EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO Contenido mariológico

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO Contenido mariológico JESÚS SANCHO PALABRAS CLAVE: Catecismo, Escuelas Pías, Mariología. RESUMEN: Cayetano Ramo (Lecha

4 downloads 151 Views 315KB Size

Recommend Stories


Bakunin- Netchaiev El Catecismo Revolucionario
Bakunin-Netchaiev El Catecismo Revolucionario Juan J. Alcalde Bakunin- Netchaiev El Catecismo Revolucionario El Catecismo Revolucionario, que no d

RAMO: DERECHO DE FAMILIA
RAMO: DERECHO DE FAMILIA UNIDAD I FAMILIA, GENERALIDADES Y MATRIMONIO 1. CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE DERECHO DE FAMILIA La familia, como concepto so

Story Transcript

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO Contenido mariológico

JESÚS SANCHO

PALABRAS CLAVE: Catecismo, Escuelas Pías, Mariología. RESUMEN: Cayetano Ramo (Lechago, Teruel 1713 - Zaragoza 1795) fue un insigne escolapio, catequista, orador y General de las Escuelas Pías. En 1759 publica su catecismo, editado numerosas veces en una doble forma: Explicación y Compendio. El autor analiza la Explicación y su gran riqueza mariológica. Se detiene de manera especial en su maternidad divina, la Inmaculada Concepción, la virginidad o maternidad virginal, la Asunción y su vida. Sigue viendo el autor en los catecismos un instrumento importantísimo para transmitir la fe cristiana. Y en el catecismo del P. Ramo admira una joya de doctrina y de piedad, que destaca por su devoción a la Madre de Dios.

THE CATECHISM OF CAYETANO RAMO Mariological content KEY WORDS: Catechism, Piarist Schools, Mariology. SUMMARY: Cayetano Ramo (Lechago, Teruel 1713 - Zaragoza 1795) was a leading Piarist Father, catechist, public speaker and Superior General of the Piarist Schools. He published his catechism in 1759, subsequently edited in numerous editions under two formats: Explanation and Compendium. The author considers the EXPLANATION and its exceptionally rich mariological content. Particular attention is paid to Our Lady’s divine motherhood, Immaculate Conception, virginity and virginal motherhood, assumption and her life. The author continues to view the catechisms as a vital element in the transmission of the Christian faith. He considers the catechism of Fr. Ramo as a jewel, both for its doctrine and its piety. Special mention should be made of its devotion to the Mother of God.

ScrdeM

235

JESÚS SANCHO

I. Introducción 1. Cuando se quiere investigar en teología, normalmente buscamos en las bibliotecas los escritos de los Santos Padres y los volúmenes de grandes autores, que nos dan la seguridad de un trabajo serio y provechoso; como no tengo a mano una gran biblioteca, debo limitar mis pretensiones a un laboreo humilde y sencillo, en este caso un viejo catecismo. Se añade el convencimiento de que hay que potenciar la catequesis, y el instrumento que la facilita es el catecismo. Puede que el Papa Benedicto XVI incluya en la nómina de sus trabajos importantes el haber preparado –siendo cardenal Ratzinger– el Catecismo de la Iglesia Católica por encargo de Juan Pablo II; luego, ya Pontífice, en 2005 promulga el Compendio del Catecismo. En la historia ha sido uso casi normativo la distribución de catecismo extenso y compendio. Y hay que corregir un error de perspectiva. En estos años se ha querido derribar fuertes muros de la tradición teológica, so pretexto de innovación; y no siempre se ha superado la propaganda programada para ocultar el escaso valor del cambio propuesto, si no era negativo el valor. Los catecismos –me estoy refiriendo al famoso catecismo de Cayetano Ramo–, son verdaderas joyas engastadas en la más pura tradición católica, construidos en el taller del Magisterio de la Iglesia y la piedad del Pueblo de Dios, que fomentaban con celo heroico pastores de parroquias rurales diseminados por la geografía del mundo, bajo el impulso del Espíritu Santo que promueve y sostiene el sentido de la fe en los humildes y limpios de corazón1. Una maravilla que, cuando se maneja en la tarea pastoral, produce sosiego y la satisfacción de una gran cosecha ya recogida y almacenada en el granero de la Iglesia. 2. El catecismo es un arcón de doctrina, que recoge el panorama de la fe de la Iglesia que fluye de la revelación divina. Si no fuera ejercicio de la Providencia comunicar sus designios al hombre por medio de los patriarcas y profetas: la verdad para creer y las normas para obrar, se diría que la

1. Cfr. J. SANCHO, Infalibilidad del Pueblo de Dios. “Sensus fidei” e Infalibilidad orgánica de la Iglesia en la Constitución “Lumen gentium” del Concilio Vaticano II, Eunsa, Pamplona 1979, pp. 91-144.

236

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

Nuestra Señora del Carmen. Carmelitas Descalzas (Teruel).

ScrdeM

237

JESÚS SANCHO

catequesis nace en el monte Tabor. Allí resonó la voz del Padre celestial, que recordaba vibrante al cabo de los años el apóstol Pedro, dejándonos el testimonio excepcional de lo que ha vivido con experiencia imborrable: Os hemos dado a conocer el poder y la venida futura de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino porque hemos sido testigos oculares de su majestad. En efecto, él fue muy honrado y glorificado por Dios Padre, cuando la suprema gloria le dirigió esta voz: Éste es mi Hijo, el Amado, en quien tengo mis complacencias. Y esta voz venida del cielo la oímos nosotros, estando con él en el monte santo2. El testimonio de Pedro coincide a la letra con la teofanía del bautismo de Jesús; pero el relato de la Transfiguración en los sinópticos añade un detalle fundamental que no podemos ignorar: Ipsum audite, escuchadle3. No es rasgo puramente literario, sino trascendental; señala la obligación de escuchar al Hijo de Dios –la Palabra de Dios–, de escuchar a Dios. Dios tiene derecho a que se le escuche, y nosotros tenemos el deber de escucharle. Indica además que la catequesis es enseñar o aprender de viva voz, de oídas, de “boca a boca”, escuchando o hablando. Ésta ha sido y es la tradición de la Iglesia para extender el Evangelio. Podemos afirmar que no hace más que catequizar; es su misión y oficio, es el encargo que hizo el Señor al despedirse para subir al cielo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura4. Pero predicar el Evangelio –propagar la Buena Nueva– implica también el ejercicio de escuchar, la catequesis. Ejemplo hermosísimo de catequesis encontramos en la vida de Santa María. De estilo experiencial son tantas cosas que la Virgen madre contaría a los apóstoles, acaecidas en la intimidad de la casa de Nazaret y vividas por ella como testigo único: las cosas de la infancia de Jesús, que cuentan Mateo y Lucas, si pensamos en el evangelio de los primeros pasos de Dios en el mundo al nacer de la Virgen como hombre verdadero, y que los evangelistas nos han transmitido movidos por el Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras5.

