El Papel de la UNESCO en la protección del patrimonio cultural mexicano

El Papel de la UNESCO en la protección del patrimonio cultural mexicano Ciro Caraballo Perichi. Coordinador de Cultura de la oficina de la UNESCO en M

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Carpeta de información Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (2001)
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Capítulo 1. La labor de la UNESCO y el Patrimonio de la Humanidad La Convención sobre el Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad
Capítulo 1. La labor de la UNESCO y el Patrimonio de la Humanidad. 1.1. La Convención sobre el Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad. La Conv

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El Papel de la UNESCO en la protección del patrimonio cultural mexicano Ciro Caraballo Perichi. Coordinador de Cultura de la oficina de la UNESCO en México Fundación Alfredo Harp Helú. Oaxaca. Oaxaca Viernes 10 de junio de 2011

1.- El Patrimonio. Un concepto social e históricamente mutable. La Protección del patrimonio, natural y cultural ha sido uno de los temas centrales de la UNESCO desde su fundación en 1945. El sector Cultura es la instancia responsable de las políticas, acciones y seguimientos de este tema, aunque estrechamente compartido con los sectores de educación, ciencias y comunicación. Todos estos sectores tienen responsabilidades específicas en el tema de la conservación del patrimonio. La cultura en general y el patrimonio en particular es el único de los mandatos que no está compartido con ninguna otra de las agencias y programas de las Naciones Unidas. La orientación de las políticas del sector cultura y los instrumentos de protección del patrimonio se ha ido transformando desde sus primeros programas operativos de la UNESCO. El patrimonio es un concepto mutable, con especificidades de lectura en las diversas culturas del mundo. Su identificación, valoración, conservación, difusión, aprovechamiento y uso social, así como la apropiación de sus valores por las comunidades que conviven con el bien cultural, requieren de constante revisión. El valor del trabajo de la UNESCO en este campo ha sido lograr acordar con los distintos países miembros las bases comunes que permitan una acción compartida en la salvaguarda y difusión de estos valores. Una mirada a las historias de las políticas de la UNESCO en relación a los bienes culturales nos ubica claramente en este proceso de cambio y adaptación permanente. Las primeras acciones de la UNESCO, en especial en los años cincuenta del pasado siglo, estuvieron orientadas al fomento de las artes plásticas, la música, como actividades creativas, así como el apoyo a la creación y mejoramiento de gestión de bibliotecas y museos, como espacios para la conservación de los bienes materiales. Una de las tempranas acciones de creación de órganos internacionales para el seguimiento y la capacitación de especialistas de la sociedad civil en la conservación del patrimonio por la UNESCO, fue la creación del ICOM (International Council of Museums) en 1946. Es de recordar que la Dirección General de la UNESCO estuvo a cargo del ensayista y poeta mexicano Jaime Torres Bodet. Esta impronta de una visión cultural desde los países de la 1

periferia ayudó a dar el impulso a la valorización de las creaciones culturales de todo el orbe, dejando de lado la visión europeizante que había privado en la cultura hasta la primera mitad del siglo. Es el período en que se impulsan con fuerza la capacitación y formación profesional en los museos. México sería uno de los primeros países en adherirse a esta propuesta, fundándose el ICOM-México en 1947. Este proceso incidiría fuertemente en el alto desarrollo que adquiriría la museología en México en las décadas subsiguientes. Hay que recordar que fue Torres Bodet, a su regreso de la UNESCO, siendo Secretario de Educación de México entre 1958 y 1964, cuando apoyó la construcción de los grandes museos nacionales, entre ellos el Museo Nacional de Antropología. Una década más tarde, en 1956, se crearía el ICCROM (Internacional Centre for the Study of Preservation and Restoration of Cultural Property), con sede en Roma. Buena parte de la formación de los cuadros docentes tempranos de la Escuela de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete del INAH fueron egresados de los cursos del ICCROM. Al mismo tiempo estaba fresca en la memoria mundial la brutal destrucción de bienes culturales, edificados y muebles que había generado la Segunda Guerra. Ciudades históricas, museos y colecciones afectados por el conflicto, cuando no destruidos por las bombas, saqueados como retaliación política de los países en conflicto. Quizás algunos de los casos más emblemáticos de esta violenta destrucción fue la demolición del casco histórico de Varsovia durante la ocupación nazi, como un mecanismo para golpear la referencia de identidad del nacionalismo polaco con sus monumentos. El bando aliado por su parte generó una de las pérdidas culturales más significativas al bombardear masivamente el centro de Dresde. En todo caso las pérdidas fueron significativas tanto en Europa, como en el Norte de África y Asia oriental. Con el fin evitar que los conflictos bélicos entre estados tomaran como rehén el patrimonio cultural, surgió la “Convención para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado (La Haya 1954). Allí se establecen principios que dejan claramente establecido que el patrimonio cultural no puede ser blanco de guerra ni sus bienes muebles pueden ser apropiados como botín. (44 países ratificaron la Convención de 1954 y 19 países ratificaron el segundo protocolo de la Convención de La Haya)( http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=13637&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html ). Los casos recientes de la destrucción de las biblioteca de Sarajevo en 1992, la voladura de los Budas de Bamiyan por los Talibanes en Afganistán, en marzo del 2001 o el saqueo del museo de Bagdad en el 2003, nos indican que el riesgo de destrucción ex profeso de bienes culturales como mecanismo sicológico de los conflictos sigue latente.

