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SAL TERRAE – SALESIANOS POZOBLANCO
SESIÓN 2
El cristiano busca la felicidad
AÑO 1 EL CRISTIANO BUSCA LA FELICIDAD. SER CRISTIANO EN LA FAMILIA. SER CRISTIANO EN LA AMISTAD. SER CRISTIANO EN LA SEXUALIDAD. EL ESTUDIO-TRABAJO.
A MODO DE INTRODUCCIÓN ¿Hay alguien a quien no le interese ser feliz o realizarse plenamente como persona humana? ¿A quién no le gustaría tener la fórmula que le permitiese satisfacer todas sus necesidades y aspiraciones? ¿Es posible conseguirlo con nuestras propias fuerzas o nos lo tendrán que dar o regalar? Cuando la Biblia habla de “felicidad” suele utilizar la palabra “salvación”. Decir “Dios nos salva” equivale a afirmar que Dios no ha pensado otra cosa que hacernos felices. “Salvación” es dicha, gozo, bienestar…, vivir a tope, sentirse bien, realizarse… Sin embargo, una necesidad común a todos los hombres, universal, no tiene una respuesta única. La libertad personal hace que cada persona busque y encuentre la felicidad en cosas, actitudes y comportamientos diferentes. La felicidad es una opción personal y, por tanto, la fórmula que cada uno de nosotros elige para ser feliz puede no ser la mejor. Por todo esto, creemos que merece la pena plantearse este tema: porque en él nos jugamos el “vivir en condiciones – en mayúsculas” o “vivir arrastrándonos – sobrevivir”. El asunto de la felicidad es un eje transversal en la Biblia que recorre todos sus libros. Por una parte están las personas (Adán) que se mosquean con Dios y no aceptan su fórmula de felicidad; por otra, quienes aceptan la fórmula de Dios (Jesús). ¡Tenemos que elegir!… Debemos situarnos y optar (valientemente), más aún si formamos parte de un grupo cristiano. Nuestro tema de formación se compone de cuatro partes: 1. LA REALIDAD DE LA QUE PARTIMOS. ¿Qué entendemos personal, grupal y socialmente por felicidad? ¿Cuál es la fórmula que se ofrece hoy al personal? 2. SER FELICES SEGÚN DIOS. La fórmula que Dios da y el testimonio de algunos que la han seguido. 3. APRENDER A SER HUMANAMENTE FELICES. ¿Por dónde tirar, si por la fórmula social o por la divina? 4. ELEGIR Y TRABAJAR LA PROPIA FÓRMULA DE LA FELICIDAD. La opción propia posible aquí y ahora.
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LA REALIDAD DE LA QUE PARTIMOS (1) La felicidad/salvación es la aspiración suprema de todo ser humano. Cada cultura, época, religión o filosofía tratan de dar respuesta a esta necesidad… Dicen cómo hay que actuar para conseguir ser felices. Cada persona vive en determinadas claves, de determinada manera, para lograr ser feliz. ¿Cuál es la fórmula de felicidad que ofrece el ambiente en el que vives? ¿Cuál es la fórmula real que tú aplicas a tu vida para conseguirlo? Pistas que pueden ayudar en la reflexión… TU TAREA / NUESTRA TAREA Ideas que nos resultaron interesantes, discutibles, hermosas… Pensemos en los mensajes de las canciones que escuchamos, en programas de televisión, en películas o libros, en lo que comentan los amigos o lo que se dice en casa… ¿Cuándo te sientes realmente feliz? Piensa en algún momento concreto. ¿Eres feliz con las personas? ¿Más feliz sin personas? Ser cristiano, ¿es para ti motivo de felicidad? ¿Eres feliz en tus estudios/trabajo? ¿Qué suprimirías o añadirías para serlo plenamente? ¿Podrías resumir en pocas palabras la fórmula que tú crees perfecta para vivir feliz? ¿Te arriesgarías a decir cuál es la fórmula para ser feliz de tus compañeros de grupo?
