El deporte en la prensa valenciana del primer tercio del siglo XX: El comienzo del espectáculo

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012

El deporte en la prensa valenciana del primer tercio del siglo XX: El comienzo del espectáculo Sergio Guillem Diosdado - Universidad Católica de Valencia– [email protected] Resumen: El deporte aparece en las sociedades occidentales como uno de los mayores referentes culturales, de manera que es un elemento identitario legitimador que sirve para extender y racionalizar las instituciones dominantes frente a los actores sociales (Castells, 2009). Por otro lado, gracias a los nuevos medios de comunicación surgidos a principios del siglo XX, no podrá evitar verse transformado en espectáculo. En España a mediados del XIX el deporte apenas existía más allá de los juegos de pelota del País Vasco. Valencia no era una excepción y contaba con el tiro de pichón y con la pelota valenciana. Todo esto cambió a principios del nuevo siglo: se produjo un importante cambio social unido a la profesionalización de los deportistas, la adopción de deportes anglosajones, la elevada presencia del deporte en la vida cotidiana y su democratización, así como el desarrollo de la prensa. Valencia con el nuevo siglo experimenta un claro incremento de sus publicaciones periodísticas, lo que traerá una dura competencia y obligará a los medios a incorporar los nuevos adelantos que ya han impulsado en el resto del mundo. En ese contexto nace la prensa deportiva valenciana, que hasta la década de los años 20 cubre casi únicamente el tiro a pichón, la pelota valenciana y en contadas ocasiones ciclismo, atletismo y boxeo. La mayoría de publicaciones ve la luz tras 1922: Deportes (1922), La Estaca (1922), Levante Deportivo (1922), Stadium (1922), Valencia Deportiva (1922), Penalty (1923), Valencia Artística (1923), La Verdad Deportiva (1924), Deportes (1924), Sport Valenciano (1925), Alirón (1926), La Voz Deportiva (1926), Vida Deportiva (1927) y Los Domingos (1928). En la comunicación, presentamos los resultados del análisis de contenido de estas revistas especializadas y las páginas de los diarios El Mercantil Valenciano y Las Provincias de 1900 a 1933. Las conclusiones reflejan cómo se incorpora el deporte en los medios conforme adquiere relevancia social y al mismo tiempo, caracterizar al deporte valenciano a lo largo del primer cuarto del siglo XX. Palabras clave: Deporte, espectáculo, prensa valenciana, primer tercio s.XX ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 1. Introducción El deporte como fuente alimenticia primaria de medios de comunicación especializados o generalistas de gran tirada o audiencia comenzó su andadura a finales del siglo XIX, cuando empezó lo que denominamos el proceso de deportivización de la sociedad. El fútbol a finales del XIX, el baloncesto a mediados del siglo XX, los deportes de riesgo hoy, todo ello ha ido creando, de forma paralela, una prensa que recoge la información sobre los nuevos deportes que van introduciéndose y calando en la práctica social. Como el periodismo deportivo tuvo, desde el principio, una imagen de “segunda categoría”, dentro de la misma profesión periodística y entre las clases cultivadas, la prensa de información general tardó en interesarse por el deporte y, por tanto, en ofrecer información de este tipo a sus lectores. Sin embargo, la demora no debe juzgarse excesiva. Ya en 1905, en Barcelona, ciudad donde solían aclimatarse en primer lugar los deportes que llegaban de distintos países de Europa, un periódico de información general, El Correo Catalán, comenzó a dedicar una página diaria a la información sobre deportes. A partir del doble hecho esbozado (deporte y medios son parámetros históricos paralelos, y el deporte generó un tipo de información especializada), la presente investigación aborda el surgimiento de la información periodística en la prensa generalista valenciana del primer tercio del siglo XX. Esta investigación la hemos delimitado, tanto en la cronología como en la tipología de las fuentes, al primer tercio del siglo XX y a los periódicos de información general de la ciudad de Valencia. Hoy bien podemos llegar a decir que el deporte se ha convertido en un ocio continuo (diario) que hace partícipes a todos los públicos, bien sea a través de la práctica deportiva bien sea a través del “espectadorismo”, término acuñado por Bells y que caracteriza según él al deporte contemporáneo. La cuestión sería cómo ha llegado a ser así; cómo deporte y medios de comunicación han entrelazado sus trayectorias para configurar un fenómeno sociológico y mediático tan contundente como el que hoy podemos contemplar. El deporte, que originalmente fue un juego, ya no lo es. Como señala Alabarces (1998) con la introducción del profesionalismo (es decir, la conversión del juego en mercancía), se desplaza al deporte del espacio del juego, que se caracteriza por su libertad, gratuidad y falta de utilidad. Se desplaza hacia el ámbito del mercado, donde las reglas son otras y donde la convergencia con otros productos o mercancías –por ejemplo, los medios de comunicación, la llamada prensa de empresa- se sustancia en forma de espectacularización. 2. El deporte y el ocio en el proceso de civilización El deporte tiene su historia. Por más que una tendencia, un tanto lineal, pretenda establecer un continuum desde las Olimpiadas griegas de la Antigüedad hasta nuestros días, lo cierto es que las formas de invertir el ocio, ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 la existencia de éste, los grupos sociales que lo practicaron y las formulaciones del ocio en forma de práctica física reglada o reglamentada, han variado sustantivamente en función de la tipología de las sociedades. Los sociólogos Norbert Elias y Erick Dunning (1992) establecieron en su día una cronología del surgimiento del deporte moderno acorde con una hipótesis general sobre el lugar que el deporte ocupaba en el “proceso de civilización”, es decir, en la progresiva capacidad humana de alejarse del “estado de naturaleza” entendido a la manera hobbesiana, como una guerra de todos contra todos donde homo homini lupus. En esta hipótesis, el