El ciclo del agua y el aprovechamiento de recursos

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El ciclo del agua y el aprovechamiento de recursos

Índice

1.

El agua como recurso y como medio............................................

5

2.

El abastecimiento de agua para consumo humano..................

8

2.1.

3.

Evaluación de recursos superficiales y subterráneos, y fuentes de abastecimiento .......................................................................

9

2.2.

La eficiencia de las redes de distribución ...................................

10

2.3.

Política tarifaria ...........................................................................

12

Las conducciones de la red de distribución de agua potable y sus implicaciones ambientales....................................

4.

La concesión administrativa de uso del agua y los planes hidrológicos.........................................................................................

5.

13

19

La función reguladora de los cauces. Soluciones de protección para mantener el ecosistema acuático....................

21

Bibliografía.................................................................................................

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1. El agua como recurso y como medio

El agua es un recurso frágil y finito, pero puede satisfacer las necesidades de los distintos usos si se gestiona de un modo sostenible. El binomio�agua�medio-agua�recurso es indisociable; cantidad y calidad son dos caras de una misma moneda. El agua como recurso supone no solo entenderla como un elemento vital para los seres vivos y las actividades humanas, sino también como componente básico de ciertos ecosistemas. En el caso de los ríos, tenemos que compartirla con la flora y la fauna que habitan en ella, lo que implica evitar que su consumo excesivo afecte a la estabilidad de esos ecosistemas.

El agua como componente básico del ecosistema

Esta consideración ha llevado a un nuevo modo de entender las infraestructuras de canalización de ríos y torrenteras, la captación de aguas superficiales y otros aprovechamientos hidráulicos, para garantizar la existencia en todo momento de un mínimo de caudal que permita mantener la diversidad biológica en el cauce y en su zona de influencia. También en el caso de los acuíferos costeros hay que tener en cuenta que si se extrae agua dulce en exceso, el agua de mar avanza y se corre el peligro de que el acuífero se salinice, afectando al medio e, incluso, pudiendo hacer inviable el uso del agua como recurso. El agua es, asimismo, un medio receptor de otros fluidos, y el uso de los cauces como medio para deshacerse de residuos producidos por la actividad humana puede llevar, en determinados supuestos, a un deterioro irreversible de las aguas superficiales. La capacidad de autodepuración de las aguas tiene un límite que determina su condición de receptor. Así pues, la gestión del ciclo del agua incluye tareas para asegurar la disponibilidad de los recursos hídricos, superficiales y subterráneos, el consumo racional de ellos, la recuperación y la mejora de la calidad de las aguas, el control de las aportaciones de contaminantes, la calidad de los ecosistemas naturales que se apoyan en esas características, y el control de los desastres provocados por lluvias torrenciales o por mala gestión de los cauces. Esa gestión del ciclo del agua requiere de una planificación hidrológica a diferentes escalas. La más imprescindible supone que deba actuarse a nivel de las denominadas cuencas hidrográficas, que implica contemplar todos los recur-

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sos y los tipos de consumos existentes o previsibles dentro de un determinado espacio, que la Ley de Aguas española de 1985 define como el "territorio en que las aguas fluyen al mar a través de una red de cauces secundarios que convergen en un cauce principal único". Aunque el concepto cuenca hidrográfica parezca referirse exclusivamente a las aguas superficiales, a efectos de las consideraciones que efectuamos incluirá las aguas subterráneas (acuíferos), conformando el concepto más general de cuenca hidrológica. Un instrumento previo a esa planificación es el denominado balance hídrico de una determinada región, entendido como la relación entre los recursos hídricos que entran en el sistema y los que salen del mismo. Las entradas hacen referencia a las aguas superficiales y subterráneas que entran en la región, el volumen de aguas superficiales está ligado a las precipitaciones de lluvia y los flujos superficiales (escorrentías), el de aguas subterráneas se identifica a partir de las características y variaciones de los acuíferos y su capacidad de almacenamiento. Las salidas son debidas a la demanda natural (evapotranspiración, descargas al mar, infiltraciones de acuíferos, etc.) y a la demanda antrópica o de consumo.

El balance hídrico como referente de gestión.

