EL HOMBRE DE FRANCISCO

EL HOMBRE DE FRANCISCO Visión del hombre según Francisco de Asís y relación de su antropología con la teoría y praxis formativa en la Orden franciscan

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EL HOMBRE DE FRANCISCO Visión del hombre según Francisco de Asís y relación de su antropología con la teoría y praxis formativa en la Orden franciscana conventual Roberto Carboni ofmconv

1. Introducción: Propósitos y límites de este estudio Muy pocas cosas ha dejado fuera de su análisis la abundante literatura hoy existente acerca de los Escritos de Francisco. Valiosos estudios han sido publicados acerca de cómo el Santo de Asís habla de Dios y de Cristo o sobre su itinerario personal de conversión, su amor a la Iglesia, el significado de la pobreza o las relaciones en la fraternidad. También se han hechos estudios de corte psicológico y pedagógico acerca de la personalidad tan singular y única de este hombre excepcional. Sin embargo, en el conjunto de tanta abundancia, el tema que más parece débil o casi ausente en toda esta profundización es la concepción antropológica de Francisco, la visión del hombre que implícitamente o explícitamente emerge de sus Escritos 1, donde está su verdadero pensamiento tal vez no del todo en sintonía con lo que emerge de las Biografías, notoriamente salpicadas cuando no completamente bañadas de la visión antropológica de su autor y del grupo de frailes alrededor de los cuales se creó la “leyenda”. ¿Qué piensa Francisco del hombre de su tiempo? ¿Su antropología es totalmente deudora de la antropología del siglo XII o tiene algún rasgo original, nuevo, que nace de la “novedad” misma de Francisco en su mirada hacia Dios y el hombre? ¿Y la antropología de Francisco puede decirnos algo a nosotros, hombres y frailes del siglo XXI? ¿Puede de alguna forma dar indicaciones para una teoría y praxis formativa en la Orden franciscana conventual? Son estas las preguntas que este modesto estudio quiere intentar responder, consciente de los límites impuestos por el objetivo: delinear sólo algunos rasgos de la antropología de Francisco y poner esa misma antropología en relación con la actual formación en la Orden, sin tocar la antropología que emerge de la Biografías y el desarrollo de la misma antropología a lo largo de la reflexión franciscana desde el principio hasta hoy. En efecto no se trata de formular en general una antropología franciscana, cuanto de intentar comprender la antropología de Francisco. 2. Interrogar Francisco acerca de su antropología Se dijo antes que a pesar de que existan muchos estudios sobre los Escritos que analizan y profundizan aspectos interesantes de la espiritualidad y teología de Francisco, no existe mucho que intente comprender su antropología. Un trabajo que parece colmar esta laguna es el de C. Gniecki, Visione dell’uomo negli Scritti di Francesco d’Assisi, editado en el 1987. Se trata de la tesis doctoral del autor que al momento de la publicación hace recuento acerca de los estudios existentes sobre el tema de la antropología de Francisco. En estos apuntes utilizaré muchas de las ideas presentes en esa publicación. En los últimos años han salido análisis de los Escritos que también tienen en cuenta de la visión antropológica de Francisco, aunque en el contexto de otros temas de análisis, por ejemplo el trabajo del conocido franciscano Tadeo Matura, Francisco de Asís, otro Francisco. EL Mensaje de sus escritos, salido en el 1996. Un texto clásico acerca de la antropología franciscana es también el de José Antonio Merino, también fraile menor, datado en 1982: Humanismo Franciscano. Franciscanismo y mundo actual; a pesar del enfoque más general de esta obra, que quiere abarcar el desarrollo de la antropología franciscana a través de sus principales pensadores, da indicaciones muy valiosas acerca de la antropología de Francisco. En el 2006 Dino Dozzi ofm Cap publicó un artículo acerca de la antropología de Francisco de Asís en el contexto de una obra sobre la antropología 1

ESSER K., Opuscola Sancti Patris Francisci Assisiensis, denuo edidit iuxta codices mss Caietanus Esser, Grotaferrata (Roma) 1978. Los Escritos de Francisco en la versión castellana se encuentran en SAN FRANCISCO DE ASÍS, Escritos. Biografías. Documentos de la época, Madrid (BAC) 1995. Cf. también URIBE F., Los escritos de Francisco de Asís. Una nueva propuesta editorial, en Antonianum 78 (2003) 143-152; Verdad y Vida 61 (2003) 361-372 El hombre de Francisco de Asís

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cristiana y franciscana 2, concentrando su reflexión acerca de dos escritos de Francisco: el capitulo XXII de la Regla no bulada y Las alabanzas de las Criaturas. Se pueden también añadir a este reducido listado algunas otras publicaciones para las cuáles reenvío a la nota bibliográfica. 3 Sin embargo hay que subrayar que muchos de los textos citados en la bibliografía se enfocan más en Francisco como hombre y acerca de su itinerario humano y espiritual o más bien en general sobre la antropología franciscana como se cristaliza en el tiempo a través de las biografías oficiales y de la filosofía franciscana de los grandes maestros; sólo algunos dedican un poco de espacio a hablar del cómo Francisco veía al hombre. 3. La visión del hombre en el siglo XIII ¿Cuál era la visión del hombre en el tiempo de Francisco, en el siglo XIII? Siguiendo los autores citados precedentemente, podemos decir que existían dos perspectivas antropológicas: una más escolástica, en la cual confluyen las reflexiones de los pensadores del tiempo, especialmente Ugo de San Vittore, Alano de Lilla, San Bernardo, Guillermo de Saint-Thierrry, que presentaba al hombre como alma y cuerpo con una prevalencia del alma en relación al cuerpo, creatura de Dios y una visión más popular y a veces no del todo ortodoxa, representada en este último caso por algunas corrientes heréticas, como los cátaros, que veían en la materia y por eso en el cuerpo la cárcel del alma - herencia de la visión platónica y agustiniana – y despreciaban todo lo que tenía a que ver con el cuerpo. En pocas palabras en el siglo XIII se veía al hombre como criatura de Dios, creado por amor y a imagen de Dios, pero también cargado de pecado y lleno de ruinas. Cuando Francisco tenía 14 años ve la luz un libro de éxito titulado De contempus mundi sive de miseriis humanae conditionis (De desprecio del mundo o de la miseria de la condición humana). Este libro sería por mucho tiempo lo que hoy se llamaría un bestseller, un punto firme en la espiritualidad occidental. Su autor era un joven cardenal, Lotario de los Condes de Segni que al poco tiempo sería Papa con el nombre de Inocencio III, el gran papa que un día se encontrará con el pobre penitente de Asís, Francisco. Uno de 2