deporte, como la urbanidad en su conjunto, forma parte de los refinamientos socialmente adquiridos para proceder a la superación de la violencia física: de la pelea por el comer, por el holgar o por el territorio. En cierto modo, el deporte se habría convertido en una actividad normativizada, en una forma de violencia simbólica, substitutoria de la violencia física y real de antaño. Como en tiempos medievales, entre las clases ociosas –por emplear la expresión de Veblen (2008) sobre el que luego volveremos-, no había más deporte que la violencia física a través del torneo y la gesta, no se puede conceptuar tal como punto de arranque de la modernidad deportiva. Así pues, habrá que esperar a la superación de las formas feudales de sociedad para que el deporte, por más que posea antecedentes anteriores, comience a cobrar formas concordantes con el “proceso de civilización”. De ese modo, la Inglaterra del siglo XVII, la Inglaterra de la revolución contra el Absolutismo en nombre del principio del “inglés nacido libre”, se convertirá en solar de arraigo de formas deportivas que comienzan a parecerse, en sus contornos al menos, a nuestras modernas prácticas. Y así, en el siglo XVII empezaron a cambiar, especialmente en las clases dominantes, las normas sociales de conducta: surgió la necesidad de una mayor reglamentación de las mismas. Esas clases dominantes ya no eran las conformadas por la ruda nobleza feudal. Se trataba ahora de propietarios de tierra, de comerciantes de gran alcance, de hombres que reclamaban para sí el epíteto de ciudadanos, por más que gustasen todavía (inercias y supervivencias del pasado reciente) un título nobiliario para componer su lustre social. Por eso surgió entre ellos el “civismo”, que pronto vino a reflejarse en las prácticas físicas que, de ese modo, comenzaron a convertirse en deporte. Por ejemplo, con la introducción de los guantes en el boxeo, con la separación de los luchadores por pesos, pero ante todo, ese esfuerzo civilizador se observó con la deportivización de los pasatiempos y su internacionalización. Queda fuera de dudas, por tanto, que existe una relación evidente entre el desarrollo de las nuevas estructura económicas, sociales, culturales y de poder surgidas de las primeras sociedades burguesas (la Inglaterra del siglo XVIII es una buena muestra) y la evolución de los pasatiempos que iban adquiriendo las características de los deportes tal y como actualmente se conocen.

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Elias y Dunning (1992: 146) insisten en que la afinidad entre el régimen parlamentario y los juegos deportivos no es históricamente accidental. De hecho, muchas actividades recreativas de la época se convirtieron en deportes: la caza, el boxeo, las carreras, los juegos de pelota, etc. Y todos ellos compartían una nota común: no incurrir en la violencia. Así pues, los pasatiempos pasaron a ser deporte cuando se cerró un ciclo de violencia. De tal manera, el deporte compartió con otras actividades recreativas ese “carácter mimético” (capacidad para despertar emociones vividas en otros ámbitos), pero añadiendo a la lucha entre los seres humanos una nota de control y no violencia. La idea de Elias y Dunning (1992) posee enjundia, porque ataca uno de los lugares comunes que ha generado el deporte en nuestros días, tras algunas catástrofes acaecidas en grandes estadios o recintos de diferente tipo. El tópico es conocido: el deporte genera violencia. Incluso, este tópico ha entrado en diversos parlamentos de países europeos a finales del siglo XX, dispuestos a poner coto a los desmanes que el deporte ensalzaba. Seguramente hacen bien tales instituciones en tomarse en serio los peligros sociales que el deporte actual apareja. Pero obsérvese: para Elias y Dunning, es la práctica deportiva la que nos incardina al “proceso de civilización”, mientras que para los parlamentos actuales es la afición al deporte, su capacidad para generar mitos simbólicos e identidades fuertes en el ámbito social, la que puede pervertir eventualmente la función inhibidora de la violencia social que el deporte comporta. Para Elias y Dunning, cuando las sociedades controlen más y mejor sus emociones y pasiones, los individuos buscarán en sus ratos de ocio esa emoción agradable y esa liberalización. El deporte se convertirá en el reducto al que, con la previamente reconocida aprobación social, se pueda recurrir para disfrutar de esas conductas refinadas, rupturistas para con la guerra social. Siguiendo la línea de los autores citados, MacClancy (1998) asegura que el propósito de introducir el deporte en la sociedad moderna era promover nuevas formas de armonía social y proveer de un nuevo espacio en el que pudieran expresarse (de manera más o menos simbólica y pacífica) las rivalidades que en otros tiempos fueron palpables. Claro que la visión de Elias y Dunning, o de MacClancy, no es la única mirada sociológica que la práctica deportiva ha recibido. Hay al menos otras dos que nos interesan para nuestro trabajo. A finales del siglo XIX Thorstein Veblen publicaba un libro destinado a convertirse en un clásico de la sociología, su Teoría de la clase ociosa (1899). En él se habla de que la clase ociosa moderna siente la necesidad de seguir, como antaño, aferrada a la proeza y al prestigio social que emana de ella. Y que, por tanto, como no practica la guerra de antaño, practica el duelo. El duelo es un recurso más o menos deliberado a la lucha como arreglo final de una diferencia de opinión. Pero en todo caso, supone un paso intermedio en el refinamiento de las costumbres. De la guerra al duelo. Del duelo al deporte. ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Ese carácter depredador, en el lenguaje de Veblen, lo tienen “el boxeo, el toreo, el atletismo, el tiro, la pesca con caña, la navegación deportiva y los juegos de habilidad y destreza”, incluso cuando el elemento de eficacia destructora no es un rasgo sobresaliente. Veblen reserva la definición del deporte como “emulación depredadora” para la clase ociosa de finales del siglo XIX. Pero ocurre que, a finales del siglo XIX, el ocio ha empezado a dejar de ser patrimonio de esa clase de caballeros (casi bostonianos en la obra de Veblen) a la que se refiere el sociólogo norteamericano de raíces noruegas. El ocio se expande al socaire de las transformaciones que experimenta la sociedad y la economía capitalista en los países avanzados. El surgimiento de potentes movimientos obreros y su reivindicación clásica (ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar, ocho horas para instruirse), comienzan a acortar las largas jornadas laborales que hasta entonces eran la norma, del mismo modo que consigue que se regule el trabajo infantil o que se introduzcan las primeras normativas sobre seguridad e higiene en el trabajo o sobre accidentes laborales. El ocio deja de ser el tiempo que el caballero emplea en sus prácticas esnobistas, para convertirse en un tiempo que, aunque no todos tienen por igual, comienza a afectar a un conjunto relativamente amplio de la sociedad. Y con un añadido. A finales del siglo XIX las modernas teorías del management industrial, especialmente la de Taylor sobre la producción en cadena que Henry Ford acabará aplicando en sus fábricas a principios del siglo XX, abogan por aumentar el sueldo de los trabajadores. Pero no como medida filantrópica o bienintencionada (tampoco por lo contrario), sino para producir una conversión. La del trabajador en consumidor. Dicho de otro modo: amplios sectores de la clase trabajadora, al mismo tiempo que conquistan el ocio, poseen capacidad para consumirlo, para que el tiempo de no trabajo se llene de productos y servicios consumibles. Y es así como el deporte se transformará de nuevo. Se hará práctica, socialmente cada vez más extendida y ya no coto vedado de “caballeros”. Y, en segunda instancia, se convertirá en producto venal. El deporte se venderá a través de la entrada. El deporte se aparejará a la taquilla. El deporte se hará espectáculo y abrirá nuevos espacios urbanísticos: los estadios. Desde luego, la conquista del ocio por parte de las clases populares no fue sencilla, ni rápida. Estuvo muy marcada por la duración de la jornada laboral, ya que esta dificultaba, cuando no impedía, acudir a los espectáculos que iba ofreciendo la ciudad y que no eran sólo los deportivos. Ahí está el desarrollo finisecular del cabaret o del music-hall para demostrarlo. Pero recuérdese: la presión obrera obligará a los parlamentos a legislar. Y así, en España sin ir más lejos, cuando en 1904 se apruebe la ley que obliga al descanso dominical, los espectáculos de masas experimentarán un importante avance. El deporte quiere domingos porque quiere públicos. Al menos si ha de convertirse en uno de esos espectáculos que pronto se denominarán de “masas”. De tal modo, los nuevos periódicos tenían dos nortes: aumentar las ventas y aumentar el ingreso publicitario. Lo uno dependía de lo otro. Y para conseguir ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 ambos, se trataba de diversificar la oferta informativa que se hacía llegar al lector destinatario, de añadir a la noticia el servicio y el pasatiempo, de envolverle el nuevo producto en tipografías agradables, acompañadas de la imagen (pronto fotográfica), del titular llamativo. Ya no bastaba con cubrir ese estrecho ámbito de la política de la que disfrutaban la franja de los ciudadanos con derecho a voto en regímenes liberales censitarios. Ahora, cuando la democracia se expandía o, al menos, crecía el sugrafio, cuando las clases medias y las clases trabajadoras se incorporaban al “cuerpo social y político”, resultaba que también sus intereses debían ser satisfechos en forma de información, porque también ellos eran potenciales compradores. La nueva prensa, el nuevo periodismo, no podía soslayar el deporte, en tanto práctica social extensa y se produjo una simbiosis. Los periódicos apadrinaron al deporte y lo dotaron de una significación social que le aportó una difusión masiva que todavía hoy mantiene. Las noticias deportivas hicieron que el periódico se vendiese cada vez mejor; que el diario o la revista se decidiese a promover competiciones deportivas para así informar sobre ellas y ganar prestigio añadido. La simbiosis acabó gestando un sector de prensa especializada sin que la prensa generalista abandonase nunca la información sobre el deporte. Auténtico filón. Al convertirse en una actividad con tanta presencia social, el deporte –algunos deportes, especialmente aquellos que consiguieron más rápidamente la entidad de deportes ‘espectáculo de masas’- comenzó a generar identidades, a superponerse a determinadas ideologías, a legitimar determinados usos. El deporte se convirtió en parte del rito y del mito que configura cualquier construcción identitaria. Y ello por una sencilla razón: la facilidad con la que el deporte suscita y concita sentimientos fuertes de pertenencia o animadversión. Al fin y al cabo, no hay que olvidar que el deporte es el sustituto simbólico de la hazaña depredadora, de la guerra. De ahí que, para sociólogos actuales como Castells (2006), el deporte aparezca en la sociedad moderna como uno de los mayores referentes culturales y sirva como elemento legitimador que ayuda a extender y racionalizar las instituciones. Pues en el proceso de deportivización contemporáneo, tanto en lo que afecta a los juegos de participación como en lo que atañe al deporte espectáculo, está plenamente ligado a la fase monopolista del capitalismo y al proceso de industrialización del siglo XIX y del siglo XX. Las características implícitas en los deportes modernos, el esfuerzo, la competencia, el rendimiento, el triunfo, la violencia reglamentada, la expansión del estado-nación a través de su representación deportiva (recuérdese que las selecciones nacionales de fútbol son un producto de principios del siglo XX) o la proyección simbólica del patriotismo (patriotismo a muchos niveles, desde el ‘individual’ al nacional pasando por el local), sintonizan a la perfección con la ideología y los modelos de crecimiento seguidos por los países desarrollados de Europa y América. Los mitos, los ritos y los símbolos aparejados al deporte merecen así atención creciente. ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 En uno de los escasos trabajos bien documentados sobre ese proceso de deportivización contemporáneo en España, Pujadas y Santacana (1997: 136) señalan, en concreto sobre Cataluña, que el origen de las modernas prácticas deportivas fue doble: “En primer lugar hemos de referirnos a aquellos deportes que surgieron como adaptación a los nuevos tiempos de antiguas formas de pasatiempo. Fundamentalmente eran la esgrima, el tiro, la equitación, la navegación, el pedesterismo y algunas formas de lucha. Eran prácticas antiguas que adoptaron elementos normativos del deporte moderno, sobre todo en lo que atañe a la regulación de su aspecto competitivo. Pero, como es bien sabido, lo más característico de nuestro deporte es su carácter importado. A finales del Ochocientos la penetración del deporte moderno se debió en buena medida a la tarea propagandística desarrollada por ciudadanos extranjeros o por españoles que habían visitado el occidente europeo”. Solamente el proceso de deportivización social, iniciado en el mundo desarrollado a finales del siglo XIX y acelerado en el primer tercio del siglo XX, confirió a la práctica deportiva la complejidad que posee en nuestros días al estar tan pegada a las tramas de sociabilidad, de identidad o de legitimación de todo tipo. 3. La democratización y expansión del deporte: el fútbol Las crónicas afirman que el primer periódico deportivo nació en Holanda en 1605. Es una nota de erudición que no ha de desenfocar la búsqueda cuando se trata de contemplar eso que hemos denominado el proceso de deportivización social. Porque no será hasta 1894, cuando se celebren los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna, en Atenas, que los medios de comunicación europeos se interesarán de manera masiva por el deporte. En realidad, estamos frente a un “acontecimiento retroalimentado”: los Juegos Olímpicos de 1894 son la consecuencia de la conversión del deporte en un “ocio social expansivo”, del mismo modo que el éxito de los mismos contribuirá a expandir todavía más la práctica del deporte y su consideración como espectáculo. Y, por ende, su apego al papel impreso cotidiano. La prensa deportiva aparece además de para informar, para movilizar a la gente y crear aficionados. Y en España hay también una historia de periódicos deportivos que remiten a prácticas de la “clase ociosa” de Veblen, o sea, a esos caballeros burgueses que proliferaban en los asientos de primera clase de las pioneras líneas de ferrocarril. La primera revista deportiva española fue El Cazador de 1856 y el primer diario deportivo Excelsior en 1924. La diferencia es abismal. El primero es una exquisitez burguesa, el segundo un periódico con vocación masiva de extender el gusto del deporte a todos los públicos, es decir, de vender periódicos a cualquier lector-comprador. Del mismo modo, en España, durante la transición del siglo XIX al XX tiene lugar una nueva fase del desarrollo capitalista. Con ritmos más pausados, con acusados desajustes entre el ámbito rural y el urbano, también aquí será el momento en que surja la sociedad de masas. ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Este nuevo orden conllevará una serie de factores de rápida consolidación como son: la aparición del proletariado urbano, el crecimiento demográfico y de la urbe, la industrialización, la tendencia al igualitarismo y el fortalecimiento de la burocracia y de los medios de comunicación. Esa nueva forma de cultura será conocida como “cultura de masas” y se vendrá a distinguir por sus grandes audiencias, por el asentamiento de la prensa masiva y por la influencia del papel de las publicaciones. Será en esos instantes cuando nazca el deporte como noticia en prensa diaria y especializada, justo a la vez que la publicidad se convertía en el “puntal económico” de la empresa informativa, con lo que el apoyo mutuo entre el fútbol como deporte espectáculo y la captación de las masas sería inevitable. Ese sería el punto clave de la filosofía deportivo-mediática. Algunos de los elementos que convertirán a la prensa en un medio de masas, y gracias a ello en el mejor soporte publicitario, serán: el bajo precio de los diarios, el mayor nivel cultural de la población, el también mayor nivel adquisitivo, las medidas políticas como el sufragio universal, y la información menos elitista y más personal. El deporte muy pronto se verá transformado en un instrumento importante de la cultura de masas, con lo que arrastrará a un gran público heterogéneo, claramente característico del sistema económico capitalista. Se convertirá en un espectáculo gracias a la prensa y conseguirá para ella atraer la publicidad necesaria para lograr los recursos económicos necesarios para hacer funcionar esa rueda. En los años 20 se producirá en Valencia el mencionado cambio, vivido ya en Europa con respecto al deporte. El deporte de raigambre ‘popular’ dejará para siempre de ser considerado vulgar y pasará a ser una actividad social reconocida incluso por las propias burguesías locales que, poco a poco, llegarán incluso a practicarlo. Y, a la inversa, los deportes de “caballeros” irán perdiendo esa fisonomía para adquirir también un carácter más abierto. Esto no significa que, de repente se conviertan en prácticas sociales extensas, pero sí que sean socialmente relevantes. Por ejemplo, del mismo modo que ocurrió en la Inglaterra de finales de siglo, en Valencia y en España las carreras de caballos se convirtieron en populares cuando se permitió la práctica de las apuestas. Y lo mismo sucedió con otros muchos deportes tanto de génesis popular como de historia “caballeresca”. En todo caso, la importancia del fenómeno radica en la mayor presencia de público en los eventos deportivos y proliferación de los practicantes y de las entidades deportivas. La muestra más evidente de democratización del deporte era lo que hacían los clubes de fútbol al finalizar la temporada oficial para eludir la reglamentación federativa vigente que prohibía disputar encuentros. Por ello, procedían a anunciar los partidos como en beneficio del público, pero por contra, los asistentes se veían obligados a pagar su entrada igualmente porque asistían al mismo tiempo a presenciar otras actividades deportivas varias como podía ser el atletismo, el ciclismo o el boxeo, todas ellas dentro del mismo estadio de Mestalla, pero que no eran benéficas. Una buena explicación a todo ello la ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 encontramos en el artículo de Alarcón del 22 de julio de 1924 titulado “La política del fútbol”. 