, innovadora desde el punto de vista pedagógico: “quiero una escuela buena y dotarla bien después de material y buen maestro. Todo eso cuesta mucho dinero y lo gasto con verdadero gusto para ver si mejora la instrucción y salen hombres de provecho que sean en lo futuro útiles al pueblo y a ellos mismos”235. La construcción se inicia en 1905 y se inaugura como escuela pública el 21 de agosto de 1907236. La finalidad confesa no es caritativa, sino que persigue la regeneración del pueblo, la siembra de “esperanzas de futuro sobre una base firme”, en una zona muy atrasada: “espero que los muchachos llegarán a obtener una instrucción completa que los coloque en condiciones de luchar por la vida como gentes y no como trabajadores y jornaleros. Ese es mi fin, y espero que al cabo de 10 ó 15 años habrán salido jóvenes que puedan ser capaces de hacer otros bienes a ese remoto y pobre pueblo”237. Félix de Martino sigue muy de cerca su proyecto educativo. Selecciona el maestro, D. Leonardo Barriada, que será bien pagado, pero a cambio le exige mantenerse al día en las nuevas corrientes pedagógicas, para lo que costeará su participación en actividades de formación tanto en España como en el extranjero238. En la escuela será visible la aplicación de las nuevas corrientes pedagógicas siguiendo las enseñanzas de Claparede, Ovide Decroly y su “Nueva Escuela” y también se percibe la influencia de las experiencias educativas puestas en marcha por el Padre Manjón239 Auspicia la participación del pueblo en la construcción mediante trabajos diversos y la participación de los padres de los alumnos en algunas actividades, pero sin inmiscuirse en la marcha del centro. 235 Carta a Díaz Caneja, 8/11/1906. 236 Se había ajustado en 29.702,62 pesetas pero el presupuesto final se eleva a más de 65.000. Dispone de un amplio terreno. 237 Carta a Francisco Díaz Caneja, 18/7/1906. 238 Realizará cursos de actualización en Barcelona, León, Oviedo, Madrid e Italia. 239 Enseñanza en contacto con la naturaleza, educación física y cuidado de la salud, excursiones, reforestación, huerto de experimentación. La escuela está bien dotada de 234

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–controla la marcha de la institución, defendiendo la orientación de la escuela incluso frente a los intentos de ingerencia de la Iglesia240–, y se preocupa por la asistencia efectiva de los alumnos, no faltando las recomendaciones a los padres en este sentido241. Para estimular la asistencia y el rendimiento se implementarán incentivaciones frecuentes. Funciona como escuela para niños y niñas organizados en niveles de edad y conocimientos, adaptada a la normativa oficial y en colaboración con la escuela oficial que está en funcionamiento. Finalmente en es reconocida oficialmente en 1926. Tras la muerte de Félix de Martino en 1924 se iniciará una etapa de mayor incertidumbre bajo la dirección de su hijo, Martino Noriega, y la supervisión de su esposa, Guadalupe Noriega. A pesar de que Félix Martino deja un importante legado de más de 200.000 pesetas de apoyo al mantenimiento de la escuela, las dificultades derivadas de la crisis del 29 y la efervescencia política con el establecimiento de la República repercuten en la marcha de esta institución, que momentáneamente se cierra en 1932. En esos años se interrumpe la comunicación de la familia con el maestro que la regenta, que se restablece de nuevo en 1935, prometiendo la viuda de Félix Martino hacerse cargo de las deudas. Tras la guerra civil242, Barriada vuelve a Soto de Sajambre como maestro nacional y la escuela seguirá activa hasta los ochenta243. Sus primeros 25 años de existencia dejan una impronta visible en el pueblo y sus gentes, y varios de los antiguos alumnos serán emigrantes de notable éxito económico en México y Estados Unidos.

gabinete de física. Incluso cuenta con un relieve en piedra tallada de más de 200 metros cuadrados que refleja el mapa de España. 240 No acepta la ampliación de las clases de religión solicitada por el canónigo de Astorga, Moisés Díaz Caneja, al que contesta que la religión debe completarse en casa y no en una escuela que fundó con el fin de que “los niños y niñas adquieran una enseñanza primaria superior”. Carta a Francisco Díaz Caneja, 25/8/1916. 241 Les pide a los padres apoyen la asistencia y no utilicen para el trabajo en periodo escolar a los niños menores de 12 años. 242 Al ocupar las tropas de Franco el pueblo se asentaron en dicha escuela, lo que produjo notable deterioro. 243 Una asociación cultural constituida en este pueblo leonés se ha preocupado de mantener la huella material de al escuela con la ayuda de la institución Parques Nacionales.



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Colegio de Ntra. Sra. Del Carmen de El Royo (1903) y Colegio de los Sagrados Corazones de Derroñadas (1922). No siempre las iniciativas se ajustaran a las nuevas tendencias pedagógicas, o no preferentemente, muy condicionadas por la insistencia en la vertiente religiosa y moral de la educación. Es el caso de otra iniciativa destacada de indianos como será el colegio de Nuestra Señora del Carmen, de El Royo, encomendado a los Marianistas, que tiene como objetivo fundamental la preparación de los jóvenes para su futuro en Chile o Argentina vinculado a las actividades comerciales, sin olvidar la formación profesional de otros jóvenes sorianos y españoles. Se fundó en 1903 y estuvo vigente hasta 1945. Tiene una fuerte impronta religiosa: “debe su existencia a los piadosos sentimientos de dos familias que le fundaron movidas por el amor que profesan a su pueblo natal” (art. 1 de su prospecto). “Tiene por objeto dar a la juventud del país educación y enseñanza cristianas, ofreciendo una cooperación decidida a los padres que deseen conservar y robustecer en sus hijos los hábitos morales y religiosos” (art. 1). “El programa de enseñanza comprende la enseñanza religiosa, la primaria superior y la de las asignaturas preparatorias a la carrera de Comercio” (art. 11). Junto al francés se imparte inglés. También la educación física. Será gratuita para los niños de El Royo, Derroñadas, Langosto y Silvestre, desde los 5 años. Tiene internado también. El colegio de los Sagrados Corazones de Derroñadas se abre en 1922, regentado por las Hijas de la Caridad. Perseguía la instrucción de las jóvenes para adquirir una formación que les sirviera para atender la casa y la familia y el acceso al trabajo. Tenía también régimen de internado. Incorporaba asimismo la función de atención a los ancianos de la Vega Cintora, sirviendo en la práctica como asilo. En esta iniciativa educativa la finalidad religiosa y de fomento de la moralidad están muy presentes: “con el fin de procurar la formación religiosa, intelectual y moral de las niñas y jóvenes de esta región”. (prospecto. Objeto). Pero persigue asimismo una educación integral: “física, intelectual, moral y artística”. Siendo “la educación moral y religiosa base y fundamento de la verdadera educación, sobre todo en la mujer”. Es una escuela menagere244. Para su admisión se precisa petición a la Superiora del

244 G. Martínez de Lara: “La escuela menagere de Derroñadas”, en La Voz de Soria 14/3/1924.

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colegio, partida de nacimiento y bautismo, “la Bula de la Santa Cruzada y la de uso de carnes y certificado médico”. Ambos colegios se deben a la iniciativa de los beneméritos Eusebio y Hemenegildo García Sanz245. Además de estos proyectos llevados a cabo en Soto de Sajambre y en El Roño y Derroñadas, de los que contamos con cierta información, hay que destacar otras muchas fundaciones, unas más modestas, otras más ambiciosas que perseguirían mejorar el acceso a la educación de los pueblos. Mencionaremos algunas de ellas: Escuelas de San Juan y de Santa María de Redondo. Palencia Se construyen en 1907 por iniciativa de Isabel Pesado, vinculada a la familia palentina de los Mier y Pesado, descendientes de Gregorio Mier y Terán, emigrante de gran éxito económico en México. Su hijo, Antonio de Mier y Celis se dedicó a disfrutar de las rentas de su padre y de su título nobiliario sin asumir grandes riesgos económicos. Ocupó importantes puestos en la banca y mantuvo una discreta participación política en el partido conservador durante la época de Porfirio Díaz. Viajó a Europa en 1870, visitando durante dos meses el pueblo de su padre, San Juan de Redondo. Por motivos de salud regresó a Europa para iniciar una cura de baños termales y ya no regresará. En este periodo ejerció de diplomático representando al gobierno de México en numerosas ocasiones. Murió en París en 1899. Isabel Pesado es hija de José-Joaquín Pesado (uno de los literatos más ilustres de México y a su vez hijo de un emigrante gallego que había hecho fortuna en Orizaba). En 1868 se casó con Antonio Mier y Celis, de quien enviudó en 1899, cuando tenía 67 años. Se instaló en París donde murió en 1913246. Escuelas de Quintanilla de Somoza. León Las escuelas de este pueblo de León fueron promovidas y financiadas por Matías Alonso Criado, emigrante en Uruguay, y su familia. Serán

245 Véase El Royo y Derroñadas en la época de la Sociedad Filantrópica, 1900-1930. El Royo, Asociación Cultural Comunidad Cintora, 2002. 246 Véase I. Pesado: Apuntes de viaje de México a Europa en los años 1870-71 y 1872 por Isabel Pesado de Mier. París, Garnier Hnos, 1910. También se ofrece información al respecto en M. Revuelta: “Fianzas y poesía: México y Palencia a través de la familiar Mier y Pesado”, en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, n.º 72 (2001), pp. 5-41.



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construidas en 1908. Matías Alonso Criado nace en Quintanilla de Somoza en 1852. Estudió Leyes, doctorándose en Derecho y Filosofía y Letras en Valladolid en 1873. A punto de formar parte del gabinete del presidente Castelar, cae el gobierno de la República y a consecuencia de estos disturbios se ve obligado a emigrar a América, estableciéndose en Montevideo, donde ejerció como eminente jurista y publicó varias revistas especializadas. En 1877 fundó en Montevideo La Colonia Española, periódico defensor de los intereses españoles en Uruguay. En 1888 publicó la obra “Historia y Geografía del Paraguay”, y fue nombrado Cónsul General de aquella república en España, y delegado especial para la Exposición Universal de Barcelona. En premio a los servicios prestados en ambos cargos, fomentando las relaciones literarias, políticas y comerciales entre España y el Paraguay, el Congreso y Senado de esta república le nombraron, por aclamación, hijo adoptivo y ciudadano honorario del Paraguay; en 1889 fue nombrado Cónsul General del Paraguay en Montevideo247 y en 1893 fue encargado por el Gobierno de Chile del Consulado General chileno en Montevideo. Fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la de Legislación y Jurisprudencia y de la de Escritores y Artistas de Madrid; socio honorario de varias corporaciones científicas de Barcelona, París, Montevideo y Buenos Aires, colaborador en los principales periódicos y revistas ilustradas de España y América. A pesar de su vinculación con la I República, y en agradecimiento a las empresas llevadas a cabo con éxito, el gobierno de España, presidido por Alfonso XIII, le concedió las cruces de Carlos III e Isabel la Católica248. Las escuelas de Quintanilla responden también a una preocupación regeneracionista. El propio Matías Criado, convencido de que la educación era el objeto de “los pueblos cultos y piedra angular de su progreso”249, así lo manifiesta: “Visitando Quintanilla en 1878, 1884 y 1888, quedaba siempre sorprendido de la ruina creciente del pueblo de mi nacimiento, la pobreza e ignorancia de sus habitantes y del abandono de su escuela. (…) creyendo que solo la instrucción y la unión del vecindario de Quintanilla, Ciudad donde también fue presidente del Hospital Español. Véase La Epoca, 23/8/1909 y El Siglo Futuro, 24/8/1909. 248 M. Martínez Martínez: Matías Alonso Criado, un maragato en el IV centenario del descubrimiento de América. Astorga, Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías”, 1992. 249 M. Alonso Criado: Artículo de despedida del fundador, director y ex-propietario de “La Colonia Española”, Montevideo, Imprenta Rural, 1881, p. 12. 247

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puede regenerar éste y abrir un nuevo porvenir a sus hijos, convoque al pueblo a una reunión”. En dicha reunión se comprometía a la financiación de las obras que habían de concluir la edificación de las escuelas comenzada en 1868 y cuya fábrica se encontraba totalmente abandonada y en ruinas. Además de financiar la construcción, se comprometía a donar parte de su biblioteca y hacer las gestiones oportunas ante el ministerio de fomento para dotar a Quintanilla de una biblioteca popular. Unos días antes, en el Casino de Astorga dio una notable conferencia a la que asistieron todas las fuerzas vivas de la ciudad. En ella planteó varias soluciones al estado de postración general de la comarca de la Somoza y del país. En ella afirmaba entre otras muchas soluciones que era necesario y urgente: “Mejorar las escuelas, dotándolas de un Gimnasio para el desarrollo físico, impidiendo la creciente degeneración; de un terreno para enseñanza elemental agrícola, desarrollando el amor al árbol, fomentando la lectura con una Biblioteca Escolar y dando lecciones dominicales de higiene, completamente desconocida en la mayoría de los pueblos”. El proyecto se concretó finalmente en 1908. Años más tarde, en 1953, varios emigrantes de la saga Alonso Criado costearon la construcción de dos casas para los maestros, sobre unos terrenos donados por Serafina Alonso Criado. Escuelas de la “Fundación Fernández” en Quintanilla del Rebollar. Burgos Fundadas en 1914 por Domingo Fernández Peña, emigrante a Cuba250, que donó en 1919 400.000 pts., sobre un terreno cedido por la Junta Vecinal, para que dieran servicio a los niños de Quintanilla del Rebollar, El Rebollar, Redondeo, Herrera, Barcenillas, Hornilla la Torre y Cornejo. Las obras de esas dos escuelas para niños y niñas no culminarían hasta 1934 y estuvieron en funcionamiento 30 años251. Domingo

J. Sainz de Baranda: Apuntes sobre la historia de las Merindades antiguas de Castilla. Burgos, 1952?, pp. 80-81. Véase también B. Castrillo Sagredo: El aporte de los “indianos” a la instrucción pública y al progreso en general de España y su historia. Oviedo, 1926, p. 186. 251 Extracto del testamento de Domingo Fernandez Peña: “El 9 de abril de 1919 don Domingo Fernández peña, de 80 años de edad, soltero, natural de Quintanilla del Rebollar (…) hace testamento ante el notario Don Francisco de Santiago y Marín (…) Lega 400.000 pesetas para la creación y fundación de unas escuelas, gratuitas, en su pueblo, Quintanilla del Rebollar, para los niños y niñas de los pueblos de Quintanilla del Rebollar, el Rebollar, 250



