EL MAPA DE TOMÁS FALKNER, SJ, Y SU REPRESENTACIÓN DE LA RED DE RASTRILLADAS INDÍGENAS DE LA REGIÓN DE LAS PAMPAS Y PATAGONIA

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Author:  Julia Rubio Vargas

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ARTÍCULOS El mapa de Tomás Falkner, Sj, y su representación de la red de rastrilladas indígenas de la región de las Pampas y Patagonia (mediados del Siglo XVIII)

EL MAPA DE TOMÁS FALKNER, SJ, Y SU REPRESENTACIÓN DE LA RED DE RASTRILLADAS INDÍGENAS DE LA REGIÓN DE LAS PAMPAS Y PATAGONIA (mediados del Siglo XVIII)

The map of Thomas Falkner, SJ, representing the indigenous road systems within Pampa and Patagonia (Mid-eighteenth century)

FABIÁN ARIAS Centro de Estudios de Historia Regional [CEHIR] Red de Investigaciones Socio-Históricas Regionales [ISHIR] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas [CONICET] Universidad Nacional del Comahue [UNCo]

Resumen Tomás Falkner, integrante de la Compañía de Jesús de origen inglés, participa entre 1744-1751 de tres reducciones fundadas en el sur del territorio de la actual provincia de Buenos Aires. Veinte años después elabora un libro que sintetiza un conjunto de informaciones que obtiene por observación propia, por síntesis del material cartográfico y descriptivo de lo que ha leído al respecto y por los datos que le brindan los propios informantes indígenas. En particular interesa destacar la red de caminos indígenas (rastrilladas) que el autor reproduce en un mapa y describe en su libro, tratando de contrastar la verosimilitud de esa información con respecto a otros relatos documentales posteriores. El espacio geográfico representado por el mapa de Falkner rompe con la visión de las regiones pampeano-patagónicas que existía en el siglo XVIII, e instala una serie de ‘nuevas’ evidencias en base a las cuales otros viajeros se guiarán en décadas posteriores. Palabras Clave: Reducciones conocimiento geográfico.

Jesuitas,

Patagonia,

rastrilladas

indígenas,

clasificación

linneana,

Summary Thomas Falkner was an english member of The Society of Jesus, who took part in three Jesuit Reductions between the years 1744 and 1751. The Reductions were located on the southern territory of the province of Buenos Aires. Twenty years later, he wrote a book combining his observations of cartographic material, his readings on the subject, and information provided to him by the indigenous people. Of particular interest is comparing the native roads system (rastrilladas) shown in Faulkner’s map and described in his book, to the works of others who proceeded him. The geographic space showed by Falkner’s map breaks with the XVIII century vision about the regions of Pampa and Patagonia. Thus installing “new” evidence that will be useful to others travelers in the next decades. Keywords: Society of Jesus Reductions, Patagonia, Natives roads system, Linnaean classification, geographical knowledge.

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El mapa de Tomás Falkner, SJ, y su representación de la red de rastrilladas indígenas de la región de las Pampas y Patagonia (mediados del Siglo XVIII) FABIÁN ARIAS CEHIR-ISHIR-CONICET/UNCo

Introducción

Tomás Falkner fue un jesuita de origen inglés que desempeñó su tarea como sacerdote en los territorios del imperio español hasta la expulsión de la Orden de en 1767. Originalmente llega en la década de 1720 como médico del Asiento de Negros, contrae una enfermedad (posiblemente viruela) y, aparentemente, a partir de esa situación traumática decide convertirse al catolicismo e ingresar a la Compañía de Jesús. Sigue los rigores de la vida religiosa planteada por la Orden, y finalmente es enviado a un destino en los espacios fronterizos de la época (1745), donde recibirá de primera mano en su contacto con las poblaciones indígenas pampeano-patagónicas mucha de la información que volcará casi tres décadas después en su famoso libro y en el mapa que lo acompaña. La experiencia del misionero no es extraña a otros casos de miembros de órdenes religiosas que están trabajando en las fronteras del imperio español durante el período. Tempranamente la historiografía ha resaltado los alcances de los documentos producidos por estos sujetos, destacándolos como una de las fuentes más valiosas para reconstruir aspectos de la vida de las sociedades que observaron con ojos de

etnógrafo, los paisajes que describieron o cartografiaron con la mirada de un

geógrafo o las historias ‘naturales’ y ‘civiles’ que desarrollaron como naturalistas o historiadores. En concreto, los textos producidos por los misioneros presentan un conjunto de datos que casi podemos calificar de ‘científicos’ en base a ser sus productores estudiosos y lectores de los debates de época sobre diversas materias, tal vez los únicos que están presentes en las colonias españolas durante algunos períodos en particular.1 Falkner y sus compañeros de misión en Pampas y Patagonia, no escapan a esta condición destacada. Quizás José Cardiel sea el equivalente español del jesuita inglés, quien elaborará diarios, cartas edificantes y mapas; Joseph Sánchez Labrador,

1 BOLTON, Herbert. “La misión como institución de la frontera en el septentrión de Nueva España”. En: SOLANO, Francisco; Salvador BERNABÉU, (Coord.), Estudios Viejos y Nuevos sobre la Frontera. Madrid, anexo de Revista de Indias, 1991, nº 4, pp. 45-60.

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Pedro Lozano, Pedro de Charlevoix, Manuel García entre otros, también escribirán sobre las poblaciones indígenas y las regiones del extremo sur americano, pero en la mayor parte de los casos basarán sus estudios en aquellos datos que recaban sus compañeros misioneros en el ‘trabajo de campo’. Cardiel

y Falkner serán los

fundadores de la reducción de Nuestra Señora del Pilar de los Serrano, en 1747, y ayudarán en la iniciación de Nuestra Señora de los Desamparados Tuelchus, en 1750. De esta experiencia, y su estudio posterior por los propios autores, es que surgirán la mayoría de los escritos y mapas analizados aquí.2 Para 1750, la metrópoli española está en pleno enfrentamiento con la ascendente hegemonía política de Inglaterra como epicentro de un imperio que se consolida a nivel mundial.3 A cada región del globo donde los navíos comerciales o de guerra ingleses se dirigen, deben disputar su presencia a los españoles, quienes desde el siglo XVI con la casa Habsburgo expandieron sus influencias coloniales a cuatro de los cinco continentes. En este ajedrez político y económico, el extremo sur del continente americano siempre estuvo en la mira de las potencias europeas, pero será recién durante la primera mitad del siglo XVIII cuando otras metrópolis estén en condiciones de disputar el control de España sobre este sector geoestratégico. En particular, la región patagónica se erigió en un espacio desconocido que las crónicas de viajeros describían plagado de recursos naturales y humanos.4 En parte para contener esta ofensiva expansiva de las otras metrópolis es que la corona española moviliza a la Compañía de Jesús a fundar misiones en el sur de la actual de la provincia de Buenos Aires, pero además propiciará el estudio de la formación de un asentamiento en Puerto San Julián, en 1746, viaje del cual contamos con una crónica jesuita.5 Parte de ese plan de control y vigilancia de las tierras patagónicas se

2 Este tema de la fundación de misiones jesuitas en la región bonaerense, hacia la década de 1740, ha sido trabajado en mi tesis doctoral: ARIAS, Fabián, Misioneros Jesuitas y sociedades indígenas en las Pampas, durante el siglo XVIII, Tesis para optar el grado de Doctor, Tandil, UNCPBA-IEHS, 2006. 3 Entre otros autores que han trabajado el tema, se sugiere un artículo clásico: BRADING, David, “La España de los Borbones y su Imperio americano”. En: BETHELL, Leslie, (Ed.), Historia de América Latina, Madrid, Edit. Crítica, 1990, Vol. 2, pp. 85-125. 4 Se sugiere revisar los siguientes trabajos de NAVARRO FLORIA, Pedro. “Salvajes, Bárbaros y Civilizados. Los indios de la Patagonia y Tierra del Fuego ante la Antropología de la Ilustración”. En: Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Nº 15, 1994, p. 113-140; “Ciencia y política en la región norpatagónica: del abordaje ilustrado a la ocupación militar (1779-1879)”. En: PINTO RODRÍGUEZ, Jorge, (Ed.). Araucanía y Pampas, Temuco, Ediciones Universidad de La Frontera, 1996, p. 93101; “Salvajes y Bárbaros. La constitución de la vida de barbarie en la frontera sur argentina chilena (siglos XVIII-XIX)”, Boletín de Historia y Geografía, Nº 13, Santiago, Univ. Católica Blas Cañas, 1997, pp. 35-47. 5 Editada completa por primera vez en francés: CHARLEVOIX, Pedro F. J. de, SJ, Histoire du Paraguay, por le R. P..., de la Compagnie de Jésus, Paris, avec aprobation y privilege du roi, 1756, t. III. En castellano el diario será publicado por De Angelis: LOZANO, Pedro, “Diario de un viaje a la costa de la mar Magallánica en 1745, desde Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes, formado sobre las observaciones de los Padres Cardiel y Quiroga, por el P. Pedro Lozano”. En: DE ANGELIS, Pedro. Colección de Obras y

