El Juego de Ajedrez y la Educación Crítica

El Juego de Ajedrez y la Educación Crítica Andrés Choca1 Resumen: El ajedrez se presenta como un recurso bastante completo, que trabaja contenidos, p

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Ajedrez
Juego de mesa. Movimientos. Campeonatos

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El Juego de Ajedrez y la Educación Crítica Andrés Choca1

Resumen: El ajedrez se presenta como un recurso bastante completo, que trabaja contenidos, procedimientos y actitudes, es barato, se adecua a la tecnología maravillosamente, contribuye al pensamiento independiente y crítico, se puede trabajar individual y colectivamente, y es un juego.

Palabras Clave: Ajedrez, Didáctica, Educación Crítica.

Nuestra Realidad Nos toca vivir una época donde todo parece ser cuestión de enfoques individuales y verdades personales. Mientras tanto las prácticas sociales discurren en marcos teóricos que no son fáciles de amalgamar, que tienen muchas veces soluciones antagónicas, algunas proponen investigaciones, otras sólo reiteraciones de lo existente, otras integraciones. Pero el tiempo se va y la realidad exige coherencia entre discurso y práctica, especialmente en la educación. La transición entre paradigmas se siente de manera fuerte en éste ámbito. La falta de coherencia se da mucha veces porque no se puede llevar a la práctica dentro de las aulas aquello que en teoría están en principio todos de acuerdo.

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Estudiante de Filosofía y Derecho. I.F.D. Melo. mail: [email protected]

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El modelo positivista está vivo y hay muchas generaciones formadas en ese modelo, de manera que la educación, nuestra educación del siglo XXI, aún lleva esa impronta, a todos los niveles. Y esto trae como consecuencia que educar aún significa en gran medida hacer al alumno repetir conceptos, ideas y discursos, reproducir procedimientos una y otra vez, copiar modelos y obtener los mismos resultados que ya existían, con un miedo casi instintivo a obtener nuevos resultados y utilizar otros procedimientos. En teoría, el alumno debe ser crítico, pensar de manera autónoma, apropiarse de los saberes y construir su conocimiento. En la práctica, muchos Docentes aún prefieren alumnos quietitos y callados, que no molesten, que no cuestionen, que no alteren el rumbo fijado. Le pusieron a la educación un piloto automático, y por ahí se debe transitar, y en el discurso, en la “verdad oficial”, encontramos preciosas justificaciones didácticas, que no se condicen con las realidades de los salones. Por su parte muchos alumnos tampoco están interesados ni en los contenidos, ni en las actitudes ni en los procedimientos, sólo en “llevarla” todo lo que puedan, cuanto menos trabajo mejor: “hago lo mínimo, a veces ni eso, y paso, total a eso vengo”. Ambos obtienen sus resultados y nos condenan a todos a la mediocridad.

El Homo Ludens en el siglo XXI Para cambiar esquemas y estructuras, necesitamos nuevas herramientas educativas, imaginación y nuevas formas de encarar la tarea, y estas herramientas deben ser funcionales a los objetivos propuestos. La teoría de los juegos puede ser un área de trabajo interesante a estos efectos, y dentro de ella trataremos de justificar la inclusión del ajedrez en el ámbito educativo, como aporte para esa difícil tarea. El juego es una actividad humana, que transcurre en un tiempo y un espacio determinado. Está entre lo real y lo fantástico, es libre y a la vez tiene reglas. Es libre porque sólo puede jugarse por voluntad propia, si juego “obligado” pierde el sentido. Pero a la vez tiene reglas sin las cuales es imposible jugar, pero estas reglas pueden cambiar con el propio devenir del juego. Se dice que cuando se juega se actúa, y esa

