Fsis2000b.doc
EL COSTE DE OPORTUNIDAD DEL TIEMPO NO REMUNERADO EN LA PRODUCCIÓN DE SALUD* Enero 2001 José Luis Pinto Prades Jaume Puig-Junoy Centre de Recerca en Economia i Salut (CRES) Departament d’Economia i Empresa Universitat Pompeu Fabra C/ Trias Fargas 25-27, 08005 Barcelona E-mail:
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Resumen El tiempo es uno de los factores de producción que se utiliza de forma más abundante para poner en práctica tratamientos sanitarios. Mientras que el dedicado por el médico se incluye sin problemas en los estudios de costes, no ocurre lo mismo con el que dedican los pacientes y familiares. Esto es así, principalmente, en el caso del tiempo no remunerado. Sin embargo, desde un punto de vista económico, dicho tiempo tiene un coste de oportunidad y se le debe asociar un valor (negativo), aunque no existan pagos monetarios que nos permitan cuantificar dicho valor. Se revisan en este documento las diferentes alternativas que se han utilizado para medir monetariamente el valor del tiempo no remunerado. En primer lugar, se procede a exponer un modelo teórico que trata de establecer el valor monetario del tiempo no remunerado. En vista de las limitaciones de la teoría exponemos los métodos empíricos que la economía ha utilizado para valorar intangibles. Se procede, a continuación, a mostrar cómo se han aplicado dichos métodos a la valoración del tiempo en los proyectos de transporte, área en la que estos estudios han sido pioneros. A continuación, se muestran casos del sector sanitario en los que se ha estimado el valor del tiempo no remunerado. Por último, se muestra cómo puede utilizarse esta metodología para la valoración del tiempo de los cuidadores informales. Palabras clave: valor del tiempo, medida de intangibles, preferencia declarada, preferencia revelada.
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Introducción Uno de los equívocos más frecuentes de aquellas personas poco familiarizadas con el análisis económico es confundir al economista con el contable. En contabilidad un coste es aquello que provoca una salida de caja y un beneficio se ha de traducir en un ingreso. Costes y beneficios se han de traducir en pagos monetarios. Este no es el enfoque de la economía. Se ha explicado en un documento paralelo (Puig-Junoy y Pinto, 2001) que para el economista, coste es aquello que genera un sacrificio, esto es, que tiene un coste de oportunidad y beneficio lo que mejora el bienestar de las personas. Estos costes y beneficios, según los definen los economistas, pueden tener o no un reflejo en pagos o ingresos monetarios. Desde la perspectiva económica eso no importa. Lo que importa es que una actividad mejore o disminuya el bienestar de las personas. En el caso del tiempo esta confusión entre el concepto contable de coste y el económico, puede llevar a tomar decisiones médicas que no valoren aspectos de los tratamientos que para los pacientes y familiares son importantes. El tiempo es uno de los factores de producción más importante que utilizan los servicios sanitarios. Ser diagnosticado o seguir un tratamiento supone invertir tiempo y, a no ser que los individuos encuentren cierto placer intrínseco en visitar al médico (algo no muy frecuente), ese tiempo supone un coste para los afectados. En el documento citado anteriormente se ha tratado del coste del tiempo cuando su pérdida afecta a los ingresos y/o a la producción de una persona. Muchas evaluaciones económicas incluyen el coste del tiempo cuando es tiempo de trabajo el que se pierde, parece pues bastante evidente que si se pierde tiempo de trabajo esto supone un coste. Sin embargo, muy pocas evaluaciones incluyen el valor del tiempo perdido en recibir un tratamiento sanitario, si este tiempo es tiempo de ocio o es tiempo de una persona que no está en el mercado de trabajo. Existe una razón de índole práctica para no incluir el valor del tiempo no remunerado en las evaluaciones económicas, y es que es difícil de estimar. Sin embargo, esto introduce unos sesgos muy claros en contra de algunos tratamientos. Así, aquellos medicamentos que ahorran tiempo a personas mayores, a amas de casa o a personas que tienen incapacidad