2. 3. 4. 5.

2P 1, 16-18. Mt 17, 5; Mc 9, 7; Lc 9, 35. Mc 16, 15. Cfr. Dei Verbum, 11.

238

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

3. En el Tabor se proclamaría al menos la necesidad de la catequesis, cuando el Padre –ante los apóstoles presentes– señala al Hijo enviado al que hay que escuchar6. Y se entiende el valor de la catequesis genuina, que, pareciendo teología menor, expone los misterios de la fe cristiana e ilumina las relaciones de la criatura con Dios, mostrando el camino que conduce a Él. Tan estimable es la función de comunicar la Verdad divina que el Hijo Unigénito decide vestirse de naturaleza humana para revelarla a los hombres7. Cristo es el gran catequista; es la Verdad que se siembra8 y el Sembrador que la siembra9. Un teólogo formal puede decir que la catequesis es riachuelo de la teología en pleno ejercicio técnico de su gran quehacer. En lo formal puede calificarse así; bien considerado, por contenido y formulación sencilla, rigurosa, y por la función esencial de formar al pueblo cristiano en la vida de fe y de piedad, la catequesis es la teología de los Apóstoles que iluminaron el mundo pagano con la luz de Cristo; la teología de los Santos Padres, que continuaron el trabajo de los apóstoles y sembraron generosamente la semilla del Evangelio, para implantar la verdad divina en un mundo en tinieblas, cumpliendo el mandato del Padre10; la teología de la Iglesia, la teología del Magisterio; la teología del sensus fidei que provoca y conduce el Espíritu Santo; la teología del Romano Pontífice que confirma a sus hermanos; la teología, en fin, de grandes teólogos que sobresalieron en la piedad y en la doctrina. Así resulta que para ser buen catequista hace falta ser buen teólogo. 4. Quiero destacar la labor extraordinaria de este apostolado, en apariencia humilde, que han desarrollado los catequistas autores; viendo la necesidad de formar al pueblo cristiano, dedicaron sus mejores esfuerzos a promover, con fórmulas breves pero rigurosas y pedagógicas, la verdad cristiana que ha alimentado la fe del Pueblo de Dios a lo largo de los siglos. Dos turolenses sobresalen: el jesuita Jerónimo de Ripalda11, y el escolapio 6.Mt 17, 5. 7.Unigenitus Deus, qui est in sinum Patris, ipse enarravit (Jn 1, 18); cfr. Hb 1, 2. 8.Jn 14, 6. 9.Mt 13, 37. 10. Mt 17, 5. 11. Nace en Teruel, muere en Toledo (1535-1618). El catecismo de Jerónimo Ripalda (no Juan de Ripalda, conocido por el De ente supernaturali) aparece hacia 1591. Preocupado por las almas prepara un catecismo popular para hacer frente a los protestantes, que se valen de la eficacia de la catequesis para propagar la “protesta” frente a la Iglesia Católica.

ScrdeM

239

JESÚS SANCHO

Cayetano Ramo. Los dos han hecho historia por su contribución a formar la fe popular, y son conocidos por “el catecismo de Ripalda” y “catecismo del Padre Ramo”. El catecismo del Padre Ramo fue muy popular y tuvo multiples ediciones12. Muchos aprendieron los rudimentos de la doctrina cristiana con esta obrita, que se estudiaba en las parroquias y escuelas de Aragón. Y me temo que es el catecismo que estudió Josemaría Escrivá para la primera comunión en el colegio de los escolapios de Barbastro, del que era alumno13. Se deja entrever la importancia de la catequesis, que es, ha sido y será siempre tarea de la Iglesia para cumplir el mandato de Cristo al subirse al cielo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura14. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado15. La tradición patrística es abundante. Cirilo de Jerusalén, Crisóstomo, Ambrosio, Agustín, Teodoro de Mopsuestia..., son museo vivo del empeño de pastores que se desvivían en apacentar al pueblo de Dios. La historia nos ha deparado la fortuna de que –los tesoros de doctrina y piedad con que alimentaban al pueblo encomendado a su tarea episcopal– se dilatase con el tiempo a la Iglesia entera, que se beneficia de sus frutos en gran parte conservados. No pretendo hacer historia de la catequesis con este precioso material –sería un honroso trabajo de investigación–, sino anotar que la labor del Padre Ramo responde sobre todo a la instancia pedagógica de las Escuelas

12. “Una de las más notables fue la conjunta París-México de 1901, que reproduce la edición príncipe de 1759 y las indulgencias concedidas en... 1804 por el Arzobispo de México y el Obispo de Azura ‘a quienes leyeren u oyeren leer alguna página de este Catecismo’” (D. CUEVA, Cayetano Ramo Parrilla, en Diccionario Enciclopédico Escolapio, v. 2 [ed. calasancias], Salamanca 1983, p. 460). 13. Los datos y presunción histórica apuntan en ese sentido. El 23 de abril de 1912 (diez años) Josemaría hace la primera comunión. El escolapio P. Manuel Laborda le enseñó la comunión espiritual: “Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos” (A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei, I, pp. 50-51). Esta comunión espiritual –con leve retoque– se encuentra en la Explicación de la Doctrina Cristiana, p. 308. 14. Mc 16, 15. 15. Mt 28, 19-20.

240

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

Pías que fundó en Roma san José de Calasanz, aragonés de Peralta de la Sal, al ver el provecho de la pedagogía catequética en la formación religiosa de los alumnos de colegios que surjían aquí y allá en las provincias de Aragón y Valencia. Como dice Dionisio Cueva, “lo escribió con gran sentido pedagógico, para uniformar la enseñanza dispersa en numerosos catecismos manuscritos que utilizaban los escolapios aragoneses”16. Queremos estudiar el estupendo catecismo con recuerdo agradecido, que nos permite observar los contenidos mariológicos al analizar esta obrita sencilla y popular –de gran valor doctrinal y pedagógico–, constrastada por una vigencia pastoral de siglos.