Para realizar un balance hídrico hay que tener en cuenta un periodo de tiempo equivalente al de las variaciones temporales más significativas de sus entradas y salidas. Adoptando una formulación resumida podría decirse que la precipitación (lluvia o nieve) menos la evapotranspiración (del agua del suelo y de las plantas), las pérdidas en escorrentía superficial no almacenada y la filtración profunda, darían la disponibilidad de agua, sea para su consumo, sea para alimentar las reservas superficiales o en acuíferos. A mayor diferencia entre precipitación recibida y evapotranspiración en un mismo periodo, mayor será la aridez de la zona considerada; a mayor proporción del incremento de la reserva acuífera sobre el total de precipitaciones, mayor eficacia de la lluvia. El incremento del consumo asociado a la recurrencia de periodos de sequía ha llevado a poner el acento sobre el control de los consumos y de las reservas de agua. La nueva cultura del agua se caracteriza precisamente por la confluencia de tres conceptos: •

ahorrar,



reciclar y



reutilizar.

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Por lo que respecta a las reservas, hay que recordar que aunque las aguas subterráneas representan en el planeta un volumen de cien veces el del agua dulce superficial (con lo que son la gran reserva del recurso), tienen una amplia ubicuidad y una lentísima movilidad, por lo que son pocos los lugares donde existen bolsas saturadas cuya extracción no provoque un descenso crítico del nivel piezométrico. Además, su circulación subterránea tiene un importante papel geológico. El aprovechamiento de las aguas subterráneas proviene de captaciones en sus lugares de afloramiento o de pozos. La capacidad de esas extracciones no debiera, pues, superar su capacidad de recarga a lo largo de un determinado periodo. Garantizar la pervivencia y calidad de los acuíferos es uno de los aspectos más importantes de la planificación hidrológica. En suma, la gestión del ciclo del agua afecta a diversos aspectos que deben ser vistos con unicidad, pero planteados desde la consideración de distintos factores. Así, por lo que respecta a los recursos, hay que atender al mantenimiento y recarga de los acuíferos, a la calidad de sus aguas, al mantenimiento de la biodiversidad y variedad de los ecosistemas húmedos, a las posibilidades de aportación de agua marina desalinizada, al control y depuración de los afluentes que contaminan el agua, etc. En cuanto a su aprovechamiento, al ahorro de agua, al reciclaje en determinados supuestos y a la reutilización de aguas con diferentes niveles según sus destinos, al evitar las pérdidas en los sistemas de almacenamiento y suministro, y en suma, a mejoras en la calidad del agua. Y todo ello sin olvidar los otros aspectos de control del riesgo de inundaciones, de aprovechamiento del potencial energético de las aguas, y de consideración de la misma como conformador de un ecosistema natural.

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2. El abastecimiento de agua para consumo humano

Ahorrar, vivir sin estropear el entorno, reciclar, reutilizar son conceptos de la nueva�cultura�del�agua que siempre ha sido valorada y que las personas juiciosas siempre han practicado, en la medida en que las mejores tecnologías disponibles lo han hecho viable. El consumo responsable, el ahorro de agua y el control de las dotaciones de consumo doméstico se erigen en factores fundamentales de esa cultura. Así, el consumo doméstico del agua está en descenso desde hace dos décadas en la mayoría de países europeos; por ejemplo, en Cataluña se sitúa sobre 130 l/hab./día, mientras que en la región metropolitana de Barcelona está por debajo de los 120 l/hab./día. La media española es ligeramente superior (148 l/hab./día) y el promedio de consumo en el conjunto de las grandes ciudades españolas es de 141 l/hab./día. Los valores de otros países europeos son, por ejemplo, 126 l/hab./día en Holanda, 144 l/hab./día en Irlanda, 150 l/hab./ día en Francia,... aunque otros, como Italia, se mantienen en los niveles de consumo de hace 20 años (250 l/hab./día).

La reducción de consumos superfluos como objetivo.