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Fernández Peña falleció en junio de 1919 y la prensa se hizo eco de su labor educativa252. Grupo Escolar Ceferino Díez de Vegaquemada. León (h. 1950) Pablo Díez Fernández será uno de los indianos más relevantes de estas tierras de Castilla y León y merece la pena dar unas pinceladas de su trayectoria vital y empresarial. Nace en Vegaquemada (León) en 1884. A los 12 años se fue a Boñar a estudiar Latín y Humanidades, continuando sus estudios con los Dominicos en Asturias. Ingresó en el monasterio de Corias (Asturias) pero pronto se dio cuenta que su vocación era otra. Llega a México en la primera década del siglo XX y se emplea de contable en una panadería para dar inicio a su carrera como empresario en la industria de la panificación. El fue quien primero estableció en el país una panadería mecanizada y una fábrica de levadura comprimida Leviatán S. A. En 1916 viaja a España, conoce a Rosario Guerrero y se casa con ella. De regreso a México retoma su espíritu filantrópico y junto con su esposa apoya la creación de asilos para ancianos, guarderías y escuelas primarias. En 1925 se asocia con un grupo de amigos para abrir una pequeña cervecera de nombre Modelo con una política de expansión que incluyó la adquisición de plantas cerveceras, fábricas de malta, envases, empaques de cartón, tapas y corcholatas, para convertir a Modelo, con su cerveza estrella Corona (Coronita en España) en un emporio con presencia en cerca de 150 países. Cofundador de Celanse, IEM, Condumex y Fundidora Monterrey, por citar tan solo algunas empresas, Pablo Díez fue condecorado el 8 de julio de 1969 con la Banda de Primera Clase de la orden del Águila Azteca. Murió sin descendencia directa en 1972. En 1950 aportó el dinero necesario para la construcción de las escuelas de su pueblo natal. En 1957 financió una empresa aún más ambiciosa, la reedificación de nueva planta y puesta en funcionamiento del Colegio de

Redondo, Herrera, Hornillalatorre, Barcenillas de Cerezos y Cornejo. Esta institución benéfico-docente ostentará el título de “Fundación Fernández”. De la cantidad legada se destinará la parte necesaria a la adquisición de terreno y construcción de un edificio para dos escuelas (niños y niñas), con habitación, en el mismo edificio, pero independiente del local de las escuelas, para el maestro y la maestra. En la fachada del mismo edifico irá grabado el nombre del donante. Tendrá enseñanza gratuita, con libros y menaje también gratuitos”. Testamento de Domingo Fernandez Peña. Archivo Casa del Parque de Ojo de Guareña, Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León. 252 El Sol, 14/6/1919.

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los PP. Dominicos de la Virgen del Camino, ubicado junto al santuario de la Virgen del mismo nombre. Grupo Escolar Hispano-Argentino. Burgos (1951) Promovido por Bernabé Pérez Ortiz, industrial burgalés emigrante en Argentina, quien fue también su principal benefactor, junto con Marcelino Aduriz, Manuel Aduriz, José Somoza, Miguel García López, Marcelino J. Aduriz, Antonio Equioiz, Alfredo Calleja y Jacinto Rodríguez. Fue inaugurado en 1951. Bernabé Pérez Ortiz nace en Pineda de la Sierra (Burgos) en 1878, en el seno de una familia humilde dedicada a la agricultura. Con 15 años toma la decisión de emigrar a Argentina donde trabaja como aprendiz en una fábrica de tejidos. Con el tiempo regentará una de las firmas más importantes del gremio textil en esa república. Comprometido fuertemente con la causa nacional en la guerra civil española, aportará sustanciosas cantidades de dinero en beneficio de los sublevados. Gran filántropo, destinará importantes sumas de dinero a mejorar las infraestructuras de su pueblo natal así como a desarrollar diversas obras benéficas en Burgos. También colaboró con las obras de la basílica de Ntra. Sra. del Pilar en Zaragoza, dañada por la guerra. Fue condecorado con el título de “hijo Predilecto de Pineda de la Sierra”, la Medalla de Oro de la ciudad de Burgos (1945), la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Orden de Beneficencia. Tiene dedicadas calles en Burgos y en su Pineda de la Sierra natal. Murió el 28 de diciembre de 1957. Escribió los libros Por España y Haciendo Patria. Además de las donaciones para la realización o promoción de una obra completa, conocemos la existencia de numerosas donaciones dinerarias encaminadas a mejorar la instrucción pública de los pueblos, bien fuera para la realización de reparaciones en los edificios escolares, complementar el sueldo de los maestros, la compra de material escolar o bien premiar a los alumnos más aventajados. En este sentido tenemos que destacar la donación de Juan Guereño, emigrante en Argentina y gran benefactor de Crémenes, en León, para la Casa Escuela del pueblo. También fue frecuente que estos benefactores se reunieran con las autoridades en sus visitas a España y mediaran para conseguir mejoras en los pueblos, como las realizadas por el emigrante en México y posteriormente senador por la provincia de Burgos, Bruno Zaldo, ante el Ministerio de Fomento para conseguir una biblioteca popular en Pradoluengo en 1907.



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Aunque la mayoría de promociones llegan hasta mediados de la década de los 50 del siglo pasado, conocemos algunos casos posteriores como el Grupo Escolar Fausto y Nicolas Zapata Molinero que inicia su andadura en el pueblo zamorano de Gema del Vino en 1978, habiendo sido donado por la familia Zapata Molinero, emigrantes a México. O las Escuelas de Moncalvillo, en Soria, que fueron promocionadas en la década de los 70 por el emigrante a México Matías E. de la Fuente y su esposa Clara Aguilar. Fieles a sus ideales regeneracionistas muchos de estos benefactores, además de contribuir económicamente con los fines educativos, fomentaron unos valores acordes a la pedagogía regeneracionista, impulsando las actividades deportivas, las prácticas en la naturaleza, la experimentación agraria etc. En este sentido destaca la promoción de las llamadas “fiestas del árbol” de las que tenemos constancia en las escuelas de Rodiezmo, Soto de Sajambre, Quintanilla de Somoza y Pradoluengo. En esta última localidad burgalesa aún se celebra y en ella se canta un himno en honor del fundador de las escuelas, Adolfo Espinosa. Fundaciones mixtas En numerosas ocasiones es difícil determinar hasta donde llega la responsabilidad de una sociedad filantrópica en una determinada acción benéfica y donde comienzan las responsabilidades de benefactores individuales que con mucha frecuencia también desempeñaban puestos de responsabilidad en las mismas sociedades. Un caso que ilustra perfectamente este aspecto está constituido por las mencionadas escuelas de El Royo, cuyo edificio se completa en 1932 con aportaciones de los hermanos García Marín (Domingo, Manuel y Cándido)253. Se completa así un edificio ya levantado con donativos de emigrantes en Buenos Aires, construido en el XIX254. En esta localidad soriana la citada Sociedad Filantrópica Hijos del Royo y Derroñadas contribuyó “decisivamente al fomento de la enseñanza”, según se refleja en el periódico La Voz de Soria255. En realidad, tras reparar el primitivo edificio, la sociedad edificó en 1932 el segundo

La Voz de Soria 3/9/1932. En El Avisador Numantino del 27 de junio de 1902 se constata que la escuela “fue construida aún no hace muchos años con donativos de Buenos Aires que ascendieron a tres mil pesetas”. 255 26/9/1922. 253 254

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cuerpo de las escuelas de El Royo, con un montante de 15.000 pts., además de adquirir material escolar y premiar el esfuerzo de los estudiantes con un premio de 100 pts. para el más aventajado. Sin embargo esta acción, aunque contó con la cobertura de la sociedad filantrópica, fue debida sobre todo al empeño de los hermanos Cándido, Domingo y Manuel García Martín. Algo parecido sucede con los hermanos García, que si bien promovieron grandes obras en El Royo y en Derroñadas, fueron hombres importantes en el seno de la sociedad filantrópica del pueblo en Buenos Aires. De hecho, Eusebio García fue su fundador y primer presidente. En el conjunto de actuaciones de los emigrantes procedentes de las tierras de la actual Castilla y León, las iniciativas en pro de la mejora de las expectativas educativas de sus pueblos ocupan sin duda un lugar destacado. Por desgracia, la desaparición de la documentación de las sociedades Filantrópicas ya extinguidas, que son la mayoría (en buena medida también porque al no adquirir personalidad jurídica en los lugares de asentamiento no nos queda la documentación administrativa en manos del órgano competente de su control), la dificultad para rastrear la propia de los archivos privados de algunos de esos emigrantes más destacados y la desaparición de mucha de la presente en su momento en los respectivos archivos municipales, no nos permite un análisis más en profundidad de esa extraordinaria labor cultural y educativa que sigue presente en la memoria de algunos de los pueblos de las comarcas más afectadas por la emigración a América. Las fuentes orales y las escasas de la prensa sólo sirven para paliar esa deficiencia. APÉNDICE Relación de otras acciones de carácter educativo Escuelas de Abéjar. Soria (1870) Fomentadas por Anselmo de la Rendera, emigrante hijo del pueblo256. Escuelas de Torrepadre. Burgos (1905) Fundadas por el emigrante a América Gabino Nieto Casayús en 1905. Del expediente existente en el AGA, que permite seguir la marcha económica de la institución para el periodo que va de 1907 a 1912, se deduce que habían sido creadas para “el mejoramiento de la enseñanza pública 256

B. Castrillo Sagredo: El aporte de los “Indianos… Ob. cit., p. 188.



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en la escuela municipal de Torrepadre, pero que ese fin no se ha cumplido “con todo el celo e interés que merece el benéfico propósito del fundador, ya que el patronato no ha llevado a cabo las reformas proyectadas pro el propio Gabino Nieto”257. Escuelas de Reyero. León (1908) Construidas gracias a la donación de 5.000 pts., que sirven para adecentar el antiguo edifico que era reducido y sin las condiciones higiénicopedagógicas necesarias. La remesa es enviada al Rector de la Universidad de Oviedo por los emigrantes en Argentina Agustín Reguera y Manuel Hurtado258. Escuelas de Criales de Losa. Burgos (1912) Fundadas por Julián de la Presa Zorrilla, emigrante en La Habana, que en su testamento dona 15.000 pesos cubanos en 1912 para que fueran destinados a la construcción de una escuela259. Escuelas de Sena de Luna. León (1915) Promocionadas por Paulino García Gago, emigrante en Argentina y gran benefactor del pueblo de Sena de Luna, donde también contribuyó con otros proyectos y promocionó distintas obras. Paulino Gago encabezó una numerosa suscripción en la que participaron también Dionisio y Nemesio Fernández, Remigio y Ricardo Hidalgo. Las obras tuvieron un montante total de 49.102 pts. y las escuelas se inauguraron con gran boato en septiembre de 1915260. Además de esta escuela fundó otras en

AGA: Educación, Caja 21/20.302, Leg. 8.474/159. Archivo Histórico de la Universidad de Oviedo: fondo Fermín Canella, carpeta enseñanza. El Diario de León e hace eco de esta donación en su número de 19 de diciembre de 1908. 259 Julián de la Presa Zorrilla, fue propietario de la ferretería “La Machina”, en La Habana y socio fundador de la Sociedad Benéfica Burgalesa de Cuba. Véase J. García Sáinz de Baranda: Apuntes sobre la historia de las Merindades antiguas de Castilla. Burgos, 1952, p. 481. También El Papa-Moscas, 23/2/1913. Según este periódico, la donación habría sido de 15.000 duros. Habría entregado otros 2.000 para el plantel proyectado por la Sociedad Burgalesa, de la que no tenemos constancia de su existencia. 260 Paulino García, consejero del Banco Hispano Americano e importante propietario de tierras, encabezó una suscripción en la que participaron de forma destacada también Dionisio y Nemesio Fernández, Remigio y Ricardo Hidalgo y Jenaro García. Véase el Heraldo de León, 21/9/1915 y El Distrito Universitario, 24/9/1915. 257 258

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todos los pueblos del antiguo municipio de Láncara de Luna (hoy desaparecidas bajo las aguas del embalse de Barros de Luna). Escuelas de Castrobarto de Losa. Burgos (h. 1920) Fabián Ortiz y F. Alonso Calvo, emigrantes a América, donan 250 pts. y 335 rs y una casa para el maestro hacia 1920261. Grupo Escolar de Monasterio de Rodilla. Burgos (1921) Fundadas en 1921 por Aquilino Puerta, emigrante en Argentina, que donó 60.000 pts. para la construcción. Aquilino Puerta fue el primer presidente de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Pigüé, constituida el 14 de junio de 1894 apenas a 10 años de la fundación de la ciudad. En esta misma ciudad fundó, junto con Eliseo Albornoz, el periódico “El Independiente”262. Escuelas de Pradoluengo. Burgos (1921) Fundadas por Adolfo Espinosa, emigrante a México, con un montante de 300.000 pts. Escuelas de Atapuerca. Burgos (1927) Fundada por Pablo García Virumbrales (o Vilumbrales), emigrante a México. Se terminan de construir en 1930, tres años después de la muerte del donante en Puebla de los Ángeles. Pablo García Virumbrales, de Atapuerca, Burgos, deja en su testamento el valor de bonus y acciones que tiene en el Nacional City Bank de New York (si no acreditan el parentesco sus sobrinas carnales y cuñadas a las que deja 1.000 pesos a cada una) para su pueblo, “para que el ayuntamiento de dicho pueblo reciba esa herencia y la dedique al fomento de la institución de los niños de ambos sexos”. Atapuerca recibe en 1930 166.821 pesetas de ese legado. Según comunica el alcalde en 1933, ese dinero se dedicó efectivamente a las escuelas. Escuelas de Trévago. Soria (1928) Promovidas y donadas por Mariano de Lázaro Aguado, emigrante en Argentina. Véase J. García Sáinz de Baranda: Apuntes sobre la historia de las Merindades… ob. cit., p. 477. 262 Véase La Voz de Castilla, 14/3/1920, y ABC, 19/6/1927. 261



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Escuelas de Cadagua. Burgos (1930) Fundadas por Alfonso Gómez de Mena, hacia 1930. La escuela estaba dotada con amplia biblioteca y varios campos de recreo. Alfonso Gómez de Mena era hijo de Andrés Gómez de Mena, poderoso industrial azucarero afincado en Cuba. Casa de la Escuela. Tremaya. Palencia (h. 1930) Donada por Francisco Buedo, emigrante en Argentina, hacia 1930. Sus descendientes regentaron la Banca Buedo, fundada por él y radicada en Buenos Aires. Escuelas de Santiagomillas. León (h. 1930) Promovidas por el emigrante a Argentina Ventura Alonso. Escuelas de Rodiezmo. León (h. 1930) Promocionadas por las familias Bayón y Castañón, emigrantes en México y grandes benefactores de la localidad. Escuelas de Villalibre de Somoza. León (1947) Construidas gracias a la donación de Pascual Morán Pérez, emigrante en Cienfuegos, Cuba, y gran benefactor de la localidad. Ya en 1910 se registra una remesa de 75 pts. para repartirlas en calidad de premio a los alumnos más aventajados de la escuela. Escuelas de La Alameda. Soria (h. 1950) Escuelas de Maraña. León (1948-51) Promovidas y financiadas por los hermanos Raimundo, Demetrio, Bonifacio y Antonio Alonso Muñiz, emigrantes de Maraña en México. Grupo escolar Benito e Isabel Zapata Molinero. Gema del Vino. Zamora (1954) Donado en 1954 por el emigrante a México, Cayo Zapata Molinero. Fue inaugurado en 1958 con presencia del ministro de Educación Nacional, D. Jesús Rubio. Las obras tuvieron un montante de 1.300.300 pts. Escuelas de Bedón. Burgos (s/f) Fundada por Celedonio Pereda, emigrante en Argentina.