ORACIÓN
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SESIÓN 3
El cristiano busca la felicidad SER FELICES SEGÚN DIOS (2) El mensaje cristiano es un mensaje de felicidad plena, de salvación. La propuesta es no sólo conocer el mensaje, sino experimentarlo. Así alcanzamos la salvación/felicidad. Para el cristianismo, la felicidad no es sólo una aspiración humana, también es un regalo de Dios. Entiende también que para alcanzar la felicidad hay que combatir la antifelicidad, el pecado. La felicidad no es algo que se dará “al final de los tiempos”… Está dándose aquí y ahora. La fórmula de la felicidad nos la da Dios a los hombres por medio de Jesús. En Jesús de Nazaret la vida humana llega a su plenitud, a su totalidad, al culmen de todas sus aspiraciones. Para Dios, el ser humano no es un individuo aislado. La fórmula de la felicidad, por tanto, no la da para cada individuo, sino para la comunidad. El cristiano no puede plantearse ser feliz y salvarse él solo. El camino de la felicidad se recorre en comunidad y haciendo felices a los demás. La experiencia nos dice que por más que aspiremos a ser felices, no siempre lo conseguimos… La frustración y el fracaso aparecen con más frecuencia de la que quisiéramos. Experimentamos el mal moral, el egoísmo, el odio… Esta realidad que nos frena en nuestro vuelo hacia la plenitud / felicidad / salvación se llama pecado: egoísmo, opresión, ignorancia, privación de libertad, injusticia, alienación… Por eso, para el cristiano, la fórmula de la felicidad implica también liberarse del pecado y de la muerte. La misión de Jesús ha consistido no tanto en anunciar que “hay vida después de la muerte”, cuanto en hacer posible que el ser humano “tenga vida antes de la muerte”. La felicidad que Dios ofrece no es para “el más allá”, sino que comienza “aquí y ahora”. Hablamos de “historia de la salvación” y de “salvación en la historia”, no más allá o fuera de la historia. Fórmula para alcanzar la felicidad que Dios ofrece en Jesús: COMPROMETERSE EN LA SUPERACIÓN DE TODA FORMAL DE MAL PRACTICANDO UN ESTILO DE VIDA INSPIRADO EN LAS BIENAVENTURANZAS, practicando valores que reclaman opciones radicales de generosidad para luchar por la paz, la justicia, la solidaridad… Éste es el “Hombre nuevo” del que habló San Pablo. En el sermón del monte, Jesús propone la fórmula de la felicidad que Dios quiere para cada uno de nosotros, el ideal de vida para los cristianos: 1. Dichosos los que eligen ser pobres. Quienes no quieren retener nada, no ponen su esperanza en el dinero, no sueñan con el ser ricos…, porque la riqueza suele ser cómplice de la injusticia. La obsesión de tener abre la puerta a los tres falsos dioses: dinero, prestigio y poder. Frente a estos falsos dioses Jesús propone: el compartir, la igualdad y el servicio.
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Las riquezas dan una falsa seguridad. Para los cristianos, Dios es nuestra única y verdadera seguridad. Ser pobre es no tener mucho, llevar una vida modesta y ser generoso, desprendido, espléndido, estar en disposición de dar y de darse. 2. Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir consuelo. 3. Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra. 4. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos serán saciados. Estas tres situaciones negativas se verán superadas si se vive la primera bienaventuranza, porque los valores serán diferentes, valores que humanizan, y se podrá vivir en una sociedad diferente donde todos veamos cumplidas nuestras esperanzas. 5. Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda. 6. Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios. 7. Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos. Éstas son las acciones positivas de quienes trabajan por la felicidad de los otros, de los que se parecen a Dios, de los hijos de Dios. 8. Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey. Esta bienaventuranza está redactada en presente, como la primera. La justicia es la justa relación con alguien. Para ser feliz importa ser fiel al compromiso hecho en la primera bienaventuranza. EL HOMBRE NUEVO. Cuando vivimos personal y comunitariamente el mensaje de Jesús, se puede hablar de un nuevo tipo de persona y de una sociedad nueva. He aquí algunas citas de la Biblia que pueden ayudarte a concretar comportamientos para asumirlos personalmente y en grupo: Bienaventuranzas: Mateo 5, 1-12. El hombre nuevo: Efesios 4, 17-5, 20 / Colosenses 3, 1-4, 7. Hijos de la luz: Romanos 14, 12-14. Vivir según el Espíritu: Gálatas 5, 16-6,10. Soldados de Cristo: Gálatas 6, 10-20. Ejercer la caridad: 1 Tesalonicenses 4, 1-12. La verdadera religión: Santiago 1, 19-27. Vigilancia: 1 Tesalonicenses 5, 1-22. TU TAREA / NUESTRA TAREA Cada miembro del grupo debe aportar 3 ideas fundamentales (las que cada cual considere) del plan para ser felices que presenta Jesús en el Evangelio (Bienaventuranzas) y los apóstoles (Cartas citadas).