Ese decrecimiento del consumo es producto de la sumatoria de políticas públicas y de actitudes responsables por parte de los ciudadanos. De seguir estas, se prevé en Cataluña para el año 2025 un ahorro de 59 hm3/año, según previsiones de la Agencia Catalana del Agua (ACA). Ese ahorro de consumo se logrará, sobre todo, con una mejora progresiva de las instalaciones interiores de las viviendas y los servicios (grifos, cisternas, electrodomésticos), un cambio en el tipo de jardines, la mejora de la estanqueidad de las redes de distribución y el aprovechamiento de las aguas grises y pluviales en las nuevas viviendas. La política territorial asociada a las decisiones urbanísticas es una pieza clave de las políticas de gestión de la demanda de agua. La política tarifaria también tiene que apoyar y completar la adopción de estas iniciativas. Y a ello se ha de añadir el efecto de las campañas de las administraciones públicas para fomentar el uso responsable del agua.

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2.1. Evaluación de recursos superficiales y subterráneos, y fuentes de abastecimiento Cada municipio en particular (o cada conjunto de asentamientos) debe evaluar su posición en relación con las aguas superficiales y subterráneas: existencia de las mismas, distancia, profundidad, calidades, concesión administrativa, caudales disponibles, etc. En definitiva, cada ámbito geográfico dispone de sus propios recursos que le garantizan un determinado suministro, que puede ser o no suficiente teniendo en cuenta la estacionalidad de la población, la prognosis de crecimiento del consumo doméstico, industrial, agrario, etc.

Recursos propios y necesidades de abastecimiento.

Cabe aquí señalar la importancia de los usos agrícolas dentro de la cuenca de suministro, porque la contaminación por nitrato de muchos acuíferos debido al uso agrícola abusivo de abonos y fertilizantes, de difícil y costosa reparación y utilización, puede determinar el deterioro de esos recursos para su consumo. De los resultados de ese primer análisis se deducirá la conveniencia o no de solicitar su conexión a una de las redes regionales de abastecimiento existentes, en el supuesto de que dichas redes estén suficientemente próximas al término municipal de referencia. Una posibilidad, frecuentemente utilizada, es consumir una mezcla de recursos propios y recursos regionales y, por tanto, optar por una solución mixta que dé suficiente garantía, buena calidad y una tarifa ajustada. Se adjunta plano de Cataluña donde se han representado las redes de abastecimiento en alta existentes y en proyecto. En esta región, los recursos que llegan a los domicilios provienen en una tercera parte del agua subterránea y en dos terceras partes de aguas superficiales (estando las captaciones situadas a lo largo de los ríos Ter y Llobregat).

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Red de abastecimiento de aguas al sistema catalán de ciudades.

2.2. La eficiencia de las redes de distribución Se denomina eficiencia de una red de distribución al cociente entre el volumen facturado (por medir el que realmente llega a su destino final) y el volumen suministrado a dicha red, bien sea desde una planta potabilizadora propia, bien desde una concesión a una red regional o bien una combinación de ambas fuentes. Aumentar la eficiencia de las redes debería ser un objetivo ambiental de primer orden.

Factores que afectan a la eficiencia de las redes de distribución de agua potable.

La diferencia entre ambos volúmenes se puede deber a distintas causas, como pueden ser errores de medida, consumos no facturados o fraudulentos y, sobre todo, pérdidas en la red. Los errores en las medidas tienen un indudable valor para una buena gestión de las compañías desde el punto de vista económico, pero no supondrán un ahorro de agua. Mejorando el contador, los usuarios pagarían correctamente lo que consumen, pero es de suponer que por esto no consumirían menos agua. Desde la perspectiva de ahorro real de agua, únicamente es destacable la disminución de las pérdidas en la red. Las fugas de una red de distribución dependen de muchos factores, entre otros, los siguientes: •

Materiales utilizados.



Antigüedad de la red.



Presiones de suministro.

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Sistemas de control y mantenimiento.

Control de pérdidas y precauciones con las instalaciones.

Es una realidad que los materiales que se utilizan en los abastecimientos son cada día mejores, más impermeables, más resistentes etc., pudiéndose afirmar que los nuevos abastecimientos son mucho más eficaces que los antiguos. A pesar de ello, las redes de abastecimiento de aguas tienen pérdidas importantes, de las que en algunos casos se ha evaluado hasta el 35% del volumen captado. En Cataluña, donde la actuación sobre el tema ha sido constante y eficaz, puede decirse que sus sistemas de abastecimiento en alta (o de distribución regional) pierden en Cataluña alrededor del 5% de los caudales transportados, que es un valor prácticamente imposible de reducir y que se adopta internacionalmente como el mínimo técnicamente aceptable. Pero en las de distribución municipal, los escapes tienen porcentajes muy variados, que van del 7% hasta el 25%. El mayor porcentaje de pérdida se debe a que normalmente las redes municipales tienen mayor longitud, son más antiguas y suelen tener una presión de trabajo que propicia una pérdida superior. Una política realista de disminución de las fugas en los abastecimientos debería incluir las siguientes actuaciones: •

Detección y localización sistemática.