laboral (temporal o transitoria) estarían poco valorados. Por ejemplo, (Pinto et al, 1998) un medicamento oral que sustituye a otro intravenoso (con la misma efectividad), tiene como principal beneficio evitar al paciente tener que ir al hospital a recibir la medicación y le ahorra mucho tiempo. Si ese grupo de pacientes no está en el mercado de trabajo o lo está en menor proporción que otros colectivos (por ejemplo, porque tienen SIDA en fase avanzada) el beneficio del medicamento que estimará una evaluación económica será pequeño si no se le da un valor al tiempo no remunerado ahorrado a los pacientes. Es necesario valorar el tiempo no remunerado para no sesgar las evaluaciones económicas en contra de ciertos productos o tratamientos. La pregunta es, ¿es esto posible?, ¿Cómo valorar un tiempo para el que no disponemos de valoraciones objetivas? Es lo que se llama en economía un problema de valoración de intangibles. Este problema se presenta en muchos otros aspectos de las evaluaciones económicas realizadas por los economistas. Así, lo mismo ocurre con el valor de ruido, la contaminación o la vida
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humana, ¿qué coste estamos dispuestos a asumir para reducir el ruido y la contaminación procedente del tráfico? ¿Qué nos debemos gastar para reducir el riesgo de que se produzca un incendio en el metro? Estas y otras preguntas similares requieren tener una idea del valor de estos productos mencionados (ruido, contaminación, riesgo) que no reciben una valoración monetaria por parte del mercado. El objetivo del documento es, por tanto, mostrar que existen maneras de valorar el tiempo y mostrar algunas estimaciones empíricas. No es el objetivo del presente trabajo realizar una visión exhaustiva de los estudios que se han realizado y que han medido el valor del tiempo. Se ha preferido describir con detalle unos pocos casos para que el lector poco familiarizado con la metodología económica, pueda tener una buena idea de los métodos utilizados por los economistas. En primer lugar, expondremos de forma simplificada el modelo teórico elaborado por Posnett y Jan (1996) que es, a nuestro entender, el que más adecuadamente ha tratado este tema en el ámbito sanitario. En segundo lugar, expondremos los métodos que han sido utilizados por los economistas para dar valores monetarios al tiempo no remunerado. En tercer lugar, expondremos algunos ejemplos de uso de esta metodología en el área donde estos estudios han sido pioneros y más abundantes, como es la Economía del Transporte. Creemos que es interesante revisar algunos estudios realizados en este ámbito, porque el modelo teórico mencionado contempla la posibilidad de aplicar en el ámbito sanitario valores obtenidos de los estudios de transporte. A continuación, expondremos la forma en que esta metodología se ha utilizado en algunos estudios realizados en el sector sanitario. Por último, antes de concluir, trataremos brevemente, uno de los ámbitos de la atención sanitaria donde el tiempo no remunerado es reconocido como un recurso muy utilizado, es el caso del tiempo dedicado por los cuidadores informales.
1. El modelo teórico Se han utilizado, principalmente, dos enfoques para dar un valor al tiempo no remunerado. Uno se basa en el coste de reemplazar la actividad que se deja de realizar, esto es, ¿cuánto se tiene que pagar a una persona para que haga lo que deja de hacer el sujeto que dedica el tiempo a cuidar a un enfermo, a ir a un hospital a que le visite el médico, o similar? El otro es el coste de oportunidad del tiempo libre, medido por los ingresos que se dejan de percibir al no trabajar más que un cierto número de horas. Los dos métodos son distintos y los explicaremos con más detalle. a) Método del coste de sustitución Este método está basado en el supuesto de que el salario refleja el valor de la producción marginal del trabajador. El hecho de que una persona, por dedicar tiempo a los cuidados sanitarios, pueda dejar de realizar una actividad en el hogar, tiene un coste que es equivalente al valor de mercado de dicha producción. Dado que dicha actividad no se vende en el mercado, no tenemos constancia directa de dicho valor. Ahora bien, lo que sí podemos observar es el salario de las personas que se dedican a realizar esta actividad. Dado que suponemos que el salario es igual al valor de la producción que realiza el
