El Patrimonio Industrial: Nuevo Pensar para la Identidad del Patrimonio Cultural

2º Seminario de Paisajes Culturales Udelar/UPC [Conpadre n.11/2012] Montevideo [Uruguay], 31/01 a 01/02/2012. Universidad de la Republica / Universida

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El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural Ronaldo André Rodrigues da Silva

Mestre em Administração (CEPEAD/FACE/UFMG); Máster en Conservación y Restauración del Patrimonio Arquitectónico y Urbano (ETSAM/UPM) – TICCIH-Brasil (Comitê Brasileiro para a Preservação do Patrimônio Industrial). Belo Horizonte [Minas Gerais], Brasil. .

Resumen La vida social, las construcciones y el desarrollo urbano de las ciudades y de la sociedad no pueden ser vistos independientemente y desconectados. Las diferentes relaciones que se establecen entre sociedad y organizaciones industriales (o se podría decir, las empresas) determinan perspectivas para se (re)construir los conceptos de patrimonio y cultura que están más allá de los conceptos generales abordados. La memoria social y la cultura nacional, mismo regional o local, están determinadas por las relaciones establecidas entre empresa y sociedad. El imaginario social muchas veces es comprendido por la percepción de los grupos sociales, de los individuos y se presenta como su identidad y memoria personal. La centralidad alrededor de las empresas influencia la formación y el desarrollo de las ciudades y es comprendido como uno de los principales factores de aglutinación social y de formación cultural de los sitios en los que se establecen las relaciones empresacomunidad. La búsqueda por compartir de las necesidades sociales determina peculiaridades en las relaciones y particularidades entre empleados-empresa, entre individuo-sociedad. Con ellas se desencadenan varios elementos sociales: la villas operarias, los centros de ocio (cines, teatros, radios, clubes deportivos y otros) o cualquier actividades sociales que constituyen la vida de los empleados y sus familias. El desarrollo de las ciudades determinó el crecimiento y la aceleración de la urbanización, la formación cultural y social según la perspectiva de la empresa que permite reconstituir y reconstruir parte de la memoria social y de la identidad de la sociedad.

Palabras clave Patrimonio Industrial, Patrimonio Cultural, Identidad, Memoria, Cultura Material.

Industrial heritage: “New Think” for the Identity of the Cultural Heritage Abstract Social life, buildings and urban development of cities and society can not be seen independences and disconnected. The various relationships established between society and organizations (or firms) determine prospects for (re)construct the concepts of heritage and culture that are beyond the general concepts and issues. Social memory and national culture, regional or local, are determined by the relations between business and society. The social imaginary is often understood by the perception of social groups and individuals. It’s present as his identity and personal memory. This centricity influences the formation and development of cities and it’s understood as one of the main factors of social aggregation and cultural training centers in establishing company-community relations. Search for share of social needs determines peculiarities and special relations between employees, companies and between individual and society. They triggered by various social elements: working class villages, recreations centers (cinemas, theaters, radios, sports clubs and others) or any social activities that constitute the life of employees and their families. The development of cities determined the growth and accelerating urbanization, cultural and social formation from the perspective of the company. The enterprises can reconstruct and rebuild part of social memory and identity of society.

Keywords Industrial Heritage, Cultural heritage, Identity, Memory, Material Culture.

1 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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1. Introducción La recuperación y conservación del patrimonio industrial posibilita el conocimiento de una época reciente vivida y de su entorno. Los cambios en las empresas y sus reflejos en la sociedad, sus transformaciones y las influencias en las condiciones de vida y de trabajo de las personas tienen sido poco considerados para explicar y componer los cambios ocurridos en los conceptos del patrimonio cultural. La memoria, la historia y la empresa están presentes en el imaginario social, pues según Kusch (1986) la primera se constituye de la capacidad individual y/o colectiva en desarrollar posibilidades de identificación e identidad en las que se obtiene dos logos: el individualista, racional e instrumental, y el holístico, diferente y conservador. En las dos posibilidades se encuentran características de una sociedad postmoderna a partir de las que se tiene el según elemento [la historia]. Siéndole considerado el carácter colectivo [social] y el particular [individuo] se puede decir que los dos están presentes en la cultura actual a partir de múltiples interpretaciones que se puede hacer del concepto de patrimonio. Él se constituye de particularidades cuando establecido a partir del ámbito de las empresas, así crea nuevos logos de pertinencia e identidad que van permitir la construcción de simbolismos y signos. Como convergencia de estos conceptos y a partir de la aceptación de ellos en lo ámbito del patrimonio cultural e da memoria social se tiene la confluencia entre los aspectos de la memoria y de la identidad. Ellas constituyen el conocimiento sistemático que posibilita abrir nuevas vías de investigación espacio-temporales y de relaciones sociales en las que se tiene aquellas precedidas por las organizaciones industriales. También permite ofrecer criterios y sugerencias para construir procesos de actuación que lleven a la recuperación y reutilización del patrimonio industrial, no solamente bajo las perspectivas económicas e industrial, pero, principalmente la perspectiva socio-cultural (Castillo et al., 1999). Así, la construcción de campos interdisciplinarios de estudios de la memoria, identidad y patrimonio, especialmente el industrial, se presenta como una posibilidad de desarrollar estudios que identifican la influencia de los diversos procesos organizacionales en las relaciones entre las prácticas del trabajo y la sociedad. Sus consecuencias económicas, sociales e industriales envuelven una complexa red de vínculos que definen el proceso de acumulación del capital y de desarrollo económico. Mientras, también comprende la importancia y la relevancia de la historia empresarial y de sus influencias en la vida social, cultural y político-económica. La adecuada “síntesis organizacional” se torna así pluralista y complexa a partir del diversos puntos de vista y como son percibidas y descritas la historia y la memoria empresarial. (Tolliday, 2000).

2. La Memoria Individual, Colectiva y de la Empresa La percepción de un concepto de lo que viene a ser memoria trae varias variables que se entrecruzan e garantizan a la palabra su condición de transdisciplinariedad. La condición de aquello que se tiene en el presente y que pertenece al pasado es la más acepta. Uno de los precursores en los estudios de la memoria, que podría ser aplicada a la memoria social y colectiva por tanto a la memoria de la empresa fue Maurice Halbacks. Un análisis de las relaciones establecidas entre la representación y la memoria colectiva se verifica según la amplitud y las interacciones sociales, las cuestiones relacionadas a la memoria y su construcción y las relaciones con las identidades que se apropiaban de ellas (Santos, 1993, 1994, 1998).