II. El autor del catecismo Cayetano Ramo de san Juan Bautista nace en Lechago (Teruel) el 11 de septiembre de 1713, y muere en Zaragoza el 3 de julio de 1795; en Internet se le califica como “insigne escolapio, catequista y orador, General de las Escuelas Pías”. Un elogio póstumo, en latín, lo estima “varón en verdad egregio y muy digno de alabanza por su agudo ingenio, preclara erudición, carácter suave, costumbres morigeradas, reconocida integridad, singular prudencia, celo tenacísimo de la observancia regular, equilibrio en su vida toda y en cada una de sus acciones, por sus muchas dotes naturales y sus virtudes evangélicas”. Elogio cumplido que sostiene con sólido fundamento la fama del Catecismo de la Doctrina Cristiana, conocido popularmente como “Catecismo del Padre Ramo”. La Orden le agradece la preparación y publicación de las Constituciones de san José de Calasanz en 1781. Su biografía se caracteriza por los muchos encargos de docencia y de gobierno, hasta la elección como Superior General en 1772, cargo que desempeñó con tanta eficacia y prestigio que su gestión ha sido calificada como “la edad de oro de la Escuela Pía”17. Su figura sobresale dentro de la Orden por estas connotaciones; al exterior resplandece por la autoría del catecismo, que aparece en 1759, con

16. D. CUEVA, o. c., p. 460. 17. Ibidem, pp. 458-460.

ScrdeM

241

JESÚS SANCHO

reimpresiones de 1762, 1766, etc. hasta 1941, en la doble forma de Explicación y Compendio. Es bueno recordar estos monumentos de doctrina cristiana –alimento de la fe de nuestros pueblos durante tanto tiempo–, verdadera solera de fe y piedad de nuestros mayores, que nos dejaron la estela gloriosa de familias ejemplares y envidiables.

III. El catecismo 1. La redacción de un catecismo supone acervo inestimable de teología, de piedad y de trabajo, difícil de valorar. Los dos grandes catecismos –el de Trento, y el reciente Catecismo de la Iglesia Católica–, se han preparado y cuentan con nombres de prestigio reconocido. En el caso de Cayetano Ramo vale también este juicio crítico. La información que nos transmiten los biógrafos, y el análisis de la obra, revelan en el autor preparación, trabajo, piedad y singular estilo pegagógico. El texto que vamos a estudiar es la Explicación de la Doctrina Cristiana. 2. Es notable la diferencia entre la Explicación18 y el Compendio; aquella suma 357 páginas, el Compendio 191; y es perceptible por los contenidos. Al explicar el primer artículo del Credo aparece la creación de los Ángeles; en el Compendio se omite. Resumiendo preguntas y respuestas dice: “¿A quién crió Dios en el Cielo? A los Ángeles, criaturas espirituales, que no tienen cuerpo porque son espíritus; tampoco alma, que fue criada para unirse con el cuerpo y los ángeles no le tienen. Criados por Dios para que le sirviesen y adorasen: y también destina a cada hombre un Ángel Custodio apenas nace”. Buena síntesis de la naturaleza angélica, con la doctrina del Ángel Custodio en fórmula que suena a san Jerónimo y permite imaginar al autor con la Suma Teológica en la mano, viendo al de Aquino filtrar el comentario de Jerónimo a Mateo 18, 1019. Hallazgo interesante es la comunión espiritual. Desde su primera comunión Josemaría Escrivá la retuvo como patrimonio entrañable. Como sacerdote la supo transmitir a las almas en incansable labor de dirección

18. Ibidem, p. 308. El Compendio no la trae. 19. Explicación, p. 26. Idéntica en el Compendio.

242

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

Nuestra Señora del Olivar. Monasterio del Olivar. Estercuel (Teruel).

espiritual; animaba a rezarla con el amor y frecuencia que la convierte en norma habitual de piedad eucarística. Esta oración, que se reza en los cinco continentes, se encuentra en el Catecismo del Padre Ramo20. Hay preguntas y respuestas características de este catecismo; al leerlas, el recuerdo certifica haber aprendido de pequeños la doctrina cristiana en este librito, usual en las parroquias de Aragón. A la pregunta: ¿Qué quiere

20. Propter auctoritatem ipsius Dei revelantis, qui nec falli nec fallere potest (CONC. VATIC. I, Const. dogm. Dei Filius, cp. 3, en Dz 1789/3008).

ScrdeM

243

JESÚS SANCHO

decir Creo?, responde: “Tengo por más cierto cuanto en el Credo se contiene, que si lo viera con los ojos y tocara con las manos”21. Se trasparenta el objeto formal de la fe, que no se apoya en el conocimiento sensitivo o intelectual sino en la autoridad de Dios que revela22. Y otra: “¿Dónde está ahora Cristo? En el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar, tan alto y tan poderoso como está en los cielos”23. Y la filiación divina: “¿Qué dignidad recibe el hombre cuando le hacen cristiano? Hácese hijo adoptivo de Dios, y heredero del cielo”24. Una más: “¿Quién está en la Hostia consagrada?”, y en un pilar de respuestas, dice: Está el Cuerpo de Cristo Señor nuestro, tan alto y tan poderoso como está en los cielos; está su Sangre, está el Alma y está la Divinidad, y están el Padre y el Espíritu Santo, “porque donde está una Persona Divina, están las tres; por ser en las tres la naturaleza una misma”25. La ciencia teológica del autor asoma en la difícil sencillez del catecismo, sabiendo exponer con luz y gracia los misterios de la fe; y se hace visible en muchos momentos, como al explicar la Eucaristía. Indicios del trabajo serio, con apoyo de investigador curioso que busca y se informa, aparecen cuando cita un concilio menos conocido para dar razón de la gravedad del deber paterno en la educación de los hijos. Al preguntar si esas obligaciones son graves, dice: “Son gravísimas; tanto que el concilio Gangrense excomulga a los padres que no cumplen con ellas”26.

IV. Estadística mariológica. Maternidad divina 1. El punto central de la investigación era señalar el contenido mariológico del Catecismo de Cayetano Ramo. En primera aproximación tenemos que decir que sorprende la estadística de pasajes en que aparece la Virgen y se afirman sus privilegios, sobre todo la maternidad divina. En número redondo podemos decir que son alrededor de cincuenta, y son más. No está mal para un

21. Explicación, p. 51. Se repite al hablar de la Comunión, p. 312. 22. Explicación, p. 12; también en el Compendio. 23. Explicación, p. 51. Se repite al hablar de la Comunión, p. 312. 24. Explicación, p. 12; también en el Compendio. 25. Explicación, pp. 312-313. 26. Ibidem, pp. 211-212. Gangre, ciudad de Paflagonia, en el Asia Menor.