DOZZI D., L’antropologia di Francesco d’Assisi a partire dai suoi scritti in AA.VV., L’uomo ultimo. Per una antropología cristiana e francescana, Bologna. EDB 2006, pp. 65-88. 3 Pongo aquí en orden de publicación los textos consultados por este trabajo: CONDE LORENZO, Lo humano en san Francisco, en Estudios Franciscanos 51 (1950) 389-398; GHINATO ALBERTO, Orientaciones actuales de la literatura sobre san Francisco de Asís, en Selecciones de Franciscanismo 1(1972) 26-32; BEGUIN PIERRE B., La personalidad de san Francisco, en Cuadernos Franciscanos de Renovación 35(1976) 149-162. CHIAPPIN ACHYLLES, La admirable personalidad psicológica de Francisco de Asís, en Cuadernos Franciscanos de Renovación 38 (1977) 71-100; ROLDÁN ALEJANDRO, Estudio tipológico sobre san Francisco de Asís, en Verdad y Vida 35 (1977) 7-45; IGLESIAS FRANCISCO, El hombre de hoy en el pensamiento actual de la Iglesia. Una lectura del Vaticano II en clave franciscana en Verdad y Vida 38 (1980) 139-174; ZAVALLONI ROBERTO, Apuntes de pedagogía franciscana, en Selecciones de Franciscanismo 25-26 (1980) 101-110. J. ANTONIO MERINO, Humanismo Franciscano. Franciscanismo y mundo actual, Ed. Cristiandad, Madrid 1982, pp. 85ss. JIMÉNEZ LOZANO JOSÉ, Francisco de Asís, un hombre sin demonios en Verdad y Vida 40 (1982) 139-144; LAITA AURELIO FRANCISCO, ¿qué dices de ti mismo? (La figura de Francisco que emerge de sus Escritos) en Verdad y Vida 40 (1982) 371-387. LEHMANN LEONHARD, El hombre Francisco a la luz de sus Cartas en Selecciones de Franciscanismo n. 43 (1986) 3165 ; PEÑÓN CÉSAR A., Dios y el hombre en los escritos de San Francisco de Asís en Franciscanum (Bogotá) 28 (1986) 287-329; 29 (1987) 65-88; LLEÓ DE LA VIÑA, J., El hombre en su entorno en Verdad y Vida 45 (1987) 455-487; C. GNIECKI, Visione dell’uomo negli Scritti di Francesco d’Assisi, Antonianum, Roma 1987; BARGIEL T., La visióne dell’uomo in Francesco in Corso biennale di Francescanesimo, Quaderno 01, Salerno 1989, Istit. Francescano, pp. 33-40. MICÓ JULIO, Valores evangélicos de la Regla de S. Francisco hoy en Selecciones de Franciscanismo n. 56 (1990) 264-274; BAZARRA C., Francisco pedagogo en Cuadernos Franciscanos 99 (1992) 130-136; GIOVANNI IAMMARRONE, L’uomo Francescano: un “povero” arricchito dall’amore umile di Dio en La spiritualitá francescana. Anima e contenuti fundamentali, EMP 1993; FELICIANO DE VENTOSA, Visión del hombre en san Francisco y en la antropología actual en Estudios Franciscanos 78 (93)118 pp. 107-119; ROBERTO ZAVALLONI, L’uomo e il suo destino nel pensiero francescano, Ed. Porcziuncola, Assisi 1994. TADEO MATURA, Francisco de Asís, otro Francisco. EL Mensaje de sus escritos, Ed. Franciscana Aránzazu, Oñati (Guipúzcoa) 1996, especialmente las pp.95-11.. ÁLVAREZ, JUAN J., Bases antropológicas para una pedagogía franciscana en el mundo actual en Verdad y Vida 59 (2001) 191-246. MATHIEU, LUC, El hombre en la creación. La visión franciscana en Selecciones de Franciscanismo n. 88 (2001) 139-147. LÓPEZ, SEBASTIÁN, La visión creyente del hombre en la experiencia cristiana de Francisco y Clara, en Selecciones de Franciscanismo 99 (2004) 397-418; F. AIZPURUA, Una luz entre la niebla. Respuestas franciscanas para preguntas de hoy, Colección Hermano Francisco n. 49, Madrid 2005, pp. 142-146.

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los hombres más cultos de su tiempo, y sin embargo, a juzgar por su obra sobre la condición humana, bastante pesimista. Hay una gran distancia entre Inocencio III y Francisco en la forma de hablar de la condición humana y de ver al hombre: el primero es absolutamente pesimista respeto a la naturaleza humana y el hombre, pintado casi como si fuera un leproso 4 , a causa de su fragilidad, de sus culpas y pecados. Llama la atención que al contrario, a través del encuentro con el leproso, Francisco descubre la imagen de Cristo escondida debajo de una humanidad desfigurada por el pecado, y la asume con amor, y a través del amor, rescatándola. Este es en síntesis el clima antropológico que Francisco respira en su tiempo, que de alguna forma lo influenciará y sin embargo él sabrá abrir nuevos caminos mirando con ojos nuevos, iluminados por el Espíritu, su propia humanidad y la de los hombres que lo rodean. 4. Las características principales de la antropología de Francisco Es necesario en primer lugar hacer una diferencia entre lo que emerge de los Escritos y lo que está expresado en las Biografías. Es conocido que las Biografías están construidas con recuerdos, informaciones, investigaciones de los diferentes biógrafos; sin embargo el análisis profundo de estos escritos nos confirma que no están exentos de posiciones ideológicas, a según el grupo o del ambiente que “produce” la Biografía, y sin duda mucho del alma del biógrafo, sus “pre comprensiones” están en esos escritos. Por esta razón, sin quitar nada a la importancia que de toda forma tienen las biografías y otros documentos incluidos en las Fuentes Franciscanas, son los Escritos de Francisco, los que la crítica ya ha determinado ser suyos, los que nos abren la ventana para comprender un poco lo que pensaba Francisco, sus preocupaciones, sus alegrías y temores, su relación con Dios y su visión del hombre. Complemento de este trabajo debería ser, como han sugerido algunos autores de los estudios citados al principio, una comparación entre la antropología que emerge de los Escritos y la que se dibuja en las Biografías para evidenciar consonancias y diferencias por lo que es necesario delinear las diferencias y consonancias entre la antropología de Francisco y la de su siglo. ¿Cuáles son los elementos principales respeto a la visión del hombre que encontramos en los Escritos de Francisco? Antes de contestar a esta pregunta es necesario recordar que: “Francisco no es un teórico, ni filosofo, ni teólogo en el sentido que damos a estos términos. Podemos sacar su antropología de la forma en la cual entiende y se describe a sí mismo y lo que le rodea.” 5 En primer lugar siempre el hombre en Francisco está en relación con Dios 6. Nunca se estudia o se habla del 4

F. IGLESIAS, El hombre de hoy en el pensamiento actual de la Iglesia. Una lectura del Vaticano II en clave franciscana, o.c., p. 83: “Inocencio III interpreta el mundo y la vida provocando un sentimiento de nausea existencial. Francisco ante el mismo panorama humano, no reacciona con el estilo del profeta de desventura, hace su profesión de fe en el hombre precisamente en el encuentro con lo que entonces era considerado como el prototipo humano de la repugnancia: el leproso(..) La clave del misterio no está en la inteligencia; está, más bien en el amor: Francisco ha superado la amargura de ver los leprosos cuando ha usado misericordia con ellos, es decir cuando los ha amado”.

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Cfr. D. DOZZI, o.c., p. 65.

Sea Gnieki que Matura proponen los mismos textos para demostrar estas ideas. Para utilidad del lector se presentan aquí seguido esos textos: Rnb 23,1-3: 1Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo (Jn 17,11) y justo, Señor rey del cielo y de la tierra (cf. Mt 11,25), por ti mismo te damos gracias, porque, por tu santa voluntad y por tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos pusiste en el paraíso (cf. Gn 1,26; 2,15). 2Y nosotros caímos por nuestra culpa. 3Y te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por tu santo amor con el que nos amaste (cf. Jn 17,26), hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte… Rnb 23,8: 8Amemos todos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con toda la fuerza (cf. Mc 12,30) y fortaleza, con todo el entendimiento (cf. Mc 12,33), con todas las fuerzas (cf. Lc 10,27), con todo el esfuerzo, con todo el afecto, con todas las entrañas, con todos los deseos y voluntades al Señor Dios (Mc 12,30 par), que nos dio y nos da a todos nosotros todo el cuerpo, toda el alma y toda la vida, que nos creó, nos redimió y por sola su misericordia nos salvará (cf. Tob 13,5), que a nosotros, miserables y míseros, pútridos y hediondos, ingratos y malos, nos hizo y nos hace todo bien. 2CtaF 2,15: 4El altísimo Padre anunció desde el cielo, por medio de su santo ángel Gabriel, esta Palabra del Padre, tan digna, tan santa y gloriosa, en el seno de la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo seno recibió la verdadera carne de nuestra humanidad y fragilidad. 5Él, siendo rico (2 Cor 8,9), quiso sobre todas las cosas elegir, con la beatísima Virgen, su Madre, la pobreza en el mundo… El hombre de Francisco de Asís