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Escuelas de Lumeras. León (s/f) Escuelas de Magaña. Soria (s/f) Construidas gracias a la donación del emigrante Buenaventura Herrero. Escuelas de Huérteles. Soria (s/f) Donación del emigrante en Bolivia Andrés Laya, con un montante de 18.000 pts. Escuelas de Recuerda. Soria (s/f) Donación del emigrante Antonio Martín Ayuso. Escuelas de Duruelo. Soria (s/f) Donadas por el joyero Nicolás Asenjo. Escuelas de Covaleda. Soria (s/f) Donadas por Hermógenes Llorente, emigrante en Argentina. Anualmente enviaba dinero al ayuntamiento para material escolar. Asimismo, Benito Castrillo Sagredo da cuenta de aportaciones recibidas desde América para mejorar la instrucción pública de los pueblos burgaleses de Cubillos de Losa, Villalba de Losa, Sopeña, Baranda, Bercedo, Quintanilla de Sopeña, Quintanilla de Pienza, Villasante, Retuerta, Cardiñanos, Castresana de Losa, Quincoces de Yuso, Río de Losa, San Lorente de Losa, Villaluenga, Concejero, Irus de Mena, Montejo de San Miguel, Zazuar.

“As escolas como narrativas do êxito do emigrante. A acção dos ‘brasileiros’ a favor da instrução pública” Margarida Louro Felgueiras Faculdade de Psicologia e Ciências da Educação/CIIE Universidade do Porto

1. Introdução O interesse pelo estudo da rede e dos espaços escolares é relativamente recente na historiografia da educação. São da década de 90 do século XX os estudos sobre os espaços escolares, onde se salienta, em Portugal o trabalho pioneiro do Ministério da Educação dirigido por Filomena Beja (1990) e Silva (2002), em Espanha os instigadores trabalhos de Viñao (1993, 1998) e Escolano (1998, 2000), no Brasil Faria Filho (1998), Faria Filho e Vidal (2000), Bencostta (2005), Bufa e Pinto (2002),Werle et al. (2007), na Argentina Montenegro(2002). Em França já em 1982 Bernard Toulier publicava um artigo na revista Histoire de L’éducation, para em 2004 aparecer um número especial dedicado à arquitectura escolar sob a direcção de Ane-Marie Châtelet e Marc le Coeur. Para Inglaterra registámos o artigo de Catherine Burke (2005). Num país marcado desde o século XIV por partidas e chegadas de naus transportando gentes e narrativas diversas, de outros mundos e outras vidas, os emigrantes, seus percursos e acções, têm sido um objecto de estudo na história económica e social, de que não farei o seu mapeamento, por ficar fora do âmbito deste trabalho. Assinalo, apenas, os trabalhos de Jorge Alves desde 1993, pois são da maior importância

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pela atenção que dedicou às questões da literacia da população emigrante e da acção dos “brasileiros” no retorno a Portugal. O trabalho de Filomena Beja despertou a nossa atenção mas só em 1999, a propósito da preparação das comemorações dos 500 anos da chegada ao Brasil, iniciei o estudo sobre os edifícios escolares. Nem a emigração nem a arquitectura em si são o escopo da minha pesquisa em história da educação. Cruzei-me com estes temas de forma quase acidental, por injunção social. Reforçaram em mim a vontade de abordar a realidade educativa a partir dos actores não institucionais, do seu contributo para a circulação de modelos, materiais e ideias pedagógicas e da materialidade que a testemunha263. A nossa abordagem tem como finalidade compreender o processo civilizacional marcado pela escolarização das massas populares, identificando agentes, negociações e obstáculos. Ao procurar traçar a rede escolar no século XIX e XX deslocamos o foco dos discursos do poder para a acção concreta dos grupos sociais intervenientes na construção do parque escolar e permite-nos questionar a vontade e a capacidade políticas do Estado, de concretizar a ilustração do povo. Procuramos, através dos vestígios da arquitectura escolar rastrear a acção dos “brasileiros” em prol da educação, o que implica ter como pano de fundo a problemática da emigração e o quadro económico, social e político em que se desenvolve. Tarefa para a qual só poderíamos dar um pequeno contributo, dada a sua imensidão, mas que permitiria ir questionando, cada vez com mais segurança empírica, o papel do Estado, mostrando a necessidade de uma investigação histórica a partir de baixo, dos resíduos da cultura material. Esta abordagem permite questionar os discursos dos diversos poderes e reencontrar os actores da história, inseridos nos grupos, nos locais de vida e nos seus espaços simbólicos. É nesta perspectiva que temos trabalhado a acção dos emigrantes regressados do Brasil –“os brasileiros”– as escolas doadas, a arquitectura escolar e sua distribuição geográfica (Felgueiras: 2000, 2004, 2007, 2009). Neste trajecto temos dado particular ênfase às escolas doadas ao Estado, procurando identificar as diversas formas que a iniciativa civil tomou nesse processo. Ao mesmo tempo aumentou o interesse pela circulação de pessoas, quer em movimentos migratórios, Sobre o papel dos emigrantes na educação ver para a Galiza, Peña Saavedra, VicenteAs escolas que viñeron de alén mar. (Galicia ss. XVII-XXI). Algunhas réplicas dende terras lusas. In Revista da Faculdade de Letras. História. Porto, III Série, vol. 3, 2002, pp. 245-262. 263



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viagens ou exílios, e o seu contributo para o cruzamento de simbologias e realidades na construção da educação. Esta comunicação pretende sintetizar o trabalho que temos realizado no rastrear da acção dos “brasileiros” no século XIX e início do XX no Norte de Portugal em prol da escolarização básica. Daí a referência a trabalhos produzidos recentemente e que trazem contributos para o tema. Como fontes utilizamos testamentos, legislação, actas e correspondência para e de diversas autoridades administrativas (Câmaras, Governos Civis, Inspectores escolares, Junta Geral do Distrito), presentes em arquivos municipais e distritais e registos de imprensa local ou nacional. 2. O apelo à instrução e à iniciativa civil 2.1. Mentalidade e subjectividade A acção dos “brasileiros” em prol da educação insere-se no que podemos designar de filantropia em que, como Jorge Alves264 refere, o dar tem como contrapartida receber. O ideal filantrópico está presente no positivismo, no pensamento maçónico e no republicanismo e opõe-se à caridade que considera avulsa, desorganizada, efémera, que promove a preguiça e a degenerescência humanas. Pelo contrário, o conceito de filantropia afirma o carácter laico da benemerência, exaltando a fé na ciência, na filosofia positivista e no Progresso, como forma de construção da felicidade social. Neste sentido proclama a crença no trabalho como instrumento de regeneração moral, social, económica. Considera importante a acção cívica organizada, com o apoio e controlo do Estado, actuando sobretudo na prevenção, quer pela formação moral e técnica do trabalhador quer das crianças, como forma de prevenir o crime e tornar os cidadãos úteis a si e à sociedade. Tendo como fundamento ideológico a “degenerescência”, opõe-se à caridade que não sendo estruturada acaba por promover a preguiça e o vício, causas dessa degenerescência. É neste contexto que grupos de cidadãos, notáveis locais ou emigrantes de sucesso iniciaram ofertas ao poder local ou ao Estado, sob a forma de construção de edifícios escolares, assim como de dinheiro para a compra de livros, prémios aos melhores alunos ou aos professores que tivessem 264 Alves, Jorge F., Emigração e Educação. In Felgueiras, M.L.; Vieira, Carlos Eduardo (edit.) Cultura Escolar, Migrações e Cidadania. Porto, SPCE, 2010, pág. 91.

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levado, com êxito, alunos a exame final. Alguns deles aproveitavam o benefício que lhes era concedido de poderem indicar o nome do primeiro professor/a a ocupar o cargo, consolidando o seu campo de influência, pelos laços de dependência que propiciava. Recebiam louvores ou títulos de nobilitação, dependendo do valor dos donativos em causa. Nesse sentido, a construção de escola aparece como uma oportunidade de narrar socialmente o êxito da emigração, apagando o estigma da pobreza e permitindo a vivência do retorno num ambiente de reconhecimento social, junto dos seus familiares e conterrâneos. Não significa que a busca de reconhecimento social em vida fosse a forma única de se narrar, nem que o sentido religioso da caridade tivesse desaparecido. Muitos dos donativos foram-no post mortem. Nestes casos podemos pensar que estaria mais presente a vontade de perpetuar uma memória pessoal ou familiar a par de uma permanência da piedade cristã ligada à morte e à salvação da alma. A caridade concretizavase, sobretudo, através do cumprimento das obras de misericórdia (dar esmolas, vestir pobres, dar comer aos famintos, tratar os enfermos, proteger viúvas e órfãos) e tinha presente a ideia de piedade, propiciadora da “boa morte” e resgate de faltas cometidas. Nos testamentos aparece geralmente a referência ao serviço religioso a que deviam assistir os beneficiados, rezando e perpetuando a memória do doador. Com a filantropia que anima os beneméritos da instrução, particularmente “os brasileiros”, parece estarmos perante uma nova mentalidade, que busca actualizar as formas de prática do Bem pelo empenho na transformação do presente, a que corresponde uma certa “laicização” do pensamento sobre a morte. E para estes, a instrução abre novas possibilidades da prática do Bem: “derramar a luz da instrução”, “distribuir o pão do espírito”, funções atribuídas à escola. Simultaneamente, o movimento de emigração ao destruir as estruturas socioeconómicas internas fez despertar novas formas de associativismo e solidariedade nos locais de imigração, em que o contacto com outras realidades e grupos originou a criação de gabinetes e grémios literários, a expansão das misericórdias e o desenvolvimento de actividades culturais, que passavam por uma nova relação com a escrita e a aprendizagem. O contributo destas associações de emigrantes portugueses no Brasil tem merecido pouca atenção aos historiadores da educação. Contudo, podemos afirmar que houve um movimento de solidariedade dos emigrados para com os seus conterrâneos, a maior parte dos quais não mais voltaram à Pátria, participando com donativos individuais ou



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colectivos para a construção de escolas, obtidos por subscrição junto das associações de portugueses no Brasil265. Podemos inferir que nestes casos é também uma forma de dar sentido e fortalecer os laços nas suas associações, a par da solidariedade para com os que ficaram e a vontade de serem lembrados. 2.2. O apelo à iniciativa civil Com o advento de sistemas parlamentares na Europa tornou-se necessário formar cidadãos capazes de participar no sistema eleitoral e de assumir as tarefas da administração burocrática, que se alargavam progressivamente. Saber ler, escrever e contar passaram a ser competências necessárias ao cidadão comum, do ponto de vista do discurso e da prática política, mas foram sentidas de forma diversa pelos diferentes estratos sociais, nas zonas urbanas e nas zonas rurais. Em Portugal, até 1836, a classe dirigente não parece ter tido uma percepção clara da importância da educação como factor de desenvolvimento. A testemunhá-lo está a pouca atenção que a Constituição de 1822 deu ao ensino e a falta de medidas que se seguiram para o promover. A instabilidade política e social e uma estrutura económica de antigo regime não tornavam a literacia uma necessidade aos olhos das camadas populares. Só a emigração e o comércio, nas cidades e de longa distância, actuaram em algumas zonas como instigadores da utilidade da instrução. Quando alguma estabilidade sociopolítica permitiu o desenvolvimento industrial e a continuidade de políticas, a classe dirigente viu-se confrontada com as estatísticas internacionais a que as exposições universais davam visibilidade, e onde Portugal ficava relegado para os últimos lugares no ranking dos países ocidentais. O que simbolicamente aproximava a população portuguesa dos povos ditos “pouco civilizados”. É neste cruzamento de olhares entre nós e os outros (industrializados, ricos, civilizados) que se tornou urgente reestruturar o sistema 265 Movimentos desses estão por nós rastreados pelo Norte e Centro do país ou por trabalhos por nós orientados. Cf. Cardoso, Lúcia Manuela de Araújo Chaves, Contributo para o estudo do desenvolvimento da rede escolar no concelho de Penafiel (1770-1926). FPCE/U.PORTO, 2010; Faria, Ana Paula Afonso, Um olhar sobre a rede e os edifícios escolares do 1º ciclo no concelho da Maia: (XIX-XXI). FPCE/U.PORTO, 2007. Bastos, Rosa do Céu, Alegrias e tristezas nas memórias da Escola Conde de Ferreira, Castelões de Cepêda, Paredes (1920-1950). FPCE/U.PORTO, 2011. Loureiro, José Carlos de Magalhães, A construção do tempo escolar na Modernidade portuguesa: modelos, processos e instrumentos de uma arquitectura social e cultural. FPCE/U.PORTO, 2011.

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educativo herdado do pombalismo e empreender a educação popular. As atenções dirigiram-se primeiro para o ensino liceal, para o ensino técnico e só depois para a educação primária, apesar da tónica dos discursos oficiais. Não queremos com isto significar que, entretanto, não se tenham tomado algumas medidas mas elas foram sempre avulsas e pouco eficientes. A partir de meados do século XIX, a falta de recursos do poder central e local faz com que o Estado apelasse à iniciativa privada no apoio à escolarização. Assim, desde 1850, a legislação previa a existência de donativos para a criação de escolas públicas e foi sendo reiterada ao longo do tempo: Portaria de 19 de Maio de 1860; Decreto n.º 19.531, de 30 de Março de 1931 assim como o Decreto-Lei n.º 38.968, de 27 de Outubro de 1952, que permite a criação de cantinas escolares266. O Estado, representante e mediador de interesses dominantes diversos, esperava que as comunidades locais assumissem os custos da escolarização e limitava-se a exortá-las para que o fizessem. As aulas públicas que se iam criando coexistiam com aulas particulares, em ambos os casos sem grandes preocupações quanto ao espaço onde a actividade decorria. Não havia uma definição do que devia ser o espaço escolar e o ensino era ministrado em casas alugadas, em salas dos municípios, em extintos mosteiros, nas casas dos professores, sem separação entre as actividades privadas do professor e o exercício público do seu trabalho. As rendas desses alugueres não eram muitas vezes pagas a tempo, o que ocasionava despejos e fecho das aulas. Faltavam ainda condições socioeducativas –cantinas, roupas, livros, material escolar e professores com formação– que atraíssem à escola as crianças proletárias dos espaços rurais e urbanos. A rudeza de métodos e de trato das crianças, presente em muitos quadros literários de época e caricaturados na imprensa seria também um fator de fuga e de afastamento da escola. Através dos Governos Civis eram enviadas cartas às Câmaras para que actuassem junto das elites locais, no sentido de estas colaborarem de alguma forma na promoção efectiva da escolarização267, como acontecia em alguns países europeus. Este movimento é consentâneo com o iluminismo e uma certa dessacralização do social, olhado ao mesmo tempo 266 A construção de cantinas era autorizada se existissem donativos que suportassem a sua manutenção, de valor mínimo de 250 000$00. 267 Referências sobre este assunto são feitas em Felgueiras (2000, 2009, 2010), Fernandes (1994, 2009), Loureiro (2011).