244

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

tratadito breve de doctrina cristiana, como es el catecismo; pues cabía pensar que, como en el Evangelio, se narran los misterios de la vida del Señor, y la presencia documental de la Virgen sería escasa. La estadística trasluce la verdadera devoción –la piedad filial del autor– con la Madre de Dios, discurriendo por el cauce ancho de la honda formación doctrinal de quien fuera profesor de filosofía y teología en los estudios de los jóvenes escolapios. Al preguntar el porqué de los distintos nombres de las imágenes de la Virgen cita -como algo vivido- la Virgen del Pilar, del Portillo, de la Portería27, cercanas la basílica y la parroquia a la residencia de Cayetano Ramo, que regentó el Colegio escolapio de Zaragoza en 1752 y años sucesivos, como había regentado el de Alcañiz (1740)28. La Virgen le sale por todas partes –de principio a fin del catecismo– como quien la lleva en el corazón y en los labios. Con la estadística en la mano y conociendo la presencia abundante de la Virgen en el texto del catecismo del Padre Ramo, conviene anotar que se anticipa a la reserva planteada por algunos mariólogos. Si el profesor Manuel Cuervo urgía en las clases de Salamanca la necesidad de presentar la mariología en conexión estrecha con la cristología29 –el sentido común pide tratar a la Madre con el Hijo–, este catecismo satisface la exigencia, pues María siempre aparece en relación inseparable con Jesús. Y si el profesor Aldama –Salamanca también– sostenía que la mariología sistemática arranca y se desarrolla con fuerza a partir de la Bula Ineffabilis (1854), en la que Pío IX define la Concepción Inmaculada de la Virgen María30, la estadística de contenidos mariológicos en este catecismo es en sí claro alegato que manifiesta existir antes de esa fecha rico arsenal o suficiente material para construir la mariología, aun sin ser tratado sistemático. 2. La estructura del catecismo de Cayetano Ramo se asienta en los dos grandes misterios de la fe cristiana y católica: La Trinidad y la Encarnación, y con uno u otro se enhebra el contenido mariológico. Un ejemplo lo confirma. En el inicio mismo, al exponer el nombre y señal del cristiano, se encuentra esta pregunta con respuestas notables: “¿Qué cosa es santiguar?

27. Explicación, p. 171, cuando expone el Avemaría. 28. D. CUEVA, o. c., pp. 458-460. 29. Cfr. Introd. Suma Teológica de Santo Tomás (bilingüe), v. 11, Madrid 1960, p. 10. 30. J. A. DE ALDAMA, Mariologia, en Sacrae Theologiae Summa, III, Madrid 1950, p. 289.

ScrdeM

245

JESÚS SANCHO

Hacer una cruz larga desde la frente hasta la cintura, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, diciendo: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Siguen los “por qué” y los “para qué” con un desarrollo precioso de teología trinitaria. Interesa destacar dos “por qué”. “¿Por qué se hace de esta manera?” Responde: “Para significar dos grandes misterios, el uno de la Santísima Trinidad, y el otro de la Encarnación del Hijo de Dios”. Hay más significados: la forma de cruz significa la Pasión y Muerte del Señor; el nombre en singular, la unidad de esencia; los nombres –plural– de las Personas, la Trinidad; se nombra al Padre al hacer la señal en la frente porque es principio del Hijo y del Espíritu Santo. Y la pregunta novedosa de por qué se nombra al Hijo al signarse en la cintura: “Para significar que se encarnó en las entrañas de María Santísima”31. La primera vez que se menciona a la Virgen, se proclama la maternidad divina o la vinculación de María con el misterio de la Encarnación, y con la Trinidad, que concurre a la realización del misterio de Dios hecho hombre en la persona del Hijo32. Y no se deja pasar la oportunidad de señalar la actuación del Paráclito, ya que el Hijo se encarnó, “no por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo”, pues “la Encarnación fue obra de amor, y el amor se atribuye al Espíritu Santo”33. Es como el susurro blando del hijo que piensa y habla de su madre y con su madre, alabando los encantos que el Señor obró en ella34. Y así llegamos a la colosal definición del misterio de la Encarnación, que se percibe y se ha hecho clásica en la moderna tradición catequética de España, con ligeros retoques literarios que introducen los autores35. Tras afirmar que “María Santísima es verdadera Madre de Cristo, porque 31. Explicación, pp. 13-15. Y luego: “¿En dónde se encarnó? En la entrañas de María Santísima” (p. 46). Con el mismo timbre suena la pregunta de ¿Quién es Jesucristo? “Es el Hijo de Dios Padre, el cual se hizo Hombre en las entrañas de María Santísima” (p. 43). 32. Unigenitus Dei Filius Iesus Christus, a tota Trinitate communiter incarnatus, ex Maria semper Virgine Spíritus Sancti cooperatione conceptus, verus homo factus (Conc. IV de Letrán, cap. 1, De fide catholica, en Dz 429/801). 33. Explicación, pp. 46-47. 34. Cfr. Lc 1, 45. 35. “La Encarnación del Hijo de Dios se realizó formando el Espíritu Santo de las purísimas entrañas de la Virgen María un cuerpo perfectísimo y creando un alma nobilísima que unió a aquel cuerpo; en el mismo instante a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios; y de esta suerte, el que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho hombre” (Catecismo nacional, segundo grado, Madrid 1979, p. 20). El tercer grado (Madrid 1962), repite.

246

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

concurrió con su sangre para la formación del cuerpo”, pide una explicación breve del modo con que se obró la Encarnación del Verbo, y es ésta: “Tomó Dios una porción de sangre de la purísima Virgen María, y de ella formó un cuerpo: crió un alma: y esta alma y cuerpo unidos entre sí, fueron unidos a la segunda Persona de la Santísima Trinidad; y de esta suerte el que antes era solo Dios, quedó juntamente Dios y Hombre”36. 3. La referencia a la maternidad divina –maternidad virginal de María– es casi continua en el catecismo de Cayetano Ramo. No es de extrañar siendo el privilegio que fundamenta todas las demás prerrogativas y gracias concedidas a la Madre de Dios. Ya que, si es inmaculada, es porque había que prepararla para la maternidad condigna del Verbo de Dios; si es virgen antes del parto, en el parto y después del parto, es porque sólo la integridad virginal convenía a la maternidad que engendraba al Hijo de Dios; y si profesamos la Asunción gloriosa a los cielos es porque –la que albergó en su seno virginal al Hijo Unigénito del Padre– no podía permanecer en el sepulcro de la corrupción. Como dicen los teólogos, y descubre el sentido de la fe del pueblo devoto de la Virgen, el Hijo podía, convenía, y así fue: que la Virgen María, Madre de Dios, fue llevada al cielo en cuerpo y alma. 4. Así de normal, pero así de grande y bella es la loa suprema que la piedad popular saborea al comenzar la letanía del Rosario, y que nuestro catecismo da como significado de las palabras del arcángel: Dios te salve. Para Cayetano Ramo significan: el gozo sea contigo, alégrate María. Y se justifica el gozo “porque es llena de gracia, porque el Señor está en su alma, porque es bendita entre las mujeres, y porque es bendito Jesús, fruto de su vientre”. No satisfecho con este recuento de maravillas, viene el colofón: “Porque es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo”37. El autor conocía sin duda el texto de santo Tomás, que reconoce en la Virgen dignidad casi infinita por su maternidad divina: Beata Virgo ex hoc quod est Mater Dei, habet quandam dignitatem infinitam, ex bono infinito quod est Deus38. Una respuesta brillante del catecismo justificando la plenitud de 36. Explicación, pp. 48-49. 37. Ibidem, p. 173. La relación singular con la Trinidad vuelve en p. 176. 38. SANTO TOMÁS, Sum. Th., 1 q 25 a 6 ad 4.