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trabajador, el coste de oportunidad, medido en términos de reducción en la producción en el hogar, viene medido por el salario que se paga a un trabajador/a por realizar ese tipo de tareas. b) Método del coste de oportunidad del ocio Este método también se basa en la teoría que se ha presentado anteriormente (Puig-Junoy y Pinto, 2001) sobre el valor del tiempo dedicado al trabajo. Se ha mostrado anteriormente que: i) el valor del tiempo dedicado al trabajo (VTT) es igual al valor del tiempo dedicado al ocio (VTO) y cada uno de ellos es igual al salario (S). Esto es, VTT = VTO = S
(1)
Esto es así por que si el valor del tiempo dedicado al trabajo fuera menor que el valor del tiempo dedicado al ocio, las personas trabajarían menos, y viceversa. ii) Si la gente obtiene placer (utilidad) de su trabajo, el salario no ha de compensar al valor del tiempo de ocio desplazado, sino a la diferencia entre VTO y la utilidad derivada del trabajo (UT). Por tanto, S = VTO – UT
(2)
Por tanto, si una persona obtiene utilidad positiva del trabajo, el salario no hace falta que le compense por el tiempo de ocio perdido, ya que la actividad profesional ya le recompensa de alguna manera. iii)Si hay desempleo involuntario, el resultado anterior tiene que modificarse de la siguiente manera: S ≥ VTO – UT
(3)
Esto es, si hay desempleo involuntario, es muy posible que el salario no esté reflejando el coste de oportunidad de tiempo, sino que sea mayor. Esta teoría puede aplicarse al cálculo del coste de oportunidad del tiempo libre de la siguiente manera. Supongamos una persona que está trabajando, sabemos que en su caso VTO es igual al salario (S). Por tanto, el tiempo de ocio que pierda lo podemos valorar mediante su salario. Supongamos una persona que no está trabajando por voluntad propia. Esa persona está renunciando a un salario, ya que si trabajara ganaría un salario (S’). Dado que no trabaja, lo que sabemos es que S’ ≤ VTO – UT
(4)
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Supongamos una persona que no está trabajando de forma involuntaria. Sabemos que por un salario (S’) trabajaría. Por tanto, sabemos es que S’ ≥ VTO – UT
(5)
Está claro que los dos enfoques (coste de sustitución, coste de oportunidad del ocio) no son equivalentes, así que debemos decidir en que caso se utilizará uno u otro. Caso 1: las actividades que dejan de realizarse se van a llevar a cabo más adelante por la misma persona (o por alguna otra persona) provocando una reducción del tiempo libre propia o ajena. En este caso, el coste de oportunidad del tiempo es el VTO perdido. Caso 2: las actividades que dejan de realizarse traen consigo una disminución de la producción. En este caso, el método del coste de sustitución parece el más conveniente, ya que está basado, precisamente, en una estimación del valor de la producción. Sin embargo, así como en el caso 2 está claro que la mejor manera de estimar el valor de la producción perdida es a través del salario de mercado de las personas que realizan estos trabajos, en el caso 1 no está claro cuál es el valor que mejor refleja el VTO. Este valor depende de los siguientes factores: a) de si la persona que pierde tiempo está en el mercado de trabajo o no, b) de si la persona que pierde tiempo está ocupada o en el paro, c) de si la persona que pierde tiempo obtiene utilidad positiva o negativa de su trabajo. La clave está en la relación entre S, VTO y UT en cada caso. Caso 1.1. Persona en el mercado de trabajo, y que tiene empleo Para esta persona se cumple la igualdad (2). Por tanto, en este caso pueden ocurrir tres cosas: a) UT = 0 → b) UT > 0 → c) UT < 0 →
S = VTO. S < VTO S > VTO
Caso 1.2. Persona en el mercado de trabajo, y que está parado Para esta se persona se cumple la igualdad (3). Si se cumple en el caso de que los dos lados sean iguales, nos encontramos en el mismo caso anterior, pero si se cumple cuando S > VTO – UT, entonces tenemos que: a) UT = 0 → b) UT > 0 →