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El cristiano busca la felicidad APRENDER A SER HUMANAMENTE FELICES (3) APORTACIONES de las CIENCIAS. Para ser felices, simplemente desde un punto de vista humano, desde la psicología y desde la sabiduría que da la experiencia diaria, hay una serie de puntos que pueden iluminar para hacer una fórmula personal que nos haga felices. TU TAREA / NUESTRA TAREA Aquí tienes tres textos para leer, subrayar y reflexionar. Erich Fromm: Disposiciones para ser feliz. “Éstas son las disposiciones que procuran la felicidad, aun dentro de la precariedad de la vida humana: 1.- Amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones, sabiendo que lo sagrado no son las cosas ni el poder, sino la vida misma y todo lo que contribuye a su desarrollo. 2.- Estar plenamente presente donde uno se encuentra. 3.- Sentir la alegría que causa dar y compartir, en vez de acumular y explotar. 4.- Vivir sin adorar ídolos y sin engaños, porque se ha alcanzado una situación en que no se requieren engaños. 5.- Hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir. 6.- Desarrollar la imaginación, no para escapar de las circunstancias intolerables, sino para anticipar las posibilidades reales, como medio para suprimir las circunstancias intolerables. 7.- Renunciar a todas las formas de TENER para poder SER más plenamente. 8.- Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin que importe el avance que el destino nos permita realizar, porque vivir tan plenamente como se puede resulta tan satisfactorio que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no”. José Luis Martín Descalzo: Felicidad. Aprender a ser felices. “Me parece que la primera cosa que tendríamos que enseñar a todo hombre que llega a la adolescencia es que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. Que no es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa. Habría también que enseñarles que la felicidad nunca es completa en este mundo, pero que, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera. Sería también necesario decirles que no hay “recetas” para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una sola sino muchas felicidades, y que cada hombre debe construir la suya, que puede ser muy diferente
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de la de sus vecinos. Y porque, en segundo lugar, una de las claves para ser felices está en descubrir qué clase de felicidad es la mía propia. Añadir después que, aunque no haya recetas infalibles, sí hay una serie de caminos por los que, con certeza, se puede andar hacia ella. A mí se me ocurren, así de repente, unos cuantos: 1.- Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma. Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos. No tener que esperar a encontrarnos con un ciego para enterarnos de los hermosos e importantes que son nuestros ojos. No necesitar conocer a un sordo para descubrir la maravilla de oír. Sacar jugo al gozo de que nuestras manos se muevan sin que sea preciso para este descubrimiento ver las manos muertas de un paralítico. 2.- Asumir después, serenamente, las partes negativas o deficitarias de nuestra existencia. No encerrarnos masoquistamente en nuestros dolores. No magnificar las pequeñas cosas que nos faltan. No sufrir por temores o sueños de posibles desgracias que probablemente nunca nos llegarán. 3.- Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasarnos la vida desconfiando de los demás. Tratar de comprenderles y de aceptarles tal y como son, distintos de nosotros, pero buscar también en todos más lo que nos une que lo que nos separa, más aquello en lo que coincidimos que en lo que discrepamos. Ceder siempre que no se trate de valores esenciales. No confundir los valores esenciales con nuestro egoísmo. 4.- Tener un gran ideal, algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías. Caminar hacia él incesantemente, aunque sea con algunos retrocesos. Aceptar la lenta maduración de todas las cosas, comenzando por nuestra propia alma. Aspirar siempre a más, pero no a demasiado más. Cada día, dar un paso. No confiar en los golpes de fortuna. 