ScrdeM

247

JESÚS SANCHO

Virgen de la Vega. Alcalá de la Selva (Teruel).

gracia de María sobre todos los Ángeles y Santos, traduce a la letra el razonamiento de Tomás de Aquino: “Porque su capacidad fue casi infinita, por la dignidad casi infinita de Madre de Dios”39. Es el techo de la omnipotencia divina, que se excede en la Encarnación del Hijo Unigénito40, extendiendo la dignidad del misterio a la que fue dócil al querer de Dios para salvar al mundo, aceptando ser la Madre del Verbo. No se puede decir más, si no es el piropo

39. Explicación del Avemaría, p. 175. 40. Sic enim dilexit Deus mundum, ut Filium suum unigenitum daret, ut omnis, qui credit in eum, non pereat, sed habeat vitam aeternam (Jn 3, 16).

248

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

popular que resume tanta dignidad: Más que Tú sólo Dios. De este modo resulta que la maternidad divina fundamenta y corona lo que se puede decir de Santa María, la Virgen de Nazaret, que para Cayetano Ramo es –en afirmación única que lo abarca todo– la Madre de Dios, la Reina del Cielo y nuestra Abogada41. Cabría pensar que el título de Abogada sugiere la maternidad espiritual de María con nosotros; sin embargo, aunque nos sitúa entre los menesteres de esa maternidad, porque al abogado corresponde amparar y defender a los que confían en su trabajo, el título entrañable de María madre nuestra no aparece en el catecismo.

V. Los otros privilegios Ser la Madre de Dios es privilegio supremo de la Virgen María, pero que éste sea el privilegio supremo no quiere decir que sea el único; antes bien la excelencia eminente de la maternidad divina –dignidad de naturaleza casi infinita– reclama por sí misma más gracias; por no decir que la propia maternidad divina las presupone o contiene implícitamente, pues para ser la Madre de Dios hace falta reunir cualidades naturales y sobrenaturales que la hagan digna de este título insuperable. Por eso los teólogos convienen en que Santa María está enriquecida con otras grandes prerrogativas, que la disponen para realizar condignamente la misión a la que estaba destinada en predestinación eterna; y sitúan a Nuestra Señora en las fronteras de la divinidad, ya que pertenece al orden hipostático. La liturgia profesa y celebra que el Espíritu Santo la preparó para ser digna morada del Hijo de Dios, cuando decide hacerse hombre en las purísimas entrañas de María, Madre virgen: Cooperando el Espíritu Santo, Dios omnipotente y eterno, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen María, para hacerla digna morada de tu Hijo42. Lo afirma santo Tomás al

41. Se pregunta ¿Quién es nuestra Señora?, y responde: “María Madre de Dios, Reina del Cielo, y Abogada nuestra” (p. 170). 42. Omnipotens sempiterne Deus, qui gloriosae Virginis Mariae corpus et animam, ut dignum Filii tui habitaculum effici mereretur Spiritu Sancto cooperante praeparasti: da ut cuius commemoratione laetamur, eius pia intercessione ab instantibus malis et a morte perpetua liberemur. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amén. (Oración de la Salve).

ScrdeM

249

JESÚS SANCHO

estudiar la santificación de la Virgen: Dios prepara y dispone a los que destina a una misión, para que sean dignos de desempeñarla43. Esta visión de la Providencia obliga a entender que la maternidad divina requiere otros dones; que en la tradición teológica componen –con la maternidad– el tetramorfo de la Mariología dogmática en la fe de la Iglesia: Inmaculada Concepción, Virginidad, Maternidad divina y Asunción al cielo.

a) La Inmaculada Concepción Se encuentra afirmada en el catecismo de Cayetano Ramo de distinta manera, y formalmente al explicar del Avemaría el saludo del arcángel: llena eres de gracia. Se pregunta qué efectos causó en María esta gracia, y responde: “La preservó de toda culpa original, actual –aun venial– y aun de la mínima imperfección”44. En efecto, la plenitud de gracia no se entendería si sólo por un momento hubiera estado inficionada del pecado. Los teólogos destacan comúnmente este pasaje de Lucas 1, 28, para sustentar el dogma de la Concepción Inmaculada de la Virgen María. La comparación con los Ángeles: “María tuvo más gracia que todos los Ángeles y Santos..., porque su capacidad fue casi infinita, por la dignidad casi infinita de Madre de Dios”45, permite vislumbrar otro matiz del argumento. No cabe homologar la naturaleza humana con los ángeles, que no tienen nuestra naturaleza y no heredan el pecado original; pero sería difícil entender que contrajera el pecado original, siendo ella más que todos los ángeles por la dignidad eminente, que es casi infinita, y por la plenitud de gracia que la acompaña. La condición de madre de Dios y la plenitud de gracia de la Virgen sobre todos ellos requiere la limpieza del pecado original que heredamos los descendientes de Adán.

43. Illos quos Deus ad aliquid eligit, ita praeparat et disponit ut ad id ad quod eliguntur inveniantur idonei: secundum illud 2 Co 3,6: Idoneos nos fecit ministros novi Testamenti. Beata autem Virgo fuit electa divinitus ut esset mater Dei. Et ideo non est dubitandum quod Deus per suam gratiam eam ad hoc idoneam reddidit (Sum. Th., 3 q 27 a 4 c). Y más breve: Unicuique a Deo datur gratia secundum hoc ad quod eligitur (Ibidem, a 5 ad 1). 44. Explicación, p. 175. 45. Ibidem.