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hombre en sí mismo: se trata de un hombre relacional y fundado en la relación con Dios, relación de criatura que debe a su Creador su existencia. Como nos recuerda T. Matura 7, “la antropología de Francisco radica y se basa sólidamente en una teología: esta es inseparable de aquella. “Se habla ciertamente del hombre, pero del hombre creado por Dios por amor. La característica de ser criatura por amor, pone al hombre encima de toda la creación y especialmente porque el hombre no sólo es creado sino que es creado a imagen y semejanza de Dios 8. En los Escritos se puede notar una diferencia con la posición oficial de la antropología de su tiempo: Francisco insiste mucho en el hombre creado por amor a imagen de Dios y semejanza del Hijo. 9 La dignidad del hombre reside en esta huella profunda que nadie puede quitar. Por eso la mirada de Francisco hacia el hombre es de respeto, acogida, escucha: porque se trata de la imagen de Dios que se me acerca en el hermano. Si por una parte Francisco reconoce la dignidad y grandeza del hombre, su luminoso origen, al mismo tiempo y con mucho realismo se da cuenta también de la fragilidad humana. La naturaleza humana está herida por el pecado (Adm 5, afirma que el hombre es pecador; afirmación que se encuentra también en otros lugares: 2CtF33.37; Adm 10, 1-4; 26,2; 1 R 10,4). El hombre a pesar de ser imagen y semejanza de Dios, con sus acciones libres y responsables ha desfigurado su misma imagen, quitándole la transparencia inmediata de “familiar” de Dios. El hombre es pecador, ha dañado su imagen y semejanza, y sólo el amor de Dios le restituye su trasparencia de imagen, dándole al mismo tiempo la posibilidad de reanudar el diálogo interrumpido por el pecado. La invitación que el Cristo de San Damián hace a Francisco de “restaurar la casa” podemos también interpretarla como la invitación a quitar todo lo que ofusca o daña la imagen de Dios en él; por lo que su trabajo no se redujo a manejar las piedras de san Damián o de la Porciúncula, sino más bien a trabajar su interioridad, a devolver a la imagen de Dios en él la antigua trasparencia. Francisco, con una diferencia respeto a la visión antropológica de su tiempo 10, ve al hombre como alma y cuerpo, pero como una unidad. El cuerpo además, lejos de ser considerado como la cárcel del alma - según la herencia platónica y cierto agustinismo fuerte en su siglo – es el lugar, el medio para servir al Señor. En muchos lugares de los Escritos Francisco afirma que el hombre es “corporal”: Adm 3; CtaF2, 14. 15.18; ¡ R 16,18.23; 2R 5,3. Se trata de una de las dimensiones del hombre que tienen mayor presencia en los Escritos. Francisco ha contado con el cuerpo por su relación con Dios y con los demás; véase por ejemplo cuando habla del trabajo corporal (1R7,3-9) del ayuno (2R3,9) de la sociabilidad entre hermanos (Adm 25; 1R11,6-9), de la persecución (2R10,9). Además el mismo Señor Jesús, encarnándose, hace del cuerpo un puente para el encuentro con Dios. Así cuando Francisco, siguiendo san Pablo, habla de carne y espíritu, no se trata de una visión dualista, ni mucho menos del desprecio del cuerpo. Él considera el cuerpo y la carne como sinónimos del egoísmo. Lo que se debe combatir, superar, es el egoísmo de la persona, su tendencia al mal. Por eso entra en juego el tema de la ascesis, de la mortificación: considerado como un medio para que el cuerpo - salvado por el Señor y lugar del encuentro con Dios – forme más estrechamente una unidad con la voluntad espiritual hacia el servicio a Dios. ¿Cuál es el rol que la corporeidad

Rnb17,17-18: 17Y devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos los bienes son de él, y démosle gracias por todos a él, de quien proceden todos los bienes. 18Y el mismo altísimo y sumo, solo Dios verdadero, tenga y a él se le tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las gracias y gloria, de quien es todo bien, solo el cual es bueno (cf. Lc 18,19). 19Y cuando veamos u oigamos decir o hacer el mal o blasfemar contra Dios, nosotros bendigamos y hagamos bien y alabemos a Dios (cf. Rom 12,21), que es bendito por los siglos 7

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MATURA T., o.c., p. 44

Adm 5,1: 1Considera, oh hombre, en cuán grande excelencia te ha puesto el Señor Dios, porque te creó y formó a imagen de su amado Hijo según el cuerpo, y a su semejanza (cf. Gén 1,26) según el espíritu. 2Y todas las criaturas que hay bajo el cielo, de por sí, sirven, conocen y obedecen a su Creador mejor que tú. 3Y aun los demonios no lo crucificaron, sino que tú, con ellos, lo crucificaste y todavía lo crucificas deleitándote en vicios y pecados. (…) y nada te pertenece, y no puedes en absoluto gloriarte en ellas; 8por el contrario, en esto podemos gloriarnos: en nuestras enfermedades (cf. 2 Cor 12,5) y en llevar a cuestas a diario la santa cruz de nuestro Señor Jesucristo (cf. Lc 14,27). 9

Cf. MATURA , o.c., p.97. Cf. GNIECKI, o.c.,p. 103 -119.

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humana tiene en el pensamiento de Francisco? 11 El análisis de los escritos en los cuales Francisco habla del cuerpo y de la corporeidad nos hace comprender que en él la devaluación o la visión pesimista de la corporeidad no encuentran lugar. El cuerpo es para él un medio y la forma de ser en el mundo, creado por Dios como todas las otras cosas materiales y por eso mismo lleva el sello por la bondad de las cosas de Dios. Respeto al tema de la corporeidad se puede notar la diferencia entre lo que está expresado en los Escritos y cuanto aparece en las Biografías, más influenciada por la postura agustiniana de los biógrafos. Pero El hombre creatura amado por Dios es también creatura que dispone de libertad y responsabilidad y por eso mismo es frágil y puede alejarse de su Creador y ser mal agradecido por todos sus dones. El hombre puede vivir según el “corpus” es decir según el propio egoísmo y también dejarse arrastrar por el “mundo” que en la visión de Francisco son las preocupaciones que impiden al hombre orientarse a Dios. Junto con el “cuerpo y el mundo” el hombre es tentado por su enemigo el diablo, que quiere engañar al hombre y quitarle el amor de Dios. En una palabra el hombre a pesar de estar abierto a la dimensión dialógica con su Creador, encuentra en sí mismo fuerzas hostiles, obstáculos, frenos que le impiden de mantener la amistad con el Señor: el cuerpo en el sentido del egoísmo, el mundo con sus preocupaciones y el diablo luchan contra su deseo de mantenerse en la escucha de Dios. Por todo esto es necesaria en la vida del hombre la ascesis que le permite arrancar su egoísmo, ponerse en relación dialéctica con el mundo y tener alejado al Diablo. He subrayado que la antropología de Francisco tiene muchos aspectos en común con la antropología del siglo XII 12. Pero es verdad que existen elementos de novedad de Francisco respeto al pensamiento de su tiempo. Él, como dice el Celano, era oyente atento de la Palabra de Dios y también de todas aquellas enseñanzas que se podían recibir en la liturgia y fuera de ella, especialmente el patrimonio de los Padres transmitido a través de lecturas corales, sermones etc. Su memoria prodigiosa le permitía escuchar y conservar en su mente y corazón enseñanzas, lecturas y textos que oía. Así que la cultura de su tiempo de alguna forma llegaba a Francisco y él también la elaboraba a la luz de su experiencia de Dios. Su visión del hombre es unitaria, todo – alma, cuerpo – es obra de Dios, todo tiene al mismo autor. El cuerpo en sí no es considerado como la fuente del pecado, sino es más bien, como dice Jesús en el evangelio, el corazón que dejar salir la maldad, el pecado, la división etc. Por esta motivación el cuerpo al contrario de la visión herética no es visto inferior al alma, sino como criatura de Dios. También Francisco tiene una consideración positiva de las realidades terrenales y no las desprecia; cuando habla de la carne o del cuerpo en sentido negativo se refiere más bien al egoísmo, al espíritu malo. Considera la ascesis como un medio, un instrumento que ayuda al hombre a orientar su mirada a Dios, pero no la ve como un valor en sí, y siempre debe ser acompañada por la discreción. 5. La visión actual del hombre y la visión franciscana Muchos de los elementos presentados hasta ahora, y que son muy familiares a nuestra concepción antropológica cristiana actual, han sido presentados por el Concilio Vaticano II. Sin embargo no parece arbitrario decir que han resonado mucho antes en la visión antropológica de Francisco de Asís. F. Iglesias ha dedicado un artículo a comparar los elementos de la antropología franciscana con la antropología del Vaticano II, poniendo en evidencia las muchas consonancias. 13 Entre las consonancias que Iglesias ve entre la antropología de Francisco y la que presenta el Vaticano II están: - Que la vida tiene sentido porque es un don del Padre y da la posibilidad de manifestar el misterio de amor de Dios a los hombres. Dios es el Misterio que envuelve nuestra existencia, ésta es la tesis central del Concilio (LG 41, GS 45). 11

