EL DESAROLLO DEL CONOCIMIENTO CONSTRUCTIVO MILITAR. DESDE VITRUVIO HASTA EL SIGLO XVII

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EL DESAROLLO DEL CONOCIMIENTO CONSTRUCTIVO MILITAR. DESDE VITRUVIO HASTA EL SIGLO XVII

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

TESIS DOCTORAL

EL DESAROLLO DEL CONOCIMIENTO CONSTRUCTIVO MILITAR. DESDE VITRUVIO HASTA EL SIGLO XVII

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

AUTOR ALESSANDRO MRAKIC

DIRECTOR DR. MANUEL JESÚS RAMÍREZ BLANCO

Julio de 2013 Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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...Entre dos nuncas. El recién llegado contempla el cielo encajonado entre dos muros, entre dos sombras, entre dos silencios, entre dos nadas. José Hierro Cuaderno en Nueva York, 1998

A Xiomara, Niccolò, Eva y Lucio, por ser mi fortaleza

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ÍNDICE Antecedentes y observaciones previas

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Objetivos y metodología de la investigación

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Introducción

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Estudio y Análisis de textos históricos Tratados de Fortificación: Contenidos Temas relativos a la Construcción en los Tratados de Fortificación Clasificación de los Tratados para la exposición de sus contenidos

1. El Periodo Clásico y el Medievo

Pág. 35

1.1. Vitruvio y la Arquitectura Militar 1.2. El Tratado de Vegecio 1.3. La Fortificación Medieval 1.3.1. Artes Liberales y Mecánicas 1.3.2. Manuscritos Medievales y Pre-renacentistas 1.3.3. Leonardo da Vinci como Arquitecto Militar 1.3.4. Los primeros tratados impresos 1.3.5. Durero o el último Tratado de Fortificación Antigua 1.4. Alberti. La Fortificación como Sistema Defensivo 2. La Fortificación “moderna” del siglo XVI

Pág. 72

2.1. Los Primeros Tratados de la Escuela Italiana: 1554-1678 2.1.1. El manuscrito de Francesco di Giorgio Martini 2.1.2. Los tratados impresos de Zanchi y Lanteri 2.1.3. Las propuestas de G. Cataneo y G. Maggi 2.1.4. Tratados completos de Busca y Marchi 2.1.5. Procesos constructivos en los tratados italianos

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2.2. Tratados Españoles del Siglo XVI 2.2.1. El conocimiento constructivo de Cristóbal de Rojas 2.2.2. El conocimiento constructivo de G. de Medina Barba

3. La demanda de una autonomía disciplinar a lo largo del s. XVII Pág. 136 3.1. Los tratados de los “especialistas” franceses 3.1.1. Errard-le-duc:Geometría y Construcción 3.1.2. De Ville: La muralla como sistema 3.1.3. Mallet: Suelos y cimientos 3.1.4. Marolois: ¿Tepes o cantería? 3.1.5. Fritach: Las herramientas de la construcción 3.2. El caso español. Entre artilleros y artífices 3.2.1. Los tratados de Cristóbal Lechuga y Juan Santans 3.2.2. El conocimiento «científico» de Vicente Mut y el pragmatismo de Alonso de Cepeda y Francesco Larrando 3.2.3. Las propuestas de Juan Bayarte y Theodoro Barbo 3.3. El Clero y la Arquitectura Militar 3.3.1. George Fournier y Baltasar Siscara 3.3.2. Josep Zaragoza y Vicente Tosca 3.3.3. Las aportaciones de Cassani y Benavente 3.3.4. La obra de Milliet Dechales y Deidier

4. Aplicación de tratados militares: una experiencia concreta Pág. 218 4.1. Las murallas renacentistas de Lucca - Italia 4.1.1. El sistema de la muralla 4.1.2. Geometría y construcción

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Elementos de la Construcción Militar

Pág. 287

Conclusiones

Pág. 320

Bibliografía

Pág. 324

1. Bibliografía general de estudios. Siglos XIX-XX 2. Bibliografía consultada de tratados impresos. Siglos XV-XVIII 3. Bibliografía de manuscritos consultados 4. Índice de tratadistas, según año de publicación y título de libro

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ANTECEDENTES Y OBSERVACIONES PREVIAS

Cuando se estudia minuciosamente el desarrollo del conocimiento arquitectónico, se aprecia un significativo vacío en lo que constituye una de las disciplinas más singulares de la actividad constructiva. Este es el caso de la Arquitectura Militar de la que, en comparación con la ingente cantidad de información que alude a construcciones civiles y religiosas, sólo encontramos referencias aisladas en monografías biográficas de algunos arquitectos o alusiones de escasa repercusión.

En el sentido tradicional del término, el ejercicio de la Arquitectura ha ensombrecido drásticamente esta variante defensiva (sin concesiones, sin artificios y mucho más técnica y funcional -si cabe-), y que a su vez requiere de un esfuerzo económico y organizativo sin parangón en un contexto político como el de la fragmentada Italia. En aquel entonces, este país se hallaba inmerso en constantes pugnas y rivalidades entre sus muchos Señoríos, que favorecían un férreo sentimiento nacionalista que, con el transcurso de los siglos, acabaría desvaneciéndose.

Otra de las preocupaciones vigentes en la arquitectura de la época, y que dista de la peculiaridad que caracteriza la vertiente que nos ocupa, es La Ciudad Ideal, hoy catalogada dentro de la Historia del Urbanismo. En este sentido, resulta valiosa la concreción conceptual de los trabajos de italianos, franceses y españoles, de entre los que destacan Lantieri, Cataneo, Maggi, Antonelli, De Ville, Fritach, Lechuga, De Cepeda y Tosca. Sin embargo, conviene insistir en la idea de que la Arquitectura Militar no se desvinculó de las demás ciencias coetáneas sino que las complementaba, incluso de forma muy Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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activa. De hecho, su desarrollo implicaba la implementación de artefactos cada vez más ingeniosos, y su ejecución suponía una velocidad de respuesta casi inmediata allá donde hiciera falta ofrecer resistencia ante las reiteradas amenazas externas.

Cristóbal LECHUGA: Discurso del capitán. (1611)

El primer intento riguroso por recuperar la ciencia subyacente a la Arquitectura Militar se produce en el siglo XIX, mediante el acercamiento a la materia de un grupo de intelectuales liderado por Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Carlo Promis. Este reducido colectivo puso todo su énfasis en el estudio de los viejos tratados, todavía sin publicar. De esta manera, y procedentes de archivos y bibliotecas, nos llegan los escritos de Giorgio Martini, así como otros manifiestos artísticos que se rescataron del olvido para su difusión definitiva. Se trataba de establecer una relación de datos específicos sobre técnicas militares.

En lo sucesivo, han surgido otras disertaciones similares, aunque sin llegar a sintetizar clara y coherentemente la producción literaria que sobre estos asuntos se ha generado desde la época de Vitruvio hasta el siglo XVII. Ante este escenario histórico de sucesos, ambiciones territoriales y vicisitudes, y teniendo presente mi condición de “lucchese”, sentí la necesidad de indagar en todo lo relativo al conocimiento constructivo militar y, por extensión, a las disciplinas que de una forma u otra le son afines, sin mayor pretensión que la de conocer nuestro pasado para entender nuestro presente.

Esta temática abarca un periodo tan amplio como el comprendido entre el Imperio Romano, la Edad Media y el Renacimiento que, por razones obvias, me veo obligado a delimitar de alguna manera. Me centraré por tanto, tal y como reza el título de esta tesis, en la etapa que transcurre desde Vitruvio hasta el siglo XVII, aunque prestando especial atención al modelo hispano-itálico, por las conexiones socioculturales entre ambos países. En consecuencia, esta tesis doctoral se articula mediante el discurso de los tratadistas más trascendentes, extrayendo lo más relevante de cada uno de ellos y circunscribiéndolo en un marco geográfico bien delimitado que, lejos de confinarse en España, Italia o incluso Portugal, se extiende hacia Europa Central, en el que tienen cabida los casos de Francia y Alemania (donde el Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Clasicismo, la Edad Media y el Renacimiento gozaron de una gran hegemonía). La mayor dificultad, sin embargo, estriba en localizar determinados volúmenes, puesto que en no pocas ocasiones se trata de ejemplares de tiradas muy escasas, y cuyo acceso es extremadamente restringido.

VITRUVIO: Los diez libros de arquitectura, traducción al castellano de Josep Ortiz. (1787) Lámina II del libro: Perspectiva, alzada y planta de los contrafuertes en los muros de un recinto fortificado.

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OBJETIVOS Y METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

A principios del siglo XV se originó en el continente europeo una profunda evolución tecnológica que afectaría a cualquier faceta del conocimiento humano. En 1494 un poderoso artefacto batió rápidamente (de manos de las tropas francesas) las hasta entonces infranqueables murallas italianas. Había surgido el cañón accionado con pólvora y con él, toda una nueva manera de entender la guerra. A través de la experiencia obtenida en la lucha armada, se comprendió la capacidad destructiva de la pólvora, se calcularon ángulos de tiro, se proyectaron minas y procedimientos de atención clínica para los heridos en el campo de batalla. No obstante, sería el arte de la construcción de las fortificaciones el que sufriría una verdadera transformación. Transformación que, sin embargo, nunca abandonaría las doctrinas de dos autores de la Antigua Roma: Vitruvio y Vegecio.

Esta tesis doctoral examina este período a través de los tratados de arquitectura militar y de fortificacion en un recorrido que llega hasta los arquitectos del siglo XVI. Este gremio se esforzó en contrarrestar los efectos de la pólvora mediante un mejor entendimiento de la aplicación de los materiales en la construcción de cortinas y baluartes, del asiento y espesor de cimentaciones y muros, de la profundidad y el ancho de los fosos, de la inclinación de los taludes, de la resistencia de las bóvedas y forjados, del suministro y evacuación de las aguas, e incluso de la enigmática relación (al menos aparentemente) que se establecía entre el trazado hecho sobre polígonos regulares y el perímetro, capaz de resistir el peor de los asedios.

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Los portadores de ese extenso conjunto de conocimientos llevaron a las imprentas europeas un número indeterminado de libros dedicados a la Arquitectura y la Ingeniería Militar. Los llamados Tratados de Arquitectura Militar o Tratados de Fortificación son vestigios de cuanto aconteció entonces, testigos mudos de ese episodio ensordecedor que cambió para siempre el curso de la historia. El legado de sus autores nos hace partícipes de la voluntad encomiable que supuso el desarrollo de estas directrices; de una técnica, en definitiva, en consonancia con los hechos que además debía aunar procesos propios de la Ingeniería y de la Arquitectura. Sin lugar a equívocos, el curso de los acontecimientos definiría una vertiente especialmente interesante de la Arquitectura, ligada ahora más que nunca a los componentes de la tríada vitruviana: firmitas, utilitas, venustas.

Esta investigación quiere poner de manifiesto las dificultades inherentes a ese vasto proceso de cambio mediante un detallado estudio de los tratados de fortificación impresos en Europa, resaltando en particular su faceta constructiva. Además, nace con la voluntad de demostrar que, en el arte de la construcción, la técnica ha progresado como consecuencia forzosa de determinados hitos históricos pero, sorprendentemente, en ningún momento ha dejado de mantener fija la referencia al primer tratado de arquitectura: el de Vitruvio.

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INTRODUCCIÓN Estudio y análisis de textos históricos Después de haber consultado, de manera directa, los títulos de tratados de Arquitectura Militar publicados entre la Época Clásica y el siglo XVIII, intentaré exponer aquí de manera ordenada y siguiendo una presentación cronológica, el contenido del conjunto de saberes propios de la construcción arquitectónica en ellos depositados.

John MULLER / SÁNCHEZ TARAMAS: Tratado de fortificación (1769)

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Para un mejor entendimiento en este sentido, es necesario identificar los conceptos clave, a los que nos referiremos a continuación, y que nos permitirán catalogar los distintos tipos de textos en función de sus particularidades temáticas. Tratados de fortificación: Contenidos En un trabajo desarrollado en el ámbito de los escritos históricos de arquitectura, no resulta extraña la mención a dos clases de textos: los de “Arquitectura Civil” y los de “Arquitectura Militar”. El primer tratato que incluye esta diferenciación es el de Vitruvio, dedicado a una u otra de las disciplinas de la arquitectura tal como se entendía hasta bien entrado el siglo XVIII: “La Arquitectura, o arte de edificar, se divide en Civil y Militar. La Civil erige vistosas obras, atendiendo a su firmeza, comodidad y hermosura. La Militar no pretende belleza en sus edificios, sólo se ocupa en cerrar las ciudades y plazas con tales recintos, de manera que puedan servir de defensa contra las invasiones bélicas (...)”.1

Un estudio comparativo entre los tratados de ambas categorías no deja de ser una labor tentadora, pero con ella se desviaría la atención principal de esta investigación. Considero que es más sugestivo ahondar en las características esenciales que impulsan el desarrollo de esta tesis, antes que establecer semejanzas y diferencias entre las distintos modelos de tratados. Con base en lo deducido de su lectura, éstos pueden ser clasificados dentro de los tratados integrales o los

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Tosca, Vicente. Compedio Matemático. Tratado XVI: De la Arquitectura Militar. Imprenta de Josep García, 3ª impresión, Valencia 1757, pág.253-254. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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tratados parciales. En el primer grupo, se asume el estudio completo de los siguientes grupos: 1. La teoría de los órdenes. 2. Las tipologías de los edificios. 3. La teoría de la construcción.

Los tratados parciales afrontan, por el contrario, alguna o algunas de estas cuestiones para ampliarlos generalmente de manera aislada. En consecuencia, varía la percepción de la escala, desde el elemento más básico hasta el edificio en su conjunto, según el aspecto en concreto en el que se centren. Los Tratados de Fortificación corresponden al grupo de los llamados tratados parciales porque no se dedican a un estudio completo de los tres puntos, sino que se enfocan principalmente hacia una específica tipología de la edificación: las construcciones defensivas.

Dentro de este último grupo, localizamos varias vías de exploración que nos conducen hacia el tratado ideal de fortificación, cuya definición queda plasmada en un libro de comienzos del siglo XVIII: “La fortificación es un arte que enseña a conocer la calidad de los sitios, guiándonos a la elección de la figura que se debe aplicar a cada uno, la qual facilita el conocimiento para su construcción, y las Armas, y medios para su expugnación (...)”.2

Esta definición sienta las bases para determinar los aspectos propios de los Tratados de Fortificación que, de haberse considerado 2

Puga y Rojas, Tomás de, Compendio militar, sin lugar ni año (¿Madrid, 1707?) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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paralelamente en un mismo texto, podrían haber conformado un tratado ideal de fortificación. Por consiguiente, procede la distinción entre: 1. El lugar y el trazado 2. La construcción 3. La defensa y el ataque.

1. El lugar y el trazado: Preocupación por la elección del sitio y determinación de la figura o traza.

Una decisión estratégica avalada por los intereses de dominio y control territorial podría obligar a que la fortaleza se levantara sobre un terreno concreto, restando importancia al terreno (incluso si se tratase de un lugar pantanoso, montañoso o expuesto sencillamente al mal tiempo o a la acción del mar).

El arquitecto militar debía aportar una solución a cada problema planteado o, en su defecto, tratar de encontrar una respuesta por todos los medios. La geometría se traducía entonces en un elocuente vehículo para alcanzar un repertorio de soluciones válidas. Ciertamente, en los tratados se estudia con detenimiento las ventajas y los inconvenientes que, desde un punto de vista estratégico, suponen las trazas realizadas conforme a cada uno de los polígonos regulares. En los tratados de fortificación, el término “construcción” puede hacer referencia a dos aspectos distintos pero complementarios. La construcción sobre el papel concierne a aquélla en la que el trazado gráfico del edificio se establece con ayuda de métodos geométricos (plantas, alzados, secciones) y métodos numéricos (trigonometría). La Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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construcción material y sobre el terreno de las obras de defensa concierta, por su parte, la reciprocidad anteriormente mencionada.

Alain MANESSON MALLET: Les travaux de Mars ou l'Art de la Guerre (1672) Página 59: Diferentes tipos de suelos según su profundidad.

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Se evidencia además una clara división entre la llamada construcción regular y la irregular. La primera es aquélla que se inscribe en un trazado ideal completo, siguiendo la forma de un polígono regular (generalmente construcciones de nueva planta). La segunda de ellas, busca adaptarse a unas condiciones preexistentes o a un entorno de gran dificultad (montañoso, costero, o la combinación de ambos) configurándose una forma irregular determinada por el terreno.

2. La construcción: Levantamiento material de la fortaleza

En cuanto a la construcción física, que constituye la segunda de las características que hemos enumerado, la mayoría de los primeros textos tratan de aspectos muy concretos que giran, fundamentalmente, en torno al problema que representaba la construcción de murallas. Sin embargo, también se pone de manifiesto una preocupación por conocer las propiedades de los materiales de construcción y su uso en obra (piedra, ladrillo, tepes, morteros) sobre los cimientos que esas murallas requerían (pilotes, arcos de descarga, masas monolíticas…) y sobre las anexiones que éstas exigían, como podían ser las excavaciones, los tipos de contrafuertes o la conformación de sus terraplenes.

Si usamos la tríada vitruviana (firmitas, utilitas, venustas) como punto de referencia, el problema arquitectónico fundamental característico en la arquitectura militar es el de la solidez, esto es, la garantía de la permanencia misma de la obra y de su capacidad de resistencia ante el ataque de los enemigos. La siguiente cualidad especificada, aunque con menor requerimiento de atención, consiste en la utilidad, factor

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sin embargo muy a tener en cuenta cuando el combate tiene lugar, y que debe garantizar su efectividad en ese contexto.

Alain MANESSON MALLET: Les travaux de Mars ou l'Art de la Guerre (1672) Página 69: secuencias de un mismo proceso, el de la cimentación. Excavación / pilotaje / amarre de las cabezas-mortero y piedras.

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Finalmente, la preocupación por la belleza no se excluye sino que se aleja del modelo clásico que sirvió de paradigma a la mayoría de los tratados de Arquitectura Civil. El ideal estético se fue gestando paulatinamente con el paso del tiempo, en la búsqueda del equilibrio perfecto entre la solidez material de un riguroso trazado geométrico que fuera capaz de resistir las frecuentes agresiones externas, y protegiendo eficazmente a las personas que habitaban intramuros.

3. La defensa y el ataque: medios para la poliorcética (Arte de la Guerra)

El conocimiento de los principios de ataque y defensa territoriales era indispensable, tanto para quienes debían defender una fortificación como para el invasor que había de aprovechar sus deficiencias. Una de las realidades que en ningún momento podemos obviar, es que las edificaciones a las que me referiré constantemente son fortificaciones consideradas por algunos autores como potentes “máquinas de guerra”.

Con todo este conjunto de saberes, los tratados de fortificación se difundieron no sólo entre aquellos que se preocupaban por los problemas del trazado o la construcción, también por quienes demostraban interés por las técnicas militares (estructura del cuerpo, formaciones, armamento, minas, etc.), comprendiendo desde políticos y hombres de estado hasta soldados rasos, pasando por miembros del clero e ilustrados. Tal especificidad reivindicó un vocabulario concreto y un nuevo lenguaje.

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Se incluyó por tanto en muchos de los tratados un “diccionario” que intentaba establecer unos términos donde la información escrita se complementara con gráficos, conteniendo todos los temas expuestos: desde la topografía del emplazamiento hasta los ardides de la guerra. Como resultado de este empeño, nos encontramos en algunos casos con libros magníficamente ilustrados. Como ya se ha señalado, un tratado parcial ideal de fortificación engloba simultáneamente, según la síntesis militar de Tomás de Puga y Rojas, las tres cuestiones apenas expuestas.

A. BOSSE: La practique du trait. (1643)

Esta tesis defenderá, mediante la comparación directa de los libros consultados, el proceso de transformación sufrido en cualquier faceta de las artes y las ciencias de la edificación, en cierto modo sólo propiciado por la peculiaridad de la situación histórica que nos ocupa. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Con base en lo anterior, se constata que los tratados de fortificación se clasifican en: - Aquéllos que incluyen los tres temas simultáneamente: el 30% de los considerados. - Aquéllos que tratan sólo el tema del lugar y del trazado: el 20% de los analizados. - Los que presentan únicamente aspectos relativos a la construcción: el 5% de los estudiados. - Los que muestran lo concerniente a la defensa y al ataque: el 30% de los examinados. - Los que indagan sobre el lugar, el trazado y la construcción: el 5% de los contrastados. - Los que relatan problemas sobre el lugar, el trazado, la defensa y el ataque: el 10% de los consultados.

De esta categorización, y con el objetivo fijado en la innovación, se emprende esta tesis doctoral, con el afán de profundizar el estudio de aquellos textos (40%) que se ocupan de la construcción material de las fortificaciones. Sin embargo, se prestará atención a los títulos que razonan el trazado geométrico de las fortificaciones, bien de manera exclusiva (20%), bien en relación con el arte de la guerra (10%). En última instancia, este estudio desvelará algunas incógnitas sobre aquellos títulos (30%) que se limitan al arte de la guerra.

Al margen de esta tipificación, es posible identificar asimismo algunos rasgos comunes a todos estos textos. Un tratado de fortificación constituye, ante todo, un instrumento de consulta, un manual fundamental en la cimentación de una disciplina del conocimiento; supone un medio de almacenamiento y de transmisión de las Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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argumentaciones, razonamientos y justificaciones que en él aparece y que se modifica, paulatinamente, a lo largo de un extenso período de años.

B. F. BELIDOR: La science des ingénieurs. (1729)

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En este tipo de documentos, se pretende diversas metas, no sólo profundizar en la necesidad de explicar taxativamente cómo “fortificar” sino que, ante todo, persigue la mejora en la capacidad de elaboración de conceptos abstractos que sean igualmente válidos y aplicables en el resto de naciones europeas y colonias de ultramar.

En ellos se expresan también disputas intelectuales, controversias internas, una gran amalgama de puntos de vista, posibles retrasos o avances en la materia, que se destila, se estructura, se conforma, se transmite y, por supuesto, se aplica.

Temas relativos a la construcción en los tratados de fortificación

Tomando como punto de partida las observaciones realizadas sobre los contenidos de los tratados de fortificación, surge el propósito de ahondar en el estudio de aquellos tratados que contienen temas concernientes a la construcción arquitectónica de las plazas militares.

La práctica constructiva aparece ligada a la fortificación desde el propio nivel de las definiciones, como en la citada de Tomás de Puga y Rojas, donde el conocimiento de la construcción se considera como parte integral de la naturaleza de la fortificación.

Una definición incluso mucho más audaz, la descubrimos en un autor francés de la segunda mitad del siglo XVIII, para quien la fortificación es la ejecución misma de un proyecto de construcción:

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“C’est la Fortification, l’Art d’exécuter un project de construction avec toute la solidité & l’economie nécessaire qui en fait la principale partie, ainsi que l’attaque, & la dèfense des Places (…)”.3

B. F. BELIDOR: Nouveau cours de mathematique. (1725) 3

“La Fortificación es el Arte de ejecutar un proyecto de construcción con toda la solidez y la economía necesarias en cuanto a sus partes principales, al ataque y a la defensa de las Plazas”. Fallois, Joseph de, L’École de la Fortification ou les élémens de la fortification, en el Prefacio, Dresde, 1768. Sin número de página. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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No extraña que, entre los requisitos que debía tener el arquitecto militar, estuviese el de poseer pleno conocimiento de las propiedades de los materiales y las estructuras, de la aritmética, de la trigonometría, de la geometría y del uso de instrumentos matemáticos.

A la persona responsable de dirigir los trabajos de construcción de una fortaleza le correspondía intervenir en las labores de replanteo (trazar el perímetro de la planta sobre el terreno), en la excavación del foso y las zanjas para los cimientos, y también en el alzado de muros y terraplenes.

Sin embargo en muchos casos, con la terminación del recinto no concluían los trabajos, sino que éstos escondían también la construcción de los edificios militares interiores: alojamientos, arsenales, iglesias, almacenes para víveres, municiones y pertrechos, y otras obras de infraestructura como pozos y cisternas. “Este género de obras (las de fortificación) se reduce a dos especies de sencillas, y a prueba de bomba... En las sencillas se observan las tres reglas de la buena Arquitectura: firmeza, para asegurar la duración contra las injurias del tiempo; comodidad en la distribución de las piezas, según a qué se destina el edificio; y simetría, que proporcione las partes y perfeccione el todo (...)”.4

En estas líneas es posible advertir, por otra parte, que la construcción de los edificios interiores quedaba regida por los principios vitruvianos de la arquitectura civil, considerándolos como una especie de obras menores que no requerían de la misma atención por parte del 4

Lucuze, Pedro de, Principios de Fortificación, Barcelona, 1772, pág. 85.

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arquitecto militar (a partir del libro de Belidor, La Science des Ingénieurs, el interés por este género de edificaciones se hará más evidente y se intentará lograr una sistematización tipológica). En este apartado -en línea con el análisis de tratados que formulan contenidos que conciernen a la construcción arquitectónica de las plazas militares- el tema más recurrente, y al mismo tiempo que merece una mayor atención, lo establece la construcción de las murallas: ésta es, sin lugar a dudas, la más antigua de las preocupaciones de la fortificación. A este respecto, dada la pluralidad de sus aplicaciones, no llega a quedar en desuso.

Gabriello BUSCA: Della Architectura Militare. (1601) Capítulo LVI del primer libro, página 177, que muestra su interpretación sobre el alzado de las murallas de las obras de defensa.

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De esta forma, el edificio adquiere la forma de castillo, fortaleza o ciudadela. Incluso la mayoría de las obras complementarias que afloran en la llamada fortificación “moderna”, como baluartes, revellines, bonetes, o semilunas, estaban integradas con las murallas, aunque tuviesen diferentes respuestas de disposición y forma, tanto en planta como en sección.

Las murallas gozaban de una dualidad, dependiendo de la lectura que se haga de ellas. Por parte del agresor, reflejaban el primer objeto a demoler mediante el ataque. Por parte de los agredidos, ostentaba la principal barrera de protección de la que además, sobre sus piedras se producía la costra de la que extraer el salitre (materia prima en la elaboración de la pólvora): “Se encuentran también el Nitro en forma visible, en las paredes y superficies de los edificios que no baña el sol, como en sótanos, bóvedas, caballerizas, cuevas, sepulcros... Este salitre se recoge barriendo estas superficies, y es más puro que el antecedente (...)”. (Se refiere al que se extraía de escombros de construcciones). 5

El concepto mismo de lo que la muralla significa y representa, varía con el tiempo. A través de los tratados se aprecian distintos niveles de comprensión: desde el muro simple que envuelve a la pequeña villa medieval, hasta un laberíntico conjunto de obras que se defienden entre sí, unas a otras. Son ellas quienes van a exigir de los arquitectos e ingenieros militares un cuidado cada vez mayor y una amplia

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Rovira, Francesco Javier, Tratado de Artillería para el uso de los Cavalleros. Imprenta de la Academia (?), 1773, pág. 6. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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generación de teorías encaminadas a salvar las dificultades más procelosas, como:

- La disposición de una base firme ante los distintos grados de compactación de los suelos. - La estabilidad frente al vuelco por efecto del empuje del terraplén. - La solidez ante las agresiones de las balas de los atacantes. - La compactación de los mampuestos (ladrillos, piedras o tepes) y terraplenes para evitar la permeabilidad generada por su inclinación.

Los tratados establecen las murallas con base en tres segmentos diferenciados:

1. Un terraplén o volumen de tierra compactada que constituía la masa de la muralla. Éste podía consolidarse mediante el empleo de haces de ramas llamados faginas, o de pequeños bloques de césped llamados tepes, que con sus raíces y fibras permitía un aceptable grado de unión entre sus piezas con la ayuda adicional de pequeñas estacas.

2. Un recubrimiento o camisa, que podía hacerse de piedras -en piezas pequeñas o en sillares-, ladrillos, los mismos tepes o incluso tapiales. Uno de los argumentos de mayor polémica entre los tratadistas a lo largo de muchos años consistirá precisamente en debatir cuál de todos ellos resultaba más conveniente.

3. Unos elementos de apoyo o contrafuertes que, empotrados en el terraplén, contrarrestaban los empujes que éste hacía con la consiguiente probabilidad de vuelco del paramento exterior. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Samuel MAROLOIS: Opera mathematica. (1614) D. Tepes - E. Muro de tepes

Todo esto exigía extender los procesos de investigación a otros temas, que son los siguientes:

- Conocimiento de los materiales: piedra, ladrillo, arena y cal (estos dos últimos para hacer morteros). En este tema van a ser muy útiles los conceptos emitidos por Vitruvio. - Tipos de cimentaciones sobre los que poder apoyar tan grandes volúmenes de obra (camisa - contrafuerte - terraplén). Valga la pena decir, desde ahora, que la más común de las cimentaciones fue la basada en el empleo de pilotes de madera, sobre la que algunos autores incluyen detalladas explicaciones. - Propiedades mecánicas de las estructuras abovedadas. Los arcos de mampostería repercutirían muy positivamente en la tarea

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de reforzar la estabilidad de los paramentos de los muros, implantándose como nexo entre los contrafuertes de la muralla.

Clasificación establecida de los tratados para la exposición de sus contenidos

Para facilitar la exposición de los temas que acto seguido se estudian, he estimado conveniente seguir un orden cronológico dentro del cual se puntualizan grupos de autores que comportan unas características comunes.

El primer capítulo discurre sobre Las fuentes clásicas y la transición medieval: textos y autores que a lo largo de la Edad Media antecedieron a los primeros tratados impresos del Renacimiento.

El segundo capitulo engloba La fortificación moderna del siglo XVI: tratados primigenios de fortificación, impresos, la mayoría de ellos de autores italianos que fueron retomados rápidamente por españoles.

El tercer capitulo relata La búsqueda de una autonomía disciplinar a lo largo del siglo XVII, donde es posible agrupar una mayor diversidad de autores en conjuntos de especialistas, artilleros, prácticos, sacerdotes y geómetras.

El cuarto y último capítulo vislumbra un ejemplo concreto de aplicación del conocimiento de los tratados militares a las murallas de la Ciudad de Lucca en Italia.

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

S. FERNÁNDEZ de MEDRANO: L'ingenieur pratique ou l'architecture militaire. (1696)

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Resumen de los tratados desarrollados en la tesis

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Así, pues, esta tesis acomete la demostración, con el estudio del caso específico de las murallas, que el arte de la construcción ha cambiado a través del tiempo, pero teniendo fija la referencia al primer Tratado de Arquitectura de Vitruvio.

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1. EL PERIODO CLÁSICO Y EL MEDIEVO

Parece inevitable no iniciar este recorrido sin la alusión a Vitruvio y Vegecio, autores romanos cuya influencia se hará evidente a lo largo de la tratadística que aquí se estudia. Si para los arquitectos la obra de Vitruvio nos es bastante conocida, la de Vegecio no parece tener la misma influencia, aunque sí se le considere relevante en el ámbito militar. Tras el estudio de estos dos autores y de buena parte de los títulos impresos pertenecientes al periodo que nos ocupa, es posible afirmar que ambos constituyen un punto de referencia obligado para la gran mayoría de tratados de fortificación. La intención de estas líneas es augurar el alcance de sendas influencias, tanto sobre los escritos del periodo medieval como sobre aquéllos adscritos a la llamada fortificación “moderna” y más concretamente en lo que a contenidos de carácter técnico se refiere.

1.1 Vitruvio y la Arquitectura Militar

El manuscrito de Vitruvio De Architectura Libri Decem fue descubierto, según fuentes contrastadas, en 1415. Se imprimió por primera vez en Roma en 1486 y, desde entonces, ha ejercido una influencia sin precedentes en todo lo concerniente a la Arquitectura. En cuanto a la Arquitectura Militar, Vitruvio la encuadra tempranamente en el capítulo III del Libro I, refiriéndose a ella como parte de la construcción dedicada a la edificación de murallas6:

6

Traduccion castellana de Josep Ortiz (1787). Pág. 14.

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“Las partes de la Arquitectura son tres: Construcción, Gnomónica, y Maquinaria. La Construcción se divide en otras dos: la edificación de las murallas y obras públicas y la edificación de las obras particulares. Los edificios públicos se agrupan en tres; una pertenece a la defensa, otra a la religión, y la última a la comodidad. Para la defensa sirven los muros, torres y puertas; inventado todo lo necesario para la disuasión de las invasiones enemigas (...)”. (pág. 14).

En las hojas sucesivas (en el capítulo V del mismo libro), se explica la construcción de los muros y las torres (páginas 18, 19 y 20). Sin embargo, esta disertación ocupa una extensión anecdótica en comparación con la extensión total del tratado. En otras palabras, la Arquitectura Militar, entendida en toda su magnitud como disciplina concreta y explícita en relación a la construcción de murallas, representa un 0,6% de esta obra vitruviana.

Se podría considerar como complementarios, sin embargo, los diez capítulos del Libro II, dedicado a los materiales: ladrillo, arena, mortero, cal, puzolana y maderas. A pesar de que en estos capítulos ni tan siquiera se menciona la construcción de murallas, la información que revela alcanza un gran interés para cualquier disciplina constructiva, incluída la militar. Por consiguiente, el capítulo V del Libro I bastaría para tener una configuración de lugar lo suficientemente descriptiva sobre las fortificaciones.

Para Vitruvio, la primera decisión en el proceso de construcción de una fortaleza consiste en una elección estratégica del sitio. Luego, se procede a la cimentación, para la cual es necesario excavar hasta hallar suelo firme, confiriéndole un ancho mayor al del muro que

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soportará. Esta dimensión debía permitir caminar simultáneamente a dos hombres sin obstaculizarse. Con el fin de que ni los arietes, ni las minas, ni las otras máquinas perjudiquen la solidez de los muros, recomienda añadir terraplenes, y también propone la presencia de un foso, de un ancho en consonancia, que pueda fácilmente resistir al impulso del terraplén. Evidentemente, estas recomendaciones figuran los prolegómenos de la metodología constructiva, que llega a obtener un carácter más riguroso cuando advierte de la posición de los contrafuertes con respecto a los muros: “En la parte interna se construirá un cimiento, a una distancia del muro que permita la formación de las tropas y sus operaciones de defensa. Se construirán otros como el primero, en disposición continua, como dientes de sierra. De esta forma, el peso del terreno quedará repartido, sin conferir toda su acción gravitatoria puntualmente, y evitando así que, de ningún modo, los cimientos del muro cedan”. (pág. 19).

Sin apartarse de la teoría de la construcción, alude a la inclusión de espesos leños en el ancho del muro… para que atando con ellos, como travas, las dos caras del muro, tenga duración eterna. Surge entonces la primera característica de la obra vitruviana sobre la Arquitectura Militar, aunque sin detallar proporciones. La notas oclusivas de este capítulo arrojan luz sobre los materiales: “En orden a los materiales de que se deben edificar los muros, no podemos dar regla fixa, por no hallarse en todas partes los que deseamos(...)”. (pág. 19).

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Con esta cita, el autor da por concluídos los “conceptos técnicos”, aunque hace unas valoraciones adicionales acerca de la forma y disposición de las torres en las murallas, componentes fundamentales en las fortificaciones. Afirma que las torres deben ser redondas, o cuando menos poligonales (nunca cuadradas, cuyos ángulos son frágiles ante el golpe de las armas de asalto). Prefiere por ello las primeras, que consienten una mayor visibilidad del enemigo. La distancia entre ellas no debe ser más larga que un tiro con arco, de modo que se puedan defender entre ellas. Yace aquí un hecho substancial: mientras los “conceptos técnicos” expresados por Vitruvio acerca de la construcción de fortificaciones se creen escasos y con poca trascendencia cuando aparecen las armas accionadas por la pólvora, sus criterios de valoración –en definitiva, sobre los que gira toda la argumentación- seguirán siendo muy útiles.

Estas impresiones esbozan la búsqueda de dominio visual sobre el asaltante, la capacidad de defensa recíproca entre distintas partes de la muralla o el estudio del Genius Loci. Estas reflexiones sentarán las bases de la evolución de la tratadística de la arquitectura y serán decisivos en la justificación de nuevas soluciones arquitectónicas, como la del bastión.

Al margen de esta particular dicotomía que de la Arquitectura hace Vitruvio, cabe acentuar la inserción de maquinaria como parte integral de la misma, sobre la que le dedica el Libro X íntegramente. Por lo general, los arquitectos siempre nos hemos sentido identificados con este libro. En cuanto al objeto de esta investigación, dicha identificación denota importancia en la medida en que la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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relación que entre la arquitectura y la mecánica se plantea no se ignorará o se rechazará por tratadistas posteriores. Considerada la maquinaria (junto con la construcción y la gnomica) parte de la arquitectura, el último libro -el X-, concierne expresamente de la primera de ellas, que Vitruvio define así: “La máquina es un armazón de madera, muy poderoso, que se emplea para levantar pesos”. (pág. 237).

Al adentrarnos en la lectura de los capítulos, el autor advierte la presencia de otros artefactos que cataloga en función del tipo de movimiento que realiza: escansorias cuando son construcciones estáticas que se usan para soportar cargas en reposo, como las graderías de un auditorio; espiritales, accionadas por el aire, y que se aprovechan para el deleyte; y finalmente las tractorias, es decir, las grúas propiamente dichas, con cuya descripción inicia el capítulo II del libro que nos ocupa: “Primeramente trataremos de las máquinas necesarias para la construcción de templos y edificios públicos, las cuales se arman de esta manera (...)”. (pág. 239).

Presenta cinco tipos de máquinas de tracción, exponiendo la invencion de Ctesifonte, útil para el transporte de las columnas de los templos. Tampoco faltan las descripciones de los instrumentos dispuestos para la extracción de agua (tímpano, coclea, haceñas), y finaliza con las de armas propias de la guerra: catapultas, ballestas y máquinas opugnatorias (arietes y tortugas).

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Estas descripciones de Vitruvio no suponen una verdadera novedad, puesto que se conoce del uso de aparatos muy similares en culturas del mundo antiguo. Lo innovador reside en la valoración que él le concede a la maquinaria como parte de la arquitectura. Anotemos desde ahora que este importante vínculo entre mecánica y construcción, presente en su tratado, se presta a varias interpretaciones durante la Edad Media, que conducirán a una progresiva separación teórica, aunque no tanto práctica.

En efecto, no será extraño que muchos arquitectos militares del siglo XVIII proyecten la forma y la función de sus edificios, sino también los medios mecánicos que permitan su puesta en obra, motivados por criterios tales como la rapidez y el empleo óptimo de los recursos en los procesos constructivos.

En el prólogo al Libro X, Vitruvio reprueba a los arquitectos que no cumplen con los plazos o los presupuestos de las obras, en especial cuando tales faltas se producen sobre obras que tienen una connotación

pública

(fiestas

de

gladiadores

en

el

foro

o

representaciones teatrales). La forma en que aquí se justifica el conocimiento de la mecánica es bastante clara: “En estas cosas se requiere mucho conocimiento, e ingenio cultivado con estudio, por no poderse hacer ninguna de ellas sin Mecánica, con vasto saber y aplicado desvelo (...)”. (pág. 236).

Aquí encuentra el romano el estímulo indefectible para desarrollar un libro dedicado al tema. En su opinión, la maquinaria no es un producto

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de la arquitectura sino una parte de ella, plenamente útil a quien construye.

Leonardo DA VINCI: El hombre de Vitruvio. (1487) Ejemplo universal de las proporciones humanas, basadas en los textos de Arquitectura de Vitruvio

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A pesar de esto, no establece principios sobre los artefactos, si acaso los describe. Tal vez así expliquemos el acento que pone sobre las máquinas de tracción, las empleadas para extraer agua, y las que siendo armas, actúan directamente sobre los muros (aquéllas consideradas las más útiles para el ejercicio del arquitecto).

Ambas precisiones de Vitruvio, tanto las que hacen alusión a la construcción de murallas como las que tratan del papel de la mecánica en la arquitectura son valiosas, en tanto en cuanto manifiestan un punto de referencia con el que adivinar paralelismos futuros. Estas minuciosidades se ofrecen como páginas destinadas al desciframiento de las propiedades de los materiales, argumentación que se retomará y (prácticamente) se copiará en los primeros tratados impresos, en especial en los que firmaron autores italianos y españoles.

1.2 El Tratado de Vegecio

A Flavio Vegecio Renato se le considera el escritor militar romano por excelencia. Intentó divulgar la fuerza defensiva del Imperio a través de Epitamoa rei militaris (o Rey Militaris Instituta), un compendio de los antiguos escritores e historiadores militares. La obra es un tratado tardoantiguo sobre ciencias bélicas, que tuvo una gran difusión en el Renacimiento primitivo, y que se dio a conocer a través de numerosas copias e impresiones.

En 1284 y 1290 se tradujo al francés y, hacia finales del siglo XIII, la mayor enciclopedia medieval, Speculum Maius -de Vincent de Beauvois-, contenía el texto de Vegecio. Se registra además la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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traducción al inglés en 1498: J. Gaxton, The Fayt of armes and Chyvarly from Vegetius. En 1762 resurge de nuevo en francés: Charles L.A. Bilistein, Le Vegece François... Por su parte, al español llega en 1764: Instituciones militares de Flavio Vegecio Renato, traducidas del latín al castellano por Don Jayme de Viana.

Hubo épocas en que el manual de Vegecio alcanzó una expansión tan amplia como la del propio Vitruvio. Sin embargo esta comparación puede llevar a serias confusiones, ya que entre ambas obras existen diferencias considerables en contenido y estructura. La obra de Vegecio constituye definitivamente un tratado militar, no un tratado de fortificación. Dividido en cinco libros, su contenido se refieren fundamentalmente a aspectos propios de la vida castrense.

El libro I trata de la elección de personal, sus armas y los medios para fortificar en campaña. El libro II alude a la estructura interna del ejército romano (legiones). El libro III expone - entre otras cosas - los medios para la defensa, poniendo de relieve algunas armas empleadas en su época: carros falcados, catapultas y torres de asalto. El libro IV describe la guerra de asedio y en sus primeros seis capítulos presenta la fortificación de ciudades. Sobre estas últimas indica que su fuerza está dada por la solidez de sus murallas, la cantidad de municiones, el valor de los hombres que la defienden y el uso apropiado de las máquinas de guerra. El libro V lo reserva a la navegación. En general, en esta obra no hay contenidos explícitos de construcción. Sólo en la primera parte del IV libro se aprecia alguna alusión a este tema, formulando conceptos que existirán reiterativamente en muchos de los tratados renacentistas. Desde luego, en estos breves apartados radica la relativa importancia de la obra de Vegecio. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El primer aspecto que suscita gran interés, también debido a su relación con la obra de Vitruvio, es aquél que resuelve el interrogante propio de la fortificación antigua o moderna. ¿Qué hace inexpugnable una fortaleza, su posición en un lugar o su geometría? En la versión al castellano que redacta Jaime de Viana (Madrid, Joaquín de Ibarra, 1764) descubrimos esta respuesta: “Las plazas y los castillos son fuertes por su ventajosa situación, por el arte, o por lo uno y lo otro, que es lo mejor. Por la naturaleza, cuando están situadas sobre alturas escarpadas rodeadas de mar, de lagunas, o de algún caudaloso río. Por el arte, cuando fortifican sus recintos fosos y murallas (...)”. (pág. 217).

Esta afirmación -como el discurso vitruviano- oculta de manera tácita un indicio clave. Sin duda, la elección del sitio se deduce de forma concluyente, pero los requisitos que una fortificación ha de cumplir no obedece a esta única condición. Requiere también del arte o de la habilidad al describir el trazado, de la pericia en la colocación objetiva de elementos que la hagan difícil de batir. Tal virtud implica, necesariamente, la competencia de alguien dotado para acometer dichas tareas, llámese por ahora arquitecto militar o ingeniero. Sobre su denominación, Vegecio no nos aclara nada.

Efectivamente, esta preocupación por el papel del arte en la tarea de fortificar marcará una constante que se implementará en los tratados medievales y renacentistas, hasta llegar a implantar y afianzar la figura del ingeniero. Su especialidad versará acerca de la disposición de aquellos elementos que mejoren los atributos de la fortaleza. Por ello, los temas de construcción no pueden serle ajenos, especialmente los

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relacionados con las murallas, el conjunto más destacado de todo el proceso que comporta la fortificación. A este respecto, Vegecio se inclina por las murallas angulares en detrimento de las circulares. Los criterios operativos no distan de los designados por Vitruvio, aunque sí la solución formal, diametralmente opuesta. En cuanto al desarrollo que permite erigirlas, encontramos una muy breve alusión al tema: “El modo de terraplenear una muralla para su mayor solidez consiste en levantar dos muros paralelos, dejando entre ellos un intervalo de veinte pies. Despues se terraplena con la tierra, que se saca del foso, apisonandola mucho. No han de tener igual altura los dos muros: el primero debe ser más alto, y el segundo, que es el interior, más bajo; de manera que con la tierra, que se terraplene, han de formar por la parte interior de la Plaza una rampa suave, para que por ella puedan subir los soldados sin mucho trabajo a la defensa de la plaza (...)”. (pág. 219).

Se trata de una descripción bastante precisa: la muralla se alza por un muro de dos hojas cuya cámara se rellena con la tierra extraída del foso, siendo la primera hoja de mayor altura con el propósito de servir como una protección consistente. La tierra extraída del foso también ha de utilizarse en la creación de la rampa interior. Se advierte de este modo el sistema eco-sostenible denominado “autopréstamo”, que consiste en reutilizar en rellenos el volumen de tierra extraído en una excavación.

En la obra de Vegecio tampoco faltan alusiones a las máquinas de guerra, todas ellas previas a la aparición de la pólvora. Se cita además una máquina para levantar pesos, cuyas consideraciones (al igual que

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ocurre con Vitruvio) se limitan a una mirada puramente descriptiva, sin entrar en aspectos mecánicos.

En definitiva, Vegecio personifica, ante todo, una reveladora autoridad del pasado, especialmente en los temas relacionados con la disciplina militar y la estructura y composición de los ejércitos. Desde el punto de vista arquitectónico, se muestra de acuerdo con las reflexiones de Vitruvio. En contraposición, no podemos afirmar que Vegecio abogue por Vitruvio.

El legado de ambos fluye hasta hacernos comprender que sus apreciaciones concuerdan formando parte de la expresión colectiva de su tiempo. Por este motivo, serán releídos con vehemencia tan pronto como se despierte el interés por el mundo clásico antiguo.

1.3. La fortificación medieval 1.3.1. Artes liberales y mecánicas Lejos de tacharse de una “edad oscurantista”, la Edad Media merece recordarse como una etapa en la que se especula sobre muchos de los principios del mundo griego o romano, así como de la rica y compleja cultura árabe. A través de copias manuscritas, las ideas, las teorías y los conceptos rebrotaban por Europa, con su consiguiente, inevitable y paulatina evolución.

En aras de llevar a término un reconocimiento adecuado, he creído pertinente analizar algunas teorías recientes, particularmente útiles para entender la transición epistemológica que converge hacia el Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Renacimiento, sin dejar de prestar especial atención a todo lo relativo a la fortificación. Contrastar las diferentes apreciaciones en este ámbio se ha hecho prácticamente imposible. En su defecto, se ha revisado las opiniones de varios autores contemporáneos sobre el tema que me ocupa.

Pensemos primero en el ejercicio de la fortificación medieval. Sobre castillos y recintos amurallados de villas se ha escrito mucho, pero resulta difícil otorgar a las construcciones europeas un tratamiento general. Para los constructores de fortificaciones de la época, deslumbrados por la figura de aquéllos dedicados a la construcción de catedrales, la geometría basaba el fundamento de su actividad (tal como lo será para los renacentistas) pero no llegó a afirmarse como un razonamiento a priori, sino más bien como una pieza más del engranaje de sus saberes. De hecho, no se especuló teóricamente sobre ella, como tampoco se dejó constancia escrita de procedimientos constructivos. Esta información se guardaba celosamente para garantizar la perpetuidad del oficio, dentro de un gremio de acceso altamente restringido.

El protocolo de actuación asumido por el constructor de fortificaciones medievales no se sustentaba únicamente en sus habilidades. El conocimiento consistía en un único ente, imposible de disociar

en

otras

categorías. Presumiblemente

existía

reglas

jerarquizadas dentro de la materialización del proyecto, pero no se manifestaban ajenas a su contexto o, al menos, no se dejó constancia por escrito en este sentido.

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Sabemos que durante la Edad Media, la obra de Aristóteles fue divulganda por Europa a medida que aumentaba la necesidad de establecer una clasificación ordenada del conocimiento. Aristóteles había hecho ya una sistematización de los saberes en tres grupos: teóricos, prácticos y poéticos, división que habría de mantenerse hasta mediados del siglo XII y que llegaría a San Agustín.

A mediados del siglo XIII, Alberto Magno I y Vincent de Beauvais (examinado ya en el tratado de Vegecio a través de su obra Speculum Maius) aportaron las conclusiones que relata Santo Tomás de Aquino, discípulo del primero. Dichas teorías buscaban acomodar a sus esquemas las llamadas “artes liberales”: gramática, dialéctica y retórica (el trivium) y aritmética, geometría, astronomía y música (el quadrivium). Las artes mecánicas por su parte eran aquellas actividades en las cuales se aplicaban teoremas geométricos de la ciencia de la mecánica para su proyección mental o física (instrumentos o máquinas).

Hacia el siglo XV la tipificación del conocimiento ya había tomado dos formas básicas, ambas derivadas del mundo antiguo7. La tradición latina estaba representada en Hug de Saint Victor, cuya obra Disdacalion, había sido escrita en el 1141. Hug dividía toda la filosofía en cuatro categorías del discernimiento: teoría, práctica, mecánica y lógica. Bajo el juicio teórico se hallaba la teología, la física y las matemáticas. De esta última dependía el llamado quadrivium medieval: la aritmética, la música, la geometría y la astronomía. 7

AAVV, “Renaissance treatises of military architecture and the science of mechanics”. Referencia a Catherine Wilkinson en 1988. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Bajo la noción de la mecánica se distinguía la elaboración de tejidos, el comercio, la agricultura, la medicina, el teatro y el armamento, que contemplaba tanto la astucia que se empleaba en la batalla como la construcción de armas y máquinas de guerra. En su ordenación, las matemáticas y el armamento pertenecen a esferas distintas del saber, y la fortificación se sitúa más próxima a las ciencias de la mecánica que a las de las matemáticas.

Un breve texto del libro de Guido Ubaldo Marchese, Mechanicorum liber (Pesaro, 1577), expresa claramente esta posición: “El arte de la fortificación de palacios, plazas y su defensa, la cual puede ser llamada Arquitectura Militar, es una profesión mecánica, ya que mediante bastiones y barricadas y otras protecciones, un hombre con unos pocos soldados intenta oponerse a distintos tipos de máquinas e instrumentos y mantener su ventaja”. (págs. 242 y 249).8

Parece evidente que el esquema vitruviano, en el que la mecánica, la construcción y la gnómonica forman parte de la Arquitectura, se ha transformado. El rol se invierte en el caso de la Arquitectura Militar, cuyo edificio o recinto fortificado puede considerarse una máquina desde el punto de vista de la mecánica.