250

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

La reclamación de limpieza inmaculada que opera el Espíritu Santo en su alma al preservarla de toda culpa original y actual, se completa explicando el florecimiento de la gracia en María, ya que “se le comunicaron con ella excelentísimas virtudes y los dones del Espíritu Santo, en tan alto grado que no la iguala alguna pura criatura”46; y por eso, de modo especial, es “Templo de la Santísima Trinidad” en relación privilegiada: Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo47.

b) La virginidad o maternidad virginal De la virginidad de la madre de Dios dice un antiguo concilio español que “el parto de la Virgen no se alcanza por la razón, ni se muestra con otro ejemplo; que si se alcanzara por la razón no sería admirable, y si hubiera otro ejemplo no sería singular”48. No es de extrañar que virginidad y maternidad sean privilegios que se predican unidos, como milagro sorprendente y exclusivo que honra a la Madre de Dios. Aparece la primera vez al enunciar el tercer artículo del Credo: Y nació de Santa María Virgen49. También se afirma la realidad sin nombrar la virginidad, ya que el Hijo de Dios Padre “se encarnó en las entrañas de María Santísima..., no por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo”; da razón del milagro la atribución al Espíritu Santo, que formó “de la Sangre de la Virgen” el cuerpo de Cristo50. La gran definición catequética de la Encarnación se formula desde la virginidad: “Tomó Dios una porción de sangre de la Purísima Virgen María”51. La virginidad se afirma al explicar el nacimiento de Cristo en cuanto hombre, pues siendo igual al de los demás, es diferente, porque “la Virgen parió milagrosamente.., sin dolor y sin perder la virginidad; de suerte que María Santísima fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto”,

46. Explicación, p. 175. 47. Ibidem, pp. 176. 48. CONC. XI DE TOLEDO, De incarnatione, en Dz 282/533; cfr. SAN AGUSTÍN, Epist. 137, 2, 8. 49. Explicación, p. 44. 50. Ibidem, pp. 46-47. 51. Ibidem, p. 48.

ScrdeM

251

JESÚS SANCHO

la maravilla que profetiza Isaías52. Se repite esta relación filiomaternal en la virginidad al decir que el Hijo está en su madre “conservando su virginal pureza antes del parto, en el parto y después del parto”53; y se reafirma al explicar el significado de fruto, que se dice en el Avemaría “para significar que nació sin lesión de la Virgen, como el fruto sin lesión del árbol”54. Es una fina imagen comparar el nacimiento virginal del Salvador al rayo de sol que sale del cristal sin mancharlo ni romperlo: “Así como el rayo del sol entra y sale por un cristal sin romperlo ni mancharlo, antes lo deja más resplandeciente..., así Cristo, sol de justicia, salió del vientre de su madre purísima sin quebranto de su virginal pureza;... convenía que en cuanto hombre naciese de María sin lesión de su virginal pureza”55. También se proclama la virginidad cuando explica el sentido del Bendita tú eres entre todas las mujeres, el saludo de Isabel a María que la visita en AynKarim; para Cayetano Ramo significa que “María recibió las bendiciones de madre virgen en lo que ni ha tenido ni tendrá semejante”56. En incontables ocasiones además, el título de la Virgen o la Virgen Madre, que se repiten en el catecismo, atestiguan la fe de la Iglesia en la virginidad de la Madre de Dios, sancionada por el Magisterio, apoyada con la fuerza de esta enseñanza sencilla pero admirable y rigurosa, vivida con la cálida adhesión del sentido de la fe del Pueblo de Dios, que la penetra y hace suya aplicándola en su vida57. Gozaría este gran catequista al considerar la enseñanza del concilio Vaticano II sobre el sentido de la fe, tan activo en la conservación y crecimiento de los privilegios de la Virgen María, metida de siempre en la entraña de los fieles bajo la guía del Espíritu Santo que gobierna a la Iglesia.

52. Explicación, pp. 52-53. 53. Ibidem, p. 176. 54. Ibidem, p. 177. 55. Ibidem, pp. 54-55. 56. Ibidem. Esta respuesta evoca a San Bernardo en los celebrados sermones sobre la Virgen María: Unum est, in quo nec primam similem visa est, nec habere sequentem, gaudia matris habens cum virginitatis honore... Mariae privilegium est, non dabitur alteri, quia non auferetur ab ea (In Assumptione B. V. Mariae, 4, 5). Cfr. Super missus est, 1, 7; En la vigilia de Navidad, 4, 9. 57. Cfr. CONC. VATIC. II, Lumen gentium, 12.

252

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

c) La Asunción al cielo Es sabido que Pío XII proclama el dogma de la Asunción de la Virgen al cielo como verdad de fe el 1 de noviembre de 195058; hasta entonces se discutía la conveniencia de la definición, porque la fiesta se celebraba en toda la Iglesia desde los primeros siglos, y es una de las más antiguas de la Virgen59. Cayetano Ramo trae la Asunción de la Virgen al tratar de la Ascensión de Jesús al cielo, y distingue uno y otro misterio por los términos distintos que se utilizan: Ascensión y Asunción. Jesús sube “con su propia virtud y poder”60, y se dice Ascensión “para significar que Cristo tenía la agilidad de sí por ser Dios”; la Virgen no subió con su propia virtud y poder, sino que fue llevada al cielo “con virtud ajena”, y se dice Asunción pues “María Santísima la tenía de Dios, porque María Santísima era criatura”. La virtud ajena era “el dote de agilidad, que es don de Dios”. Hecha la aclaración sobre la agilidad –dote del cuerpo glorioso que sube al cielo: en Cristo suya, en la Virgen, don de Dios, eso significan los términos distintos de Ascensión y Asunción–, expone el suceso histórico del Monte Olivete con los Hechos de los Apóstoles: “Estando juntos sus Apóstoles y Discípulos empezó a levantarse su Santísima Humanidad por el aire a vista de todos, hasta que le ocultó una nube”61. Se profesa el misterio confesando la fe de la Iglesia en el sexto artículo del Credo: Cristo “subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre”62, sin pretender averiguar mucho más. Como diciendo: ¿Y ahora qué? No sabemos mucho más de la subida del Señor al Cielo, ni de la Asunción de la Virgen; lo que nos dice la fe y sabemos es que la Madre de Dios está en el cielo en cuerpo y alma. Un apunte finísimo y velado de la Asunción sale al hablar de la Pasión; pregunta “por qué se dice que padeció antes de morir”, y responde: “porque pudo morir sin padecer, como se lee de su Madre Santísima”63; sin duda se entiende la muerte de Nuestra Señora para subir al cielo, que fue, dicen los teólogos, muerte de amor64. 58. Const. Apost. Munificentissimus Deus, en Dz 2.233 / 3.903. 59. Cfr. M. GARRIDO, Curso de liturgia, Madrid 1961, pp. 512-514. 60. Explicación, p. 85. 61. Ibidem, pp. 86-87. 62. Ibidem, p. 83. 63. Ibidem, p. 69. 64. Cfr. G. ALASTRUEY, Mariología (Madrid 1947), pp. 417-421; B. MERKELBACH, Mariología (Bilbao 1954), p. 366.