Cf. GNIECKI, o.c., p. 75 ss GNIECKI, o.c., p.207 ss 13 F. IGLESIAS, El hombre de hoy en el pensamiento actual de la Iglesia…, o.c., p. 91-101. 12

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El hombre tiene su dignidad a pesar de su límite y debilidad. Dios lo ha creado por sí mismo, por amor; Cristo, encarnándose ha elevado al grado máximo esta dignidad el hombre. - El hombre creyente, a través de su testimonio, puede mostrar que se encuentra a Dios sirviendo al hombre. - El pecado y la muerte han sido vencidos por Cristo y son una vía de humildad y apertura a la esperanza. ( GS 18; Cántico Creaturas 12) - El camino de la verdadera felicidad es el amor (Ad 27) evangélicos, especialmente cuando se expresa en actitud servicial. (Jn 4,18; Adm 27; ) - El trabajo y la fatiga tienen sentido porque la experimentó Cristo y son una gracia que ayuda a crecer como personas y construir un mundo mejor (GS 34, 35, 37; 1R 7; 2 R5 ). Iglesias analiza además otros aspectos presentes en la antropología del Concilio y que están en la antropología de Francisco. 14Lo que a nosotros interesa es puntualizar que la actual reflexión teológica presentada por el Concilio está en sintonía con lo que la tradición franciscana, que canalizando el manantial brotado del corazón y de la experiencia espiritual de Francisco, ha puesto en el centro de su visión antropológica. Entonces nos encontramos en la feliz condición de constatar que lo que la espiritualidad franciscana ha producido en el tiempo a través de la reflexión, profundizando y madurando las intuiciones y la herencia de Francisco, no está lejos de nuestra sensibilidad actual, y al contrario, tiene muchos puntos de encuentro. Por eso la pregunta acerca de la antropología de Francisco y su posible relación con una teoría y praxis formativa no está fuera de lugar. En efecto no se trata de forzar arbitrariamente conceptos u horizontes teóricos distantes entre ellos, sino de poner en relación y diálogo visiones del hombre que a pesar de la distancia temporal tienen puntos de contacto. Una perspectiva parecida la elabora un trabajo de J. Álvarez 15 , pero evidenciando los límites de la antropología actual, deudora de posiciones nihilistas que han terminado por vaciar al hombre de su estatuto antropológico profundo. El autor analiza al principio la sociedad actual y averigua los cauces por los que se ha ido formando el modelo de hombre, presentando algunos “modelos de humanismo” a través de sus principales teóricos (Nietzsche, el cientificismo, el marxismo, el psicoanálisis como visión antropológica, el existencialismo ateo, el liberalismo llevado a sus extremas consecuencias , el capitalismo) y por último indaga la posibilidad de una antropología armónica y propone el Franciscanismo como perspectiva concreta en ele contexto de la antropología cristiana. Existe entonces sensibilidad entre los estudiosos para ver en Francisco y el Franciscanismo elementos capaces de fundar una antropología que, estando dentro de la tradición cristiana, tiene sin embargo “su talante”. 16 El paso ulterior que queremos dar – antes de sintetizar finalmente los elementos de la antropología de Francisco y ver la posible aplicación pedagógica - es el de considerar si lo que hasta este momento hemos visto ser los elementos de la antropología de Francisco de alguna forma ya se habían hechos presentes en el documento actual de formación de la Orden: El Discípulo Franciscano o si analizando ese mismo documento podemos también evidenciar aspectos que deberían ser elaborados con más profundidad para acercar la teoría y praxis formativa a la antropología de Francisco. 6. Elementos formativos que nacen de la Antropología de Francisco de Asís: 6.1. Análisis crítica del documento formativo El Discípulo Franciscano El documento formativo para la Orden de los Frailes Menores Conventuales, El Discípulo Franciscano 17 tiene sus orígenes en el lejano 1983 con la aprobación ad experimentum de parte de 14 15

IGLESIAS, o.c., p. 95. J. A. ALVAREZ, Bases antropológicas para una pedagogía franciscana, o.c., pp. 192-193..

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“Francisco no fue un filosofo ni un humanista en el sentido clásico del termino. Sin embargo su estilo de vivir a semejanza del Maestro entraña un modo muy determinado de enfocar al hombre y sus relaciones con Dios, con el mundo y con los demás hombres; supone en definitiva un humanismo, el cristiano, que a verse tamizado por la personalidad y el talante de Francisco, conforma lo que podríamos llamar “humanismo Franciscano”, ÁLVAREZ, o.c., p. 213.

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El Discípulo Franciscano. Directorio general de Formación, OFMCONV, Romana 2001