La alternativa a esta clasificación fue razonada por Domingo Gundisalvo9, quien en su De divisione philosophiae, escrita hacia el 8

Cita de Catherine Wilkinson –Nota superior– Pág. 469 Gundisalvo consta como una figura crucial del siglo XII, como uno de los primeros latinos que recibieron la influencia directa de las obras de filósofos musulmanes y judíos: es ésta la primera y más extensa de sus obras originales, casi literalmente plagiada por Vincent de Beauvois en 9

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1150, fragmenta la ciencia en divina y humana. En esta categorización, la ciencia humana se subdivide, a su vez, en ciencia de la elocuencia, ciencia media y ciencia de la sabiduría, diferenciándose en la última la teoría de la práctica: “Pues una es la parte de la filosofía que permite conocer lo que debe hacerse y ésta se llama práctica; y otra es la que permite conocer lo que debe comprenderse y ésta es teórica; así pues una está en el intelecto, la otra en el efecto; una consiste sólo en el conocimiento de la mente, la otra en la ejecución de la obra”.10

La física, las matemáticas y la teología componían las tres ciencias teóricas. Las matemáticas agrupaban a la aritmética, la geometría, la música, la astronomía, la óptica, la ciencia de los pesos (ponderibus) y la ciencia de los ingenios (ingeniis). Ingeniis contenía la albañilería, la carpintería, y la construcción de máquinas e instrumentos. En este caso, la conexión entre las matemáticas y las máquinas de guerra se vuelve mucho más próxima. La incorporación de la ciencia de los ingenios en el saber doctrinal supone la gran innovación de esta teoría.

Nos encontramos pues, ante una doble segmentación que habría de ser heredada por el Renacimiento, en la que además de tratar de descifrar la labor del ingeniero, se esclarece que la fortificación, asumida casi de la misma manera por Vitruvio y por Vegecio durante la antigüedad clásica, pese a las sustanciales diferencias entre ambos, fue tratada parte de su Speculum doctrinale. La obra de Gundisalvo es una traducción comentada de De scientiis, de Al-Farabi. 10 Gundisalvo, Domingo, De divisione philosophiae, Ed. Baur, págs. 11, 1418. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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separadamente de la llamada arquitectura civil. Podríamos incluso afirmar que los baluartes fueron ignorados por muchos de los principales autores: Serlio, Palladio, De L’Orme. La fortificación pertenecía en el siglo XV tanto al dominio de la arquitectura como al de los constructores de máquinas, o a ninguno de ellos. Los primeros que escriben sobre fortificación provienen de disciplinas distintas: algunos son matemáticos (Stevin), otros son artistas (Durero), eruditos (Maggi), y no faltan diletantes o políticos. Pero tal jerarquización no desaparece con el mundo medieval: la hemos encontrado también en un tratado de fortificación español de la segunda mitad del siglo XVII, escrito por Andrés Dávila Heredia11, quien realza la importancia de las matemáticas como herramienta del arquitecto militar, entendidas así: “Matemática no es otra cosa, sino Ciencia de este mundo visible, en las partes y accidentes (...). Las matemáticas no tratan sino de las causas y efectos que perfeccionan el mundo (...)”.12

Para Dávila, las matemáticas se aglutinan en siete parcelas: la numérica, la aritmética, la geometría, la perspectiva, la cosmografía, la Matemática adoptiva (ciencia de los pesos), y finalmente la

11

Andrés Dávila Heredia: Plazas fortificadas del ducado que era de Lorena, con un tratado de Geometría práctica para trazar figuras regulares necesarias para el uso de las Artes, con unas advertencias tocantes a los Vientos y distribución de las Aguas..., sin lugar, sin imprenta, 1672? Dávila Heredia es también autor de Descripción de las plazas de Picardía que confinan los estados de Flandes..., Madrid, sin imprenta, 1672, y Clabel Geométrico de medidas, útil y necesario a todos los artífices..., Valencia, sin imprenta, 1669. 12

Dávila Heredia, Andrés, Plazas fortificadas en el Ducado que era de Lorena, sin lugar, sin imprenta, 1672?, pág. 25. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“Maquinaria, o Arquitectónica, la cual es un arte práctica de acomodar y poner en orden todas las fortificaciones necesarias para la defensa de las Plazas”.

En tal estado de indefinición respecto a su origen se encuentra la Arquitectura Militar desde los inicios del Renacimiento. Y destacar este aspecto resulta muy relevante, pues explica el afán y la necesidad de sus principales autores por fundar una autonomía disciplinar, por generar un cuerpo teórico propio. Ésa es la génesis que intentaré razonar.

1.3.2. Manuscritos medievales y pre-renacentistas

Es sabido que los primeros libros impresos en Europa aparecieron hacia 1448 en la región alemana de Maguncia, presumiblemente en el taller de Johann Gutemberg, “padre” de la impresión con tipos movibles. Sin embargo, con anterioridad a tal invento se hicieron innumerables copias manuscritas de todo tipo de tratados, englobando también aquellos que versaban sobre el arte militar. Así se aseguraba, por una parte, la vigencia de las tradiciones militares clásicas (en especial romanas) y, por otra, se alimentaba opiniones y teorías acerca de la guerra y la construcción de murallas.

Para la arquitectura, el manuscrito de Villard de Honnecourt (datado en el 1230), pervive como el más valorado documento medieval, aunque las leyendas que despiertan sus ilustraciones, descritas casi con seguridad por sus colaboradores y comentaristas, restan importancia al texto, superado ampliamente por sus imágenes. Tales representaciones dan cuenta de muchas de las particularidades de la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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construcción de catedrales, pero también atestiguan la enorme dedicación que un constructor medieval debía destinar en mecánica.

Algunos historiadores no dudan en emplear el término ingeniero medieval, refiriéndose a los que se han preocupado por el diseño de las máquinas de su tratado: una sierra hidráulica, otra para cortar pilotes hincados en el agua, un gato (o cric) para levantar pesos, e inclusive modelos rudimentarios de “autómatas”, máquinas que avivaron un enorme interés durante el medioevo. Pese a todo, la obra de Villard enuncia un fragmentario “estado de la cuestión” medieval que carece de aportaciones teóricas capaces de dinamizar los temas de los que se ocupa.

Aparte de este caso -el de Villard-, que en los últimos años ha gozado de una merecida difusión, son muy pocos los estudios actuales que se han centrado en esas obras primigenias de arquitectura e ingeniería. Destaca aisladamente el trabajo del italiano Carlo Promis, Biografie di ingegneri militari italiani dal secolo XIV alla metà del XVIII, aparecido en Turín en 1874 y traducido rápidamente al francés y de éste al castellano por el militar José Aparicio (1882). En él, se enumeran una buena cantidad de autores pertenecientes a la tardía Edad Media, auténticos predecesores de los modernos tratados de fortificación, en los cuales se reconoce la huella inequívoca de Vitruvio y Vegecio.

Entre los autores militares anteriores al 1400, y reconocidos como tal, encontramos algunos cuyos nombres surgen con frecuencia. El más antiguo sería el de Egidio Colona (¿1247-1316?), autor de De regimine principum libri tre, cuya tercera parte alude al arte militar. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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También trata de armas y máquinas de asalto, aunque esbozando escasas recomendaciones sobre la adecuada construcción de murallas para evitar sobre ellas los efectos de las armas. Se trata de una obra muy difundida en Europa mediante copias manuscritas e impresas (éstas desde 1482, conteniendo una edición hecha en dialecto lemosin, en época desconocida e impresa en folio en Barcelona en el año de 1594).

Guido da Vigevano (¿1270-?) encarna otro personaje destacado, autor de Thesaurus Regis Franciae acquistionis terrae Santae, conocida sólo por citas que de ella se hacen y por una copia manuscrita conservada en la Biblioteca Real de París (también existe una copia en la Biblioteca de Turín). Dividida en dos libros y trece capítulos, en ella se explican diversos tipos de máquinas de guerra empleadas durante el medioevo y propone nuevas y propias invenciones. En este manuscrito se prefiguran los tratados de los verdaderos ingenieros renacentistas, declarándose un nexo indiscutible entre sus obras y las medievales, donde sobresale su gran fascinación por la actividad técnica y la búsqueda de razonamientos científicos.

No extento de interés es el caso de Cristina da Pizzano (¿13641415?), la única mujer a la que se le atribuye haber escrito un tratado militar, Le livre des faits d’armes et de Chevaliere, que Promis considera como una traducción y ampliación de Vegecio: un “completo manual militar” que expone las leyes de la guerra basadas en el honor, además de recursos tácticos y estratégicos.

Tampoco podemos ignorar a Bartolomeo Carusi (1345? -Tractatus de re belica-), Paolo Santini (1450? -manuscrito en francés-), Lampo Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Birago (1454? -Strategicon versus Turcos-), Orso Orsini (1476? Trattato del goberno e exercitio della militia-), y Antonio Cornazzano (1431? -Opera Bellisima de l’arte militare-), autor de la primera obra militar escrita en verso. De Il Taccola (1381-1453?), se conoce un extenso manuscrito, De machinis libri X, acerca de la construcción de maquinaria. La obra la componen varios volúmenes de dibujos que influirían notablemente en el trabajo de Francesco di Giorgio, y que podría ser el primero en introducir la descripción de minas explosivas subterráneas.

Esta lista se extendería mucho más si se circunscribiera a ella los numerosos manuscritos que, sin tener la fortificación como tema central, la insinúan como una necesidad dentro de sus discursos de carácter político. Una vez más, el común denominador de todos estos escritos sigue siendo la referencia constante a la obra de Vitruvio y de Vegecio.

1.3.3. Leonardo da Vinci como Arquitecto Militar

La figura de Leonardo (1452-1513) no puede dejarse de lado en el momento de esbozar estos antecedentes a los tratados militares del Renacimiento. De Leonardo (Ingeniero Militar) se conocen muchísimos esquemas y croquis, que envuelven, además de los muy difundidos sobre anatomía e ingenios mecánicos, otros donde explora asuntos relacionados con el disparo de proyectiles y el trazado de obras de fortificación.

El interés de Leonardo por la Arquitectura Militar se prueba, en una primera instancia, a través de sus cartas dirigidas a César Borgia. Sus Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Fuentes acerca de la fortificación, (que le llevarán también al diseño de máquinas de asalto y al estudio del comportamiento de los hombres en el campo de batalla), estarían fundamentadas en Vegecio y Vitruvio, y con seguridad conocía el trabajo de Alberti y Francesco de Giorgio. Las verdaderas innovaciones de Leonardo convergen hacia el campo de la artillería. La importancia de Leonardo en la Arquitectura Militar se hace tanto más difícil de sustentar en la medida en que no se conoce prácticamente ninguna obra construída que se le pueda atribuir, ni tan siquiera como consecuencia de alguno de sus proyectos.

El manuscrito Códice Atlántico de Leonardo (1452-1513), uno de los más estudiados, no parece advertir información alguna sobre la Arquitectura Militar de manera sistemática. Sus temas discurren acerca de la manera de construir puentes ligeros y portátiles, el modo de sacar agua de los fosos, la construcción de bombardas, la excavación de minas subterráneas, la fabricación de carros cubiertos, así como de algunas tácticas de guerra naval. Contiene, eso sí, varios dibujos en los que profundiza sobre las formas y dimensiones de la fortificación: cuadrados, círculos y rombos. En cualquier caso, no implanta una doctrina donde se exponga de forma ordenada recomendaciones acerca de cómo ha de acometerse la construcción de las fortificaciones. La mera interpretación de los dibujos puede resultar insuficiente.

Leonardo no sólo estaba preocupado por la forma, sino por la realización material de las obras de fortificación. El hecho de que sus primeros estudios acerca de la Arquitectura Militar sean coetáneos con los proyectos que realiza para el Duomo de Milán (1487-1490), donde Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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sus anhelos se concentran en la distribución de las cargas y su transmisión al terreno a través de los cuatro pilares del crucero, le inducen a pensar que el interés por la técnica constructiva y los problemas estructurales merecen una especial atención.

Predominan también sus dibujos de las nervaduras de la cúpula, factible mediante el ensamblaje de bloques de piedra. Ese afán por el conocimiento de la materia se extiende a sus esquemas de plazas bastionadas, y presume que éste comprendía las posibilidades de realización del edificio a partir de materiales y técnicas comunes en su época. En este sentido, una de sus reseñas más elocuentes narra cómo reforzar los muros mediante arcos, con el fin de repartir lateralmente los empujes verticales. “Que los arcos sean alternados dentro del espesor del muro, para que todas sus bases no se apoyen en un mismo pilar, sino más bien sobre varios, de manera que si las bombardas rompen uno de esos pilares, los arcos no se derrumben”.13

Esta sólida descripción se presentará continuamente en posteriores tratados que, más que un aporte tecnológico de Leonardo, modula una expresión usada en la construcción tradicional de fortificaciones en su época. Los dibujos que él hace de obras de fortificación han de entenderse, pues, como parte de una exploración personal que justifique de manera “científica” las sentencias de la forma, basadas además en la tradición constructiva de su lugar y de su época. Los dibujos nos muestran “proyectos potenciales” cuya expresión final se

13

Citado por Pietro MARANI (AAVV, 1987), pág. 307.

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debate entre una geometría circular heredada de la tradición medieval y los inéditos contornos propias de los baluartes.

Leonardo DA VINCI: Códice Atlántico. (1452-1513) Fragmento del folio 148r, que muestra el prototipo de una ballesta de dimensiones colosales.

El estudio que Leonardo efectúa de la balística, le sirve para reflexionar sobre la manera de contrarrestar el efecto de las balas sobre los muros. Los dibujos y notas del folio 82v del Manuscrito M de París ejemplifican dos cortinas defensivas formadas por varios salientes triangulares con muros de fuerte inclinación. El Manuscrito L de París y el Códice Atlántico, frecuentan algunas de estas formas, que se convierten poco a poco en esquemas circulares que, a su juicio, resuelven mejor algunos aspectos prácticos de su construcción. Para ello introduce “arcos horizontales” capaces de soportar el impacto de

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los proyectiles, hechos de bloques de piedra especialmente tallados. Las consideraciones que brotan de un razonamiento asentado en la mecánica se contraponen a las sugerencias que plantea la nueva táctica defensiva.

En el caso de Leonardo, lo realmente importante (más allá de la excepcional calidad gráfica de sus dibujos), radica en la fascinación que el tema despierta en él, al que se le ha reconocido la genial trascendencia de su procedimiento cognoscitivo. A partir de la observación de los fenómenos y de su posterior manipulación controlada y reducida, es posible formular una causa primera que los explique.

Sus tesis gravitan en principios demostrables. Estamos frente a una estructura de razonamiento que indaga la superación del peso de la tradición, sin negarla, para acertar la justificación de los hechos y las formas con la ayuda de la mecánica y las técnicas constructivas.

No podemos afirmar que Leonardo irradiase una nueva luz interpretativa sobre la fortificación en el siglo XVI pero, innegablemente, con él nos encontramos ante una actitud distinta a la hora de explicar el origen de los hechos, talante que poco a poco se irá abriendo paso en el mundo renacentista.

1.3.4. Los primeros tratados impresos

Antes de hacer un estudio de aquellos tratados consagrados casi en su integridad a la Arquitectura Militar, y una vez reconocido el panorama Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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de inquietudes y respuestas planteadas en los siglos XII al XIV, es preciso dejar constancia de las características y contenidos presentes en las primeras obras impresas en Europa que giraron alrededor del tema de la fortificación. Dejando -momentáneamente- de lado a Alberti (cuya obra merece un tratamiento especial, dado que se mueve también en el plano de la Arquitectura Civil y su aportación es de mayor complejidad) destacan dos autores italianos: Roberto Valtuario y Niccolò Tartaglia, separados entre sí no sólo por medio siglo de diferencia, sino por la fuerte presencia del alemán Alberto Durero.

Roberto Valtuario ha sido referenciado por varios autores contemporáneos14, y su tratado lo hemos podido consultar a través del ejemplar que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, siendo el más antiguo de los leídos en su impresión original. A Valtuario (Rimini, 1413-¿?1483) se le ha considerado un humanista; un técnico y practicante, con evidentes nexos entre su obra y el manuscrito de Il Taccola. Su obra, De re militari libri XII, consiste en una recopilación de las técnicas militares clásicas reuniendo para ello a varios autores. Terminado hacia el 1453, su primera impresión se hizo en Verona en 1472, a la que le siguieron sucesivas reimpresiones15.

Dividido en XII libros, trata inicialmente de los orígenes del arte militar y recalca la importancia que sobre él tiene el conocimiento de la historia, la filosofía y la astronomía. Aunque también incluye ilustraciones de máquinas de asedio antiguas y modernas, una característica esencial es que tempranamente incluye en el libro II un vocabulario militar. A partir del libro IV se centra en los atributos que 14 15

Por Aparacio (1882), De la Croix (1963) y Kruft (1990) La edicion consultada corrisponde a la hecha en Paris, 1534

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han de tener los soldados, y los motivos o circunstancias que deben darse para iniciar una confrontación militar. Los tres últimos libros se ocupan de las prácticas de la guerra incluyendo las marítimas y reflexiones sobre la derrota y el triunfo.

Por su parte, Niccolò Tartaglia (1500-?) no era militar. Sus tratados impresos Nova Scientia (1536) y Quesiti et inventioni diverse (1537) tampoco persiguen el rigor en la teoría de la guerra, pero a él se le atribuye principios matemáticos sobre balística. Este hallazgo le permitió sugerir cambios importantes en las obras de fortificación, que se tendrían muy en cuenta por quienes harían las trazas de plazas fortificadas durante el siglo XVI. El segundo de sus libros, Quesiti, impreso por primera vez en Venecia en una fecha que algunos ponen en 1537 y otros en 1546, plantea en forma de diálogo temas tales como la artillería, las matemáticas, la mecánica, y deja para el cuarto libro la fortificación. Escribe Tartaglia: “Io dico che a fortificare una città vi occorre la materie e la forma, che lo ingegno dell’huomo se approva per la forma delle sua mura, e non per la grossezza de quelle”.16

Esta frase, a primera vista, jerarquiza las propiedades de la forma sobre las de la materia, pero también se puede entender como expresión de la independencia de los hechos físicos frente a la conciencia del hombre, cuyo empeño se debe poner en el diseño, en la traza más precisa y en función de las propiedades de la materia. Para

16

“Yo digo que para fortificar una ciudad se necesitan la materia y la forma, que el ingenio del hombre se pone a prueba por la forma de sus muros y no por el grueso de ellas”. (pág.140). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Tartaglia, un hombre formado en la observación de la naturaleza y en la lógica matemática, la verdad proviene de demostraciones numéricas.

Después de Tartaglia, cuyo libro se convirtió en un manual con datos fundamentales sobre balística en la construcción de fortificaciones, surgen algunos autores menores, con una influencia más bien limitada y con contenidos recapitulatorios de ideas ya expuestas. Éstos son: Antonio Cornazzano (Opera bellissima de l’arte militare, 1493), Giovan Battista Della Valle Di Venafro (Vallo, Libro continente appartenentie ad Capitani, 1521), Nicolás Maquiavelo (Arte della guerra, 1521) y Enrico Rivio (L’architecture delle fabrica, 1547). Si la primera mitad del siglo XVI es parca en la impresión de tratados de fortificación, a partir de 1550 se produce en Italia una verdadera avalancha de publicaciones, acometidas en su mayoría tras una febril actividad constructora, donde los diferentes modelos teóricos se llevan a la práctica, en especial en la parte norte de la península, acosada por ejércitos centroeuropeos. Algunos de estos nuevos autores los estudiaré más adelante.

1.3.5. Durero o el último Tratado de Fortificación Antigua

El tratado de Durero, Etliche underricht, zu befestigung der Stett constituye, en un sentido estricto, el primer tratado dedicado exclusivamente al ámbito de las fortificaciones. Artista, pintor y arquitecto, Durero presidió con seguridad la construcción de una parte de las fortalezas de Nuremberg, aunque su interés por el tema de la fortificación habría nacido probablemente más de los encargos de la

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nobleza alemana que de un verdadero entusiasmo por la práctica militar.

El análisis de la historiografía contemporánea nos muestra a un Durero más preocupado por la formalización de un ideal de fortaleza y de ciudad, que por conocer los medios para optimizar el empleo de la materia en las plazas fortificadas. Por el contrario, se puede ver el tratadista alemán, no sólo como un teórico, sino también como un autor capaz de proponer una forma geométrica eficaz desde un punto de vista constructivo.

Durero emplea figuras geométricas básicas en sus propuestas de fortificación. Para reforzar el frente de una plaza sugiere la presencia de unos salientes de planta circular, que se pueden interpretar como formas que se hallan entre las torres medievales y los bastiones modernos. Su característica principal es el gran volumen y su carácter eminentemente macizo, compuesto por muros concéntricos dotados de contrafuertes transversales. Exhibe además en su perímetro las salidas para las baterías de cañones (troneras), tanto en su base como en su parte más alta.

De los difusos esquemas que Durero incluye en su trabajo, hay una magnífica síntesis para explicar su propuesta constructiva. Los muros concéntricos que componen el macizo interior, hechos alternadamente de piedra y ladrillo, están todos inclinados de manera radial hacia un centro común que se encuentra en la prolongación del eje E; las hiladas de la mampostería son perpendiculares a dichas líneas radiales, formando un ángulo con el horizonte que se hace mayor a medida que aumenta el radio del baluarte. Además, Durero explica los detalles Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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necesarios para hacer “habitable” el bastión: circulaciones, desfogues, troneras, etcétera.

Alberto DURERO: Etliche underricht, zu befestigung der Stett. (1527) Interpretación de Viollet-le-Duc de la propuesta de sus bastiones en Dictionaire raisonné de l'architecture française. (1858/75). Arriba: sección de la conformación de los muros concéntricos en mampostería y albañilería / Abajo: alzado de los arcos de descarga, cubriendo las cañoneras. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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¿Qué consigue Durero con esta forma de construir? Desde luego, que “todas las partes concurran a apoyarse sobre los contrafuertes que están a uno y otro lado del muro central, que es excelente para resistir a la artillería”17. Una explicación sencilla se encuentra por la descomposición gráfica de las fuerzas presentes en las hiladas inclinadas del muro de mampostería. La componente horizontal sirve para contrarrestar el empuje hacia afuera de la gran masa, a la vez que los sillares se exponen a la artillería enemiga de manera no frontal. En la descripción de Durero también están presentes los arcos de descarga que se construyen en el muro exterior de las fortalezas, ya descritos por Leonardo, y con los que robustece la parte superior de las troneras. En otra parte de su obra, el alemán se dedica a bosquejar una utopía de Estado, en la que la fortificación es, ante todo, el punto de partida para exponer una estructura social a través de una concepción espacial.

Si observamos la obra de Durero, bajo la óptica de la respuesta formal, nos encontramos ante uno de los últimos tratados ligados a la tradición medieval, que recurre a las formas circulares como las óptimas para asegurar la defensa de la plaza. Si, por el contrario, entendemos la ligazón que el autor crea entre una geometría preconcebida y una respuesta constructiva propia, se trata de alguien que sigue la tradición de Leonardo a favor de una formulación teórica capaz de demostrar la validez de sus propuestas. Son éstas las primeras muestras de una jerarquización de los conocimientos técnicos: la propuesta se expresa en el papel, se vale de dibujos y de razonamientos

17

DURERO (1527): pág. 18 de la edición francesa traducida por Ratheau (París, 1870), citado por VÉRIN (1993), pág. 149: L’idée est que “toutes les parties viennent donc s’appuyer contre des contreforts du cotê du mur central, ce qui est excellent pour résister à l’artillerie”. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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abstractos amparados en observaciones generales. La forma resulta no ya de una precisión puramente geométrica o de consideraciones míticas alrededor de la geometría y el número, sino también del comportamiento de las fuerzas actuantes y resistentes, en busca de la estabilidad del conjunto.

1.4. Alberti, la fortificación como sistema constructivo

El libro de Alberti (1404-1472), De re aedificatoria, aparece por primera vez impreso en 1485, trece años después de su muerte y tras más de treinta años de su redacción. En él, el pensamiento vitruviano se ve modificado, reelaborado, si se prefiere, inclusive en su contribución a la Arquitectura Militar, cuyo aporte se ha infravalorado.

Alberti otorga al conocimiento de las razones de la construcción una

decisiva

influencia

en

la

generación

de

la

forma

arquitectónica. A lo largo de los diez libros en que se divide, los contenidos de construcción se diversifican en varios capítulos, desarrollando una visión global y ofreciendo comentarios personales durante la exposición de sus ideas. Sin embargo, y para ventaja nuestra, es muy exhaustivo sobre edificios que requieren de unas soluciones particulares. Para el caso de las fortificaciones, tales contenidos se concentran en los capítulos IV y V del Libro IV (Sobre las obras de uso público) y en los también capítulos IV y V del Libro V (Sobre las obras de uso restringido). Los temas que considera son: murallas defensivas (capítulo IV del libro IV), calzadas militares (capítulo V del libro IV), atributos de las plazas fortificadas (capítulo IV del libro V) y puestos de guardia (capítulo V del libro V). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Alberti se apoya tanto en Vitruvio como en los textos clásicos latinos versados sobre el arte de la guerra, entre los que están los de Vegecio18. Una primera lectura de las páginas que abordan las murallas permite entrever una clara influencia vitruviana en cuanto a la descripción de los procesos de la edificación: “Pero vuelvo a las murallas. Sobre su construcción los antiguos aconsejan lo siguiente: se fabricarán dos muros, uno dentro de otro, con un intervalo de veinte pies, añádase entremedias la tierra extraída de los fosos y apisónesela con las mazas... Dicen otros: echa la tierra extraída del foso alrededor de la ciudad, a modo de terraplén, y levanta un solo muro desde el fondo mismo del foso, de un espesor tal que baste para soportar con harta holgura la fuerza de la tierra que carga sobre él”. (págs. 179, 180).

Recomienda además la previsión de un espacio para recibir los escombros de los muros producidos por el embate de los proyectiles y el empleo de contrafuertes distanciados entre sí diez codos, levantados sobre una base triangular, con uno de los ángulos orientado hacia los enemigos, y unidos entre sí con arcos, de tal manera que los espacios vacíos entre ellos se llenen con arcilla amasada con paja. De hecho, la plasticidad de la arcilla se convierte en elemento importante para contrarrestar las acciones sobre las murallas.

18

En la versión consultada se encuentran dos citas de este autor militar romano: la primera acerca de la época propicia para cortar los árboles de los que se han de extraer maderas para las construcciones; la segunda sobre la disposición de las murallas.

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A diferencia de Vitruvio, la alusión a los cimientos estará en páginas posteriores, cuando describe los atributos de una fortaleza, dotada con una base sólida y de piedras muy grandes. En cuanto a la geometría del baluarte, la posición asumida por Alberti no es clara, afirmando: “Y hay quienes piensan que el muro más seguro contra los ingenios de proyectiles es el que tiene un trazado tal que se asemeja a los dientes de una sierra”. (pág. 181).

Estas palabras pueden razonarse como un alegato en pro de la construcción de baluartes, pero pocas líneas más adelante indica: “Y al muro hay que adosar torres cada cincuenta codos, a modo de contrafuertes, sobresaliendo del muro con una parte frontal en círculo y más alta que el propio muro”. (pág. 181).

Esta anotación sugiere una evidente continuación de las formas medievales y de las ya designadas por Vitruvio y Vegecio. Pero si estas dos líneas pueden parecer contradictorias en cuanto a la forma, son esclarecedoras en cuanto a que Alberti está comprendiendo las murallas como un sistema. Aunque la clasificación de los elementos que las componen (muros, contrafuertes, torres) proceden de la ya empleada por Vitruvio, aquéllos no son ya considerados como elementos aislados, sino que obedecen a un todo. Las torres se adosan a la manera de contrafuertes, y estos también pueden adoptar otra forma, pero su función se vincula a la muralla, la que a su vez podría adoptar una geometría angular. La relación denota también funcionalidad, el muro es defendido por las torres y las torres se defienden entre sí.

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Esta concepción, que imagina el conjunto como algo más que la mera adición de componentes aislados, implicará un cambio sustancial en el desarrollo post-renacentista de la fortificación. Sin duda, esta idea resume la gran aportación de Alberti, a pesar del peso que sobre sus ideas infunden las fuentes clásicas del mundo romano.

Cuando narra más detenidamente aspectos sobre el trazado de la fortaleza (capítulo IV del Libro V), define como el más apropiado aquél en que todos sus muros estén unidos con forma de “O”, inscrita en unas enormes “C”. Supera la tradición medieval de unos muros altos en favor de otros bajos e inclinados, y recomienda la presencia de un foso. Otra característica importante del tratado de Alberti, que atañe a su visión de la Arquitectura Civil y Militar, es el hecho de que proyecto y construcción están

íntimamente

ligados

en

sus

apreciaciones: la idea tiene una clara dimensión tecnológica. Tal disociación se hará también manifiesta a partir de aquí en tratados posteriores. Ya en el prólogo, al reflexionar sobre las cualidades que debe reunir el arquitecto, separa claramente el ejercicio práctico de la reflexión proyectual sin desconocer su estrecha relación: “La mano de un obrero le sirve de herramienta al arquitecto. Yo por mi parte voy a convenir que el arquitecto será aquel que con un método y un procedimiento determinados y dignos de admiración haya estudiado el modo de proyectar en teoría y también de llevar en la práctica cualquier obra”. (pág. 57).

El uso no sólo condiciona claramente el proyecto sino su especificidad en cuanto a materiales y dimensionales:

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“En definitiva, sea cual sea el tipo de contorno que consideres mejor, opina Vegecio que cubrirás las necesidades inmediatas si construyes las murallas de un espesor tal que no estorben a los soldados, si las levantas a una altura tal que no les sea posible el asalto por medio de escalas, si les das solidez por medio de cal y un aparejo tal que resistan el ariete y los ingenios bélicos”. (pág. 179).

Pero tampoco desconoce el valor estético, constructivo y funcional de algunos otros elementos: “A las torres y a los muros las cornisas les sirven de adorno, les proporcionan solidez mediante la ligazón que suponen e impiden que se fijen las escaleras”. (pág. 181).

Inusual importancia le da Alberti a las calzadas militares y, en su explicación, se apoya firmemente en la tradición de los ejércitos romanos, para quienes las vías de acceso jugaban un importante papel estratégico. Referencias tan explícitas sólo las volveremos a encontrar en la obra de Gautier (Traité de la construction des chemins, París, 1778), que estipula sus dimensiones a partir del uso y las normas que garantizan su adecuada función.

En el capítulo V del Libro V encontramos, tal vez, la más remota mención escrita sobre las cubiertas a prueba de proyectiles. Alberti propone un techo inclinado, a dos aguas, reforzado con una sólida estructura realizada con vigas compactas recubiertas con trozos de tierra cocida o piedra pómez. Además indica cómo evacuar el agua interior.

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Alberti excluye la mecánica en su exposición. Los llamados ingenios, ya examinados, que eran motivo de reflexión para muchos de los interesados en la arquitectura y en las fortificaciones, no despiertan la inquietud de este autor, más preocupado por la delimitación de la figura del arquitecto.

A Alberti se le puede considerar el eje que articula perfectamente la fortificación antigua y la moderna. En él, la tradición romana expresada por Vitruvio y Vegecio, aúna los cambios introducidos por los tímidos tratados medievales y prerenacentistas. Pero Alberti no es un ingeniero militar, la fortificación es para él un edificio más. Estamos, eso sí, ante el arquitecto humanista del Renacimiento que demuestra una necesaria implicación en lo relativo a la fortificación.

Su aportación, esto es, el entendimiento del conjunto de obras defensivas como un sistema responde, más bien, al resultado de su propia reflexión sobre la Arquitectura. En una perfecta relación y consecuencia de la obra de Vitruvio, Alberti no formula un esquema ideal o una tipología, y deja el campo libre para un volumen de libros -hasta entonces desconocidos- dedicados a la edificación de fortalezas, donde su nombre será frecuentemente citado junto al de Vitruvio.

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2. LA FORTIFICACIÓN “MODERNA” DEL SIGLO XVI

Aunque se ha afirmado hasta la saciedad que fue la introducción de la pólvora el elemento que generó un cambio radical en la construcción de fortificaciones, he creído conveniente detenerme en este hecho y entenderlo de forma un tanto más amplia con el fin de permitir entender el complejo origen de tal transformación.

A finales del siglo XV, el armamento militar estaba ya bastante avanzado, no sólo se conocía el efecto de impulsar un proyectil a lo largo de un tubo por el efecto de la pólvora sino que otras armas, como la ballesta, habían logrado un alto nivel de sofisticación. Igualmente, el arte de la guerra se transformó con la introducción de la caballería armada. Sin embargo, el efecto de los cañones en el campo de batalla era bien poco: ruido y humo. Sus grandes dimensiones y su elevado peso les hacían difíciles de transportar durante los largos trayectos que los ejércitos debían recorrer y complicaba las maniobras durante el asedio a una plaza fortificada. Realmente, fue la introducción de las cureñas19 y la reducción del tamaño mismo de los tubos, lo que les hizo elementos móviles de inmenso valor durante las acciones de guerra (los fundidores de armas de Francia y de los Países Bajos llegaron a la conclusión de que armas más pequeñas podían causar un daño muchísimo mayor si los tubos de los cañones eran lo bastante fuertes como para disparar balas de hierro

19

Tal es la definición que se les da a los carritos de madera que, montados sobre ruedas y tirados por caballos o por hombres, soportan por sus muñones a los cañones.

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y no balas de piedra. Así, la pólvora debía tener la forma de granos pequeños, permitiendo una ignición más rápida y una explosión más potente, y el nuevo cañón ser más grueso en su base y más delgado en su boca, y también, más liviano).

Tal innovación fue aplicada por las tropas francesas durante la campaña que, en 1494, llevó al rey Carlos VIII a reclamar sus derechos sobre el Reino de Nápoles: los antiguos castillos medievales italianos resultaron vulnerables al nuevo instrumento. Hasta entonces, la importancia de éstos estaba dada principalmente por la altura de sus murallas que generalmente se rodeaban por un foso. Esto bastaba para defenderse de las armas medievales de asalto y tiro, aunque no para los efectos de las minas en sus bases. El nuevo cañón, que podía transportarse fácilmente hasta las proximidades de la muralla, disparaba balas de hierro hacia su parte inferior con el fin de abrir una brecha; cuanto más alta era la muralla, más rápido se desmoronaba, de tal forma que los escombros sobre el foso producían una rampa natural usada como el acceso de los atacantes a la plaza.

No parece entonces raro que fuera la hostilizada Italia, por los efectos de los cañones, el lugar donde habrían de aparecer rápidas respuestas en el diseño de fortificaciones: ante el hecho de que los cañones causaban grandes destrozos en las murallas altas, aquellas habrían ahora de ser bajas y lograr mantener cierta distancia con el enemigo. Se explica así la aparición del bastión en ángulo saliendo de las murallas para defender simultáneamente todas las partes de la fortificación y que, a la vez, servía de plataforma para la artillería de las defensas. El criterio de valoración basado en un dominio total sobre el sitiador desde la muralla, seguía siendo tal como lo había Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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planteado Vitruvio, lo que cambiaron fueron las formas de ataque y las de respuesta.

La concepción del bastión fortificado, constituyó un acontecimiento muy importante, revolucionario y fue, posiblemente, la evolución más significativa del Renacimiento. Detrás del nacimiento de esta forma arquitectónica se esconde la creación de un nuevo modo de pensar, de una nueva mentalidad, que requiere una cultura visual en la que la representación gráfica se convierte en un instrumento del pensamiento arquitectónico (y para ello la perspectiva es una valiosa herramienta), junto a una revaloración del espacio funcional militar y una urgente búsqueda de optimización de recursos.

2.1. Los Primeros Tratados de la Escuela Italiana: 1554-1678

Las condiciones históricas y políticas hicieron de los estados italianos el sitio idóneo para que se produjera una obligada transformación de la, hasta entonces, practicada arquitectura militar. Entre 1554 fecha de la aparición impresa del libro de Giovanni Zanchi, Del modo di fortificar le citta, y 1678, con Donato Rossetti, y su obra Fortificacione a rovescio, se publican en idioma italiano alrededor de 55 libros dedicados20 a la fortificación (se excluye el tratado de Alberti y una buena cantidad de títulos que después de ser estudiados demostraron ajustarse al esquema de tratados militares).

20

Refiriéndose a lo mismo, y como fruto de su propia investigación, Hale (1977) afirma: “... seventeen works were published in Italy between 1554 and 1599...”, pág. 25.

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Posterior al libro de Rossetti se conocen solamente los trabajos en solitario de Antonio Mascambruno (Flagello Militare, 1693), G.E. Alberghetti (Compendio della fortificatione, 1694), Antonio Capra (La nueva architettura militare, 1717) y Michael Achielli (Architettura militare difensiva, 1725).

Evidentemente, tanto interés a lo largo de estos 120 años era fruto de la necesidad de dar una respuesta inmediata a un problema apremiante: al mismo tiempo se producía una febril actividad constructora que permitió una clara confrontación entre teoría y práctica. No quiero tampoco afirmar con esto que se trate de un choque entre dos concepciones distintas sino, por el contrario, de un hecho que enriqueció a la arquitectura militar en su doble vertiente.

No fueron pocos los tratadistas dedicados luego a la construcción de fortalezas, o los autores de un tratado a quienes se les encargó la dirección de una de ellas. Sobre este tema en particular hay varios estudios recientes dedicados a las obras de defensa llevadas a cabo especialmente en la región Veneta y Toscana, sobre los que simultáneamente se produció un interés por su recuperación.

2.1.1. El manuscrito de Francesco di Giorgio Martini

A pesar de tal volumen de obras impresas, uno de los textos italianos sobre arquitectura militar más citados es un manuscrito de Francesco di Giorgio Martini, redactado probablemente entre 1482 y 1495. Ha sido incluso considerado por algunos21 como el más influyente trabajo

21

De la Croix (1963) – pag. 36-37.

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de sus tiempos, sin embargo, un detenido estudio de sus contenidos nos lleva a pensar que, por el contrario, representa un progreso realmente modesto. El aporte que he de resaltar en esta Tesis Doctoral, se concentra en dos aspectos: la forma de exposición de sus contenidos y la importancia de las imágenes como soporte a las ideas que el autor expresa.

De los siete tratados que conforman su Architettura civile e militare, el Quinto trattato es el que está dedicado a la fortificación. En el primero establece unos principios comunes a la arquitectura: la importancia del emplazamiento -asunto que requiere la mayor preocupación y atención del arquitecto- el agua, el aire, los vientos, la topografía, el tipo de terreno, factores que condicionan el proyecto e inciden en la salubridad de los hombres. Como Alberti, dedica algunas páginas a los materiales de construcción: piedra, cal, arena y madera, donde demuestra un sólido conocimiento de lo que le brinda su entorno natural más próximo. El segundo tratado versa de las partes de las casas y palacios y del modo para encontrar agua; el tercero de los castillos y la ciudad; y el cuarto, de los templos, donde expone la teoría de los órdenes.

El Quinto Trattato: forme di rocche e fortezze, consta de:

- Un proemio, donde inicialmente expone su fuerte raíz aristotélica, para luego tratar sobre la aparición de nuevas máquinas de guerra y nuevas armas (las bombardas) que requieren del empleo de la pólvora. - Una segunda parte, donde expone Delle parti generali delle fortezze y las formas convenientes a los muros, habla de: los fundamentos, el

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foso, el revellín22, los torreones, el cordón, la gola23, las puertas, las torres y los puentes de acceso. - Finalmente, muestra 38 ejemplos de diferentes alternativas con las posibles soluciones ante los problemas que puede afrontar quien las proyecta.

Esta forma de exposición se basa en un esquema tripartito, en donde tras una primera declaración del autor, se describen los elementos que constituyen el sistema para, finalmente, dar paso a la presentación de ejemplos donde establece claramente que la forma circular no es la mejor para el sistema amurallado: “Che la figura circulare è conveniente a le torri e non alle mura” (pág. 430).

En cuanto a las particularidades constructivas de la fortificación, di Giorgio los centra en dos aspectos muy concretos: los fundamentos y el muro. Como Alberti -cuya obra probablemente conocía-, él entiende que ambos forman parte de un sistema solidario. Cita dos tipos de fundación mediante pilotes: clavándolos verticalmente en el suelo (caso empleado en lugares húmedos y pantanosos) y expandiendo un doble tendido horizontal hasta crear un emparrillado, a la manera de una “losa flotante” de cimentación. Su dimensión ha de ser siempre mayor a la de la base del muro, y el espesor de éste varía de acuerdo a la firmeza del terreno:

22

El revellín es una obra exterior que cubre la cortina de un fuerte y la defiende. Proyección hacia el exterior de la muralla en forma de V, comprendida entre dos baluartes. 23 La gola es un elemento de coronación de una cornisa consistente en una moldura que tiene un perfil de doble curva, formando una S mediante la unión una línea cóncava y otra convexa; también llamado cimacio. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“El muro di grossezza secondo che el terreno fusse tenace o fermo, però che quando fusse tufo24 o pietra o terreno saldo, saria bastante la grossezza di piedi 3 in 4 (...)”.25

Los treinta y ocho ejemplos gráficos de Francesco di Giorgio, han sido sin duda los aspectos más divulgados de su obra. A diferencia de los esquemas de Leonardo -considerados como bocetos de estudio que contemplan las numerosas variables que intervienen en la traza de una fortificación, incluyendo los aspectos técnicos y constructivos-, no son más que una muestra de posibles respuestas al problema que más atención demandaba en su época: qué forma debía adoptar el trazado de las obras defensivas a partir del uso del baluarte. En ellas y en sus descripciones textuales no se ofrece un procedimiento sistemático para resolver un problema y, en cambio, se contenta con exponer las ventajas generadas por la forma yuxtaponiendo, en algunos casos, antiguas estructuras medievales con el nuevo sistema que defiende. Los dibujos de Francesco di Giorgio muestran sólo formas edificadas.26

2.1.2. Los tratados impresos de Zanchi y Lanteri

Sin la misma difusión que se le ha concedido al manuscrito de Francesco di Giorgio, los dos primeros autores de sendos tratados de 24

Tufo volcánico o toba volcánica es un tipo de roca ígnea volcánica, ligera, de consistencia porosa, formada por la acumulación de cenizas u otros elementos volcánicos muy pequeños expelidos por los respiraderos durante una erupción volcánica. 25 “El grueso del muro se hará según el terreno fuese tenaz o firme, porque cuando sea tufo o piedra o terreno suelto, será suficiente con 3 o 4 pies (…)”. (pág. 440). 26 Significa que Francesco di Giorgio expone sus ejemplos solo mediante el empleo de perspectivas y no de secciones. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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fortificación son Giovanni Zanchi y Giacomo Lanteri, cuyos trabajos aparecen impresos en 1554 y 1557-59, respectivamente. El trabajo de Pietro Cataneo, I Quattro Primi Libri de Archittetura27 no es un auténtico tratado de fortificación pese a que introduzca plantas de ciudades fortificadas y algunas explicaciones sobre las propiedades de los materiales que, en buena parte, recogen los principios de Vitruvio y de Francesco di Giorgio.

Giovanni Battista Zanchi, nace en Italia y ejerce su oficio primero al servicio de la República de Venecia, y luego bajo el mando del rey de España, entre 1553 y 1557, justamente cuando aparece impreso su tratado. Libro de pequeño formato, Francois La Treille lo tradujo al francés en 1556 y se conoce una versión inglesa por un tal R. Corneweyle en 1559. De acuerdo con el análisis de los tratados de fortificación que he realizado, el de Zanchi, Del modo di fortificar le citta28, es el primer tratado renacentista que aborda el tema de una manera explícita. Si las obras anteriores, con excepción de las de Vegecio (de la Roma antigua) y Durero (escrita en alemán) trataban o bien de arquitectura civil con algunos comentarios acerca de la militar, o bien versaban sobre temas militares como la artillería o las máquinas y armas empleadas en la batalla, la escrita por Zanchi intenta explicar la manera de hacer fuerte a una plaza mediante una acción intencional del hombre que es a la vez producto de una disposición racional.

27

Venecia, Casa de Aldo, 1554. 1ª ed. en 1554, se ha consultado la ed. de Venecia, sin imprenta, 1560; se conocen cuatro ediciones en italiano: 1554, 1556, 1560 y 1601, todas en Venecia 28

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Es un texto corto y sus contenidos guardan el siguiente orden: primero trata de algunos asuntos previos, donde Zanchi explica las intenciones de su obra, los instrumentos ofensivos (antiguos y modernos) y los efectos de la fuerza de la artillería. Acto seguido, explica la importancia de la selección del sitio y su forma perfecta, es decir, establece un modelo ideal o patrón de referencia: los polígonos regulares. Luego hace una descomposición de la plaza en cada una de sus partes: diferencia sus elementos principales (que son para él las cortinas, los bastiones y los caballeros) y reconoce la importancia de obras complementarias como casamatas29, fosos o contraescarpa30. Concluye su obra con una disertación sobre las maneras del ataque y la defensa y las condiciones que requiere el artífice de una fortificación.

Zanchi concibe la fortificación como una creación artificial que suple las deficiencias del medio natural y que busca defenderse de unos agresores; para ello es necesario que el encargado de las obras, cuente no sólo con la experiencia de un soldado sino también con conocimientos abstractos: que sepa de geometría, de aritmética y de perspectiva, capaz de construir modelos y de expresar en dibujos aquello que la obra debe ser. Propone un trazado de su invención, el conocido como orden reforzado, que busca no sólo bastiones perfectamente cubiertos entre sí, sino también dotados de cañoneras en sus caras. Para ello, apela al uso de ejemplos extremos: el cuadrado es la forma que ofrece mayor número de inconvenientes, en tanto que

29

Las casamatas son bóvedas muy resistentes para instalar una o más piezas de artillería. 30 El contraescarpa es una pared en talud del foso enfrente de la escarpa, o sea del lado de la campaña. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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a medida que se aproxima al círculo, ello le permite un dominio de todo el contorno y una defensa de cada punto por aquél que le sucede. Tal demostración lo que intenta no es ejemplificar casos sino exponer los extremos de una escala que sirva como patrón de referencia.

Sus contenidos siguen el orden de las ideas y de los interrogantes que buscan soluciones válidas y aceptables. Sin embargo, sus referencias concretas a dificultades constructivas están ausentes: conoce de la necesidad de los contrafuertes, de la buena calidad de las fábricas y de la compactación de terraplenes, pero no intenta resumir en palabras los procesos de la artesanía constructiva. Su interés se concentra en valorar la importancia de conocimientos abstractos como guías para la acción práctica.

A Giacomo Lanteri se le reconocen dos obras impresas: Due dialoghi... del modo di disegnare fortezze31 y Due libri del modo di fare le fortificationi di terra32. Ya los títulos nos demuestran un autor preocupado tanto por el trazado geométrico como por la construcción material de las obras. El primero de los tratados está dividido en dos diálogos: Uno se titula Del modo di disegnare le piante delle fortezze secondo Euclide, en donde se ponen como interlocutores dos personajes además del propio autor, tratando exclusivamente de principios geométricos, y el otro, Nel quale si tratta nel modo di comporre il modelli et torre in disegno le piante delle cittá, se aplican los principios expuestos directamente sobre el caso de la fortificación de ciudades.

31 32

Venecia, Vicenzo Valgrisi y Baldessar Costantini, 1557. Venecia, Bolognino Zaltieri, 1559?.

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Esta obra guarda ya un carácter matemático y demostrativo que aplica a las tareas propias del arquitecto, con ello, Lanteri se desmarca de quienes consideraban a la fortificación como un arte, introduciéndola en los terrenos de la ciencia: más que una práctica o una facultad del individuo ella es, también, un objeto cognoscible. La búsqueda de las formas es viable por el camino de la geometría y de las matemáticas, en tanto que la facultad es para Lanteri el ingenio, una cualidad que permite al hombre capacidad de respuesta a condiciones variables.

El segundo de sus tratados, Due libri, aparecido probablemente en 1559, está dividido efectivamente en dos libros. La estructura del primero obedece a la diferenciación que Lanteri concibe entre teoría y práctica. Al comienzo de éste hace una defensa de la importancia de las obras de fortificación, del conocimiento que debe tener el soldado sobre el trazado y la construcción, y de las formas abaluartadas. Como en su libro anterior Due dialoghi, Lanteri encuentra en la geometría el camino hacia la perfección formal de la edificación: “La prima cosa, ché à colui che siunole dilettare delle fortificvationi, fa mestiero; è la cognitione delle forme la quale non si puo in vero perfettamente possedere, senza la Geometria (...)”.33

También explica la forma de trazar baluartes, cortinas, caballeros, fosos y contraescarpa, antes de adentrarse en las consideraciones que se deben hacer previamente al inicio de las obras: reconocer el clima,

33

“La primera cosa que es necesaria y sin la que no debemos hablar de fortificción, es la comprensión de la forma, la cual no se puede poseer completamente, sin ayuda de la geometría (…)”. (pág.3). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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el tiempo, los suelos, la proximidad de los materiales y la disponibilidad de la mano de obra. “come dice Vitruvio, tutta l’Architettura nasce da fabrica, et discorso(...)”.34

Lanteri sí recoge la práctica constructiva de su región: primero trata los fundamentos y las cualidades de las tierras para, a partir de ahí, explicar los procedimientos: manejo de las tierras, su acomodo para formar terraplenes, el uso de pilotes para asentar el suelo, la construcción de parapetos y sus aplicaciones en obras de campaña. El segundo libro, más corto que el anterior, constituye un apéndice en que trata de las tareas de reparación de murallas y baterías con tierra, fango y tepes35. “Il fabricare di muro è principale professione di ingegnero (...)”.36

Hay, en este par de autores, un primer paso hacia la estructuración de los conocimientos técnicos involucrados en la construcción de fortificaciones. Ambos hacen una fervorosa defensa de la importancia que, para el soldado y el arquitecto militar, tienen los principios geométricos a priori, una forma de conocimiento abstracto, sin obviar la validez de las operaciones prácticas que, en concreto Lanteri, recoge de las tradiciones constructivas locales. 34

“(…) como dice Vitruvio, toda arquitectura nace de la fábrica y discurso (…)”. (pág.3). 35 Los tepes son pedazos de tierra cubiertos de césped y muy trabados con las raíces de esta hierba, que, cortados generalmente en forma prismática, sirven para hacer paredes y malecones. 36 “El fabricar el muro es la principal profesión del ingeniero (…)”. (pág.75). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Para estos primeros autores italianos su trabajo consiste en determinar las ventajas que ofrecen las formas, evaluar los efectos de los cambios que en ellas se producen y considerar las posibilidades de su realización haciendo uso de los procesos existentes.

Su tarea es fundamentalmente conceptual, el ingeniero o el arquitecto militar, personifican claramente la inteligencia y el uso de la racionalidad en su época, para lo cual se valen de la retórica. Oponen además esa racionalidad a la fuerza de los agresores, su búsqueda permanente es contra las virtudes de los guerreros enemigos, contra la violencia, el dolor, la muerte. Intentan partir de un ideal estético, del polígono regular, del orden como una manera de enfrentar dos contrarios sobre el terreno. La fortificación ya no suscita una simple práctica.

2.1.3. Las propuestas de G. Cataneo y G. Maggi Girolamo Cataneo publica en 1564 Opera nueva di fortificare37. El primer libro está dividido en nueve capítulos que se alternan con algunas ilustraciones. Ya en la advertencia preliminar, G. Cataneo se considera capaz de hablar de la fortificación en virtud de sus conocimientos matemáticos y su experiencia en la práctica; limita claramente su área de interés:

37

Título que corresponde a la edición aparecida en Brescia en 1564. Sin embargo he analizado la edición de 1584, titulada Dell’arte militare libri cinque, Brescia, Pietros Maria Marchetti, 1584. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“Et tanto più perche l’intention mia è stata di parlare solamente delle fortificationi, & delle qualità delle machine à questo negotio appertinenti, secondo il costume de tempi nostri (...).”38

Defiende también la importancia de las obras de fortificación al servicio de los príncipes como recurso para la defensa de sus estados, para lo cual se requiere saber “dell edificare delle Città, & delle molte conditioni, che intorno alla bontà dell’aere, dell’acqua, del terreno”.

