EL INTÉRPRETE DE LENGUA DE SIGNOS COMO SUJETO DE INTEGRACIÓN SOCIAL

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD GRADO EN LOGOPEDIA TRABAJO FIN DE GRADO “EL INTÉRPRETE DE LENGUA DE SIGNOS COMO SUJETO DE INTEGRACIÓN SOCIAL” Autor:

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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD GRADO EN LOGOPEDIA TRABAJO FIN DE GRADO

“EL INTÉRPRETE DE LENGUA DE SIGNOS COMO SUJETO DE INTEGRACIÓN SOCIAL” Autor: Rebeca Sánchez García Tutor: Eliseo Martín Martín SALAMANCA, Mayo, 2016 Curso: 2015-2016 Convocatoria: ordinaria

Universidad Pontificia de Salamanca

1.

ÍNDICE

2

RESUMEN ........................................................................................................................... 3

3

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 4

4 CAPÍTULO 1. El Intérprete de Lengua de Signos Española. Perspectiva histórica y social. ........................................................................................................................................... 5 4.1

Comunicación. El lenguaje humano. ....................................................................... 5

4.2

La comunidad sorda................................................................................................... 8

4.3

Lengua de signos ..................................................................................................... 12

4.3.1 4.4

Consideraciones previas: ................................................................................ 12

Historia de la lengua de signos. ............................................................................. 15

4.4.1

Evolución de la lengua..................................................................................... 15

4.5

Historia de la Lengua de Signos en España ........................................................ 26

4.6

Interprete de lengua de signos. Eliminando barreras ......................................... 31

4.6.1

El Intérprete de Lengua de Signos ................................................................ 31

4.6.2

Perfil del intérprete ........................................................................................... 32

4.6.3

Historia de la interpretación en España. ....................................................... 32

4.6.4

Código deontológico ........................................................................................ 33

4.7

Métodos de interpretación y tipos de Interpretación ........................................... 34

4.7.1

Métodos de interpretación ............................................................................... 34

4.7.2

Los tipos de interpretación .............................................................................. 35

4.7.3

Ámbitos de interpretación................................................................................ 35

4.8

Sistemas de comunicación para la comunidad sorda ........................................ 36

4.8.1

Lengua de Signos............................................................................................. 37

4.8.2

Comunicación Bimodal .................................................................................... 37

4.8.3

Palabra Complementada ................................................................................. 39

4.8.4

Dactilología ........................................................................................................ 40

4.8.5

Bilingüismo ........................................................................................................ 40

4.8.6

Comunicación total ........................................................................................... 41

5 CAPITULO 2. MIS VIVENCIAS EN LA INTERPRETACIÓN DE LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA. ............................................................................................................. 42 5.1

Mi elección formativa ............................................................................................... 42

5.2

El proceso teórico de formación ............................................................................. 42

5.3

Mis primeros contactos con los sordos ................................................................. 42

5.4

Prácticas formativas ................................................................................................. 43

5.4.1

Universidad de Salamanca ............................................................................. 43

5.4.2

CRMF (Centro de Recuperación de Minusválidos Físicos) ....................... 46 1

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5.5

Valoración personal.................................................................................................. 48

6

CONCLUSIONES ............................................................................................................. 50

7

BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................. 52

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2. RESUMEN En este trabajo me he propuesto poner en valor la figura del intérprete de lengua de signos española como agente integrador entre la comunidad sorda y la comunidad oyente. Para ello parto de la consideración de la comunicación humana como característica intrínseca y diferenciable de nuestra especie. No obstante un colectivo, nada despreciable en número, tiene unas dificultades auditivas que limitan su capacidad comunicativa, son los sordos. Haciendo un recorrido histórico, plasmo las diferentes alternativas que los sordos han tenido para comunicarse entre ellos y con los oyentes. En esta convulsa historia, apareció la lengua de signos, que durante un tiempo fue denostada, marginada y casi prohibida. Finalmente la lengua de signos ha sido admitida como la mejor de las vías de comunicación entre sordos y entre estos y los oyentes. Un sujeto clave para el uso bidireccional de la lengua de signos ha sido el intérprete. Este ha quedado definido como un profesional preparado, comprometido y fiable. He profundizado en su configuración, perfil y compromisos. Finalmente he referido mi modesta experiencia personal como Técnico Superior en Interpretación de Lengua de Signos. Mi visión particular de la interpretación y mis actuales conocimientos en logopedia me han permitido exponer este trabajo desde esa doble perspectiva, que condiciona enormemente el texto definitivo y sobre todo las conclusiones que tratan de probar la indiscutible figura del interprete como agente integrador entre oyentes y sordos.

Palabras clave: intérprete, lengua de signos, sordos, logopedia.

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3. INTRODUCCIÓN Este trabajo fin de grado lo afronto en el último tramo del cuarto año de formación como logopeda, disciplina de la rama sanitaria que intenta prevenir, evaluar y tratar todos aquellos trastornos que afectan a la comunicación humana. Los sordos, por la propia configuración de la lengua, tienen dificultades comunicativas que pueden ser afrontadas desde la logopedia. Por otra parte, los tres años previos a aquellos los empleé para titularme como Intérprete de Lengua de Signos Española. Es fácil entender que la logopedia y la lengua de signos tienen campos de trabajo compartidos, si bien, en algún caso, con discrepante metodología de actuación. Mi doble formación me coloca en una situación privilegiada para tratar sobre la comunicación de los sordos en este trabajo. La libertad con la que he contado para elegir el tema me han permitido afrontar el papel del intérprete de lengua de signos española, como agente de integración social, tema que puede resultar controvertido a buen número de logopedas, que pretenden tratar la comunicación de los sordos por métodos oralistas. Estas connotaciones, de apoyo y “fricción”, entre estas dos profesiones a mí ligadas, me permitieron tomar la decisión que ahora asumo redactando este trabajo. Sobra decir, que ambos estudios los inicié con la ilusión propia de quién siente vocación por ellos. Han sido para mí perfectamente compatibles y como colofón final asumo este trabajo, que de forma clara abarca visiones de ambas profesiones. Con esta premisa, la motivación requerida para ir esbozando ideas que plasmar en él, ha sido suficientemente fuerte y constante para disfrutar de mis planteamientos mentales previos. Desde mi modesta perspectiva, voy a intentar centrarme en la interpretación de lengua de signos, para que cualquier logopeda que pueda leer este trabajo comprenda el papel que han desempeñado y que deben desempeñar los profesionales de la interpretación. Un buen porcentaje del texto que sigue, va a estar dedicado a las claves históricas y sociales de los intérpretes. Confieso, ya de antemano, que voy a hacer una exposición que va a referir las bonanzas de la interpretación y llegaré a la conclusión de que ella es compatible con la labor de los logopedas más ortodoxos. Sólo con lograr esto último, me sentiré satisfecha de mi trabajo. El texto que más abajo aparece recogerá los aspectos teórico-prácticos que definen la lengua de signos para que sean comprendidos por los no iniciados con ella.

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4. CAPÍTULO 1. EL INTÉRPRETE DE LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA. PERSPECTIVA HISTÓRICA Y SOCIAL.

“Hasta que todos los individuos de una sociedad no se encuentren plenamente integrados en ella, no puede decirse que sea una sociedad civilizada”. (Albert Einstein)

4.1 COMUNICACIÓN. EL LENGUAJE HUMANO. Decimos que existe comunicación cuando un emisor crea un mensaje articulado según un código, lo trasmite a través de un medio y el receptor, que conoce el código lo interpreta. En la naturaleza existen manifestaciones básicas de comunicación: química (secreción de un producto), sonora (el aullido de un lobo), táctil (la caricia de una madre), visual (gestos de cortejo de un ave). Cualquiera de estas formas de comunicación tienen una finalidad biológica: facilitación del encuentro sexual, advertencia de un peligro, información de un recurso, fortalecimiento de vínculos grupales. Cualquiera de estas finalidades persigue la supervivencia, tanto individual como de especie. La comunicación es más compleja según la especialización de quienes la utilizan. Todos estos sistemas de comunicación son innatos. En cualquier caso, cada uno de los sistemas expuestos es muy diferente del lenguaje humano. No disponemos de modelos animales que nos permitan estudiar las connotaciones más básicas de nuestro lenguaje. El lenguaje humano, que materializa su comunicación intraespecífica, tiene un componente biológico, que compartimos con otros animales, y un componente expresivo, exclusivo del Homo sapiens sapiens, este último solo está justificado por su desarrollo mental sorprendente, que al final da lugar a un fenómeno esencialmente humano: la cultura. Cuando dos personas se comunican están manejando unas capacidades intelectuales, sensitivas y motoras que les permiten comprender un lenguaje que va desde la sencillez de un saludo hasta una profunda reflexión filosófica. El lenguaje humano usa la palabra, creada aleatoriamente, dotada de capacidad representativa de un sentimiento, de un objeto, de una acción. No podemos olvidar que una palabra es un símbolo, también llamado significante, que tiene un significado, que es la representación real de lo que el significante quiere decir. Esta capacidad de dar nombres a lo que nos rodea, no es más que una característica humana, intentamos dominar nuestro entorno.

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Califican los expertos al lenguaje humano como multimodal, ya que los matices del lenguaje quedan perfectamente definidos con las combinaciones de las palabras, el orden y reglas con las que se usan y el rico aporte gestual (Arbid, et al, 2008). Cualquiera de nuestras intenciones comunicativas es posible gracias a las miles de palabras que conocemos y sus infinitas combinaciones. Un hombre con una dotación intelectual normal puede controlar unas 100.000 palabras (Leakey y Lewin, 1999). El hombre ha creado miles de lenguas, se estima que hoy día hay 6.000 lenguas diferentes y no podemos olvidar que otras muchas han desaparecido (Artigas-Pallarés, 2009), todas ellas con una estructura gramatical que determina como la combinación de los signos generan un mensaje. La existencia de miles de lenguas diferentes está justificada porque su transmisión requiere una convivencia y contacto entre los hablantes que emiten mensajes, captados sin esfuerzo por sus retoños, que previos meses de existencia lo van asimilando fácilmente. Los niños nacidos oyen a sus padres y a sus vecinos y esta escucha, por adaptaciones neuronales y funcionales del sistema fonador, que no procede explicar ahora, se integran como un hablante más de esa lengua. La dispersión histórica de grupos tribales y las fronteras naturales y políticas hacen el resto para la generación de lenguas diversas, algunas emparentadas, pero distintas, aunque todas las lenguas tienen un patrón equivalente. El hombre como especie animal ha evolucionado según ha quedado demostrado tras las últimas investigaciones científicas. El lenguaje humano aparece cuando el Homo sapiens adquiere las características anatómicas y mentales que todos conocemos. Dentro de este trabajo, que hablará fundamentalmente de un lenguaje gestual, es procedente citar que la comunicación verbal, tal como hoy la conocemos, vino precedida de un periodo gestual, acorde a las capacidades intelectuales de nuestros ancestros homínidos. La facultad humana de hablar y el simbolismo exigen una exquisita coordinación de diferentes zonas del cerebro. La materialización del lenguaje precisa el uso de grandes zonas del córtex cerebral donde se asientan áreas imprescindibles para la comprensión y elaboración de mensajes. Son muchos los autores que han investigado la aparición del lenguaje en el hombre, algunos les asignan 200.000 años de historia (Alsemseged, et al, 2002), otros textos aproximan la capacidad de uso del lenguaje a la aparición de las razas, esto es, hace unos 50.000 años (Kandel et al., 2001). Cómo hemos adelantado más arriba, en cada grupo tribal, en cada sociedad, los niños que se incorporan a las mismas, van adquiriendo el lenguaje, de forma biológica, igual que se desarrollan motriz e intelectualmente y todo este proceso adaptativo van 6

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haciendo del niño un ser cada vez más independiente, más capaz de colaborar con su grupo social y contribuir a la supervivencia de todos los congéneres. Son varios los textos que nos recuerdan que el dominio del lenguaje aporta grandes ventajas evolutivas y así nos citan el principio de Dobzhansky, que dice “nada tiene sentido en biología, si no es a la luz de la evolución” (Merchán y Rodríguez, 2011). De forma breve indicamos algunos de los logros cronológicos de un niño normal en su adquisición del lenguaje. Al alcanzar el primer año de vida, cada niño balbucea sonidos encadenados. Son capaces de unir palabras a los 18 meses, y con dos años, pueden dominar un amplio vocabulario gramatical. En el segundo año, se produce una explosión de la lengua, ligada a la conexión entre los dos hemisferios y a la maduración de la corteza prefrontal (Herschkowitz, 2000). El lenguaje inicial está dominado por órdenes y expresiones de deseo (cuando un niño dice “pan”, lo está pidiendo). Con ese crecimiento exponencial de la adquisición del lenguaje, el niño puede llegar a los 5 años con un dominio de unas 2000 palabras. Se calcula que se adquiere una palabra cada 90 minutos de vida. En esta primera infancia, un niño perfectamente guiado puede aprender varios idiomas a la vez, sin esfuerzo y de forma natural. La adquisición del lenguaje no se hace solo por pura imitación, los niños son capaces de realizar análisis gramaticales del leguaje de sus padres e incluso mejorarlo. Todos los niños tienen mecanismos innatos que les permiten aprender el lenguaje, solo los “niños salvajes”, los de padres sordos (que emiten sonidos) y los que tengan alguna patología grave, no lo desarrollarán. Está documentado que la primera generación de niños nacidos de esclavos afroamericanos que oían a sus padres en un torpe inglés, fueron capaces de mejorar el lenguaje paterno (Kandel et al., 2001). La adquisición del lenguaje humano está circunscrita a una edad determinada, si esta pasa y no se adquiere el lenguaje, o cuando se aprende de adulto una lengua extranjera, las dificultades y lastres que manifestamos son evidentes. Podemos captar acentos y construcciones de los extranjeros que hablan español, a pesar de que sean excelentes conocedores de nuestro idioma. Este apartado no puede acabar si no analizamos que nuestro lenguaje, fruto de un proceso evolutivo aún desconocido, ha propiciado, para bien o para mal, nuestro progreso y la explosión demográfica humana, impensable en especies próximas. Esta capacidad sorprendente y única en la naturaleza, cumple, al menos cuatro funciones que justifican su evolución hasta la forma en que hoy la conocemos:

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a.-Función social. Somos una especie gregaria, social. Afrontamos muchos retos de forma colectiva que solo son posibles con el lenguaje humano, que es preciso, claro y rápido. b.- Función cognitiva. Nuestra mente asume la impresión sensorial de los objetos que percibimos asignándoles un nombre. Esta denominación compartida de los objetos que nos rodean permite una rápida transmisión de conocimientos entre individuos que interactúan. c.- Función lúdico-experimental. Cualquier camada de mamíferos juega y con ello aprenden. Los niños juegan, practican movimientos, pero también usan el lenguaje como elemento de juego. Mediante el juego, el niño hace pruebas, experimenta la versatilidad del lenguaje y ésta se convierte en instrumento de diversión. d.- Función cultural. La acepción más amplia de cultura que abarca desde las tradiciones, la literatura, los conocimientos científicos, la religión… está asentada indiscutiblemente en el lenguaje. Las utilidades y finalidades del lenguaje humano, entendido como lo he expuesto, privan a los sordos de poderse comunicar con sus congéneres. La capacidad intelectual de este colectivo y el esfuerzo de sus familiares, han permitido, como expongo más adelante, la creación de un lenguaje paralelo, casi tan rico como el lenguaje humano por excelencia, la lengua de signos.