2 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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Estudios complementares a la introducción del concepto de la memoria colectiva es presentado por Mejía y Álvarez (2005) que apunta para el trabajo de Olick y Robbins (1998) en el que se tiene el principio del fenómeno de memoria colectiva en los escritos de Hugo von Hofmannsthal en 1902. Más allá de ellos, la importancia de los estudios de Halbwachs (1939) hechos en los años 20 del siglo XX son puntos importantes para describir el fenómeno. El concepto construido por Halbwachs de memoria colectiva es presentado por Ángel Aguilar (1991) como la construcción en el presente de hechos pasados los que traen significado para un determinado y específico grupo. Estos recuerdos tienen significados propios que garantizan ciertos grados considerables importantes de identificación e identidad. Generalmente están establecidos según cambios y transformaciones que se constituyeron en cierto y determinado tiempo e espacio en la vida de las personas pertenecientes a estos grupos. Para ello, los individuos y grupos tienen necesidad de reconstruir e inventar el pasado cuanto haga menester. Los grupos tienen necesidad de reconstruir permanentemente sus recuerdos a través de sus conversaciones, contactos, rememoraciones, efemérides, uso y costumbres, conservación de sus objetos y pertenencias y permanencia en los lugares en donde se hay desarrollado su vida, porque la memoria es la única garantía de que el grupo sigue siendo el mismo, en medio de un mundo en perpetuo movimiento (ÁNGEL AGUILAR, 1991).

Así, se tiene que la memoria el carácter de comunicación, diferentemente de la historia que tiene el carácter de información. La primera está relacionada a los recuerdos establecidos por los individuos que expresan los hechos y fenómenos pasados a partir de sus experiencias personales. La intención no es hacer presente los hechos y las experiencias, pero si recordarlas aunque no hubieran existido como experiencias propias, pues son también consideradas recuerdos si se hacen a partir del concepto de la comunicación. Los procesos de comunicación pueden definirlos factores de interpretación y creación de los espacios de pertinencia social, en cuanto las líneas de comunicación acontecen de manera atemporal por se desarrollaren según la capacidad de organización y definición de las relaciones espacio-tiempo definidas como importantes por los grupos sociales. Mientras, el concepto de la palabra memoria está íntimamente relacionado al concepto de historia y Halbwachs (1990, 2004) distingue dos tipos específicos de memoria que serían la memoria personal y la memoria social. La primera también puede ser llamada de autobiográfica y la segunda de memoria histórica. Lo que es importante percibir es que la segunda es más amplia e general y trae consigo los conceptos de la primera porque la historia de vida de las personas hace parte del todo que seria la historia del colectivo. Al establecer las conexiones entre la persona y el colectivo se tiene también definidas las relaciones a ellos inherentes. Lo que no se puede olvidar es que los signos y símbolos definidos en la memoria colectiva que determinan los marcos principales de la vida social necesitan tener significado a las personas, pues la identificación e identidad que ellas perciben con estos marcos es lo que garantiza la perpetuación de la memoria colectiva. Sin embargo, para la construcción de la memoria en la vida personal o social es necesario establecer dos marcos: el tiempo e el espacio. O primero esta relacionado a las fechas y fenómenos que hacen parte de la memoria colectiva. Ellos son puntos de referencia y tienen un significado especial a los individuos que de ellos de identifican y traen cierta identidad; el segundo esta establecido de manera mas real y absoluta, a través de las edificaciones, espacios de convivencia, de ocio, de trabajo y en los que se establecieran los recuerdos personales y/o grupales.

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La separación o relación entre tiempo y espacio define la construcción de procesos de interacción e interrelación entre los dos factores y cuya determinación de grados de pertinencia, importancia y recuerdos están definidos según la interpretación y determinación del tiempo según el impacto de las distancias (geográficas) o la dimensión de los espacios locales. Esta capacidad de inclusión o exclusión del individuo o grupos en los espacios y según una determinada época permiten la construcción de la memoria y la definición de los factores considerados importantes. Así, hoy la definición del tiempo no se hace en función de los espacios y si se impone como factor definidor de los procesos y los lugares personales y sociales. La coordinación cronométrica entre individuos y los diferentes lugares permite la creación de las articulaciones entre hechos y recuerdos. La rearticulación de las regiones espaciotemporales no territoriales (la memoria) y los medios y factores definidos como unidades simbólicas de presencia y pertinencia definen sistemas abstractos organizacionales (la cultura) y la capacidad de reflexividad de ellos en los individuos y grupos. Para Melucci (1989), las relaciones entre espacio-territorio y espacio físico están determinadas, de manera general, por el cercano en las sociedades pre-modernas. Los lugares o espacios de pertinencia e identidad cambian y dejan de ser puntos de subsistencia básica, según el entorno de confianza básico definido por individuos o grupos. Ellos son definidos por los entornos en los que la configuración humana construye sus relaciones de integración no necesariamente presencial. Pues la memoria tiene como una se sus características la presencia de hechos y fenómenos pasados en el presente, la atemporalidad. Pero, ella es, también, dinámica y sistémica que se hace construida según los espacios abiertos y con relación a exterioridad y otros grupos/actores sociales. Así, las posibilidades de construir relaciones entre pasado, presente y futuro están también determinadas por la necesidad humana de construir la memoria. Las prácticas que definen su construcción están delineadas a partir de conceptos que apuntan para factores multidisciplinarios – míticos, históricos, políticos etc. – que permiten la construcción y reconstrucción de las bases de relaciones personales y sociales. Estas referencias permiten al hombre y a la sociedad una estabilidad del imaginario construido y real y garantizan la identificación e identidad individual y colectiva en los diversos grupos sociales. (Ferreira y Orrico, 2002). Así, el proceso espacio-tempo se expande y se produce según los cambios y las interpretaciones hechas por las personas y los grupos. De entre las condiciones que facilitan esta identificación e identidad con relación al variable espacio-tiempo es la contextualidad y la funcionalidad que determinan estos cambios. De entre ellos se tiene la percepción de un pasado, a partir de las relaciones basadas en la integración primaria y co-presencial. A menudo, las maneras de se percibir el pasado advienen de experiencias propias que determinan los principales recuerdos. Pero, la integración sistémica y en la integración social o sea el organizarse o establecerse según las estructuras y relaciones sociales a partir de la orden de importancia de los hechos sociales, de la proximidad y de la inmediaticidad también pueden ser consideradas como puntos de definición de la memoria personal y social. Para Castells (1999), en los últimos 20 años las preocupaciones con la relación espacio/tiempo están centradas en el contexto en los que los procesos sociales ocurren y cambian. La idea de temporalidad asociada a los cambios sociales tienden a redefinir el proceso industrial según una característica de “mimetismo histórico” para adaptación de sus bases según los procesos específicos y cambiantes. Las nuevas reglas del mundo sociológico según los contextos de espacio-tiempo e su distanciamiento se reorganizan para