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Recientemente la UNESCO se ha movilizado para asegurar la protección de sitios de valor histórico en el mundo árabe, afectadas por las recientes revueltas.

Una renovada etapa en la construcción de acuerdos internacionales para la protección del patrimonio, se inició en la década de los sesentas. Estaba orientada a dar soporte cultural al proceso de descolonización mundial, adelantado en ese entonces desde las Naciones Unidas. El patrimonio cultural se convertía en este momento en un valor significativo en las nuevas identidades nacionales y como refuerzo visual de la imagen del país al exterior. Buena parte de los países de África surgían con inestables fronteras trazadas por los vencedores de la IIa Guerra, a lo que se sumaban grupos culturales seccionados en su unidad por los nuevos reconocimientos. El caso que dio la oportunidad para organizar un proceso de colaboración técnica y financiera internacional liderada por la UNESCO, fue la campaña de rescate de Abu Simbel, y otros bienes culturales en Assuan, Egipto, entre 1960 y 1964. Esta exitosa experiencia conduciría a la creación, pocos años más tarde, de la Convención del Patrimonio Mundial y Cultural (París 1972), una de las convenciones con más países partes firmantes del Sistema de Naciones Unidas. Esta Convención por vez primera considera el patrimonio cultura y natural en un sólo instrumento, paso trascendental al proceso de compresión del patrimonio como una sola unidad de valores, que permite su reconocimiento y posicionamiento mundial. Es la Convención más reconocida de la UNESCO. La más explotada política y comercialmente, aunque no siempre atendiendo en profundidad las obligaciones contenidas en los compromisos que se adquieren al ratificar esta convención. Hoy en día ha sido ratificada por 187 países miembros, con 911 bienes inscritos, en su mayoría correspondientes al patrimonio cultural. (http://whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf). México ratificó la mencionada convención en 1983. A partir de allí. Gracias a una activa dinámica diplomática, sumado a la riqueza patrimonial del país. México ha pasado en poco tiempo a ocupar el lugar 6° entre los países del mundo con más bienes declarados patrimonio mundial. Para la fecha cuenta con 31 inscripciones, fundamentalmente constituidas hasta hace poco tiempo, por bienes arqueológicos y centros o edificios históricos del virreinato. En los últimos años se han explorado nuevas categorías como la de Patrimonio Moderno, con dos ejemplos inscritos (Campus Central de la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México y Casa-Taller de Luis Barragán, Ciudad de México). La de paisajes culturales, donde también hay dos bienes declarados: Paisaje de agaves y antiguas instalaciones industriales de Tequila, Jalisco y el reciente caso del Camino de Tierra Adentro, Zacatecas (Guanajuato, San Luis Potosí) como Itinerario Cultural, una categoría aun compleja de manejar en forma integral. Este año presentará el caso de la Fundidora de Monterrey, apostando a incluir en la lista mexicana un bien de patrimonio industrial.