Girolamo CATANEO: Opera nuova di fortificare. (1564) 38

“Y tanto más porque mi intención está en hablar solamente de la fortificación y de las cualidades de las máquinas que en ella intervienen, según las costumbres de nuestro tiempo (…)” (pág.2). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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G. Cataneo introduce un orden que va a servir de patrón para muchos de los tratados posteriores. El Capitolo Primo, está consagrado por entero a la explicación de operaciones geométricas que el autor considera necesario conocer: construcción de ángulos, división de líneas rectas, proporcionalidad de segmentos. Estos conocimientos previos servirán de preámbulo para la exposición del Capitolo Secondo, donde las anteriores operaciones geométricas se aplican para lograr

trazar

un

baluarte

con

sus

dimensiones

apropiadas.

Rápidamente, dentro del mismo capítulo, Cataneo hace alusión a los tipos de cimentación que se deben usar según el tipo de terreno, “Alcune qualità et diversi modi che si tengono nel fare i fondamenti”, y pasa directamente de la concepción a la realización, de la abstracción a la ejecución material, que tal como él la entiende, es la construcción arquitectónica: “Questa consideratione di dissegnare i fondamenti d’un Belouardo, si dee hauere molto bene con diligêtia; perche con questa tale si potranno discriurere i Belouardi con una piazza, con due, con tre, & in qualunque altro modo piacerà, che non portarà pericolo nel finir della fabrica(...).”39

No introduce explicaciones sobre las propiedades de los materiales. Su visión está limitada solamente al baluarte y, a partir de él, se permite generalizar: las ilustraciones, que nos enseñan la construcción progresiva, están siempre sujetas a la escala de la parte y no del todo. Su afán está en poder analizarlo como pauta y hacer generalizaciones. 39

“Esta consideración de diseñar el fundamento de un baluarte se debe hacer con diligencia, porque con ella se puede describir el baluarte con una plaza, con dos, con tres, y de cualquier otro modo que guste y que no implique peligro en terminar la construcción (…)”. (pág. 22). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El primero es cuando el terreno está húmedo, en este caso, lo resuelve cimentando mediante pilotes hincados en el área que han de ocupar las murallas, sobre sus cabezas se dispone una mezcla de piedras y mortero de cal hasta formar una base horizontal firme. En el segundo caso, el suelo es arenoso, y lo resuelve colocando los pilotes de forma horizontal a la manera de un doble emparrillado.

Girolamo CATANEO: Dell Arte Militare, libri cinque. (1584) Construcción progresiva de un baluarte Izquierda: figura tercera Derecha: figura cuarta

Finalmente, hace una propuesta atrevida para las situaciones en las que el terreno presenta desniveles insalvables: para ello propone usar gruesos pilares que transmitan las cargas hasta el suelo, sugerencia planteada e ilustrada de la misma forma por Francesco di Giorgio. Después de sus propuestas de cimentación, introduce los principios para dimensionar los elementos de la muralla:

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“Regola per disegnare la banchetta, la scarpa, il muro, la contramina, il muro della contramina, tutti gli speroni, i pilastroni, et i muri, che circondano le prime piazze”.40 (De la tabla de contenido)

De nuevo, su escala de percepción la mide el baluarte y su exposición se argumenta progresivamente. De los fundamentos pasa a las primeras hiladas de muros y contrafuertes, y de ahí a los arcos que vinculan los estribos. Además de establecer dimensiones fijas para las partes de la fortaleza, G. Cataneo hace un recorrido paralelo al de los procesos de puesta en obra (no los describe paso a paso, sino en estadios, en fases encadenadas).

Girolamo CATANEO: Dell Arte Militare, libri cinque. (1584) Construcción progresiva de un baluarte Izquierda: figura quinta Derecha: figura sexta

40

“Regla para diseñar la banqueta, la escarpa, el muro, la contramina, el muro de la contramina, todos los contrafuertes, y el muro que circunda la plaza principal” (de la tabla de contenido). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Girolamo CATANEO: Dell Arte Militare, libri cinque. (1584) Construcción progresiva de un baluarte Izquierda: figura octava Derecha: figura duodécima

El uso de representación axonométrica supone un recurso importante del autor para mostrar tales etapas de desarrollo: la figura se va completando paulatinamente. Su implicación obedece al impulso de publicar una suerte de guía para la acción. Cataneo introduce claramente el nivel de las instrucciones en un tratado, y no contento con su relato textual, acude a la representación gráfica: el dibujo no es sólo una ilustración que contribuye a la visualización, sino también la expresión de un experimento controlado.

Con un espíritu similar al de G. Cataneo, aparece el tratado -en tres libros- escrito a dos manos por Girolamo Maggi y Fusto Castriotto, Della fortificatione delle cittá, libri tre41. Podría tratarse del primer libro que entra a estudiar de lleno los aspectos técnicos de la construcción de fortificaciones. Lo fundamental es obra de 41

Venecia, Rutilio Borgomineiro, 1564.

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Castriotto42, mientras que el aporte de Maggi (de formación jurista) se encuentra en la introducción y los comentarios. Castriotto intenta así escribir un tratado de orientación práctica sobre fortificaciones, incluyendo el estudio de la construcción de fortines. Maggi, por su parte escribe una introducción llena de citas y disgresiones históricas, exponiendo un planteamiento más próximo a la estructura social que a lo relacionado con Arquitectura Militar.

En lo relacionado con sus propuestas sobre el trazado, son conocedores de la obra de Durero; Castriotto opta por el círculo y los polígonos regulares para la forma de fortalezas y ciudades; opina que las murallas curvas son más resistentes y explica un proyecto de una ciudad con planta circular. También expone algunos de sus proyectos: la fortaleza de Sermoneta y los planes para el asedio de Mirandola. Además, tratan asuntos relacionados con la topografía y cuestiones de asedio.

El libro I está dividido en 16 capítulos. Los primeros ocho contienen una serie de consideraciones generales sobre la ciudad fortificada con referencias históricas que describen los campamentos de los antiguos romanos y su evolución hasta la llamada fortificación moderna; en el capítulo IX, “si dimostra quello, che debbe fare l’Ingegniero per fortificare”, donde se hace una recopilación de los términos propios de la disciplina: muro oblicuo, baluarte, cañonera, casamata, flanco, cortina, plataforma, etc.

42

Ingeniero de fortificaciones que había trabajado en Italia y Francia.

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Entre los capítulos X y XV se reseñan detalladamente las dimensiones y cualidades de estos elementos, dejando para el XV la explicación de los métodos geométricos y matemáticos para determinar distancias en el terreno con el uso de instrumentos.

Girolamo MAGGI y Fusto CASTRIOTTO: Della fortificatione delle città. (1564) Repertorio formal de los muros para un recinto.

En el capítulo X, que incluye un repertorio gráfico de sus posibilidades formales, se habla detenidamente de las murallas, sobre las que empieza dilucidando: “Non è dubbio alcuno, che la fortezza della muraglia consiste più nella forma, che nella materia; auuenghi che s’ella non farà aiutata dall’ingegno dell’Architetto con detta forma, per grossa ch’ella si faccia,

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e di qual si uoglia sorte di pietra, ò di matone, che gagliardamente resiste alle percosse, sarà nondimeno da’colpi dell’artiglieria (...)”.43 Fol. 21.

El libro II está dividido en 33 capítulos dedicados a resaltar la importancia del uso de la geometría en la construcción y trazado de fortificaciones. Para ello, comienza con la cuestión relacionada con la manera de establecer la escarpa de las murallas: “(...) mi rendo certo che non farà puto inutile scrivere in questo luogo delle scarpe, con animo poi di mostrare altre cose, che s’appartengono alla fortificatione, e di ragionare della materia che debbe servire per fabricare”.44

Además de formular las dimensiones según su parecer, Maggi introduce explicaciones sobre el uso de instrumentos auxiliares, pero su propuesta más interesante la encontramos en el capítulo XV, donde explica la manera de hacer murallas de tierra convirtiendo los contrafuertes en muros-diafragma entre los cuales se montan las tongadas45. “Ocorre il piu delle volte, che per carestia del têpo non si posson fare nelle fortificationi l’opere di muraglia; ma che conviene farle tutte di terra, la qual poi incluestirle, dà grandissimo impedimento, volendosele 43

“Nadie pone en duda, que la fuerza de la muralla consiste más en la forma que en la materia; de tal manera que si ella no se hace con la guía del ingeniero de Arquitecto, por gruesa que se haga y, de cualquier clase de piedra o de ladrillo, que valientemente resiste a los impactos, será inútil ante los golpes de la artillería (…)”. (Pág. 21). 44 “(…) me parece que no será inútil escribir este lugar de la escarpa, con la intención más de mostrar otra cosa que pertenece a la fortificación, y de razonar sobre la materia que debe usarse en la construcción”. (pág.41). 45 Cada uno de los aumentos en altura de la lechada que componen una altura total de lechada. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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fare e’suoi contraforti come s’usa, e che per avanti hò detto convenirsi, essendo chiaro, che quello che ha da essere di muraglia, e per fabriche da resistere alla forza delle percosse, conviene che tutto venga dalla radice ò fondamento (...)”.46

Girolamo MAGGI y Fusto CASTRIOTTO: Della fortificatione delle città. (1564) Una de las más interesantes propuestas constructivas de Maggi, es la de los contrafuertes dispuestos paralelamente que se cubren de tierra por detrás y se unen mediante tapiales en su cara exterior.

Retoma también las propuestas de Durero para justificar el uso de muros inclinados que hagan rebotar las balas de la artillería enemiga. En las páginas restantes de este capítulo, los autores desarrollan las

46

“Ocurre la mayoría de las veces que, por falta de tiempo, no se pueden hacer en la fortificaciones las obras de murallas; pero conviene entonces hacerlas todas de tierra, las cuales pueden servir de eficaz barrera, haciendo los contrafuertes tal como se acostumbra, y por delante lo más conveniente, siendo claro que lo que ha de ser de muralla se construya para resistir la fuerza de los impactos, de tal forma que todo venga desde la raíz o fundamento (…)”. (pág.57). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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formas

para

fortificar

distintos

polígonos,

aumentando

progresivamente el número de lados.

Girolamo MAGGI y Fusto CASTRIOTTO: Della fortificatione delle città. (1564) Pág. 58: Se hicieron comunes las propuestas sobre el muro. Buscaban la manera de inclinar su paramento exterior con el fin de hacer desviar las balas de cañón, o hacerlas de materiales blandos para amortiguar los impactos. El desarrollo de los perfiles y de las técnicas constructivas estuvo fuertemente ligado a las transformaciones de la artillería, especialmente durante los siglos XVI y XVII.

Su visión, contraria a la de G. Cataneo, es de conjunto. Su discurso acerca de la fortificación asume rápida y oportunamente las aclaraciones de los detalles de sus partes, tal y como ocurre con las casamatas y contraminas. Pero también pueden ampliar su escala de percepción hasta la ciudad: plantas de ciudades fortificadas y detalles de las cimentaciones requeridas en plazas marítimas. Todo ello, sirve Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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de cierre al repertorio que en este libro ofrecen los autores. El libro III está dividido en 25 capítulos y dedica los primeros nueve a tratar de las plazas marítimas y la construcción en lugares altos. El capítulo X trata sobre los fundamentos, y el XI, de los materiales. En todos sigue las explicaciones de Vitruvio a quien cita textualmente.

2.1.4. Los tratados al completo de Busca y Marchi

De Gabriello Busca Milanese, conocemos dos libros. El primero, Della espugnatione et difesa delle fortezze47, excluye deliberadamente temas propios de la construcción arquitectónica, para dedicarse a describir los principios del ataque y la defensa de las plazas. Como en sus contemporáneos, el tratado de Busca defiende la supremacía de la forma sobre la materia: “La fortezza naturale del luogo nasce della qualitá del sito, dove si ritrova, come sopra monti, ò colli, sopra scogli, in mezo à paludi, et circundante da aqcue. Quelle che per artificio sono fatte forti, può avenire in due modi: L'uno per la materia, come sono mura grosse, grossi, et grandi terrapieni, fosse larghe, et profonde. L'altro è per cagione della forma, la quale molte volte più importa, che non fa la materia: come nelle ben formate fortezze si può conoscere”. 48

47

Torino, herederos de Nicolo Breuilaqua, 1585. “La fortaleza natural del lugar nace de la cualidad del sitio, donde ella se encuentra, como sobre un monte, sobre una roca, en medio de un pantano, y circundada de agua. Aquello que por artificio se hace fuerte, puede llegar a serlo de dos maneras. De una parte, por la materia, como son los muros gruesos, y grandes terraplenes, fosos anchos y profundos. De otra, por causa de la forma, la cual muchas veces importa más que la propia materia: como puede comprobarse en las fortalezas bien conformadas”.(pág.87) 48

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Seis años después aparece su segundo libro, Della Architectura Militare49, que es una clara expresión de un autor que busca compendiar, en un solo trabajo, la mayor parte de los conocimientos de su época alrededor del tema de las fortificaciones. Aunque el título de la obra anuncia sólo el primer libro; en ella se incluyen otros dos que, por lo visto, son todavía un proyecto, y de los que Busca se limita a reseñar los títulos y un breve resumen de sus contenidos -a la manera de máximas- acerca de la tradición militar, el arte de acampar y la caballería (libro II), así como de las máquinas militares y el uso de la artillería (libro III).

El orden que guardan los temas del primer libro es el siguiente: tras justificar la importancia del tema y de encuadrarlo como disciplina, el autor se interesa por el conocimiento del sitio, las determinantes constructivas y, finalmente, por la forma geométrica que el edificio adopta. En Busca, hay también un permanente afán por delimitar el carácter específico del arquitecto militar, empezando por el sitio: “Differenti molto sono le considerationi del sito, dell’Architetto di guerra, di quelle dell’Architetto civile (...)”.50

Mientras el Arquitecto Civil escoge o desestima las bondades de un lugar, el militar piensa en sus posibilidades de defensa y en las dificultades del ataque. Defiende como Vitruvio, la dualidad de la Arquitectura:

49

Milán, Girolamo & Pietro Martire Locarni, 160.1 “Diferentes son las consideraciones del sitio del Arquitecto Militar y las del Arquitecto Civil (…)”. (pág.73). 50

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“Tutti gli edifici i quali con ragione si fanno consistono in fabrica, & in discorso. La fabrica è la ordinata compositione, & costruttione delle materia dalla quale... Il discorso rende ragione dell’inventione della dispositione, & compartimento di esso”.51

Gabriello BUSCA: Della Architectura Militare. (1601)

51

“Todos los edificios que se hacen con razón, consisten en fáfrica y en discurso. La fábrica es la ordenada composición y constitución de la materia. El discurso rinde razón de la invención, de la disposición y de su compartimiento”. (pág. 105). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Para Busca, la idea se expresa a través de los planos que, a su vez, hacen uso de la planta, el alzado y el perfil. Llevar esta idea de la planta al sitio, y al edificio construido, resulta una de las tareas dignas de atención (“Sò che è cosa molto difficile”, dice Busca) además de que se deben indicar correctamente las medidas y se deben acompañar los dibujos de notas e indicaciones.

También recoge la importancia del uso de instrumentos adecuados para traspasar ángulos y longitudes: el Quadrante, el Quadrato Geometrico, el Bacolo, todos ellos apoyados en el conocimiento de la geometría de Euclides y la aritmética. “L’uso d’oggidi nel fabricar le fortezze, confirmato da molte sperienze hà introdotto due maniere d’opere, l’una di terra, l’altra di muro (...)”.52

Recoge también la tradición constructiva que se aplicaba en las fortificaciones italianas, e introduce el uso de los tepes para afirmar los terraplenes. Sus opiniones del muro siguen fielmente las ya expresadas por Vitruvio: “A trè principali considerationi nell’opere di muro come Vitruvio ci avertisce, conviene haver riguardo alla stabilità, & fermezza dell’edificio alla utilità, & al Decoro... Par ritornare al primo capo, accioche l’opera sia più durabile, & più resista alla violenza, & all’ingiurie, si del tempo,

52

“El uso hoy en día en la fabricación de fortalezas, confirma que la numerosa experiencia ha introducido dos clases de obras: la una de tierra, la otra de muro (…)”.(pág.111). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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come della mano nemica, converrà provedersi di buone materie, le quali principalmente sono quatro pietre, calcina, arena & terra”.53 Pág. 113-114.

Trata también sobre sus cimientos y contrafuertes (unidos entre sí mediante bóvedas), y no deja de resultar curioso el hecho de que cuando versa sobre el alzado de la muralla (capítulo LVI), la ilustre como si de una columna se hablara: “Due sono i pareri più principali intorno à gli alzati del le muraglie delle fortezze. Uno che è l’usitato di fare tutta l’altezza di buona muraglia con calcina, & pietra, secondo le commodità che si possono havere, per la differenza de’paesi, & de luoghi (...)”.54

En sus páginas, Busca, recoge sus experiencias y las mezcla con sus conocimientos históricos, antiguos y recientes. Compara propuestas de varios autores además de Vitruvio: Theti y Alberti, principalmente. Casi simultáneamente al segundo de los libros de Busca, aparecía otro extenso tratado, con la intención de compendiar los conocimientos de la Arquitectura Militar de su época, el de Francesco de Marchi, así

53

“Son tres las principales consideraciones en la obra del muro, como Vitruvio lo advierte, conviene haber guardado la estabilidad y firmeza del edificio frente a la utilidad y al decoro… Para volver al primer punto con el fin de que la obra sea duradera y más resistente a la violencia y a las injurias del tiempo, como de las manos enemigas, convendrá proveerse de buena materia, que son principalmente cuatro: piedra, cal, arena y tierra”. (pág.113-114). 54 “Dos son las opiniones más importantes en torno al alzado de la muralla de la fortaleza. Una es la empleada al hacer la alzada de la muralla con cal y piedra, de acuerdo a la comodidad que puede haber por la diferencia de país y de lugar (…)”. (pág. 177). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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mismo con el título de Della Architettura Militare55. Este autor trabajó al servicio del Papa Pablo III y en los Países Bajos donde estuvo vinculado a Margarita de Parma. Su libro sólo sería publicado en 1599 pero se distribuía en copias manuscritas entre los capitanes de Felipe II. La terminación de su tratado le llevó al menos veinte años, permitiendo que el interés por ella hiciera aparecer, parcialmente, algunos anexos y en especial sus láminas. Esta obra está dividida en tres libros.

El libro I está consta de 68 capítulos, formados por unas pocas líneas. Realmente se trata de un manual de acciones que aún no toma la forma de instrucciones o de órdenes o mandatos, sino que es una recopilación de hechos, de situaciones prácticas, de respuestas breves a preguntas concretas que se disfrazan en la forma de capítulos: en todos ellos se trata de dar una respuesta a la forma de fortificar en lugares distintos: en el valle, junto al mar, en una isla y en sitios pequeños.

Cada uno de los títulos de los 68 capítulos, buscan el mismo fin: responder individualmente a casos concretos, que abarcan desde consideraciones estratégicas hasta asuntos puramente constructivos. Su abanico temático va desde aquello que debe saber un soldado, hasta la manera de hacer contraminas en tierra, pasando por una descripción de los materiales, un conjunto de las voces más usadas y las comparaciones obligadas entre la fortificación antigua y la moderna. Cuando en el capítulo LIV habla de la materia, lo hace en estos términos: 55

Brescia, 1599, se ha consultado la edición de 1609, también en Brescia, por Pietro María Marchetti. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“La materia con che si hà da fortificare: La robba con che si fabricano le Fortezze, sarà la terra, le pietre, li mattoni, la calcina, arena... e la commodità di condurre essa materia. Poi vi vuole la quantità de gli huomini, oltra, che bisogna la commodità di denari, il tempo, e la stagione, la vettouaglia, Artegliaria, e monitione (...)”.56

El libro II parece ser una versión ampliada y mejorada del libro anterior, adquiriendo la forma de un verdadero tratado de construcción de fortificaciones dirigido claramente a los arquitectos o ingenieros que estuviesen a cargo de la dirección de las obras, que también se puede hacer extensivo a la arquitectura civil. Su estructura mantiene el siguiente orden:

1.- Capítulos I al XXXV: hace una descripción detallada y secuencia de los tipos y procesos de cimentación más frecuentes y de las características de las murallas, para aplicarlas después en las distintas partes que forman la fortificación permanente: baluartes, contraminas, plataformas, cortinas, parapetos, casamatas, revellines, fosos, entrada cubierta, y puertas de salida. Además de insistir en la importancia de los fundamentos, De Marchi, nos describe el espesor de los pilotes y la manera de hincarlos. Al hablar de los muros, concibe la forma circular como la más perfecta, a la cual se puede aproximar a través del uso de bastiones. Como sus contemporáneos, establece diferencias entre los saberes, y otorga a la experiencia y a la razón fines distintos:

56

“La materia con que se ha de fortificar: las cosas con las que se fabrican las fortalezas serán de piedra, el ladrillo, la cal, la arena… y la correcta disposición de esta materia. Luego habrá que pensar en la cantidad de hombres que se necesitan, el dinero, el tiempo, la estación, el avituallamiento, la artillería y municiones (…)”. (pág.15). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“(...) ma quanto alla forza & efficacia dell’operare, gli esperti faranno effetti maggiori, e con più ragione... Si vede, che la esperienza serve più all’arte, che alla inventione, la quale è la parte dell’artificio”.57

Según su disertación final, para construir es necesario conocer al principio, al mezzo, al fine, vía que conduce el buen arquitecto a la perfección, secondo Marco Vitruvio.

2.- Capítulos XXXVI al XLVI: conforman un extenso alegato sobre los atributos del arquitecto, lo que él debe saber, y el valor de las estatuas y los ornamentos en las fábricas. “Bisogna, che il letterato nell’Architettura habbia disegno, sia perito dell’arte del misurare, intenda la prospettiva, sapia l’Arismettica, conosca molte Historie, posseda la Filosofia, intenda la Musica, la Medicina, le Leggi (...)”.58

3.- Capítulos XLVII al LXXXIIII: los dedica al estudio de los materiales, donde retoma los principios de Vitruvio. Habla de la piedra, el ladrillo, la cal, la arena, los pavimentos, y el agua. Hace las recomendaciones de rigor sobre la estación más apropiada del año para el empleo de los materiales, de la forma de unirlos y mezclarlos, de los tipos de morteros, de las cualidades que se deben observar en el agua.

57

“(…) en cuanto a la fuerza y eficacia del operario, los expertos harán mayores efectos, y con más razón… Se ve que la experiencia sirve más al arte que a la interención, la cual es parte del artificio”. (pág. 28). 58 “Se requiere que el entendido en Arquitectura sepa de dibujo, tenga experiencia en el arte de la medición, entienda la perspectiva, sepa aritmética, conozca mucha historia, posea la filosofía, entienda la música, la medicina, las leyes (…)”. (pág.29). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“Non basta porre pietra sopra pietra, e legna sopra legna, ma bisogna saperli comporre insieme, che vengano con proportione, e questo non si saprà fare, se prima non si saprà tirare le linee così in alto, come in piano”.59

Francesco de MARCHI: Della architettura militare. (1599) 59

“No basta saber poner piedra sobre piedra, y leña sobre leña, se necesita también saber componerlos, que guarden su debida proporción, y si esto no se sabe hacer, tampoco se sabrá tirar las líneas ni en el plano ni en lo alto”. (pág.34) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El tercer libro es una recopilación de 161 proyectos para fortificaciones y ciudades en sitios ficticios y reales con comentarios explicativos.

Marchi, como P. Cataneo, se mueve en los límites de la arquitectura de fortificaciones y el urbanismo, defiende también la importancia del soldado experimentado en la batalla en el momento de planificar las fortificaciones. Concibe la proyección de una ciudad-fortaleza como el producto de un trabajo en equipo: el arquitecto realizará los planos, el soldado el emplazamiento y la forma, un médico opinará respecto a las condiciones ambientales y de alimentación, un agricultor sobre el abastecimiento, un mineralogista en relación con las materias primas, un astrólogo para fijar la fecha de inicio de las obras, etcétera. 2.1.5. Los procesos constructivos en los tratados italianos

Es realmente importante entender, a través de la visión de algunos de los más importantes tratados italianos, la manera en que se constituye esta nueva disciplina: la arquitectura militar ha sido llamada la science pratique des ingénieurs.

Estos primeros tratados, además de exponer las formas propias de la fortificación, buscan convertirse en una guía para la acción. A partir de la formulación de teorías basadas en la experiencia generan reglas que permiten dominar casos concretos. Esto sucede describiendo las diferentes fases de ejecución de forma cronológica, teniendo en cuenta cómo se producen las distintas acciones en la realidad.

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Pero si por un lado se proclama la aparición de un personaje al que llamaremos “arquitecto militar” o “ingeniero”, formado en el arteciencia de la fortificación, su valor no estará precisamente en la cantidad de conocimientos que posee, sino en los procesos cognoscitivos que le permiten asegurar un correcto planeamiento y ejecución de un conjunto de obras defensivas; es decir, en su capacidad de respuesta, en su poder de acción.

Las técnicas constructivas que este personaje emplea (el arquitectoingeniero), son el producto de una tradición que había ido evolucionando muy lentamente durante años, y de las cuales se apropia para manejarlas a partir de unos nuevos criterios de juicio y valoración: el tratado es la guía donde están contenidas esas instrucciones a seguir. Pero tal apropiación no constituyó un hecho gratuito.

A la manera de los gremios medievales, el secreto que se construye alrededor del conocimiento ha de ser la garantía de la importancia de su papel en la estructura social; y así como en los artesanos que integraban tales gremios la geometría euclidiana constituía la llave del saber, a partir de Francesco di Giorgio, los autores de tratados de fortificación van a encauzar todo su esfuerzo en la creación de un sólido cuerpo de saberes teóricos.

Nos encontramos ante la búsqueda de unos medios capaces de otorgar al ingeniero-arquitecto una importante cuota de poder en la vida moderna de unos nacientes estados europeos y, en tal proceso, el saber

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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numérico expresado en las matemáticas, la geometría y la trigonometría va a jugar un papel fundamental60.

Es fácil apreciar que el contenido de los saberes técnicos no se ha visto enormemente enriquecido a lo largo de los años (basta comparar las citas escogidas), a no ser que comprendamos las diferencias, en cuanto a la expresión de los mismos: de un conjunto de saberes que estaba depositado en los oficios medievales (conocimiento no exento de discusiones teóricas, de imprecisiones, de costosos ejercicios de prueba y error) hemos pasado a un saber verbalizado, expresado en frases, atrapado en las páginas de libros manuscritos e impresos, despojado de su carga gestual, del ámbito de sus innumerables particularidades. Estamos frente a la construcción de la primera categoría reconocida: el conocimiento de la representación, aquél que parte de hechos individuales para formular propiedades generales.

El lenguaje que encontramos en los libros del siglo XVI es también un invento nuevo: no es una literatura hecha para la voz o para la representación. Es para la acción. Los ingenieros italianos alcanzan un cierto nivel de madurez en lo relativo a la arquitectura militar tras un período inicial de experimentación práctica; madurez, que les permite una codificación de una parte del conjunto de sus saberes técnicos.

Hay una influencia de tratadistas italianos, como el ya nombrado Durero, o Daniel Speckle, quien en su Architectura von Festugen,

60

El que Francesco Tensini -La fortificatione, 1623- fuera investido como ‘cavaliere’, es una pequeña e individual muestra del éxito alcanzado por aquellos que a través de la práctica y los escritos se proclamaban como arquitectos militares o simplemente ingenieros. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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fundamenta la Arquitectura Militar en el conocimiento de las matemáticas y la geometría.

Alain MANESSON MALLET: Les travaux de Mars ou l'Art de la Guerre. (1672) Racionalización de la mano de obra y los oficios. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Si el lugar común de los primeros tratados italianos es la exposición cronológica de las acciones a cumplir por parte del arquitecto militar, ¿qué papel cumple el trazado geométrico, atado también a unos cánones rígidos? Definir el entorno de tales acciones y limitar el número de variables y respuestas.

Si en la Arquitectura Civil los órdenes arquitectónicos y las reglas de proporción se pueden entender como una forma de garantizar la estabilidad de un edificio clásico, el rigor geométrico del trazado de las obras de fortificación, no es otra cosa que la delimitación del entorno de las posibilidades. Es por ello que en el orden de los contenidos, la construcción geométrica ha de ocupar los primeros capítulos para luego dar paso a la narración de las actividades y los procesos de puesta en obra. Algunos como Zanchi ni siquiera lo hacen, en tanto que G. Cataneo se vuelca rápidamente sobre ellos así su escala de percepción no deja de ser en todo su discurso más que el baluarte, el gran logro de las fortificaciones de su época.

Las obras de Maggi, Busca y Marchi son más ambiciosas, éstas se adentran en los límites de la disciplina, nuevamente entendida. Su escala de percepción se mueve desde el detalle del cordón que separa muros de parapetos hasta la construcción de recintos de plazas portuarias. Pero, también, excluyen ámbitos que les son ajenos, por ejemplo -y aunque resulte obvio- el tema del ornamento.

Su recorrido es amplio, no se trata sólo de la consideración aislada de variables, sino también de sus combinaciones, de la simultaneidad de factores determinantes, de todo aquello que interviene en un sistema técnico. ¿Existen objetivos claros? ¡Sí!, los de amortiguar (las balas de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

cañones enemigos), esquivar (la acción atacante), concentrar (en un solo recinto), y limpiar (librarse de los enemigos).

El sistema técnico será tanto más eficiente en la medida en que sus resultados logren con mayor precisión tales objetivos. El tiempo, el dinero, o los efectos ambientales no aparecen todavía en el escenario como límites del sistema, o por lo menos no aparecen expresados en los tratados de fortificación61.

¿Podemos hacer un desglose del análisis de los procesos tal como se nos muestra en los tratados de fortificación? Una vez se tenía conciencia de la importancia de la elección del sitio y se conocían las propiedades de los materiales, se procedía a dar inicio a las obras siguiendo la traza previamente establecida. El proceso constructivo de una fortificación, se podía dividir en tres fases:

- La cimentación (la fondazione). - La elaboración del terraplén (la tessitura del terraglio). - La edificación del muro de recubrimiento (l’incamiciatura di muro).

61

Daniela Lamberini: “Il cantiere delle fortificazioni nella Toscana del Cinquencento”, en AAVV (1988- B), quien ha estudiado documentos de obra relacionados con las construcciones militares en la región Toscana durante el siglo XVI, afirma lo contrario, es decir, que en la práctica, los temas del dinero, el tiempo, la adecuación y reciclaje de obras existentes y el uso de medios tecnológicos eficaces eran determinantes en la práctica del ingeniero militar de la época. Su apreciación no contempla lo contenido en los tratados.

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Girolamo MAGGI: Della fortificatione delle cittá. (1564)

El proceso de cimentación se iniciaba con el que hoy en día denominamos “replanteo”, es decir, la traslación del contorno de la figura de la fortificación sobre el terreno. Para ello se disponía de personas adiestradas en la geometría, y en especial en una

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construcción geométrica a gran escala capaz de reproducir sobre el suelo las longitudes de los muros y los ángulos de las caras de los baluartes.

La cimentación mediante pilotes era sin duda la más comúnmente empleada: se hincaban, dejando expuestas sus cabezas que se quemaban hasta carbonizar. En algunos casos se amarraban mediante maderas horizontales y en otros se cubrían con un mortero de cal y piedras.

Sobre los pilotes se hacía una superficie plana que servía de basamento y, a partir de él, se levantaban los muros: primero se clavaban estacas a lo largo del perímetro, dándoles de antemano la inclinación requerida por la muralla, que se podía determinar mediante el uso de instrumentos tales como los que nos muestran Maggi y Castriotto.

Entre estos testigos inclinados, se hacía un tendido de faginas o tepes, siempre buscando que hicieran ligazón entre ellos. Todas estas tareas requerían de la coordinación de numerosos grupos de personas, en cadena, bajo la dirección de mandos medios dentro de una jerarquía del oficio; pero, sobre esto, los tratados no nos dicen nada.

La última tarea entonces era la construcción de la camisa, es decir, del acabado exterior, bien en piedra o ladrillo, que exigía de una mano de obra más especializada: canteros o albañiles sobre altos andamios trabajando en cuadrillas durante dilatados períodos de tiempo.

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Alain MANESSON MALLET: Les travaux de Mars ou l'Art de la Guerre. (1672) Página 79. Muralla de tepes - Muralla de faginas

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

2.2. Tratados españoles del siglo XVI

Francesco FIAMELLI: Il principe difeso. (1604)

Entre los siglos XV y XVI varios autores italianos trabajaron al servicio de españoles y franceses, especialmente de los primeros.62 62

La vinculación directa de ingenieros italianos a la Corona Española es también un hecho sobre el que se ha insistido con frecuencia en varias investigaciones acerca de la creación del Cuerpo de Ingenieros Militares. La Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Pero también publicaron algunos tratados para la corona española, como en el caso de Francesco Fiamelli, Matemático florentino, cuyo Principe Difeso, fue escrito íntegramente en italiano y apareció impreso en Roma en 1604, siendo dedicado a Don Filippo Terzo D’Austria Rei Di Spagna, &c. Hay también un tratado de Barca, Avvertimenti e regole circa l’architettura civile, scultura, pittura, prospettiva, et archittetura militare, fechado en Milán en 1620, y al parecer dedicado también a Felipe III, pero que no he podido localizar.

Sin embargo, estos libros son posteriores a otros que, escritos por españoles, aparecieron impresos en los últimos años del siglo XVI, pero de los cuales muy pocos constituyen auténticos tratados de fortificación. El libro de Bernardino de Escalante, Diálogos del Arte Militar63, ni siquiera trata el tema y se dedica a describir las funciones del personal militar dentro de la estructura jerárquica de la época; el

presencia de varios miembros de la familia Antonelli, conformada por tres generaciones de ingenieros italianos al servicio de España es un hecho bastante significativo y extensivo al caso americano, donde uno de sus miembros: Juan Bautista, en compañía del también ingeniero italiano Tiburcio Spanocqui jugó un papel importante durante el siglo XVI: es de ellos un complejo plan de fortificaciones para controlar todo el continente americano, incluyendo para ello la construcción de plazas fuertes, murallas en puertos y ciudades y sistemas de control de barcos. Se ha reproducido en varios libros el plano del fuerte que debía construirse en el Estrecho de Magallanes (1580), que sigue las instrucciones contenidas en los clásicos tratados de fortificación italianos. Existe el libro de Diego ANGULO IÑIGUEZ: Bautista Antonelli. Las fortificaciones americanas del siglo XVI, Madrid, 1942. Otros nombres de ingenieros italianos destacados en América son los de Cristóbal de Roda y Giuseppe Formento. Existen muchos datos en GUTIERREZ (1983, 1991 y 1993). En el siglo XVIII, la presencia de ingenieros italianos se verá renovada con otros de nacionalidad francesa y de los primeros españoles formados como tales en varias instituciones militares. 63

Sevilla, Andrea Pescioni, 1583.

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de Diego García de Palacio, Diálogos Militares64 busca la manera de justificar la validez moral de la guerra, en tanto que el de Diego de Alaba y Viamont (El perfecto Capitán)65 trata asuntos propios de las técnicas de guerra y la artillería.

Diego de ALABA y VIAMONT: El perfecto capitán. (1590) 64 65

Méjico, Casa de Pedro Orchate, 1583. Madrid, Pedro de Madrigal, 1590.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Tratados como el de Diego de Salazar y Bernardino de Mendoza, siguen líneas temáticas más próximas a la vida propiamente militar que a la fortificación, excluyendo deliberadamente tratar aspectos técnicos, tal como lo afirma el último de estos autores, quien después de hacer unas recomendaciones muy generales, dice al Rey: “Lo que he tocado a V.A. son los fundamentos y puntos principales para fortificar, no siendo mi intento passar en esto a la calidad de las fabricas y manera de terraplenes (...)”. (pág. 180).

Aunque

reconocen

la

importancia

de

tales

conocimientos,

diferenciando claramente los teóricos de los prácticos. De nuevo Bernardino de Mendoza afirma: “Ni en las mathematicas, y geometria dexa de ser de mucho provecho, pues sino se supiese primero la razon y compostura de las líneas y figuras, podrian mal los arquitectos traçar los edificios; para cuya fabrica no basta esto solo, si los maestros no supiessen qual es la suerte del fondo del terreno, por la continua experiencia y uso, la calidad de los materiales para la fabrica, la suerte de piedras que sufre mas luengos años, la injuria del tiempo y se incorpora mejor con la froga y argamasas (...)”. (En la Dedicatoria, sin página).

La revisión de estos tratados, anteriormente analizados, y también de algunos títulos de comienzos del siglo XVII, permite afirmar que la principal contribución española a la literatura sobre ingeniería militar en el siglo XVI está conformada por un grupo de obras dedicadas a la artillería: Francesco Valdés, Diálogos militares66, Juan Fernández

66

Madrid, 1540 y Bruselas, 1586.

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de Espinosa, Libro del arte militar67, Luis Gutiérrez de la Vega, Nuevo tratado y compendio de re militari68, Juan Funes, Arte militar69 y Luis Collado, Plática manual de artillería70, constituyen algunos de estos autores que, tras el correspondiente estudio, he excluido de la lista de la base documental de esta Tesis por considerar que sus temas no tienen relación con el conocimiento técnico que sobre construcción requerían las fortificaciones de su época.

Serán sólo dos, los libros aparecidos en el siglo XVI que podemos considerar como auténticos tratados de fortificación; el primero aparecerá en 1595, escrito por Cristóbal de Rojas, Teoría y práctica de fortificación, conforme a las medidas, y defensas destos tiempos71 y, el segundo, el de Diego González de Medina Barba cerrará la centuria, Examen de fortificación72. Estas ediciones no se pueden considerar por lo tanto como hechos aislados o excepcionales, sino que constituyen el producto del esfuerzo español por digerir buena parte de las ideas contenidas en los tratados italianos y codificar también sus propias experiencias que desde entonces empezaban a hacerse mayores dada la expansión territorial de la corona.

2.2.1. El conocimiento constructivo de Cristóbal de Rojas

La obra de Cristóbal de Rojas, Teoría y práctica de fortificación, consta de tres partes, cada una de las cuales pretende tratar contenidos

67

Manuscrito Biblioteca Nacional, 1559. Madrid?, 1569. 69 Pamplona, 1582. 70 Milán, en italiano, 1586, y en castellano en 1592. 71 Madrid, 1595. 72 Madrid, Imprenta del licenciado Varez de Castro, 1599. 68

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

diferentes. La primera parte da preferencia a la Geometría, siguiendo las

proposiciones

de

Euclides

cuyo

conocimiento considera

fundamental para la práctica de los ingenieros militares: “Tres cosas han de concurrir en el soldado, ó Ingeniero, que perfectamente quiere tratar la materia de fortificación. La primera, saber mucha parte de Matematicas: si fuere posible, los seis primeros libros de Euclides, y el undécimo y duodécimo... La segunda es, la Aritmetica, que sirve para dar cuenta del gasto que para hazer la fabrica se ofrecera antes que se haga... La tercera, y mas principal para la fortificación, es saber reconocer bien el puesto donde se ha de hazer la fortaleza, o castillo”. (Fol. I)

Es ésta la única afirmación que puede considerarse como una explicación programática de la obra. Dentro de este conjunto de conocimientos, Rojas no incluye aquellos que tienen que ver propiamente con la construcción de fortificaciones; o bien no los considera indispensables, o los asume como un conocimiento resultante de estos tres saberes previos. La tercera de las cosas que menciona, el reconocimiento del sitio, será difícil saberlo dar a entender y enseñar el Ingeniero, sino huviere estado en la guerra, es decir, pertenece a la experiencia misma de quien asume esta tarea.

En el capítulo III de la primera parte, encontramos otra justificación a su tratado: una nueva teoría de la fortificación se abre camino, motivada por los cambios en las tácticas de la guerra y por la aparición de nuevas armas de asalto:

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“Y para esto es de advertir, que todas las medidas y defensas de fortificacion, que estan escritas de los Ingenieros antiguos, no nos sirven en este tiempo, conforme al arte militar preferente: porque los antiguos hizieron fus fortificaciones y defensas a tiro de artilleria, y los soldados ingenieros de aora han hallado con la experiencia, que la fortificación sea mas recogida, reduziendo las defensas a tiro de mosquete y arcabuz(...)”. ( Fol. 3).

Cristóbal de ROJAS: Teoría y práctica de fortificación. (1598) Folios 34 y 35: magnitudes de los frentes abaluartados según la opinión de los autores italianos más importantes de su época.

La segunda parte mezcla diversos contenidos: desde la justificación del uso de la escala gráfica en los planos hasta la construcción de relojes de sol. Sobre la teoría de la construcción, solo se destacan algunos apartados. En el capítulo I de la segunda parte, incluye un Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Discurso de la fortificación sobre las opiniones antiguas y modernas que se guardaban en la grandeza de la frente de una plaza, donde cita autores italianos (Busca, Maggi, Lanteri o Cataneo) en materia de fortificaciones. No se trata solamente de una alusión anecdótica o por erudición, sino que trata en realidad de contraponer a las teorías italianas, unas conclusiones que recoge de su experiencia. Si los antiguos proponían un frente de fortificación con cortinas de 900 pies de longitud, los italianos Carlo Teti y Gerónimo Catanio sostienen que ellas deben guardar una dimensión equivalente a 750 pies. Rojas aún considera esta última medida muy larga y difícil de defender con artillería, proponiendo una longitud de 360 pies. Como buena parte de las cualidades dimensionales que Rojas mencionará en su tratado, nos encontramos con magnitudes fijas y muy precisas, que el autor ilustra con plantas y secciones. Con respecto a las dimensiones en sección de las murallas, dice: “Toda esta fabrica de piedra ha de tener en el fundamento 28 pies, los 13 para la muralla, y los 15 para el largo de los contrafortes, dandole à cada uno tres pies de grueso, y de hueco entre uno y otro 13 pies advirtiendo que la muralla ha de yr á escarpa, que se entiende de cada 5 pies de alto retirarse hacia adentro uno, de forma que en 40 pies, se subira hasta el cordon, escarpara ocho, y como abajo la muralla es de 13 pies, sera arriba solamente de 5(...)”(Fol. 40).

No estamos ante un conocimiento que establezca principios o que proponga métodos, estamos, sí, ante un rígido cuerpo de normas que Rojas recoge en su libro, fruto de su propia experiencia y apoyado en los cambios impuestos por las nuevas tácticas de guerra sobre teorías anteriores.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

El capítulo 7 de la segunda parte es el que enseña a fabricar con tierra y fagina. Sobre las dos opiniones que recoge de emplear la fagina en la construcción de terraplenos, la primera recomienda construirlos sin ella: “(...) porque siendo tierra sola, y bien pisada, es fábrica más sólida, y maziza, y siendo con fagina, dizen que va el terrapleno hueco, sin poderse pisar bien, y que passado algun tiempo, se podrece la fagina, y van abaxando los terraplenos, y no es obra tan maziza como la tierra limpia, y bien pisada”. (Fol. 49).

Rojas descarta esta proposición: la fagina constituye un elemento de trabazón dentro de la masa de tierra que impide el que se puedan abrir excavaciones en ella a fin de colocar minas durante el ataque a una plaza: “(...) sere siempre de parecer, que el terrapleno se hiziesse con fagina, que en lo que toca à no ser fabrica tan solida, como la que va con la tierra sola, à esto se responde, que se fabrique con mucho cuydado, pisando muy bien las tongas sobre cada fagina, que cuando al cabo de 20 años esten las faginas podridas, ya avra hecho el terrapleno su asiento(...)”. (Fol. 50).

Otro argumento a favor de la fagina, es el hecho observado también en América73 y explicado brevemente por Rojas, que hace que las balas 73

Se hace referencia al texto de Cabellos Barreiro (1991) en el cual se explica que en América, y en el caso concreto de Cartagena de Indias, se construyeron a lo largo del siglo XVI fortificaciones en madera a base de estacadas de madera y protecciones de faginas, e inclusive se siguieron empleando durante el siglo XVII.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

de cañón hagan poco efecto destructor sobre las ramas vegetales debido a su flexibilidad, contraria a la rigidez que ofrecería la masa de tierra compactada.

Cristóbal de ROJAS: Teoría y práctica de fortificación. (1598) Desde Alberti (1485) la muralla de una fortificación se entendió como un sistema en el que todos los elementos se ayudaban entre sí en los momentos del asedio. La preocupación por la contemplación de todas sus partes y un intento por normalizar sus dimensiones son también patrimonio de Rojas. Izquierda: folio 70, perfil del conjunto / Derecha: folio 96, perfil de la camisa de muralla.

El capítulo XV de la segunda parte se escribe “Para saber el gruesso que ha de tener la muralla de piedra, ò ladrillo, y los terraplenos, el altura de la muralla, y los demas requisitos necesarios”. Rojas

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antepone las dimensiones de las murallas, terraplenes y contrafuertes a las de la cimentación: el orden de explicación de los elementos no coincide con el orden del proceso constructivo. Una vez más, nos encontramos con unas medidas absolutas, establecidas a partir de la experiencia y modificable solo la altura en función de las características del emplazamiento: “(...) se formara la muralla de 13 pies de gruesso, y 15 mas adentro, para cada contraforte, de suerte que la muralla y contraforte tengan 28 pies de ancho, y luego cada uno en si tenga de gruesso 3 pies, y de un contraforte à otro avra de hueco 13...y luego se levantara esta muralla hasta el cordon 40 pies, porque està en tierra llana... y quando la tal plaça se hiziesse en algun sitio alto, en tal caso bastara de 20 à 25 pies de alto la muralla (...)”. (Fol. 69).

Además de las dimensiones, establece que la muralla “ha de ir à plomo por su cara interior soportada por los terraplenos, y formando un talud por su cara exterior manteniendo una relación de 5 a 1”74. En el capítulo V de la tercera parte, cuando el autor trata el tema de los cimientos, aparece una nota al respecto de esta pendiente que deben conservar las murallas: “(...) si la piedra fuere franca, convendra que no lleve tanta escarpa por la parte que en aquel sitio ofendieren mas las aguas y vientos, porque siendo la muralla muy escarpada, la va corrompiendo y cavando las muchas aguas, y assi convendra en semejante ocasion dar menos escarpa, que sera de 6 pies a uno, porque deslize mejor el agua”. (Fol. 93).

74

A cada 5 pies de altura, el espesor habrá de disminuirse en 1 pie.

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Cristóbal de ROJAS: Teoría y práctica de fortificación. (1598) Como Girolamo Cataneo (1564), Rojas trata de expresar gráficamente el orden de los procesos constructivos. Arriba: folio 93, cimentación hecha con mortero de cal y piedras sobre pilotes. Abajo: folio 94, cama de maderos sobre los cuales se mezclan cal y arena, para terrenos blandos.

El capítulo XVI es el “Que trata un discurso sobre la mejoria que tiene una muralla de fortificacion, siendo de ladrillo, que si fuesse de piedra”. De nuevo, el autor deja clara su intención de establecer

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criterios previos sobre los materiales que pueden constituir la fábrica, dejando para capítulos siguientes las consideraciones sobre arena y cal. Defiende el uso del ladrillo por encima de la piedra en virtud de los distintos efectos que sobre ellos tienen las balas de cañón: ante el proyectil, el ladrillo se desmorona solo en el área del impacto y se fragmenta en unidades pequeñas pero, sobre la piedra, afecta a la estabilidad del conjunto por tratarse de unidades más sólidas y de mayor tamaño.

Desaconseja también construir murallas mixtas de piedra y ladrillo y, ante la dificultad que representara el obtener ladrillos, bien por su costo o por dificultades de transporte, prefiere hacerlas solo en piedra, cuidando que ésta estuviese libre de salitre, de pelos, caliches y otras enfermedades que suelen tener. Los sillares exteriores deberán ser pequeños, especialmente los de la mitad superior, y puestos en tizón; las piezas grandes se podrán emplear en la cimentación. La selección de los materiales está condicionada por las características de los mismos, por el uso y su comportamiento ante los efectos que genera su función. Al respecto, Rojas no emplea criterios de belleza, la forma se hace con los materiales. Estamos ante una propuesta arquitectónica que antepone el utilitas y el firmitas al venustas.

En la tercera parte, ocho de sus once capítulos, tratan explícitamente asuntos propios de la construcción de fortificaciones: reconocimiento y propiedades de los materiales más comunes y principios de cimentación de acuerdo a los tipos de suelos. Por último trata de las portadas y arcos. Esta parte es la única de las tres que merece una introducción del autor; en ella nos remite a la dotrina de Vitrubio, que como la Geometría de Euclides, analizada en la primera parte, “es Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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fundamental para que el Ingeniero pueda dar razón perfetamente de la fortificación”. Descarta entrar en el tema de los órdenes, de los que han escrito largamente “el Biñola, Andrea Paladio, Sebastiano Serlio, Iuan Bautista Aduerto, y otros muchos”, así como en lo tocante a los cortes de cantería para la construcción de arcos, lo que a su entender consiste todo en experiencia.

Su descripción de los materiales es bastante detallada. Al tratar sobre la arena, la divide en cinco clases: “arena blanca, carbuncula, colorada, de mar y de rio”, explicando con detalle las dos últimas. De la cal, establece también varias clases, pero destaca aquella “que se hiziere de pedernal pues al usarla, bastará con una parte sobre tres de arena para obtener una proporción adecuada”. También incluye una serie de recomendaciones acerca de las proporciones de las mezclas de cal y arena a fin de obtener los morteros requeridos en el proceso de construcción. Advierte también sobre la importancia de hidratar la cal antes de usarse y sobre las precauciones a tomar para el proceso de curado de los muros de fábrica: “Para hazer mezcla que sea buena, se tendra esta quenta: si fuere el arena sacada de cantera, y la cal de piedra dura, y espessa, se mezclara echando dos partes de arena, y una de cal, y si fuere arena de mar, ò de rio, se mezclara à dos espuertas de cal tres de arena: y si la cal fuere muy floxa, se mezclara tanta cal como arena, y con este concierto saldra la mezcla a proposito para conglutinarse, y pegarse con la piedra, teniendo cuydado de que antes que se gaste en la fabrica, este metida en agua, y hecha morteros (y si fuere posible, sea agua dulce, porque la salada es mala para las fabricas) treinta, ò quarenta dias, para que desbrave el fuego artificial, especialmente en tiempo de Verano, porque el calor del Sol no da lugar à fraguar bien la obra: y esto se remedia algun tanto con Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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tener cuydado de arrojar muchos cubos de agua sobre la muralla, quando se va ripiando, y de antenoche dexar toda la muralla muy empapada en agua: y al contrario en tiempo de Invierno con los grandes frios, y yelos no fragua la cal: y si en este tiempo se hiziere alguna fabrica, se procurara que sea la tal fresca, y no este mucho tiempo en agua, que se corrompe con los muchos yelos, y para remedio de todo esto se huyra el fabricar en tiempos de mucho calor, y de mucho frio, aprovechandose los tiempos frescos de la Primavera, y Otoño”. (Fol. 90).