S > VTO. S ? VTO (no está definida la relación entre S y VTO)
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Esto es así porque si una persona obtiene mucha utilidad de su trabajo, puede estar dispuesto a trabajar por un salario S no porque el salario sea mayor que el valor de tiempo de ocio perdido, sino porque le gusta mucho el trabajo. c) UT < 0 →
S > VTO
En este caso, si está dispuesto a trabajar por un salario S, a pesar de que no le gusta, es porque el salario compensa el valor del tiempo de ocio perdido. Caso 1.3. Persona que no está en el mercado de trabajo por voluntad propia Para dicha persona se cumple la igualdad (4). En este caso, según la utilidad que obtiene de su trabajo, puede cumplirse que: a) UT = 0 → b) UT > 0 → c) UT < 0 →
S’ ≤ VTO. S’ < VTO S ? VTO (no está definida la relación entre S’ y VTO)
Caso 1.4. Persona que no está en el mercado de trabajo por causas involuntarias Para esta se persona se cumple la igualdad (5). En este caso, según la utilidad que obtiene de su trabajo, puede cumplirse que a) UT = 0 → b) UT > 0 → c) UT < 0 →
S’ ≥ VTO. S’ ? VTO (no está definida la relación entre S y VTO) S’ > VTO
Como podemos ver, desde un punto de vista estrictamente teórico, el salario, tanto el que se recibe en el mercado, como el potencial que se podría recibir, no siempre miden adecuadamente el VTO. Dadas las dificultades para encontrar la medida “perfecta” del VTO parece que es conveniente encontrar un enfoque pragmático que, sin olvidar los planteamientos teóricos hechos hasta ahora, nos ayude a asociar un valor al tiempo libre perdido por participar en un programa sanitario. En opinión de Posnett y Jan (1996) este enfoque empezaría distinguiendo, dentro del tiempo libre perdido, entre tiempo libre “puro” y tiempo libre que se hubiera dedicado a tareas de la casa. En el caso del tiempo libre “puro” el primer problema está en conseguir una estimación fiable de S’. Este problema, puede solucionarse, como se ha dicho, con una cierta dosis de pragmatismo. Se puede elegir el salario medio de una persona con similar nivel de estudios, experiencia laboral, sexo, etc. Un problema mucho más grave se refiere a la relación entre el salario (S o S’) y VTO. Tal como se ha expuesto, esta relación depende de la dirección de UT. En principio, no sabemos si a través del salario se está infra o sobre estimando VTO.
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Frente a este problema, Posnett y Jan (1996) proponen, en primer lugar, recurrir a estimaciones empíricas del VTO. Estas estimaciones son típicas de estudios sobre inversiones en transporte que tienen entre sus principales beneficios el ahorro de tiempo de desplazamiento. Estos estudios estiman el valor del tiempo, tanto para el caso de que la disminución del tiempo de desplazamiento ahorre tiempo de trabajo, como para el caso de que ahorren tiempo libre. Más adelante veremos algunos ejemplos de estos estudios. En general, las estimaciones del VTO presentan grandes variaciones, oscilando entre el 20 y el 75% del salario bruto. Sin embargo, estas estimaciones tienen el problema de que, cuando los sujetos dan un valor a la reducción del tiempo de viaje están valorando tanto el VTO en sí, como la disminución en las molestias del viaje. Por tanto, el VTO es menor que el estimado en los estudios del tiempo del viaje. Aunque los estudios de transporte adolecen de la limitación señalada por Posnett y Jan, muestran con claridad que VTO < S (o S’). Esto únicamente es compatible con UT media 38,5 39,5 Empleados Jubilados
31,7 26,0
Media
35,0
Valor de la incertidumbre Renta < media Renta > media
21,2 19,7
13,4 11,3
Subconjunto 2 26,7 37,7
27,3 28,5
La desutilidad del tiempo en lista de espera era, por tanto, de £35 al mes (cantidades de 1987). La autora estima en 13 millones el número de meses de espera para el bienio 1990-91, lo cual produce un coste total de £650 millones. Esta cifra puede utilizarse en un análisis coste-beneficio de políticas que tienen como objetivo la reducción en el tiempo de espera