Control sectorial de redes.



Reparación rápida de las fugas detectadas.



Renovación de redes.



Regulación de presiones a las adecuadas.

Una auditoría anual de la eficiencia de las redes sería recomendable para analizar su evolución y fijarse su mejora como un objetivo ambiental.

Las auditorías de eficiencia en la distribución.

Quizás deberían establecerse mecanismos de incentivo para disminuir las pérdidas. Algunos de ellos podrían fomentarse desde la Administración penalizando a las empresas distribuidoras con pérdidas inadmisibles.

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2.3. Política tarifaria La tarifa del agua es un precio regulado que suele tramitarse anualmente y debe ser aprobado por el ayuntamiento, y autorizado, en el caso de Cataluña y otras comunidades autónomas, por la Comisión de Precios. La tarifa suele contener otros conceptos, además del consumo, relacionados con el ciclo del agua, como son: •

El canon del agua, que es un tributo que se recauda para financiar actuaciones sobre el ciclo del agua.



La tarifa de saneamiento, destinada a cubrir el coste de mantenimiento de estas instalaciones.



La cuota de conexión, que suele ser un importe fijo según el tipo de vivienda, y que cubre el coste de garantizar la disponibilidad continuada del servicio.



La cuota de conexión (o servicio) es el concepto más polémico, aun cuando pretende compensar los costes fijos que tiene el ayuntamiento (o la Compañía) y que no dependen del volumen suministrado.

Dado que estas tarifas pueden llegar (en su conjunto) a duplicar el precio de suministro de agua propiamente dicho, se recomienda el establecimiento de varios tramos de consumo con precios crecientes que promuevan el ahorro de agua en los domicilios, con atención especial a las familias numerosas o a las de bajos ingresos, a las que no se debería penalizar.

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3. Las conducciones de la red de distribución de agua potable y sus implicaciones ambientales

Para el abastecimiento de agua potable a la población, se utilizan tuberías de transporte de agua a presión. La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, mediante las encuestas que realiza cada dos años, estima que hay 1,6 km de tubería por cada 1.000 habitantes. Ello significa que, en España, hay más de 70.000 km de tuberías de agua potable. En general, los proyectos de tubería no han de someterse a una evaluación de impacto ambiental, excepto los incluidos en los anexos del Real Decreto legislativo 1/2008 de la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental de proyectos. En el anexo II de este documento, se incluyen las obras en que el órgano ambiental podrá establecer en cada caso, por decisión motivada y pública, la necesidad o no de la realización de la evaluación de impacto ambiental. Se encuentran, en esta situación, las instalaciones de conducción de agua a larga distancia cuando la longitud sea mayor de 40 km y la capacidad máxima de conducción sea superior a 5 m3/s (para transportar 5 m3/s la tubería ha de tener alrededor de 2 m de diámetro) y las conducciones que puedan afectar los espacios de la Red Natura 2000. En el trazado de una tubería de agua, deben considerarse las afecciones siguientes: •

Espacios naturales protegidos (espacios de interés natural, espacios de la Red Natura 2000, etc.)



Zonas boscosas



Humedales



Zonas urbanas y urbanizables



Zonas agrícolas con especial atención a las zonas con algún tipo de protección (viñas con denominación de origen)



Yacimientos arqueológicos



Patrimonio arquitectónico y cultural

Trazado de las redes y espacios afectados o a proteger.

Para minimizar los efectos sobre el medio ambiente, se pueden adoptar las medidas siguientes: •

Medidas en relación con la definición del trazado: –

Se aconseja que el trazado coincida con otras infraestructuras con el objeto de concentrar, en único corredor, las afecciones sobre el medio.

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Siempre que sea posible, el trazado de las tuberías ha de coincidir con el de las calles y los caminos. –

Para evitar el paso por zonas sensibles, se puede prolongar el trazado de la conducción para bordearlas. Las tuberías a presión permiten una libertad de trazado muy superior a la de otras infraestructuras como los canales, los ferrocarriles y las carreteras.