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frustrará en 1767 con la expulsión de la Compañía de Jesús, pero se retomará inmediatamente cuando se ordene la fundación de las primeras poblaciones patagónicas, en 1777, justamente en aquellos lugares en que los misioneros lo habían sugerido tres décadas antes.6 En este contexto de asentamiento de las nuevas colonias, conocer el interior se transformó en una necesidad imperiosa para los pobladores y funcionarios borbónicos; aquí es donde acudirán sin dudarlo al mapa y libro de Falkner, editado en 1774.7 El presente trabajo se concentra en el análisis de las rastrilladas indígenas que menciona Falkner en su libro y grafica en su mapa. La propuesta apunta a ubicar el tipo de escrito que realiza Falkner, tema debatido hasta la actualidad, y resaltar algunas de las fuentes que utiliza el autor para pensar el espacio geográfico y plasmarlo en su mapa.

Separando las partes del mundo: la naturaleza y los seres humanos

Debe ubicarse el problema intelectual que significaba escribir un libro científico en el siglo XVIII. En alguna medida esta situación ha sido allanada por los estudios de autores como Pratt que han destacado las implicancias que tiene la publicación en 1735 del libro de Carl Linneo, El sistema de la naturaleza, sobre la descripción y clasificación de los mundos animal, vegetal y humano. La historia de la naturaleza ocupará desde este momento el centro del quehacer científico: “En la segunda mitad del siglo XVIII muchos escritores viajeros se apartarían de tradiciones tales como la literatura de supervivencia, la descripción cívica o la narrativa de navegación, para dedicarse intrínsecamente al nuevo proyecto de la construcción de conocimiento que proponía la historia natural”.8 ¿Y qué tareas implicaba volcarse a la elaboración de esta historia natural? “la recolección de ejemplares, la construcción de colecciones, la denominación de especies nuevas, el reconocimiento de las conocidas”. Pero es interesante la figura que se erige como sujeto de ese accionar investigativo: el herbolario.

Documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata, Bs. As., edit. Plus Ultra, (1835)1969, t. III, pp. 593-633. 6 Al norte y al sur de la costa patagónica, en la desembocadura del río Negro y en la bahía de San Julián. 7 Situación que se ve claramente en los documentos oficiales escritos por el administrador de las colonias del río Negro, Francisco de Viedma, o durante el viaje del Piloto de la Real Armada Basilio Villarino. 8 PRATT, Mary. Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Bs. As., Universidad Nacional de Quilmes, 1997, p. 52. _____________________________________________________________________ COORDENADAS. Revista de Historia local y regional Año I, Número 1, eneroenero-junio junio 2014 ISSN 23622362-4752 http://ppct.caicyt.gov.ar/coordenadas

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“En las fronteras, junto a las figuras del marino, el conquistador, el cautivo, el diplomático, empezó a aparecer por todas partes la figura benévola y decididamente culta del ‘herbolario’, quien, armado con una bolsa de recolección, un cuaderno de notas y algunos frascos, solo pedía que lo dejaran en paz con sus bichos y sus flores”.9

Mapa 1. Extremo meridional de América elaborado por Tomas Flakner (1772)

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PRATT, Mary, op. cit., pp. 57-58. _____________________________________________________________________ COORDENADAS. Revista de Historia local y regional Año I, Número 1, eneroenero-junio junio 2014 ISSN 23622362-4752 http://ppct.caicyt.gov.ar/coordenadas

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Falkner será un reconocido herbolario en su época, quien escribe bastante sobre el tema pero que nunca editó y aparentemente su trabajo se ha perdió.10 Pero la mirada del accionar científico no es tan idílica. “La sistematización de la naturaleza es un proyecto europeo nuevo, una nueva forma de lo que podríamos llamar conciencia planetaria entre los europeos”.11 Para reforzar la idea, en pos de construir esa conciencia planetaria se llevaron adelante una serie de acciones en parte políticas, en parte económicas, que movilizaron a los europeos alrededor del mundo con el objetivo de comprenderlo, pero como sostiene Wolf no se debe olvidar que esa motivación tuvo un impulso inicial en el primer capitalismo que necesitaba relacionar los territorios alejados, las poblaciones consumidoras y los mercados bajo el paraguas del mercantilismo:

“En este proceso de expansión europea, la riqueza comercial exploró rutas de circulación y abrió canales de cambio. La fuente de sus utilidades fue el mantenimiento de las diferencias de precios [...] Se atenía al poder político y militar para hacerse de regiones de abastecimiento para obtener accesos privilegiados a los abastecedores, para excluir a los competidores comerciales y asegurar utilidades máximas”.12 Williams sugiere que “la naturaleza debe concebirse como separada del hombre, para que pueda entonces plantearse la cuestión de la intervención o el comando con sus respectivos métodos y éticas”.13 ¿Qué significa esto de intervención o comando? Específicamente apunta al control, al dominio y para ello se hace necesario comprender su funcionamiento: la naturaleza es una ‘maquina’ más que puede ser aprehendida.

“Podíamos entender cómo es que trabajaba [la naturaleza] alterando o aislando determinadas condiciones, tanto en experimentos como en diversos procesos de perfeccionamiento. Una parte de este descubrimiento se concebía como pasiva: una mente separada observando la materia separada; el hombre mirando a la naturaleza [...] Los avances de la agricultura y la revolución industrial provienen claramente de este énfasis, y muchos de los efectos prácticos dependieron del hecho de ver a la

10 Según el dato de sus biógrafos y de sus ex compañeros misioneros que vivían en la Europa continental, Falkner disponía de varios escritos, la mayoría de ellos botánicos, que nunca se publicaron. Se sugieren dos obras introductorias a la vida del misionero: FURLONG, Guillermo, SJ. “De cirujano hereje a misionero Jesuita, Tomás Falkner”, Estudios, t. XVIII, Bs. As., 1920, pp. 325-340; t. XIX, pp. 186-196, 401-413; La personalidad y la obra de Tomás Falkner, Bs. As., Publicaciones del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 1929. 11 PRATT, Mary, op. cit., p. 61, énfasis agregado. 12 WOLF, Eric. Europa y la gente sin historia, Bs. As., FCE, (1982)1990, p. 115. 13 WILLIAMS, Raymond. Cultura y Materialismo, Bs. As., La Marca Editora, 2012, p. 99.