4.2 LA COMUNIDAD SORDA. Ya he dicho que el hombre, como especie, está dotado de unas capacidades intelectuales excepcionales. Gracias a ellas ha elaborado el pensamiento abstracto, la concepción religiosa, el arte, la cultura… Estas capacidades se retroalimentan con la comunicación intraespecífica, el lenguaje humano, bien en su forma hablada o en su forma escrita. Con la comunicación, los individuos transmitimos conocimientos y sentimientos y elaboramos estrategias colectivas para afrontar retos comunes (caza colectiva, construcción de un edificio…) (Marchesi, 1995). Sin embargo por puro azar genético o por enfermedades y traumatismos, algunos individuos se encuentras con dificultades para la comunicación. Un defecto motriz en las cuerdas vocales, una parálisis… puede hacer que algunos de nuestros congéneres tengan plena capacidad humana pero limitada su capacidad comunicativa. Uno de los colectivos que se encuentran con esta dificultad, son los sordos, sobre los que versa esencialmente este trabajo.

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Un hombre normal oye cuando su sistema auditivo, compuesto, a groso modo, por el pabellón auricular, el oído medio, el oído interno, las vías nerviosas y los centros de interpretación, no percibe con la suficiente nitidez las vibraciones que en el aire se transmiten tras una perturbación (golpe, soplo del viento, rozamiento de dos cuerpos, voz humana…). La intensidad, frecuencia y longitud de onda de estas vibraciones van a determinar el sonido que el hombre o los animales perciben, no estando todos preparados para interpretar todas las vibraciones (ultrasonidos). Decimos que son sordos aquellos individuos que no pueden percibir adecuadamente estas vibraciones o no las pueden interpretar, según veremos más abajo (Peña-Casanova, 2013).

Creo que es oportuno en este momento denunciar el uso inadecuado del término sordomudo, para referirnos a estas personas. La Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE) recomienda que se omitan cuanto antes palabras como “sordomudez” y “sordomudo”, por tratarse de términos peyorativos e incorrectos, que de hecho, “resultan molestos para las personas sordas”. No obstante, en este mismo trabajo se usarán los términos antedichos para reproducir lo que en momentos previos de la historia del estudio de los sordos se decía de ellos. En este sentido, la entidad citada aclara que ambos términos responden a ideas preconcebidas que no se ajustan a la realidad de este colectivo, ya que la discapacidad auditiva no está asociada a ningún trastorno que prive físicamente a una persona de la facultad de hablar. Simplemente no hablan adecuadamente porque no perciben los patrones del lenguaje oral. El niño con audición, en su más tierna infancia oye a sus padres y comprende y aprende las locuciones que repetirá en su vida mediante su lenguaje oral. (Minguet, 2000) El colectivo de personas sordas es muy diverso. Esta variedad viene determinada por factores relacionados, tanto, con la propia sordera (momento de aparición, lugar de la lesión, grado de pérdida auditiva), como con las formas de comunicación utilizadas, como con diversas características individuales (edad, momento histórico, etc.) o como con el contexto familiar, educativo y social (Rodríguez, 2000). Las sorderas se clasifican comúnmente atendiendo a tres criterios fundamentales: 1. Momento de adquisición 2. Lugar de la lesión 3. Grado de pérdida auditiva

Analicemos con detalle cada uno de estos tres criterios: 9

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1. Según el momento de adquisición. Las consecuencias que tiene sobre la adquisición del lenguaje oral varían de modo importante según el momento evolutivo en el que aparece la sordera. Cuanto más tarde se produce, mejor pronóstico en comunicación oral tendrá la persona afectada. Se distinguen tres subtipos de sordera (Torres, 1999) según el momento de aparición y de desarrollo alcanzado con el lenguaje oral. 1.1 Sorderas prelocutivas. Son las que se manifiestan antes de la adquisición del lenguaje, entre los 0 y los 2 años). 1.2 Sorderas perilocutivas: son aquellas en que la pérdida auditiva se produce en el momento en el que el individuo está aprendiendo la lengua oral, entre los 2 y 5 años. 1.3 Sorderas postlocutivas: son las que ocurren después de la adquisición del lenguaje oral, más de 5 años. 2.

Lugar de la lesión

El sistema auditivo está constituido por un complejo conjunto de elementos anatómicos y fisiológicos que de forma encadenada, secuencial y perfectamente organizado captan las vibraciones ambientales, las transmiten por vías nerviosas, las interpretan en áreas corticales y las integran para la elaboración de una respuesta (huida si percibimos un peligro, emisión de palabras si nos hacen una pregunta, memorización si se trata de una lección…). La lesión, patología o defecto anatómico pueden estar localizados en lugares diferentes, según sea éste podemos encontrarnos con los siguientes tipos de sordera: 2.1 Sordera de trasmisión o conducción. Es aquella producida por lesiones en el oído externo o medio. En estos casos nos encontramos con una deficiencia en la transmisión del sonido por vía aérea (recordemos lo que dijimos más arriba sobre el sonido). Esta sordera afecta a casi todas las frecuentas del espectro auditivo humano. Las vibraciones que se producen en el foco emisor (una palmada, por ejemplo) no llegan al oído interno, a pesar de que el funcionamiento de este sea normal. 2.2 Sordera de percepción, sensoriales o neurosensoriales. Esta sordera puede radicar en tres lugares diferentes. Si el oído interno está lesionado, la transmisión del sonido en las células de la cóclea se ve alterada. Otra afección puede estar localizada en la vía nerviosa, que es la responsable de codificar el 10

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estímulo auditivo hasta la corteza cerebral. Finalmente la lesión puede localizarse en la propia corteza cerebral. Los expertos han subdividido esta sordera en 4 clases, en función al momento de su adquisición. o

2.2.1 Genéticas o hereditarias. Son las ligadas a la dotación genética y transmitida de padres a hijos. Suman el 45% de las que se conoce su origen. Entre ellas 2/3 se manifiestan por mecanismos de herencia recesiva, y el resto por mecanismos de herencia dominante (Rodríguez, 2000).

o

2.2.2 Congénitas. Son las adquiridas durante el embarazo. Diferentes enfermedades o afecciones tóxicas que padece la madre afectan gravemente al feto en formación y con ello generan sordera.

o

2.2.3 Neonatales. Son las ocurridas en torno al nacimiento, bien durante el propio parto o por distintas afecciones del neonato durante los primeros días de vida.

o

2.2.4 Postnatales. Son las que pueden ocurrir en cualquier momento, siendo las más frecuentes las que se desencadenan por infecciones víricas o por la ototoxidad de algún producto con el que pudiera haber tenido contacto el neonato. En esta clase, además, pueden darse afecciones diversas al oído interno y/o vías auditivas que cursan como sordera de percepción.

3.- Grado de pérdida auditiva. Siguiendo los criterios establecidos por el Bureau Internationale d’Audio-phonologie (BIAP) (Torres, 1999), se distinguen cuatro grados de pérdida auditiva, que son sordera leve, moderada, severa y profunda. Esta clasificación se sustenta en una fórmula que utiliza como variables los decibelios (dB) percibidos y la frecuencia conversacional. Ampliaré detalles sobre estos tipos de sordera. 3.1. Sordera leve. La pérdida entre auditiva oscila entre 20 y 40 dB. El sujeto percibe el habla en su globalidad a excepción de algunos fonemas debido a la baja intensidad. Es aconsejable el uso de audífonos. 3.2. Sordera moderada. Los sujetos padecen una pérdida auditiva de entre 40 y 70 dB. No se percibe la voz en un tono conversacional normal. Al igual que en la sordera leve, es aconsejable el uso de audífonos.

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3.3. Sordera severa. La pérdida auditiva media está entre 70 y 90 dB. Tan solo se perciben los elementos suprasegmentales del habla. La persona sorda necesita del uso de la lectura labiofacial y tratamiento logopédico para la interiorización del lenguaje. Es vital el uso de audífonos para la percepción de algún sonido. 3.4. Pérdida profunda. La pérdida auditiva es superior a 90dB. Estas personas no perciben la voz ni el habla aunque este amplificada. Son incapaces de percibir los aspectos suprasegmentales del habla. Será necesaria la colocación de un Implante Coclear y rehabilitación logopédica.

4.3LENGUA DE SIGNOS 4.3.1 CONSIDERACIONES PREVIAS: Lengua o lenguaje: La Real Academia Española de la Lengua, que atribuye conceptos muy similares a estos dos términos. Define como “lengua” al “sistema lingüístico que se caracteriza por estar plenamente definido, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehículo de una cultura diferenciada, en ocasiones, por haberse impuesto a otros sistemas lingüísticos”, el término “lenguaje”, lo define como “una manera de expresarse” “un sistema comunicativo y expresivo verbal propio de un pueblo o nación, o común a varios”. Parafraseando a Saussure (1980), “la lengua no se confunde con el lenguaje, la lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esta facultad en los individuos. La lengua es la parte social del lenguaje exterior al individuo, que por sí solo no puede ni crearla, ni modificarla; solo existe en virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de la comunidad. La lengua es un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos que pertenecen a una misma comunidad.” Los matices diferenciadores entre lengua y lenguaje se los debemos atribuir a los lingüistas, quienes realizan una distinción clara de estos dos términos. Estos estudiosos consideran al lenguaje como cualquier sistema de signos que permite la comunicación, mientras que la lengua la consideran como el sistema de comunicación propio de una determinada comunidad.

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Teniendo en cuenta la distinción que establecen los lingüistas entre ambas denominaciones, se reserva el término “lenguaje de signos” para hacer referencia al sistema de comunicación general que utiliza signos; mientras que el concepto de “lengua de signos” hace referencia a un determinado ámbito geográfico o cultural de este lenguaje (Ortiz, 2005). Así en nuestro entorno se usa la Lengua de Signos Española (LSE), que está estandarizada, normalizada y usada por aquellos sordos y oyentes que la aprenden de forma reglada según parámetros fijados al efecto. Signos o señas: Para proseguir esta parte del trabajo, entiendo conveniente hacer precisiones sobre los conceptos signo o seña. Esta precisión no es baladí, ya que existe cierta polémica sobre cómo ha de llamarse a la LSE, lengua de signos o lengua de señas. Algunos creen que la primera denominación es propia de una traducción incorrecta del término inglés “sign” (Ortiz, 2005). El signo lingüístico, según Saussuere, es una entidad psíquica con dos vertientes, es la unión de un concepto y de una imagen acústica, siendo esta última su representación. Cuando nosotros oímos /o/v/e/j/a/ nuestra mente evoca la imagen que cada uno de nosotros tiene de una oveja. Esta imagen evocada es el significado, mientras que la sucesión sonora de los fonemas, es el significante. Igual ocurre con el lenguaje escrito, en el que la representación gráfica de la palabra “oveja” es el significante y la imagen que nos evoca al leerlo es el mismo significado que recuperamos cuando lo oímos de boca de un tercero. Fundamentadas en estas explicaciones, algunos autores consideran adecuada la denominación “lengua de signos” para referirse al sistema comunicativo arbitrario creado para la comunicación entre sordos y entre éstos y los oyentes que dominan ese sistema (González, 1992). Por otro lado, el concepto “lengua de señas”, tiene otros partidarios. Estos se inclinan por esta denominación, pues consideran que los movimientos de manos y brazos usados en la LSE se acomodan mejor al significado que se pretende transmitir. Los gestos que hacen los brazos y manos no dejan de ser señas (Gascón, 1998). Argumentan estos partidarios que el término “seña” tiene una larga tradición en nuestro país, pues apareció en el primer texto que en España se escribió sobre el tema: “Tratado legal sobre los mudos”, del Licenciado Lasso (1550). Si bien es cierto que en la actualidad, aunque las dos denominaciones están reconocidas y pueden considerarse equivalentes, la expresión “lengua de signos” está más difundía entre la comunidad sorda es nuestro país, pues es la que aprobó la CNSE, entidad más representativa de la comunidad sorda. 13