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Capítulo general. Su compilación actual es el resultado de diferentes capas de texto que han sido añadidas en los años por revisiones de Comisiones ad hoc y por decretos de los Capítulos generales. El resultado es un texto sin duda valioso, donde converge mucha reflexión que en estos años ha ido surgiendo en los ámbitos formativos y en relación dialéctica con cuanto el Magisterio de la Iglesia iba proponiendo a toda la vida religiosa en diferentes documentos. Además, la mayor atención a las Fuentes Franciscanas, especialmente los Escritos de San Francisco, han ofrecido muchas luces para elaborar el documento. Sin embargo propiamente el hecho de ser el fruto de tantas añadiduras de texto, de colocar reflexiones o exigencias formativas diferentes una al lado de la otra en vez de integrarlas en una nueva síntesis puede ser considerado su punto débil. Un análisis del vocabulario utilizado en el Discipulado nos podrá ayudar a comprender mejor algunos puntos de fuerza y otros de debilidad en este texto sin duda importante y valioso además de ayudarnos a darnos cuenta de cuanto de la visión antropológica de Francisco ha podido entrar explícitamente o implícitamente en el texto. 6.2. Dios, la vida espiritual y religiosa La palabra que más emerge respecto a un ámbito propiamente religioso en el Documento es Dios (78 veces contra las 82 que se habla de Francisco) considerado como Padre (12) seguido por Cristo (46) que también viene indicado como Señor (37) Jesús (15) y Salvador (1); el Espíritu Santo es citado 13 veces, mientras la Trinidad tiene sólo 2 citas. Es evidente que el Documento quiere orientar la formación y no quiere ser un tratado espiritual o un compendio de temas teológicos. Sin embargo ya estas primeras indicaciones acerca del vocabulario nos hacen pensar que la visión Trinitaria de Francisco, tan subrayada últimamente en los estudios acerca de sus Escritos al lado de la insistencia cristológica 18, parece aquí encontrar poco eco. También la presencia y acción del Espíritu Santo merecería encontrar más espacio, en consideración que en los Escritos de Francisco el “tener el Espíritu del Señor” es una de las claves de la formación que el Pobrecillo da a sus hermanos 19 y la palabra Espíritu aparece 73 veces. Dios es visto como Padre y esto es uno de los enfoques que Francisco nos has dejado hablando de Dios, pero Jesús como Salvador es presentado sólo una vez, poco si queremos presentar en un documento formativo el alma de un hombre que en su vida no se cansaba de alabar y proclamar continuamente las salvación que Cristo nos había traído. Considerando otros temas formativos espirituales, llama la atención que se hable de santidad sólo 2 veces, aunque es verdad que la oración es citada 47 veces. Sorprende la total ausencia del término pecado, fragilidad, mal y se habla de límites sólo 2 veces. Este hecho parece sugerir un enfoque teológico y antropológico que tiene temor a utilizar palabras como santidad y pecado, por percibirlas poco “modernas”… ¿Porqué la metáfora del limite y de la fragilidad no está presente con claridad? ¿Se trata de una implícita opción antropológica, de una visión “optimista“del hombre en reacción a cierto “pesimismo o negativismo” del pasado? ¿Es una postura inconsciente o más bien consciente? Sería interesante preguntarse cómo el tema de la santidad y del pecado es manejado en los itinerarios formativos particulares, que toman el Discipulado como modelo. Una ausencia casi escandalosa en un Documento formativo es el uso del texto Evangélico, citados sólo 2 veces (Mc 3,14-19; Jn 1, 39) mientras el término Evangelio es citado 15 veces, Biblia (2), Escritura (3) y Palabra de Dios (4). Si la formación se funda en el legado de Francisco y en el desarrollo posterior de la Orden, la Escritura debería tener más espacio en la formulación de un proyecto formativo. Evidentemente no se trata sólo de llenar el texto de citas evangélicas, cuanto de trasmitir el olor y sabor evangélico a todo el camino formativo. Continuando en nuestra reflexión acerca del vocabulario que se utiliza en el Discipulado, y en referencia a la vida religiosa, llama la atención que no se hable nunca de la 18

MATURA, o.c., p. 62-68. HUBAUT M., El misterio de la Trinidad viviente en la vida y oración de san Francisco de Asís en Selecciones de Franciscanismo 29 (1981) 264-270. LÓPEZ S., La confesión-contemplación de Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo en la experiencia cristiana de Francisco y Clara en Selecciones de Franciscanismo 82(1999) 113-150. SPIRITO G., El cielo en la tierra. La inhabitación trinitaria en san Francisco a la luz de su tiempo y de sus escritos, Roma 1994. 19

1 CtaF 1, 6; 2 CtaF 48; Adm 1,12; 1 R12,6; 1 R 17, 14-16; 2 R 10.8-10. Cf. T. MATURA, o.c., p.87-92.

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castidad, aunque se habla de madurez afectiva 20 (16), mientras que la obediencia recibe sólo 2 menciones y la pobreza, que tanta importancia ha tenido en la historia de la familia franciscana, causando no pocos sufrimientos, divisiones y disputas, recibe sólo 1 mención; se habla de los votos en general 10 veces. También es significativo de una sensibilidad en la propuesta de formación franciscana que la palabra hermano tenga mucho espacio (88 veces) mientras que la palabra menor sea la cenicienta (14 veces) respeto también a la conventualidad (24). La dimensión comunitaria, fraternal especialmente desde el Concilio ha tenido un énfasis casi exagerado, aunque la reflexión en la Orden en estos últimos años ha puesto en evidencia la exigencia de valorar la dimensión de la Minoridad, y sería oportuno que este enfoque entrara en un documento formativo con más claridad y planteamiento más definido 21. Estos son algunos elementos respeto a la concepción de Dios y la vida religiosa que nacen del análisis del vocabulario del Discípulo Franciscano. Por supuesto no quiero limitar el valor del Documento sólo basándome en un examen estadístico de las palabras utilizadas, aunque es indicativo de lo que decía al principio: la necesidad de una elaboración integral que tenga en cuenta la reflexión acerca de la vocación franciscana, del camino de la vida religiosa en la Iglesia. 6.1. La persona, el hermano, la corporeidad Así como la visión espiritual y teológica encuentra lugar en el Discípulo Franciscano, y se nota en el uso del vocabulario, así el enfoque antropológico se puede aclarar analizando todos aquellos términos que expresan postura antropológica. El término que a este nivel más atención recibe es el de hermano (88) seguido por el de persona (67 veces) y fraternidad (21). El elemento comunitario, fraternal y también la justa atención a la persona en su individualidad han encontrado aquí lugar. El termino relación (40) es de los más señalados junto con diálogo (20). Cuando se profundiza en las características de aquella persona que es un hermano se habla de su corazón (7), de su mente (4) y carne (2) cuerpo (1); deseos (6) amor (19) necesidades (8). En definitiva se habla de una persona concreta con todas las dinámicas, aunque la dimensión afectiva en su explicitación parecería un poco puesta en la sombra. Si consideramos que en la antropología de Francisco hay atención a la dimensión corporal, a la relación con el cuerpo, y conociendo la ambivalencia que hoy se vive respeto a la corporeidad, podría ser apropiado, también teniendo en cuenta los diferentes matices culturales a este propósito, dar un espacio más a esta dimensión y a la reflexión consecuente 22. También el tema del amor–deseo necesitaría mayor espacio. La dimensión afectiva parece ser considerada más como algo que sólo se debe madurar. Pero ¿qué hacer con la dimensión afectiva ya madura? ¿Qué lugar dar al amor y al deseo en el camino formativo? No se trata sólo de indicar los posibles riesgos, sino también de indicar cómo utilizar estas potencialidades al servicio de la relación de amor con Dios y los demás. El documento además subraya la dimensión del hacer (12 veces), del deber (11) y de la acción (8) mientras que es un poco pobre respeto al tema de la alegría (4) y del gozo (3). A este propósito es interesante lo que sugiere Dozzi 23 respeto a la antropología de la alabanza, de la devolución de la revelación expresada por Francisco en Las Alabanzas de las Criaturas. ¿No será necesario reconsiderar el planteamiento del texto formativo respeto al tema de la alegría-alabanza y recordar como El Discipulado surge principalmente de una reflexión de corte más occidentaleuropeo? No estamos acaso frente a una teoría que privilegia el hacer más que el ser o el sentir/vivir? 20

Desde la perspectiva pedagógica y psicológica es más correcto hablar de la castidad en el contexto de la madurez afectiva. En efecto se trata de un camino de formación global de la persona, donde la castidad debe ponerse en relación con la madurez relacional, la capacidad de amar y recibir amor, la armonización de la dimensión instintual con los valores y el proyecto de vida. Sin embargo, parece necesario presentar con mayor claridad en el Documento la relación entre madurez emotiva y el voto de castidad. 21 Me permito señalar un artículo aparecido en Decires 1 (2009) con la bibliografía acerca de la minoridad: R. CARBONI, La minoridad franciscana en el camino formativo de los frailes menores conventuales. Apuntes para América Latina. 22

F. AIZPURUA, Una luz entre la niebla. Respuestas franciscanas para preguntas de hoy, Colección Hermano Francisco n. 49, Madrid 2005, pp. 142-146.

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D.DOZZI, o.c., p.81- 87 .