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naturaleza clara y fríamente como un conjunto de objetos sobre el que los hombres podían operar”.14 Repasemos el título original con el que se dio a la imprenta del libro de Falkner: A description of Patagonia, and the adjoining parts of South America: containing an account of the soil, produce, animals, vales, mountains, rivers, lakes, etc. of those countries; the religion, government, policy, customs, dress, arms, and some particulars relating to Falkland’s Island.15 Es evidente que el mismo apunta a una descripción pormenorizada de la región en el contexto geográfico, biológico y humano de América del Sur. Es esta forma de delimitar el objeto de estudio la novedad, pero debe comprenderse el sentido ideológico de esa nueva expresión del conocimiento.16 Sobre el libro de Falkner es necesario aclarar inmediatamente, y estamos convencido de ello, que el autor comprende como ‘científico’ el lugar que le cabe a su obra en la dinámica del capitalismo y el imperialismo del período. En última instancia, el escritor como observador matiza sus impresiones con la faceta del escritor como ciudadano del imperio; en tal sentido es que aquí se utiliza la categoría de observador/relator para definir el lugar desde el que escriben Falkner y sus compañeros de orden.17 Observan en su campo de acción, las misiones de las fronteras, debaten con sus conocimientos previos sobre esas inasibles poblaciones y regiones que habitan, pero trasladan sus impresiones a los informes coloniales (diarios, cartas y cartografía). En la mayoría de los casos estudiados, los libros de los observadores/relatores son producto de una meditación muy posterior con todas aquellas ‘notas de campo’: el texto del libro va a sintetizar impresiones realizadas de manera comparativa pero que podrán ubicar la propia experiencia personal en el proceso histórico del cual formaron parte como actores. Por ello la distancia cronológica entre el Falkner ‘observador’ y el Falkner ‘relator’ es importante de considerar metodológicamente; ubicar su libro y mapa en el campo intelectual de WILLIAMS, Raymond, op. cit., p. 101. Editado por primera vez en inglés en Londres en 1774. Muy rápidamente le seguirán traducciones al alemán (1775) y al francés (1785), con un breve opúsculo en castellano, de muy mala calidad, que se mencionará más adelante. El libro es traducido al castellano en su primera edición académica por Samuel Lafone Quevedo con el título: Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur, editada, con motivo de cumplirse el Centenario de la Revolución de Mayo, por la Universidad Nacional de La Plata en la Biblioteca Centenaria, 1911, t. I, pp. 1-126. En 1954, aparece la primera edición de Hachette (2º edición 1974), prologada por el erudito comentarista Salvador Canals Frau. 16 Pratt sugiere: “como constructo ideológico, la sistematización de la naturaleza representa al planeta apropiado y reorganizado desde una perspectiva unificada, europea”. PRATT, Mary, op. cit., p. 73. Sugerencia que Williams enmarcará históricamente: “[esa es] la ideología del capitalismo temprano y del imperialismo”, WILLIAMS, Raymond, op. cit., p. 107. 17 ARIAS, Fabián, op. cit., pp. 83-99. 14 15

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finales del siglo XVIII nos permitirá sugerir la novedad de lo que presenta el autor en comparación con otros estudios de la época.

El libro y el mapa de Falkner en el contexto de conocimientos de mediados del siglo XVIII

El problema es más complejo que solo comprender el sistema lineano con el cual se clasifican las especies vivas. Falkner se formó en la medicina y seguramente, como el resto de la comunidad académica de la época, conoce el sistema clasificatorio de Linneo. La dificultad radica en que tiene que dar cuenta de una región desconocida para aquella ciencia, el interior de las Pampas y la Patagonia, cuyas poblaciones han sido retratadas en algunos escritos de sus compañeros de orden, pero que no han sido observadas y estudiadas en el contexto de la vida cotidiana. A esto se suma el dato de ubicar a esas sociedades en el espacio. Esa geografía es desconocida, no hay descripciones de viajeros europeos disponibles y los datos reflejan, lisa y llanamente, la información ofrecida por los indígenas.18 Por todo esto, la carta geográfica pensada por el jesuita inglés es tan compleja en su conceptualización como el libro. Es importante destacar de entrada como el texto evidentemente reseña la experiencia de un individuo que, a la par que fue misionero, era un naturalista de fustes, quien además por medio de una prosa de contenido diverso pudo expresar sus ideas y conceptualizar una mirada distinta con respecto a sus contemporáneos; pero por otro, este mismo texto, y dadas las características particulares de su edición, representó claramente un ejemplo de la nueva perspectiva que las ciencias naturales estaban brindando del mundo. Se deben conocer ciertos detalles de la edición del libro de Falkner para comprender el punto en que su ubica en el campo intelectual de su época. En primer lugar, una vez producida la expulsión de los Jesuitas Falkner pudo llegar a Gran Bretaña donde la Compañía de Jesús siguió actuando durante una década más a

18 Este tema es analizado en tres trabajos propios: ARIAS, Fabián. “Toponimia y percepción geográfica en las sociedades indígenas de la Patagonia y las Pampas: análisis de las categorías lingüísticas (siglo XVIII)”, Boletín Geográfico, Dpto. Geografía, Fac. de Humanidades, de la Universidad del Comahue, Año XXVI, nº 25, 2004, p. 55-87; “El mapa de Tomás Falkner, SJ, y su mirada del interior del mundo indígena pampeano-patagónico de mediados del siglo XVIII”, 3° Encuentro sobre la problemática del viaje y los viajeros, Tandil, 14-16 de agosto de 2008; “Las clasificaciones Jesuitas del mundo indígena pampeanopatagónico. El caso de Tomás Falkner, SJ, 1744-1774”. Revista Sociedades de Paisajes áridos y semiáridos, U. N. de Río Cuarto, Vol. 1, Año 1, diciembre 2009, pp. 225-250. Se puede repasar una sugerencia similar en: DE LASA, Luís; María T. LUIZ, “Representaciones del espacio patagónico. Una interpretación de la cartografía jesuítica de los siglos XVII y XVIII”, Cuadernos de Historia, Universidad de Chile, 2011, nº 35, pp. 7-33.

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pesar de que en la mayoría de Europa estaba prohibida. Para cuando Falkner fallece su obra ya había sido publicada, si bien con ciertas particularidades19. Es un escritor inglés de la época, William Combe, quien adapta el texto de un manuscrito original, le agrega un prefacio y posteriormente lo manda a la impresión.20 ¿Por qué el libro no es impreso según la elaboración ‘original’ de su autor?, no se sabe; tampoco se puede decir si el propio Falkner objetó la forma que se dio a su escrito. Lo que interesa en este punto es tratar de entender el tipo de adecuación al que se vio sometido el texto original. Combe menciona en su prefacio a la obra: “algunas alteraciones me he permitido hacer en el lenguaje y en el ordenamiento de lo que él [Falkner] escribiera; pero nada se le ha agregado a la relación del viejo viajero”.21 ¿Qué formas tiene ese ordenamiento?, adelanto el trasfondo de la respuesta, que iré construyendo: según lo que en la época, último cuarto del siglo XVIII, disponían las Ciencias Naturales. El relato de Falkner se adecua a un discurso de cientificidad propio de los libros que se publicaban sobre las materias científicas desde que Carl Linneo diera a conocer su sistema clasificatorio de la naturaleza, perfeccionado hacia 1750.

19 El primer traductor al castellano en 1774 de parte de la obra de Falkner era un diplomático enviado por el Monarca español a Londres, de nombre Manuel Machón, el cual estaba aprendiendo el idioma cuando se aventuró a la traducción del libro; en concreto, su resumen está llena de errores, algunos sorprendentes, y con esos problemas el manuscrito original, existente en España, fue copiado por Saturnino Segurola, quien lo trae al Río de La Plata. En esta primera versión castellana se basó de Angelis para su primera impresión y sigue siendo reeditado hasta el día de hoy con todos los errores: FALKNER, Thomas. “Descripción de Patagonia y de las partes adyacentes de la América meridional, que contiene una razón del suelo, producciones, animales, valles, montañas, ríos, lagunas, etc. de aquellos países. Escrita en inglés por Don [...] que recidió cerca de 40 años en aquellas partes”, en: DE ANGELIS, Pedro, Colección de Obras y Documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata, Bs. As., edit. Plus Ultra, (1835)1969, t. I, p. 669-752. Tanto Canals Frau (1974) como Furlong (1954) se preocupan de destacar la enorme cantidad de errores y omisiones que tiene esta versión del libro del Jesuita inglés. FURLONG, Guillermo. SJ. Tomás Falkner y su ‘Acerca de los Patagones’ (1788), Bs. As., Librería del Plata, 1954, pp. 133-141. 20 Furlong y Canals Frau comentan que William Combe era un escritor de fama en la Inglaterra del último cuarto del siglo XVIII, que se había convertido en una suerte de panfletista del Primer Ministro Pitt, quien abogaba por la expansión de las fronteras del Imperio inglés a todos aquellos lugares que fuera posible. Durante el reinado de Jorge III, el Ministro William Pitt (el Viejo) fue conocido por su ingerencia en varios conflictos internacionales con otras metrópolis, fundamentalmente España. Trabajó particularmente por las anexiones ultramarinas hasta 1778, cuando fallece. Su hijo, William Pitt (el Joven), ocupará el mismo cargo, planteando igual postura que su padre y propugnando la relevancia de las exploraciones del océano Pacífico. De aquí es que la obra de Falkner, y el mapa preciso que la acompañaba, se hizo famosa en la corte española, atendiendo a la descripción pormenorizada de un territorio estratégico para España: el litoral atlántico de Buenos Aires y con ciertas extensiones la Patagonia y el Estrecho de Magallanes. En este sentido, algunos historiadores se han preocupado de conectar la difusión de la situación en que se encontraban las colonias del extremo sur del continente americano con la organización del Virreinato del Río de la Plata en 1777 y el poblamiento de la Patagonia a través de la fundación de una serie de presidios-colonias a partir de 1779. Sobre estos temas se pueden ver desde una postura crítica HALPERÍN DONGHI, Tulio. Reforma y disolución de los imperios Ibéricos, 1750-1850, Madrid, Alianza, 1985; en un lugar totalmente opuesto ENTRAIGAS, Raúl. El Fuerte del Río Negro, Bs. As., Escuelas Gráficas Pío IX, 1960; MARTÍNEZ SIERRA, Ramiro. El Mapa de las Pampas, Bs. As., Ministerio del Interior, 1975, 2 tomos. 21 Prólogo de Canals Frau a: FALKNER, Thomas, op cit. p. 29, énfasis agregado.

