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El naufragio del Titanic: visto por las Hermanas de la Providencia
El 10 de Abril de 1912, el afamado buque Titanic zarpó de Southampton, en Inglaterra, para su primer y último viaje. El enorme buque de 46,000 toneladas, que llevaba a bordo unos 2200 pasajeros y tripulantes, chocó contra un iceberg cerca de la costa de Terranova (Canadá) en la noche del 14 al 15 de Abril, causando la muerte de alrededor de 1500 personas. Esta historia tan conocida vuelve a ocupar la primera plana con la conmemoración del centenario del naufragio. Pero, ¿por qué volver con esta historia que ha sido relatada tantas veces? Simplemente porque las Hermanas de la Providencia en 1912 fueron también conmovidas por la tragedia. Por pura casualidad, cuando estaba haciendo otra búsqueda en los archivos, di con la mención “Titanic” en las crónicas de la Casa Madre. Intrigada, me puse a leer el texto finamente caligrafiado de tres páginas completas. No pude dejar de constatar que la analista estaba muy bien informada sobre los hechos. En los márgenes se leen titulares como “El naufragio del Titanic, “Escenas horribles”, “Orgullo aniquilado”… suficiente para atraer la atención. Fue mayor que mi voluntad: leí el relato aún cuando me sabía la historia de memoria. Luego me pregunté si otras crónicas de la Congregación también contenían segmentos de información sobre el Titanic. En la época de este evento, en Abril 1912, las Hermanas de la Providencia tenían ciento veinticuatro establecimientos en operación en diferentes partes de Canadá y los Estados Unidos. Para averiguar el impacto de la noticia, consultamos las crónicas de todos los que llevaban referencias al mes de “Abril 1912”. Vale mencionar que en 1912 varias instituciones de Hermanas de la Providencia eran nuevas y empezaban sus actividades, especialmente en misiones o pueblos retirados donde las noticias del mundo no llegaban rápido. Sabemos también que en muchos casos las crónicas se limitaban a relatar acontecimientos (mayormente religiosos), relacionados directamente con su establecimiento o con la Congregación, y no se llevaban a diario. Probablemente éstas son las razones de por qué las crónicas de solamente cuatro instituciones mencionan el naufragio del Titanic. La causa principal de esta carencia debe ser que la noticia fue
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publicada en el número mensual de Abril 1912 de Le Petit Journal de la Providence, distribuido en toda la Congregación. Podemos pensar que las analistas juzgaron inútil duplicar la información.
Enfoquemos ahora en lo esencial: los cuatro establecimientos de las Hermanas de la Providencia que relataron la tragedia. ¿Cuáles son? 1) la Casa Madre (entonces ubicada en la Calle Fullum en Montreal), 2) la Institution des Sourdes-Muettes, Montreal, 3) Providence Academy, Vancouver, Washington, y 4) Providence Hospital, Seattle, Washington. 1 Cuatro instituciones importantes y bien implantadas. ¿Quiénes son las analistas? Hermana Marie-Ovide (Geneviève-Alphonsine Robillard), en la Casa Madre; fue Secretaria General desde 1910 a 1922. Hermana Dioscore (Marie-Caroline LePailleur), en la Institution des Sourdes-Muettes; pasó la mayor parte de su vida religiosa como profesora en el Este de Canadá. Hermana Marie-Léopoldine (Theresa Throll), en Providence Academy; también fue secretaria personal de Madre Joseph del Sagrado Corazón. Y Hermana Marcien (Flore Pelland), en Providence Hospital; fue enviada en las misiones del Oeste americano desde su noviciado y redactó la biografía de Madre Vincent Ferrier. ¿Qué revelan las crónicas de estos establecimientos acerca del Titanic? Primero, en todos los textos, se subraya la amplitud de la catástrofe: “Es la catástrofe más horrenda que se recuerde” Crónicas de la Casa Madre de las Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 527.
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Las crónicas de Providence Hospital de Seattle todavía eran redactadas en francés en 1912, 35 años después de la fundación del establecimiento.
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“Una terrible catástrofe tuvo lugar en el Océano Atlántico, ayer por la mañana” Crónicas de la Institution des Sourdes-Muettes, 1908-1913, p. 371. “El mundo entero está en expectación […]” Crónicas de la Institution des SourdesMuettes, 1908-1913, p. 371. “Abril 15 – Sucedió el desastre más grande de la historia de la navegación
[…] El mundo entero lloró la pérdida de este fatídico barco con su carga humana” Crónicas de Providence Academy, Vancouver, 1890-1922, p. 746-747.