4. La profesionalización de los deportistas Durante los años 20 y 30 se produce un profundo cambio en la concepción misma del deporte, especialmente en lo que se refiere a la profesionalización de los deportistas. La profesionalización de los futbolistas comenzó a finales de la década de los 20, siguiendo los pasos de lo que había sido el modelo británico. El momento en absoluto es algo casual, al contrario, pues por esas fechas es cuando la clase social con más recursos económicos y con capacidad para gozar de tiempo libre, es decir, la burguesía, cederá el paso a los miembros de las clases populares para que pudieran ganarse la vida “jugando al fútbol”. Así lo veía por aquel entonces Alejandro de la Sota: “no debe atemorizarnos, sino interesarnos, como no debe atemorizar a nadie todo lo que influya para democratizar humanamente a las masas”. En este debate no sólo estaban en liza motivos deportivos, sino también políticos y sociales, ya que se apreciaba con claridad cómo el deporte podía llegar a instrumentalizarse en beneficio de las clases dirigentes con el objetivo de educar a las masas, y en definitiva, para integrarlos en un nuevo orden incipiente. Como predicaba un capellán inglés “prefiero después de todo ver a mis hermanos sentados ante un partido de foot-ball, que vagueando en pie junto a los mostradores de los bares públicos” (Sota, 1960: 87). En este ambiente en el que el deporte deja de ser un juego para convertirse en un deporte, es decir, en una actividad organizada con una serie de funciones sociales muy relevantes, el periodismo especializado cobra también importancia. De manera que la simbiosis entre periodismo, ideología y deporte comienza a fraguarse en los años que estamos estudiando. Y de la misma forma que es necesario que el futbolista sea un profesional, lo mismo ocurrirá con el periodista. Antonio Alcoba nos recuerda que “los primeros informadores de temas deportivos en los periódicos no fueron periodistas, sino escritores aficionados de un fenómeno incipiente que realizaban comentarios con el estilo propio de época” (Alcoba, 1993:41). Un claro ejemplo lo tenemos en las páginas de El Mercantil Valenciano de 1935. Desde allí, cubre generalmente el atletismo un tal Lacomba. Ese personaje, ni tan siquiera era aficionado, era un deportista, en activo y además de gran talla. Así al menos lo demuestran estas líneas que con motivo de los Campeonatos Regionales de Atletismo celebrados en Valencia, le dedica el cotidiano Zafrilla: “La sorpresa máxima la deparó el más completo de nuestros atletas, mi camarada Pepe Lacomba, que en el triple salto batió el récord de España que tenía él mismo anteriormente en 13,94 metros” (El Mercantil Valenciano, 4 de julio de 1935). Fueron dos diarios católicos, El Debate de Madrid y La Gaceta del Norte quienes abrieron en sus páginas la primera sección deportiva de la prensa ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 diaria española y quienes publicaron los reglamentos y otras obras pedagógicas sobre el deporte del fútbol. Por lo que respecta a la prensa valenciana podemos observar cómo, el 5 de enero de 1922, Las Provincias saca un artículo en el que anunciando un partido de fútbol comenta: “Indiscutiblemente, el deporte del foot-ball ha arraigado en nuestra capital, y la creciente afición ve con gusto la frecuencia con que nos visitan equipos de otras regiones”. Gracias a ello podemos deducir que la movilidad geográfica aún no estaba generalizada entre los clubes nacionales, consecuencia evidente de que la eclosión del deporte del balón estaba muy cercana, pero aún no se había producido. Años más tarde comprobaremos que en cuanto este fenómeno tenga lugar la cobertura mediática experimentará paralelamente un cambio brutal, ampliando el número de páginas, la periodicidad de las noticias, el número de redactores e incluso enviados especiales. Por ejemplo, en 1928 El Mercantil Valenciano cubrirá ya la 2ª y 3ª División Nacional de Liga, recogiendo crónicas desde Huelva, Madrid, etc. No podemos dejar de lado otros deportes que en esa época tenían la misma, si no más, relevancia mediática y social que el fútbol, al menos en nuestra ciudad, como es el caso del tiro de pichón, del juego de pelota y del boxeo. Algunos de ellos con reporteros ilustres que ejercerán un seguimiento fiel de su modalidad durante toda la época. Por lo que respecta a El Mercantil Valenciano las firmas son las siguientes: Rebote con el juego de pelota valenciana, Diamond con el tiro de pichón y Alarcón con el fútbol. Si pasamos a Las Provincias un nombre cubre la mayoría de los eventos y destaca por encima del resto: Sincerator. Recuperando el tema del profesionalismo de los atletas, cabe señalar cómo el boxeo nacional contaba con grandes campeones dentro del panorama internacional como eran Paulino Uzcundún e Hilario Martínez, y cómo Valencia también seguía las exitosas carreras de sus campeones Santiago Alós, Ricardo Alís y Martínez de Alfara entre otros. Así, era habitual leer crónicas y reportajes de las muchas veladas celebradas en el American Cirque, en Mestalla o en el Teatro Apolo, incluso que el Boxing Club Valencia organizara durante bastantes años el “Cinturón Valencia”, que contaba con un gran seguimiento popular y tenía lugar en la plaza de toros. Por otro lado, los protagonistas del deporte en auge, los futbolistas, comenzarán a ser objeto de un seguimiento especial dentro de la prensa diaria, ya que ocuparán casi por completo algunas pequeñas secciones que surgirán dentro de las páginas deportivas y que versarán sobre rumorología, fichajes y comentarios varios. En Las Provincias nace en 1925 la sección “Noticias y Comentarios” que un año más tarde pasará a llamarse “Traspasos, ficherías y armas al hombro”, en 1931 “Sabemos de buena tinta...”, y por último, en 1932 “Tríptico informativo” que se dividía en Sabemos..., Nos dicen..., y Leemos...