6. El valor del tiempo de los cuidadores informales Uno de los principales factores de producción de salud no remunerados en los tratamientos sanitarios, es el tiempo que amigos y familiares dedican a los enfermos. Son los denominados cuidadores informales. Dado que el tiempo que dedican estas personas no tiene una valoración monetaria de mercado, es frecuente que no se incluya dentro de los costes de las evaluaciones económicas. Sin embargo, ya se ha explicado anteriormente que ese tiempo tiene un coste de oportunidad y, por tanto, tiene que ser incluido en las evaluaciones económicas. Para incorporar estos costes dentro de una evaluación económica, surgen dos tipos de problemas (Wright, 1975). El primero es el de estimar la cantidad de tiempo invertido en diversas actividades de cuidado a los enfermos. Este problema no es trivial, ya que hay muchas actividades que aunque se realizan para los enfermos, no pueden asociarse a su condición de enfermos. Por ejemplo, preparar la comida para un enfermo es una actividad que posiblemente igual se hubiera realizado si esa persona no hubiera estado enferma. Sin embargo, darle de comer es, en la mayor parte de las ocasiones, un tiempo que se pierde debido a la condición de enfermo. La solución a este problema radicaría en realizar una
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entrevista o cuestionario, lo suficientemente detallado como para separar el tiempo dedicado a todo este tipo de actividades. El segundo problema radica en la forma de medir el VTO que los cuidadores dedican al enfermo. Para obtener este valor podríamos acudir a la teoría expuesta anteriormente sobre la forma de valorar el tiempo de ocio. Sin embargo, cuando hablamos de cuidados informales hay otro factor que puede influir en el coste del tiempo como es la utilidad o el malestar ocasionado por el tipo de tarea que hay que realizar para cuidar del enfermo. Cuando se ha investigado lo bien (o lo mal) que los cuidadores informales soportan cierto tipo de tareas (Sandford, 1975) se ha obtenido que sólo el 16% podían soportar bien tener problemas para dormir, 22% podían soportar bien ayudar a los enfermos a realizar sus necesidades, 67% podían tolerar bien dar de comer a los enfermos y 77% podían tolerar bien vestirlos. Con estos datos que, aun en el caso de que se llegara a una estimación fiable sobre el VTO, se tendría que realizar alguna ponderación por lo molesto de dicha actividad. Un posible sistema de ponderaciones estaría basado en el porcentaje de personas que pueden tolerar, razonablemente bien, dicha actividad. Por ejemplo, las actividades se podrían ponderar por el factor 100/x donde x es el porcentaje de personas que pueden tolerar, razonablemente bien, dicha actividad. Por tanto, si se llega al acuerdo de que el VTO es VTO* y únicamente el 16% de los cuidadores tolera bien el no poder dormir con regularidad, ese tiempo se valoraría como (100/16) x VTO*. El tiempo dedicado a pacientes con problemas de incontinencia se valoraría como (100/43) x VTO*. Aunque este un método con poco fundamento teórico, es práctico y ciertamente está más cerca de las preferencias que la no ponderación. Otros autores (Brouwer 1997a, 1997b, 1997c, 1999) han propuesto que, dados los problemas para conseguir valoraciones fiables del coste del tiempo de ocio para los cuidadores informales, el impacto en el bienestar de dichos cuidadores se mida directamente en términos de Años de Vida Ajustados por la Calidad perdidos. El tiempo dedicado por los cuidadores informales reduce su calidad de vida durante un cierto tiempo, por tanto, se podría medir la variación en su calidad de vida antes y después de tener que realizar tareas de atención a los enfermos. En la práctica, los estudios empíricos que han estimado el valor del tiempo de los cuidadores informales, han usado algún precio de mercado del tiempo, bien sea el salario de reposición, el salario potencial u otro. En un estudio (Arno et al. 1999) aplicado al caso americano se estimó el coste del tiempo en una cantidad muy importante. Los pasos que dan los autores del citado estudio para calcular dichos costes son los siguientes: 1. Calcular la prevalencia de cuidadores informales. Para ello utilizan diversas bases de datos disponibles. El resultado es que en 1997 había 27,6 millones de cuidadores informales en EEUU.