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¿Qué significa lo anterior?, que de forma consciente por parte de Combe (y podemos decir ¿inconsciente de parte de Falkner?), el libro se inscribe en una nueva tradición científica. “[Ahora, a mediados del siglo XVIII] los sistemas clasificatorios generaron la tarea de ubicar a todas las especies en el planeta, sacándolo de su entorno arbitrario (el caos) y colocándolo en su sitio adecuado dentro del sistema (el orden: libro, colección o jardín) con un nuevo nombre europeo, secular y escrito”.22 Para esto era necesaria la exploración del interior continental, cosa que Falkner había hecho; era necesario el registro minucioso de todo lo observado, que Falkner también había hecho; se hacía necesario imponer una forma de clasificación de lo observable, por ejemplo las plantas, en lo que Falkner había trabajado toda su vida; e intentar presentar los resultados según el ‘nuevo’ ordenamiento científico de los reinos naturales, y aquí es donde quizás podemos entender el rol de Combe en la adecuación del libro de Falkner. Teniendo en cuenta lo anterior, analicemos brevemente cómo está ordenada la exposición del libro en cinco ‘capítulos’.23 Primero, una descripción del ‘suelo’, es decir del territorio geográficamente hablando, destacándose en este capítulo los detalles botánicos. Segundo, una extensión del capítulo anterior, pero poniendo el énfasis en la descripción de los animales. Tercero, se inscribe una descripción del ‘País de los indios’, esto es,

Pampas y Patagonia. Cuarto, un capítulo descriptivo de las

sociedades indígenas. Quinto, un capítulo en donde se profundiza en aspectos culturales de

los indígenas. Y sexto, y último, un capítulo lingüístico. Pero a este

ordenamiento ‘general’, se entrecruzan otros específicos de gran interés. En términos espaciales, la narración empieza con la descripción de las provincias más norteñas que conoce Falkner (Santiago del Estero y Córdoba), pasando a las más litorales (Santa Fe y Buenos Aires) y culminando en las fronteras meridionales de las colonias españolas (Pampas y algunos escasos aspectos sobre Patagonia). En términos que de forma general podrían definirse como ‘políticos y sociales’, el relator separa claramente ‘el ámbito social español’ del ‘ámbito social indígena’, abundando en detalles económicos, culturales y hasta lingüísticos de cada uno de esos mundos con los que tuvo contacto. ¿Es esta organización del texto la que pensó originalmente Falkner? Estoy tentado de decir que sí, en virtud de que alguien que no conozca la geografía del 22

PRATT, Mary. op cit. p. 64. Es necesario destacar que en la edición original del libro no existe un ordenamiento del texto por capítulos, estos fueron impuestos en la edición castellana de la cual participa Lafone Quevedo en 1911 y de ahí en adelante tomada por todas las ediciones posteriores.

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territorio rioplatense de mediados del siglo XVIII difícilmente podría presentar un esquema tan claro. Más aún, la clasificación territorial de las sociedades indígenas, la cuantificación de la población y la descripción de la regionalización indígena de su territorio evidentemente trasuntan la observación de un conocedor del tema. A pesar de todo esto, creo que hay un indicio claro del trabajo de Combe. Tomando en conjunto el contexto de la sistematización natural y la adaptación del texto, se hace muy notorio un detalle del ‘relato de Falkner’: en ningún lado hace mención de su actividad como misionero, no habla de la Orden Jesuita, tampoco destaca ninguna noticia sobre las únicas misiones en que participó durante toda su vida24. Esto es lo que hace contrastar de manera notoria el libro de Falkner con los de Sánchez Labrador, Paucke, Dobrizhoffer, incluso el de Peramás, todos ellos terminados en una misma década (1774-1784). Pero este detalle tiene que ver con aquella adecuación que se ha venido destacando, siguiendo a Pratt: “[es notoria] la capacidad del sistema [de clasificación de Linneo] para subsumir cultura e historia dentro de la naturaleza. La historia natural no solo sacaba a los ejemplares de sus relaciones orgánicas o ecológicas con los otros, sino también de su sitio en las economías, historias y sistemas sociales y simbólicos de otros pueblos”.25

El mapa de Falkner y el conocimiento geográfico de la Patagonia en 1775

En este punto debemos iniciar el análisis con una aclaración: la mayor parte del interior del territorio patagónica permanecía inexplorado por los europeos hacia la segunda mitad del siglo XVIII. La multitud de navegantes que habían mencionado su recalada en la Patagonia ‘española’, solo habían hecho una descripción de las costas, de los puertos accesibles para la navegación de la época y una cartografía rudimentaria de distancias, mediciones de longitud y corrientes marinas. Existía el precedente de las caminatas del Jesuita Nicolás Mascardi en la década de 1670, quien aparentemente misiona en el interior de los actuales territorios de las provincias de Río Negro y Chubut, pero sin dejar un relato o un mapa medianamente preciso de estos viajes. En la década de 1710, otro grupo de misioneros jesuitas partirán de la Isla de Chiloe y misionarán por unos 15 años en los alrededores de la región del lago 24 Esto ya es destacado por LEHMANN-NITSCHE, Roberto. “El grupo lingüístico ‘het’ de la Pampa argentina”, Revista del Museo de La Plata, 1922, t. XXVII, p. 11. Pensemos que este punto debería pesar de manera fenomenal en el autor, dado su conversión al catolicismo tanto como por los hechos que había vivido con la Compañía de Jesús en la última década. A pesar de todo, no existe un solo comentario sobre el tema. 25 PRATT, Mary, op. cit., p. 64.

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Nahuel Huapi sin trascender más allá de este territorio. Finalmente, en la década de 1740 se darán las misiones al sur de la jurisdicción colonial bonaerense y la llamada ‘Expedición a la Patagonia’, que explorará en 1746 los alrededores del Puerto San Julián. De todos estos viajes los datos son de tipo general, con algunos diarios de viajes y cartografía poco específica, salvo un mapa. La carta elaborada por Joseph Cardiel en 1747,26 denota un conocimiento del interior

de

la

región

patagónica

atlántica

totalmente

nuevo.

Aclaremos

inmediatamente: Cardiel no viaja por el interior de Patagonia, solo repite parte de los datos que le brindan los indígenas, los libros que lee de sus compañeros de Orden y las descripciones de los navegantes. A pesar de ello, su mapa de 1747 es una novedad. Pretende ubicar los grandes cursos de agua (sobre todo los ríos Colorado, Neuquén y Negro), apunta a representar la espina dorsal de los Andes hasta el Estrecho de Magallanes (utilizada como punto de referencia por todos los geógrafos de la época) y sobre todo propone ubicar en el espacio patagónico la realidad étnica de la que hablan sus informantes (por ello su mapa puede ser definido como una ‘carta étnica’). Él mismo menciona algunas de sus fuentes; por ejemplo, habla de un “mapa francés moderno” para definir la forma de la costa en el extremo sur, el cual según Furlong27 podría corresponder a la publicación de Frezier de 171628 o tal vez a una representación del cartógrafo Luis Feuillée de 171429. En otros textos propios, Cardiel hará mención a su lectura de las exploraciones de Mascardi30, del libro de Alonso de Ovalle31, el de Diego de Rosales32, a las descripciones de Pedro Lozano,33 autores de donde obtendrá parte de su conocimiento sobre Patagonia.