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los cambios sociales y la construcción y reconstrucción de la estratificación social, y sus más diversas formas de asociación. Mientras determinan el comportamiento de los individuos y sus grupos de pertinencia, los hechos pasados constituyen marcos importantes para la construcción presente y para la redefinición de aquello que es importante o no para el hombre, y la sociedad. Esta identificación y relación entre pasado y presente y sus implicaciones pueden ser interpretadas según la idea de Harvey (1989) para la cuestión del espacio que comprende la relación de “compresión espacio temporal”. Tal significado presupone que los hechos y la vida presente están basados en la historia de vida personal y colectiva. A partir de ella se construye y se interpreta aquello que es importante y que determina las relaciones personales y sociales. Cuando se tiene esta comprensión se puede evaluar las comprensiones e interpretaciones que hacen las personas y los grupos de los hechos y fenómenos que ocurren en su alrededor. Esta relación entre los hechos y las interpretaciones y la importancia o no dada a ellos por la sociedad y los individuos tiene el significado que para Lash y Urry (1994) son presupuestos de la nueva economía de signos y espacio. Estas perspectivas de desarrollo y entendimiento del pasado a partir de las relaciones entre hechos y fenómenos y su simbología tienen perspectivas diferenciadas en los más diversos ámbitos – cultural, económico, género, comunidades etc. – pues presenta el espacio como un de los retos y ejes en el estudio del tiempo. Cuando se expande esta interpretación a la difusión y construcción de las relaciones laborales según la perspectiva social se tiene una construcción interdisciplinaria (Jameson, 1999). La necesidad de construcción histórica y de creación de la memoria a partir del “materialismo histórico-geográfico” de Soja (1993) o de los flujos del espacio/tiempo de Castells (1997) posibilitan la recuperación de la idea de una relación espacio/tiempo en la que las posibilidades de creación de una perspectiva de simultaneidad y actualidad crean el “tiempo atemporal”, así como se pretende las bases de construcción de la memoria y que constituye una de sus principales características. Sin embargo, la discontinuidad moderna también refleja en la construcción de la memoria pues ella está presente en los más diversos ámbitos de la vida humana: la interpretación de los hechos y la construcción de estructuras tradicionales existentes (familia, religión, grupos de pertinencia etc.) y la determinación de las estructuras simbólicas de pertinencia (trabajo, economía, relaciones sociales, cultura etc.). Las características de pertinencia están involucradas por la identificación e identidad en estos grupos en los que se establecen formas de integración, pero la identidad y la individualidad sufren modificaciones dinámicas y las necesidades de reconstruirles es dinámica. La integración social e integración sistémica, más allá de la ocupación y pertinencia a distintos espacios/roles individuales o grupales lleva a la interconexión entre diversos grupos en los que se vive (identidades múltiples). Al se construir la memoria según estas variables determinadas por los espacios de pertinencia, de identidad y de identificación los individuos o grupos determinan y son determinados por los hechos y fenómenos que se hacen representados en sus vidas. Estas referencias son factores que determinan el comportamiento y crean significados en la vida de las personas y sus grupos de pertinencia. A través de estructuras (edificaciones, espacios de convivencia, de ocio, de trabajo etc.) y espacios sociales en loas que se desarrollan las actividades es que se tiene la bases para establecer los recuerdos y la memoria personal y/o grupal.

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2.1. La Cultura y la Empresa La definición del concepto de cultura es según Keesing (1993), imposible de tornarse una unanimidad, pues presupone una idea general en la que se puede considerar elementos como las tradiciones, símbolos, signos y demás variables que caractericen un grupo social específico. Las propuestas de encontrar un concepto específico que garantice cierta especificidad y pueda dar cuenta de traducir la expresión del concepto es un elemento que plantea Wagner (1981) y Geertz (2003). La cultura como expresión de significados personales y subjetivos también comprende posibilidades de objetivación de las actividades y prácticas sociales. Ellas llevan en consideración características de una visión antropológica de la cultura que se constituye a partir de las representaciones de sistemas simbólicos y normas de comportamiento. Ellos determinan las relaciones y el comportamiento individual y social de los individuos, a través del establecimiento de sistemas de valores personales y colectivos, de la construcción de componentes verbales y no-verbales que representan o se refieren a cuestiones como igualdad, desigualdad, espontaneidad, disciplina, de entre otras. Aún para Keesing (1993) una de las principales características de la cultura es la posibilidad de una construcción continua en la que se tiene una perspectiva de evolución e de permanentes cambios en función de elementos que la componen. Ello presenta así algunas características que son comunes a varios autores que trabajan la amplitud del concepto: •

la característica sistémica de la cultura determina una relación entre los grupos sociales y sus entornos y las amplias posibilidades de influencia de unos en los otros. Esta interacción construye la suma de elementos y determina el comportamiento y la conducta individual e colectiva;



la característica de cambios continuos crea la disposición para un equilibrio dinámico en lo que se puede determinar influencias siempre existentes y que se distinguen según los elementos esenciales a la construcción del concepto en un dado momento (determinación temporal) y hogar (determinación espacial);



el componente material (relacionado a las variables tecnológicas, económicas y de organización socio-ambientales) determinan una relación directa con las posibilidades de adaptación y los modelos sociales estándares presentados en los diversos grupos sociales;



el componente ideacional (relacionado a la religión, los rituales, el comportamiento y los sistemas e creencias políticos) determinan, también las posibilidades de adaptación y deben ser considerados al se construir o determinar los modelos y estándares culturales existentes en una dado grupo social.

Lo que se puede observar a partir de estos elementos es que la construcción de la cultura que se puede considerar globalizante o específica, mismo que se pretenda construir un modelo y acercarlo de variables que constituyan posibilidades que lleven a caracterizar un grupo o sociedad aún se torna un elemento incompleto en función de su complejidad. Otra evaluación del concepto de la cultura a partir de las ideas de Keesing (1993) está caracterizada según las diferentes formas de construcción de un sistema de ideas. En él se puede considerar la cultura a partir de tres grandes sistemas: •

el sistema cognitivo en lo que se tiene el elemento del conocimiento como central. La construcción del concepto se hace a través de modelos y métodos lingüísticos en los que se busca la determinación de las estructuras del conocimiento según las interpretaciones no solamente expresas, pero también aquellas que se subyacen en la realidad social (Goodenough, 1971);

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el sistema estructural elaborado a partir de las ideas de los símbolos y signos construidos por el individuo y que determinan los procesos de construcción del conocimiento. Esa creación individual es compartida con otros hombres y se torna un elemento social y aceptos de manera colectiva en la que se tiene la determinación de relaciones y transformaciones que garantizan los cambios, y al mismo tiempo, el equilibrio de las actividades y realidades del grupo (Lèvi-Strauss, 1970).



el sistema simbólico determinado también por los símbolos y signos se diferencia por tratar de una construcción grupal pero presente en la vida real (diferentemente del anterior que es construido en el campo mental). Las creencias simbólicas y las acciones son maneras directas de comprensión de los elementos simbólicos y determinan códigos de significación compartidos (Geertz, 2003).