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2. Calcular el número de horas que, por término medio, dedican a dichos cuidados. De nuevo, acudiendo a datos basados en amplias entrevistas a la población general, concluyen que el número medio de horas por semana es de 17,9. 3. Cálculo del salario de reposición. Utilizan este método y no el los ingresos perdidos, porque la mayor parte de los cuidadores informales son personas que ya no están en el mercado de trabajo y, por tanto, en ningún caso dejan de percibir ingresos. Por tanto, calculan lo que habría que pagar a un profesional para sustituir al cuidador informal. En la práctica utilizan dos salarios, el mínimo interprofesional y el medio de toda la economía. El resultado que obtienen es que el valor monetario de los cuidados informales es de $196 billones (americanos). Esta cifra se puede comparar con los gastos en sanidad ($32 billones). Más original es la propuesta de Brower et al (1999) de medir el valor del tiempo a través de variaciones en la calidad de vida. A continuación se expondrá (Mohide et al, 1999) el que, en la actualidad, es quizá el único estudio que ha tratado de medir la variación en el bienestar de los cuidadores en términos de Años de Vida Ajustados por la Calidad (AVACs). El estudio que se expone tiene varios objetivos. En primer lugar, desarrollar un perfil de calidad de vida, específico para cuidadores informales. En segundo lugar, utilizar dicho cuestionario para medir la calidad de vida mediante AVACs. La primera tarea fue, por tanto, la elaboración de un perfil específico para este tipo de situaciones. Los autores identificaron cinco atributos (o dimensiones) que, siguiendo la literatura y juicios de clínicos, se consideraron como los más relevantes. Fueron los siguientes: a) Sociales: disponibilidad de tiempo para dedicar a estar con la familia y los amigos y calidad en el trato entre el cuidador y el enfermo. b) Físicos: bienestar físico y energía, poder dormir lo suficiente. c) Emocional: grado de felicidad y ausencia de ansiedad. Cada uno de estos cinco atributos se midió en una escala de cuatro niveles que correspondían a la frecuencia con que estos síntomas estaban ausentes de la vida del cuidador. Los niveles de dicha escala eran “casi siempre” (almost always),”la mayor parte del tiempo” (most of the time), “la mitad del tiempo” (half of the time) y “casi nunca” (rarely). Esto hacía un total de 1024 (45) estados posibles. En la Tabla 7 presentamos los estados mejor y peor del perfil. Tabla 7. Ejemplos de estados de salud. Peor estado de salud Mejor estado de salud Casi siempre se siente bien físicamente y Casi nunca se siente bien físicamente y con energía con energía Casi siempre se siente feliz y sin ansiedad Casi nunca se siente feliz y sin ansiedad o
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o frustración Casi siempre tiene tiempo para estar con la familia y los amigos Casi cada noche duerme lo suficiente Casi siempre se lleva bien con la persona a la que tiene que cuidar
frustración Casi nunca tiene tiempo para estar con la familia y los amigos Casi ninguna noche duerme lo suficiente Casi nunca se lleva bien con la persona a la que tiene que cuidar
Una vez creado el perfil el cuidador debe identificarse con alguno de los 1024 posibles estados de salud. Lógicamente, es muy difícil que uno de estos estados se adecue perfectamente a la situación de un cuidador, pero esto es un problema común de todos los perfiles de salud. Una vez elegido el estado que más se parece a la situación real del cuidador, se tiene que valorar dicho estado. Esta valoración se realizó mediante el método de la Compensación de Tiempos (Time Trade-Off). En este método se muestra al sujeto dos estados de salud, uno que es el que hay que medir (estado i, en este caso el del cuidador informal) y el otro es el mejor estado posible. Se ofrece al sujeto la siguiente alternativa: el estado i durante el tiempo t (normalmente igual a la esperanza de vida) seguido de muerte, o el estado de referencia durante el tiempo x (x < t), seguido de muerte. Se varía la duración x hasta que se consigue la indiferencia. En este momento, la utilidad (hi) del estado a evaluar es igual a x/t. La utilidad estimada se mueve, normalmente, en una escala del 0 al 1, donde 0 es el valor de la muerte y 1 es el mejor estado de salud posible. También existe la posibilidad de que se produzcan valores negativos. En el caso que nos ocupa, se preguntó al cuidador por su situación y supongamos que es la siguiente: Su propia situación Casi nunca se siente bien físicamente y con energía Casi nunca se siente feliz y sin ansiedad o frustración La mitad del tiempo puede estar con la familia y los amigos La mayor parte del tiempo duerme lo suficiente La mitad del tiempo se lleva bien con la persona a la que tiene que cuidar Se pide al cuidador que imagine que esta situación será permanente durante el resto de su vida. Se presenta al sujeto una serie de comparaciones a pares y se le pide que diga cuál de las dos prefiere, o si es indiferente entre las dos. El procedimiento termina cuando se consigue la indiferencia. Se utilizó una ayuda visual consistente parecida a la que se muestra en la Figura 2.