26 OUTES, Félix. Carta inédita de la extremidad austral de América construida por el P. José Cardiel, SJ, en 1747, con un estudio histórico-geográfico de Guillermo Furlong, SJ, Bs. As., Museo etnográfico, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, imprenta Coni, 1940. 27 FURLONG, Guillermo en: OUTES, Félix, op. cit., pp. 13-14. 28 FREZIER, Amadeo. Relation du Voyage de la Mer du sud aux cótes du Chily et du Perou fait pendant les annes 1712, 1713 & 1714, París, 1716. 29 FEUILLÉE, Louis. Journal des observations physiques, mathematiques et botaniques: faites par l'ordre du Roy sur les Côtes Orientales de l'Amerique Meridionale, & dans les Indes Occidentales ..., par le R. P..., París : Pierre Giffart, 1714-1725, 3 v. 30 MASCARDI, Nicolás, SJ. “Carta y Relación, que escribió el P... a los PP. Bartolomé Camargo, rector de Chiloé, y Juan del Pozo y Esteban de Carbajal de lo que sucedió en la entrada que hizo a los indios Puelches y Poyas, siendo el dicho Padre, rector de Chiloé”, reproducida en: FURLONG, Guillermo. Nicolás Mascardi, SJ, y su Carta Relación (1670), Bs. As., ediciones Theoria, 1963, pp. 117-132. 31 OVALLE, Alonso de, SJ. Histórica Relación del Reino de Chile, Santiago de Chile, I. de Literatura Chilena, (1649)1969. 32 ROSALES, Diego de, SJ. Historia General del Reino de Chile. Flandes Indiano, publicada y anotada por Benjamín Vicuña Mackena, Valparaíso, Imprenta del Mercurio, 1877, 3 tomos. 33 LOZANO, Pedro, SJ. “Cartas Anuas (1735-1743)”. En: LEONHARDT, Carlos, SJ. “La Misión de Indios Pampas”, Estudios, Bs. As., 1924, nº XXVI, pp. 296-300, 370-375.

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El aporte más relevante de la representación cartográfica de Cardiel se puede resumir en la toponimia desconocida y el intento de ubicar las parcialidades étnicas mencionadas por sus informantes. Estrictamente sobre las cuestiones geográficas, se pueden observar en su mapa de 1747 los mismos problemas que se trasladarán a las representaciones cartográficas de Falkner, Cano y Olmedilla, entre otros. El mapa de Falkner es elaborado en 177234 y el libro, que es pensado para explicar las nociones geográficas de la carta, dos años después. La intención de los editores, aparentemente, apuntaban a elaborar un mapa novedoso y que el libro solo sirviera de guía para ubicarse en esa representación del extremo sur del continente americano. ¿Qué fuentes de información utiliza Falkner? Las primeras y más accesibles serán aquellos estudios geográficos que son conocidos en la época. El autor inglés mencionará en los inicios de su escrito algunas de esos trabajos:

“El perfil de la costa de mi mapa, se funda en el D’Anville de la América del Sur, mejorado por Bolton; el de las Islas Malvinas responde a los últimos descubrimientos; y el del Estrecho de Magallanes se ha levantado sobre el de Bernetti [sic], capitán que fue de la armada de Bougainville. Algunas modificaciones he introducido yo en la costa oriental, que visité en 1746, como también en la región del Cabo de San Antonio, donde estuve viviendo algunos años. En la descripción que hago del interior, por lo general me he ajustado a las propias observaciones, porque lo he recorrido en gran parte, estableciendo así la ubicación de lugares, las distancias que los separan, y los ríos, las montañas y las selvas que contienen. [...] Según mis propias observaciones, y las informaciones que me han proporcionado otras personas, me veo obligado a darle al país más extensión de este a oeste que la que le asigna el mapa de D’Anville. [...] No me parece que persona competente haya jamás observado la longitud en estos lugares, de suerte que pueda uno fundarse en ella para fijar los respectivos meridianos de los diferentes puntos en el hemisferio austral. Los errores de los geógrafos, al presentar esta tierra como más estrecha de lo que en realidad es, pueden atribuirse a la dificultad de hacer observaciones exactas al circunnavegar el cabo de Hornos, debido a la velocidad y variedad de las corrientes: véase la relación detallada de todo esto en la traducción inglesa del Viaje de Ulloa en la América del Sud, volumen II, libro III, capítulo 2”.35

34 El mismo se edita bajo el título: A new map of the southern parts of America taken from Manuscript maps made in the country and a survey of the Eastern Coast made by Order of the King of Spain, London, engraved by Thomas Kitchin, Hidrograpfer to his Majesty, 1772. 35 FALKNER, Thomás, op cit. pp. 53-55. Destacados del autor.

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Desgranemos la cita analizando en primer lugar los mapas. Jean Baptiste Bourguignon D’Anville era un geógrafo francés que elabora un atlas en 1748, en el cual aparece una representación de la América Meridional.36 Solomon Bolton junto a Thomas Kitchin realizan en 1755 una reimpresión del mapa de D’Anville,37 dándole mayor longitud a la representación de la América del Sur, tema que Falkner está discutiendo en este punto. No sabemos cuáles son los autores que analiza Falkner para ver ‘los últimos estudios’ que se han editado sobre la exploración de las Islas Malvinas, pero la indicación de la siguiente fuente bibliográfica nos puede dar una pista. Cabe aclarar una cuestión: el nombre Bernetti está erróneamente escrito por el de Antoine-Joseph Pernety, un monje benedictino que participa en la expedición de 1767 organizada por Bougainville para fundar un asentamiento francés en las Islas Malvinas38. En este contexto es que Pernety elabora un relato del viaje con un estudio concienzudo de la geografía de América del Sur, presentando varias cartas de las costas, los puertos, las Malvinas y el Estrecho de Magallanes.39 Finalmente aparece el dato del estudio de los hermanos Ulloa, quienes en esta cita particular se dedican al análisis de las corrientes marinas existentes en la porción sur de América.40 En la cita hay una frase interesante a la que debe prestarse atención. “No me parece que persona competente haya jamás observado la longitud en estos lugares, de modo que pueda fundarse en ella para fijar los respectivos meridianos”. Cuando Falkner habla de ‘meridianos’ y ‘longitud’ se está refiriendo al interior continental, es decir, destaca que no hay en su época relatos de viajeros que hayan dejado una crónica de la geografía del territorio de las Pampas y Patagonia, entre la costa y la cordillera. Las pocas descripciones difundidas provienen de misioneros

Amerique Meridionale. (Southern section). Publiee sous les auspices de Monseigneur le Duc d'Orleans, Premier Prince du Sang. Par le Sr. d'Anville, M DCC XLVIII Avec Privilege. 37 South America Performed under the patronage of Louis Duke of Orleans First Prince of the Blood, by the Sieur d'Anville, improved by Mr. Bolton and publisher for Mr. Postlethwayt's, Dictionary of Commerce, London, 1755. 38 BOUGAINVILLE, Louis Antoine de. Voyage autour du monde par la frégate du roi ‘La Boudeuse’ et la flûte ‘l’Etoile’, en 1766, 1767, 1768 & 1769, Paris, chez Saillant & Nyon, Lebreton, premier imprimeur ordinaire du roi, MDCCLXXI, avec la aprobation et privilege du roi-1771. 39 PERNETY, Dom. Journal Historique D’un Voyage fait aux Iles Malvines en 1763 & 1764, pour les reconnoître, y former un étalisement; et de deux Voyages au Détroit de Magellan, avec une Rélation sur le Patagons, par ..., Abbé de l’Abbaye de Burgel, Membre de l’Académie Royale des Sciences & Belles Lettres de Pruse, Asocié correspodant de celle de Florence, e Bibliothécaire de Sa Majeste le Roy de Pruse, Berlin, chez Etienne de Bourdeaux, Library du Roy & de la Cour, tome I & II, MDCCLXIX. 40 Relación histórica del viage hecho de orden de S. Mag. a la América Meridional para medir algunos grados de meridiano terrestre, y venir con ellos en conocimiento de la verdadera Figura y Magnitud de la Tierra, con otras varias observaciones Astronómicas y Phisicas, por DON JORGE JUAN, Comendador de Aliaga, en el Orden se San Juan, Socio correspondiente de la Real Academia de las Ciencias de Parìs, y DON ANTONIO DE ULLOA, de la Real Sociedad de Londres; ambos capitanes de la Fragata de la Real Armada, Impresa de orden del Rey Nuestro Señor, en Madrid, por Antonio Marín, MDCCXLVIII, Primera Parte, tomo primero, pp. 159-160. 36