Cuando trata “Del reconocimiento que ha de aver de la piedra y ladrillo”, enumera los diferentes tipos conocidos en España y que diferencia de los italianos. Relaciona algunas piedras con sus usos tradicionales y se detiene en la piedra berroqueña porque sufre mucho la gravedad del peso del edificio y resiste la injuria de los tiempos de agua, calor y frío, “lo qual haze mucho daño”. También recomienda una llamada panalexo, la cual es buena para los cerramientos de bóvedas, o capillas, por ser liviana. Sobre los ladrillos, es también bastante breve: sus recomendaciones comprenden aspectos de su fabricación, sin tratar para nada sobre la puesta en obra. En conclusión, se constata que el conocimiento que Rojas tiene de los materiales, es puramente cualitativo, que al parecer, retoma de autores previos y complementa con su experiencia.

En Un discurso para ahorrar algunos gastos en las fabricas, Rojas hace gala de su experiencia al frente de obras de construcción: instrucciones para reconocer la buena calidad de los materiales, valoración de su precio justo, y selección de la mano de obra. En De los fundamentos sobre arena en el agua, arcilla, tufa, ò en peña biva, asume de manera especial el tema de las cimentaciones; considera que

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las características del suelo son el factor que determina la “hodura, y grosseza de los fundamentos”, es decir, las dimensiones de los pilotes. Propone las situaciones de mayor dificultad: terrenos pantanosos, sobre arena (enterrada y superficial), sobre arcilla y sobre roca.

Para terrenos pantanosos propone la cimentación por pilotes, sobre cuyas cabezas se ha de verter un mortero y sobre éste, un asiento en piedra, a la manera descrita en los tratados italianos. Intenta dar una explicación a cada caso: arena no superficial, arena superficial, arcilla, y peña biba. Como G. Cataneo, se apoya en la figura del baluarte para ilustrar sus ejemplos de manera progresiva. En el capítulo VI de la tercera parte, considera el caso especial de cimentaciones bajo el agua; aquí usa como ejemplo la fundación de pilares de un puente y propone el uso de cajones que permitan llegar hasta el suelo adecuado sobre el que cimentar con mampostería “muy gruessa, y bien ligada, y trabada con sus ligazones”. “Hazerseha lo primero una caxa rodeada de estacas espessas de unh pie de una a otra, algo mas ancha y larga, que el tamaño del pilar, y por dedetro destas estacas, estado ya bien hincadas fuertemente, se aforraran de tablas bien calafateadas... y luego se limpiara el arena, y cascaxo dentro de la caxa, que esta fundada… y llegado a plan y suelo firme, se dara principio con cal viva, para tomar el agua, y desde alli levantar la fabrica del pilar (...)” (Fol. 95).

Se hace notoria, en virtud de su extensión y del deseo de afrontar los casos más variados, su preocupación por la cimentación. Finalmente, en el capítulo siguiente, Rojas relata el procedimiento por él empleado para cimentar una presa sobre un suelo arenoso. El capítulo VIII de la

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tercera parte, es el último que trata contenidos de construcción. Su propósito es hablar “de las puertas y arcos para la fortificacion y otras obras públicas”, pero su explicación es bastante pobre. En cuanto a los arcos, resume todos los existentes en tres tipos: “de medio punto, carpanel75 y escarzano”76. Incluye incisos a los “arcos en viage”: “contraquadrado, contra diestra y siniestra, entre dos caracoles, embocinado para tronera, viage contra viage”. No hay ningún tipo de explicaciones sobre ellos y finalmente, deja el tema “al buen juizio del curioso artífice”: “(...) y en todo lo demas tocante à las capillas, y à las escaleras, ò caracoles, me remito al buen juizio del curioso artifice, y à la demostración que muestra en si cada figura destas, porque, como dixe al principio desta tercera parte, consiste el saber hazer las bovedas en el mucho uso y experiencia que se tendra dellas (...) (Fol. 98 y 101).

Por fuera de este capítulo, en una anotación anterior, aparece una afirmación importante acerca de la dimensión de los estribos de arcos que Rojas ni siquiera repite en el capítulo dedicado a ello:

75

Se conoce como arco carpanel (denominado también arco apainelado) al tipo de arco rebajado simétrico que se forma a partir de él, con el añadido de pequeños arcos en los extremos;[1] arcos que tienen su centro en la línea de imposta para conseguir en ellos una forma redondeada. Formado por tres, cinco o más arcos de circunferencias consecutivas, siempre impares.[2] El intradós posee una forma parecida al de los óvalos o de semi-elipses (denominado arco cordel). 76 El arco escarzano (denominado también arco corvado) es un tipo de arco rebajado simétrico que consiste en un sector circular que posee su centro por debajo de la línea de impostas. Este arco se diferencia del arco de medio punto en que el centro del sector se encuentra por debajo de la línea de impostas (nivel de los arranques), haciendo que en los salmeres el sector de circunferencia no haga una tangencia, formando por lo tanto una especie de esquina. En algunas ocasiones se ha se ha tildado de arco poco estético por la existencia de esta esquina. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“(...) teniedo cuydado de la buena medida de gruesso de las murallas, y bastantes estribos donde hubiere capillas, ò arcos, pues ya es cosa notoria, que siendo un arco de medio punto, le bastara por estribo la tercia parte de su hueco; y algunas vezes bastara la quarta parte, quando cargasse mucho peso sobre los pilares; y con esta simetria, y mucho cuydado en que los cimientos de todo el edificio salgan concentricamente con el centro del universo, el edificio sera fuerte (...)”. (Fol. 97).

Este es, pues, el punto de partida de la tratadística española de fortificación en cuanto hace referencia a los conocimientos de construcción: la experiencia del autor en la edificación de recintos amurallados se suma a las enseñanzas de Vitruvio sobre los materiales.

2.2.2. El conocimiento constructivo de González de Medina Barba El Examen de Fortificación77 de Diego González de Medina Barba está expuesto en forma de diálogo entre un Príncipe y un Ingeniero, en donde el primero cuestiona al segundo acerca de aquellas cosas referidas a la fortificación y que son importantes para salvaguardar la integridad de los estados. Si bien no existe una división en capítulos, es posible observar una secuencia temática en el diálogo que se inicia con una justificación de la importancia del tema que se va a tratar.

La selección del sitio y las definiciones de los términos propios de la materia ocupan las primeras preguntas y respuestas entre las partes: revellines, caballeros, cortinas, baluartes, casamatas, orejones,

77

Madrid, imprenta del Lcdo. Varez de Castro, 1599.

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terraplenes, contrafuertes, etc.; todos ellos, característicos de la fortificación moderna.

Diego GONZÁLEZ DE MEDINA BARBA: Examen de fortificación. (1599) Como Rojas (1598), la comprensión de la muralla es de conjunto, pero se muestra incapaz de hacer extensivos sus principios a un nivel más general que abarque todo el recinto amurallado. Páginas 44 y 45, sección.

A continuación pasa a tratar la construcción de las figuras geométricas más usuales y que corresponden a la traza de fortificaciones (pentágono, hexágono, octógono, etc.), y luego sobre la dificultad que representa trasladar dicha traza del papel al terreno y las distintas unidades de medida aún no regladas en los estados europeos. Para concluir este tema se estudian algunos casos atípicos: padrastro sobre el terreno, en una isla, en el mar, y en lo alto de una montaña. Aunque en el apartado consagrado a las definiciones se tocan algunos aspectos relacionados con la construcción de las fortificaciones, sólo después de estos temas que he ordenado, se entra de lleno a hablar de la arquitectura, para lo cual no faltan las citas a la figura de Vitruvio.

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El diálogo termina con preguntas acerca de la artillería y algunas situaciones que se presentan durante la batalla. Podemos afirmar que solamente una de las preguntas que formula el príncipe que interroga al ingeniero, está relacionada directamente con las propiedades materiales de las fortificaciones: “(...) dezidme ahora, con que materiales lo hariades, y en q' tiêpo, y el conocimiento dellos, y la mezcla; porque de poco ferviria aver elegido el mejor fitio, la mejor forma, fi los materiales con que fe huviere de hazer no fon a propofito, y tales que dello pueda refultar la ruyna de la fortificacion, o por no buena la piedra, o con lo que fe liga, o por no eftar bien difpuefta, quando fe haze tiempo, o fazon, que en todas las cofas fe requiere”. (pág. 130).

El contenido de la pregunta lleva implícitamente una ruptura con algunos tratadistas italianos, cuando dice que poco sirve tener la mejor forma si los materiales con que se construye y su disposición no son los apropiados. La respuesta a esta formulación del príncipe se da con una explicación sobre el conocimiento de los materiales, que guarda una estrecha relación con las razones que Vitruvio había formulado sobre ellos. La cal, la arena, la piedra y el ladrillo, son tratados uno a uno. Acerca de la cal, recomienda extraerla de piedras duras mediante su incineración; de la arena aconseja emplear la de Oya, citando a Vitruvio, por la de río o de mar; sobre la piedra dice que dura o blanda, es necesario observar su comportamiento ante el agua, el hielo, el sol y el fuego, siendo usada en los grandes fundamentos a pesar del efecto perjudicial que hacen sobre ella las balas; y finalmente del ladrillo, cree que es mejor que la piedra siempre que

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estén hechos con greda y no contengan tierra arenosa, y el agua que se emplee en la elaboración de argamasas ha de ser limpia y no grassa.

Aunque sobre los cimientos no hay preguntas concretas no falta en el diálogo la alusión al uso de pilotes de más de un pie de diámero y 6 pies de largo, hechos de roble, encina o castaño cuando se trata de lugares con agua dulce, y de pino, álamo negro, olivo o nogal cuando el agua es marina. Además del empleo simple de los pilotes, hace una explicación donde recomienda el empleo de arcos sobre ellos para así distribuir uniformemente las cargas: “Quando el terreno fuere muy aguachado, fe han de yr haziendo unos poços de trecho a trecho, y en ellos echar los cimientos, al albedrio del maestro, fobre si feran fobre estacas, o no, que ferà conforme a la neceffidad que dello huviere, y defpues echar arcos de poço a poço, que con lo concabo del arco affiente fobre la tierra; y affi vendra à fer muy fuerte el fundamento”. (pág. 171).

Conocimientos tan prácticos como los anotados se mezclan todavía con creencias medievales sobre la naturaleza de los suelos: “En los cimientos es bueno hazer refpiraderos, para que falgan fuera los malos humores, y no fe podrezca el agua y lo demas, y hazerfe han con poços, ò fosso, ò barrenos. Y efto no folo es bueno en los cimientos, pero aû en toda la muralla fe tienen por neceffarios, para que el ayre que viene por debaxo de tierra, tenga por do exalarse, fin hazer daño a la muralla”. (pág. 178).

Recomienda igualmente el uso de cajones en los casos en que sea necesario cimentar bajo el agua. El tema de las murallas no se presenta Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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bajo un único discurso haciéndose escasas referencias a lo largo del diálogo.

Diego GONZÁLEZ DE MEDINA BARBA: Examen de fortificación. (1599) Arriba: Sección de la camisa de muralla. Pág. 24 Abajo: Planta de los contrafuertes del muro. Pág. 36

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Como los tratadistas de su época, detalla las dimensiones que deben tener los nuevos sistemas amurallados: cortinas de 300 a 400 pies de longitud, altura de 40 pies desde el plano del foso hasta la línea del cordón más 5 pies de altura del parapeto, construidas en piedra o ladrillo sobre un cimiento que enterrado 2 pies en el suelo, tenga un ancho de 15 pies en la base y 13 a nivel del foso para crear la banqueta.

El talud que recomienda está en una relación de 5 a 1. Sin profundizar en su utilidad, relaciona los contrafuertes y sus dimensiones: 13 pies de largo, 3 de espesor y separados entre sí 13 pies (tanto como su largo); entre ellos se levanta el terraplén que ligado con faginas, se comporta mejor si sobre él se plantan árboles para que sus raíces contribuyan al amarre de la tierra. El terraplén también lo puede construir con grandes adobes unidos con cal o con escorias de ladrillos y argamasa de arena y cal.

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3. LA DEMANDA DE UNA AUTONOMÍA DISCIPLINAR A LO LARGO DEL SIGLO XVII

Desde el siglo XVI el valor personal ya no bastaba para ganar las batallas: se hizo necesario un arte de la guerra, y con él, personas capaces de coordinar grupos de acuerdo a las armas, además de procurar un entrenamiento adecuado para los hombres. El desarrollo y difusión de la traza italiana hizo que el tamaño de los ejércitos tuviera que ser incrementado considerablemente. Además de las obras propias de la construcción y reparación de fortificaciones, cada plaza requería de un número determinado de hombres para defenderla y para mantenerla.

Un ejemplo interesante de cómo la transformación en la mentalidad de los ejércitos habría de influir sobre el contenido de los tratados de fortificación, es el de la aparición de los zapadores. Mauricio de Nassau, príncipe de Orange (1567-1625), reincorporó a sus ejércitos la figura del zapador, empleada por los romanos. Se trataba de fortificar con murallas improvisadas de tierra, una práctica que desde entonces no había sido utilizada por los ejércitos europeos puesto que protegerse detrás de una zanja era considerado cobardía. La labor de los zapadores empezó entonces a ocupar un sitio importante dentro de los tratados militares e incluso en los de fortificación empezaron a aparecer cada vez con más extensión capítulos enteros dedicados a la llamada fortificación pasajera “o de campaña”.

La estandarización y la rutina habrían de caracterizar fuertemente las instituciones militares y modelar una estructura mental abierta hacia tales procesos, que revertidos en el campo de la construcción, traería Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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también importantes beneficios. Las propuestas tipológicas en los tratados de fortificación empezaron a multiplicarse. Ya hemos dicho que el afán por el orden geométrico se podía entender en los tratados italianos del siglo XVI como una delimitación del espacio donde acontecen las variables; pues bien, en el siglo XVII se produjo una verdadera explosión de las posibilidades tipológicas de una fortificación.

Si bien Francesco di Giorgio y Pietro Cataneo introducen numerosos ejemplos gráficos, no resulta óbice para que careciesen de un método riguroso para obtener un perímetro perfecto; no ocurre lo mismo con los tratadistas del siglo XVII, que en su mayoría, incluían de una u otra forma, no sólo una descripción de las operaciones geométricas necesarias en la construcción de figuras poligonales sino, también, propuestas de invención propia que desestimaban y trataban de mejorar las anteriores.

Un afán por geometrizar el arte de la fortificación relegó el desarrollo de las técnicas constructivas; además de un creciente interés por hacer de la geometría un instrumento técnico, muchas de las formas obtenidas derivaban todavía de consideraciones simbólicas que habían motivado la construcción de “ciudades de traza ideal” como Palmanova, en Italia. Pero también se percibe una incesante búsqueda por perfeccionar las formas y los métodos, por superar lo que hacen los autores de los países vecinos, por hacer cada vez más complejos los principios reguladores del orden.

Buenos ejemplos de esta situación los encontramos en autores como Damant, que en Maniere Universelle de Fortifier sur le Modelle du Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Triangle et Quarré78, expone las maneras de hacer uso del triángulo y el cuadrado para la traza de una fortificación. También el español Pedro Folch de Cardona, en su Geometría Militar79, se dedica por entero a la explicación del uso de tablas para determinar dimensiones, ángulos, y magnitudes de las líneas en las plazas regulares e irregulares. Y Silvère de Bitanvieu, escribió L’Art Universel des fortifications80, obra dedicada a la explicación de principios geométricos que aplica al trazado de obras exteriores e interiores mediante el uso de la regla y el compás. En Le parfait ingénieur françoise81 de L’Abbé Deidier, se incluyen algunas ilustraciones de los más importantes modelos geométricos desarrollados en el siglo XVII. Y en el texto anónimo Escuela de Palas, se describe claramente la crisis a la que tales sistemas geométricos han llegado a fines de siglo: “Todos los Authores, que trataron de Fortificación, y quantos buenos Ingenieros, y Soldados inteligentes ay en esta profesion, apruevan y convienen en lo general... De esta variedad de pareceres, à nacido el que los Authores, que an escrito desta materia, desde que se invento la Artilleria asta oy, se diferencien entre sí, siguiendo cada uno su opinión, y Inventando nuevas Descripciones, y modos de fortificar, para mostrar cada uno, a la Posteridad, su ingenio, y bizarria de tirar sus líneas”.

82

No voy a detenerme aquí en llevar a cabo una descripción detallada de cada una de las propuestas; ello me alejaría del trabajo de

78

Bruselas, Jean Mommart, 1630. Egidio Longo, Nápoles, 1671. 80 Chez Du Breuil, París, 1674. 81 Ch. A. Jombert, París, 1762. 82 Pandulfo, Marcos Antonio, Página 10, Libro XI, Milán, 1693 79

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investigación que forma parte de esta tesis. En cambio, es importante estudiar la teoría de la construcción que, simultáneamente, se fue acumulando y enriqueciendo en los tratados de fortificación alrededor de grupos de autores que para tal fin he dispuesto: los franceses, los españoles y los sacerdotes, que por sus posibilidades de difusión y su carácter ecléctico, merecen ser considerados independientemente. 3.1. Los tratados de los “especialistas” franceses

Si los siglos XV y XVI demuestran un enorme predominio de publicaciones de los tratados de fortificación escritos por italianos, a partir de 1600 tal proporción se ha de invertir a favor de Francia y España.

En Francia el tratado de Jean Errard de Bar-le-Duc, La fortification démonstrée et reduicte en Art83, es un hito importante en la tratadística de arquitectura militar en la medida en que se le considera como el primer ingeniero francés que escribió de la fortificación de una manera sistemática, apelando a ciencias auxiliares y especialmente a la geometría para sustentar sus demostraciones. Antes de la aparición de su obra, conocemos en idioma francés sólo la traducción del tratado de Zanchi y las obras poco difundidas de Hans Schille. El tratado de Jacques Perret, Des Fortifications84, tiene un carácter eminentemente visual, por lo que habrá que esperar hasta la aparición del que escribe Antoine De Ville en 1628, para encontrarnos de nuevo con una exposición clara y sistemática que sea capaz de dar a la construcción 83 84

Sin imprenta, París, 1620. Sin imprenta, París, 1601.

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arquitectónica una merecida importancia en el campo de las fortificaciones.

Jacques PERRET: Des fortifications et artifices, architecture et Perspective. (1601)

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A partir de 1640 la producción francesa aumenta su volumen impreso a la vez que se desaceleran las publicaciones originales españolas, que desde Cristóbal Lechuga con El Maestro de Campo General85, había iniciado un desarrollo considerable: 37 tratados (incluyendo dos traducciones al castellano) en el siglo XVII, algunos de los cuales igualan el nivel que simultáneamente alcanzaban los franceses.

Antoine DE VILLE: Les fortifications. (1628) 85

Pandulfo Malatesta, Milán, 1603.

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En las páginas siguientes voy a hacer un estudio y análisis de los principales autores y su repertorio de conocimientos técnicoconstructivos. Los hemos agrupado en conjuntos de características no sólo fácilmente reconocibles, sino que además permitan relacionarse con temas concretos por los que ciertos autores demuestran un interés particular.

3.1.1. Errard-le-duc: Geometría y Construcción.

La aparición del tratado de Errard, La fortification demonstrée et reduicte en art86 representa el comienzo de una línea de producción propiamente francesa, alejada de los modelos italianos que la habían inspirado hasta el siglo XVI. La obra está dividida en cuatro libros, subdivididos a su vez en capítulos. Antes de tratar algún tema, Errard incluye una dedicatoria al Rey, una advertencia al lector y un prefacio a la nobleza francesa.

En el primer libro, Errard deja claro, antes de recorrer el camino de los capítulos, uno de sus objetivos más importantes: fundar la práctica del ingeniero sobre las bases sólidas de la geometría. Además de explicar la necesidad de proveerse de fortalezas y de los avances de la artillería, parte de los axiomas, como sentencias comunes que no requieren de demostración. La “reducción en arte” consistirá en el dominio y control del saber del ingeniero a partir del conocimiento de la geometría, la “reducción en arte” es la expresión de la época para lo que hoy entendemos como 86

París, 1594.

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tecnología. Errard se propone explícitamente convertir la fortificación en una ciencia aplicada. Ya desde la primera página de su tratado, el autor establece una premisa simple, pero abstracta: “Les forteresses son faites afin qu’une petite force résiste à une plus grande, ou un petit nombre d’hommes à un plus grand nombre”.87

Jean ERRARD-LE-DUC: La fortification demonstrée et reduicte en art. (1594) Para Errard, el muro no sólo debía estar dotado de contrafuertes por su paramento interior, sino que debía construirse mediante arcos sucesivos de descarga que se hacen progresivamente de mayor diámetro a medida que se levanta el muro. Pero además, era necesario ocultar a la vista del enemigo la estructura del muro para no hacerlo susceptible al derribo intencionado y dirigido sobre los apoyos de dichos arcos.

Su definición de la fortificación misma, contenida páginas más adelante, es también bastante explícita: 87

“Las fortalezas están hechas con el fin deque una pequeña fuerza resista a una más grande, o un pequeño número de hombre a un número mayor”. (pág.1). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“L'art de Fortification ne consiste en autre chose, qu à cliner ou decliner les lignes sur lesquelles sont jettez les fondements du contour & circuit d'une place, en forte que l'ennemy l'attaquant en quelque sorte que ce foit, puisse est reveu & offencé & au front, & au flanc: Ceste forte d'offension s'apelle flanquer”.88

Jean ERRARD-LE-DUC: La fortification demonstrée et reduicte en art. (1594)

88

“El arte de la fortificación no consiste en otra cosa, que inclinar o declinar las líneas sobre las cuales se tiran los fundamentos del contorno y circuito de una plaza, de manera que el enemigo atacante en cualquier clase de situación pueda ser visto y atacado por el frente o por el flanco. Esta clase de ofensa se llama flanquear”. (pág.38). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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La búsqueda de una forma, es para Errard, la esencia de la fortificación, pero con esta expresión, donde apela a las líneas que siguen los cimientos, Errard está también condicionando la materialidad misma del proyecto: su concepción es unitaria. No es una línea sobre el papel lo que Errard concibe, es también la línea que se ha de seguir al inicio del proceso constructivo.

Jean ERRARD-LE-DUC: La fortification demonstrée et reduicte en art. (1594) "Sommaire des fortifications, selon la doctrine de ce livre"

El Libro I está dividido en 12 capítulos que explican asuntos acerca del cañón, la pólvora y la formación de baterías, factor que condiciona la construcción de murallas. Versa asimismo acerca de las terrazas, del atrincheramiento, del foso, de la contraescarpa, del arte de asaltar y de las cualidades que debe tener un ingeniero para fortificar y defender una plaza: la fuerza de la artillería (número de piezas necesarias,

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disposición, calibres), manejo de personal, geometría, arquitectura... Finalmente explica cómo se debe levantar los planos de las plazas.

Jean ERRARD-LE-DUC: La fortification demonstrée et reduicte en art. (1594) Transferir la traza del papel al terreno para hacer el replanteo de los cimientos, constituía una frontera sutil entre lo abstracto y lo concreto, factible de ser atravesada mediante el uso de instrumentos y la aplicación de principios aritméticos y geométricos.

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Cuando Errard titula su cuarto capítulo Des choses differentes qui ne sont point de l’essence de l’art de fortification, está delimitando claramente el campo de acción de sus saberes y de sus acciones: “Avant que de traitter l’Art de Fortification, il ne sera pas inutile de discovrir des assietes des places, des commoditez & incommoditez d’icelles; de la muraille, & de sa matiere: ensemble des terraces, retranchemens, fossez, & contrescarpes, qui sont choses indifferentes, communes à toutes sortes de fortifications, & non de la substance & essence de l’Art: afin qu’icelles bien entendues, on les puisse appropier & adapter à la fortification, suivant les precptes qui seront cy-apres enseignez & demontrez (…)”.89

En el capítulo XI del primer libro de su tratado, Errard expone las cualidades que para él había de tener un buen ingeniero: debe tener experiencia en el sitio de una plaza, además de contar con buenos hombres a su mando, pero también deberá ser hábil en geometría, capaz de diseñar máquinas y conocedor de la aritmética y el uso de las proporciones para evitar gastos excesivos.

El segundo libro se inicia con un cuadro sinóptico donde resume su teoría de las fortificaciones que hemos de considerar como una clara muestra del nivel de abstracción que maneja Errard en su tratado:

89

“Antes de tratar el Arte de la Fortificación, no será inútil reflexionar sobre el asiento de las plazas, de su comodidad e incomodidad; de la muralla y de su materia, así como de sus terrazas, trincheras, fosos y contraescarpas, que son cosas indiferentes, comunes a toda clase de fortificación, y no la substancia y esencia del Arte: para que ellas sean bien entendidas y se puedan aprovechar y adaptar a la fortificación, según preceptos que serán enseñados y demostrados (...)”. (pág.12). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Sommaire des fortifications selon la doctrine de ce libre90. La esquematización planteada aquí va a ser, en buena parte, la raíz del orden expositivo de tratados posteriores. El autor considera que las plazas pueden ser regulares o irregulares (una propiedad exclusivamente formal, conforme a su fidelidad a la geometría). Y dentro de las regulares, considera como ortodoxas a aquéllas que son de seis, siete, ocho o más lados, lo que no ocurre con las de tres, cuatro y cinco lados.

Pero además de esta división, establece también en el cuadro sinóptico normas dimensionales: Or en la forme de tout Poligone regulier, ou irregulier, sont considerées las mesures(...) y las clasifica según sean consideradas en planta o en sección, dando un gran nivel de detalle a las primeras: medidas de ángulos y longitud de líneas.

El libro II está dividido en 29 capítulos dedicados por entero a la manera de fortificar polígonos regulares; se inicia con el hexágono y continua aumentando el número de lados hasta llegar a la figura de 24 lados.

El Libro III contiene las explicaciones concernientes a las plazas irregulares. Consta de 20 capítulos a lo largo de los cuales desarrolla una metodología similar a la del libro anterior: partiendo de un triángulo y un cuadrado, aumenta progresivamente el número de lados de su ejemplo y llega incluso al caso de una figura de forma oval. 90

Esquematización que sólo volveremos a encontrar en el tratado de Stevin, cuya versión francesa aparecería en 1618, pero cuyo texto original en flamenco podría ser de 1584, es decir, anterior al tratado de Errard. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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En el Libro IV se tratan aspectos propios del mando y control de una plaza fortificada: cómo fortificar contra un ataque simple que no puede rodear la plaza, fortificar junto a un declive o en el declive de una montaña, etc.

El saber constructivo de Errard:

En el capítulo V del Libro I se concentra la información que Errard nos proporciona acerca de las murallas y su materia, cuya importancia justifica así: “On a accoustumé de revestir les forteresses de murailles, quel-ques-fois pour soustenir les terraces qui ont peu de liaison, & qui d’elles-mesmes s’écoulent, & se ruynent, quelques-fois aussi pour resister aux pluyes, eaux de fossez, & autres incomoditez; ou bien pour empecher les surprises d’esclades, qui seroient trop faciles au long du tallu des terraces (...)”.91

Demuestra un conocimiento de las murallas construidas en plazas francesas, como la de Metz, Mesieres, Bayonna y Boulongne, pero su mayor énfasis lo pone en el efecto de las balas de cañón, por lo que recomienda el empleo de materiales ligeros, como el ladrillo o piedras blandas. Ellas deben ir sobre un cimiento excavado seis pies contados desde el fondo del foso, y con un espesor de siete a ocho pies; la muralla ha de llevar contrafuertes, unidos entre sí mediante una

91

“Se acostumbra a revestir las fortalezas con murallas, algunas veces para sostener las terrazas con poca ligazón, y el que ellas mismas se deslicen y se arruinen, a veces también para resistir a las lluvias, al agua de los fosos y a otras incomodidades; o bien para impedir las sorpresas de escaladas que serían más fáciles sobre el talud de las terrazas (...)”. (pág.13). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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pequeña arcada para mejorar su estabilidad. Tal sistema de arcadas, lo lleva también a la misma muralla: “(...) le corps de la muraille sust en arcade, & vouté; & par dessus ceste arcade, autres grandes arcades, comprenans plusieurs esperons, afin qu’estant battuë en cét endroit, le dessus puisse subsister plus long temps, ainsi qu’il se peut voir en ceste figure, en ce qui est marqué entre G & H; & faut noter que ces arcades ainsi basties avec le corps de la muraille, doivent estre couvertes & cachées au parement, de l’espesseur d’une pierre, ou brique seulement, afin que les ennemys ne les découvrent pour rompre les costez qui les soustiennent”.92

Errard conoce y elogia la propuesta constructiva de Vitruvio y, sucesivamente, la de Durero, pues comparte la intención de desviar la bala enemiga con la inclinación y la masa de la muralla construida; introduce también la figura de la contramina como una pequeña bóveda en fábrica de ladrillo de cinco pies de altura. Sin embargo, tampoco abandona la opción de construir en tierra cuando el sitio no brinda las materias primas necesarias.

El capítulo VI también del primer libro, trata de las terrazas, las cuales doivent toursiours estré d’espesseur, pour resister à la violence de la batterie de l’assaillant; explica que se construyen después de que se ha levantado la muralla y dotado de contrafuertes; la terraza, que

92

“(...) el cuerpo de la muralla se apoya en arcadas y bóvedas; y por debajo de estas arcadas, otras grandes arcadas, uniendo varios contrafuertes, de tal manera que estando construidos en este sitio, las inferiores puedan subsistir durante largo tiempo; y nótese que las arcadas así construidas con el cuerpo de la muralla deberán estar cubiertas y escondidas del paramento, con el espesor de una piedra, o ladrillo solamente, para que los enemigos no las descubran y puedan romper los lados que les sostienen”(pág.14). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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mantiene la distancia entre la muralla y el terraplén, permite a su vez la posterior construcción de los parapetos.

En el capítulo XII del primer libro, Errard explica la manera en que se debe traspasar un perfil de una plaza, del papel al terreno, valiéndose ya no sólo del conocimiento geométrico, sino también del correcto uso de instrumentos: “(...) Mais d’autant qu’il est icy question des qualitez requises à un Ingenieur, i’ay pensé qu’il seroit plus à propos en cét endroict de l’informer de ce qui luy est necessaire pour venir à l’effect de la science”.93

El ingeniero -enuncia Errard- ha de proveerse de buenos instrumentos, ya sean invenciones propias o ajenas, y acto seguido se explaya en la manera de emplear el transportador para determinar ángulos.

En conclusión, se puede afirmar que la forma de exposición de los contenidos junto a la profundidad y extensión dedicados a los temas de construcción, son pues el producto de aquella consideración que los pone del lado des choses indifferentes qui ne sont point de l’essence de l’art de fortification; las referencias a la práctica, tan presentes en los tratados italianos, aquí son nulas. Errard da por supuesto o por sabido por otros, el conocimiento detallado del conocimiento de la materia y de sus posibilidades constructivas.

93

“(…) Pero aquí hay también cuestiones que requieren de las cualidades de un ingeniero; pienso que será más a propósito de lo que es necesario y que proviene de la ciencia”. (pág.28). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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3.1.2. De Ville: la muralla como sistema

Antoine de Ville (1596-1674) era Ingeniero Militar. Originario de Toulouse, desarrolla una intensa labor en obras de fortificación. Su oficio le obliga a recorrer buena parte de los Países Bajos y el norte de Italia siendo encargado, en 1648, de la fortificación de las ciudades cedidas por España a Francia. Supuestamente muere en París en 1656.

El tratado de Antoine de Ville es uno de los primeros en Francia, posterior a los ya citados de Jean Errard-le-Duc, Jaques Perret y Samuel Marolois. Publicado en 1628, Les Fortifications, se terminó de imprimir el 1º de agosto de ese mismo año, dos meses después de haber obtenido el Privilegio del Rey. Esta primera edición contenía cincuenta y cinco planchas realizadas por el autor, quien se destaca como un grabador de talento, donde mezcla hábilmente datos de orden técnico (como lo son algunas construcciones geométricas con escenas rurales y paisajes) que envuelven a las ciudadelas fortificadas. Además de este libro, A. De Ville, publicaría una obra sobre los cargos administrativos de las plazas.

En la página que sirve de portada al Tratado, De Ville destaca los dos grandes cuerpos del contenido: la manera de fortificar las plazas y los medios de ataque a fin de someterlas; incluye además la explicación de los medios para su defensa, “diversas invenciones novedosas contra el petardo”, y anuncia las cincuenta y cinco planchas que ilustran el tratado, hechas por su propia mano para que “sean más justas”.

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Antoine DE VILLE: De la charge des gouverneurs des places (1666, la primera edición, de 1639).

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La obra se divide en tres libros; el primero está consagrado a las fortificaciones regulares, el segundo al ataque de las plazas y el tercero a la defensa de las mismas. El libro I se divide en cuatro partes:

1. Consta de divisiones y definiciones de las partes de la fortificación regular en 35 capítulos, donde primero se explican los procedimientos gráficos que permiten la construcción de las figuras geométricas más empleadas en el diseño de fortificaciones regulares (hexágono, heptágono, octágono, etc.). Posterior a ello incluye la explicación de cada uno de los elementos que componen la fortificación siguiendo un orden que va de lo exterior a lo interior del conjunto: empieza con las líneas de defensa, continúa con las partes de los bastiones y termina con las plazas de armas. Es en esta primera parte donde encontramos, explícitamente, los contenidos relativos a la construcción.

2. Describe obras exteriores de la fortificación regular (foso, falsabragas, escarpas y contraescarpas, corredor, explanada) en 5 capítulos.

3. Versa sobre fortificaciones irregulares, con explicación de sus componentes en 14 capítulos.

4. Sobre pequeñas plazas (con menos de 6 bastiones), explicadas en 14 capítulos.

El segundo libro, que alude al ataque de las plazas, trata asuntos propios de la guerra: los ataques por sorpresa y los ataques por la fuerza, explicados en 40 capítulos; el tercer y último libro está Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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dedicado exclusivamente a la defensa de las fortificaciones, explicada en 25 capítulos.

Antoine DE VILLE: Les fortifications. (1628) Líneas reguladoras del trazado en planta de una fortificación y dimensiones de la sección.

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Parece claro que para el objeto de esta tesis debo ocuparme del primero de los tres libros, donde se encuentran los temas referentes a la construcción de las plazas. En el primer capítulo, De Ville define detalladamente

los

elementos

propios

de

la

fortificación,

acompañándose para ello de un gráfico con planta y sección de un modelo de fortificación.

A continuación, enumera las máximas pertinentes e inicia la explicación sobre las consideraciones previas relacionadas con el emplazamiento. Para él, son dos los elementos que diferencian las fortificaciones antiguas de las modernas: la disposición de las murallas y la resistencia de las mismas ante el impacto de las balas de cañón;

geometría

y

construcción

son

los

componentes

fundamentales del cambio que se está operando en la arquitectura militar del siglo XVII.

Ya en el capítulo 5, De la qualité du terrain, encontramos consideraciones importantes respecto al proceso constructivo de las edificaciones. Según el autor (en clara referencia a la obra de Vitruvio) el conocimiento del terreno es la materia principal de la fortificación, especialmente cuando se le considera no sólo como el lugar sobre el que se asienta la edificación, sino como fuente de materia prima que se ha de emplear en la ejecución de las obras. Este planteamiento parece más propio de quien construye que de un militar interesado en las propiedades estratégicas del emplazamiento. Contempla varios tipos de terreno: rocosos, “gravillosos”, arenosos, pantanosos y con arcilla. Los terrenos montañosos y rocosos pueden ser buenos para cimentar, pero incapaces de suministrar la tierra necesaria para las obras: Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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“Aux montagnes & rochers il se treuue fort peu de terre, & celle qui y eft a trop de pierres meflées, qui ne font aucunement propers à faire les ouurages. Ceux qui veulent fortifier en ces lieux se doiuent refoudre à la defpenfe de faire charrier la terre des lieux plus proches qu'on la treuue(...)”.94

El terreno “gravilloso” no ofrece mayores ventajas, tanto por la baja cohesión entre las piedras como por los efectos del impacto de cañón sobre obras construidas con este tipo de tierras: “Le Terrain graueleux n'est pas bon, parce qu'il fe foûtient peu, & n'a aucune liaifon: le Canon donnant dedans fait grand' ruine, & les pierres qui reffautent de tous coftez nuifent plus que la bale”.95

El terreno arenoso no es mejor que el anterior, contrario al pantanoso, que considera de mayor utilidad, pues aunque requiere ser excavado en tiempo de verano y cimentarse con pilotes, posee tierra gruesa, que es manejable y con la que se pueden construir las murallas: “Le Terrain marefeageux eft meilleur, parce qu'il tient de la terre graffe; mais bien fouuent apres qu'on a creusé quelque peu on trouue l'eau avant qu'on ait fuffifamment de cette terre... On doit eftre aduerti qu'en ces lieux marefcageux il faut fonder les murailles fur les pilotis; il faut faire le

94

“En las montañas y peñascos se encuentran pocas fuentes de tierra y lo que hay de más son piedras revueltas, que no son precisamente la más apropiadas para realizar las obras. Aquellas que sirven para fortificar en estos lugares se deben resolver carreteando la tierra de lugares más próximos donde la hubiese (...)”. (pág-19-20). 95 “El terreno ‘gravilloso’ no es el mejor, porque él sostiene poco y sin ninguna ligazón; el impacto del cañón provoca gran ruina y las piedras que rebotan de todos lafos dañan más que las balas”. (pág.20). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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mefme aux grauelleux & fablonneaux fi l'on veut qu'elles durent; mais à ces deux-cy, apres auoir creusé quelque peu auant, d'ordinaire on trouue la terre ferme, ou le rocher prope à fonder deffus”.96

Por último, concluye que el mejor terreno es el arcilloso, por su resistencia y maleabilidad; recomienda aumentar su cohesión mediante el uso de faginas y maderas, práctica común también en España y recomendada por el propio Cristóbal de Rojas en su tratado de fortificación: “Le vray Terrain qu'on doit choifir eft la terre forte & graffe, qu'on apelle autrement terre argille, laquelle eftanttroüuillée tient aux mains, & fe manie comme pafte; eftant feche fe rend dure comme celle dequoy on fait les pots & les briques... En hauffant les rempars il faut battre cette terre, & entremefler quelques fagots & pieces de bois trauersées, parce que cela lie grandement; le Canon y fait fort peu d'effect contre, & ne peut entrer dedans plus de dix pieds, ne faifant que fon trou fans rien ébranler; rellement qu'on peut apeller cette forte de Terrain le cimetiere des bales. car elles ne font autre effect que s'enfeuelir dedans”.97

96

“El terreno pantanoso es mejor, porque viene de la tierra gruesa; pero ocurre que, a menudo después que se ha excavado, podemos encontrar agua antes de que haya suficiente de esta tierra... Debo advertir que en lugares pantanosos se debe fundar las murallas sobre pilotes; se necesita hacer lo mismo con gravillosos y arenosos si queremos que duren; pero en estas dos, después de excavar un poco, generalmente se halla tierra firme, o las piedras apropiadas para fundar sobre ellas”. (pág. 20-21). 97 “El verdadero terreno que debemos escoger es la tierra fuerte y gruesa, que también llamamos arcilla, la cual se encuentra sujetándola con las manos y se manipula como pasta; estando seca se vuelve dura como aquella con la que se hacen las vasijas y los ladrillos... Al levantar los terraplenes se deben construir en esta tierra y entremezclar algunas faginas y trozos de madera transversales para que la líen grandemente; la fuerza del cañón hace poco efecto en su contra, y no puede penetrar más de diez pies, logrando solo sacudir; el relleno que hacemos de este tipo de terreno lo podemos llamar el cementerio de las balas, pues no hacen otro efecto que enterrarse”. (pág.21). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Finalmente, menciona de manera breve una de las características más importantes del trabajo con tierras, el talud: “Les Rempars, Caualiers & autres ouurages à cette forte de Terrain ne doiuent auoir de Talu que la moitié, ou au plus les deux tiers de leur hauteur, parce que la terre fe foûtient d'elle mefme auec peu de pente, comme on peut voir aux lieux deffus alleguez”.98

En el capítulo XXIX se trata el tema de las murallas. En la introducción, De Ville sienta una premisa importante a considerar: “Nous parlerons feulement de leur forme & materie, en tant qu'elle fert pour la confervation ou defenfe de la place. Qunt à la mode de les baftir, cela appartient à l'Architecture civil, & au Maffon de fçauoir connoiftre la profondeur fuffifante des fondemens, lá où il faut efpuifer l'eau, ou baftir fur les pilotis, felon que le terrain eft bon, ou mauuais, connoiftre le mortier, le fable, & les autres materies. Cette partie eft enfeignée dans l'Architecture civile, mais nous traittons de l'Architecture Militaire; noftre deffein eft feulement d'efcrire de la forme, & de la materie, en tant qu'elles font plus ou moins fortes”.99

98

“Los Terraplenes, Caballeros y otras obras en este tipo de terreno, no deben tener de talud sino la mitad, o a lo más. Dostercios de su altura, porque la tierra se sostiene a sií misma con poca pendiente, como se puede ver en los lugares arriba señalados”. (pág.21-22). 99 “Nosotros hablaremos solamente de su forma y materia en tanto que ellas sirvan para la conservación o defensa de la plaza. En cuanto al modo de construirlas, ello pertenece a la Arquitectura Civil, y al Maestro de Excavaciones conocer la profundidad suficiente de los fundamentos, donde se debe esperar agua, o construir sobre pilotes, según el terreno sea bueno o malo, conocer el mortero, la arena y los otros materiales. Esta parte se enseña en la arquitectura Civil, pero nosotros trataremos la Arquitectura militar; nuestro propósito es, solamente, tratar la forma y la materia, en tanto que ellas sean más o menos fuertes”. (pág.92). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Antoine DE VILLE: Les fortifications. (1628) La ilustración expresa un principio general, no un caso particular. En este grabado se nos muestra los distintos tipos de contrafuertes con los que es posible asegurar la estabilidad de un muro.

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De Ville no se detiene en la explicación de los procesos de ejecución y control. De hecho, es un personaje que los conoce, dada su experiencia, pero que selecciona al momento de escribir su libro, aquellos datos de la forma y de la materia que le permiten obtener la solidez que la fortificación requiere. Se trata de un proceso selectivo de alguien que se esfuerza por sentar las bases de un cuerpo doctrinal especializado y diferenciado de la acción de otras profesiones. Creo que aquí encontramos una de las claves para comprender la forma en que los tratados de arquitectura militar franceses del siglo XVII adoptan para su nueva ciencia, el papel del conocimiento constructivo. El contenido de este capítulo dedicado a las murallas se ciñe a la proposición introductoria del autor. Al referirse al espesor y talud que deben tener, se limita a pronunciar medidas tipo y referenciarlas a un gráfico que acompaña el texto: “On fait les Murailles efpeffes au fondement de quinze ou dix-huit pieds, & de cette efpeffeur on les efleue efgalement iufques au deffus de la terre, ou plan du foffé, & là on retranche l'efpeffeur de deux pieds & demy, ou environ du cofté de dehors, lequel retranchement on apelle Banquete, & les Italiens Zoccola, marqué A en la Planche treiziefme, & de là iufques au Cordon C, on fait aller ladite Muraille en talufant, ou panchant vers le dedans. On donne d'ordinaire fur chaque cinq pieds de hauteur un pied de talu (...)”.100

100

“Se hacen las murallas espesas con fundamento de quince o dieciocho pies, y de este espesor se alzan igualmente hasta por encima del terreno, o planta del foso, y allí se disminuye el espesor en dos pies y medio, circundando el lado de afuera, este retroceso lo llamamos Banqueta y los italianos Zoccola, marcado A en la plancha 13, y de allí hasta el cordón C, se hace ir esta muralla en talud, o inclinación hacia adentro. Se da, ordinariamente, por cada cinco pies de altura un pie de talud (...)”. (pág.92). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Respecto a los contrafuertes en los muros: “Outre cela, il faut eftte aduerty qu'au derriere de la Muraille vers la Place, il y doit avoir des Efperons, ou Contreforts qui s'auancent fept ou huit pieds dans le terrain, ou rempars, efpais de quatre ou cinq pieds, diftans l'un de l'autre de quinze ou vingt pieds, lefquels aucuns veulent eftre ioints à la hauteur du Cordó les uns aux autres par des voutes, ou arceaux, comme les marquez 5”.101

Concluye el capítulo haciendo algunas consideraciones generales sobre la construcción de murallas, reitera la importancia de los terrenos gruesos para los fundamentos y recomienda el uso del ladrillo en virtud de los efectos ante el impacto de las balas de cañón. Explica gráficamente el proceso para construir el talud de las murallas y recomienda empotrar en el terreno los contrafuertes. Temas como el de las bóvedas, las cisternas o las puertas de acceso no aparecen mencionadas en su libro.

3.1.3. Mallet: suelos y cimientos

Alain Manesson Mallet (París 1630-1706), autor de Les travaux de Mars ou l’Art de la Guerre (París, 1672) fue matemático de la corte de Luis XVI. Trabajó en Portugal al servicio de Alfonso IV y del príncipe regente Pietro II, como ingeniero y sargento mayor de artillería y habría proyectado y dirigido la construcción de varias 101

“Además, se advierte que detrás de las murallas hacia la Plaza, debe haber Tímpanos, o Contrafuertes, que avanzan siete u ocho pies dentro del terreno, o terraplenes, con espesor de cuatro o cinco pies, distantes los unos de los otros de quince a veinte pies, los que nadie debilitará estando juntos a la altura del cordón, los unos de los otros, por bóvedas o arcos, como los marca el 5”. (pág.93). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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fortificaciones en Portugal y España. De su pluma se conocen otras dos obras: Description de l'Univers (París, 1683) y La Geometrie pratique (París, 1702). El tratado está repartido en dos tomos: el tomo I consta de dos libros cuyo contenido encontramos explicado en el prefacio del Libro 3º, que ocupa el tomo II.

El Libro 1º contiene un tratado de geometría que el autor considera útil a la fortificación, enseñando la construcción gráfica-geométrica de plazas regulares e irregulares tanto en el papel como sobre el terreno; además, explica la manera de levantar planos y algunos métodos de perspectiva.

El Libro 2º trata del Cálculo de sus líneas (de las líneas de la fortificación), que abarca el trazado de flancos, caballeros y casamatas, explicando las teorías de autores precedentes, empezando por Errard y concluyendo con el conde Pagan.

El Libro 3º ocupa por completo el segundo tomo y está dividido en nueve capítulos: el capítulo I explica los cambios y progresos acontecidos durante los últimos años en la estrategia y la estructura militar; el capítulo II trata de los instrumentos y materiales empleados en la construcción de los recintos; el capítulo III está dedicado a aspectos constructivos, ya que incluye el tema de los movimientos de tierra y la construcción de murallas; el capítulo IV vuelve a tocar aspectos militares tales como la importancia de los almacenes, la pólvora y la artillería; los capítulos V, VI, VII, VIII y IX tratan temas relacionados con el ataque y la defensa de las plazas, instrumentos usados, conducta de las tropas, campamentos y formas de rendición.

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Los contenidos explícitos de construcción están contenidos en los capítulos II y III del tercer libro. El capítulo II contiene 5 subtítulos. En el primero hace una explicación del contenido general del capítulo. En el segundo, describe los diferentes tipos de palas que se emplean en las labores de excavación y que varían de acuerdo con la dureza del terreno. En el tercero, enumera y dibuja los instrumentos que sirven para transportar tierras y piedras: carretilla de mano, canastas, carros de tracción animal, hamacas. En el cuarto (y de manera muy didáctica ya que se acompaña de un gráfico donde aparece un corte en perspectiva del terreno) se explican los tipos de suelos que aparecen en relación con la profundidad del estrato. En el primer nivel (A) Bonne Terre, parce que c'est celle qu'on cultive (con espesor de 18 a 20 pulgadas); luego (B) Terre Blanche (5 a 6 pies); (C) Cailloüage Blanc (gravilloso, de 2 pies); (D) Delits de Sable; (E) Terre-grasse ou Marne (3 pies de altura); (F) Delits de Pierre (15 pulgadas de altura); (G) Bancs de Marne fort dure; (H) le Gros Cailloüage (8 a 9 pies de altura); y (I) Roca. En el quinto subtítulo expone los tipos de arenas: mafles y femelles. Prefiere las primeras (que se distinguen de las segundas por ser de color fuerte) para construir en lugares húmedos o expuestos a la acción de las aguas; en cuanto a su origen, escoge la de río por no ser demasiado gruesa ni demasiado menuda y para seleccionarlas al tacto: “Le bon sable se connoist facilement, lors qu'il est mouillé, & qu'il ne s'attache point aux mains; cars alors c'est figne qu'il est bon; le pire est celuy qui devient bourbeux quand on le met dans l'Eau”.102

102

“La buena arena se conoce fácilmente, la que es húmeda, y la que no se pega a las manos; aunque, a veces, es fina y buena; la pirita es aquella que emite burbujas cuando la metemos en el agua.” (pág.60) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El capítulo III tiene intenciones de lograr un mayor alcance a través de sus 16 subtítulos: “Ce chapitre fait une des plus difficiles partes de l'Architecture Civile & comme son sujet est fort utile aux Intendans & aux Ingenieurs, qui sont travailler aux Fortifications des Places, tant pour connoistre la quantité des Terres, qu'il faut vuider dans les Fondations, que pour sçavoir le nombre & la quantité des Materiaux, qu'il faut avoir pour elever les ramparts, Parapets, & Murailles ou Chemises des Places (...)”.103

La exposición es ordenada y mantiene la secuencia de los procesos de puesta en obra. Comienza con una tabla que incluye las secciones y diferentes dimensiones de los recintos, parapetos y fosos de las villas y prosigue con la manera de hacer los fundamentos: “Premierement, il faut sçavoir, si la Terre a desja esté autrefois remuée ou transportée de quelqu'autre lieu; car si elle l'avoit esté, on n'aprofondira point dedans, fans estayer les deux costez du Fondement, avec des planches & fortes pieces de Bois longues de la longeur du Fondement, a fin d'empefcher que les Terres ne s'eboulent (...)”.104

103

“Este capítulo corresponde a una de las partes más difíciles de la Arquitectura Civil, siendo también muy útil a los Intendentes e Ingenieros que trabajan en la fortificación de las Plazas, tanto para conocer la cantidad de tierras que sacará al hacer las fundaciones, como para saber el número y la cantidad de materiales necesarios para elevar los terraplenes, Parapetos, y Murallas o Camisas de las Plazas (...)”. (pág.61). 104 “Primero, hay que saber si la tierra ha sido removida o transportada de otro lugar, y si ello ha ocurrido, no se excavará hacia adentro, sujetando los dos lados del fundamento con planchas y sólidas piezas de madera a lo largo, a fin de evitar que las tierras no se desprendan (…)”.(Pág. 64 y gráfico pág. 65). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Después de desarrollar los aspectos relacionados con el transporte y conducción de la tierra obtenida en la excavación, describe la manera de hacer los fundamentos del recinto y de otras obras en lugares húmedos. Para ello trata de los pilotes: 1. Su naturaleza: constitución material y dimensiones. 2. La forma en que se deben hincar con ayuda de un martinete sobre andamios y con ayuda de aparejos. 3. La forma de unir las cabezas de los pilotes hincados.

Antes de abordar la construcción de las murallas, expone los términos usados en el corte de la piedra (nombre de las caras) y recomienda su colocación en los ángulos de los bastiones y en la línea media de las cortinas. En el subtítulo Du bastiment ou elevation des murailles de Pierre de taille, explica la forma de dar al talud, mediante el uso de reglas y escuadras, la proporción de la inclinación que no admite variaciones: 5 a 1. A continuación habla de las garitas, rastrillos, cuerpos de guardia, puentes levadizos, básculas y otras barreras, pero se limita a exponer los materiales con los que pueden construirse, las dimensiones más usuales, y la forma y la posición que ocupan en la fortaleza.