Para ocasionar el mínimo de inconvenientes a la actividad agrícola conviene ajustar, en la medida de lo posible, el trazado de la tubería al límite de las explotaciones agrarias.



En general, debe evitarse situar las tuberías a lo largo de los cauces, preservando de esta forma la vegetación de ribera y su función como corredor biológico. Además, la instalación de tuberías en el interior de los cauces puede provocar alteraciones en los procesos de erosión fluvial que pueden ocasionar, entre otros efectos, la ruina de la propia conducción.

Medidas para mitigar los efectos ambientales de un trazado.



Medidas en relación con el tratamiento de puntos concretos: –

Protección de los acuíferos subterráneos y los puntos de captación de agua potable. Para no alterar la continuidad de la circulación natural del agua subterránea, debe evitarse el "efecto dren" de la tubería; para ello, se han de implantar "tapes" de arcilla o hormigón perpendicularmente al eje de la conducción.



Repoblación de bosques y restitución de plantaciones. Al acabar las obras, deben repoblarse los bosques afectados y realizar hidrosiembras en los taludes. Debe tenerse en cuenta que, a lado y lado de la tubería, se establece una servidumbre (de entre 3 y 5 metros) en la que no se puede plantar árboles, ya que las raíces pueden dañar las tuberías. En esta franja, se han de plantar especies herbáceas y arbustivas adecuadas.



Cruce de cursos de agua. Ha de prestarse especial atención en no fragilizar el buen estado de los márgenes de los cursos de agua. Para ello, deben preverse las obras de restitución y corrección necesarias.



Ordenación paisajística y arquitectónica. El paso de una tubería puede permitir, en algunas ocasiones, la realización de actuaciones puntuales de mejora y ordenación de espacios degradados y de lugares representativos para los ciudadanos de los núcleos afectados.

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Medidas a adoptar durante las obras: –

Acopio de la tierra vegetal y restitución posterior al acabar la instalación de las tuberías.



Mantenimiento en todo momento del acceso a las propiedades colindantes.



Establecimiento de itinerarios alternativos al realizar el corte de una carretera o de un camino, que deberán estar señalizados.



Una vez acabada la obra, debe compactarse el terreno adecuadamente.



Deben evitarse los periodos de nidificación de las aves. En zonas de especial protección de las aves, ha de trabajarse únicamente durante el otoño y el invierno.



Prescripciones respecto a los materiales

Respecto a los tipos de conducciones para el abastecimiento, actualmente se utilizan diferentes materiales para las tuberías de agua a presión: •

Fundición dúctil



Acero



Hormigón armado y pretensado



Polietileno (PE)



Policloruro de vinilo no plastificado (PVC-U)



Policloruro de vinilo con orientación molecular (PVC-O)



Poliéster reforzado con fibras de vidrio (PRFV)

Materiales y efectos ambientales.

Durante el siglo pasado, uno de los materiales más utilizados fueron los tubos de fibrocemento. No obstante, este material se ha abandonado completamente, ya que la Directiva de la Unión Europea 99/77/CE de la Comisión, de 26 de julio, prohibió la comercialización y utilización de fibras de amianto y de productos conteniendo estas fibras en toda la Unión Europea a partir del año 2005. La directiva permitía a los Estados miembros adelantar voluntariamente la fecha de aplicación. En España, el Ministerio de la Presidencia, a propuesta de los ministerios de Sanidad y Consumo y Ciencia y Tecnología, adelantándose al plazo máximo previsto por la Unión Europea, promulgó la Orden Ministerial, de 7 de diciembre del 2001, en la que se establecía la siguiente regulación en relación con las tuberías de fibrocemento:

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Prohibición de instalar tuberías de fibrocemento a partir del 15 de diciembre del 2002.



Los productos con amianto instalados hasta el 15 de diciembre del 2002 podrán mantenerse hasta el final de su vida útil.

El motivo de la prohibición de la utilización de fibras de amianto se debe a los peligros que entraña para la salud la inhalación o exposición a sus fibras, en casos de manipulación incontrolada, corte de piezas o perforación. No obstante, aún hoy, una tercera parte de las tuberías de agua en servicio son de fibrocemento.