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jesuitas (Ovalle, Rosales, Mascardi, Van der Meeren, Guillelmo, etc.) o de personas apresadas por los indígenas y liberadas en diversas circunstancias. En torno de este último punto, cabe mencionar dos relatos que eran conocidos por los lectores jesuitas del período: uno de ellos es el ‘derrotero de Rojas’, un prisionero español de los indígenas, que podría ubicarse en 170741; el otro es el libro de Isaac Morris, uno de los náufragos de la expedición Anson, de 174442. Otra fuente particularmente interesante, conocida y citada por los escritores jesuitas, será la famosa ‘entrada de Gerónimo Cabrera’ de 1624, que describe el camino a la cordillera desde el río Cuarto cruzando por todo el interior de las Pampas.43 En otras partes de su libro Falkner citará a otros escritores, sobre todo Jesuitas, quienes le permitirán completar el estudio etnológico y lingüístico. Cabe destacar que para el mapa, sumado a las referencias que el propio autor hace, podemos asegurar que el antecedente que tiene en cuenta Falkner es la carta de Cardiel elaborada en 1747. ¿Por qué se puede afirmar esto? Principalmente por la similitud en la disposición de algunos de los accidentes geográficos, sobre todos los grandes cursos de agua, pero específicamente por el dato de las toponimias pampeana y patagónica a lo que se suma el agregado de los conocimientos etnológicos que están adquiriendo los misioneros en esa época.44 A continuación se concentrará el análisis en la descripción de las rastrilladas indígenas que desarrolla Falkner, cuestión sobre la cual Cardiel aporta muy poco.

Las rastrilladas indígenas pampeano-patagónicas hacia 1750

Falkner utilizará dos principales fuentes para reconstruir las rastrilladas pampeano-patagónicas del siglo XVIII. Comenta el autor: “donde no me ha sido dable penetrar me he valido de las relaciones de los indios naturales y de cautivos españoles

[ROJAS, Silvestre Antonio de]. “Derrotero de un viaje desde Buenos Aires a los Césares, por el Tandil y el Volcán, rumbo de sudoeste, comunicado a la corte de Madrid, en 1707, por..., que vivió muchos años entre los indios peguenches [sic]”. En: DE ANGELIS, Pedro. Colección de Obras y Documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata, Bs. As., edit. Plus Ultra, (1835)1969, t. II, p. 537547. 42 MORRIS, Isaac. “Una narración fiel de los peligro y desventuras que sobrellevó Isaac Morris”. En: VIGNATI, Milciades, Viajeros, obras y documentos para el estudio del hombre americano, Bs. As., edit. Coni, 1956, p. 19-62. 43 CABRERA, Gerónimo Luís de: Relaciones de la Jornada de los Césares, Introducción, estudio preliminar y trascripción paleográfica de Oscar Nocetti y Lucio Mir, La Pampa, Ediciones Amerindia, 2000. 44 Sobre la discusión de estos temas se sugiere la lectura de algunos trabajos propios: ARIAS, Fabián, Misioneros jesuitas y sociedades indígenas… op cit; “El mapa de Tomás Falkner, SJ, y su mirada del interior del mundo indígena…” op cit; “Las clasificaciones Jesuitas del mundo indígena…” op cit. 41

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que habían vivido años entre ellos y posteriormente habían sido rescatados”.45 En este sentido, la cita que sigue es indicativa del volumen de información que se nos escapa al no haber sido registrada convenientemente por los relatores/observadores. “Un cacique Tehuel o del sur me pintó sobre una mesa unos 16 de estos ríos, con nombre todos, más como no tenía a la mano recado de escribir, no me fue posible apuntarlos, y ya me los he olvidado. Agregó también que no tenía conocimiento de parte alguna del río, ni aun antes de las confluencias de estos ríos menores, que no fuese muy ancha y muy honda. Ignoraba cual pudiese ser su origen, pero le constaba que se hallaba hacia la parte del norte. Era él hermano del cacique Cacapol y, a lo que parecía, de más de setenta años de edad, y toda su vida se lo había pasado en las orillas de los ríos”.46 Los registros de estos datos por parte del Jesuita, pueden ser analizados de dos formas: en el relato del libro o en el mapa.

1) Breve reseña de datos del libro sobre las rutas: Falkner ubicará los diversos territorios indígenas, destacando las diferencias entre las Pampas y la Patagonia como habitadas por diversas sociedades. Interesa aquí observar cómo se conectan las macroregiones y prestar atención a la distribución de los ríos más importantes que conectan sus nacientes en la cordillera de los Andes con las costas del océano Atlántico, a lo largo de varios cientos de kilómetros: por un lado el Colorado, que establece una suerte de límite superior entre las poblaciones patagónicas y pampeanas; a continuación el corredor hídrico Limay- Negro; en Patagonia central el río Chubut; finalmente, el sistema río Chico-río Santa Cruz, en Patagonia austral. Repasemos el texto.

“El Primer Desaguadero o río Colorado es uno de los más grandes que riegan esta tierra. Deriva su origen de un gran número de arroyos que arrancan del costado occidental de la cordillera [...] Llámanlo los Picunches, Huaranca Leuvu esto es los Mil Ríos47 [...] Los Pehuenches llaman a este río Cum Leuvu o río Colorado, porque tal es el color de sus bordes [...] [Posteriormente] corre hacia el sudeste hasta llegar a un día de camino del Segundo Desaguadero, o sea el río Negro; desde allí dobla hacia el este, hasta cerca [de las sierras] del Casuhati, desde donde vuelve a correr hacia el sudeste, y así continúa hasta desaguar en el océano [...]”.48

FALKNER, Thomas, op. cit., p. 53. FALKNER, Thomas, op. cit., p. 107. 47 Con esta imagen de ‘mil ríos’ se está haciendo referencia a los bañados del río Salado (el chadileuvu de la toponimia indígena), ubicado en la pampa seca. 48 FALKNER, Thomas, op. cit., pp. 104-105. 45 46

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Lo importante de la cita es el dato sobre el lugar dónde es vadeable el Colorado, para saber las rutas de acceso de las tolderías que transitan de Patagonia a las Pampas. El autor destaca dos posibles caminos: “Los Tehuelhets con los Huilliches, cuando viajan al Casuhati, vadean este río en los dos puntos donde varía su rumbo hacia el este y sudeste [...] Los Chechehets, cuando hacen sus viajes entre los territorios de los españoles, lo vadean cerca de la desembocadura”.49 Por tanto, y siguiendo los topónimos actuales, el río Colorado se podía cruzar en la época en tres lugares: en el llamado ‘Codo de Chiclana’ cerca de la actual población de Gobernador Duval, en las cercanías de la actual ciudad de Río Colorado y finalmente a unos 50 Km. de la costa atlántica, para evitar el delta anegadizo. Al sur del Colorado se encuentra el río Negro, otro gran obstáculo para la dinámica de las tolderías patagónicas. Debe prestarse atención en la cita el lugar donde puede transitarse de uno a otro, dado que constituía una travesía de cerca de 70 km. de camino difícil, en la que se invertían hasta dos días de viaje.