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Para la década de los setentas ya existe una amplia base de opinión sobre la importancia de acuerdos internacionales para la conservación del patrimonio dado que los problemas traspasan las fronteras nacionales y debe de haber leyes y procedimientos internacionales aceptados por los distintos países. Uno de los temas centrales de discusión en el momento es el tráfico ilegal de obras de artes, tema aun vigente, el cual por vez primera contará con un instrumento legal que permita a los países denunciar los robos y expoliaciones, y en algunos casos, luego de fuertes disputas legales y económicas, recuperar los bienes expropiados. En 1970 se aprobó la Convención sobre las Medidas que Deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales. Estos instrumentos fueron posteriormente reforzados con la creación del Comité Intergubernamental para la Promoción del Retorno de Bienes Culturales hacia sus Países de Origen o su Restitución en Caso de Apropiación Ilícita así como el creado en 1978. (Ratificada por 120 países miembros http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=13039&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html). Es de destacar el éxito, después de casi 30 años de litigio, logrado por Perú para la devolución del material arqueológico de Machu Picchu, trasladado a la Universidad de Yale a principios del siglo XX. A partir de este acuerdo México también ha logrado importantes decomisos de bienes arqueológicos puestos en subastas en algunas capitales del mundo, aunque aún hay fuerte resistencia por parte de anticuarios y coleccionista a una aplicación efectiva de la Convención. Una tercera etapa sobre los criterios y políticas de la UNESCO en la valoración y protección del patrimonio es la correspondiente a las dos últimas décadas, y en particular a los años recientes. Se ha orientado a la revalorización de aquellos bienes culturales que, debido a los procesos de cambios sociales y económicos, en particular la globalización y el incremento de la comunicación mundial, estaban en vías de desaparición. Así mismo este proceso busca el posicionamiento de la cultura como derechos de todas las comunidades y etnias, y no sólo como bienes materiales e inmateriales sujetas a los vaivenes de las políticas estatales. Un nuevo tema es igualmente la digitalización de información documental, tanto para su salvaguardia, como para el acceso universal a su consulta. Dentro de estas acciones destaca el Programa Memoria del Mundo, orientado a la salvaguarda de archivos y fuentes documentales como base para el rescate de las culturas locales y los documentos de valor universal, creado a partir de 1995. (http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001256/125637s.pdf). México tiene 8 colecciones documentales inscritas, que van desde códices del siglo XIX hasta material fílmico, como los olvidados de Luis Buñuel. Este programa es uno de los que alimenta el proyecto de la “Biblioteca Digital Mundial” abierta al acceso en 4

mayo del 2011, en la cual pueden consultarse a la fecha 1.748 documentos, mapas, fotografías y grabados en alta definición. Los cambios en la tecnología también obligaron a trabajar aceleradamente en la “Convención para la protección del patrimonio cultural subacuático” (Paris 2001), (Ratificada por 33 países http://www.unesco.org/new/en/culture/themes/underwater-culturalheritage/the-2001-convention/official-text/) la cual busca concesos para proteger un patrimonio que hasta hace poco era inaccesible, pero hoy sujeto a la depredación mercantil gracias a los nuevos equipos de búsqueda satelital y tecnología de inmersión submarina. Este patrimonio es una fuente fundamental de información sobre la navegación, y la histórica económica del planeta. México no sólo es firmante de esta convención sino participa activamente en el Comité técnico de la misma en la búsqueda de ampliar en la región la ratificación de la misma. Ha explorado temas novedosos como el patrimonio subacuático en cenotes en la península de Yucatán. México también ha aportando recientemente con reuniones internacionales de importancia en este tema como el Curso sobre investigación y gestión en arqueología subacuática y marítima, Campeche y en el Seminario regional de Desafíos técnicos y legales del patrimonio Subacuático en México, América Central y el Caribe realizado en Cozumel en marzo del 2011. Seguramente la política que con mayor fuerza representa la actuación de la UNESCO en la promoción mundial de una nueva actuación para la salvaguardia del patrimonio es la relacionada con la diversidad cultura. La diversidad cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. Esta diversidad es un componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible, gracias, entre otros, a distintos dispositivo normativo ya en aplicación. Uno de las acciones con mayor atención ha sido la elaboración del atlas de las lenguas del mundo en peligro de desaparición. Allí se han identificado aun activas unas 6.000 lenguas en todo el mundo, de las cuales 50% están en inminente peligro de perderse. La pérdida de una lengua no es sólo la perdida de una codificación de sonidos y gestos, sino un bagaje de conceptos y conocimiento que hacen a la humanidad cada vez menos diversa, y por ende más pobre. En México destaca el trabajo del INALI, quien lleva el registro y seguimiento de este patrimonio en México, donde se han identificado al menos 68 agrupaciones lingüísticas distintas, además de sus variables locales. El avance más significativo en los últimos años ha sido el posicionamiento del patrimonio cultural inmaterial. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001) (Ratificada por 117 países 5