ScrdeM

253

JESÚS SANCHO

Si parece novedoso explicar la Ascensión y Asunción con la agilidad, lo es la precisión que hace al preguntar si a Cristo lo subieron los ángeles; lo niega, naturalmente. Cristo es Dios, y repugna a la mente humana que el cuerpo glorioso de Cristo fuera ayudado por ángeles para subir al cielo; el cielo es suyo, el cielo es Él. Y la razón de fondo es la infinita dignidad del Cristo, el Verbo del Padre que se revistió de carne humana en la Encarnación. Al preguntar si subieron los Ángeles a María Santísima, tenemos esta respuesta: “Es vulgaridad decir eso”. ¿Por qué, si pintan a María cercada de ángeles que la suben al cielo? Y le sale el humor aragonés: “los pintores pintan a veces lo que quieren, no lo que deben. Si no es que digamos que aquellos ángeles no la suben, sino que la acompañan y obsequian”65; así redondea la crítica con perfecto señorío de teólogo. Con todo, sospecho que lo que pesa en nuestro autor es la “dignidad cuasi infinita” de la Madre de Dios, que ya vimos, y eleva a la Virgen sobre toda la creación, por encima de los ángeles y de los santos. Para Cayetano Ramo esa afirmación del Doctor Angélico tiene valor de principio que regula toda la mariología, y mueve con lógica clara a sacar las consecuencias. Como gran consecuencia, que la Virgen está en el Cielo en cuerpo y alma gozando de la gloria de Dios, que corresponde en primer lugar a la Humanidad de Cristo, Señor nuestro; y después de la Humanidad de Cristo, a María Santísima, su Madre66.

d) La vida de la Virgen Al final queremos señalar un conjunto de afirmaciones que aparecen con distinto motivo a lo largo del catecismo; componen un ramo de enseñanzas, que aúnan de modo natural y maravilloso el papel de la Virgen –pegada a su Hijo Jesús– en la doctrina cristiana y en la vida de los hombres, sus hijos. Desde el consejo de Caná de Galilea: Haced lo que él os diga67, no sólo intercede por nosotros en la gloria amparando las necesidades con solicitud maternal, sino que nos conduce y acompaña en el camino para que alcancemos las promesas de nuestro señor Jesucristo, imitando sus ejemplos.

65. Cfr. G. ALASTRUEY, Mariología (Madrid 1947), pp. 85-86. 66. Ibidem, p. 129. 67. Jn 2, 5.

254

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

También conviene advertir que, al señalar ejemplos de la vida de los santos, y sobre todo de la Virgen, hacemos una reducción inevitable por incapacidad nuestra para abarcar esa riqueza que nos desborda. La vida de María encierra plenitud eminente que sólo Dios conoce. Por lo demás, la exposición de los cuatro grandes privilegios: Inmaculada, Virginidad, Maternidad divina y Asunción al cielo, de por sí ya nos marcan la senda de cercanía a Dios, que la eligió y ensalzó por encima de toda la creación con la gracia que la preparaba –y ella correspondía– para ser la digna madre de Dios. Y para empezar, habría que señalar el propio misterio de la encarnación “en las entrañas de María Santísima”, la gran synkatábasis del Espíritu Santo que forma el cuerpo de Cristo de la sangre de la Virgen, y la constituye “verdadera Madre de Cristo porque concurrió con su sangre para la formación del cuerpo”68. Tras el misterio, y como soporte de la libertad en uso recto, está el sí ejemplar de María que acepta el requerimiento del arcángel69, con entrega incondicional a la voluntad del cielo que se le revela en Nazaret. Y como “era conveniente que la Madre se semejase al Hijo”70, Madre e Hijo van a la par en la disponibilidad que, por parte del Verbo encarnado, señala la carta a los Hebreos71. Aquí no hay ejemplo singular, todo es ejemplo. La andadura comienza en Belén, donde nace Jesús en un establo; la Virgen lo reclinó en un pesebre, y nace “en lugar tan pobre y bajo porque desde Niño quiso enseñarnos la humildad y el desprecio del mundo”72. Brillan así la humildad y la pobreza, que se abrazan. No tardará en llegar la obediencia, cuando a los cuarenta días ‘fue presentado en el Templo y la Virgen María cumplió con la ley de la purificación»; sin que estuvieran obligados ni la Madre ni el Hijo –no necesitaba purificarse la que era Purísima, ni ser redimido el que era Redentor–, cumplieron la ley “para darnos ejemplo de obediencia y humildad”73; estilo de vida congruente y propio del hombre Jesucristo, que pasa treinta años de vida oculta en Nazaret y los emplea “en servir y obedecer a su padre y a su Madre”74. 68. Jn 2, 5, pp. 46-48. 69. Cfr. Lc 1, 26-38. 70. Ibidem, p. 55. 71. Cfr. Hb 10, 5ss. 72. Ibidem, pp. 55-56. 73. Ibidem, pp. 57-58. 74. Ibidem, p. 59.

ScrdeM

255

JESÚS SANCHO

Como sucede en las familias bien hechas, el papel de la madre es insustituible; tanto que su presencia –su trabajo, su ejemplo, su bondad, su humildad, su sacrificio, su delicadeza y el entero comportamiento de la madre– conforma en gran medida el ambiente del hogar. La humildad y la obediencia de la Virgen se notaría. Y se nota en la piedad de quien, para disponerse mejor a recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía –o si no puede hacerlo, en otros momentos del día–, anhela comulgar con las disposiciones de la Virgen, y expresa un deseo ferviente de hacerlo en comunión espiritual. La de Cayetano Ramo es sencilla y sobria, pedagógica y ejemplar: “Yo quisiera, Señor y Dios mío, recibiros con aquella pureza, humildad y amor con que os recibió vuestra Santísima Madre, y con el fervor y espíritu de los Santos”75. La debía tener arraigada el autor, pues al explicar lo que significa deseo de comulgar, se percibe el eco de la comunión espiritual: “Que deseemos recibirle con la disposición que le recibieron María Santísima, y los Santos más fervorosos”76. El momento cumbre de la vida de nuestra Señora se mide en el trance de la Cruz de Jesús, participando en los dolores de su Hijo como madre con “alma afectuosísima, mártir en el alma”77, y porque entra en la obra de la Redención; el catecismo lo señala como en silencio, besando el dolor acerbísimo y amor sin medida de la Madre de Dios. Se pregunta “a dónde fue llevado el cuerpo de Cristo después de muerto” tras el descendimiento, y responde: “Primero a los brazos de su Madre afligidísima”78. El cuadro real y verdadero de la Pietà que enamora. Un último rasgo nos queda: el culto de la Virgen. Desde la Asunción, nuestra Señora está en el cielo en cuerpo y alma, coronada como Reina del universo por ser la Madre de Dios, con dignidad cuasi infinita. Y se le

75. Cfr. Hb 10, p. 308. Con algún retoque es la que el P. Laborda enseñó al niño Josemaría Escrivá en Barbastro para hacer la primera comunión (nota 13). No se sabe si el buen escolapio de Borja se la enseñó tal cual, ya retocada en uso personal o tradición de la Orden, o fue Josemaría Escrivá que la hizo suya. 76. Explicación, p. 320. 77. SAN BERNARDO, La octava de la Asunción, en Obras completas, I, Madrid 1953, p. 736. 78. Explicación, p. 71.