“[El río Negro] es el mayor de la Patagonia, desagua en el océano occidental50 y se nombra de diferentes modos, como ser: el Segundo Desaguadero, el Desaguadero [del] Nahuelhuapi; los españoles lo llaman el gran río de los Sauces; algunos de los indios, el Cholehechel; los Puelches Leuvu Camo, o el río por antonomasia; y los Huilliches y Pehuenches, Cusu-Leuvu, esto es, río Negro. Donde se cruza del Primer al Segundo Desaguadero se llama Cholehechel.51 La trama de los ríos Colorado y Negro se vinculan a través del Neuquén, que Falkner cree, por informaciones de la época, se origina en el curso del Diamante del sur mendocino. “El río Sanquel es uno de los mayores de esta tierra, y podría reputarse como otro desaguadero más de las sierras nevadas de la cordillera”.52 El otro aspecto que delimita el espacio patagónico son las grandes montañas de la cordillera, que el misionero sabe ubicada entre las costas atlántica y pacífica. A la cadena de los Andes Falkner le asigna una extensión de 720 millas de longitud,53 es

FALKNER, Thomas, op. cit., p. 105, énfasis agregado. Se refiere al océano Atlántico. 51 FALKNER, Thomas, op. cit., p. 106, énfasis agregado. Sobre el topónimo choele choel y las carcaterísticas de la travesía, se sugiere repasar: CASAMIQUELA, Rodolfo. Estudio de la toponimia indígena de la provincia de Río Negro, Trelew, Fundación Ameghino, 1998, pp. 68-74. 52 FALKNER, Thomas, 1974, op. cit., p. 108. 53 FALKNER, Thomas, 1974, op. cit., p. 110. 49 50

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decir, un poco más de 1200 km., dato que en realidad es erróneo.54 El otro tema relacionado es que Falkner conoce los sistemas serranos bonaerenses y los ubica como desprendimiento de los Andes:

“El Casuhati55 es el comienzo de una gran cadena de montañas que forman una especie de triángulo, siendo aquel uno de sus vértices; de aquí [el Casuhati] parte uno de los costados de dicho triángulo y llega hasta la cordillera de Chile, mientras que el otro alcanza hasta el estrecho de Magallanes si perjuicios de que por trechos se interrumpa por valles y cadenas continuas de montañas que corren de norte a sur con sus muchas sinuosidades”.56 En otro lugar57 he argumentado que esta mirada del espacio patagónica trasunta la visión andina, tomando a la cordillera como espina dorsal de la geografía pero también de la vida humana. Las parcialidades indígenas se ordenan según esta gran referencia que significan los Andes, por ello las rastrilladas transitan de este a oeste cruzando indefectiblemente por pasos montañosos y de norte a sur corriendo paralelas a las montañas y las costas, vadeando los grandes cursos de agua. Las poblaciones humanas se ordenarán según ese modelo geográfico determinante en pampeanos o pampas (habitantes de las tierras bajas o llanuras); cordilleranos o pehuenches; ribereños o caminantes de las márgenes de los ríos, los leuvuche; y los habitantes de Patagonia, los denominados en las fuentes Jesuitas tehuel, tehuelhet, tehulche o patagones, quienes a finales del siglo XVIII se empezarán a conocer como tehuelches.

2) Análisis del mapa: Entre los diversos campos de información que ofrece el mapa de Falkner, es posible destacar la referida a los caminos indígenas como una de las de mayor relevancia. No hay cartografía de la época que realice una referencia de similar valor; por ello el estudio del mapa de Falkner no puede compararse más que con los registros cartográficos del último cuarto del siglo XIX.

Mapa 2. Matriz de las rastrilladas destacadas por Falkner en su mapa (1772) Si se traza una línea recta imaginaria desde el norte de la actual provincia de Neuquén hasta el Estrecho de Magallanes, la distancia supera ampliamente los 2000 km. 55 En la toponimia actual es el sistema serrano de La Ventana. El topónimo original está expresado en günün a iajüch, lengua tehuelche norteña, y podría escribirse idealmente como güsü ateck, ‘sierra atravesada’. CASAMIQUELA, R, - FUNES DERIEUL, C. – THILL, J. Provincia de Buenos Aires, grafías y etimologías de los topónimos indígenas, Cnel. Dorrego, 2003, p. 186-188. 56 FALKNER, Thomas, op. cit., p. 101. 57 ARIAS, Fabián, Misioneros jesuitas y sociedades indígenas…, op. cit., pp. 99-110; 2009 y “Las clasificaciones Jesuitas del mundo indígena…” op. cit, p. 239. 54

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Fuente: elaboración propia

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El camino hacia la cordillera se puede iniciar desde las Sierras Bonaerenses; dos grandes rutas podrán ser usadas: una de ellas es la que cruza por los territorios de los ranqueles habitantes de la pampa seca y pehuenche del norte neuquino, por lo que es necesario vadear los ríos Salado (chadileuvu) y Colorado (kovün leuvu); la otra usa como eje de orientación los cursos de los ríos Negro, Limay, Collon Cura y Alumine llegando hasta la tierras aledañas al volcán Lanin, conocidas ya en 1750 como ‘Tierra de las Manzanas’. Ambas rutas tienen su origen en las estribaciones de las sierras de la Ventana; por el norte, en la cadena de lagunas que en la época es conocida como Guamini, comienza uno de esos caminos que se extenderá hasta las Salinas Grandes; por el sur, la ruta recorre el río Sauce Grande actual con rumbo a los vados del Colorado. “A doce leguas al oeste del Casuhati y como a seis u ocho del Guamini corre el susodicho [río] Hueyque Leuvu. El camino para llegar a este río [bordeando las sierras] consta de altos bajos, cerros pedregosos y muchos bosques. Estos bosques son tan tupidos que solo dan paso por dos estrechas picadas, que conducen al río Colorado: la una se dirige al oeste [camino de la cordillera] y la otra hacia el sur [camino del río Negro]. Estos bosques [algarrobales] se extienden unas veinte leguas arriba del Colorado y por la parte del sur hasta el Segundo Desaguadero, pero por esta parte algo más ralos; mientras que hacia el oeste alcanzan el río Sanquel, más allá del cual se hacen menos espesos”.58 Falkner describe brevemente en esta cita el extremo sur-este del bosque de algarrobos que en la época ya es definido como la región de mamüll mapu, territorio que habitan los ranqueles. Si bien el autor Jesuita confunde el recorrido de la ruta norteña de Las Pampas ubicada al oeste de las Salinas Grandes con la rastrillada sureña, es importante destacar que sabe que ambas culminan su senda en los pasos cordilleranos que están en la latitud de la ciudad de Chillán (hoy paso Pehuenche, en el sur de Mendoza), en la del volcán Villarica (hoy el paso más relevante es el Mamüll Malal) y finalmente en la latitud de la ciudad de Valdivia (podría ser por el paso Ilpela o el Epulafquen, más al norte). En concreto, Falkner registra cuánto se tarda en viajar desde el sur del territorio de la actual provincia de Neuquén hasta la ciudad de Valdivia. “[Los leuvuches] dando la vuelta al gran lago Huechum lauquen59 llegan a Valdivia a los seis días de salir de Huichin”.60 FALKNER, Thomas, op. cit., pp. 105-106. El lago Huechulafquen actual. 60 FALKNER, Thomas, op. cit., p. 130. Este es el camino y paso que buscará la expedición de Villarino en 1782, orientándose con el mapa de Falkner. VILLARINO, Basilio. “Diario del Piloto de la Real Armada D. 58 59

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Para dirigirse hacia el sur cruzando el río Negro, hay dos opciones. Una serie de rutas atraviesan la meseta nor-patagónica en diversos trayectos que rodean por el este y por el oeste el macizo volcánico del Somuncura. La segunda posibilidad es recorrer los caminos cordilleranos. Repasemos sucintamente una y otra posibilidad. Ubiquémonos una vez más al sur de las sierras de la Ventana (Casuhati); caminamos hacia el sur y llegamos al río Colorado (Primer Desaguadero). El tránsito entre este curso de agua y el río Negro (Segundo Desaguadero), es decir, la travesía de Choele choel, aparece en el mapa de Falkner destacada como “horse road”; a través de la misma se vinculará la región serrana bonaerense con el nor-este de la meseta patagónica. Es factible cruzar el Bajo del Gualicho61 e introducirse en territorio de las parcialidades tehuelches, mencionados en el mapa como tehuelhet. En la cita que sigue el autor aclara que una amplia faja costera está desierta, dada la escasez de agua. “El territorio de los Tehuelhets y otras naciones de la Patagonia colinda con la parte occidental [de la región costera atlántica] incapaz de ser poblada: según la relación de ciertos españoles cautivos que yo rescaté [...] toda esta región consta de valles encerrados62 por colinas bajas y regadas por manantiales y arroyuelos que van a morir en lagunillas o aguadas, que en verano desaparecen; de suerte que muchos de los habitantes, cuando llega la estación ya dicha, se mudan al Segundo Desaguadero63 con mujeres, familias y aduares; algunos de los cuales alcanzan a llegar hasta el Casuhati, el Vuulcan y el Tandil64”.65 Es importante destacar que existe una ruta costera que vincula el río Negro con el extremo sur patagónico, transitando una travesía complicada hasta el río Chubut, siguiendo el curso del río Chico de Chubut, llegando al río Deseado y finalmente al Santa Cruz. Pero debe subrayarse que Falkner no la registra entre sus informantes de 175066. En otro lugar67 he ensayado la hipótesis de su falta de uso durante la década de 1740 por la escasez de agua, tema que los Jesuitas registran de