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No se trata tanto de polarizar los elementos, privilegiando uno y olvidando el otro, cuanto de preguntarse acerca de la posibilidad de integración en el contexto formativo, de las razones de la mente y de las razones del corazón. Quizás sería necesario ayudar la persona en formación a “desear más y desear bien o mejor”, en lugar de poner al margen el deseo, la creatividad y la alegría. Todos estos temas en parte están condicionados por una antropología occidental y tal vez individualista. Es posible que la rápida globalización ya haya hecho su camino (¿sus daños?..), homogeneizando visiones y temas, pero tal vez se podrán integrar elementos nuevos, salidos de la sensibilidad de los frailes africanos, asiáticos o latinoamericanos. 6.2. Conclusión acerca de Discípulo Franciscano Este rápido vuelo por encima del documento formativo el Discípulo Franciscano no tiene por supuesto la pretensión de ser un análisis exhaustivo. Se trata, como ya se ha notado, de un texto con una larga historia, valioso en su conjunto, cuyos elementos positivos por razones de espacio no es oportuno presentar aquí. Sin embargo considero que sería oportuno, más que añadir nuevos elementos encima de la antigua estructura, hacer una reformulación total, teniendo en cuenta todo el material ya presente y añadiendo aquellos contenidos que la profundización de los Escritos de san Francisco, los documentos de la Iglesia y la reflexión y sensibilidad de la Orden desarrollada en estos 25 años, han producido. Respeto al tema que nos interesa, es decir si ya existen en el Discípulo Franciscano elementos típico de la antropología de san Francisco así como emergen de sus Escritos, la respuesta es sin duda positiva: la atención a la persona, la valoración de su libertad y responsabilidad, la acentuación de la dimensión relacional, fraternal, están muy presentes. Como se ha dicho antes, se pueden integrar otros aspectos menos presentes: por ejemplo la mirada a Dios- Trinidad, a Dios Creador y Padre, a Cristo como Salvador, a la acción del Espíritu del Señor. Dar su lugar de importancia al Evangelio no sólo en la utilización de citas evangélicas, sino más bien como el terreno en el cual construir la mentalidad que debe penetrar en el mismo proyecto formativo. También la consideración del hombre en su gran dignidad como creatura de Dios y al mismo tiempo en su fragilidad de pecador debería tener su lugar. ¿El hecho que no se hable en absoluto de los límites ni del pecado denuncia acaso una postura teológico-antropológica (¿inconsciente?) o una perspectiva optimista ingenua? En la teoría y praxis formativa el espacio a la realidad antropológica del limite y del pecado, como a la dialéctica intima entre finito-infinito, fidelidad-infidelidad, debería tener espacio adecuado, ser parte integrante del mensaje formativo, del concepto de madurez y de las dinámicas del desarrollo.

7. Relación entre los elementos de la antropología de Francisco y la praxis formativa 7.1. Recuperar la dimensión del misterio. La persona que empieza el camino vocacional es persona antes que nada. El término de “candidato” típico del lenguaje canonista, es útil con el fin de aclarar el concepto y facilitar las formulaciones, pero no debemos olvidar que se trata de personas y fundamentalmente del misterio de la persona. Recibir estos hermanos, así como Francisco lo recuerda en su Regla, se debe hacer con una profunda actitud de respeto. Una creatura de Dios, creada a imagen y semejanza de Dios, se acerca a nuestra fraternidad y quiere poner en juego su vida. La primera actitud de un formador debe ser de respeto, de profunda atención al Misterio que la persona es y encierra. No hay que esconder que la praxis y la experiencia – como saben bien los formadores - a veces nos dice que esta personamisterio que se acerca puede tener confundidas sus ideas acerca de su vocación, de su proyecto de vida, junto con heridas, bloqueos que le hacen penosa la vida y ofuscan la mirada hacia sí mismo y el mundo. Sin embargo, especialmente pensando en la antropología de Francisco, a pesar del pecado y de los límites del hombre, no debemos olvidar su imborrable dignidad - la profunda huella de la El hombre de Francisco de Asís

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imagen de Dios - que en todas las etapas formativas debería ser la guía principal de la praxis formativa de los formadores. 7.1.

Integrar los límites y el pecado Los límites que comprometen nuestra libertad, el pecado (dinámicas conscientes) y las dinámicas que hoy conocemos como dinámicas inconscientes (necesidades, actitudes, etc.) en la antropología de Francisco se miran desde la perspectiva del corazón. Este aspecto de la antropología es todavía embrional y según las palabras del Señor, también para Francisco el mal sale del corazón, de las decisiones que se toman en el interior del hombre 24. Se puede entender el concepto de corazón como la profundidad de la persona, su dimensión afectiva donde sí existe una decisión, pero muchas veces orientada por un querer emocional que puede distorsionar la evaluación valorial de la situación. Como dice Dozzi 25, el hombre tiene el corazón enfermo y solo la palabra de Dios puede sanarlo, devolviendo la capacidad de verdadero amor y servicio al Señor con “mente pura y corazón puro”. La reflexión teológica y psicológica han madurado hoy un diálogo 26 que ayuda la praxis formativa (y pastoral) a aclarar cuanto es del ámbito de la responsabilidad de la persona y por lo tanto de su libertad y cuanto puede ser movido por dinámicas desconocidas a la misma persona y que si no entran totalmente en la responsabilidad personal pueden sin embargo afectar su vida real. La teoría y praxis formativa debe saber reconocer esta diferencia para poner en acto una adecuada pedagogía que devuelva a la persona la capacidad de escuchar con atención a su Señor y poderlo servir con todo su ser. 7.2.

La dimensión relacional: la alteridad. Para Francisco el hombre no es soledad, existe siempre en relación y como relación. Él se considera sólo como persona en relación: con Dios, con los demás, con el mundo. Muchos de sus escritos tienen esta dimensión relacional y esto es uno de los pilares de la nueva fraternidad de los hermanos menores. En la praxis formativa franciscana, por supuesto ya desde tiempo se da importancia a lo relacional, al hecho de tener hermanos como don, aunque una fundación más clara del estatuto relacional de la persona en los documentos formativos podría ser útil: yo existo en cuanto yo, porque tengo un tú que me ha ayudado a crecer como consciencia del yo, como persona. Pensamos en las relaciones que Francisco ha tenido y que son fundamentales en su historia humana y espiritual: desde su familia (padre y madre con diferentes características; especialmente la madre con una connotación de libertad - lo libera, le permite continuar su camino), aunque la figura paterna expresa más las dificultades y la dialéctica entre el deseo y la ley y será útil a Francisco para aclarar y definir su proyecto de vida. Otras relaciones son con el sacerdote que le explica el evangelio en la Porciúncula, o el sacerdote de s. Damián, con el obispo Guido, con el Cardenal de s. Pablo, con Inocencio III, con Honorio III, con Gregorio IX. Se puede decir que toda la vida de Francisco está tejida de múltiples encuentros 27, algunos son decisivos para su vida: el encuentro con el Cristo a san Damián, con el leproso; estas relaciones le ayudan poco a poco a estructurarse como persona y aclarar su profunda identidad. Por eso en la psicología de Francisco es tan determinante la posición de verse siempre en relación con alguien y eso le permite en su vida desarrollar una antropología de la relación con un nuevo estilo de relación con los demás, con Dios, con el mundo. Es verdad que no se trata de vivir cualquier alteridad, sino de orientarse o dejar que las alteridades que nos ayudan a crecer como personas puedan encontrar lugar en nuestra historia. En este sentido algunos encuentros son una gracia. Si es verdad que como dice M. Buber la relación es ser elegido y elegir, no todas las relaciones tienen estas características, algunas son “dadas” como hecho primario (la familia, el 24 25 26

El pecado sale del corazón: 1CtaF1; 2CtaF37.69; ¡R 22,7-8; el pecado es principalmente la apropiación: Adm 2,4-5. D. DOZZI, o.c., p. 70