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como um campo de actuação para a filantropia e para a promoção ou afirmação social. Podemos afirmar que a instrução popular esteve entre o abandono do Estado, a filantropia e o desejo de afirmação social (Felgueiras, 2004). 3. Instrução, Imigração e retorno “Sendo excessiva aqui a população, e possuídos como se acham os povos da mania da emigração, todos os annos sae um numero bastante avultado de rapazes que vão procurar no Brazil uma posição que difficilmente alcançariam se ficassem na sua Pátria; e estes rapazes, destinados quasi todos a ser empregados como caixeiros nas casas de commercio d’aquelle Império, precisam de ir habilitados com os conhecimentos de ler escrever e contar, indispensáveis para poderem abraçar a profissão a que seus paes os dedicam. Talvez por esses sejam bastantes frequentadas as escolas do ensino primário” 268.

Este excerto do relatório explicita de forma clara que a emigração para o Brasil abria um horizonte de esperança para os jovens e suas famílias, que “difficilmente alcançariam se ficassem na sua Pátria”. Na realidade o movimento migratório percorre todo o século XIX, XX e já o XXI em Portugal, tendo como destinos de referência sucessivamente o Brasil, a Europa, a África. Como salientou Jorge Alves (1993) as primeiras vagas de emigração eram preparadas pelas famílias, que enviavam os filhos muito jovens, com uma carta de recomendação para um comerciante de uma praça brasileira (Rio, Baía, Pernambuco eram destinos muito procurados). As famílias investiam nesses jovens, habilitando-os com uma instrução escolar mínima e muitas vezes com prática de um ofício. Ler, escrever, contar e rudimentos de escrituração comercial constituíam a sua bagagem cultural. Segundo Jorge Alves269, 60% dos que partiam da barra do Porto eram alfabetizados, o que estava acima da média nacional mas era similar ao das grandes cidades, para onde se fazia também sentir o movimento migratório. A forma como eram acolhidos na famí268 Relatórios sobre o Estado da Administração Pública nos Districtos Administrativos do Continente do Reino e Ilhas Adjacentes em 1856, Lisboa, Imprensa Nacional, 1857, p. 274, in Rodrigues, Henrique, Parque escolar no Noroeste de Portugal e Alfabetização na segunda metade de oitocentos, Viana do Castelo, 2007, pág 11, nota 18. 269 Alves, Jorge Fernando –Emigração e Educação. In Felgueiras, Margarida L.; Vieira, Carlos Eduardo– Cultura escolar, migrações e cidadania. Porto: Sociedade Portuguesa de Ciências da Educação, 2010, pp. 80-81.

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lia de destino, as suas capacidades individuais e de trabalho ditavam o êxito da viagem. O comércio era o destino de grande parte destes jovens e o objectivo era o retorno à terra natal, o que a maior parte não lograria, por razões diversas. Como Jorge Alves270 sublinha, é possível distinguir na amálgama da emigração vários sub-sistemas migratórios que abarca os rurais, o operariado nascente, os caixeiros do comércio e os intelectuais. Nos finais do século XIX, a emigração em massa do mundo rural assume carácter diferente e caracteriza-se por um êxodo das famílias, accionado por angariadores que adiantam o pagamento da viagem. Incidindo sobre população rural, analfabeta, não preparada com o domínio de qualquer outro ofício, destinava-se às grandes plantações, ficavam na dependência dos fazendeiros e deu origem a formas de “escravatura branca”, como alguns contemporâneos denunciaram na imprensa, em relatórios e no Parlamento e de que a Literatura fez eco. Os discursos então produzidos enfatizam a importância da instrução para o êxito da emigração, ao mesmo tempo que denunciam o analfabetismo como um elemento vexatório não só do emigrante como do país. O que levou em 1927, a Ditadura Nacional a decretar a proibição da emigração aos analfabetos e a exigir aos sujeitos compreendidos entre os 14 e os 45 anos de idade o exame da 3.ª classe para emigrar271. Simultaneamente, o fortíssimo êxodo rural do final do século XIX coloca a necessidade de a escola primária promover uma sensibilização ao ensino agrícola como forma de o combater, promovendo o amor pela terra e contribuindo para o aumento da renda das populações camponesas. A preocupação com o ensino agrícola, ainda que seja anterior, emerge na legislação a partir de 1852. No final do século XIX esta argumentação é formulada em livros para a escola primária, de que é exemplo Simões Lopes272, que foi também inspector escolar. O comércio e a emigração assumem-se pois como factores mobilizadores no sentido da escolarização, quer pela utilidade que a instrução assumia para estas actividades, quer pela necessidade sentida por alguns sectores em combater a emigração.

Alves, Jorge Fernando, op. cit., pp. 76-77. Decreto n.º 16.782, citado por Alves, Jorge Fernando, op. cit., pág. 88. 272 Simões Lopes, A., A Escola Primária e a Emigração Portuguesa. O Manuel de Oliveira. Porto, Companhia Portuguesa Editora, 1914. 270 271



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3.1. Os” brasileiros” e o apoio à escolarização Para além da retórica do progresso, presente no discurso político e multiplicado a diferentes níveis da sociedade, a criação de condições para a escolarização ficou a dever-se, em parte, à pressão exercida pela iniciativa local (cidadãos beneméritos, grupos de cidadãos ou congregação de forças em torno de Juntas de Paróquia/Juntas de Freguesia, Câmaras Municipais e Inspectores, professores e suas famílias). No regresso de uma vida dura e cheia de peripécias, o migrante vive na nostalgia dos amplos horizontes, traduzida no recriar de ambientes, nas palmeiras dos jardins, na forma como veste. Na sua terra natal é dito “o brasileiro”, como no Brasil era dito “o português”. Além disso, o dinheiro não apaga a sua origem humilde, pelo que o investimento na doação de edifícios, donativos vários no campo da educação e da proteção social –asilos, hospitais e colónias agrícolas, imprensa– se inserem no que Jorge Alves designa como “mercado da filantropia e de bens simbólicos”273. Esta é exercida muitas vezes nos dois lados do Atlântico. Encontramos legados vários no campo da educação, um pouco por todo o país, com maior incidência no Norte e Centro: Conde Ferreira, Conde de São Bento, Barão de Nova Sintra, Visconde de Salrreu, são alguns dos nomes celebrados e que obtiveram um título de nobilitação. Outros, como o Legado Flores no concelho de Vila do Conde, ou os Irmãos Oliveira Lopes, em Válega, tiveram apenas reconhecimento local e tendem a ser esquecidos274. A ação dos “brasileiros” tende a assumir três tipos: o legado individual, em vida ou post mortem, para a construção de um edifício escolar que posteriormente é entregue às Câmaras para que seja provida de um professor público; donativos individuais em livros, mobília, dinheiro para prémios a alunos e professores; participação em acções colectivas de angariação de fundos para construção de escolas, no próprio local ou no Brasil, através das associações de portugueses aí existentes ou servindo-se da imprensa. Em caso de legados post mortem muitas vezes associam as Misericórdias para que velem pela execução do legado. Todos os casos identificados de doação ou construção de escolas foram entregues ao poder local ou ao Estado. Esta situação afigura-se claAlves, Jorge Fernando, op. cit., pág. 91. Cf. a este propósito o levantamento feito por Loureiro (2011, Anexo 1, pág. 25) para o Distrito de Viana do Castelo e onde identifica mais de 80 beneméritos entre 1777 e 1921. 273 274

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Escola Irmãos Oliveira Lopes, em Válega.

ramente diferenciada da Galiza, pois em caso algum encontrámos a criação de colégios privados para o ensino primário. Pensamos que a tradição cedo estabelecida pelo Estado de chamar a si os encargos da educação, com a criação das aulas régias de ler escrever e contar, terá gerado desde cedo a ideia que a instrução pública era um assunto de Estado e não de privados. Identificámos apenas a participação ou criação de instituições privadas relativas a necessidades específicas como surdos, cegos e a criação de asilos/colégios com vertente de formação profissional. São o caso do Conde de São Bento, com a criação do asilo-escola agrícola, em Santo Tirso, ou o do Colégio Barão de Nova Cintra, entregue à Misericórdia do Porto e com a vertente de formação profissional em diversos ofícios. Na análise dos legados e em notícias da imprensa por vezes percebese que a vontade do legatário não é respeitada pelos herdeiros. Daí o recurso às Misericórdias, muitas vezes usado para fiscalizar o seu cumprimento. Contudo, entre todos os legados avulta o do Conde de Ferreira, por ser um dos primeiros mas também o mais notável em volume de dinheiro (144 mil reis) e pelo impacto que teve no campo educativo.



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Escola Conde de São Bento, Santo Tirso.

3.2. A importância do legado do Conde Ferreira A execução do Legado do Conde Ferreira obrigou o Governo a legislar sobre as normas a que deveria obedecer uma casa de escola para a instrução elementar e seu mobiliário (Lei de 27/6/1866), pois à época não havia uma definição que qualificasse o espaço para a instrução popular nem uma separação entre a atividade ensinante e a vida privada do professor. A definição de um edifício escolar integrava a normalização das áreas, a iluminação da sala, o arejamento, a exposição solar, o mobiliário, um espaço de recreio e mesmo a preocupação com aspectos construtivos, que evitasse a humidade excessiva, pelo contacto com o solo. Esta primeira legislação deu forma a um conjunto de princípios, que estavam a ser discutidos em diversos países europeus por diversos actores sociais: médicos e higienistas, arquitectos, inspectores de ensino, moralistas, pedagogos e juristas. A arquitectura escolar era um tema em debate e alguns arquitectos divulgaram estudos panorâmicos do que se estava a fazer à escala europeia: Edward Robert Robson; Felix Narjoux e Karl Hintrager275. A obra de Cf. Châtelet, Anne Marie; Gutman, Marta – School buildings and Architecture. In Encyclopedia of Children and Childhood in History and Society. 275

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Felix Narjoux terá sido provavelmente a mais divulgada em Portugal. O testamento do Conde de Ferreira ao estipular que as 120 escolas a construir deveriam ser feitas segundo uma mesma planta e ter casa para o professor, demonstrou um princípio de gestão de recursos materiais e humanos, pois embaratecia o custo, agilizava o processo de construção do edifício e criava condições para a colocação de professores. A falta de residência ocasionava o abandono do lugar ou a não colocação dos professores, pelo que esta medida pretendia resolver um dos Retrato do Conde de Ferreira. problemas crónicos na colocação dos mestres-régios. Contribuía também para a dignificação da função docente, dotando o professor de condições condignas e compatíveis com a importância simbólica que era atribuída à instrução276. 3.3. A execução do Legado Uma primeira questão que se levanta é saber qual a extensão real do legado: se de facto foram construídas as 120 escolas. O levantamento a que procedemos permite-nos afirmar que foram construídas as 120 escolas e que apenas uma pequena percentagem demorou excessivamente a ser finalizada. Foram encarregados da execução do testamento, nomeados pelo próprio Conde em 1866, António Ferreira dos Santos, J. S. Graça Gaspar e Manoel Gualberto Soares. A partir de 16 de Agosto de 1873, o testamento passa a ser executado apenas por dois elementos: António Ferreira dos Santos e Thomáz António d’ Oliveira Lobo em virtude do falecimento Manoel Gualberto Soares e de desavenças entre os elementos que compunham a a comissão. Contudo, a 14 de Janeiro de 1867

Felgueiras, Margarida Louro; “Os Brasileiros e a Instrução Popular”, in Catálogo da Exposição Os Brasileiros de Torna Viagem. Lisboa: Comissão Nacional para a Comemoração dos Descobrimentos Portugueses, 2000, pp. 269-307. 276



as escolas como narrativas do êxito do emigrante

263

Escola Conde Ferreira (feminina e masculina), cidade de Paredes.

era expedida uma carta a todas as câmaras municipais do país, dando conhecimento da existência do testamento e apelando a que estas se candidatassem ao mesmo. Nela estavam explícitas as condições que deveriam ser aceites por cada câmara para ter lugar a concessão do Legado. Transcrevemos as cláusulas retiradas do processo da escola de Aguiar da Beira, onde a circular se encontra translada277, “Primeira= A Camara obriga-se a fazer construir a casa para a escola e vivenda do professor, observando rigorosamente a referida planta e bem assim aprovar a mesma escola da mobília mais indispensavel a saber, mesa e cadeira para o professor, bancos e mesas munidas de tinteiros para 48 alunos pelo menos segundo o sistema aprovado nas instituições do governo de 20 de Julho último.= Segunda. O legado de um conto e duzentos mil reis será realizado em quatro pagamentos iguais, sendo o primeiro logo depois de ultimado o contrato mostrando-se estar na posse da camara o terreno preciso para a escola e suas dependências, o segundo quando a obra de pedreiro estiver a meio, o terceiro depois de coberto o edifício o quarto e último depois de terminado a obra de carpinteiro e trolha.= Terceira. Estas condicções serão copiadas de theor no Livro em que se lançam as actas das vereações, e depois de acceite o contracto e approvado pelo Conselho de Districto, nos será remetida uma cópia fiel, tanto da acta como do accórdão do Conselho de Districto, que o approvar para nos servir de título como se

277 Câmara do Porto. Arquivo Municipal Casa do Infante. Caixa BOR –3454 (26)– 7 de Junho de 1873.

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fora Escriptura pública.= Quarta. Esta nossa circular servirá egualmente de título como se fôra escriptura pública em que nos compromettemos a satisfaser o legado nos termos da condição segunda.= Quinta. Para receber as demais prestacções de que trata a condicção segunda é necessário informação passada pelo excellentíssimo Governador do Districto de como estão satisfeitas as condicções de que depende o pagamento da respectiva prestação nos termos da clausula segunda d’este contracto, e a pessoa que houver de receber a prestação deverá apresentar-se munida de procuração e passará o recibo no verso da informação.= Sexta. A edificação da caza deverá ser executada dentro do prazo de dose meses a contar da circular em que acusamos a recepção deste contracto na forma da condicção terceira.= Sétima. Finalmente terminada a edificação dever-nos-há ser remettida uma cópia da acta da inaguração da escóla para com ela comprovarmos a execução do legado”.