Tipos de tuberías utilizadas en la actualidad en las redes de distribución de agua.

Respecto a las calidades exigidas a las tuberías, hay que señalar la existencia de un nivel creciente de exigencia. En desarrollo del Código Alimentario Español, se elaboró la Reglamentación�Técnico-Sanitaria�para�el�abastecimiento�y control�de�calidad�de�las�aguas�potables�de�consumo�público, aprobada por el Real Decreto 1423/1982, de 18 de junio, Boletín Oficial del Estado del 29). La adhesión de España a la Comunidad Económica Europea hace necesario armonizar nuestra legislación a las disposiciones comunitarias y, entre otras, a la Directiva 80/778/CE, de 15 de julio (Diario Oficial de las Comunidades Europeas de 30 de agosto), relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano. La transposición de la citada directiva a nuestra legislación exigió la elaboración de un nuevo texto en el que, además, se regulasen en su totalidad las características de los abastecimientos de las aguas potables de consumo público, así como el tratamiento, suministro y distribución de las mismas. Esta armonización y transposición dio como resultado la publicación del Real Decreto 1138/1990, de 14 de septiembre. Aguas�Potables�de�Consumo�Humano.�Abastecimiento�y�Control�de�Calidad. Reglamentación Técnico-Sanitaria (BOE 20/09/1990).

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Las principales alteraciones que la norma representó con relación a la de 1982 tuvieron que ver con la desaparición del concepto "agua sanitariamente permisible" y con el hecho de que las recomendaciones sobre niveles de calidad se transformaron en concentraciones máximas admisibles. La publicación de la Directiva 98/83CE, de 3 de noviembre de 1998, exigía que ésta se incorporase al derecho interno español con la colaboración de un nuevo texto que recogiera las nuevas especificaciones de carácter científico y técnico y posibilitara un marco legal más de acuerdo, tanto con las necesidades actuales como con los avances y progresos de los últimos años referentes a las aguas de consumo humano, estableciendo las medidas sanitarias y de control necesarias para la protección de la salud de los consumidores. Con este objetivo principal, se publica el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, en el cual se establecen los criterios�sanitarios�de�la�calidad�del�agua�de�consumo humano (BOE 45, de 21 de febrero del 2003). Los rasgos fundamentales de esta disposición son: •

Establecimiento, a escala nacional, de criterios de calidad del agua de consumo humano.



Aplicación de estos criterios a todas las aguas que, independientemente de su origen y del tratamiento de potabilización que reciban, se utilice en la industria alimentaria o se suministren por redes de distribución públicas o privadas, depósitos o cisternas.



Fijar parámetros y valores paramétricos que se tienen que cumplir en el punto donde se pone el agua de consumo a disposición del consumidor. Estos valores se basan, principalmente, en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y en motivos de salud pública y se aplica, en algunos casos, el principio de precaución para asegurar un alto nivel de protección de la salud de la población.



Adaptación de los programas de control de calidad del agua de consumo humano a las necesidades de cada abastecimiento y cumplimiento de los criterios de calidad que previene la disposición.



Regulación por normativa específica de las sustancias utilizadas en el tratamiento de potabilización de agua y productos de construcción instalados en el abastecimiento y en las instalaciones interiores que pueden afectar la calidad y salubridad del agua.



Ante incumplimientos de los criterios de calidad que marca la disposición, se deberá investigar la causa subyacente y garantizar que se apliquen, lo antes posible, las medidas correctoras y preventivas para la protección de la salud de la población abastecida. En determinadas condiciones se pueden hacer excepciones, cuando el suministro de agua en el abastecimiento

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no se pueda mantener por otro medio razonable y siempre que no haya ningún riesgo potencial para la salud de la población.

Criterios sanitarios sobre la calidad del agua.