FORTE. B., Teologia e psicologia: resistenza, indifferenza, resa o integrazione? In Antropologia interdisciplinare EDB 1997, pp. 7594. D. BROWINING, La psicología puó evitare la religione? Dovrebbe farlo? Idem, pp. 57-73. 27 J.A. MERINO, Humanismo franciscano, o.c., p. 85ss El hombre de Francisco de Asís

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entorno) y a partir de estos “hechos” tengo que desarrollar un estilo personal de relacionalidad, aceptando esta base pero al mismo tiempo superándola en nuevas síntesis. Sin duda en la praxis formativa la relacionalidad es fundamental: se crece en la relación y a través de la relación; más profundas y verdaderas son las relaciones cuanto más la persona crece como persona, sea psicológicamente sea espiritualmente 28. Por eso una herramienta formativa típica de la experiencia franciscana es la relacionalidad que debe tener su lugar de gran importancia. No se trata de proponer un contenido que la persona debe asimilar con la inteligencia, aunque este aspecto no está excluido, sino más bien se ofrece una relación, un ejemplo, un estilo de vida no teórico sino concreto que va formando la persona en el diálogo interior de corazón-mente-voluntad. Es evidente que este estilo lleva tal vez más tiempo respeto al deseo de concluir en poco tiempo la “formación inicial”. Francisco enseña a sus hermanos la presencia 29 en la relación con Dios y con los demás, contra la distracción, la huida. También enseña el encuentro del otro: buscar, encontrar, seguir buscando. No se cansa nunca de ir hacia el otro, con una actitud de acogida. En sus Escritos la palabra hermano está 306 veces y la palabra Señor 410, un porcentaje altísimo de los que son los lugares teológicosantropológicos de Francisco. La relacionalidad franciscana tiene su calidad: no se trata sólo se estar entre… o estar por…sino más bien de estar con… la otra persona, porque se le reconoce en profundidad el estatuto de imagen y semejanza de Dios. 7.3. La corporeidad y la ascesis: La cultura actual se sitúa en relación con la corporeidad de forma ambivalente. Para Francisco el cuerpo es bueno, hay unidad en la persona, creada por Dios en cuerpo y alma. No existe una visión dualista o el pesimismo cátaro respeto al cuerpo. Sin embargo Francisco sabe muy bien que la corporeidad, lugar del encuentro con Dios, puede ser un límite o un freno a una relación de acogida, respeto y amor al Señor. Es la postura del “cuerpo con sus vicios y pecados” en una palabra es el egoísmo que está en el corazón del hombre y puede alejarlo de Dios así como alejó a Adán a causa de su desobediencia. Herramienta útil para educar al hombre a una corporeidad que sea puente y no obstáculo con la dimensión espiritual es la ascesis. Se trata de un ascesis con la característica de la moderatio, tan presente en el estilo de Francisco. 30 La teoría y praxis formativa pero parecen tener temor a hablar de la corporeidad y de la ascesis. Es probable que se considere estos temas superados o tal vez demasiado actuales. Sin embargo el mundo hoy está muy concentrado en el cuerpo, transformándolo en un mito, y aceptando al mismo tiempo sin aparente contradicción su exaltación y el desprecio, como puede detectar una mirada critica al las publicidades que implican el cuerpo. La visión alternativa franciscana debería ofrecer con claridad su concepción del cuerpo y de la corporeidad, formar los frailes para que no asimilen sumisamente lo que la cultura actual propone/impone. 7.4. Pedagogía personalizada: la formación no debe ser considerada como una línea recta que empieza en un punto y termina en otro. Esta visión demasiado fría y casi “científica” de la formación no está en armonía con el primer concepto que he examinado: el del misterio de la persona. El camino de madurez humano es más como un camino de progresos y regresos, de avanzar y retornar y hacer síntesis que un progresar en línea recta hacia delante. No se trata de hacer encajar a la persona en un esquema, sino más bien, darle la posibilidad de crecer según su medida, su misterio. Esto no significa para nada que no hay objetivos hacia los cuales caminar, sino más bien aplicar aquella pedagogía personalizada que el mismo Francisco aplica en el tema de la ascesis. Recordemos aquel

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IMODA F., Desarrollo humano. Psicología y misterio, Salta, Argentina 2005, pp. 135 – 182. MERINO, o.c. , p. 87ss.

Respeto al tema de la moderatio en Francisco cfr. L. LEHMAN, Francisco a la luz de sus cartas, o.c. especialmente las pp. 59-6, que hablan de la Discreción. R. ZAVALLONI, Modalidad de corrección fraterna in Apuntes de pedagogía franciscana, o.c., pp. 108-109.

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momento en el cual, frente al hermano que tiene hambre, el mismo Francisco se pone a comer y después indica en la discretio el criterio de acción que siempre debe acompañar a la ascesis 31. 8. Conclusión: las metáforas de la antropología franciscana y la praxis educativa 8.1. Don, relación, Misterio En su obra acerca del humanismo franciscano J. Merino da una definición sintética de lo que es el hombre; en ella encontramos intuiciones que en germen Francisco había ya expresado en sus Escritos. Dice así Merino: “el hombre es un ser compuesto de espíritu y de materia al mismo tiempo que ese imagen y semejanza de Dios (aspecto óntico-entitativo) en relación abierta y religante con el ser finito-infinito (aspecto referencial operativo), proyectado en el tiempo y en el espacio (aspecto mundano e histórico) e inserto y vinculado en una comunidad de personas concretas (aspecto vocacional- significativo). El hombre franciscano es una tensión indefinida e infinita hacia una síntesis deseada, pero aún no lograda” 32. Gniecki y Matura presentarán más analíticamente, en sus trabajos acerca de la antropología de Francisco de Asís, todos estos elementos. El punto de partida es la unidad de la persona, lejos de todo dualismo, considerada imagen y semejanza de Dios. Es la motivación real, para Francisco, que justifica el respeto, el amor y el cuidado hacia el hombre; no se habla de un hombre en abstracto, sino de una individualidad situada en el tiempo y en el espacio, una persona constantemente en relación que se hace (y la hacen) a partir de la relación y que se sitúa (y la sitúan) en el mundo como relación. Francisco vive en su vida - y quiere transmitir a su fraternidad esta verdad clave: los hermanos menores son comunidad de hermanos en relación. La relación nos “hace” (y tal vez nos “deshace”...) nos transforma, así como también nosotros “hacemos y transformamos” a los demás mientras estamos en relación. También el tema del finito-infinito es fundacional: Francisco se percibe como un misterio en relación al Misterio; se siente sediento de infinito y al mismo tiempo percibe los límites de su humanidad, su pequeñez en relación y frente a la Grandeza de Dios “Altísimo, Omnipotente, Señor”. Concluyendo con tres palabras en forma de eslogan, se podría decir, a pesar de otros matices que se pueden encontrar en la antropología de Francisco, que él considera al hombre como don, relación y misterio. 8.2. El don La dimensión del don favorece la mirada hacia las personas en vocación como criaturas amadas por Dios y con aquella dignidad profunda que nace de la imagen y semejanza con Él. Tener conciencia de sí como “don” en relación a la propia existencia ayuda a tener bien claro el sentido del límite y sus múltiples aspectos: limite ontológico (consciencia de ser criaturas y depender profundamente de Otro para existir; límite existencial, en relación con la experiencia diaria de nuestra fragilidad física (enfermedad), moral (pecado) racional (ignorancia) psicológica (límites, neurosis). Ver el propio límite y asumirlo nos abre a la aceptación de nosotros y de los demás, sin tentar huidas peligrosas hacia la inflexibilidad o la relajación que desfiguran nuestra imagen profunda. El acompañamiento espiritual y la praxis formativa, así como la práctica psicoterapéutica, bien conocen estas tentativas engañosas de ignorar el propio límite. El don de la existencia se sitúa en un plan gratuito, porque no puedo exigirlo y es don que ensancha los horizontes relacionales. En la praxis educativa esta dimensión antropológica debe transformarse en la capacidad de despertar la alabanza gratuita, la maravilla y el respeto delante de la propia y de la existencia ajena. 8.3. La relación La dimensión relacional es estructurante en la persona sea humanamente que espiritualmente. Nuestra personalidad se va haciendo en la medida que encuentra relaciones que la ayudan a dar aquellos pasos que permiten abrirse más y más hacia una complejidad de estructuras, dinámicas, niveles, que la definen como “aquella específica” persona. No es este el momento de analizar los

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1 Celano XV,22. b J.A. MERINO, o.c., p. 116.

