El clima y la red fluvial

3 El clima y la red fluvial JAVIER DEL VALLE MELENDO Es indudable que las condiciones climáticas influyen poderosamente en muchos elementos del me

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El clima y la red fluvial JAVIER

DEL

VALLE MELENDO

Es indudable que las condiciones climáticas influyen poderosamente en muchos elementos del medio físico y humano, tales como la vegetación, las actividades económicas, los usos del suelo y, por lo tanto, el paisaje. También tienen unas repercusiones directas sobre la red fluvial, sus características, caudal, régimen, etc., por lo que vamos a considerar ambos elementos, esenciales en el análisis de cualquier territorio, de forma conjunta.

EL CLIMA El clima de la comarca de La Ribagorza está influido principalmente por dos hechos principales: – Su localización geográfica en la vertiente meridional del sector central de la cordillera pirenaica. – El imponente relieve, con macizos y sierras que alcanzan alturas muy considerables al norte y que pierden altura progresivamente a medida que descendemos hacia el sur. En líneas generales se trata de un clima templado húmedo con un claro gradiente N-S según el cual las precipitaciones van aumentando a medida que nos desplazamos hacia el N, mientras que van disminuyendo las temperaturas medias. En el mismo sentido se debilitan progresivamente las influencias mediterráneas, dominantes en el sector meridional, y aumentan las oceánicas, pero muy modificadas por el relieve y con un notable matiz de continentalización, consecuencia de la situación interior del territorio.

Las precipitaciones El sector septentrional de la comarca presenta típicas características de montaña, con cierta influencia oceánica, pero muy modificada por una continentalización que se aprecia claramente en el régimen de precipitación.

De la Naturaleza

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Arco iris sobre el Turbón

Las precipitaciones son abundantes (1.151 mm en Benasque, 1.101 en Eriste) y bastante bien repartidas a lo largo del año (véase tabla 1). Los periodos más lluviosos son el otoño y, en segundo lugar, la primavera. Benasque recibe el máximo mensual en mayo (117,3 mm), pero es el otoño la estación que en conjunto aporta más precipitación (332,5 mm, lo que supone el 28,8% del total anual), seguido de la primavera, con 298,8 mm (25,9%). El verano y el invierno son algo menos lluviosos, pero reciben precipitaciones notables. En verano se ven favorecidas por fenómenos tormentosos que pueden llegar a ser muy intensos si las condiciones en altura los favorecen. Por ello, en el verano del norte de la Ribagorza no se sufre aridez estival, característica de buena parte de Aragón (especialmente del sector central del valle del Ebro) y que sí se aprecia, aunque de forma bastante suavizada, en el sector meridional de la comarca. La precipitación estival media asciende en Benasque a 282,4 mm (24,5% de la anual), en buena parte originada por fenómenos convectivos facilitados por efecto de la continentalización. El invierno es la estación que por término medio aporta menos lluvia aunque las cantidades siguen siendo elevadas (236,9 mm, que suponen el 20,6% de la anual). Es en un mes invernal, enero, en el que se observa la precipitación media más baja (64,8 mm). Las precipitaciones invernales son, en buena medida, en forma de nieve y su acumulación influye muy poderosamente en el régimen de los ríos.

44 Comarca de La Ribagorza

E

F

Mz

Ab

My

Benasque

64,8

72,2

93,1

88,3 117,3

Eriste

98,5

73,2

72,7

83

Graus

53,2

38,4

49,1

55,8

Jn

Jl

98,5 84,9

135,9 100,2 70,3 92,8

67,8 32,2

Ag 99

S 109

O

N

108,3 115,2

D

Año

99,9 1151

84,9

79,5

83,5

94,6 124,8 1101

52,2

69,3

46

49,5 61,2

667

Tabla 1. Precipitación media mensual y anual (mm). Fuente: Instituto Nacional de Meteorología (INM). Elaboración propia

El reparto espacial de las precipitaciones se ve muy influido por el relieve, pues aumenta notablemente con la altura. Del Valle (1997) calcula un gradiente de 30,1 mm/100 m para los sectores altos del Ésera y Cinqueta, lo que significa una precipitación media de 1.506 mm a 2.000 m de altura y de 1.618 mm a 2.500 m. En el sector meridional de la comarca las precipitaciones son menos abundantes pero sin alcanzar cifras excesivamente bajas (667 mm en Graus). El reparto es algo diferente pues aunque otoño y primavera siguen siendo las estaciones más lluviosas, esta última supera al otoño ya que en ella se recogen 197,7 mm (29,6% del total anual). El verano pasa a ser la estación menos lluviosa (22,8% del total), pero con muy poca diferencia respecto del invierno, que aporta el 22,9%. En este caso mayo destaca como el mes más lluvioso y julio como el más seco (véase tabla 1).