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Como no podía ser de otra forma esa política informativa la comparten los dos periódicos de mayor tirada de la capital valenciana, así El Mercantil Valenciano saca en 1924 un apartado titulado “Ecos”, que será substituido en 1930 por “Ficherías” y un año después por “Se dice...”. Además, esos bisoños profesionales del balón comenzarán también por esas fechas a convertirse en lo que actualmente todos ya son, es decir, en auténticos ídolos de masas. Y como no podía ser de otro modo, serán los medios los responsables de semejante transformación con otras secciones como “Galería de figuras deportivas” en la que en 1928 en las páginas de Las Provincias se presentaba con una caricatura el personaje a retratar, o su competidor en El Mercantil Valenciano que desde 1930 sacaba una foto tipo carné del personaje en cuestión y le sometía a una serie de preguntas, todo bajo el título de “Interview al vuelo”. 5. La profesionalización del periodista deportivo Como hemos podido comprobar, a principios del siglo XX y mucho más un par de décadas más tarde, Valencia tenía ya claramente asentados sus cimientos periodísticos. Si bien, el incremento notable de publicaciones de todo tipo desembocará en una dura competencia que obligará a los principales diarios a incorporar los recientes adelantos tecnológicos. Consecuentemente, se generalizó el uso del teléfono en las redacciones como puede apreciarse en la sección “Telegramas y Telefonemas” de Las Provincias y se incorporó la imagen fotográfica a la noticia. El ejemplo más relevante, además de las fotografías que se adjuntaban siempre en los especiales deportivos que salían los martes y que trataban casi siempre de fútbol, son las fotos que salían en portada. Entre ellas sobre los Juegos Atléticos y la Séptima Fiesta Gimnástica del 23 y 25 de Julio de 1926 o aquellas a toda página, también en portada, retratando un acontecimiento lúdico-deportivo. Este proceder se convirtió en algo característico de este periódico y con ello lograba un interesante reclamo para el lector. Algunos ejemplos los encontramos en el Concurso de Regatas en el estanque del Retiro el 7 de Marzo de 1931, o en las Danzas al Aire Libre del 26 de ese mismo mes y año. El deporte, caracterizado por su amplia popularidad y especial atractivo entre las capas media y la clase trabajadora se transforma, junto con los temas políticos y taurinos, en el centro neurálgico de la cultura de masas. Una muestra de lo dicho la encontramos en el artículo que salía en portada el 25 de marzo de 1922 y que José Escofet titulaba “Los toros y el foot-ball”. En esas líneas el autor hablaba de la convivencia de ambos y de la posible extinción de la fiesta nacional debido al nuevo auge deportivo. Meses después volverá a escribir otro artículo sobre el mismo tema, será el 24 de abril de 1923. Hasta la década de los 20 serán el tiro de pichón y el juego de pelota los que ostenten la primacía en la todavía irrelevante, discontinua y escueta información deportiva valenciana. Las noticias son meras crónicas que apenas tienen interés alguno para el lector, pueden pasar varios días sin que se recoja ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 noticia alguna sobre acontecimientos atléticos, y por último, cuando se cubre algún evento apenas goza de más de unas líneas, es un breve. El 23 de abril de 1920 en la sección “Notas de Sociedad” el Duque de Él escribe un artículo sobre el tiro de pichón que puede explicar el por qué esta modalidad deportiva goza de la primacía absoluta en esa época. No obstante, durante el transcurso de esa década serán los deportes como el boxeo, el ciclismo, el automovilismo, el atletismo y por encima de todos, el fútbol, los que desbancarán a los citados y llegarán hasta un nuevo público interesado en comprar y leer una prensa diferente. El deporte, como veremos más tarde, configura una noticia que vende, tanto es así que los propios rotativos siguiendo la fórmula de Pulitzer y Hearst I make news organizarán eventos deportivos. Los nuevos deportes de masas aparecidos a finales del siglo XIX se van haciendo cada vez más populares entre las audiencias, la entrada de dinero facilitada por la publicidad y la competencia lógica por el incremento del número de publicaciones dio como resultado una serie de cambios, entre ellos el nacimiento de una prensa deportiva más activa, de calle. Los reporteros se desplazaban para cubrir las competiciones, donde nacía un nuevo lenguaje periodístico influenciado por el fútbol y en el que la crónica adoptaba un estilo renovado. Para ejemplificar la movilidad de los periodistas hasta los puntos noticiosos podemos hablar del titular del 16 de julio de 1924, “Las Provincias en la VII Olimpiada”, en la que se cubre el evento con un enviado especial, José Blanco, que durante muchos días tendrá cabida tanto en páginas interiores como en portada. Por su lado, El Mercantil Valenciano tenía la costumbre de darle una gran cobertura a la Vuelta a Francia y para ello desplazaba a Manager Pottier año tras año, recompensando su trabajo colocando sus reportajes como encabezamiento de la