http://www.unesco.org/new/en/culture/themes/cultural-diversity/2005convention/the-convention/convention-text/) seguida por la Convención para la salvaguarda del patrimonio Inmaterial (París 2003), (Ratificada por 109 países, http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001325/132540s.pdf) abrió una nueva dinámica universal en el reconocimiento de estos valores patrimoniales. Las manifestaciones populares y tradicionales se habían atendido hasta entonces en la categoría de artes menores, folklore o espectáculos, se reposicionaron a partir de los distintos programas de acción que posicionan su valor al mismo nivel alcanzado por el patrimonio material, bienes “patrimonio de la humanidad”. Actualmente México cuenta con 6i manifestaciones inscritas en la Lista de Patrimonio inmaterial. Siendo junto con Colombia, los países con el mayor numero de manifestaciones inscritas en America Latina. La creatividad como derecho y potencial social y económico de la cultura tiene tempranos antecedentes en la Convención para la protección de los derechos de autor (1952). La Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (París 2005) amplia sus postulados, valorando el concepto de creación como derecho a la cultura. Estas políticas son ratificadas en el ámbito de las Naciones Unidas con el informe Mundial de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo, presentada por el entonces secretario general de las Naciones Unida, Javier Pérez de Cuellar en agosto de 1997. Allí se establece la clara relación entre cultura y desarrollo:"El desarrollo disociado de su contexto humano y cultural es un crecimiento sin alma. El florecimiento pleno del desarrollo económico forma parte de la cultura de un pueblo." Este mismo documento reconoce el derecho individual a la cultura, tanto a su acceso, como a su expresión. El informe, dice textualmente… "tiene por objeto dar a las generaciones presentes y futuras los instrumentos necesarios para responder a este desafío, ampliar sus conocimientos, descubrir el mundo en su imponente diversidad y permitir a cada individuo vivir una vida digna, sin perder su identidad, su sentido de pertenencia a su comunidad ni renegar de su patrimonio." En este contexto se inscriben programas que buscan impulsar las industrias creativas, teniendo como antecedente el Premio UNESCO de Artesanía (1990), el cual fue sustituido en el 2006 por el “Reconocimiento de excelencia artesanal” y la creación de la “Red de ciudades creativas” (2004). La globalización y los conflictos culturales surgidos en las últimas décadas han impulsado los programas de diálogo intercultural, en el entendido que “el intercambio equitativo, así como el diálogo entre las civilizaciones, culturas y pueblos, basados en la mutua comprensión y respeto y en la igual dignidad de las

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culturas, son la condición sine qua non para la construcción de la cohesión social, de la reconciliación entre los pueblos y de la paz entre las naciones”.1 El antecedente más temprano de estos espacios para la mutua compresión fue el programa de “Historia científica y cultural del desarrollo de la humanidad, con la publicación de seis volúmenes en 1963, seguidos por diversas historias regionales y locales que buscan desmontar las visiones parciales de los conflictos de la humanidad. Se inscriben aquí los trabajos de las grandes rutas económicas y culturales, como el programa “La ruta de la seda” y “La ruta del esclavo”, así como los foros mundiales para el “Diálogo entre civilizaciones”. El patrimonio cultural, material e inmaterial, es la mayor riqueza de la humanidad. Resume siglos de creatividad y relación de las sociedades con el medio ambiente, en la búsqueda de medios de productividad, representación estética y reconocimiento de las capacidades de los individuos en pensar e imaginar un mundo mejor. La responsabilidad de la UNESCO es crear las bases y acuerdos internacionales que permitan a los países multiplicar sus esfuerzos. Las políticas nacionales corresponden a las estructuras gubernamentales nacionales y estatales. Los programas acciones y financiamiento de las mismas a una adecuada colaboración y coordinación entre los estados y las empresas privadas, quienes tienen en este patrimonio una oportunidad continua de renovación de propuestas y producto. Por último, dada su importancia, es el requerimiento de conformar comunidades apropiadas de sus valores y conscientes de su fragilidad. Entre todos es posible un mundo donde la riqueza cultural pueda convertirnos en mejores habitantes del planeta. i

.- Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos (2008); “Lugares de memorias y tradiciones vivas de los Otomí-Chichimeca de Tolimán: la Peña de Bernal, guardiana de un territorio sagrado” (2009); “La ceremonia ritual de los Voladores”.(2009). “ Los Parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de Corzo”. (2010); “La Pirekua, canto tradiconal de los Púrhépechas” (2010); “La tradición gastronómica de Michoacán”. (2010).

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www.unesco.com/cultura/dialogointercultural

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