Las temperaturas Las condiciones térmicas están muy influenciadas por las topográficas, especialmente por la altura, pues la temperatura media desciende de forma general al ascender. Lampre (1994) calcula un descenso de –0,48 °C/100 m para las cuencas del Ésera y del Noguera Ribagorzana. Como consecuencia de la disposición del relieve, se observa una clara gradación térmica de N a S, con unas condiciones mucho más templadas en el sector sur de la comarca y más frías en el sector norte. Tal y como corresponde al territorio en el que nos encontramos, se aprecian también diferencias térmicas notables entre unas estaciones y otras: En invierno los valores térmicos pueden alcanzar cifras muy bajas, especialmente las mínimas, con frecuentes heladas que pueden ser intensas (sobre todo en las zonas más elevadas y umbrías). No obstante, estos valores se suavizan en cuanto perdemos altura, de forma que en los valles los valores invernales, aunque bajos, no alcanzan temperaturas extremas salvo en situaciones de invasiones de aire frío (véase en la tabla 2 cómo los valores de los dos observatorios del norte en enero sobrepasan ligeramente los 0 °C). Sin embargo, en ciertas condiciones climáticas, en los valles y zonas bajas se producen acumulaciones nocturnas de aire frío que provocan situaciones de inversión térmica, bastante frecuentes en determinados lugares y que explican, por ejemplo, que los valores térmicos medios de Eriste se sitúen por debajo de los de Benasque a pesar de su menor altitud.

De la Naturaleza

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E

F

Mz

Ab

My

Jn

Jl

Ag

S

O

N

D

Año

10,1

6,1

2,9

9,6

7,8

3,7

0,8

7,6

Benasque

1,7

3

5,4

8,1

11,4

15,2

18,4

17,9

14,9

Eriste

0,5

1,2

3,2

5,8

9

13,8

16,9

16,3

13

Graus

3,2

4,7

7,1

10,1

13,8

18,7

21,9

21,1

17,7

12,1

7

3,6

11,7

Puente de Montañana

3

4,6

7,4

10,4

14,8

19,2

23

22,2

18,4

13,1

6,9

3,6

12,2

Tabla 2. Temperatura media mensual y anual (°C). Fuente: INM. Elaboración propia

A medida que nos desplazamos hacia el sur y perdemos altura media, los inviernos se suavizan (la temperatura media de enero en Graus es de 3,2 °C y de 3 °C en Puente de Montañana), los valores mínimos también se moderan y el periodo de heladas se acorta. Los veranos son muy suaves en la zona septentrional, con máximas agradables y mínimas frescas (la temperatura media en Benasque y Eriste está entre 16 °C y 18 °C en los meses de julio y agosto). Se hacen progresivamente más cálidos a medida que nos desplazamos hacia el sur (en Graus y Puente de Montañana oscilan entre 21 °C y 23 °C), pero los valores térmicos se mantienen siempre en cifras moderadas, siendo muy raro que se alcancen temperaturas máximas comparables a las de las tierras más meridionales (somontano y Depresión del Ebro). La primavera suele ser una estación con destacados cambios térmicos. En ella se suceden los días fríos, como consecuencia de invasiones de aire septentrional que provoca fuertes descensos de las temperaturas –y riesgo de heladas tardías–, y otros en los que la insolación permite que los valores se recuperen notablemente. El otoño suele ser suave, atemperado y sin los bruscos cambios térmicos de la primavera ya que las invasiones de aire frío son muy esporádicas y, aun si suceden, no se suelen alcanzar valores muy bajos. Por lo tanto, lo que se produce normalmente es un suave y progresivo descenso térmico a lo largo de septiembre, octubre y noviembre. Como consecuencia de las condiciones pluviométricas y térmicas descritas, buena parte del territorio comarcal tiene unos importantes excedentes hídricos lo que permite que sus ríos sean notablemente caudalosos (especialmente el Ésera). Si atendemos al gráfico 1, se observa que en Benasque (punto representativo de todo el sector septentrional) no aparece ningún mes árido a lo largo del año, pues incluso en verano la precipitación media está muy por encima del doble del valor de la temperatura media. En el caso de Graus (representativo del sector meridional) aparece una cierta aridez en el mes de julio que desaparece ya en agosto al aumentar la precipitación media. No obstante, es conveniente advertir que lo analizado hasta aquí son condiciones medias ya que la precipitación presenta una natural irregularidad que explica que ciertos años puedan alejarse bastante del comportamiento que se podría considerar normal.

46 Comarca de La Ribagorza

Benasque

Graus

Gráfico 1. Precipitación y temperatura media mensual en dos estaciones representativas

A medida que avanzamos hacia el sur, el clima en general se ve influido por características mediterráneas y aumenta la irregularidad interanual de las precipitaciones, algo menor en los climas de influencia oceánica, caso del sector septentrional de la comarca –aunque se trate de un clima de montaña más que estrictamente oceánico–. También es importante señalar que los destacados relieves y diferencias altitudinales son responsables de notables variaciones en las condiciones climáticas, relacionadas con la altura, la exposición a los vientos y la radiación solar (topoclimas), lo que contribuye a la enorme diversidad paisajística y biológica de la comarca.