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El signo gestual que utilizan las personas sordas, como signo de un lenguaje humano, está dotado de las mismas características que cualquier significante en el lenguaje oral. Este significante ha sido elegido de forma arbitraria, tiene o puede tener sinónimos y visto por un interlocutor evoca en él el correspondiente significado. La sucesión de diversos signos aportan diferentes significados que en su orden y conjunto, gracias a la sintaxis y morfología de la LSE permiten la transmisión y recepción de mensajes complejos. Cuando un presentador de televisión tiene a su lado un intérprete de lengua de signos, éste último transmite el mismo mensaje que el presentador está emitiendo y a la misma velocidad, con una pequeña demora. Definición de lengua de signos Teniendo en cuenta las consideraciones previas, podemos definir las lenguas de signos como aquellos sistemas lingüísticos complejos que cuentan con los tradicionales niveles fonológicos, morfológicos y sintácticos, además de poseer sus propias reglas gramaticales, distintas de las demás lenguas orales, siendo de carácter visual gestual; basado en el uso de manos, ojos, cara, boca y cuerpo (González, 1992). Las lenguas de signos han evolucionado introduciendo gestos, de igual forma que la lengua oral incorpora nuevas palabras para denominar nuevos aparatos o situaciones antes no existentes o sin denominación. En casos extremos, para denominar un nombre de persona, de animal, de aparato… que no tiene aún su signo, se recurre, excepcionalmente a la reproducción con la mano de signos de letras, que adecuadamente encadenados transmiten los grafemas que constituyen la palabra no dotada de signo que se quiere transmitir. Esta técnica es denominada dactilología, de la que más adelante hablaré con más detalle. Atendiendo a la definición que di de lengua de signos, la dactilología no se podría considerar como parte íntegra de la lengua de signos, puesto estos no son signos como tales, sino formas manuales que se agrupan para formar palabras, siguiendo la fonología y la ortografía de las lenguas orales (Sandler,1898). Las lenguas de signos, como ya he anticipado, reúnen todas las características formales del lenguaje humano, poseen una gramática visual rica y propia, son lenguas de cultura y dependen en su evolución y desarrollo de la comunidad de personas que la usan, los individuos sordos, sordociegos, sus familias y los profesionales y voluntarios que la han aprendido para su uso (Herrero, 2009).

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La intrínseca arbitrariedad en la formación de la lengua de signos, permite suponer que no hay una única lengua de signos en todo el mundo, cada país posee una o varias lenguas de signos. Tampoco existe exclusivamente una lengua de signos por cada lengua oral, ya que las lenguas de signos han evolucionado de forma natural con el contacto entre personas que necesitaban un sistema de comunicación medianamente aceptable. Se da el caso de que varios territorios que comparten el mismo idioma hablado, sus sordos utilizan diferentes lenguas de signos según la zona geográfica donde se asientan. Como muchas lenguas minoritarias, la lengua de signos ha estado durante años marginada y relegada al uso exclusivo de pequeñas comunidades, pero pese a prohibiciones y obstáculos, se ha mantenido viva y sus usuarios han protegido y transmitido su patrimonio lingüístico de generación en generación. Las lenguas de signos en España han pasado de un círculo puramente doméstico y restringido a una generalización de uso como la que conocemos hoy. En la actualidad su uso trasciende a todos los ámbitos y contextos sociales. Como curiosidad, y para corroborar parte de lo que he indicado antes, ahora conviven en el Estado Español dos lenguas de signos, la lengua de signos española (LSE) y la lengua de signos catalana, en la Comunidad Autónoma de Cataluña, tal y como reconoce la Ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. La lengua de signos catalana está reconocida a través de la Ley 17/2010, de 3 de junio, de la lengua de signos catalana, aprobada por el Parlamento de esa Comunidad Autónoma. Además, está en vigor la Ley 11/2011, de 5 de diciembre, por la que se regula el uso de la lengua de signos española y los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y con sordoceguera en Andalucía. Asimismo, existen referencias a la lengua de signos española en los Estatutos de algunas Comunidades Autónomas, como en Andalucía, Aragón, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura e Islas Baleares. Es obvio decir que la lengua de signos catalana tiene su propia referencia en el Estatuto de Autonomía de Cataluña. 4.4

HISTORIA DE LA LENGUA DE SIGNOS.

Evolución de la lengua Existe poca información sobre el origen de la lengua de signos tal como la conocemos hoy. Hay teorías que proponen que la lengua de signos en sentido exacto se 15

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desarrolló como medio comunicativo básico, antes que las propias lenguas orales, en eslabones evolutivos previos al Homo sapiens sapiens. Según estas teorías, esta forma básica de comunicación fue siendo sustituida y posteriormente relegada a un segundo plano, cuando la especie humana fue desarrollando las conocidas y espectaculares capacidades lingüísticas propias de nuestra especie. Si hacemos una revisión en las fuentes históricas, son escasos los datos concretos acerca de las personas sordas, hasta el siglo XVI. A título meramente testimonial, reproducimos tres reseñas antiquísimas recogidas por distintos autores, acerca de las personas sordas: -

En el texto sagrado de los hebreos, el Talmud (Siglo V a.C.), se dice: “No equipareis al sordo y al mudo en la categoría de los idiotas o de aquellos individuos de irresponsabilidad oral, porque pueden ser instruidos y hechos inteligentes”.

-

Aristóteles (384—322 a.C:) dejó escrito: “los que por nacimiento son mudos, también son sordos: ellos pueden dar voces, mas no pueden hablar palabra alguna”

-

San Agustín (354-439), manifestó: “Aquel que no tiene oídos no puede oír, y el que no puede oir, jamás podrá entender, y la falta de oído desde el nacimiento impide la entrada en la fe”.

A pesar de la eminencia intelectual de algunos de estos autores, hoy podemos asegurar el enorme error que cometían al calificar a los sordos según esos criterios transcritos. Años más tarde, el código Justiniano (527-565) recoge todo lo que se había sentenciado sobre los sordos y los mundos, y establece una clasificación en cuatro categorías: -

1.- Los sordos que no hablan,

-

2.- Los sordos que no hablan pero que saben escribir,

-

3.- Los sordos que hablan

-

4.- Los mudos que oyen.

En este código, el primero de estos grupos estaba privado de derechos, mientras que los otros disponían de ellos. En 1198, el Papa Inocencio III autoriza el matrimonio de las personas sordas alegando que si bien no pueden hablar, pueden expresarse por signos. Gracias a esta cita

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constatamos un reconocimiento de derechos a los sordos y por otra parte prueba el uso de signos para comunicarse de forma efectiva entre ellos. Más adelante, durante el reinado de Alfonso X el Sabio (1221-1284), se autoriza en el Código de las Siete Partidas el matrimonio entre sordos en sus reinos de Castilla y León, pero no les permite testificar en juicios, adoptar huérfanos ni heredar (Minguet, 2000). No fue hasta el siglo XV, en la época del Renacimiento, con la difusión de las ideas racionalistas y humanistas, cuando empieza a extenderse la idea de que los “sordomudos” no son seres irracionales e ineducables. Se da un avance importante en el reconocimiento de su integridad personal. Es en esta época, cuando Leonardo Da Vinci (1452-1519) manifiesta que las personas sordas tienen una habilidad especial para la pintura y el dibujo. Él mismo tenia algunos sordos trabajando es su taller. En su obra titulada “Tratado de Pintura” afirmaba: “habrán recibido buenas enseñanzas todos aquellos que sepan imitar los movimientos de los mudos, que hablan con las manos y los ojos, con las cejas y con toda su persona, movidos por la voluntad de expresar todo lo que su alma concibe[…] Si os complacéis en estudiar los movimientos de las manos de los que hablan por señas, y si os aproximáis y averiguáis el porqué de sus gesticulaciones, comprenderéis los detalles de los gestos de los mudos, que no saben dibujo y no buscan ayuda del dibujo. Aprended de los mudos a ejecutar movimientos que expresen el concepto de las almas de sus interlocutores” (Ortiz, 2005). Unos años después, el eminente Gerolamo Cardano (1501-1576), médico, filósofo y matemático, tuvo una hija sorda, lo que le permitió establecer una relación entre la sordera y la ausencia de lenguaje hablado. Esto le llevó a considerar y explorar otra vía que no fuera la auditiva para instruir a las personas sordas. Afirmaba que las personas sordas pueden ser enseñadas si se les asocia el objeto que pretendes enseñar con símbolos escritos. Afirmó que “el mudo, leyendo oiga; y escribiendo, hable”. En España, en el siglo XVI, surge la figura hasta ese momento más influyente en materia de la instrucción de las personas sordas, nos referimos a Fray Ponce de León (1520-1584). Este fraile es considerado el primer educador de personas sordas del mundo. Se encargaba de la educación de niños sordos de familias aristocráticas y nobles con el fin de que pudiesen hablar, leer, cantar, rezar… con el propósito final de que una vez instruidos, pudieran heredar títulos y fortunas, realizar contratos, matrimonios o testificar en juicios. 17

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Alguno de los alumnos de Ponce de León, pertenecían a familias de nobles de Castilla, entre ellas, los Hernández de Velasco, que eran portadores de un tipo de sordera hereditaria. Como ya se dijo anteriormente, el requisito para poder heredar en esa época, pasaba porque las personas sordas hablasen. La tarea encomendada a Ponce de León era enseñar a hablar a los herederos sordos de esta familia y de esta forma poder ser declarados herederos del patrimonio de sus mayores. La experiencia de Ponce de León instruyendo a personas sordas con éxito, va a ser revulsivo excepcional para los que lo conocieron o los que recibieron noticias de él. Desde ese momento se extiende como la pólvora la idea de que las personas sordas pueden ser educadas. Los resultados de Ponce fueron recopilados por uno de sus alumnos, el licenciado Lasso, perteneciente a la familia Velasco, en su “Tratado legal sobre los mudos” (1550). Su objetivo era demostrar la verdadera capacidad de las personas sordas para poder heredar, puesto que al ser instruidos y enseñados a hablar con éxito, se demostraba que no eran incapaces intelectuales. Fue por esta época, cuando se reconoce legalmente al primer intérprete de lengua de signos (Gascón, 1998). Esta función la podía realizar cualquier persona que conociera los gestos y la simbología que usan las personas sordas. Poco se conoce de los avatares que pudo tener la enseñanza de la lengua de signos en los años posteriores a Ponce de León. Por la propia mentalidad de la época, los individuos sordos eran tratados marginalmente y las enseñanzas que se les impartían se hacían con gran recelo y oscurantismo. De entre lo poco que se conoce tras las experiencias de Ponce de León, se sabe que su obra tuvo cierta continuidad con los trabajos de Ramírez de Carrión y de Juan Pablo Bonet. Ramírez de Carrión (1579-1652) relató en su libro Maravillas de la naturaleza (1629), sus experiencias, al haber enseñado a hablar a varios sordos. El segundo de los estudiosos, Juan Pablo Bonet, (1579-1633), fue el autor de del primer libro sobre la forma de enseñar a personas sordas Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos (1620). En esta publicación se detalla el uso de la comunicación manual, pero como instrumento para conseguir la oralidad. Estos estudios, que surgieron en España, fueron difundidos por otros países, de mano de Keneln Digby, que a su vez fue leído por otros intelectuales de otras naciones; entre ellos, en Inglaterra, el profesor de la Universidad de Oxford, John Wallis, que publicó un tratado de la enseñanza de la lengua a niños sordos, titulado: De Loquela 18

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(1653). Afirmaba que las personas sordas eran capaces de expresar sus pensamientos a través de los signos y que los oyentes debían aprenderlos para enseñar a los sordos el significado de las palabras. En Holanda, esta difusión la facilitó Amman, quién publicó dos obras: Surdus loquens (1696) y Dissertatio de loquela (1700). Este autor afirmaba que la conversación a través de los signos era defectuosa e incompleta. En Francia, el responsable de la difusión de estas nuevas tendencias de introducción de la lengua de signos, fue Jacob Rodríguez Pererie, su metodología consistía en enseñar a los alumnos las letras del alfabeto mediante la dactilología, inventada por Bonet, y otras formas ingeniosas que él mismo diseñó para representar los sonidos de los fonemas franceses. Fue capaz de que el alumno sordo asociara un signo manual a su fonema. Este les enseñaba a pronunciarlos utilizando el sentido del tacto. Como apoyo instrumental, hacía uso de la mímica para hacerse entender. Sirvan estas pequeñas referencias previas para tener una ligera idea de los distintos autores que en lugares diversos iban introduciendo la lengua de signos. Obviamente cada uno elegía libremente sus signos, sus estrategias y los protocolos de enseñanza. Todos estos autores mencionados, fueron el pilar de la educación oralista en sus respectivos países. Haciendo un poco de patria, todos ellos tomaron las bases, como ya se dijo, de los precursores españoles. Por lo que hemos indicado, en esta época se inicia la aceptación de la comunicación a través de signos. Indudablemente, esta comunicación se instauraba en las clases altas, en la aristocracia, que tenía recursos para compensar a los estudiosos y profesores que atendían a sus hijos. Estas familias adineradas pretendían que sus hijos sordos aprendieran a hablar, con el fin de que no perdieran, cómo ya he referido varias veces, los derechos hereditarios. Adentrándonos ya en los siglos XVIII y XIX, nos topamos inicialmente con una figura singular, el Abad de L`Épée (1712-1789). Con él, la educación de las personas sordas, dio un giro de 180 grados. Para estudiosos posteriores, esta época, quizás, con un poco de exageración, es considerada la Edad de Oro de las lenguas de signos. Con este autor comienza a extenderse de forma más generalizada el uso de signos manuales. En un principio, el Abad de L’Epée, comienza a observar a los mendigos sordos de París y aprende sus signos, gestos y añadió otros nuevos inventados por él, para enseñar a sus alumnos. Consideraba que el lenguaje natural de las personas sordas era precario e insuficiente y que no tenía estructura gramatical. Por este motivo, creó “los gestos metódicos” que eran una mezcla de signos utilizados por sordos a los que 19