Un aspecto que empieza a hacerse más frecuente en los tratados, a medida que nos acercamos al siglo XVIII, es la necesidad de explorar otros materiales y otras formas de construir las murallas. El efecto cada vez más devastador de la artillería y la urgencia de construir en plazos muy limitados de tiempo, obligaron a los tratadistas a sugerir nuevas alternativas. Manesson Mallet no es ajeno a ello y dedica un apartado a plantear la construcción de Chemises de Gazon et Facines des Places. El término muralla es reemplazado

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por el término camisa, para denotar la función que tienen de contener el empuje de los terraplenes. “Les Chemises des Places, ou les Murailles qui servent naturellement à empefcher que la Terre du rempart qui s'eboule ne comble le Fosse; mais lors qu'on fortifie des lieux, ou la Pierre est rare, & qu'on est obligué de se servir de Gazon ou de facines, on les sera comme il s'enfuit”.105

Los tepes han de ser de una tierra arenosa, con hierbas, largos un pie y medio y cortados de manera que tengan una figura piramidal, dejando la cara recta para formar el paramento y enterrando la punta en el terraplén. Si el terreno no brinda tepes, el uso de faginas permite asegurar la ligazón que se busca. Un último aspecto tocante al conocimiento constructivo, es el de la composición del mortero: “Le Mortier se fait en diverses manieres: Mais voicy la meilleure & celle que j'ay pratiqué le plus. Lorsque la Chaux sortoit du Four, & estoit encoré toute chaude, nous la faifions couvrir de Sable, y mettant 3 Broüettes de Sable contre une de Chaux... La veritable Eau pour faire le bon Mortier, doit eftre de Puits, Rivieres, ou Fontaines, celle de Marets n'est pas si bonne, car pour celle de la Mer, elle n'y vaut rien, tenent tousjours le Mortier humide, à cause de son acrimonie”.106

105

“Las Camisas de las Plazas o las Murallas sirven, naturalmente, para evitar que la tierra que se derrumba cubra el foso; pero quienes fortifican en lugares donde la piedra es rara, están obligados a usar Tepes o Faginas, lo que les será muy útil”. (pág.78). 106 “El Mortero se hace de diversas maneras. Pero la mejor es la que más he practicado. Cuando la Cal sale del horno, y está todavía caliente, la hacemos cubrir de arena y vertemos en ella 3 carretadas de arena por una de cal(...)Verdaderamente la mejor de las aguas para hacer un buen mortero debe ser de pozos, riveras o fuentes, la de los charcos no es buena, aunque peor es la del mar, ésta no sirve de nada, pues conserva el mortero húmedo a causa de su acrimonia”. (pág.80). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Los últimos subtítulos contienen una explicación acerca de la unidad de medida empleada, la toesa, para entrar a tratar la forma de cubicar los volúmenes de construcción. Con los perfiles de las obras exteriores, de los fuertes de campaña, un breve discurso acerca de la economía en los trabajos y una relación de la importancia de los almacenes, se cierra el capítulo.

3.1.4. Marolois: ¿tepes o cantería?

La búsqueda de datos sobre la obra de Samuel Marolois trae consigo algunas dificultades, en especial a la hora de determinar qué título es original, cuál alude a comentarios de obras ajenas, e incluso, cuál trata, específicamente, el tema de la fortificación. Sólamente se hace referencia a la primera edición de esta obra de Marolois en su versión francesa: Opera mathematica, ou Oeuvres mathématiques traictans de géométrie, perpective, architecture et fortification107, la cual se subdivide en tres partes: 1. Geometrie, contenent la theorie et practique d’icelle necessarie a la fortification (1616). 2. Perspective contenent la theorie et practique d’icelle (1614).

3. Fortification, ou Architecture militaire, tant offensive que defensive; Suputte et designee par Samuel Marolois (1615).

107

Hagae-Comitis, ex officina Hondii, 1614-1616.

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El ejemplar consultado correspondería, entonces, a una posterior edición en latín. La misma consta de 5 libros, donde los temas fundamentales no han variado en las dos ediciones: geometría, perspectiva y fortificación. La metodología es también la misma a lo largo de la obra: las ilustraciones son explicadas por el texto y éste parece estar al servicio de las primeras.

La geometría se subdivide para Marolois en longimetría, planimetría y estereotomía; y a la perspectiva, tratada extensa y detalladamente, la considera como instrumento al servicio del ingeniero, a fin de representar de manera real los objetos sobre una superficie plana. En cuanto a la fortificación, contenida en los libros IV y V, Marolois recoge ideas de los autores italianos que le precedieron.

Su exposición se apoya en el conocimiento de la geometría y trata de explicar la mayor variedad de casos posibles. Su propuesta se reconoce por conservar ángulos rectos entre los baluartes y la cortina con revellines defendiendo a esta última. No falta el empleo de la trigonometría para calcular dimensiones y ángulos de las partes de la fortificación.

El libro IV se inicia con las definiciones propias de la fortificación, tanto en planta como en alzada (ictrographia y ortographia). Explica con detalle las líneas que constituyen el trazado de la fortaleza y el conjunto de las construcciones de que ellas constan. El libro V, aunque dedica poco espacio al tema de las cimentaciones, trata fundamentalmente de la batalla, las armas, la disposición de edificios al interior de las fortalezas, empalizadas, minas y cañones.

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Cimientos y muros en la obra de Marolois

Samuel MAROLOIS: Opera mathematica. (1614) Figuras 108 y 109: planta y perspectiva de los contrafuertes de los muros. Marolois no interpreta correctamente la manera en que ellos se amarran mediante bovedillas en su parte superior; a cambio, traslada los arcos escalonados de descarga que Errard (1594) ubica en el paramento exterior, hacia la parte posterior de los contrafuertes. Fournier (1628) copiará este gráfico con su error.

En relación con el total de su Tratado de Arquitectura Militar, dos son los temas que comprenden el estudio de la construcción material de las fortificaciones que requieren una dedicación mínima de Marolois: los muros y las cimentaciones.

Su particular teoría de los muros se acompaña de una ilustración en donde se intentan explicar dos aspectos: la determinación de los volúmenes de obra y la construcción con tepes y faginas. Para lo Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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primero se vale de las longitudes de las murallas, multiplicadas por el área de su sección.

Para lo segundo, da cuenta de aquello en que consiste el tepe (gaçon o césped), su geometría, dimensiones y colocación en la muralla. Las faginas se ilustran constituidas por atados de ramas y que, yuxtapuestas, sirven para hacer los terraplenes.

Las cortinas se hacen de piedra o ladrillo, y requieren de contrafuertes unidos entre sí mediante arcos; la ilustración que soporta el texto tiene claros orígenes en el tratado de Maggi - Castriotto de 1564 (folio 69), y será fielmente copiada por Fournier en su tratado de 1649.

Para el conocimiento constructivo, la obra de Marolois constituye un auténtico “puente” entre las ideas de los tratadistas italianos del siglo XVI y el enorme volumen de obras de fortificación que se publicarán a lo largo del siglo XVII, en donde las citas a las ideas de Marolois constituirán un lugar común para la mayoría de autores, en especial franceses y españoles108.

3.1.5. Fritach: las herramientas de la construcción. Fritach es autor de L’Architecture Militaire ou la Fortification Nouvelle; la edición príncipe es de Leyden, 1631: Architectura militaris Nova et aucta, oder Newe vermehrte Fortification, von Regular Vestugen, von Irregular Vestugen und Aussen wercken, aunque podría existir una edición previa. En la portada del ejemplar

108

Recordemos que la primera edición, en francés, está fechada en 1614-16.

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estudiado se afirma que esta edición está ampliada y enriquecida incluyendo “fortalezas regulares e irregulares y de las obras exteriores, todo llevado a la práctica moderna”. Adam Fritach se autodefine “Mathematicien” (matemático) en la portada de su libro.

Adam FRITACH: Architectura militaris. (1630) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El Libro I (sin título, dividido en 20 capítulos) está básicamente dedicado a tratar las definiciones de las partes de la fortificación, explicando las tablas que propone para el dimensionamiento de ellas. El capítulo 1 trata del origen y los cambios producidos en la arquitectura militar; el capítulo 2 explica las consideraciones más importantes a tener: posición (emplazamiento) y geometría; para enumerar, en el siguiente, los términos más comunes tanto en francés, alemán y flamenco, como en latín. Los capítulos 4, 5, 6, 7 y 8 se consagran al trazado en planta de la fortaleza, para lo cual apela al uso de tablas propias que determinan los ángulos que hacen los baluartes con las cortinas frente a distintas magnitudes y variaciones de la delineación. El capítulo 9 lo hace con los elementos en alzado y sección, explicando algunas propiedades de las murallas: pendiente, altura, espesor del perfil y materiales. Los 5 capítulos siguientes explican las particularidades de algunos elementos tales como el foso, el terraplén, la falsabraga, calles, puertas, puentes, casas de habitación, “y otras partes”. Los últimos 6 capítulos buscan “ordenar y poner en obra” en el sitio, las figuras geométricas del trazado, tanto regulares como irregulares.

El Libro II (dividido en 16 capítulos), trata de las obras exteriores: principalmente de los revellines, pero también de las media-lunas, tenazas, coronas y traversas (capítulos 1 al 8). Las explicaciones de los capítulos posteriores buscan ilustrar varios casos que se pueden presentar: lugares con sus líneas fáciles de ser fortificadas, con líneas curvadas hacia el interior, rodeados de antiguas murallas y terraplenes, plazas junto al agua, plazas bajas y presencia de los castillos en las villas.

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El Libro III (dividido en 19 capítulos), trata de la práctica ofensiva y defensiva. Explica la división del ejército, las trincheras, tipos de reductos, baterías y sus perfiles, aproximaciones de ataque, galerías, minas, contraminas, empalizadas y, en general, obras menores y pasajeras que se realizaban durante el asedio de las plazas.

Una revisión minuciosa de la tabla de contenidos de la obra de Fritach permite darnos cuenta de que ninguno de los capítulos de los tres libros está dedicado de manera explícita a la construcción de fortificaciones, con la excepción del número IX del primer libro: De l’appareil et construction des Profils, Esleuement, Hauteur, et Espaisseur du rempart, avec toutes les pieces y appartenentes. Empieza este capítulo con una descripción minuciosa de las murallas (remparts)109, determinando su altura en función del número de ángulos de la fortificación: “La hauteur ordinaire de 15 à 18 pieds est trouvée suffisante en practique. Quelques uns donnent une hauteur particuliere à chaque figure; nostre proportion sera la suivante en une figure de: IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. Angles; 12. 14. 15. 16. 18. 18. 18. 18. Pieds.”110

Fritach defiende aquí unas reglas de proporción para determinar la altura de las murallas, y, de igual manera, determinará su espesor en la 109

El término rempart, que puede traducirse como muralla, expresa la idea general que de ella se tenía: el conjunto de terraplén (de tierra) y camisa (de piedras, ladrillos o tepes) que constituia las cortinas y las caras de los baluartes. 110

“La altura ordinaria de 15 a 18 pies se considera suficiente en la práctica. Alguno nos dan una altura particular a cada figura; nuestra proporción será la siguiente en una figura de: IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. Ángulos 12. 14. 15. 16. 18. 18. 18. 18. Pies” (pág.26). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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base (54, 60, 66, 72, 78, 84 y 84 pies, respectivamente). En tanto que en los tratados de arquitectura civil, los órdenes son los encargados de asegurar el guardar leyes de proporcionalidad, en los tratados de fortificación -que no incluyen para nada la teoría de los órdenes- las proporciones que garanticen la estabilidad se expresan mediante tablas con dimensiones muy restrictivas.

Sobre el talud, afirma que no ha sido posible hacerse igual ante la diversidad de opiniones de los ingenieros: algunos lo hacen dándole a la base la mitad de la altura de la muralla, otros 2/3 de la misma e inclusive algunos, un ancho igual a su altura. Pese a todo, deja claro que es el tipo de suelo el que, a la larga, facilita la decisión. Ilustra con una figura de la plancha un instrumento, que denominado Harpe (en virtud de su forma similar a un arpa), sirve para calcular y determinar las pendientes de superficies inclinadas. También explica el uso de los tepes, y he aquí un aspecto importante: esta definición que parece ser la más correcta, aparecerá en tratados posteriores, y en algunos, como los de los sacerdotes Fournier y Tosca, se producirán deformaciones que harán difícil su comprensión.

Leamos la definición de Fritach: “Les gazons sont des pieces quarrées d’une terre bone et ferme, meslée de l’herbe qui y a creu. Leur longueur est de 14 ou 15 poulces, l’espaisseur de 4 ou 5 poulces, & la largeur d’un demy pied. Ils se diminuent peu à peu par derriere, en perdant un peu de leur espaisseur

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ou grosseur, & ce afin que la terre du rempart se ioigne bien & fermement avec les gazons, comme se verra en la 26 figure.”111

Adam FRITACH: Architectura militaris, nova et aucta. (1631) Fig. 25: Trazado de la planta - Fig. 26: Tepes - Fig. 27: Instrumento para determinar la pendiente de los muros - Fig. 28: Camisa de tepes. Fig. 29: Rampa para acceder por ella los obreros - Figs. 30, 31, 32: Faginas, salchichas, salchichones.

Citando a Speckle, explica el uso de faginas y salchichones de manera similar a los tepes, así como el uso de rampas de madera sobre andamios para transportar la tierra hacia la parte alta del terraplén. 111

Los tepes son dos piezas cuadrilongas de una tierra buena y firme, mezclada y atravesada de hierba. Su longitud es de 15 pulgadas, el espesor de 4 ó 5 pulgadas, y el ancho de medio pie. Éstos disminuyen un poco por detrás, perdiendo algo de su espesor o grosor, para que la tierra del terraplén se junte bien y firmemente con los tepes, como se verá en la figura 26” (pág.27). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Cuando se adentra en el tema de la construcción de cimientos en el agua o lugares muy pantanosos, cita el tratado de Ramelli (1588) para indicar al lector la importancia del uso de máquinas e ingenios que faciliten esta tarea, siendo al respecto su aporte personal bastante escaso: “Ayant donc ainsi espuisé l’eau, & trouvé un fond sec, ou fangeux, on en ofte aussi le sable, d’autant que dans l’eau il est trop foible pour le fondement; de mesme la fange n’y est point propre, pourtant il faut aussi after, & en apres y mettre le fondement pour le bastiment, qui se fait de bois ou de pierre, selon la qualité du fond.”112

En el último apartado (Il doit avoir en la charpenteriece qui s’ensuit) hay una descripción minuciosa de las herramientas de mano que se usaban en las obras de fortificación. Se trata de una explicación reveladora sobre algo tan importante y a la vez que pasa tan desapercibido, como componente del saber del oficio de la construcción: tipos de palas.

La primera pala se recomienda para la extracción de tepes; la segunda, un poco más larga, usada en lugares húmedos; la tercera, para trabajar en lugares estrechos como las trincheras; y la cuarta, una pala ordinaria, útil ante la tierra dura.

112

“Luego hay que extraer el agua, y encontrar un fondo seco, o fangoso, o incluso sobre arena, visto que el agua es muy mala para los fundamentos; tampoco el fango es apropiado, por lo que hay qe hacer en este caso lo mismo, y luego construir los cimientos con buenas piedras, según la calidad del fondo” (pág.29). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Fritach, en referencia a Vitruvio, expone que los materiales exigen unos instrumentos adecuados para optimizar su uso y su tratamiento. Además, las herramientas condicionan los sistemas constructivos, y de ahí su esfuerzo por codificar un saber que hasta ahora era propiedad exclusiva del gremio de artesanos.

3.2. El caso español, entre artilleros y artífices

De los 37 tratados publicados en España durante el siglo XVII, si descontamos aquellos cinco escritos por Sebastián Fernández de Medrano, a los cuales estudio con posterioridad, nos queda un repertorio del que sólo seis autores se destacan, quizá porque sus conocimientos acerca de la construcción de fortificaciones empiezan a tener importancia dentro de aquéllos cuya preocupación principal es la artillería, tal vez porque la exposición de sus ideas alcanza unos niveles altos de orden y sistematicidad, o porque contienen propuestas innovadoras -aunque poco atendidas- concernientes al tema que analizo.

En el primer conjunto encontramos dos libros, escrito uno por Cristóbal Lechuga, Discurso del Capitán Cristóbal Lechuga, en que trata de la artillería (…) Con un tratado de fortificación y otros advertimientos113; y el otro firmado por Juan Santans y Tapia, Tratado de fortificación, destos tiempos, breve e inteligible, puesto en uso en estos estados de Flandes114.

113 114

Marco Tulio Malatesta, Milán, 1611. Guillermo Scheybes, Bruselas, 1644.

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Sebastián FERNÁNDEZ DE MEDRANO: El Arquitecto perfecto en el Arte Militar, dividido en cinco libros. (1700) Arriba (plancha XVI): Herramientas y elementos. A=Tepes / B=Pilotes / H=Cestones / K=Faginas / O=Salchichones / V=Carretas. Abajo (planchas XVII y XVIII): Diferenciación de los procesos.

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Son tratados que contienen recomendaciones importantes para quien se enfrenta al proceso constructivo de una fortificación, a diferencia de los publicados hacia la misma época por autores como Núñez de Velasco, Diálogos de contención entre la ciencia y la milicia115 quien en

un

interminable

discurso

mezcla

anécdotas

personales,

acontecimientos históricos y citas bíblicas; o como los escritos por Julio César Firrufino, Plática manual y breve compendio de artillería116 y El perfecto artillero, Theoría y Práctica117, consagrados exclusivamente a exponer los principios fundamentales de la artillería. Entre los que se destacan por la claridad de su exposición y profundidad de sus contenidos, están los escritos por el mallorquino Vicente Mut, Arquitectura Militar118, y por Alonso de Cepeda y Adrada, Epítome de la Fortificación Moderna119.

Trabajos como el de Francesco Larrando, Estoque de la Guerra y arte militar120, son importantes más por su valor testimonial que por sus contenidos o su forma de exposición. Los breves tratados de Juan Bayarte, Contragalería, un nuevo adherente a la defensa del foso121, y de Theodoro Barbo, Se vence el arte con el arte122, son los que contienen propuestas importantes a nivel formal

y técnico

respectivamente.

115

Juan Godinez, Valladolid, 1614. Viuda de Alonso Marín, Madrid, 1626. 117 Juan Martín de Barrio, Madrid, 1648. 118 Francesco Oliver, Mallorca, 1664. 119 Francesco Foppens, Bruselas, 1669. 120 Thomas Loriente, Barcelona, 1699. 121 Sin imprenta, Madrid, 1674. 122 Sin lugar, sin fecha, 1680?. 116

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Alonso CEPEDA y ADRADA: Epítome de la fortificación moderna. (1669)

De poca o ninguna importancia para el desarrollo de los conocimientos técnicos son los textos de Diego Enríquez de Villegas,

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Academia de fortificación de plazas123, Francesco Dávila Orejón, Política y mecánica militar124, Andrés Dávila Heredia, Clabel geométrico125, Plazas fortificadas en el Ducado que era de Lorena126, y Descripción de las plazas de Picardía127; Pedro Opezinga, Pensamientos militares128, Pedro Folch de Cardona, Geometría militar129 y Josep Chafrion, Plantas de las fortificaciones de las ciudades, plazas y castillos del estado de Milán130. A los tratados de Josep Zaragoza (1675), Baltasar Siscara (1675) y Diego Fernández de VillaReal (1649), así como al texto anónimo Escuela de Palas, les dedicaremos atención en apartados posteriores.

3.2.1. Los tratados de Cristóbal Lechuga y Juan Santans

Inicio este análisis con la obra escrita por Cristóbal Lechuga. En el segundo de sus tratados impresos, Discurso del Capitán Cristóbal Lechuga en que trata de la artillería y de todo lo necessario a ella, con un tratado de fortificación y otros advertimientos, publicado en Milán en 1611, el autor introduce algunas explicaciones sobre la construcción de fortificaciones.

La primera parte está dividida en 23 capítulos y se acompaña de unas ilustraciones muy cuidadas. En ellos, de manera sistemática y ordenada, el autor explica inicialmente las características de los 123

Alonso de Paredes, Madrid, 1651. Julián de Paredes, Madrid, 1669. 125 Sin imprenta, Valencia, 1669. 126 Sin lugar ni imprenta, 1672?. 127 Sin imprenta, Madrid, 1672. 128 Por el Bernabó, Roma, 1670. 129 Egidio Longo, Nápoles, 1671. 130 Sin lugar, sin imprenta, 1678?. 124

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cañones: su longitud, grosor y modo de alinearlos, pasando por los diferentes tipos: cañón entero, medio y cuarto, culebrina entera, media y cuarta; es interesante su relato acerca de la fundición de las piezas, morteros, petardos, arcabuces y mosquetes. Después de tratar los elementos accesorios (carros de transporte, cucharas de las piezas y pólvora), entra de lleno a opinar sobre lo que deben saber los artilleros para alcanzar sus objetivos.

La segunda parte, De fortificación y todas sus partes, con lo necessario a guardar y defender las fuerzas, posee un capítulo único que trata, en orden, las siguientes materias: trazado del fuerte en la campaña; diferencia de los ángulos de las fortificaciones (desde la figura de cuatro hasta la de doce lados); pentágonos y baluartes; hexágonos; cosas importantes en el sitio de una plaza y, finalmente, tres discursos; dos de ellos dirigidos al rey y el otro a los Ingenieros.

Con estos temas el autor tiene un propósito bien claro: “Por fin del libro un discurso breve de fortificación, para que los Principes entiendan alguna cosa de sus partes, porque los ingenieros no los puedan engañar en quanto a la manera de las nuevas fuerzas, ni hablar sin que los entiendan, advirtiendo que va con la brevedad que las demás cosas, por no ser mi deseo que principes lo sepan por especulativa, y que an de entender todos que las operaciones de ellas, las an de dejar à los Ingenieros, à quienes toca yrlas regulando con los maestros y obreros como officio suyo propio, porque de las líneas à las operaciones va à decir tanto, como querer comparar lo muerto à lo vivo, ò lo natural a lo pintado”.131

131

Pág. 5 de la advertencia al lector (sin numeración en el libro).

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Núñez de VELASCO: Diálogos de contención entre la milicia y la ciencia. (1614)

Se divide categóricamente entre teoría y práctica, entre saberes propios de Ingenieros y de maestros y obreros, con un símil bastante directo: lo muerto a lo vivo, lo natural a lo pintado. Lechuga escribe para la nobleza, para que no sean engañados, para dejar constancia Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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de su propio saber, que es a la vez síntesis y paradigma. En las páginas 243 y 244 aparecen alusiones a las murallas: “Deven también advertir los príncipes, que aviendo de hazer fuerças, primero vestirlas de ladrillo, ó piedra las hagan de tierra sola, dejándolas seis años y mas para que la tierra haga assiento, y no derrive la muralla, como sucede, por no mirar á esto, particularmente en los baluartes, donde siendo llenos, haziendo la tierra assiento, fuerza es que reviente por la parte mas flaca, como minas (...)”. (pág. 243).

Se trata de advertencias, tal como el autor lo anticipa en los subtítulos; son repuestas a problemas que con seguridad eran comunes en la época y no una normativa acerca de la obra; no es un tratado para quien pretenda conocer de la construcción de fortificaciones sino para quien ya sabe y completa sus conocimientos. Líneas abajo escribe: “Que lavrando la muralla de piedra y ladrillo, se vayan dejando en ella algunos escoladores, à la parte de dentro, que recivan el agua y humidad del terrapleno, y que estos den en otro maestro, que tenga salida donde pareciere. Ò à canal hecho dentro por lo baxo, para escusar la muralla, que no padeza, haziendo lo uno y lo otro en la terzera parte de la grosseza del muro, à la parte de dentro, para que las dos de afuera queden maciças”. (pág. 244).

Destaca en este autor la imagen integral de la fortificación, imagen que no descuida aquello que no se ve exteriormente pero que contribuye a la estabilidad del conjunto:

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“Que suelen hazerse los fundamentos solos, al principio de las fuerzas, de piedra ò ladrillo, y lo demás de tierra, hasta que à hecho assiento, y que contrafortes, ò estrivos, se han de hazer a un tiempo travandolos con la muralla, y no de por si, porque la fuerza sea unida y que la tierra vezina à las murallas se à de batir con pistones como tapia”. (pág. 244).

El tratado de Juan Santans y Tapia, Tratado de fortificación militar, destos tiempos, breve e inteligible, puesto en uso en estos estados de Flandes, aparecido en 1644, se trata de un discurso único que guarda el siguiente orden temático: geometría, aritmética, trazado geométrico de plazas fortificadas, construcción material de fortificaciones, y tipos de fuertes incluyendo la explicación de sus partes y posibilidades geométricas.

Es un tratado escrito también por alguien entrenado en la artillería, pero que además demuestra un conocimiento claro de autores clásicos; así por ejemplo, cuando hace una declaración de los instrumentos y herramientas usados en la construcción, copia tanto las definiciones como las ilustraciones del libro de Fritach (1630). Tres son los aspectos a los que el autor dedica una detallada explicación: las Diferencias de materiales para las fortificaciones, Del modo que se deve fabricar con cada genero de materiales, y la Declaracion de los instrumentos (...) necesarios para las obras de fortificación. Su explicación acerca de la construcción de murallas parte de la valoración de los materiales: “La de tierra se husa mas, tienese por la mejor, y mas fuerte contra la artilleria, y de menos costa. La de ladrillo i cal despues de la de tierra, y la de piedra en tercer lugar (...)”. (pág. 87).

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Luego, aclara la manera en que el material condiciona no sólo los procesos, sino la forma de la muralla: “Si se fabrica de piedra, se dara poco escarpado, á razón de uno por 7 de altura. La cal se deve conocer su calidad, porque una sufre mas mezcla que otra, y la de arena que mientras mas seca y suelta es peor, y no fragua con la cal, à que se deve atender mucho (...)”. (pág.89).

Cuando, finalmente, recomienda la construcción de murallas en piedra, incluye la explicación de detalles muy precisos que demuestran su formación práctica: “Las piedras que se plantaren à la parte exterior de la muralla, han de ser largas y angostas, que entren bien à dentro, porque la artillería del enemigo no la haga tanta bateria, como lo haria si entrara poco, que mas importa que vaya fuerte, que muy galano, si bien puede ser uno y otro... En medio de la muralla se deve meter ripio, que son piedras chicas mezcladas con mucha cal bien acuñadas, y las de sillería bien asentadas, que es mucha parte de seguridad de la obra... También al plantar las primeras piedras del fundamento de la obra en el orizonte, sea de hazer una caxa aunque se pique en piedraviva, donde haga chapin la obra, y desta manera sera eterna (...)”. (págs. 90-91).

En ambos tratados, los de Lechuga y Santans, publicados con 33 años de diferencia, los principios constructivos guardan una gran similitud, con unos conocimientos que se nutren de la práctica. Pero si Lechuga escribe para que la nobleza se libre del engaño de los Ingenieros, aquellos nuevos profesionales que se ponen al servicio de los intereses de los estados, en Santans se percibe cierto afán por involucrar el Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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orden geométrico y matemático dentro de la génesis de la traza de los proyectos de fortificación. En él hay una búsqueda por codificar aquello que sabe, por ponerlo en palabras, por involucrar detalles, trucos, pequeñas pericias. Copia de Fritach su descripción de las herramientas de mano, se expresa a través de tímidos principios, que van más allá del simple relato de sus experiencias. 3.2.2. El conocimiento “científico” de Vicente Mut y el saber práctico de Alonso de Cepeda y Francesco Larrando A Vicente Mut, autor de “Arquitectura Militar. Primera parte. De las fortificaciones regulares y irregulares", publicado en 1664, se le conoce, ante todo, como un astrónomo y hombre de ciencia de su época; formado con los jesuitas, trabajó como contador e ingeniero, llegando a ser considerado cronista general del Reino de Mallorca. Este tratado consta de un libro único dividido en 39 capítulos. Aunque no existe una división explícita en todo el libro, en virtud de la lectura de su tabla de contenidos y la revisión de los mismos, es posible advertir la presencia de los siguientes bloques temáticos.

Primero: los capítulos 1 al 3 sirven de introducción general, donde se explican las conveniencias de la nueva forma de fortificar, respecto a la antigua; para ello, se detiene en la explicación de los términos, sus dimensiones fijas y la forma de dividir los lados en las figuras poligonales. Entre los capítulos 4 al 13 explica los métodos para determinar los ángulos de un baluarte, así como sus lados y elementos característicos: gola, traveses, frentes, cortinas y casamatas.

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Segundo: a partir del capítulo 14, el objetivo del autor es hacer una explicación detallada del proceso de construcción gráfica de una fortificación; para ello da cuenta de la delineación de fortificaciones regulares, así como del cálculo del área y capacidad de una plaza. Incluye también la forma de trabajar a diferentes escalas gráficas.

Tercero: el capítulo 19 se titula Ejecución práctica de fortificaciones sobre el terreno, a partir del cual, se introduce en algunos aspectos constructivos, en especial de murallas y terraplenes, versando también de los parapetos, el foso y las puertas. Termina en el capítulo 20 con una explicación de la forma de determinar los volúmenes de los cuerpos sólidos.

Cuarto: entre los capítulos 29 al 33 expone la importancia y tipologías de obras exteriores (revellín, medialuna, hornabeque, cortaduras,...).

Quinto: entre los capítulos 34 al 37 expone los principios de la fortificación irregular. En el 38 aborda las diferencias notorias entre las fortificaciones de nueva planta y las que se adaptan a una construcción ya existente. Finalmente, en el capítulo 39, hace una recopilación general, incluyendo los axiomas más importantes de la fortificación irregular.

Las aportaciones hechas por Mut al conocimiento constructivo no se caracterizan por ser novedosas, aunque sí sean bien explicadas y merezcan incluso una reflexión de su parte. Sin lugar a dudas, estamos ante un magnífico trabajo de recopilación de su tiempo, donde es evidente la influencia de tratadistas tales como Marolois y

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Döghen, además de que expone su conocimiento de la obra de Stevin, De Ville y Fritach.

En los capítulos 23 y 24 hay referencias precisas sobre murallas y terraplenes. A las murallas las define de la siguiente manera: “Es la parte exterior la que sostiene el terrapleno. En las fortificaciones de Tierra no ay otras circunstancias particulares, que las de aver de tener mucha Escarpa, como casi la metad de la altura; y de que la cara exterior sea mejor trabaxada, para que pueda expeler las lluvias”. (pág. 90).

Contempla la necesidad de construir las contraminas a lo largo de toda la muralla, no sólo como un recurso de la defensa del recinto, sino como un respiradero para purgar el ayre. Explica una de las discusiones más interesantes de su época alrededor del tema de las murallas: “No falta quien alaba la mucha Escarpa en las Murallas de qualquier materia que sean: diziendo que tienen la ventaxa de recibir los tiros con obliquidad en su pendiente; que son dificiles a las escaladas, y que hacen mas dificultosas las ruinas. Pero estas razones no son mas que sutilezas, porque antes bien la mucha Escarpa detiene las ruinas, y las dispone para la subida; disminuye la Plaza, y estorva la Defensa (...)”. (pág. 90).

Al concebir la muralla como un sistema compuesto de terraplén y camisa, contempla las distintas posibilidades materiales: piedra, ladrillo, tepes y tierra con faginas, pero con una premisa importante:

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“Aunque este Capitulo ha de concluir, que la materia de las Fortificaciones ha de ser la que mejor diere el País, todavía se puede reducir a tres modos. El uno de tierra con Muralla de ladrillo, ò Piedra. El segundo, de tierra con cara, ò crosta de tepes, y el tercero mas comun de tierra y faxina.” (pág.94).

La descripción de los procesos constructivos en cada uno de los casos está bien detallada. Para el primer caso, cuando la camisa es de piedra o ladrillo, el terraplén ha de levantarse con algunos meses de anticipación, a fin de que la tierra se compacte y no produzca empujes por deformación a la fábrica; tal compactación se hace mejor colocando la tierra por capas que se mojan y se apisonan, por lo menos hasta los dos tercios de su altura. En caso de usar piedras para el recubrimiento, éstas han de ser blandas para minimizar los efectos que sufre ante la bala del cañón enemigo. Si la muralla es de tepes, éstos deben ser de tierra gruesa, cortados en forma de cuña y colocados alternadamente (a la manera de un opus incertum romano). Resalta, por tanto, la propiedad más importante de los tepes: su posibilidad de unión mediante las raíces de las hierbas que posee: “Algunos modernos ya desconfian de la union de tepes; y assi como van levantando el Terrapleno, le viste de tierra muy pingue bien apissonada; echa agua sobre su cara exterior, y quando está muy humedecida, esparzen mucha semilla de qualquier yerva, ò gramen; y luego allanan toda la superficie de aquella tierra, que desta suerte encrostada, queda mas unida (...)”. (pág.96).

Apenas se detiene en el tercer caso, cuando la muralla es de tierra y faginas pero, a cambio, introduce una variante que seguramente conocía bien: la construcción con tapial, para cuya fabrica se tienen Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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moldes de tablas que dizen tapiales (...). Todo cuanto respecta a las cimentaciones queda expresamente apartado, y remite al interesado a autores como Ramelli o Alberti, porque es parte más propia de la Arquitectura Civil (...). Las preocupaciones de Mut no son ajenas a los factores vinculados con el rendimiento, los costes y las formas de contratación de la obra: “El assunto deste capítulo (el XXVIII) aunque es solo curiosidad, pero es muy util, assi para saber la tierra que se ha de sacar del Fosso para los terraplenes, como tambien para tantear el gasto, y mas si la Fabrica se ha de dar a destajo (...)”. (pág.111).

Por último, es de destacar la valoración que hace Mut de las construcciones antiguas, cuya conservación considera útil: “Grande es el error de algunos Ingenieros, que haziendo alguna nueva Fortificación, derrivan ò cortan las murallas viexas, cegando sus Fossos. Porque la Fortificación antigua, aunque solo sea de Casamuro, puede en la Ocasion servir de Retirada, y de segunda Circunvalació. Y tengo por menos inconveniente hazer la Nueva algo Irregular, que demoler la Antigua”. (Pág. 152).

Nos encontramos en este caso ante un autor que, aunque recoja muchas de las ideas ya expresadas en tratados precedentes, se muestra como un buen conocedor del tema y, en especial, de sus peculiaridades constructivas; intercambia además opiniones y sugerencias personales que enriquecen el texto y lo convierten sin duda en uno de los autores de fortificación más destacados dentro del panorama español del siglo XVII.

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Alonso de Cepeda y Adrada escribe y publica en 1669, su Epítome de la Fortificación Moderna, así en lo regular como en lo irregular, reducida a la regla y al compás por diversos modos y los más fáciles para mover la tierra y otros diversos tratados de la perspectiva, Geometria Practica, y del modo de sitiar y defender las Plazas(...) es uno de los más importantes textos de fortificación españoles del siglo XVII. En esta obra se estudian algunos aspectos relacionados con la construcción material de fortificaciones, intercalando datos apoyados matemáticamente con observaciones prácticas.

El preludio se divide en 16 capítulos que tratan de la geometría euclidiana y tiene 7 más donde se explican los términos y partes de la fortificación. En el tratado cuarto hallamos contenidos explícitos acerca de la construcción material de fortificaciones.

Inicio, pues, el análisis sobre la obra de Alonso de Cepeda. En relación al modo de trabajar en tierra, propone el uso de tepes en murallas y terraplenes, a la vez que describe detalladamente el proceso constructivo, aunque sin ilustrarlo. Recalca la importancia del talud en el terraplén de tepes por raçon de que los tepes no se juntan, ny unen como la tierra, y paraque esta se conjunte fuertemente se humedece, para pisarla con pisones. Más detalladas son sus explicaciones sobre los fundamentos, en el capítulo segundo, que no desvincula de la construcción misma de las murallas. Contempla las variantes en los tipos de suelos: “Si el terreno es pantanoso, se fijan alrededor de todo el designio lo ma juntos que se puede, unos estacones hechos de arbolillos enteros tan profundamente como fuera possible, pero de modo que queden fuera del Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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terreno, agua, ò pantano tres pies por lo menos de cabeça. Y luego se echan gran cantidad de faginas, o haces de leña y salchichones, y se rellenan de piedras por adentro para que se vayan al fondo, si la situacion es de agua corriente. Y si es de fango y agua empantanada, se rellenan de tierra”. (pág.123).

En cuanto a los pilotes, propone sean de Alamo Blanco, con longitudes cercanas a los 25 o 30 pies, con edades de 4 a 5 años; pero cuando no hubiesen árboles disponibles, propone hacer una base de faginas entrecruzadas y clavadas al piso, sobre las que se deposita tierra y piedras. Sobre las murallas empieza afirmando: “(...) levantando este fundamento (...) comiençan à levantar la muralla, sea de tepes, de ladrillo, ò tierra, y se le da la anchura à proporcion de la altura. Si la muralla fuese solo tierra batida, ò

pisada, como las tapias

de España, à cada pie de tierra se pondra una cama de faginas de sauces verdes (...) y se pisará cada pie de tierra, de modo que se abaje quatro ò cinco pulgadas. Y para mejor la tierra se le echa un poco de agua, y sobre la parte exterior de cada cama de tierra, se va sembrando grama como se ha dicho, ò feno, ò habena (...)”. (pág.124).

Una vez se acabe la muralla, ésta ha de tener una pendiente hacia el interior, cubriéndose de tepes y vegetación. Pero cuando parece terminar con el tema de las murallas, vuelve a los fundamentos para afianzar su explicación, es decir, que entiende la complejidad del sistema constructivo y la enorme interrelación entre sus partes: “Para los muros de piedra, o ladrillo se abren los fundamentos de cinco a 6 pies de hondo, y se pilotan con troços de roble, o castaño, u olmo.” (pág.125).

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El quinto capítulo versa sobre el modo de fabricar las murallas revestidas de ladrillo, ò hechas de piedra; considera al inicio de su explicación, la acción de los agentes atmosféricos sobre la edificación: “Las fortificaciones de tierra por buenas que sean y fuertes, el tiempo, las lluvias, el yelo, y el desyelo las arruyna y consume.” (pág.131).

Es eso lo que justifica el que se recubran de ladrillo o piedra, revestimiento llamado Camisa, que tiene 13 pies de ancho en la parte inferior, levantándose con una pendiente en proporción de uno a cinco en su cara exterior, en tanto que se hace a plomo por la interior que da contra el terraplén. Además, contempla la construcción de contrafuertes, unidos con bobedas, ò arcadas, para que pueda resistir la muralla el peso de la tierra. Remata su importancia así: “Y todos los buenos Arquitectos se valen de ellos en todas las murallas de piedra, ò revestidas de ladrillo”. (pág.132).

Además, establece unas dimensiones muy precisas para el muro y sus fundamentos, los contrafuertes, y el parapeto. Para la construcción de los otros elementos de la fortificación, mantiene las mismas recomendaciones. Si Mut es un recopilador de tratados antiguos que hace de su obra un listado de ideas y principios generales, Cepeda hace lo mismo pero con sus experiencias, para organizarlas a modo de tratado. Sus principios hacen parte de un conjunto de condicionamientos que ha de conocer el ingeniero: junto al trazado, a la determinación de áreas, al cálculo de volúmenes y a la manera de defender una plaza, Cepeda coloca el “saber construir”, Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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para lo cual es necesario contar con un repertorio de soluciones adecuadas, con elementos de dimensiones establecidas (como los pilotes o los espesores de las murallas), con reglas generales; su concepción es más de conjunto que la que refleja el trabajo de Mut. Sin embargo, en ninguno de los dos hay propuestas nuevas, falta la búsqueda, el cuestionamiento de lo dicho, de lo hecho, y esa es una condición

importante

también

para

medir

los

niveles

de

transformación del conocimiento.

El tratado de Francesco Larrando de Mauleón, Estoque de la guerra y Arte Militar, es una expresión un poco más tardía - fue impreso en 1699 - del modelo adoptado por Cepeda. Dividido en ocho tratados, uno de ellos (el tercero) está consagrado a los aspectos propios de la construcción de murallas, cuyo proceso queda aquí perfectamente descrito. Como ya indiqué, este libro es importante por su valor testimonial, útil para entender la decisión de muchos arquitectos militares de edificar en piedra y no en tierra o tepes sus murallas: “Se vio este año pasado de 97 en el sitio de Barcelona, en el baluarte del Portal Nuevo, en la cara de la parte de San Pedro, que le dieron los franceses mas de 3000 cañonazos, y los mas con bala de 40 sin aver hecho estas mas operaciones que señalar donde davan, demoliendo no mas que un poco de polvo â la mesma cara de las muralla. Tengo por cierto que los cañonaços que se dieron a dicha cara, antes de hazerle daño, si se hubieran dado a una de tierra, que no solo la huvieran desecho, sino hallanado gran parte de su terraplén.” (pág.145).

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Critica fuertemente a las murallas hechas de tierra, que se deshacen con la humedad, y que por necesitar de una mayor pendiente en el terraplén, facilitan la subida de personas y animales. Para ello: “Todos esos inconvenientes se quitan con hazerlas de cal, y canto, o ladrillo, y se logra el tener una muralla fuerte, permanente, vistosa, y que causa mas respecto al enemigo que la de tierra”. (pág.146).

Larrando, nombrado por Felipe V como Ingeniero Director de su ejército, fortificaciones, castillos y plazas de armas, dedica también buena parte de su libro al estudio de la aritmética, la geometría y las normas de conducta del personal militar.

3.2.3. Las propuestas de Juan Bayarte y Theodoro Barbo

El tratado de Juan Bayarte Calazans y Avalo, Contragalería, un nuevo aderente a la defensa del fosso, publicado en 1674, es poco conocido. Se trata de un breve texto de 29 páginas en un discurso único, donde su autor expone la necesidad de una segunda línea de defensa de su invención que, uniendo las contraguardias, constituye un primer obstáculo capaz de defender a las falsabragas y a las cortinas. Entre las ventajas que enumera están las siguientes:

1. Impide la aproximación del enemigo a las cortinas. 2. No disminuye el área efectiva de la plaza. 3. Permite una mejor defensa del foso. 4. Permite una mayor defensa de las caras de los baluartes. 5. Se convierte en un obstáculo para la acción de los minadores. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Una de sus apreciaciones más interesantes la encontramos en las primeras páginas del libro: “El (arte) de la fortificación ha llegado al estado, en que parece que ha apurado los discursos, ò satisfecho los deseos, y assi se puede entender en todo lo essencial, hazelo evidente el aver cesado de escribirse, ni executarse cosa que pueda tenerse por nueva en la substancia, aunque se aya variado en el modo (...)”. (pág.2).

Se manifiesta aquí el estado de saturación alcanzado por las distintas teorías de fortificación, a las que Bayarte busca complementar con esta propuesta que, si bien no involucra modificaciones en el sistema técnico, sí lo hace en el sistema geométrico del trazado en planta de las fortificaciones.

Mucho más audaz es, sin lugar a dudas, la propuesta que Theodoro Barbo expone en su tratado Se vence el arte con el arte. Nueva fortificación del Conde D. Theodoro Barbó; texto breve, cuyo tema central es un baluarte inventado por el autor, que busca resolver las discusiones entre quienes aprobaban una figura hueca y quienes la preferían maciza. Desde las primeras páginas, Barbo acentúa la importancia de la fortificación y el conocimiento de la geometría, poniéndoles por encima de los antiguos conceptos de valor, coraje y valentía; la geometría es ahora la depositaria de las posibilidades de triunfo en una batalla.

El baluarte es la figura en la que el autor resume sus ideales, mostrándonos un trazado descontextualizado del conjunto fortificado, pero asumiendo sus peculiaridades constructivas. El texto de Barbo es

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de los primeros en los que una propuesta formal va acompañada de consideraciones técnicas relevantes: Su propuesta se resume en un baluarte hueco en su mitad inferior y macizo en la superior. Para ello sugiere un sistema de pilares abajo, creando una “planta libre”, de tal manera que, a la vez que se hace inmune a la acción de las contraminas (cuyo efecto destructor estaba dado por su profundidad), permite aperturas en todo el frente del muro para posicionar baterías de cañones: “En cada doze palmos de muralla, tanto en la frente, quanto en los lados, y flancos, se pueden abrir tantas cañoneras, quantos son los vacios de un pilar a otro”. (pág.7).

Este conjunto de pilares, separados entre sí por distancias iguales, soportan las bóvedas que sirven de base para la parte maciza de la mitad superior. Entre muros contínuos y paralelos, que forman una cuadrícula, se apisona la tierra: “En el espacio de los dichos doze palmos entre la una muralla, y la otra contramuralla, se forme un terraplen de 32 palmos de gruesso, y de tal genero, de tierra o betun, de invencion de la misma Arte, que se endurece como piedra”. (pág.12).

Barbo hace coincidir los ejes de carga de los dos sistemas (muros corridos sobre pilares), aunque en el gráfico, tal correspondencia no sea evidente. El autor es consciente de que, a cada nueva invención ofensiva, ha de surgir otra capaz de contrarrestarle; y, sin duda, su gran importancia se encuentra en el hecho de superar unos criterios

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más del orden moral y ético, mediante un conocimiento técnico, con un nivel mínimo de elaboración.

B. BELIDOR: Architecture Hydraulique. (1737)

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3.3. El clero y la Arquitectura Militar

Tras el análisis de algunos tratados, y tras una exploración sobre la vida de los autores, sorprende el hecho de que un número considerable de tratados de fortificación estuviese escrito por sacerdotes y, especialmente, por jesuitas. Si bien su interés hacia las matemáticas y las ciencias naturales son comprensibles, dado su papel dentro de la enseñanza de la época (siglos XVII y XVIII), parece extraño que también se orientasen hacia la fortificación. Concluyo con la certeza de que ello obedece a que, a través de su estudio, se podía hacer una síntesis de los principales conocimientos técnicos; si la aritmética y la geometría eran ciencias especulativas, la fortificación era el terreno propicio para su aplicación práctica, bien en cuestiones de trazado y construcción, o bien en asuntos relacionados con la fabricación de armas, el cálculo de ángulos de tiro. Inclusive permitía al autor hacer disertaciones de orden social y político.

Entre 1649 y 1739, resulta fácil localizar al menos nueve títulos de obras que son producto del esfuerzo de sacerdotes, o de sus discípulos más directos, tanto en España como en Francia. En estos tratados no encontramos aportes revolucionarios, rupturas y ni siquiera disertaciones.

No obstante, se aprecia un evidente hilo conductor de saberes, donde se llega, incluso, a la transcripción textual entre unos y otros, a la manera de un cuento que pasa durante generaciones de padres a hijos. Pero también es valioso su esfuerzo por la codificación, por el orden y, sobre todo, por el carácter didáctico que el tono de sus páginas contiene y que seguramente garantizaron que estos libros llegasen de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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la mano de las comunidades religiosas a diversos lugares del mundo. Un ejemplo de ello es la difusión de la que gozó el tratado del padre Tosca, tanto en España como en América. Este autor no sólo se conocía en importantes ciudades como Buenos Aires, sino también en las bibliotecas jesuitas paraguayas del siglo XVIII.

El tratado de George Fournier, Architectura militar o fortificación moderna132, inicia esta serie que continúan Baltasar Siscara, Compendio de modernas fortificaciones133, Josep Zaragoza, Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos 134, Milliet Dechales, L’art de fortifier, de defendre et d’attaquer les places135, Josep Cassani, Escuela militar de fortificación ofensiva y defensiva136, Nicolás de Benavente, Conclusiones mathematicas de architectura militar137, Tomás Vicente Tosca, Compendio matemático138, y el Abate Deidier, La science des gèometres139.

3.3.1. George Fournier y Baltasar Siscara

George Fournier nació en Caen (Francia). Ejerció en su ciudad natal la docencia de humanidades y matemáticas dejando al morir una importante serie de manuscritos sobre ciencias, acerca de los cuales, había ya publicado dos obras fundamentales: Euclides sex primi

132

Juan Henault, París, 1649. Pablo de Val, Madrid, 1657. 134 Francesco de Zafra, Madrid, 1675. 135 Estienne Michallet, París, 1677. 136 Antonio Gonçalez de los Reyes, Madrid, 1704. 137 Sin lugar, sin imprenta, 1704? 138 Josep García, Valencia, 1712. 139 Charles & Antoine Jombert, París, 1739. 133

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elementorum geometricorum libri140 y Traité des fortifications ou architecture militaire141; de ambas obras se hicieron numerosas ediciones y, la segunda, fue traducida al latín, holandés, alemán y español; escribió también un Traité de la sphére142 y varias obras de geografía y navegación.

Este pequeño tratado está dividido en dos partes: se inicia el tratado con un extenso preámbulo (10 capítulos), donde el autor defiende la importancia de la fortificación: “Es la fortificación una ciencia, en quanto obra con demostraciones, o un Arte lleno de platica y preceptos, ordenados a la defensa de los pueblos”. (Preámbulo).

La primera parte se divide en 26 capítulos: los capítulos 1 y 2 explican los términos empleados en la fortificación y las líneas que constituyen el trazado general de las obras; el capítulo 3 enuncia siete máximas a seguir en la fortificación; máximas que se encarga de explicar detalladamente en los capítulos 4 al 9; el capítulo 10 hace una comparación entre las obras construidas en Francia, Italia y Holanda, para así entrar a tratar las condiciones que se deben tener en cuenta de manera previa, en especial de las condiciones del sitio.

Los capítulos restantes están consagrados a la importancia de la geometría, el uso de las tablas para dimensionar las partes de la fortificación, así como de las figuras que se presentan irregulares. El

140

París, 1643. París, 1649. 142 París, 1642. 141

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libro II sólo consta de 17 capítulos, tratando aspectos particulares de las obras de fortificación. Son tres los aspectos constructivos que merecen una especial atención de Fournier: los terraplenes, las murallas y los cimientos. De los primeros dice: “Los reparos se forman en torno de una Plaça con la tierra que se saca del Fosso. Sirven para cubrir las casas de una fortaleza, y para dominar el enemigo y cubrirse del”. (pág.59).

Su espesor debe alcanzar los 20 ó 30 pies en la parte inferior y entre 17 y 25 en la superior; recomienda el uso de tierra negra o pantanosa (puesto que secan bien), a cambio de la arenosa y pedregosa, que son malas para hacer terraplenes. Sobre las murallas afirma: “(...) con todo se haze la muralla de piedra a una Plaça para que sea más durable, impediendo que las aguas, los animales y otros accidentes no deshagan el terreno; y sobre todo como la escarpa o talud es menos, no son tan sugetas a las entreprezas”. (págs. 64-65).

El talud de la muralla está en relación de 2 a 5 de su altura, y contempla el uso de contrafuertes: de 4 a 5 pies de espesor, y 8 de profundidad, estarán distanciados entre sí por distancias que oscilen entre los 15 y 20 pies: “(...) los mejores (contrafuertes) seran en forma de una media torre, llenos de tierra unida y pizada, ó que se unan junto al cordon con boveda o arcos (...)”. (pág. 67).

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George FOURNIER: Architectura militar, o fortificación moderna. (1649) Fournier intenta recoger gráficamente las principales particularidades constructivas necesarias en las obras de fortificación, para lo cual se vale de recopilar y copiar muchas ilustraciones de autores precedentes. - Arriba, derecha: Cimentación por pilotes. - Abajo, derecha: Instrumento para determinar la inclinación de los muros, dibujos de tepes y de terraplén sobre pilotes. - Arriba, izquierda: Contrafuertes unidos mediante arcos y escollera como defensa de una muralla de una plaza marítima, copiadas de Marolois (1614). - Abajo, izquierda: Los ocho tipos de contrafuertes ya contemplados por De Ville (1628).