Basilio Villarino del reconocimiento que hizo del Río Negro en la Costa Oriental de Patagonia el año de 1782”. En: DE ANGELIS, Pedro. Colección de Obras y Documentos..., op. cit., 1972, t. VIII, vol. B, pp. 10851086. 61 Que aparece en el mapa como “gahuellahuay”; en lengua günün a iajüch sería gayau a ahwai ‘casa del gualicho’. se sugiere repasar: CASAMIQUELA, Rodolfo, op. cit., pp. 90-91. 62 El autor se está refiriendo a los característicos ‘cañadones’, formaciones geológicas esculpidas por la potencia hídrica de los ríos patagónicos en asociación con los vientos. 63 Con este nombre se refiere al río Negro. 64 Estas son las Sierras Bonaerenses, que actualmente son denominadas: Sierras de La Ventana (Casuhati), Tandil y Sierras de Balcarce (Vuulcan). 65 FALKNER, Thomas, op. cit., p. 115, énfasis agregado. 66 Si lo harán otros viajeros o funcionarios coloniales en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII. 67 ARIAS, Fabián, Misioneros jesuitas y sociedades indígenas…, op. cit. _____________________________________________________________________ COORDENADAS. Revista de Historia local y regional Año I, Número 1, eneroenero-junio junio 2014 ISSN 23622362-4752 http://ppct.caicyt.gov.ar/coordenadas

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manera indirecta y otras fuentes de la época refieren a raíz de la importante mortandad de animales silvestres y domésticos.

Mapa 3. Comparación entre la información de rastrilladas del mapa de Falkner y una reconstrucción de los caminos indígenas

Fuente: elaboración propia.

Ubiquemos nuestra mirada una vez más en el río Negro, en la porción más occidental de las Pampas. Estamos en cercanías del río Limay, lago Nahuel Huapi región del Valle Nuevo. ¿Qué pasa cuando se llega al territorio de los tehuelches ‘cordilleranos’ que Falkner denomina ‘buta huilliches’? Se puede transitar hacia la costa pacífica, dado que la cordillera no es un impedimento. “Las montañas de los _____________________________________________________________________ COORDENADAS. Revista de Historia local y regional Año I, Número 1, eneroenero-junio junio 2014 ISSN 23622362-4752 http://ppct.caicyt.gov.ar/coordenadas

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Hulliches son mucho más bajas que las que caen más la norte, de suerte que dan paso en todas las estaciones del año, y también son muchos los portillos que en cualquier parte se presentan: están cubiertas de bosque y hay buena madera”.68 En el mapa observamos un camino general que corre paralelo a la cordillera hasta el extremo sur del continente; del mismo, se desprenden derivaciones que se dirigen hacia la costa atlántica y pacífica. Queda claro en la representación cartográfica que Falkner no sabe dónde disponer los grandes cursos de agua de esta extensa región; no se ubican los ríos Deseado, Chico, Santa Cruz ni el Gallegos. El conocimiento geográfico del sur de la Patagonia en 1750 es tan escaso que no se tiene registro ni siquiera de grandes porciones de la costa atlántica, situación que revertirán las exploraciones dirigidas desde los asentamientos coloniales patagónicos de la década de 1780. En este punto es importante destacar que en el libro de Charlevoix, editado en 1756 y citado por Cardiel y Sánchez Labrador, se reproduce una carta de América del Sur en la que se ubican el río Santa Cruz y el Gallegos, con una representación de la costa atlántica basada en la expedición jesuita de 1746.69 Otro ejemplo de ello podemos encontrarlo en la carta de Cano y Olmedilla, de 1775,70 que representa el río Deseado y agrega “sacado de un manuscrito moderno”; ubica al río Gallegos naciendo en los lagos Musters-Colhue Huapi71 y destaca un corto trecho del río Santa Cruz, todos ellos ubicados erróneamente en la geografía patagónica. En concreto, si bien es real que Falkner no sabe dónde ubicar los cursos de agua más sureños debe destacarse su aporte sobre la mayor extensión en latitud y longitud de la porción extremo-meridional del continente, situación que buena parte de los cartógrafos recién empezarán a considerar a partir del último cuarto de siglo y sobre todo en el siguiente. El otro gran aporte en esta porción de su carta será la interpretación de la costa atlántica (puertos, bahías, toponimia), a lo que se suma el dato de las rastrilladas indígenas.

FALKNER, Thomas, op cit., p. 117, énfasis agregado. Con portillos el autor se refiere a los ‘pasos cordilleranos’. 69 Es muy probable que esta carta haya sido elaborada en base a las sugerencias de José Quiroga, misionero Jesuita que de formación era Piloto navegante y cartógrafo, actividad esta última que fue requerida por varios gobernadores para el momento en que se plantea el conflicto con la corona portuguesa. 70 De la Cruz Cano y Olmedilla, Juan. Mapa Geográfico de América Meridional, Dispuesto y Gravado por Don..., Geógrafo. Pensionado. de S. M. Individuo de la Real Academia de San Fernando, y da la Sociedad Bascongada de los Amigos del País; teniendo presentes varios mapas y noticias originales con arreglo a observaciones astronómicas, año de 1775, Londres, Publicado por Guillermo Faden, Geógrafo del Rey, y del Príncipe de Gales, Enero 1 de 1799. 71 Cano y Olmedilla anota en su mapa: “Laguna Cohiguape desde cuya latitud principia el Río Gallegos según un manuscrito particular de estas regiones”. 68

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Algunas breves conclusiones

Este trabajo propone destacar la importancia de la representación cartográfica elaborada en base a los conocimientos de Tomás Falkner sobre el extremo sur americano. Este tema es parte de una investigación más amplia en la que se pretende repasar los aportes realizados por los misioneros jesuitas al conocimiento geográfico, antropológico, lingüístico e histórico de las regiones de Las Pampas y Patagonia. La cartografía jesuítica patagónica desarrollada entre los siglos XVII y XVIII constituye uno de los hitos históricos que permitió asentar un conocimiento cada vez más fundado de la región. Hasta las cartas de Cardiel y Falkner, las representaciones del extremo sur continental americano solo reproducían algunos de los detalles costeros, los principales archipiélagos y una escasa toponimia que había sido impuesta por los exploradores y viajeros que habían recalado en la región. El interior patagónico era una incógnita la cual, la mayoría de las veces, se resolvía en los mapas del período con la frase ‘territorio inexplorado’. En este sentido es que Cardiel con los datos etnográficos y toponímicos que asienta en su mapa de 1747, tanto como Falkner con la inclusión de la información geográfica vinculada a la cordillera, los cursos hídricos, las extensiones de la masas de tierras y los detalles de las costas oceánicas posibilitan realizar un avance del conocimiento geográfico de la región que iniciará una nueva época. Tanto los diarios de Cardiel, como el libro de Falkner, pero sobre todo su mapa, se transformarán en instrumentos de trabajo insustituibles para la próxima generación de exploradores patagónicos. Los hermanos Viedma, Villarino, de la Piedra, Malaspina, de la Cruz, Azara son algunos de los viajeros que leerán críticamente cartas, diarios y libros escritos desde los primeros años de la colonia y los contrastarán con sus propias exploraciones del terreno. Todos reconocerán en el trabajo de Falkner una representación de los nuevos tiempos de las ‘ciencias naturales’, sobre todo el mapa del Jesuita inglés se constituirá en un documento analizado y reproducido largamente por los cartógrafos del siglo XIX, situación que se mantendrá al menos hasta las grandes exploraciones iniciadas en la década de 1870.

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Bibliografía _____________________________________________________________________ COORDENADAS. Revista de Historia local y regional Año I, Número 1, eneroenero-junio junio 2014 ISSN 23622362-4752 http://ppct.caicyt.gov.ar/coordenadas

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Recibido: 27 de marzo de 2014 Evaluación: 22 de abril de 2014 Aceptado: 2 de junio de 2014

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