LA RED FLUVIAL La gran mayoría del espacio analizado está drenado por el río Ésera y su principal afluente, el Isábena. Solamente el extremo oriental queda fuera de su cuenca y dentro de la del Noguera Ribagorzana. El río Ésera nace al concentrarse las escorrentías de numerosos arroyos de la cabecera del valle de Benasque. Aquí la existencia de la dolina conocida como el Forau de Aiguallut, elemento geomorfológico relacionado con la intensa karstificación de la zona, impide que el agua de fusión de los glaciares de Aneto y Barrancs llegue al río pues es capturada y continúa a través de un sistema de circulación subterráneo hasta que aflora en el Güell del Joeu, en el valle de Arán.

El valle del Ésera en las proximidades de Campo

De la Naturaleza

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El río Isábena

Cerca de su nacimiento el Ésera toma un sentido N-S que no abandonará hasta las proximidades de su desembocadura. A los pocos kilómetros de su origen queda retenido en el embalse de Paso Nuevo; en todo este primer tramo recibe afluentes como los barrancos de Literola y Remuñe y el río Estós por la margen derecha, y los barrancos que desaguan Cregüeña y Vallibierna por la izquierda. Estos afluentes aportan caudales notables, aunque el de Estós queda retenido y conducido a la central de Eriste donde es turbinado antes de cederlo al Ésera.

Este, en su curso hacia el sur, pasa por la localidad de Benasque, recibe aguas abajo el barranco de Eriste, donde es vuelto a retener en el embalse de igual nombre, abre el imponente congosto de Ventamillo al atravesar las calizas de las Sierras Interiores y, tras cruzar Seira, vuelve a encajarse. Después de atravesar Campo discurre durante un tramo sin aprovechamientos hidroeléctricos y en el que mantiene un alto grado de naturalidad. La zona situada inmediatamente aguas abajo de Campo es utilizada con frecuencia para la práctica del rafting. Es en este mismo tramo, inmediatamente aguas arriba de la localidad de Santaliestra, donde se contempla la construcción del embalse homónimo, fuertemente contestado por sus habitantes. En Graus el Ésera recibe por la margen izquierda al río Isábena, su principal afluente. Aguas abajo es represado en el embalse de Joaquín Costa o de Barasona (93,4 hm3), cuyo objetivo principal es abastecer los riegos del Canal de Aragón y Cataluña, aunque previamente estos caudales son turbinados en la Central de San José.

Gráfico 2. Caudal medio mensual del río Ésera en Graus. Periodo 1959/60 a 1999/2000. Fuente: Confederación Hidrográfica del Ebro

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En su último tramo, entre el citado embalse y su desembocadura en el Cinca abre el congosto de Olvena. Su aportación total es de 621,8 hm3/año (serie 1959/60 a 1999/2000). El río Noguera Ribagorzana nace en territorio catalán pero, en buena medida, limita por el Este la comarca aragonesa de La Ribagorza. Tiene un sentido N-S que no abandona en todo su recorrido y es represado en los embalses de Escales (152 hm3) y Canelles (678 hm3) cuyas orillas occidentales están dentro de nuestro ámbito de estudio y que tienen una finalidad fundamentalmente hidroeléctrica. Sus principales afluentes –en la comarca ribagorzana– son el barranco Llauset y el río Baliera. Su aportación total en desembocadura es de 639 hm3 de los que aproximadamente la mitad se genera en territorio aragonés. Los ríos de la comarca de La Ribagorza son, en general, de caudal relativamente abundante y régimen nival o nivopluvial en las cabeceras de aquellos que nacen en los Pirineos (los de mayor entidad). Este régimen se caracteriza por máximos de caudal en los periodos de fusión nival (mayo y junio) y mínimos invernales (diciembre a febrero) debido a la retención masiva de la nieve en las zonas altas. En ocasiones también puede aparecer un máximo de caudal secundario en otoño, mucho menos importante que el de primavera, causado por las precipitaciones y que, en el caso del Ésera, se aprecia en los meses de octubre y noviembre. Se trata, por lo tanto, de un régimen dominado principalmente por los procesos de fusión/retención y, en segundo lugar, por las lluvias. La red fluvial tiene una fluencia general N-S por lo que los valles principales suelen tener esta misma disposición, mientras que algunos de los laterales presentan un desarrollo E-O (Estós o Vallibierna). En los tramos altos, los ríos presentan unas condiciones típicas de alta montaña: aguas rápidas y frías, bien oxigenadas y con abundantes rápidos y cascadas. Algunas de estas cascadas son de gran belleza, como la de Aigüalluts, situada inmediatamente antes de que los caudales de fusión de los glaciares de Aneto y Barrancs entren en la dolina del Forau, la de Espigantosa, en el valle de Eriste, la de Estós, en el valle de igual nombre, o la de Remuñe, deteriorada por el último tramo de la inconclusa carretera de Benasque a Bagnères-de-Luchon (Francia). Los ríos presentan en general una alta calidad desde el punto de vista biológico y para el abastecimiento de la población, pero, en conjunto, la red fluvial está bastante intervenida por el hombre. Los objetivos han sido básicamente dos: el aprovechamiento hidroeléctrico (centrales fluyentes o a pie de los embalses de Escales, Canelles y