Por su parte, el de Baltasar Siscara, Compendio de Modernas Fortificaciones del R.P. Fray Genaro María Aflicto, natural de la ciudad de Nápoles, de la Orden de Predicadores, Lector de Artes, y Teología y profesor de matematicas, es un tratado muy breve que está dividido en trece capítulos, a la manera de “lecciones de clase”, con precísas descripciones formales y textos cortos. En el preámbulo hace

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algunas advertencias que el autor considera necesarias para la introducción a la fortificación, en donde leemos lo siguiente: “(...) en las guerras de Catalunya (...) no ay palmo de fortificación que no se aya resecho muchas veces, con daño inestimable de la Hazienda Real”. (Preámbulo, sin página).

En los tres primeros capítulos se establecen los principios geométricos y los fundamentos en forma y medida de una fortificación. Entre los capítulos 4 y 12, el autor escribe los elementos de las plazas: falsabragas, baluartes, cortinas, parapetos, fosos, cavalleros y terraplenes. El capítulo 13 habla de la fortificación irregular. No hace descripción de los procesos constructivos, ni tampoco incluye apartados acerca de los materiales o particularidades de tipo técnico.

3.3.2. Josep Zaragoza y Vicente Tosca

Josep Zaragoza (o Zaragozá) ejerció la Cátedra de Filosofía y Teología en centros Jesuítas de Mallorca, Valencia y Barcelona. Algunas de sus obras son: Arithmética Universal, que comprehende el arte menor y mayor, algebra vulgar y espaciosa (1669), Trigonometría hispana resolutio triangulorum plani et sphaerici: constructio sinuum, tangentium, secantium et logarithmorum, eorumque usus (1672), Canon trigonometricus continens logarithmos, sinuum et tangentium ad singula scrupula totius semicirculi (1672), Euclides nuevo antiguo. Geometría especulativa y práctica de los planos (1673), Geometriae magnae in minimis (1674), Esphera en común celeste y terráquea (1675). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Josep ZARAGOZA: Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos. (1675)

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El libro que aquí nos interesa, para la finalidad de la Tesis, es: Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos fue encargado al padre Zaragoza como regalo al rey, lo cual exigió de su parte una enorme dedicación tanto para escribirlo como para ilustrarlo. No nos encontramos ante un auténtico tratado de fortificación, los objetivos del libro son otros: reunir en un mismo texto la explicación de los instrumentos empleados en las operaciones de medición, levantamiento y trazado de obras de arquitectura (militar y/o civil), pero que necesita para tal propósito explicar buena parte de los términos y procedimientos usados en la fortificación.

El libro no presenta una división en capítulos, sino que expone ordenada y separadamente catorce instrumentos: la regla de alaton, la pantómetra militar, el triángulo filar, la cruz geométrica, el rhombo gráfico, el triángulo equilátero, el triángulo menor, el largavista, el compás armónico, el compás de varilla, la cadenilla, una mesa, el pie de dicha mesa y finalmente la escuadra.

Al tratar de la pantómetra militar, se extiende en explicar los siguientes apartados de la arquitectura militar:

1. De la fortificación: definición de la regular e irregular, tipos de obras según el número de lados, elementos que la constituyen (baluarte, cortina, terraplén, foso, estrada encubierta), recursos empleados

en

la

descripción

(ignographia,

ortographia,

scenographia), magnitudes determinadas por el alcance del tiro de mosquete, delineación del foso, muros, parapetos, terraplenos, planta y perfil de las obras.

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2. De las obras accesorias y accidentales: plazas bajas y orejones, plazas altas, caballeros, falsabragas, cuneta, media luna, revellín, tenaza, hornabeque y obra coronada.

3. Reglas generales de las obras exteriores.

4. Fortificación irregular: reglas generales, cortina irregular, plataforma, baluartes irregulares, ríos y puentes, ciudadelas.

Una comparación rápida permite apreciar que, en pocas páginas, Zaragoza sintetiza los más importantes preceptos de la fortificación y, aunque no hay una dedicación explícita a temas relacionados con la construcción, algunos de ellos aparecen en el texto, en especial los relacionados con las murallas, una preocupación de su época: “Muro, ó Muralla es la pared exterior que ciñe la Plaça, y comprehende las cortinas, traveses, y frentes de los baluartes. Su fabrica puede ser de piedra ò ladrillo; de tierra y tepes; y también de tierra y fagina. Los muros de piedra, ò ladrillo, han de tener los fundamentos, 6 pies mas hondos que el del plano del foso, algo mas, ò menos conforme el terreno, y 18 de gruesso”. (pág. 44).

La pendiente ideal continua siendo la que guarda la proporción 1:6. La altura de la muralla estará entre los 36 y los 40 pies, con un ancho en la base de 16 pies (dejando 2 para la banqueta) y rematando en el cordón, cuyo diámetro recomienda de 1 pie. Los estribos tendrán un grueso de 3 pies, una separación comprendida entre los 30 y los 40

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pies, una longitud de 15-20 pies y con una altura menor en un pie a la de la línea donde se sitúa el cordón.

La presencia de este breve compendio podría parecer de escasa importancia, aunque tiene un objetivo concreto y de cobertura limitada, tratándose de una edición descuidada, con gráficos de mediocre calidad. Pero si demuestro que estas páginas constituyeron la base a partir de de la cual Vicente Tosca habría de copiar, casi literalmente, sus ideas acerca de la construcción de muros, y dada la amplísima difusión de su obra en España y sus colonias, nos encontramos ante un conjunto de saberes de mediados del siglo XVII que sobrevivirían hasta la segunda mitad del siguiente siglo.

El extenso tratado de Vicente Tosca no necesita presentación; la estructura general de su Compendio Mathemático, es la siguiente: Vol. I, Geometría elemental, Aritmética inferior, Geometría Práctica; Vol. II, Aritmética superior, Algebra, Música; Vol. III, Trigonometría, Secciones Cónicas, Maquinaria; Vol. IV, Estática, Hidrostática, Hidrotecnia, Hidrometría; Vol. V, Arquitectura civil, Montea y cantería; Arquitectura Militar, Pirotechnia y Artillería; Vol. VI, Optica, perspectiva, catóptrica, dióptrica, meteoros; Vol. VII, Astronomía; Vol. VIII, Astronomía práctica, Geografía, náutica; Vol.IX, Geonómica, Ordenación del tiempo y Astrología.

En el volumen V encontramos tres tratados que nos interesan: el Tratado XIV, De la Arquitectura Civil; el Tratado XV, De la montea, y Cortes de Cantería; y el Tratado XVI, De la Arquitectura Militar, y Fortificación moderna, ofensiva y defensiva.

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El Tratado XVI, De la Arquitectura Militar, y Fortificación moderna, ofensiva y defensiva, está dividido en seis libros cuyos contenidos son los siguientes:

1. Libro I: que contiene los principios y máximas de la fortificación, explicados en tres capítulos donde, de manera detallada y bien ilustrada, da cuenta de los términos propios de la fortificación, tanto en planta como en sección.

2. Libro II: De la fortificación regular, que en ocho capítulos contiene, además de las construcciones geométricas propias de los tratados de fortificación acompañadas de tablas con medidas angulares y distancias entre sus elementos, una descripción de cada una de sus partes, tanto pertenecientes a las obras exteriores como interiores. En el capítulo V de este libro se encuentran las explicaciones respecto a los tipos de muros que analizaré más adelante.

3. Libro III: De la fortificación irregular, explica en dos capítulos, la manera de fortificar polígonos y lugares irregulares.

4. Libro IV: De la fortificación efectiva sobre el terreno, que en dos capítulos, detalla la manera de replantear el trazado en el sitio escogido.

5. Libro V: Del sitio y combate de una plaza, que trata sobre la fortificación de campaña, y las normas que se deben observar en el sitio y rendición de una plaza. Contiene cuatro capítulos.

6. Libro VI: De la defensa de una plaza. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Los cuatro primeros libros tratan de lo que Tosca define como Arquitectura Militar Munitoria, que enseña a fortalecer una plaza a fin de que pueda resistir a las máquinas de guerra. Los dos últimos libros, están consagrados a la Arquitectura Militar Polémica, que enseña los ardides con que se deben ofender y defender las plazas.

Las definiciones de los muros del Padre Tosca:

Vicente TOSCA: Compendio Matemático (1712) Tomo V. Estampa 20 - Figura 17: Murallas con tipos de contrafuertes. Figura 18: Tepes.

Ante todo, hay que destacar que el papel de Tosca es el de un recopilador del conocimiento constructivo de su época y, en concreto,

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de lo relacionado con la arquitectura militar. Sus propias palabras lo evidencian en el preámbulo del primer libro: “La Architectura, ò Arte de edificar, se divide en Civil, y Militar. La Civil erige vistosas fábricas, ateniendo a su firmeza, comodidad y hermosura. La Militar no pretende belleza en sus edificios, solo se ocupa en cerrar las Ciudades, y Plazas con tales recintos, que puedan servir de defensa contra las invasiones bélicas. Esta pues ha de ser la materia de este tratado, en que explicaré con la claridad posible las reglas de fortificar, sin apartarme jamás de aquellas que se han merecido la aprobación de los más doctos y prudentes Militares; porque siendo esta materia agena de mi profession, no se me podrà acriminar, observe sin mas adelantamiento los preceptos de los que tan acertadamente han escrito, singularmente en estos tiempos, en que el marcial furor tanto ha inquietado a Europa”. (pág. 253-254).

En el capítulo V del Libro II encontramos las propuestas sobre los tipos de muros; propuestas que evidencian un conocimiento de los tratadistas de su época, y en especial de sus antecesores jesuitas Georges Founier y Josep Zaragoza y de Sebastián Fernández de Medrano. Los muros pueden ser de tres materiales: piedra o ladrillo, tepes y faginas. “La mejor materia para los muros es la piedra suave, en la qual se engasta la bala. Como la tienen los de Malta, y Mallorca. Si se fabrican de ladrillos, se ha de cuidar, que ni esten sobrado crudos, ni tampoco muy cocidos; porque si estan muy cocidos, se hacen vidriosos; y si sobrado crudos, no resisten à las inclemencias del tiempo”. (pág. 309).

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Sebastián FERNÁNDEZ DE MEDRANO: El Arquitecto perfecto en el Arte Militar, dividido en cinco libros. (1700). Baluarte de su invención.

La altura de los muros ha de estar comprendida, según el padre Tosca, entre 36 y 40 pies, con una inclinación que guarde la proporción de 1 a 6; se construyen sobre un cimiento corrido de 6 pies de alto y 18 pies de ancho, dejando una berma de 2 pies a nivel del foso, a partir de la cual, se considera el comienzo del muro. Para los contrafuertes, ilustra tres posibilidades en cuanto a su forma, pero recomienda la primera de ellas y sugiere darles un ancho de tres pies, separados entre sí 30 y ahondando su fundamento 8 más que los de las murallas, hecho que aumenta su estabilidad frente al vuelco.

Tosca retoma la idea de construir muros con tepes, y para explicarlo, copia casi literalmente las explicaciones de Josep Zaragoza (1675). De los muros de fagina no trata demasiados aspectos, aunque recalca sus

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propiedades más importantes: baja altura, mucho espesor y trabazón por medio de agentes exteriores a la naturaleza del muro: “Los muros de fagina se fabrican poniendo un orden de fagina con tierra bien apretada, y assegurando con estacas; luego sobre éste se pondrá otro, y assi de los demás: su gruesso, y altura ha de ser como en el de tepes, aunque no es tan bueno: assi al uno, como al otro se puede añadir un cortezón de tierra pingue hecha de lodo, bien apretada, y unida, sembrando la cara de grama, que con las raices que echa le dará mayor trabazon, y firmeza; pero serà mejor dicho cortezón, si se hace de tierra, cal, y arena gruessa, porque resiste mejor à las inclemencias del tiempo”. (pág. 311).

La labor recopiladora de Tosca termina con un extenso ciclo cuyos principios encontramos ya en la tratadística italiana del siglo XVI y que ha tomado forma y estructura a lo largo de los años.

3.3.3. Otras recopilaciones, Cassani y Benavente

Frente a los trabajos de Fournier, Siscara, Zaragoza y Tosca, los tratados de Cassani y Benavente representan un paso atrás si comparamos su nivel, en general, y contenido técnico constructivo, en particular. La obra de Cassani, Escuela militar de fortificación ofensiva y defensiva, se divide en cuatro libros dedicados, respectivamente, a las definiciones más generales del tema, la fortificación regular, la irregular y la llamada ofensiva (donde expone los principios de la artillería); cita a los tratadistas franceses y españoles más conocidos pero no asume, en absoluto, problemas de

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tipo práctico o al menos reflexiones respecto al ejercicio de la construcción.

También en 1704 aparecen las Conclusiones mathematicas de Architectura Militar y Cosmographia, de Nicolás de Benavente, discípulo de Cassani y, como él, miembro de la Compañía de Jesús. Su obra es una breve cartilla donde se hace un inventario de términos y formas empleadas en la teoría de la arquitectura militar.

La pobreza manifiesta en este par de libros, expresa por una parte el agotamiento de los temas pero, por otra, la incapacidad de los teóricos de la fortificación de dar respuestas nuevas a las demandas impuestas por la práctica. En estas obras, no hay referencias a casos concretos, no hay debate o crisis, y por ello, tampoco hay posibilidades de transformación.

3.3.4. La obra de Milliet Dechales y Deidier

A Claude Milliet Dechales, sacerdote de la Compañía de Jesús, se le reconoce el mérito de haber escrito un extenso tratado con carácter enciclopédico, Cursus seu mundus mathematicus143, que algunos han citado como fuente próxima del escrito por Tosca, donde incluye dos tomos, dedicado el uno a la arquitectura civil (donde expone la teoría de los órdenes), y el otro a la arquitectura militar; este compendio, como otros muchos de su época, pretendía sistematizar varias disciplinas teóricas dentro de modelos matemáticos y geométricos más o menos precisos. Sin embargo, en 1677, aparece de

143

Primera edición de 1624.

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manera aislada L’art de fortifier, de defendre et d’attaquer les places, que incluye precisas descripciones de las operaciones geométricas necesarias para el trazado de las plantas poligonales de las fortalezas; los problemas expuestos están planteados en términos matemáticos, descuidando la formulación de principios y reglas generales. Fiel seguidor de las propuestas de Pagan, divide su obra en seis libros.

En el primero explica los principios de la buena fortificación, los términos de la planta y el alzado, de las obras exteriores y su disposición y dimensionado; los libros II, III y IV son los que explican los detallados procesos geométricos, dejando para los dos últimos el tratamiento de asuntos militares (obras necesarias para el ataque y la defensa de una plaza).

En una línea muy próxima a la de Milliet Dechasles, encontramos la obra del Abate Deidier, alumno también de la Compañía de Jesús, y conocido por sus otros trabajos científicos publicados: La Science des géométres144, Du calcul differentiel et integral145, La mécanique générale146, y Eléments Generaux des parties de Mathematiques le plus necessaires a l’Artillerie et au Genie147.

Sin embargo, el tratado que nos interesa es Le Parfait Ingenieur François148, reeditado en 1762 y dividido en dos partes. La primera parte trata de la fortificación regular e irregular, y la segunda del 144

París, 1739. París, 1740. 146 París, 1741. 147 París, 1745. 148 París, 1757. 145

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ataque y defensa de las plazas. Ya en las primeras páginas, Deidier define lo que para él es la fortificación: “La fortification, prise dans sa signification la plus étendue, est la science de construire, d’attaquer et de défendre les places”.149

Se subdivide la fortificación en regular e irregular, y centra sus explicaciones en las transformaciones geométricas que ha experimentado con el tiempo. La fortificación defensiva es la misma fortificación permanente, contraria a la pasajera o de campaña. Define sus principios geométricos, las máximas y los distintos tipos de trazados desde Errard hasta Vauban. No incluye alusiones directas a la construcción material de las fortalezas, pero a cambio, posee unas magníficas ilustraciones de los distintos sistemas de fortificación.

4.

APLICACIÓN

DE

TRATADOS

MILITARES.

UNA

EXPERIENCIA CONCRETA: LAS MURALLAS DE LUCCA 4.1. Las murallas renacentistas de Lucca - Italia

Lucca era el límite entre los territorios de la Liguria (Los Ligures) y los etruscos que vivían en el Sur de la Toscana. Además estaba en la desembocadura del Valle del Serchio que era una posición estratégica relevante y no se descarta que fuera, ya en época pre-romana, un nudo de caminos. Por todo esto se consideraba un asentamiento importante, al menos desde el punto de vista militar. 149

“La fortificación, en su significado más extendido, es la ciencia de construir, de atacar y de defender las plazas”. (pág.7). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Las distintas murallas protegieron la ciudad durante 14 siglos, en los cuales Lucca fue municipio romano, sufrió las invasiones bárbaras y la dominación bizantina, fue ducado lombardo, condado franco, capital del marquesado de la Toscana y finalmente un municipio libre.

4.1.1 El sistema de la muralla

La más antigua cerca amurallada de la que se tenga noticia es la muralla romana, construida en el siglo II a.C, con muestras en el interior de la Iglesia de la Rosa, sobre el lado Oeste, y en la sacristía de la Iglesia de S.Girolano. Los hallazgos en el pasado fueron numerosos como lo recuerdan las crónicas privadas de ciudadanos anónimos.

Panorámica nocturna de la imponente muralla de Lucca. (www.lemuradilucca.it)

¿Fueron aquellas murallas romanas las primeras fortificaciones de la ciudad? La pregunta ha permanecido hasta ahora sin respuesta. Como indiqué, Lucca era el límite entre los territorios ligures y estruscos. Allí también desemboca el Valle del Serchio, una posición estratégica relevante y un asentamiento importante, al menos desde el punto de

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

vista militar, lo que induce a creer que estuviese fortificada antes de la ocupación romana. Por esto se piensa que aquella fortificación no tendría una notable consistencia, considerando que la mayor y más segura defensa debía ser la ofrecida por el Serchio, el cual, saliendo del final del Sesto, se extendía sobre la llanura dividiéndose en más ramas que, en sus diversos recorridos, terminaban por rodear la ciudad. Se puede, por tanto, pensar que era un asentamiento bien protegido por la naturaleza teniendo, los trabajos de defensa, un carácter subsidiario o complementario; si bien es cierto, como parece, que un primer intento de encauzar el Serchio fue realizado por los romanos, de ello se puede deducir que la exigencia de construir una muralla en torno a la ciudad debía plantearse cuando las obras de encauzamiento del río redujeran la eficacia defensiva.

Las murallas romanas, constituidas por gruesos bloques de piedra superpuestos, formaban un cuadrado cuyo lado septentrional comprendía las actuales vías Mordini y S. Giorgio. El lado más occidental por la vía Galli Tassi y por su continuación al Sur, el lado medio por la vía Garibaldi y el oriental por la vía Rosa y el Ángel Custodio.

El antiguo plano de la ciudad recuerda el de un castrum romano (forma cuadrada), todavía bien reconocible sobre los planos modernos. El lado septentrional presenta alguna incertidumbre sobre su recorrido. En el primer tramo, del ángulo nordeste hasta Fillungo, parece que la cinta siguiese una línea recta. Incierto es, en cambio, el segundo tramo, tras Vía Fillungo y el ángulo nordeste. Los descubrimientos hechos en 1809, en el fondo de la fábrica llamada La Empresa hicieron pensar en una prominencia de la línea que formaba Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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la cerca amurallada, hasta las espaldas de la destruida Iglesia de San Salvatore a muro, donde luego Surgió la Iglesia y monasterio de San Agostino. Mientras en el primer tramo el Anfiteatro permanecía en el exterior de la cerca, con dicho saliente, sin embargo, éste se encontraba en el interior. Dicho recorrido septentrional altera la regularidad de la forma cuadrada del castrum, y se debe a una antigua ampliación de la ciudad romana, posterior a la primera cerca, que en los orígenes, fue totalmente regular.

La estructura en opus quadratum, con filas de grandes bloques, disposición alternada por longitud y anchura, con juntas verticales en perfecto contacto sobre los dos frentes, remite a un tipo de muralla bastante extendido, sobre todo, en el Sur de la Etruria y en el Lazio. Roma lo adoptó para sus murallas sirviendo, incluso, para los edificios más tardíos de la época republicana. La cerca, en su perímetro cuadrado, manifiesta la derivación de un castrum, un origen militar que se prestaba en llanura a dominar la desembocadura del valle del Serchio.

La construcción de la muralla medieval se decidió en el 1198, la ciudad se estaba expansionando más allá de la antigua cerca amurallada y parece que la población de estos asentamientos periféricos fuera más numerosa que aquella que habitaba en el perímetro de la muralla, de ahí la necesidad de defender también los suburbios; las murallas romanas, ya viejas, no eran capaces de oponer resistencia. Con la expansión del núcleo urbano, buena parte de ellas se encontraban en el interior del municipio, lo que comprometía la posibilidad de una eficaz defensa ante las repetidas guerras con la

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cercana Pisa. El feudo no podía someterse, e impuso un sistema defensivo adecuado, con nuevas técnicas bélicas.

Visión 360º de la muralla de Lucca gracias a la concatenación de fotografías por ordenador. Interacción disponible en el sitio web “www.lemuradilucca.it”.

Iniciada sobre finales del siglo XII, la nueva cerca amurallada, fue completada en 1265. Su recorrido es bastante simple: partiendo de la vía de los Fossi, que marca el lado oriental, hasta la columna de la Fratta, por la vía S.Gemma, vía Fillungo, vía dei Carrozzieri, a la cerca actual, en el tramo que va hasta la Puerta San Donato y el baluarte San Paolino a lo largo del Corso Garibaldi hasta la vía dei Fossi. Interrumpida por torres redondas, erigidas donde el desarrollo discontinuo de las cortinas creaba la necesidad de proteger los ángulos, las murallas medievales fueron construidas en piedra trabajada por la cara exterior y con materiales de relleno y ladrillos por el interior. A lo largo de toda la cortina, a distancias regulares, se Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

alzaban las almenas que serían, posteriormente, abatidas hacia la mitad del siglo XVI. Las puertas estaban protegidas por grandes torres cilíndricas, de las cuales, permanece todavía un ejemplo en la Puerta San Gervasio. Por el exterior, un foso rodeaba la fortificación. La majestuosa amplitud de la Porta di Bergo y de la Porta San Gervasio que pertenecían, precisamente, a esta cerca, puede dar una idea de la potencia de toda la preparación defensiva. Castruccio Castracani, Señor de Lucca, hizo construir en el 1322 “la Augusta”; una fortaleza que completaba la defensa de la ciudad. Estaba proyectada en la muralla a Sur y Oeste, se extendía al Norte hasta la actual vía Vittorio Emanuele, además de las actuales Piazza Napoleone y vía Vittorio Veneto al Este.

De forma cuadrada y reforzada por 24 torres, ocupaba cerca de 1/5 de la superficie de la ciudad, impresionaba por su mole imponente. Todavía reforzada durante la invasión pisana y rodeada de un foso, fue abatida por el pueblo en el 1370. No queda ninguna huella en la actual superficie. Paolo Guinigi la reconstruyó en parte en el 1401, pero también la “ciudadela” como fue llamada, fue destruida en el 1430.

De la necesidad de construir una nueva cerca amurallada se comenzó a hablar en torno al 1490, las razones podrían resumirse así: la ciudad estaba desarrollándose todavía, a la par que la muralla, habiendo salidas hacia los barrios periféricos; sin embargo, no estaban éstos bien protegidos por la ampliación de la muralla medieval realizada, probablemente, tras el fin del siglo XIV motivada por las miras expansionistas de Florencia y la introducción de nuevas y más potentes armas en la técnica militar. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Parece que, madurando la decisión, se pidiera consejo a Francesco di Giorgio Martini, el más notable arquitecto militar de la época, pero no contribuyó al trabajo con su experiencia; también se consultó a Matteo Civitali, pero las obras se demoraron más de un lustro, pues no comenzaron de forma efectiva hasta 1504.

El 6 de Mayo de 1502, el Consejo General de la República nombró un comité de seis ciudadanos, encargado de proveer a la construcción de un nuevo complejo defensivo que asegurase la protección de la ciudad en caso de asedios repentinos y que abarcara el municipio urbano con sus burgos amurallados y no amurallados. La actual cinta amurallada de

Lucca

se

formó

lentamente

por

sucesivas

y radicales

modificaciones, en un primer tiempo, basado en una reconstrucción y ampliación de la cinta medieval. Para dirigir los trabajos, se creó en 1518 un cargo llamado “Offizio di fortificazioni”, el cual tomaba toda decisión relacionada con los sueldos y destituciones de los ingenieros, como también las aprobaciones de los proyectos. Se inició así este colosal trabajo de ingeniería militar que duró siglo y medio, y que fue llevado a cabo con firmeza en unos períodos particularmente difíciles (Levantamiento de los Poggi, La Revuelta de los harapientos, la gravísima crisis económica que arreció a lo largo del siglo XVI). Se comenzó con la preparación de los medios que serían útiles y seguidamente con la realización de los trabajos preeliminares. Fue creado, entorno a la Muralla medieval, un espacio del todo libre de construcciones, de 737 brazas de anchura, unos 435 metros. Para obtener esto, fue necesario demoler algunas Iglesias antiguas queridas por la tradición religiosa de los Luqueses: la Iglesia de San Donato, San Bartolomeo in Silice Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

que, por otra parte, fue reconstruida de inmediato un poco más al Oeste, y la de San Pier Maggiore.

Fueron también destruidas algunas construcciones como la Puerta San Pietro y San Donato, con el propósito de comprender, con la nueva cerca

amurallada,

todos

los

suburbios,

amurallados

y

no

amurallados… En la práctica no fue una actuación integral. El área fue, además, liberada de toda vegetación arbórea, la considerada “Tagliata”, y al final se excavó un foso en el cual se hicieron afluir las aguas de las cañerías públicas.

Estas operaciones duraron hasta el 1544, en este año, se hizo venir a Lucca Frate de Módena, un célebre arquitecto que era bastante famoso. Bajo su dirección se reforzaron los torreones de San Colombano y de la Libertad.

Hay que tener presente que, en esta primera fase, no interesó la construcción de nuevos sistemas de defensa sino el refuerzo de la estructura ya existente para evitar que, en el curso de los trabajos, la ciudad quedara “abierta”.

La estancia de Frate de Módena en Lucca fue brevísima ya que pronto fue requerido por el Duque de Urbino. Fue sustituido por Baldassarre Lanci da Urbino el cual, continuando, según los proyectos anteriores en el trabajo de mejora de las fortificaciones existentes, reforzó el “cavaliere” situado donde surgirá más tarde el Baluarte de San Regolo, el torreón del “Bastardo” y el de San Pietro, el de Santa Croce y el de San Martino. Construyó también una “plataforma” sobre la muralla en los alrededores de San Frediano. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Situación exacta del Baluarte (triángulo) y la Casermetta (círculo) San Regolo

Localización de la Puerta San Pietro

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Emplazamiento del Baluarte y la Casermetta Santa Croce

Identificación en el mapa del Baluarte y Casermetta San Martino

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Ubicación de la Casermetta San Frediano

En el 1557 Lanci dejó el encargo y volvió a Urbino. Los trabajos prosiguieron por dos años bajo la dirección del “Offizio sopra le fortificazioni”, luego se llamó a Vicenzo Civitali. Éste era luqués y ya había adquirido, fuera de Lucca, larga y meritoria fama… pero en su trabajo, las hostilidades aumentarían en una tarea ya de por sí difícil, también porque él no compartía completamente los criterios que sus predecesores habían seguido.

En el 1561 fue dado el encargo de predisponer los diseños de las nuevas fortificaciones a Francesco Paciotto da Urbino. Éste era un arquitecto militar ya distinguido, elaboró un proyecto que resultaba bastante parecido al que fue posteriormente realizado. Con base en el diseño de Paciotto construyó Civitali el Baluarte de Santa María y alguna otra fortificación de la ciudad en su parte media. Lo sustituyó el milanés Alessandro Resta, que trabajó hasta el 1575, continuando el Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

trabajo iniciado por Civital. Después de la salida de Resta los trabajos continuaron bajo la vigilancia del “Offizio sopra le fortificazioni”.

Resaltados, el Baluarte y la Casermetta Santa María

A finales de 1588 volvió Civitali para iniciar la construcción del Baluarte de San Donato que, algunos meses después, se derrumbó en parte. Finalmente se despidió a Civitali sustituyéndolo por Ginese Bresciani de Firenzuola, el cual, elaboró un nuevo proyecto que llevaba los diseños originales de Paciotto y tenía en cuenta las sugerencias de Fiandra.

La colaboración de Bresciani fue más indirecta, no pudiendo quedarse en Lucca: la verdadera dirección de los trabajos la tenía Paolo da Cremona. En el 1594 Bresciani, ya viejo, continuó tres años más todavía, una vez bajo la dirección del “Offizio sopra le fortificazioni”. Después de la dirección breve de Tomasso Caversaghi di Piacenza, la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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elección cayó sobre Pietro Vagnarelli, éste trabajó en la Mura catorce años dedicándose, especialmente, a los lados de Poniente y Norte.

El Baluarte San Donato y su Casermetta, ligeramente desplazada al sur

A esto siguió un período de seis años durante los cuales Matteo Oddi de Urbino dirigió los trabajos hasta 1625, sustituido por el hermano Muzio que vino a Lucca en el 1618 como ingeniero hidráulico, quien había proyectado trabajos de encauzamiento de las aguas del Serchio. Dirigió los trabajos de fortificación hasta 1636, cuando fue sustituido por Paolo Lipparelli, al cual siguieron Alessandro Campioni di Cremona, Giovanni Todeschini y finalmente Vicenzo Paoli.

Debido a los impresionantes trabajos de la muralla, fueron movilizados los constructores y los maestros de los gremios además de obligar a los horneros a abastecer de argamasa, mortero y ladrillos,

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

en los tiempos establecidos. Se requirió mano de obra a los pueblos del condado.

A veces contribuyeron también ciudadanos privados, como Ludovico Penitesi, que ofreció en 1563, 60.000 carros de piedra. En el 1645, la cerca amurallada estaba completa, su coste total alcanzó los 995.162 escudos, se utilizaron cerca de 6.000.000 de ladrillos teniendo una longitud total de 4,2 km., con 11 terraplenes de hasta 30 m. de ancho y en la base revestidos de ladrillo hasta una altura de 12 m. El foso medía 35 m. de ancho y se podía llenar de agua. Existiendo al otro lado un segundo terraplén para los tiradores. Los muros tienen, en su base, un espesor de 30 m. y una altura de 12 m.

Descripción gráfica de la estructura de la muralla en sección, en la que se distinguen la cimentación con losas de piedra, el contrafuerte en piedra de cantera, la camisa de ladrillo y el cordón y el zócalo de piedra.

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

El paramento externo, excepcionalmente construido por el trazado de la muralla medieval, fue integrado en el nuevo sistema defensivo, formado por un muro “a escarpa” en ladrillos, sostenido por contrafuertes “en peine”, que tenía la función de aguantar el terraplén, una técnica similar a la construcción del paramento externo de los baluartes.

Ahora recordaremos la estructura externa de la Muralla: es notable la presencia de un zócalo de cimentación con una profundidad media de 2.5 metros; lógicamente, dicho zócalo se apoya directamente sobre el “bellettone”. Entre el terreno y el zócalo de cimentación se introdujeron lajas de piedra para constituir una especie de plataforma. Sobre dicho zócalo se encuentra el paramento, de 7.5 m. de altura, el toro en piedra y el antepecho, de 1.5 m., con una altura total de alrededor de 5 m.

El paramento se inclina alrededor de 15º respecto a la vertical y por término medio tiene una anchura de 1 m. sólo en la parte inferior. En los primeros dos metros, en ciertas zonas, tiene 2 m. de ancho. El antepecho es más delgado y no alcanza el metro de espesor. En el interior se suceden contrafuertes de 1 m. de ancho por 4 m. de alto, con una separación entre sí de de 4 m., perpendiculares al paramento.

Se aprovisionó en seguida de armamento, adecuado al nuevo complejo defensivo, sobre el cual fueron colocados 126 cañones de gran calibre. En 1646 comenzaron las fortificaciones externas que la República había querido confiar al luqués Francesco Buonamici. En tres años esta obra fue llevada a término.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1650. Detalle de la muralla renacentista de Lucca

En la muralla fueron abiertas, en la época de su construcción, tres puertas: Santa María (norte), San Donato (oeste) 1629 con diseño de Muzio Oddi, San Pietro (sur), construida ésta última por Alessandro Resta y ampliada en 1846 con la apertura de dos pasajes laterales. En 1804 se alzó una puerta, llamada inicialmente “Puerta Nueva” y, posteriormente, “Puerta Santa Croce”; para terminar llamándose “Puerta Elisa”. En 1907, con el objetivo de permitir el tránsito del tramo que unía Lucca con Ponte a Moriano, fue practicada una abertura cerca del Jardín Botánico.

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

El círculo negro evidencia la orientación noroeste de la Puerta Santa María.

La Puerta San Donato, encarada hacia el oeste.

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Puerta Elisa, colocada hacia el este.

Puerta Santa Anna, junto al Baluarte San Donato.

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Puerta San Jacopo, en las proximidades del Baluarte San Pietro.

Tres años después fue abierta la “Puerta Vittorio Emanuele” o “Puerta Santa Anna” siendo muy polémica a causa de su utilidad por la cercanía de Puerta San Donato, también por la estética de su construcción; llamándola, los luqueses, “Il Buco”. En 1930, fue construida la “Puerta IV Noviembre” o “San Jacopo” la cual fue llamada también “Il Buco Nuovo”.

Se trata de una muralla cambiante, que varía sus dimensiones por los intereses en juego de la pequeña República de Lucca. En los planos de la ciudad existente en la época durante la cual fue construido el cinturón fortificado, resaltan bien dibujadas las filas de árboles situados sobre las murallas medievales y tramos ya construidos de las nuevas fortificaciones, están en cambio privadas de arbolado en los torreones y en los nuevos baluartes.

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Los árboles, teñidos de cobrizo, custodian la muralla y el baluarte desde el interior.

En un plano de 1660, poco después del final de los trabajos, se aprecian claramente los árboles, incluso en filas dobles, sobre el muro de los baluartes. De esto he podido deducir: 1) La idea de plantar árboles sobre la muralla se incluye en una época más antigua de lo que se cree y 2) Su finalidad debía ser la defensa de la ciudad, quizás con la sombra creada por los árboles, situar a los defensores de la muralla en condiciones más cómodas, y crear un obstáculo a los proyectiles lanzados por encima de la muralla.

En el siglo pasado se adaptó el interior de los baluartes para los usos más diversos (depósito de materiales, galerías para cultivar champiñones...). El cinturón arbóreo tiene un recorrido irregular y un

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desarrollo de 4.195 m., está constituido por once lados protegidos por diez baluartes e incluye una plataforma.

4.1.2 Geometría, construcción y aplicación de los tratados

EL PASO DE LA ANTIGUA CERCA A LA ACTUAL Se puede datar sobre el 1500 una nueva cinta que “explotaba” aquella medieval por el sur, oeste y norte, reforzándola con fortificaciones en la escarpa; un torreón de planta semicircular al sur, correspondiente al actual Baluarte de San Colombano; otros dos ángulos suroeste y noroeste; una plataforma rectangular al norte (actualmente San Frediano).

Baluarte y Casermetta San Colombano.

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La modificación del trazado tenía una ampliación hacia el este. A la altura de la Porta dei Borghi la muralla se expandía hacia el noroeste hasta el torreón de San Martino, el cual, con recorrido irregular, avanzaba hacia el Baluarte de San Pietro, donde se encontraba otro torreón. Con una cortina rectilínea hacia el sur se llegaba hasta el torreón llamado “El Bastardo” y, siguiendo el perímetro de la muralla actual, al de la Libertad (el único Baluarte pentagonal). En este punto, la muralla se unía con el torreón de San Colombano.

En la imagen, el Baluarte y la Casermetta San Paolino.

La diferencia de recorrido con la actual situación era la parte oeste, donde del Baluarte de San Paolino al Baluarte de Santa Croce existía una cortina única que rompía con la vieja muralla y la puerta medieval; en la parte sur donde se verificaba la misma solución entre el Baluarte de San Paolino y San Colombano, comprendiendo la vieja Puerta Santa María. En la conveniencia de romper, al menos Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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parcialmente con la muralla ya existente, o en referencia a una ciudad ya formada, se encuentra la razón por la cual se descarta, como del resto en la construcción sucesiva, cada tentativa de dar a la muralla una planta regular, perfilada por los arquitectos de la época como la única adaptada a una perfecta defensa.

PERÍMETRO DE LA PRIMERA PLANTA FORTIFICADA

En la planta de Lucca correspondiente a la 2ª mitad del siglo XVI, los viejos muros aparecen ya terraplenados. Además de otros diseños, convalidando esta reconstrucción, se demuestra que las posteriores propuestas de fortificaciones se atienen siempre a tal forma perimetral de la muralla. En todos se tiene presente el diseño de Vicenzo Civitali pocos años antes a la finalización de la planta citada porque, en aquella, el Baluarte de Santa María aparece ya construido, mientras Civitali traslada al completo la primera fortificación. Ésta, por otra parte, concuerda con los restos de los torreones en partes visibles como escombros integrados en los Baluartes de Santa Croce, San Martino y San Colombano.

La existencia de otro torreón en el lugar del Baluarte de San Paolino testimonia el realce del plano al centro de éste. Desaparecido por completo a la vista está aquel que surge en el lugar del Baluarte de San Pietro. También se perdió, cubierto por la nueva construcción, el Baluarte de la Libertad. A diferencia de los otros, el torreón llamado “El Bastardo” no se encontraba en un ángulo defensivo en posición estratégica sino sobre la cortina recta; por esto se considera una plataforma. En el tramo de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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cortina entre San Salvatore y San Pietro se encuentran todavía los restos de la curvatura del torreón con sótanos provistos de pozos, mostrando hacia el sur un tramo recto de muralla con ladrillos a ligera escarpa; a estos restos se sobrepusieron las habitaciones de la casa del Boia (año 800). Los torreones son otro elemento para la reconstrucción de esta cerca renacentista; de hecho, dada su considerable altura es probable que las viejas murallas no se abatieran como se solía hacer en otros lugares, habiendo prevalecido el uso de fortificaciones menos fácilmente vulnerables por los tiros de la artillería.

Señalados en el mapa, el Baluarte San Pietro y la Casermetta del mismo nombre.

En el Baluarte de Santa Croce, hasta casi la Puerta Santa María, todavía se conserva la antigua colocación del muro perpendicular en piedra (con media torre defensiva visible) comprendiendo la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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plataforma de San Frediano que no se renovó por la escasa importancia de este lado, ya defendido por el río Serchio. El Baluarte se diferencia de los demás, todos posteriores, no solo por la planta, sino por la gruesa base y la cornisa con moldura diferente del cordón que

circunda

toda

la

cerca

amurallada.

Realizaron

estas

remodelaciones y ampliaciones de la cinta amurallada los ingenieros Jacopo Seghizzi da Modena, Francesco da Pesaro, Baldasarre Lanci da Urbino, Francesco Paciotti da Urbino, Vicenzo Civitali, Alessandro Resta da Milano, Fabrizio Mordente da Salerno.

San Salvatore da nombre al baluarte y a la casermetta destacados.

En 1561 Paciotti propuso un plano general de renovación, representa una fecha aproximada para una nueva fase de trabajos, aquella que dará a la muralla el aspecto actual en relación a los cambiantes medios ofensivos que llevaron a la solución del muro a escarpa terraplenado de gran espesor y vigilado por sólidos baluartes. También a los Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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cambios en medios defensivos que exigían una mayor preocupación en la defensa balística de la ciudad.

Iniciando la renovación del sur, quizás el lado menos defendido, la parte detrás de los baluartes de San Paolino y de San Colombano tenían una solución simétrica por ésta el baluarte central de Santa María actuaba de eje. La nueva construcción, avanzada respecto al viejo plano, es quizás una de las más antiguas y el baluarte conserva, de hecho, la forma de los flancos modelados a “musone” (morros).

El Baluarte San Cairoli, por su parte, ejerce la defensa en el flanco sureste.

La parte oeste provocó toda una serie de diseños realizados por diversos ingenieros. Entre las soluciones propuestas enumeraban las principales que consistieron en un proyecto del Baluarte de San Donato (aproximadamente en la situación actual), en un proyecto de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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puerta defendida por 2 baluartes simétricos. El otro, proponía un baluarte sobre la vieja puerta de San Donato, con una nueva, situada en oblicuo respecto a la muralla, y protegida por el musone del Baluarte. La puerta hoy aislada sobre un lado del “Parco della Rimembranza”, funcionó por un tiempo.

Otro diseño firmado por Civitali en 1589 hace suponer que estuvo ejecutado sobre el proyecto del arquitecto luqués durante el tiempo tras la fecha del diseño y el año 1590, fecha puesta sobre el arco interior de la puerta.

Igualmente, zona de fuertes discusiones debió ser la comprendida entre la plataforma de San Frediano y el Baluarte de San Pietro, en la ampliación del 500 resultó ser una de las más infelices de la cerca, a causa de la extrema irregularidad del recorrido. Así, en los diversos proyectos posteriores se resolvieron variadamente las fortificaciones de este lado, excluyendo del trazado el torreón de San Pietro, comprendiéndolo en el recorrido o utilizándolo para la fábrica del nuevo baluarte.

Esta zona y la parte oeste tuvieron después una solución definitiva, con baluarte, (San Pietro y de San Donato, al vértice de un fuerte ángulo de las cortinas, y en ambos casos como en la zona sur, se quiso dar un carácter de parcial simetría). Después de muchos proyectos se conservó el primer trazado y los viejos torreones fueron incluídos en los nuevos baluartes. En vez de baluartes a “musone” se prefirió la forma en “orejones”, por ser menos vulnerable a la artillería.

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“Murabilia” vaticina un clamoroso 5º centenario de la muralla de Lucca, previsto para los días 6, 7 y 8 de septiembre de 2013.

La muralla, construida con un trazado irregular sobre un desarrollo de 4195 metros, está formada por 12 cortinas de 30 metros de espesor en la base. El terraplén está contenido en el exterior por un muro de doble escarpa de ladrillos y al interior estaba antiguamente en tres gradas Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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con hiladas de plantas. Por la variedad de los constructores, la técnica constructiva de la muralla cambiaba muchas veces; así en la escarpa se observa, raramente, los 2/3 habituales sobre la altura, las bridas internas en sistema dentado, sujetas a la escarpa y al cimiento, resultan de los variados diseños realizados.

Los cambios de proyectos y las diferencias de construcción no dejaron sensibilidades o puntos débiles en el exterior de la muralla actual que fue unificada con un paramento de ladrillos, por lo que, más allá del vistoso tramo de muro en piedra al Norte, la única irregularidad está en el exterior del baluarte de Santa Croce.

La muralla estuvo defendida por la artillería emplazada detrás de los “orejones” de los baluartes. Éstos tenían locales subterráneos para la munición y para el avituallamiento, formado por grandes espacios con muros laterales en piedra y bóveda de cañón de ladrillos, conectados con las “Sortite” y con los patios resguardados de los flancos de los baluartes.

Además de la rampa de acceso hacia el interior de la ciudad, se salía sobre los baluartes también por una escalera de caracol que los unía directamente con los sótanos. En el exterior le seguía un imponente complejo de operaciones defensivas, comprendiendo, además del foso, en algunos puntos de 35 m. con cuneta, para el desagüe de las aguas, un terraplén que cubría el camino exterior y 12 medias lunas con cimientos en construcción; de estos, dos son todavía visibles en la cortina comprendida entre San Frediano y Santa Croce.

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1500-1525: En los comienzos del siglo XVI la ciudad está todavía defendida por las murallas medievales. Después de haber iniciado la “tagliata” se construyeron en los primeros años del Cinquecento los torreones. Algunos son todavía visibles (San Martino, Santa Croce, el Bastardo y San Colombano), de otros se conserva tan solo las estructuras subterráneas (San Paulino y La Libertad); del de San Pietro se conoce la situación, dato que de otros se desconoce totalmente.

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1525-1550: Sobre la parte sureste el arquitecto Jacopo Seghizzi, conocido como Frate da Modena, proyecta una nueva cortina rectilínea situando hacia su punto medio un Cavaliere. Interviene posteriormente sobre los torreones de San Colombano y La Libertad, construyendo en correspondencia con el primero un medio baluarte con flancos rectos y en torno al segundo un bastión cuadrangular.

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1550-1575: Sobre el norte de la muralla Baldassarre Lanci construye la plataforma de San Frediano; sobre los lados este y oeste se refuerzan las antiguas murallas adosándoles los terraplenes. Mientras, en la parte sur se erige el baluarte Santa María con las dos cortinas adyacentes. Los trabajos están dirigidos por el arquitecto Alessandro Resta, que proyecta y realiza también la Puerta San Pietro y amplía la Plataforma.

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1575-1600: Ginese Bresciani proyecta los baluartes de San Donato vecchio y San Salvatore para interrumpir la excesiva longitud de las antiguas cortinas. Abre la homónima puerta en sustitución de aquella medieval que surgía al final de la Vía San Paolino. Une San Salvatore con la Libertad, reestructurando la parte norte del preexistente bastión de flancos rectos. En la parte sur une la nueva cortina proveniente del baluarte Santa María con el ya existente San Colombano. Por el oeste construye dos medios baluartes en correspondencia con los torreones Santa Croce y San Paolino. Erige el baluarte de San Martino y una cortina que se dirige hacia la plataforma de San Frediano. En la nueva muralla, hacia la parte central, se abrió la Puerta Santa María.

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1600-1625: El arquitecto Pietro Vagnarelli interviene sobre el lado sur completando el Baluarte de la Libertad y construyendo los de San Regolo y San Colombano. Hacia el noroeste realiza el de San Pietro sobre un diseño de Ginese Bresciani.

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1625-1650: Se concluyeron los trabajos en la muralla interviniendo en el lado oeste, cuya defensa estaba todavía confiada a las murallas medievales. Los baluartes angulares se completaron adelantando al frente el baluarte de San Donato, todo bajo el proyecto de los hermanos Oddi. Sobre la cortina y entre los baluartes San Donato y Santa Croce se abrió una nueva puerta, diseñada por Muzio Oddi.

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LOS ELEMENTOS DE LA MURALLA – 1. EL BALUARTE

En Arquitectura Militar, el baluarte, es el cuerpo pentagonal saliente de una fortaleza, construido en la parte externa de los ángulos para asegurar la defensa rasante de la muralla y la defensa cruzada del foso.

Los baluartes nacieron como defensa de las murallas y para su recíproca defensa desde los otros cercanos. Por esa razón es por lo que tenían que construirse grandes y bien situados, sobre todo en fortalezas de llanura, y muy amplios, de golas, para que en ellas tuvieran cómoda cabida las primeras y segundas plazas, con espacio suficiente para el paso de soldados y caballerías. Sus flancos habían de ser amplios, con anchas espaldas y orejones para cubrir las plazas de las vistas del enemigo, además de permitir las salidas al foso; las caras habían de ser lisas y sin quiebros, hechas de una vez, y de forma que puedieran ser defendidas desde los flancos del baluarte cercano.

Antiguo dibujo de un baluarte seccionado en planta.

La cortina renacentista está interrumpida por once baluartes diferentes entre cada uno de ellos, por sus formas y dimensiones, además de la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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distribución irregular en torno al recorrido amurallado, más juntos en la zona Sur y más alejados en la zona Norte. Las diferencias formales y estructurales relevantes entre los baluartes resaltan el discurrir tan complejo de la construcción a lo largo de 150 años: Dependiendo también de las diferentes épocas de la construcción, del trabajo de diferentes proyectistas, de la reutilización de estructuras preexistentes, de la duración de los trabajos a lo largo de los años y de las ampliaciones y modificaciones aportadas en ciertos años.

Los baluartes, dispuestos para constituir sistemas defensivos correlativos, estaban destinados a proteger un tramo de muralla o una puerta mediante el tiro cruzado desde las cañoneras; cada baluarte, por este motivo, se encuentra relacionado con sus dos contiguos. Otros elementos constituían la “máquina defensiva” del baluarte: en su interior existían grandes espacios destinados a albergar materiales, soldados, caballos y provistos de pozos de ventilación y de pequeñas salidas protegidas para acceder al exterior manteniendo cerrado y defendido el baluarte. Sobre los flancos surgen, defendidas por los orejones curvos o escuadrados (“a musone”), las plazas de armas; áreas de servicio donde se encontraban los cañones y sus respectivas cañoneras, siempre orientadas en relación a los baluartes contiguos.

Distintos baluartes en perspectiva axonométrica

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Completando la estructura saliente del baluarte se encontraba la caseta (“casermetta”), pequeños edificios situados en el centro del baluarte o sobre el terraplén: era donde se alojaba el cuerpo de la guardia. Otro elemento posterior de vigilancia fueron las garitas, pequeñas casitas construidas en voladizo sobre una cara del baluarte o sobre las cortinas, en la cual vigilaba un soldado. La forma del baluarte “en corazón” representa una posterior adecuación de la estructura a los fines defensivos: muy pronunciado, angulado, ofrece la menor superficie posible al fuego enemigo. La asimetría de algunos baluartes depende de su posición sobre la muralla: era necesario coordinar un baluarte con sus contiguos en función del posible abanico de fuego cruzado a mantener sin descubrir las posiciones ocupadas por la artillería. Los subterráneos de los baluartes, en muchos casos, son el resultado de la historia de cada uno. Los más simples son los construidos ex novo, junto al baluarte. Otros, más complejos en estructura, testimonian el hecho de una rehabilitación y ampliación del baluarte. Una o dos escaleras de caracol unían los subterráneos con la superficie del baluarte y dos salidas permitían el acceso protegido al espalto (spalti). Cada baluarte está compuesto por dos tipos de cañoneras: una fila alta y otra más baja. Las cañoneras altas estando sostenidas por grandes arcadas y situando un corredor colgante al otro lado. Las diferentes aperturas de las cañoneras dependían del tiro de los cañones.

Las piezas de artillería que defendían la muralla se podían distinguir en “colubrine”, ”cannoni” y “petriere”. Los primeros permitían tiros de largo alcance, los siguientes disparaban bolas metálicas y de piedra. Los nombres de los cañones provenían del mundo de los rapaces: Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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falconetto, smeriglio, falcone, sagro (jerifalte, alcotán, halcón…). Éstos se producían en la fundición pública y estaban compuestos por bronce de una notable calidad. Eran muy pesados (se necesitaban diez pares de bueyes para transportar un cañón). En el siglo XVII las piezas de artillería colocadas en la muralla para defensa de la ciudad eran alrededor de 130 permaneciendo éstas en las plazas de armas hasta 1799, cuando fueron sustraídas por los austriacos. También eran de producción local la pólvora de disparo, una mezcla de salitre, azufre y carbón, obtenida por complejos procedimientos y conservada en barriles. Debido a la peligrosidad de la recarga de los cañones, en 1524, por deliberación del Consejo Comunal, se creó un cuerpo especial de treinta soldados; “los bombarderos”. Su aptitud se demostraba con pruebas frecuentes y pruebas de tiro.

Una vez finalizado el baluarte se solía decorar la punta con elementos esculpidos en mármol o en piedra, realizados por maestros escultores elegidos de entre los mejores. El Offizio sopra le Fortificazioni se ocupaba de definir el modelo al cual debía atenerse el escultor. Por lo general, se representaba el Santo al que se dedicaba el baluarte y tomaba su

nombre, esculpiéndose la fecha y añadiendo algún

mascarón o cartel.