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se les añadían elementos que él había inventado para incorporar de esta manera aspectos gramaticales a la lengua de signos. Sería lo que actualmente llamamos “comunicación bimodal”, que era un método artificial cuya finalidad perseguía que los sordos aprendieran a leer y escribir. L’Epée no fue, en sentido estricto, el inventor de la lengua de signos francesa, como mucha gente piensa; pero hizo algo por ella algo muy positivo, impulsó la educación colectiva y generalizada a todos los estratos sociales. Salió en ese momento del uso individualizado, exclusivista y reservado de las familias económicamente poderosas y se extendió a todos los sordos, fuera cual fuera su clase social. La importancia de L’Epée queda clara en la cita que recogemos de un libro de Lane, que nos dice: “Al reunir en una comunicad de signos a los sordomudos que antes vivían aislados, el Instituto creó, sin ser consciente de ello las condiciones necesarias para que pudiera desarrollase y extenderse un nuevo lenguaje con mayores posibilidades de comunicación y con él la inteligencia de quienes lo usaban y la sociedad de la que formaban parte” (Lane, 1994). Gracias a las donaciones de carácter privado y a la proporcionada por la ciudad de París, en 1760 se abrió una escuela para sordos, que comenzó con seis alumnos y llegó a los setenta y dos, unos años más tarde. En 1789, la Asamblea Nacional Francesa la convirtió en institución nacional. Los antiguos alumnos de la academia constituida por L’Epée, abrieron nuevas escuelas en otras ciudades. De esta forma se rompió el aislamiento en el que hasta entonces estaban inmersas las personas sordas. Gracias a este hecho, la lengua de signos fue trasmitida de generación en generación. Sobre este suceso, Itard escribió en 1827 “Una institución de sordomudos, numerosa, antigua, que reúne en sus seno a personas de diversas edades y distintos grados de instrucción, representa una autentica sociedad que posee un lenguaje ya establecidos, cargado de ideas adquiridas y de tradiciones y que es susceptible, como el lenguaje hablado, de llegar a la inteligencia de la persona”. Aquí se construyeron los cimientos de la comunidad sorda. Itard fue el autor de las obras Institucion des sourds et Muets par la voice des signes mèthodques (1776) y La véritable manière d`instruiré les Sourds et Muets (1784). En esta última, refleja la primera descripción de algunas características gramaticales de una lengua de signos, en el caso que nos ocupa, la francesa.

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A la muerte del Abad L’Epée, Roch Ambroise Sicard (1742-1822), indiscutible sucesor de aquel, pasó a ocupar el cargo de director del Instituto Nacional de Sordomudos de París. Publicó su método para enseñar francés a niños sordos en un libro titulado Cours d´Instruction d´un Sourd-Muet de naissance, pour servir à l´éducation des sourds-muets, et qui peut-être utile à celle de ceux qui entendent et qui parlent (1801). Este libro recoge las experiencias en la educación de uno de los alumnos más aventajados, Jean Massieu, que llegó a convertirse en profesor del instituto. Este conocimiento de la lengua de signos le hizo llegar a la conclusión de que inventar signos arbitrarios, como hacia su antecesor, no era bueno. Afirmaba que “El inventor de este método [L’Epée], creyó haberlo completado cuando inventó gestos para todas las palabras, mientras que debería haber obtenido los gestos de sus alumnos para que, así, coincidieran con las ideas que intentaba comunicarles. De esta manera, creyó haberles dado la inteligencia de las palabras y solamente les dio la de los signos. No se dio cuenta de que nada era más fácil que hacerles escribir palabras en vez de signos; pero que éstos les eran tan desconocidos como aquellas, y así les llevaba desde lo desconocido a lo desconocido. Pudo entonces llegar, y llegó, en efecto, fácilmente a hacerles escribir páginas enteras de los libros más abstractos mediante los gestos; pero estos gestos, puramente mecánicos, no tenían ningún efecto sin el valor de las palabras, porque, en cualquier lengua, las palabras solo son signos convencionales; y para otorgarles significado es necesario que esa lengua sea utilizada por todos los que están de acuerdo” (Lane, 1994). Podemos afirmar, que de alguna manera, Sicard fue el propulsor de la moderna logopedia cognitiva (Ortiz, 2005), pues su función era enseñar y orientar a las personas sordas hacia la expresión de la realidad a través de la escritura y de la lengua de signos. A Sicard, le sucedió en la dirección del Instituto de sordomudos de Paris, un discípulo suyo, Auguste Bébian (1749-1834). Este, al igual que su antecesor, rechazó los signos metódicos de L’Epée, pues afirmaba que la lengua de signos era lo suficientemente completa por si sola. Aseguraba que estos signos metódicos dificultaban la comprensión de las frases a los sordos y que rompían las relaciones lógicas de las frases. Es la misma dificultad que hoy en día experimentan las personas sordas cuando utilizan una comunicación bimodal, pues estamos mezclando las estructuras lingüísticas de dos lenguas distintas. Esta fue una tendencia revolucionaria, por la defensa que hacía de la lengua de signos, no como los oyentes la ideaban, sino como la utilizaban los sordos de una forma más natural. Muchos consideraron a Bébian

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como el precursor de la educación bilingüe, aplicada a las personas sordas. Pues reservaba la lengua oral para las relaciones cotidianas con los oyentes. Un contemporáneo de Bébian, el médico del Instituto de sordomudos de Paris y responsable de la educación del niño salvaje de Aveyron, el ya citado Itard (17741838), fue un gran defensor del oralismo en personas sordas hasta la última etapa de su vida, que acabó por admitir que la lengua de signos era la lengua natural de las personas sordas y que por ese motivo, debía ser enseñada a todos los sordos, independientemente de su pérdida auditiva. Dejó reflejadas estas ideas, en su libro Tratado de enfermedades del odio y la audición (1821). No solo publicó este libro, sino que intentó llevarlo a la práctica en el instituto, con una educación mixta, que utilizaba tanto signos como lenguaje hablado. Afirmó que las personas sordas tenían dificultad en el habla, pues esta no era su lengua natural. Esta afirmación tomaba más sentido atendiendo al hecho de que las personas sordas vivían entre oyentes, y estos desconocían la lengua de signos. En defensa de la lengua de signos, apareció otro miembro del Instituto de París, Degérando, que publicó en 1827 su libro De l´Eduction des sourds-muets de Naissance, en el cual habla de las ventajas principales de la lengua de signos como primer medio de comunicación entre las personas sordas. Afirmaba que ayudaba a conocer los pensamientos y las emociones de los alumnos, y que esto se podría utilizar como una herramienta para la consolidación de otros conocimientos no lingüísticos, pues compartía con sus alumnos, una forma natural de comunicación. Otro alumno de este mismo instituto, Louis Laurent Marie Clerc (1795-1869), se convirtió en uno de los mejores profesores y pasaría a la historia como un defensor de la lengua de signos y en especial de la lengua de signos americana. Louis Laurent Marie Clerc viajo a Inglaterra, huyendo de la Francia napoleónica, y allí conoció al americano Hopkins Gallaudet (1787-1851). El propósito de este último era aprender las técnicas de enseñanza a personas sordas y volver a su país para fundar la primera escuela americana dedicada a este fin. De esta forma, el prolífico Instituto de París fue semillero de profesores de lengua de signos francesa y a la vez exportador de su metodología a la incipiente sociedad americana. Una vez saltado el océano y se materializó su propósito, Gallaudet y Clerc fundaron en Hartford (Connecticut) en 1817, el Asilo Americano para Educación e Instrucción de Sordos y Mudos (hoy: Amercian School for the Deaf). En un principio, por inexperiencia, se mezclaron la lengua de signos francesa e inglesa. Pronto se dieron

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cuenta de las dificultades que ocasionaba la fusión de ambas lenguas, por lo que se recuperó la lengua natural de las personas sordas. El objetivo de esta academia americana, era el mismo que el de L´Épée en Francia, propiciar la cohesión lingüística y cultural entre las personas sordas (Ortiz, 2005). Uno de los hijos de Galladuet, Edward Gallaudet (1837-1917), continúo con los pasos de su padre, y consiguió, en 1864, que el Congreso aprobara una ley que autorizaba al Instituto Columbia para Sordos y Ciegos de Washington a convertirse en la primera Universidad para sordos. Universidad que hoy sigue en funcionamiento, además de ser la primera Universidad de humanidades para alumnos sordos del mundo. A finales de la década de 1860, Edward Gallaudet viajó por Europa visitando las escuelas de 14 países (Sacks, 1991). En estas escuelas se utilizaba tanto lengua oral como lengua de signos y se obtenían resultados similares a las oralistas en cuanto a la articulación del habla, pero superiores en enseñanza general (Ortiz, 2005). Desde los inicios de la educación reglada para sordos, se evidenció un debate sobre que era más conveniente, enseñar lengua de signos o lengua oral. A partir de 1820 se empezó a cuestionar con más fuerza el uso de la lengua de signos en las aulas, puesto que veían que las personas sordas no eran capaces de integrarse, además de limitar sus posibilidades comunicativas con la sociedad. Solo 40 años más tarde, comenzaron a abrirse las primeras escuelas orientadas exclusivamente en las enseñanzas oralístas. El detonante de la desaparición de la lengua de signos en la educación de las personas sordas fue el II Congreso internacional de maestros de Sordomudos celebrado en Milán en 1880, pero previo a este congreso, se celebraron reuniones que habían sentado las bases para hacer oficial lo que ocurrió en el congreso de Milán. En 1878 se celebró en París, el I congreso Internacional sobre la Instrucción de los sordomudos, dicho congreso aprobó que el método de enseñanza dirigido a las personas sordas seria el oral, puesto que favorecería su integración social, y que los signos quedarían relegados a un segundo plano, siempre y cuando el fin fuese el de alcanzar el habla. El segundo congreso, ya mencionado, celebrado en Milán en 1880, se eliminó definitivamente la lengua de signos. Su lema fue “el signo mata la palabra”. Estas son algunas de las resoluciones que se aprobaron:

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“ El congreso, considerando la indiscutible superioridad del habla sobre los signos en lo referente a integrar al sordomudo en la sociedad y proporcionarle un perfecto conocimiento del lenguaje, declara, que el método oral es preferible al mímico para desarrollar y educar a los sordomudos”

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“El congreso, considerando que el uso de los signos y el habla al mismo tiempo tiene la desventaja de socavar el habla, la lectura de los labios y la precisión de las ideas, declara que debería utilizarse el método oral puro”.

No todos los asistentes al congreso estuvieron de acuerdo con esta resolución, uno de los disconformes fue el ya referido más arriba, Edward Gallaudet, que siguió haciendo uso de la lengua de signos como método de enseñanza. Muchas personas sordas, en la clandestinidad, seguían utilizando la lengua de signos, en lugar de la lengua oral. Oliver Sacks, en su libro Veo una voz, con relación a esta imposición de la lengua oral, opina: “en realidad, lo que pasaba con los sordos y el lenguaje de señas era parte de un movimiento de la época: una tendencia a la imposición y al conformismo victorianos, a la intolerancia hacia las minorías y costumbres de cualquier tipo”. En otro tercer congreso, celebrado en Paris en 1900, Gallaudet criticaba duramente el método oralista y declaró que los defensores del oralismo se encontraban entre los profesores oyentes, mientras que los valedores de los signos estaban entre los propios sordos. Propuso en varias ocasiones una reunión conjunta entre profesores sordos y oyentes, pero fue denegada aludiendo que el idioma oficial era el francés y no la lengua de signos. Finalmente, este congreso parisino mantiene las conclusiones del Congreso de Milán, considerando que el habla es indiscutiblemente superior a los signos. Las consecuencias fueron muchas y graves, por un lado, ya no cabía la posibilidad de profesores sordos, puesto que estos utilizaban la lengua de signos, por otro lado, el desarrollo cultural de los alumnos sordos se resintió al no poder acceder a los contenidos de la enseñanza, y a su lengua natural. Durante la primera mitad del siglo XX, la tendencia oralista seguía siendo la predominante en la educación de las personas sordas. Hasta que Vygotsky, apreció la poca utilidad de la lengua oral en la educación de las personas sordas, según su opinión, favorecía el desarrollo de la articulación, pero no del habla. Abogaba por un método que fuese la combinación de lengua oral y lengua de signos, pues esto era lo más positivo para las personas sordas en cuanto a su desarrollo lingüístico y educativo. Afirmaba que la lengua de signos era una verdadera lengua. Estas teorías