Así, la construcción del concepto de la cultura constituyese se elementos diversos que van desde el pragmatismo a la subjetividad, de lo concreto y real al inmaterial y simbólico. Estas características de la construcción del concepto de cultura es lo que determina su complejidad y le garantiza múltiples maneras de trabajar su concepto. La construcción de un concepto que crea hilos con elementos socioculturales y de adaptación continua y elementos ideacionales determina en su concepción regulaciones y estándares que están en constantes combates. El compartir de variables e influencias determina a la cultura posibilidades diferenciadas de determinación de sus estructuras. Lo que presenta Keesing (1993) para una comprensión general del concepto y su consecuente aplicación es la posibilidad de se comprender el comportamiento y las interpretaciones hechas por los individuos y sus respectivos grupos sociales de pertinencia. El compartir de símbolos, signos y rituales define posibilidades de interacción, identificación e identidad de los grupos y sus individuos. Estas variables, principalmente los rituales, están relacionados a las rutinas programadas en la vida diaria de las personas y representan valores establecidos en el pasado y reiterados en el presente. Ellos traducen intereses específicos de individuos o grupos y sirven para cristalizar situaciones, delimitar espacios y tiempo sociales, más allá de conferir seguridad a las personas a través de la sacralización de estas, de los espacios y situaciones corrientes, y, demostrar poder y autoridad. Más allá puede la cultura puede ser considerada como un elemento esencial para se comprender los cambios sociales y grupales, y también la diversidad de elementos existente en las relaciones sociales y que determinan y son determinadas por esas sociedades. Pero, debe ser considerada la cultura misma a través de su interpretación de un elemento de equilibrio dinámico como, en contra partida, un elemento parcial y fragmentado. La determinación de la cultura tiene la característica de elemento abierto, aún lo sea una variable importante para la construcción del conocimiento general de la sociedad y de sus grupos de pertinencia. La utilización de los símbolos son formulaciones mentales que las personas elaboran a respeto de la realidad, o sea, son representaciones y construcciones sociales arbitrarias, abstractas y contenidas en el lenguaje que permiten la transmisión de ideas y mensajes. Ellos también están definidos para la distinción de clases, cosas o acciones determinan también fronteras artificiales propias del ser humano, capaces de distinguir “espacios sociales” que se constituyen en elementos componentes de una segmentación de espacios y de tiempo que son fuentes de conflictos y ansiedades. La cultura en la que están inseridas las personas lleva, entonces, a una verificación de la diversidad de comportamientos y actitudes, de manera a se actuar de forma colectiva y propia, dentro de la capacidad de los individuos en presentaren una adaptación personal a las características que les son exigidas por la colectividad. De esta forma, la cultura actúa como instrumento de presión junto a los individuos, una vez que exige de estos determinados comportamientos que sean adecuados y que están en sincronía con objetivos

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establecidos por sistemas mayores de interdicciones y obligaciones que están impregnados de poder implícito, capaz de garantir la manutención y supervivencia organizacionales, acá extendidos a la sociedad y mismo a la nación. Estas prácticas pueden, también, estar relacionadas a la reificación de mitos que se definen a partir de la expresión de la cultura que crea una conexión entre pasado y presente capaz de justificar intereses políticos y acomodarse a través de las tradiciones creadas entre el comportamiento esperado de los individuos y el poder establecido. A través de los mitos se tiene la afirmación de competencias y de la capacidad innovadora, como a la conducción de determinados patrones comportamentales a lo desarrollo de proyectos, estrategias y acciones globales. Así, las sociedades a través de la su forma propia de representación de la realidad viene a criar patrones de comportamiento de grupos y mismo sociedades, asimilados por el sistema de creencias, ideales y objetivos que tornan individuos, y mismo otras sociedades diferentes de aquella perteneciente a un mismo país, como amenazas. Esta capacidad de distinción, o identificación, a otro posibilita el fortalecimiento de la cultura propia y permite un aumento de cohesión y espíritu colectivo. La cultura organizacional, presente con mayor intensidad en este proceso de internacionalización de la economía e globalización, interfiere de forma significativa en los niveles culturales, sociales e nacionales, pues se presenta, según Rodrigues & Collinson (1995) y Martin (1992), en un primero nivel, en la cultura convergente o de integración, como hegemónica y dominadora frente las otras posibles culturas organizacionales, en lo según a través de la cultura convergente o de diferenciación, en cuanto cultura ascendente cuando prescribe valores y conductas de forma globalizante, y en lo tercer cómo contracultura o fragmentación, en la medida en que los individuos procuran elaborar su visión particular de mundo a fin de negar las dos anteriores. Esta percepción del hombre fragmentado también es compartida por Hall (2000) en la que la perspectiva de construcción de la identidad ocurre según los factores que afectan directa o indirectamente el hombre. La determinación de la identidad diferenciada del individuo crea perspectivas diferentes de aquellas determinadas por la cultura nacional en las que se tenía una cultura homogénea y universal. Las reacciones decurrentes de la cultura pueden, se no bien administradas, llevar las relaciones a se fragmentaren, o mismo no se realizaren a partir de reacciones y comportamientos clasificados como mecanismos de defensa que sirven como forma de resistencia simbólica, capaces de negar los valores de las culturas en lo proceso de sociedad, y utilizados para preservar la propia identidad nacional. De esta forma se percibe la cultura como factor de importancia fundamental para los procesos de concretización de las prácticas comerciales y económicas internacionales, pues los comportamientos asumidos por los individuos y entendidos de forma dinámica y mutable, se adaptan conforme las circunstancias y estrategias utilizadas. Siendo así, las sociedades internacionales y la interrelación entre las culturas deberían buscar conseguir los mejores resultados, organizacionales y nacionales, a partir de la conciliación de los objetivos de cada parte.

3. Las Relaciones entre la Cultura y la Memoria Industrial Cuando la construye la percepción de la cultura basada en los conceptos de memoria se establece, a partir de Assman (1995), diferencias entre la memoria comunicativa y la memoria cultural. La primera está construida en el presente y se constituye de la reconstrucción del pasado sin establecer bases sólidas para su continuidad. Mientras la memoria cultural está basada en una estructura estable, a partir de la que se establecen las construcciones para su definición (Menjívar Ochoa; Argueta; Solano Muñoz, 2005).