Como se verifica pelo preceituado houve a preocupação de definir regras estritas, que garantissem que o dinheiro era efectivamente usado para o fim a que se destinava e dado um prazo curto de execução –12 meses–. O recebimento do dinheiro levantava dificuldades aos representantes de conselhos distantes ou mais isolados. O recurso mais utilizado pelas Câmaras beneficiárias foi a procuração passada geralmente a terceiros, a residir na cidade do Porto ou Vila Nova de Gaia. Teriam de ser pessoas de reconhecida honestidade e em geral a escolha recaía em casas comerciais, tesoureiros claviculários de bancos, de companhias de seguros, de tabacos ou de grandes casas comerciais. Algumas casas são escolhidas por mais do que uma Câmara, e acontece, quando as autarquias são de zonas mais afastadas do Sul ou interior, passarem duas procurações. Uma dirigida para Lisboa ou sede de distrito, cujo procurador por sua vez delegava num segundo procurador, esse já da praça do Porto. Os pagamentos não demoravam muito a ser pagos, desde que o pedido fosse instruído com os documentos constantes das cláusulas acima transcritas, ou seja, comprovar o andamento das obras por declaração do respectivo Governador Civil. Algumas vezes encontram-se letras como forma de pagamento. Mas terão as câmaras aceite e cumprido os requisitos exigidos? Para 88 escolas em que se encontra todo o processo de pagamento sabemos que as exigências foram cumpridas. De notar, contrariamente a uma ideia generalizada de que se tinha prolongado por muito tempo a execução do legado, que 70 destas escolas (79,5%) foram construídas entre 1867 e 1870. Segundo os dados disponíveis, a primeira escola a ser cons-



as escolas como narrativas do êxito do emigrante

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truída foi a de Setúbal (21/12/1867) seguida da escola de Chamusca (30/12/1867). Nestes casos, não demorou um ano todo o processo de aceitação das condições do Legado e o recebimento da 4.ª prestação, que exigia que a escola estivesse pronta a utilizar. Deveria ser enviado um auto de inauguração assinado pela vereação e Conselho do Distrito. Foi nos anos de 1868 e 1869 que se completaram o maior número de escolas do Legado, respectivamente 26 e 32. Quadro n.º 1 Escolas de que há comprovativo de terem recebido as 4 prestações Ano da última prestação

Concelho onde a escola foi construída

Número e%

1867

Setúbal e Chamusca

2

1868

Águeda, Alcácer do Sal, Almada, Alvaiázere, Alvito, Bragança, Caminha, Cantanhede, Cascais, Cuba, Estarreja, Fafe, Lagos, Leiria, Loulé, Lousã, Mealhada, Moura, Nelas, Ourém, Ovar, Sintra, Tomar, Viana do Castelo, Vila Franca de Xira, Vinhais

1869

1870

Amares, Anadia, Castro D’Aire, Esposende, Felgueiras, Ferreira do Zêzere, Figueira da Foz, Góis, Gondomar, Lourinhã, Matosinhos, (Bouças), Melgaço, Moita, Oliveira de Azeméis, Oliveira do Bairro, Paredes, Paredes de Coura, Pinhel, Ponte de Lima, Santa Comba Dão, Santa Maria da Feira, São Pedro do Sul, Seixal, Sertã, Soure, Tábua, Tabuaço, Tondela, Trancoso, Vila do Conde, Vila Real, Vimioso. Arcos de Valdevez, Arganil, Barreiro, Celorico de Basto, Moimenta da Beira, Montemor-o-Novo, Montemor-o-Velho, Odemira, Oliveira do Hospital, Penacova, Penafiel, Póvoa do Lanhoso, Valongo, Vila Nova de Cerveira, Vila Nova de Poiares, Vila Verde, Vouzela.

26 29,5%

32 36,4%

17 19,3%

1873

Carregal do Sal, Penalva do Castelo, Vila de Rei,

3

1874

Braga, Mafra, Mogadouro, Santiago do Cacém, Vila Nova de Foz Côa

5

266

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Ano da última prestação

Número e%

Concelho onde a escola foi construída

1876

Vila Flôr

1

1878

Celorico da Beira

1

1879

Castelo de Paiva

1 TOTAL

88

Para além das 88 escolas que não suscitam qualquer dúvida de que de facto foram construídas, encontramos 26 em que apenas constam alguns dos recibos de pagamento das prestações e pelos dados disponíveis foram edificadas. Ao todo, a documentação ainda existente dos testamenteiros permitem-nos identificar 114 escolas do Legado. Sabemos, contudo, que foram construídas escolas sobre as quais não aparecem documentos no fundo dos testamentários, por ventura fruto de disputas judiciais, que deslocaram a documentação para outras tutelas. Relativamente às escolas em que não existem alguns dos recibos, mas cuja origem é confirmada por outros documentos, tudo indicando que foram construídas com dotação do Legado, podemos traçar o seguinte quadro: Quadro n.º 2 Escolas de que faltam alguns comprovativos de terem recebido as 4 prestações Ano da última prestação

Escolas com 3 prestações recebidas

1867

1868

Aveiro, Condeixaa-Nova, Marinha Grande

1869

Arouca, Marco de Canavezes, Mortágua e Oliveira de Frades

Escolas com 2 prestações recebidas

Escolas com 1 prestação recebida

Castelo Branco

Alfândega da Fé, Freixo de Espada à Cinta

Amarante, Viseu

Alijó



as escolas como narrativas do êxito do emigrante Ano da última prestação

Escolas com 3 prestações recebidas

1870

Alcochete, Baião, Fundão, Idanha-a -Nova, Sever do Vouga

1874

Boticas, Oeiras

Escolas com 2 prestações recebidas

Albergaria, Chaves

Escolas com 1 prestação recebida

Alenquer, Meda

Monção

1876 1880

267

Espinho Sesimbra

TOTAL

16

5

6

Apesar de sobre estas escolas não se encontrarem todos os recibos previstos, os edifícios existem ou existiram e sobre eles encontram-se referências nos arquivos municipais, de freguesia ou na imprensa. Além disso, o envio de uma aceitação do legado com a autorização do Conselho do Distrito funcionava como escritura pública e implicava obrigações legais, pelo que nos inclinamos, nos casos menos documentados, de que terão sido efectivamente construídas. Dadas as vicissitudes por que passou a testamentária e a própria guarda dessa documentação, é natural que alguns documentos se tenham perdido278. Em alguns casos, os municípios tiveram dificuldade em receber as prestações do legado pois não enviavam o pedido devidamente instruído, ou seja, com a confirmação do estado das obras ou por impedimento ou morte da pessoa a quem passaram a procuração. Parece ter sido esse o caso de Alenquer. Verifica-se que algumas Câmaras recusam o legado, argumentando ser insuficiente a verba e exigir delas uma comparticipação de 400 mil reis. Consideravam que ficavam caras e que com esse dinheiro se poderiam fazer duas ou três casas de escola mais modestas. O que elucida

Não localizámos ainda qualquer outra correspondência com as câmaras, além dos recibos, procurações e alguns autos de inauguração. 278

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sobre a importância que algumas dariam ao acto de ensinar. Terá sido o caso da própria Câmara do Porto e a de Lousada, no distrito do Porto279. Vale a pena determo-nos na análise da Câmara do Porto, cidade natal e onde faleceu o testador. Sendo esta a segunda cidade e a uma das câmaras mais prósperas do país falta ao argumento credibilidade. O episódio pode ser revelador de possíveis intrigas e jogos de interesses. A Câmara do Porto deliberou prontamente a favor da aceitação do Legado (17/1/1867) e disso informou o Conselho de Distrito, que aprovou280. O Jornal de Notícias, de 25 de Fevereiro do mesmo ano, avança com a informação de que seriam construídas 2 escolas, uma no Bonfim e outra em local ainda não escolhido, de uma das freguesias de Miragaia ou Massarelos. Há indicação de que a Câmara poderá ter recebido de imediato os 1200$000 reis do legado, procedimento não conforme com a circular. Pelo Jornal de Notícias de 21 de Maio de 1868, fica-se a saber que a testamentária terá pedido informações sobre o andamento das obras da escola. A Câmara terá ouvido a Junta das Obras, com base na qual decidiu restituir o dinheiro recebido, segundo a notícia de primeira página, de que transcrevemos o excerto seguinte: “Entende a Junta que a casa para a eschola 2.º a planta apresentada, pode custar a quantia de 3099$885 reis e que na aquisição dos terrenos poderá gastar 400$000reis. A câmara, attendendo a que, levando a effeito a eschola, teria que gastar 2 partes mais do que a quantia legada, attendendo a que já não há offerecimento do terreno gratuitamente, como acontecia, attendendo finalmente a que na cidade não há falta d’escholas, resolveu restituir aos testamenteiros do finado a quantia de 1200$000 reis, que já estava no cofre do município e o juro se o exigirem, desonerando-se da obrigação de construir a casa para a eschola 2.º a ideia do testador”.

Esta notícia, supondo-a fundamentada em fonte fidedigna, revela: – um procedimento de favor por parte da testamentária relativamente à Câmara do Porto, pois lhe foi adiantada toda a verba; – a não utilização pela Câmara do dinheiro dentro do prazo e para o fim previsto; – uma argumentação que revela o pouco empenho da vereação na

279 Cf. Costa, Francisco Barbosa, História do Governo Civil do Distrito do Porto. Porto, Ed. de Governo Civil do Porto, 2004, pág. 126. 280 Cf. Arquivo Distrital do Porto. Fundo do Governo Civil do Porto. Correspondência Expedida a Câmaras Municipais de 14/9/1862 a 2/8/1873. Registo 90 de 7/3/1867.



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promoção da instrução popular, ao referir que não haveria falta de escolas e argumentar com os elevados custos. Possivelmente, esta posição terá dado lugar à iniciativa da Junta de Paróquia de Lordelo do Ouro, no Porto, uma freguesia de população operária em crescimento, cuja acção só por si é um desmentido dos argumentos da Câmara do Porto. Na documentação da testamentária não aparecem referências nem à Câmara nem à Junta de Paróquia de Lordelo do Ouro, o que prova o carácter parcelar da documentação. A Junta guarda a respectiva planta original e actas sobre a construção da escola. Esta foi construída com recurso também a outros donativos. Era uma escola para os dois sexos, tendo funcionado na sala pequena, a dado momento, uma biblioteca popular. Parece ser o pouco investimento ou tibieza de algumas Câmaras que leva outras vilas ou simples freguesias a aceitar as condições do legado, como no caso acima ou de Fafe, relativamente a Guimarães. Estas situações de indecisão ou de recusa por parte das autarquias poderão estar na origem da construção mais tardia de algumas das escolas. Outras não cumpriram os prazos a que estavam obrigadas e perderam o Legado, como terá sido o caso de Mirandela ou ainda como Santo Tirso e Paços de Ferreira, que tendo decidido aceitar, conforme correspondência trocada entre o Governo Civil e as Câmaras, acabaram por não concretizar essa decisão. A justificação era a comparticipação exigida às autarquias, 400$000 reis, apesar do Governo também participar com um pequeno donativo. Várias câmaras recorreram à ajuda de outros beneméritos locais, que cedem o terreno e permitem a recepção do legado, como em Felgueiras e Penafiel, Setúbal, o que lhes permite construírem belos edifícios duplos, sendo um para o sexo feminino e outro para o masculino. 4. A distribuição das Escolas do Legado Conde Ferreira D. António da Costa indica que se candidataram ao legado do Conde de Ferreira 130 municípios281. A pesquisa sobre os documentos de execução do testamento relativos a escolas apenas nos permite identificar 115 das 120 escolas nele previsto. Mesmo sobre algumas identificadas poderse-á questionar se foram concluídas, pois não se encontraram todos os recibos, conforme Quadro 2. Também não encontramos na maioria dos

281

Costa; António da; A Instrução Nacional. Lisboa, 1870, pp. 62-63.

270

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casos todos os documentos relativos ao processo de cada uma, nomeadamente a relativa às declarações dos Conselhos de Distrito. Não terão cumprido o estipulado? Não parece provável para a maioria. Em alguns casos encontramos anotado que falta a comprovação do Governo Civil, originando o cancelar do pagamento até o processo estar regularizado. O caso da Câmara do Porto mostra que nem sempre o processo terá sido linear. Relativamente às restantes 5 escolas para identificar, a do Porto foi de facto construída. A primeira, por estudo nosso já realizado, os documentos permitem-nos afirmar que ela foi construída e pertence ao Legado das escolas Conde Ferreira. Sobre Sesimbra encontrámos documentação na Torre do Tombo, dado que houve um litígio entre a Câmara e a testamentária, o que levou a documentação para o Ministério do Reino. Encontrámos também no Jornal de Setúbal a proposta para que no dia de inauguração das escolas fosse inaugurado e colocado “no lugar mais nobre da aula” um retrato do benemérito, o que deve ter acontecido em Sesimbra282. Sobre as restantes quatro escolas, a partir dos dados recolhidos, duas poderão ser incluídas como escolas do Legado enquanto sobre as restantes duas permanecem ainda muitas dúvidas, a serem esclarecidas no futuro. Assim: a) A colaboração desenvolvida entre os municípios e a Assembleia Municipal de Sesimbra e a parceria desta connosco permitiu obter alguns dados mais para a identificação. É o caso do Montijo, que parece amplamente documentado e o caso da Póvoa de Varzim, que indica a data de construção, de 1870, ainda que esta não seja só por si conclusiva. b) Restam as escolas de Arruda dos Vinhos, Barcelos e Sabrosa, cujos municípios informaram da existência dos edifícios mas não documentam essa afirmação e que necessitará de pesquisa nos respectivos arquivos municipais e/ou distritais. Contudo, se considerássemos todas estas escolas como pertencentes ao Legado, elas ultrapassariam o número previsto, o que, não existindo evidência alguma de que isso tenha acontecido, significa que alguma delas não pertence de facto ao Legado. Mas só uma investigação mais minuciosa nos permitirá identificar com clareza cada caso. Porém, parece-nos

282

Jornal de Setúbal, n.º 44, 25 Ago. 1867.