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de Vygotsky no fueron escuchadas en ese momento, pero fueron reconsideradas bastantes años más adelante. En esos momentos de la historia, el peso del oralismo cada vez iba siendo menos fuerte, y el destino de la lengua de signos estaba empezando a cambiar. Por un lado los maestros de alumnos sordos empezaron a notar que los resultados educativos de estos eran notablemente inferiores a los resultados de los alumnos oyentes. Por otro lado, los profesores argumentaban que el hecho de que la lengua de signos estuviera prohibida en las aulas, no significaba que esta no se usase fuera de ellas. Además, empezaron a surgir estudios que demostraban que la lengua de signos podía ser considerada como una verdadera lengua, pues tenía una gramática propia y una capacidad comunicativa equiparable a la de otras lenguas. En los años 50 del siglo XX, William Stokoe, profesor de la Universidad de Gallaudet, afirmó con rotundidad que la lengua de signos era una verdadera lengua, pues cumplía todos los requisitos para ello. Escribió un libro, Sing Language Structure (1965) a favor de la lengua de signos. Este libro causó una auténtica revolución, a partir del cual no quedó más remedio que revisar las teorías lingüísticas de la lengua de signos, para reconocerla como una verdadera lengua. Estas investigaciones pioneras sobre la lengua de signos americana abrieron caminos al estudio de otras lenguas de signos, como la británica, la italiana, la francesa, la sueca, la noruega, la danesa, la japonesa, la china y la española (Rodríguez, 1992). Gracias a los estudios posteriores, propiciados por Stokoe, se empieza a demostrar que la adquisición de la lengua de signos cumple las mismas etapas de desarrollo que la lengua oral. Sigue los mismos escalones evolutivos, se enriquece exponencialmente con el paso de los meses y tiene su esplendor en la pre-adolescencia. En Escandinavia, se celebró el primer simposio sobre la Investigación en Lengua de Signos (1978). Dos años más tarde, tuvo lugar el Congreso Internacional de Hamburgo, en conmemoración del centenario del Congreso de Milán, el cual tuvo que aprobar el uso de la lengua de signos, visto el fracaso evidente del método oralista en personas sordas. Unos años más tarde, en 1985 se celebró en Bristol (Reino Unido) una reunión de la asociación Europea para la Investigación de la lengua de signos. Unos años más tarde, en 1988, el Parlamento Europeo publicó una resolución en la que se reconocía la lengua de signos de cada país como una lengua natural de la comunicad sorda (Rodríguez 1992). Seguidamente, para reforzar e impulsar sus acuerdos, en 1995, la 25

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cámara europea puso en marcha un proyecto en toda Europa para dar cumplimiento a la resolución de 1988. He de concretar que esta decisión del legislativo europeo, más que obligar, simplemente recomendaba a los gobiernos nacionales sobre el uso de la lengua de signos. Esta recomendación, carente de fuerza impositiva, ha provocado un desarrollo desigual entre los estados que forman la Unión Europea. Hoy día, es evidente la desigualdad de trato que se percibe entre los diferentes estados europeos a la comunidad sorda de sus respectivas nacionalidades. 4.5

HISTORIA DE LA LENGUA DE SIGNOS EN ESPAÑA

Como ya he anticipado, España fue pionera en la educación de personas sordas, gracias a ilustres personajes como Ponce de León, Bonet… Este impulso original fue perdiendo importancia e influencia, en favor de las escuelas francesas, encabezadas por el Abad L`Épée, o llevada a América de manos de Gallaudet, como ya ha quedado expresado más arriba. Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809) publicó en 1795 el libro Escuela española de Sordomudos o Arte para enseñarles a escribir y a hablar en el idioma español. Este era un fiel defensor de los gestos manuales y aconsejaba a los maestros el uso de esta metodología natural para las personas sordas. Ya en 1800, en Barcelona, Joan Albert i Martí, pidió ayuda al ayuntamiento para que este las concediera un local y así poder instruir a personas sordas. Su persistencia tuvo premio, y logró disponer de ese local tan necesario como útil. Dos años más tarde, se construyó la Real Escuela de Sordomudos en Madrid, fundada por José Miguel Alea, el cual había visitado a L’Epée para aprender de él. Su idea, obviamente, era la de favorecer el uso de la lengua de signos entre las personas sordas. Consta en los documentos oficiales que Roberto Francisco Pradez (1773-1836), fue el primer profesor sordo de esta Real Escuela, siendo responsable de impartir arte. La dedicación y voluntad de este profesor, le permitió que poco a poco fuera cobrando protagonismo entre el claustro de profesores, siendo participe en múltiples actividades que este colegio realizaba. Durante esta época, y durante todo el siglo XIX, la metodología que se impartía en la Real Escuela se denominaba “los signos generales de comunicación”. Bajo este nombre, lo que realmente se encubría era el uso de la lengua de signos, la escritura, el dibujo, los abecedarios manuales y labiales y la pronunciación (Rodríguez 1992).

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El plan de estudios en los colegios de personas sordas contemplaba el lenguaje mímico durante los cuatro primeros años cursados, con distintos niveles de dificultad según el progreso. A parir de los niveles V y VI, se intensificaba el estudio de la lengua oral, los contenidos escolares estaban agrupados en tres bloques: las enseñanzas intelectuales, las prácticas educativas específicas y las enseñanzas profesionales, que les iniciaban en el aprendizaje de una profesión que pudiera servirles en el futuro. Otro personaje español esencial en la promoción de la lengua de signos fue Francisco Fernández Villabrille (1811-1865), que ejerció de maestro de personas sordas. Tras sus experiencias educativas, más tarde fue responsable de la edición de la Revista de Sordomudos, y de la publicación de numerosos libros encaminados a la defensa y difusión del uso de la lengua de signos en la instrucción de las personas sordas. Posiblemente, de entre los publicados, el volumen más destacado fue el primer diccionario de LSE, que llevaba por título, Diccionario de mímica y dactilología (1851), en el cual ya se incluían 1547 signos. El siglo XIX fue en España especialmente interesante en la promoción de la enseñanza pública, así en 1857, se publicó la Ley de Instrucción Pública, en la cual se determinaba el establecimiento, en cada distrito universitario de un colegio para sordos. Esta normativa, y la sensibilidad social alcanzada en ese momento, permitieron que a partir de esa fecha, empezaran a fundarse centros para la enseñanza de sordos. En la historia de la lengua de signos española, no solo aparecen insignes personajes masculinos, una mujer, Doña Brígida Alonso, ciega y ex alumna del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid, perteneció a la orden religiosa Terciaria Franciscana. Ella, junto a 3 monjas más de su misma orden, fundaron en 1887, el primer centro para sordos y ciegos. Este centro llevó la misma denominación que la Orden religiosa que lo promovió. No fue el único, tras él se fundaron y pusieron en marcha muchos más por toda España y Sudamérica. Cabe destacar, que uno de los alumnos de este colegio, el más conocido de ellos, fue Don Jaime de Borbón, hijo del rey Alfonso XIII, el cual, según conocemos del estudio de la historia española del siglo XX, tuvo que renunciar a sus derechos hereditarios de la corona, por su condición de sordo. El trato social y estatal a las discapacidades ha avanzado de forma espectacular hasta lo que hoy conocemos y vivimos. Dentro de esa justa evolución de trato, debemos recordar que hasta hace solo decenas de años, la educación de las personas sordas y de los ciegos iban de la mano, integradas en los mismos centros. Fue en el año 1940 27

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cuando se creó la archiconocida ONCE, que se responsabilizó de la educación de las personas ciegas. Fue el momento de la segregación educativa entre las personas sordas y las personas ciegas. Hemos de considerar que esta segregación, que buscaba la especialización y la mejor atención de las diversidades fue un hito importante para la atención y beneficio de las personas sordas. Tras el famoso congreso de Milán, el cual no tuvo representante nacional, se celebró la Primera Asamblea Nacional para el mejoramiento de la suerte de los sordomudos y los ciegos, en el año 1906, aunque la lengua de signos ya estaba prohíbida en España desde la celebración del congreso de Milán. Transcurrieron los años sin muchos cambios con respecto a la educación de las personas sordas, muchas escuelas cerraban o se reconvertían para otro tipo de enseñanza, en muchos casos dirigida a plurideficientes. Tuvimos que esperar a 1970 para que en España se celebrara el primer congreso nacional de educadores sordos, en el cual se vuelve a criticar la lengua oralista en la instrucción de personas con deficiencias acústicas. En 1990, María Ángeles Rodríguez presenta y defiende en la Universidad de Valladolid la primera tesis doctoral sobre la lengua de signos. Su planteamiento es claro y contundente, la LSE es una lengua, puesto que se aprende de forma natural, está dotada de todas las características de cualquier lengua. Un apartado importante de su tesis es la dedicada a las conexiones entre pensamiento y lenguaje, llegando a la conclusión de que los déficits de la adquisición del lenguaje generan problemas en el desarrollo cognitivo. Rodríguez fue la primera de los numerosos estudiosos de la LSE que aparecieron en España en las postrimerías del siglo XX. Este nutrido grupo de estudiosos permitió la celebración del I Simposio sobre la Lengua de Signos y de la comunidad sorda, donde acudieron los más relevantes investigadores sobre la materia. En el año 1990 se crea la primera Asociación de Intérpretes de Lengua de Signos (ILSE), que con el paso de los años, acabaría transformándose en una federación (FILSE), la cual representa a las distintas asociaciones de intérpretes de todas las comunidades autónomas. En 1993, se firma un convenio de colaboración entre el Ministerio de Educación y Ciencia y la CNSE. El contenido de ese convenio se centra en los propósitos de tratamiento a los alumnos con necesidades educativas especiales por problemas auditivos. Gracias a este acuerdo, por primera vez en España el servicio de 28

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interpretación llega a las aulas tanto en primaria, como en secundaria. Esta revolucionaria decisión permite la educación integrada de niños sordos con oyentes. Comparten espacios, currículos educativos, retos académicos… El Real Decreto 697/1995, de 28 de abril (BOE nº131 del 2 de junio de 1995), propone a la administración educativa el reconocimiento y el estudio de la lengua de signos. El reglamento prepara los instrumentos jurídicos necesarios para facilitar el empleo de la lengua de signos en aquellos centros educativos que tengan integrados alumnos y alumnas con deficiencias auditivas. La misma norma dispone la formación de profesionales de apoyo y tutores de estos alumnos, con domino de la lengua de signos, y se insta a los centros docentes para que escolaricen a alumnos que utilizan sistemas de comunicación alternativos o complementarios a la lengua oral. En 1997, se publica el Real Decreto 1266/97, de 24 de julio (BOE del 11 de septiembre de 1997), que define el currículum de un Ciclo Formativo de Grado Superior correspondiente al título de Técnico Superior en Interpretación de la Lengua de Signos. Empieza su andadura una formación profesional encaminada a la preparación de intérpretes de LSE, que van a ser pieza clave en la intercomunicación entre el colectivo de personas sordas y el resto de la sociedad. Estos interpretes van a acompañar a sordos en sus consultas médicas, van a traducir las lecciones de los profesores, van a aparecer en un recuadro televisivo transmitiendo las noticias… Este mismo año se celebró el primer Encuentro de Equipos de Investigación de Lingüística de la LSE, organizado por la CNSE, en el cual se desarrollaron interesantes debates y se pusieron sobre la mesa las experiencias de los distintos profesionales dedicados al mundo de los sordos. En 1998, la CNSE puso en marcha el Proyecto Prádez, cuyo objetivo era crear un centro de formación, investigación y difusión de la comunicad sorda y de la lengua de signos, de ámbito nacional, y con sede en Madrid, gracias a la colaboración del IMSERSO (adscrito al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales) y la fundación ONCE, cuyos objetivos más destacados eran los siguientes: 1-

Proponer para su recopilación traducción y difusión aquellos trabajos de carácter lingüístico, psicológico, etnográfico o social que resulten de más interés al estudio de la lengua de signos y

2-

Llevar

a

cabo

diferentes

estudios

logísticos,

psicológicos,

etnográficos y sociales sobre la comunidad sorda (Equipo Técnico del Proyecto Prádez, 1998).

29

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En septiembre de 2001 se celebró en Alicante el I Congreso Nacional de Lengua de Signos Española, en el cual se exponen trabajos de carácter lingüístico y psicolingüístico sobre la LSE y el procesamiento de esta, las experiencias bilingües, materiales y metodológicas para enseñar la LSE, la cultura sorda, nuevas tecnologías… Los grupos de trabajo que acudieron a este primer congreso, provienen de universidades de toda España, entre las que se encuentran la de Valencia, Alicante, Sevilla, Vigo, Santiago de Compostela, La Coruña, La Laguna, Complutense de Madrid, Salamanca, Valladolid, Málaga. Además acuden representantes de distintas federaciones de sordos y de la Fundación CNSE. El 16 de abril de 2002, se aprueba en el Congreso de los Diputados, como proposición no de ley, la Carta de Derechos de los Ciudadanos ante la justicia; en su artículo 30 literalmente se expresa “el ciudadano sordo, mudo, así como el que sufra discapacidad visual o ceguera, tiene el derecho a la utilización de un intérprete de signos o de aquellos medios tecnológicos que primita tanto obtener de forma compresible la información solicitada, como la práctica adecuada de los actos de comunicación y otras actuaciones procesales de las que participen” Por fin, en 2007, se reconoce la lengua de signos como una lengua oficial, gracias a la ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. El Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española, CNLSE está integrado en el Real Patronato sobre Discapacidad y regido por un Consejo Rector. Fue creado tras la aprobación de la ya citada Ley 27/2007, cuya finalidad es la de investigar, fomentar y difundir la lengua de signos española, así como velar por su buen uso. Habrá que esperar hasta el 1 de Junio del 2011, cuando el Consejo Rector se reúne y consolida la presentación del CNLSE. Este Consejo está formado por un equipo multidisciplinar, profesionales y expertos en lengua de signos española y en sociolingüística, el cual es responsable de llevar a cabo los acuerdos del Consejo Rector. Desarrolla diversas acciones relacionadas con la normalización, promoción y difusión así como investigación y desarrollo de la lengua de signos española. Por lo tanto, la misión del CNLSE es trabajar por la normalización de la lengua de signos española, actuando como un espacio de referencia que vela por su buen uso y 30

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contribuye a garantizar los derechos lingüísticos de las personas usuarias de esta lengua. El equipo técnico del CNLSE desarrolla su trabajo en las instalaciones de la Fundación CNSE para la Supresión de las Barreras de la Comunicación, sito en Madrid. 4.6 4.6.1

INTERPRETE DE LENGUA DE SIGNOS. ELIMINANDO BARRERAS El Intérprete de Lengua de Signos