sección, acaparando todas las fotografías y robándole totalmente el protagonismo al fútbol. Ahora, como muestra de cómo evolucionó el estilo de los profesionales de la información, proponemos un ejemplo de otro deporte completamente alejado del rey “fútbol”: el tenis. Hablamos de una amena crónica firmada en Las Provincias por El Falso Cochet en su columna ”Drives y boleas” el 17 de septiembre de 1933 y donde dice: “Ayer por fin hubo un valiente que salió a jugar con las extremidades inferiores a la intemperie. Fue en Algirós. Pepe Albiol, campeón regional, estaba obligado a imitar a Austin en lo del “pantalóncortísimo. Salió luciendo un pantalón de 6 cilindros, tipo turismo, y un jersey color ictericia subido, que fue el golpe de la tarde”. Este estilo divertido se hará un hueco, incluso desde estas líneas abrirá la posibilidad de que los jugadores de la ciudad se lancen retos, que posteriormente aparecerán también en estas páginas. Si este trabajo requiriese de amplio aparato casuístico y demostrativo, tendríamos que remitir (o invitar al lector) a la lectura de cualquiera de los artículos escritos sobre hockey por Stick, pues se encuentran allí muestras acabadas de un estilo breve, directo y ameno, muy similar al visto ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 anteriormente y que demuestran que no se trata de una excepción. Más bien se podría concluir que la nueva sintaxis discursiva que acompaña a la aclimatación del periodismo de empresa, que encuentra en el deporte, en las noticias sobre deporte, un lugar ideal en el que desarrollarse. Estas noticias no tienen el peso de la tradición redaccional. No se trata de modificar estilos vigentes y recurrentes, sino de inventarlos. La crónica, el reportaje, la interview, y todos los demás géneros característicos de la nueva cultura redaccional se adaptan a la perfección a acontecimiento deportivo. De nuevo hay aquí dialéctica: el deporte empuja la nueva sintaxis discursiva y ésta configura las rasgos sociales del deporte. Entre 1895 y 1928 surgirán en Valencia 24 nuevas publicaciones deportivas. Casi todas se concentran en los años 20, sin duda los de mayor expansión. Por citar algunos títulos relevantes: Deportes (1922), La Estaca (1922), Levante Deportivo (1922), Stadium (1922), Valencia Deportiva (1922), Penalty (1923), Valencia Artística (1923), La Verdad Deportiva (1924), Deportes (1924), Sport Valenciano (1925), Alirón (1926), La Voz Deportiva (1926), Vida Deportiva (1927) y Los Domingos (1928). Los primeros periodistas valencianos tuvieron que luchar no sólo para poder realizar dignamente su labor informativa, sino también para dejar clara su “profesionalidad” frente a los reporteros de los rotativos políticos. Viendo que todo los enfrenta (contenidos, formatos, estilos) porque comienzan a poner en tela de juicio las viejas técnicas periodísticas, decidirán pronto que era necesario unir esfuerzos y crear una Asociación de Periodistas Deportivos, que tuvo un primer intento fallido en 1923 y uno exitoso y definitivo el 9 de marzo de 1926. 6. El relevo del deporte tradicional Durante las primeras décadas del siglo se produce un fenómeno curioso que consiste en un claro desplazamiento del deporte tradicional, especialmente en las zonas urbanas, que suele ser individual, por otro mucho más colectivo y representativo de las clases sociales emergentes: el fútbol. Al parecer este hecho que hemos podido observar en la prensa valenciana, y que ahora ejemplificaremos, tiene un mimetismo en otras regiones españolas como es el País Vasco. Ya hemos comentado anteriormente que hasta la 2ª década del XX la noticia deportiva carece de relevancia y periodicidad dentro de la prensa valenciana. No obstante, encontramos una única modalidad deportiva que merece ser destacada, tanto en Las Provincias como en El Mercantil Valenciano, porque parece tener un peso informativo claramente asumido que la hace completamente diferente a los restantes deportes, es el tiro de pichón. En el rotativo Las Provincias resulta excepcional, incluso ya en 1920, leer noticias deportivas que no sean relativas al tiro de pichón, y mucho más todavía que esas tengan una extensión mayor a las 3-4 líneas. Y en El Mercantil Valenciano sucede lo mismo, a pesar de que aquí habrá un periodista ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 que firmando como Diamond cubre y cubrirá durante toda la década y hasta la Guerra Civil, todo lo concerniente a este deporte. De todos modos, se trata casi siempre de crónicas de tiradas, de entrenamientos o de competiciones, pero su protagonismo es indiscutible dentro de los medios de la época. Para comprobarlo y encontrar quizás las razones podemos remitirnos al artículo de El Duque de Él con fecha de 23 de abril de 1920. Otro dato que secunda lo que decimos es observar que en El Mercantil Valenciano las noticias firmadas por Diamond no van dentro de la sección “Los Deportes”, sino bajo un titulito propio “Tiro de Pichón”, y en Las Provincias artículos como el que escribe El Duque de Él el 30 de marzo de 1922 sobre este mismo deporte salen en las “Notas de Sociedad” y no en la sección que le