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fundamental chamar a atenção para alguma confusão que existe quando se fala em Escolas Conde Ferreira. O que tratámos aqui de identificar foram as 120 escolas mandadas edificar através do Legado dos 144$000 reis inscrito no testamento do Conde de Ferreira. Outra coisa são as escolas construídas segundo a tipologia ou planta-tipo, definida para as escolas do Legado do Conde Ferreira. Tendo sido a primeira planta aprovada a nível central e destinada a um elevado número de escolas, era o modelo que deveria ser seguido, para qualquer outro edifício escolar. Daí que até cerca de 1900 se continuaram a construir escolas segundo esta tipologia. É este facto que ocasiona hoje dúvidas a merecerem uma pesquisa cuidadosa e documentada. Só o cruzamento de informação diversa dos arquivos distritais e municipais em causa, da imprensa e de outros elementos locais e do próprio edifício, pode concluir da sua pertença ao Legado. Pela nossa parte pensamos ter contribuído para a identificação de 117 ou 118 das escolas do Legado, sendo necessário averiguar se das 3 em dúvida: Arruda dos Vinhos, Barcelos e Sabrosa estão as duas que faltam ou acarretam alguma nova informação. Não é de excluir que tenham dado lugar a diferendos e por isso seja mais difícil encontrar a documentação, como foi o caso de Sesimbra. Não se pretende, de modo algum, diminuir a importância e a conservação dessas outras escolas construídas segundo a planta-tipo Conde Ferreira. Além de pertencerem à mesma época, elucidam sobre os processos de constituição do parque escolar e do alargamento da instrução pública. Pelo seu pequeno número são mais um dado a favor da tese, por nós defendida, do abandono por parte do estado, da instrução popular. 4.1 Mapa de distribuição das escolas primárias do Legado do Conde de Ferreira Analisando a distribuição das escolas do Legado, podemos afirmar que elas foram edificadas por todo o país conforme o mapa junto, e evidencia uma grande concentração no Norte e Centro do país. Mesmo assim, apenas o Distrito de Portalegre não recebeu o Legado. Os distritos em que mais Câmaras se candidataram, construíram e receberam o donativo foram: Aveiro (15), Viseu (13), Porto e Coimbra (12 cada), logo seguido de Setúbal (10). Estes 5 distritos representam 74,4% do Legado. Os que menos usufruíram foram Évora (1), Faro e Leiria (2 cada), seguidos de Beja, Santarém e Vila Real com (4) escolas cada um. Ainda que se manifeste uma forte predominância de distritos do litoral, esse padrão não se encontra bem definido, uma vez que num distrito interior como

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Maquete da Escola Conde Ferreira de Vila do Conde, Câmara Municipal de Vila do Conde. (Na parte posterior do edifício pode ver-se a habitação do professor).

Viseu, os conselhos mobilizaram-se para obter o donativo e construir escolas, claramente insuficientes para as necessidades do país. Apesar do Legado do Conde de Ferreira ser o maior jamais concedido à Educação, ele tem o mérito de mostrar com uma enorme evidência dois aspectos: o abandono a que estava votada a instrução elementar em Portugal, aquém de toda a retórica; a extrema importância da mobilização da sociedade para a concretização da educação; a insuficiência da função filantrópica e/ou caritativa para a realização do acesso à educação como um direito de todos.

Un programa intercultural e intergeneracional para educar en valores. Escuelas Pro Valle Miñor (1909-2009) M.ª Carmen Pereira Domínguez Universidad de Vigo

Resumen Esta iniciativa pedagógica nace del interés de un grupo de profesores motivados por seguir de cerca la trayectoria histórica, educativa y sociocultural del edificio283 de las Escuelas Americanas Pro-Valle Miñor, actual sede del centro educativo donde trabajan, ubicado en la zona sur de la provincia gallega de Pontevedra. La trascendencia de estas Escuelas fue tan notoria que se consideraron una de las instituciones educativas gallegas pioneras en hacer realidad los pensamientos y acciones pedagógicas innovadoras vigentes durante el primer tercio del siglo XX. A raíz de esta inquietud, se ha conseguido un acercamiento a esta labor iberoamericana llevada a cabo por los emigrantes gallegos desde tierras transoceánicas, principalmente Argentina y Uruguay, amparados por la Este escrito ha sido adaptado de una comunicación presentada en el Congreso Nacional de Pedagogía (Valencia, 2004). Asimismo, esta experiencia obtuvo el Tercer Premio Nacional del Concurso organizado por la UNESCO-Cataluña, en octubre de 2003, sobre Lecturas nuevas de monumentos antiguos. Queremos dar nuestro agradecimiento, por su colaboración, a los profesores: José M. Fachal Sanjurjo y Rosa Pascual Abal; a los alumnos y alumnas de 3º de Enseñanza Secundaria. IES Escolas Proval y a las familias; a la comunidad educativa y a los vecinos del Valle Miñor. 283

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Sociedad Hispano Americana Pro-Valle Miñor, de carácter instructivo, benéfico y recreativo, fundada en 1905. Asimismo, interesaba conceder una nueva mirada al edificio de las antiguas Escuelas con el objeto de que su comunidad educativa percibiera la magnitud y trascendencia de esta obra humanitaria y altruista, y como consecuencia, valorara la importancia que estos emigrantes concedían a sus proyectos educativos para sus zonas de origen, dotándolos de los últimos adelantos pedagógicos y arquitectónicos, como expresión del valor social de la educación. El Programa desarrolla un proceso metodológico interdisciplinar, participativo e integrador para recuperar la memoria histórica, cultural y pedagógica del Centro a través de la consulta de fuentes documentales específicas y del establecimiento del diálogo intergeneracional, es decir, una conjugación entre los valores culturales e intergeneracionales. Para ello se consultaron investigaciones realizadas sobre el tema284 y se confeccionaron para la Exposición quince paneles sobre la historia del Centro; un DVD con los vídeos y la grabación del Encuento Intergeneracional; un CD con los trabajos realizados por el alumnado; dos CDs con los archivos de los paneles en JPG 72 ppi y JPG 300 ppi; un Cartel publicitario de la Exposición y finalmente un Anexo Documental con todo el material impreso, plástico y fotográfico de todo el Programa desarrollado. A continuación expondremos un breve recorrido de lo más significativo de toda esta experiencia pedagógica. En este Valle aún permanece vivo el recuerdo y quedan antiguos alumnos, así como familiares de los emigrantes promotores y benefactores; incluso algunos de éstos han retornado a esta zona. De ahí que parte del alumnado del Centro mantenga cierto parentesco con esta experiencia memorable. Tanto el grupo de alumnos actuales partícipes en el estudio, como los ex-alumnos de las Escuelas Americanas, los mayores, dieron sobradas muestras del gran empeño por hacer realidad ese Encuentro y conjuntamente prestaron su valiosa colaboración en esta iniciativa pionera que percibían como una cuestión de justicia y deuda con el pasado. En una sociedad como la nuestra donde no se considera de modo adecuado a los ancianos, en esta ocasión hemos estimado sobremanera el contacto

Pereira Domínguez, M.ª C. (1988): La labor educativa iberoamericana y la creación de las Escuelas Pro-Valle Miñor a principios del siglo XX. Madrid. Ediciones de la Universidad Complutense. Colección Tesis Doctorales. Edición facsímile, número 38/88, sirvió de base de un Dossier elaborado por la profesora coordinadora del Proyecto, Rosa Pascual Abal, como material de trabajo para el alumnado. 284



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entre jóvenes y mayores en este tipo de contextos, entendido como un aprendizaje con calidad pedagógica y humana. A modo de justificación Este estudio surge del interés de un grupo de profesores deseosos de conocer la trayectoria histórica, educativa e intercultural del edificio de las Escuelas Americanas Pro-Valle Miñor, actual sede del centro educativo donde trabajan, en la zona sur de la provincia gallega de Pontevedra. Como se constata a lo largo de estas líneas, las Escuelas han sido una de las instituciones educativas gallegas pioneras en hacer realidad los pensamientos y acciones pedagógicas innovadoras vigentes durante el primer tercio del siglo XX. Como consecuencia de este interés, hemos conseguido una aproximación a esta labor iberoamericana llevada a cabo por los emigrantes gallegos desde tierras de ultramar, principalmente Argentina y Uruguay, amparados por la Sociedad Hispano Americana Valle Miñor, de carácter instructivo, benéfico y recreativo. Asimismo, este Programa se enriqueció de los diálogos intergeneracionales e interculturales, ya que en este Valle aún permanece el recuerdo y viven algunos antiguos alumnos, así como parte de los familiares de los emigrantes promotores y benefactores de esta obra altruista. De ahí que ciertos alumnos del Centro aún mantengan vinculación con esta historia memorable. Nos parece notorio reconocer el sentido de esta labor humanitaria, la consideración del monumento en el que se ubican, la función pedagógica de la arquitectura como generadora de estímulos y la expresión del valor social de la educación. Hemos propuesto los siguientes objetivos: – Recuperar la memoria histórica de esta zona geográfica gallega a través de la consulta de los fondos documentales bibliográficos y tecnológicos específicos y el establecimiento del diálogo intergeneracional. – Sensibilizar ante los valores históricos, ideológicos, socioculturales y lingüísticos. – Valorar la labor solidaria de los emigrantes gallegos en sus comarcas de origen a principios del siglo XX. – Distinguir las características arquitectónicas del edificio del Centro, apreciando su valor pedagógico y educativo, un patrimonio común a conservar.

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– Conocer la trayectoria histórica, educativa e intercultural del edificio y vida de las Escuelas Americanas Pro-Valle Miñor. – Desarrollar la creatividad a partir de la elaboración de una campaña publicitaria y un trabajo de video. – Fomentar el interés por el aprendizaje significativo y el trabajo en equipo, cooperativo e interdisciplinar. – Incrementar el diálogo intercultural e intergeneracional. El camino seguido y desarrollo del programa Optamos por aquellos procesos de investigación que consigan aprendizajes a partir de ópticas globalizadas, participativas, interdisciplinares e integradoras. Todo ello para que el alumnado llegue a descubrir la importancia de los aprendizajes significativos y constructivos y desarrolle la reflexión, el juicio crítico, la toma de decisiones y la clarificación de valores. El Programa surge de la participación en un concurso organizado por el Centro UNESCO-Cataluña sobre Lecturas nuevas de monumentos antiguos, consiguiendo el tercer premio, cuyo objetivo es promover lecturas actuales y vivas de los testimonios monumentales del pasado; miradas diferentes de las que propone el enfoque académico clásico y que susciten un interés de las nuevas generaciones hacia el patrimonio a partir de una pedagogía activa y colaborativa. El desarrollo se ajustó a un proceso lógico y coherente, durante los tres meses de duración distinguimos tres fases, dedicando un mes a cada una de ellas. La primera se centró en la búsqueda de la documentación y recogida de información, la segunda en la confección de los materiales audiovisuales de la exposición y la tercera en la elaboración del vídeo y la preparación del Encuentro. Fase 1. Búsqueda de la documentación y recogida de información 1.1- La colaboración con las familias. Era conveniente informar a los padres de los alumnos y alumnas de tercer curso de la Educación Secundaria Obligatoria que participaban en el Programa con el ánimo de sensibilizarles sobre el contenido y el interés del mismo. Para ello se redactó una carta donde se solicitaba su colaboración. La respuesta e implicación fue positiva desde el inicio, participando y acudiendo una gran mayoría al Encuentro.



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1.2- Un sondeo inicial sobre la historia del Valle. Interesaba comprobar el nivel de conocimiento del grupo de alumnos del Centro sobre la trayectoria histórica e importancia del propio edificio y del resto del patrimonio de la Comarca. Para ello, se elaboró y aplicó una encuesta por el propio grupo de alumnos partícipes del Programa a una muestra representativa del Instituto (un total de 200 cuestionarios a una población de 500 alumnos, distribuidas por niveles y grupos). Una vez obtenidos los resultados, se contó con el apoyo a la profesora de informática285 y se trabajó a partir del programa Excel. Además, hubo que alterar su programación curricular, al incluir un contenido no previsto en su materia, hecho que logró hacer más próximo y útil el aprendizaje. 1.3- Búsqueda y selección de la información. Aunque el Centro guardaba un pequeño fondo documental sobre las Escuelas Americanas (recopilado desde los Seminarios de Normalización Lingüística e Historia), también se consultaron algunas fuentes bibliográficas básicas. Tras la toma de contacto con las investigaciones sobre el tema de estudio se pasó a seleccionar la información específica, así como a estructurar y a distribuir un práctico dossier válido como material eje de trabajo para el alumnado y como punto de referencia para la elaboración de los posteriores paneles. 1.4- Sugerencias para la introducción de nuevos contenidos en el diseño escolar. Desde el Seminario de Historia del Centro se planteó la necesidad de adjuntar y explicar determinados conocimientos sobre la historia de las antiguas Escuelas, al considerarse un caso palpable de las repercusiones de la emigración en Galicia, y así conjugar, interrelacionar y enriquecer este Programa. 1.5- “La búsqueda del tesoro”. Además, se deseaba que los alumnos se involucraran en el hallazgo de la información, de ahí la propuesta de la siguiente actividad: se trataba de localizar en su entorno, familiar o vecinal, a personas que hubiesen estudiado o conocido las Escuelas, a las que tenían que preguntar sobre sus impresiones para la realización de posibles entrevistas grabadas en video; también deberían recoger toda aquella documentación de interés sobre el tema como fotografías, noticias de prensa, cuadernos, textos y demás material escolar. Por tanto, el tesoro era la información y su valor dependía de su antigüedad y por supuesto, imperaba la fiabilidad y credibilidad. Interesaba 285 Nuestro agradecimiento a la profesora Mercedes Vázquez Pereiro, por su colaboración.



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la solución fidedigna sobre el incierto destino sufrido por todos estos objetos didácticos de las Escuelas. No obstante, sí merece destacar que esta actividad, a modo de juego, representó para un considerable número de adolescentes, integrantes del grupo de trabajo, un motivo de enganche en el mismo, pues con sus aportaciones se sintieron protagonistas del proceso de aprendizaje y dejaron de ser meros receptores de la información para convertirse en transmisores, en primer plano, de nuevos conocimientos. Fase 2. Confección de los materiales audiovisuales de la exposición 2.1- Los paneles informativos. Estos recursos sirvieron para plasmar los distintos aspectos históricos, arquitectónicos, pedagógicos y socioculturales descubiertos. A medida que se iban confeccionando adquirían mayor complicación técnica y ésta fue solventándose gracias a la colaboración económica de los tres ayuntamientos de la zona, Nigrán, Baiona y Gondomar. De esta forma, el Programa dejó de ser un simple trabajo escolar para transformarse en una experiencia pedagógica donde toda la comunidad educativa se hacía partícipe en la recuperación de la memoria histórica de esta unidad comarcal. Los paneles tienen un formato A1 (84,1 x 54,6 centímetros), en cartón pluma y plastificados. Se fueron realizados en el sistema Coreldraw sobre fondos con montajes fotográficos en los que aparecen partes del edificio y siluetas de los alumnos simulando ambientes de estudio y reflexión; el tratamiento se hizo con técnicas de Photoshop. Sobre estos fondos se distribuyen los textos y las ilustraciones. La participación del alumnado se hace eco en la realización de las fotografías como fondo a los paneles; en la estructuración de los textos, a partir del dossier confeccionado; en la consulta a otras fuentes bibliográficas o también, en la búsqueda de información a través de internet. Una vez seleccionados los textos, se pasaba a la expresión escrita, proponiendo posibles mejoras. Los paneles comprendían los siguientes campos de estudio: presentación de la experiencia; la situación educativa conocida por los emigrantes gallegos en Argentina, a principios del siglo XX; la arquitectura escolar en la España de 1900; el estado educativo en Galicia; la Sociedad Hispano Americana Pro Valle Miñor y sus promotores; el edificio de la Escuela Americana pro Valle Miñor; el pedagogo Ignacio Ares de Parga; la vida en las Escuelas Pro Valle Miñor; el Gabinete de Física, Química e Historia Natural; Visitantes ilustres en la Escuela Americana Pro Valle Miñor; otras escuelas americanas en Galicia; las Escuelas Pro Val en la etapa franquista; la Escuela actual, 1968-2009.