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Figura 2. Ejemplo de ayuda visual para contestar la pregunta de compensación de tiempos.
Mejor estado de salud Casi siempre se siente bien físicamente y con energía Casi siempre se siente feliz y sin ansiedad o frustración Casi siempre tiene tiempo para estar con la familia y los amigos Casi siempre duerme lo suficiente Casi siempre se lleva bien con la persona a la que tiene que cuidar
Su propia situación Casi nunca se siente bien físicamente y con energía Casi nunca se siente feliz y sin ansiedad o frustración La mitad del tiempo puede estar con la familia y los amigos La mayor parte del tiempo duerme lo suficiente La mitad del tiempo se lleva bien con la persona a la que tiene que cuidar
0
2
4
6
8
10
12
14
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14
16
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Años de vida futura
0
2
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Años de vida futura
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El cuidador tiene que elegir entre 20 años (o su esperanza de vida) en la mejor situación, seguidos por la muerte o los mismos años en su situación, seguidos también por la muerte. Si prefiere la mejor situación, la barra de la ventana de arriba se mueve de 20 a 2. El cuidador debería elegir entonces, entre 2 años en la situación mejor, seguidos de la muerte, y su propia situación durante 20 años, seguidos también de la muerte. Si prefiere su propia situación la barra de arriba se mueve a 18. Este ejercicio se va variando hasta que se llega a la situación de indiferencia. Supongamos que la indiferencia se consigue para x = 10. Esto daría lugar a una utilidad para su situación de 0,5. La utilidad estimada media de los 40 cuidadores entrevistados fue de 0,39 (desv. est = 0,35). Para calcular el número de AVACs perdidos por los cuidadores informales dos datos más son necesarios, pero el artículo no los proporciona. El primero es la calidad de vida que dichos cuidadores hubieran tenido si no hubieran cuidado los enfermos. El segundo es la duración del periodo durante el cual tendrán que cuidar de los enfermos. A modo de ejemplo, supongamos que la calidad de vida en sin tener que cuidar al enfermo es de 0,9 y que van a tener que cuidarlo durante dos años. La pérdida de valor del tiempo del cuidador informal, debido a las tareas de atención al enfermo se estima como (0,9 – 0,35) x 2 = 1,1 AVAC. En resumen, este es un ejemplo de valoración del tiempo de ocio perdido por los cuidadores informales, sin apelar al valor monetario del tiempo perdido, sino a la disminución en su calidad de vida.
6. Conclusión En este documento hemos mostrado que la economía ha desarrollado algunos métodos que nos permiten dar valores monetarios al tiempo no remunerado. El principal problema que tienen estos estudios, en nuestra opinión, es que los resultados pueden variar mucho entre unos estudios u otros, lo cual puede ser debido tanto a problemas metodológicos como a cambios en las preferencias de los encuestados. En cualquier caso, lo que parece ser ampliamente aceptado es que el coste de oportunidad del tiempo no remunerado es positivo y menor que el salario. Las estimaciones suelen estar entre el 20 y el 70% del salario. De momento y mientras no tengamos estimaciones más precisas, del valor del tiempo no remunerado, podría hacerse lo que es habitual en estos casos, esto es, utilizar un valor medio y realizar un análisis de sensibilidad con los valores extremos. En nuestra opinión, es mejor hacer esto que no incluir el coste del tiempo por no disponer de estimaciones precisas. Por supuesto, la opción preferida ha de ser, por el momento, que el investigador realice sus propias estimaciones y pueda utilizar estimaciones más adaptadas a las circunstancias de las personas afectadas. La última opción ha de ser comportarse como si el tiempo no remunerado fuera un factor de producción de salud sin coste alguno. Referencias bibliográficas
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