Cauce del Ésera aguas abajo de la central hidroeléctrica de Argoné

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Ibones en La Ribagorza

Ibón de Literola

Ibón de Gias

Estany Fe

Ibón de Botornas

Ibones de Angliós

Ibón de Paderna

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Barasona) y la utilización de las aguas para regadíos situados fuera de la comarca (embalse de Barasona en el Ésera), hasta el punto de que el Noguera Ribagorzana es uno de los ríos más regulados en proporción a su caudal de toda la cuenca del Ebro. Como elemento importante de la red fluvial de La Ribagorza hay que destacar la presencia de numerosos lagos de montaña, los llamados ibones. Se trata de depresiones de origen glaciar que tras la retirada de las masas de hielo que los originó han quedado rellenas de agua. Con frecuencia están agrupados y escalonados a diferentes alturas. Normalmente están alimentados por uno o varios arroyos y a su vez desaguan a través de otro, por lo que están conectados con el resto de la red fluvial. Por su tamaño destaca el ibón de Cregüeña, en la cabecera del Ésera (margen izquierda), considerado el ibón más grande del Pirineo en estado natural (ocupa más de 30 ha), pues no cuenta con recrecimiento o transformación alguna. Está situado a unos 2.600 m de altura, en un paisaje de belleza impresionante, al SO del macizo de La Maladeta. Otros ibones importantes en la misma cuenca son los de Literola, Batisielles, Posets, Escarpinosa y Bardamina, en la margen derecha, y los de Coronas y Paderna en la margen izquierda. También en el sector aragonés de la cuenca del Noguera Ribagorzana hay notables ejemplos, tales como el de Cap de LLauset, el Estany Negre, los ibones de Vallibierna y los de Salenques. También hay que mencionar el antiguo ibón de Llauset, hoy convertido en una presa para aprovechamiento hidroeléctrico. Los ibones aportan una belleza especial al paisaje de la alta montaña. En ellos se retienen durante un tiempo variable las aguas de escorrentía y se generan ecosistemas específicos. Sufren un proceso progresivo de colmatación al irse decantando buena parte de los elementos sólidos que arrastra o lleva en suspensión el agua. Cuando quedan completamente colmatados pasan a ser turberas, zonas de suelo frecuentemente encharcado en las que se desarrolla una vegetación especial, adaptada a estas condiciones. Se trata de un proceso natural de duración variable en función de la profundidad, torrencialidad, cantidad de material arrastrado, etc. En la zona se encuentran varios ibones en diferente grado de colmatación, en algunos muy avanzada (es el caso de la Aigüeta de Batisielles), e incluso ya convertidos en turberas, como las situadas en la vertiente sur del macizo del Perdiguero o en las proximidades del tramo alto del Aigüeta de Batisielles, ibón en avanzado estado de colmatación Ésera.

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Bibliografía CREUS NOVAU, José, «Algunas características climáticas de la alta montaña en los Pirineos Centrales», en Actas del X Congreso Nacional de Geografía, Zaragoza, 1987. CUADRAT PRATS, José María, El clima del Pirineo Central. Ensayo de aplicación al turismo de montaña (Tesis doctoral inédita), Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio (Universidad de Zaragoza), Zaragoza, 1981. DEL VALLE MELENDO, Javier, «La precipitación media anual en el sector alto de la cuenca del Cinca (Pirineo aragonés, España)», Pirineos, 149-150 (1997). Huesca Natural, Diario del Altoaragón, Huesca, 1996. GARCÍA RUIZ, José María, PUIGDEFÁBREGAS TOMÁS, Juan y CREUS NOVAU, José, Los recursos hídricos superficiales del Alto Aragón, Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1985. LAMPRE VITALLER, Fernando, «La línea de equilibrio glaciar y los suelos helados en el Macizo de la Maladeta (Pirineo aragonés): su evolución desde la pequeña edad del hielo y situación actual», en C. Martí Bono y J. M. García Ruiz, El Glaciarismo subpirenaico: Nuevas aportaciones, Geoforma, Logroño, 1994.

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