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datos que ofrece la abundante literatura psicológica acerca del desarrollo 33, para fundar la afirmación de que la relación en sí es primordial. El concepto central de esa literatura globalmente considerada es que entramos en el mundo en una relación, nos desarrollamos en una relación, nos hacemos personas gracias a la relación. Las heridas y los nudos irresueltos, especialmente a nivel relacional no hacen más que confirmar esta verdad y subrayar cuán delicado y frágil es el mundo relacional a la hora de disponer a la persona a ser abierta a un tu/Tu. También esta dimensión a nivel de praxis educativa llama a valorar como situación humanizante la capacidad de elaborar las relaciones gradualmente más allá del utilitarismo, hacia una reciprocidad de aceptación y acogida simétrica, sin querer apropiarse o anular al otro. 8.4. El misterio de la persona 34 A pesar de haber sido puesto como último tema, la reflexión acerca del misterio es fundamento del don y de la relación, o mejor dicho, en el misterio está el don y la relación. Se trata de una realidad no puesta al lado de otras, sino más bien constitutiva de la profunda esencia de la persona como tal. Con la palabra misterio se quiere entender no tanto lo que no se conoce o no se llega a conocer, ni tampoco una esfera del más allá, donde termina la capacidad de conocer y percibir, sino más bien aquella realidad que envuelve y es nuestra existencia y que apreciamos más o menos claramente y que en algunos momentos se da a la consciencia a través de una percepción intuitiva más que racional. El misterio aflora en la conciencia, porque, a pesar que sabemos “mucho” de nosotros mismos, sin embargo no podemos comprendernos en la profundidad, darnos el sentido último de nuestro ser. Lo que percibimos y vivimos en relación a nosotros, se realiza por supuesto y tal vez más cuando entramos en relación con el otro: el otro es misterio para mí y para él mismo, así como también yo lo soy para mí y los demás. A pesar de lo que podemos conocer de la persona humana o lo que las ciencias humanas pueden decirnos, si no queremos entrar en una postura rígida, estática, o en una mítica e inexistente perspectiva de objetividad neutral, “científica” de la persona, debemos admitir que no conseguimos conocer todo, abarcarlo todo, explicarlo todo y lo que tal vez conocemos llega por caminos más de intuición propios del arte, de la espiritualidad, de la religión. Llegamos al umbral del misterio y allí debemos pararnos, con respeto, a la espera de que el mismo misterio nos deje percibir algo de sí. Así el misterio está en conexión con el don, siempre gratuito, imprevisible, nuevo, sorprendente y que genera actitud de agradecimiento. También está presente en la dinámica de la relación que habla del don y del misterio en un movimiento circular que no para de reenviar el uno al otro. En relación a la formación, el misterio plantea el interrogante de a quién se quiere formar y hacia dónde va la formación 35. Es la cuestión formativa y antropológica básica, porque de la claridad teórica acerca de este asunto, podemos actuar pedagógicamente con más o menos éxito, ayudar a caminar y crecer o al contrario, bloquear, cristalizar, falsear. No puede ser un genérico “formar” contentándonos de “moldes” ya en desuso y que sólo se ocupan de la exterioridad, sino un formar a la recuperación en la persona del misterio que tal vez estaba escondido o bloqueado en algún momento del camino personal o disfrazado bajo apariencia de intelectualismo, seguridad, dependencias varias etc. La formación debe ser principalmente formar la persona a ser persona y suscitar en ella las 33

Se puede ver la síntesis que hace IMODA, o.c., en el capitulo VI: El misterio humano y el devenir de la relación, pp. 353-403. con la extensa bibliografía utilizada. 34 Cf. El concepto de la persona como misterio encuentra profundización en la filosofía de G. Marcel. A nivel psicológico es muy interesante la síntesis que hace F. IMODA en su obra, Desarrollo humano. Psicología y Misterio, o.c.,. También se puede ver, IMODA F., Sviluppo umano, luogo del mistero e i colloqui di crescita, in AA.VV., Antropología interdisciplinare e formazione, EDB, Bologna 1997, pp. 159-211. 35 La nuestra reflexión ha tenido un tono más bien orientado a la formación intrapersonal de la persona. Sin embargo- aunque no se puede dedicar aquí al tema el espacio que merece, es necesario por lo meno recordar la dimensión interpersonal y la necesidad de una formación que no se dirija sólo ad intra sino también ad extra, y se abra a nuevas dimensiones en la formación en diálogo con el mundo actual. A este propósito se puede ver D. COUTURIER, Itinerarium in extremis. Franciscan Formation and the Anthropology of the Fraternal Economy. Relazione al VII Consiglio plenario dell’Ordine, Assisi, 13 marzo 2004 y también L. M. Saffiotti, Formar ministros para el siglo XXI, traducción castellana de un articulo aparecido en Human Development Human Vol. 26, No. 2, Summer 2005, 5-20 El hombre de Francisco de Asís

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preguntas acerca de su dimensión de misterio frente al Misterio 36. Si nos acercamos al estilo pedagógico de Francisco de Asís, nos damos cuenta de que sus “intervenciones” pedagógicas con los hermanos tienen el objetivo de despertar en ellos la pasión para el Misterio, haciéndole ver que ellos mismos son misterio, que no pueden reducirse tampoco a acciones religiosas, glorias mundanas, pequeños o grandes disfraces para lograr una identidad débil. 37 La pregunta insistente de Francisco en la selva del monte Alvernia “¿Quién eres Tú, Señor y quién soy yo…” resuena como la pregunta fundamental y más importante de todas. Si me reconozco como parte del Misterio, y acepto el desafío de un diálogo nunca concluido, siempre atento a una relación donde me percibo como ser “donado” y donde estoy llamado a ser don, mi formación no está focalizada principalmente a adquirir “formas y estilos” preconcebidos y tal vez rígidos, sino a ofrecerme la clave, las herramientas para poderme poner en escucha profunda de mi proprio ser y del Ser. Los itinerarios más concretos, con los pasajes pedagógicos mediados y detallados, vendrán en un segundo momento, orientados a permitir este diálogo profundo entre la persona en sí misma y el Misterio que es Dios.

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F. IMODA, Sviluppo umano luogo del misterio.. o.c., P. 184 “El aproche a la persona considerada como misterio significa un proceder que no es sólo cognitivo, sin mas bien practico y afectivo. Además de conocer a la persona, hay que considerarla como principio de libera voluntad aunque condicionada, que constituida en un carácter, obra más o menos responsablemente, decisiones y elecciones. Gracias a su componente afectiva, el pathos consigue mediar entre el elemento corpóreo (bios) y aquello espiritual (logos). Sólo así se hace concretamente posible aquella apropiación de la verdad que a través del elemento subjetivo, contribuye de forma esencial al conseguimiento de la verdad objetiva” (nuestra traducción). 37 En este sentido se puede leer la página de la “Perfecta alegría”. La identidad profunda no está en “poseer” títulos, honores, gloria mundana, sino más bien es ser a imagen del Cristo crucificado y paciente. El hombre de Francisco de Asís

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