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Esta dimensión de la cultura es presentado como objetiva y procura desarrollar una construcción de un pasado considerado importante y que se hace presente en los recuerdos individuales y sociales. La objetividad es distinta en dos momentos, presentada por Kansteiner (2002) en la que propone la diferenciación entre la memoria cultural potencial y la memoria cultural verdadera. Cómo potencial se entiende aquella determinada por las evidencias físicas (estructura, documentos personas etc.) que podrían traer a el presente las circunstancias, fenómenos e acciones ocurridas en el pasado. En ella se puede establecer nuevas posibilidades a las referencias presentes, pues se puede construir una memoria a partir de sus hechos posibles y recordables en el momento presente. Sin embargo, la condición post-moderna y la fragmentación cultural están desarrolladas, según Larraín (1996) a partir de los considerados vacíos culturales. En ellos se tiene procesos de globalización de comportamientos en los que se encuentran varios elementos que los indican cómo desplazamientos de acciones, imágenes, sonidos, sabores etc. Con eso se observa la aceptación de una multitud de comportamientos y actitudes que no más permiten la identificación o singularidad de personas, grupos u hogares. Muchas de las veces, la interpretación del hombre y de la sociedad en relación con la cultura se hacen a partir de reflejos por ellos percibidos. Esta capacidad de comprender las relaciones entre la sociedad y sus influencias en la vida personal y social tiene diferenciadas posiciones y contextos que delinean varias facetas de su identidad. Ella está definida según los signos y aspectos que son percibidos y el conjunto de las relaciones sociales establecidas, sean por individualidades o colectividades “nuevas” o a partir de modelos sociales que son establecidos por aquellos que los determinan, entre ellos las empresas u organizaciones. En esta cultura social en formación se tiene como un de los puntos centrales la dicotomía por se percibir el desarrollo socio-económico como foco central de la vida empresarial y que el desarrollo societal es una consecuencia y necesidad para que el factor lucro o resultados económicos pueda producirse. Así, la empresa es capaz de aplastar aquellos que están a contrariarla, sea por medio de la influencia, la transformación o mismo por imputaciones y sanciones a las personas o sociedad según sus clases de pertinencia a partir del modelo de vigilancia, control y acciones predeterminadas (Foucault, 1985). la concepción de cultura desde el punto de vista de los ‘mecanismos de control’ comienza con el supuesto de que el pensamiento humano es fundamentalmente social y público, de que su lugar natural es el patio de la casa, la plaza del mercado y la plaza de la ciudad. El pensar no consiste en ‘sucesos que ocurren en la cabeza’… sino en un tráfico de… símbolos significativos (Geertz, 2003).

La interpretación de la cultura y los sentidos que ella tiene para el hombre también pueden ser constituidos a partir de las relaciones sociales y públicas ocurridas en los talleres de la empresa, en los momentos de ocio en el hogar de trabajo o en las relaciones del ocio creadas por la organización. Así, cuando relacionada la cultura a la empresa se puede decir que la primera se compone, también, de la segunda a partir de las interrelaciones existentes. En ellas, la cultura se constituye de un elemento simbólico que permite una identificación con el objeto o fenómeno y crea condiciones para la construcción de la identidad, y la empresa que a partir de estas dimensiones garantiza la consecución de sus objetivos que están relacionados al lucro y a la generación de la riqueza organizacional (Herrero Prieto, 2002). Remetidos al pasado, los conceptos de cultura y empresa tornan necesario absorber la extensión del concepto de memoria en lo que se atribuye la dimensión temporal. En ella se puede establecer la reutilización de diversos tipos de instrumentos – documentos, fuentes orales, estructuras materiales etc. – que constituyen lo que se puede llamar de memoria

9 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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cultural. En contra partida se tiene también una visión más capitalista de la existencia de la cultura, mismo que esta venga a constituirse a partir de parámetros cualitativos. En ella se tiene el entendimiento de la cultura a partir de la manifestación de una identidad existente entre individuos y empresa que ofrece determinados niveles de símbolos presentes en la memoria social que están representados por sus creencias presentes. En ellos se observa la relación de convergencia entre la historia de los hogares y la historia de la empresa. Así, el comportamiento de la empresa y el de la sociedad están determinados por un cierto “consumo social” en lo que las poblaciones de identifican y tiene identidad con estos símbolos y los presenta presente en sus manifestaciones. La empresa, por su vez, los puede conducir a la búsqueda de rentabilizaciones sociales que solamente complementan e incrementan los resultados organizacionales. Lo que se percibe es que esta economía cultural está establecida de manera indisociable de la realidad y compone el imaginario social y la realidad organizacional (Herrero Prieto, 2002). Aún para Herrero Prieto (2004) el fenómeno de la mercantilización de la cultura, de la memoria y del patrimonio está presente, en especial, en las ciudades industriales que se han debilitado y que buscan en otras formas económicas de establecer la vida socioeconómica de ellas mismas. La cultura asociada a la economía establece de esta manera nuevas posibilidades de actuación de las empresas, de realimentación de la economía de las ciudades y de las empresas principalmente cuando se puede desarrollar de manera a se mantener y preservar el patrimonio histórico de la ciudad. En esto contexto lo que se puede traer para la ciudad, la empresa y los individuos es la cohesión cultural que proporciona el establecimiento de nuevas estructuras sociales a partir de la creatividad individual y social, más allá de las empresas, y también proporciona el cultivo de valores que permitieron en el pasado la evolución y el desarrollo del espacio en los que están. Aún se tiene también que el desarrollo social y económico se hace según la reciprocidad entre la aceptación de las normas económicas advenidas de la empresa y las costumbres, símbolos y rituales sociales establecidos por la comunidad. Las posibilidades de la empresa invertir en el desarrollo de la cultura también constituye un factor de incremento a la actividad económica, pues trae consigo la identificación de la comunidad con relación a las acciones emprendidas y también crea en las personas la identidad con la empresa, principalmente a los empleados y familiares. Mientras, al establecer las relaciones entre cultura y empresa se tiene también la ampliación de la percepción de la cultura “del capital”. Se crean posibilidades de reflexión de las relaciones entre empresa y sociedad bajo la perspectiva de una construcción social que determina cambios en la estructura del entorno organizacional Ello presenta la cultura con características interdisciplinarias en las que se desarrolla percepciones diferenciadas de la empresa, más allá de las características “del capital” y de las prácticas económicofinancieras para también reflexionar a cerca de las influencias en la sociedad. Estas influencias de la empresa en la cultura, más allá de sus aspectos internos, se constituyen en la organización como agente de cambios sociales que influencia en los aspectos más amplios, hacia la memoria social y la cultura de la sociedad donde se encuentra. Los tradicionales aspectos empresariales de la tecnología, economía, gestión y mercancía son complementados por un análisis de los aspectos antropológicos, geográficos, sociológicos e históricos. (Sapelli, 1996). Así, el concepto de cultura tiene una ampliación y ‘globalización’ que permite desarrollar relaciones con la memoria y la historia cuyas posibilidades tornan más amplio el entendimiento de la presencia continua e entrelazada entre pasado-presente-futuro (Burity, 2002).