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actuación tiene una intencionalidad a veces premeditada de incidir en la realidad del juego. “La capacidad humana de distinguir juego de lo que no es, permite distinguir espacios-tiempos de juego y de no juego. La acción viene acompañada con una conciencia específica de realidad segunda o de franca irrealidad en comparación con la vida corriente”2. También “podemos decir, por tanto, que el juego, en su aspecto formal, es una acción libre ejecutada "como si" y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazase para destacarse del mundo habitual”.3 Si relacionamos la posible aplicación del juego en el campo educativo, idea que no es nueva, con lo que nos proponen educadores como Meirieu, cuando afirma que la finalidad de la educación es hacer “que aquel que llega al mundo sea acompañado al mundo y entre en conocimiento del mundo, que sea introducido en ese conocimiento por quienes le han precedido… que sea introducido y no moldeado, ayudado y no fabricado”4, uniendo los conceptos, podemos darle al juego una finalidad, un para qué. Lograr que el otro pueda ir haciéndose a si mismo, pues la relación educativa no es una relación de posesión, Tampoco demos olvidar que existen en muchas áreas, donde varios puntos de vista son todos ellos válidos a la misma vez, aunque no sean idénticos entre sí, lo que le resta al “contenido”, aquello que el Educador maneja, hasta hoy dominador absoluto de la escena un poco de su importancia. Por tanto, debemos resignificar la participación, permitiéndole al que se educa, que pase a ser actor y no sólo espectador. El educador no fabrica ni moldea, sino que crea las condiciones para que las personas puedan, utilizando sus recursos personales, y los medios que el educador pone a su alcance, apropiarse de los saberes, interpretarlos, resignificarlos, reconstruírlos5. Otros referentes han dado su opinión sobre el juego, así Freud desde el psicoanálisis vincula el juego a la manifestación de lo inconsciente, disfrazando el niño a través del 2

Citado por Espiga, Hernán en 1er. Congreso Nacional de Ajedrez. Montevideo.2010 Huizinga, J. “Homo Ludens” Ámsterdam 1938. Pág. 26 4 Meirieu, Philip. “Frankestein Educador” Ed. Laertes. Barcelona. 1998. Pág. 70 5 Meirieu, P. Ob. Cit. Pág. 77 3

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símbolo (el juego) la realización de sus deseos, expresándose así el principio de placer a través de él. Piaget le dio mucha importancia, atendiendo al hecho de que el juego tiene las características de muchas tareas escolares, pero con la ventaja de que no se hace énfasis en su resultado; asimismo estudió las reglas de los juegos y su importancia en los niños, y lo consideró en general como una actividad muy útil para estimular y desarrollar las capacidades. También Vigotsky alude a la capacidad del juego, como actividad social, de desarrollar la capacidad simbólica, destacando que la cooperación entre los niños y su interacción e influencia recíproca, les permite apropiarse de valores y significados. Así el juego, una de las principales actividades del niño, le permite entrar y participar en la cultura y es por tanto una actividad “cultural”. La situación de juego permite al niño ensayar comportamientos, representar roles, experimentar reglas y normas como marcos de intercambios sociales, permitiendo que el juego sea una actividad que conduzca al niño a su desarrollo y evolución. Se constituye en una especie de “motor” para el desarrollo, pues el carácter social de las situaciones lúdicas, y de sus contenidos y procedimientos, permiten internalizar además de las propias reglas del juego, los momentos en que deben aceptarse y como debe hacerse. Otros como Bruner afirman que a través del juego los niños realizan sus actividades sin verse presionados por el resultado, ni por la frustración que significaría no conseguir su objetivo. Un capítulo aparte merece el tratamiento de “los juguetes”, que por razones de extensión sería muy difícil abordar aquí. Evidentemente es parte fundamental del tema ya que se juega “con algo”, y ese “algo” es muy importante. A qué jugamos y con qué jugamos definen el recurso didáctico como tal, pues condicionan el para qué jugamos. Debemos tener en cuenta además que los recursos tecnológicos han cambiado definitivamente a los juegos, y el marco socio histórico le ha dado otro sentido a los juguetes. Como expresa Ignacio Lewkowicz “los muñecos de nuestra infancia estaban investidos de sentido por las instituciones; eran réplicas de las instituciones que los investían de sentido. Así la muñeca que habla, el bebé que llora, el soldadito, el trencito, los autitos y el juego de té reproducían y anticipaban las prácticas en que el niño se movería. La familia, el trabajo, la guerra y la paz eran realidades replicadas y metaforizadas en los juguetes. El mundo infantil de los juguetes era un espacio en miniatura que anticipaba y reproducía el mundo de las instituciones. Todo el sentido de los juguetes procedía del entorno institucional. Nada de eso sucede con los juguetes

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actuales, piezas maestras del diseño y la tecnología disparadas por la velocidad de la imaginación técnica y el consumo. El mundo de los juguetes electrónicos también es un mundo amenazado de saturación. O de insensatez”6.