El intérprete de lengua de signos, a partir de ahora, ILSE, es el profesional responsable de interpretar mensajes de lengua de signos a una lengua oral y viceversa. La principal función del ILSE es la de igualar la situación de comunicación entre las personas sordas usuarias de la lengua de signos y las personas no competentes en la misma. De esta forma, este técnico ejercerá de puente de comunicación entre ambas lenguas y culturas, ejerciendo de mero transmisor de la información en ambos sentidos. La profesionalidad del ILSE debe cubrir las siguientes necesidades: 1.- Eliminar las barreras de comunicación entre las personas que comparten códigos de comunicación diferentes. 2.- Facilitar a las personas sordas el acceso a la información en lengua de signos. 3.- Favorecer la independencia de las personas sordas, proporcionándoles la información necesaria, para que ellas formen su propio criterio. Parece oportuno en este momento resaltar las diferencias entre los intérpretes de lengua de signos y de lenguas orales, para comprender mejor cual es la figura del intérprete. Los ILSE, como se puede deducir, interpretan la lengua de signos, sus usuarios son personas sordas. Su campo de trabajo es tan amplio como las necesidades comunicativas y de información que ellos precisen; por lo que pueden trabajar en entornos sanitarios, educativos, judiciales, policiales… y en todos los casos necesitan contacto visual con una de las partes. Por su parte, los intérpretes de lenguas orales cuentan con clientes oyentes que tienen o usan diferentes lenguas maternas, según el lugar geográfico de procedencia. En lo referente a su campo de trabajo, abarca cuestiones más generales, por lo que sus pautas de trabajo son diferentes, normalmente en cabinas ya que el contacto visual no siempre es necesario. 31

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4.6.2

Perfil del intérprete

Este profesional debe estar dotado de ciertas particularidades (De los Santos, 2001) para desempeñar correctamente su labor, que se dividen en cuatro grupos. 1.- De carácter personal. Entre ellas está la flexibilidad (que el ILSE sea capaz de adaptarse a diferentes situaciones y contextos), el autocontrol (el nivel de tensión a la hora de interpretar es alto) y la distancia profesional (no implicarse emocionalmente o afectivamente en situaciones de interpretación). 2.- De carácter intelectual. De las que podemos destacar la concentración, la memoria, la agilidad y la fluidez verbal. 3.- De carácter ético. Entre ellas destacamos el sentido de la responsabilidad, la tolerancia y la humildad. 4.- De carácter cultural. El ILSE, por su multifuncionalidad en diferentes campos debe disponer de unos conocimientos notables en ambas lenguas y amplios recursos culturales. 4.6.3

Historia de la interpretación en España.

El proceso de Interpretación de Lengua de Signos, ha evolucionado mucho. La Interpretación de Lengua de Signos, surge como repuesta a una demanda social de las personas sordas y de la necesidad de romper barreras de comunicación que las aíslan de la sociedad y del derecho a participar en ésta en igualdad de condiciones con respecto al resto de ciudadanos. Voy a plasmar un breve itinerario histórico de la interpretación: -

Hasta finales del siglo XX, la interpretación no era una práctica reconocida laboralmente. Los intérpretes no recibían ninguna compensación económica por su trabajo y normalmente la desempeñaban los hijos o familiares de las personas sordas.

-

En el año 1.987, tuvo lugar la implantación del “Servicio Oficial de Interpretes Mímicos”.

-

En el año 1.990, se creó la primera Asociación de Interpretes de Lengua de Signos, llamada “Asociación Intérpretes de Lenguaje de Signos de España” y se presentó el primer Proyecto de Formación de Interpretes de Lengua de Signos.

-

En el año 1.992, se publica el primer libro sobre la Lengua de Signos, una tesis doctoral, publicada con el título de Lenguaje de Signos.

32

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-

En el año 1.994, tiene lugar el primer Seminario de Intérpretes de Lengua de Signos en Barcelona y se elabora el primer Código Ético.

-

En el año 1.995, se reconoce el título de Técnico Superior en Interpretación de Lengua de Signos y se publica en el BOE el Real Decreto Título 2060/1995 que crea el Ciclo de Grado Superior en Interpretación de la Lengua de Signos.

-

En el año 1.998, comienza a impartirse el Ciclo de Formación Profesional de Grado Superior de Técnico en Interpretación de la Lengua de Signos en algunos centros educativos.

-

En el año 2.000, la Asociación de Intérpretes de Lengua de Signos de España se disuelve y posteriormente se crea la Federación Española de Interpretes de Lengua de Signos y Guías-Interpretes (FILSE).

4.6.4

Código deontológico

Son muchas las profesiones que para garantía de sus ejercientes disponen de una relación de pautas de comportamiento laboral, de público conocimiento, que marcan cuestiones éticas y de respeto a sus “clientes”. Los interpretes de lengua de signos es una de esas profesiones, y cuentan con su propio Código Deontológico, que se aprobó en el año 1994, posteriormente, en el año 1996 se desarrolló un Régimen Interno que regula su comportamiento, que es de obligado cumplimiento para todos los profesionales que ejerzan esta profesión en el estado español (De los Santos, 2008) El Código Deontológico propugna tres principios fundamentales, que todo ILSE debe cumplir: -

Neutralidad

-

Confidencialidad

-

Fidelidad

Estos tres elementos son los fundamentos básicos de la profesión del ILSE. El incumplimiento de las mismas podrá dar lugar a sanciones graves y exigencia de responsabilidades. La neutralidad se concreta en la no inclinación hacia una de la partes. Es decir, a no favorecer ni tomar partido por alguna de las partes atendidas durante la interpretación. De esta forma, se garantiza a los usuarios la recepción de información en igualdad de condiciones y así decidir en consecuencia. Para asegurar su neutralidad, el ILSE deberá ocultar absolutamente sus sentimientos y mantener una distancia profesional incuestionable.

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La confidencialidad lleva implícito el derecho a la intimidad de los usuarios. El profesional deberá mantener el secreto profesional, no podrá revelar nada de lo que haya visto u oído en un servicio. El ejercicio profesional de un intérprete le permite conocer muchos detalles íntimos de la vida de las personas sordas, que debe mantener en absoluto secreto. Solo podrá romperse el secreto profesional a requerimiento de un juez, bajo los apercibimientos legales correspondientes. La fidelidad se materializa con la obligación del ILSE de trasmitir toda la información, tal como es expresada por los individuos que se comunican, sin añadir ni omitir dato alguno. De esta forma, se garantiza a los usuarios el acceso a la información tal como es expresada. Con este principio se impone un trato igualitario a las dos partes comunicantes. 4.7 4.7.1

MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN Y TIPOS DE INTERPRETACIÓN Métodos de interpretación

Interpretar es un acto de comunicación que consiste reelaborar el contenido de un mensaje original, emitido en una lengua determinada, para hacerlo comprensible al receptor, conocedor de otra lengua diferente. Los estudiosos delimitan dos métodos de interpretación (De los Santos, 2008): -

Método de Interpretación Simultánea. Es el más conocido y más empleado por los ILSE. En este método, la interpretación se realiza paralelamente al discurso original, con unos segundos de retraso. Esta demora es precisa para la captación del mensaje por parte del intérprete. Este profesional debe interpretar todo aquello que dice el emisor, con la misma velocidad.

-

Método de Interpretación Consecutiva. Consiste en recibir el mensaje visual o auditivo, memorizarlo y seguidamente interpretarlo en la lengua que corresponda. Esta interpretación se realiza una vez que el discurso ha finalizado o bien se puede fraccionar en frases o en grupos de frases. Si el mensaje que se transmite es muy extenso, se utiliza una serie de estrategias, como anotar las fechas, números, algunas ideas… El intérprete, en este tipo de tareas goza de unas ventajas indiscutibles; maneja el tiempo y la velocidad según sus necesidades.

Referidos ambos métodos, es obvio indicar que el método más utilizado es la interpretación simultánea. 34

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4.7.2

Los tipos de interpretación

En el proceso de Interpretación, las fases son equivalentes, pero su desarrollo cambia en función del tipo de interpretación, si es directa o si es inversa. -

La interpretación directa es la que se realiza desde la lengua de signos a la lengua oral. En el caso de que el emisor sea una persona sorda, el mensaje lo transmite en lengua signos, de manera que el ILSE lo percibe a través del canal visual. Al mensaje recibido, el ILSE le pone voz de la forma más fiel posible.

-

La interpretación inversa es la que se materializa desde la lengua oral a la lengua de signos. En este caso, el emisor es una persona oyente, que transmite el mensaje en la lengua oral, por lo tanto el ILSE lo percibe a través del canal auditivo y deberá transmitirlo de forma visual con sus gestos y recursos expresivos.

4.7.3

Ámbitos de interpretación

Los sordos tienen actividades diversas, derechos jurídicos reconocidos, derechos emocionales… todo ello provoca la necesaria cubertura para que en los diferentes ámbitos exista la posibilidad de contar con un intérprete que ayude a la comprensión, manifestación, disfrute…de las personas sordas. Destacamos seguidamente los ámbitos más frecuentes y las connotaciones que en ellos se dan. -

Conferencias.

El ponente de una conferencia suele contar con numeroso público que desea recibir su mensaje. Entre el numeroso público puede haber uno o varios sordos, por lo que los organizadores de las conferencias cuentan con el servicio de ILSE para que el mensaje llegue a todos, sin barreras. El ponente se dirige de forma natural a los asistentes, por lo que con frecuencia se identifica la interpretación de conferencias con la interpretación simultánea, dado que es la técnica que se utiliza de forma generalizada en congresos, simposios, jornadas, reuniones políticas internacionales, etc.). -

Ámbito de los servicios públicos.

Los estados modernos ofrecen a sus ciudadanos una amplia gama de servicios (sanitarios, jurídicos, educativos, culturales…). El sordo no tiene por qué renunciar a ellos, pero su acceso implica la presencia y apoyo de un ILSE. Gracias a los ILSE, los sordos pueden intercomunicarse con los proveedores de servicios públicos, con el fin de facilitar el acceso igualitario a los mismos. 35

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-

Ámbito sanitario.

La interpretación en el ámbito sanitario constituye un subtipo dentro de la interpretación en los servicios públicos, y consiste en facilitar la comunicación entre el personal sanitario y el paciente y su familia. Tiene unas connotaciones muy especiales, se tratan temas íntimos que se deben preservar. -

Ámbito judicial

La interpretación judicial tiene necesariamente lugar en tribunales de justicia o administrativos. El derecho a contar con un intérprete competente para aquellas personas que no entiendan la lengua que se habla en el tribunal (en especial en derecho penal) se considera una norma fundamental en la justicia. En la Unión Europea la Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo, de 20 de octubre de 2010, relativa al derecho a interpretación y a traducción en los procesos penales, establece normas mínimas comunes para los derechos de la defensa en causas penales. Estas normas garantizarán que los ciudadanos disfruten de traducciones escritas de todos los documentos fundamentales, como el atestado o escrito de acusación, y que tengan derecho a un servicio de interpretación en todas las vistas e interrogatorios, así como durante las reuniones con los abogados. Por su especial repercusión, a los ILSE que prestan servicios en el ámbito de la justicia se les exige mayor experiencia y preparación. -

Ámbito televisivo

Es indudable que la interpretación que se ofrece por bastantes televisiones para determinados programas, fundamentalmente informativos, es el ámbito de la interpretación que más calado tiene en la sociedad. Por el mimo motivo, es fácil que sea el ámbito de uso que llega a más sordos. El 2,3% de la población de España tiene algún tipo de discapacidad auditiva (fuente CNSE), por lo que más de un millón de españoles pueden ser eventuales televidentes con necesidades de interpretación. Las televisiones ofrecen de esta forma un servicio al sordo, pero además pueden contar con ellos como sector de la audiencia que se quiere captar para sus ratios de difusión. 4.8

SISTEMAS DE COMUNICACIÓN PARA LA COMUNIDAD SORDA

La capacidad interpretativa del hombre es casi infinita. La creación de signos, logos, señales…para identificar a una empresa, un peligro o un establecimiento prueban esta capacidad en nuestra especie. De igual forma son muchos los sistemas de comunicación que se puede utilizar para transmitir información a las personas sordas. Tampoco conviene olvidar que cada sordo tiene su personalidad, su entorno familiar, 36

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su formación, su cultura y su grado de discapacidad; todo esto permite establecer vías comunicativas diversas y eficaces para los fines para los que se crean o usan. A continuación explicaré alguno de los sistemas de comunicación más empleados con y para las personas sordas. 4.8.1

LENGUA DE SIGNOS

En este apartado no me extenderé mucho puesto que ya he explicado lo que es la lengua de signos y más adelante, cuando hable de mi propia experiencia personal profundizaré bastante más. A modo de resumen concluiré que la lengua de signos es lengua natural de las personas sordas como ya he dicho previamente, pero quizás reste por añadir los aspectos gramaticales de esta lengua. Seguidamente indico, a modo de resumen las características más importantes de esta lengua: -

Utilizan el canal visual y gestual

-

No es universal

-

Las manos, los brazos, el tronco y el rostro son los órganos de articulación.

-

La palabra o unidad mínima con sentido es el signo.

En la estructura del signo gestual se distinguen 6 parámetros articulatorios (Herrero, 2009), que cito a continuación: -

Queirema: forma o configuración de la mano

-

Toponema: lugar de articulación o espacio en el que se articula el signo

-

Kinema: movimiento de la mano

-

Kineprosema: dirección del movimiento de la mano

-

Queirotropema: orientación de la mano

-

Prosoponema: expresión de la cara

No procede añadir nada más de esta lengua, ya que es núcleo esencial del desarrollo de este trabajo y las cuestiones más interesantes ya las he indicado o las indicaré más adelante. 4.8.2

COMUNICACIÓN BIMODAL

El concepto de comunicación Bimodal, como nos recuerdan (Monfort et al 2006), fue introducido por Schlesinger en 1978 para designar la asociación de dos modalidades comunicativas, signada y hablada, expresadas de forma simultánea.