LOS BALUARTES DE LA MURALLA

- Baluarte Santa María: Construido para defender la Puerta San Pietro. La más importante y vigilada, también la única que permitía a los extranjeros entrar y salir de la ciudad. Es el único baluarte con “Orejones” rectangulares en lugar de curvilíneos. Fue proyectado por Paciotto y construido por Civitali en 1562. En 1885 se creó en la plaza Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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un monumento a Vittorio Emanuele II. En el centro de la plaza había una caseta donde los guardias del baluarte se refugiaban y guardaban la munición de uso más inmediato, ya que la restante se almacenaba en el interior del baluarte.

Escudo tallado en relieve que corona el Baluarte Santa María.

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Baluarte Santa María.

- Baluarte San Colombano: El núcleo original del baluarte es una torreta transformada posteriormente en torreón. Éste fue reforzado, más tarde, según proyecto de Frate da Modena. Con posterioridad se construyó la parte de poniente del baluarte, la cual obtuvo su forma definitiva en los primeros años del siglo XVII bajo la dirección de Pietro Vagnarelli.

Es asimétrico, tanto por la longitud de sus caras como por la forma de los flancos. Ello puede ser debido a la necesidad de incorporar las fortificaciones preexistentes pero puesto que la asimetría está más acentuada en la parte que da a poniente, donde la fachada es más larga, se podría pensar que lo que se quería era aumentar el número de bocas de fuego para defender mejor la Puerta San Pietro.

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Vista externa del Baluarte San Colombano.

Sobre la superficie se distinguen los restos del torreón, con siete cañoneras (aunque en principio debieron ser nueve), que fueron utilizadas también después de la construcción del baluarte. Sobre el contrafuerte, un mascarón sobre el cual encontramos un cartel con la fecha de inauguración del baluarte: 1603. Apoyada sobre la escarpa interna encontramos la casermetta, a la cual se entra a través de la vía que discurre sobre la escarpa.

Uno de los fieros leones que defienden el Baluarte. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Planta general del interior del Baluarte San Colombano.

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Plaza de armas.

- Baluarte San Regolo: Este baluarte empezó a construirse a principios del siglo XVII por Vagnarelli, terminándose de forma acelerada en torno al 1605, fecha inscrita sobre el cartel del contrafuerte. Los luqueses quisieron que fuese llamado como el “protector benemérito” de la ciudad, San Regolo, el obispo africano decapitado, cuyas reliquias se encuentran en la catedral de San Martino. El interior del baluarte fue restaurado en 1966. Accedemos al Jardín Botánico a través de una puerta de la casermetta sobre la cual está colocado un escudo que lleva la fecha del 1605. El recorrido, por consiguiente, se efectúa a través de una galería que va en dirección sur, dividiéndose en el crucero en dos brazos provistos (como la galería) de pasillos de ventilación. Los dos brazos divergen (a este y oeste) conduciendo a las plazas de maniobra. Del crucero parte una escalera de caracol que lleva a la superficie del baluarte. Un poco más hacia el oeste se encuentra el pozo. Con acceso a los brazos anteriores Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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se encuentran las salas de armas y los polvorines. En cada plaza de maniobra se encuentran las troneras y el ingreso a la “Sortita”.

Fotografía del Baluarte San Regolo.

- Baluarte Cairoli: Llamado antiguamente “La Libertad” e inaugurado en 1607. Fue restaurado en 1989. Es el encargado de defender el ángulo sureste de la cerca fortificada. Es asimétrico, no por incorporar a la nueva construcción la antigua, sino por motivos militares. Sobre la cara este (siendo ésta la más larga) estaba previsto una doble fila de fuego.

Baluarte Cairoli.

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- Baluarte San Salvatore. Recuerda a una Iglesia de la ciudad: Misericordia a San Salvatore (San Salvatore in Mustolio antes) era además un “terziere” de la ciudad. En este lugar se encontraba una fortificación de la cerca medieval llamada “el Bastardo”. Primero se pensó incluir “el Bastardo” en la nueva fortificación, pero después se cambió de idea y el Baluarte se construyó delante de éste, fue inaugurado en 1592 y restaurado en el 1881. El “Bastardo” se encuentra todavía bien identificable a refugio de la escarpada interna.

Se advierte el rectángulo encerrado por el muro, con un apéndice rectilíneo, los cuatro pozos y la Casermetta, cuyo edificio se encuentra incluido en la “Casa del Boia”. Con amplia área de maniobra cubierta, con dos líneas de fuego: tres arriba y dos abajo. Sobre la línea de fuego discurre un pasillo colgante. En el centro del Baluarte se encuentra la Casermetta.

Imagen aérea del Baluarte San Salvatore.

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Planta general del interior del Baluarte San Salvatore.

- Baluarte San Pietro: (Posteriormente dedicado a Cesare Battisti). El Príncipe de los Apóstoles fue objeto de veneración en Lucca y a él fueron dedicadas numerosas iglesias en la ciudad, entre ellas la de San Pier Maggiore que fue necesario abatir para dejar sitio a la nueva Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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muralla. Cabe resaltar que dicho Baluarte no está cercano a la Puerta homónima (así como el Baluarte Santa María tampoco lo está a su Puerta homónima). En este baluarte también se encuentra inserto un torreón de la muralla medieval, del cual no se ha podido fijar todavía su posición exacta, diseñado y empezado por Baldassarre Lanci en el 1557, fue continuado y radicalmente modificado por Civitali que convenció al gobierno de los errores de su predecesor; al final fue terminado por Vagnarelli e inaugurado en 1612, fecha ésta indicada en el cartel situado sobre su contrafuerte.

Diseñado en ángulo agudo más bien acentuado sobre las caras notablemente alargadas y, por consiguiente, adecuadas a un número mayor de bocas de fuego. Esto se explica considerando la función de este baluarte situado al Norte y protegiendo dicho ángulo de la muralla. A la altura de este baluarte la muralla se desvía en dirección Oeste. La “casermetta” está situada sobre la escarpa interna.

Baluarte San Pietro.

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- Baluarte San Martino: Así fue llamado también un Terziere de la ciudad. El Baluarte fue proyectado por Bresciani y construido a partir de 1591 bajo la vigilancia del “Offizio sopra le fortificazioni”. Tiene las caras y los costados iguales, los orejones circulares. La casermetta está adosada en la escarpa interna.

También aquí existía un torreón, cuya fecha de construcción data del 1395, que fue reforzado en un principio e incorporado sucesivamente a la nueva construcción. Los restos de las nueve cañoneras de éste se prolongan sobre el lado que mira a la Puerta Santa María donde se cuentan otros tres y constituyen una línea de fuego más elevado respecto a la superficie del baluarte. Este Baluarte fue terminado en 1595 y restaurado en 1878.

El Baluarte San Martino, desde el norte.

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Planta general del interior del Baluarte San Martino.

- Baluarte San Frediano: Más que de un baluarte se trata de una plataforma rectangular, saliente de la cortina, con dos orejones, también rectangulares, apenas acentuados. Su construcción comenzó en 1554 (en 1556 un terraplén amenazaba ceder, con lo que fueron necesarias operaciones de contención). La función de esta plataforma era la de cubrir los flancos y los dos baluartes cercanos, al igual que la

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cortina. Constituye un elemento de transición entre la estructura medieval defensiva y las posteriores.

El Baluarte San Frediano.

- Baluarte Santa Croce: Donde se encuentra ubicado este Baluarte se encontraba antes una torre de la cerca medieval que fue ampliada y dotada de una doble línea de fuego. Desde la torre se ven todavía los restos con nueve cañoneras que debían formar, después de la construcción del Baluarte, una tercera línea de fuego. Éste fue construido en dos tiempos: primero se construyó la parte que da a la Plataforma de San Frediano y el resto se fue incorporando sucesivamente a la torre preexistente. La amplia área de maniobra, en parte cubierta, que da a San Frediano tiene tres cañoneras. Sobre dos posiciones para los tiradores discurre un pasillo cubierto. La otra área de maniobra, hacia la Puerta San Donato, tiene una logia; Los sitios Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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para los cañones son iguales que los ya vistos en la parte opuesta. También sobre las troneras discurre un pasillo colgante. La Casermetta está adosada a la escarpa interna que debía tener una amplia galería. Este Baluarte fue terminado en 1598.

El Baluarte Santa Croce.

- Baluarte San Donato: Este baluarte recuerda a la antigua iglesia de San Donato, abatida para dejar sitio a la nueva muralla. Civitali, en el 1589, inició la construcción de este baluarte construyendo también la Puerta que se ve todavía, aislada en el centro de la Piazza San Donato.

El baluarte fue construido en una posición más adelantada, como se puede ver aún hoy en día, mientras que la antigua Puerta se abandonó en medio de la plaza, construyéndose la nueva más hacia delante. El baluarte es regular, con caras y flancos iguales. Las áreas de maniobra poseen una galería y las posiciones para los “traidores” son tres. La casermetta está asentada sobre la escarpa interna.

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Baluarte San Donato.

- Baluarte San Paolino: Se trata de un Terziere de la ciudad, a este santo se le atribuyó la labor de evangelizar Lucca. La construcción del Baluarte comenzó en 1594, con proyecto de Bressani, para lo cual se necesitaron notables trabajos de consolidación del terreno, ya que éste era pantanoso. Fue el último baluarte en entrar en funcionamiento (1642). El Baluarte es regular, con caras y ángulos iguales. Sólo tiene una línea de fuego, pero es muy probable que en un principio fueran dos. En el centro de este baluarte fue colocada en 1843, la estatua de Carlos III de Borbón, rey de España y abuelo de María Luisa, sustituida posteriormente por otras hasta la colocación de un monumento a Alfredo Catalani en 1954. El interior del baluarte fue restaurado en 1967.

A este baluarte se accede a través de la casermetta adosada a la escarpa interna. Se recorre una amplia galería que conduce a un salón cuya bóveda se sostiene por una gran columna maciza cuadrada. Era este salón el interior del torreón, donde todavía se ve el lugar de las cañoneras, éstas son tres, sobre las cuales se encuentran otras “en el aire”. La cañonera más avanzada está a la izquierda, abierta, y Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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constituye el ingreso a la galería; la cual conduce en dirección Sur a un local que debía ser la sala de armas. A izquierda se sitúa la entrada a la escalera que conduce a la superficie del Baluarte y al polvorín; a la derecha el pozo y, más allá, el ingreso a la salida. De este local se accedía al área de maniobra descubierta, con las troneras, completamente enterradas, de María Luisa. Este baluarte tiene una salida con ingreso independiente, cuya galería pasa debajo de la cortina y termina a la derecha del orejón. La salida no está en el orejón, sino en la cortina.

Baluarte San Paolino.

2. LOS TERRENOS DEL ESPALTO

La compleja construcción de la muralla de Lucca, iniciada un siglo antes, fue terminada en el 1646. Fue entonces cuando se emprendieron los trabajos de las fortificaciones externas. Los trabajos, bajo la dirección de Paolo Lipparelli, se iniciaron en el 1645 y se concluyeron en el 1650. Para obtener el gran espacio que conforma el Spalti, el gobierno luqués decretó el abatimiento de barrios enteros además de la vegetación circundante a la ciudad.

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De hecho, era necesario un espacio libre alrededor de la muralla adaptado al fuego de las cañoneras por donde los enemigos no pudieran guarnecerse de ningún modo, además de poder ser avistados y obstaculizados por los fusileros situados en trincheras sobre el terreno. El sistema defensivo externo, ya difundido por toda Europa en las fortificaciones del Cinquecento, se componía de tres elementos: el foso, las lunetas y la contraescarpa. El foso (fossato) era una amplia zona plana a espaldas de la cortina y de los baluartes donde se excavaba la cuneta, un foso de modestas dimensiones donde discurría el agua. En caso de necesidad la superficie podía estar completamente anegada por medio de una serie de canales bastante complejos, añadiendo notables problemas a los ejércitos agresores en un posible asedio a la ciudad.

Otro elemento fundamental de las fortificaciones externas era el formado por las 12 lunetas, 2 de las cuales son todavía visibles en la parte Norte del lienzo amurallado. De forma triangular, construidas con tierra más un pequeño paramento en piedra y ladrillos, fueron erigidas como protecciones de las cortinas entre 2 baluartes, excepto una que viene situada en frente de la plataforma de San Frediano, la cual no garantizaba una suficiente seguridad defensiva, dada su forma tan particular. Sobre el terraplén de las lunetas debían estar como avanzadilla los fusileros, bajo la protección de las cortinas, ya que, por su desarrollo rectilíneo eran consideradas por los ingenieros el punto más vulnerable del sistema defensivo. El tercer elemento estructural que completaba el sistema del Spalti, era contraescarpa o “camino cubierto”, formada por un terraplén moldeado a escalones que rodeaba completamente la ciudad y delineaba el linde entre las fortificaciones (públicas) y el área de la Tagliata (privada). Los terrenos que dan a la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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muralla, ocupados por el Spalti, están bien representados en los numerosos e interesantes diseños seguidos, en aquel período, por los agrimensores y conservados en el Archivo estatal de Lucca. En los planos están representadas las áreas ocupadas con las listas detalladas de todos los propietarios con las relativas indemnizaciones de expropiación. Otro diseño importantísimo es el seguido en la 2ª mitad del Seicentos por el agrimensor Paolo Nottolini, donde viene representado todo el sistema defensivo representado constituido por la nueva cinta amurallada, el Spalti y la Tagliata. Esta última no era una invención de estos años, puesto que los trabajos se comenzaron en el 1513 y, con la nueva ordenación fortificada de la ciudad, se hizo necesario modificar los límites y se ampliaron hasta una distancia a la muralla de 737 brazadas (en torno a 435 metros).

Planta realizada por el agrimensor Paolo Natalini, siglo XVII.

De la lectura del diseño de Natalini se evidencia que, en la cara más externa de la “Tagliata”, estaba prohibido edificar, mientras que en la Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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parte más a espaldas del Spalti, totalmente libre, no se permitía ni siquiera árboles, de hecho ha sido confirmado por todos los historiadores que se ocuparon de la muralla de Lucca, que se procedió a la demolición de todas aquellas construcciones que existían dentro de la Tagliata, entre las cuales existían importantes monasterios e iglesias. Esto sólo es verdad en parte ya que muchas construcciones, (seguramente que ya existían en el 1650) no fueron abatidas y esto es una novedad que emana de una profunda búsqueda entre la cartografía conservada en el Archivo Estatal de Lucca.

El nuevo recinto amurallado, con sus tres puertas de acceso a la ciudad, Santa María, San Pietro y San Donato junto con la ampliación de la Tagliata, obligó al gobierno luqués a modificar también la disposición viaria de fuera de la Muralla, ya que las vías extraurbanas, antes alineadas en dirección a la puerta de la anterior muralla, con la nueva disposición, se encontraban interrumpidas por las cortinas y baluartes. En el interior de la muralla se proyectó una nueva carretera llamada “Vía delle Tagliate”, que, con su anillo irregular en torno a la ciudad, unía las diversas carreteras provenientes del campo (como un tipo de circunvalación que hoy también existe).

La vista de Lucca, percibible desde lejos, era la de un sólido bloque dotado de imponentes baluartes y murallas. Una vista que infundía a sus habitantes una sensación de seguridad de la cual advertían una gran necesidad y generaba en los forasteros una reacción opuesta, de tal manera que desaconsejaba cualquier declaración de guerra a dicha ciudad. La Tagliata tenía también la función de hacer resaltar visiblemente la gran separación que, de la ciudad con el resto del territorio, existía. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Una separación que se manifestaba también bajo el perfil jurídicoinstitucional, por el cual, eran bien diversos los cargos de derechos y deberes que gravaban sobre los ciudadanos y campesinos. El estatuto de Lucca de 1539, que permanecerá en vigor hasta el 1799, distingue explícitamente en tres categorías sus habitantes: ciudadanos, “foretani” y forasteros, ratificando una forma de dominio de la ciudad sobre el campo, sin entrar en el mérito de la compleja organización de la defensa ciudadana confiada al “Offizio sopra la buona Guardia” ya en el 1446.

Ante todo, la llegada de un ejército a la plana luquesa habría sido descubierta inmediatamente en la ciudad por numerosos puntos de avistamiento dispersos por todo el territorio, constituido por fortalezas y torres de señalización. Éstas, de hecho, en contacto visible con la torre de palacio, no sólo habrían dado la alarma a la ciudad sino que habrían movilizado al ejército en general, que habría ocupado en parte todos los puntos estratégicos del territorio, así como los puestos sobre el Serchio y también de la ciudad.

El ejército invasor, una vez derrotara las defensas de las avanzadillas y de las protecciones fortificadas, se encontraría con una ciudad dotada de potentes estructuras fortificadas, provistas de un notable número de cañones y soldados. El asedio de un ejército enemigo a las murallas de Lucca se presentaba, por tanto, como una operación bélica muy dificultosa. Una vez superado el muro de contención constituido por la contraescarpa, debía recorrer el largo trecho del “fossato”, encontrándose éste inundado, completamente descubierto y bajo el tiro de la artillería de los baluartes, para llegar a los pies de la muralla, aún por superar. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Todavía tendrían que sufrir el fuego de los cañones y fusiles de los baluartes por detrás, además del de los flancos; cruzado, los llamados “traidores” estaban posicionados sobre las cañoneras protectoras del baluarte. Una retirada estratégica procuraría notables pérdidas a los agresores, ya que, siempre bajo el martilleo de los cañones, podían sufrir el contraataque de la caballería luquesa que, saliendo de las “sortite” situada en los flancos de los baluartes, habría invadido los flancos del Spalti e impedido cualquier posibilidad de salvación.

Ilustración de Lorenzo Nottolini (1818), que muestra la estructura del “Terrato”, así como la de la Contraescarpa con los diversos elementos del Espalto (Spalti). Sobre el Terrato y en forma de escalones están representadas las filas de árboles.

Se puede afirmar que la muralla no era tan inexpugnable como a los luqueses les habría gustado considerarla. Ciudades con potentes defensas fortificadas de la Europa septentrional, fueron conquistadas en poco tiempo. De hecho, el gobierno luqués, consciente de su propia

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debilidad política, se confió por la propia supervivencia a las negociaciones diplomáticas con los otros estados “estirándose” en parte, para luego recluirse en un profundo aislamiento que durará hasta el siglo XVIII. 3. LA CONSTRUCCIÓN DENTRO DE LA “TAGLIATA”

Según documentos de archivo, fueron demolidas las iglesias de San Bartolomeo in Sílice, San Donato y San Pietro Maggiore, con sus barrios respectivos. Tales operaciones fueron ejecutadas durante la primera fase de los trabajos en las fortificaciones, esto es, inmediatamente después de la constitución en 1513 de la “Tagliata”. La Iglesia de San Pietro Maggiore, fue reconstruida ex novo en el 1515 dentro de la cinta amurallada, pero muchas construcciones existentes, ya en este período, fueron dejadas en pie. Según Giuliana Puccinelli: “El gobierno encontró grandes dificultades para hacer respetar las órdenes en el 1513, cuando muchos propietarios obtuvieron una serie de prórrogas con el pretexto de que en la ciudad, en aquel momento no se encontraban casas; en el transcurso de los años sucesivos fue cuando más veces tuvo que intervenir el Consejo General amenazando abatir los edificios y cortar los árboles que habían sido plantados”.

En el plano de la ciudad, realizado por Paolo Sinibaldi en 1843, se constata la presencia de muchas construcciones en la zona de la “Tagliata” siendo muchas de éstas, parte de asentamientos rurales presumiblemente anteriores a la construcción de la muralla del año 600. Hasta la mitad del siglo XIX, la situación en el área de la Tagliata Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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permaneció cercana a la vivida dos siglos antes, a excepción de limitados edificios de construcción decimonónica. La prohibición de construir dentro de la “Tagliata” terminará por decreto de Carlo Ludovico de Borbón en el año 1847.

La Tagliata circundante a la muralla.

4. LAS CORTINAS

La pared inclinada a escarpa y el posterior parapeto vertical se encuentran

unidos

por un cordón de

piedra.

La aparente

homogeneidad estructural es consecuencia de la camisa de ladrillos que conforma las cortinas y el revestimiento de los baluartes. Sobre su función, parece ser que los arquitectos no se ponen de acuerdo: unos creen que hace de contención del terraplén que “rellena” la muralla (“il terrato”: el cuerpo de tierra amasada y batida); según otros, era un simple revestimiento decorativo.

En algunas murallas se puede observar la natural delimitación entre tramos construídos en épocas diversas ya que, a veces, pasaban

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algunos años entre el levantamiento de un primer nivel de unos 4 metros y los restantes formando un mismo recinto.

La variación en los colores indicaba también la alternancia de diversos hornos para el abastecimiento del material. Pausas en vertical e interrupciones del recinto, señalan claramente las fases de transformación y de ampliación de muchos baluartes. En la zona norte de la muralla aparece un tramo del anillo con diversa forma y color: Es un resto de la muralla medieval (construida en el siglo XII), siendo terraplenado, rebajado y reutilizado junto a su torreta semicircular como lienzo entre la puerta Santa María y el baluarte Santa Croce.

Cortina de la muralla renacentista.

A lo largo de toda la muralla se pueden divisar ménsulas en piedra, en un principio destinadas a sostener las garitas de los soldados de guardia. En torno a Lucca existían zonas ricas de arcilla, en dichos lugares, surgían ya hornos en la época medieval; la producción de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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ladrillos, bastante más económica y ágil que la de la piedra, empeñaba numerosas

empresas

privadas

y

debían

obedecer

normas

estatutarias… Estas normas sobre el trabajo de los horneros trataba de garantizar condiciones óptimas de producción para sus clientes. Todos los horneros de Lucca, burgos y suburbios, debían jurar ante un magistrado su compromiso a producir ladrillos, “bonos”, de la mejor materia prima. Calidad, material, dimensiones y peso venían prefijados. El control de estas cualidades lo ejercía la magistratura. Con ese fin, las “statere”, presentes en cada horno, se marcaban por el Comune de Lucca para garantizar estas expectativas.

A partir de 1544, cuando se inició la construcción de la muralla, se establecieron para los horneros una serie de normas particulares. Toda la producción de ladrillos y de argamasa debía destinarse al “Offizio delle Fortificazioni”. La producción para entes privados se regulaba mediante las indicadas licencias. Quien tuviera la necesidad de construir debía pedir autorización al “Offizio”. Los permisos y los materiales venían acordados, con mayor o menor facilidad, en función de las exigencias de construcción de la muralla en los distintos períodos. 5. EL “TERRATO”

Vistas desde el interior de la ciudad, los lienzos se presentan como un largo arenal herboso. Il terrato se interrumpe por las puertas y los baluartes. Se pierde la imagen compacta e imponente conferida a la muralla por la camisa de ladrillos. Los trabajos de mampostería aparecen desnudos, privados de toda decoración. Desde el interior de la ciudad se comprende como el elemento fundamental constitutivo de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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la muralla es una enorme cantidad de tierra batida y apisonada, técnica común en la construcción de las fortificaciones en una edad en la que las armas de fuego asumen siempre un mayor relieve. La tierra amasada y compactada está concebida como la mejor defensa contra los cañones y como el más sólido soporte para la artillería. La acentuada inclinación de la escarpa, que degrada con un ángulo bastante más amplio respecto a la parte anterior, responde a exigencias estáticas y a las particulares técnicas de sostén y contención de empujes.

Sobre la base de algunas porciones de muralla aflora, sobre el terreno, el zócalo en piedra; siendo una de las estructuras portantes del muro, junto a los contrafuertes, que saliendo en peine sobre el perímetro hacia el interior formaba la armadura interna de la gran masa de tierra. A partir de la excavación para los cimientos de madera y losas de piedra, los trabajos obedecían a un proyecto que, mediante un modelo en madera o dibujo en papel, era llevada sobre la tierra mediante una operación directa del arquitecto llamada “staggiatura” (replanteo). En algunos casos, el modelo en madera quedaba en evidencia sobre la obra a través de todas las fases de la construcción.

Después de los cimientos y la ejecución del zócalo se construían, junto al relleno de tierra (“terrato”) o en tiempos distintos, los contrafuertes. Una vez preparado el soporte en mampostería de los contrafuertes y después del relleno en tierra, se aplicaba en la parte exterior a la ciudad, la camisa de ladrillos. La tierra debía ser transportada, bañada, batida y compactada en estratos alternados por una especie de mimbres llamados en Lucca “saliconi”; esto exigía que la parte pesada del trabajo fuera ejecutada en las estaciones más propicias. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Terrato en la ciudad de Lucca.

Debido a que el número de maestranzas dedicadas a los trabajos de mampostería (canteros, albañiles, carpinteros, herreros…) era comedido, para la excavación y transporte de la gran cantidad de tierras a batir y compactar, fue necesaria una mano de obra no cualificada y muy numerosa. El problema de encontrarla se solucionaba en la administración en comisión de servicios.

Sobre la base de precisas normas contenidas en los Estatutos, el gobierno ordenaba a los habitantes nacidos entre los 18 y 60 años de

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edad sean de las comunidades cercanas a Lucca, sean de las “Vicarie”. De hecho estaba previsto que, para soportar las “gravezze”, fuesen sólo los no ciudadanos, bien a través de imposiciones o bien de prestaciones personales. Los grupos “comandati” que debían proveerse de equipo y herramientas trabajaban durante una semana, tal vez les correspondía una retribución mínima, siempre venía horneado el pan. En períodos de crisis económica donde venían menos fuentes de rentas también los ciudadanos se encontraban empleados con sueldo en la muralla. En estos casos se reclutaban hombres, mujeres y niños. 6. “LE CASERMETTE”

Casermetta de San Colombano.

De la estructura defensiva del baluarte formaban una pequeña parte las casetas (“casermette”) que servían de refugio para los soldados, la munición y equitaciones de distinto género. De tamaño y posición Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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muy distinta, en ellas se daba albergue a los soldados y se les proveía ante cualquier emergencia. En su interior existía una chimenea, unos bancos y varios utensilios. Los enseres se reducían a lo esencial.

7. LOS TORREONES

Parte alta de un torreón que aparece inserto en el baluarte.

Sobre algunos baluartes emergen, todavía hoy visibles, la parte superior de unas construcciones circulares. Cerca del baluarte San Salvatore, parcialmente englobada en el terreno de la parte interna de la muralla y adosada a una cortina medieval, se distingue una estructura análoga (pero diferente en la forma, por esto llamada “el Bastardo”). Los torreones fueron construidos entre el 1516 y el 1522 e insertos en los ángulos de la cinta medieval, fortificada y reforzada también por terraplenes en la parte interna, para una

primera

adecuación a las nuevas exigencias defensivas derivadas de la utilización de las armas de fuego. Fueron siete, igual de altos, de gran volumen, construidos según la técnica “a escarpa” adecuada a la función de apoyo para los cañones. Sucesivamente se englobaron en Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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los baluartes, viéndose aún hoy en día la parte superior de esta construcción en algunos de ellos (San Martino, Santa Croce, El Bastardo y San Colombano). Algunas de sus cañoneras de fueron reutilizadas en los baluartes.

8. LAS PUERTAS

Puerta San Pietro.

A lo largo del perímetro de la muralla encontramos seis puertas. De éstas las tres primeras: San Pietro (la más antigua), Santa María y San Donato fueron abiertas entre el 1566 y 1639, en correspondencia con las antiguas puertas del recinto medieval. La puerta Elisa fue construida en 1811, la puerta Vittorio Emanuele, situada sobre el lado occidental en el 1911 y la puerta San Jacopo, en el lado septentrional,

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fue inaugurada en el 1931. Podemos, pues, afirmar que durante dos siglos no hubo pasaje alguno sobre el lado oriental.

Sobre estas puertas se pueden apreciar, hoy en día, las señales de sus funciones: las aspilleras para las cadenas del puente levadizo sobre la fachada; el portón herrado anterior; la persiana metálica, en el interior, que separaba una primera sala de entrada del cuerpo de guardia; el portón herrado posterior. Sobre los dos portones se aprecian portillos, los cuales se encargaban de las aperturas parciales y de los cambios de un complejo sistema de cierre.

Dibujo de la fachada de la Puerta San Donato.

LOS ELEMENTOS DE LA CONSTRUCCIÓN

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A Adarve Camino que recorre la parte alta de una muralla protegido por ir por detrás de las almenas. Se aplica generalmente a la arquitectura medieval española. Albarrada Cerca o defensa hecha de piedra o tierra. Albarrana (torre) Torre saliente de la fortaleza y unida a ésta mediante un muro. Fueron introducidas en España por los almohades y su uso se extendió por Europa, ya que daban solución a las necesidades de acercamiento a puntos neurálgicos de las proximidades del recinto amurallado, como eran ríos (para asegurarse el abastecimiento), o para estructurar las defensas de flanco. Francesco di Giorgio las utilizó en algunos de sus dibujos. Almena Cuerpo defensivo discontinuo levantado sobre la muralla para proteger a los defensores. El uso de artillería las convirtió en peligrosas defensas ya que el impacto de las bolas las trituraba y convertía en metralla. Francesco di Giorgio, en sus últimos escritos, ya había puesto en duda su validez defensiva frente a las bocas artilleras. Antemuro Muralla baja que se alza delante de la cortina y sobre el foso y que actúa como primera defensa salida fuera del terreno. A veces se dice antemuralla o antemural. (Vid: Barbacana, Falsabraga). Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Antepecho Parapeto o murete de ladrillo, piedra, etc. que se ejecuta como protección para evitar la caída al vacío, con altura aproximada de tres pies, situado en el borde exterior del foso.

Antepuerta Cortina, muro o edificación que se levanta delante de una puerta con función protectora. A veces, también se designaba así al revellín. Antestatura Trinchera de emergencia protegida con estacas, fagina y sacos de tierra para defenderse en la retirada. La existencia de alojamientos fijos implicaba la existencia de ejércitos permanentes, situación que no se daba, por ejemplo, en Florencia. Arce Fortificación de campaña atrincherada. Ariete Máquina para batir la muralla, en forma de viga, suspendida de caballetes acabada en una contera metálica con la que se efectuaba la percusión por balanceo violento del madero. Como frecuentemente esa contera tenía forma de cabeza de marueco se le llamaba carnero. Arsenal Vincenzo Scamozzi decía que los arsenales, o almacenes de las armas, debían estar situados en los castillos, en las ciudadelas, o en cualquier lugar seguro de la ciudad principal y no muy distante de la residencia del gobernante; "il luogo sia cinto di buone, ed alte mura, e la sua

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forma habbia del quadrangolare, e ridotto con grauità, e magistero; habbia vno, ò più cortili all'interno: ne' quali si possino tener l'armi distinte, e separate l'vna specie dell'altra, con l'ordine, che dicemmo poco fà, acciò in tempo di bisogno si possino leuare senza confusione". Los arsenales deben ser de forma cuadrada. "poiche è molto capace; essendo [...] la forma quadrilunga abbraccia molto spacio con spesa maggior, e le parti estreme sono lontane; e le altre forme di più lati, ed anguli non tornano à proposito [...] Gli Arsenali vogliono esser circondati non solo del tutto, ò dalla maggior parte dall'acque; ma ancora da buone, ed alte mura; così per sicurezza ordinaria, come per gli accidenti, che possono accadere al improuiso". Deben tener buenos cimientos y ser resistentes al fuego y estar cubiertos en su mayor parte con bóvedas.

Atalaya Torre vigía con difícil acceso, situada normalmente en un altozano. El sistema más eficiente de torres-vigía del Renacimiento, apareció en las costas del Mediterráneo, en el sur de Italia y sus islas y en España con el fin de contrarrestar las incursiones de Barbarroja y de los corsarios berberiscos. Avant-corps Es un término francés, cuya traducción directa es la de cuerpo avanzado; tuvo origen en la adecuación de las torres medievales que defendían los centros de muralla dando paso por debajo al patio de armas. Los avant-corps son elementos que van a pervivir en los chateaux de la Loire, perdida ya su primitiva función militar, como elementos conformadores de las grandes residencias renacentistas, en

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los que su altura es utilizada para acentuar la verticalidad de las vertebraciones. B Baluarte La palabra baluarte se la hace descender de la alemana bollwrk (equivalente a obra de madera) o, más improbablemente, de la árabe balw-ward (cuyo significado viene a ser algo así como “castigo para el que se acerca”). El término alemán pasó a Francia reconvertido en boulevert y con la curiosa etimología que les aplicó a los boulevart (Vid. Boulebard).

Cristóbal de Rojas, contrariamente, señala un doble origen etimológico: por una parte derivando el nombre de vallo, vallas, que quiere decir fortificar, de donde resulta la forma baluarte; pero también podía derivar de Belliarte, que viene a significar, arte de guerra, y su expresión sería la de baluarte150.

En Arquitectura Militar el baluarte es el cuerpo pentagonal saliente de una fortaleza, construido en la parte externa de los ángulos para asegurar la defensa rasante de la muralla y la defensa cruzada del foso. Las tres partes fundamentales del baluarte son la gola, el flanco y el frente o capital. Tipos: - Baluartes cuoriformes. A mediados del siglo XVI los baluartes con planta en forma de corazón ya se habían convertido en los habituales, por varias razones estratégicas. 150

Rojas, C. de: Teórica y Práctica de la fortificación, op. cit., II, cap. IV, fol 39vº. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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- Baluartes huecos. Antonelli en un discurso enviado a Felipe III trata de los baluartes huecos, que le parecen inadecuados por ser poco eficaces frente a la artillería y minas, “Demás, que hasta oy no ay tales baluartes vazios, en Flandes, ni en el mundo: porque si en Ostende se halló alguno vazio, sería quitar la tierra de allí para echarla en otra parte, donde auria mayor necesidad, y assi digo, que no solo será bueno ser maciços los baluartes, pero conuiene tener montones de tierra, como munición, para acudir con ella, donde pudiere la necesidad”151. Banqueta Rellano horizontal hecho a media altura de la escarpa o del talud para estabilizar las tierras o para crear la calle cubierta. Barbacana Término antiguo con el que se designaba el antemuro. Obra de fortificación que defiende un paso, una puerta o una poterna, construida con el fin de permitir a parte de la guarnición de una fortaleza el reunirse protegidos en un punto para hacer salidas, recibir socorros o hacer las retiradas. Las primeras formas utilizadas durante la Edad Media derivaban de las construcciones en madera que los romanos habían constituido en los castra con los nombres de procastra o antemuralia y que, en realidad, actuaban más como revellines que como otra cosa, ya que, o tenían forma circular antepuesta a una salida, con los escapes por detras, o bien, evolucionaron hacia soluciones torriformes de flanqueo, colocadas al lado de las puertas. Pero con el descubrimiento de las armas de fuego,

151

Discurso del Capitán Ch. de Rojas al Rey, 27 agosto 1611; en Mariátegui, op. cit, Ap. VII, págs 129-32. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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pronto hubo que rodearlas con bastiones. En los primeros tanteos renacentistas, a veces, tomaron forma de torrecillas de planta triangular (a las que los italianos llamaban puntoni) o, incluso, de muros salientes en forma de espolones. Barbeta 1. Antepecho de la muralla con perfil curvo en la coronación. 2. Cada uno de los trozos del antepecho de la muralla, con planta en ángulo, que se situaban en las esquinas de los bastiones para proteger a la artillería. Bastida El origen del antiguo término francés bastey se piensa que deriva del alemán bastei, equivalente a construcción hecha con madera cortada; y de la palabra francesa bastille, derivan la castellana bastida, y la italiana bastia. 1. Palabra de origen francés con la que se denomina a la máquina militar en forma de torreón cubierto que desplazado sobre ruedas se acercaba a la muralla para asaltarla, abatiendo un puente levadizo. 2. Núcleos urbanos medievales de trazado muy diverso, frecuentes, sobre todo, en el suroeste de Francia. 3. Casa fortificada de campo de planta cuadrangular, propia de la Provenza francesa. Bastión El término es de origen medieval, empleado como aumentativo de bastia, y se empleaba para designar obras defensivas construidas con terraplén. Sobre la etimología de este término señalaba Viollet-le-Duc que muchas de las grandes bastillas, o bastillones, de la Edad Media,

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en los reinados de Louis XI, Charles VIII y François I, fueron reforzados y empezaron a designarse con el nombre transformado de bastiones152. Equivale a baluarte.

Beccatelli Término italiano usado en el siglo XV para designar a grandes ménsulas, propias de la arquitectura militar, que constituían los matacanes.

Berma Espacio que se dejaba al pie de la muralla junto al borde interior del terraplén, que servía para que, en caso de que el enemigo abriera un brecha en la muralla, la piedra y tierra no cayera al foso anegándolo.

Bicoca En Arquitectura Militar es la torrecilla o garita de madera en que se guarnecía el vigía para hacer la centinela.

Bonete Defensa exterior de la plaza en tenaza doble, llamada también en doble cola de golondrina, cuya forma en planta semeja las tres puntas del bonete de los clérigos. Su uso se popularizará en la arquitectura francesa de los siglos XVII y XVIII.

152

Viollet-le-Duc, E., op. cit., tomo II, pág. 175. Vid. también, supra: Bastilla. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Bordos Palabra equivalente a ramales de trinchera, y la encontramos aplicada por Cristóbal de Rojas en el sentido de zig-zag, cuando dice “ dando bordos y ramos”. Francesco María della Rovere nos dejó en su tratado un buen ejemplo del trazado de una trinchera en zig-zag protegida por gabiones. Boulevard Los boulevards franceses eran construcciones militares en avanzada, propias de los años de transición del siglo XV al XVI, que empezaron a sustituir a las barbacanas medievales, casi a la vez que se difundió el empleo de la artillería.

En un principio fueron terraplenados provisionales levantados delante de las viejas fortalezas para protegerlas de los impactos de los proyectiles pero, poco a poco, se fueron convirtiendo en defensas permanentes revestidas de piedra o de ladrillo, a las que se antepuso un foso, cuya tierra era la utilizada para hacer los montículos lineales, que actuaban como primera línea de defensa. Uno de los más antiguos, aun conservado, es el de la fortaleza de Schaffhausen, de planta triangular, con la base junto al Rin dotada de un puente para poder cruzarlo, y delante, en el vértice, el bulevar; que para Viollet-leDuc es uno de los mejores ejemplares de Europa.

Alberto Durero proyectó algunos con planta semicircular con flancos rectos delante de los ángulos salientes de la muralla, resultando compuestos por una batería saliente batiendo el foso, y aislados de la muralla por un trasfoso estrecho y alto que se podía salvar a través de Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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un piso de madera de fácil eliminación; tras el bulevar se establecen, a nivel del suelo de la plaza, amplias casamatas destinadas al albergue de la guarnición y a depósito de municiones. La batería aparece cubierta y provista de troneras para cañones y armas menores, y las casamatas, como en Schaffhaussen, se iluminan con claraboyas situadas en el centro de las bóvedas de arista. La forma circular daba lugar a fuegos divergentes que se adaptaban mal a la defensa de la muralla, por lo que los boulevarts evolucionaron hacia formas que admitían los fuegos cruzados, es decir, hacia plantas anguladas, o en rediente (como en Ausburgo) para admitir la defensa de flanco.

Buarda La necesidad de proteger el pie de las murallas y, especialmente, las puertas de las murallas medievales, para impedir los trabajos de zapa en las primeras y el acercamiento de los artefactos de batir en las segundas, dio lugar al desarrollo de la buarda o balcón en saledizo que, inicialmente, tenía forma a modo de andamio volado construido sobre la muralla. En el primer Renacimiento estas obras se encuentran hechas de piedra, formando los típicos matacanes. C Caballero En Arquitectura Militar es la obra levantada sobre el terraplén, con altura de unos 10 a 12 pies y de planta rectangular de unos 90 x 30 pies, sobre la que se alza un parapeto por la parte que mira al enemigo, quedando abierta en rampa hacia el lado de la ciudad; aparecieron como evolución de las plataformas.

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Para G. B. Antonelli, los bastardos o caballeros a caballo, como también les llama, era los que se hacían fuera de la muralla y de igual altura que ésta, con plazas altas y bajas con una cañonera sola por plaza para defender la cortina del baluarte y parte del foso. Se hacían por necesidad entre un baluarte y otro, cuando las murallas eran más largas de lo debido, ya que eran elementos débiles fácilmente abatibles por el enemigo; mientras que en los "Caualieri dentro abbassati alle Cortine" su finalidad era la de dominar la campaña y defender los baluartes en caso de asedio153.

Viollet-le-Duc señala que los bastiones pudieron nacer al conservarse algunas de las altas torres de las murallas medievales, envueltas por las nuevas fortificaciones hechas en el siglo XVI; esas torres se rellenaron de tierra para aumentar su resistencia para convertirlas en atalayas sobre el campo circundante154. Normalmente se construían en el centro de los bastiones o de las murallas ya que su objeto principal era el de dominar mejor el campo enemigo. Scamozzi155 dice que los caballeros se colocaban en cuatro emplazamientos fundamentales:

1. Sobre los terraplenes, en el centro de la muralla, para defender las plazas de los baluartes, el campo exterior situado delante de la muralla, la contraescarpa y parte del foso, pero no pueden defender los frentes del baluarte (ya que no se ven desde este primer

153

Antonelli, op. cit., eps. Caure a cauallo, o, piatta forma, o Bastardo y Caualieri dentro abbassati alle Cortine, s/f. 154 Viollet-le Duc: Dictionnarie, op. cit., Tomo II págs. 392-95, s/v. Cavalier. 155 Scamozzi, op. cit. Parte I, Libro II, Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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emplazamiento), ni pueden ayudar a los flancos, ni permiten cambiar las defensas de uno a otro.

2. En los extremos de la muralla, en los flancos de los baluartes, separados de 25 a 30 pasos; entonces permiten batir los flancos de las baluartes opuestos, todo el foso, la contraescarpa, el campo que está enfrente, y, en caso de necesidad, defienden las plazas del baluarte propio y del baluarte opuesto, de su muralla y terraplenes; pero no pueden defender las caras del baluarte (porque no se ven desde él); impiden el poder defender delante de los parapetos de su muralla y, si están muy encima de ella, quedan muy expuestos a la ruina, con lo cual impiden la defensa y el enemigo queda libre para escalar a las primeras plazas, con lo cual pueden apropiarse de estos importantes sitios y combatir, con mucha protección, a los baluartes vecinos.

3. Los situados dentro de las golas del baluarte requierían menor gasto y cumplían mejor su función. Estos caballeros solían ser los más seguros a la zapa y a las minas, pues quedaban menos expuestos al ataque enemigo y, en caso de ruina, no impedían ni obstaculizaban las primeras plazas. A los caballeros interiores a las golas se les hacían los parapetos cuatro pasos más altos que los de sus baluartes y murallas.

4. Encima de las puertas, cuando éstas estuvieren en el centro de la muralla; en este caso los caballeros no debían ser muy altos, pues bastaba con elevarlos dos pasos sobre la altura de los parapetos de la muralla para hacer la defensa, quedando así por debajo de los otros caballeros principales a fin de no impedir la defensa cruzada; cuando

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no se hacían caballeros sobre las puertas, se colocaba una plaza descubierta y libre donde tenían sus armas los soldados.

Respecto a la forma de los caballeros, hasta finales del siglo XVI, había habido seis propuestas fundamentales: Los cuadrados, recomendados para los que se colocaban en el centro de la muralla; los romboidales, para acomodarlos a emplazamientos irregulares; los piramidales con cima redonda; los de tres ángulos de un pentágono, hexágono u octógono; el medio óvalo; y el medio círculo. Para Scamozzi la forma rectangular era la más inútil de todas porque estando en el centro de la muralla y junto al parapeto, quedaban muy visibles, y, por tanto, más fácilmente atacables por la artillería enemiga y, además, tapaban las caras del baluarte.

Calle cubierta El paso o camino que se ejecutaba en la parte alta de la contraescarpa y que quedaba protegida desde la explanada por el borde alto de aquella. La calle cubierta servía para hacer las escaramuzas de hostigamiento al enemigo, que hacían los defensores de las fortificaciones saliendo armados con mosquetones de caballete y con piezas artilleras medianas.

Camisa Cara de la muralla que da al campo, recubierta de piedra o ladrillo; por tanto, era la opuesta al terraplén interior. Para Pietro Cataneo el revestimiento de las murallas debía ser de "pietra tenera o dolce [...] che più partecipiano delle humidità e dello humore della terra" y no de piedras duras y frágiles ya que al romperse en esquirlas por impacto de las balas podían herir a los defensores. Una piedra no Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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aconsejable era el travertino "per participare piu del fuoco e dell'aere, allo scoperto quasi eternamente si conseruano: nondimeno, per essere queste grandemente dall'artiglieria scheggiate, sono meno da usare, che le pietre tenere e dolci ma se i matoni seranno di buona terra, à i debiti tempi fatti, e conueneuolmente asciutti e cotti, per esser di quelli nel cuocersi uscita l'humitdià e l'humore della terra, non solo si difendono da quelle offese, dalle quali non si possono difendersi le pietre dolci; ma ancora sono dall'artiglieria molto meno, che le pietre dure, scheggiati"156.

Esta idea la plasmaría de nuevo Scamozzi medio siglo después ampliando el repertorio de materiales al tufo, bloque de terreno cretoso secado al sol, a la piedra pómez, o de ladrillos cocidos en hornos y recibidos con argamasa de cal, arena, polvo de ladrillo y gravilla. Cuando no se podían hacer baluartes a causa de la naturaleza del terreno se tendría que levantar una muralla gruesa de entre 12 y 16 brazas, con dos recubrimientos delgados por sus caras externa e interna. La de fuera sería de un grosor de 3 brazas, disminuyendo de espesor a medida que asciende la escarpa, reduciéndose a sólo 1 braza por encima del cordón. De 8 a 10 brazas separada de esta cobertura o camisa se levantaba otra, también de ladrillo con traviesas, o hiladas, o perpiaños, de enlace entre una y otra de 1 braza de grosor hechas también con análogo material cerámico. Los espacios dejados entre las dos camisas y entre las hiladas se rellenaba con una argamasa fina de cal y arena, ya que la argamasa era un material muy resistente a los impactos de la artillería157. 156

Cataneo, P.: I Quattro primi Libri dell'Architettura, Venecia 1554, Libro I, cap. VII, fol 10 vº 157 Cataneo, P.: op. cit. Libro I, cap. XII, fol. 15. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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Cañonera Apertura dejada en una muralla para permitir el disparo de las piezas de artillería, quedando protegidos los soldados detrás del parapeto. G. B. Antonelli dice que las cañoneras se ponían dos por flanco, siendo más altas en el centro y por fuera más estrechas que por dentro.

Tipos: - Cañoneras vivas: Scamozzi dice que eran las de las plazas bajas de los flancos de los bastiones, y podían hacerse en coda di rondine (cola de golondrina), amplias por dentro y estrechas por fuera, para que resultaran menos expuestas al enemigo. También podían hacerse a la inversa, anchas por fuera y estrechas por dentro, para obtener mejor visibilidad; o bien, amplias por dentro y fuera y estrechas por el centro, con medidas que no solían exceder de un paso en las embocaduras más anchas, y de 1/3 de paso en lo más estrecho, con una altura comprendida entre paso y medio y dos, con toda su masa maciza y contínua. La función de la primera era batir la muralla desde los flancos, la calle de ronda y el foso hasta su centro y toda la espalda del baluarte. Y la de la segunda, proteger y defender el pie de la muralla y todo el ángulo del baluarte.

- Cañonera secreta: Entre las cañoneras vivas estaba la del tercer nivel hacia abajo, abierta en los orecchioni, que por estar oculta a la vista del enemigo, se le llamaba secreta.

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- Cañonera traidora: La que batía por el centro o la mitad de la cara del baluarte opuesto hasta el ángulo de la contraescarpa era la traidora, porque defendía el flanco por detrás.

- Cañoneras muertas: Eran las cañoneras de las otras plazas del baluarte, de las contraspalle, orejones caballeros; y se las llamaba así por ser menos eficaces frente al enemigo y utilizarse ocasionalmente, según la situación del asedio. Las cañoneras de la segunda plaza solían ser tres o cuatro y su fnalidad era la de desalojar al enemigo del foso o la de derribar las escalas puestas en el baluarte opuesto. Las dos o tres cañoneras de la contraspalla hacia el ángulo de la muralla, por tener su emplazamiento un tanto alto, batían desde medio foso en adelante todo el frente del baluarte opuesto, la contraescarpa, la calle cubierta y los orejones. Las de los caballeros, como eran las más altas, debían batir, por lo menos, desde la calle cubierta hasta parte del campo, procurando que el enemigo no se acercara y se atrincherara cerca llegando a la calle cubierta y contraescarpa; en caso de asedio, podían defender la plaza misma, sus baluartes y terraplenes158.

- Cannoniere di girlanda o ghirlanda: Aquellas que tenían en el centro de la plaza un gran pilastrón y alrededor se disponían tres cañoneras, y "sono domandate Cannoniere di girlanda, come quello, che girano il belluardo & la sua piazza"159.

Capannata Construcciones defensivas auxiliares que se levantaban dentro del foso con forma de cabaña o de refugio con paredes gruesas. Francesco 158 159

Scamozzi, op. cit. Parte I, Libro II, cap. XXX, fol. 214 Ibid, pág. 190

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di Giorgio en su Quinto Trattato sobre las Forme di Rocche e Fortezze se atribuyó la invención de este tipo de construcción defensiva "di brevissima spesa, che piccolo tempo ricerca ad oprarla, et in ogni loco facilmente si possono applicare. La quale difesa, essendo in forma di capanna è parso chia[ma]rlo capannato. Per la notizia del quale è da sapere che nella profundità del fosso, o piccolo o grande che sia, dove non ponno le bombarde, balestre o altri teli (armas) delli inimicci offendere, se debba edificare una stanzieta di muro grosso piedi 5 in 6 o più a beneplacito, con le offese in torno, e lo diametro della sua vacuità in latitudine sia piedi 12 in 14, et in altezza 8, con li [suoi] fumanti, acciò che li balestrieri e bombardieri voltandosi le spalle l'uno all'altro senza impedimento possino esercitare la opera loro".

Podían ser de varias formas pero, en todo caso, habían de reunir dos condiciones fundamentales: "la prima che el capannato sia contiguo e congionto col fosso o muro propinquo a quello inverso la fortezza, con uno metao sutterraneo angusto della rocca o ricetto a quello, acciochè quando per caso fusse perso el capannato per quella via la fortezza non possi essere offesa; e per questo effetto quella via faccisi [o] reversa, con portelle con offese, o tanto angusta che non si possi usare inviti quelli di dentro; overamente per via di pozzo, saliendo per scala mobile, overo per via di ponte levatoio, overo per via di saracinesca si debba dare la comodità di passare per quella alli amici e l'incomodità e difficultà alli inimici. Ma sia dall'altra parte [verso el ciglio] del fosso, espedito, descontinuato e separtato al meno per piedi 8, acciochè per cava sutterranea non possi essere offesa. La seconda avvertenzia, [che] per molti [bisogni e] casi che possono avvenire faccisi in alcuno delli detti capannati una porticella angusta e piccola Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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verso el muro della fortezza, con una o due bombardiere per fianco per guardia di quella, come appare disegnato, acciò che quella per li amici si possi usare per evacuare el fosso o per qualche altra opportunità, e non [per] li inimici".

También señala que "faccisi in li anguli del fosso li capannati, nella forma che nel disegno appare, li quali non ponno da le bombarde essere ofessi, ne da altra machina, e per quelli fácilmente con le bocche del foco el fosso" y el muro se defiende. En el tratado atribuido a Peruzzi se dice que “ali chapannati abino l’entrate per li toroni cor una uscita sopra il corridoio, colle difese da ciascuna faccia che fu’infino e’ fossi”160.