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El conjunto del trabajo fue realizado y presentado en lengua gallega que suele ser el vehículo de expresión habitual en el Instituto y en el medio social donde se ubica, consideramos este aspecto de fundamental importancia para hacer viva nuestra cultura y para el desarrollo de la propia identidad. En cuanto al material fotográfico y documental procede de diversas fuentes. Una parte ha sido cedida286, y otra se ha obtenido de la consulta a diversas revistas sociales de la época localizadas en hemerotecas y bibliotecas de la zona, así como desde prestaciones de fondos particulares287. 2.2- Trabajos desde el aula de Dibujo y Educación Plástica y Visual Las siguientes actividades se vinculan a la materia impartida por Xosé M. Fachal Sanjurjo, uno de los profesores coordinadores del Programa: • Realización de fotografías digitales entre el alumnado para su posterior utilización en la base de los paneles de la exposición final del trabajo. • Previa explicación de la estructura del edificio y su esquema funcional se elaboraron fotografías digitales de las vistas y detalles arquitectónicos ornamentales más representativos. • Modificación de las fotografías realizadas al edificio, con técnicas de Photoshop, para la obtención de los esquemas lineales de los contornos y bordes. • Elaboración de creaciones plásticas con témperas, ceras, rotuladores y mosaico de papel, a partir de: monocromías; armonías de colores cálidos o fríos; contrastes; policromías; colores planos; dibujo de línea, etc. • Se confeccionaron planchas de linóleo y se realizaron linograbados. • Se elaboró una reproducción en arcilla del muro piñón (que oculta el pico del tejado) del alzado este. • Se diseñó y llevó a cabo una campaña publicitaria que, a modo de proceso, daba a conocer el acto final del trabajo de investigación, es decir, la exposición de los paneles elaborados y el encuentro intergeneracional.

Creado por el Seminario de Estudios Miñoranos. Agradecimiento a la profesora de este Centro Ángeles Bouzó Fernández integrante de dicho Seminario. 287 Al contenido de los paneles de esta experiencia se puede acceder en: http://centros.edu. xunta.es/iesescolasproval/webantiga/gallego/informacion/historia/escola%20americana/ ea-4.htm . (Fecha de consulta, 22 de marzo de 2012). Igualmente, estos materiales han sido consultados y recogidos en la Biblioteca Penzol de Vigo, en la Biblioteca América de Santiago de Compostela, en los Archivos Históricos Municipales del Valle, además de la consulta de las investigaciones mencionadas y referenciadas en la bibliografía. 286



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• Se elaboraron las pancartas de la campaña de difusión y también del acto conmemorativo, ubicadas en lugares visibles. • También se decoró el escenario para el –Encuentro– y se confeccionaron las banderas de Argentina, Galicia y Uruguay, como telón de fondo. • Se adaptaron los paneles para su exposición en la galería del claustro del Centro, así como los rótulos indicadores. 2.3- Trabajos desde el aula de Tecnología288 Las aportaciones del profesor de esta materia resultaron imprescindibles para la construcción de la maqueta del edificio escolar a escala 1:50 con cartón pluma sobre soporte de táblex. 2.4-Reunión con el equipo directivo y profesorado del Centro A medida que el trabajo progresaba se celebró una reunión con el grupo directivo del Centro para informar y solicitar su colaboración en la organización y celebración del Encuentro, ya que éste repercutía en la dinámica normal del curso académico. La respuesta unánime del equipo directivo fue satisfactoria. En la misma línea, se convocó otra reunión informativa para el resto del profesorado que también reflejó su interés y participación.

Fase 3. Elaboración del video y la preparación del Encuentro 3.1- Confección del material audiovisual. Bajo la supervisión de la profesora coordinadora del Programa se entregó a un grupo de alumnos un sencillo guión sobre la Historia de las Escuelas Americanas. Tarea que les pareció altamente motivadora e innovadora. 3.2- Recuperación de la historia oral de los antiguos alumnos de las Escuelas Americanas. Como todavía vive en la Valle un cierto número de antiguos alumnos de las Escuelas Americanas (la mayoría octogenarios), se contactó con ellos para su colaboración en la grabación de un vídeo289. 3.3- El Encuentro intergeneracional. Fue el broche final de toda la labor educativa realizada; el conjunto del grupo se volcó en su preparación y resulta difícil transcribir y plasmar el ambiente de entusiasmo y emoción al sentirse los verdaderos protagonistas y considerarse orgullosos de todo Nuestro agradecimiento al profesor de Tecnología Juan Riveira Ferro. Para la grabación del video, el montaje del DVD y la preparación de los paneles se precisó de la imprescindible colaboración del técnico Francisco Rodríguez Brisaboa, gracias a ellos también. 288 289

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su esfuerzo. Un clima que ambiente logró contagiar al resto del alumnado del Instituto manifestando también su disposición a colaborar, es un dato alentador al hablar de una comunidad educativa con escasos estímulos y gran apatía y desinterés. También se perfilaron las invitaciones para el gran día del Encuentro, donde se anunciaba la exposición de los paneles sobre la historia del Centro y los trabajos realizados por los alumnos en el aula de plástica; la presentación de la maqueta del edificio; la proyección del DVD con los videos elaborados por los alumnos y las entrevistas realizadas a las personas mayores, así como el desarrollo de una mesa redonda sobre el tema eje del Programa290. A continuación, los profesores responsables de esta iniciativa tomaron la palabra agradeciendo la implicación de todas las personas en el acto, en especial a todo el grupo de alumnos de tercer curso de la ESO de este año académico 2003-2004. El Encuentro culminó con una merienda y la actuación de un grupo de gaitas y panderetas constituido por los chicos y chicas de segundo curso de Bachillerato291, otra muestra más de la participación del Centro. Es preciso rememorar el cálido y grato ambiente creado por más de las trescientas personas allí presentes. 3.4- Puesta en común del grupo de trabajo, a modo de reflexión. Transcurridos unos días, el equipo de trabajo y algunos colaboradores de segundo curso de Bachillerato se reunieron para valorar conjuntamente el Programa292 y, en torno a una merienda, comentar, contrastar, reflexionar y valorar toda la experiencia compartida.

Formada por la Directora del Centro y las personas representantes de las Concejalías de Cultura de los tres Ayuntamientos del Valle; los expertos ya citados que habían investigado en el tema, los familiares de uno de los promotores desde la emigración, Manuel Lago Lemos; algunas antiguas alumnas, Rosario Hermida Gonzalez y Élida González Costas y un ex-alumno y actual profesor de electrónica del Instituto, Manuel Domínguez Rodríguez. 291 En cuanto a la ambientación melódica se tuvieron en cuenta piezas de origen gallego y argentino como los repertorios del grupo Milladoiro y la música de Astor Piazzola. 292 Se confeccionaron 15 paneles para la Exposición; 1 DVD con los vídeos y la grabación del Encuento Intergeneracional; 1 CD con los trabajos realizados por el alumnado; 2CDs con los archivos de los paneles en JPG 72 ppi y JPG 300 ppi; 1 Cartel publicitario de la Exposición y finalmente, 1 Anexo Documental con todo el material impreso, plástico y fotográfico de todo el Programa. 290

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Reflexiones Una vez expuesto el proceso de planificación, elaboración y desarrollo de este Programa, resaltamos los valores o logros culturales y pedagógicos obtenidos: – Recuperamos la memoria histórica del Centro a través de la consulta de fuentes documentales específicas y del establecimiento del diálogo intergeneracional. – Comprendimos que la emigración, a pesar del desarraigo producido, mejoró el panorama educativo de Galicia. – Profesorado y alumnado fuimos adquiriendo conciencia de los valores de solidaridad e interculturalidad manifiestos en esta gran obra benefactora. – Esta experiencia supuso un reconocimiento al compromiso altruista de estos emigrantes que no sólo perseguían solventar las necesidades de sus gentes en sus zonas de origen sino también tender puentes entre culturas. Se establecieron lazos de solidaridad entre Europa y América. – Tanto el grupo de alumnos partícipes en el estudio, como los ex-alumnos de las Escuelas Americanas, los mayores, dieron sobradas muestras del notable esfuerzo por hacer realidad este Encuentro y conjuntamente prestaron su valiosa colaboración en esta iniciativa que percibían como una cuestión de justicia y deuda con el pasado. En una sociedad como la actual donde las personas mayores no son apreciados como se merecen y, ante todo lo expresado, valoramos sobremanera el vínculo establecido entre jóvenes y mayores en este tipo de experiencias, entendido como un aprendizaje con calidad pedagógica y humana. – Reconocimos el compromiso de nuestros emigrantes con sus comarcas de origen a principios del siglo XX. En este sentido fue importante descubrir que la mayoría de estos coterráneos promotores y benefactores eran personas emprendedoras y bien integradas en la sociedad americana, urbana y cosmopolita, considerablemente más avanzada que la nuestra. Igualmente, comprobamos su solidaridad percibida como un objetivo prioritario de tender un puente entre culturas. Esta labor altruista surgida del intercambio intercultural y multicultural ha quedado manifiesta en este Programa y se percibe como una necesidad a fomentar en nuestra época actual. – A medida que el trabajo adquiría consistencia también aumentaba el grado de motivación entre el grupo emprendedor, sintiéndose protagonistas de una experiencia que traspasaba los límites del Centro, que implicaba



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además a las familias y a otros agentes de toda la comunidad educativa. Todo ello repercutió favorablemente en su rendimiento académico y, en especial, en su reconocimiento y autoestima. – Creemos que el Programa desbordó con creces las expectativas iniciales. Y todavía adquiere más valor si al trabajar con un colectivo de alumnos y alumnas, de un entorno semi-rural, de clase social medio-baja, con tímidos rasgos conflictivos y algunos resultados académicos que evidencian un claro fracaso escolar. – Del mismo modo, apreciamos cómo el profesorado del Centro y el resto de la comunidad educativa fueron sumándose y colaborando de modo gradual en el desarrollo del Programa. – A partir de lo expuesto, animamos a los docentes a trabajar de modo interdisciplinar puesto que dota de vida y razón a lo que, en un principio, fue un trabajo de investigación en historia de la educación y ahora conecta y sirve a las necesidades e inquietudes de los grupos humanos y de los lugares de origen. – Finalmente, decir que somos conscientes de que se ha superado una brecha en relación con el reconocimiento del valor y trascendencia de este patrimonio, no sólo arquitectónico sino también sociocultural y educativo. Creemos que todo lo expresado hasta aquí ha dejado una huella imborrable que impulsará a seguir motivados por las líneas de la investigación-acción-reflexión, a repensar el sentido de nuestra función docente, a insistir en la necesidad de educar en valores sociales, y por tanto, a mejorar la calidad educativa.

La Sociedad de Instrucción Vivero y su Comarca (1910-2012) Carlos Nuevo Cal Cronista Oficial de Viveiro

Introducción La importancia de la emigración gallega a América, debido a su gran volumen e incidencia económica, social y cultural, originó a lo largo del tiempo una gran cantidad de obras y referencias bibliográficas a través de libros, opúsculos, ensayos, artículos periodísticos, conferencias, simposios, y todo tipo de relatos literarios y composiciones poéticas. Motivos por los que resulta complicado el intentar aportar novedades significativas sobre los movimientos migratorios hacia Hispanoamérica, tanto desde el punto de vista cronológico como desde los diferentes ámbitos y niveles espaciales en los que se desenvolvieron. Además, hablar de las distintas causas (estructurales o coyunturales) que originaron la salida masiva de miles de gallegos a ultramar, podría desviarnos demasiado del tema de esta ponencia y, seguramente, repetirnos con otros ponentes. Por este motivo y por ser de sobra conocidas las causas, tan solo vamos a aludirlas brevemente, pero siempre en relación con el espacio geográfico concreto del que trata la ponencia. En primer lugar, debemos aclarar que Viveiro está ubicado en la denominada zona occidental de la Mariña luguesa, y fue siempre uno de los núcleos rectores da vida económica, social y política gallega, situándose con otras villas como Monforte, Ribadeo, Noia, Vilagarcía, etc. por debajo de las siete ciudades más importantes de Galicia. Sin duda, la existencia desde muy antiguo de una pujante dedicación portuaria originó el desa-

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Modelo de una de las aulas de niñas de las escuelas de “Vivero y su Comarca”.

rrollo de una destacada actividad comercial y artesanal, regida por el centro urbano, que se encargaba de regularizar y canalizar la producción de los excedentes agrícolas originados en el propio municipio, o en el área de influencia constituída por los ayuntamientos integrados en el antiguo Partido Judicial (Muras, Ourol, Riobarba, Xove y Cervo), que abarcaban una cifra poblacional superior a los 30.000 habitantes. A partir de las décadas de 1830-40 el sistema productivo de las tierras gallegas y mariñanas en particular, comenzó a dar muestras de estancamiento, mientras que continuaba inalterable el tradicional sistema hereditario. Además, aunque los distintos procesos desamortizadores darían lugar a pequeños cambios de la propiedad, a nivel agrario la mayoría de los nuevos propietarios urbanos que adquirieron las tierras de la Iglesia, las denominadas “manos muertas”, no sólo no invirtieron en mecanizar y modernizar las tareas agrícolas, sino que, incluso, encarecieron más las tierras a los colonos al aplicar el sistema de alquiler revisable, frente al tradicional sistema foral. Este hecho agravaría aún más el carácter autárquico de las raquíticas economías agrarias de subsistencia. En el campo predominaba la pequeña propiedad minifundista que entró en crisis a partir de 1852 en adelante, debido a una sucesión de años calamitosos para Galicia, y en especial para las comarcas vitivinícolas como Viveiro,



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Acto de colocación de la primera piedra de la escuela de Merille (Orol), realizado por la Sociedad de Instrucción cubana “Vivero y su Comarca”.