10 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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Para Ferreira y Orrico (2002), las varias maneras de articular cultura y memoria, historia y sociedad, pasado y presente definen infinitas nuevas fronteras y articulaciones que identifican un lenguaje nacional propio, una identidad y memoria sociales. A menudo son variables significantes y traen significado a las cuestiones que inquietan los estudiosos y apasionados por la memoria cultural. Al se establecer relaciones entre memoria y cultura, también están, consecuentemente determinadas las dimensiones objetivas y subjetivas de esta construcción. Pues, el entendimiento de la realidad se hace a partir de la incorporación individual y una realidad colectiva establecida y acepta por los miembros del grupo hacia un comportamiento articulado y determinado por un conjunto de que instituyen las identidades individual e colectiva. (Teves, 2002). Estas correlaciones establecidas están construidas a partir de las aceptaciones de los individuos y también se establecen en consecuencia a la identidad personal y grupal de las representaciones presentes. Para Lefebvre (1991) estas representaciones constituyen lo que se puede determinar como imaginario social. Ello se hace según las contribuciones de los grupos sociales a la realidad presente y determinan la aceptación de los comportamientos percibidos e aceptos por los individuos y sus grupos de pertinencia. Al determinar esta identificación social, puede ser considerado el simbolismo como parte de la construcción de la memoria social, y por consecuencia, de su imaginario cultural. La cultura así establecida crea posibilidades de interrelación con las identidades sociales y personales, más allá de posibilitar la producción de los sentidos que tienen los comportamientos y las creencias establecidas no solamente en el individuo como en la sociedad. Lo que se puede decir de estas interpretaciones, según Teves (2992) es que la construcción del imaginario social ocurre, en parte, en función del imaginario cultural establecido en los grupos. Las influencias establecidas están directamente relacionadas a la identificación y a la construcción de una identidad que se establece en los individuos y en la sociedad. Al apropiarse de estas interpretaciones y aceptarlas, los individuos y los grupos determinan, también, las relaciones existentes entre empresa y sociedad. Las construcciones establecidas a partir de las relaciones entre empresa y sociedad, según perspectivas de experiencias sociales e individuales permiten la interpretación de hechos y fenómenos que pasan a constituir el imaginario social. Esta construcción a partir de experiencias relacionales empresa-sociedad es responsable por parte de la cultura establecida. Así, lo que se puede establecer en las relaciones entre empresa y cultura es que la primera contiene en su contexto fragmentos de interpretaciones y experiencias que están establecidas a partir de la realidad construida y determinada por la empresa. Las condiciones de vida, la realidad social, presente o pasada, y las determinaciones sociales compuestas a partir de estas variables constituyen de sobremanera una realidad social interpretada y acepta por los sujetos sociales.

4. La Construcción de la Cultura de la Memoria Industrial La memoria empresarial o de las empresas, para Worcman (1999) está desarrollada a partir de la construcción de acontecimientos o fenómenos ocurridos en el pasado y que son acumulados en sus más diversas maneras. Generalmente, la que más sobresale es la historia oral desarrollada según las declaraciones de sus empleados más antiguos. A partir de ellas se puede establecer un hilo entre el pasado de la empresa y su memoria. Mientras, la particularidad de la memoria oral, se tiene también los documentos de la empresa, sus periódicos y comunicación empresarial, videos y libros institucionales en conmemoración a varias bodas y la propia historia del fundador de la empresa. Sin embargo, se habla de la

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memoria como algo que se construye por medio de relaciones con la ciencia, se puede tejer consideraciones que vayan contextualizadas con la historia de la ciencia. En este caso ella se confunde con la memoria de la ciencia o memoria científica y por su vez está relacionada a los estudios de las diversas áreas del conocimiento, desde las humanidades, a la tecnología o la medicina (Martins, 2001). Así, cuando se observa la memoria bajo el punto de vista de la ciencia se puede construir conceptos que están basados en la evolución espacio-temporal de las actividades científicas y que están puestos en comunión con otras ciencias como la sociología da ciencia, la filosofía de la ciencia, la metodología y otras. En ellos se observa la evolución de los mecanismos de producción, de las técnicas, de los procesos productivos y más allá de varias variables que influyen directa o indirectamente los cambios en la ciencia. En los estudios desarrollados lo que se puede percibir es que no se tiene como preocupación general los cambios ocurridos en las técnicas adoptadas en la evolución de las diversas ramas industriales. Así, la evolución de la estructura tecnológica de la empresa comprende también los usos que la misma hacía para ponerse en marcha y sintonía con las variables externas [sociales] que les eran exigidas. (Geijo & Zulueta Pérez, 2005). Lo que podría constituirse en punto de análisis que es la preocupación con la evolución de la técnica y de la tecnología a menudo no se comprende como historia de la evolución de la sociedad o mismo de comunidades que se desarrollaran a partir de estas empresas. Las preocupaciones con la técnica y la tecnología y la memoria de la ciencia o de la técnica no comprenden, también, en general, los elementos sociales a que estaban relacionadas. Otro factor preponderante para las organizaciones y que define su trayecto históricoeconómico es la innovación técnica en el uso de la energía – hidráulica, vapor, electromecánica y electrónica – hasta hoy con la sociedad informacional. Ellos reconfiguran la organización del trabajo y consecuentemente la racionalización de los lugares de producción y de la innovación en los procesos industriales. Las diversas interpretaciones que se tiene de las restructuraciones productivas y innovaciones tecnológicas tienen sus reflejos en el significado de la clase obrera y la composición del colectivo en el proceso de producción (Castillo, 1998). La organización científica del trabajo y sus relaciones al factor humano, reflejos y demandas sociales definen conflictos y movilizaciones obreras y sus consecuencias y movilizaciones sociales (Byrne, 1995; Schermerhorn et al., 1999.) Las formas de trabajo, los sistemas de retribución, el rendimiento y la productividad, las condiciones de trabajo, los derechos y obligaciones de los trabajadores, la racionalización territorial e su formación de grupos de cooperación en la organización del trabajo, planteamientos de modernización y desarrollo empresariales, y la especialización del personal y al establecimiento de modelos componen aspectos estudiados según das perspectivas histórico-sociales, puntos de investigación y estudios que son centrales a las ciencias empresariales e a la arqueología industrial. Entender, así, los contextos más complejos de relaciones laborales, de las políticas industriales y las estrategias empresariales permiten un mayor entendimiento de los procesos históricos y de determinación económica según das definiciones de la organización de la producción y la explotación de la fuerza del trabajo. En este caso, algunos elementos de estudio se tornan vectores directivos del desarrollo social transcurridos en función del desarrollo industrial y económico: las viviendas obreras, la distinción entre las casas construidas racionalmente, promovidas por el asistencialismo de la burguesía dirigente; las casas surgidas de la especulación inmobiliaria, donde se da un aprovechamiento máximo de espacios reducidos y un uso de materiales pobres; la viviendo como instrumento

12 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

2º Seminario de Paisajes Culturales Udelar/UPC [Conpadre n.11/2012] Montevideo [Uruguay], 31/01 a 01/02/2012. Universidad de la Republica / Universidad Politècnica de Cataluña de control terapéutico destinado a evitar comportamientos peligrosos de la clase trabajadora, la separación del lugar de trabajo y la autonomía del núcleo familiar, la articulación y disposición de los medios de vida, etcétera (TORRÓ, 1994).