Casamata Se denominaba como casamata a las construcciones aisladas o salientes que se ejecutaban fuera de las murallas, con forma de bóveda o semisubterráneo, provistas de artillería cubierta; frecuentemente se hacían debajo de los baluartes. Su empleo, a pesar de haberlo recogido di Giorgio bajo la forma de las capannate, no se generalizó hasta mediados del siglo XVI. Domenico Mora las definía así: "Le Case mate poi, che in essi si fanno sono caue sotterranee, fatte sotto le piazze di essi con alcune cannoniere & una portella, che entra nella fossa; delle quali i soldati se ne seruono à difendere coperti le fosse, & per potere per esii luoghi contraminare i nemici"161.

160 161

Peruzzi, Tratattadi di Architettura Militare, op. cit. fol. 28v. Mora, D.: Del modo di fortificare la città, op. cit., pág. 188.

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Césped El césped se empleó como sistema de fijación de tierras en terreplenes y rampas. Su uso fue frecuente en los Países Bajos. Cristóbal de Rojas lo describe así: “se entiende por un cesped, lo mesmo que un pedazo de tierra de un prado que no esté cultivado, y cada uno suele tener un pié en cuadrado, y medio de alto, y otro menos y más”.

Chimenea de ventilación Francesco di Giorgio es el primero que habla de las chimeneas de ventilación al referirse a las torres defensivas: "Debba eziandio ogni offesa per fianco avere el suo fumigante o camino [accio chi esercita] el foco non sia dal fumo impedito"162. Las chimeneas eran obligadas en los torreones y plazas cubiertas, como se dice en el tratado atribuido a Peruzzi: “acciò [il fumo] si possa essalare, perche grandemente nuoiarebbe a quelli che il tal luogo si volessero exercitare”163.

Ciglio Cerramiento perimetral externo que rodeaba a la muralla, formado por el contramuro, siguiendo una vieja tradición medieval, de origen bizantino, tal como aún mantenía Francesco di Giorgio: "I cigli di fuore debbano essere in tale altezza fatti che tirandosi in dirietro piei trecento, la sommità delle difese di lì veder si possa. Debbano essere detti cigli tirati dalla parte di fuore a guisa di scarpa guidando un'angolare estesa linia a la longhezza de' detti piei trecento, acció che quello che alle difese sta el tutto giudicando veder possa, e che in

162 163

Francesco di Giorgio, op. cit., (ed. Maltese), II, pág. 437. Peruzzi, Trattato..., op. cit., fol 33v.

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essa ubriquità alcuna cadenzia non sia, et in fra'l foso e'l ciglio una strada di piei 20"164.

Ciudadela Fortaleza pequeña de cuatro o cinco baluartes que se construía adosada a la fortificación urbana, como último reducto defensivo.

Cola de golondrina Forma o perfil con dos puntas entre las que queda un ángulo entrante. Casi siempre aparece ligada a la arquitectura militar, unas veces como la forma habitual de las almenas que hasta el Quattrocento fueron frecuentes en Italia; otras como la disposición habitual de la planta de las tenazas.

Contraescarpa Talud exterior del foso. Scamozzi indica que, la contraescarpa, se ha de hacer por debajo de la calle, cubierta con dos taludes y una banqueta intermedia, porque con ella se favorece la entrada y salida de defensores utilizando puentes y escalas de madera y, además, se logra mayor estabilidad en el desmonte, evitando los deslizamientos del terreno.

Contramina Largos corredores interrumpidos por pequeñas cámaras circulares abiertas con ventanillos (feritoie) a la altura de unos cuatro pies sobre

164

Francesco di Giorgio, op. cit. (ed. Maltese), I, pág.9. Codex

Torinese Saluzziano, 148.

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el plano del foso. La contramina actuaba, bien como cámara de descompresión de los gases de la explosión, evitando el destrozo de la fortificación por las cargas puestas debajo, o para llegar más rápidamente a las cercanía de los zapadores y ahogarlos por anegación de sus túneles.

Cordón Medio baquetón de cantería labrada colocado horizontalmente en la parte alta de la muralla para dificultar la escalada al enemigo. Su finalidad era la de impedir que las escalas de asalto se apoyaran en el muro; de este modo quedaba un espacio entre la cabeza de aquellas y el antepecho, por el que los defensores con rapidez introducían los cuentos de las picas y lanzas, y utilizándolos como palancas, las hacían voltear y caer al foso. G. B. Antonelli decía que, justo donde acaba la escarpa se coloca el cordón y, desde esa línea horizontal, continúa verticalmente el muro recto o, a lo más, con 1/10 de escarpa.

Cortadura Obra de emergencia hecha en una fortificación para impedir el paso por una brecha abierta en la muralla. Podía ser de dos tipos: - Cortadura Real: la que se levantaba detrás del terraplén. - Cortadura Menor: la que se ejecutaba junto a la misma brecha.

Cortina Es palabra de origen latino, que durante algún tiempo vino a indicar la distancia que separaba a dos torres consecutivas. Luego el término generalizó su aplicación para designar cualquier muro largo y, en particular, a los de la muralla.

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D Diente Cristóbal de Rojas y Bartolomeo Ammannati los citan de forma explícita. Recordemos lo que dice este último: “I denti sono fianchi, chosì chiamati, ne’ corpi di difesa. Non hanno altro che il fianco. Questi si fanno, le più volte, ne’ siti che calano1533, dove non è spatio d’edificarvj corpo di difesa”165.

Donjon Este es un elemento militar típico de la arquitectura francesa medieval, en forma de torreón dominante dentro de una fortaleza, con función análoga a la del mastio italiano o al macho o torre del homenaje española. Su origen se cree que fue introducido por los normandos cuando para defender el territorio levantaron los "blockhaus" de madera cerca de las vías de comunicación en lugares topográficamente bien defendidos. Sus plantas eran circulares o cuadradas y, poco a poco, fueron sustituidos sus materiales constructivos por otros de albañilería menos perecederos que permitieron formas más complejas. En el siglo XIII ya tenían espacios interiores habilitados para el señor feudal y, durante el siglo siguiente, fueron abandonándose los de planta circular, imponiéndose los de formas cuadradas con torretas en las esquinas con varios niveles de habitaciones, chimeneas, ventanas y elementos ornamentales.

165

Ammannati, op. cit., fol. 72v.

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E Escarpa o Talud, Lambor Talud que presenta la muralla en su parte baja. Suele coronarse su final con el cordón. Una de las principales preocupaciones de los arquitectos militares del Renacimiento fue la de dificultar la escalada de las fortificaciones; para ello retomaron la vieja técnica de construir en la parte baja de las torres un cuerpo ataludado, o escarpa, que impedía acercar los pies de las escalas al muro, dejándolas así más expuestas a ser batidas desde arriba con objetos o pedruscos símplemente dejados caer a plomo, o vertidos con ingenios mecánicos. Además, la pendiente de la escarpa evitaba el impacto directo de las balas, favoreciendo el rebote, con lo que parte de la energía cinética no era absorbida por el muro, y, por tanto, el muro resultaba menos afectado por los disparos, a la vez que era más resistente por su parte baja.

Espalto En la Edad Media el spalto era en Italia la empalizada que rodeaba al camino de ronda, colocado en la coronación de la contraescarpa. En la Arquitectura Militar del Renacimiento era la explanada que se extendía delante de la muralla. También se aplicaba el término para designar el suave talud que se levantaba hacia afuera de la calle cubierta en la campaña.

Estacada Es la obra defensiva hecha con estacas cruzadas clavadas en el terreno, en proporción no inferior a una unidad por cada pie cuadrado

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de suelo, que se colocaban generalmente ante el parapeto de la calle cubierta, para impedir el paso del enemigo.

F Fagina 1. Amasijo formado por hazes de ramas y broza mezcladas con barro que se utiliza para hacer aproches o para cegar el foso. 2. Cristóbal de Rojas dice en el capítulo VII de su tratado que “se entiende cada fagina un haz, cuanto pueda llevar un hombre, que serán cuatro o cinco ramas, tan gruesas cada una como cuatro dedos juntos, y de media pica de largo”.

Falsabraga Antemuro bajo levantado delante de la muralla principal. Cuando las barbacanas se construían paralelos a la muralla recibieron los nombres de falsabraga en España, fausse-braye en Francia y fossebrea en Italia.

Flanco 1. Lateral de una construcción que permite ser defendido desde los lados. La defensa por flanco tuvo su mejor expresión en el desarrollo que fue adquiriendo el bastión. 2. En Arquitectura Militar, la cara entrante del baluarte, que va desde el ángulo cóncavo con la cortina hasta el saliente enfrente. En los años de transición de siglos apareció el fianco rittirato o fianco arretrato, escondido detrás del bastión para albergar y proteger las troneras encargadas de la defensa rasante de la muralla.

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Foseta Canelata interior abierta en la base del foso para recoger las últimas aguas y evacuarla cuando se decidía vaciarlo.

Frente En Arquitectura Militar es el conjunto de los dos lienzos salientes de muralla que, arrancando de la parte más profunda de los flancos, acaban juntándose en una arista, cerrando el baluarte. A finales del siglo XVI se recuperó la forma curva del saliente, sustituyendo a la arista en la parte alta del bastión, donde no podía crear ángulos muertos.

Frente bastionado El frente bastionado va a estar constituido, por una parte, por un tramo de muralla con sus dos bastiones de flanqueo, y por otro, por el foso con su contraescarpa y calle cubierta, el glacis y espalto o tagliata, es decir, por el conjunto de elementos exteriores que permitían una defensa activa impidiendo el acercamiento a los asaltantes. Los bastiones atacando el frente enemigo desde el capital, defendiendo la muralla, el foso y el bastión opuesto desde las plazas protegidas por los orejones; la muralla permitiendo el ataque largo desde sus cañoneras altas y plataformas; el foso dificultando el paso a los asaltantes; el camino cubierto, permitiendo salidas de los defensores con arcabucería y artillería menuda; el glacis ocultando parte de la muralla y obligando a los atacantes a sobreelevarse para quedar más expuestos ante los sitiados, y la explanada circundante libre para poder divisar bien el movimiento enemigo.

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Fronte Término italiano con el que se designan los dos fragmentos de muralla que forman el cierre saliente del baluarte.

Fuerte 1. Recinto último y más protegido de una fortaleza. Dice Alberti que "En el fuerte se leuantara vna torre principal por mucha parte della maciza, robusta en toda la obra, de todas partes fortalecida, mas alta que las demas, difficoltosa de allegar a ella con entrada que no sea sino con puente leuadiza"166, es decir, una visión aún muy anclada a las soluciones medievales. 2. Recinto fortificado, situado en despoblado, en paso obligado o en algún promontorio que sirve como lugar de hostigamiento o como atalaya permanente bien defendida.

G Galería Corredor cubierto hecho como medio para atravesar el foso antes del asalto que se construye sobre rellenos de fagina y tierra, uniendo los ataques con la brecha abierta en la muralla.

Glacis Talud o rampa suave que se levantaba delante de la calle cubierta, por el lado de la contraescarpa del foso, como protección de aquella, pero sin impedir a los defensores la vista de la campaña ni favorecer el que pudiera ser utilizada como abrigo por los atacantes. Surgieron los

166

Alberti, op. cit. (trad. de Lozano), Libro V, pág. 128

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glacis hacia 1460 pero no sería hasta comienzos del siglo XVI cuando se extiendan en suaves pendientes alrededor de las plazas.

Gola 1. Moldura saliente construida en la parte alta del muro del foso, tal como lo expresa Francesco di Giorgio en las Forme di Rocche e Fortezze: "faccisi 6 o 8 piedi del fosso, verso la sommità sua, in forma di triangolo scalenone overo di scarpa, e sotto questo si facci una gola come appare nella figura, acciò che in el foso non possi andare alcuno delli inimichi se non precipitando". 2. En arquitectura militar es la línea recta virtual que une los extremos de los dos flancos del baluarte. Es la que mide el ancho del acceso al bastión.

Guancia Dice Domenico Mora en su tratado que se llama guancia (o mejilla) al muro que parte del orejón y llega hasta la muralla, donde están las cañoneras, y reconoce que hay otros que llaman con ese nombre a la parte de la muralla que mira hacia el orejón; así es como aparece en en tratado de Maggi y Castriotto.

L Lienzo Cada tramo de muralla recta que va de un baluarte a otro.

Lisera Equivale a berma. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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M Mantelete En las fortificaciones era el parapeto portátil de madera, capaz de resistir los tiros de los mosquetes que, cubierto con pieles frescas de vaca, era además resistente al fuego. Los utilizaban los zapadores como protección cuando se acercaban al pie de la muralla.

Matacán Elementos salientes de la muralla para poder arrojar por gravedad elementos hirientes al enemigo situado al pie de la muralla. Especie de matacanes o ladroneras, dice Vegetio, que hubo en las murallas antiguas de Roma, colocados sobre modillones que sostenían un arquitrabe sobre el que apoyaba un murete paralelo. Su construcción se mantuvo hasta mediados del siglo XV, pero con la utilización de las bocas de fuego y el desarrollo de la escarpa, acabaron por desaparecer a comienzos del siglo XVI.

Media gola Línea que va desde el ángulo del baluarte a la capital.

Media luna Fortificación avanzada que se levantaba delante de las capitales de los baluartes sin cubrir enteramente sus caras. Su nombre les viene porque, por la parte interna, tomaban la forma de media luna con la convexidad hacia el exterior.

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Musone Según Maggi y Castriotto es la fábrica abovedada que cubre a las plazas de abajo167. Galileo dice que así llamaba a los orejones de los baluartes.

N Nicho Volumen excavado a haces internas de un muro como protección o refugio. Los nichos fueron frecuentes antes del siglo XV detrás de las troneras. En algunos dibujos de Francesco di Giorgio se ven nichos en la contraescarpa del foso.

O Orejón Cada uno de los tramos curvos situados en los laterales de los bastiones para proteger las plazas artilleras o las salidas secretas. Su máximo desarrollo estuvo en los bastiones con flancos retirados; entonces los orejones quedaban salientes y las plazas retranqueadas.

P Parapeto Los romanos habían llamado a los antepechos de fábrica alzados sobre la muralla pluteus lorica. Pero su forma, que adoptó distintos perfiles a lo largo de los siglos, también sufrió adaptaciones importantes con el uso de la pólvora, hasta convertirse primero en un antepecho

167

Castrioto y Maggi, op. cit., pág. 18. vª.

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levantado a partir del cordón de la muralla y, luego, en un talud corto formado sobre el terraplén principal de un sistema defensivo, que mira hacia la campaña tras el que se resguardaban los defensores. Durante el siglo XVI, junto al parapeto a barba citado, que ofrecía la posibilidad de albergar detrás mayor número de piezas artilleras, y con ello tener un mayor radio de acción, se fue desarrollando un segundo tipo con cañoneras (parapeto a cannoniere) que ofrecía una mejor protección a los defensores.

Pasadizo Camino cubierto, secreto y estrecho.

Plataforma Especie de caballero o elevación plana que se coloca sobre los terraplenes de la muralla. Nacieron para defender mejor el foso y la muralla, cuando la separación de bastiones era muy grande, por lo que se colocaron sobre la parte media de la cortina, para instalar allí cañoneras descubiertas. Las plataformas podían ser de dos tipos, externas, es decir, adosadas por el extradós de la muralla, en cuyo caso tenían el frente abaluartado para acortar la defensa de flanco, o internas, en cuyo caso eran simples elevaciones por detrás del borde de la muralla168.

Pomerio Es un término de origen latino, el pomerium, con el que los romanos designaban al terreno libre de edificaciones que se dejaba a un lado y a otro de las murallas. El pomerio en el Renacimiento es el espacio

168

Maggi-Castriotto, op. cit, pág, 21 v.

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vacío sin construir que quedaba entre la zona construida y habitada de la ciudad fortificada y su muralla. El pomerio constaba de tres partes: el plano del terreplén o zona más baja y alejada de la muralla que quedaba a nivel de la ciudad; la falda o salida, que era la pendiente del terraplén que unía la calle alta con el plano bajo; y la calle de ronda cubierta por los merlones.

Portillo Puerta pequeña de socorro de una fortaleza.

Poterna Puerta de una fortificación menor que la principal y mayor que los portillos de socorro.

Puntone La tercera alternativa de torreones surgida, junto a la torre a becco y la mandorla, fue la del puntone a facce, es decir, un espolón saliente en forma de flecha con sus dos frentes inclinados que dejaban detrás dos flancos muy cortos, llamados traditori (donde se colocaba la artillería)169, que anuncian lo que serán los orecchioni de los bastiones. Estos torreones surgieron como necesidad de no colocar las caras enfrentadas a las líneas de tiro de las baterías enemigas.

R Rastrillo Compuerta muy fuerte hecha en forma de enrejado con que se cerraban las de las fortalezas. 169

Perogalli, op. cit., pág. 40.

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Revellín Obra defensiva separada de la fortificación, habitualmente colocada delante de una puerta o muralla, que tiene ángulo de flanqueo y dos caras pero sin traveses.

Recordemos lo que decía Francesco di Giorgio de estos elementos defensivos: "Li rivellini dieno essere fatti innanzi alle porti in defensione di quelle, e fondati in luogo sì basso che da le bombarde non possino essere offesi, e niente dimeno el muro suo debba essere della altezza delle mura o circa, secondo la comodità, con un fosos intorno conveniente a quello [...] possi fare di sotto uno corritoro con offese intorno, coverto et in volta, e similmente a quello si può aplicare li cappannati"170.

Los revellines, como obras exteriores que eran, debían ser bajos, abiertos hacia la fortaleza, “sopra de’ quali trasportino e metino e’ ponti delle intrate, le porte reverse e per ubriquo oposte l’una e l’altra sepulte e basse, le vie strette e scovete in fralle revolutioni degli angoli, aciò sieno difese e guardate e batute da tutte le ofese”171.

S Sarracinesca En Italia y en España a los cierres de rastrillo deslizante en vertical se les llamó sarracinesca o serracinesca. Han recibido otros muchos nombres, como los de cataracta, porta caditoia, porta levatoia, porta

170

di Giorgio, op. cit., (ed. Maltese), Trattato V: Forme di Rocche e Fortezze, Tomo II, pág. 436. 171 Peruzzi: Trattato..., op. cit. fol. 29. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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labile, porta gattaia, porta ferrata, rastrello, etc. (Italia), puerta levadiza, peine, celosía, rastrillo, etc. (España).

T Tagliata Extensión libre de obstáculos que rodeaba al sistema bastionada más allá del foso para impedir que el enemigo atacante se refugiara.

Talud Scamozzi recomendaba hacer un ataludado tanto en las partes bajas de las murallas como en las baluartes y fosos porque así las obras resistían más a los agentes atmosféricos y a la acción destructiva de la artillería enemiga en caso de asedio172.

Tapial Antigua técnica consistente en construir muros con tierra arcillosa, compactada a golpes mediante un "pisón", empleando un encofrado deslizante para contenerla.

Tenaza Fortificación exterior sin flancos que se pone delante de la cortina formada por un ángulo (tenaza simple) o por dos (tenaza doble o bonete).

Tranquera Empalizada de troncos para hacer una defensa de emergencia. 172

Scamozzi, op. cit. Parte I, Libro II, cap. XXVI, pág. 189.

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Través 1. Obra exterior de fortificación que se colocaba para impedir el paso en lugares angostos. 2. Parapeto colocado para defenderse de los fuegos rasantes, de flanco, de revés o de rebote.

Tronera 1. Ventana rasgada y pequeña. 2. En Arquitectura Militar, en general, son las aperturas hechas en los muros para la embocadura de las armas de fuego.

V Valum Término latino que llegó al italiano como vallo, palabra con la que se indica a simples empalizadas, dotadas o no de fosos y terraplenes de protección.

Z Zapa Excavación hecha en el terreno abriendo galerías o minas manualmente.

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CONCLUSIONES Sin ser el primero que escribió al respecto, Vitruvio constituye una referencia ineludible en lo que a la amplitud del término “Arquitectura” se refiere, también en relación a la Arquitectura Militar. Sin lugar a dudas, su obra y la perspectiva desde la que ofrece sus planteamientos supuso un punto de referencia singular y estimulante hasta bien rebasado el Renacimiento, momento en el que confluyeron un sinfín de tratados que recogían sus convicciones difundiéndolas, cuestionándolas, razonándolas o complementándolas con mayor o menor acierto.

Habrá relatos que ofrecerán interpretaciones nuevas, adaptadas a las vicisitudes del momento convulso en el que se desarrollarán. Los tratados de Arquitectura Militar denotarán una entidad viva, que evolucionará con el transcurso del tiempo y que, no sólo considerará las estrategias de ataque o defensa, sino que se anticipiará a ellas, imaginándolas con ingenio. Se garantizará la supervivencia a través de obras inverosímiles, fruto de la destreza que posibilita el instinto de supervivencia, el raciocinio y la protección de valores autóctonos.

Estos manifiestos recogerán el testimonio directo de la confrontación armada en cualquiera de sus acepciones coetáneas, y representan tanto la ambición del agresor como la perseverancia del agredido en un entramado de opuestos que asocia el ataque con la defensa, la conquista con la libertad, el sometimiento con la independencia, la explotación con la sostenibilidad… la muerte y la vida. Tanto es así, que una vez cumpla con eficacia su cometido, la Arquitectura Militar pasará

completamente

desapercibida,

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ensombrecida

por

la 320

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grandilocuencia de la Arquitectura Religiosa. De hecho, la una se erige gracias a la protección de la otra, gracias a la innovación constante y trepidante a la que obedece.

Todo cuanto se planifica responde a un único critero, a la erradicación de cualquier elemento superfluo que tracienda la firmitas. Quizá la única concesión la hallamos en la opulencia de las puertas, con la carga simbólica que conlleva la diferencia entre dos mundos, el propio y el ajeno, el legítimo y el prohibido. Cada localización geográfica concreta ofrecerá una lectura diversa. Cada estado, cada señorío o ducado extenderá un sistema defensivo único, con el frente bastionado primero, y estructuras de tierra o la adecuación a la topografía y condicionantes naturales después; conformando elementos de ofensiva y defensa sujetos a las peculiaridades de cada lugar. De esta forma se exigirá la profundización de una disciplina que englobará infinidad de saberes, coordinados desde la perspicacia de la observación y el análisis razonado de la realidad bélica. Paulatinamente se difundirá este conocimiento, no sólo mediante el uso de la imprenta, sino a través de la creación de escuelas a finales del siglo XVI, que alcanzarán su máximo esplendor durante la centuria posterior.

Las formas geométricas ocuparán un lugar destacado en los trazados, por ofrecer una resistencia superior contrastada. Esta capacidad de reflexión dará lugar al urbanismo como ciencia que estudia la planificación y el desarrollo de los edificios y los espacios de las ciudades. Casi paralelamente surgirá el concepto de “ciudad ideal” y, con ella, la manera de escudarla mediante poderosas estructuras radiocéntricas. El empleo de ángulos de flanco, determinados por la búsqueda de la visión y la defensa mutua entre bastiones, propiciará el Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

surgimiento de perfiles regulares a lo largo de toda la muralla, siguiendo un esquema modular repetitivo.

Las ciudadelas ejemplifican asimismo el uso de recursos geométricos, normalmente de planta pentagonal, con tres vértices hacia el exterior y dos hacia el interior y que responden a posibles frentes externos o internos (de rebelión contra el poder imperante). La regularidad del perímetro encierra la misma característica para el foso, sin dejar de organizar con carácter seriado todos los componentes adicionales.

La forma arquitectónica estaba, pues, supeditada al progreso de la tecnología, la misma que favoreció la pólvora y las armas de fuego. A su vez, la consideración de la tecnología facilitaba la creación de artefactos de todo tipo, hasta el punto de florecer la mecánica como especialidad dentro de la Arquitectura Militar. Simultáneamente se tomaba consciencia de la importancia de conocer con precisión la planimetría de las ciudades. De ahí la repercusión de instrumentos topográficos como medio auxiliar para el análisis de la vulnerabilidad de los territorios a asediar.

Las máquinas para la edificación de Vitruvio servirán de inspiración para su perfecionamiento técnico posterior, pero también para su aplicación en situaciones que tracienden lo meramente constructivo. La rapidez de respuesta podía marcar una diferencia crucial durante un ataque. Haciendo una valoración global, es durante el Renacimiento cuando se producen los avances más espectaculares en lo que a grúas de artillería o máquinas de molienda de pólvora se refiere.

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La fortificación de lugares con determinadas deficiencias indujo a la experimentación con sistemas de trabazón de las fábricas salientes, con estructuras internas de fábrica, con terraplenes, cimentaciones a base de pilotajes, bóvedas invertidas, revellines… El frente bastionado con foso, contrafoso, explanada y terraplén, frenará la capacidad de ataque muy significativamente.

Los tratados de Arquitectura Militar, que germinan en Italia para pronto llegar a España, constituyen en definitiva documentos valiosos que promulgan la dialéctica de la libertad desde las más diversas áreas del conocimiento humano. Abogan la consecución de la verdad, de la justicia y, sobre todo, de la vida. En determinados casos, incluso se emplean como estrategia para construir o ampliar la ciudad sin que ésta se exponga a peligros innecesarios. En función de la extensión o del aprovechamiento del espacio se seguirá el modelo ortogonal o el radiocéntrico, aunque el polígono estrellado regular será más eficiente en cuanto al perímetro y a la superficie interior.

La ciudad ideal tenderá al pragmatismo neoplatónico de las formas, cuya perfección la proporciona el círculo. Fuere como fuere, ésta será el resultado de las circunstancias que supeditan la idea de proyecto a la ejecución del mismo: Todo lo que nace proviene necesariamente de una causa; pues sin causa nada puede tener origen.

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CATANEO SENESE, Pietro: I Quattro Primi Libri de Architettura. Venecia, 1554 Ref. por Kruft (1990)

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

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DAVILA OREJON, Gastón: Política y Mecánica Militar para el Sargento Mayor del Tercio. Madrid?, 1669.

DAVILA Y HEREDIA, Andrés: Clabel geométrico de medidas, útil y necessario a todos los artífices. Valencia, 1669. Ref. por Bonet Correa (1980)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

DAVILA Y HEREDIA; Andrés: Descripción de las Plazas de picardía, que confinan con los estados de Flandes, con un tratado de formar escuadrones. Madrid, 1672. Ref. por Bonet Correa (1980)

DAVILA Y HEREDIA, Andrés: Plazas fortificadas en el ducado que era de Lorena, con un tratado de Geometría Práctica para trazar figuras regulares necesarias para el uso de las artes con unas advertencias tocantes a los vientos y distribución de las aguas. Sin lugar ni año (1672?) Ref. por Bonet Correa (1980)

DEIDIER: La Science des Geometres. París, 1739.

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Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

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ENRÍQUEZ DE VILLEGAS, Diego: Academia de fortificación de plazas, y nuevo modo de fortificar una Plaza Real. Madrid, 1651. Ref. por Bonet Correa (1980)

ERRARD, Jean le-Duc: La fortification demonstrée et reduicte en art. París, 1594. Ref. por Kruft (1990)

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ESCUELA DE PALAS: Escuela de Palas o Cursos Mathematico, dividido en XI tratados que contienen. Milán, 1693. Ref. por Bonet Correa (1980)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

FALLOIS, Joseph: L’Ecole de la fortification ou les élemens de la fortification permanente, réguliere et irreguliere. París, 1768.

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: Rudimentos geométricos y militares que propone el estudio y aplicación de los profesores de la Milicia. Bruselas, 1677. Ref. por Bonet Correa (1980)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: El práctico artillero, el perfecto bombardero, y el arquitecto perfecto en el arte militar. Bruselas, 1680. Ref. por Calderón Quijano (1985)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: El ingeniero, primera y segunda parte. Bruselas, 1687. Ref. por Bonet Correa (1980)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: Breve descripción del mundo, o Guía Geographica de Medrano. Bruselas, 1688.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: L’ingenieur pratique ou l’Architecture Militaire et moderne, contenant la Fortification reguliere et Irreguliere, avec une nouvelle methode de l’auteur. Bruselas, 1696. Ref. por Bonet Correa (1980)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: Breve tratado del ataque, y defensa en una Plaza Real y todo en verso, para mejor encargarlo a la memoria. Bruselas, s.a. (1698?) Ref. por Bonet Correa (1980)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: Máximas y ardides de que se sirven los extranjeros para introducirse por todo el mundo. Sin datos. 1700? Transcripción en Gutiérrez (1991)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: Los seis primeros libros, onze y doze, de los elementos del Famoso Philosopho Euclides Megarense. Bruselas, s.a. (1701?)

FERNÁNDEZ DE MEDRANO, Sebastián: El Architecto Perfecto en el Arte Militar, dividido en cinco libros. Amberes, 1708. Ref. por Bonet Correa (1980)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

FERNÁNDEZ DE VILLAREAL, M.F.: Architecture militar o fortificación moderna, de Georges Fournier, compuesta, traducida y aumentada por el Capitán M.F. de VillaReal. París, 1649.

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FIRRUFINO, Julio César: Plática manual y breve compendio de artillería. Madrid, 1626. Ref. por Bonet Correa (1980)

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Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

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Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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LANTERI, Giacomo: Due dialoghi. Del modo di disegnare fortezze. Venecia, 1557. Ref. por Bury (1988)

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LARRANDO DE MAULEÓN, Francesco: Estoque de la Guerra, y Arte Militar. Barcelona, 1699. Ref. por H. Capel (1988)

LE BLOND, Guillaume: Elementos de fortificación, en que se explican los principios, y métodos de delinear las obras de la fortificación regular e irregular, los sistemas de los más célebres ingenieros. Traducido al castellano. Madrid, 1739. Ref. por Gutiérrez (1993)

LE BLOND, Guillaume: Tratado del ataque de las plazas. Traducción sobre la 2ª edición. Madrid, 1777. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

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LE BLOND, Guillaume: Tratado de la defensa de las plazas, con varias observaciones útiles para proceder a su reconocimiento y un breve compendio de los principios. Traducción sobre la 2ª edición. Madrid, 1777.

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MAGGI, Girolamo y CASTRIOTTO, Fusto: Della fortificatione delle cittá. Venecia, 1564. Ref. por Bury (1988)

MAIGRET, M.: Traité de la sureté et conservation des Etats par le moyen des Fortresses. París, 1725. Localizado por búsqueda directa en los ficheros de la BUB.

MALLET, Allain Manesson: Les travaux de Mars ou l’Art de la Guerre. París, 1672. Ref. por Rodríguez Villasante (1984)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

369

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

MARCH, José Ignasio de: Nociones militares. Barcelona, 1781.

MARCHI, Francesco: Della architettura militare Brescia, 1599. Ref. por Bury (1988)

MAROLOIS, Samuel: Opera mathematica ou oeuvres mathematiques. Traictans de geometrie, perspective, architecture et fortification. Den-Haag, 1614-1617. Ref. por Bury (1988)

MASCAMBRUNO, Antonio: Flagello militare, diviso in quattro parti. Nápoles, 1693.

MENDOZA, Bernardino: Theoría y práctica militar. Madrid, 1595. Ref. por Almirante (1880)

MICHAUD: Considerations militaires et politiques sur les fortifications. París, 1794.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

370

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

MILLIET DESCHASLES, Perre: L’Art de fortifier, deffendre et d’attaquer des places. París, 1677. Ref. por León Tello (1994)

MONTALEMBERT: La fortification perpendiculaire. S.l. (París?), 1777-1796. Ref. por Biral (1985)

MULLER, John: A treatises containing the elementary parts of fortification. 2ª ed. Londres, 1756.

MULLER, John: Tratado de Fortificación ó Arte de Construir los edificios militares y civiles. Escrito en inglés y traducido al castellano por Miguel Sánchez Taramas. Barcelona, 1769. Ref. por Bonet Correa (1980)

MUT, Vicente: Arquitectura militar. Primera parte de las fortificaciones regulares, y las irregulares. Mallorca, 1664. Ref. por Bonet Correa (1980)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

371

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

NAVIA OSORIO, Alvaro (Marqués de Santa Cruz de Mercenado): Reflexiones militares. Turín, 1724 y ss. Ref. por León Tello (1994)

NÚÑEZ DE VELASCO: Diálogos de contención entre la Milicia y la Ciencia. Valladolid, 1614. Ref. por Almirante (1880)

OPEZINGA, Pedro: Pensamientos militares. Roma, 1670. Ref. por Bonet Correa (1980)

OZANAM, Jacques: Dictionaire mathematique, ou idée generale des mathematiques Amsterdam, 1691.

OZANAM, Jacques: L’usage du compas. París, 1700.

OZANAM, Jacques: Traité de fortification, contenent les methodes anciennes & modernes pour la construction & la deffence des places. París, 1694. Ref. por Arte Militar - Coimbra (1990) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

372

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

PAGAN, Blaise: Les fortifications. París, 1645. Ref. por Rodríguez Villasante (1984)

PÉREZ DE XEA, Miguel: Preceptos militares, orden y formación de escuadrones. Madrid, 1632.

PERRET, Jacques: Des fortifications et artifices, architecture et perspective. París, 1601. Ref. por Bury (1988)

PFEFFINGER: Fortificaçam Moderna. Lisboa, 1713. Ref. por Capel (1988)

PLO Y CAMIN, Antonio: El arquitecto perfecto. Madrid?, 1767.

PRONY, Gaspard Clair de: Nouvelle architecture hydraulique, contenant l’art d’élever l’eau au moyen de différentes machines. París, 1790-96. Ref. por Biral (1985)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

373

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

PROSPERI, Félix: La Gran Defensa. Nuevo método de fortificación, dividido en tres órdenes, a saber: doble, retozado y sencillo. Méjico, 1744. Ref. por Bonet Correa (1980)

PUGA Y ROJAS, Tomás: Compendio militar. S.l., s.a. (1707?) Ref. por Capel (1988)

PUISEGUR: Instructions militaires. París, 1659.

PUYSEGUR, Mariscal de: Art de la guerre, par principes et par régles. París, 1749. Ref. por H. Vérin (1993)

ROJAS, Cristóbal: Teoría y práctica de la fortificación conforme a las medidas y defensas destos tiempos, repartidos en tres partes. Madrid, 1598. Ref. por Bury (1988)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

374

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

ROLAND LE VIRLOYS, Charles François: Dictionnaire d’Architecture, Civile, Militaire et Navale. París, 1770. Localizado por búsqueda directa en los ficheros de la BUB.

ROVIRA, Francesco Javier: Compendio de matemáticas, dispuesto para las escuelas del Real Cuerpo de Artillería de la Marina. Isla de León?, 1781-1791. Ref. por Rodríguez Villasante (1984)

ROVIRA, Francesco Javier: Tratado de Artillería. S.l., 1773. Localizado por búsqueda directa en los ficheros de la BUB.

SALA, Ignasio: Reflexiones y Adiciones sobre la Defensa de las Plazas del Mariscal de Vauban. Cádiz, 1743. Ref. por Calderón Quijano (1985)

SALA, Ignasio: Tratado de la defensa de las Plazas. Cádiz, 1743. Ref. por Calderón Quijano (1985)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

375

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

SALAZAR, Diego de: Diálogos del arte de la guerra. Bruselas, 1590. Ref. por Almirante (1876)

SANTANS Y TAPIA, Juan: Tratado de fortificación militar. Bruselas, 1644. Ref. por Bonet Correa (1980)

SANZ, Raymundo: Diccionario militar, o recolección alphabética de todos los términos propios. Barcelona, 1749. Ref. por Capel (1988)

SEVIN DE QUINCY, Charles: Arte de la guerra o máximas del arte militar, escrito en francés y traducido al castellano por D. Raymundo Ortiz. Madrid, 1772?. Ref. por Bonet Correa (1980)

SEVIN DE QUINCY, Charles: Histoire Militaire du Regne de Louis le Grand, Roy de France. París, 1726. Localizado por búsqueda directa en los ficheros de la BUB.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

376

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

SISCARA, Baltasar: Compendio de modernas fortificaciones del R.P. Fray Genaro de Aflicto, natural de la ciudad de Nápoles. Madrid, 1657. Ref. por Bonet Correa (1980)

SPECKLE, Daniel: Architecture von Festugen. Estrasburgo, 1589. Ref. por H. Vérin (1993)

STEVIN, Simon: La Castramétation. Leyden, 1618. Ref. por H. Vérin (1993)

STEVIN, Simon: La fortification - Oeuvres mathematiques. Leyden, 1634. Ref. por H. Vérin (1993)

SUÁREZ Y NÚÑEZ, Miguel Jerónimo: Colección General de Máquinas. Madrid, 1783.

TENSINI, Francesco: La fortificatione. Venecia, 1623. Ref. por Bury (1988) Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

377

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

THETI, Carlo da Nola: Discorsi di fortificationi. Roma, 1569. Ref. por Bury (1988)

TOSCA, Tomás Vicente: Compendio matemático. Valencia, 1712. Ref. por León Tello (1994)

TRINCANO, Didier - Gregorie: Traité complet d’arithmétique a l’usage de l’école militaire de la compagnie des Chevaux - légers de la garde ordinaire du roi. París, 1781. Ref. por Arte Militar - Coimbra (1990)

TRINCANO, M: Elemens de fortification de l’Attaque et de la defense des places ... avec un dictionaire des termes de fortification de guerre & de artillerie. París, 1786. Ref. por Calderón Quijano (1985)

VALTUARIO, Roberto: De re militari, libri XII. Verona, 1472. Ref. por Kruft (1990)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

378

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

VAUBAN, Sebastián P.: De l’Attaque et de la Deffense des Places. La Haya, 1737. Ref. por Calderón Quijano (1985)

VEGECIO, Flavio Renato: De re militaris. Se han consultado las ediciones de: SCRIVERIO, Petro (Roma, 1607), Stewechii (Vesalia, 1670), así como la traducción castellana de VIANA, Jayme (1764). Ref. por Kruft (1990)

VIANA, Jayme de: Instituciones militares de Flavio Vegecio Renato, traducidas del latín al castellano por D. Jayme de Viana. Madrid, 1764.

VILLE, Antoine: De la charge des gouverneurs des places. París, 1666.

VILLE, Antoine: Les fortifications. Lyon, 1628. Ref. por Bury (1988)

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

379

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

VILLENUEVE, Bardet de: La tactique ou l’Art de ranger des bataillons et de faire a une armée en campagne. La Haya, 1740.

WALLHAUSEN, Johan Jacob van: L’Art Militaire pour l’infanterie. Oppenheim, 1615.

ZANCHI, Giovanni B.: Del modo di fortificar le cittá. Venecia, 1554. Ref. por Bury (1988)

ZARAGOZA, Josep: Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos. Madrid, 1675. Ref. por F. de la Flor (1987)

3. Bibliografía de manuscritos consultados

ANÓNIMO: Ordenes militares de diferentes partes.

ANÓNIMO: Reflexiones militares. Sin datos

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

380

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

ANÓNIMO: Arquitectura y máquinas militares. Sin datos

ANÓNIMO: Tratado de fortificación o arquitectura militar. Sin datos

ANÓNIMO: Curso matemático para la instrucción de los militares. Sin datos

ANÓNIMO: Tratado tercero de la geometría práctica. Sin datos

ANÓNIMO: Tratado de la fortificación. Sin datos

ANÓNIMO: Tratado cuarto de la fortificación. Sin datos

ANÓNIMO: Tratado segundo: de la geometría especulativa. Sin datos

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

381

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

ANÓNIMO: Curso matemático para la instrucción de militares. Sin datos

ANÓNIMO: Compendio matemático para la instrucción de los ingenieros militares. Comprende 3 volúmenes que contienen 8 tratados –

ANÓNIMO: Academia militar. Contiene los tratados 3 (Trigonometría), tratado 7 (estática) y apéndice sobre óptica.

ANÓNIMO: Tratado 6, de la estática. Perteneció a Juan Soler y Faneca, arquitecto del Rey

ANÓNIMO: Recopilación de los principales sucesos acaecidos en la construcción de la Plaza de San Fernando. Siglo XVIII

ANÓNIMO: Tratado cuarto de la fortificación. Sin datos

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

382

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

ARCHIVO CENTRAL MILITAR: Planos varios de la Plaza de Figueras. Siglo XVIII

ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN: Cartas y relaciones varias. Siglo XVIII

BOULIGNY, Juan: Tratado octavo. De la arquitectura civil. Barcelona, 1778, dictado por Claudio Martel –

BURRIVA DE MORERA, Jacinto: De la fortificación o arquitectura militar. Sin datos

CABRER, Carlos: Curso matemático para la instrucción de militares. Barcelona, 1775

CALABRO, Mateo: Tratado de fortificación. 1733;

CALABRO, Mateo: Escuela de matemática, definición y división de la matemática. siglo XVIII,

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

383

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

CONDE, Jayme: Breve noticia de las más principales reglas del diseño militar. Sin datos

COSCON, Luis Expugnación de plazas. 1629;

ESCRIVA, Luis: Apología en excusación y favor de las fábricas del Reino de Nápoles. siglo XVI;

FACCIOTTO, Bernardino: La nova maniera de forteficacione. 1570;

FERNÁNDEZ DE ESPINOSA, Juan: Libro del arte militar. 1559;

LUCUZE, Pedro: Curso para ingenieros militares. Barcelona, 1760,

MARCHI, Francesco: Tratado de arquitectura militar. Nac.: Ita.; 1546; dedicado a Felipe II y probablemente publicados postreiormente en Brescia, según Gutiérrez (1972).

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

384

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

MARTINI, Francesco di Giorgio: Trattato di architectura civile e militare. Nac.: Ita.; siglo XV; Editado por Cesare Saluzzo con introducción de Carlo Promis (Torino, 1841); reeditado por C. Maltese (Milano, 1967); editado por Marani (Florencia, 1980).

MARTIR ANGLES, Pedro: Asuntos militares ... Nac.: Esp.; sin datación;

PERUZZI, Baldassare: Trattato di architecttura militare. Nac.:Ita.; siglo XVI; Transcripción publicada por Alessandro Parronchi, Florencia, 1982.

PERVIN: Tratado de fortificación y trigonometría. Nac.: Esp.; sin datación;

ROJAS, Cristóbal: Sumario de la milicia antigua y moderna. Nac.: Esp.; 1607; Transcripción que acompaña la ed. facsímil de “Teoría y práctica de la fortificación...” con introducción de Gutiérrez. Madrid

ROSSETTI, Donato: Fortificacione a rovescio. Nac.: Ita; sin datación; Transcripción del mismo tratado.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

385

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

SAN JUAN, Juan de: Señales para un día de batalla y otros papeles. Nac.: Esp.; sin datación;

UÇENDA, Domingo: Theoria y platica de la fortificación. Nac.: Esp.; sin datación;

VALCARCE MENDOZA, José: Curso matemático para la instrucción de los militares. Barcelona, 1757, comprende sólo el primer curso –

ZARA, Antonio: Tratado de fortificación. Barcelona, 1775

ZERMEÑO, Juan Martín: Razones que se han tenido presentes en la formación del proyecto. 1753, San Fernando de Figueras, BCP.

4. Indice de Tratadistas ordenado por año de publicación y título de libro

Año de publicación Autor Libro

1472 Roberto Valtuario De Re Militari libri XII.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

386

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1485 León B. Alberti De re aedificatoria.

1554 Giovanni Zanchi Del modo di fortificar le cittá.

1554 Pietro Cataneo I Quattro Primi Libri de Architettura.

1557 Giacomo Lanteri Due dialoghi. Del modo di disegnare fortezze.

1559 Giacomo Lanteri Due libri. Del modo di fare fortificationi di terra.

1564 Girolamo Cataneo Opera nuova di fortificare.

1564 Girolamo Maggi Della fortificatione delle cittá.

1570 Galasso Alghisi Delle fortificationi libri tre.

1583 Bernardino de Escalante Diálogos del arte militar.

1583 Diego García de Palacio Diálogos militares. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

387

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1585 Gabrielo Busca Della expugnatione et difesa delle fortezze.

1589 Daniel Speckle Architectura von festugen.

1590 Alaba y Viamont El perfecto capitán.

1590 Diego de Salazar Diálogos del arte de la guerra.

1594 Jean Errard-le-Duc La fortification demonstrée et reduicte en art.

1595 Bernardino Mendoza Teoría y práctica militar.

1598 Giovanni Belluzzi Nuova inventione di fabricar fortezze.

1598 Cristóbal de Rojas Teoría y práctica de la fortificación.

1599 Francesco di Marchi Della architettura militare.

1599 Diego G. de Medina Barba Examen de fortificación. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

388

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1601 Jacques Perret Des fortifications et artifices, architecture et perspective.

1601 Gabriello Busca Della architectura militare.

1603 Cristóbal Lechuga El maestro de campo general.

1604 Francesco Fiamelli Il principe difeso. 1610 Fra’Lelio Brancaccio I carichi militari.

1611 Cristóbal Lechuga Discurso con un tratado de fortificación.

1614 Samuel Marolois Opera mathematica.

1614 Núñez de Velasco Diálogos de contención entre la milicia y la ciencia.

1615 J.J. van Wallhausen L’art militaire.

1615 Jeremie de Billón Suite des principes de l’Art militare. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

389

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1618 Simon Stevin La castramentation.

1618 Robert Fludd De arte militari.

1623 Francesco Tensini La fortificatione.

1626 Julio César Firufino Plática manual y breve compendio de artillería.

1628 Antoine De Ville Les fortifications.

1630 Damant Maniere universelle de fortifier.

1630 A. Fritach Architectura militaris.

1632 Miguel Pérez de Xea Preceptos militares.

1634 Simon Stevin La fortification La primera edición en flamenco sería de 1584, la presente corresponde a la edición francesa.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

390

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1643 A. Bosse La practique du trait.

1643 Nicolaus Goldman Elementorum architecturaremilitaris.

1644 Juan Santans y Tapia Tratado de fortificación militar.

1645 Pagan Les fortifications.

1648 Julio César Firrufino El perfecto artillero. Teoría y práctica.

1649 George Fournier Arquitectura militar o fortificación moderna... en original y en la traducción de Diego Fernández de Villa Real: Architecture militare. (1649)

1650 Jerónimo María Afflitto Trattato delle moderne fortificationi... en la traducción de Baltasar Siscara: Compendio de modernas fortificaciones. (1657)

1651 Diego Enriquez de Villegas Academia de fortificación de plazas.

1659 Puisegur Instruccions militars. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

391

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1664 Vicente Mut Arquitectura militar.

1665 S. de Bitanvieu L'art universel de la fortification.

1666 De Ville De la charge des gouverneurs des places la primera ed. sería de 1639.

1669 Fco. Dávila Orejón Política y mecánica militar.

1669 Alonso Cepeda y Adrada Epítoma de la fortificación moderna.

1669 Andrés Dávila Heredia Clabel geométrico de medidas.

1670 Pedro Opezinga Pensamientos militares.

1671 Pedro Folch de Cardona Geometría militar.

1672 Allain Manesson Mallet Les travaux de mars ou l'art de la guerre.

1672 Andrés Dávila Heredia Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

392

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

Descripción de las plazas de Picardía.

1672? Andrés Dávila Heredia Plazas fortificadas en el ducado que era de Lorena.

1674 Juan Bayarte Calzans Contragalería o nuevo adherente a la defensa del foso.

1675 José de Zaragoza Fábrica y uso de varios instrumentos matemáticos.

1677 S. Fernández de Medrano Rudimentos geométricos y militares.

1677 Pere Milliet-Deschales L’Art de fortifier, deffendre et d’attaquer des places.

1678? José Chafrion Plantas de las fortificaciones.

1680? Teodoro Barbo Se vence el arte conel arte. Nueva fortificación.

1680 S. Fernández de Medrano El práctico artillero, el perfecto bombardero.

1687 S. Fernández de Medrano: El ingeniero, primera y segunda parte.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

393

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1691 Du Fay Varitables manieres de bien fortifier de Vauban - Publicado en 1702 y 1726

1693 Antonio Mascambruno Flagello militare.

1693 Escuela de Palas Escuela de Palas o curso matemático.

1694 J. Ozanam Traité de fortification.

1696 S. Fernández de Medrano L'ingenieur pratique ou l'architecture militaire.

1698? S. Fernández de Medrano Breve tratado del ataque y defensa en una plaza real.

1699 Francesco Larrando de Mauleón Estoque de la guerra y arte militar.

1700 S. Fernández de Medrano El arquitecto perfecto en el arte militar.

1704 José Cassani Escuela militar de fortificación ofensiva y defensiva. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

394

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1704 Nicolás de Benavente Conclusiones mathemáticas de arquitectura militar.

1707? Tomás Puga y Rojas Compendio militar.

1712 Vicente Tosca Compendio matemático.

1713 Pfeffinger Fortificaçam Moderna.

1716 Gautier Traité des ponts.

1724 Alvaro Navia Osorio Reflexiones militares.

1725 B.F. Belidor Nouveau cours de mathematique.

1729 B. F. Belidor La science des ingénieurs.

1737 B. F. Belidor Architecture Hydraulique.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

395

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1737 Vauban De l'attaque et de la defense des places. 1739 Deidier La science des geometres.

1739 Guillaume Le Blond Elementos de fortificación.

1740 Bardet de Villenueve La tactique ou l’Art de ranger.

1743 Ignasio Sala Tratado de la defensa de las plazas.

1743 Ignasio Sala Reflexiones y adiciones sobre la defensa de las plazas.

1744 Félix Prósperi La gran defensa.

1749 Mariscal de Puysegur Art de la guerre.

1749 Raymundo Sanz Diccionario militar.

1756 John Muller A treatises containing the elementry parts of fortifications.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

396

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1756 S. Labayru y Azagra Tratado de arithmética, geografía, práctica, fortificaciones. 1757 Deidier Ingenieur francois.

1760 Vicente García de la Huerta Bibliotheca militar española.

1764 Belidor Ouvres diverses.

1764 Vegetius Epitoma rei militaris en la traducción de Jayme de Viana: Instituciones militares.

1766 Pedro de Lucuze Advertencia para la medida y cálculo de los desmontes.

1767 Antonio Plo y Camín El arquitecto perfecto, civil y militar.

1768 Joseph de Fallois L’Ecole de la fortification...

1768 Charles A. Jombert Dictionaire de l'ingenieur.

1769 John Muller / Taramas Tratado de fortificación. Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

397

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1770 J.L. Le Cointe Ciencia de puestos militares o tratado de las fortificaciones.

1770 Charles F. Roland le Virloys Dictionaire d’architecture civile, militare et navale.

1772? Charles Sevin de Quincy Arte de la guerra.

1772 Pedro de Lucuze Principios de fortificación.

1773 Pedro de Lucuze Disertación sobre las medidas militares.

1776 L. Carnot De la défense des places fortes.

1777 Montalembert La fortification perpendiculaire.

1777 Guillaume Le Blond Tratado de la defensa de las plazas.

1777 Guillaume Le Blond Tratado del ataque de las plazas.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

398

El desarrollo del conocimiento constructivo militar. Desde Vitruvio hasta el s. XVII

1781 Trincano Traité complet d’arithmetique a l’usage de l’école militaire.

1781 José Ignacio de March Nociones militares...(complemento al libro de Lucuze). 1784 Encyclopédie methodique de l’Art militaire AA. VV.

1786 Trincano Elemens de fortification.

1790 Gaspard Clair de Prony Nouvelle Architecture Hydraulique.

1793 Julienne Belair Elemens de fortification.

1800 Vicente Feraz Tratado de castramentación.

Análisis de los Tratados de Arquitectura Militar

399

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