correspondería, “Vida Deportiva”. Otro dato es que todavía en El Mercantil Valenciano de 1922 el tratamiento tipográfico de los titulares de las secciones “Los Deportes” y “Tiro de Pichón” sean dispares, siendo este último siempre más grande y legible, además de poder salir en cualquiera de las páginas del medio. Sin embargo, será en 19221923 cuando en ambos rotativos valencianos podrá apreciarse sin duda alguna que el tiro de pichón pierde su hegemonía y que surgen con “violencia” el juego de pelota y sobre todo, el que será desde ese instante imparable, fútbol. Precisamente el 23 de diciembre de 1922 Sebastián Gomila escribe un interesante artículo sobre este deporte, que por vez primera en el medio sale escrito como “fútbol”, olvidando por fin la forma anglosajona tan generalizada en aquellos años. El juego de pelota logrará entrar en ese triángulo dominante que formaban él mismo, el tiro de pichón y el fútbol. Todas sus noticias provenían del famoso Trinquete de Pelayo y los dos rotativos valencianos lo cubrían con una gran asiduidad. No obstante, no podemos olvidar al periodista que desde El Mercantil Valenciano y bajo el pseudónimo de Rebote cuidará de este deporte durante largos años. Por su parte, el fútbol ya en 1923 goza de una incontestable supremacía. En el especial deportivo de El Mercantil Valenciano que salía todos los martes, el fútbol copaba casi la totalidad de las que primero fueron caricaturas y de poco después serían fotografías. Haciendo excepcional un día como el 26 de junio de 1923 porque la 2ª Copa Porta-Coeli de Automovilismo acaparaba tres fotos en vivo del evento. Las noticias acerca del fútbol son casi siempre crónicas, especialmente los martes porque se cubrían los distintos encuentros e incluso se tenía que extender a los miércoles al no disponer de espacio suficiente para la sección. Sin embargo, no quisiéramos desaprovechar la oportunidad de comentar algo que nos sorprendió cuando analizábamos la prensa de la época y a lo que no encontramos causa o motivación alguna, y es el hecho generalizado e innumerablemente repetido que los fines de semana apenas fueran deportivos, siendo no pocos los que en absoluto traían información alguna de deportes. Dando la sensación de que se reservara todo para los martes y lo que no cupiera entonces para los días posteriores. ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 Y recuperando la idea básica de este epígrafe y con la que abríamos estas líneas, recalcar como las sociedades modernas habían dotado a los deportes, en especial a los de equipo, de una doble dimensión que los hace presuntamente capaces de satisfacer determinadas necesidades sociales tanto de índole individual como colectiva. Por ese motivo la mayoría de los deportes son de equipo y no son individuales (fútbol, baloncesto, béisbol, rugby, fútbol americano, etc.) e indiscutiblemente son estos los más populares hoy en día. Pero lo importante aquí no es eso, sino el poder demostrar que fue en estos años 20-30 del pasado siglo cuando tuvo lugar ese fenómeno. De esa manera, lo que hemos visto que sucedió con el tiro de pichón y con el juego de pelota en nuestra ciudad, tuvo según Díaz Noci una similitud casi exacta en el deporte vasco con la pelota vasca y el deporte rural, que no desaparecieron, pero que se vieron desplazados por los deportes modernos desde los años 20 especialmente en las zonas urbanas (2000). La razón que Díaz Noci esgrime, y que nosotros valoramos como coherente también en Valencia, es que el fútbol era un medio para democratizar a las masas y que la práctica deportiva distinguía a las diferentes clases sociales. Así, los sectores nacionalistas y conservadores preferían apoyar los deportes autóctonos, individuales y tradicionales como podía ser la pelota o el tiro, mientras que las clases trabajadoras emergentes accedían con mayor sencillez al deporte de moda, el fútbol. Las actitudes mostradas durante las décadas previas a la Guerra Civil Española configurarán en gran medida lo que será, no solamente el deporte valenciano o español, sino también el periodismo deportivo. 7. Referencias bibliográficas Alcoba, A. (1980): Deporte y comunicación. Madrid: Dirección General de Deportes de la Comunidad Autónoma de Madrid. Altabella, J. (1987): “Historia de la prensa deportiva madrileña”, en Orígenes del deporte madrileño. Madrid: Dirección General de Deportes de la Comunidad Autónoma de Madrid. Blasco, R. (1983): La premsa del País Valencià 1790-1983, Valencia, Arts Gràfiques Soler. Bordería, E. (1990): “La prensa valenciana durante el franquismo”, en L’Esport i Temps Lliure, núm. 49 (Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia), p. 29-38. Castells, M. (2009): Comunicación y poder. Madrid, Alianza. Díaz, J. (2000) : “Los nacionalistas van al fútbol. Deporte, ideología y periodismo en los años 20 y 30”, en Zer. Elías, N./Dunning G, E. (1992): Deporte y ocio en el proceso de civilización, México, Fondo de Cultura Económica. Elías, N. (1979): El Proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas, ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012

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