Con esto pueden ser trazados indicadores de la inserción del trabajador y de la empresa en el contexto societal, los procesos de acumulación de capital, la inercia y/o desarrollo tecnológico en los procesos de cambio industrial y sus mutaciones y adaptaciones constantes y también el estudio de cómo la división de trabajo y su re-configuración a través de los procesos de especialización o de transformación según los procesos tecnológicos adoptados ha redefinido los oficios haciendo surgir unos y desaparecer otros. (Torres & Calzado, 1995) Las relaciones provenientes de los procesos tecnológicos y de las relaciones sociales de producción permiten la construcción de una realidad socio-económica que presenta las contradicciones entre los determinismos la relación capital-trabajo que y su proceso de alienación del trabajador en medio a la evolución del sistema económico capitalista. Según Gutiérrez Lloret (1994), los procesos de producción industrial percibidos a partir del modelo de producción capitalista dominante en las sociedades modernas y el entendimiento de su significación a través de las actividades u operaciones realizadas para la obtención, transformación de los productos o servicios poden ser rescatados con una metodología de estudios basada en los procesos arqueológicos y de reconstrucción de estas actividades. Así, tornase posible un carácter reflexivo sobre un potencial histórico determinado por el patrimonio arqueológico. Para ello, hay dos líneas que determinan la compatibilidad entre los estudios de organizacionales y de gestión y la arqueología industrial: una línea de desarrollo tecnológico (historia de la técnica) – los saltos de ese desarrollo y las consecuencias para la organización del trabajo y la composición interna de los diversos obreros colectivos en cada proceso de producción; la línea de la interrelación del desarrollo tecnológico con la historia económico-social (hechos sociales) como características del mercado de trabajo, hasta la capacidad de negociación de los trabajadores o sus calificaciones, las formas de control o disciplina tanto dentro como fuera del trabajo, modificaciones en las condiciones de trabajo y en los modos de vida etc.; la historia del empresariado y de los grupos dirigentes y la introducción del taylorismo como “una estrategia de intervención empresarial” y una política. (SAPELLI APUD CASTILLO, 1994).

Los procesos industriales y sus respectivas construcciones históricas se hacen entonces presentes y definidores de los procesos actuales de gestión y de organización de las empresas y de la sociedad. Las posibilidades de buscar los vínculos entre los procesos actuales de gestión y de producción y los procesos definidos en las empresas durante las décadas precedentes permiten recuperar las formas adoptadas y los procesos definidos en un patrimonio histórico capaz de producir efectos hasta hoy. El entendimiento global de estas interrelaciones y de las influencias de la empresa en la sociedad y al revés. Así, la evolución de la población y de sus condiciones de supervivencia se relaciona con la capacidad de la empresa en entender las necesidades sociales y las rellenar según su capacidad productiva y de reacción a los cambios estructurales a los que está sometida. Para Worcman (1999), la comprensión de la historia de la empresa y la constitución de una memoria empresarial posibilita percepciones diferenciadas de la económica de las organizaciones. una empresa está esencialmente compuesta por personas y, por consecuencia, su historia es resultado de la historia y de la contribución de cada una de esas personas. En este sentido, la historia de la empresa debe y puede ser transformada como instrumento de preservación del saber acumulado y como

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2º Seminario de Paisajes Culturales Udelar/UPC [Conpadre n.11/2012] Montevideo [Uruguay], 31/01 a 01/02/2012. Universidad de la Republica / Universidad Politècnica de Cataluña forma de reconocimiento de la importancia de todos aquellos que la construyeran (WORCMAN, 1999).

De esta manera se observa que la memoria industrial también se torna factor determinante para se entender la memoria cultural en la cual se tiene los factores materiales (las empresas en si) e inmateriales (las memorias de los trabajadores), tangible (maquinaría y tecnología) e intangible (know-how y savoir faire). Complementando las ideas, Morin y Moigne (2004) presentan la memoria empresarial a partir de tres puntos distintos de percepción: •

La memoria funcional que comprende y se designa a abarcar los acontecimientos o flujos de conocimiento que están presentes en el exterior de las empresas;



La memoria orgánica que comprende las representaciones de acontecimientos o flujos de conocimiento que están presentes en el interior de las empresas; y,



La memoria genética que comprende las representaciones de los acontecimientos o flujos de información a partir de la variable temporal.

Lo que se percibe en este análisis es que la empresa intenta mantener su equilibrio dinámico por medio de las relaciones que existen entre los tres tipos de memoria, donde la memoria genética influencia directamente la memoria funcional (equilibrio con el medio externo), la memoria orgánica (equilibrio con el medio interno). La vida social, las construcciones urbanas y el desarrollo de la sociedad, en algunas ciudades, ocurren a menudo en función del desarrollo no solamente de las relaciones sociales como también de las relaciones comerciales y del mercado. La estrecha relación que existe entre la ciudad y las organizaciones productivas que en ella se instalan tienen profunda ligación con el desarrollo social de la primera, en conjugación con el desarrollo económico de la segunda. Esta relación de interdependencia viene la traer consigo la confluencia, y mismo disonancias, de interés entre el capital [la organización] y el social [la ciudad]. Los intereses económicos y comerciales se sobresalen en la mayoría de las veces, con el capital y se desarrolla la partir de la utilización de la mano-de-obra existente en la región en la que se instala y utiliza de la estructura local, o mismo regional o nacional, con el objetivo restricto del lucro. Para Piquet (1998) estas relaciones están olvidadas en la gran parte de los estudios de la memoria de las empresas cuando tratadas a partir de los centros urbanos denominados pueblos-fábrica o fábrica-pueblos. Lo que generalmente acontece es no llevar en consideración el aspecto histórico, social y político, dándosele relevancia a los aspectos económico-capitalistas. Hay aun que considerar los aspectos de memoria de la empresa bajo la mirada de se considerarla un factor de importancia en la formación urbana brasileña en el siglo XX, más allá de tener importancia en los cambios ocurridos en la vida social y cultural. Estas influencias están presentes en lo que se puede llamar de “equipamientos comunitarios”, “equipamientos colectivos urbanos” (Topalov, 1990), “condiciones generales de producción” (Lojikne, 1988) o “medio ambiente construido” (Harvey, 1989) que abarcan no solamente el ámbito empresarial o industrial, pero también las habitaciones, comercio, escuelas, hospitales, áreas de ocio y estructura de servicios urbanos (agua, energía, telefonía etc.). Sin embargo, la memoria empresarial también trae consigo un sin número de recuerdos que son parte de su pasado y que comprenden la historia de las personas que hacen e hicieron parte de ella. Más allá, la empresa no es una isla y también provoca y sufre cambios en función del su alrededor que está construido a partir de los hechos socio-económicos y