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Schlesinger, trataba de presentar las estructuras semánticas y sintácticas del lenguaje oral para poder ser percibidas paralelamente a la consecución de signos. El uso de esta comunicación bimodal implica el seguimiento de los siguientes principios: -

Sólo se signan las palabras con contenido semántico, al tiempo que se habla, sin suprimir ninguna parte de la oración.

-

Se adopta la estructura sintáctica del enunciado oral, a la cual se complementa aportando información complementaria de las palabras.

-

La emisión oral se suele acompañar de lectura labial.

Este sistema comunicativo tuvo sus inicios en los años 70. Su popularidad era mayor en EE.UU, donde surgieron numerosos sistemas de comunicación sobre una base bimodal. Años más tarde, en España, las propuestas de comunicación bimodal surgieron a partir del trabajo con padres de niños sordos para desarrollar un vocabulario básico en signos, seleccionado para niños menores de 7 años. En

1982,

Monfort

y colaboradores

publicaron

su Programa Elemental

de

Comunicación Bimodal que utiliza el léxico de signos de la LSE, aunque incorpora la dactilología o signos artificialmente elaborados para ciertas palabras que no tienen correspondencia en la lengua de signos. Los signos manuales se realizan en el orden marcado por la estructura sintáctica del idioma oral correspondiente y cada signo tiene una relación directa con una palabra. Este sistema comunicativo recoge, por un lado, elementos de la lengua oral (Monfort et al., 2006), que son: •

Unidades semánticas.



Orden de las palabras en el enunciado.



Marcadores morfo- sintácticos específicos del idioma correspondiente.

Por otro lado abarca elementos propios de la expresión manual (Torres, 1999), como son: -

Gestos pantomímicos que representan acciones (comer, nadar, correr…)

-

Gestos pantomímicos que forman parte de la expresión general del entorno (ven, adiós, dinero, bravo…)

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-

Signos de la LSE.

-

“Gestos idiosincráticos”, que son modalidades expresivas generadas de forma espontánea entre un individuo con limitaciones expresivas y su entorno (apoyo gestual).

-

Signos “artificiales” para la representación de las palabras-función (verbo ser, preposiciones…) o palabras que no pertenecen a la LSE.

4.8.3

Dactilología. PALABRA COMPLEMENTADA

Es un sistema de comunicación que hace posible la percepción del habla a través de la vista. Es un sistema de comunicación oral, cuyos dos componentes son la lectura labiofacial y los complementos manuales (Monfort et al., 1992). La palabra complementada o Cued Speech, en inglés, fue creada en 1967 por Cornett en el marco de la educación de los niños y jóvenes sordos con el objetivo de facilitar la comprensión de los mensajes hablados. En la versión española, este sistema se dio a conocer en 1998, por Torres. Es un sistema que hace posible el desarrollo lingüístico oral en todos sus aspectos: fonológico, semántico, morfosintáctico y pragmático. Está formado por ocho configuraciones manuales (kinemas) que permiten identificar las consonantes a través de tres parámetros: posición, forma y movimiento de la mano. Mientras que los signos referentes a las vocales se colocan en distintas posiciones, en función de su articulación (Monfort et al 1982). Reproduzco ahora las características más significativas del sistema de comunicación de la palabra complementada: -

Es un sistema silábico, porque la sílaba es la unidad básica de representación visual. Esto es imprescindible para que la velocidad de los complementos sea semejante al ritmo del discurso normal.

-

Se considera un apoyo para la lectura labio facial, es decir, el individuo debe leer los labios y a su vez hacer uso de la palabra complementada, pero esta no puede suplir a la lectura labio facial.

-

Permite seguir el desarrollo normal del discurso hablado.

-

Es un sistema ortofónico que permite visualizar claramente los fonemas.

-

Se puede integrar con cualquier sistema o método.

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-

Es un sistema perceptible/procesable desde el primer año de vida, ya que neurológicamente es factible.

-

Se trata de un sistema sencillo para el que se requieren pocas sesiones.

-

El sistema proporciona una discriminación de todos los fonemas, de la misma forma que puede percibir un oído normal.

-

Este sistema proporciona una comunicación posible en casos de separación de hasta diez metros de distancia.

-

Es uno de los métodos más conocidos y utilizados por su carácter internacional y sencillez.

Para finalizar esta modesta aportación sobre la palabra complementada, añado que Cornett afirma que esta metodología es compatible con otros métodos de comunicación y de entrenamiento. Su objetivo principal no es crear un canal de comunicación, sino facilitar la comprensión del lenguaje oral (Marchesi, 1995). Se ha demostrado que esta metodología es beneficiosa si se empela con niños sordos pre verbales, para que más adelante accedan a una comprensión del habla de una forma mucho más fácil y natural. 4.8.4

Dactilología

Con este método, cada letra se representa con una posición de la mano y los dedos, descrita en el espacio a la vez que se articula oralmente. Se suele utilizar como un complemento a la lengua de signos y a la comunicación bimodal. Normalmente su función es la de representar nombres concretos, lugares, personas, objetos o cosas que no poseen signos propios, e incluso neologismos. La percepción y separación de las palabras a través de este método, depende de la habilidad en la discriminación del receptor y del conocimiento de la gramática de la lengua oral (Marchesi, 1995). 4.8.5

Bilingüismo

Los impulsores de este sistema de comunicación fueron Marmor y Petitto (1979). Estos autores plantean el aprendizaje de la lengua de signos como primera lengua, y la lengua oral como segunda. Supone el aprendizaje de dos lenguas diferentes, la lengua de signos y la lengua oral. Ambas lenguas presentan una estructura gramatical distinta, como ya sabemos, por lo cual desde el oralismo se ha argumentado que el aprendizaje de la lengua de signos dificulta la adquisición de una lengua oral más tarde (Torres, 1999).

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No obstante, hay firmes defensores del método bilingüe, que afirman que los niños sordos adquieren una buena competencia en lengua oral y les permite tener un sistema comunicativo en los primeros años de su vida. Múltiples estudios muestran que el conocimiento de la lengua de signos no solo no entorpece la adquisición, sino que favorece el aprendizaje de la lengua oral. 4.8.6

Comunicación total

Es la combinación de formas de comunicación auditiva, manual y oral con la finalidad de garantizar la interrelación con y entre las personas sordas (Torres, 1999). Consiste en la utilización de cada uno de los métodos de comunicación desde la infancia hasta la época escolar del niño sordo. Se usa un método u otro o la combinación de ellos, según cada situación concreta para comunicarse de una forma efectiva. Los defensores de esta comunicación total se identifican con la vertiente oralista, que busca el aprovechamiento de cualquier audición residual para promover la lengua oral mediante sistemas alternativos y/o aumentativos de comunicación, siendo los principales, el bimodal y la palabra complementada. El fin es comunicar y llegar a un pleno desarrollo lingüístico oral (Torres et al, 1995).

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5.CAPITULO 2. MIS VIVENCIAS EN LA INTERPRETACIÓN DE LA LENGUA DE SIGNOS ESPAÑOLA.

5.1 MI ELECCIÓN FORMATIVA Corría el año 2009. Mis calificaciones no eran lo suficientemente altas para acceder a los estudios de la Licenciatura en Psicología y visto que ninguna carrera más atraía mi atención en ese momento, opté por iniciar estudios en el Ciclo Formativo de Técnico Superior en Interpretación de Lengua de Signos Fui muy condicionada por una amiga que en ese momento los estaba cursando; sus comentarios y sugerencias determinaron mi elección. Por iniciativa propia acudí al centro habilitado para impartir estos estudios en Salamanca, el IEA (Instituto de Enseñanzas Aplicadas), para conocer de primera mano el lugar y a los que serían mis futuros profesores. Estas circunstancias, de forma aditiva forzaron la inclinación de la balanza y finalmente me matriculé en primer curso de Técnico Superior en Interpretación de Lengua de Signos. 5.2 EL PROCESO TEÓRICO DE FORMACIÓN Curricularmente, el ciclo está programado para dos cursos escolares. Un curso y medio se emplea en la formación teórica y prácticas en las propias aulas del centro, y el otro medio curso restante está diseñado para hacer prácticas intensivas en una empresa del sector. La mayor parte de las asignaturas impartidas tenían carácter práctico. A título meramente indicativo, recuerdo algunas de ellas: “Ámbitos profesionales de aplicación de la lengua de signos española”, “Interpretación en el sistema de signos internacional”... No faltaban algunas asignaturas teóricas: “Psicosociología de la población sorda y sordociega”, “Lingüística aplicada a las lenguas de signos”. El inglés como lengua universal para la ciencia, era de carácter obligatorio. 5.3 MIS PRIMEROS CONTACTOS CON LOS SORDOS Como ocurre con cualquier idioma, la forma más eficaz de aprenderlo es manteniendo contacto con aquellas personas que usan ese idioma como lengua materna, es lo que últimamente se viene llamando “inmersión lingüística”. A través del profesorado, o por propia iniciativa los alumnos provocamos contactos con sordos practicantes de la LSE para mantener con ellos conversaciones sobre los más diversos temas, todo en beneficio de nuestra capacidad interpretativa. Salamanca es una ciudad pequeña, y los pocos lugares donde acuden sordos con las características referidas anteriormente es el Centro Cultural de Personas Sordas de 42

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Salamanca. Allí decenas de personas sordas acuden a diario a recibir formación, mantener contacto con otras personas, cubrir sus necesidades con servicios de interpretación, psicológicos, de asesoramiento jurídico… Entre nuestras actividades extraescolares, los alumnos interesados acudamos una vez por semana a este centro, para de esta forma familiarizarnos con la lengua de signos. Recuerdo que las primeras visitas fueron desalentadoras, puesto que muchos de los signos que utilizaban las personas sordas no eran conocidos por nosotras en ese momento. Gracias esto, pudimos ampliar nuestro vocabulario y enriquecer nuestra formación. Esta experiencia también nos llevó a descubrir la gran heterogeneidad de personas sordas en cuanto a su nivel cultural, grado de pérdida auditiva, entorno… Ya he anticipado que estos aspectos de cada individuo se ven reflejados en el uso que de la lengua de signos hacen las personas sordas. Estos aspectos son esenciales para la comprensión de las mismas. Acorde a los tiempos de la tecnología, que todo lo envuelve, es fácil encontrar otros lugares en los que la lengua de signos está muy activa. Precisamente, por su carácter visual, ha encontrado una vía de difusión especial en las redes sociales, como YouTube, Skype, Facebook, OoVoo… Estas plataformas son utilizadas por las personas sordas mediantes videos de fácil difusión. Gracias a estas plataformas pude tener contacto con algunas personas sordas que me ayudaron mucho en mi formación académica. El provecho fundamental para mi formación se basaba en presentar una interpretación y someterla a juicio de mis interlocutores. Yo contaba una historia en Lengua de Signos, y la persona sorda, me corregía y me daba consejos para mejorar mi capacidad interpretativa. Más adelante, con el desarrollo de mis prácticas, pude ampliar mucho más mis contactos con las personas sordas. Fue en este ámbito formativo donde realmente aprendí lo que es la lengua de signos. Por su importancia, he creído oportuno dedicarle un apartado completo a esta experiencia práctica. 5.4 PRÁCTICAS FORMATIVAS Las prácticas formativas las realicé con dos instituciones, por lo que detallo mi experiencia en ellas de forma separada. 5.4.1

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La Universidad de Salamanca, cuenta con el Servicio de Asuntos Sociales (SAS), que contiene unidades y programas de apoyo, atención y asesoramiento a estudiantes. Desde ese servicio se cubren necesidades en diferentes ámbitos, apoyo social, ayuda 43

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a extranjeros, atención a la discapacidad, voluntariado, mayores, salud mental, sexualidad, lenguaje, adicciones y trastornos de conductas alimentarias. La unidad de atención a la discapacidad cuenta con los servicios de ILSE, para cubrir los servicios de alumnos sordos, cuando inicié mis prácticas, los alumnos atendidos eran 5, repartidos en los estudios de Grado en Biología, Grado en Humanidades, Grado en Derecho, Grado en Bellas Artes y Grado en Estadística. Para satisfacer las necesidades de estos alumnos, el SAS disponía de 4 ILS. Mis prácticas comenzaron en Septiembre del 2011, y se me asignó la interpretación para la alumna que cursaba Grado en Estadística, el horario era vespertino, de 16:00 a 18:00 los lunes y miércoles, mientras que los martes y jueves el horario se extendía de 16:00 a 21:00. Ese curso también fue mi primer año en el Grado de Logopedia, y con ese horario fui capaz de compatibilizar ambas actividades formativas. Procede hacer una referencia a la alumna para la que yo interpreté durante mis prácticas. Para guardar su anonimato me referiré a ella como B. B. era una alumna de 2º curso, con una sordera bilateral de grado medio que utilizaba audífonos en ambos oídos. La forma de comunicación que utilizamos era bimodal. Tenía una vocalización aceptable, lo que permitía una significativa comprensión de sus palabras. En alguna ocasión, por la distorsión de algún fonema y por su tono de voz, demasiado ronco, con un volumen bajo era más difícil captar sus palabras, por tal motivo solía usar simultáneamente lengua de signos. El alumnado era relativamente escaso, entre 30 y 40 universitarios en ese mismo curso. Esto facilitaba a B. su integración social con el resto de compañeros. Entre ellos contaba con algunas amigas que la solían ayudar las tareas extraescolares y con las que desarrollaba cierta vida social. Mi tutora de prácticas, a la que por preservar su anonimato, la citaré como C., contaba con una gran experiencia de más de 7 años interpretando. Había cursado estudios en matemáticas, por lo que sus conocimientos de las materias docentes eran idóneos para la interpretación. C. tenía como tarea encomendada la de intérprete habitual de B, y cubría su horario lectivo. Por mi parte, he de confesar que mis conocimientos en las materias propias de la estadística eran pobres, había cursado el Bachillerato de Ciencias Sociales, lo que no me daba mucho bagaje cultural sobre los temas propios de ese Grado. Tenía que