“Cómo no decir una palabra acerca de la horrenda catástrofe que hundió en el estupor a todo el universo civilizado” Crónicas de Providence Hospital, Seattle, 1877-1922, p. 525. Alaban las bellezas y grandeza del navío: “…el más hermoso, el más rico y poderoso de los buques modernos, el rey de los mares, decían, y a golpe de millones, lo transformaron en un verdadero palacio flotante, una ciudad deslumbrante por su riqueza y su lujo que navegaba en los mares con dos a tres mil habitantes …” Crónicas de la Casa Madre de la Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 527-528. “[…]
habían hecho el Titanic insumergible […] el último grito del progreso en la construcción naval” Crónicas de la Casa Madre de la Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 529. “El Titanic era la última palabra, la obra maestra de la construcción naval. Era un palacio flotante.” Crónica de Providence Hospital, Seattle, 1877-1922, p. 526. Luego se relatan los hechos, asombrosamente fieles a los datos oficiales: “[…] transportando a bordo 2300 hombres y mujeres […] mientras navegaba a 21 nudos por hora […] Son pues 1600, sí, ¡1600 que […] se hundieron en el mar! […] También, relatan náufragos supervivientes, cuántos gritos espantosos, qué clamor indecible, horrible al oído, se mezcló con los últimos ecos de la heroica banda 2…[…] el buque gigante de novecientos pies de largo por cien de ancho […]” Crónicas de la Casa
Madre de la Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 528. “El Titanic, que transportaba más de dos mil
pasajeros, chocó con un iceberg y naufragó, – unos 700 pasajeros pudieron salvarse. El Carpathia los recogió […]” Crónicas de la Institution des Sourdes-Muettes, 1908-1913, p. 371. “[…] 745 pasajeros fueron recogidos por el Carpathia […] Entonces, de los 2340 pasajeros del Titanic – 1601 perecieron.” Crónicas de la Institution des Sourdes-Muettes, 19081913, p. 371. “[…] el barco más grande de todos, – llevando 2200 pasajeros, fue hundido por
un iceberg frente a las costas de Terranova, 1600 hombres, mujeres y niños perecieron con la nave […]” Crónicas de Providence Academy, Vancouver, 1890-1922, p. 746. “[…] se hundió hacia las dos horas con veinte minutos de la madrugada […] llevaba 2200 [pasajeros] a bordo […] de esta cantidad, 1635 fueron tragados por las aguas […] fueron recogidas (sic) por el Carpathia” […]” Crónicas de Providence Hospital, Seattle, 1877-1922, p. 525.
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Según los testimonios de los sobrevivientes, los miembros de la banda tocaron efectivamente hasta el hundimiento de la nave.
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Desconocemos la procedencia exacta de los hechos. Sabemos que fueron tomados de periódicos, sin saber cuales, salvo para la Casa Madre, puesto que la analista cita su principal fuente: La Semaine Religieuse de Montréal.
En fin, en tres de los cuatro artículos, se insiste en el poder divino de la naturaleza ante la creación orgullosa del Hombre. “¿Qué somos frente a Dios? ¿Qué podemos en presencia de las fuerzas de la naturaleza? ¡Nada, nada en absoluto!” Crónicas de la Casa Madre de las Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 527. “[…] ¡Era por el mar que ése pensaba subir hasta los cielos! El cielo destruyó este orgullo […]” Crónicas de la Casa Madre de las Hermanas de la Providencia, 1907-1914, p. 529. “Cierto es que Dios se burla de las obras maestras de la ciencia humana […] Qué pequeño es el hombre en frente de tales acontecimientos” Crónicas de la Institution des Sourdes-Muettes, 1908-1913, p. 371.
“Una vez más, el genio del hombre se encuentra pequeño ante la naturaleza creada por Dios” Crónicas de Providence Hospital, Seattle, 1877-1922, p. 526. Dos extractos mencionan unos clérigos que perecieron en el naufragio, pero el número de sacerdotes no concuerda. Las crónicas de la Casa Madre citan: “Había también dos sacerdotes a bordo del Titanic: el Rev. Thomas Byles […] y un sacerdote alemán […] Ambos, dicen los sobrevivientes, quisieron permanecer en el puesto de honor […] ¡Honor a estos valientes!”. Las crónicas de Providence Academy dicen: “Cuatro sacerdotes, también pasajeros, permanecieron en el navío […]”. En realidad, tres sacerdotes Católicos estaban en el buque. Había también dos reverendos Bautistas, un Anglicano, un Luterano y un Presbiteriano. Las Crónicas de la Casa Madre son las únicas en subrayar la conmemoración de las víctimas en la Iglesia: “[…] El Sr. Canónigo y Párroco Gauthier invitó a los feligreses, con palabras llenas de emoción, a acordarse ante Dios de las almas de aquellos que murieron tan terriblemente […]”. Este hecho testifica que la población fue realmente conmovida por este acontecimiento dramático.
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Si el Titanic todavía está en primera plana a los cien años de su naufragio, es que entró en la leyenda apenas descendido en las aguas obscuras del Atlántico. Es innegable el rol de los medios de comunicación en este hecho. Su implicación en la difusión de la noticia contribuyó a impactar la imaginación colectiva, hasta llegar a las Hermanas de la Providencia. Tal tragedia no pudo menos que enternecer los corazones de las religiosas de la época frente a las muchas víctimas. Les invito a leer los textos integrales de las crónicas y del Petit Journal de la Providence (en anexo).
Marie-Claude Béland Archivista Archivos Providencia Montreal Nota: Agradezco a Hermana Pierrette Montpetit quien me ayudó en la investigación de las crónicas en busca de referencias al Titanic.
27 de Abril 2012
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