Evolución de las concentraciones admisibles en la calidad del agua de abastecimiento Características

D 2484/1967 Código alimentario

RD 423/1982 Aguas potables

RD 1138/1990 Aguas potables

RD 140/2003 Agua consumo humano

N.�total físico-químicas

27

41

51

44

Nitratos�mg/L

30

20-25

25-50

50

Residuo�mg/L

1.500

1.500

1.500

1,5

0,1

0,1

2,0

Cobre�mg/L

 

Cadmio�mg/L

 

0,005

0,005

0,005

Aluminio�mg/L

 

0,2

0,2

0,2

Plomo�mg/L

 

0,05

0,05

0,025-0,010

0,02

0,01

0,01

0,0001

0,0001

0,0001

Selenio�mg/L

0,05

Plaguicidas�mg/L

 

Triahalometanos

 

 

 

0,10-0,15

N.�Total microbiología

6

5

6

5

Coliformes/100ml

2

0

0

0

Clostridium/20ml

2

0,1

0,1

0

En determinadas condiciones se pueden hacer excepciones, cuando el suministro de agua en el abastecimiento no se pueda mantener por otro medio razonable y siempre que no haya ningún riesgo potencial para la salud de la población.

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4. La concesión administrativa de uso del agua y los planes hidrológicos

Todo uso privativo de las aguas requiere concesión administrativa. Las concesiones se otorgan teniendo en cuenta la explotación racional conjunta de los recursos superficiales y subterráneos, sin que el título concesional garantice la disponibilidad de los caudales concedidos. Toda concesión se otorga según las previsiones de los planes hidrológicos, con carácter temporal y plazo no superior a setenta y cinco años.

Los caudales ecológicos como límite a la concesión de uso del agua.

Los caudales ecológicos o demandas ambientales no tienen el carácter de uso, debiendo considerarse como una restricción que se impone con carácter general a los sistemas de explotación. Los caudales ecológicos se fijan en los planes hidrológicos de cuenca. Para su establecimiento, los organismos de cuenca realizan estudios específicos para cada tramo de río. En las concesiones se observa, a efectos de su otorgamiento, el orden de preferencia que establece el plan hidrológico de la cuenca correspondiente, teniendo en cuenta las exigencias para la protección y conservación del recurso y su entorno. A falta de dicho orden de preferencia, rige con carácter general el siguiente: •

Abastecimiento de población, incluyendo en la dotación para industrias



Regadíos y usos agrarios



Usos industriales para producción de energía eléctrica



Otros usos industriales no incluidos en los apartados anteriores



Acuicultura



Usos recreativos



Navegación y transporte acuático



Otros aprovechamientos

de poco consumo situadas en núcleos y conectadas a la red municipal

El agua que se conceda queda adscrita a los usos indicados en el título concesional, sin que pueda ser aplicada a otros distintos. No obstante, la Administración concedente podrá imponer la sustitución de la totalidad o de parte de los caudales de concesión por otros de distinto origen, con el fin de racionalizar el aprovechamiento del recurso.

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Planta de potabilización de Sant Joan Despí (Barcelona).

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5. La función reguladora de los cauces. Soluciones de protección para mantener el ecosistema acuático

Las obras de encauzamientos y canalizaciones de ríos y rieras estarán destinadas mayoritariamente hacia la preservación de bienes y estructuras consolidadas ante las avenidas y crecidas de los sistemas fluviales. Pero, por desgracia, esos criterios de capacidad de la obra y control de la velocidad han primado frecuentemente sobre los del mantenimiento de la morfología natural de los cauces, cuyas riberas y fondos colaboran al mantenimiento de un ecosistema que es en sí mismo un gran depurador de las aguas. Por eso mismo, se han de evitar las obras de encauzamiento con muros de estructura rígida (hormigón o encachado de piedra), reduciéndolas a los supuestos donde las implantaciones urbanas y las condiciones del entorno lo hagan imprescindible por motivos de seguridad y ausencia de espacio para otras soluciones.

Encauzamientos urbanos olvidando el ecosistema acuático.

En todo caso, es preciso minimizar las actuaciones de modificación, rectificación y pérdida de diversidad ambiental de los cursos fluviales. En caso de actuación de fijación artificial de márgenes y lechos en ejes fluviales, donde las afecciones en caso de avenidas no supongan pérdidas de vidas humanas o cuantiosas pérdidas económicas, se tendrán en cuenta alternativas de encauzamiento y protección de márgenes y taludes utilizando técnicas de bioingeniería fluvial, siempre que los condicionamientos hidráulicos lo permitan.

Técnicas de bioingeniería.