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hacer uso de mi tiempo libre para preparar la materia a interpretar. Como ya comenté anteriormente una de las obligaciones naturales del ILSE, es la de preparar el servicio. Ya anticipé que la forma de comunicación de B. era bimodal, en tanto que mi preparación era exclusiva de Lengua de Signos. Por tanto, mis pequeños conocimientos estadísticos y esta forma de comunicación de B. condicionaron mi trabajo en prácticas. Es frecuente que los alumnos sordos que cursan estudios superiores, prefieran la comunicación bimodal frente a la lengua de signos, pues la primera respeta la estructura gramatical de la lengua española, complementariamente es acompañada por signos. Esta metodología favorece que el alumnado sordo interiorice la estructura del castellano y a la hora de expresarse en lengua oral, sea más eficaz. Es frecuente que algunos alumnos sordos tengan problemas de redacción, puesto que la gramática de la lengua de signos tiene su propia estructura, que no coincide con la del castellano. Con esta situación presentan unos textos carentes de preposiciones, recordándonos un lenguaje equivalente al usado por los indios en las famosas películas sobre el Oeste Americano. Los alumnos sordos, lo que realmente hacen es redactar manteniendo la estructura de la lengua de signos. Algunos profesores del Grado de Estadística, por lo general no fueron muy receptivos con la situación que se planteaba en el aula, no estaban familiarizados con la figura del ILSE y mucho menos la necesidad de dos, como ocurría en este caso, en el que intercambiábamos los tiempos de interpretación y descanso mi tutora y yo misma. Como curiosidad, recuerdo que durante los exámenes, cuando la alumna B. formulaba alguna cuestión en lengua de signos a cualquiera de nosotras dos, el profesor no se fiaba de nuestra neutralidad y creía que estábamos ayudando en el examen a B. En ningún momento se nos ocurrió tomar tal postura. Recordemos, como dije anteriormente, lo referente al código deontológico, los ILSE tenemos un código que bajo ningún concepto debemos quebrantar. En la parte contrapuesta había profesorado que estaba muy concienciado con el alumnado sordo y con el ILSE, que se preocupaba y mostraba interés. Este grupo de profesores se preocupaban de que B. participara de forma activa. Frecuentemente nos preguntaban a las ILSEs si entendíamos la información. La postura del primer grupo citado de profesores solo puede sustentarse en la ignorancia, puesto que la figura del ILSE no es muy conocida y los profesores universitarios raramente se encuentran con alumnos sordos en sus clases, debido al 45

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fracaso escolar previo de estos. Afortunadamente son cada vez son más las personas sordas que finalizan los estudios universitarios con éxito y en buena medida esto es debido al trabajo de los ILSE. En lo personal, reconozco que aprendí mucho, tanto en lo personal como en lo referente a la lengua de signos, pero la imposibilidad de organizar adecuadamente mis estudios de Logopedia con las prácticas, hizo que no superase con éxito éstas. Mi intención de entrar con buen pie en el Grado de Logopedia, me hicieron dedicar más tiempo a este grado que a mis prácticas. Este relativo fracaso me obligó a matricularme en una segunda convocatoria, en los meses comprendidos de enero a mayo del año 2012. Esta vez en el CRMF, experiencia que referiré seguidamente. 5.4.2

CRMF (Centro de Recuperación de Minusválidos Físicos)

El CRMF es un centro educativo público y gratuito dependiente del IMSERSO, cuyo fin es la capacitación y reconversión profesional de las personas adultas que, por accidente, enfermedad, causas congénitas o adquiridas, tienen unan discapacidad física y/o sensorial. Este centro, que dispone de un conjunto idóneo de instalaciones y profesionales, tiene un ámbito de actuación nacional, por lo que pueden acudir a él personas con discapacidad procedentes de cualquier punto de España. Los alumnos pueden utilizar los servicios de alojamiento y manutención del CRMF para asistir a sus ofertas formativas y, de manera excepcional, como residencia para cursar estudios en otros centros de enseñanza, como la Universidad de Salamanca y diferentes escuelas de Formación Profesional. Dispone de 70 plazas residenciales y 20 plazas de modalidad “Centro de Día”, las cuales se rigen por criterio del Estado, en función de las necesidades de cada paciente. Este centro es de carácter multidisciplinar, disponiendo entre su personal a una terapeuta ocupacional, un médico, un rehabilitador, un fisioterapeuta, un logopeda, varios enfermeros, un pedagogo, un psicólogo, un trabajador social, un ILSE…a parte de los docentes encargados de impartir los módulos.

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Los alumnos con algún tipo de discapacidad auditiva, ascendían a 12, repartidos en cuatro de las nueve aulas que tiene el CRMF. Los tipos de pérdida auditiva eran variados. Solo uno de ellos hacia uso del implante coclear, seis de ellos llevaban audífonos en ambos oídos y el resto carecía de soporte técnico. Por contrato, hay dos ILSES en el centro, que se encargan de cubrir las necesidades de los 12 usuarios sordos. Su función va desde interpretar las clases, adaptar la lengua de signos a las necesidades de la persona sorda, interpretar conferencias y cubrir servicios que demanden las personas sordas con previo aviso. Mi función en este centro, como alumna de prácticas, consistía en realizar las mismas tareas que los ILSE de plantilla. Como he resaltado en varias ocasiones, cada usuario sordo tiene sus características, y por lo tanto, a la hora de interpretar para ese usuario, el ILSE se debe adaptar a sus necesidades. Haré una división de los 12 alumnos sordos que estudiaban en el CRMF en dos grupos, para explicar las características y necesidades. Al primer grupo lo llamaré G1 (grupo1), que constaba de 8 alumnos y al segundo, G2 (grupo 2) que incluía a los 4 restantes. Los alumnos del G1 tenían una edad entre los 20-25 años, habían sido muy estimulados en su infancia, habiendo acudido al logopeda en repetidas ocasiones durante largos periodo de tiempo en su vida. Manejaba la lengua de signos y la lengua oral de forma bastante aceptable. Dos de ellos se habían sometido a una operación para colocarse un implante coclear, que en ambos casos acabó con rechazo de los aparatos. Los alumnos G1 no tenían ninguna dificultad en comprender la lengua de signos por lo que la interpretación era pura, sin ningún tipo de adaptación. Las clases eran dinámicas, preguntaban dudas, las cuales eran interpretadas convenientemente. Cuando ellos signaban se trasladaba la pregunta al profesor y la respuesta del era interpretada en lengua de signos. En cuanto al G2, eran mayores de 35 años, uno de ellos incluso superaba los 50. Su lengua de signos era más limitada, al igual que la comprensión de la misma. Seguramente estos alumnos habían sido menos estimulados en su infancia, lo que hacía que su lengua de signos fuera más pobre, por este motivo era necesario adaptar 47

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la lengua de signos a cada usuario, convirtiendo el mensaje del profesor más comprensible para que el alumno sordo lo asimilara; para ello se utilizaba infinidad de ejemplos, e incluso mimo. El objetivo final era que la persona sorda comprendiera el mensaje. Estos alumnos no solían formular preguntas, quizás condicionados por su menor capacidad expresiva en lengua de signos. Me parece conveniente añadir que el G2 era mucho más trabajador que el G1, aunque a priori, el primer grupo tenía mejores características que el segundo grupo, era este último el que aprovechaba más las clases, aunque les supusiera un mayor esfuerzo. En ambos casos, los profesores estaban muy atentos a las necesidades de los alumnos sordos, siendo personalizada la atención a cada uno de ellos. Había un profesor que aprendió lengua de signos, y se comunicaba de forma básica con los alumnos sordos. En lo personal, estas segundas prácticas fueron algo más suaves que las primeras. El nivel de exigencia no era el mismo en cuanto al contenido de la interpretación. En este caso, el horario era matinal, lo que me impidió acudir a clases de logopedia, pero me ayudó a centrarme en las prácticas y aprobarlas. 5.5 VALORACIÓN PERSONAL Después de los avatares referidos, conseguí mi título de TECNICO SUPERIOR EN INTERPRETACIÓN DE LA LENGUA DE SIGNOS. Al encadenar estos estudios con la subsiguiente matriculación en el Grado de Logopedia me han impedido practicar y/o dedicarme a la interpretación. No obstante, mi formación teórica y práctica y mis contactos con sordos de forma presencial o a través de redes sociales me han permitido conocer más profundamente a la comunidad sorda, con sus particularidades. Todo ello me ha hecho entender la importancia que tiene la lengua de signos para este colectivo. Esta lengua de signos sería buen vehículo comunicativo entre sordos, pero alcanza su máxima expresión cuando es conductora de una comunicación intergrupal, entre sordos y oyentes y viceversa. Esta comunicación solo es posible a través de la interpretación, por lo que el intérprete adquiere un papel relevante de integración. A pesar de lo expuesto, mi vocación y formación logopédica me permiten valorar adecuadamente el papel de esta profesión en tareas de integración de los sordos con los oyentes. Para los logopedas se reserva un papel diferente y en mi persona se da la doble condición. Ha sido satisfactorio para mí enfrentarme en las prácticas del Grado en Logopedia, prácticum en el área de deficiencia auditiva, con una señora sorda 48

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signante con la que pude, con mis conocimientos de interpretación establecer puentes comunicativos que facilitaron mi labor como aspirante a logopeda, dejando probada la doble posibilidad de intervención.

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CONCLUSIONES

Algo más de un millón de españoles tienen dificultades auditivas en diverso grado, constituyen la comunidad sorda. Históricamente esta comunidad ha soportado indiferencia, cierto desprecio y hasta marginación. Se ha dudado hasta de su íntegra condición humana. No ha sido fácil para ellos abrirse huecos en la sociedad y lograr el respeto y consideración que todo humano merece. En las últimas decenas del siglo XX, gracias a los espectaculares avances económicos, pero sobre todo sociales; el estado de bienestar ha abierto puertas muy valiosas para la integración de los sordos. De entre los instrumentos con los que el estado ha posibilitado la integración de este colectivo, ha diseñado curricularmente dos profesiones que mucho han hecho y pueden seguir haciendo por los sordos, me refiero a los intérpretes de lengua de signos y a los logopedas. Esta confluencia laboral y competencial ha suscitado alguna que otra controversia por la diferente perspectiva con la que cada una de ellas asume el papel de apoyo y colaboración a los sordos. El logopeda, por propia definición de sus competencias, se trata del profesional que evalúa, diagnostica y trata los problemas del lenguaje, la voz y la deglución. Su finalidad es la prevención, el diagnóstico, el pronóstico, el tratamiento y la evaluación integral de los trastornos de la comunicación humana, ya sea que pertenezcan al ámbito del habla o del lenguaje. La sordera es una importante limitación comunicativa. En esta tesitura, el logopeda se esfuerza en la adaptación del sordo al mundo del oyente, ofreciéndole recursos, estrategias y formación para poder entender y ser entendido en el mundo hablado. Constan muchos éxitos profesionales, pero también fracasos, porque no siempre es posible la rehabilitación del sordo y no por ello han de perder los sordos el derecho a comunicarse. Desde mi doble condición de Intérprete de lengua de signos y estudiante del último curso del Grado en Logopedia, me ha parecido apasionante desarrollar este trabajo que trata de valorar el importante papel que los intérpretes hacen por la integración de los sordos. Las lenguas de signos, de una forma anárquica, sin reglas, sin normalización, fueron usadas en círculos reducidos donde había algún sordo. Durante el siglo XIX y buena parte del XX se demonizó a las lenguas de signos, por apartar a los sordos de la posibilidad de interrelacionarse directamente con los oyentes. La evidencia ha 50

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demostrado que la lengua natural para los sordos es la lengua de signos, con ella logran mejores niveles formativos, reducen el fracaso escolar y lo que es más destacable, se sienten capaces de expresar todo cuanto humanamente puedan pensar. Ha quedado absolutamente demostrado que las lenguas de signos son verdaderas lenguas, con todos los componentes mínimos y necesarios que configuran cualquier lengua que cualquier grupo humano pueda desarrollar. Esta connotación de verdadera lengua la habilita, para con su versatilidad y plasticidad recoger todos y cada uno de los mensajes que los sordos quieran transmitir. Sin olvidar sistemas complementarios de comunicación referidos en la parte central de este trabajo, los sordos cuentan con ese instrumento valiosísimo para sus relaciones, la lengua de signos. No obstante, para permitir la permeabilidad comunicativa entre sordos y oyentes, el intérprete, perfectamente preparado y cualificado, es el puente necesario para este flujo de mensajes bidireccional entre ambos colectivos. A priori, esta necesaria utilización del intérprete para las comunicaciones entre sordos y oyentes, puede parecer socialmente caro, pero ha quedado probado que es el único de los sistemas, experimentados en los últimos cientos de años, que permite una perfecta transmisión de los contenidos, y por tanto, el único que garantiza la plenitud de la defensa de los derechos de los sordos a ser entendidos y a entender, sin privaciones intelectuales ni censuras sociales, todo lo que ocurre a su alrededor. Nuestra sociedad se puede permitir, y además, debe permitir la íntegra comunicación de los sordos con los oyentes. Solo queda recalcar que el intérprete de lengua de signos española es un agente integrador y necesario para las interrelaciones entre sordos y oyentes. Es un mediador preparado, comprometido, fiel, neutral y confidencial; su profesionalidad y capacitación lo convierten en un instrumento socialmente imprescindible.

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