5.- Creer descaradamente en el bien. Tener confianza en que, a la larga, y a veces muy a la larga, terminará siempre por imponerse. No angustiarse si otros avanzan aparentemente más deprisa por caminos torcidos. Creer en la también lenta eficacia del amor. Saber esperar. 6.- En el amor, preocuparse más por amar que por ser amados. Tener el alma siempre joven y, por tanto, siempre abierta a nuevas experiencias. Estar siempre dispuestos a revisar nuestras propias ideas, pero no cambiar fácilmente de ellas. Decidir no morirse mientras estemos vivos. 7.- Elegir, si se puede, un trabajo que nos guste. Y si esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos, encontrando en él sus aspectos positivos. 8.- Revisar constantemente nuestra escala de valores. Cuidar que el dinero no se apodere de nuestro corazón, pues es un ídolo difícil de arrancar de él cuando nos ha hecho sus esclavos. Descubrir que la amistad, la belleza de la naturaleza, los placeres artísticos y muchos otros valores son infinitamente más rentables que lo crematístico. 9.- Descubrir que Dios es alegre, que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser verdadera, porque Dios o es el Dios de la vida o es un ídolo. 10.- Procurar sonreír con ganas o sin ellas. Estar seguros de que el hombre es capaz de superar muchos dolores, mucho más de lo que el mismo hombre sospecha. La lista podría ser más larga. Pero creo que, tal vez, esas pocas lecciones podrían servir para iniciar el estudio de la asignatura más importante de nuestra carrera de hombres: la construcción de la felicidad”. Para ser feliz (anónimo). “Pasa tranquilamente entre el ruido y la prisa, y acuérdate de cuánta paz puede haber en el silencio. Di la verdad con calma y claridad, y escucha a los demás: también los pesados y los ignorantes tienen algo que contar. Alégrate tanto por tus resultados como por tus proyectos. Sé prudente en tus asuntos, porque el mundo está lleno de engaños. Pero que esto no ciegue tu capacidad de distinguir la virtud: muchas personas luchan por grandes ideales y, por tanto, la vida está llena de heroísmo. Sé tú mismo. Sobre todo, no finjas en los afectos y tampoco seas cínico respecto al amor; porque, a pesar de todas las arideces y desilusiones, es perenne como la hierba.
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Está en paz con Dios, conserva la paz de tu alma también en la confusión rumorosa de la vida”.
TU TAREA / NUESTRA TAREA Compartimos nuestra reflexión con los miembros del grupo. ¿Podemos llegar a un consenso como grupo en valores fundamentales que sostengan nuestra fórmula para ser felices?
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El cristiano busca la felicidad ELEGIR Y TRABAJAR LA PROPIA FÓRMULA DE LA FELICIDAD (4) Hasta ahora, has leído, reflexionado y dialogado sobre la felicidad desde diversos ángulos: La realidad vital de lo que es la felicidad actualmente para ti, para tu grupo y para la sociedad. La propuesta cristiana presentada con el texto de las Bienaventuranzas y otros de San Pablo. “Aprender a ser humanamente felices”, síntesis accesible de cómo ser felices desde unos valores profundamente humanos y cristianos. Es el momento de concluir este tema y optar por compromisos concretos que nos lleven a “practicar” una fórmula de felicidad inspirada en los valores cristianos. La fórmula personal o de grupo puede ser más o menos radical según la vivencia de fe que se tenga. Hazte la tuya, personal y de grupo, con los valores que asumes y vas a ejercitar en base a tus necesidades actuales. TU TAREA / NUESTRA TAREA ¿Qué valores, actitudes y comportamientos que tenemos no nos dan la felicidad? ¿Podemos cambiarlos por otros inspirados en las Bienaventuranzas? Es importante asumir valores como grupo, pues como grupo cristiana tenemos la “misión de anunciar” en nuestros ambientes que se puede ser feliz de otra manera… Conclusión final… Compromisos a los que llegamos como grupo para anunciar una alternativa al modelo de “fórmula para ser feliz” que la sociedad nos ofrece.
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