En estos casos, se tenderá a recuperar la funcionalidad hidráulica y ambiental de las llanuras de inundación y de las confluencias de cauces. Para ello, debe conocerse y respetarse aquellos tramos en los que los cursos del agua se mues-

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tren activos morfo-dinámicamente, actuando solamente cuando la dinámica ha sido alterada artificialmente y sus efectos afecten a usos consolidados e infraestructuras que haya que proteger o al propio funcionamiento hidráulico.

Soluciones fluviales en entornos urbanos recuperando la funcionalidad hidráulica y ambiental en Cataluña (río Besós, Segre y desembocadura del Llobregat).

Criterios de diseño de obras de protección de cauces.

En el diseño de una adecuación hidráulica se deberá tener en cuenta los siguientes aspectos: •

Los lechos no serán revestidos, para respetar los fenómenos naturales de erosión y sedimentación que se producen en el fondo de los ríos, y por zonas urbanas donde sea necesario aumentar la capacidad de desagüe de la sección hidráulica existente.



La forma y el trazado adoptados habrán de justificar la no erosionabilidad del lecho, así como el que no se produzcan sedimentaciones que puedan reducir la capacidad hidráulica de la sección propuesta. Por eso se deberá prever trabajos de limpieza periódica para garantizar la máxima capacidad de desagüe.



El diseño habrá de ser adecuado desde el punto de vista hidráulico, sin obstáculos sobresalientes de las paredes o cimentaciones, curvas de pequeño radio o bruscas, rugosidad de los materiales, etc.



Si el diseño del encauzamiento considera la necesidad de peldaños para disipar energía, y si estos se encuentran en el camino de acceso a puntos del interior del encauzamiento, hará falta diseñar rampas a la altura de las ruedas de los vehículos de limpieza para permitirles salvar estos peldaños.



Tan solo se justificará el encauzamiento con escollera dura de las márgenes fluviales para las avenidas de periodos de retorno importantes, cuando haya riesgos de inundación de zonas residenciales, o de infraestructuras de comunicación importantes.



Cuando las zonas a proteger sean bienes económicos y no haya problemas de protección civil, se estudiará la posibilidad de un encauzamiento con un periodo de retorno menos elevado.

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Este tipo de soluciones son una alternativa a las técnicas de encauzamientos centradas en la capacidad del cauce y en muros capaces de aguantar la erosión de velocidades torrenciales. Estas precauciones no han sido abandonadas, por el contrario, se han incrementado los parámetros de estimación de avenidas, pero se ha comenzado a prestar atención a la posibilidad de diferentes secciones según recurrencia de avenidas y a soluciones mixtas que permitan mantener vivos el ecosistema del propio río y de sus zonas aledañas. De hecho, las soluciones más adecuadas de encauzamiento y protección de cauces tienden a respetar y recuperar la vegetación de ribera; e incluso cuando por problemas de erosión sea conveniente la colocación de escolleras, se fabricarán sistemas que posibiliten el crecimiento de especies vegetales sobre ellas. Aunque coexisten soluciones universales, sí que es frecuente la consideración de diversas secciones de inundación, con solicitaciones ambientales y estructurales diferentes, que permiten una transición adecuada del cauce de corriente contigua a su entorno. Obviamente, la solución a adoptar depende de las características de ese entorno.

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Bibliografía Bethemont, J. (1980). Geografía de la utilización de las aguas continentales. Barcelona: Oikoss-Tau. Casas, J. M.; Mujeriego, R. y otros (1998). El sistema de les aigües superficials, en Medi Ambient i Tecnologia. Barcelona: Edicions UPC. CEDEX (2003). Guía técnica sobre teorías para el transporte de agua a presión. Madrid. Custodio, E.; Llamas, M. R. (1983). Hidrología subterránea. Barcelona: Omega. Herce, M.; Magrinyà, F.; Miró, J. (2002). El soporte infraestructural de la ciudad (cap. 3). Barcelona: Edicions UPC. Martin, J. (1997). Ingeniería fluvial. Barcelona: Edicions UPC. McHarg, I. (2000). Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili. Publicaciones de la Agencia Catalana del Agua (http://aca-web.gencat.cat/aca/appmanager/aca/aca?_nfpb=true&_pageLabel=P20600136221252057294401) Documentación del curso de Depuración de Aguas. CEDEX, Madrid (www.cedex.es)

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