14 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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culturales. Bajo esto aspecto se percibe la pertinencia de la transformación del saber construido en la empresa y en su alrededor. La importancia en percibir estos cambios y tornarlos posibilidades de preservación de esta memoria es esencial para entender las contribuciones personales y sociales de la empresa en y para la sociedad (Worcman, 1999, 2004). Cruz Mundet (2001), la confluencia entre el archivo empresarial y la memoria es que el primero puede constituirse en el principal instrumento para desarrollar y obtener el segundo. El archivo de la empresa comprende, así, posibilidades de construcción del patrimonio de la misma, y de una comprensión futura del pasado. La capacidad organizacional en desarrollar la memoria de la empresa garantiza la continuidad de rituales, signos y símbolos que deberán constituirse en factores de convergencia de la cultura empresarial. La memoria empresarial construida consignada con la idea de patrimonio permite, también, entender la multiplicidad de variables que componen la realidad de la empresa. Ello garantiza la comprensión de los cambios ocurridos en la empresa y aquellos ocurridos en su alrededor. (Smith y Steadman, 1981). Más allá de la toma de decisiones en sentido estricto, la historia y, por consiguiente, el archivo, significa patrimonio y cultura corporativa. Eso explica los cambios y la dinámica compleja que comprende la vida de las empresas. Más allá del sentido del capital y económico, también influencian y sufren influencia aquellos factores que están directa o indirectamente relacionados a la empresa. La capacidad de mantener algún tipo de equilibrio entre las condiciones socio-político-económicas y as cultural-patrimoniales tiene convergencia en las posibilidades de estas condiciones se tornaren complementarias. Tal condición de la vida de la empresa permite a ella la construcción de una identidad con los factores internos y externos, y también posibilidad su continuidad espacio-temporal. (Hamon y Portevin, 1995; Cruz Mundet, 2001). Construir relaciones transversales que se constituyen de la intersección entre diversas áreas del conocimiento permite desarrollar cuestiones que se destacan por la capacidad de construir a través del lenguaje los análisis de la memoria y sus relaciones con la identidad, la cultura y otras variables que la aseguran el carácter de complejidad y de proceso. Por medio de estas representaciones se puede constituir los grupos sociales y de pertinencia, más allá de la representación de las igualdades, diferencias o conflictos existentes. Así, los individuos construyen sus identidades y las identifican con aquellos parámetros sociales que son aceptables. A partir de estas ideas, la construcción de la memoria permite interpretaciones individuales y sociales, pero también presenta la intercambialidad existente entre ellas.

5. Invitación a Pensar De entre los importantes procesos considerados en el siglo XX, la industrialización e sus desdoblamientos fueran parte fundamental de la realidad humana, pero, este proceso, generalmente, es percibido bajo miradas de estructuras macro y microeconómicas, bajo las características de la gestión empresarial y el crecimiento y desarrollo de las empresas y del carácter estructural y tecnológico. La recuperación de la memoria industrial y cultural presenta la posibilidad de conocimiento de las épocas vividas y de su entorno. La percepción de los cambios organizacionales según sus influencias en las transformaciones organizativas, del Estado y de la sociedad construye perspectivas diferentes para entender la cultura más allá de sus reflejos en las condiciones de vida y del trabajo. Las demandas socioculturales requeridas por los procesos productivos, orientadas para el mejor entendimiento de la acción del “trabajador colectivo”, generalmente fueran consideradas con relación a los aspectos tecnológicos, productivos y

15 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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de mercado. Entender a formación del ‘locus social’ es necesario y prioritario para explicar los cambios sociales y la formación del hombre colectivo, las expectativas de los individuos, las limitaciones y sucesos de los grupos en la sociedad contemporánea. La implementación de las industrias y sus influencias sociales, a menudo determinaran la formación de núcleos sociales, barrios operarios y mismo ciudades. La necesidad en establecer relaciones directas con la sociedad y desarrollar acciones implica en formación y cambios en las estructuras social y cultural de las ciudades y regiones en las que se establecieran. Estos hilos contienen una compleja red de enlaces cuya importancia ‘extraproducción’ determina la identificación y la identidad entre las empresas y sociedades productoras. Así, los estudios relativos a la historia empresarial y económica, la arquitectura industrial, la ocupación geográfica, la compleja estructura empresarial, la psicología social, la sociología del trabajo de entre otros se presentan importantes para el mantenimiento y desarrollo de la memoria empresarial e industrial. En ellos se debe buscar estudios que privilegien no solamente factores financieros-económicos, pero también los socio-culturales. Sin embargo, procurar evitar que antiguas instalaciones industriales y toda estructura desarrollada en su entorno de producción vengan a ser destruidos o desaparezcan se constituye en mantener verdadera la memoria social e industrial. Así se puede prevenir que no se transformen en friches1, conforme presenta Mendonça (2001), los que tienen aspectos de total desinterés o abandono y pasan a ser vistos como verdaderos ‘cementerios industriales’. Se puede percibir el mantenimiento de una realidad histórico-social pasada, desarrollada a partir de centros fabriles u organizaciones productivas bajo la perspectiva de creación y desarrollo de se obtener conjuntos arquitectónicos y productivos en operación, también denominados ecomuseus. En ellos la manutención de los equipamientos en actividad, permite la visualización del todo y también mejor entendimiento de los albores de los procesos de industrialización, más allá de su evolución y, porque no, de las relaciones de trabajo establecidas (ARAÚJO, 1998). Al incorporar a este contenido el entorno social, como las villas obreras y sus desdoblamientos se tiene la posibilidad de tornar visible todo un contexto socio-productivo que otrora tornó posible el desarrollo económico y la evolución de la comunidad y su alrededor. Localizar e identificar los objetos de estudio según las perspectivas del trabajo, o de la empresa, y sus diversificados entornos define los procesos de vida y muchas veces determina el entendimiento, mismo que parcial, de características de la personalidad no solamente organizacional pero también de los grupos e individuos. Más allá de ello, posibilita la construcción y formación de la historia cultural e social y garantiza una memoria que otrora podría decírsela perdida, pero que tenemos ganas de construir e identificar, porque es uno de los vínculos que relacionan el pasado, el presente y el futuro de los hombres.

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Los friches – expresión francesa – o vacíos industriales pueden ser asociados a las diversas estructuras industriales – productivas o no, las que eran destinadas a los alojamientos, talleres, aparcamientos, áreas de ocio, parques, almacenes etc. La expresión puede ser desdoblada en friches industrielles [industriales] y friches urbaines [urbanos], los que, en los conceptos abordados por la arqueología industrial, se presentan relacionados a los vacíos industriales, ligados directamente a los procesos productivos, o vacíos sociales, ligados a toda estructura socio-urbana que se destinaba a las actividades complementares bajo la gestión empresarial – escuelas, clubes, centros de suministración. Uniéndosele estos dos términos se puede criar los friches urbanoindustriales que abarcarían adecuadamente esta estructura macro-empresarial.

16 RODRIGUES DA SILVA, R. .. El Patrimonio Industrial: “Nuevo Pensar” para la Identidad del Patrimonio Cultural. In: SEMINARIO DE PAISAJES CULTURALES UDELAR/UPC [Conpadre n.11/2012], 2, 2012, Montevideo [Uruguay]. Actas... Montevideo: Red Conpadre, 2012. p. 01-19. Disponible en: .

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