que se verían afectadas por la plaga del oídum, primero y de la filoxera y el mildiw después. La pérdida de las cosechas no significó en absoluto una bajada o condonación de las rentas forales y de los alquileres de las tierras, sino el aumento de los préstamos e hipotecas ante la subida de los precios. Con el hundimiento total del sector vitivinícola a partir de 1845 y el continuado desplazamiento de la industria textil, basada en la elaboración de los famosos “lienzos viveiros”, que servían como complemento de muchas economías agrarias (domestic system), aún se agudizaría más el bajo nivel de vida y la escasez de trabajo. Mientras se producía el desmantelamiento de la industria textil viveiresa con del abandono de los telares tradicionales y el cierre de la fábrica de lienzos de Bassols en Chavín, solo el sector siderúrgico de Sargadelos y las herrerías de Landrove y Galdo experimentaron un importante auge, ayudadas por las consecuencias de las guerras carlistas en territorio vasco. En otros casos, las pequeñas industrias dedicadas a la salazón y los curtidos también alcanzaron un moderado crecimiento, que solo se hará patente en el decenio de los 60. Sin embargo, la escasa industrialización apenas podía absorver la abundante fuerza de trabajo que resultaba excedente de la agricultura. Motivos que, originarían, junto con el deseo de escapar del servicio mili-

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tar, el inicio de la emigración a Ultramar, en especial a la isla de Cuba. Pero, además de estos “factores de expulsión” que ayudaban a emigrar dejando atrás el país de procedencia, también existían otros “factores de atracción”, como la promulgación de la Real Orden que legalizaba la emigración a las antiguas colonias españolas o el inicio de las políticas poblacionistas desarrolladas por determinados gobernantes de distintos países americanos, que como Juan Bautista Alberdi, consideraban que “gobernar es poblar”. En la comarca vivariense tenemos constatada la presencia desde los momentos iniciales de la salida hacia América de distintas compañías de enganchadores o “ganchos”, como se denominaban popularmente que se encargaban de financiar los pasajes a los emigrantes a cambio de la venta o hipotecas de determinados bienes, especialmente tierras. Entre otros, destacaban los coruñeses Bruno Herce y Cía., Sotomayor, Eusebio da Guarda, Juan Menéndez, Goicuría o Bolivar, junto con los vivarienses Antonio Victorio, Bartolomé Basanta y Felipe Prieto. Gracias a la emigración y al transporte de emigrantes a Ultramar, muchas veces clandestino, se hicieron grandes fortunas que en algunos casos serían el germen de las futuras casas bancarias familiares que tanto proliferaron en la Galicia finisecular. A partir de las décadas de 1860-1870-1880 y 1890 se producirían las salidas masivas de emigrantes gallegos y viveireses con diferentes destinos, principalmente a Cuba, Argentina y Uruguay y con una menor incidencia a Puerto Rico, Brasil, México y EE.UU. En la elección de destino de la mayoría de los emigrantes de “A Mariña”, tuvo mucho que ver siempre la formación de cadenas migratorias en Ultramar que actuaron como factores de información, de financiación y de inserción social de los nuevos emigrantes en los países de destino. El asociacionismo gallego en la emigración es muy antiguo. Pero fue a principios del siglo XX cuando proliferaron las sociedades gallegas de emigrantes, constituidas principalmente en Argentina y Cuba. Las primeras sociedades viveiresas de instrucción y ayuda mutua fundadas en ultramar fueron el Centro Vivariense (Buenos Aires, 1908), Centro Hijos del Partido de Vivero (Buenos Aires, 1909) y Vivero y su Comarca (La Habana, 1910). Posteriormente, se constituyeron otras asociaciones o microsociedades que tenían una clara dimensión parroquial o comarcal y que ostentaban encabezamientos tan llamativos como Unión Murense, Hijos de Vicedo o Sociedad Residentes del municipio de Riobarba.



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El Comité de S. Pantaleón de Cabanas, los invitados y el pueblo en general saliendo de la Iglesia parroquial para colocar la primera piedra de la futura Casa Escuela, edificada por “Vivero y su Comarca”.

Fundacion de “Vivero y su Comarca” El germen fundacional de la Sociedad de instrucción y beneficencia Vivero y su Comarca, surgió con motivo del viaje de intercambio cultural realizado a América por el catedrático republicano de la Universidad de Oviedo, Rafael Altamira Crevea, que llegó a Cuba acompañado de su secretario el abogado viveirés Francisco Alvarado. El viaje que tenía un marcado carácter regeneracionista, se basaba en los múltiples lazos culturales, en la lengua común y en las distintas relaciones existentes entre el Estado español y los diferentes países hispanoamericanos después del proceso de independencia de las antiguas colonias. Conocida la llegada a la isla de Francisco Alvarado, un grupo de viveireses acordaron homenajearlo, invitándolo a una comida campestre que le tributaron en “La Tropical” el 14 de marzo de 1910. En el acto se intercambiaron diferentes discursos, destacando las palabras de Alvarado rogándoles que se unieran por lo menos una vez al año y pensaran en como realizar algún tipo de acción a favor de la instrucción educativa en el distrito de Viveiro. La iniciativa que más éxito tendría fue la de construir toda una red de edificios escolares en la comarca vivariense para tratar de erradicar el analfabetismo y elevar la preparación de los futuros emigrantes.

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Luego de distintas reuniones particulares que tuvieron lugar entre varios grupos de vivarienses y comarcanos con la finalidad de dar cumplimiento a la recomendación de Alvarado, en la última de estas, celebrada el 21 de noviembre de 1910, decidieron emprender un llamamiento por medio de la prensa a toda la colonia de emigrados vivarienses para celebrar una Asamblea constituyente el domingo 27 en el segundo piso del Politeama habanero. En la asamblea, a la que asistieron un gran número de hijos del partido judicial de Viveiro se propuso el nombre de la nueva sociedad, se nombró una comisión gestora con carácter provisional y se creó una comisión específica para confeccionar el reglamento por el que había de regirse en el futuro la sociedad. Finalmente, el 10 de diciembre de 1910 tuvo lugar una Junta General en la que se refrendó el Reglamento redactado por la comisión correspondiente y se procedió a la elección definitiva de la primera Junta Directiva provisoria de la sociedad Vivero y su Comarca. Sin embargo, el 16 de abril de 1911, la sociedad habanera celebraría las primeras elecciones ordinarias para constituir la primera Junta directiva que quedó constituida del modo siguiente: Justo Taladrid Cata, como presidente; Manuel Cabaleiro, como Vicepresidente; Tomás Ramos Riguera como Secretario; José del Valle Moré, como Vice-Secretario; Amando Cora, como Tesorero; Jesús Pérnas Gonzaléz como Vicetesorero. Se nombraron como vocales a un nutrido grupo de emigrantes de todas las parroquias que componían el partido judicial de Viveiro. Vivero y su Comarca creó y sufragó su propio órgano oficial de prensa y propaganda, la publicación periódica Vivero en Cuba, fundada en noviembre de 1911. La revista que pasó por diversas etapas tuvo una existencia de 45 años, publicando su último número en enero de 1957. La labor educativa y benéfico-social de “Vivero y su Comarca” Aunque en el momento fundacional también se había estudiado la posibilidad de construir un edificio en Viveiro para escuela de Comercio, para Granja modelo y enseñanza de idiomas, la finalidad primordial de la sociedad Vivero y su Comarca, sería principalmente la de impulsar la instrucción primaria en todo el partido judicial de Viveiro (Muras, Ourol, Viveiro, Riobarba, Xove y Cervo), construyendo edificios de nueva planta o creando nuevas aulas en edificios alquilados por los ayuntamientos. Con este objetivo la junta directiva de la sociedad comenzó a establecer dis-



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tintos Comités en todas las parroquias del Distrito viveirés, así como Delegaciones y Subdelegaciones en diferentes poblaciones de América y España. Los Comités parroquiales jugaron un rol muy importante en la construcción de los distintos edificios escolares de la sociedad habanera, pues además de realizar las gestiones necesarias para conseguir los solares gratis, el transporte y los materiales constructivos, también se encargaban de recolectar diversos aportes económicos a través de las colectas monetarias y en especie que aportaban los vecinos de los lugares donde se proyectaba construir Portada de la Revista ilustrada “Vivero una escuela. Las nuevas escuelas en Cuba”, órgano oficial de la Sociedad se construirían por riguroso orden “Vivero y su Comarca”, con un retrato de de sorteo al contrario de las socie- Justo Taladrid Cata, Presidente de honor y dades vivarienses en Buenos Aires, Delegado general en España. que decidieran construirlas en virtud de las necesidades reales y no por sorteo. En cuanto a los fondos económicos para la construcción de las escuelas, se conseguirían principalmente de los pagos de las cuotas mensuales de los cerca de mil socios que componían la sociedad, de las recaudaciones obtenidas de las distintas actividades lúdico recreativas (bailes, veladas literarias, representaciones teatrales, festivales, kermeses, etc.) que se realizaban regularmente en isla antillana, así como de los diferentes aportes monetarios que efectuaban los socios protectores, muchos de ellos destacados hombres de negocios en Cuba. Como ejemplo de la amplia labor económica desenvuelta por la sociedad desde el momento de su fundación, podemos afirmar que en tan solo 28 meses la entidad reunió 16.000 pesos cubanos para construir escuelas en el distrito de Viveiro. Además de los socios protectores, la sociedad de intrucción, también tenía una amplia representación de socios de honor, en virtud de los diversos apoyos recibidos al realizar las diferentes gestiones que se requerían en función de las mejoras educativas, entre otros destacaban: los reyes de España, Príncipe de Asturias, José Canalejas (Jefe del Gobierno,

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Escuela de Magazos construida por la Sociedad “Vivero y su Comarca”.

en 1910), Amalio Gimeno (Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes 1911-12), Rafael Altamira (Director General de 1ª enseñanza, en 1913), Eugenio Cemborain (Director de la Escuela Normal y Senador), el escritor y publicista José María Riguera Montero, así como los diputados por el distrito de Viveiro Marqués de Bayamo y José Soto Reguera. En cuanto a los socios de mérito, la relación estaba constituida por todas aquellas personas que donaran solares o cantidades económicas significativas para la construcción de escuelas. Vivero y su Comarca antes de comezar su labor de construcción de escuelas realizó un análisis pormenorizado de la situación educativa del distrito viveirés, concluyendo que deberían construir 41 edificios escolares de tipo mixto y conseguir del Estado la asignación de 30 maestros y 31 maestras. La sociedad de de instrucción, a través de Justo Taladrid, que era el presidente de honor y representante general en España, mantuvo una fluída y constante relación con las autoridades educativas estatales, hecho que contribuyó a la elección de un modelo de edificios escolares muy adaptado a Galicia, con aulas de altos ventanales, espacios amplios, ventilados y con luz natural, patios cubiertos con servicios higiénicos independientes en cada centro, y todo tipo de avances de la época en cuanto a material pedagógico. Así era usual que las escuelas “habaneras” dispusieran de mesas bipersonales, máquina de escribir, microscopio, colecciones de minerales y simientes, herbario, reproducciones del cuerpo humano, cuadros de animales, útiles de agricultura y aparato de proyecciones, entre otros.



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La importante labor pedagógica realizada por Vivero y su Comarca dio como resultado que inauguraran un total de 16 edificios de nueva construcción, al tiempo que colaboraron con la restauración, acondicionamiento y equipamiento de otras muchas aulas alquiladas por los seis ayuntamientos del distrito. De igual forma, la sociedad cubana también realizaba regularmente aportaciones económicas para la cantina y el Patronato Escolar de Viveiro, así como concesiones de bibliotecas escolares y otras muchas donaciones económicas según las distintas necesidades existentes. Además de las actividades meramente instructivas, la sociedad habanera también aportó diversas ayudas económicas para atender las necesidades básicas de muchos vivarienses, tanto en Cuba como en el partido judicial de Viveiro. En 1921, el presidente de Vivero y su Comarca, Jesús Fernández Victorio propuso a la directiva de la entidad, el proyecto de creación del “Comité vivariense de mutua protección y beneficencia” para fomentar la protección mutua entre los viveireses emigrados en Cuba. Más tarde, en 1923, se creó un fondo de beneficencia para cuidar a los asociados enfermos, ayudar en los casos de repatriación, atender a las necesidades de los socios y de los conterráneos más necesitados, colaborar con las sociedades benéficas radicadas en Viveiro o, en cualquier otra iniciativa que redundase en el progreso material del distrito vivariense. En el campo de la beneficencia debemos señalar, igualmente, la construcción de dos panteones sociales en el cementerio Colón de La Habana, el primero terminado en 1933 y el segundo en 1951. Como reconocimiento a su gran labor filantrópica, la sociedad de instrucción recibió del Gobierno de Alfonso XII (13-IV-1919) la Cruz de Primera clase de la orden civil de Beneficencia con distintivo blanco, “por sus relevantes servicios en pro de la cultura, en particular en el distrito de Viveiro y en general de España”. Pasando, a partir de ahí a denominarse con el nombre de Ilustrísima Sociedad de Vivero y su Comarca. Posteriormente, en 1969, la institución sería nuevamente condecorada por el gobierno español con la medalla de oro al mérito al trabajo. En la actualidad, la sociedad Vivero y su Comarca, que cuenta con más de un millar de asociados entre vivarienses y descendientes, continúa con su importante labor cultural en el Palacio del Centro Gallego de La Habana, ocupando el tercer lugar en masa social entre las cuarenta y nueve sociedades gallegas de instrucción y beneficencia, fundadas por los emigrantes en América.

Índice Prólogo. Moisés Llordén Miñambres, Universidad de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . .



7

Emigrantes del Norte de España a América. Rafael Anes y Álvarez de Castrillón, Universidad de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . .



15

Panorámica de la intervención escolar de los emigrantes gallegos a América (Siglos XVII-XXI). Vicente Peña Saavedra, Universidad de Santiago de Compostela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .



35

Las escuelas de indianos en Asturias. Ángel Mato Díaz, Doctor en Historia . . . . . . . . .



71

La aportación de los emigrantes a América en la construcción de escuelas en el Occidente de Asturias. Servando J. Fernández Méndez, Cronista Oficial de Navia . . . . . . . . . . . . . . .



91

Los Naturales de Boal en La Habana (1911-2011). Una sociedad de instrucción ejemplar. José Manuel Prieto Fernández del Viso, Universidad de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . .



125

Asociacionismo de la emigración española y asturiana en América. Moisés Llordén Miñambres, Universidad de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . .



153

La aportación de los indianos a la enseñanza en Cantabria: Las Fundaciones benéfico-docentes (1800-1935). Carmen del Río Diestro, Doctora en Historia . . . . . .



195

300

índice

Emigrantes castellanos y leoneses y educación. Juan Andrés Blanco, Universidad de Salamanca y Director del Centro Asociado de la UNED en Zamora Rubén Sánchez, Centro Asociado de la UNED en Zamora ..



223

“As escolas como narrativas do êxito do emigrante. A acção dos ‘brasileiros’ a favor da instrução pública”. Margarida Louro Felgueiras, Faculdade de Psicologia e Ciências da Educação/CIIE Universidade do Porto . . . .



251

Un programa intercultural e intergeneracional para educar en valores. Escuelas Pro Valle Miñor (1909-2009). M.ª Carmen Pereira Domínguez, Universidad de Vigo .. .



275

La Sociedad de Instrucción Vivero y su Comarca (1910-2012). Carlos Nuevo Cal, Cronista Oficial de Viveiro . . . . . .

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