256

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

debe honor y veneración especial, inferior a Dios, pero mayor que el de todas las criaturas. El catecismo contempla el culto en el horizonte de la maternidad divina, y llama al de la Virgen hiperdulía. Así se distinguen estos niveles: Latría, el que se tributa a Dios; hiperdulía, el de la Virgen; y dulía, el de los Santos. Hoy los teólogos distinguen una nueva categoría, que reservan para san José y denominan protodulía, o culto principal entre los santos. Ya dijimos que algún autor insiste en que teología y mariología deben ir unidas; el catecismo de Cayetano Ramo presenta los privilegios de nuestra Señora fiel a este método. El culto de la Virgen María lo expone al explicar en el primer mandamiento la adoración de Dios; en secuencia orgánica y pedagógica pasa de manera natural del culto a Dios al culto de la Madre de Dios, precisando lo propio de cada uno. Se pregunta cuántas especies hay de adoración, y señala lo que ya hemos dicho: Latría, hiperdulía y dulía. La adoración de latría absoluta se debe al sujeto en sí mismo, y se tributa a Dios, como Ser supremo; también a la humanidad de Cristo unida al Verbo, y a Cristo Señor nuestro en la Eucaristía. Cuando no se adora la Persona divina, sino objetos relacionados con la Persona, se dice latría respectiva, que compete a la Cruz o lignum crucis, en que murió Cristo, a los instrumentos de la Pasión por el contacto con el cuerpo del Señor, y al Crucifijo. El culto de la Virgen es otro: es hiperdulía absoluta o respectiva, llamada también relativa. Pregunta: ¿A quién debemos adorar con hiperdulía absoluta?, y responde: “A María Santísima, Madre de Dios”. Con hiperdulía respectiva, a sus imágenes79. Hay más referencias a la Madre de Dios en el transcurso del catecismo –en oraciones o textos del Símbolo u Ordinario de la Misa–, pero es suficiente con lo dicho.

79. Explicación, pp. 195-197. Por una vez hubiéramos deseado que, en lugar de adoración, culto propio de Dios, dijera veneración, para no dar pie a los que propagan que los católicos adoramos a la Virgen.

ScrdeM

257

JESÚS SANCHO

Epílogo De este breve estudio se pueden sacar conclusiones útiles: 1. Antes y después, y con independencia de la construcción y crecimiento de la mariología como ciencia nueva, ha existido siempre una corriente caudalosa de devoción, surgida al considerar la dignidad eminente de la Virgen, que es la madre de Jesús, la madre de Dios. Desde los primeros siglos ha ido creciendo en la Iglesia la corriente de veneración, de respeto y cariño –de piedad–, que se observa en los Apóstoles teniéndola presente en el Cenáculo (Hch 1, 14), donde esperaban la venida del Espíritu Santo. Y los cuidados de Juan desde la encomienda de la Cruz –en Éfeso o en cualquier otra parte donde se asentaban–, serían cariño exquisito de un hijo con su madre, que perfumaba todos los caminos y encendía el amor a la Madre de Dios. Era veneración, no adoración; pero tan fuerte y tan honda en el corazón de los fieles que vino a ser parte indispensable del alma cristiana. Amor a Jesús y amor a su Madre andan juntos como dos hermanos que han nacido juntos, crecen juntos, y no se pueden separar. 2. Enseñanza muy provechosa es ver la fuerza del catecismo para transmitir las verdades de la fe cristina. Los protestantes lo hicieron vehículo de la herejía, y es lección que no podemos olvidar. Por eso la catequesis ha de ser atención preferente del buen pastor de la Iglesia. Ensayar nuevos métodos, olvidando y abandonando los viejos usos de eficacia constrastada, puede ser como mínimo pérdida de tiempo y oportunidades de llegar a las almas. Y en el negocio de salvar almas no se puede jugar. También ha de ser la catequesis –magnífico apostolado– tarea privilegiada de los padres cristianos, y aun de cada fiel, si queremos atender el encargo del Señor (Mc 16,15). 3. Este “catecismo del Padre Ramo”, verdadera joya de doctrina y de piedad, brilla con fulgor notable por pedagogía y por devoción a la Madre de Dios, aspecto que hemos destacado. Podemos decir, convencidos, que lo que mejor se transmite es lo que se vive. Para que nadie acuse con necia vanidad que adolece de pietismo anacrónico, invitamos a comprobar en lectura personal los firmes 258

ScrdeM

EL CATECISMO DE CAYETANO RAMO

pilares de la tradición teológica de grandes doctores; en algún momento hemos hecho notar que se percibe el eco de Jerónimo, Bernardo de Claraval y Tomás de Aquino. Y no son las únicas huellas que atestiguan la excelente preparación científica del autor, cuya solidez teológica se trasluce en esta pequeña pero sobresaliente obra. 4. La catequesis debe tener riqueza doctrinal, rigor y fidelidad al depósito revelado que se ha confiado a la Iglesia; el uso constante de la Sagrada Escritura –adornada la enseñanza con el relato de sucesos de la Historia Sagrada–, será método excelente para inculcar las verdades principales de la fe; y así la piedad, la pedagogía y el entusiasmo apostólico para trasmitir a los hombres la verdad de Dios, la verdad que salva, están asegurados. Y eso se consigue trabajando y rezando; o rezando, trabajando, estudiando y preparando; lo que es tomarse en serio el oficio de maestros –luz del mundo (Mt 5, 14)–, que Dios y la Iglesia nos ha confiado a los discípulos del Evangelio. 5. El Catecismo de la Iglesia Católica –y el Compendio– son opus magnum, tesoro inapreciable que los pedagogos habrán de utilizar con esfuerzo y maestría para darle forma popular; y que la riqueza doctrinal que encierra se haga pasta fácil de la mente y corazón de nuestros adultos, de nuestra juventud, de los niños, adquiriendo conocimiento de su fe no sólo suficiente, sino notable; para que sepan dar testimonio de la esperanza que les alienta, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza (1P 3, 15), pues hemos sido salvados por la esperanza (Rm 8, 24). 6. Y no estará de más recordar alguna vez el método práctico de los viejos catecismos, reliquia de la tradición que forjó una historia maravillosa de fe en nuestra gente; para dejarnos en herencia, como perfume clásico, tesoros de doctrina y de piedad, recostada la vida en el regazo maternal de la Virgen Santa María, la Madre de Dios, ese gran amor del pueblo cristiano. Jesús SANCHO TERUEL

ScrdeM

259

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.