El Ajedrez como Recurso Educativo Dentro de los juegos, el Ajedrez posee las características necesarias para cumplir con todos los objetivos propuestos, y puede ser utilizado en el sentido expresado. Es un juego entre dos personas (o entre dos equipos), con iguales condiciones para ambos al inicio del mismo, sin intervención del azar, donde cada uno posee 16 piezas (1 Rey, 1 Dama, 2 Torres, 2 Alfiles, 2 caballos y 8 peones). El objetivo del juego es atrapar al Rey contrario con las piezas propias antes que el otro jugador haga lo propio. Muchas

son

ya

las

aplicaciones

prácticas del ajedrez en la educación a lo largo y ancho del mundo, todas ellas con resultados muy satisfactorios, en culturas tan distintas como México, Alemania, España, Estados Unidos, Venezuela o Argentina. En Uruguay, se han hecho varios intentos; se realizó un estudio en un par de escuelas mercedarias (incluso existe una publicación oficial sobre la experiencia), y se han realizado convenios entre los Organismos de la Educación y la Federación Uruguaya de Ajedrez para introducir la actividad en principio en Enseñanza Primaria, el último de los cuales se encuentra en aplicación hoy en algunas escuelas de tiempo completo de 17 departamentos. Este juego, que es muy particular, además de recurso didáctico, tiene en su ejercicio diario múltiples beneficios adicionales. Es sabido su estimulación y desarrollo en áreas como memoria, atención, concentración, organización del pensamiento lógico y la paciencia, y aquellas que se relacionan directamente con la educación crítica como elaboración de planes propios a partir de la comprensión de otros pre-existentes, estimulación de la independencia en el razonamiento y la toma de decisiones, elevación 6

Corea, Cristina y Lewkowicz, Ignacio. “Pedagogía del Aburrido” Bs. As. Paidós. 2005. Pág 63.

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de la autoestima, y en general impulso de una actitud frente a las diferentes situaciones que se puedan plantear, algunas problemáticas, otras favorables, donde el jugador debe resolver siempre con aplomo, seriedad y esfuerzo si pretende lograr sus objetivos. Las situaciones planteadas en el juego, como en la vida, son complejas, en general hay múltiples posibilidades de elección, y de la valoración acertada de muchos elementos que intervienen a la misma vez en cada situación, depende cada decisión y por ende el resultado. También abordar la historia del ajedrez es interesante, desde su aparente peregrinación desde India y su fusión con otros juegos similares en Persia, hasta la adaptación de piezas y reglas a la cultura europea, y su llegada a América con la conquista, temas todos que pueden ser trabajados desde múltiples áreas, puntos de vista y actividades.

Conclusión En resumen el ajedrez se presenta como un recurso bastante completo, que trabaja contenidos,

procedimientos y actitudes, es barato, se adecua a la tecnología

maravillosamente, contribuye al pensamiento independiente y crítico, se puede trabajar individual y colectivamente, y es un juego. La pregunta que habría que hacerse es ¿por qué no se ha utilizado este recurso de manera general si tiene tantos beneficios? Creemos que simplemente existen mitos o prejuicios respecto de este juego, además de desconocimiento de sus particularidades. En general se cree que para jugar hay que ser “muy inteligente”, y nada más lejos de la verdad. Todos podemos jugar al Ajedrez y más de uno se sorprendería de los resultados de niños que en otras áreas presentan problemas de aprendizaje, que juegan alegremente reforzando su autoestima y permitiéndoles un “despegue” para otras tareas. Otra creencia popular es que requiere mucho tiempo y es “aburrido”; pero cuando lo ingresamos a un salón de clase y lo enmarcamos en actividades y tiempos concretos, realmente atrapa a todos. Tal vez lo que necesitamos es que todos los actores educativos, (los que toman decisiones incluidos), nos informemos mejor sobre este recurso, y dejemos los prejuicios, las comodidades, las creencias y los supuestos, e investiguemos realmente

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que hacen otros sistemas educativos más adelantados que el nuestro con el juego de Ajedrez.

Bibliografía COREA, Cristina y LEWKOWICZ, Ignacio. (2005) Pedagogía del Aburrido. Bs. As. Paidós. HUIZINGA, J (1938) Homo Ludens. Ámsterdam MEIRIEU, Philip. (1998) Frankestein Educador. Ed. Laertes. Barcelona.

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